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I nternaciona I
El <<sensus fidei>>
en la vida de la Iglesia
Comisión Teológica Internacional
EL SENSUS FIDEI
E LAVIDA
DE LA G ESIA
Preimpresión: BAC
lmpres.ión: Cofas. Juan de la Cierva. 58, Móstoles (Madrid)
Ilustración de cubierta: La vcnida del Espíritu SantQ (154 5), de Tiziano Vecellio
(Santa Maria della Salure, Venecia)
--e
Diseño: BAC
IE o ro
Pág.
NOTA PRELIMINAR .............................. -.--9
7
Pág.
2. El sensusfidei y el magisterio [74-80]............ 67
a) El magisterio escucha el sensus jidelium [74-75] . 67
b) El magisterio nutre, discierne y juzga el semus
jidelium [76-77] ....................... . 68
e) Recepción (78-80]....................... 69
3. El sensus jidei y la teología [81-84].............. 71
a) Los teólogos dependen del semus fidelium [82] . 72
b) Los teólogos reflexionan sobre el sensus jidelium
(83-84) ............................... 73
4. Aspectos ecuménicos del semus fidei [85-86] ...... 74
CAPÍTULO 4. Cómo discernir manifestaciones auténticas
del sen.susfidei [87-126] ........ ............... 77
1. Disposiciones necesarias para la auténtica participa-
ción en el sensusfidei [88-105]................. 78
a) Participación en la vida de la Iglesia [88-91] ... 78
b) Escuchar la Palabra de Dios [92-94] ......... 78
e) La apertura a la razón [95-96) .............. 80
d) Adhesión al magisterio [97-98] ..... ... . .... 81
e) La santidad.La humildad, la libertad y la alegría
(99-103] .............................. 81
f) Buscando la edificación de la Iglesia [104-105] . 84
2. Aplicaciones (106-126]...................... 85
a) El sensus jidei y la religiosidad popular [107-
112] ........................ ......... 85
b) El semusfideiy la opinión pública [113-119] .. 98
e) Formas de consultar a los fieles [120-126]..... 94
CONCLUSIÓN [127-128] ....... .................... 99
8
NOTA PRELIMINAR
9
!El SENSUS flDEI
[E lA VIDA DE LA �GllES8A
INTRODUCCIÓN
FRANCISCO, Ángelus
I
(17-3-2013).
2
FRANCISCO, exhorcación apostólica Evangelii gaudium (2013) n.119-
120.
3 Las citas bíblicas son de la versión oficial de la Conferencia Episcopal
Española. En adelante, los documentos del Concilio serán identificados
como sigue: Apostolicam actuositatem (M), Ad gentes (AG), Dei Verbum
(DV), Gaudium et spes (GS), Lumen gentium (LG), Perfectaecaritatis (PC),
Sacrosanctum Concilium (SC). Las referencias a Heinrich Dcnzinger, En
chiridion symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et mo
rum, 38? cd., editado por Peccr Hünermann (1999), son indicadas por
DH junto con el número del párrafo; las referencias al Catecismo de la
Iglesia Católica (1992) son indjcadas por la abreviatura CEC junco con el
número de párrafo. Y las referencias a J. P. Migne, ed., Patrología Latina
(1844-1864) son indicadas por la abreviatura PL junco con los números
de volumen y columna.
14
ma, en la convergencia de los bautizados en una adhesión
vivida a una doctrina de la fe o a un elemento de la praxis
cristiana. Esta convergencia (consensus) juega un papel vi
tal en la Iglesia: el consensus jidelium es un criterio seguro
para determinar si una doctrina o una práctica particular
pertenecen a la fe apostólica 4 • En el documento presente,
usamos el término sensus jidei jidelis para referirnos a la
aptitud personal del creyente para realizar un discerni
miento certero en materia de fe, y el término sensus jidei
jidelium para referirnos al propio instinto de fe de la Igle
sia. Según el contexto, sensus jidei se refiere bien al primer
sentido o al segundo, y, en este último caso, también se
utiliza el término sensus jidelium.
4
En su documento sobre La interpretaci6n del dogma (1989), la Comi
sión Teológica Internacional (CTI) se refería al «sensusfidelium» como un
«sentido interno» por medio del cual el Pueblo de Dios «reconoce, afirm:i
y mantiene, de modo inquebrantable, en la predicación, no la palabra de
hombres, sino la Palabra de Dios» (C II,l). El documento también destacó
el papel desempeñado por el consensus fidclium en la interpretación del
dogma (C II,4).
15
muchas preguntas, especialmente en relación con las
controversias relacionadas con diversas cuestiones doc
trinales o morales. ¿Qué es exactamente el sensus fidei
y cómo puede ser identificado? ¿Cuáles son las fuentes
bíblicas que sostienen esta idea y cómo desarrolla su
función el sensus fidei en la tradición de la fe? ¿Cómo
se relaciona el sensus fidei con el magisterio eclesiástico
del papa y de los obispos y con la teología? 5 ¿Cuáles
son las condiciones para un ejercicio auténtico del sen
sus fidei? ¿Es el sensus fidei algo diferente de la opinión
mayoritaria de los fieles en un determinado tiempo y
lugar, y, en ese caso, en qué se diferencian? Todas estas
cuestiones requieren respuestas si la idea del sensus fidei
quiere comprenderse más a fondo y ser utilizada con
más confianza en la Iglesia de hoy.
16
manifestaciones de este último en la vida personal del
creyente (capítulo dos). Después, el documento reflexio
nará sobre el sensv.sfideifidelium, esto es, el sensusfidei en
su forma eclesial, considerando primero su papel en el
desarrollo de la doctrina y práctica cristianas, y después
su relación con el magisterio y la teología, respectiva
mente, así como también su importancia para el diálogo
ecuménico (capítulo tres). Finalmente, buscará identifi
car las disposiciones necesarias para una auténtica parti
cipación en el sensusfidei-que constituyen los criterios
para un discernimiento del auténtico sensus fidei- y se
reflexionará sobre algunas aplicaciones de sus resultados
para la vida concreta de la Iglesia (capítulo cuatro).
17
CAPÍTULO 1
EL SENSUS FIDEIEN LA ESCRITURA
Y EN LA TRADICIÓN
1. Enseñanza bíblica
21
«Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la
esperanza de la vocación a la que habéis sido convoca
dos. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de
todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y
está en todos» (Ef 4, 4-6).
22
vamente, su lenguaje es el de un «nosotros», «a
nosotros» y «nuestro».
25
manifiesta poderosamente la fe apostólica. La fe se aferra
a la auténtica enseñanza de los Apóstoles, que recuerda
la enseñanza de Jesús (cf. Le l,1-4); esta enseñanza atrae
a los creyentes hacia la fraternidad de unos con otros, se
renueva a través del encuentro con el Señor en la frac
ción del pan y es alimentada en la oración.
26
por la comunidad con la alegría de la fe (Hch 15,23-
33). Para Lucas, estos eventos demostraron una acción
eclesial adecuada, incluyendo tanto al servicio pastoral
de los apóstoles y presbíteros como también la parti
cipación de la comunidad, cualificada para participar
por su fe.
27
una carta «para afianzaros y alentaros en vuestra fe»
(1 Tes 3,2), y ora por la fe de las otras comunidades del
mismo modo (cf. Col 1,9; Ef 1,17-19). El apóstol no
solo trabaja por un incremento de la fe de los demás;
sabe que este mismo hecho fortalece la suya, en una es
pecie de diálogo de la fe: «para compartir con vosotros
el mutuo consuelo de la fe común: la vuestra y la mía»
(Rom 1,12). La fe de la comunidad es un punto de re
ferencia para la enseñanza de Pablo y un objetivo para
su servicio pastoral, dando lugar a un intercambio de
beneficio mutuo entre él y sus comunidades.
28
2. El desarrollo de la idea y su lugar
en la historia de la Iglesia
a) Período patrístico
29
fe de coda la Iglesia 9. Para Agustín (354-430), la Iglesia
encera, «desde los obispos hasta el último de los fieles»,
da testimonio de la verdad 10• El consenso general de los
cristianos funciona como una norma segura para deter
minar la fe apostólica: «Securus judicat orbis terrarum
[el juicio del mundo encero es seguro]» 11• Juan Casia
no (c. 360-435) sostuvo que el consenso de los fieles es
un argumento suficiente para demostrar que los herejes
están equivocados 12, y Vicente de Lerins (muerto alre
dedor del 450) propuso como norma la fe que se había
sostenido en todo lugar, siempre, y por todos (quod ubi
que, quod semper, quod ab omnibus creditum est) 13.
30
25. Los testigos patrísticos hacen sobre todo refe
rencia al testimonio profético del Pueblo de Dios como
conjunto, algo que tiene un cierto carácter objetivo. El
pueblo creyente como conjunto no puede equivocarse
en asuntos de fe, fue afirmado, porque ha recibido la
unción de Cristo, el Espíritu Sanco prometido, que le
prepara para discernir la verdad. Algunos Padres de la
Iglesia también reflexionaron sobre la capacidad subje
tiva de cristianos, animados por la fe y habitados por el
Espíritu Santo, para mantener la verdadera doctrina en
la Iglesia y rechazar el error. Aguscín, por ejemplo, lla
maba la atención sobre este punto cuando afirmó que
Cristo, «el Maestro interior», permite al laico, así como
a sus pastores, no solo recibir la verdad de la revelación,
sino también aprobarla y transmitirla 16•
31
nida mucho más por los fieles que por el Episcopado».
«Hubo una suspensión temporal de las funciones de la
"Ecclesia docens". El cuerpo de los obispos fracasó en su
confesión de la fe. Hablaron de forma divergente, unos
contra otros; no había nada, después de Nicea, firme,
invariable, un testimonio consistente, durante casi se
senta años» 17 •
b) Período medieval
17
J. H. NE\'>1MAN, On Consulting the Faíthfol in Matters of Doctrine,
editado con una introducción de J. Coulson (Geoffrey Chapman, Londres
1961) 75-101, cspecialmence 75 y 77. Véase también The Arians of the
Fourth Century (1833; 31871). Congar expresa cierta cautela con respecto a
la utilización del análisis de Newman de este asunco; cf. Y. M.-J. CoNGAR,
Jalons pour une Théologíe du Lai'cat, o.e., 395; fo., Lay People in the Church,
o.e., 285-286.
18 J. H. NEWMAN, On Consulting the Faithfol o.e., 104.
19
Cf. DH 1000.
32
atención fue prestada al "sensus fidelium"; no se le pidió
ni opinión ni consejo, pero su testimonio fue tomado,
sus sentimientos consultados, su impaciencia, como ya
he dicho, temida» 20 • El continuo desarrollo, entre los
fieles, de la creencia y la devoción por la Inmaculada
Concepción de la Santísima Virgen María, a pesar de la
oposición a la doctrina de ciertos teólogos, es otro ejem
plo importante de la función desarrollada en la Edad
Media por el sensus fidelium.
33
c) Reforma y período posterior a la Reforma
34
apelando a la infalibilidad de la Iglesia en su conjun
to, laicos y clero juntos, in credendo24• El Concilio de
Tremo, de hecho, apeló repetidamente al juicio de la
Iglesia en su conjunto en su defensa de los disputados
arcículos de la doctrina católica. Su Decreto sobre el sa
cramento de la eucaristía (1551), por ejemplo, invocó
específicamente «la comprensión universal de la Iglesia
{universum Ecclesiae sensum}» 25•
35
a todos los fieles, incluyendo a los pastores, y a veces
designa a sus líderes y pastores {príncipes et pastores),
puesto que ellos también poseen el Espíritu Santo 29 • Él
utilizó la palabra en el primer sentido cuando afirmó
que la fe de la Iglesia no puede fallar, que la Iglesia no
puede estar engañada en lo que cree, y que la infalibi
lidad pertenece no solo a la Iglesia de tiempos pasados,
sino también a la Iglesia constituida en su tiempo pre
sente. Utilizó el término «Iglesia» en el segundo sen
tido cuando enseñó que los pastores de la Iglesia son
infalibles al dar juicios doctrinales con autoridad, dado
que se encuentran asistidos en esta tarea por el Espíritu
Santo (Ef 4; 1 Tim 3) 30.
�9 De locis theol., lib.!, cap.4 (ibíd., 149): •Non solum Ecclesia uni
versalis, id ese, colleccio omnium fidelium hunc veritatis spiritum sempcr
habet, sed eundem habent etiam Ecclesiac principes et pastores». En el
libro IV. Cano afirma la autoridad del romano pontífice cuando define la
doctrina ex cathedra.
30 De locis theol., lib.!, cap.4 (ibíd., 150-151): «Priores itaquc conclu
siones illud ascruebant, quicquid ecclesia, hoc ese, omnium fidelium con
cio renerer, id verum esse. Haec autem illud affirmat pastores ecclesiae
doctores in fidc errare non posse, sed quicquid fidelem populum docent,
quod ad Christi fidem actineac, esse verissimum».
31 Roberco BELARMINO. De controversiis christianae fidei (Venecia,
1721) II, I, lib.3, cap.14: «Et cum dicimus Ecclesiam non posse errare, id
intelligimus cam de universicace fidelium quam de universirace Episcopo·
rum, ita uc sensus sic eius proposicionis, ecclesia non pocest errare, idesc,
id quod cenenc omnes fidclcs canquam de fide, necessario ese verum et de
fidc; et similicer id quod docent omnes Episcopi canquam ad fidem perci
nens. necessario ese verum et de fide» (p.73).
36
cilios de la Iglesia no podían fallar porque poseían este
consensus Ecclesiae universalis32 •
d) SigloXIX
37
un locus theologicus para explicar cómo el Espíritu Santo
mantiene a toda la Iglesia en la verdad y para justificar
el desarrollo de la doctrina de la Iglesia. Los teólogos
destacaron el papel activo de la Iglesia en su conjunto,
especialmente la contribución de los fieles laicos, pre
servando y transmitiendo la fe de la Iglesia; y el ma
gisterio confirmó implícitamente este punto de vista en
el proceso conducente a la definición de la Inmaculada
Concepción (1854).
38
en publicar un tratado encero sobre este cerna, An Essay
on the Development of Christian Doctrine (1845), y ex
plicar en detalle las características de un verdadero desa
rrollo. Para distinguir entre el desarrollo verdadero y el
falso, adoptó la norma de Agustín -el consenso general
del conjunto de la Iglesia, «Securus judicat orbis terra
rum»-, pero Newman vio que era necesaria una auto
ridad infalible para mantener a la Iglesia en la verdad.
39
el hecho de que, ames de tomar esta definición, el papa
pidió a los obispos de todo el mundo que le informasen
por escrito en lo relativo a la devoción de su clero y del
pueblo fiel hacia la Concepción inmaculada de la Vir
gen 37• En la constitución apostólica que contiene la
definición, IneffabiLis Deus (1854), el papa Pío IX dijo
que aunque él ya conocía la opinión de los obispos so
bre esta materia, había pedido de forma particular a los
obispos que le informasen de la piedad y devoción de
sus fieles en este asumo, y concluyó que «las divinas Es
crituras, la venerable tradición, el perpetuo sentir de la
Iglesia [perpetuus EccLesiae sensus], el remarcable acuerdo
de los obispos católicos y los fieles [singuLaris cathoLico
rum Antistitum ac jideLium conspiratio}, las memorables
Actas y Constituciones de nuestros predecesores», todo
ello ilustraba maravillosamente y proclamaba la doctri
na 38. El Papa utiliza, por tanto, el lenguaje del tratado
de Perrone para describir el testimonio combinado de
los obispos y de los fieles. Newman destacó la palabra
conspiratio, e hizo este comentario: «las dos, la Iglesia
que enseña y la Iglesia que aprende, se colocan juntas,
como un testimonio doble, ilustrándose la una a la otra,
y nunca se deben dividir» 39•
)? Cf. papa Pío IX, carca encíclica Ubi primum (1849) n.6.
38 fo., constitución apostólica lm:jfabilis Deus (1854).
39 J. H. NEWMAN, On ConsultingtheFaithfol, o.e., 70-71.
40
los obispos y los fieles laicos dan testimonio de ello de
diferentes formas. La tradición, dice él, «se manifiesta
de diversas maneras en diferentes momentos; a veces
por boca del episcopado, a veces por los doctores,
algunas veces por el pueblo, a veces por las liturgias,
ritos, ceremonias y costumbres, por los acontecimien
tos, disputas, movimientos y todos aquellos ocros fenó
menos que están comprendidos bajo el nombre de la
historia» 40 . Para Newman, «existe algo en la pastorum
et fidelium conspiratio que no está solamente en los
pascores» 41 • En este trabajo, Newman citó extensamente
los argumentos propuestos más de una década antes por
Giovanni Perrone para la definición de la Inmaculada
Concepc1on• �P-.
I
40 Ibíd., 63, cf p.65. Newman suele distinguir entre los «pastores» y los
«fieles». A veces añade a los «doctores» (teólogos) como una clase distinta
de testigos, e incluye al bajo clero entre los «fieles», a menos que especifique
a los «laicos».
•1 Ibíd., 104.
4c Ibíd., 64-70; cf. supra §37.
43 Mansi, III (51) 542-543. Se afirma que la infalibilidad de la Iglesia
se extiende a toda la verdad revelada, en la Escritura y en la Tradición -es
decir, al Depósito de la Fe- y a todo lo que sea necesario para defenderla
y preservarla, incluso si no es revelado.
41
Gasser explicó, no obstante, que la especial asistencia
dada al Papa no le aparta de la Iglesia y no excluye la con
sulta y la cooperación 44. La definición de la Inmaculada
Concepción fue un ejemplo, dijo, de un caso «tan difícil
que el Papa consideró necesario informarse preguntando
a los obispos, con los medios ordinarios, sobre cuál era el
parecer de las iglesias» 1i 5• En una frase cuya intención era
la de excluir el galicanismo, Pastor aeternus afirmó que las
definiciones doctrinales ex cathedra del Papa relativas a la
fe y costumbres son irreformables «por sí mismas y no
por el consenso de la Iglesia [ex sese non autem ex consensu
Ecclesiae}» 46 , pero que eso no hace que el consensus Eccle
siae sea superfluo. Lo que se excluye es la teoría de que tal
definición requiere de este consenso, antecedente o con
secuente, como una condición para su status de autori
dad 47. En respuesta a la crisis modernista, un decreto del
Santo Oficio, Lamentabili (1907), confirmó la libertad
de la Ecclesia docens vis-a-vis la Ecclesia discens. El decre
tó censuró una proposición que permitiría a los pastores
enseñar solo aquello en lo que los fieles ya creían 48•
e) SigloXX
42
teología de la Tradición, de una renovada eclesiología y
de una teología del laicado. Hicieron hincapié en que
«la Iglesia» no es idéntica a sus pastores; que la Iglesia
en su conjunto, por la acción del Espíritu Santo, es el
sujeto u «órgano» de la Tradición; y que los laicos tienen
un papel activo en la transmisión de la fe apostólica. El
magisterio refrendó estos desarrollos, tanto en la con
sulta que condujo hacia la definición de la Asunción de
la Santísima Virgen María, como en la recuperación y
confirmación de la doctrina del sensus fidei por el Con
cilio Vaticano II.
43
ría estaba «contenida en aquel divino depósito que Cris
tO confió a su Esposa para que lo custodiase fielmente e
infaliblemente lo declarase» 51 . En ambos casos, enton
ces, las definiciones papales confirmaron y celebraron
las profundas convicciones de los fieles.
SI lbíd., n.12.
52 Cf Y. J.-M. CoNGAR,jalons pour une Théologie du Laii:at, o.e., capí
tulo 6. El esquema se encuentra en el prefacio a la tercera edición de la obra
de Ncwman Via Media (1877).
53 ÍO., Jalons pour une Théologie du laii:at, o.e., 398; Ío., Lay People il2
the Church, 288.
H ÍO.,Jalons pour une ThéoÚJgie du Laii:at, o.e., 399; ÍO., Lay People in
the Church, 289.
44
44. En muchos sentidos, la enseñanza del Conci
lio Vaticano II refleja la contribución de Cangar. El ca
pítulo primero de Lumen gentium, titulado «El misterio
de la Iglesia», enseña que el Espíritu Santo «habita en la
Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo».
«Guía la Iglesia a toda la verdad (cf. Jn 16,13), la unifica
en comunión y ministerio, la provee y gobierna con
diversos dones jerárquicos y carismáticos y la embellece
con sus frutos (cf. Ef 4,11-12; 1 Cor 12,4; Gál 5,22)» 55.
El capítulo segundo continúa entonces con el trata
miento de la Iglesia como un conjunto, como el «Pue
blo de Dios», antes de la distinción entre laicos y orde
nados. El artículo (LG 12) que menciona el sensus fidei
enseña que, al tener «la unción del Santo (cf. 1 Jn 2,20
y 27)», la «totalidad de los fieles [ ... ] no puede equivo
carse cuando cree». El «Espíritu de la verdad» suscita y
sostiene «el sentido sobrenatural de la fe {supernaturali
sensu fidei}», manifestado cuando «todo el pueblo, [ ...]
"desde los obispos hasta los últimos fieles laicos" presta
su consentimiento universal en las cosas de fe y costum
bres». Por medio de este sensus fidei, «el Pueblo de Dios,
guiado en todo por el sagrado Magisterio (magi.sterium)
y sometiéndose a él, no acepta ya una palabra de hom
bres, sino la verdadera palabra de Dios (cf. 1 Tes 2,13)».
Según esta descripción, el sensus fidei es una activa ca
pacidad o sensibilidad por la cual los fieles son capaces
de recibir y comprender la «la fe confiada de una vez
para siempre a los santos Qds 3)». En efecto, por me
dio de este sentido de la fe, el Pueblo de Dios no solo
«se adhiere indefectiblemente a la fe», sino que también
«penetra más profundamente en ella con juicio certero
y le da más plena aplicación en la vida». Este es el medio
55 LG4.
45
por el cual «el Pueblo santo de Dios participa también
de la función profética de Cristo» 56 •
46
en el contexto de la transmisión de la fe apostólica. Dei
Verbum dice que la Tradición apostólica «progresa en la
Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo». La Iglesia «va
creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras
transmitidas», y el Concilio identifica tres maneras me
diante las cuales sucede esto: «por la contemplación y el
estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón»
(cf. Le 2,19 y 51); «por la percepción íntima que expe
rimentan de las cosas espirituales [ex íntima spíritualíum
rerum quam experíuntur íntelligentia}»; y «por el anuncio
de aquellos que con la sucesión del episcopado recibie
ron el carisma cierto de la verdad» 58 . Aunque este pasaje
no menciona el sensus fidei, la contemplación, el estudio
y la experiencia de los creyentes a que se refiere están cla
ramente asociados con el sensusfidei, y muchos comenta
ristas están de acuerdo en que los padres conciliares están
evocando conscientemente la teoría de Newman sobre
el desarrollo de la doctrina. Cuando este texto es leído a
la luz de la descripción del sensus fidei que hace Lumen
gentium 12 como una sobrenatural apreciación de la fe,
suscitada por el Espíritu Santo, mediante la cual el pue
blo, guiado por sus pastores, se adhiere indefectiblemen
te a la fe, es fácil ver que expresa la misma idea. Cuando
se refiere a la «notable armonía» que debería existir entre
los obispos y los fieles en la práctica y profesión de la
fe transmitida por los Apóstoles, Dei Verbum utiliza en
realidad la misma expresión encontrada en la definición
de ambos dogmas marianos, «síngularis fiat Antistitum et
fidelium conspiratio» 59•
47
el sensus fidei 60 , y se ha ocupado de una nueva cues
tión, a saber, la importancia de no presuponer que la
opinión pública de dentro (o de fuera) de la Iglesia es
necesariamente lo mismo que el sensus fidei (fidelium).
En la exhortación apostólica postsinodal Familiaris con
sortio (1981), el papa Juan Pablo II consideró la cues
tión de cómo el «sentido sobrenatural de fe» puede
relacionarse con el «consentimiento de los fieles» y con
la opinión mayoritaria, tal y como es determinada por la
investigación sociológica y estadística. El sensusfidei, es
cribió, «no consiste sin embargo única o necesariamente
en el consentimiento de los fieles». Es tarea de los pascores
de la Iglesia «promover el sentido de la fe en todos los
fieles, valorar y juzgar con aucoridad la autenticidad
de sus expresiones, educar a los creyentes para un
discernimiento evangélico cada vez más maduro» 61• ·
48
CAPÍTULO 2
EL SENSUS FIDEI
EN LA VIDA PERSONAL
DEL CREYENTE
50
cierto tipo de acción. Lo que se entiende por virtud
aquí es la disposición estable (o habitus) de una perso
na de comportarse de una determinada manera, ya sea
intelectual o moralmente. La virtud es una especie de
«segunda naturaleza», por la cual la persona humana
se construye a sí misma actualizando libremente y de
acuerdo con la recta razón los dinamismos inscritos en
la naturaleza humana. La virtud, por lo canco, otorga
una definitiva y estable orientación a la actividad de
las facultades naturales; las dirige a comportamientos
que la persona virtuosa logra, en adelante, «de forma
natural», con «facilidad, dominio y gozo» 63 .
63 CEC 1804.
"1 CONCILIO VATICANO II, PC 12.
65 Cf. TOMÁS DE AQUINO, Summa theokgiae, II-II, q.45 a.2.
51
ve el hombre lo que conviene según ese hábito, así tam
bién, por el hábito de fe, se inclina su mente a prestar
asentimiento a lo que concierne a la fe recta y no a otras
cosas» 66 • La fe, como virtud teologal, permite al creyen
te participar en el conocimiento que Dios tiene de sí
y de todas las cosas. En el creyente, toma la forma de
una «segunda naturaleza» 67• Por medio de la gracia y
de las virtudes teologales, los creyentes se convierten en
«partÍcipes de la naturaleza divina» (2 Pe 1,4), y son, de
alguna manera, connaturales a Dios. Como resultado,
reaccionan espontáneamente sobre la base de esta parti
cipada naturaleza divina, de la misma manera en que los
seres vivos reaccionan instintivamente ante aquello que
se ajusta o no a su naturaleza.
52
55. El sensus fidei fidelis es infalible en sí mismo
con respecto a su objeto: la fe verdadera 69• Sin embargo,
en el actual universo mental del creyente, las intuiciones
correctas del sensus fidei puede estar mezcladas con va
rias opiniones puramente humanas, o incluso con erro
res vinculados con los estrechos límites de un contexto
cultural concreto 70• «Si la fe teologal en cuanto tal no
puede equivocarse, el creyente en cambio puede tener
opiniones erróneas, porque no codos sus pensamientos
proceden de la fe. No codas las ideas que circulan en el
Pueblo de Dios son coherentes con la fe» 71•
53
57. Dado que es una propiedad de la virtud teo
logal de la fe, el sensus fidei fidelis se desarrolla en pro
porción al desarrollo de la virtud de fe. Cuanto más se
enraíza la virtud de la fe en el corazón y el espíritu de los
creyentes e informa su vida diaria, tanto más se desarro
lla y se hace fuerte en ellos el sensus fidei fidelis. Ahora
bien, puesto que la fe, entendida como una forma de
conocimiento, está basada en el amor, se necesita la ca
ridad con el fin de animarla e informarla, de modo que
se convierta en una fe viva y vivida (fides fermata). Por
lo tamo, la intensificación de la fe en el creyente depen
de particularmente del crecimiento en él de la caridad,
y por lo tanto el sensus fidei fidelis es proporcional a la
santidad de vida del creyente. San Pablo enseña que «el
amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rom 5,5), y
de ahí se sigue que el desarrollo del sensus fidei en el es
píritu del creyente es debido particularmente a la acción
del Espíritu Santo. Como Espíritu del amor, que infun
de el amor en los corazones humanos, el Espíritu Sanco
abre a los creyentes la posibilidad de un conocimiento
más profundo e íntimo de Cristo, la Verdad, sobre la
base de una unión de caridad: «Mostrar la verdad es una
propiedad del Espíritu Santo, porque es el amor lo que
conduce a revelar los secretos» 74•
54
cho, las virtudes teologales alcanzan su medida plena en
la vida del creyente solo cuando el creyente permite que
el Espíritu Santo le guíe (cf. Rom 8,14). Los dones del
Espíritu son, precisamente, las disposiciones interiores,
gratuitas e infundidas, que sirven como base para la ac
tividad del Espíritu en la vida del creyente. Por medio
de estos regalos del Espíritu, especialmente los dones
de la inteligencia y el conocimiento, los creyentes son
capaces de comprender íntimamente las «realidades es
pirituales que experimentan» 76, rechazando cualquier
interpretación contraria a la fe.
55
esfuerzan en poner la enseñanza de la Iglesia en práctica
en las áreas de su propia experiencia específica y com
petencia.
56
incoherencia o contradicción entre una enseñanza o
práctica y la auténtica fe cristiana que viven. Reaccio
nan como hace un amante de la música ante notas equi
vocadas en la interpretación de una pieza musical. En
esos casos, los creyentes resisten interiormente ante las
enseñanzas o prácticas involucradas, y no las aceptan ni
participan en ellas. «El habitus de la fe posee una capa
cidad por la cual, gracias a ella, el creyente es prevenido
de dar asentimiento a aquello que es contrario a la fe,
como la castidad le da protección respecto a lo que es
contrario a la castidad» 77•
57
«autorizada» en la que encuentra problemas, sin ser ca
paz de explicar exactamente por qué, difiere el asenti
miento y apela inceriormence a la autoridad superior de
la Iglesia universal 79 •
58
tenido, el sensus fidei fidelis contribuye de esta manera
al surgimiento y a la iluminación de aspectos de la fe
católica que estaban implícitos previamente; a causa de
la conexión recíproca entre el sensus fidei del creyente in
dividual y el sensusfidei de la Iglesia como tal, esto es, el
sensus fidei fidelium, tales desarrollos no son nunca pu
ramente privados, sino siempre eclesiales. Los fieles es
tán siempre en relación unos con otros, así como con el
magisterio y los teólogos, en la comunión de la Iglesia.
59
CAPÍTULO 3
EL SENSUS FIDEI FIDELIUM
EN LA VIDA DE LA IGLESIA
8
° Cf. supra, §30.
81 Cf. Y. M.-J. CoNGAR, «e"Eeclesia", sujec de la Tradicion», en La Tra
dition et les traditiom, o.e., II, 81-101; fo .. «Le Sainc-Espric, Sujec cranseen
danc de la Tradicion», en ibíd., 101-108; fo., «Thc "Eeclesia" as che Subjecc
ofTradicion», en Tradition and Traditiom, o.e., 314-338; ÍD., «The Holy
Spiric, che Transcendcnc Subjecc ofTradicion», en ibíd, 338-346.
82 Cf. supra, §3.
61
1. El sensus fidei y el desarrollo de la
doctrina y práctica cristianas
62
te, por la gracia del Espíritu Santo, que recuerda a la
Iglesia todo lo que Jesús dijo e hizo (cf. Jn 14,26), los
creyentes confían en las Escrituras y en la continua Tra
dición apostólica en su ejercicio de fe y en el ejercicio
del sensus fidei.
63
tanto, no solo retrospectivo, sino también prospectivo,
y, aunque menos familiares, los aspectos prospectivos y
proactivos del sensus fidei son de gran importancia. El
sensus fidei da una intuición acerca de la forma correcta
de avanzar en medio de las incertidumbres y ambigüe
dades de la historia, y una capacidad para escuchar con
discernimiento lo que la cultura humana y el progreso
científico están indicando. Esto anima la vida de fe y
guía la auténtica acción cristiana.
64
en la configuración de varias definiciones doctrinales.
A veces el Pueblo de Dios, y en particular el laicado,
ha sentido intuitivamente en qué dirección debería ir el
desarrollo de la doctrina, incluso cuando los teólogos y
los obispos estaban divididos sobre la cuestión. A veces
había una clara conspiratio pastorum etfidelium. A veces,
cuando la Iglesia llegó a una definición, la Ecclesia docens
había «consultado» claramente a los fieles, y ha señalado
al consensus fidelium como uno de los argumentos que
legitimó la definición.
87 Cf. DH 2722-2724.
65
ñanza, debido tanto a la aparición de una nueva
conciencia entre los laicos envueltos en los ne
gocios como también a una nueva reflexión por
parte de los teólogos en referencia a la naturaleza
del dinero.
66
2. El sensusfidei y el magisterio
s, LG 12.
?O ef. LG 10, 34.
91 ef. LG 21, 26; se 41.
91 ef. se I O; LG 11.
67
les y sus pastores interactúan, como un solo cuerpo con
un único objetivo, el de alabar y dar gloria a Dios. La
eucaristía perfila y forma el semus fidelium y contribuye
en gran medida a la formulación y al perfeccionamiento
de las expresiones verbales de la fe, porque es el lugar
en el que la enseñanza de los obispos y los concilios es,
en última instancia, «recibida» por los fieles. Desde los
primeros tiempos cristianos, la eucaristía apuntaló la
formulación de la doctrina de la Iglesia porque era sobre
todo el misterio de la fe celebrado en común, y los obis
pos que presidían la eucaristía de sus Iglesias locales en
tre los fieles eran aquellos que se reunían en los concilios
para determinar cómo expresar de la mejor forma posi
ble la fe en palabras y fórmulas: lex orandi, lex credendi93 •
68
ejercen el magisterio, es decir, el Papa y los obispos, son
ellos mismos, ame todo, miembros bautizados del Pue
blo de Dios, que participa por ese mismo hecho en el
sensus fide!ium.
c) Recepción
3. El sensv.sfidei y la teología
71
teólogos ayudan a los fieles a expresar el auténtico sen
sus fidelium, recordándoles las líneas esenciales de la fe,
y ayudándoles a evitar las desviaciones y la confusión
causadas por la influencia de elementos imaginativos
provenientes de otros lugares. Esta doble relación ne
cesita alguna aclaración, como vemos en las secciones
siguientes a) y b).
io1 DVS.
72
misma cuidadosamente a investigar los diversos
niveles de recepción que tienen lugar en la vida
del Pueblo de Dios.
73
esta perspectiva, los teólogos deberían también exami
nar críticamente expresiones de la piedad popular, las
nuevas corrientes de pensamiento y también los nuevos
movimientos en la Iglesia, por el bien de la fidelidad
a la Tradición apostólica 105• Al hacer esto, los teólogos
ayudarán al discernimiento de si, en un caso particular,
la Iglesia se enfrenta a una desviación causada por una
crisis o una mala comprensión de la fe, una opinión que
tiene un lugar propio en el pluralismo de la comuni
dad cristiana sin afectar necesariamente a los demás, o
algo tan en simonía con la fe que debería ser reconocido
como una inspiración o un impulso del Espíritu.
74
la Iglesia católica y otras Iglesias o comunidades ecle
siales. En líneas generales, ha habido un acuerdo en
estos diálogos en que el cuerpo de los fieles en conjunto,
laicos pero también ordenados, tiene la responsabilidad
de mantener la fe apostólica de la Iglesia y el testimonio,
y que cada bautizado, por razón de una unción divina
(1 Jn 2,20-27), tiene la capacidad de discernir la verdad
en asuntos de fe. También hay un acuerdo general en
que ciertos miembros de la Iglesia ejercen una respon
sabilidad especial en la enseñanza y supervisión, pero
siempre en colaboración con el resto de los fieles 1°6•
75
otras tradiciones buscan un acuerdo seguro en
las cuestiones que dividen a la Iglesia, pero los
participantes católicos no pueden suspender su
compromiso con las doctrinas propias de la Igle
sia católica ya establecidas.
108
Cf. supra, §56.
109
Cf. LG 8.
110
Ut Umim sint, n.14; cf. nn.28, 57, donde el papa Juan Pablo II
habla del «intercambio de dones» que tiene lugar en el di:ílogo ecuméni
co. En la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos
de la Iglesia considerada como comunión, Communionis notio (1992), la
Congregación para la Doctrina de la Fe reconoce que la Iglesia católica se
encuentra «herida» por la pérdida de la comunión con ocras Iglesias cristia
nas y comunidades eclesiales (n.17).
76
CAPÍTULO 4
CÓMO DISCERNIR MANIFESTACIONES
AUTÉNTICAS DEL SENSUS FIDEI
78
Iglesia, que viene del corazón, un sentimiento de co
munión con otros fieles y con la Iglesia como conjunto,
además de un instinto para percibir las necesidades y
peligros que existen en la Iglesia. La actitud necesaria
se contiene en la expresión sentire cum ecclesia, sentir,
experimentar y percibir en armonía con la Iglesia. Esto
es necesario no solo para los teólogos, sino para todos
los fieles; une a todos los miembros del Pueblo de Dios
en su peregrinación. Es la clave de su «caminar juntos».
79
bien, es una arenca y receptiva escucha de la Escritura en
la liturgia, y una respuesta de corazón, «Damos gracias a
Dios», y «Gloria a ti, Señor Jesús», una confesión fervien
te del misterio de la fe, y un «Amén» que responde al «Sí»
que Dios le ha dicho a su Pueblo en Jesucristo (2 Cor
1,20). La participación en la liturgia es la clave de la parti
cipación en la Tradición viva de la Iglesia, y la solidaridad
con los pobres y necesitados abre el corazón para recono
cer la presencia y la voz de Cristo (cf. Me 25,31-46).
c) La apertura a la razón
113 C( papa JuAN PABLO II, carta encíclica Fides et ratio (1998).
114 Cf. COMISIÓN TEOLÓGICA INTERNACIONAL, La teología hoy: perspec
tivas, principios y criterios, §§63, 64, 84.
80
función propia de la razón iluminada por la fe en sus
creencias y prácticas. Todos los fieles están llamados a
ser «transformados por la renovación de la mente, para
que sepan discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es
lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto» (Rom 12,1-2).
d) Adhesión al magisterio
e) La santidad. La humildad,
la libertad y la alegría
81
roda la Iglesia y de cada creyente 117• Ser santo significa,
fundamentalmente, pertenecer a Dios en Jesucristo y en
su Iglesia, estar bautizado y vivir la fe en el poder del Es
píritu Santo. La santidad es, de hecho, la participación
en la vida de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, y esto
mantiene unidos el amor a Dios y el amor al prójimo,
la obediencia a la voluntad de Dios y el compromiso
en favor de cada ser humano. Una vida así es sostenida
por el Espíritu Santo, que es invocado repetidamente y
recibido por los cristianos (cf. Rom 1,7-8.11), particu
larmente en la liturgia.
117 Cf.
LG, capítulo 5. sobre «Universal vocación a la santidad en la
Iglesia».
118
CEC 963.
119 Cf. GS 11, 22.
82
1 O 1. Dado que requiere fundamentalmente de
una imitatio Christi (cf. Flp 2,5-8), la santidad implica
esencialmente la humildad. Esta humildad es lo con
trario de la incertidumbre o la timidez; es un acto de
libertad espiritual. Por lo canto, la apertura (parrhesia)
según el modelo del propio Cristo (cf. Jn 18,20) está
conectada con la humildad y es también una caracte
rística del sensus fidei. El primer lugar para practicar la
humildad es dentro de la propia Iglesia. No es solo una
virtud de los laicos en relación con sus pastores, sino
también un deber de los propios pastores en el ejercicio
de su ministerio para la Iglesia. Jesús enseñó a los Doce:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos
y el servidor de todos» (Me 9,35). La humildad se vive
habitualmente en el reconocimiento de la verdad de la
fe, el ministerio de los pastores y las necesidades de los
fieles, especialmente de los más débiles.
lW DVS.
83
sello distintivo/piedra angular de la salvación 121• San Pe
dro exhorta a los cristianos a alegrarse en compartir los
sufrimientos de Cristo, «de modo que, cuando se revele
su gloria, gocéis de alegría desbordante» (1 Pe 4,13).
84
otros y orando con ellos, compartiendo sus alegrías y sus
penas (cf. 1 Cor 12,12.26).
2. Aplicaciones
85
108. El término «religiosidad popular» tiene tam
bién un uso más específico, el que se refiere a la gran
variedad de manifestaciones de la creencia cristiana en
contrada entre el Pueblo de Dios en la Iglesia, o, más
bien, el que se refiere a la «sabiduría popular católica»
que encuentra su expresión de muchas maneras dife
rentes. Esta sabiduría «combina creativamente lo divino
y lo humano; Cristo y María, espíritu y cuerpo; comu
nión e institución; persona y comunidad; fe y patria;
inteligencia y afecto», y es también para el pueblo «un
principio de discernimiento, un instinto evangélico por
el que capta espontáneamente cuándo se sirve en la Igle
sia al Evangelio y cuándo se lo vacía y asfixia con otros
intereses» 123• Como tal sabiduría, principio e instinto,
la religiosidad popular está claramente ligada de forma
estrecha con el sensus fidei, y necesita ser considerada
cuidadosamente en el marco del presente estudio.
86
des profundas de Dios. La religiosidad popular surge en
particular del conocimiento de Dios concedido a cales
personas. Es «la manifestación de una vida teologal ani
mada por la acción del Espíritu Santo que ha sido derra
mado en nuestros corazones (cf. Rom 5,5)» 124.
87
deformaciones de la religión, es decir, supersticiones»,
la religiosidad popular necesita ser evangelizada 128• Sin
embargo, cuando está cuidadosamente dirigida en este
sentido, «bien orientada», es, como dice el Papa, «rica
en valores». «Refleja una sed de Dios que solamente los
pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de ge
nerosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata
de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los
atributos profundos de Dios: la paternidad, la provi
dencia, la presencia amorosa y constante. Engendra ac
titudes interiores que raramente pueden observarse en
el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad:
paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, des
apego, aceptación de los demás, devoción. [... ] Bien
orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez
más, para nuestras masas populares, un verdadero en
cuentro con Dios en Jesucristo» 129• Al admirar la de
claración de una anciana mujer 130 , el papa Francisco se
estaba haciendo eco de la estima expresada aquí por el
papa Pablo VI. Una vez más, una religiosidad popular
bien orientada, tanto en su comprensión de los profun
dos misterios del Evangelio como en su valiente testi-
128
Papa PABLO VI,exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975)
n.48. Congar se refirió a «modas dudosas y devociones aberrantes»,y ad
virtió: «Nos cuidaremos de atribuirlo al sensum fidelium; no solo en viseas
a las prerrogativas de la jerarquía [ . ..],sino en sí misma,, Oalons pour une
théologie du laii:at, o.e., 399; lo., Lay People in the Church, o.e., 288).
12,
Papa PABLO VI, exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975)
n.48. En su discurso de apertura anee la Cuarta Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano (Sanco Domingo, 12-10-1992), el papa
Juan Pablo U dijo que, con sus «sus raíces eminentemente católicas», b
religiosidad popular en Latinoamérica era «un antídoto contra las sectas y
una garantía de fidelidad al mensaje de la salvación» (n.12). En referencia
al Documento Final de la Tercera Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, el papa Francisco afirma que, cuando b fe cristiana es
verdaderamente inculrurada, la «piedad popular» es una parre importante
del proceso por el cual «el pueblo se evangeliza continuamente a sí mismo»
(Evangelii gaudium, n.122).
130 Cf. mpra, §2.
88
monio de fe, puede ser vista como una manifestación y
expresión del sensus fidei.
131 Cf.
papa PABLO VI, Evangelii mmtiandi, n.58: con referencia a la
necesidad de asegurar que las «comunidades de base» sean verdaderamente
eclesiales.
m Papa FRANCISCO, Evangelii gaudium, n.126.
89
aplica en primer lugar a las sociedades políticas. El sur
gimiento de la opinión pública está unido al nacimien
to y al desarrollo del modelo político de la democracia
representativa. En la medida en que el poder político
adquiere la legitimidad del pueblo, este último debe dar
a conocer sus pensamientos, y el poder político debe
tenerlo en cuenta en el ejercicio de la función de gobier
no. La opinión pública es, por tanto, esencial para el sa
ludable funcionamiento de la vida democrática, y es im
portante que sea ilustrada e informada de una manera
competente y honesta. Ese es el papel de los medios de
comunicación masivos, que de este modo contribuyen
en gran medida al bien común de la sociedad, siempre y
cuando no tracen de manipular a la opinión pública en
favor de intereses particulares.
90
Iglesia católica no tiene miedo de la discusión o la con
troversia en lo relativo a su enseñanza. Por el contrario,
la Iglesia da la bienvenida al debate como una mani
festación de la libertad religiosa. Cada cual es libre de
criticar a la Iglesia o de apoyarla. De hecho, la Iglesia re
conoce que la crítica justa y constructiva puede ayudarla
a ver los problemas más claramente y encontrar solu
ciones mejores. Ella misma, a su vez, es libre de criticar
los ataques injustos, y necesita del acceso a los medios
de comunicación con el fin de defender la fe si es nece
sario. La Iglesia valora las invitaciones de medios inde
pendientes que contribuyan a los debates públicos. La
Iglesia no quiere un monopolio de la información, sino
que aprecia la pluralidad y el intercambio de opiniones.
Sin embargo, la Iglesia también conoce la importancia
de informar a la sociedad sobre el verdadero significado
y contenido tanto de la fe como de su enseñanza moral.
92
necesario de atención. La opinión es a menudo
solo una expresión, con frecuencia sujeta a cam
bios y transitoria, del estado de ánimo o de los
deseos de un cierto grupo o cultura, mientras
que la fe es el eco de un Evangelio que es válido
para todos los tiempos y lugares.
93
de Dios el que, en su unidad interna, confiesa y vive
la verdadera fe. El magisterio y la teología deben traba
jar constantemente para renovar la presentación de la
fe en las diferentes situaciones, confrontando si es ne
cesario las nociones dominantes de la verdad cristiana
con la verdad actual del Evangelio, pero debe recordarse
que la experiencia de la Iglesia muestra que a veces la
verdad de la fe ha sido conservada no por los esfuerzos
de los teólogos o por la enseñanza de la mayoría de los
obispos, sino en el corazón de los creyentes.
94
121. La palabra «consultar» incluye la idea de bus
car un juicio o consejo, así como indagar en un asunto
concreto. Por una parte, en materia de gobierno y asun
tos pastorales, los pastores de la Iglesia pueden y deben
consultar a los fieles en ciertos casos, para pedir su con
sejo o su juicio. Por otra parte, cuando el magisterio
está definiendo una doctrina, es apropiado consultar a
los fieles en el sentido de indagar sobra una cuestión de
hecho, «porque el cuerpo de los fieles es uno de los tes
tigos del hecho de la tradición de la doctrina revelada,
y porque su consenso a través de la cristiandad es la voz
de la Iglesia infalible» 135.
95
cemente crítica de la cultura contemporánea. Pero en
algunos casos puede indicar que ciertas decisiones han
sido cornadas por aquellos que tienen autoridad sin la
debida consideración de la experiencia y el sensusfidei de
los fieles, o sin suficiente consulta a los fieles por parte
del magisterio 137•
96
el principio a los creyentes, penetra más plenamente en
ella con juicio recto y la aplica más plenamente a la vida
[Lumen gentium, 12] y en la caridad, a cuya luz, la mis
ma libertad es elevada a la categoría de comunión en la
libertad de Cristo, quien librándonos de las ataduras del
pecado, nos hizo capaces de juzgar libremente según su
voluntad. Las autoridades correspondientes han de cui
dar pues de que el intercambio de las legírimas opinio
nes se realice en la Iglesia con libertad de pensamiento y
expresión. Por ello, determine las normas y condiciones
conducentes a este fin» 139•
97
126. Las estructuras de consulta, como las men
cionadas anteriormente, pueden ser enormemente be
neficiosas para la Iglesia, pero solo si los pastores y los
laicos son respetuosos mutuamente con los carismas
de los demás y escuchan, cuidadosamente y de forma
continua, las experiencias y las preocupaciones de los
demás. Una escucha humilde en todos los niveles y una
consulta adecuada de aquellos temas que preocupan son
aspectos integrales de una Iglesia viva y despierta.
98
CONCLUSIÓN
99
128. El sensus fidei está estrechamente relacionado
con la infallibilitas in credendo que tiene la Iglesia en
su conjunto, en cuanto «sujeto» creyente que hace su
peregrinación en la historia 147• Sostenido por el Espí
ritu Santo, el sensus fidei permite el testimonio que la
Iglesia realiza y el discernimiento que los miembros de
la Iglesia deben llevar a cabo constantemente, sea como
individuos que como comunidad, sobre la mejor mane
ra de vivir, actuar y hablar en fidelidad al Señor. Es el
instinto por el que todos y cada uno de los fieles «piensa
con la Iglesia» 148, compartiendo una única fe y un único
propósito. El sensus fidei es lo que une a los pastores
con el pueblo, y hace que el diálogo entre ellos, sobre la
base de sus respectivos dones y vocaciones, sea esencial
y fructífero para la Iglesia.
100
SE TERMINÓ DE IMPRIMIR ESTE VOLUMEN DE
•EL SENSUS FIDEI EN LA VIDA DE LA IGLESIA•.
DE LA BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIA·
NOS. EL DfA 3 DE SEPTIEMBRE DE 2014,
FESTIVIDAD DE SAN GREGORJO
MAGNO. PAPA Y DOCTOR DE
LA IGLESIA. EN LOS TALLEES
DE LA IMPRENTA COFAS.
MÓSTOLES (MADRID)