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por los inocentes, por los que no tienen culpa de nada.

Ahora bien, CAPÍTULO 14


si existe el mal en el mundo de esa manera, eso quiere decir que a LA IGLESIA
nosotros nos resulta extremadamente difícil conciliar la omnipo-
tencia de Dios con la bondad del mismo Dios. Porque: o Dios
quiere evitar el mal y no puede, y por tanto no es omnipotente; o
Dios puede evitarlo y no quiere, y por tanto no es absolutamente
bueno. ¿Cómo salir de esta dificultad?
Yendo derechamente al centro mismo del problema, se puede
decir lo siguiente: el mal existe en el mundo porque el mundo no es
Dios. Solamente Dios es el ser en el que no hay mezcla de limitación
alguna, y por tanto en él no hay mal posible. Entre nosotros los
hombres existe el mal porque no somos Dios. Por consiguiente,
aceptar el mal en el mundo es aceptar nuestra condición de seres "JESÚS PREDICÓ el reino de Dios y en su lugar apareció la
limitados, que no somos infinitos. De ahí que el mal es siempre una Iglesia". Estas palabras de Alfredo Loisy' nos sitúan en el centro
posibilidad inherente a nuestro propio ser y a nuestra propia con- mismo del problema que aquí se plantea. Es un hecho que mucha
dición. Enfocar las cosas de otra manera sería lo mismo que pre- gente está de acuerdo con Jesús y su evangelio, pero esa misma
tender ser dioses, seres sin limitación posible. gente no quiere saber nada de la Iglesia. Porque son muchas las
personas que tienen la impresión de que la Iglesia es el tinglado
Pero entonces, si las cosas son así, el mal se convierte en una humano que los hombres han inventado para medrar en este mun-
fuente incesante de bien. Porque el mal nos impulsa constantemente do a la sombra de la figura de Jesús y su mensaje. De ahí la
a luchar contra él. De donde resulta que el proyecto fundamental cantidad de cristianos que viven de espaldas a la Iglesia. Son gentes
de nuestra vida tiene que ser la incesante lucha contra el mal en que no tienen relación alguna ni con el papa, ni con los obispos, ni
todas sus manifestaciones. Y así es como colaboramos con Dios en con el clero, ni con nada que huela a eclesiástico. Y otros muchos,
el logro de un mundo más humano y más digno del hombre. muchísimos, si no llegan a tanto, por lo menos es evidente que
En definitiva, Dios es desconcertante porque es Dios. Y porque experimentan serias dificultades en aceptar todo lo que se refiere a
nosotros no somos Dios. De ahí que aceptar a Dios es aceptar al la Iglesia, mientras que. al mismo tiempo, se trata de individuos
hombre, la condición limitada y perecedera del hombre. Y es a que sienten verdadera simpatía por el evangelio y su mensaje.
partir de esa aceptación desde donde es posible el compromiso y la
Esto quiere decir obviamente que mucha gente percibe que hay
lucha contra el mal del mundo en todas sus manifestaciones.
una diferencia y una distancia notable entre el evangelio y la Iglesia.
Es más, son muchos los que tienen la impresión de que la gran
dificultad para aceptar a Cristo y su mensaje es precisamente la
Iglesia. De ahí la necesidad apremiante que tenemos de responder,
en la medida de lo posible, a toda una serie de preguntas funda-
mentales: ¿Qué es la Iglesia? ¿Por qué existe la Iglesia? ¿Qué signi-
fica eso para nosotros los cristianos? ¿Por qué las diferencias que
hay entre la Iglesia y el evangelio?

A. LOISY, L'évangile el l'église, París 1903, 155.

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1. Jesús y la Iglesia Espíritu Santo. Sólo después de la resurrección y de la venida del
Espíritu comprendieron los discípulos plenamente que Jesús era el
Empiezo aquí con una pregunta elemental: ¿Proviene la Iglesia mesías y el Hijo de Dios. Por otra parte, los teólogos y los exegetas
de Jesús? Es decir, ¿tiene la Iglesia su origen en una decisión de están hoy de acuerdo en que en el Nuevo Testamento no hay una
Jesús que durante su vida mortal la instituyó y determinó su es- sola eclesiología, sino diversas4. Por lo tanto, se puede concluir
tructura y su organización? Esta pregunta es fundamental. Porque que durante la vida de Jesús no quedó fijado un modelo acabado
si Jesús fundó así la Iglesia, entonces eso quiere decir que la Iglesia de Iglesia, que sería normativo para todos en todos sus detalles.
quedó determinada y configurada de una vez para siempre, de tal 3.Q De alguna manera se puede afirmar que la Iglesia es el
manera que los hombres no podemos introducir en ella ninguna resultado de un lento proceso de evolución en la conciencia de los
modificación sustancial. La Iglesia, por lo tanto, en este caso cons- primeros cristianos: conciencia de quién era Jesús; y conciencia
tituiría un modelo acabado e inamovible, que tendría que perma- también de la esencial diferencia entre la comunidad de Jesús y el
necer siempre igual en el transcurso del tiempo. ¿Qué se puede judaismo. En un primer momento no estuvo nada clara la diferen-
decir sobre este asunto? cia esencial entre la Iglesia y el pueblo elegido de Dios en el Antiguo
En el estado actual de la investigación exegética e histórica2, se Testamento (cf He 10,34-48; 11,1-18; 28,25-28). Por eso podemos
puede responder lo siguiente: concluir con Erik Peterson que al concepto de Iglesia pertenece el
hecho de ser esencialmente una Iglesia de gentiles5. Dicho de otra
l.Q Entre Jesús y la Iglesia existe un lazo fundamental de manera, esto quiere indicar que en la constitución de la primitiva
conexión, que es la persona y la obra del mismo Jesús. Éste predicó Iglesia influyó de manera decisiva el hecho de que los doce apósto-
el mensaje del Reino y reunió la comunidad de discípulos, que les, llamados e inspirados por el Espíritu Santo, se decidieron a ir
constituyeron el germen de la futura Iglesia. Sobre estas bases, los a los gentiles6. Desde entonces, propiamente hablando, existe la
apóstoles organizaron la Iglesia que perdura hasta hoy. Asumieron Iglesia en su plenitud.
los elementos que había introducido el Jesús histórico, los traduje-
ron a la nueva situación y, bajo la luz del Espíritu Santo, estable- Si después de todo esto preguntamos: ¿Cuál es la forma insti-
cieron las estructuras fundamentales de la Iglesia3. De esta manera tucional que Jesús quiso para su Iglesia?, podremos responder:
se puede y se debe decir que la Iglesia proviene de Jesús. quiso y sigue queriendo aquella que la comunidad apostólica, ilu-
minada por el Espíritu Santo y de acuerdo con el mensaje evangé-
2.Q No se puede decir que en la vida del Jesús histórico hubo lico, representa para la Iglesia en el sentido de apostolicidad y
un momento determinado en el que él instituyera formalmente la sucesión apostólica. Por lo tanto, el episcopado, el presbiterado y
Iglesia. Entre otras razones, porque Iglesia, en el sentido más pro- otras funciones permanecerán. Lo importante no consiste en eso,
pio y formal de esta palabra, no pudo haber antes de la venida del pues es de una evidencia palmaria el hecho de que esas estructuras
2
atienden a necesidades siempre presentes en las comunidades nece-
Cf A. VOGTLE, Ekkksiologische Aufíragsworte des Aufersiandenen, en Sacra Pagina sitadas de unión, de universalidad y de religación con los testigos
II, París-Gembloux 1959, II, 280-294; ID, Jesús und die Kirche, en Begegnung der Christen,
Festschrift O. Karrer, Stuttgart 1959, 54-81; ID, Der Einzelne und die Gemeinschaft in der mayores del pasado apostólico. Es más importante considerar el
Stufenfolge der Christusoffenbarung, en Sentiré Ecclesiam, Festschrift H. Rahner, Freiburg estilo que esas funciones han de vivir dentro de las comunidades: o
1961, 50-91; J. BETZ, Die Gründung der Kirche durch den historischen Jesús, en "ThQ" 138 sobre ellas, monopolizando todos los servicios y poderes, o al inte-
(1958) 152-183; O. Kuss, Bemerkungen zum Fragenkreis: Jesús und die Kirche im NT, en
"ThQ" 135 (1955) 28-55; W. G. KOMMEL, Kirchenbegriff und Geschichlsbewusstsein in der rior de ellas, integrando los encargos en vez de acumularlos, respe-
Urgemeinde und bei Jesús, Uppsala 1943; ID, Verheissung und Erfüllung. Vntersuchungen
zur eschatologischen Verkündigung Jesu, Zurich 1953; A. DEPKE, Der Herrenspruch über
4
die Kirche in der neueren Forschung, en "Studia Theologica" 2 (1948) 110-165; P. NEPPER- R. E. BROWN, Las iglesias que los apóstoles nos dejaron, Bilbao 1986; J. A. ESTRADA,
CHRISTENSEN, Wer hai die Kirche gestiftet?, Uppsala 1950; L. BOFE, ¿Quiso el Jesús histórico La Iglesia: ¿Institución o carisma?, Salamanca 1984, 55-116.
5
una única forma institucional de Iglesia?, en Eclesiogénesis. Las comunidades de base E. PETERSON, Die Kirche, en Theologische Traktate, München 1957, 411. CfL. BOFF,
reinventan la Iglesia, Santander 1980, 77-95. Eclesiogénesis, 89.
6
3
CfL. BOFF, o.c., 91. E. PETERSON, Die Kirche, 417; cf L. BOFF, O.C, 91.

214 215
tando los diversos carismas, conduciéndolos a la unidad del mismo gé. Ahora bien, de estas dos palabras parece que la más apropiada
cuerpo. Este último estilo es el que traduce la actitud evangélica y para designar a una comunidad religiosa era synagogé, puesto que
la praxis que Jesús quiso para la comunidad mesiánica7. era el término técnico acuñado por el judaismo para sus asambleas.
Sin embargo, los cristianos evitaron cuidadosamente designarse a
sí mismos como synagogé y prefirieron el término profano ekklesía.
2. El significado de la Iglesia ¿Por qué se hizo esta elección? La razón parece clara: los cristianos
quisieron distanciarse conscientemente de la "sinagoga", porque
La palabra "iglesia" viene del griego ekklesía, que designaba, en era el lugar de la explicación de la ley, mientras que los cristianos
el lenguaje de la antigüedad, la asamblea plenaria de los ciudadanos se comprendían a sí mismos como una comunidad y un aconteci-
miento en cuyo centro se encontraba precisamente la promulgación
en plenitud de derechos de la polis (la ciudad)8. Era competencia
de un evangelio auténticamente libre 12. Es decir, lo que caracteriza
de la ekklesía decidir sobre las propuestas de cambios de las leyes,
a los cristianos no es el sometimiento a la ley, sino la libertad
la elección de los funcionarios y todas las cuestiones importantes
evangélica.
de la política exterior e interior, así como la administración de
justicia en casos especiales. Se trataba, por tanto, de una asamblea Por lo tanto, la "iglesia", en su significado más original, nos
de ciudadanos libres, que decidían libremente sobre las cuestiones remite a tres ideas: en primer lugar, la idea de "pueblo de Dios", es
que les afectaban como tales ciudadanos. Y aquí ya es importante decir, se trata del nuevo pueblo congregado por Cristo para la
destacar que los primeros cristianos, para designarse a sí mismos salvación y liberación de los hombres (cf He 15,13-14; Tit 2,11-14;
en cuanto comunidad reunida, eligieron esta palabra, que remitía IPe 2,9-10)l3. En segundo lugar, la idea de asamblea o comunidad
a una institución profana, esencialmente democrática, participativa popular participativa y democrática, de acuerdo con el significado
y comunitaria. original de la palabra. Y en tercer lugar, la idea de comunidad
Por otra parte, es también importante tener en cuenta que la liberada de la esclavitud de la ley, para vivir en la libertad evangé-
palabra ekklesía se encuentra en la traducción griega del Antiguo lica que Jesús anunció.
Testamento llamada de los LXX. Y se utiliza allí para traducir la
Pero no se piense que con estas indicaciones tenemos ya el
palabra hebrea qahal, que significa el pueblo o, más exactamente,
concepto de lo que es la Iglesia en el Nuevo Testamento. En su
la asamblea del pueblo reunida o la comunidad popular (Núm sentido más profundo, la ekklesía es el "acontecimiento" en el que
16,33; Dt 9,10; 10,4)9. En el Antiguo Testamento esta palabra tiene Dios lleva a cabo su proyecto de salvación para los hombres tal
a veces un cierto carácter religioso, pero lo más común es que se como se describe en Rom 8,29-30, es decir, la Iglesia es el espacio
refiere a una realidad sencillamente profana: la asamblea general concreto de la llamada, la rehabilitación y la glorificación del hom-
del pueblo10. bre. Por eso es la "comunidad de Dios" (ICor 1,2; 11,16.22; 2Cor
Pero aquí hay otro aspecto que conviene resaltar. La palabra 1,1; Gal 1,13; lTes2,14; 2Tes 1,4). Yes, además, la comunidad que
hebrea qahal se traduce en los LXX a veces por ekklesía y otras se reúne en un lugar concreto, de tal manera que por la fe en Cristo
veces por synagogé, que significa literalmente sinagoga, la asamblea y por la fuerza de la predicación hace actual y experimentable a ese
religiosa judía reunida para la explicación de la ley y para las mismo Cristo 14. De esta manera la Iglesia aparece configurada por
oraciones H. Esto quiere decir que había dos palabras para traducir un elemento interno, que es el acontecimiento de la salvación ac-
el término qahal (pueblo), la palabra ekklesía y la palabra synago- tuante en el mundo; y por un elemento externo, visible, "institucio-
nal", que es el hecho comunitario, la comunidad reunida que hace
I
Cf L. BOFF, o.c, 94-95.
» Cf L. COENEN, DTNTll, 322. 12
' Cf L. COENEN, DTNTU, 323. CfL. COENEN, DTNTll, 226.
IJ
10
Cf L. COENEN, DTNTll, 323. Cf J. COLLANTES, La Iglesia de la Palabra I, Madrid 1972, 346-349.
14
II
CfScHRAGE, rWATVII, 800ss. CfL. COENEN, DTNTll, 327-328.

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presente a Cristo entre los hombres. A esto se refiere el apóstol Y efectivamente Lucas nos informa, después de describir la venida
Pablo cuando se dirige a "la Iglesia que está en Corinto" (lCor 1,2; del Espíritu, que "el temor se apoderó de todos, pues los apóstoles
2Cor 1,2) o también cuando habla de "la asamblea (iglesia) de los realizaban muchos prodigios y señales" (He 2,43). E inmediata-
tesalonicenses"(lTes 1,1). mente después de anotar este sumario, Lucas nos describe un mi-
lagro concreto, como ilustración del referido sumario: la curación
de un tullido, realizada por Pedro y Juan en el templo (He 3,1-10).
3. La Iglesia y el Espíritu Por lo demás, según Lucas, no sólo los apóstoles realizaban mila-
gros, sino también todos los grandes testigos del evangelio: Esteban
Según el testimonio de los profetas de Israel, el Espíritu es la (He 6,8), Felipe (He 8,6-8.13), Bernabé (He 15,22) y Pablo (He
fuerza divina que crea y recrea al nuevo pueblo de Dios (cf Is 32,15; 13,6-12; 14,3.8-18; 16,16-18; 19,1 ls; 20,7-12; 28,1-6.8-10). Las na-
44,3; Ez 11,19; 36,26s; Jl 3,ls). Por eso se comprende la impresio- rraciones de milagros y los apuntes sumariales de actividades tau-
nante manifestación del Espíritu en la Iglesia naciente (He 2,1-4; matúrgicas de los predicadores abundan en los Hechos de los Após-
4,31; 10,44-46). Y eso es lo que explica que Pedro interprete en este toles. Las curaciones de enfermos y las expulsiones de demonios,
sentido el acontecimiento de pentecostés: "En los últimos días que Lucas cuenta apoyado en una tradición numerosa, corroboran
—dice Dios— derramaré mi Espíritu sobre todo hombre: profeti- la predicación como "señales concomitantes legitimadoras"17. Y
zarán vuestros hijos e hijas, vuestros jóvenes tendrán visiones y ponen de manifiesto el poder irresistible del evangelio que nadie
vuestros ancianos soñarán sueños; y sobre mis siervos y siervas puede detener. Pero indican también que el evangelio es un poder
derramaré mi Espíritu y profetizarán. Haré prodigios arriba en el sanante y liberador. Mientras que el incrédulo Israel no puede
cielo y signos abajo en la tierra..." (He 2,17-19). Sin duda alguna, procurar milagro alguno (He 19,13-16), el milagro florece en el
la Iglesia es la comunidad del Espíritu, es decir, la comunidad en la verdadero pueblo de Dios que es la Iglesia (He 5,12-16; 9,17-19.32-
que los hombres y mujeres, los jóvenes y los ancianos, todos son 35.36-43)18. El Espíritu se hace presente en su comunidad mediante
guiados por el Espíritu de Dios 15. los signos prodigiosos que realiza.
Pero la cuestión está en saber cómo se manifiesta el Espíritu en ¿Qué quiere decir todo esto? En el evangelio de Lucas hay unas
la Iglesia. Ahora bien, según la teología del Nuevo Testamento, la palabras que nos dan la clave de explicación: "El Espíritu del
respuesta a esta cuestión es muy clara: el Espíritu se manifiesta Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena
sobre todo por medio de las curaciones milagrosas, es decir, por noticia a los pobres. Me ha enviado para anunciar la libertad a los
medio de los signos y prodigios que el mismo Espíritu realiza entre cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimi-
los hombres. San Pablo lo dice claramente en la carta a los gálatas: dos, para proclamar el año de gracia del Señor" (Le 4,18-19; cf Is
¿cómo saben los gálatas que la salvación se ha hecho presente en 61,1-2). Esto quiere decir que existe una relación fundamental entre
ellos? Respuesta: mediante el Espíritu que han recibido. ¿Y cómo la presencia del Espíritu y la curación de las enfermedades, entre la
saben que han recibido el Espíritu? Respuesta: por las acciones presencia del Espíritu y la liberación de los oprimidos. Así sucedió
milagrosas que se produjeron y se siguen produciendo en medio de en la vida de Jesús. Y así tiene que suceder en la vida de su Iglesia.
ellos (Gal 3,1-5)16. Por eso en el texto que antes he citado de He Por eso Jesús envió a los doce no sólo a predicar, sino también a
2,17-19 Pedro afirma que la venida del Espíritu irá acompañada de sanar: "Convocando a los doce, les dio poder y autoridad sobre
"prodigios arriba en el cielo y signos abajo en la tierra" (He 2,19). todos los demonios y para curar enfermedades; y les envió a pro-
clamar el reino de Dios y curar" (Le 9,ls). La misión de la Iglesia
15
Cf E. SCHWEIZER, TWNTVl, 33(M53; E. KÁSEMANN, RGGII, 1272-1279; F. MUSSNER, como comunidad del Espíritu es no sólo predicar el mensaje, sino
LThK VIII, 572-576; E. SCHWEIZER, Geist und Gemeinde im N.T., München 1952; H. VON
CAMPENHAUSEN, Kirchliches Aml undgeistliche Vollmacht in der ersten drei Jahrhunderten, 17
J. JERWELL, Zeichen des Apostéis. Die Wunder beim lukanischen und paulinischen
Tübingen 1953.
16 Paulus, en "Studien zum Neuen Testament und seiner Umwelt"4 (1979) 54-75.
G. LOHFINK, La Iglesia que Jesús quería, Bilbao 1986, 96. 18
G. LOHFINK, O.C, 94.

218 219
también sanar a los enfermos, liberar a los cautivos, curar a todos 4. El cuerpo de Cristo
los desgraciados de este mundo.
En el fondo, se trata de comprender que la Iglesia, por ser la La gran afirmación de Pablo sobre la Iglesia es que ésta cons-
comunidad del Espíritu, tiene una función terapéutica en la socie- tituye y es el cuerpo de Cristo ,9. Y ya desde ahora es importante
dad. No se trata sólo de predicar el evangelio, sino además de eso, destacar que no se trata de una simple metáfora, sino que incluye
y al mismo tiempo que eso, se trata también de curar al hombre un realismo sorprendente: la Iglesia es el cuerpo de Cristo. De esta
entero. Es más, se trata de curar a la sociedad, ya que las enferme- manera, Pablo muestra la naturaleza de la comunidad cristiana.
dades y males que aquejan al hombre tienen siempre una relación La idea de Pablo al hablar de la Iglesia como el cuerpo de
inevitable con el entorno social. Por eso hay que decir que la Cristo se refiere, ante todo, a la unidad. De tal manera que hay
Iglesia no cumple con su misión si se dedica solamente a tareas autores que piensan que Pablo tomó la imagen del cuerpo del
religiosas y a tareas asistenciales, sin preocuparse por cambiar y ambiente cultural de la época, para indicar el orden según el cual
mejorar la sociedad en la que vive. debe ser conducido el pueblo, el Estado o el mundo. Hay un ejem-
Por otra parte, es importante comprender que solamente de plo muy claro, en este sentido, en Tito Livio. Se trata de la famosa
esta manera la Iglesia hará presente al Espíritu en el mundo. Y ella parábola de Menenio Agripa a los plebeyos rebeldes. El texto dice
se acreditará como la comunidad del Espíritu. Con frecuencia se así: "Antiguamente el hombre no estaba estructurado como hoy.
piensa que la Iglesia es la comunidad del Espíritu porque ella tiene Cada miembro tenía su propia voluntad, su propio lenguaje. Y he
el derecho y el deber de defender la verdad revelada. Y eso es aquí que los miembros se rebelaron contra el estómago, porque
verdad. Pero es sólo una parte de la verdad. La verdad total es que todos se preocupaban de él, trabajando para él, para que no le
la Iglesia es la comunidad del Espíritu porque hace ver a los que faltase nada, mientras el estómago se estaba tranquilo en medio del
están como ciegos, porque hace andar a los que no pueden avanzar cuerpo, sin hacer otra cosa que saciarse con los alimentos que
por la vida, porque libera a los cautivos y porque hace que haya recibía. Los miembros decidieron, por lo tanto, que las manos no
vida donde reinan los poderes de la muerte. Exactamente como lo llevarían más el alimento a la boca, la boca no recibiría más lo que
hizo Jesús. Y como el apóstol Pablo lo afirma de sí mismo: "Tengo, le fuese presentado, los dientes no lo masticarían. Pero justo en
pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo referente al servicio de el momento en que estaban a punto de destrozar al estómago de
Dios. Pues no me atrevo a hablar de cosa alguna que Cristo no hambre, los miembros mismos y todo el cuerpo se pusieron muy
haya realizado por medio de mí para conseguir la obediencia de los débiles y enfermos. Solamente entonces se dieron cuenta de que el
gentiles, de palabra y de obra, en virtud de señales y prodigios; en papel del estómago no era el de estarse ocioso, sino que cuando era
virtud del Espíritu de Dios, tanto que desde Jerusalén y en todas alimentado reforzaba a los miembros. El estómago distribuye a
direcciones hasta el Ilírico he dado cumplimiento al evangelio de todas las venas, hasta alcanzar a cada miembro del cuerpo, aquella
Cristo"(Rom 15,17-19). sangre que ha creado elaborando el alimento, por medio del cual
vivimos y crecemos"20. Ejemplos semejantes se pueden encontrar
Sin duda alguna, es misión de la Iglesia realizar las señales y en la literatura griega, por ejemplo en Platón, y también en la
prodigios por los que se acredita la presencia del Espíritu en el li'teratura midráshica21.
mundo. En nuestras manos no está el hacer milagros. Pero sí está
a nuestro alcance el conseguir que haya menos ceguera entre los Según esta concepción, la idea del "cuerpo de Cristo" quiere
hombres, menos opresión, menos esclavitud y menos muerte. He
" Bibliografía sobre este asunto en: H. Si'Hi.im, Corpus Chrisii. en RAÍ' III. Stuttgart
ahí cómo y de qué manera la Iglesia es la comunidad del Espíritu. 1957, 453; R. SCHYUKINBI R(i. La teología del Nuevo Testamento. Estado de la cuestión.
Bilbao 1966, I03s.
!
" I.ivu s. II. .12. Cf G. HASINHÍ n i . Charisma ordnungsprinzip der Kirche. Freiburg
1969.93.
21
PLATÓN, Pol. 462, c-d; STRACK-BU.I.ERBECK, III, 447-448; F. JOSEK), De Bello Jud. 4,
VIII, 406.

220 221
expresar algo concreto: se refiere a las relaciones de unos creyentes "de la iglesia" en el versículo 18 es interpretación, hecha por el
para con los otros. Estas relaciones deben ser de servicio y de autor, de un himno preexistente. En la forma original de ese himno,
orden. De la misma manera que en el cuerpo los miembros son el cuerpo de Cristo es el mundo. Así se pone de manifiesto la
distintos unos de otros, pero todos están al servicio de los demás, dimensión cósmica de la salvación: el mundo, el cosmos, solamente
así también tiene que ser el servicio y el orden en la comunidad es interpretado correctamente como cuerpo de Cristo. La influencia
eclesial, que es el cuerpo de Cristo. De tal manera que en estos dos gnóstica en esta manera de pensar parece bastante clara. Si se
conceptos, el servicio y el orden, se contiene la profunda idea que interpreta correctamente la concepción mítica subyacente, se de-
Pablo se hace de lo que debe ser la Iglesia: una comunidad en la muestra que mundo e Iglesia no están opuestos como dos magni-
que cada uno está siempre al servicio de los demás; y una comuni- tudes invariables, sino que Iglesia significa conocer y realizar bajo
dad en la que cada uno ocupa su puesto, según el carisma que Dios el reinado de Cristo los auténticos valores del mundo, vivir la
le ha concedido. libertad de la fe en el mundo.
Pero estas ideas no recogen todo lo que Pablo piensa cuando Por su parte, en la carta a los Efesios aparece claro desde el
habla de la Iglesia como cuerpo de Cristo. El pensamiento de principio el concepto de cuerpo como cuerpo de la Iglesia de Cristo.
Pablo es más profundo y más rico. Ante todo, hay que tener en En esta teología, Cristo es la cabeza del cuerpo que es la Iglesia (Ef
cuenta que el individuo se incorpora a la unidad viviente de la 4,15.16). En este pasaje aparece claramente que la carta a los Efe-
comunidad como cuerpo de Cristo mediante el bautismo: "Nos sios polemiza contra las concepciones y los grupos gnósticos de
bautizaron con el único espíritu para formar un solo cuerpo" (1 Cor dentro y de fuera de la comunidad cristiana. A estos grupos los
12,13). En el bautismo, el individuo muere a todo lo que es el califica de niños vacilantes e incluso equivocados en punto a doc-
mundo y el pecado (Rom 6,3-6) y de esa manera entra a formar trina. Frente a semejantes teorías destructivas de la comunión y la
parte del cuerpo de Cristo. La vida en el cuerpo de Cristo es, en unidad, la carta a los Efesios insiste en la unión indisoluble de la
definitiva, la vida misma de Cristo, que recibimos en el bautismo. cabeza con el cuerpo, que se unen mutuamente en un todo mediante
el amor.
La misma idea, expresada de otra forma, aparece en ICor
10,20-22. Aquí se trata de la eucaristía. Y Pablo afirma que los que Así obtiene la Iglesia su lugar en el mundo. Ella no está "contra"
comemos de un mismo pan formamos un mismo cuerpo. La vida el mundo, sino situada en el mundo. El cuerpo de Cristo es la
que alimenta el pan eucarístico es la vida del cuerpo de Cristo. Por Iglesia precisamente como lugar donde Cristo habita en el mundo.
lo tanto, la existencia en el cuerpo de Cristo no se refiere simple- Porque ésa es precisamente la función del cuerpo: hacer presente a
mente a un comportamiento moral determinado, sino que implica la persona. De esta manera podemos decir que la Iglesia es la
una auténtica divinización del cristiano. Por lo demás, en la comida presencia visible de Cristo en el mundo. La Iglesia hace visible al
eucarística, la muerte de Cristo ha de ser anunciada (ICor 11,26). mesías mediante su cuerpo, que es la comunidad de los creyentes.
La vida en un mismo cuerpo es la proclamación solemne de que el
acontecimiento de la muerte de Cristo sigue adelante en la historia. 5. Conclusión
Por eso hacerse reo del cuerpo de Cristo se concretiza en la acción
dirigida contra el hermano. La entrega del cuerpo de Cristo a la Según la teología del Nuevo Testamento, la Iglesia es el nuevo
muerte, que se convierte en el más decisivo acontecimiento de la pueblo de Dios, el cuerpo de Cristo y la comunidad del Espíritu.
fidelidad de Dios a los hombres, es el signo real de su comunidad, Todo esto quiere decir que, para nosotros, los creyentes, la Iglesia
que se autodefine como cuerpo de Cristo. es la mediación necesaria entre el creyente y Cristo. Por supuesto,
fuera de la Iglesia hay salvación, para aquellos que viven honrada-
En las cartas a los Colosenses y a los Efesios se desarrolla una mente de acuerdo con su propia conciencia22. Pero la situación es
concepción del cuerpo de Cristo que se diferencia de las restantes
cartas paulinas. En el himno de Col 1,15-20 parece que la expresión 22
Así lo ha dicho el concilio Vaticano II: LG 16.

222 223
distinta para los que hemos nacido y vivimos en el seno de la CAPÍTULO 15
comunidad eclesial. Para nosotros, la Iglesia no es una cuestión LA MISIÓN DE LA IGLESIA
secundaria o marginal. Para nosotros, la Iglesia es el espacio y el
medio en el que encontramos a Jesús y en el que podemos vivir su
evangelio. De ahí que, para nosotros, la fidelidad al mensaje de
Jesús pasa por nuestra fidelidad a la Iglesia. En la Iglesia nosotros
hemos encontrado a Jesús, hemos encontrado el evangelio, hemos
encontrado nuestra forma concreta de vivir el compromiso cristia-
no. Por eso no podemos prescindir de la Iglesia. Y menos aún
despreciarla de la manera que sea. Hoy hay muchos cristianos que
por una supuesta fidelidad al evangelio quieren prescindir de la
Iglesia y hasta la desprecian con toda tranquilidad de conciencia. A
EMPEZAMOS por una pregunta elemental: ¿Para qué es la Igle-
esos cristianos hay que decirles que la Iglesia ha sido la que nos ha
sia? Esta pregunta, en el fondo, equivale a la siguiente: ¿Qué papel
conservado y transmitido el mensaje de Jesús; en ella hemos encon-
debe desempeñar hoy la Iglesia en la formación de los fieles y en la
trado la fe y la comunidad cristiana; y en ella podemos vivir la
reanimación de sus adeptos?
esperanza que caracteriza a los creyentes.
Cuando se trata de responder a esta pregunta, nos encontramos
Pero la Iglesia no es un absoluto. El absoluto es Dios, es Jesús. con una dificultad concreta: en teoría, la respuesta es muy simple,
La Iglesia, como toda mediación humana, tiene inevitablemente porque todos sabemos muy bien que la Iglesia puede desempeñar
sus limitaciones, sus contradicciones incluso. Por eso los creyentes un papel decisivo en la formación y reanimación de los fieles por
podemos, y a veces debemos, criticar a la Iglesia. Como lo hicieron medio de su doctrina y de sus sacramentos. Pero, sin embargo, en
tantos santos y hombres de Iglesia en tiempos pasados. No hay que la práctica, todos sabemos también que la Iglesia no desempeña ese
insistir en este punto, que es de sobra conocido. Sólo quiero hacer papel decisivo en la formación y reanimación de los fieles. Y la
una observación, que me parece importante. Si a veces criticamos prueba más clara de eso la tenemos en el hecho de que nuestra
a la Iglesia, no es porque nos interese poco, y menos aún porque la sociedad europea ha sido instruida y cultivada por la Iglesia duran-
despreciemos. La criticamos porque la queremos como cuerpo del te muchos siglos y, sin embargo, hoy nos quejamos con razón de
Señor que es. La criticamos porque la queremos más coherente y que esta sociedad resulta opresora y alienante desde muchos puntos
más fiel al mensaje de Jesús. He ahí la postura en la que deben de vista.
permanecer los verdaderos creyentes: fidelidad y amor a la Iglesia
por encima de cualquier escándalo y cualquier contradicción. Fide- Esta situación nos viene a decir obviamente que las doctrinas
lidad y amor que se hacen críticos cuando el bien de la misma de la Iglesia y sus prácticas religiosas son, de hecho, ineficaces para
Iglesia lo exige. influir efectivamente en la conciencia y en los comportamientos de
amplios sectores de la población bautizada, es decir, en amplios
sectores de la población que constituye a la Iglesia. Ahora bien,
esta situación nos plantea un problema importante: ¿Tiene la Iglesia
una teología coherente acerca de su misión en el mundo y en la
sociedad?; ¿tiene la Iglesia, por consiguiente, una teología coherente
sobre el papel que ella debe desempeñar en la formación y reani-
mación de los fieles?
Para responder a estas cuestiones es necesario tener presente,
ante todo, que cuando se trata de la misión de la Iglesia, la teología
224 225
no puede consistir en una buena teoría sobre ese asunto. Porque si sistemas económicos y políticos más brutalmente represivos y alie-
los hechos no corresponden a esa teoría, entonces hay que decir nantes.
que esa teología es incoherente y, por tanto, inaceptable. Se ha Evidentemente, todo esto nos viene a enseñar que la teología de
dicho acertadamente que el cristianismo no es sólo una explicación la misión de la Iglesia falla por algún sitio. Y, sin duda alguna, que
de la existencia, sino también y esencialmente una renovación de la falla por algo que es muy fundamental. Porque lo más sorprendente
existencia, cuyo momento implícito es la "teoría"1. Por eso la en todo este asunto es que la Iglesia institucional ha estado casi
pregunta hermenéutica fundamental que ha de plantearse auténti- siempre en buena relación con los más directos responsables de las
camente la teología no es tanto la pregunta sobre la relación entre persecuciones y las matanzas, con los protagonistas de la domina-
pretérito (Escritura, tradición) y presente, sino entre teoría y pra- ción y el mantenimiento de la esclavitud, con los agentes más
xis 2. Y es claro que si este planteamiento vale para cualquier cues- cualificados de la colonización y la explotación. Es verdad que la
tión teológica, con más razón y de manera muy especial cuando se Iglesia no quería ni quiere hacer esas cosas. Pero no es menos
trata de la teología de la Iglesia y, más concretamente, de la misión verdad que la Iglesia oficial e institucional ha tolerado esas atroci-
de la Iglesia. dades, se ha callado ante ellas y muchas veces ha legitimado a los
agentes del mal.
Lo que acabo de decir implica una consecuencia fundamental:
cuando se trata de la misión de la Iglesia, lo verdaderamente deci- Ahora bien, todo esto quiere decir: 1.2, que la Iglesia ha sabido
sivo no está en delimitar el fin, sino los medios. Porque cuando se y sabe cuál es su fin, pero no ha puesto en práctica (por lo menos
trata de hacer algo en esta vida, lo importante no es sólo saber lo muchas veces) los medios eficaces para el logro de ese fin; 2.Q, que
que se va a hacer, sino además y sobre todo contar con los medios esos medios no pueden consistir solamente en la predicación del
eficaces para hacerlo. Ahora bien, la experiencia nos enseña que la mensaje y en la celebración de los sacramentos, porque sabemos
Iglesia tiene una idea suficientemente clara de lo que debe hacer en que la Iglesia ha puesto en práctica esos medios siempre y en todo
el mundo y en la sociedad: salvar y liberar a los hombres, servir a lugar. Pero la experiencia nos enseña que esos medios han resultado
los hombres para el logro de sus aspiraciones más profundas, con de hecho ineficaces para conseguir que los hombres vivan como
todo lo que eso implica ya desde ahora y en las condiciones de este hermanos en una sociedad más humana y más justa. De ahí, como
mundo. Pero la experiencia nos enseña también que la Iglesia no hemos visto, la cuestión fundamental que hoy se nos plantea: ¿Tiene
realiza eso de hecho, al menos en muchos casos. Y el ejemplo más la Iglesia una teología coherente acerca de su misión en el mundo
claro lo tenemQS en nuestro viejo continente europeo, el continente y en la sociedad?; ¿tiene la Iglesia, por consiguiente, una teología
en que, sin duda alguna, la predicación eclesiástica ha ejercido un coherente acerca de los medios que ella debe poner en práctica
influjo más duradero y más insistente, donde radica el centro ins- para el logro de su misión?
titucional de la Iglesia, donde se ha elaborado la teología oficial-
mente establecida, donde la historia de la cultura y la historia de la
fe se mezclan en una misma historia, donde por todas partes la 1. Coherencia en la misión
Iglesia está presente en las instituciones y en las personas. Pero, sin
embargo, la historia de Europa es la historia de las más grandes Si queremos elaborar una teología competente sobre la misión
contradicciones con el mensaje de Jesús, porque es la historia de de la Iglesia, debemos afrontar con honradez y sinceridad los dos
las persecuciones y las matanzas de herejes, judíos y paganos, la problemas mayores que, a mi manera de ver, se nos plantean a este
historia de la dominación y la esclavitud,"la historia de las coloni- respecto: 1) ante todo, el problema de la relación entre la Iglesia y
zaciones y la explotación a todos los niveles, la historia de los el evangelio; 2) en segundo lugar, el problema de la coherencia
entre el mensaje y la celebración.
1
Cf E. SCHILLEBEECKX, Interpretación de la fe, Salamanca 1973, 99.
2
O.c., 98.

226 227
a) Iglesia y evangelio to que pueden apoyar el poder y la autoridad, mientras que los
textos que no podían entenderse en ese sentido fueron marginados
Es un hecho que, para muchos creyentes y no creyentes, la o interpretados como consejos ascéticos para las almas fervorosas.
relación entre la Iglesia y el evangelio resulta confusa y problemá- Por ejemplo, el poder de "atar y desatar", que en Mt 16,19 es
tica. Por la sencilla razón de que la Iglesia ha llegado a organizarse concedido a Pedro, en Mt 18,18 se concede a todo miembro de la
de tal manera que de ella no se puede decir que es el conjunto de comunidad. Pero curiosamente la eclesiología ha tomado en con-
personas que viven de acuerdo con el evangelio o, al menos, que se sideración sólo el primero de esos textos, hasta hacerle decir que el
esfuerzan por vivir de esa manera. Es decir, el evangelio no confi- obispo de Roma tiene un poder absoluto sobre reyes y emperado-
gura a la Iglesia ni la delimita. res, según los defensores de la plenitudo potestatis3, mientras que
Mt 18,18 ha sido extrañamente olvidado en su significación para la
Esto se debe a una razón fundamental: el hecho generalizado
Iglesia. Lo mismo se puede decir a propósito de la metáfora de la
del bautismo de los niños ha provocado, como consecuencia inevi-
roca, que en Mt 7,24 y Le 6,48 se refiere a la solidez y consistencia
table que el ingreso en la Iglesia no se debe ya al acontecimiento
de la fe, que no se limita a oír el mensaje, sino que lo pone en
religioso de la conversión a la fe, sino al hecho sociológico del
práctica. Pero es un hecho que este sentido fundamental de la roca
nacimiento en una familia de bautizados. De ahí que los miembros
no ha sido tomado debidamente por la eclesiología, mientras que
de la Iglesia no son necesariamente los convertidos al evangelio,
la misma metáfora en Mt 16,18 se ha venido a erigir en el pilar
sino los nacidos en determinados países o en determinados grupos
básico de la estructuración y organización de la Iglesia, según las
sociológicos. En consecuencia, la Iglesia ha dejado de ser la comu-
ideas del siglo XIX. Evidentemente, si la eclesiología hubiera toma-
nidad de los convertidos al mensaje de Jesús y se ha configurado
do tan en serio la roca de Mt 7,24 como lo ha hecho con la de Mt
como la gran masa de los bautizados.
16,18, hoy tendríamos una Iglesia estructurada y configurada a
Esta situación ha sido admitida, legitimada y defendida como partir de las bienaventuranzas y de las palabras de Jesús en el
lo mejor para la Iglesia. Los teólogos han buscado y han encontra- sermón del monte. Pero es claro que eso resulta enormemente
do "buenos" argumentos en este sentido. Y los dirigentes eclesiás- difícil en una Iglesia que en la práctica se compone de toda la gente
ticos no han tolerado que esta situación de hecho se ponga en que nace en determinados países o en ciertos grupos sociológicos.
cuestión. Todos vemos, es verdad, que de esta manera la Iglesia no A partir del momento en que todos los subditos del imperio se
puede ser definida ni delimitada por el mensaje de Jesús. Pero no vieron obligados a abrazar la religión "que el divino apóstol Pedro
parece que eso resulte demasiado preocupante para los cristianos entregó a los romanos", según nos informa el Codex Theodosia-
en general, que admiten este hecho como la cosa más natural del nus4, los autores cristianos se vieron inevitablemente obligados a
mundo. interpretar el evangelio de acuerdo con la nueva situación. Ahora
Estando así las cosas, el evangelio ha sido leído y comprendido bien, en el imperio había nobles y plebeyos, señores y esclavos,
desde esta situación admitida como indiscutible. En consecuencia, dominadores y dominados. En consecuencia, las palabras de Jesús
el evangelio ha sido interpretado desde la situación de la Iglesia y que hablan de igualdad entre todos los miembros de la comunidad
no al contrario. Es decir, la situación de la Iglesia no ha sido cristiana, y más aún las palabras evangélicas que se refieren a la
interpretada, discutida y adaptada a las exigencias del evangelio. O primacía de los débiles, los pobres, los desgraciados y los que no
en otras palabras, el evangelio se ha acomodado a la organización cuentan en la vida, fueron en gran medida vaciadas de su contenido.
Tales palabras ya no podían ser palabras normativas para el con-
eclesiástica y no la organización eclesiástica al evangelio.
A partir de este planteamiento, nunca abiertamente confesado, 3
Está demostrado que los papas y teólogos que defendieron la plenitudo potestatis se
pero siempre implícitamente admitido, la eclesiología ha sido ela- fundaron bíblicamente en el texto de Mt 16,18-19. Sobre este punto, cf J. A. WATT, The
Theory of Papal Monarchy in the thirteenth Century, London 1965, 83-92.
borada preferentemente a partir de los textos del Nuevo Testamen- 4
XVI, 1, 2, ed. Th. Mommsem, 1/2, 833.
228 229
junto de la comunidad de la Iglesia, sino simplemente consejos comprende fácilmente: dado que la Iglesia se compone de la gran
piadosos para las almas o ideales utópicos inalcanzables. masa de los bautizados, la administración de los sacramentos se ha
Los ejemplos en este sentido se podrían amontonar sin especial convertido prácticamente en la celebración de servicios religiosos
esfuerzo. Pero no hace falta. La cuestión que aquí debemos plan- puestos a disposición del público. Es decir, la gente participa en los
tearnos es por qué y en virtud de qué principio la teología ha sacramentos indiscriminadamente, tanto los que viven de acuerdo
discriminado los textos evangélicos, asumiendo unos como pala- con el mensaje de Jesús como los que viven en desacuerdo con ese
bras normativas para la estructuración de la Iglesia y rechazando mensaje.
otros que han quedado relegados a simples consejos para que cada Ahora bien, mientras las cosas sigan de esa manera, la Iglesia
uno los viva en la intimidad de su conciencia. no puede cumplir con su misión evangelizadora. Y ello por tres
Conclusión: en la Iglesia existe un doble convencimiento pro- razones que se comprenden sin dificultad.
fundamente enraizado en la conciencia de los creyentes. Según este En primer lugar, por una razón teológica fundamental, a saber:
doble convencimiento, la Iglesia abarca y debe abarcar a la gran la necesaria unión y coherencia que tiene que existir entre la "pa-
masa de los bautizados; y además, la Iglesia no se puede limitar al labra" que se anuncia y el "sacramento" que se celebra. Porque
hecho fundamental de la comunidad de creyentes que se unen por palabra y sacramento son los dos momentos fundamentales del
la fe, la esperanza y el amor,porque la Iglesia, además de eso y aun único acontecimiento de Cristo salvador. Ahora bien, los hombres
a costa de eso, debe mantener sus obras e instituciones, es decir, su no podemos dividir a Cristo. Pero el hecho desagradable es que
alto grado de "especialización". Ahora bien, si somos consecuentes, nosotros lo estamos dividiendo en la acción pastoral. Lo estamos
no tenemos más remedio que aceptar que todo eso representa una dividiendo en cuanto que la "palabra" que se predica apunta a unas
dificultad muy seria, en la práctica, para que la relación entre la exigencias que luego el "sacramento" ignora.
Iglesia y el evangelio resulte un hecho transparente. Pero entonces,
¿cómo puede la Iglesia anunciar el mensaje de Jesús y celebrar los En segundo lugar, porque, estando así las cosas, la Iglesia se
símbolos de la fe de manera que esos medios sean de hecho la contradice en un sentido concreto: lo que se dice con la palabra
puesta en práctica de su misión ante el mundo? He aquí la cuestión predicada se contradice con el sacramento celebrado. Porque la
más grave que hoy debe afrontar la Iglesia. palabra es exigente, de acuerdo con el mensaje de Jesús; mientras
que el sacramento es tolerante, de acuerdo con los rituales social-
mente establecidos. De donde resulta que mientras, por un lado, la
b) Mensaje y celebración Iglesia está intentando/ormar la conciencia de los fieles (por medio
de la predicación y la instrucción religiosa), por otro lado, está
Sabemos que los medios que Cristo ha confiado a su Iglesia deformando la experiencia religiosa de esos mismos fieles (por
para desempeñar su misión son la proclamación del mensaje y la medio de la práctica religiosa establecida). Es decir, por una parte
celebración de los sacramentos. Así consta en el mandato funda- afirmamos y no nos cansamos de repetir que hay que vivir de
mental de Cristo a su comunidad (Mt 28,19-20). Y así lo ha enten- acuerdo con el evangelio; pero por otra parte y al mismo tiempo
dido siempre la tradición cristiana. Por otra parte, sabemos que la admitimos a la celebración sacramental a quienes viven de espaldas
celebración, en cuanto celebración de los sacramentos de la fe, al evangelio. Por una parte pronunciamos palabras comprometidas
debe ser siempre la respuesta coherente y consecuente de los cre- con el mensaje de Jesús; pero a renglón seguido de esas palabras
yentes a la interpelación del mensaje. De este asunto se han preocu- celebramos los sacramentos de manera que ya ni tiene sentido
pado ampliamente los teólogos de los últimos años sobre todo. Y hablar de un sacramento comprometido. ¿Qué sentido, en efecto,
es una cuestión que en teoría no ofrece dificultad. puede tener el hablar de un "bautismo comprometido", de un "ma-
Pero eso es una buena teoría. Porque sabemos que en la prác- trimonio comprometido" o de una "eucaristía comprometida"? De-
tica las cosas no funcionan así en la Iglesia. Por una razón que se cididamente, lo que se evangeliza con la palabra se desautoriza con

230 231
el sacramento. Y si alguien dice que ese tipo de ceremonias tienen 1) Ante todo, sería necesario abandonar el modelo masivo de
más un carácter social que estrictamente religioso, debemos res- Iglesia que hoy tenemos. Sería necesario, por consiguiente, aban-
ponder que eso precisamente es lo que nos parece inadmisible: que donar la práctica generalizada del bautismo de los niños. Y sería
la Iglesia haya venido a organizarse de tal manera que la celebra- necesario, en consecuencia, optar por un modelo de Iglesia basado
ción de la eucaristía haya terminado por desdibujarse para muchas en la formación de grupos comunitarios en los que las exigencias
personas en nuestra sociedad. del evangelio quedaran bien delimitadas y claramente propuestas.
Comunidades de personas que saben muy bien a lo que se compro-
En tercer lugar hay una razón de orden sociológico que me meten cuando deciden libremente entrar a formar parte de la co-
parece decisiva. Es un hecho que nuestra sociedad europea sigue munidad. Comunidades en las que todos se sienten responsables y
siendo religiosa. Y la prueba está en el aprecio que la gente sigue protagonistas de la misión de la Iglesia. Comunidades no disociadas
haciendo de los bautizos, las bodas y los entierros. Por supuesto, las unas de las otras, sino estrechamente relacionadas y unidas,
ese aprecio de la gente tiene que ver con lo mágico. Pero el hecho tarea que tendría que ser desempeñada por determinados ministe-
está ahí. Ahora bien, si el fenómeno religioso sigue jugando un rios dentro de cada comunidad. Comunidades siempre atentas para
papel importante en la vida de amplios sectores de la población, es no caer en la fácil tentación del sectarismo. Y, por último, comu-
evidente que ese fenómeno juega una carta decisiva en el proceso nidades en las que se asegura un mínimo de institucionalización
de la evangelización. Pero ¿qué es lo que sucede con demasiada que garantice la pervivencia, pero en las que se evite el exceso de
frecuencia? Muy sencillo: el hecho religioso ha crecido por sí solo, organización, que petrifica la creatividad y el carácter utópico de
a merced del capricho popular y a merced también de los intereses toda comunidad verdaderamente evangélica.
de los poderosos. Porque ni se ha exigido que las prácticas religio-
sas sean siempre coherentes con las exigencias del evangelio, ni se 2) En segundo lugar, sería necesario abandonar el modelo de
han adoptado las medidas necesarias para que los que tienen en sus Iglesia "especializada" que hoy tenemos. Yo sé muy bien que esto
manos el poder no puedan "manipular" la religiosidad para prove- resulta difícil de aceptar para determinadas personas. Sin embargo,
cho de sus intereses. Los poderosos, en efecto, han comprendido me atrevo a proponerlo. Porque considero que en este asunto la
muy bien que necesitan de la religión como principio de "legitima- Iglesia se juega algo muy grave. Si la Iglesia continúa con su gran
ción" ante el pueblo, pero con tal que la religión no resulte molesta organización de obras e instituciones a todos los niveles, la Iglesia
o amenazante para el poder establecido. no tiene más remedio que estar en buena armonía con los poderes
La consecuencia inevitable de todo esto es que la Iglesia se ha económicos, políticos y sociales que hoy dominan en la sociedad.
hecho inofensiva, en buena medida, para el sistema establecido. La Pero si la Iglesia mantiene esa buena armonía, es indudable que
Iglesia habla de los altos ideales de la vida cristiana, habla de la eso lo tiene que hacer a costa de callar unas veces, de disimular
justicia, la libertad, la igualdad entre todos los hombres y las cosas otras o de hablar desde la ambigüedad y con ambigüedad. Por otra
más excelentes que se puedan imaginar. Pero todo eso no tiene parte, es evidente que si la Iglesia calla y disimula, a veces, cuando
apenas poder efectivo frente al poder económico que actúa a través en determinados países se violan los derechos de la persona huma-
de la sociedad de consumo, ni frente al poder político que actúa na, la intención de los dirigentes eclesiásticos no es otra que man-
por medio de sus eficaces medios represivos. ¿Cómo puede entonces tener lo que se puede mantener, es decir, obtener por lo menos que
actuar la Iglesia para cumplir con su misión? a la Iglesia no se le prohiba enseñar la doctrina cristiana y celebrar
los sacramentos. Pero entonces, ¿cuál es el precio de esa limitada
libertad? Sencillamente, la mutilación del mensaje y además, a
2. Un programa para la misión veces, la "legitimación" de los poderes constituidos. Cuando se lee
la historia de la Iglesia primitiva, uno se queda impresionado de la
Con timidez, pero con toda sinceridad, me atrevo a proponer firmeza de aquellos creyentes. Hace la impresión de que no tenían
las líneas fundamentales de un programa para la misión de la mucho que perder, quizá solamente la vida. ¿Sería pedir demasiado
Iglesia en nuestra sociedad. Estas líneas fundamentales son dos:
232 233
si hoy proponemos algo parecido? Si todos estamos de acuerdo en CAPÍTULO 16
que nuestra sociedad es injusta y alienante desde no pocos puntos LA ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA
de vista, ¿cómo se explica que en esta sociedad la Iglesia sea acep-
tada, sea aplaudida, sea incluso pagada económicamente y hasta
viva en buena relación con los más directos responsables de la
injusticia y la alienación? Por lo menos, valdría la pena intentar
responder a esta.cuestión.

SE TRATA en este capítulo de analizar la actual organización y


estructura de la Iglesia. Hablo de organización y estructuración
porque en realidad son dos cosas distintas, como enseguida vamos
a ver. Pero el problema que aquí se plantea es perfectamente com-
prensible. Sabemos que la Iglesia está gobernada por los sacerdotes,
por los obispos y por el papa. Y mucha gente se pregunta: ¿Y eso
por qué? Es decir, la existencia de los gobernantes eclesiásticos, ¿es
algo querido por Dios, o eso es el resultado de una evolución
humana, simplemente humana? Es importante responder a estas
cuestiones con claridad. Porque, como de sobra sabemos, en la
Iglesia, y fuera de ella, hay mucha gente que no está de acuerdo con
el clero. Y en algunos casos este desacuerdo llega hasta tal punto
que hay quienes se apartan de la Iglesia y de Jesucristo por causa
de ese desacuerdo. Por lo tanto, ¿qué se puede decir sobre este
asunto tan importante?

1. Los ministerios
según el Nuevo Testamento

Siempre ha habido en la Iglesia personas encargadas de deter-


minadas funciones directivas. O dicho de otra manera: se puede
asegurar que jamás han existido auténticas comunidades cristianas
sin líderes o encargados del gobierno. En este sentido es elocuente
el testimonio del escrito más antiguo del Nuevo Testamento, la
primera carta a los Tesalonicenses, donde Pablo recomienda a la
comunidad que aprecie "a esos de vosotros que trabajan duro,
haciéndose cargo de vosotros por el Señor y llamándoos al orden"

234 235
(ITes 5,12). Además, en diversos pasajes de sus cartas, el mismo Por lo que se refiere a las cartas pastorales, está claro que en
Pablo enumera los dones, las actividades y las diversas funciones ellas se presenta una organización de la Iglesia bastante evolucio-
existentes en la Iglesia (Rom 12,6-8; ICor 12,4-11.28-31; 14,6; nada: el título de presbítero es el tradicional de origen judío, mien-
cf además Ef 4,11-12). De entre estas diversas actividades o cargos, tras que el de obispo parece que se va imponiendo para designar al
Pablo destaca tres ministerios o servicios a los que da especial que preside en la comunidad3. Por lo demás, parece que esos dos
importancia: los apóstoles, los profetas y los doctores (ICor 12,28; títulos podrían designar, en el cristianismo primitivo, a las mismas
cf Ef 4,11). Pero hay que recordar también a aquellos a quienes personas (cf Tit 1,5-7; He 20,17.28; IPe 5,1-2), cosa que, en cuanto
Pablo llama sus colaboradores (Rom 16,3; ITes 3,2; 2Cor 8,23) y a obispos y diáconos, resulta bastante clara en la carta a los Fili-
concretamente los responsables de las comunidades locales, a los penses (Flp 1,1)4. Y es también interesante indicar que en las cartas
que nombra en el saludo de sus cartas (ITes 1,1; ICor 1,1; 2Cor pastorales el papel de los presbíteros aparece íntimamente ligado
1,1; Flp 1,1; Flm 1) o en las despedidas (ICor 16,19-20; Rom a la enseñanza (Tit 1,5-9; ITim 1,12; 4,13; 5,17; 2Tim 4,5, etcétera).
16,3ss; Flp 4,21; Flm 23-24). A estos colaboradores se les designa El autor de la carta a los Hebreos reconoce igualmente la exis-
con los títulos genéricos de synergountes (cooperadores) y kopioon- tencia de dirigentes en la comunidad: se trata de los "primeros
tes (los que comparten el cuidado de la comunidad) (ITes 5,12; testigos" (Heb 2,3-4; cf 12,1), los que tienen la función de guiar a
ICor 16,16). Pero, en todo caso, se debe recordar que, al hablar de los demás (Heb 13,7), especialmente en el momento en que se
los ministerios en las comunidades, Pablo insiste sobre todo en su escribe la carta (Heb 13,17.24). En todo caso, hay que reconocer
extraordinaria diversidad (ICor 12,5ss). Finalmente, dentro de los que en esta carta escasean las alusiones a dirigentes en la comuni-
escritos que se atribuyen a Pablo, es importante recordar el testi- dad, de tal manera que prácticamente sólo aparecen en el capítu-
monio de la carta a los Efesios, que enumera, junto a los apóstoles, lo 13. Además, no se trata de funciones o tareas claramente defi-
profetas y doctores, a los evangelistas y pastores (Ef 4,11), en el nidas.
contexto de un pasaje memorable que bien puede ser considerado
como la teología básica de los ministerios que gobiernan en la Por lo que se refiere al Apocalipsis, sólo encontramos alusio-
Iglesia (Ef 4,1-16)'. nes ocasionales a determinados ministerios: a los apóstoles (Ap
21,12.14; cf 2,2; Didajé XI, 3.4.6) y a los profetas, entre los que se
Por su parte, Lucas, en el libro de los Hechos, habla de la tarea encuentra el autor (Ap 22,9), reconociendo también que habrá una
especial de los apóstoles a los que identifica con los once y luego recompensa para los profetas (Ap 11,18). Otras veces se habla en el
con los doce (He 1,26; 2,14.37; 6,2.6). Más tarde, el mismo Lucas Apocalipsis de "santos, apóstoles y profetas" (18,20) o de los "pro-
nos informa del papel que desempeñaron los siete en la comunidad fetas, santos y todos los que fueron inmolados en la tierra" (18,24).
de los cristianos de habla griega (He 6,1-6), de la actividad de los En cuanto a los veinticuatro ancianos, no tienen nada que ver con
profetas (He 11,27-28; 13,1; 15,22.27.32) y por último de los pres- los ministerios del Nuevo Testamento5.
bíteros (He 14,23; 20,17-38). Finalmente, en esta enumeración de ministerios en la Iglesia
En la primera carta de Pedro se habla del oficio de los presbí- primitiva hay que recordar el testimonio de los evangelios sinópti-
teros o ancianos, que consiste en apacentar el rebaño, siguiendo el cos. Y ante todo, la existencia de los doce. Pero en todo este asunto
ejemplo del supremo pastor (IPe 5,1-4)2. es decisivo tener en cuenta que, al menos por lo que se refiere al
3
1 Cf A. LEMAIRE, Los ministerios en la Iglesia, en El ministerio y los ministerios según
Cf E. SCHILLEBEECKX, Das kirchliche Amt, Dusseldorf 1981, 23. Para este punto debe el Nuevo Testamento, 107.
consultarse también el estudio de R. P. MEYER, Kirche und Mission im Epheserbrief, 4
Así lo ha demostrado A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines de l'Église, París 1971,
Stuttgart 1977.
2 96-103. Parece que se trataba de los presbíteros, que eran designados con esas dos expre-
Para este texto, cf E. COTHENET, La primera epístola de Pedro, en El ministerio y los siones, como ya lo había indicado san Juan Crisóstomo (Com. in Phil, c. I, hom. I: PG
ministerios en el Nuevo Testamento, Madrid 1975, 140-144; W. NAUCK, Probleme des 62,183).
frühchristlichen Amtsverstándnisses, 1 Pt 5, 2f, en "Zeitsch. für die Neutest. Wissenschaft" 5
48 (1957) 200-220. Cf A. FEUILLET, Les 24 vieillards de l'Apocalypse, en "Rev. Bibl." 65 (1958) 5-32.

236 237
evangelio de Marcos, esos "doce" representan simbólicamente al comunidad rechazara de sí misma y de su organización tales fun-
Israel que se adhiere a Jesús6, cosa que en el evangelio de Mateo ciones y servicios, dejaría de ser una verdadera comunidad de la
queda aún más claramente indicada (Mt 19,28). Los sinópticos, Iglesia.
además, reconocen la existencia de apóstoles, título que se atri- 2. En segundo lugar, está fuera de duda que el Nuevo Testa-
buye a los doce (Mt 10,2; Le 6,13), profetas (Mt 10,41; 23,34), sa- mento reconoce una gran diversidad de ministerios en la vida y el
bios y letrados (Mt 23,24), sirvientes y esclavos (Mt 20,26-28; funcionamiento de las primeras comunidades cristianas. La abun-
cf Me 10,43-45; Le 22,26-27; Jn 13,13-17) y también obreros (Mt dante documentación, aducida en el apartado anterior, lo demues-
9,38; 10,10; Le 10,2.7). tra sobradamente. Y demuestra, además, que esa gran diversidad
A la vista de toda esta documentación de textos y referencias de ministerios fue una cosa querida por Dios y dispuesta providen-
del Nuevo Testamento, sé puede concluir con seguridad que la cialmente para el bien y la edificación de la Iglesia. Lo cual quiere
presencia de cargos o funciones de dirección o gobierno en las decir que en las primeras comunidades cristianas no se había pro-
comunidades cristianas desde el primer momento de su existencia ducido la reducción de "carismas" que se refleja en los escritos de
es un hecho que resulta incuestionable. finales del siglo i. En efecto, tanto en las cartas de Pablo como en
los evangelios y en el libro de los Hechos aparece una gran multi-
plicidad de ministerios y carismas; esa multiplicidad y abundancia
se ve reducida en las cartas pastorales a los tres ministerios que
2. Diversidad y creatividad
luego han perdurado: obispos, presbíteros y diáconos. Pero no hay
razones para pensar que esta reducción haya sido un enriqueci-
Pero sobre estos datos que acabo de enumerar hay que hacer
miento para la Iglesia. Más bien se puede decir todo lo contrario.
tres observaciones fundamentales.
En este sentido es notable el cambio que se advierte en las pasto-
1. Ante todo, la existencia de funciones de liderazgo o de rales con respecto a las cartas de Pablo: mientras que para éste
dirección, en las comunidades cristianas primitivas no se debe in- todos son carismáticos en la comunidad (ICor 7,7; cf 12,7; Rom
terpretar como un hecho más o menos secundario en la vida de 12,7; IPe 4,10), en las pastorales sólo a Timoteo se le atribuyen
aquellas comunidades. Y menos aún debe entenderse como el re- dones propiamente carismáticos (ITim 4,14; 2Tim 1,6). De esta
sultado de una decisión tomada por los primeros cristianos. El manera se vino a producir una especie de inversión de valores: el
apóstol Pablo afirma que los ministerios que hay en la comunidad poder carismático, que constituía la estructura fundamental de la
son "dones" (jarísmata) (ICor 12,4.31) dados por Dios para el cre- Iglesia según Pablo, pasa a segundo término en las pastorales,
cimiento de la Iglesia. Es más, el mismo Pablo llega a decir que los mientras que lo que en éstas se resalta es la doctrina que se debe
apóstoles, los profetas y los doctores han sido "establecidos" por conservar (ITim 1,3.10; 4,1.6.13; 5,17;6,3.20s;2Tim2,2.14ss;3,lss;
Dios en la comunidad (ICor 12,28). Y el autor de la carta a los 4,lss; Tit 1,9.14; 2,lss; 3,8s). Por lo demás, no es cierto que tal
Efesios asegura que ha sido el mismo mesías quien ha dado a unos reducción fuera la única orientación impuesta a la Iglesia a partir
ser apóstoles, a otros profetas, evangelistas, pastores y maestros, de la segunda o tercera generación de cristianos, porque, como
"con el fin de equipar a los consagrados para la tarea del servicio, bien se sabe, las cartas de Juan son también de finales del siglo i y,
para construir el cuerpo del Mesías" (Ef 4,11-12). Por consiguiente, sin embargo, en ellas no se habla propiamente de obispos, presbí-
la existencia de funciones o servicios de animación, coordinación y teros y diáconos7.
liderazgo es una cosa de la que la comunidad creyente no puede
prescindir. Tales funciones y servicios han existido y existirán siem- 3. En tercer lugar, en las comunidades del Nuevo Testamento
pre porque Dios ha querido que existan. De tal manera que si una se advierte también una gran creatividad, es decir, las comunidades

6 7
Ci J. MATEOS, LOS doce y oíros seguidores de Jesús según el evangelio de Marcos, Para todo este asunto, cf G. HASENHÜTTL, Charisma Ordnunsprinzip der Kirche,
Madrid 1982. Freiburg 1969, 245-282.

238 239
se sintieron libres para producir, bajo la acción y el impulso del 3. Estructura y organización
Espíritu, los ministerios que en cada caso juzgaron necesarios o
convenientes, dadas las necesidades que se iban presentando. El Entendemos aquí por estructura lo que hay de divino e inmu-
signo más claro de esta libertad lo tenemos en el hecho de que los table en la Iglesia desde el punto de vista de la presencia de los
discípulos no mantuvieron como tales las únicas formas de minis- ministerios en ella. Por el contrario, entendemos también aquí por
terio formalmente establecidas por Cristo: los doce eligieron a Ma- organización lo que hay de humano y cambiable en la misma
tías antes de Pentecostés (He 1,21-26), pero después de esto jamás Iglesia desde ese mismo punto de vista. Por lo tanto, la estructura
volvieron a completar el "número de los doce"; y en cuanto a los es el elemento que viene "de arriba", mientras que la organización
setenta y dos (Le 10,1-12) —si es que ese número no se ha de es lo que proviene "de abajo". En consecuencia, la estructura es lo
entender simbólicamente—, no sabemos que fueran perpetuados que en la Iglesia debe permanecer intacto a través de los siglos,
como tales. Y sin embargo, mientras vemos que no se mantuvieron precisamente porque procede "de arriba", mientras que la organi-
las formas de ministerio establecidas por Cristo, se crearon otras zación puede, y a veces debe, ser cambiada, porque es una realidad
nuevas, como es el caso de los siete (He 6,1-3), para responder a las humana, es decir, una realidad que proviene "de abajo".
necesidades del grupo de los cristianos de habla griega que había Pues bien, planteadas así las cosas, nos preguntamos qué es lo
en Jerusalén. Como se ha dicho muy bien, "los ministerios que que pertenece a la estructura de la Iglesia y qué es lo que corres-
pulularon en la antigua Iglesia, comprendiendo los que asumieron ponde a su organización. Por consiguiente, nos preguntamos qué
la sucesión de los apóstoles, aparecen en una gran medida como es lo que en la Iglesia debe permanecer siempre intacto y qué es lo
creaciones funcionales realizadas bajo la presión de los aconteci- que en la misma Iglesia puede y quizá debe cambiar.
mientos y bajo el impulso del Espíritu Santo"8.
En el estado actual de la investigación histórica y teológica, la
En resumen, pues, se puede decir que los ministerios, tal como respuesta a esta cuestión es fácil y clara, al menos en principio: la
aparecen en el Nuevo Testamento, fueron de hecho un don de Dios estructura divina e intocable de la Iglesia consiste en su apostolici-
mismo a su Iglesia. Pero, por otra parte, sabemos también que en dad, mientras que la organización es el conjunto de formas histó-
los escritos del Nuevo Testamento los ministerios aparecen según ricas y de realizaciones concretas que la estructura adquiere en el
una gran diversidad y de acuerdo con una notable creatividad de espacio y en el tiempo. Por tanto, entendemos que la apostolicidad
las comunidades cristianas. Por lo tanto, se puede decir que Dios es el elemento divino e intocable que Dios mismo ha dado como
ha querido, para su Iglesia, no sólo la existencia de ministerios en don a su Iglesia y que por eso debe permanecer intacto hasta el
todas y cada una de las comunidades, sino que además ha querido final de los tiempos. Mientras que, por el contrario, todo lo que no
también la diversidad y la creatividad que se advierten en los escri- es la apostolicidad en sí misma es el conjunto de formas históricas
tos del Nuevo Testamento. y cambiables, que entran en el concepto de organización, y que no
Pero entonces, si todo esto es así, se plantea la cuestión que son sino el resultado de la iniciativa humana a lo largo de la
consiste en saber qué es lo divino e inmutable en la Iglesia, desde historia, por más que en determinados momentos esa iniciativa
el punto de vista de su estructura ministerial, y qué es lo humano humana pueda gozar de una especial asistencia divina9.
y mutable en esa misma estructura ministerial. Pero esta formulación resulta demasiado genérica y necesita
una serie de precisiones. Y ante todo, interesa concretar el concepto
mismo de apostolicidad10. En la enseñanza de la teología católica
9
Sobre todo en aquellos casos en los que, de acuerdo con la doctrina oficial de la
Iglesia, el magisterio eclesiástico es infalible, ya se trate de la infalibilidad del papa, del
concilio ecuménico o del magisterio ordinario. DS 3074-3075; 3011.
8 10
R. LAURENTIN, La crisis actual de los ministerios a la luz del Nuevo Testamento, en Para la apostolicidad de la Iglesia, cf la bibliografía abundante que aporta Y. CONGAR,
"Concilium" 80 (1972) 447-448. Propiedades esenciales de la Iglesia, en Mysterium Salutis IV/1, Madrid 1973, 608-609.

240 241
actual, se entiende por apostolicidad la propiedad merced a la cual Iglesia, que se impone como un dato de fel3. Pero, por otra parte,
la Iglesia conserva, a través de los tiempos, su identidad fundamen- hay que decir con toda claridad que no es lo mismo hablar de la
tal con la Iglesia de los apóstoles ". Esta apostolicidad consta de sucesión apostólica que hablar de la sucesión episcopal. Durante
dos componentes esenciales: la apostolicidad de ministerio y la los siglos i y H, sabemos con seguridad que hubo sucesión apostó-
apostolicidad de vida y doctrina. La primera consiste en el hecho lica, pero no sabemos si hubo o no hubo sucesión episcopal en
de la sucesión ininterrumpida de ministros al frente de las comuni- muchas de las comunidades cristianas. Desde el siglo m en adelan-
dades, mientras que la segunda está constituida por la conservación te, sabemos que la sucesión episcopal ha sido la forma histórica y
de la forma de vida y doctrina transmitida desde los apóstoles. concreta que ha recibido y asumido la sucesión apostólica en la
Estas dos formas o componentes de la apostolicidad se han de Iglesia. Pero eso no quiere decir que las cosas hayan tenido que ser
mantener siempre unidas en la teología de la apostolicidad y de la así necesariamente y, por lo tanto, que la sucesión episcopal sea la
sucesión apostólica, como nos consta sobradamente por la más única forma posible de sucesión apostólica.
antigua y la más rica tradición de la Iglesia n. Por consiguiente, cuando decimos que la apostolicidad perte-
nece a la estructura de la Iglesia, queremos decir, entre otras cosas,
Por otra parte, la sucesión apostólica es necesaria en la Iglesia que la existencia de ministros oficialmente establecidos en cada
para mantener y asegurar la apostolicidad de la misma Iglesia. Y comunidad eclesial es un dato que pertenece a la estructura de la
ello por una razón que se comprende enseguida: la presencia de misma Iglesia. Y, por lo tanto, que la presencia de tales ministros
ministros, oficialmente establecidos en la comunidad, es necesaria en cada comunidad eclesial es un hecho y un elemento que no debe
porque el ministerio representa el elemento "de arriba", es decir, lo faltar en ninguna comunidad de creyentes en Jesús. Por eso, cuando
que no proviene de la comunidad, sino lo que es dado y adviene a decimos que en las comunidades cristianas tiene que haber minis-
la misma comunidad, para vigilar sobre ella, para exhortarla y terios y ministros oficialmente establecidos, queremos decir que ese
hasta, si es necesario, corregirla. Pero teniendo siempre muy en hecho es un asunto que no pertenece solamente a la organización
cuenta, en todo este asunto, que la autenticidad del ministerio de la Iglesia y de cada comunidad, sino que, antes que eso, se trata
eclesial no puede quedar garantizada por el solo hecho de que el de un elemento esencialmente constitutivo de la estructura misma
ministro ha recibido válidamente la imposición de manos. Más de la Iglesia. De tal manera que si una comunidad rechazase, no ya
importante que ese gesto es lo que se quiere expresar mediante ese a tal ministro determinado, sino el hecho mismo del ministerio,
gesto. Ahora bien, lo que se quiere expresar mediante ese gesto son dejaría de ser, por eso mismo, una verdadera comunidad de cre-
dos cosas: por una parte, que el ministerio no proviene de la comu- yentes.
nidad, sino que procede "de arriba" y es un don de Dios; por otra
parte, que el ministerio es recibido y aceptado por la Iglesia, de tal En consecuencia, se debe decir que pertenece a la estructura de
manera que, como bien sabemos, la recepción y la aceptación ecle- la Iglesia, no sólo la apostolicidad de la misma Iglesia, sino además
sial es el criterio determinante y último de la autenticidad de un el hecho de la sucesión apostólica. Mientras que a la organización
ministerio determinado. de la Iglesia pertenece el hecho histórico de que la sucesión apos-
tólica se haya concretado y realizado a través de los ministerios que
Pero aquí queda un punto importante por aclarar: la relación actualmente entran dentro del sacramento del orden: obispos, pres-
entre sucesión apostólica y sucesión episcopal. Por una parte, el bíteros y diáconos. Y con más razón aún entra también dentro de
que los obispos sean "los sucesores de los apóstoles" es un hecho la mera organización de la Iglesia el conjunto de formas históricas
afirmado de tal forma por la tradición y por el magisterio de la que esos ministerios han ido adquiriendo a lo largo del tiempo.

11
Y. CONGAR, o.c, 547. 13
12
Para este punto, véase el excelente trabajo de Y. CONGAR, Ministerios y comunión Cf Y. CONGAR, Propiedades esenciales de la Iglesia, 556-557, que aporta amplia
información sobre este punto.
eclesial, Madrid 1973, 51-91.

242 243
4. Comunidad y ministerios ha dicho expresamente el concilio Vaticano II (LG 9), la comuni-
dad sacerdotal (LG 10-11), dentro de la cual suscita el Espíritu de
Lo primero y lo más fundamental en la Iglesia no es el minis- Dios diversos carismas y ministerios (LG 12). De tal manera que la
terio, sino la comunidad. De tal manera que el sentido y la razón jerarquía y el ministerio se han de entender dentro del dato previo
de ser del ministerio consiste precisamente en ser un servicio en la y básico de la comunidad (LG 18ss).
comunidad y para la comunidad de los creyentes. En este sentido,
es importante tener en cuenta que los escritos del Nuevo Testamen- Pero, por otra parte, cuando hablamos de la comunidad cristia-
to —excepción hecha de las cartas pastorales— se dirigen siempre na, es fundamental tener siempre en cuenta que se trata de una
a las comunidades, no a sus dirigentes o ministros. Y hay casos en comunidad "estructurada", es decir, una comunidad en la que,
los que este hecho resulta especialmente significativo; por ejemplo, para servicio de la misma, existe un ministerio oficialmente esta-
en la comunidad de Corinto se habían planteado problemas muy blecido, de acuerdo con lo que se ha dicho en el apartado anterior
serios: había una gran división entre los cristianos (ICor 1,10-13), al hablar de la estructura y la organización.
existían escándalos graves (ICor 5,1-3), litigios (ICor 6,1-11) e Ahora bien, a partir de estos datos podemos y debemos llegar
inmoralidad (ICor 6,12-19), se celebraba mal la eucaristía (ICor a determinadas conclusiones, que son de la máxima importancia
11,17-34), reinaba un gran desorden en las asambleas comunitarias cuando se trata de comprender la relación entre la comunidad y el
(ICor 14,26-40) y hasta se dudaba de la resurrección (ICor 15). ministerio. Y la primera de estas conclusiones es que, si el ministerio
Pues bien, en todos estos asuntos, tan graves y tan preocupantes, es un elemento esencialmente constitutivo de la comunidad cristia-
es la comunidad misma la que tiene que reunirse y resolver. Nunca na, de ahí se desprende lógicamente que toda comunidad de cre-
se hace una recomendación de recurrir a una autoridad ni de some- yentes tiene derecho a poseer los ministerios y los ministros que
terse a un dirigente. Lo mismo o algo parecido se podría decir de necesita15. De donde resulta que, desde el punto de vista de una
la carta a los Gálatas. Y en cuanto a la carta a los Romanos, resulta correcta teología de la Iglesia, no tiene sentido el hablar de crisis de
llamativo que en el capítulo final, dedicado a saludar a personas vocaciones o de falta de ministros para las comunidades eclesiales.
determinadas, no se encuentre ni una recomendación de saludo o Porque cuando una comunidad se queda sin ministro, se debe
despedida para los ministros de la comunidad. Por otra parte, designar a la persona que se considere idónea para el desempeño de
según los datos que nos suministran los evangelios, no se puede tal función; y el obispo debe proveer en ese sentido. Por otra parte,
decir que Jesús llamó primero a los apóstoles (ministros) de la las autoridades eclesiásticas no deben establecer tales condiciones
comunidad para que fueran éstos los encargados de reunir y orga- para el acceso al ministerio, que de ello se siga la carencia objetiva
nizar la Iglesia. Ese planteamiento resulta hoy inadmisible, en el de ministros en no pocas comunidades de la Iglesia. En la actuali-
estado actual de la investigación histórica y teológica. Porque sa- dad es esto lo que ocurre, y por cierto de manera alarmante, debido
bemos con seguridad que la comunidad de Jesús no se limitaba a a la disminución progresiva de los sacerdotes en casi todo el mun-
doce hombres, sino que en ella había muchas más personas (Mt do 16. Pero es claro que, de acuerdo con todo lo dicho, esta situación
8,21; 27,57; Me 4,10; 10,32; Le 10,1.17), de tal manera que era un es anormal y debe ser resuelta lo antes posible en diálogo franco y
grupo abundante (Le 6,17; 19,37; Jn 6,60). Es más, sabemos que el constructivo entre las comunidades cristianas y los dirigentes ecle-
número doce se ha de entender simbólicamente, en cuanto que siásticos.
representa la totalidad del nuevo pueblo que Dios congrega por
medio del Mesías (Mt 19,28; Le 22,30; Ap 21,12.14.20)14. En defi- Pero para el acceso al ministerio no basta la elección y designa-
nitiva, se trata de comprender que la Iglesia es, ante todo y sobre
todo, el nuevo pueblo de Dios, la comunidad de salvación, como 15
Cf E. SCHILLEBEECKX, Das kirchUche Amt, 57-64; también el trabajo editado por
SOLIDARITÁTSGRUPPE KATHOLISCHER PRIESTER DER DIOZEENE SPEYER, Das Recht der Gemeinde
auf Eucharistie, Trier 1978; N. GREINACHER, Derecho de la comunidad a un pastor, en
"Concilium" 16 (1980) 373-382.
16
14 Para este punto, véase el estudio de J. KERKHOFS, Sacerdotes y "parroquias". Estudio
Cf J. MATEOS, LOS doce y otros seguidores de Jesús..., 73; 247-252. estadístico, en "Concilium" 16 (1980) 305-315.
244
245
ción por parte de la comunidad. Además de eso, se necesita también Los cambios de fondo en la organización del ministerio oficial
la aceptación e instalación oficial por parte de quienes ejercen el se inician a partir de comienzos del siglo III. Porque es a partir de
ministerio eclesial. Y ése es el sentido que ha tenido tradicional- entonces cuando se empieza a hablar del "orden" y de la "ordena-
mente la ordenación o imposición de manos en la Iglesia. Según la ción". En efecto, parece ser Tertuliano el primer autor que utilizó
costumbre de la Iglesia antigua, cuando se trataba de un obispo, estos conceptos18, que años más tarde adquieren carta de ciudada-
otros tres obispos aceptaban su designación por la comunidad y le nía en el mundo cristiano l9. Ahora bien, ordo y ordinatio eran, en
imponían las manos. Cuando se trataba del presbítero, el obispo de aquel tiempo, conceptos clave en la organización de la sociedad y
cada diócesis era el encargado y responsable de esa imposición de del imperio20. Porque eran los términos clásicos para designar el
manos. La razón de ser de esto está en lo que se ha dicho antes nombramiento de los funcionarios imperiales, sobre todo cuando
acerca del sentido que tiene el ministerio en la Iglesia, en cuanto se trataba del emperador mismo. Lo cual indica claramente la
don de Dios a la comunidad, que adviene a ella para instruirla, tendencia de los ministros eclesiales a distanciarse del pueblo y
interpelarla y ocasionalmente corregirla. Esta realidad se ha dado acomodarse, en la medida de lo posible, a los notables y grandes de
desde los orígenes en todas las comunidades cristianas, y pertenece la tierra. Pero no se trata solamente de eso. Porque, además, el
a la apostolicidad de la misma Iglesia en el sentido indicado. ordo tenía en el imperio romano la significación secundaria de
clase social, de tal manera que existían tres ordines: el de los sena-
Y todavía otra conclusión importante: si el ministerio es un dores (ordo senatorum), el de los caballeros (ordo equitum) y el de
servicio a la comunidad, y en eso tiene su razón de ser, eso quiere la plebe o pueblo llano (ordo plebeius). Y es importante tener en
decir que el ministerio no es una dignidad y menos aún un premio cuenta que en las comunidades cristianas se asumió esta termino-
que se otorga por los méritos relevantes de un sujeto. Hay que logía precisamente para diferenciar netamente a los ministros (or-
acabar con esa concepción del ministerio como dignidad eclesiás- denados) del resto de la comunidad a la que se consideraba como
tica, por ejemplo, en el caso de algunas ordenaciones episcopales, la plebe21. De esta manera se vino a establecer una separación y
que no están orientadas al servicio pastoral, sino simplemente a hasta una distancia muy fundamental entre los ministros de la
premiar a un sujeto determinado. comunidad y la comunidad misma.
Sin embargo, las cosas no habían llegado entonces todavía a
5. Evolución histórica donde llegaron siglos más tarde. Por una razón muy sencilla: el

Se comprenderá mejor lo que he dicho en el apartado anterior 18


Por ejemplo, en De exhori. cast. VII: PL 2,971. Cf para este punto P. VAN BENEDEN,
si se tiene en cuenta la evolución histórica que ha sufrido el minis- Aux origines d'une terminologie sacramentelle. Ordo, ordinare, ordinatio dans la littéraíure
latine avant 313, Louvain 1974; M. BEVENOT, Tertullians thoughts about the christian
terio en la Iglesia. Sobre este asunto poseemos hoy una documen- priesthood, en Corona Gratiarum. Miscellanea E. Dekkers I, Bruges 1975, 125-137.
tación suficientemente sólida como para poder llegar a ciertas con- " En Cipriano es ya frecuente el uso de estos términos, precisamente para expresar la
pertenencia al estamento clerical y la consiguiente diferencia de la plebe: Epist. 33,1, 1 (ed.
clusiones válidas. J. Campos, 464); 38,1, 1 (477); II, 1 (478-479); 44, II, 1 (496); 45, II, 1 (499); III, 1 (500); IV,
Durante el siglo II se acentúa, sin duda alguna, el proceso que, 2 (501); 48, III, 2 (505); 55, VIII, 5 (526); XXIV, 2 (539); 56,1, 1 (544); 61, III, 1 (593-594);
66,1, 2 (624); IV, 2 (626); IX, 1 (630); 67, IV, 2 (634); 2.3.4 (635); V, 1 (635); VI, 3 (637); 68,
según vimos, ya se advierte claramente en algunos escritos tardíos II, 1 (642); 69, III, 2 (648); V, 1 (635); VI, 3 (637); 68, II, 1 (642); 69, III, 2 (648); V, 1 (649);
del Nuevo Testamento, concretamente en las cartas pastorales. Es VIII, 1 (652); 72, II, 1 (671); 73, VIII, 1 (678); De zelo el livore 6 (321).
20
Cf PAULY-WISSOWA, Realencyclopádie der klassischen Altertumswissenschaft
el proceso de "reducción" de los múltiples ministerios eclesiales a la XVIII/1, Stuttgart 1939,930-936; P. FRANSEN, Ordo, en LThK VII, 1212-1220.
conocida y clásica tríada de obispos, presbíteros y diáconos17. Pero 21
Pero es interesante tener en cuenta que, para Tertuliano, la diferencia entre los
todavía, en aquel tiempo, no se había producido la evolución más ordenados y la plebe es debida a una decisión de la autoridad eclesiástica: Differentiam Ínter
ordinem et plebem constituit ecclesiae auctoritas. De exhort. cast. VII: PL 2,971. Pero,
importante. pocos años más tarde, Cipriano ya atribuye la ordenación de los obispos a una decisión
divina: Epist. 55, VIII, 4 (526); 61, III, 1 (593-594); 66,1, 2 (624); 66, IX, 1 (630); 67, IV, 1
17
Cf el estudio de G. Hasenhüttl citado en nota 7. (634); 68, II, 1 (641-642); 69, V, 1 (649).

246 247
ministerio se seguía concibiendo como una realidad esencialmente esto quiere decir también que, durante el primer milenio, no se
vinculada a una comunidad concreta y determinada. De tal manera había establecido claramente la distinción entre la potestad de or-
que se tenía el convencimiento de que cada comunidad poseía, por den y la potestad de jurisdicción. Hasta los siglos XI y XII no se
derecho divino, la potestad de elegir a sus propios ministros e puede hablar propiamente de semejante distinción25. Y todavía
incluso el poder también de destituirlos y apartarlos del ministerio otra constatación fundamental: esta manera de concebir el minis-
cuando los tales ministros cometían faltas graves22. Es más, según terio eclesial nos viene a decir que, durante todo el primer milenio
nos consta por el canon sexto del concilio ecuménico de Calcedo- del cristianismo, la ordenación incluía no sólo la imposición de
nia, la relación del ministro a su comunidad era tal que se tenían manos del obispo, sino además y esencialmente también el llama-
por inválidas las llamadas "ordenaciones absolutas", es decir, aque- miento y la aceptación por parte de una comunidad, cosa que nos
llas ordenaciones en las que un sujeto era ordenado sin relación a consta ampliamente por los testimonios de la liturgia26. Por lo
una comunidad concreta23. En el fondo, esto quería decir que tanto, según la manera de pensar de aquellos siglos, se puede decir
solamente se consideraba ministro verdadero y válido de la Iglesia que no era el que poseía la potestad de orden el que presidía en una
aquel que era llamado y aceptado por una comunidad. Por lo comunidad y celebraba en ella la eucaristía, sino el que era desig-
tanto, lo primero era la comunidad; y sólo después, en el seno de nado por una comunidad era quien podía presidirla y celebrar en
la comunidad, se podía dar la realidad del ministerio, es decir, sólo ella la eucaristía27.
en la comunidad podía existir un ministro que fuera verdadero
Ahora bien, ¿qué concepción del ministerio eclesial subyacía a
ministro de la Iglesia.
todo este planteamiento? Brevemente se puede responder así: la
Las consecuencias que llevaba consigo esta manera de pensar y Iglesia consiste esencialmente en la comunidad de los creyentes, y
de actuar son importantes. Porque, en primer lugar, todo eso sig- por eso el ministerio brota de ella y es designado por ella. Pero al
nificaba que no era ni aun siquiera posible la existencia de ministros mismo tiempo se tenía muy claro también que el ministerio es un
sin comunidad concreta y determinada a la que servir. Por lo don de Dios a su Iglesia, y por eso se requería y se requiere la
tanto, el ministerio no era una realidad en sí, sino una función al imposición de manos. Por lo tanto, en la Iglesia no basta la sola
servicio de personas concretas. Lo cual era cierto hasta tal punto designación de un sujeto por parte de la comunidad para que ese
que si un ministro de comunidad era apartado de ésta y se quedaba sujeto pueda ejercer el ministerio, porque entonces falta el elemento
por eso sin su comunidad propia, automáticamente perdía el mi- "de arriba". Pero tampoco basta la sola imposición de manos por
nisterio y volvía a la condición de simple seglar. La documentación parte del obispo, porque entonces falta el elemento "de abajo", la
que poseemos en este sentido es muy abundante por lo que respecta dimensión propiamente eclesial. El ministerio eclesial es a la vez un
a la doctrina de los papas y los concilios24. Por otra parte, todo hecho comunitario y un don de Dios a su Iglesia. Y no puede faltar
ninguno de esos dos elementos.
22
Según el concilio de Cartago, del 254, presidido por Cipriano, el pueblo tiene poder,
por derecho divino, para elegir a sus ministros. CIPRIANO, Epist. 67, IV, 1-2 (634); y tiene XIV, 8: PL 54,674; XVII, 1: PL 54,705-706; XIX, 2: PL 54,711-712; CXXXV, 2: PL
además poder para quitarlos cuando son indignos: Epist. 67, III, 2 (634); de tal manera que 54,1097; GREGORIO MAGNO, Epist. I, 7: MGH, Ep. I, 10,1-2; I, 18: MGH, Ep. I, 24,11-22; I,
ni el recurso a Roma debe cambiar la situación, cuando ese recurso no se basa en la verdad 19: MGH, Ep. I, 25,8-12; I, 32: MGH, Ep. I, 44-45, etc.; ZÓSIMO, Epist. 4: MGH, Ep. III,
Epist. 67, V, 3 (635). 10,31-34; 7: MGH, Ep. III, 13,7-9; FÉLIX IV, Epist.: MGH, Ep. Ill, 45,15-16; JUAN II, Epist.:
23 MGH, Ep. III, 46,3-5; ZACAR(AS, Epist. 51: MGH, Ep. III, 303,15-18; JUAN VIH, Epist. 151:
Conciliorum Oecumenicorum Decreta, ed. J. ALBERIGO, etc., Bologna 1973, 90. Para
un estudio de este asunto, E. SCHILLEBEECKX, Das kirchliche Amt, 68-73; C. VOGEL, Vacua MGH, Ep. III, 127,15-19. Aunque la documentación que recoge es limitada, vale para este
manus impositio: I'inconsistence de la chirotonie en Occident, en Melanges Liturgiques punto el estudio de C. VOGEL, Laica communione contentus. La retour dupresbytre au rang
offerts au R.P. Dom B. Botte, Louvain 1972, 511-524. des laics, en "Rev. Se. Reí." 47 (1973) 56-122. Más ampliamente en J. M. CASTILLO, La
24
Nicea, can. 10 (Conc. Oecum. Decr. 11); can. 17 (14); can. 18(15); Calcedonia, can. 2 secularización de obispos y sacerdotes en la iglesia latina antigua, en "Rev. Cat. Teol."
(88); can. 10 (92); can. 22 (97); can. 27 (99); can. 29 (101). DÁMASO, Tomus IX: PL 13,360- VIH/1 (1983) 81-111.
25
361; SIRICIO, Epist. IV: PL 13,1149; I, 11: PL 13,1140; I, 15: PL 13,1143-1144; INOCENCIO I, Para este punto, cf E. SCHILLEBEECKX, Das kirchliche Amt, 95, con abundante biblio-
Epist. VI, I, 2: PL 20,496; XVII, I, 2: PL 20,528; XVII, III, 7: PL 20,530-531; BONIFACIO I, grafía en nota 65.
26
Epist. XIII, 4: PL 20,776-777; LEÓN MAGNO, Epist. I, 5: PL 54,596-597; IV, 2: PL 54,612; Ha estudiado bien este punto E. SCHILLEBEECKX, o.c, 73-80.
27
IV, 5: PL 54,614; X, 5: PL 54,633; XIV, 8: PL 54,674; XVII, 1: PL 54,614; X, 5: PL 54,633; Cf E. SCHILLEBEECKX, O.C, 82-83.

248 249
Sin embargo, sabemos perfectamente que, en la actualidad y Edad Media, todavía el Decreto de Graciano remite al canon sex-
desde hace ya varios siglos, se ha desdibujado y hasta se ha perdido to de Calcedonia y prohibe las "ordenaciones absolutas"28. Pero
prácticamente la dimensión comunitaria del ministerio: las comu- semejante doctrina no se podía mantener por mucho tiempo en
nidades cristianas ya no tienen derecho a la designación de sus las nuevas condiciones históricas. Y así, el concilio III de Letrán
ministros, ni aun siquiera se les consulta para el nombramiento de (año 1179), en vez de decir que nadie podía ser ordenado válida-
un ministro determinado, ni tampoco tiene derecho la comunidad mente si no era aceptado por una comunidad, afirmó que nadie
para destituir a un ministro por más que éste se muestre indigno podía ser ordenado "sin que le sea asignada una sustentación dig-
del cargo que desempeña, de tal manera que un obispo o un pres- na"29. Con lo cual no se negaba todavía, al menos en principio, la
bítero es ministro de la Iglesia por la sola imposición de manos que inserción comunitaria primitiva, pero en realidad todo eso era rein-
ha recibido en su ordenación, aunque no haya sido elegido por terpretado de tal manera que sólo se tenía delante el punto de vista
ninguna comunidad ni trabaje para comunidad alguna. En defini- financiero del mantenimiento del sacerdote.
tiva, el ministerio es una realidad en sí y no ya una función de
servicio a una comunidad concreta. Pero las cosas no pararon ahí. Porque años más tarde, exac-
tamente en 1215, el concilio IV de Letrán declaró que solamente
Esta evolución tan profunda se produce en los siglos xn y xm, puede celebrar la eucaristía un sacerdote válida y lícitamente orde-
debido principalmente a tres causas. En primer lugar, la organiza- nado30. Con lo cual se vino a reducir la función del ministerio
ción social: la Iglesia no consiste ya en comunidades, sino en terri- esencialmente sólo a la celebración de la eucaristía, aun cuando el
torios feudales, hasta el punto de que, en el feudalismo, los reyes, sacerdote en cuestión no tuviera ninguna comunidad a la que servir.
condes y duques eran los únicos que disponían de los sacerdotes e Así la ordenación se vio reducida sólo a la imposición de manos
incluso de los obispos. Por otra parte, durante ese mismo tiempo por parte del obispo. Y los ministros de las comunidades vinieron
se produjo un verdadero renacimiento del derecho romano, cuya a quedar reducidos a funcionarios del templo y del altar aun cuando
visión de las cosas en un contexto feudal desvinculó jurídicamente no trabajaran para ninguna comunidad. A todo lo cual hay que
la potestad de dirección del concepto de "territorialidad" y además, añadir la doctrina sobre el "carácter", que se elabora también en
en el campo religioso, del concepto de "iglesia local". De esta los siglos xil y xm 31 y cuyo resultado fue una concepción del sa-
manera, la autoridad se llegó a ver como un valor en sí misma, cerdocio como realidad en sí, eterna e imperecedera, por más que
desvinculada de la comunidad tanto en la esfera civil como en la el sujeto en cuestión no se dedique a tarea alguna ministerial o
religiosa. Y a todo esto hay que unir todavía una tercera causa: hasta incluso si ha perdido la fe. Esta doctrina, además, fue defini-
durante los siglos XII y xm nace la teología como ciencia, es decir, tivamente aceptada y promulgada por el concilio de Trento. Y es la
en ese tiempo se sistematiza el saber cristiano y se organiza en una doctrina que, prácticamente invariable, ha permanecido hasta nues-
serie de tratados teológicos. Pues bien, al nacer la teología como tros días. Es verdad que el concilio Vaticano II ha representado un
ciencia, nace obviamente la sacramentología y dentro de ella el cierto intento de renovación a este respecto, pero no cabe duda de
tratado teológico sobre el sacramento del orden. Pero lo curioso es que los pilares fundamentales de la visión medieval del sacerdocio
que en ese mismo tiempo no se elabora y nace la eclesiología. Con han quedado intactos32.
lo cual vino a resultar que se construyó un tratado teológico sobre
el ministerio sin tener paralelamente y al mismo tiempo un tratado
28
teológico sobre la Iglesia y menos aún un tratado sobre la comuni- 29
Decr. I, d. LXX, c. I, ed. Friedberg I, 257.
dad. De esta manera, la doctrina teológica sobre el ministerio nació Can. 5. Conc. Oecum. Decr., 214. Bibliografía en E. SCHILLEBEECKX, O.C, 90, nota 56.
30
Can. 1. Conc. Oecum. Decr., 230. Ha analizado este punto J. M. CASTILLO en Al
radicalmente desvinculada de lo comunitario y sin referencia alguna servicio del pueblo de Dios, Madrid 1974, 165-177.
31
a la comunidad de los fieles. Para este punto es clásico el estudio de J. GALOT, La nature du caractére sacramentel,
Bruxelles 1956. Ha analizado esta cuestión J. M. CASTILLO, Símbolos de libertad. Teología
de los Sacramentos, Salamanca 1981, 450-455.
Estos nuevos condicionamientos produjeron sus resultados en 32 P a r a u n análisis de este p u n t o , cf J. M . CASTILLO, Al servicio del pueblo de Dios,
el campo doctrinal y en la praxis eclesial. Es verdad que, en plena 198-217.

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CAPÍTULO 17
En resumen, pues, se puede decir que la evolución histórica del
ministerio en la Iglesia ha seguido una línea de progresiva separa- LOS SACRAMENTOS DE LA IGLESIA
ción y distanciamiento de la comunidad. Los ministros se han
situado sobre la comunidad, mediante la doctrina del ordo y la
ordinatio, asimilándose a los notables y poderosos de la sociedad.
Y más tarde se han autocomprendido como una realidad en sí, un
status, una dignitas, un honor, una potestas33. Teniendo en cuenta
que toda esta teología ha generado, a su vez, un modo de vivir y de
hacerse presentes los ministros eclesiales en la sociedad: por ser
considerados como personas "sagradas", los sacerdotes deben vivir
"segregados" del resto de los mortales, sin mujer y sin hijos, sin una
profesión civil y sin una presencia activa en los compromisos socia-
les y políticos que son propios de cualquier ciudadano normal34. PARA MUCHA GENTE los sacramentos constituyen la actividad
Ahora bien, ¿qué consecuencias ha tenido todo esto para la vida más importante de la Iglesia. Una actividad tan importante que,
y el funcionamiento de la Iglesia? Es lo que vamos a ver a conti- para muchas personas, la práctica sacramental es el criterio de
nuación. identificación de los verdaderos católicos: es buen cMólico el que
recibe asiduamente los sacramentos; y no es buen católico el que
no se acerca a ellos. De ahí que en muchas parroquias la tarea que
6. Conclusión ocupa casi todo el tiempo de los sacerdotes es la administración de
los sacramentos: misas, comuniones, confesiones, bautizos, bodas
Los ministerios son un don y una exigencia para la Iglesia. Son, y entierros. Y por eso, el consumo sacramental es no sólo el criterio
ante todo, un don del Señor a la comunidad de los creyentes. Y son de identificación de los verdaderos católicos, sino además el prin-
además una exigencia de fidelidad a la vocación de servicio que cipio que diferencia a las buenas parroquias (aquellas en las que
debe caracterizar a los seguidores de Jesús de Nazaret. La razón de hay una vida sacramentalfloreciente)de las que no se tienen como
ser más profunda de este don y de esta exigencia radica en el hecho tales, es decir, aquellas en las que la vida sacramental languidece.
de la apostolicidad de la Iglesia. Teniendo muy en cuenta que Pero resulta que esta manera de pensar constituye un verdadero
cuando hablamos de este asunto nos referimos a la apostolicidad problema para bastantes creyentes. Por una razón que se compren-
de toda la Iglesia, porque toda la comunidad, y no sólo sus minis- de fácilmente: si leemos los evangelios con cierta atención, ensegui-
tros, ha de permanecer fiel al mensaje que nos transmitieron los da nos damos cuenta de que en ellos la práctica religiosa no parece
apóstoles. Pero precisamente para eso, para asegurar esa fidelidad, tener la importancia que hoy le atribuye el clero'. En realidad,
se requiere en cada comunidad una instancia externa a la comuni-
Jesús no fundó ningún templo al que tuvieran que acudir asidua-
dad misma, ya que una comunidad dejada a sí misma, a su propia
mente sus discípulos, ni obligó a éstos a determinadas prácticas
inercia y a su propio dinamismo bien podría llegar a desgajarse de
cultuales. Por supuesto, yo sé que este criterio es discutible. Pero,
la apostolicidad, rompiendo con la unidad eclesial. Por eso el mi-
nisterio es comunitario y es carismático, tiene un elemento "de en todo caso, hay algo que parece bastante cierto, a saber: que
arriba" y un elemento "de abajo", es un don y una exigencia para actualmente abundan los cristianos que ponen en cuestión o incluso
todos en la comunidad. rechazan los sacramentos. Unos porque los ven como rituales ob-
soletos, que poco o nada dicen a los hombres de nuestro tiempo.
33
Sobre este punto, cf J. M. CASTILLO, Sacerdotes, ¿para qué?, en "Sal Terrae" 64 (1976) 1
He analizado ampliamente este asunto en mi libro Símbolos de libertad, Salamanca
3-20, especialmente en pp. 9-10, con bibliografía. 1981, 31-80.
34
Para estas cuestiones, cf J. M. CASTILLO, ¿Hacia dónde va el clero?, Madrid 1971.

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