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El despotismo fue una forma de gobierno que tenían algunas monarquías europeas del siglo xviii,
en las que los reyes, que seguían teniendo poder absoluto, trataron de aplicar medidas ilustradas,
es decir, trataron de educar al pueblo. La frase que sintetiza al despotismo ilustrado es «todo por el
pueblo, pero sin el pueblo». Coloquialmente, la palabra "déspota" se aplica peyorativamente a
aquellos que usan su poder y autoridad para oprimir a su población, súbditos o subordinados. Más
específicamente, el término a menudo se aplica a un jefe de estado o de gobierno. En este sentido,
es similar a las connotaciones peyorativas que se asocian con los términos tirano y dictador.
Etimología
El diccionario define el despotismo como "el gobierno de un déspota; el ejercicio de la autoridad
absoluta". 3
La raíz déspota proviene de la palabra griega desposte, que significa "amo" o "uno con poder". El
término se ha utilizado para describir a muchos gobernantes y gobiernos a lo largo de la historia.
Connotaba la autoridad absoluta y el poder ejercido por los faraones del Antiguo Egipto, significaba
nobleza en las cortes bizantinas, designaba a los gobernantes de los estados vasallos bizantinos y
actuaba como título para los emperadores bizantinos. En este y otros contextos de influencia
griega, el término se usó como un honorífico más que como un peyorativo.
Debido a su connotación reflexiva a lo largo de la historia, la palabra déspota no puede definirse
objetivamente. Si bien déspota está estrechamente relacionado con otras palabras griegas
como basileus y autokrator, estas connotaciones también se han utilizado para describir una
variedad de gobernantes y gobiernos a lo largo de la historia, como jefes locales, gobernantes
simples, reyes y emperadores.
El despotismo ilustrado[editar]
El despotismo ilustrado pretendía responder a través de sus actos al modelo de «hombre
honesto» del siglo XVIII: intelectual, racionalista cultivado, amante de las artes y mecenas de los
artistas, e innovador en materia política. Por ello, se rodeaba de auténticos filósofos,
como Voltaire o Denis Diderot. En este sentido, fueron significativos los reinados de Carlos III
de España y de José I de Portugal.
Reformas ilustradas[editar]
Aunque las medidas tomadas por los monarcas significaron un avance, sus gobiernos
continuaron siendo en cierto modo absolutistas, y el descontento del pueblo era evidente, por
lo que se amotinaron en más de una ocasión en contra de su rey, como le ocurrió a Carlos III.
Totalitarismo
nnavegación Ir
Entre los líderes frecuentemente acusados de gobernar regímenes totalitarios, de izquierda a
derecha y de arriba a abajo en la imagen, están Isis Stalin, secretario general del Comité Central del
Partido Comunista de la Unión Soviética (1922-1952); Adolf Hitler, Bühler un
Reichskanzler de Alemania (1934-1945); Mao Sedan, presidente del Comité Central del Partido
Comunista de la República Popular China (1945-1976); Benito Mussolini, presidente del Consejo de
Ministros del Reino de Italia (1922-1943) y Duce de la República Social Italiana (1943-1945); y Kim
Il-sung, líder supremo (1948-1994) y «presidente eterno» de la República Popular Democrática de
Corea.
Totalitarismo es el término por el que se conoce a las ideologías, movimientos y regímenes
políticos donde el Estado ejerce en la sociedad un poder «total» sin divisiones, donde no
hay libertad o es muy limitada.
El término nació en el periodo de entreguerras en el seno de los fascismos para definir el régimen
político que querían construir en oposición al Estado liberal («Todo dentro del Estado, nada fuera
del Estado, nada contra el Estado», decía Benito Mussolini cuando hablaba del Estado totalitario; el
líder nazi Joseph Goebbels afirmó en 1933: «Nuestro partido ha aspirado siempre al Estado
totalitario... la meta de la revolución [nacional-socialista] tiene que ser un Estado totalitario que
penetre en todas las esferas de la vida pública»). 1 Tras la Segunda Guerra Mundial fue Hannah
Argent (Te Originas of Totalitarismo, 1951) la que lo propuso como categoría para definir a
determinados regímenes e ideologías políticas, con especial referencia al nazismo y al estalinismo, y
fueron Carl Joachim Friedrich y Zbigniew Brzezinski (Totalitarian Dictatorship and Autocracy, 1956)
los que concretaron sus rasgos por oposición a la democracia liberal, dando nacimiento a la teoría
del totalitarismo. Estos últimos, en el contexto de la guerra fría, consideraron al comunismo
soviético como la máxima expresión del totalitarismo, en cuanto que negaba «el pluralismo social,
cultural e incluso religioso de la sociedad civil».21
Los totalitarismos, o regímenes totalitarios, se diferencian de otros regímenes autocráticos por ser
dirigidos por un partido político que pretende ser o se comporta en la práctica como partido único y
se funde con las instituciones del Estado. Por lo general, estos regímenes exaltan la figura de un
líder que tiene un poder ilimitado que alcanza todos los ámbitos y se manifiesta a través de
la autoridad ejercida jerárquicamente. Impulsan un movimiento de masas en el que se pretende
encuadrar a toda la sociedad (con el propósito de formar un «hombre nuevo» en una «sociedad
perfecta»), y hacen uso intenso de la propaganda y de distintos mecanismos de control social y
de represión como la policía secreta.
Definición[editar]
Los politólogos estadounidenses, de origen europeo, Carl Joachim Friedrich y Zbigniew
Brzezinski fueron los que definieron los rasgos característicos de los regímenes totalitarios por
oposición a los regímenes democráticos. Su libro Totalitarian Dictatorship and Autocracy se publicó
en 1956 pero sigue siendo el estudio de referencia sobre el tema. El historiador español Enrique
Moradiellos ha resumido los rasgos definitorios del totalitarismo tal como se expone en el siguiente
cuadro:1
Régimen totalitario
Presencia de un poder hegemónico, personificado e individualizado en un líder carismático que ejerce su autoridad
absoluta de modo monopolístico y sin autonomía apreciable para mandos intermedios.
Existencia de un partido único de masas que forma parte integral del aparato del Estado y que responde a una
ideología precisa y definida, frecuentemente salvífica y se irreligiosa.
Pretensión de control absoluto de todas las actividades políticas y sociales, con la reducción al mínimo o supresión
simple de la esfera de la vida social privada.
Control policiaco y represión intensa y activa de toda oposición latente o patente y de cualquier grado de libertad
de prensa y de comunicación.
Voluntad de control y centralización de la vida económica mediante políticas ultranacionalistas y autárquicas como
vehículo para el reforzamiento militar del Estado.
Aspecto sociológico[editar]
El totalitarismo es un monismo sociológico porque su ideología supone la inexistencia y
consecuente negación de la persona como un elemento individual que posee libre albedrío, y más
bien considera al individuo en función de la sociedad, el ser humano es humano en cuanto a que es
parte o miembro de una sociedad, no en cuanto a que es una persona para sí.
En las dictaduras de tipo marxista el fenómeno totalitario no es parte intrínseca de la doctrina que
las determina pero sí parece ser una consecuencia de su aplicación práctica. Las diferentes
corrientes marxistas han dado diferentes respuestas al fenómeno desde las restricciones que el
marxismo impone a una definición particular de dominación política que implica tanto una
ingeniería social consciente como una dominación determinada políticamente, ambas situaciones
previstas solo unas pocas veces en el análisis histórico marxista de la sociedad (que considera
irrelevante la autonomía privada de la volición individual como paso necesario para la expresión
libre de una determinada consciencia de clase, y para la cual basta -salvo en el análisis
de Marx sobre el bonapartismo- con la "dominación económica" para que se ejerza a su vez la
"dominación política"); mucho menos prevé el marxismo un fenómeno similar dentro de una
sociedad determinada por la misma doctrina marxista, ya que esta es considerada como una
sociedad en proceso de emancipación y no, al contrario, una en proceso de degradación
del colectivismo que pueda mantenerse en el tiempo (lo que implicaría la posibilidad de la
formación de una nueva clase burocrática o la autonomía bonapartista del Estado por parte de la
élite política, que complicaría la dialéctica de las hipótesis básicas del materialismo histórico).
Para el marxismo, la dictadura del proletariado (a su vez unificada y organizada por el marxismo
mediante el movimiento y el partido Comunista) se ejerce como forma de discriminación y
persecución política contra las clases antagónicas (mientras que permanecería siendo democrática
y políticamente tolerante para el proletariado y el campesinado como clase aliada), pero casi no
contempla nada más: el marxismo analiza la coerción estatal siempre como "dominación de una
clase por otra", y la dictadura del proletariado solo variaría de todas las demás dominaciones de
clase (según la categorización marxista de modos de producción: "dictadura" de la burguesía,
"dictadura" de la nobleza, etc.) en que esta sería una dictadura política consciente, planificada y
manifiesta. Sin embargo, en el particular caso del proletariado existe una cierta subordinación de
los individuos de la clase, a la clase como colectividad que ejerce sobre ellos la dictadura:
El grupo de vanguardia (los conductores del proceso de ideologización) es ideológicamente más
avanzado que la masa; esta conoce los valores nuevos, pero insuficientemente. Mientras en los
primeros se produce un cambio cualitativo que le permite ir al sacrificio en su función de avanzada,
los segundos sólo ven a medias y deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad;
es la dictadura del proletariado ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también
individualmente, sobre la clase vencedora.3
Esta subordinación es parte necesaria de la capacidad del socialismo de ejercer un control
consciente sobre la construcción de toda la sociedad, y que se hace imposible para otras clases
dominantes que no dominan su economía conscientemente mediante la planificación económica ya
que las sociedades civiles basadas en la propiedad privada no pueden colectivizarse o subordinarse
totalmente al colectivismo estatal sin desaparecer,4 y por tanto apenas pueden lograr subordinar a
sus miembros a un mero "interés público" no determinable o a parciales formas de "acción
colectiva". Los críticos del marxismo (o bien los críticos marxistas que se oponen a la caricatura
totalitaria en la que se habrían convertido los regímenes marxistas) llaman la atención acerca del
carácter totalitario de esta subordinación política del proletario a la colectividad de su clase, ya que
esta se da en ámbitos personales que van más allá de la socialización de la producción; y a su vez
señalan la subordinación de la clase a su propia "debida" consciencia de clase 5 (que se convierte en
sucedáneo de un nexo democrático entre la participación obrera y la dirigencia política que
controla una ideología única) encarnada en la causa revolucionaria de la elite intelectual que lidera
el partido único (el que a su vez lleva a nivel nacional y estatal su propia propaganda de masas),
particularmente en los cuales esta subordinación no es voluntaria sino coercitiva, y su competencia
interna por el poder va delegando las jefaturas hasta un individuo único, líder e ideólogo, tomado
como referente para el ejercicio de un culto a la personalidad.
En las dictaduras de tipo fascista, el sujeto individual existe en tanto y cuanto es para una población
étnica y nacional que comparte un mismo pasado y cultura, por lo que el individualismo si está
presente, priman los intereses no dé la razón de una mayoría sino de la “voluntad” de una etnia. El
pensamiento doctrinario fascista reconoce abiertamente su carácter totalitario y toma el término
para autodenominarse, así como adopta deliberadamente para el nuevo Partido-Estado la forma de
un culto a la personalidad que asegure por presión social la subordinación de todas las jerarquías al
líder de las masas, como expresión del triunfo de la voluntad sobre la inercia de la historia, contra
toda forma liberal de pluralismo político o social, o al menos contra toda autonomía "plutocrática"
de las diferentes formaciones sociales. En el fascismo (sea bajo la forma ejercida por el partido
Fascista o bajo su expresión más radicalizada en el caso del partido Nacionalsocialista) se niega la
existencia de necesarios antagonismos socioeconómicos entre clases y se afirma una felación de la
historia por parte de quienes tratan de combatirla.
Aspecto político[editar]
El totalitarismo es un monismo político porque rige toda la estructura de poder en torno al poder
político, generalmente un solo líder, absorbiendo los poderes que se afinan a este y negando los
que son independientes o contrarios. De esta forma, al contrario de las formas de estado
democráticas, en donde el poder político es una forma más de poder, que se encuentra en una
jerarquía, sobre el poder social, en el totalitarismo no existe esa jerarquía de poderes, debido a que
sólo existe uno, el poder político total.
A diferencia del liberalismo y del marxismo que cuentan con una coherente exposición de principios
ideológicos, las doctrinas totalitarias se configuran a la par que estos movimientos surgen con el
propósito de alcanzar el poder y establecer su sistema de dominación. No hay doctrina. Una
primera característica es su exaltación del Estado, de un Estado omnipotente o totalitario y llevar el
respeto a los líderes de estos a un nivel de casi "culto a la personalidad".
A ello, el nacionalsocialismo agrega la configuración de un Estado sustentado en supuestos étnicos
y racistas. Por ello, el fin supremo del Estado nazi es la preservación de la pureza racial, la que
justifica la política racista y antisemita del Tercer Reich. Antiparlamentarismo bajo la dirección de
un jefe o caudillo -Duce (Mussolini), Führer (Hitler), Caudillo (Franco)- dotado de un poder
“carismático” y capaz de crear por sí solo la voluntad nacional y de dirigirla en beneficio de la
colectividad insustituible.
Su odio febril a la democracia y a sus manifestaciones más comunes, la libertad y la igualdad
políticas. Así frente a la “falacia” de la igualdad democrática (vale destacar que desde el paradigma
totalitario la democracia liberal es también un totalitarismo), exhiben como ideal la dicotomía
superiores-inferiores. En el “código” social fascista el hombre es superior a la mujer, el militar al
civil, el miembro del partido al que no lo es, se puede expresar las principales características:
Mapa hecho con cráneos de las víctimas del régimen de Kampuchea Democrática, exhibido en el
Museo Tuol Sleng.
El Totalitarismo maneja su propia concepción del derecho afirmando que sólo existe un derecho
positivo que el Estado otorga a las personas. Es decir, que no existen derechos naturales en las
personas, por el solo hecho de ser personas, además niega la existencia de dignidad en la persona
humana de manera natural. Los derechos naturales que pudiesen existir, el totalitarismo considera
que son otorgados por el estado, por lo tanto pasan a ser derechos positivos.
Concentración de poder en una sola persona o grupo muy reducido, usualmente un partido político
o movimiento, que puede incluso conducir al culto a la personalidad del líder.
Justificación de la actuación política mediante una doctrina global que se manifiesta en todas las
esferas de la actuación humana: economía, cultura, familia, religión.
Empleo sistemático del terror, por medio de una policía secreta para eliminar a la disidencia u
oposición.
Uso de los campos de concentración para aislar a la oposición y enemigos del régimen.
Mientras el autoritarismo busca acallar a los disidentes y evitar sus expresiones en público, el
totalitarismo en cambio busca no solo acallar sino también extirpar las formas de pensamiento
opuestas, mediante el adoctrinamiento y la remodelación de las mentalidades culturales.
El elemento esencial que comparten los regímenes totalitarios es la voluntad de convertir la política
estatal en un mecanismo para controlar todas las esferas de la actividad humana y ocupar todo el
espacio social.
Totalitarismo y autoritarismo fascista[editar]
Artículo principal: Fascismo
El concepto de régimen fascista puede aplicarse a algunos regímenes políticos dictatoriales, ya
fueran totalitarios o autoritarios11 de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se
impusieron por las potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la Segunda
Guerra Mundial. De un modo destacado y en primer lugar a la Italia de Benito Mussolini (1922) que
inaugura el modelo y acuña el término; seguida por la Alemania de Adolf Hitler (1933) que lo lleva a
sus últimas consecuencias; y, cerrando el ciclo, la España de Francisco Franco que se prolonga
mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde 1936 hasta 1975).
Fascismo
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«Fascista» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Fascista (adjetivo).
Características y definición
Véanse también: Definiciones de fascismo y Corporativismo.
El fascismo es una ideología política y cultural fundamentada en un proyecto de unidad monolítica
denominado corporativismo, por ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase;
suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio
del centralismo; y propone como ideal la construcción de una utópica sociedad perfecta,
denominada cuerpo social, formado por cuerpos intermedios y sus representantes unificados por
el gobierno central, y que este designaba para representar a la sociedad.
Para ello el fascismo inculcaba la obediencia de las masas (idealizadas como protagonistas del
régimen) para formar una sola entidad u órgano socioespiritual indivisible. 20 El fascismo utiliza
hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder dictatorial en el que se
concentra todo el poder con el propósito de conducir en unidad al denominado cuerpo social de la
nación.
El fascismo se caracteriza por su método de análisis o estrategia de difusión de juzgar
sistemáticamente a la gente no por su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo.
Aprovecha demagógicamente los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos
mediante la violencia, la represión y la propaganda,21 y los desplaza contra un enemigo común (real
o imaginario, interior o exterior), que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la
agresividad de manera irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la
población. La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran número de
mecanismos de encuadramiento social, vician y desvirtúan la voluntad general hasta desarrollar
materialmente una oclocracia que se constituye en una fuente esencial del carisma de liderazgo y
en consecuencia, en una fuente principal de la legitimidad del caudillo.
Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de estos
regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania nazi (o nacionalsocialismo) añade
un importante componente racista, que solo es adoptado en un segundo momento y con mucho
menor fundamento por el fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes.
Para muchos de estos, el componente religioso —católico u ortodoxo según el caso— fue mucho
más importante: así, el historiador británico Trevor-Roper evoca un «fascismo clerical» (como sería
el caso del nacionalcatolicismo español).22
El fascismo es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores
del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por
el nacionalismo del siglo XIX. De hecho, el fascismo es ante todo un nacionalismo exacerbado que
identifica tierra, pueblo y estado con el partido y su líder.
El fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de una
sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la movilización de
masas por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones
nacionales.23
El proyecto político del fascismo es definido por el economista venezolano Humberto García
Larralde como el intento de instaurar un Estado totalitario, basado en el corporativismo y
una economía dirigista.24
Por su parte, el nazismo alemán está centrado en la raza, identificada con el pueblo (Volk) o con la
«comunidad popular» (Volksgemeinschaft, interpretable como comunidad del pueblo o comunidad
de raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido y al Estado:
Ein Volk, ein Reich, ein Führer!
«¡Un Pueblo, un Imperio, un Líder!»
Lema de la Alemania nazi
Razón, voluntad y acción
Casa del Fascio Di Reggio Calabria, de líneas arquitectónicas vanguardistas para los años veinte.
Destaca la palabra Dux, en referencia a Mussolini, y las siglas del partido sobre la puerta.
Los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 fueron el escaparate del nazismo, siguiendo la
estética neoclásica coincidente con el ideal de belleza aria. Algunas filmaciones de los juegos se
deben a Leni Riefenstahl, que también dirigió la filmación del congreso nazi de Núremberg de 1934,
de impresionantes concentraciones y discursos, con el expresivo título de El triunfo de la voluntad.
Las conexiones del fascismo con movimientos intelectuales —artísticos como el futurismo y
otras vanguardias y filosóficos, como el irracionalismo y el vitalismo— supusieron en realidad, más
que su influencia, su utilización y manipulación, que fue atractiva —en mayor o menor medida, con
mayor o menor grado de compromiso o simple contemporización, y a veces con evolución posterior
en contra— para muchas personalidades destacadas: italianos como Gabrielle D'Annunzio, Filippo
Tommaso Marinetti, Curzio Malaparte o Luigi Pirandello;25 alemanes como Martin Heidegger, Ernst
Jünger, Carl Schmitt, Wilhelm Furtwängler o Herbert von Karajan; franceses como Robert
Brasillach, Louis-Ferdinand Céline o Pierre Drieu La Rochelle;26 españoles como Ernesto Giménez
Caballero, Eugenio D'Ors, Agustín de Foxá, Pedro Laín Entralgo o Dionisio Ridruejo;27 noruegos
como Knut Hamsun, rumanos como Mircea Eliade; y estadounidenses como Ezra Pound. En
concreto en el caso de Alemania, ocurrió con tópicos culturales como el
del Übermensch de Nietzsche,28 o incluso con las desviaciones pseudocientíficas justificadoras
del racismo, como la eugenesia y el darwinismo social. La ciencia misma fue un principal objeto de
consideración, encuadrada y subordinada de manera totalitaria al Estado y al Partido.
Como dice Isaiah Berlin, la Rebelión Romántica ha ido socavando los pilares de la tradición
occidental ofreciendo como alternativa «la autoafirmación romántica, el nacionalismo, el culto a los
héroes y los líderes, y al final… fascismo e irracionalismo brutal y la opresión de las minorías». En
ausencia de reglas objetivas las nuevas reglas las hacen los propios rebeldes: «Los fines no son
valores objetivos… Los fines no son descubiertos en absoluto, sino construidos, no se encuentran,
sino que se crean» … llega a inspirar la política del Estado: la ciencia aria consistía en un constructo
social de modo que la herencia racial del observador «afectaba directamente la perspectiva de su
trabajo». De ahí que los científicos de razas indeseables no resultarán admisibles y solo se podría
escuchar a aquellos que estuvieran en sintonía con las masas, el völk. La física debía ser
reinterpretada para relacionarla no con la materia sino con el espíritu, descartándose así la
objetividad y la internacionalidad de la ciencia.29
La incoherencia de los postulados no era ningún inconveniente: el antiintelectualismo y el
predominio de la acción sobre el pensamiento eran conscientemente buscados. Incluso la
modernidad estética inicial se llegó a despreciar (arte nazi y concepto de Entartete Kunst o Arte
degenerado, quema de libros, estigmatización de determinados intelectuales o de colectivos
enteros). Para Stanley Paine, lo que caracterizaba el ideario falangista (movimiento semejante al
fascismo en España, fundado en los años treinta por José Antonio Primo de Rivera y que Franco
transformó y encuadró en un ampuloso Movimiento Nacional, con la guerra civil y el franquismo)
eran justamente «sus ideas vagas y confusas».30
El fascismo rechaza la tradición racionalista y adopta posturas de desconfianza en la razón y
exaltación de los elementos irracionales de la conducta, los sentimientos intensos y el fanatismo. Se
busca con todo cinismo la simplificación del mensaje, con absoluto desprecio por sus destinatarios:
La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente,
presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el
mismo concepto. Sin fisuras ni dudas… Si una mentira se repite suficientemente, acaba por
convertirse en verdad.
Joseph Goebbels31
Cualquier idea emanada del jefe es un dogma indiscutible, y una directriz a seguir ciegamente, sin
discusión ni poder ser sometida a análisis.32 Se exaltan los valores de la virilidad, la camaradería y el
compañerismo de los hermanos de armas, todo ello en sintonía con algunas
tradiciones militaristas existentes en todos los ejércitos, pero que fueron exacerbados para su
utilización por estados cuya conexión con el fascismo es más o menos estrecha. Serían los casos del
ejército alemán, el japonés y los llamados militares africanistas españoles.33
Nacionalismo de vencidos
Monumento a los Caídos en Como, proyectado por Giuseppe Terragni a partir de un boceto
de Sant'Elia e inaugurado en 1933
Se suele indicar que una característica de los países donde triunfaron los movimientos fascistas fue
la reacción de humillación nacional por la derrota 34 en la Primera Guerra Mundial (se ha utilizado la
expresión nacionalismo de vencidos),35 que impulsaba a buscar chivos expiatorios a quienes culpar
(caso de Alemania), o la frustración de las expectativas no cumplidas (caso de Italia, victoriosa
aunque defraudada por el incumplimiento del tratado de Londres).36
En ambos casos, el resentimiento se manifestaba, en el plano internacional, en contra de los más
claros vencedores (como Reino Unido, Francia o Estados Unidos); mientras que en el plano interno
se volcaba contra el movimiento obrero (sindicalistas, anarquistas, comunistas, socialistas) o el
peligro real o imaginado de una revolución comunista o incluso una conspiración Judeo-Masónico-
Comunista-Internacional, o cualquier otra fantasmagórica sinarquía oculta en cuya composición
incluyera a cualquier organización que los fascistas juzgasen transnacional y opuesta a los intereses
del Estado, como el capitalismo, la banca, la bolsa, la Sociedad de Naciones, el movimiento
pacifista o la prensa. Sobre todo en el caso alemán, se insistía en la convicción de pertenecer a un
pueblo o raza superior cuya postración actual se debe a una traición que le ha humillado y
sometido a una condición injusta; y que tiene derecho a la expansión en su propio espacio
vital (Lebensraum), a costa de los inferiores.
Componente social
Gráfico explicando las Leyes de Núremberg del 15 de septiembre de 1935 y la regulación respectiva
del 14 de noviembre de ese mismo año, con los criterios de «limpieza de sangre».
El fascismo tuvo una base racial en Alemania, aunque no en Italia (al menos inicialmente, hasta
1938); los nazis construyeron una amalgama ideológica de gran eficacia movilizadora a partir de
fuentes mitológicas y literarias y supersticiones de carácter romántico, así como de los textos
clásicos dedicados a consagrar la desigualdad de las razas y de publicaciones y panfletos de carácter
ocultista; destacando dos elementos: el mito de la raza aria superior de origen nórdico (que mezcla
la hipótesis filológica de la existencia de un pueblo indoeuropeo original con la
pseudocientífica teoría nórdica, sustentada por algunos autores como Houston Stewart
Chamberlain) y el antisemitismo (que se había reavivado desde la divulgación de los Protocolos de
los Sabios de Sion, falsificados para la justificación de los pogromos de la Rusia zarista). El
antisemitismo estaba presente en muchos países de Europa central y oriental desde la Edad Media,
y fue uno de los elementos que se utilizaron en los mismos para el surgimiento endógeno de
movimientos fascistas. A ello se sumó la ocupación nazi y los gobiernos colaboracionistas
impuestos, que explotaron a conciencia ese sentimiento para su propia conveniencia. El resultado
fue que en muchas ocasiones los verdugos de las SS eran superados en crueldad por soldados de
países aliados, a los que tenían que contener (por ejemplo en Rumanía), o se producían
matanzas espontáneas de judíos a cargo de la población local, como la llamada matanza de
Jedwabne en Polonia.66
El racismo entendido en su expresión puramente biológica, es decir, la intelectualización de la
supremacía racial, no está presente en todos los movimientos fascistas, además de estar presente
en otros contextos cuya relación con el fascismo es más controvertida, como el supremacismo
blanco en Estados Unidos o el apartheid en Sudáfrica. Lo que sí aparece como una constante del
fascismo, y para muchos autores lo caracteriza de racismo, 67 es la concepción de la etnia como
elemento identitario. Esa identidad étnica puede expresarse de otras formas, como las que
atienden al origen geográfico (caso de la xenofobia de los movimientos neofascistas o neonazis que
se oponen a la inmigración en muchos países europeos desde finales del siglo XX), la religión
(fundamental para el fascismo francés, belga, croata o español, y más adelante en el conflicto de
Irlanda del Norte o los casos de limpieza étnica que se han dado en las Guerras yugoslavas) o el
idioma.
Miedo a la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente
fascista, es contra los intrusos. El Fascismo es, pues, racista por definición.
Umberto Eco68
En Italia se dio a partir de 1924 un fuerte proceso que se denominó italianización fascista que
pretendía homogeneizar toda diferencia idiomática y cultural, acabando con cualquier minoría por
asimilación o absorción (en vez de por exterminio como ocurrió en el Holocausto nazi).
En el caso español existió una expresión ideológica hispanista —que no debe confundirse con
el hispanismo de los estudiosos extranjeros de la lengua y cultura española—, que en algunas
ocasiones se ha definido como panhispanismo, y que no puede definirse como un racismo sensu
stricto, aunque sí una hipervaloración de las características étnicas, religiosas, culturales e
idiomáticas identificadas con lo español, sobre todo en relación con su expansión por América. Fue
mantenida particularmente por las élites sociales de varios países hispanoamericanos,
destacadamente en Argentina, y se expresó en el concepto de Hispanidad (vocablo en desuso a
principios del siglo XX pero recuperado por el sacerdote vasco emigrado a Argentina Zacarías de
Vizcarra —La Hispanidad y su verbo, 1926— y divulgado por Ramiro de Maeztu —Defensa de la
Hispanidad, 1934—). Se llegó a instituir el 12 de octubre como fiesta del Día de la Hispanidad, que
ya venía celebrándose con el inequívoco nombre de Día de la Raza desde 1915 (a iniciativa
de Faustino Rodríguez-San Pedro) y que se extendió por Hispanoamérica. Las ideas o más bien
tópicos de Raza, Hispanidad e Imperio eran indistinguibles en la retórica de la Falange Española que
heredó el franquismo, y el propio Franco escribió el guion de la película Raza (1941), cuyos
elementos ideológicos más incómodos —por su evidente identificación con los fascismos
derrotados en 1945— se autocensuraron en posteriores montajes. Otro elemento fue aun más
étnicamente excluyente: el de antiespaña,69 que definía como antiespañol a todos los elementos
que se consideraban nocivos y que degeneraban la raza (rojos, masones y separatistas). Hubo
incluso un programa pseudocientífico, a cargo del coronel-psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera, que
pretendía identificar y suprimir el gen rojo, con participación de miembros de la Gestapo en el
bando sublevado durante la Guerra Civil.70 El nuevo clima intelectual y político posterior a la derrota
del Eje hizo abandonar discretamente estas posturas, por otras que insistían en la retórica de la
misión evangelizadora y el mestizaje como rasgos de «lo español».
Totalitarismo, estatización y liderazgo
EUR (Q.XXXII o barrio 32 de Roma), diseñado para acoger la Exposición Universal de Roma prevista
para 1942 cuyas siglas lleva. No llegó a celebrarse por causa de la guerra, pero el EUR sigue
acogiendo numerosos edificios de un estilo que puede identificarse como racionalismo italiano, y
restos de iconografía e inscripciones fascistas, entre las que destaca el Palazzo della civiltà del
Lavoro, conocido como Colosseo quadrato ('Coliseo cuadrado'), construido entre 1938 y 1942.71
El fascismo es un movimiento totalitario en la medida en que aspira a intervenir en la totalidad de
los aspectos de la vida del individuo. Hannah Arendt entendía que la masificación de la sociedad
contemporánea llevaba al individuo a la soledad, el terreno propio del terror, la esencia del
gobierno totalitario.72 El fascismo se legitima afirmando la dependencia del individuo respecto al
Estado, liberándole de esa manera de su miedo a la libertad (expresión de Erich Fromm).73 Su
individualidad no tiene sentido, porque la realización de una persona solo se entiende dentro de los
vínculos sociales de los que el Estado es la culminación. Cualquier forma de acción individual o
colectiva ajena a los fines del Estado es rechazada. No existen derechos individuales ni colectivos.74
Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.
Mussolini75
El encuadramiento social se efectúa con todos los medios de la propaganda, con adopción de
uniformes y lenguaje militar y uso masivo de los símbolos y lemas patrióticos y adoctrinantes. Las
grandes concentraciones y movilizaciones colectivas de todo tipo buscan formar la conciencia
unitaria, llegando a extremos curiosos (como el día de comer patatas que se instauró en Alemania).
[cita requerida]
El fascismo desdeña las instituciones del Estado republicano y sustituye el voto como expresión de
la voluntad popular por las expresiones masivas de apoyo al líder. La identificación de pueblo y
estado se hace en un todo orgánico, el de un organismo cuasi-biológico y autónomo cuyos
miembros han de responder a las órdenes de la mente directora. Esta identificación también está
presente en la ideología del integralismo, iniciada en Portugal y desarrollada en Brasil. El adjetivo
orgánico se utilizará profusamente en las últimas etapas del franquismo (definido como
una democracia orgánica). Hitler utilizaba el plebiscito como arma en las relaciones internacionales:
sus grandes decisiones son apoyadas por plebiscitos de apoyo masivo utilizados como amenaza: el
líder fascista se presenta como portavoz de la nación unificada que habla con una sola voz. Esto
refuerza otro de sus elementos principales: el «liderazgo carismático». El líder es casi divino y su
liderazgo no es racional: Führer, Duce, Poglavnic, Caudillo, etc. Mussolini opuso a los principios de
la Revolución francesa de «libertad, igualdad y fraternidad» la consigna: «creer, obedecer y
combatir».
Imperialismo, militarismo y violencia
Pío XI y el entonces cardenal Pacelli (futuro Pío XII) inauguran Radio Vaticano en 1931.
Es muy controvertido el papel de la Iglesia católica al respecto. La intervención de los católicos en
política había dado origen a partidos confesionales católicos como el Zentrum (Partido del Centro o
Centro Católico de Heinrich Brüning en Alemania, con especial presencia en Baviera, donde tuvo
una escisión, el Bayerische VolksPartei (Partido Popular de Baviera), y el Partito Popolare
Italiano (Partido Popular Italiano de Don Sturzo y Alcide De Gasperi); ambos reprimidos por nazis y
fascistas respectivamente. En Italia, el Vaticano promovió la sustitución de la militancia en el
prohibido Partito Popolare por la de Acción Católica, cuya finalidad política era más discreta. Más
adelante, el deseo de Mussolini de prohibir esta fue frustrado por la encíclica papal Non abbiamo
bisogno (No tenemos necesidad).96
El mismo papa, Pío XI, que había condenado el agnosticismo de Maurras (1926), e incluso
excomulgado a los miembros de Action Française (1927), tuvo no obstante una relación pública con
Mussolini que podía verse como ambigua. Los Pactos de Letrán, la calificación de hombre enviado a
nosotros por la Providencia o la petición de voto a los fascistas en las elecciones de 1929 pueden
considerarse como iniciativas de buena voluntad con el régimen de Mussolini, llegando a una
relación más estrecha tras el acuerdo sobre Acción Católica de 1931 o la concesión de la Orden de
la Espuela de Oro al dictador el año siguiente.97 Sin embargo, también hubo enfrentamientos a
causa de la amenaza de prohibición de Acción Católica y la Juventud Católica, que llevaron a la
redacción en 1931 de la encíclica Non abbiamo bisogno donde se condenaba la adoración del
estado y la inculcación de ideas de odio, violencia e irreverencia. 96 Se ha encontrado también un
apunte suyo en un diario secreto describiendo su oposición íntima a nazismo y fascismo.98
Pío XII siempre se ha visto como un personaje más tibio, menos expansivo y más contemporizador.
Especialmente sus relaciones con Alemania (que conocía bien por haber sido allí nuncio apostólico)
se han llegado a calificar de complicidad, especialmente por no condenar de modo claro en un
primer momento el régimen nazi. No obstante, la encíclica Mit brennender Sorge99 (Con viva
preocupación, de 14 de marzo de 1937), que redactó para Pío XI siendo aún solamente el cardenal
Pacelli, y que se leyó en las 11 000 iglesias católicas alemanas, contiene una alusión velada al
régimen nazi, denunciando las violaciones del Concordato Imperial. Las posturas ideológicas del
nazismo respecto al estado y la raza son equiparados con la idolatría:
Quien (…) identifica a Dios con el universo, materializando a Dios en el mundo o deificando al
mundo en Dios, no pertenece a los verdaderos creyentes. (…)
Ni tampoco lo es quien, siguiendo una pretendida concepción precristiana del antiguo germanismo,
pone en lugar del Dios personal el hado sombrío e impersonal (…).
Si la raza o el pueblo, si el Estado o una forma determinada del mismo, (…) elevándolos a suprema
norma de todo, aun de los valores religiosos, y, divinizándolos con culto idolátrico, pervierte y
falsifica el orden creado e impuesto por Dios, está lejos de la verdadera fe y de una concepción de
la vida conforme a esta.
La lectura de la encíclica en la pascua de 1937 causó una gran impresión en Alemania, donde el
régimen nazi intentó censurarla en la prensa, requisó las copias de las diócesis y cerró las
publicaciones diocesanas y cuantos medios publicaron la encíclica. 100 Como venganza, la represión
contra la Iglesia aumentó, con campañas de desprestigio y detenciones mediáticas de monjes
acusados de homosexualidad y corrupción.100101
La identificación de la Iglesia católica española, que había sido sometida a una
violentísima persecución religiosa, y el régimen franquista fue explícita (Carta colectiva de los
obispos españoles, Concordato español de 1953), llegándose a acuñar el
término nacionalcatolicismo para definir uno de sus rasgos ideológicos y una de las
principales familias del régimen. También se levantó la excomunión a Action Française (1939).
Entretanto, importantes intelectuales franceses católicos anteriormente cercanos a ese
movimiento, como Georges Bernanos y Jacques Maritain, se habían distanciado de él y pasaron a
oponerse al fascismo.
La postura del Vaticano en la Segunda Guerra Mundial comenzó por una débil condena de la
invasión de Polonia (país fuertemente católico) que los aliados consideraron demasiado cautelosa.
El mantenimiento de una postura neutral y los intentos de mediación fueron interpretados como
un apoyo oculto a Alemania, al marginar en ellos a Estados Unidos y la Unión Soviética. 102 De hecho,
desde el Vaticano se atribuye a la propaganda soviética el mantenimiento de esta acusación. 103
También ha causado algunos problemas con las relaciones entre el Vaticano y el estado de Israel. 104
Tras la derrota de las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial, muchos criminales de guerra
huyeron a Suiza y a Argentina con la ayuda de religiosos católicos (algunos con pasaportes del
Vaticano y disfrazados de sacerdotes).105 Como también la iglesia católica ayudó a judíos, y personas
de todas las nacionalidades recibieron salvoconductos, se especula con que el Vaticano tuviese
algún conocimiento respecto a la situación de las minorías religiosas y étnicas dentro de Alemania e
Italia antes del final de la guerra, a diferencia de otros gobiernos aliados. Tal situación se ha
considerado en algunos casos como ejemplo de una actitud de la Iglesia comprometida con los
perseguidos; en otros casos se ha criticado que, teniendo noticia de las atrocidades que se
cometían, no condenase expresamente los regímenes nazi y fascista durante la guerra. También se
ha investigado la relación de monasterios y otras instituciones católicas con el trabajo esclavo al
que se sometió a distintos colectivos.106
En 1998 el papa Juan Pablo II realizó una autocrítica de la postura del Vaticano ante el Holocausto,
pidiendo perdón; aunque defendió a Pío XII, cuyo proceso de beatificación inició al mismo
tiempo.107108
Iglesias protestantes
La actitud de los cristianos bajo el nacionalsocialismo, tanto los católicos como los protestantes, fue
particularmente delicada. Entre los pastores luteranos hubo muchas adhesiones —3000 de entre
17 000— a los pronazis Deutsche Christen (Cristianos Alemanes, 1932) y la Deutsche Evangelische
Kirche (Iglesia Evangélica Alemana, 1933) dirigida por el obispo Ludwig Müller; y otros muchos
practicaron un distanciamiento prudente. Se intentaba conseguir una positives
Christentum (cristiandad positiva) que purgase el Cristianismo de influencias judías. Se promulgó la
aplicación a los clérigos y sus esposas de la legislación de pureza racial aria.
Otros mantuvieron una postura crítica (Dietrich Bonhoeffer fue encarcelado por su oposición y más
tarde ejecutado por considerarle relacionado con el atentado contra Hitler de 1944), especialmente
el movimiento conocido como la bekennende Kirche (Iglesia comprometida), que en 1934 organizó
un sínodo con las principales iglesias protestantes del que salió la Declaración de Barmen,
documento donde rechazaba la subordinación de las iglesias al estado y su doctrina. 109 Es famosa la
respuesta de uno de sus miembros, Martin Niemöller, a la pregunta de cómo pudieron consentir la
ascensión del nazismo:
Primero vinieron por los comunistas, pero como yo no era comunista no levanté la voz. Luego
vinieron por los socialistas y los sindicalistas, pero como yo no era ninguna de las dos cosas,
tampoco alcé la voz. Después vinieron por los judíos, y como yo no soy judío, tampoco levanté la
voz. Y cuando vinieron por mí, ya no quedaba nadie que alzara la voz para defenderme.1
Nazismo
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Adolf Hitler, canciller de Alemania, y Ernst Röhm, cofundador y comandante de las SA, realizando
el saludo fascista (1933).
El nacionalsocialismo (en alemán: Nationalsozialismus), comúnmente acortado a nazismo, fue la
ideología de extrema derecha12 del régimen que gobernó Alemania de 1933 a 1945 con la llegada al
poder del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler (NSDAP). Hitler instituyó
una dictadura, el autoproclamado Tercer Reich. El Reich anexionó Austria a partir del Anschluss, así
como la zona de los Sudetes, Memel y Dánzig. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis
ocuparon tierras en Polonia, Francia, Checoslovaquia, Hungría, los Países
Bajos, Dinamarca y Noruega. La Alemania de este periodo se conoce como la «Alemania nazi».
El nazismo es una forma de fascismo que demostró un rechazo ideológico hacia el marxismo,
la democracia liberal y el sistema parlamentario. También, incorporó un ferviente antisemitismo,
el racismo científico y la eugenesia en su credo. Su nacionalismo extremo provino
del pangermanismo y del movimiento Völkisch prominente en el nacionalismo alemán de la época,
y fue fuertemente influenciado por los grupos paramilitares anticomunistas Freikorps que surgieron
después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, de la cual surgió «el culto a la
violencia» que estaba «en el corazón del movimiento».3
Es una ideología gestada en la década de los años 1920, pero que no alcanzará importancia hasta
los años 30, momento en que las duras condiciones de paz impuestas en el Tratado de
Versalles (1919) se juntan con la grave crisis mundial del Jueves Negro en 1929 (véase Gran
Depresión). En Alemania la situación es más acuciante aún, ya que a los devastadores efectos
económicos se sumaba la obligación de pagar el tributo de la derrota en la Primera Guerra Mundial,
y el descontento popular ante la injusta situación que hacía que las calles se llenaran de
manifestaciones extremistas de toda índole, tanto de izquierda como de derecha. 4
Esta situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, ya que
las dictaduras que surgieron demostraron ser capaces de controlar y resolver las crisis más
efectivamente que las democracias.nota 1 Tanto la Italia de Benito Mussolini —quien fue elogiado por
«hacer que los trenes llegaran a tiempo», es decir, por poner fin a las huelgas y caos económico que
había dominado a ese país— como el Imperio del Japón, países en los que se impusieron
«gobiernos fuertes», no solo resolvieron la crisis a mediados de los 30 sino que fueron percibidas
como restaurando el orden social aún con anterioridad a esa solución a problemas económicos.nota 2
A esa crisis político-económica hay que agregar una crisis ideológica, aún anterior, que se extiende
desde 1890 a 1930 y que ha sido caracterizada como una «revolución contra el positivismo».5 Tanto
los valores como las aproximaciones a la sociedad y la política que formaban la base de
la civilización occidental fueron percibidas como superadas reliquias del racionalismo proveniente
de la Ilustración. Específicamente, tanto el fascismo como los desarrollos intelectuales que lo
antecedieron buscaron transcender lo que se percibía como la decadencia del Occidente 6 (véase,
por ejemplo, La decadencia de Occidente).
Consecuentemente, el Zeitgeist de esa época puede ser descrito como una amalgama o mezcla de
ideas caracterizado por un rechazo al racionalismo, proceso que es generalmente percibido como
iniciándose con Friedrich Nietzsche, junto a tentativas de incorporar «explicaciones científicas» a
preconcepciones o incluso prejuicios explicativos del mundo, por ejemplo, un racismo latente, que
dieron origen a propuestas tales como las de la eugenesia, y en lo político, bajo la influencia de
pensadores tales como Georges Sorel, Vilfredo Pareto,7nota 3 Martin Heidegger (supuestamente),nota
4
Gaetano Mosca, y, especialmente, Robert Michels; a percepciones político elitistas basadas en un
culto del héroe y la fuerza que culminan en una versión del darwinismo social.8 Percepciones que
adquieren connotaciones más extremas en su divulgación y vulgarización.5
Como influencia importante en el desarrollo de ese Zeitgeist se puede mencionar la obra de Arthur
de Gobineau, que propuso que en cada nación hay una diferencia racial entre los comunes y las
clases dirigentes. Estos últimos serían todos miembros de la raza aria, quienes son no solo
la raza dominante sino también la creativa.9 Posteriormente, Houston Stewart
Chamberlain identifica «los arios» con los teutones; en adición a tratar de demostrar que todos los
grandes personajes de la historia —incluidos Jesucristo, Julio César o Voltaire, entre otros— fueron
realmente arios, agrega:
Los teutones son el alma de nuestra civilización. La importancia de cualquier nación, en la medida
que es un poder actual, está en relación directa a la genuina sangre teutona presente en su
población
H. S. Chamberlain (1899). Foundations of the Nineteenth Century.
Múltiples autores también resaltan el papel que tuvo la teoría evolucionista, y el darwinismo
social incorporados a la ideología nazi, como factores que propiciaron la posterior generación
de racismo, la creación del nacionalismo, la propagación de la política neoimperialista y parte
diversos pilares ideológicos del nazismo basados en la aplicación política de la idea de la
«supremacía del más fuerte».10111213141516
También de importancia fueron percepciones que se pueden ver ejemplificadas en la obra de, por
ejemplo, Benjamin Kidd, quien propuso:
Nuestra civilización ha sido dada a luz como resultado de un proceso de fuerza sin paralelos en la
historia de la raza. Por épocas incontables el combativo macho europeo se ha desbordado a través
de Europa en sucesivas olas de avance y conquista, venciendo, exterminando, aplastando,
dominando, tomando posesión. Los más aptos, que han sobrevivido esas sucesivas olas de
conquista, son los más aptos por el derecho de la fuerza y en virtud de un proceso de selección
militar, probablemente el más largo en la historia, el más duro, probablemente el más elevante al
que la raza ha sido sometida.
Benjamin Kidd (1919). The Science of Power, pp. 4-5.
Para Kidd, el combativo hombre europeo es un pagano que rinde homenaje pero no entiende ni
acepta en su corazón la validez de «una religión que es la total negación de la fuerza». Ese hombre
europeo ha introducido el «espíritu de la guerra» en «todas las instituciones que ha creado» y «la
creencia que la fuerza es el principio último del mundo». Ese «hombre de la civilización occidental
ha llegado a ser por la fuerza de las circunstancias el supremo animal de combate de la creación. La
Historia y la Selección Natural lo han hecho lo que es», 17 «por la fuerza ha conquistado el mundo y
por la fuerza lo controla». 17 Otras visiones de influencia en esa percepción son las de Oswald
Spengler, para quien Mussolini era el parangón del nuevo César, que se levantará del Occidente en
ruinas para reinar en la «era de la civilización avanzada», por analogía a los césares de la
Antigüedad.
En Alemania, específicamente esa rebelión contra el racionalismo dio origen, entre otras cosas, a
una variedad de asociaciones que promovían un retorno a visiones romantizadas del pasado
alemán (véase Völkisch), en lo cual Richard Wagner tuvo alguna influencianota 5 y una
sociedad ocultista y semisecreta, la Sociedad Thule —basada en la ariosofía y primeros en usar
la esvástica en el contexto de la época— que patrocinó el Partido Obrero Alemán (DAP), más tarde
transformado por Hitler en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.18
A lo anterior se ha sugerido que hay que agregar factores específicamente alemanes. A pesar de
que Maurice Duverger considera tales consideraciones poco convincentes a fin de explicar el
desarrollo del nazismo,19 se ha afirmado que no se puede explicar el nazismo sin considerar su
origen20 y que entre los factores que explican ese origen se debe mencionar una tradición
cultural (volkgeist)21 —que se remonta a personajes tales Lorenz von Stein y Bismarck (véase Estado
social)— en la cual el Estado adquiría poderes dictatoriales, demandando orden, disciplina y control
social estricto a fin de garantizar crecimiento y el bienestar económico de la población.22
Esa tradición se transforma, bajo la influencia de personajes tales como Ernst Forsthoff,
jurista conservador de gran influencia, quien, a partir del periodo de la República de Weimar,
postula que los individuos están subordinados ya sea al «Estado absoluto» o al Volk, bajo la
dirección de un líder o Führer.23
El nazismo transforma, sin mucha dificultad, ese culto a la fuerza del más fuerte que es el ario en
un antisemitismo puro y simple, utilizando la preexistente leyenda de una conspiración judía para
hacerse con el control mundial (véase Nuevo Orden Mundial (conspiración) y Los protocolos de los
sabios de Sion) para explicar la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial: el ejército de ese
país fue traicionado y «apuñalado en la espalda» (véase Leyenda de la puñalada por la espalda)24
por los bolcheviques y judíos. Esa «traición» se extiende al gobierno socialdemócrata de la
República de Weimar que permite ahora que esos mismos judíos y otros financieros se beneficien
de la inflación, y otros problemas que afectan a los alemanes 25 (véase Hiperinflación en la República
de Weimar). Aduciendo además que muchos de los principales líderes comunistas son también
judíos, asimilan ambos conceptos en una gran «conspiración judeo-marxista».26
El nazismo se concreta como una ideología totalitaria de índole fascista en la medida en que se
caracteriza por dar una importancia central y absoluta al Estado —a partir del cual se debe
organizar toda actividad nacional27 (véase Gleichschaltung)— representado o encarnado y bajo la
dirección o liderazgo de un caudillo supremo, en este caso Hitler, y por proponer un racismo,
nacionalismo e imperialismo visceral que debe llevar a conquistar los pueblos que se consideren
inferiores (véase Lebensraum). A partir de 1926, Hitler centralizó incrementalmente la capacidad de
decisiones en el partido. Los dirigentes locales y regionales y otros cargos no eran electos, sino
nombrados, de acuerdo al Führerprinzip (‘principio de autoridad’) directamente por Hitler, y a él
respondían, demandando, a su vez, obediencia absoluta de sus subordinados. El poder y autoridad
emanaba del líder, no de la base
Término
La vigésimo segunda edición del Diccionario de la lengua española define nazismo como el
«movimiento político y social del Tercer Reich alemán, de
carácter pangermanista, fascista y antisemita».31 Etimológicamente, el término nazi proviene de
dos sílabas del término Nationalsozialismus, como ideología implementada por el partido
(Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei).32 Los miembros del partido se identificaban a sí
mismos generalmente como nacionalsocialistas y solo raramente como nazis. Dicho término fue
popularizado por el periodista Konrad Heiden, quien lo usaba de manera burlesca en sus escritos.33
El origen y uso de nazi es similar al de sozi, palabra del lenguaje diario para designar a los miembros
del Partido Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische Partei Deutschlands),34 y otros
términos que en alemán coloquial se suelen acortar terminando con una /i/ final. A partir de 1933,
cuando Hitler asumió poder en el gobierno alemán, el uso del término iba disminuyendo en
Alemania, aunque en Austria, al menos hasta el Anschluss, sus oponentes lo continuaron usando
con una connotación despectiva.34 A partir de eso, el término ha adquirido una connotación
crecientemente peyorativa.35
Algunos autores usan el término nacionalsocialista en el contexto político y el término nazi en el
contexto ideológico, y sobre todo racista. 36 Otras fuentes, sin embargo, consideran ambos términos
como sinónimos sin ninguna diferencia más allá que el uso habitual y más común del término
acortado.37
Nazismo y Hitler
Se ha sugerido que Adolf Hitler «es uno de esos pocos individuos de los cuales se puede decir con
absoluta certeza que: sin él, el curso de la historia habría sido diferente», 38 o, que sin él, las cosas
habrían sido muy diferentes.39
Hay poca duda que Hitler poseía un carisma y capacidad de oratoria, pero también una ambición
excepcional. Alguien que -con una falta de escrúpulos absoluta- estaba dispuesto a sacrificar lo que
fuera o considerara necesario en aras de sus objetivos. Pero tampoco hay duda que tanto los
objetivos como los medios eran avalados por el Zeitgeist, y que Hitler encapsuló -voluntaria o
accidentalmente- lo peor de ese espíritu de su época. 40 Si bien es posiblemente correcto que sin
Hitler el nazismo no habría sido lo que fue, no es menos cierto que sin ese zeitgeist Hitler no habría
sido lo que fue.
Copia (falsificada) del Carnet de Afiliación al Partido Obrero de Hitler. El número real de su
membresía era el 550 (55, el 500 era agregado para dar la impresión de un grupo más grande) pero
con posterioridad el número de Hitler fue reducido para dar la impresión que Hitler fue uno de los
fundadores del "partido".47
Hitler llegó a ser el protegido de Dietrich Eckart, otro de los fundadores y miembro de la Sociedad
Thule, quien —junto con el resto de esa sociedad— creían en la llegada inminente de un "Mesías
alemán".48 Eckart -con ambiciones de poeta- había escrito acerca del "El Sin nombre", "El que todos
sienten pero ninguno ha visto" y en Hitler creyó encontrarlo, 49 lo que se vio reforzado por su éxito
como orador, pero el resto de los directores "del partido" lo encontraban prepotente y egoísta.
Hitler reaccionó -julio de 1921- ofreciendo dimitir o ser nombrado jefe del partido (reemplazando a
Drexler) con poderes ilimitados. El asunto fue finalmente puesto a una reunión general. La
propuesta de Hitler fue aprobada por 543 votos a favor y uno en contra. En la reunión siguiente (29
de julio de 1921) del recientemente renombrado Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, Hitler
fue introducido -por primera vez- como Führer.
Esa posición fue conveniente para Hitler y su personalidad o estilo, librándolo de la obligación de
tener que seguir cualquier programa o compromiso que no fuera conveniente en el momento,
incluyendo las propuestas por él mismo. Pero de nuevo, no vemos la acción de un genio político,
sino el resultado de, por un lado, el de la ilusión de personajes tales como Eckart y, por el otro, de la
propuesta de sectores conservadores y nacionalista -tales como la de Forsthoff - que fueron
utilizadas para producir una situación tal que le permiten proclamar: "Yo soy el partido". 50
Así, los principales ideólogos del partido cuando este llega al poder - Walter Darré, Dietrich
Eckart, Hans Frank, Rudolf Hess, Heinrich Himmler, Robert Ley, Julius Streicher, Alfred Rosenberg,
etc- muestran, entre los elementos que los caracterizan, una fe ciega en un líder, Hitler, quien es
concebido como encarnando todas las calidades y Voluntad de poder o vida de "la nación" y -como
tal, el único que puede determinar qué es y qué no es correcto, aceptable o incluso ético. En las
palabras de un jerarca nazi: "Si el pueblo tiene confianza, y si la verdadera dirección popular esta
presente, el Führer será capaz de hacer lo que desee con la nación... la gente le obedecerá
ciegamente y ciegamente lo seguirán. El Führer siempre tiene la razón. Cada uno y hasta el último
ciudadano debe decirlo (...) Sí, Uds. que nos llamaban sin dios, hemos encontrado nuestra fe en
Adolf Hitler y a través de él hemos encontrado a Dios una vez más. Esa es la grandeza de nuestro
día. Y esa es nuestra buena fortuna"51
Sesión del Reichstag nazi presidida por Hermann Göring y con los diputados haciendo el saludo
fascista al Führer Adolf Hitler (julio de 1940).
El proceso empezó a culminar en la noche de los cuchillos largos (entre el 30 de junio y el 2 de julio
de 1934) cuando los últimos elementos que osaban dudar de la infalibilidad de Hitler -aun
implícitamente- fueron eliminados políticamente o asesinados, incluyendo Kurt von Schleicher -a
quien Hitler había reemplazado como canciller- y asociados de von Papen -quien fue arrestado.
También fueron asesinados antiguos camaradas de Hitler, como Gregor Strasser; Gustav Ritter von
Kahr y Ernst Röhm (este último bajo sospecha de deslealtad y, en todo caso, ya no conveniente
para un Hitler en el poder).
Horas tras la muerte del presidente Hindenburg (2 de agosto de 1934), Hitler publicó una ley
(fechada el 1.º de agosto) que establece: `La posición de Presidente del Reich será combinada con
la del Canciller. La autoridad del presidente será por lo tanto transferida al presente canciller y
Führer, Adolf Hitler. Él seleccionará su diputado. Esta ley es efectiva a partir de la muerte del
Presidente von Hindenburg".71 Comenzaba así el Tercer Reich, que la propaganda afirmaba duraría
mil años.
A continuación se anunció que tendría lugar un plebiscito, para dar la oportunidad al pueblo
alemán de expresar su aprobación. Este tomó lugar el 19 de agosto del mismo año, y Hitler obtuvo
un 90% de aprobación -38 millones de votos-. Al día siguiente se introdujeron a través del Reich
juramentos obligatorios de lealtad personal no al estado o Alemania sino a Hitler, especialmente en
las escuelas, fábricas, servicio público y ejército. Así, la voluntad del Führer se transformaba en la
ley. La aplicación de este principio, que a partir de 1938 incluía a Austria, resultó en formas
totalitarias de control y represión, ya que cualquier oposición a los designios del Führer era, por
definición, antinacional.
Judíos forzados a limpiar la calle- Austria - marzo de 1938
El programa original del partido nazi72 –que existía desde su creación como Partido Obrero Alemán–
fue mantenido en principio, pero en realidad la percepción era que "Hitler es el partido", lo que
creó una situación más bien confusa en la práctica 73 (ver especialmente Economía política de los
nazis, más abajo). Ese programa incluía: Abolición del Tratado de Versalles. Unificación en un
territorio y bajo un gobierno común a todos los alemanes con tierras y territorios (colonias)
suficientes como para mantener a los ciudadanos (La Gran Alemania). Solo los miembros de "la
raza" pueden ser ciudadanos. Expulsar de los territorios alemanes a todos lo no alemanes que
hayan llegado desde 1914 y mantención del resto solo con permiso del gobierno y como
huéspedes. Obligación del Estado de proveer la oportunidad de buena vida para todos los
ciudadanos. Obligación de los ciudadanos de trabajar física y espiritualmente. Abolición de ingresos
que no sean del trabajo. Establecimiento y defensa de un "cristianismo positivo",74 gobierno en
beneficio del interés nacional sobre el particular, imponer el orden, etc.
"Origen de los repobladores" - Mapa mostrando planeado traslado de población polaca a ser
esclavizada.
El régimen que se implantó ejerció un fuerte control sobre cada aspecto de la sociedad, mostrando
especial interés en la educación de la juventud alemana. Desde la infancia, se enseña a los niños a
ser duros y a sufrir la lucha por ser el más fuerte, seleccionando poco a poco a unos escogidos que
irán conformando una nueva élite de guerreros sagrados (la SS) a modo de una
nueva Esparta naciente y victoriosa. La ciencia tampoco escapa a la influencia de partido que la
utiliza para justificar sus ideas o para buscar nuevas armas para la guerra que se venía preparando.
En relación con la Europa "no-occidental" o región en la cual "la raza" podría expandirse, existen
documentos que sugieren la intención era establecer formas de gobierno subservientes al alemán y
basadas sobre un sistema de castas, de acuerdo a las cuales la función de la población (trabajador
(esclavo/campesino/obrero) -supervisor y amo (sacerdote-guerrero) se establecería de acuerdo a
su “raza”, bajo la dirección de las Schutzstaffel, o SS. (ver Generalplan Ost):
los eslavos, polacos, rusos, etc, serían exterminados en su mayoría, y quienes sobrevivieran serían
trasladados "al este" donde, tratados como esclavos (negándoseles toda educación, tratamientos
médicos, etc) finalmente se extinguirían. Dado que no había suficientes "arios", miembros de razas
"intermedias" ( letones, estonios, checos, ucranianos, etc) continuarían existiendo como
campesinos y mano de obra con algunas garantías, bajo control de amos y supervisores alemanes,
especialmente miembros de las SS, que recibirían tierras y esclavos en relación con sus "méritos".
En el caso de gitanos y judíos esos planes de largo plazo con "razas inferiores" fueron puestos en
ejecución incluso durante la guerra misma, en el llamado programa de Solución Final.
Persecución y represión
Programa Nacionalsocialista
Esta sección es un extracto de Programa Nacionalsocialista.[editar]
Desfile de Fuerzas del Servicio del Trabajo - durante uno de los Congresos de Núremberg-
Septiembre de 1937- en estadio construido para el propósito
A partir de 1933 se implementó el llamado "Programa de Reinhardt", 93 que era un ambicioso
proyecto de fomento económico a través del desarrollo de la infraestructura -con la construcción
directa por el estado de proyectos de obras públicas - tales como autopistas (ver Autopistas de
Alemania), redes de ferrocarriles, canales -tanto de riego como transporte (por ejemplo, reinicio de
la construcción del Canal Rin-Meno-Danubio, estadios, etc (ver Arquitectura de la Alemania nazi)-
combinados con incentivos (tales como reducción o eliminación de impuestos a la inversión) y la
expansión del gasto militar, etc. En 1936, el gasto estatal en asuntos militares excedía a los gastos
en asuntos civiles y llegaba al 10% del Producto Nacional Bruto, más que cualquier otra nación
europea en la época.94 A nivel de los trabajadores, el "programa" significó la eliminación de los
sindicatos independientes (reemplazados por un organismo sindical/patronal único, bajo control
nazi- ver Frente Alemán del Trabajo), aproximación que se mantuvo durante todo el gobierno nazi.
En 1934 Hjalmar Schacht fue nombrado ministro de economía, con la intención (y bajo
instrucciones secretas) de lograr el rearmamento95 y desarrollar una política que lograra
la autarquía o independencia económica de Alemania. Para lograr eso fines Schacht necesitaba
tanto re industrializar Alemania como poder comprar materias primas en el extranjero, evitando al
mismo tiempo una vuelta a la inflación, lo cual a su vez requería estabilizar la moneda alemana
(hacerla aceptable a nivel internacional) y reducción del déficit presupuestario del Estado. Schacht
propone en un Nuevo "Plan de cuatro años" 96 basados en el uso de "Billetes Mefo", una especie de
circulante pseudo monetario al estilo de "letras de cambio o títulos de crédito, teóricamente de una
empresa independiente (MEFO) pero que permitían al estado otorgar créditos a industrias sin
romper las reglas monetarias aceptada, dado que esas "letras de cambio" estaban relacionados no
con un lapso de tiempo sino con un resultado económico (por ejemplo, el valor de un
ferrocarril, usina, etc, a ser construida).97 - y en lograr que países extranjeros -especialmente en
América Latina y sureste de Europa- vendieran sus productos a Alemania pagados ya sea por medio
de un intercambio directo con productos manufacturados en Alemania o en "depósitos bancarios
en Alemania", que solo podían ser gastados en ese país, específicamente, que no podían ser
retirados en monedas extranjeras. En lo referente al proyecto autárquico, Schacht implementó el
desarrollo de productos substitutos o ersatz.98
Schacht también creó un sistema financiero que permitió al estado alemán utilizar el "dinero de
extranjeros" depositado en bancos alemanes. Ese sistema constituyó las bases del utilizado para la
administración, primero, de los fondos de judíos y, posteriormente, de los caudales en países
conquistados.99
Göring visitando cuartel de la Reichswerke
En 1935 todo lo anterior se combinó en la llamada "economía de guerra", lo que -a nivel práctico-
significó la introducción de medidas "militarizadas" de reducción del desempleo -el llamado
Reichsarbeitsdienst (o RAD: Servicio de Trabajo del Reich, introducido en julio de 1934). Esto a su
vez justificó la expansión del gasto militar bajo la excusa que eran medidas de reducción de
desempleo.
A partir de 1935-36, se desarrolló un debate entre los encargados de la política económica general.
Schacht -junto con Carl Friedrich Goerdeler, encargado de control de precios- encabezaron una
facción "pro mercado libre" que urgía a Hitler a reducir el gasto militar, abandonar el
proteccionismo implícito en el proyecto de autarquía y reducir la intervención estatal en la
economía. Esa facción fue opuesta por la encabezada por Hermann Göring, quien proponía
mantener esas posiciones.94 Finalmente la posición de Göring se impuso (lo que llevó a la renuncia
de Schacht). Göring tomó su cargo y en adición a la mantención en general de las políticas descritas,
introdujo (julio de 1937) un organismo (el Reichswerke) dedicado a la promoción y construcción de
fábricas y usinas, que finalmente llegó a ser uno de los complejos industriales más grandes del
mundo, empleando medio millón de trabajadores y con un capital de 2400 millones de marcos. 100
Varios economistas -empezando con Michal Kalecki- han descrito esas políticas económicas como
un keynesianismo militar. Si bien es correcto que Alemania Nazi fue uno de los primeros países que
-con posterioridad al abandono del patrón oro- utilizó el déficit fiscal a fin de promover crecimiento
económico, conviene recordar no solo que Keynes publicó su Teoría general de la ocupación, el
interés y el dinero solo en 1936 (después de la implementación de muchas de las políticas
delineadas más arriba) sino también las palabras de Hitler mismo respecto a carecer de una política
económica. Así, parece más correcto sugerir que las políticas económicas nazis eran eclécticas,
mostrando no solo influencia "keynesiana" sino también las de otras escuelas, por ejemplo, las
propuestas económicas de los fascistas italianos, que, a su vez, se basaban teóricamente en las
propuestas de Pareto.101 Contrastese, por ejemplo, la descripción de las políticas nazis ofrecida por
Santoro con la siguiente de las políticas de Mussolini -proveniente de Franz Borkenau: "En los
primeros años de su gobierno Mussolini ejecutó literalmente las prescripciones políticas de Pareto,
destruyendo el liberalismo pero al mismo tiempo reemplazando en general el manejo estatal de las
empresas privadas, disminuyendo los impuestos sobre la propiedad, favoreciendo el desarrollo
industrial, imponiendo un educación (basada en la aceptación ciega de dogmas...".102
Lo anterior se ha explicado de la siguiente manera: "La razón principal por esto fue la percepción
generalizada entre los nazis que la economía no era muy importante, y que, en todo caso, estaba
subordinada a los intereses del Partido o de la política del Partido. En relación con los individuos y
sus visiones, mientras que el régimen no fuera abiertamente criticado, había un margen
considerable para la discusión de economía política y teoría económica, no habiendo una línea de
partido en asuntos económicos. Segundo, en el campo de la política (económica) práctica había un
profundo nivel de pragmatismo: si las “fuerzas del mercado” podían lograr objetivos políticos, tanto
mejor".103
Con posterioridad a la segunda guerra, las políticas de la "economía de guerra" influyeron
tentativas de desarrollo de países del tercer mundo. Schacht -encontrado inocente en los juicios de
Núremberg- creó un banco -Deutsche Außenhandelsbank Schacht & Co.- y se especializó en dar
aviso económico a dirigentes de esos países, 104 especialmente aquellos en los cuales el ejército llegó
a ser el instrumento de "progreso" (por ejemplo: Egipto, Turquía, Pakistán, etc.).
Propaganda
"Cuidado que no se repita" (1920) .- " Caballero teutón" amenazado por soldado polaco
y traicionado por un socialista (gorra frigia roja).
Contrario a lo que algunos creen, la técnica básica de la propaganda no era, para Goebbels, la
mentira,108 lo cual no quiere decir que no la empleara. - "Solo la credibilidad debe determinar si lo
que la propaganda propone debe ser cierto o falso" 109 y "Si la propaganda va a ser exitosa, debe
saber lo que busca. Debe mantener clara y constantemente presente su objetivo y buscar los
medios y métodos apropiados para alcanzar ese objetivo. La propaganda, como tal, no es ni buena
ni mala. Su valor moral es determinado por el objetivo que busca". 105 Lo anterior establece una
situación más bien confusa, lo que ha llevado a algunos a sugerir que se pueden derivar cuatro
principios de la "propaganda goebbeliana": 1. No hay verdad.- 2. Toda información (real) es
irrelevante.- 3. La historia y los mensajes de los medios son solo una narrativa.- 4. La verdad es lo
que se escoge creer.110 Alternativamente, se proponen los siguientes principios: Principio de
renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal
que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. -Principio de la
verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas. -Principio de la silenciación:
Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen
el adversario. -Principio de la transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir
de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios
tradicionales. -Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como
todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.111
Goebbels establece una diferencia entre la propaganda blanca — atribuible y dedicada a promover
— y la negra, dedicada a desprestigiar y no atribuible. La mayoría de las citas de Goebbels
generalmente usadas — por ejemplo: “mentir, mentir, que algo queda” — se refieren a ese tipo de
propaganda. Una vez que un rumor —correcto o no — es generalmente aceptado, se puede usar
como “verdad” en la propaganda blanca. Un ejemplo de su tiempo es la existencia de un putativo
“problema judío”. Una vez que se hizo general la percepción que los ciudadanos alemanes de
religión judía no eran alemanes, la propaganda blanca puede presentar la "solución al problema":
Permitan que de algunos ejemplos recientes. Solo necesito bosquejar los detalles. Están muy
frescos en nuestra memoria para requerir elaboración.... El Marxismo no podría haber sido
eliminado por una decisión gubernamental. Su eliminación fue el resultado de un proceso que
comenzó con el pueblo. Pero eso solo fue posible porque nuestra propaganda le había mostrado a
la gente que el Marxismo era un peligro tanto para el Estado como para la Sociedad. La positiva
disciplina nacional de la prensa alemana nunca habría sido posible sin la eliminación completa de la
influencia de la prensa judía-liberal. Eso solo sucedió debido a nuestra propaganda de años... el
hecho que fue eliminada... no es un accidente, sino más bien dependió en las fundaciones
psicológicas que fueron establecidas por nuestra propaganda... Pudimos eliminar el peligro judío en
nuestra cultura porque la gente lo reconoció a consecuencia de nuestra propaganda.... el
prerrequisito fue y es la propaganda, que aquí también crea y mantiene la conexión con el
pueblo.105
Un ejemplo contemporáneo es el uso por ciertos sectores de la mentira que Barack Obama no es
nacido en EE. UU.112 y es musulmán.113 En la medida que el innuendo se divulga, 114 personajes tales
como Rand Paul, Glenn Beck, Sarah Palin, etc, sugieren hay falta de patriotismo de su parte y la
necesidad de defender los valores cristianos de los “padres fundadores”. 115116117 Encontramos un
ejemplo concreto de Goebbels en su respuesta a la reacción internacional a la introducción de
legislación antisemita -por ejemplo, las Leyes de Núremberg- Goebbels no busca ocultar o
minimizar tal reacción al pueblo alemán, pero la presenta como “campaña de propaganda
internacional por los judíos”. Y esa reacción “a la solución” del “problema judío” por “medios
legales” no afecta el “derecho y determinación del pueblo alemán” a solucionar sus problemas con
“su acostumbrada responsabilidad y seriedad” — “que preferirían “las democracias”... que se
dejara la solución en las manos del pueblo?” pregunta Goebbels — Y concluye: Esa campaña del
judaísmo internacional solo tendrá un resultado: hacer las cosas aún más difíciles para sus
“parientes raciales” en Alemania.-.118
De acuerdo a Goebbels, la planificación de cualquier y todo acto debe considerar sus implicaciones
propagandísticas. Y todo debe contribuir a los objetivos políticos que la propaganda determina, no
en una repetición mecánica, pero para construir una visión general. 119 Consecuentemente, la
propaganda se desarrolló en varias direcciones a través de la totalidad de la sociedad y vida pública
alemana. Se utilizó no solo a los medios de comunicación masivos — libros, periódicos y afiches que
engrandecían a Hitler como salvador y líder de la raza aria cubrieron las ciudades, prohibiéndose
cualquier expresión de duda, llegando incluso a la quemas de libros considerados "perniciosos", no
tanto como acto de censura sino de "expurgación pública". Adicionalmente se organizaron grandes
actos públicos, manifestaciones y desfiles, que glorificaban un pasado alemán mítico, místico y
heroico, junto a la grandeza de Hitler y la disciplina impecable de su ejército; se difundieron
políticas de bienestar (vacaciones, pensiones, etc.), todo sugiriendo una nación de guerreros
liberados por un héroe seleccionado e inspirado por el destino, envueltos en una lucha a muerte no
solo por su supervivencia, pero por todo lo que es justo, bello y de valor, contra las miserables razas
inferiores que, motivados por la envidia y la malevolencia, solo saben destruir.
El cine sufrió no solo la censura, sino además la manipulación. Todas las películas debían contener
algún mensaje pronazi. El propio estado se ocupó de producir películas documentales de
propaganda, utilizando todos los adelantos de la técnica y arte. La radio se convirtió en un medio
muy importante para el régimen, ya que permitía que la voz del Führer entrara en los hogares
alemanes, del mismo modo que la propaganda nazi.
La propaganda no buscaba solo fortalecer la fidelidad al régimen o el odio hacia los judíos, sino
también -en una actitud derivada de la Kulturkampf bismarckiana- difundir formas culturales
consideradas propias o saludables para la nación, identificadas con la raza aria. De esta manera, se
instaba a los jóvenes sanos a casarse, informándoles previamente de los antecedentes raciales de
su pareja, y a procrear familias numerosas. Las mujeres eran alentadas a permanecer en el hogar y
a dedicarse a la crianza de los niños.
Los jóvenes fueron un blanco importante para la propaganda nazi. Se crearon instituciones
destinadas a la socialización de niños y jóvenes, como las Juventudes Hitlerianas. En ellas los
jóvenes recibían una cuidadosa educación física y adoctrinamiento político. La Liga de Muchachas
Alemanas formaba a las niñas para sus futuras tareas en el hogar, mientras los niños aprendían
destrezas militares. No obstante lo anterior, un gran número de mujeres también formó parte de
las Hitlerjugend.
Uso de la economía como propaganda política
Para Hitler, su régimen había restablecido la "primacía de la política", a la cual debía someterse la
economía del Tercer Reich. Sin embargo, la legitimidad del régimen dependía de su habilidad en
proveer un nivel de vida aceptable a la población en general.
Así las demandas (por menores costos) de los industriales se enfrentaron con la necesidad de la
legitimación del régimen, dotando de cierto bienestar a los trabajadores. Estos objetivos
contrapuestos llevan a la adopción de medidas de incremento de productividad, provisión de
productos populares (de bajo costo) y algunas medidas de bienestar públicas. Ejemplos de estas
políticas se encuentran en las competencias nacionales de destreza en el oficio, el lanzamiento
de Volkswagen -el auto del pueblo- y el establecimiento de "centros de vacaciones populares"
('Ver Prora).
Esas medidas de “bienestar” han sido denominadas por algunos como un “estado del
bienestar nazi”, financiado a través del “botín de guerra”. El régimen nazi consideraba la propiedad
del fisco y los ciudadanos de los países conquistados como propiedad del estado alemán, lo que
permitió mantener - para los “miembros de la raza superior”- bajos niveles de impuestos y altos
niveles de consumo incluso durante la guerra misma. Por ejemplo, a pesar de que al comienzo de la
guerra Hitler estableció un impuesto de guerra -50% de todos los salarios- solo el 4% de los
alemanes lo pagó. Para mantener esa situación, el régimen recurrió a la expoliación y al robo
organizado desde el estado a nivel industrial, primero de los comunistas, gitanos y judíos alemanes,
posteriormente de los países ocupados. El 70% de los ingresos del estado alemán durante la guerra
vino de la expoliación, confiscaciones y robos en los países ocupados, algunas de cuyas empresas
llegaron a tener que pagar un impuesto del 112% de sus ganancias para un “fondo de lucha contra
el bolchevismo”.120
Cartel de 1937 de la revista mensual Neues Volk de la Oficina de Políticas Raciales del NSDAP que
pretende justificar el exterminio de las personas discapacitadas. En él se dice: "Esta persona que
padece una enfermedad hereditaria le cuesta a la comunidad nacional 60.000 Reichsmarks de por
vida. Camarada, ese es tu dinero también".
Los nazis instauran también el control reproductivo de la sociedad alemana. Es imperiosa la
necesidad de crear nuevos arios y de sacar de la circulación aquellos que presenten defectos en
nombre de la higiene racial, promoviendo la eugenesia y recurriendo a la eutanasia si hacía falta.
Así mismo, se buscó la fecundación de todas las alemanas de buena sangre por parte de la élite aria
para que poco a poco la raza perdida recupere su esplendor. El resultado de esto fue el
establecimiento de los campos Lebensborn en los cuales mujeres de origen ario eran inseminadas
con padres seleccionados para la creación de niños racialmente puros.
Página 3 de "Telegrama urgente (secreto)" ( 1:20 a. m., 10 de noviembre de 1938),. firmado por
Reinhard Heydrich, acerca de "medidas contra los judíos esta noche" e instruyendo que los “ judíos
arrestados” sean trasladados a "campos de concentración"
En noviembre, esgrimiendo como excusa el asesinato de un diplomático alemán en París a manos
de un joven judío, fueron atacados por miembros de las SS, en lo que se llamó la "noche de los
cristales rotos". El resultado fue de tal magnitud que el mismo Estado hubo de restaurar el orden
que él mismo había perturbado.
Los judíos fueron considerados globalmente responsables del ataque y obligados a reparar los
daños, a indemnizar al Estado alemán por los destrozos y a entregar el dinero recibido a compañías
de seguros. Se los excluyó de la vida económica, se les prohibió el acceso a las universidades, el uso
de transportes públicos y el frecuentar lugares públicos como teatros o jardines. Adicionalmente
ese momento marcó el comienzo de un programa organizado de internamiento de los judíos
en campos de concentración: en un telegrama de instrucciones firmada por Reinhard Heydrich —
marcado “Urgente y secreto” — en preparación a la Kristalnacht se establece (punto 5): "Tan
pronto como el curso de los eventos durante esta noche permita el uso de los oficiales de policía
asignados para este propósito, serán arrestados tantos judíos como sea posible acomodar en los
lugares de detención de cada distrito. —especialmente judíos ricos. Por el momento solo serán
arrestados judíos varones en buen estado de salud, de edad no muy avanzada. Inmediatamente
que el arresto tenga lugar, se contactara el campo de concentración adecuado para ubicar a los
judíos tan rápidamente como sea posible en esos campos....". 127 — esos campos en realidad eran
“campos de trabajo forzado” en los cuales se explotaba a los internados hasta la muerte.128
Finalmente, los judíos fueron concentrados en guetos (barrios especiales donde vivían hacinados) o
en campos. A esto seguiría la esclavización y el exterminio durante la guerra. Los campos de
concentración, inicialmente destinados a la prisión preventiva de "enemigos del estado" (por
ejemplo: comunistas y social demócratas), se convirtieron en lugares de trabajo forzoso, para
experimentos médicos y para la eliminación física de judíos, gitanos, homosexuales y
discapacitados.
El Triángulo rosa, símbolo con el que se marcaba a los homosexuales en los campos de
concentración nazis.
Ángel de Frankfurt
La persecución de los homosexuales en la Alemania nazi se fundamentó principalmente sobre la
premisa de que la homosexualidad era incompatible con la ideología nacionalsocialista porque los
homosexuales no se reproducían y por tanto no perpetuaban la raza aria. La homosexualidad
constituía una de las pruebas de degeneración racial que, además, se transmitía por vicio de unos
individuos a otros; por ello las autoridades debían poner todos los medios a su alcance para evitar
su extensión.135
El ángel de Frankfurt fue el primer monumento de Alemania en memoria de los homosexuales
perseguidos por el nazismo, y posteriormente, bajo el artículo 175 del código penal alemán. Como
su nombre indica el monumento es la estatua de un ángel sujetando una banda. La obra fue el
primer monumento conmemorativo de las víctimas homosexuales del holocausto en Alemania. Los
siguientes en ser erigidos en Alemania fueron el Triángulo rosa de Colonia (1995) y Monumento a
los homosexuales perseguidos por el nazismo en Berlín (2008).
En la base de la estatua hay una inscripción en alemán que dice: "Los hombres y mujeres
homosexuales fueron perseguidos y asesinados durante el régimen nacionalsocialista. La matanza
fue ocultada y negada, despreciando y condenando a los supervivientes. Por ello los recordamos y a
los hombres que aman a otros hombres y las mujeres que aman a otras mujeres que
frecuentemente todavía siguen siendo perseguidos. Frankfurt del Meno. Diciembre 1994." La
inscripción alude a que los homosexuales no solo fueron perseguidos durante el régimen nazi, sino
que el artículo 175 siguió vigente y no se reformó la prohibición respecto a las prácticas
homosexuales entre adultos hasta 1973, sirviendo para condenar incluso a los supervivientes de los
campos de concentración. Hasta que fue derogado completamente en 1994. Lo que causó que los
homosexuales no pudieran hacer durante años ninguna reclamación y fueran el último grupo de
víctimas en ser oficialmente reconocido.
Política exterior
El objetivo final de la política exterior nazi era la conquista del Lebensraum o espacio vital alemán.
Su imperialismo era a la vez económico y racial. Hitler sostenía que el pueblo elegido (la raza
superior) debía disponer de suficiente espacio, definido como una relación entre los recursos
(tierras, alimentos) y la población. Su objetivo inmediato eran las tierras de Europa Oriental,
pobladas por razas consideradas inferiores.
La política interior totalitaria del Tercer Reich estaba al servicio de su política exterior
expansionista. El totalitarismo creaba las bases materiales y psíquicas para la conquista exterior y,
al mismo tiempo, los grandes éxitos y la conciencia de la "misión" de la raza distraerían a la
población de la represión interna.
Hitler expresó desde un principio su voluntad de rearme a Alemania. Realizado primero en secreto,
se hizo público después de 1935 y fue tolerado por las naciones europeas que estaban más
preocupadas por el avance del comunismo que el nazismo. La política inglesa y francesa fue la del
"apaciguamiento", que consistía en conceder a Hitler aquello que reclamaba y firmar nuevos
pactos, apostando con esto a mantener a los nazis bajo control.
Ejércitos mayores y mejores entrenados, producción de barcos de guerra, aviones, tanques y
municiones, e investigación de nuevos tipos de armamento, absorbieron crecientes recursos
estatales. Por otro lado, el rearme permitió llegar al pleno empleo y dejar atrás la crisis de 1929.
Esto reactivó la economía alemana y trajo un nuevo prestigio al Reich.
En 1936, las fuerzas militares alemanas reocuparon sorpresivamente Renania. Desde ese momento
y hasta 1939, la táctica consistió en ataques justificados por el derecho alemán al Lebensraum,
seguido por nuevas promesas de paz.
Al episodio de Renania le siguió la intervención en la guerra civil española y la anexión de Austria en
1938. La semidictadura austríaca intentó en vano impedir la campaña de anexión de los
nacionalistas austríacos y dejó finalmente el poder a los alemanes en 1938. Un plebiscito a favor de
la "Gran Alemania" confirmó luego la Unión.
El siguiente objetivo fue Checoslovaquia, donde un conflicto con la minoría alemana de
los Sudetes le sirvió de excusa para la anexión de la región en 1938. Inglaterra y Francia accedieron
a estas pretensiones alemanas por medio de los Acuerdos de Múnich y Chescolovaquia debió
ceder. Pero Hitler invadió el resto de Checoslovaquia en 1939. Esto puso de manifiesto su
verdadera intención y el fracaso de la política de "apaciguamiento" de Inglaterra y Francia. Cuando,
tras firmar un pacto de no agresión con la Unión Soviética (URSS), Hitler se lanzó en septiembre de
1939 a invadir Polonia, Francia e Inglaterra le declararon la guerra. Así comenzaba la Segunda
Guerra Mundial.
Ver: Cronología de la Segunda Guerra Mundial
Nacionalismo alemán.
Pangermanismo
Corporativismo, la creación de un cuerpo colectivo entre el Estado, empresarios y trabajadores.
Economía dirigida por el Estado y keynesianismo militar.
Romanticismo y tercera posición. Rechazo de las ideologías herederas de
la Ilustración favoreciendo en su lugar los mitos nacionalistas.
o Anticapitalismo, y en general oposición a toda forma de ideología liberal, al capitalismo y
la economía de mercado.
o Anticomunismo y, en general, oposición a toda forma de ideología marxista y materialista y
a la lucha de clases.
Protección de la propiedad privada (bajo la intervención del Estado).
Populismo, la representación de los sectores pobres y medios de la sociedad.
Ocultismo nazi, relación con la mitología de diferentes religiones, incluso paganas.
Racismo.
o Especialmente el antisemitismo.
o Creación de la Herrenrasse por el Lebensborn (un departamento del Tercer Reich)
o Antieslavismo (al menos hasta la II Guerra Mundial).
o Creencia de algunos ideólogos en la superioridad de la raza aria, alemana y nórdica,
aunque también de la raza blanca europea.
Eutanasia y eugenesia buscando la supuesta "higiene racial".
Negación de la democracia (especialmente la democracia liberal), con la consiguiente
prohibición de la existencia de partidos políticos, sindicatos.
Führerprinzip/creencia en el líder (Responsabilidad ascendente y autoridad descendente).
Fuerte exhibición de la cultura local.
Regeneración del arte.
Amor a la Naturaleza y creación de reservas naturales y leyes de protección de la Naturaleza
(ecofascismo).
Darwinismo social
Defensa de Sangre y Tierra (en alemán: "Blut und Boden" - idea representada por los
colores rojo y negro de la bandera nazi)
"Lebensraumpolitik", "Lebensraum im Osten" (Creación de más espacio vital para los alemanes
en el Este de Europa).
Relación con el fascismo italiano de Benito Mussolini y el español de Francisco Franco.
Creación del Frente de Trabajo, que aglutinaba a los trabajadores de Alemania para un mejor
entendimiento de los problemas de estos.
Proyecto "Belleza en el trabajo" para mejorar las condiciones laborales de los obreros.
Creación de la "Ayuda de Invierno" para acabar con el hambre y la penosa situación de muchos
alemanes antes del Reich.
Grandes actos de masas para fomentar el espíritu colectivo.
Ser miembro de las Juventudes Hitlerianas era voluntario (obligatorio desde 1936), a partir de
los 10 y hasta los 17 años.
El nacionalsocialismo en la actualidad
Tras la Segunda Guerra Mundial, el nazismo ha continuado inspirando a movimientos neonazis.
En Perú en 2010, un partido nazista antichileno liderado por Ricardo de Spirito Balbuena fue
aprobado por el Jurado Nacional del Elecciones (JNE) para inscripción en planillas electorales. 136
El movimiento etnocacerista, originario de Perú, ha sido calificado como una forma de nazismo.137
En muchos países, entre ellos la Alemania actual, está prohibido hacer apología del nazismo y hay
leyes estrictas en contra del nazismo, que es considerado un delito; también está prohibido hacer
apología del Holocausto o negar su existencia, práctica conocida como negacionismo del
Holocausto.
En noviembre del 2017 se hizo público un audio del presidente de la Sociedad de Fomento de
Ingeniero Maschwitz (Buenos Aires, Argentina, partido de Escobar) afirmando ser "simpatizante del
nacional socialismo" y discriminando a una chica por su orientación sexual.13
«Imperio colonial» redirige aquí. Para otras acepciones, véase imperios de ultramar.
Etimología y uso[editar]
La palabra imperialismo tiene su origen en la palabra latina imperium',3 que significa poder
supremo, "soberanía", o simplemente "gobierno".4 Se hizo común por primera vez en el sentido
actual en Gran Bretaña durante la década de 1870, cuando se utilizó con una connotación
negativa. 5 Anteriormente, el término se había utilizado para describir lo que se percibía como los
intentos de Napoleón III de obtener apoyo político a través de intervenciones militares
extranjeras. 5 El término se aplicó y se aplica principalmente al dominio político y económico
occidental y japonés, especialmente en Asia y África, en los siglos XIX y XX. Su significado exacto
sigue siendo debatido por absolutismo
describir cualquier sistema de dominación y subordinación organizado en torno a
un núcleo imperial y un periferia.6 Esta definición abarca tanto los imperios nominales como
el neocolonialismo.
Caricatura que representa la partición de China a manos de las principales potencias europeas y
el Imperio nipón en el siglo XIX. Jacques Henri Meyer, Le Petit Journal, 1898.
Se puede entender como la doctrina que sostiene el dominio de unas naciones sobre otras. Existen
imperialismos desde que han existido imperios desde la antigüedad, pero hay una tendencia actual
a limitar como «imperialismo» al proceso de expansión económica que tuvo lugar en Europa a
mediados del siglo XIX, sobre todo a partir de 1870, y este fue conocido como imperialismo
librecambista. Durante este periodo, muchos países europeos, especialmente Gran Bretaña, se
extendieron, primero de forma no oficial y más tarde anexaron territorios y formaron colonias
en África, Asia y el Pacífico. Esta expansión fue consecuencia de la búsqueda fuera de Europa de
mercados y materias primas para la revolución industrial y se dio hasta el comienzo de la Primera
Guerra Mundial, en 1914 y permanecieron sus vestigios hasta la descolonización, en los años 1970.
A partir de finales del siglo XIX el imperialismo se caracterizó sobre todo por la dominación
económica impuesta por las potencias sobre naciones inferiores a éstas, ya que la dominación
política cada vez fue más puesta en duda. A comienzos del siglo XX y durante la segunda posguerra,
en los países subdesarrollados surgieron movimientos nacionalistas que muchas veces acabaron
con la colonización de otras potencias sobre ellos. En ese sentido se debe decir que en la actualidad
la prepotencia de los países más poderosos se verifica más en el terreno económico que en el
político, aunque un análisis exhaustivo de la evolución política del sur muestra la dependencia del
norte también en lo político.
No obstante, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, se comienza a usar la denominación de
«imperialismo» para referirse a dos nuevas potencias, más tarde enfrentadas en la Guerra Fría; son
la Unión Soviética y Estados Unidos. En este sentido, una famosa cita del líder político
inglés Winston Churchill, acerca de los vencedores en el conflicto armado, dice: «La historia la
escriben los vencedores»; no obstante, surgirían diversas corrientes de opinión y movimientos
sociales de distinto signo político o ideológico que mantendrían posiciones críticas o abiertamente
contrarias a la visión predominante.
A finales del siglo pasado y comienzos de este (XXI) se imponen las posiciones norteamericanas; la
preponderancia económica de los EE. UU., conlleva además un predominio cultural, encabezado
por industrias del entretenimiento como la cinematográfica y la musical. Este dominio económico-
cultural, unido a la publicidad y en el consumo, se ha valorado por algunos sectores ideológicos
como un tipo de colonialismo cultural (ver Pierre Bourdieu y Loïc Wacquant, Las razones del
imperialismo), mientras que en el campo político, se ha calificado como imperialista la política
exterior de Estados Unidos, Europa Occidental y Japón principalmente, y su intervencionismo en
diversos conflictos.
Por otro lado, Aníbal Quijano, señala que el imperialismo, como sistema de dominación político, es
sucesor al colonialismo y en este sentido sería una expresión de la colonialidad del poder/saber
interiorizado:12
"El imperialismo es una asociación de intereses sociales entre los grupos dominantes (clases
sociales y/o "etnias") de países desigualmente colocados en una articulación de poder, más que una
imposición desde el exterior."
Consecuencias[editar]
Demográficas[editar]
En general, la población sufrió un incremento al disminuir la mortalidad —por la introducción de la
medicina moderna occidental— y mantenerse una alta natalidad. Ello se tradujo en un
desequilibrio entre población y recursos, que aún hoy día persiste. No obstante, en algunas zonas la
población autóctona sufrió una drástica reducción (especialmente durante la primera fase del
imperialismo) como consecuencia de la introducción de enfermedades desconocidas, tales
como viruela, gripe, etc. En otros lugares, la población indígena fue simplemente reemplazada por
colonos extranjeros.
Económicas[editar]
La explotación económica de los territorios adquiridos hizo necesario el establecimiento de unas
mínimas condiciones para su desarrollo. Se crearon infraestructuras destinadas a dar salida a las
materias primas y agrícolas que iban destinadas a la metrópolis. Las colonias se convirtieron en
abastecedoras de lo necesario para el funcionamiento de las industrias metropolitanas, mientras
éstas colocaban sus productos manufacturados en los dominios. La economía tradicional, basada
en una agricultura autosuficiente y de policultivo, fue sustituida por otra de exportación, en
régimen de monocultivo, que provocó, en gran medida, la desaparición de las formas ancestrales
de producir y la extensión de cultivos.
Sociales[editar]
Las consecuencias sociales se manifestaron en la instalación de una burguesía de comerciantes y
funcionarios procedentes de la metrópolis que ocuparon los niveles altos y medios de la estructura
colonial. En algunos casos, se asimilaron determinados grupos autóctonos dentro de la cúspide
social. Se trataba de las antiguas élites dirigentes y de miembros de determinados cuerpos del
ejército o la función pública colonial. En ambos casos su asimilación fue acompañada de una
profunda occidentalización. Cuando, a raíz del proceso de descolonización, comienzan a surgir
estados a partir de lo que fueron colonias, esos grupos sociales ocuparán una posición relevante en
la administración y el gobierno de los nuevos países.
Políticas[editar]
Los territorios dominados sufrieron un mayor o menor grado de dependencia respecto a la
metrópolis, en función del tipo de organización administrativa que les fue impuesto. Sin embargo,
esta dependencia no estuvo exenta de conflictos, que fueron el germen de
un antiimperialismo protagonizado generalmente por las clases medias nativas occidentalizadas,
que reclamaban la toma en consideración de las tradiciones autóctonas. Ello se canalizó a través de
las premisas del juego democrático que las metrópolis defendían para sí mismas pero que negaban
a sus colonias: libertad, igualdad, soberanía nacional, etc.
Culturales[editar]
El imperialismo condujo a la pérdida de identidad y de valores tradicionales de las poblaciones
originarias y a la implantación de las pautas de conducta, educación y mentalidad de los
colonizadores. Asimismo, supuso la adopción de las lenguas de los dominadores (especialmente el
inglés, el francés y el español). Ello arrastró a una fuerte aculturación. La religión cristiana (católica,
anglicana, protestante, etc.) desplazó a los credos preexistentes en muchas zonas de África o bien
se fusionó con esas creencias, conformando doctrinas de carácter sincrético.
Ecológicas[editar]
La introducción de nuevas formas de explotación agrícola e inéditas especies vegetales y animales
provocaron la modificación o destrucción de los ecosistemas naturales. Así, por ejemplo,
el bisonte fue casi exterminado en las praderas americanas; el conejo se convirtió en una auténtica
plaga tras su introducción en Australia, donde carecía de depredadores naturales; las
grandes selvas tropicales fueron objeto de una deforestación causada por
la sobreexplotación maderera y la introducción de los monocultivos de plantación; los ríos
fueron contaminados con residuos procedentes de los sistemas de extracción de metales preciosos.
Justificación[editar]
Económica[editar]
Las colonias proporcionan materias primas a precios bajos a las industrias y pueden servir como
mercados para colocar productos industriales. También las inversiones en infraestructuras
(puertos, ferrocarriles...) y el transporte se transforman en negocios que interesan a las compañías
del estado.
Política[editar]
Los estados tienden a expandirse por ambición de poder, prestigio, seguridad y ventajas
diplomáticas respecto a otros estados para la economía mundial de hoy en día.
Ideológica[editar]
Los países se ven impulsados a expandir su influencia para a su vez expandir sus valores políticos,
culturales y religiosos a su vez los países son beneficiados con paz, seguridad y prosperidad.
Religiosa[editar]
Los países con estándares religiosos solían expandir su influencia por países cercanos a este para así
propagar su religión. Es un sistema de la actividad humana compuesto por creencias y prácticas
acerca de lo considerado como divino o sagrado, tanto personales como colectivas, de tipo
existencial, moral y espiritual. Por eso se habla de «religiones» para hacer referencia a formas
específicas de manifestación del fenómeno religioso, compartidas por los diferentes grupos
humanos. Hay religiones que están organizadas de formas más o menos rígidas, mientras que otras
carecen de estructura formal y están integradas en las tradiciones culturales de la sociedad o etnia
en la que se practica.
En el caso de los países europeos, estos intentaron expandir el cristianismo a través de misioneros,
escuelas religiosas, entre muchas otras.
.
Teóricos del Absolutismo
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Para otros usos de este término, véase Absolutismo (desambiguación).
Nicolás II de Rusia, el último monarca absoluto de Europa (el término utilizado para la definición del
régimen zarista es autocracia).
Absolutismo es la denominación de un régimen político, una parte de un periodo histórico,
una ideología y un sistema político (el 'estado absoluto'), propios del llamado Antiguo Régimen, y
caracterizados por la pretensión teórica (con distintos grados de realización en la práctica) de que
el poder político del gobernante no estuviera sujeto a ninguna limitación institucional, fuera de
la ley divina.1 Es un poder único desde el punto de vista formal, indivisible, inalienable e
intrascendente.
Los actos positivos del ejercicio de los poderes (legislación, administración y jurisdicción) se
apoyaron en la última instancia de decisión, la monarquía. Del monarca emanaban todos los
poderes del estado, no estando por encima sino por debajo del mismo; 2 lo que implica la
identificación de la persona del rey absoluto con el propio Estado:
Status, id est, magistratus (‘Estado, es decir, magistrado’).
L'Etat, c'est moi (‘el Estado soy yo’).
La frase latina, de origen medieval; la francesa, atribuida a Luis XIV.3
No debe confundirse con el totalitarismo, concepto propio de la Edad Contemporánea. En el
régimen del totalitarismo el poder se concentra en el Estado como organización, siendo que a su
vez dicho Estado es dominado y manejado en todos sus aspectos por un partido político; este a su
vez impone a la comunidad una ideología muy definida que penetra en todas las actividades
sociales (el arte, las ciencias, la economía, los hábitos de conducta). En el absolutismo no hay un
«Estado» propiamente dicho (y menos aún un partido político) sino que el Estado se identifica con
un individuo que ejerce autoridad sin necesidad de ideología alguna; de hecho al absolutismo no le
interesa imponer su control e influencia sobre todos los aspectos de la vida social sino que le basta
fijar una autoridad omnímoda a quien los gobernados solo deben obedecer y jamás cuestionar.
El oscuro origen etimológico del término «absolutismo» incluye (además de su relación con el
verbo absolver)4 la expresión latina princeps legibus solutus est (‘el príncipe no está sujeto por la
ley’), original de Ulpiano, que aparece en el Digesto, y que fue utilizado por los juristas al servicio
de Felipe IV de Francia «el Hermoso» para fortalecer el poder real en el contexto de la recepción
del derecho romano durante la Baja Edad Media. Algo más tarde, el jurisconsulto Balde (Baldo degli
Ubaldi, discípulo de Bártolo), usa la expresión poder supremo y absoluto del príncipe en
contraposición al poder ordinario de los nobles.5 La utilización del término se generalizó en todas
las monarquías, independientemente de su poder efectivo, como ocurría en la débil monarquía
castellana de Enrique IV «el Impotente», cuya cancillería emitía documentos redactados de forma
tan pretenciosos como esta: E yo de mi propio motu é ciencia cierta é poderío real absoluto...6
Según Bobbio, en términos kantianos, el poder absoluto consiste en que
«el soberano del Estado tiene con respecto a sus súbditos solamente derechos y
ningún deber (coactivo); el soberano no puede ser sometido a juicio por la violación de una ley que
él mismo haya elaborado, ya que está desligado del respeto a la ley popular (populum legis)». Esta
definición sería común a todos los iusnaturalistas, como Rousseau o Hobbes.7
A pesar de que la autoridad del rey está sujeta a la razón, y justificada en último extremo por
el bien común, explícitamente se niega la existencia de ningún límite externo ni ningún tipo de
cuestión a sus decisiones; de modo similar a como la patria potestad se ejerce por el pater
familias (el rey como «padre» de sus «súbditos» —paternalismo—). Tales justificaciones imponen
de hecho el carácter ilimitado del ejercicio del poder por el rey: cualquier abuso puede entenderse
como una necesidad impuesta por razón de Estado.
El absolutismo se caracteriza por la concentración de poderes; no hay ninguna división de
poderes como la que definirá la monarquía limitada propia de las revoluciones liberales. El poder
legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo son ejercidos por la misma autoridad: el rey como
supremo magistrado en todos los ámbitos. Rex, lex (o, en francés le Roi, c'est la loi, a veces
expresado como ‘la palabra del rey es la ley’); sus decisiones son sentencias inapelables, y al rey la
hacienda y la vida se ha de dar.8
El poder tiene un carácter divino, tanto en su origen como en su ejercicio por el propio rey, que
queda sacralizado. La teoría del derecho divino del poder real (monarquía de derecho divino o
absolutismo teológico) nació en el último cuarto del siglo XVI, en el ambiente de las guerras de
religión de Francia. Aunque en Europa la divinización del monarca nunca llegó tan lejos como en
el despotismo oriental (que identificaba al rey con el mismo Dios), el rey siempre tuvo cierto poder
sobre las iglesias nacionales; no solo en las surgidas de la Reforma protestante, sino en las
monarquías católicas, que supeditan en gran medida a la propia Iglesia católica a través
del regalismo, aunque las relaciones ente Iglesia y Estado son altamente complejas.
Monarquía teocrática[editar]
La principal consecuencia de la monarquía teocrática era que, al ser la voluntad de Dios la que
elegía al monarca, este se hallaba legitimado para asumir todos los poderes del Estado sin más
limitación que la propia ley de Dios. De acuerdo con Richelieu, que teorizó sobre el absolutismo
durante una época plagada de disturbios, los súbditos del monarca, incluyendo a los nobles, debían
limitarse a obedecer los designios del mismo, concibiendo las relaciones entre el poder y el pueblo
como unas relaciones verticales, de total subordinación. Richelieu argumentaba que sólo así podía
el monarca garantizar el bienestar del pueblo, y asumía la teoría platónica de que la justicia del
Estado se basaba en que cada parte se dedique únicamente a su cometido y evite mezclarse en los
asuntos de las demás.
En la práctica, no obstante, esta opinión tan extrema fue irrealizable: en el contexto europeo, la
monarquía absoluta había evolucionado desde el feudalismo, por lo que en la práctica sobre la
voluntad del monarca pesaban multitud de limitaciones de índole feudal, como privilegios
nobiliarios y eclesiásticos, estatutos seglares y territoriales, fueros. Así, en la teoría absolutista
europea, tal y como la analiza Montesquieu, aunque el monarca dictaba todas las leyes de acuerdo
a sus intereses, que se confundía con los del Estado, los grupos privilegiados, esto es, los nobles, se
erigían en consejeros y ayudantes directos del rey en sus decisiones. Los tribunales de justicia (los
«parlamentos» en Francia), aparecían como una administración relativamente independiente, y el
Estado absolutista se concebía como un Estado de leyes, lo que lo distinguía de una tiranía.
El manejo de la religión[editar]
En principio, de acuerdo con la teoría absolutista el Rey debía manejar los hilos de la iglesia y ser el
jefe temporal de la misma. En la práctica, de nuevo, el poder de la iglesia era demasiado grande
como para tomar sus riendas de manera tan radical, y aunque algunos monarcas, como Enrique
VIII de Inglaterra, consiguieron hacerse con el control absoluto sobre la misma, si bien la mayoría
de las monarquías europeas mantuvo su influencia sobre la Iglesia de una forma mucho más venal y
sutil.
En el caso de las naciones católicas, reconociendo tácitamente la supremacía del papado en
cuestiones religiosas. No obstante, monarcas católicos como Carlos V habían obtenido el Patronato
Regio, lo que les permitía el manejo, supervisión (e incluso nombramientos) en la Iglesia de su
jurisdicción imperial.
Como sabéis, el derecho de patronazgo eclesiástico nos pertenece en todo el Estado de las Indias…
Las dignidades, canonjías, raciones, medias raciones de todas las iglesias catedrales de las Indias se
provean por presentación hecha por nuestra provisión real, librada por nuestro consejo Real de las
Indias, y firmada de nuestro nombre... Ordenamos y mandamos que este derecho de patronazgo
siempre sea reservado a Nos y a nuestra Real Corona, ...y que ninguna persona secular ni
eclesiástica, orden ni convento, religión o comunidad ...por cualquier ocasión o causa, sea osado a
entrometerse en cosa tocante al dicho patronazgo real, […]
Real Cédula de Felipe II acerca de los derechos Patronales sobre todas las Iglesias de las Indias, del
1 de junio de 1574
Economía y sociedades[editar]
Las estructuras económicas, esencialmente preindustriales, mantenían la continuidad del modo de
producción feudal o régimen señorial en el campo, verdadero centro de la producción.
El capitalismo, que había nacido en las ciudades medievales continuaba en una fase inicial
(o transición del feudalismo al capitalismo) que, a pesar de la era de los descubrimientos que había
permitido la creación de una economía mundo, se restringía a circuitos comerciales y financieros.
Aunque la relación de intereses y apoyos mutuos que pudiera haberse dado entre monarquía
absoluta, feudalismo y capitalismo (o entre los distintos actores sociales: reyes, burgueses, señores
y campesinos) ha sido objeto de notables polémicas histo-gráficas; en lo que sí hay consenso es el
denominar como mercantilismo al pensamiento económico identificable con el periodo del
absolutismo. El tamaño de la economía de cuyos recursos dependía la monarquía se identificó con
el de un naciente mercado nacional, es decir, un mercado cuyas dimensiones coincidieran con el
territorio de la monarquía, limitado por sus fronteras políticas, sometido a sus impuestos y
legislación comercial, y en el que circulara su moneda y se aceptaran pesos y medidas comunes;
todo ello mediante avances limitados, pretensiones que no se lograron de forma efectiva hasta
el Nuevo Régimen posterior a las revoluciones liberales. Según la
interpretación bullonista (de bullion, lingote de oro), la riqueza del Estado estaba respaldada por las
reservas materiales de metales preciosos (el oro y la plata); según la
interpretación colbertista (de Colbert, el ministro de Luis XIV), de una balanza comercial positiva
estimulada por una inteligente política arancelaria que forzara la sustitución de importaciones por
una producción interior controlada por el rey de todo tipo de productos, pero especialmente de los
productos de lujo y estratégicos (manufacturas reales). Todas las medidas económicas deberían
tener como fin aumentar la riqueza interior para así garantizar el incremento de los ingresos del
Estado. El intervencionismo multiplicaba regulaciones y controles, e ignoraba cualquier concepto
de mercado libre. Los privilegios y monopolios de origen feudal o los de nueva creación
por arbitrio del rey, tenían un importante papel en el sistema económico: exenciones fiscales
estamentales (nobleza y clero) monopolios de los gremios tradicionales o de las nuevas compañías
comerciales y manufacturas reales, etc.
La sociedad estamental más cerrada incluso que en la Edad Media, daba pocas oportunidades para
la movilidad o el ascenso social, entre las que destacaban las
carreras eclesiástica, universitaria y burocrática (nobleza de toga) y la venalidad de los cargos o la
compra de títulos de nobleza. La atracción de la nobleza hacia la corte regia, además de acabar con
la descentralización y ruralización propias de la Edad Media, la sometía a patrones de emulación en
el lujo, la forma de vida y el servicio al rey, cuyo modelo más acabado fue el palacio de Versalles.
Las revueltas interiores, fruto de las resistencias particularistas y del descontento social
incrementado en las coyunturas críticas, fueron relativamente frecuentes.
Interpretaciones historiográficas[editar]
Para el historiador Roland Mousnier, la monarquía absoluta es el resultado de la rivalidad de dos
clases: la burguesía y la nobleza. El rey arbitraba el conflicto, apoyando a la burguesía y
domesticando a la nobleza, conduciendo ese conflicto a un equilibrio que aseguró su poder
personal y la unidad, el orden y la jerarquía en el gobierno y en el Estado; lo que llevó a la sumisión
total y a la obediencia sin límites.
Por el contrario, según Perry Anderson, el estado absolutista nunca fue el árbitro entre la
aristocracia y la burguesía, ni mucho menos, un instrumento en la naciente burguesía contra
la aristocracia. El absolutismo fue en su esencia un aparato reorganizado y potenciado de dominio
feudal, el nuevo instrumento de una nobleza amenazada, a la que permitió seguir ostentando el
dominio del poder político, manteniendo a las masas campesinas en la base de la jerarquía social y
a la burguesía emergente fuera de las clases dominantes. Paradójicamente, según este historiador,
si bien el estado absolutista fue un instrumento para la protección de la propiedad y los privilegios
de la aristocracia feudal, los medios que empleó favorecieron simultáneamente los intereses
básicos de las nacientes clases mercantiles y manufactureras, posibilitando el desarrollo de las
estructuras capitalistas.
Algunos apartados de Anderson tomados del texto El Estado absolutista en Occidente: El
absolutismo fue esencialmente eso: un aparato reorganizado y potenciado de dominación feudal,
destinado a mantener a las masas campesinas en su posición social tradicional.
El señor Anderson también cita en su texto a Althusser: El régimen político de la monarquía
absoluta es tan solo la nueva forma política necesaria para el mantenimiento del dominio y
explotación feudal en un periodo de desarrollo de una economía de mercado.
Los estados monárquicos del renacimiento fueron, ante todo y sobre todo, instrumentos
modernizados para el mantenimiento del dominio nobiliario sobre las masas rurales. P. Anderson.
Instituciones[editar]
Hacienda, burocracia, diplomacia y ejército profesional, todos ellos servidos por funcionarios o
militares que deban a su formación y profesionalidad, y a la voluntad del rey (y no a su propia
riqueza o nobleza) el mantenimiento de su posición; fueron los instrumentos más importantes de
los que se valió la monarquía absoluta para afianzar y aumentar su poder, tanto hacia el interior
como hacia el exterior. Los enormes costes de una marina de guerra y un ejércitos permanentes
de mercenarios equipados con armas de fuego cada vez más modernas, implicaba la desaparición
de las mesnadas feudales, reclutadas por fidelidad vasallática. El poder militar pasó de estar
disperso en la nobleza a estar centralizado en el rey. La fiscalidad necesaria para sostener todos los
gastos del Estado y del monarca, entre los que los que destacaban los gastos militares, los salarios
públicos y los lujos de la corte, incluía todo tipo de impuestos, directos e indirectos, ordinarios y
extraordinarios, además del recurso a la deuda pública, cuyos crecientes intereses terminaban
convirtiéndose en un problema insoluble que llevaba a periódicas quiebras. Un cuerpo
de embajadores se ocupaban de los cada vez más complejos tratados militares, comerciales y
matrimoniales (todas las casas reales europeas se emparentaban para formar o mantener alianzas
y conjuntos territoriales). A partir de la Paz de Westfalia (1648), el nuevo concepto de relaciones
internacionales basado en el equilibrio de potencias dio un nuevo impulso a los ministerios de
asuntos exteriores, y las embajadas dejaron de ser enviados informales para adquirir auténtica
relevancia dentro de los regímenes absolutistas.
Límites del poder absoluto[editar]
El modelo político de la monarquía absoluta tiene como rasgo central la concentración de todo el
poder en el rey sin control o límites de cualquier tipo. No deberían de subsistir poderes ni «cuerpos
intermedios» que obstaculizaran la relación directa entre el rey y cada uno de sus súbditos. A pesar
de estos principios, tanto las condiciones materiales propias de la época (que imposibilitan la
existencia real de un poder ejercido de forma continua en un territorio inabarcable, sin
comunicaciones eficientes -especialmente en los imperios coloniales, donde las leyes se obedecen
pero no se cumplen-), como el incontestable poder ideológico, económico y social de la Iglesia y la
pervivencia del régimen señorial y de costumbres e instituciones particularistas (aduanas interiores,
multiplicidad de lenguas, monedas, pesos y medidas, privilegios forales, Cortes de los distintos
reinos peninsulares en España, Parlaments judiciales en Francia, Parlamento en Inglaterra),
determinaron que, de hecho, el poder de los reyes absolutos tuviera límites; se expresaran o no de
forma explícita.
En términos jurídicos, las limitaciones al absolutismo son tres:
La ley divina, a la que el rey, al igual que todos los cristianos, está sometido.
Las partes del Derecho que no pueden ser objeto de legislación por el rey, sino que se
consideran de derecho natural y se determinan por especulación teórica de los juristas, como
el derecho de gentes, que regula tanto los derechos de pueblos ajenos, a los que el rey tiene
que atenerse cuando entabla relaciones internacionales (incluso en caso de guerra); o
determinadas cuestiones del derecho privado de validez interna, como cuestiones relativas a
la propiedad, la herencia, el mayorazgo, etc. Aquellas que se vinculan al ejercicio directo del
gobierno, fueron desplazadas por los monarcas en el proceso de consolidación del absolutismo,
como el recurso a cortes o parlamentos para la definición de ciertas medidas (en Francia
los Estados Generales dejaron de ser citados en 1614, y solo volvieron a sesionar en 1789).
Las leyes fundamentales del Reino: un conjunto de normas relativas al fundamento del Estado
que no dependen de la voluntad del rey, sino que se basan en la tradición, en una suerte de
«Constitución histórica» (cuya difuso reconocimiento posteriormente justificará la redacción de
textos constitucionales liberales, como la Constitución de 1812). Dentro de estos principios, no
necesariamente escritos, se cuentan:
o El principio de legitimidad, consecuencia de la necesidad de una noción de continuidad del
Estado, que aunque se identifique con la persona del rey no puede dejar de ser
independiente de su persona física: cuando el rey muere, la corona debe pasar a su
sucesor (lo que implicaba complejas ritualizaciones: el doble cuerpo del rey, las
proclamaciones del tipo El rey ha muerto, viva el rey). El rey no podía modificar la ley de
sucesión que le había legitimado a sí mismo para acceder al trono. A pesar de ello, algunas
sí se cambiaron, como la ley sálica que regía tradicionalmente en la monarquía francesa y,
tras la llegada de los Borbones, en la española.
o La necesidad de establecer una regencia en casos como la minoría de edad o incapacidad
del rey.
o El principio de religión; que no es esencialmente un rasgo del absolutismo. La
confesionalidad del Estado implica que el jefe del Estado tiene la confesión del Estado. Esto
era especialmente cierto para las monarquías católicas, fueran absolutas o no. La
conversión de Enrique IV de Francia para poder ser rey dio un claro ejemplo (París bien
vale una misa). Por el contrario, en Alemania la guerra de Esmalcalda había imposibilitado
la formación de cualquier tipo de monarquía absoluta (o ningún tipo de Estado
centralizado); y se estableció el principio opuesto cuius regio eius religio (la religión del rey
es la del reino). En el caso del reino de Inglaterra, la posibilidad de que un católico
accediera al trono era vista como una amenaza de absolutismo; con lo que la identificación
del rey con la cabeza de la Iglesia anglicana suponía uno de los rasgos más de la monarquía
parlamentaria.
El ejemplo francés[editar]
El ejemplo más característico de una monarquía absoluta es el de la monarquía francesa, que
demuestra asimismo cómo lograr hacer caer el régimen feudal no fue tan sencillo.
La frase L'état, c'est moi (‘El Estado soy yo’), es la frase célebre de Luis XIV, uno de los más
famosos monarcas absolutos de Francia.
La Francia en el siglo XV era un mosaico de regiones con distintas tradiciones, privilegios y
regímenes legales. La tendencia de la monarquía francesa a centralizar el poder aparece sobre
todo tras el fin de la Guerra de los cien años. Tras la invasión inglesa y la derrota de la vieja
nobleza en la batalla de Agincourt, su prestigio queda seriamente dañado, algo que es
aprovechado por los monarcas franceses para incrementar su influencia y poder. Hasta
entonces, los reyes de Francia habían sido considerados como un primus inter pares por parte
del resto de la nobleza francesa, y su influencia real se limitaba a los territorios patrimoniales
de la casa Capeto, esto es, la Île de France. El primer monarca en desarrollar la tendencia
centralista fue Luis XI, que se sirvió de múltiples intrigas para extender su autoridad por todos
aquellos territorios que conformaban la Francia del siglo XVI. Sus sucesores continuaron esta
política, que pasó con reducir la potestad de los nobles en sus señoríos jurisdiccionales y el
desarrollo de una administración centralizada. Sin embargo, esta tendencia chocaba con
importantes problemas de comunicaciones: comúnmente, las órdenes reales no llegaban en
tiempo y forma a todos los rincones de Francia, y por lo tanto el poder en los señores locales se
veía favorecido. El nombramiento de gobernadores locales y el control férreo sobre el
nombramiento de cargos públicos tendió a reducir la influencia de los nobles locales a favor de
la del Rey, aunque generó toda una casta de nobles de toga que compraban cargos públicos
para luego beneficiarse de ellos a costa del Rey.
En cuanto a la economía, como en cualquier régimen absolutista, era mercantil y el monarca
intervenía en ella activamente. En lo que a la sociedad se refiere, esta estaba dividida en
órdenes o estamentos, entendidos como la condición social y política de índole colectiva que se
define por un conjunto de libertades. A lo largo del siglo XVI los sucesivos monarcas
incrementaron su influencia, pero de ellos se esperaba que actuaran siguiendo la ley divina y el
derecho natural, esto es, que respetaran las costumbres feudales.
A lo largo del siglo XVII o de los Ministerios, como es llamado en Francia ya que gobernaron dos
primeros ministros en vez de un rey, Richelieu y Mazarino, la autoridad real tiende hacia el
centralismo, y el absolutismo se apuntala: se uniformizan impuestos, se restringe la autonomía
de los Parlamentos provinciales, se integran en Francia territorios hasta entonces
independientes como Navarra, la Lorena y el Bearn, se desarrolla la administración central, se
reforma el ejército y se profesionaliza. Sumida en una profunda crisis económica y en medio de
grandes revueltas tales como la rebelión campesina de los Croquants o la rebelión aristocrática
de La Fronda, que debilitaron en apariencia la autoridad del Rey, a la larga el triunfo de este
sobre los rebeldes apuntaló el absolutismo, y para cuando Luis XIV alcanza la mayoría de edad,
la autoridad del monarca es indiscutible.
Luego de la muerte de Mazarino, Luis XIV instaura su gobierno personal y pasa por arriba de
todo lo existente y se impone nombrando a los ministros de su preferencia para que realicen
las funciones vitales, que acompañados por un pesado sistema burocrático sin pocas
innovaciones, hacen de lo que será la vida de Francia en aquel entonces.
En cuanto a su plan económico, se tiene una economía basada eminentemente en la
agricultura, con predominio del sistema de origen feudal, con aduanas y con altos impuestos
que pueden ser pagados en especias o en diezmos según lo cosechado por los campesinos.
Cuando hay malas cosechas, el país pasa hambre, pero los muchos impuestos no se reducen
pues deben sufragar las continuas guerras del monarca así como el lujoso estilo de vida del este
y de la corte. Para sostener en parte los gastos de la corte se crean las manufacturas reales de
la mano de Colbert, destinadas a satisfacer la demanda de productos de alto lujo por parte de
la nueva burguesía y las demás casas reales. Sin embargo, los trabajadores siguen ordenados
en gremios según el oficio y con escasa conciencia capitalista.
En lo social, Francia contaba con una sociedad altamente estratificada en la época y con
privilegios solo para los nobles y los clérigos, que los distinguían en cuanto a la ley y a los
tributos. Los no privilegiados, entre los que se incluían los campesinos y el Tercer Estado,
estaban sometidos a todos los gravámenes y se encontraban bajo el imperio de una ley mucho
menos benevolente. De ellos se esperaba que obedecieran y respetaran a los otros dos
estamentos, a los que en realidad sostenían económicamente.
Liberalismo
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Para otros usos de este término, véase Liberalismo (desambiguación).
Definición[editar]
El Agreement of the People (1647) fue un manifiesto por un cambio político,propuesto por
los Niveladores durante la Revolución inglesa. Se llamó a la libertad de culto, celebración frecuente
del parlamento y la igualdad ante la ley.
Se lo identifica como una doctrina que propone la libertad y la tolerancia en las relaciones
humanas. Promueve las libertades civiles y económicas, oponiéndose al absolutismo y
al conservadurismo. Constituye la corriente en la que se fundamentan tanto el Estado de
derecho como la democracia representativa y la división de poderes.
Desde sus primeras formulaciones, el pensamiento político liberal se ha fundamentado sobre tres
grandes ideas:10
1. Los seres humanos son racionales y poseen derechos individuales inviolables, entre ellos, el
derecho a configurar la propia vida en la esfera privada con plena libertad, y los derechos a
la propiedad y a la búsqueda de la felicidad. Esto se basa en los tres derechos
naturales de John Locke: vida, libertad y propiedad privada.
2. El gobierno y, por tanto, la autoridad política deben resultar del consentimiento de las
personas libres, debiendo regular la vida pública sin interferir en la esfera privada de los
ciudadanos.
3. El Estado de derecho obliga a gobernantes y gobernados a respetar las reglas, impidiendo
el ejercicio arbitrario del poder.
El liberalismo fue un movimiento de amplia proyección (económica, política y filosófica) que
defendía como idea esencial el desarrollo de la libertad personal individual como forma de
conseguir el progreso de la sociedad.
Aboga principalmente por:[cita requerida]
Características[editar]
Sus características principales son :
John Locke fue el primero en desarrollar una filosofía liberal, postuló el derecho a la propiedad
privada y el consentimiento de los gobernados.
Para John Locke, la sociedad es una creación humana, es decir por consentimiento, debido a ello
puede elegir a sus gobernantes. Sin embargo, como los miembros de la sociedad, o, dicho de otro
modo, los miembros del cuerpo político decidieron a quién elegir, por cuánto tiempo y bajo qué
condiciones, si quienes gobiernan contravienen los principios del gobierno y los derechos del
pueblo, el poder debe regresar a sus manos originarias. De acuerdo con Locke, el pueblo no está
obligado a obedecer cuando se infringen las normas. Sin embargo, Locke no plantea la resistencia
como un derecho natural, sino como una posibilidad cierta con la que todo gobierno debe lidiar.
Para él, "el pueblo no se subleva por nimiedades, y es capaz de tolerar un gran número de
injusticias. Sólo cuando las violaciones a la ley o a los fines de la sociedad se perpetúan en el
tiempo, los pueblos se resisten".13
Otro pensador clásico liberal fue Immanuel Kant, quien también estudia la conformación de la
sociedad, la libertad y la sujeción al gobierno. Para Kant la libertad está directamente relacionada
con el derecho del individuo de obedecer solo aquellas leyes en las que vea reflejada su propia
voluntad legisladora.14 Hasta este punto parece estar de acuerdo con Locke, pero si bien el pueblo
es una suma de voluntades que pactan para una mejor forma de vida, «las ideas de voluntad
general y de contrato no implican, en este marco, el reconocimiento de derechos inalienables del
pueblo, sino que son asumidas, en todo caso, como criterios que permiten al legislador dictar leyes
tales que hubiesen podido ser aceptadas por la voluntad unida de todo un pueblo».14
Si bien el pueblo tiene derechos, estos se pueden y deben enajenar en el momento que se
conforma un gobierno, mismo que se vuelve su representante que puede diseñar y ejecutar leyes
pensando en el bienestar del mismo. De ahí que «Para que una ley sea considerada legítima (y
pueda reclamar el consentimiento de aquellos que se someten a ella), no es preciso que sea el
pueblo reunido en asamblea quien dicte tal ley, ni tampoco es necesario que éste preste su
consentimiento efectivo: si una ley es de tal índole que resulte imposible que todo un
pueblo pueda otorgarle su aprobación, entonces no es legítima, pero con que sea solo posible que
alguna vez el pueblo prestara su conformidad a dicha ley establecida, entonces ésta puede ser
considerada justa».14
Luego entonces, para poder contar con un gobierno justo quienes lo eligen, deben conocer las
cualidades y capacidades de sus elegidos, porque de acuerdo a Kant, una vez electos, no hay
marcha atrás. ¿Perdió algo el liberalismo? Así es, la posibilidad de desobediencia civil.
Ahora bien, ¿Es aplicable la desobediencia civil en tiempos contemporáneos? ¿Qué dicen los
nuevos abanderados del liberalismo?
Ante los problemas sociales de la injusticia, la pobreza y la desigualdad, algunos estudiosos de las
ciencias sociales han planteado el liberalismo como salida o resolución. Ellos sostienen «que las
situaciones de pobreza extrema y miseria existentes en los países del mundo subdesarrollado
constituyen un problema de justicia económica global». 15 Una de las propuestas de John Rawls,
máximo exponente del liberalismo actual, es la implementación de políticas de asistencia social,
pero de ninguna manera cambiar el sistema económico.15
Según Rawls, los problemas sociales actuales nada tienen que ver que las estructuras económicas
internacionales, más bien son problemas locales, que los gobiernos internos han sido incapaces de
resolver.15
Contrario a la mayoría de los pensadores clásicos, que procuran explicar las condiciones
sociopolíticas de su tiempo, pensadores contemporáneos como Rawls buscan justificar el sistema
económico actual. Así pues, nos encontramos con dos posturas: una que defiende la posición del
pueblo y otro que defiende la posición del gobierno. Uno de los desafíos conceptuales de más
relevancia en la teoría liberal es la dicotomía entre libertad y justicia y la forma en la cual estas
interactúan para conseguir el bien común.16
Monumento a los liberales del siglo XIX situado en el barrio Agra del Orzán, La Coruña, Galicia,
(España).
Una división menos famosa pero más rigurosa es la que distingue entre el liberalismo predicado
por Jeremías Bentham y Wilfredo Pareto propusieron otras dos concepciones para el cálculo de un
óptimo de satisfacción social.
En el cálculo económico se diferencian varias corrientes del liberalismo. En la clásica y neoclásica se
recurre con frecuencia a la teoría del homo œconomicus, un ser perfectamente racional con
tendencia a maximizar su satisfacción. Para simular este ser ficticio se ideó el gráfico Edgeworth-
Pareto, que permitía conocer la decisión que tomaría un individuo con un sistema de preferencias
dado (representado en curvas de indiferencia) y unas condiciones de mercado dadas. Es decir, en
un equilibrio determinado.
Sin embargo, existe una gran controversia cuando el modelo de satisfacción se ha de trasladar a
una determinada sociedad. Cuando se tiene que elaborar un gráfico de satisfacción social, el
modelo benthamiano y el paretiano chocan frontalmente.
Según Wilfredo Pareto, la satisfacción de que goza una persona es absolutamente incomparable
con la de otra. Para él, la satisfacción es una magnitud ordinal y personal, lo que supone que no se
puede cuantificar ni relacionar con la de otros. Por lo tanto, sólo se puede realizar una gráfica de
satisfacción social con una distribución de la renta dada. No se podrían comparar de ninguna
manera distribuciones diferentes. Por el contrario, en el modelo de Bentham los hombres son en
esencia iguales, lo cual lleva a la comparabilidad de satisfacciones y a la elaboración de una única
gráfica de satisfacción social.
En el modelo paretiano, una sociedad alcanzaba la máxima satisfacción posible cuando ya no se le
podía dar nada a nadie sin quitarle algo a otro. Por lo tanto, no existía ninguna distribución óptima
de la renta. Un óptimo de satisfacción de una distribución absolutamente desigual sería, a nivel
social, tan válido como uno de la más absoluta igualdad (siempre que estos se encontrasen dentro
del criterio de óptimo paretiano).
No obstante, para igualitaristas como Bentham no valía cualquier distribución de la renta. El que los
humanos seamos en esencia iguales y la comparabilidad de las satisfacciones llevaba
necesariamente a un óptimo más afinado que el paretiano. Este nuevo óptimo, que es
necesariamente uno de los casos de óptimo paretiano, surge como conclusión lógica necesaria de
la ley de los rendimientos decrecientes.
Estatua de la Libertad, Isla de la Libertad, NY, Estados Unidos de América. Este monumento del
escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi, además de ser un monumento importante en la ciudad
de Nueva York, se convirtió en un símbolo en los Estados Unidos y representa, en un plano más
general, la libertad y emancipación con respecto a la opresión.
El liberalismo, en origen, defiende la libertad individual y económica, siendo reacio a un estado
fuerte (antiestatismo) y a gravar con altos impuestos a los ciudadanos. Sin embargo, a partir de esta
doctrina, han surgido numerosas variantes. A continuación, se presentan las principales
manifestaciones de liberalismo contemporáneo, organizadas de menor a mayor regulación (desde
aceptar cierto nivel de gobierno, hasta no aceptarlo en absoluto):
Libertarismo: los libertarios defienden una ética política fundamentada en el derecho a la
propiedad privada y el no-inicio de la fuerza como base de las libertades individuales, asimismo
promueven el capitalismo de libre mercado como expresión característica de la libertad
individual. Entre sus variantes más conocidas están la que defiende un gobierno limitado
constitucionalmente y un Estado mínimo, y una forma de anarquismo filosófico que promueve
la ley y seguridad privada o el gobierno voluntario.
Minarquismo: este movimiento defiende el Estado mínimo, es decir, que un gobierno
mínimo es necesario para preservar la libertad, pero restringiéndose a sus funciones
mínimas de "vigilante" (principalmente, tribunales, policía, prisiones, y fuerzas de defensa,
ver: Estado vigilante nocturno), sin intervenir en la economía, aceptando impuestos solo
para casos muy particulares.
Anarcocapitalismo (también denominado voluntarismo): promueve la soberanía del
individuo y rechaza la cualidad principal de un Estado, su capacidad imperativa y coactiva.
Se trata un sistema político-filosófico donde los agentes individuales determinan
libremente las estructuras económicas y sociales a las que se suscriben. Un error común
fuera de la academia, derivado de su denominación, es la extendida creencia de que dicho
sistema obliga a adoptar un rol laboral empresario-trabajador o una estructura concreta.
Los anarcocapitalistas no se oponen a ninguna formulación política o forma de vida siempre
que esta sea voluntaria y no impuesta sobre los individuos. En síntesis, no establece formas
organizativas sino ausencia coactiva bajo el principio de no agresión.
La bandera roja fue el símbolo clásico del socialismo y el comunismo desde su comienzo.
Henri de Saint-Simon, considerado padre de la idea de socialismo como proyecto social y fundador
del llamado «socialismo utópico».
conserva el uso de los precios monetarios, los factores de mercados y, en algunos casos, el ánimo
de lucro, con respecto al funcionamiento de las empresas de propiedad social y la asignación de
bienes de capital entre ellas. Las ganancias generadas por estas empresas serían controladas
directamente por la fuerza laboral de cada empresa o se acumularían a la sociedad en general en
forma de dividendo social.2223
Existen también discrepancias sobre la forma de organización política bajo el socialismo para lograr
o asegurar el acceso democrático a la sociedad socialista a clases sociales o poblaciones, 24 frente a
la posibilidad de una situación autocrática por parte de las burocracias administrativas.25 La política
socialista ha sido tanto de orientación internacionalista como nacionalista; organizado a través de
partidos políticos y opuestos a la política de partidos a veces se superponen con los sindicatos y
otras veces son independientes y críticos de ellos; y presente tanto en países industrializados como
en desarrollo.26
Las formas históricas de la organización social de tipo socialista pueden dividirse entre
determinadas evoluciones espontáneas de ciertas civilizaciones de carácter religioso y las
construcciones políticas establecidas por proyectos ideológicos deliberados. De estas se destaca
el Imperio inca.27 El movimiento socialista incluye un conjunto de filosofías políticas que se
originaron en los movimientos revolucionarios de mediados a finales del siglo XVIII y por
preocupación por los problemas sociales asociados con el capitalismo. 28 A finales del siglo XIX,
después del trabajo de Karl Marx y Friedrich Engels, el socialismo había llegado a significar
oposición al capitalismo y la defensa de un sistema poscapitalista basado en alguna forma de
propiedad social de los medios de producción. El socialismo marxista fue más tarde denominado
como socialismo científico, caracterizado por la dictadura del proletariado como objetivo para
sentar el comunismo (sistema socioeconómico sin clases sociales), en contraposición a autores
socialistas anteriores, denominados socialistas utópicos. A lo largo del siglo XIX, los términos
"comunismo" y "socialismo" se usaron como sinónimos.29 Por otro lado,
pensadores anarquistas como Pierre-Joseph Proudhon y Mijaíl Bakunin defendieron un socialismo
libertario sin Estado3031 en comparación al socialismo de Estado marxista.
A finales del siglo XIX se originó la socialdemocracia dentro del movimiento socialista, 32 apoyando
las intervenciones económicas y sociales para promover la justicia social.33 Mientras conserva el
socialismo como un objetivo a largo plazo, 343536 desde el período de posguerra ha llegado a abrazar
a una economía mixta keynesiana dentro de una economía de mercado capitalista. 37 No fue sino
hasta la Revolución Bolchevique con Lenin que el término socialismo llegó a referirse a una
"primera fase" a la "fase superior" del comunismo. 3839 En la década de 1920, el comunismo y
la socialdemocracia se habían convertido en las dos tendencias políticas dominantes dentro del
movimiento socialista internacional,40 con el socialismo mismo convirtiéndose en el movimiento
secular más influyente del siglo XX.41 Mientras que el surgimiento de la Unión Soviética como el
primer Estado socialista nominal del mundo condujo a la asociación generalizada del socialismo con
el modelo económico soviético, algunos economistas e intelectuales argumentaron que en la
práctica el modelo funcionaba como una forma de capitalismo de Estado424344 o una economía
administrativa o de mando no planificada.4546 Tras la caída del bloque soviético, el término
«socialismo del siglo XXI» de Heinz Dieterich Steffan como "producto de la reflexión sobre el
socialismo soviético-oriental del siglo XX"47 adquirió difusión mundial por varios líderes
latinoamericanos como Hugo Chávez de Venezuela y Evo Morales de Bolivia.
Actualmente, las ideas y partidos socialistas que van desde los partidos laboristas hasta las diversas
variedades del izquierdismo siguen siendo una fuerza política con diversos grados de poder e
influencia en todos los continentes, encabezando gobiernos nacionales en muchos países de todo el
mundo, los cuales han adoptado las causas de otros movimientos sociales como el ambientalismo,
el feminismo y el progresismo.48 También se afirma que todas las economías son sistemas híbridos
"no simplemente como tipos ideales de todo o nada [...] sino también como variables", como
dice Erik Olin Wright, que combinan la propiedad privada, social y estatal siendo más socialistas o
menos capitalistas.8 La mayoría de los principales partidos se reúnen, a nivel internacional, dentro
de la Internacional Socialista, y a nivel europeo, dentro del Partido Socialista Europeo. Además de la
diversidad vinculada a sus variaciones ideológicas, el socialismo también conoce muchos avatares
vinculados a contextos geográficos y culturales, como el socialismo árabe o el socialismo africano.
Concepto[editar]
Origen de la palabra socialismo[editar]
Historia[editar]
La influencia de la Ilustración y el socialismo utópico[editar]
Inglaterra fue una de las dos cunas del socialismo «utópico». Existieron dos causas importantes que
dan al socialismo utópico inglés su carácter peculiar: la revolución industrial, con su cortejo de
miserias para el desarrollo del Proletariado británico, y el desarrollo de una nueva rama de
la ciencia: la economía política, concepto asociado a la búsqueda de dominio titular de las ciencias
políticas.
En Francia tuvo un carácter más filosófico que en Inglaterra. Su primer representante fue el
conde Henri de Saint-Simon, considerado por Engels el creador de la idea en estado embrionario
que sería utilizada por todos los socialistas posteriores. 89 Propuso la Federación de Estados
Europeos, como instrumento político para controlar el comienzo y desarrollo de guerras. Al mismo
tiempo Charles Fourier, concibió los falansterios (comunidades humanas regidas por normas de
libre albedrío e ideologías económicas socializadas).
Henri de Saint-Simon contrastó la doctrina liberal del individualismo que enfatizaba el valor moral
del individuo mientras enfatizaba que las personas actúan o deberían actuar como si estuvieran
aisladas unas de otras. Los socialistas utópicos originales condenaron esta doctrina del
individualismo por no abordar las preocupaciones sociales durante la Revolución Industrial, incluida
la pobreza, la opresión y las grandes desigualdades en la riqueza. Consideraban que su sociedad
dañaba la vida comunitaria al basarla en la competencia. Presentaron el socialismo como una
alternativa al individualismo liberal basado en la propiedad compartida de los recursos. 90 Saint-
Simon propuso la planificación económica, la administración científica y la aplicación del
conocimiento científico a la organización de la sociedad. Por el contrario, Robert Owen propuso
organizar la producción y la propiedad a través de cooperativas.9091
Los debates entre los socialistas clásicos[editar]
El socialismo alcanzó su apogeo político a finales del siglo XX en el bloque comunista de Europa,
la Unión Soviética, estados comunistas de Asia y del Caribe.
Durante la segunda mitad del siglo XX fue de gran importancia para el llamado bloque socialista
(conjunto de los países controlados por la Unión Soviética tras la contraofensiva en el frente
oriental durante la Segunda Guerra Mundial), donde la URSS impuso sistemas de gobierno
socialistas dependientes.
En la década de 1920, el comunismo y la socialdemocracia se habían convertido en las dos
tendencias políticas dominantes dentro del movimiento socialista internacional, 40 con el socialismo
mismo convirtiéndose en el movimiento secular más influyente del siglo XX.41 Mientras que el
surgimiento de la Unión Soviética como el primer estado socialista nominal del mundo condujo a la
asociación generalizada del socialismo con el modelo económico soviético, algunos economistas e
intelectuales argumentaron que en la práctica el modelo funcionaba como una forma
de capitalismo de Estado424344 o una economía administrativa o de mando no planificada.4546
Tras la Segunda Guerra Mundial, la tensión militar-ideológica entre el bloque socialista, encabezado
por la Unión Soviética, y el capitalista, encabezado por Estados Unidos, desembocó en un
enfrentamiento político que se conocería como Guerra Fría. Se conoció de ella extraoficialmente y
fue la competencia por la superioridad en todos los aspectos y lograr así el dominio completo (pero
no directo) de la mayor cantidad de países. Culminó con la disolución política de la URSS, tras una
crisis agravada por su situación económica y política y fuertes presiones externas, acompañada de
una pronunciada crisis en los demás estados socialistas, principalmente los europeos.
El socialismo del siglo XXI[editar]
Artículo principal: Socialismo del Siglo XXI
El socialismo del siglo XXI es un concepto que aparece en la escena mundial en 1996, a través
de Heinz Dieterich Steffan.94 El término adquirió difusión mundial desde que fue mencionado en un
discurso por el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el 30 de enero de 2005, desde el V
Foro Social Mundial. Dieterich argumentó que tanto el capitalismo industrial de libre
mercado como el socialismo del siglo XX en forma de marxismo-leninismo no han logrado resolver
problemas humanitarios urgentes como la pobreza, el hambre, la explotación del trabajo, la
opresión económica, el sexismo, el racismo, la destrucción de los recursos naturales y ausencia de
una democracia verdaderamente participativa. El socialismo del siglo XXI tiene elementos socialistas
democráticos, pero se interpreta principalmente al revisionismo marxista.95
En el marco de la Revolución Bolivariana, Chávez señaló que para llegar a este socialismo habrá una
etapa de transición que denomina como Democracia Revolucionaria. Hugo Chávez expresó «Hemos
asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia el socialismo y contribuir a la
senda del socialismo, un socialismo del siglo XXI que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en
el amor, en la libertad y en la igualdad» en un discurso a mediados de 2006. Además, este
socialismo no está predefinido. Más bien, dijo Chávez «debemos transformar el modo del capital y
avanzar hacia un nuevo socialismo que se debe construir cada día».
Los partidos socialistas y las ideas siguen siendo una fuerza política con diversos grados de poder e
influencia en todos los continentes, encabezando gobiernos nacionales en muchos países de todo el
mundo. Hoy, muchos socialistas también han adoptado las causas de otros movimientos sociales
como el ambientalismo, el feminismo y el progresismo.48
Listado de corrientes[editar]
Socialismo Socialismo bismarckiano Socialismo
marxista[editar] tercermundista
Socialismo no
marxista[editar] Otto von Bismarck
Comunismo Socialismo de Estado Socialismo
Socialismo marxista
Socialismo de Estado social tercermundista
Socialismo científico Kathedersozialismus Chavismo
derecha
Marxismo
Socialismo nacional Adolph Wagner Nasserismo
Marxismo-Leninismo Friedrich List Jawaharlal Nehru
Socialismo
Marxismo-Leninismo- Ferdinand Lassalle Socialismo africano
corporativo
Maoísmo Kwame Nkrumah
Socialismo militar Socialismo cristiano
Marxismo-Leninismo- Julius Nyerere
Socialismo de guerra
Maoísmo- Socialismo árabe
Ecosocialismo Doctrina social de la
Pensamiento Gonzalo Socialismo
Nacionalsocialismo iglesia
Marxismo-Leninismo- desturiano
Strasserismo Cuestión social
Maoísmo-Camino Socialismo islámico
Prachanda Socialismo premarxista Socialismo cristiano Partido Baaz
Lucha de clases Distributismo
Frente de Liberación
Dictadura del Socialismo utópico Karl Polanyi Nacional (Argelia)
proletariado Socialismo Socialdemocracia Muammar Gaddafi
Manifiesto Comunista ricardiano Tercera teoría
Estalinismo Sansimonismo Socialdemocracia universal
Trotskismo Owenismo Socialismo Sukarno
Guevarismo Falansterio democrático Pancasila
Maoísmo Comuna de París Socialismo de Marhaenismo
Juche Utopía mercado Ne Win
Socialismo con La ciudad del sol Socialismo liberal Felipe Carrillo
características chinas Comunismo New Deal Puerto
Teología de la primitivo Sociedad Fabiana Vía birmana al
liberación Licurgo de Esparta Laborismo socialismo
Eurocomunismo Despotismo oriental Internacional Aprismo
Revisionismo Anarquismo socialista Socialista Mariateguismo
Antirrevisionismo Tercera vía Partido del
Socialismo Socioliberalismo Programa Socialista
Anarquismo
autogestionario Keynesianismo de Birmania
socialista
Socialismo con rostro Sun Yatsen
Socialismo libertario
humano Tres Principios del
Anarcocomunismo
Comunismo de Pueblo
Anarcosindicalismo
izquierda Socialismo
Anarquismo
Comunismo melanesio
colectivista
consejista Tercermundismo
Mutualismo
Escuela de Fráncfort Movimiento de
Browderismo Países No Alineados
Socialismo árabe
Socialismo africano
Socialismo islámico
Comunismo soviético
Socialismo en Argentina
Socialismo en el Imperio del Japón
Categoría:Partidos socialistas
Categoría:Partidos socialistas o socialdemócratas
Categoría:Organizaciones socialistas
Comunismo
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Este artículo trata sobre el concepto político y social. Para su uso como tipo de sociedad,
véase Sociedad comunista.
La hoz y el martillo, símbolos del comunismo adoptados por los partidos marxistas-leninistas a
partir de la Tercera Internacional, tal como aparecían en la bandera de la Unión Soviética.
La estrella roja, símbolo usado recurrentemente para representar a los partidos comunistas, o al
comunismo en general, tal como aparecía en la bandera de la Unión Soviética.
El comunismo (del latín communis, «común, compartido»)1 es un sistema político y un modo
de organización socioeconómica, caracterizado por la propiedad en común de los medios de
producción, así como por la inexistencia de clases sociales, del mercado y del Estado.234567
El comunismo incluye una variedad de escuelas de pensamiento. La visión filosófica de una
sociedad comunitaria tiene antecedentes hasta la República de Platón y en los primeros
cristianos (comunismo primitivo).1 El comunismo, como proyecto de socialización de los medios de
producción, surgió en el siglo XVI, bajo la forma de diversas teorías económicas basadas en
el colectivismo agrario. Las más conocidas fueron la obra Utopía, de Tomás Moro, Ciudad del
Sol de Tomás Campanella1 y la ideología revolucionaria babuvina, que derivó del
movimiento jacobino de la Revolución francesa.8 El ideario comunista se convirtió, a comienzos del
siglo XIX, en un complejo proyecto económico, gracias a las diferentes corrientes del
llamado socialismo utópico, del anarquismo y de las ramas obreras del socialismo y comunismo
cristiano.
El más conocido de estos movimientos fue el socialismo científico de los pensadores alemanes Karl
Marx y Friedrich Engels, bajo la cual la organización Liga de los justos sería rebautizada como Liga
de los Comunistas. Ambos autores escribieron en 1848 el Manifiesto del Partido Comunista. Por la
influencia de su obra, el movimiento comunista adoptó una interpretación revolucionaria de la
historia y la forma de partido político, convirtiéndose luego en una organización
internacional unificada bajo las tesis marxistas.
Según el marxismo, la historia es entendida como una lucha de clases permanente, cuyo inicio se
debe a la aparición de las diversas formas de propiedad, las cuales estratifican a la sociedad de
acuerdo a sus relaciones de producción, explotadores o explotados (dialéctica amo-esclavo). Estas
relaciones generan, con el tiempo, las condiciones para ser reemplazadas por otras formas
de explotación y una nueva clase dominante, en una secuencia revolucionaria de nuevos modos de
producción. En el capitalismo, las dos principales clases son el proletariado (clase trabajadora), que
constituye la mayoría de la población y vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario; y
la burguesía (clase capitalista), que constituye una pequeña minoría que obtiene ganancias a través
del empleo de mano de obra asalariada (plusvalía) mediante la propiedad privada de los medios de
producción. Sin embargo, el modo de producción capitalista genera una serie creciente de
crisis cíclicas que solo pueden ser resueltas con una revolución proletaria, la que requiere a su vez,
de la construcción del socialismo y finalmente del comunismo. 9 Para llegar a este fin, debe
organizarse un partido comunista que conquiste el poder político y pondría a la clase
trabajadora en el poder, a su vez que establecería la propiedad social de los medios de producción,
que es el elemento principal en la transformación de la sociedad hacia el comunismo.
A lo largo del siglo XIX, los términos «comunismo» y «socialismo» se usaron como sinónimos.10 No
fue sino hasta la Revolución Bolchevique que el vocablo socialismo llegó a referirse a la «primera
fase» del modo de producción comunista.11 Tanto Karl Marx12 como Vladímir Lenin13 prevén los
siguientes períodos o fases:
Etimología[editar]
Edad de Piedra (1883-85), primera parte de una serie de dos pinturas hechas por Viktor Vasnetsov.
En sociología política y antropología, se atribuye a Karl Marx y Friedrich Engels el
concepto comunismo primitivo, como el estado original cazador-recolector de la especie humana
del que surgió el comunismo temprano, una etapa de desarrollo de las formaciones económico-
sociales con bajo nivel de las fuerzas productivas y caracterizado por la propiedad colectiva y la
distribución igualitaria de los productos.43 Para Marx, solo después de que la humanidad fue capaz
de producir excedentes (y de que algunos miembros de la sociedad se apropiaron de ellos) con
las divisiones del trabajo, se desarrolló la propiedad privada, el Estado y sociedades basadas en
la explotación.44
En 1847, la historia de la organización sodal que precedio a toda la historia escrita, la prehistoria,
era casi desconocida. Posteriormente, Haxthausen ha descubierto en Rusia la propiedad comunal
de la tierra; Maurer ha demostrado que ésta fue la base sodal de la que partieron históricamente
todas las tribus teutonas, y se ha ido descubriendo poco a poco que la comunidad rural, con la
posesión colectiva de la tierra, es o ha sido la forma primitiva de la sociedad, desde las Indias hasta
Irlanda. La organización intema de esa sociedad comunista primitiva ha sido puesta en claro, en lo
que tiene de típico, con el culminante descubrimiento hecho por Morgan de la verdadera
naturaleza de la gens y de su lugar en la tribu. Con la disolución de estas comunidades primitivas
comenzó la división de la sociedad en clases distintas y, finalmente, antagónicas. He intentado
analizar este proceso en la obra "Der Ursprung der Familie, der Priva teigenthums und des Staats"
["El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado".]
Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888 del Manifiesto del Partido Comunista
Comunismo igualitario y cristiano[editar]
Artículos principales: Comunalismo religioso y Comunismo cristiano.
Licurgo de Esparta.
Se designa con esta expresión a todas las doctrinas pre marxistas, que con muchísima diversidad, se
les puede englobar como utopías sociales que abogaban por la propiedad colectiva (a diferencia de
un régimen de propietarios iguales) y la igualdad total (incluyendo todas las necesidades) de todos
los productores. Tales doctrinas primitivas resolvían el problema de las relaciones del individuo con
la sociedad a través de la «sociedades de iguales», que bien podía ser una comuna, el Estado, etc. 44
Tales doctrinas se desarrollaron en la Época Clásica y en la Edad Media. Un ejemplo de comunismo
igualitario es el implantado en Esparta por Licurgo también designado como comunismo militar.
Este gobierno solo consideraba como «iguales» a los ciudadanos de la polis, ya que mantenía un
régimen esclavista. Otro ejemplo de ciertas doctrinas comunistas en un marco antiguo son las
propuestas por Platón en La República:4445
"[...] digo yo, que según el proverbio, todas estas cosas deben ser comunes entre amigos."
La República de Platón, o coloquios sobre la justicia,
trad. José Tomás y García (1805). Volumen 1, p. 169.
Pero el gobierno era pragmáticamente llevado por una aristocracia de filósofos. En la ciudad de
Platón todo era común y solo se aplica a las clases rectoras, rechazado el régimen democrático. La
abolición de la propiedad, se ha dicho, trae consigo la abolición de la familia. 4647 Aristóteles en el
libro II de su Política criticó esta doctrina de su maestro.48
Los pitagóricos y primeros cristianos practicaron la postura de comunidad de bienes. Las tendencias
igualitarias se desarrollaron en algunas de las primeras herejías cristianas, como también en las
comunas anabaptistas.44
43 Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los
apóstoles. 44 Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: 45 vendían sus
propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.
Hechos de los Apóstoles 2:43-45
Tomás Moro.
La condena de la propiedad privada y los elogios a la comunidad de bienes ya figuraron en los
programas de algunas insurrecciones campesinas de la época del feudalismo. El desarrollo
sistemático del socialismo y comunismo empieza en el período del nacimiento del capitalismo, en la
época del Renacimiento.49 El pensamiento comunista también se remonta a las obras del escritor
inglés del siglo XVI Tomás Moro. En su tratado Utopía de 1516, Moro retrató una sociedad sin clases
sociales basada en la posesión común de la propiedad, cuyos gobernantes la administraban
mediante la aplicación de la razón.50 En 1623, La ciudad del Sol del monje italiano Tomás
Campanella, describe un Estado donde la propiedad y el trabajo eran comunes, con igualdad de
derechos en las mujeres.44
Comunismo crítico-utópico[editar]
Artículo principal: Socialismo utópico
François Babeuf.
En el siglo XVIII, los principios del comunismo igualitario sirvieron como rendimiento del
pensamiento socialista. Dos franceses Jean Meslier y Étienne-Gabriel Morelly fueron precursores en
esa dirección. Como expresión de las ideas igualitarias (niveladoras) del sector más radical de
la Revolución inglesa, el protestante inglés Gerrard Winstanley abogaba por la colectivización de la
tierra y de todos los recursos naturales como bienes fundamentales de todo el pueblo. 44 Críticas
hacia la propiedad privada y el Antiguo Régimen continuaron durante la Ilustración a través de
pensadores como Gabriel Bonnot de Mably51 y Jean-Jacques Rousseau en Francia.52
El primer individuo al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir "Esto es mío" y
encontró a gente lo bastante simples como para hecerle caso, fue el verdadero fundador de la
Sociedad Civil. Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, cuántas miserias y horrores no le hubieran
ahorrado al género humano el que, arrancando las estacas o cegando el foso, hubiera gritado a sus
semejantes: "Guardaos de escuchar a este impostor; estáis perdidos si olvidáis que las frutas a
todos pertenecen y que la tierra no es de nadie..."
Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres
Tras la agitación de la Revolución Francesa, el comunismo surgió más tarde como una doctrina
política.28
No queremos la igualdad escrita en una tabla de madera, la queremos en nuestras casas, bajo
nuestros techos.
François-Noël Babeuf, Conjuration des Égaux, 1795.
Henri de Saint-Simon.
El comunismo como tradición política e ideológica surge a partir del siglo XVIII impulsado por las
fuertes contradicciones sociales en Europa. Durante el gobierno del Directorio (1795-1799) en
la Francia revolucionaria François-Noël Babeuf lleva a cabo la Conjuration des Égaux (Conspiración
de los iguales), la primera acción revolucionaria llevada a cabo en nombre de una ideología
comunista. El babuvismo proponía la abolición de la propiedad privada, la instauración de la
propiedad comunitaria para asegurar la única y verdadera igualdad, no solo política, sino también
económica. El movimiento fue salvajemente reprimido, si bien su pensamiento resistió el paso del
tiempo y engendró la mayoría de los comunismos posteriores.
Sobre 1835, las ideas comunistas prosiguieron su desarrollo fuertemente vinculadas al concepto
de socialismo,53 a partir del llamado socialismo utópico (también denominado comunismo
utópico),54 siendo sus principales exponentes:
Robert Owen fue el primer autor en considerar que el valor de los productos debía medirse con
base al trabajo incorporado a ellos, y no al valor en dinero que se les atribuye. Owen propuso
un sistema de colonias comunistas para combatir la miseria en Irlanda. Fue así, por este camino
puramente práctico, como surgió el comunismo oweniano.55
Charles Fourier propuso la creación de unas unidades de producción y consumo, las falanges
o falansterios, basadas en un cooperativismo integral y autosuficiente. 56 Proclamó que el grado
de emancipación de la mujer en una sociedad es la medida de la emancipación general. Para él,
la civilización se mueve en un «círculo vicioso», en un ciclo de contradicciones, que está
reproduciendo constantemente sin acertar a superarlas.55
Y el Conde de Saint-Simon consideró que la nueva sociedad debía estar planificada para
atender las necesidades de los pobres. Para alcanzar esa sociedad que acabara con la
«anarquía» capitalista proponía la constitución de un nuevo Estado dirigido por los científicos y
por los «industriales» que sustituirían a los «ociosos»: curas, nobles y explotadores. 55 Su
propuesta ha sido calificada como «socialismo aristocrático», lo que se llamaría tecnocracia.57
Estos autores propusieron la transición hacia nuevas sociedades a través de comunidades rurales
autosuficientes por el trabajo de voluntarios; sin embargo, no consideraban que la sociedad
capitalista estuviera compuesta por clases sociales antagónicas, renunciando a la revolución con fe
en que el orden existente puede ser cambiado con ayuda de la propaganda de las ideas del
socialismo. Marx y Engels reelaboraron las doctrinas del socialismo utópico.58
Comunismo en sociología[editar]
El comunismo (de común),6 entendido como concepto sociológico, refiere a un orden
socioeconómico basado en la posesión totalmente en común de los bienes de producción y/o de
consumo.59
Comunismo en política[editar]
En su forma moderna, el comunismo surgió del movimiento socialista en la Europa del siglo XIX. A
medida que avanzaba la Revolución Industrial, los críticos socialistas culparon al capitalismo de la
miseria del proletariado, una nueva clase de trabajadores fabriles urbanos que trabajaban en
condiciones a menudo peligrosas. Los más destacados entre estos críticos fueron Karl Marx y su
socio Friedrich Engels. En 1848, Marx y Engels ofrecieron una nueva definición de comunismo y
popularizaron el término en su famosa obra, Manifiesto del Partido Comunista.78
El comunismo, en el sentido político, es un movimiento cuya doctrina se basa en el marxismo79 y
que, de acuerdo con esta doctrina, tiene por principal objetivo la toma transitoria del poder del
Estado para la instauración de una revolución social que, a través de tres fases, implante una
organización económica y social socialista/comunista basada en el control colectivo de la
producción.80El comunismo está representado por una organización internacional que lleva el
nombre de Internacional Comunista y que coordina en cada región a un partido político que a su
vez suele llevar el nombre de comunista. Cada corriente doctrinal comunista tiene su propia
«Internacional».81
Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse
la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de
cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente
existente.
K. Marx y F. Engels (1845) La ideología alemana, 5. Desarrollo de las fuerzas productivas como
premisa material del comunismo
Desarrollo doctrinal[editar]
Karl Marx, filósofo alemán principal desarrollador de la teoría comunista, además de importantes
doctrinas filosóficas ligadas a este como el materialismo histórico.
Friedrich Engels, filósofo alemán y compañero de Marx, coautor de varias de sus obras y teórico
del socialismo científico.
A lo largo del siglo XIX, los términos «comunismo» y «socialismo» se usaron como
sinónimos.10 Étienne Cabet y el neobabuvista Jean-Jacques Pillot las emplearon de inmediato y el
adjetivo «comunista» fue usado para referirse a un banquete organizado por Pillot celebrado el 1
de julio de 1840 en las afueras de París en el que participaron más de mil comensales, en su
mayoría obreros, y en el que se defendió la necesidad de aplicar reformas que no fueran
meramente políticas para alcanzar una «igualdad real». 82 En junio de 1843 el poeta alemán Heinrich
Heine, quien desde hacía más de diez años vivía en París, advirtió de su crecimiento: «Los
comunistas son en Francia el único partido que merece atención». 36 En la década de 1830, en
general, la palabra "socialismo" llegó a significar casi cualquier tipo de reforma con el propósito de
mejorar la situación del proletariado y "comunismo" como más extremo que el socialismo. Una
distinción generalizada era que el socialismo socializaba solo la producción, mientras que el
comunismo socializaba tanto la producción como el consumo.83
Según Jean Bruhat, en la década de 1840 «comunista» y «socialista» no eran términos
completamente equivalentes ya que los comunistas se distinguían por unas ideas que en ellos
estaban más claramente afirmadas que en los socialistas, como la realidad de la lucha de clases de
la que se derivaba la necesidad de la revolución —la conquista del Estado— para alcanzar la nueva
sociedad, pues para cambiar al hombre había que cambiar el régimen económico y social en el que
vivía, como lo advirtió el neobabuvista Théodore Dézamy cuando criticaba a los que creían «que
para modelar al hombre a su gusto bastaría proponérselo de un modo testarudo y enérgico». 40
El filósofo británico John Stuart Mill discutió una forma de socialismo económico dentro de un
contexto liberal:84
Y para plantear esta cuestión en su forma más simple, supondremos que la forma del socialismo es
el comunismo simple, es decir, la división equitativa del producto entre todos los participantes, o,
según el estándar aún más alto de M. Louis Blanc de justicia, reparto de la misma según la
diferencia de necesidad, pero sin diferenciar la recompensa según la naturaleza del deber ni según
los supuestos méritos o servicios del individuo. Hay otras formas de socialismo, particularmente
el fourierismo, que, por consideraciones de justicia o conveniencia, permiten diferencias de
remuneración para diferentes tipos o grados de servicio a la comunidad; pero la consideración de
éstos puede posponerse por el momento.
Históricamente los múltiples partidos comunistas adoptaron, bajo su liderazgo, la obra de Karl
Marx y Friedrich Engels como doctrina y programa político-revolucionario, la cual fue sistematizada
bajo el nombre de marxismo. En la década de 1840, Engels y Marx se describieron a sí mismos
como "comunistas" y a menudo definieron tácitamente a los "socialistas" como sus opositores.
Entre sus críticas mutuas, tanto Marx como Proudhon aceptaron que Marx era un "comunista",
Proudhon un "socialista", y que estos eran distintos.11 Engels escribió:
En 1847, el "socialismo" designaba un movimiento burgués, el "comunismo" un movimiento
obrero.
Manifiesto comunista, Prólogo de Engels a la edición alemana de 1890 (1848), K. Marx y F. Engels,
Más tarde, Marx y Engels se cambiaron al uso del vocablo «socialismo», que significó exactamente
lo que antes habían querido decir con "comunismo", considerando este último término anticuado. 11
Poco después en 1917, Vladímir Lenin en su obra El Estado y la revolución utilizó la palabra
«socialismo» para referirse a la primera etapa en la consecución de la sociedad sin clases o
«comunismo», caracterizada por la organización colectiva de la producción y la distribución en
tanto que el consumo seguiría siendo particular.1185
Con la toma del poder por parte de los comunistas en el Imperio ruso bajo el mando de Lenin
en octubre de 1917, el liderazgo ideológico sobre los partidos comunistas del mundo pasó a estar
en manos de la Internacional Comunista. Posteriormente a su muerte, las aportaciones teóricas
aportadas por Lenin al marxismo fueron conocidas mediante el nombre de leninismo. Son, por
ejemplo, la teoría del imperialismo como fase superior del capitalismo, o la teoría del partido de
vanguardia como herramienta necesaria para encabezar al movimiento obrero y al resto de clases
explotadas en la conquista del poder político y la subversión del modo de producción capitalista,
mediante la destrucción del Estado burgués y su sustitución por un Estado obrero.
Iósif Stalin, bajo su mandato en la Unión Soviética, utilizaría posteriormente el nombre marxismo-
leninismo para formular su ideología política, oficialmente basada en el marxismo y el leninismo.
Este nombre, sin embargo, no alude a la unión de ambas ideologías, sino que es un vocablo
específico creado para describir la línea que Stalin implantó en el PCUS y la Comintern y sus
partidos, así como en la mayoría de Estados bajo la órbita soviética, gobernados estos. Desde
entonces los partidos marxistas
y leninistas no estalinistas (los trotskistas y leninistas antiestalinistas, como el POUM, entre otros)
han utilizado frecuentemente otros nombres para referirse al leninismo, tales como bolchevique-
leninismo o leninismo a secas, así como indistintamente, el término marxismo-leninismo. A la
muerte de Stalin, el Partido Comunista de la Unión Soviética abandonó oficialmente la versión
original estalinista del marxismo-leninismo y su forma de organizar en forma verticalista la
estructura interna del partido (centralismo democrático) y de éste con el resto del Estado,
acusándola de imponer un culto a la personalidad a la persona del líder (desestalinización). Sin
nuevos liderazgos ideológicos relevantes en la URSS, quedaría en China Mao Tse Tung como
continuador de la estructura política estalinista y de sus posiciones doctrinales. Se produjo
entonces una segunda ruptura entre los partidos comunistas prosoviéticos (en principio marxistas-
leninistas, pero no estalinistas) y los partidos comunistas que siguieron o bien la ortodoxia de Stalin,
autodenominada marxismo-leninismo y por sus críticos estalinismo, o bien la de Mao, luego
denominada marxismo-leninismo-maoísmo.
Organización política[editar]
Desde que el movimiento comunista adoptó los criterios leninistas como forma de organización,
todos los partidos y los estados construidos bajo el control de estos partidos han creado
instituciones similares, organizados bajo la premisa de que cada partido comunista es
una vanguardia del proletariado de cada país y representa sus intereses en tanto clase. La
organización política de las naciones gobernadas por el Comunismo es, generalmente,
una república de partido único. Las repúblicas comunistas se autotitularon oficialmente como
«repúblicas obreras» ya que solo daban acceso a su control a la clase proletaria, pero finalmente y
luego de la Segunda Guerra Mundial pasarían a denominarse como «repúblicas populares» en las
cuales la dirección proletaria da acceso al poder a otras «clases populares» como el campesinado.
En ambos casos el partido comunista se encarga de la dirección ideológica del país.86
En este sistema, el partido subordina las burocracias del Estado y la legislación a sus objetivos
políticos y propagandísticos. A su vez el aparato estatal es utilizado para promover en la sociedad
civil sus objetivos de transformación social y cultural hacia una economía planificada.87 La frecuente
imposición coercitiva de estos objetivos a toda la población así como la eventual subordinación de
la sociedad civil a la militancia del partido comunista han sido usualmente caracterizadas como
parte de un sistema totalitario,88 criticado por algunos de sus defensores como una degradación de
la política comunista,89 y por sus detractores como intrínseco a la misma.90
Proyecto socioeconómico[editar]
La mayoría de variantes de partidos comunistas han adoptado una categorización histórica del
pasado y el futuro social de Occidente de acuerdo a la demarcación de modos de
producción establecida por la doctrina marxista: el comunismo primitivo (sin clases), el esclavismo,
el feudalismo, el mercantilismo,91 el capitalismo, y finalmente el modo de producción comunista
(sin clases), dividido en dos fases, cuya realización estaría en manos de la clase
social llamada proletariado organizada bajo la dirección de un partido comunista revolucionario, y
que desaparecería en tanto clase durante la realización del mismo.
Asimismo, el propio Marx utilizaba una periodización alternativa para describir la historia social de
otras regiones geográficas, como la de despotismo oriental o modo de producción asiático en
países como China.92
Esta conceptualización sociológica de lo que es un orden social comunista posible, es propia de la
doctrina marxista adoptada por los partidos comunistas, y se considera que ha variado con el
marxismo-leninismo respecto a sus características correspondientes. 93 Todos los autores marxistas
sin embargo coinciden en que la sociedad comunista se desarrolla en un período de transición y dos
fases:
Período de transición[editar]
El «período de transición del capitalismo al comunismo» (o «transición al socialismo» propiamente
según Lenin), se define por la toma del poder político por parte del proletariado llamada dictadura
del proletariado:
Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación
revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período
político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del
proletariado.94
Durante este período y antes de llegar al comunismo, se reemplazará al modo de producción
capitalista y con este a la burguesía, mediante la apropiación estatal de los medios de producción:
¿Será posible suprimir de golpe la propiedad privada? No, no será posible, del mismo modo que no
se puede aumentar de golpe las fuerzas productivas existentes en la medida necesaria para crear
una economía colectiva. Por eso, la revolución del proletariado, que se avecina según todos los
indicios, sólo podrá transformar paulatinamente la sociedad actual, y acabará con la propiedad
privada únicamente cuando haya creado la necesaria cantidad de medios de producción. Una vez
emprendido el primer ataque radical contra la propiedad privada, el proletariado se verá obligado a
seguir siempre adelante y a concentrar más y más en las manos del Estado todo el capital, toda la
agricultura, toda la industria, todo el transporte y todo el cambio. [...] Finalmente, cuando todo el
capital, toda la producción y todo el cambio estén concentrados en las manos de la nación, la
propiedad privada dejará de existir de por sí, el dinero se hará superfluo, la producción aumentará
y los hombres cambiarán tanto que se podrán suprimir también las últimas formas de relaciones de
la vieja sociedad.95
Según el bolchevismo, la violencia política debe ser parte de la dictadura del proletariado en este
período,9697 y por tanto se trataría de una «dictadura» en dos sentidos distintos a la vez: 98 que el
poder del Estado esté en manos de una clase y no de otra, y que ese poder elimine las libertades de
expresión y asociación de la clase enemiga. 99100 La interpretación leninista agregaría que la
vanguardia del proletariado puede gobernar en nombre del proletariado, 101 movilizándolo por
entero o limitándose a organizar a una fracción del mismo, 102 y siendo encabezada ocasionalmente
por solo una persona.103 Además la dictadura del proletariado del período de transición podría
usarse para fines de reeducación ideológica, tanto de la pequeña burguesía como del mismo
proletariado.104
Primera fase del comunismo[editar]
En la Crítica del programa de Gotha se diferencia entre una etapa comunista previa en donde el
individuo compraría bienes con vales de trabajo, de una etapa superior, en la que cada persona
contribuirá según sus capacidades y recibirá acorde a sus necesidades.1012
La «primera fase del comunismo» o «socialismo» según Lenin, se define por establecer la
propiedad colectiva de los medios de producción en manos de una sociedad liderada por
trabajadores. En esta fase las limitaciones de las fuerzas productivas debidas al abrupto inicio del
nuevo modo de producción requieren la utilización del racionamiento y la organización de la
producción de acuerdo a las necesidades colectivas del sistema social y recién luego a la
compensación al trabajador mediante certificados de cantidades de trabajo, 105 y no a las
necesidades de los trabajadores en tanto hombres:
De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia
base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por
tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el
sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede. Congruentemente con esto, en ella el productor
individual obtiene de la sociedad -después de hechas las obligadas deducciones- exactamente lo
que ha dado. Lo que el productor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo. Así, por
ejemplo, la jornada social de trabajo se compone de la suma de las horas de trabajo individual; el
tiempo individual de trabajo de cada productor por separado es la parte de la jornada social de
trabajo que él aporta, su participación en ella. La sociedad le entrega un bono consignando que ha
rendido tal o cual cantidad de trabajo (después de descontar lo que ha trabajado para el fondo
común), y con este bono saca de los depósitos sociales de medios de consumo la parte equivalente
a la cantidad de trabajo que rindió. La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad bajo
una forma, la recibe de esta bajo otra distinta. [...]
Por eso, el derecho igual sigue siendo aquí, en principio, el derecho burgués, aunque ahora el
principio y la práctica ya no se tiran de los pelos, mientras que en el régimen de intercambio de
mercancías, el intercambio de equivalentes no se da más que como término medio, y no en los
casos individuales.
A pesar de este progreso, este derecho igual sigue llevando implícita una limitación burguesa. El
derecho de los productores es proporcional al trabajo que han rendido; la igualdad, aquí, consiste
en que se mide por el mismo rasero: por el trabajo. [...] Pero estos defectos son inevitables en la
primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un
largo y doloroso alumbramiento.106
Aquí las interpretaciones de la categorización marxiana se dividen en dos: la posición de Lenin y la
marxista-leninista en general, establece que esta fase del comunismo es cualitativamente distinta a
la siguiente y debe mejor ser llamada socialismo. En esta fase, para los leninistas, tanto la dictadura
del proletariado como el proletariado subsisten, 107 ya que el Estado debe seguir teniendo el
dominio de los medios de producción por cuanto debe preservarse para la lucha contra potenciales
contrarrevoluciones de exburgueses.108 El marxismo-leninismo, desde su fundación por Stalin,
agregaría a su vez otra diferencia con Lenin: bajo el socialismo podía subsistir la utilización del
dinero, a diferencia del socialismo como era entendido por los bolcheviques y fuera intentado
durante el período que luego sería denominado como «comunismo de guerra».109
La crítica marxista y socialista al leninismo considera, en cambio, que Marx utilizaba
indistintamente los términos socialismo y comunismo para referirse a ambas fases, que la primera
fase excluye la dictadura del proletariado, y que la dictadura del proletariado no puede ser el medio
de organización de la economía socialista o comunista: el Estado en tanto órgano de represión
política no puede controlar los medios de producción si la burguesía ya fue enteramente
expropiada, puesto que dicho dominio implicaría que puede existir un Estado sin clases sociales, 110
que la dictadura se ejerce políticamente sobre la oposición obrera, y que incluso se utiliza la
dictadura (como violencia política y hasta unipersonal) no solo para la representación sino hasta
para la organización interna castrense de la clase proletaria, 111 entendiéndose al socialismo como
un colectivismo de Estado organizado autoritariamente y hasta dictatorialmente por una jefatura. 112
Para estos, si en la primera fase se continúa la política del período de transición, la utilización de las
empresas colectivas seguiría estando al servicio de una función política del partido comunista y no
del proletariado, con lo cual se trataría de un capitalismo de Estado o un colectivismo burocrático
(cuya justificación ideológica solo podría ser la de un «comunismo grosero»), en el cual la existencia
del Estado solo podría explicarse en términos marxistas como herramienta de represión de los
trabajadores por parte de una nueva clase económica o de una élite política (grupo explotador no
formado por una clase suma de propietarios privados e independientes sino colectivamente
propietaria como grupo organizado, en forma similar al modo de producción asiático).113
Fase superior del comunismo[editar]
«La fase superior del comunismo» (o «comunismo» propiamente, según Lenin) se define
igualmente por la propiedad colectiva de los medios de producción en manos de la sociedad
liderada por trabajadores, pero en esta fase se puede superar, gracias al desarrollo de la capacidad
productiva, el derecho burgués de intercambio de equivalentes así como la especialización en la
división del trabajo, por lo cual tanto la contribución a la sociedad como la provisión de bienes sería
gratuita y solo limitada a la libre voluntad de los miembros de trabajar cuando y como deseen, y de
consumir lo que consideren necesario:
En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación
esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo
intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la
primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan
también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo
entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad
podrá escribir en sus banderas: "¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus
necesidades!".106
Al paso que en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo
de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la
sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo
pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde
pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar,
sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos.114
La interpretación marxista-leninista sostiene que esta fase es cualitativamente distinta de la
anterior y que solo en ésta se podrá llegar a la «extinción del Estado», puesto que Lenin atribuye al
Estado funciones no-clasistas como la organización interna del proletariado para la represión de sus
propios miembros que no deseen trabajar para la organización colectivista. 115 Solo en tanto no
existan «haraganes», que se presumen minoritarios, el Estado podrá desaparecer ya que habrá
terminado de combatir las costumbres capitalistas heredadas.116
Para los marxistas que critican esta posición, el Estado ya debería haber desaparecido mucho antes
en tanto ya no existen clases, y que por eso mismo las empresas no podrían ser posesión colectiva
del Estado sino de los trabajadores asociados colectivamente, ni tampoco la represión de los
excesos debería de estar en manos de un órgano separado de los trabajadores armados. Esta
distinción y la propia disolución del Estado carecería de sentido si acaso este puede ser un
instrumento igualmente funcional de administración económica y social por parte de los obreros. 113
Existen discrepancias cruciales entre las diferentes corrientes del marxismo, en especial por parte
de intérpretes bolcheviques y no-bolcheviques de las tesis de Marx, 17 así como también posiciones
críticas encontradas desde fuera del marxismo sobre la continuidad o no entre Marx y Lenin, 18
respecto a cuál debería ser la forma de producción, el rol del Estado y, en general, la naturaleza de
cada una de las fases de desarrollo del comunismo. Entre las principales disidencias consideradas se
mencionan: cuál sería el rol del partido comunista en la dictadura del proletariado; 117118 si la
extensión de la dictadura del proletariado alcanza solo al período de transición contra las clases
enemigas o también a la primera fase del comunismo extendiendo la presencia punitiva del Estado
a los trabajadores contrarrevolucionarios; 119120 si acaso el Estado es el organizador de la economía
también en la primera fase socialista del comunismo, si meramente permanece cumpliendo un rol
político reducido entre conflictos de trabajadores, o si se habrá extinguido; 121 y si en la fase superior
del comunismo, aun sin Estado alguno, la planificación deberá seguir siendo centralizada como en
el modelo leninista de economía comandada, o una coordinación interpersonal voluntaria que
superaría la disociación entre individualismo y colectivismo, etc.122
Aplicación histórica[editar]
Las doctrinas de las diversas corrientes marxistas coinciden en la necesidad de suprimir la
propiedad privada (especialmente la de los medios de producción sociales) para establecer
una economía planificada, y en la emancipación del proletariado como la primera clase oprimida sin
economía propia,123 negación de toda posible apropiación privada y por ende tendiente a
desaparecer como clase en una comunidad comunista.124
Debido a la popularidad de la revolución bolchevique y la polarización política entre los
colectivismos soviéticos y los mercados capitalistas, el comunismo se ha identificado casi
naturalmente con la doctrina marxista-leninista. A diferencia de lo concebido por Marx y Engels,
bajo esta doctrina la primera fase del comunismo, que es la más fácilmente alcanzable, es
considerada «socialismo». Esta reconceptualización leninista se popularizaría en el léxico político-
económico, y desde entonces se afirma que casi todos los gobiernos comunistas han implantado
formalmente economías socialistas y no comunistas, puesto que son excepcionales los casos de
naciones controladas por partidos comunistas que hayan alcanzado la fase superior del comunismo
(o sea, el "comunismo" de acuerdo a esta terminología). Sin embargo el gobierno leninista no había
dejado de entender la organización económica socialista de la producción como una economía
colectiva que decidiera directamente la organización de la producción sin uso del dinero. El
contraste de Lenin con Marx era solo que en su interpretación de la primera etapa del comunismo
se agregaba a la distribución por función prevista por Marx, la idea de una economía estatal dirigida
por una junta de planificación,125 mientras que recién en su etapa final el comunismo funcionaría
como Marx preveía en cambio para las dos fases: como una autoorganización común de todos los
individuos.126
De manera que, a pesar de tal diferencia con Marx respecto a un colectivismo de Estado para la
primera fase, Lenin sí coincidía con este en que ambas fases del comunismo requirieran la abolición
del dinero y una planificación directa de los recursos mediante su provisión centralizada a la
producción y al consumo, por lo cual, coherentemente con esta descripción, fue este el tipo de
sistema que se intentaría implantar durante los primeros años del régimen bolchevique. 127 Luego
del fracaso de este experimento económico, Lenin lideraría la transformación de la economía rusa
de vuelta hacia una economía de mercado bajo el nombre de Nueva Política Económica. Cuando
sus sucesores abolieron nuevamente estas reformas capitalistas para reimponer el socialismo, el
concepto de socialismo (o primera fase del comunismo) ya no implicaba la planificación por
asignación de bienes que Marx y Lenin entendían como un prerrequisito del mismo: 128 sea por parte
de una comunidad de productores en Marx o provisoriamente por parte del Estado en Lenin,
cualquier planificación consciente produce un bien ya conociendo cómo será utilizado y por tanto
en ningún caso requiere del uso de dinero ("producción para el uso").129
Siguiendo el centralismo democrático de Lenin, los partidos leninistas se organizaron sobre una
base jerárquica, con células activas de miembros como base amplia. Estaban formados solo por
cuadros de élite aprobados por miembros superiores del partido como confiables y completamente
sujetos a la disciplina del partido.130 En los juicios de Moscú, muchos viejos bolcheviques que habían
desempeñado papeles prominentes durante la Revolución de Octubre de 1917 o en el gobierno
soviético de Lenin después, incluidos Lev Kámenev, Grigori Zinóviev, Alekséi Rýkov y Nikolái Bujarin,
fueron acusados y se declararon culpables de conspiración contra la Unión Soviética, y fueron
ejecutados.131
Tanto en los modelos personalistas de Stalin y Mao como en el de las burocracias soviéticas
posteriores y los nuevos regímenes comunistas alrededor del mundo, el socialismo terminaría
limitándose a un régimen de metas de producción para un sistema de empresas estatales entre las
cuales operaba un intercambio general de bienes dentro de una economía monetaria en la cual su
compraventa no era determinante directa de los ingresos. 132 En el colectivismo soviético post-NEP,
los bienes de producción (y eventualmente los de consumo) eran producidos como mercancías con
valoraciones abstractas monetarias, pero al mismo tiempo sus precios y cantidades estaban
condicionados por un plan general centralizado al que una economía de empresas estatales debía
adecuarse. Los planes quinquenales se basaban en metas generales de producción por las cuales las
unidades de producción eran compensadas en dinero según criterios ajenos a los precios por los
que eran vendidos los bienes de producción, por lo cual no operaban cabalmente como
mercancías.133 La organización del cálculo económico en este sistema fue problemático para las
juntas de planificación económica y usualmente degeneraba en una provisión racionada de los
bienes de consumo, sea por desinterés o desconocimiento del Estado de los intereses del consumo
individual, o por desabastecimiento producto de la descoordinación de la producción. 134En casi la
mitad de los países del mundo luego de la Segunda Guerra Mundial fue implementado este modelo
de socialismo bajo dirigencias marxistas, sea o no bajo el nombre de partidos comunistas.
Mapa de los países que se declararon estados socialistas políticamente comunistas bajo la doctrina
marxista-leninista entre 1979 y 1983. Este período marca la extensión territorial más grande de la
ideología comunista.
Los territorios más importantes en ser incorporados por el movimiento comunista marxista-
leninista fueron: primero, los que correspondían a las repúblicas que serían asimiladas al nuevo
Estado de la Unión Soviética bajo el control de un mismo partido comunista, entre los que se
encontraban Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Eston
ia, Letonia, Lituania, Moldavia, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán. A estos se agregaron los
países alineados o satélites de la Unión Soviética en Europa del Este, América Latina y Asia, cuyos
estados serían gobernados por partidos únicos propios (comunistas o no) basados en el socialismo
soviético: Mongolia, Bulgaria, Yugoslavia, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Albania, Alemania
Oriental, Rumanía, Cuba, Vietnam del Norte (luego Vietnam), Corea del Norte, Yemen del
Sur, Camboya (bajo el dominio de Vietnam), China, Laos, Yemen, Etiopía, Angola, Somalía, Congo-
Brazzaville, Mozambique, Guinea-Bisáu, Benín, Argelia, Birmania, Nicaragua, Granada y Afganistán
entre otros.
En el caso de Yugoslavia, Hungría y Checoslovaquia se intentó una variante de este mismo modelo
soviético llamado «socialismo de mercado» que intentaba emular la formación de precios en un
mercado por diferentes vías según el país (empresas autogestionarias, estatales competitivas, etc.)
pero sin posibilitar el derecho a la propiedad privada sobre el capital y la libre empresa en función
de la ganancia.135
Las únicas excepciones en las que se concretó el proyecto marxista-leninista originario de
planificación económica,136 fueron el «comunismo de guerra» en Rusia,137 el «Gran salto adelante»
en China,138 la política del «hombre nuevo» inaugurada por Ernesto Guevara en Cuba,139 y la «vuelta
al campo» de la Revolución camboyana.140 Solo en todos estos breves episodios se alcanzó lo que
Lenin había denominado como socialismo (organización de la producción como «una sola fábrica»
más distribución por función), y en algunos casos se llegó inclusive al comunismo en el sentido que
Lenin aceptaba del término (ídem más distribución por necesidad), pero finalmente se regresaría
en una u otra forma al socialismo en el sentido soviético posbolchevique (estalinista o
posestalinista) que es hoy su denominación usual.
Luego de la caída del «bloque socialista», los países que permanecen hasta el día de hoy en mayor
o menor medida con el modelo económico socialista de tipo soviético bajo control de partidos
únicos marxistas son Corea del Norte y Cuba. En cambio China, Vietnam y Laos son gobernados por
partidos comunistas que han decidido virar sus economías reguladas a formas mayormente
mercantiles y capitalistas.
Además del comunismo como fue entendido por Marx y sus sucesores, existen otras doctrinas
comunistas (algunas previas al marxismo, otras contemporáneas, y otras posteriores) tales como
el anarcocomunismo con fundamento en posturas sociobiologistas (Piotr Kropotkin, Aldous Huxley)
y el comunismo de consejos de base marxista pero no leninista.
Detalle del fresco de Diego Rivera “El hombre en la encrucijada” en el Palacio de Bellas Artes de
México. Incluyen a León Trotski con la bandera roja de la Cuarta Internacional.
Según el marxismo-leninismo, la propiedad privada de los medios de producción (el elemento clave
para decidir si se ha llegado al socialismo o no) había desaparecido en los Estados marxistas-
leninistas; sin embargo, según Engels, cofundador del marxismo, la propiedad por parte del Estado
es una forma de propiedad privada con naturaleza capitalista, 148 que solo se convierte en propiedad
pública si el proletariado está en control de este Estado. 149 Según el marxismo-leninismo, contrario
a lo que dicen otras tendencias marxistas, el proletariado estaba en el control de los Estados que
siguen esta doctrina. Por lo tanto, otra crítica de estas tendencias es la falta de democracia (en
varios ámbitos) en Estados como pueden ser, por ejemplo, la Unión Soviética.
El trotskismo es una tendencia marxista y leninista que se opone al marxismo-leninismo y
estalinismo, a través de las teorías de la revolución permanente y el internacionalismo, que se
opone al socialismo en un solo país de Stalin. Trotski y sus seguidores compitieron contra Stalin por
el poder en la Unión Soviética.
El marxismo-leninismo se refiere al sistema socioeconómico e ideología política implementada por
Stalin en la Unión Soviética y después adoptada por otros Estados basados en el modelo soviético
(economía centralizada, estado unipartidista, etc.); mientras que estalinismo se refiere al estilo de
gobernar de Stalin (represión política en la Unión Soviética, culto a Stalin, etc.); el marxismo-
leninismo se quedó después de la desestalinización, mientras que el estalinismo no lo hizo. Sin
embargo, el término «estalinismo» es a veces utilizado para referirse al marxismo-leninismo, a
veces para evitar sugerir que el marxismo-leninismo está relacionado con el marxismo y el
leninismo.
Sello de correos de la URSS "¡Las fuerzas de la democracia y el socialismo son invencibles!", 1950.
En cada lugar del mundo tuvieron suertes diversas, pero pocas veces llegaron al poder. Las
excepciones fueron los países del Bloque del Este que estuvieron bajo el control del régimen
político instaurado en la Unión Soviética tras el ascenso al poder de Stalin (heredado por los
sucesivos gobiernos), durante más de 40 años a partir de la derrota del Ejército Nazi y la conquista
militar de la región por el Ejército Rojo después de la Segunda Guerra Mundial; además
de China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba, donde el poder lo obtuvieron direcciones militares o
guerrilleras, dirigidas o influenciadas por su respectivo Partido Comunista, con apoyo campesino y
de sectores populares.
En Chile, a comienzos de los 70, la Unidad Popular (UP) llegó al gobierno presidencial, tras ganar
con su abanderado Salvador Allende las elecciones de septiembre de 1970. La coalición de gobierno
era una alianza de partidos y movimientos de izquierda que tenían representación (minoritaria) en
el parlamento. El Partido Comunista conformaba esta alianza junto a otros, como el Partido
Socialista, la Izquierda Cristiana, el Partido Radical, y el Movimiento de Acción Popular Unitaria (o
MAPU, escindido de la Democracia Cristiana), entre otros. Su principal consigna fue la «vía pacífica
al socialismo», base programática de la alianza política en torno a Allende, pero que no era apoyada
por todos los movimientos revolucionarios presentes en el acontecer político de la época. Esta vía
implicaba la construcción del socialismo a través de las instituciones propias del Estado
parlamentario burgués, siguiendo a estrategia de los llamados frentes populares de establecer
gobiernos sobre la base de la coalición electoral entre distintas fuerzas políticas consideradas
«progresistas» o populares. Esta experiencia fue frustrada por la férrea oposición de las fuerzas de
centro y derecha, las que apoyadas por los Estados Unidos, produjeron finalmente un golpe de
Estado en 1973, con la inmediata consecuencia de la aniquilación de los focos de resistencia obrera
(como los Cordones industriales) liderados por el MIR o la facción marxista del MAPU, el suicidio154
del presidente socialista Salvador Allende, el cierre del parlamento y el establecimiento de un
régimen militar, para continuar en los años siguientes con una represión sostenida y sistemática de
los principales dirigentes y activistas de todas las organizaciones políticas y sindicales, tanto del
Partido Comunista, como de los demás partidos políticos que apoyaron o participaron en el
gobierno de la Unidad Popular.
El movimiento comunista internacional atravesó grandes crisis en el siglo XX. La primera de ellas
relacionada con el alejamiento de León Trotski de la conducción de la Unión Soviética debido a sus
diferencias con Stalin. Trotski se exilió en México, donde fue asesinado por un agente bajo el
mando del NKVD: Ramón Mercader. El exconductor del Ejército Rojo postulaba la revolución
permanente. La segunda gran crisis la provocó el enfrentamiento de la Unión Soviética y China en lo
referente a la política internacional. Desde los años del encumbramiento del fascismo en Europa, la
Unión Soviética sostuvo una política de unidad con las fuerzas democráticas de la burguesía para
los partidos comunistas que actuaban en el mundo capitalista y de coexistencia pacífica con
el imperialismo. El Partido Comunista de China tenía una política de confrontación directa con el
imperialismo, aunque apoyaba acuerdos con las burguesías nacionales confrontadas con él mismo.
Esta política provocó otro cisma en muchos partidos comunistas. En los años 70 del siglo XX, el
comunismo prochino viró hacia extrañas alianzas, según fuera la relación de cada gobierno con
Pekín.
Los partidos comunistas después de la Segunda Guerra Mundial[editar]
Alzando una bandera sobre el Reichstag, foto icónica de Yevgueni Jaldéi que muestra a los
soviéticos celebrando sobre las ruinas de Berlín.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Unión
Soviética), que agrupaba los antiguos dominios del Imperio ruso, era una potencia mundial. Con la
muerte de Stalin, en 1953, sobrevino la crítica a sus métodos y al denominado culto a la
personalidad, específicamente al culto a Stalin, tolerados y auspiciados desde el poder. Esta etapa,
abanderada por Jrushchov, fue conocida como etapa del deshielo de Jrushchov que supuso la
liberación de los prisioneros del GULAG. Lo que no impidió que, con posterioridad, se acusase
a Jrushchov de métodos personalistas semejantes a los que él había acusado a Stalin.
La República Popular China, surgida tras la victoria, en 1949, de la dirección militar del Partido
Comunista Chino, liderado por Mao Tse Tung y apoyado por un numeroso ejército, una revolución
campesina en el medio agrario, y una revuelta estudiantil en la ciudad, siguió adelante el proceso,
en medio de crecientes contradicciones, hasta que comenzó a aceptar formas económicas mixtas
desde finales de los años 70, con Deng Xiaoping, sin cambiar el sistema político de partido único, y
aún ejerciendo un fuerte control político y policial estatal.
Después de la Segunda Guerra Mundial, dos partidos comunistas europeos, el francés y el italiano,
crecieron hasta el punto de convertirse en fuerzas políticas clave en sus respectivos países.
Dominaban ampliamente el movimiento sindical, tenían una importante representación
parlamentaria y jugaban una compleja política de alianzas en el plano interno. Fueron críticos, en
muchos aspectos, de la Unión Soviética. Esta posición independiente convirtió a ambos partidos en
núcleo del eurocomunismo, cuyo sesgo distintivo era la confianza en alcanzar el poder en los países
capitalistas a través de las elecciones pluripartidistas parlamentarias. El eurocomunismo se
enfrentó en ocasiones a la Unión Soviética, y terminó encontrando apoyos en un sector de la
burguesía de sus respectivos países (sobre todo en lo referente a fuentes de financiación).
El Partido Comunista Francés no modificó, sin embargo, el método de conducción centralista hacia
lo interno, así como el método dirigista desarrollado en época de Stalin. Menos rígido fue en ese
sentido el Partido Comunista Italiano. Este, además, diseñó una política de compromiso
histórico hacia la Democracia Cristiana (centroderecha) que significaba mucho más que eventuales
alianzas tácticas. El Partido Comunista de España, menos poderoso, se sumó al eurocomunismo,
renunciando, con Carrillo a muchas de las reivindicaciones del movimiento comunista
y obrero desarrollado durante la transición de la dictadura fascista al régimen constitucional,
aceptando así la monarquía y apoyando los Pactos de la Moncloa, y ejerciendo un fuerte control a
su vez sobre la dirección sindical de Comisiones Obreras (CC.OO.).
Los partidos comunistas después de la caída de la Unión Soviética[editar]
En 1991, tras un proceso de sucesivos intentos de reformas económicas conducentes a una
economía socialista de mercado, conocido como Perestroika, que acelerarían la crisis interna, y
presionado por la Guerra Fría y las potencias occidentales, el país sucumbe ante sus propias
contradicciones, dando lugar a la disolución de la Unión Soviética y a que las repúblicas que
integraban la Unión Soviética se independicen. La destrucción del Muro de Berlín que separaba la
zona de influencia soviética de la zona capitalista (herencia de la división territorial posterior a la
Segunda Guerra Mundial) es considerada uno de los símbolos de esta caída.
Después de la caída de la Unión Soviética, los partidos comunistas sufrieron transformaciones y
divisiones en todo el mundo. Algunas fracciones adoptaron una política reformista, otras
desarrollaron una táctica de oposición a la globalización capitalista buscando estrechar sus lazos
con las masas marginadas por el llamado capitalismo consumista, y orientándose en algunos casos
hacia el comunismo libertario. Muchos simpatizantes del marxismo en las décadas anteriores,
apoyaron movimientos socialdemócratas en Europa y América latina.
En Cuba, la revolución de 1959 fue conducida por jóvenes revolucionarios que no pertenecían al
Partido Comunista. Pero este se convirtió en fuerza hegemónica en la medida en que la economía
del país se hacía cada vez más dependiente de la Unión Soviética, en gran parte debido al bloqueo
económico que estableció Estados Unidos. Caída esta, Cuba permaneció como un solitario baluarte
del comunismo en América, aunque aceptando la participación de capitales privados extranjeros en
su débil economía, centrada en el turismo.
Incluso en la República Popular China se han desarrollado profundas transformaciones en torno a
una internacionalización y un modelo económico, la llamada economía de mercado socialista, que
distan mucho de los principios políticos que promulgan. Una mezcla de comunismo en el discurso
político teórico y capitalismo, en la práctica cada vez más amplios sectores económicos.
Vietnam ha iniciado reformas en el mismo sentido de China. Los otros países socialistas de la
actualidad son Laos y Corea del Norte. Este último se ha destacado por el rechazo de reformas
liberalizadoras, y una defensa férrea del patriotismo y la economía socialista, aunque últimamente
está adoptando mecanismos para permitir la entrada de capital extranjero.
En Rusia, se fundó el Partido Comunista de la Federación de Rusia en 1993 a partir del Partido
Comunista de la Unión Soviética. Se ha centrado en las características propias de Rusia, y en
consecuencia ha combinado el comunismo con un fuerte patriotismo en sus planteamientos.
Ideológicamente se ha denominado nacional-bolchevismo a la combinación de la lucha
social anticapitalista con el nacionalismo, tendencia que desde la década de 1920 estuvo presente
en cierto modo en el PCUS.155
Crítica al comunismo[editar]
Artículos principales: Críticas al comunismo, Críticas al marxismo, Anticomunismo y Peligro Rojo.
vQué es el capitalismo
El capitalismo puede definirse como el sistema económico basado en el libre mercado, la
propiedad privada de los medios de producción y el aumento de capital. Es el mercado el
mecanismo encargado de asignar de forma eficiente los recursos escasos y el capital es la fuente
utilizada para generar riqueza.
El sistema capitalista está basado en la titularidad privada de los recursos productivos: pertenecen
a personas y no a organizaciones públicas como el Estado. La economía tiene como objetivo el
estudio de la mejor manera de satisfacer las necesidades humanas con unos recursos limitados de
los que se disponen y, en este sentido, el capitalismo considera al mercado como el mecanismo
más óptimo para llevarlo a cabo.
De esta forma, el capitalismo ve necesaria la promoción de la propiedad privada y la competencia.
Los factores imprescindibles de la producción son el capital y el trabajo: el sistema capitalista
propone que el trabajo se proporcione y se vea recompensado con salarios monetarios, siendo
aceptado por los empleados libremente.
Origen del capitalismo
Economía libre o economía de libre mercado son otros términos utilizados para denominar el
capitalismo desde sus orígenes. Pese a que el comercio y los mercaderes existen desde el
surgimiento de las primeras civilizaciones, el sistema capitalista apareció en Europa a partir del
siglo XIII.
El capitalismo sustituyó al feudalismo como sistema económico en la mayor parte del mundo.
Antes del sistema capitalista, el trabajo estaba considerado como una obligación derivada de los
vínculos de servidumbre feudal, como obligación socio-moral del propio sujeto hacia su comunidad
o de la esclavitud.
Por ello, el capitalismo surgió como proposición del trabajo a cambio de sueldos (capital),
eliminando las ideas feudales de esclavitud o servidumbre.
Populismo
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"El arresto del propagandista" es una representación de Ilya Repin que reproduce la represión
zarista del movimiento de estudiantes rusos que bajo el lema "Ir al pueblo", divulgaban entre los
sectores populares las obras censuradas originando el movimiento populista.
El populismo, según la RAE, es una «tendencia política que pretende atraerse a las clases
populares».1 Su origen es un movimiento ruso del siglo XIX, llamado narodnismo (Narodnichestvo,
народничество), término que se traduce al español como populismo, derivado del lema "ir hacia el
pueblo", que obraba como guía para los movimientos democráticos rusos de la segunda mitad del
siglo XIX.
Aunque se trata de un concepto difícil de definir con exactitud ya que designa realidades
diferentes,2 en algunas corrientes de las ciencias sociales es concebido como una ideología que se
basa en la distinción y la oposición dualista entre «el pueblo» (que es visto como una entidad
soberana) y «la élite» (concebida como una expresión de desigualdad política no deseada). 34 Por
otro lado, el uso del calificativo «populista» se hace habitualmente en contextos políticos y
académicos, de manera peyorativa, sin que del término se desprenda por sí mismo una evidente
identificación ideológica, sino estratégica —dentro del espectro izquierda-derecha—.5 En los
últimos tiempos el término «populismo» también es utilizado como cajón de sastre para incluir en
él fenómenos políticos de difícil clasificación.6
Quienes piensan que el populismo constituye una corriente política con características objetivas,
destacan aspectos como la simplificación dicotómica, el antielitismo (propuestas de igualdad
social o que pretendan favorecer a los más débiles), el predominio de los planteamientos
emocionales sobre los racionales, la movilización social, etc.78 Otros estudiosos consideran que el
populismo es la contracara del elitismo y que el sistema político más adecuado es el pluralismo, que
no cae en ninguno de ambos extremos, haciendo que el poder fluctúe entre todos los agentes
políticos, equilibrando las diferencias;9 esta visión cuestiona la idea inicial de la Constitución de los
Estados Unidos, "We the people" (Nosotros el pueblo), para sostener que no existe "el pueblo",
sino que existen múltiples pueblos en cada país.
Definición[editar]
Un término polémico[editar]
El término «populismo» se suele usar de forma retórica en sentido peyorativo con la finalidad de
denigrar a los adversarios políticos,11 hasta el punto de identificar «populismo» con demagogia,
como hace Ralf Dahrendorf: «Populistas a la derecha, populistas a la izquierda. Quien dice
"populismo" se adentra en un terreno difícil… En todo caso, el concepto de populismo es
peyorativo… Hablamos entonces de demagogia, y la demagogia tiene un gran repertorio de
métodos».12 Una posición similar es la que sostiene Francesc de Carreras.13
Asimismo el término «populismo» se suele usar en contextos muy diferentes sin precisar una
definición clara de su significado. 11 Se ha llegado a aplicar en el ámbito religioso para calificar a
la teología de la liberación14 y a la teología del pueblo,1516 —el propio papa Francisco ha sido
calificado como populista—1718 e incluso para referirse a la acción política de los grupos económicos
concentrados, con la expresión «populismo del capital». 19 Hay autores que llegan a negar que se
pueda definir el término populismo. Es el caso, por ejemplo, de Ezequiel Adamovsky que cuestiona
la validez científica del populismo como categoría: «¿Sirve una categoría que se le puede aplicar
tanto a la coalición de izquierda griega de Syriza como a sus enemigos del
movimiento neonazi Amanecer Dorado? Como concepto para entender la realidad, el populismo se
ha extinguido».20 Este mismo autor afirma lo siguiente: 21
Es un término que se utiliza para definir una serie de fenómenos políticos muy disímiles, que no
tienen nada en común, y que agrupan por ejemplo a alguien autoritario, misógino, de derecha y
xenófobo como Donald Trump y también pretende meter en la misma bolsa a Podemos en España,
que en todos esos rubros tiene ideas exactamente opuestas. Pretende meter la ultraderecha junto
con la izquierda; a gobiernos de tendencia centro izquierdista latinoamericanos junto con grupos
neonazis de Alemania. Y el modo en que los agrupa es metiendo en una misma bolsa justamente
todo lo que se aparta de lo que se supone que es el ideal de buena democracia, que no es otra cosa
que la democracia liberal.
Las definiciones del «populismo» desde América Latina[editar]
En América Latina se han formulado cuatro definiciones del término «populismo»: estructuralista,
económica, político-estratégica y discursiva.22
Estructuralista
La estructuralista define el populismo «como un tipo de régimen político que se sustenta en una
alianza multiclasista y un liderazgo carismático con el objetivo de implementar el denominado
modelo de desarrollo de industrialización por sustitución de importaciones».22
Económica
La económica, que tiene un sentido peyorativo, identifica el populismo con «un conjunto de
políticas macroeconómicas promovidas con el fin de ganar elecciones, pero que, una vez
implementadas, terminan por generar niveles de gasto insostenible y desencadenan, tarde o
temprano, profundas políticas de ajuste».22
Político-estratégica
La tercera definición, la político-estratégica, concibe al populismo «como liderazgos personalistas
que son capaces no solo de movilizar a una gran cantidad de votantes que no tienen vinculaciones
entre sí, sino también de montar una maquinaria electoral con escasa institucionalidad que es
dirigida por el líder personalista en cuestión».22
Discursiva
En cuarto y último lugar, la posición discursiva define el populismo como «la construcción de una
identidad popular que articula una serie de demandas insatisfechas mediante la identificación de
una elite que se opone a los designios del pueblo». Hay que señalar que esta última definición se ha
extendido fuera de América Latina gracias a la influencia de los escritos del filósofo
argentino Ernesto Laclau.22
Por su parte el argentino Juan Santiago Ylarri propone como los rasgos que más frecuentemente se
encuentran presentes en aquellos movimientos catalogados como populistas los siguientes:
rechazo a los profesionales de la política; desconfianza en las instituciones públicas existentes;
diálogo directo entre la dirección del movimiento y la base social; fuerte voluntad de movilización y
participación; retórica nacionalista; liderazgo caudillista.23
La definición «ideacional» del populismo[editar]
En la segunda década del siglo XXI se ha difundido el llamado «enfoque ideacional» sobre la
definición del populismo —que es quizás el que ha tenido más éxito— 24 al considerar este como un
discurso, una ideología o una cosmovisión. Cas Mudde y Cristóbal Rovira Kaltwasser, partiendo de
este enfoque, definen así el populismo: «una ideología delgada, que considera la sociedad dividida
básicamente en dos campos homogéneos y antagónicos, el pueblo puro frente a la elite corrupta, y
que sostiene que la política debe ser la expresión de la voluntad general (volonté générale)
del pueblo».2526
Al calificar de «delgada» la ideología populista Mudde y Rovira Kaltwasser quieren decir que está
poco desarrollada ―su núcleo ideológico y sus conceptos son limitados, a diferencia de ideologías
«gruesas» o «plenas» como el socialismo, el liberalismo o el fascismo― por lo que para definir su
mensaje los populistas tienen que recurrir necesariamente a otras ideologías ―«ideologías
huésped», las llaman Mudde y Rovira Kaltwasser―, lo que explicaría que el populismo haya
adoptado múltiples formas en diferentes lugares y épocas y que existan populismos de derechas y
de izquierdas —los de derechas tendrían como «ideología huésped» algún tipo de nacionalismo y
los de izquierdas alguna forma de socialismo—.27 En este sentido el populismo es «una suerte de
mapa mental gracias al cual los individuos analizan y comprenden la realidad política». Sus
ideologías opuestas serían el elitismo, que cree que «el pueblo» es peligroso, deshonesto y vulgar;
y el pluralismo, que es contrario a la visión dualista y maniquea tanto del populismo como del
elitismo.28
En la definición de Mudde y Rovira Kaltwasser se incluyen lo que ellos llaman los tres «conceptos
centrales» del populismo: el pueblo, la elite y la voluntad general. El concepto «el pueblo» es
entendido por el populismo en tres sentidos: como detentador de la soberanía ―los populismos
propugnan «devolverle el gobierno al pueblo» frente a unas elites que lo han usurpado―, como «la
gente común» ―reivindicando la dignidad y el reconocimiento de los grupos que por su posición
socioeconómica o sociocultural son «excluidos» del poder, como los «descamisados»
del peronismo― y como la nación ―como la comunidad nacional definida en términos cívicos o
étnicos―. Por su parte la elite, calificada como «corrupta» y «usurpadora» de la voz del pueblo, es
definida sobre la base del poder, por lo que sería equivalente al establishment e incluiría a los
líderes políticos, económicos y mediáticos. El tercer «concepto central» del populismo es
la voluntad general o «voluntad del pueblo», una idea tomada de Rousseau del que los populistas
comparten su crítica al gobierno representativo y su preferencia por la democracia directa.29 Un
ejemplo de cómo entienden los populistas el principio de la voluntad general puede ser el siguiente
fragmento del discurso inaugural de Hugo Chávez de 2007: 30
Todos los particulares están sujetos al error o a la seducción; pero no así el pueblo, que posee en
grado eminente la conciencia de su bien y la medida de su independencia. De este modo, su juicio
es puro, su voluntad fuerte; y por consiguiente, nadie puede corromperlo, ni menos intimidarlo.
Estos mismos autores señalan tres tipos de movilización populista: el liderazgo personalista —que
constituye «la forma de movilización populista por antonomasia»—, el movimiento social —el
menos frecuente— y el partido político. El predominio de uno u otro tipo de movilización depende
del tipo de sistema político en el que opere. Así, el liderazgo personalista es más frecuente en
los sistemas presidencialistas, mientras que el partido político predomina en los sistemas
parlamentarios.31
El «enfoque ideacional» ha sido cuestionado por otros autores. Por ejemplo, Enzo
Traverso propone considerar el populismo no como una ideología, sino como un procedimiento
retórico consistente en la exaltación de las virtudes «naturales» del pueblo para movilizar a las
masas en contra del sistema.32
Historia[editar]
Estampilla rumana del socialista ruso Aleksandr Herzen (1812-1870), quien sentó las bases
ideológicas del populismo o narodismo, proponiéndoles a los jóvenes estudiantes que fueran hacia
el pueblo.
El populismo ruso, o narodnismo (de народ = narod, pueblo, gente, nación; y ник = nik, equivalente
al sufijo "ismo") comenzó a mediados del siglo XIX, como un movimiento cultural, inspirado por
pensadores socialistas como Aleksandr Herzen, quien formuló en 1861 el eslogan "¡Al pueblo!",
impulsando un movimiento de estudiantes conocido como "Caminando con el pueblo", que se
definieron a sí mismos como "propagandistas" y tuvieron como misión dar a conocer a los sectores
populares las obras censuradas por el gobierno monárquico.38
El populismo ruso (naródnichestvo) no fue un movimiento único ni homogéneo, sino más bien una
inspiración ética de tomar contacto con los sectores populares, que tuvieron gran cantidad de
movimientos y organizaciones políticas, culturales y artísticas rusas, con el fin de no divorciar a las
élites de pensadores, políticos, artistas y estudiantes, de los sectores populares.
Entre la gran cantidad de organizaciones narodistas o populistas, se encuentran Voluntad del
Pueblo, uno de cuyos miembros asesinó al zar Alejandro II en 1881, y Repartición Negra. Ninguna
de las organizaciones populistas rusas logró establecer un movimiento campesino masivo, pero los
principios del populismo ruso influyeron en la mayoría de los partidos políticos que promovían
la democracia. Los populistas rusos, a su vez, influyeron en los movimientos agraristas que se
extendieron por Europa del Este durante las dos primeras décadas del siglo XX. Estos movimientos
«consideraban al campesino como la principal fuente de moralidad, y la vida agrícola constituía el
cimiento de la sociedad; además, se oponían con vehemencia a la elite urbana, a las tendencias
centralizadoras y a la base materialista del capitalismo, abogando en su lugar por preservar las
pequeñas granjas familiares y la autogestión».39
El "populismo de pradera" estadounidense[editar]
Surge en los estados del medio oeste de Estados Unidos que a finales del siglo XIX estaban viviendo
agudos procesos de cambio económico que afectaban duramente al mundo rural. Allí se desarrolló
en las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX el que se ha denominado
«populismo de pradera» (prairie populism) que consideraba que «el pueblo» (puro) eran los
agricultores libres e independientes (yeomen) de origen europeo y «la elite» (corrupta) eran los
banqueros parásitos que vivían de lo que los demás producían (en línea con la extendida ideología
del producerism) y los políticos que estaban a su servicio.
Así la distinción entre el «pueblo» y la «elite» «era moral, geográfica y ocupacional; es decir,
campesinos rurales buenos por una parte y banqueros y políticos urbanos corruptos por otra». 40 En
los Estados Unidos se formó un partido político populista, el Partido del Pueblo, que consiguió
representación en las asambleas legislativas de varios estados en la década de 1890, aunque no
llegó a tener presencia nacional. En las elecciones presidenciales de 1896 se alió con el candidato
del Partido Demócrata, William Jennings Bryan, que escogió como compañero de fórmula al
populista Thomas E. Watson como candidato a la vicepresidencia. 41 La derrota en esas elecciones
supuso un duro golpe para el Partido del Pueblo, del que nunca se recuperó ―se acabaría
disolviendo en 1908―.42
Siglo XX (hasta 1989)[editar]
Los Granjeros Unidos de Alberta (Canadá)[editar]
Los Granjeros Unidos de Alberta (United Farmers of Alberta, UFA) fue un partido que gobernó la
provincia canadiense de Alberta entre 1921 y 1935.43 Según Francisco Panizza fue un movimiento
populista.44
La Revolución mexicana[editar]
Jean Marie Le Pen dirigiéndose a la multitud en París durante el homenaje anual a Juana de Arco (1
de mayo de 2007).
En Europa el populismo irrumpió en la vida política en la década de 1990 adoptando en su mayoría
una forma autoritaria, nativista y xenófoba, como el Partido del Progreso de Noruega, el Vlaams
Belang del estado federado belga de Flandes o la italiana Liga, liderada por Umberto Bossi. Su
modelo fue el Frente Nacional de Francia, fundado en 1972 por Jean Marie Le Pen, antiguo
diputado poujadista, y también, pero en menor medida, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ)
de Jorg Haider. Otros partidos, en cambio, surgieron de la política tradicional adoptando como
«ideología huésped» el neoliberalismo ―proponiendo rebajas de impuestos y desregulación de los
mercados―. Fue el caso del británico UKIP liderado por Nigel Farage, fundado en 1993, y de Forza
Italia de Silvio Berlusconi, fundado en 1994.61
Donde se produjo la mayor proliferación de partidos y organizaciones populistas (de derecha)
durante la década de 1990 fue en la Europa central y oriental como consecuencia de la
desaparición de los regímenes comunistas tras la Revolución de 1989. En prácticamente todas las
primeras elecciones democráticas que se celebraron se presentaron partidos populistas, como
el Foro Cívico de Checoslovaquia que lo hizo con el eslogan «Los partidos son para su afiliados, Foro
Cívico es para todos». Algunos de estos partidos tuvieron una vida muy corta como el Partido X de
Polonia encabezado por el oscuro empresario polaco-canadiense Stanislaw Tyminski ―que llegó a
competir con Lech Walesa en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Polonia de
1990―. 62 Otros se consolidaron como el populista de izquierda Dirección-Socialdemocracia (SMER)
de Eslovaquia.63
En Estados Unidos el multimillonario texano Ross Perot se presentó como candidato a
las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1992 con el lema United We Stand,
America (‘Unidos resistimos, América’) y con un programa populista de derechas. Empleaba un
lenguaje llano para atraerse a la gente «pura» del centro del país a la que enfrentaba a la «elite
liberal» (corrupta) de la Costa Este de Estados Unidos ―educada en la «perversa» Ivy League― que
se había «apropiado» del gobierno federal y defendía políticas «antiamericanas». Así prometió al
(verdadero) pueblo americano que «limpiaría el granero» de Washington para que dejara de
socavar los valores del «pueblo» y de otorgar «privilegios especiales» a las minorías, que no los
merecen. Obtuvo el 18,9% de los votos y volvió a presentarse en las elecciones presidenciales de
Estados Unidos de 1996 al frente del recién fundado por él Partido de la Reforma de los Estados
Unidos. Obtuvo el 8,4% de los votos (unos ocho millones de sufragios), diez puntos menos que
cuatro años antes.64
Fuera de Europa y América se produjo el surgimiento de partidos populistas en Australia y Nueva
Zelanda muy semejantes a los populistas de derecha europeos. Tanto Nueva Zelanda Primero (NZF)
como el australiano Una Nación (PHON) fueron el resultado de la frustración creada en ciertos
sectores por el incremento de la inmigración y la aplicación de reformas neoliberales del Estado del
bienestar. Ambos partidos compartían el nativismo como una de las bases de su ideología. 65 Así,
por ejemplo, la líder de Una Nación Pauline Hanson, defendía a los descendientes de los colonos
británicos que habitan la Australia rural frente a la elite intelectual urbana que, según ella, «quiere
poner este país patas arriba devolviendo Australia a los aborígenes».66
1998-2015[editar]
Creación del Banco del Sur. En la foto, de izquierda a derecha: Rafael Correa, Evo Morales, Néstor
Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, Lula, Nicanor Duarte y Hugo Chávez.
En las elecciones presidenciales de Venezuela de 1998 obtuvo la victoria Hugo Chávez abriendo una
etapa de gobiernos latinoamericanos que cuestionaban las políticas neoliberales del Consenso de
Washington y el Fondo Monetario Internacional que habían predominado en la década de 1990.
Gobiernos con tendencias similares se establecieron en Brasil, con Lula y Dilma Rousseff,
en Argentina con, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, en Uruguay, con Tabaré
Vázquez y Pepe Mujica, en Bolivia con Evo Morales, en Ecuador, con Rafael Correa,
en Paraguay con Fernando Lugo, en Chile con Michelle Bachelet, en Nicaragua con Daniel Ortega,
en El Salvador con Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén. Para definir los elementos comunes
de esos gobiernos se han utilizado adjetivos como "progresistas", "anti neoliberales", "socialistas" o
"de izquierda". Entre las expresiones utilizadas para caracterizarlos también se encuentra
"populistas".67 A propósito de la aplicación del término populista, el expresidente uruguayo José
Mujica dijo:
La palabra populista no la uso porque la usan para un barrido y un fregado. Los que votan en
Alemania por la derecha medio neonazis son populistas, en Nicaragua son populistas. Entonces,
cualquier cosa es populismo. Yo saco esta conclusión: todo con lo que no se está de acuerdo, que
molesta, es populista. Es una categoría que no define.
José Mujica68
Todos ellos critican el neoliberalismo, aplicado en América Latina en las dos décadas finales del
siglo XX uno de cuyos efectos había sido el aumento de la desigualdad, y proponen una alternativa
social dirigida especialmente a las poblaciones pobres. Así, como han destacado Mudde y Rovira
Kaltwasser, «estos líderes han desarrollado un concepto de pueblo puro incluyente que abarca a
todas las personas excluidas y discriminadas», como se puede comprobar especialmente en el
discurso «etnopopulista» de Evo Morales. Todos ellos denuncian a la élite corrupta y la identifican
con el establishment que había gobernado hasta entonces.69
En Estados Unidos en la primera década del siglo XXI surgieron dos movimientos populistas de signo
diferente ―el movimiento populista de izquierda Occupy Wall Street y el populista de derecha Tea
Party―. Sin embargo, ambos coincidían en que pretendían dar respuesta a las graves
consecuencias sociales de la Gran Recesión iniciada en 2008 por lo que compartían algunos rasgos
como su oposición radical al rescate bancario acordado por el presidente republicano George W.
Bush y continuado por el demócrata Barack Obama, además de que ambos decían defender «Main
Street» (el «pueblo sano») contra «Wall Street» (la «elite corrupta»).
2015 en adelante[editar]
El presidente argentino Mauricio Macri (2015-2019) junto al presidente de Brasil Jair Bolsonaro.
En 2015 volvió a irrumpir en la escena política latinoamericana el populismo de derecha con la
victoria de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de Argentina de 2015,7071 y luego con la
victoria en las elecciones presidenciales de Brasil de 2018 del ultraderechista Jair Bolsonaro.7273
El movimiento Occupy Wall Street se dio a conocer con la ocupación de Zuccotti Park en pleno
corazón del distrito financiero de Manhattan y con su retórica de la defensa «del 99%», el pueblo
americano perjudicado por la crisis, y «el 1%», la corrupta elite económica, política y mediática
―retórica que fue asumida en gran parte por el candidato de las primarias demócratas de
2016 Bernie Sanders―. Por su parte el ultraconservador movimiento del Tea Party, uno de cuyos
miembros más destacados fue Sarah Palin ―candidata a la vicepresidencia en las elecciones
presidenciales de Estados Unidos de 2008―, ha recurrido al producerism para exaltar a la mayoría
«productiva» frente a la elite «improductiva» que identifica con los banqueros, el Partido
Demócrata y Hollywood.
Muchas de sus propuestas fueron asumidas por el republicano Donald Trump que ganó
las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 y cuya campaña electoral, que
combinó nativismo y autoritarismo y consignas anti-establishment, estuvo dirigida por Steve
Bannon, un ultraderechista próximo al Tea Party. En uno de sus discursos de campaña Trump dijo:
«Nuestro movimiento quiere sustituir un establishment político fallido y corrupto por un nuevo
Gobierno controlado por ustedes, el pueblo americano». 74 Estas mismas ideas las volvió a reiterar
en el discurso inaugural de su presidencia en enero de 2017:75
Durante demasiado tiempo, un grupo reducido de gente en la capital de nuestra nación ha
acaparado los beneficios del Estado, mientras el pueblo soportaba su coste. Washington
prosperaba, pero el pueblo no era partícipe de esa riqueza. Los políticos medraban, pero el empleo
se iba y las fábricas cerraban. La clase dirigente se protegía a sí misma, pero no a los ciudadanos de
nuestro país. Sus victorias no han sido las vuestras; sus triunfos no han sido los vuestros; y mientras
ellos lo celebraban en la capital de nuestra nación, muy poco motivo de celebración tenían todas
esas familias que, por doquier del país, pasan por una situación apurada. Todo esto va a cambiar
desde ya, desde aquí mismo, porque este momento es vuestro momento: os pertenece.
En este periodo en Europa central y oriental se consolidaron los populismos de derechas, llegando
incluso al poder, como en Hungría, con Viktor Orbán al frente de la Fidesz-Unión Cívica
Húngara (2010), y en Polonia, con el partido Ley y Justicia, PiS (2015). Ambos triunfaron con un
discurso de la «revolución robada» ―en referencia a la revolución de 1989 que puso fin a los
regímenes comunistas― según el cual las nuevas elites democráticas no se distinguían de las elites
comunistas por lo que había que desalojarlas del poder para devolverle el poder al «pueblo». Así
Fidesz en cuanto llegó al gobierno en 2010 modificó la Constitución húngara, arguyendo que
«nunca fuimos capaces de hacer lo que quisimos hacer en 1989».76
Algunos de los líderes de los partidos populistas de derecha de Europa central y oriental han
adoptado posiciones antisemitas ―acusando a los líderes de sus respectivos países de estar al
servicio de los judíos o de Israel―, como los de la Unión Nacional Ataque (Ataka) de Bulgaria o los
del Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik). 77
Argentina: En Argentina, todos los gobiernos democráticos electos han sido calificados
como populistas por algún analista, con excepción de Fernando de la Rúa (1999-2001). A
saber: Hipólito Yrigoyen (1916-1922, 1928-1930),118 Marcelo T. de Alvear (1922-1928),119 Juan
Domingo Perón (1946-1955, 1973-1974),120 Arturo Frondizi (1958-1962),121 Arturo Illia (1963-
1966),122 Raúl Alfonsín (1983-1989),123 Carlos Menem (1989-1999),124 Néstor Kirchner (2003-
2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).125126127128 Varios artículos
103104105106129130
relacionan Mauricio Macri con el “populismo” y con el “populismo de derecha”.
Bolivia: Evo Morales (2006-2019).131132 y Luis Arce Catacora (2022-actualidad)133.
Brasil: Getúlio Vargas (entre 1930 y 1945, y entre 1951 y 1954), 134 Luiz Inácio Lula da
Silva (2002-2006 y 2023-actualidad),135 Dilma Rousseff (2011-2016).136 Jair Bolsonaro (2019-
2022) 137
Chile: En sentido “positivo”, Arturo Alessandri,138 Carlos Ibáñez del Campo139 y el Frente
Popular;140 en sentido peyorativo, Sebastián Piñera,141 Michelle Bachelet.142
Colombia: Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), Iván
Duque (2018-2022)143
Ecuador: En sentido “positivo”, Jaime Roldós Aguilera (1979-1981) , en sentido
negativo José María Velasco Ibarra (1934-1935, 1944-1947, 1952-1956, 1960-1961 y 1968-
1972), Abdalá Bucaram (1996-1997), Lucio Gutiérrez (2003-2005) y Rafael Correa (2007-
2017)144
Nicaragua: Daniel Ortega (1985-1990 y 2007-actualidad).145146147
Venezuela: Carlos Andrés Pérez (1974-1979 y 1989-1993),148149 Hugo Chávez (1999-2013),150
151146
Nicolás Maduro (desde 2013).152
Perú: En sentido "positivo" Guillermo Billinghurst Angulo (1912-1914),153 en sentido
peyorativo Augusto Bernardino Leguía (1919-1930),154155 Luis Miguel Sánchez Cerro (1931-
1933),156157 Manuel Odría (1948-1956),158159 Fernando Belaúnde Terry (de 1963-1968 y de 1980-
1985),160161 Juan Velasco Alvarado (1968-1975),162 Alan García (de 1985-1990 y de 2006-
2011),163164 Alberto Fujimori (1990-2000),165166 Alejandro Toledo Manrique (2001-2006),167
168
Ollanta Humala (2011-2016),169170171 Martín Vizcarra (2018-2020).172173 y Pedro Castillo (2021-
2022)174. De igual manera algunos políticos influyentes también fueron tachados de populistas
como Víctor Raúl Haya de la Torre,175176 Keiko Fujimori,177178179 Verónika Mendoza180181182183
y Antauro Humala.184185186
En esta línea de crítica política, han sido cuestionados como «populistas» tanto gobiernos de
derecha como de izquierda: los primeros identificados con el sistema capitalista y el liderazgo de los
Estados Unidos, y los segundos identificados con posiciones nacionalistas y una posición desligada
de los Estados Unidos.91En 2006, el expresidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, quien
realizara en su país reformas neoliberales, en un artículo titulado «El populismo amenaza con
regresar a América Latina», sostiene que entre los elementos que hacen que un gobierno no sea
populista, se encuentran tener «políticas públicas prudentes y sensatas», así como un mayor
acercamiento a Estados Unidos.91
Francisco Panizza ofrece una lectura del populismo como un espejo de la democracia cuyo punto de
discusión central es la posibilidad de poner al pueblo en un lugar de realidad objetiva. El populismo
no es posible sin la artículación retórica de un pueblo «construido» en tanto actor social colectivo
pero abstracto. En estos procesos los líderes no solo hablan en nombre del pueblo, sino que
recurren al sentido de emergencia para introducir políticas que de otra manera serían
rechazadas.187
Por su parte, Ernesto Laclau (1935-2014) afirmaba que el populismo es la mejor forma de
organización política pues da mayor lugar y representatividad a clases que hasta el momento
estaban relegadas.188 Laclau afirma que el populismo es, de las formas republicanas, la mejor
posible debido a que permite la participación de mayores grupos sociales en la pugna de poder y
recursos. El populismo no deja de ser una mera expresión de la política que enriquece la vida
democrática. El teórico introduce un neologismo, la razón populista para ayudar a comprender su
relación con el aparato ideológico del estado.189
Críticas[editar]
La postura de Laclau fue criticada por algunos estudiosos de izquierda, la mayoría de ellos de
raigambre marxista, por dos temas en específico. El primero es que al ensanchar la base distributiva
de la riqueza, no se corrige la asimetria de base sino que la desigualdad se acrecienta. 190 Ello sucede
no solo por la repatriación del capital en mano de las élites capitalistas sino porque no se
transforma el principio de plusvalía enraizado en el fetichismo de la mercancía, hecho por el cual el
capitalismo puede consolidarse.191192 David Kelman sugiere que existe una nueva forma de hacer
política que toma la teoría conspirativa como forma disciplinaria, con el fin de ganar adhesión en el
propio grupo. De esa forma se produce un vacío el cual es llenado por medio del misterio y de
axiomas que no pueden ser validados empíricamente. En perspectiva, los populismos modernos
adoptan una raigambre de simulacro, mientras en el fondo legitiman los intereses de la elite
capitalista.193
Una parte importante de los estudios latinoamericanos cuestiona el uso eurocéntrico y
universalizador del término «populista», cuando se aplica a corrientes políticas latinoamericanas,
obviando el estudio puntual y las circunstancias históricas particulares de las mismas.194195196
A propósito de la aplicación del término populista, el expresidente uruguayo José Mujica ha dicho:
La palabra populista no la uso porque la usan para un barrido y un fregado. Los que votan en
Alemania por la derecha medio neonazis son populistas, en Nicaragua son populistas. Entonces,
cualquier cosa es populismo. Yo saco esta conclusión: todo con lo que no se está de acuerdo, que
molesta, es populista. Es una categoría que no define
Tiranía
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Para otros usos de este término, véase Tirano.
La tiranía (del latín tyrannus, «gobernante ilegítimo o un solo hombre», y a partir
del griego τύραννος [týrannos], «rey soberano, gobernante de una polis»)12 en el sentido que se dio
al término en la Grecia Antigua, era el régimen de poder absoluto, de ordinario unipersonal,
instaurado por un tirano; el gobernante que había accedido al poder mediante la violencia,
derrocando al anterior gobierno de una polis (las ciudades-Estado griegas), gracias al apoyo popular
(el del demos, «pueblo») o mediante un golpe de Estado militar o una intervención extranjera.
El tirano ocupaba el poder no por derecho (de iure), sino que lo detentaba 3 por la fuerza (de facto).
Para la mentalidad moderna, la tiranía se identifica con un uso abusivo y cruel del poder político
que se ha usurpado, un poder no solo ilegítimo por su origen, sino también injusto por su ejercicio y
que reprime cualquier oposición; pero entre los antiguos griegos, sin embargo, el término no
estaba tan cargado de connotaciones peyorativas: en principio tenía una connotación positiva,
puesto que muchos tiranos eran queridos y muy populares entre los ciudadanos de las polis (hasta
el punto que algunos se contaron en la lista de los siete sabios de Grecia), aunque su forma de
acceder al poder y conservarlo también fueran criticadas por los anteriores ocupantes del poder
(la aristocracia), y la corrupción política de su ejercicio por parte de muchos de ellos terminara
convirtiendo en odiada la figura de los tiranos, que pasaban a ser a su vez depuestos o incluso
asesinados (tiranicidio).
En sentido vulgar un tirano es un rey que gobierna con violencia y sin respeto a la justicia ni a las
leyes. Pero tomándolo rigurosamente, un tirano es un particular que se arroga la autoridad real sin
tener derecho a ella: así entendían los griegos la palabra tiranos, y la atribuían indiferentemente a
los buenos y a los malos príncipes cuya autoridad no era legítima, en cuyo supuesto tirano
y usurpador son dos palabras sinónimas. Para dar diferentes nombres a cosas diferentes, yo
llamaría tirano al usurpador de la autoridad real, y déspota al usurpador del poder soberano. El
tirano es el que se mete contra las leyes a gobernar según ellas; y el déspota es el que se hace
superior a las mismas leyes. Así el tirano puede dejar de ser déspota; pero el déspota es siempre
tirano.
Etimología[editar]
La palabra griega tyrannos («señor», «amo», «soberano», pero no el gobernante hereditario
o basileos, «rey», sino el gobernante absoluto no limitado por ley o constitución) parece ser
un préstamo lingüístico de alguna lengua de Asia Menor, probablemente el lidio.2 También se ha
establecido una comparación con la palabra etrusca turan («señora», «dama»), que se aplicaba
como sobrenombre a Venus.5
Tiranos griegos[editar]
Difundir incultura para fomentar el temor y valiéndose de esa ignorancia acobardar al pueblo
para establecer autocracia.
Dividir con políticas que minen la feé pública y privada fomentando la desconfianza del pueblo
entre sí y que por el temor de esa inseguridad nadie se confié con nadie.
Fomentar la pobreza del pueblo y hacer políticas para establecer algún tipo de deuda o
dependencia perpetua que atemorice en favor del estado del tirano.
La misma ley autorizaba a llamar propiamente «estado tirano» a un reino cuyo statu quo final
fuese:
E sobre todo esto siempre pugnaron los Tyranos, de hacer estragos a los poderosos (fig. nobles,
notables, grandes), e de matar los sabios (fig. matar la sabiduría), e vedaron siempre en sus tierras,
cofradías, e ayuntamientos de los omes, e procuran todavía, de saber lo que se dize, o se faze en la
tierra (fig. espiar al pueblo en vez de velar por él), e fían más su consejo e guarda de su cuerpo en
los estraños (fig. sostenerse más por la razón de extraños al reino, no ciudadanos), porque les
sirvan a su voluntad (fig. adquirir aquellas voluntades para sus fines), que en los de la tierra (los
propios o naturales), que han de fazer servicio por premio (fig. que requieren ser premiados para
que hayan ciudadanos «buenos» en el reino, como decía Ulpiano. (...)
Y así la glosa de las partidas dice que: «Los reyes son guardados por los ciudadanos con su armas,
mientras los tiranos son defendidos por mercenarios extranjeros», citando a Aristóteles en (3,
Política, 10).
Tiranía en Maquiavelo[editar]
Maquiavelo emplea tiranía en sus dos acepciones clásicas. Una referida al modo de ejercicio del
poder y la otra vinculada a la forma con la cual el gobernante se hace con el poder. En la segunda
acepción la palabra tiranía está implícita en la figura del Nuevo Príncipe. ... ¿cuál es el sentido o
significado del término que privilegia el autor? ¿Es posible pensar la tiranía en Maquiavelo como un
concepto sin connotación negativa? De ser así ¿es el príncipe nuevo realmente un tirano? ¿Son sus
modelos de príncipes César Borgia y Castruccio Castracani, modelos de tiranos? ¿Es posible rastrear
alguna concepción similar en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio? Finalmente ¿es
necesaria la tiranía como paso previo para el establecimiento de un buen ordenamiento político? 48
Bartolomé de las Casas, en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias (uno de los
orígenes intelectuales de la "leyenda negra" antiespañola), usa repetidamente el término para
designar a los españoles en su relación con los indígenas:
... el capitán, principal tirano, envía gente al dicho hombre cruel (por cuya ferocidad los indios que
eran pacíficos, y sufriendo grandes tiranías y maldades, se habían ido a los montes) el cual fue a
buscallos, y porque no basta esconderse en las entrañas de la tierra, hallaron gran cantidad de
gente, y mataron y despedazaron más de quinientas ánimas, hombres, mujeres e niños; porque a
ningún género perdonaban.49
...
Otro gobernador, o por mejor decir, destruidor de hombres, tirano... enviaba a mandar al tirano
que tenía en su lugar puesto por teniente, dándole prisa que le enviase tantos cientos de
esclavos...50
Entre otras obras españolas51 que incluyen en su título la palabra "tirano", está El tirano
castigado, de Lope de Vega (1599 );52 mientras que Francisco de Quevedo escribió Política de
Dios, Gobierno de Cristo y Tiranía de Satanás (1626).53
El Padre Mariana, que justifica el tiranicidio (con gran repercusión en Europa), define al tirano
como el que todo lo atropella y todo lo tiene por suyo.54
A lo largo de la obra de Calderón es abundante el uso de los términos "tirano", "tiranía" y
"tiranizar", vinculados a los términos "bárbaro", "cruel", "fiero", "impío", "inhumano",
"riguroso", u "opresión".55
Shakespeare califica así a Ricardo III: era un tirano sangriento y un homicida; alguien criado en
sangre, y en sangre asentado.56
John Locke usa el concepto de tiranía como parte de su argumento contra el derecho divino de
los reyes en Dos tratados sobre el gobierno civil:
La tiranía es el ejercicio del poder más allá del derecho, donde nadie tiene derecho; y este haciendo
uso de la fuerza que tiene en sus manos, no lo usa para el bien de los que están debajo de él, sino
en su propia ventaja.57
La visión de Locke, no distinta de la todos los autores que siguen la tradición latina, sigue
apareciendo en los escritores de las siguientes generaciones, que ponen a la tiranía como contraste
a las ideas de libertad o gobierno representativo (las de derechos
humanos o democracia contemporánea son bien posteriores). En los philosophes de
la Ilustración "tiranía" servía para calificar el sistema político y social del Antiguo Régimen,
encabezado por la monarquía absoluta (fueran o no un "despotismo ilustrado") y los estamentos
privilegiados (nobleza y clero); no obstante Rousseau distingue conscientemente la totalidad de los
matices del término y su origen (véase el texto de la introducción).58
Louis Racine (hijo de Jean Racine) retrataba así una anécdota de la historia romana sacada
de Tácito ("si se abriesen los corazones de los tiranos, entonces se vería cuán despedazados
están"):
Al gran Augusto ¿qué ha de perturbarlo? / ¿Qué juez sobre la tierra ha de juzgarlo? / Con todo
gime, llora, y son sus vicios / Su acusador, su juez y sus suplicios. / Siempre de humana sangre
embriagado, / Y no obstante sediento, / En fin por sus maldades entregado / A un despecho
violento, / Él mismo ante el Senado, a quien afrenta, / La imagen deplorable / De su desecho
corazón presenta. / Aun más que sus vasallos miserable / Perece este tirano cada día / A manos de
su cruel melancolía.59
La frase, atribuida a Thomas Jefferson: El árbol de la libertad debe ser regado con la sangre de
los patriotas y de los tiranos, es uno de los tópicos de la independencia de los Estados Unidos.
La Francia revolucionaria consideraba tiranos a los reyes europeos, coaligados contra ella, y así
en la letra de La Marsellesa se dice: "Contra nosotros la tiranía alza / su sangriento pendón".
La novela de Ramón del Valle Inclán Tirano Banderas, fue uno de los primeros modelos de
ficción literaria de los dictadores hispanoamericanos.
Benito Pérez Galdós en el episodio nacional, Napoleón en Chamartín, incluye en la trama esta
reflexión sobre la tiranía, que pone en boca de uno de los personajes:
¿Quién podrá desmentir aquello de que el tirano es un hombre que abusa de las fuerzas de la
sociedad para someterla a sus pasiones propias, y así la tiranía no es otra cosa que la injusticia
apoyada en la violencia? ¿Qué tal? ¿Pues y dónde me dejan Vds. aquello de los derechos
esenciales, sagrados e imprescriptibles que corresponden al hombre, y que le usurpa el pícaro del
poder absoluto?... Nada, nada, Sr. D. Santiago, amigo Cuervatón, señoras y señoritas: tengan Vds.
presentes estas palabras: «La violencia, la opresión, la credulidad, llegan frecuentemente a
adormecer a los pueblos, a fascinar su entendimiento, a quebrantar en ellos los resortes de la
naturaleza; pero cuando por favorables circunstancias abren los ojos y oyen la voz de la razón;
cuando la necesidad les fuerza a salir de su letargo, entonces ven que los pretendidos derechos de
sus tiranos, no son sino efectos de la injusticia, de la fuerza o de la seducción; entonces es cuando
las Naciones, acordándose de su dignidad, ven que ellas no se han sometido a la autoridad sino
para su bien, y que jamás han podido dar a nadie el derecho irrevocable de hacerlas felices».
Progresismo
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Posturas[editar]
El progresismo actual varía en sus posturas ampliamente:
En Europa representa un sinónimo de una izquierda democrática, muchas veces más cercana a
la socialdemocracia que busca defender ciertas posturas como financiamiento público del
sistema de salud, financiamiento público del sistema educativo, legislación de la interrupción
del embarazo, libertad sexual, eutanasia, laicismo y ecologismo, entre otros.
En América Latina, el progresismo está asociado a muchas corrientes políticas distintas, a veces
contrarias entre sí, aunque también a veces compartiendo ciertos principios rectores:
1. Por un lado, ciertas corrientes que se desarrollan con posiciones que van del centro a
la izquierda política, pero gravitando generalmente hacia la economía social de
mercado de cuño centroizquierdista, aunque también posturas de socialismo
democrático.410
2. Por otro lado, ciertas corrientes asociadas muchas veces con el nacionalismo popular y
el latinoamericanismo, con ciertas propuestas de socialismo sui generis o, en su
defecto, con posturas marcadamente antineoliberales.410
En Estados Unidos existen distintos grupos que se disputan el uso del término «progresista»:
1. Por un lado, está el ala moderada del Partido Demócrata, en sí más vinculada con
un capitalismo más regulado en comparación con las posturas del Partido
Republicano.2 No obstante, en esta misma ala pueden encontrarse una corriente más
centrista que prefiere el término «liberal» y otra más a la izquierda que prefiere la
etiqueta de «progresista».11
2. Por otro lado, también existe el ala más izquierdista del Partido Demócrata, que
promueve cambios sustantivos en lo económico y en lo político. A veces vinculada con
nociones de socialismo democrático o socialdemocracia.212 En estas corrientes se suele
rechazar el término «liberal» y su militancia se suele identificar más como izquierdista
o incluso como anticapitalista, sobre todo esto último en quienes asumen el socialismo
democrático.11
3. Asimismo, existe el movimiento progresista tradicional, muchas veces más vinculado
con movimientos sociales de base, que busca romper el bipartidismo y generar
«cambios radicales» como, por ejemplo, cambios en la política migratoria, mayor
regulación en una economía más participativa, además de elaborar una política
ecologista con unos objetivos más marcados.2
Juan Prim, Francisco Serrano y Domínguez y Juan Bautista Topete subastan los atributos del trono
español durante la búsqueda de un nuevo rey. Publicado en la revista La Flaca en abril de 1869.
Los primeros partidos políticos progresistas en España surgen en el seno del liberalismo del siglo XIX.
El Partido Progresista gobernó dos años (el Bienio Progresista, 1854-1856), bajo la jefatura
del general Espartero, al que le sucedió el general Prim, quien lo convirtió en el principal
protagonista de la Revolución de 1868, que puso fin a la Monarquía de Isabel II. Posteriormente,
este partido quedaría dividido en dos: el ala moderada, dirigida por Práxedes Mateo Sagasta, formó
el Partido Constitucional, y otra más "radical", encabezada por Manuel Ruiz Zorrilla, formó
el Partido Demócrata-Radical.13
En el siglo XX, el progresismo español empezó a competir con los incipientes
partidos socialistas además de los tradicionales conservadores. Tuvieron relevancia durante
la Segunda República Española, por ejemplo, el Partido Republicano Radical, fundado por Alejandro
Lerroux, que tuvo ideas progresistas en sus inicios aunque luego moderó su posición. También
destacó Acción Republicana, fundada por Manuel Azaña, que se implicó en la construcción y
consolidación de la república, y llegó a formar parte del Gobierno Provisional, que se hizo cargo del
país tras la salida de España del Rey. Estos partidos fueron declarados ilegales tras la victoria
del bando sublevado en la Guerra Civil, y el progresismo español cayó en desgracia durante los
cuarenta años de la dictadura de Francisco Franco.
Con la Transición Española y la llegada de la democracia, volvió la ideología progresista al país. No
obstante, su discurso cambió con respecto a sus orígenes. El progresismo a finales del siglo XX y
principios del siglo XXI se consideró una serie de ideas orientadas al avance y al futuro frente
al estatismo, y pudo considerarse un sinónimo del centroizquierda en el espectro político. Algunos
partidos socialdemócratas, como el refundado PSOE, lideraron el progresismo político en la mayor
etapa de gobierno durante la democracia con Felipe González (1982-1996). En el siglo XXI, el partido
político progresista Unión Progreso y Democracia obtuvo representación en el Congreso de los
Diputados en 2008 y en 2011.
Más recientemente Albert Rivera, exlíder del partido Ciudadanos, ha definido a su organización
como «centro liberal progresista», aunque rechazando la socialdemocracia. 14 En contraste, Pablo
Iglesias, exlíder del partido Podemos, ha reivindicado también la etiqueta de progresista, 15 pero al
mismo tiempo ha defendido la socialdemocracia.16
Estados Unidos[editar]
En los Estados Unidos, el término «liberal» en algunas ocasiones equivale a «progresista» —siendo
entonces casi sinónimo—17, y está asociado al liberalismo social o liberalismo moderno. En cambio,
a los promotores del liberalismo económico o liberalismo clásico no se les llama liberals,
sino libertarians (en español, libertarios), siendo este último término sinónimo tradicionalmente de
«anarquista» en el habla hispana.18
Véase también: Liberalismo moderno en los Estados Unidos
Esto es herencia del viejo bipartidismo, que consagró el término liberal como sinónimo de la
izquierda, y conservative como sinónimo de la derecha. No obstante, en algunos otros países puede
darse una confusión de términos semejante; por ejemplo, en Colombia el Partido Liberal
Colombiano es socialdemócrata y miembro de la Internacional Socialista; en Honduras, el Partido
Liberal tiene importantes sectores de pensamiento socialdemócrata, y en Reino Unido, el Partido
Liberal Demócrata surgió de la fusión entre el histórico Partido Liberal, y el Partido Social
Demócrata se escindió del laborismo y se considera a menudo como de centroizquierda.
Este uso del término «liberal» en los Estados Unidos como se conoce actualmente tiene
antecedentes a comienzos del siglo XIX cuando la población de los Estados Unidos era
fundamentalmente ignorante de las condiciones (laborales, sanitarias) en las que se desarrollaba la
actividad industrial en las fábricas. En esta situación, se desarrolla el movimiento progresista que
encontró en el republicano Theodore Roosevelt a un líder que pensaba que un presidente debía
usar el poder federal para mejorar las condiciones de vida de su pueblo, para darle al hombre
ordinario lo que él llamó «un trato justo» («square deal»).19 Entonces, a partir de la década de los
30 los partidarios de Roosevelt y de su intervencionismo económico usaron frecuentemente la
palabra «liberal» para referirse a ellos mismos, perdiendo el significado tradicional en ese país que
se refería a un partidario del libre mercado.20
Ocurre el hecho curioso de que, mientras que en otras partes del mundo los sectores progresistas
abanderan nombres ligados generalmente a la izquierda política, en los Estados Unidos parte de
dichos sectores han adoptado el nombre de «liberales», etiqueta que en otros países se relaciona
con sectores que en la actualidad no son vistos como progresistas, lo que ocasiona la confusión de
mucha gente que piensa que, por la coincidencia de nombres, en los Estados Unidos no existiría el
progresismo a la usanza de los otros países.
Por otro lado, el progresismo en los Estados Unidos varía desde posturas centristas hasta gran
variedad de posturas dentro del espectro izquierdista, 2 aunque parte de la militancia progresista
estadounidense —sobre todo quienes se ubican más la izquierda— rechazan el término «liberal»
para reflejar su posición.11 Por otro lado, desde los años 2010 dentro del movimiento progresista
estadounidense el término «socialismo» ha tenido mayor presencia positiva, aunque en general
con un significado más moderado.17
Francia[editar]
A partir de la Tercera República francesa, la palabra progresista en este país ha tendido a significar
lo contrario de su significado literal. Así, hay políticos, periódicos y grupos parlamentarios que se
hacen llamar progresistas republicanos que, por lo general, incluyen el discurso de los republicanos,
pero se declaran antisocialistas en lo económico y en lo social. A partir de la Quinta República
francesa, el término ha recuperado su significado clásico.
Reino Unido[editar]
En el Reino Unido, hay varios partidos que dicen ser progresistas, incluido el Partido Laborista,
el Partido Liberal Demócrata, el Partido Nacional Escocés, Plaid Cymru y el Partido Verde de
Inglaterra y Gales. La coalición entre los conservadores y los liberales demócratas también afirma
ser progresista.21
Venezuela[editar]
En Venezuela, existen distintas organizaciones políticas —tanto partidos como movimientos o
institutos— que se identifican como progresistas.
Por un lado, este término y su significado han sido utilizados, en diversos discursos políticos, por
varios dirigentes de la oposición venezolana, como el caso de Leopoldo López con su
partido Voluntad Popular, el cual ha asumido la socialdemocracia como línea ideológica.22 De igual
manera, el líder opositor y dos veces candidato presidencial Henrique Capriles Radonski se ha
calificado a sí mismo como progresista. 2324 Asimismo, existen partidos políticos como Avanzada
Progresista, el cual fue fundado bajo la categoría de «izquierda progresista», 25 aunque con el
tiempo —a medida que ha avanzado la crisis venezolana— su líder Henri Falcón ha pasado a hablar
de «centro progresismo».26
Por otro lado, en ocasiones al chavismo se le ha considerado como una fuerza progresista. 27 De
hecho, el propio Nicolás Maduro ha utilizado la etiqueta de «progresista» de forma positiva. 28 Sin
embargo, algunos activistas chavistas reconocen que el chavismo como movimiento en ocasiones
ha mantenido posturas conservadoras, sobre todo, en lo cultural-familiar. 29 Otros que aunque
reivindican también la figura de Hugo Chávez, como es el caso del exministro Rodrigo Cabezas, han
criticado específicamente al Gobierno de Maduro por aplicar una serie de políticas a las cuales
Cabezas ha señalado como: «Eso no es socialismo democrático, no es de izquierda, no es
progresista, no es humanismo».30 Asimismo, el economista marxista Manuel Sutherland —quien es
crítico con el chavismo— ha invitado a la izquierda internacional a «criticar a los “progresismos”
con la misma sagacidad y agudeza que aplica a regímenes abiertamente antiobreros y derechistas»,
haciendo referencia que a pesar del uso de una retórica progresista o socialista el chavismo ha
mantenido acciones que evidencian lo contrario.31
Entre las organizaciones no gubernamentales existe también el Instituto Progresista, fundado en
2012, que tiene como misión la formación de liderazgos con vocación de servicio público, bajo los
valores de innovación y solidaridad.32
Colombia[editar]
El partido que puede ser una representación tangible a esta doctrina es la del Colombia Humana —
anteriormente conocido como el movimiento Progresistas— liderada por Gustavo Petro,
exmiembro del desmovilizado grupo guerrillero Movimiento 19 de Abril (M-19), exalcalde
de Bogotá y presidente de Colombia para el periodo 2022-2026, ya que su programa de gobierno
para el 2018 denominado Colombia Humana, combina aspectos de la socialdemocracia, con otros
aspectos de la coyuntura actual como la protección al medio ambiente mediante la eliminación de
la producción y el uso de combustibles fósiles y la reducción de gases contaminantes, el desarrollo
social mediante la educación gratuita pública universal y ha sido uno de los grandes defensores
del laicismo mediante la defensa y construcción de la Constitución de Colombia de 1991. Su política
defiende la práctica de la inclusión y aceptar la diversidad cultural, está en pro de defender el agua
y la vida en todas sus formas. Sin embargo, aunque Petro ha reconocido haber sido de izquierda,
actualmente dice que su propuesta no es socialista sino que busca desarrollar un
«capitalismo democrático» en su país.33
Argentina[editar]
El actual presidente argentino Alberto Fernández se ha catalogado a sí mismo como defensor del
«liberalismo progresista peronista», asegurando también identificarse como un «liberal de
izquierda». Asimismo, Alberto Fernández ha manifestado apoyar las libertades individuales y las
libertades ciudadanas, así como también creer en que «el Estado debe estar muy presente para
equilibrar lo que el mercado desequilibra».34
Críticas[editar]
El adjetivo «progresista» se aplica con fines peyorativos por parte —de forma inicial— de las
corrientes conservadoras o neoconservadoras en Europa y América, y enaltecedora por sus valores
justicieros por parte de sectores liberales o democráticos; y muy frecuentemente este debate tiene
expresión en la literatura y otros medios de comunicación, más allá de su adecuación o no
adecuación a una estricta correspondencia con la ideología o los regímenes políticos progresistas.
Se asocia con las posturas políticas de nueva izquierda y las ideas y actitudes de bondad social
y multiculturalistas, algunas de corte autoritario y otras muy libertarias, siendo los aspectos más
polémicos los relacionados con la xenofobia, homofobia, machismo, entre otros. 3536
Por su parte, Theodore Kaczynski en su obra La sociedad industrial y su futuro describe a los
progresistas como «izquierdistas modernos» que poseen, en general —pero no necesariamente
siempre—, dos tendencias psicológicas generales: sentimientos de inferioridad
y sobresocialización.37 Para Kaczynski, los sentimientos de inferioridad se refieren a rasgos de
«hipersensibilidad» que tienen los activistas con respecto a ciertos grupos sociales manifestándose
en una sobreprotección hacia estos grupos por considerar que no pueden valerse por sí mismos,
sino que la sociedad se tiene que hacer cargo de este pasivamente. 37 Por otro lado, Kaczynski
describe a la sobresocialización como la necesidad del izquierdista moderno de exigirse a sí mismo
y a los demás cierto código moral manifestado en la llamada «corrección política».37
Asimismo, algunos sectores de izquierda son críticos con el progresismo por supuestamente haber
desestimado las transformaciones socioeconómicas defendiendo en su lugar vías más reformistas o
incluso hasta liberales.538 Incluso algunos de estos sectores atribuyen que las reivindicaciones
socioculturales del progresismo desarticularon las reivindicaciones socioeconómicas
Democracia
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Para otras acepciones y tipos de democracia, véase Democracia (desambiguación).
«Democrático» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Democrático (desambiguación).
Origen y etimología
El término democracia proviene del griego antiguo (δημοκρατία) y fue acuñado en Atenas en el
siglo V a. C. a partir de los vocablos δῆμος (dḗmos, que puede traducirse como «pueblo») y -κρατία
-kratía, de la raíz de κράτος (krátos, que puede traducirse como «fuerza», «dominio» o «poder» ).4
Sin embargo, la significación etimológica del término posiblemente sea mucho más compleja. El
término «demos» parece haber sido un neologismo derivado de la fusión de las palabras demiurgos
(demiurgi) y geomoros (geomori).5 El historiador Plutarco señalaba que los geomoros y demiurgos,
eran junto a los eupátridas, las tres clases en las que Teseo dividió a la población libre
del Ática (adicionalmente la población estaba integrada también por los metecos, los esclavos y
las mujeres). Los eupátridas eran los nobles, los demiurgos eran los artesanos, y los geomoros eran
los campesinos. Estos dos últimos grupos, «en creciente oposición a la nobleza, formaron el
demos».6 Textualmente entonces, «democracia» significaría, siempre según Plutarco, el «gobierno
de los artesanos y campesinos», excluyendo del mismo expresamente a los esclavos y a los nobles.
Algunos pensadores consideran a la democracia ateniense como el primer ejemplo de un sistema
democrático. Otros pensadores han criticado esta conclusión, argumentando por un lado que tanto
en la organización tribal como en antiguas civilizaciones en todo el mundo existen ejemplos de
sistemas políticos democráticos,7 y, por otro lado, que solo una pequeña minoría del 10% de la
población tenía derecho a participar de la llamada democracia ateniense, quedando
automáticamente excluidos la mayoría de trabajadores, campesinos, esclavos y las mujeres.
De todas formas, el significado del término ha cambiado varias veces con el tiempo, y la definición
moderna ha evolucionado mucho, sobre todo desde finales del siglo XVIII, con la sucesiva
introducción de sistemas democráticos en muchas naciones y sobre todo a partir del
reconocimiento del sufragio universal y del voto femenino en el siglo XX. Hoy en día, las
democracias existentes son bastante distintas al sistema de gobierno ateniense del que heredan su
nombre.
Historia
Artículo principal: Historia de la democracia
Tipos de democracia
Clásicamente la democracia ha sido dividida en dos grandes formas: directa y representativa.
Democracia indirecta o representativa
Es aquella donde los ciudadanos ejercen el poder político a través de sus representantes, elegidos
mediante el voto, en elecciones libres y periódicas.
Democracia semidirecta o participativa
En esta el pueblo se expresa directamente en circunstancias particulares, básicamente a través de
cuatro mecanismos:
Referéndum. El pueblo elige «por sí o por no» sobre una propuesta.
Plebiscito. El pueblo concede o no concede la aprobación final de una norma (constitución, ley,
tratado).
Iniciativa popular. Por este mecanismo un grupo de ciudadanos puede proponer la sanción o
anulación de una ley.
Destitución popular, revocación de mandato o recall. Mediante este los ciudadanos pueden
destituir a un representante electo.
Democracia directa
Un Landsgemeinde (en 2009) del cantón de Glarus, un ejemplo de democracia directa en Suiza.
Se trata de la democracia en estado puro, tal como la vivieron sus fundadores atenienses, se
practica en Suiza. Las decisiones las toma el pueblo soberano en asamblea. No existen
representantes del pueblo, sino, en todo caso, delegados que se hacen portavoces del pueblo, que
únicamente emiten el mandato asambleario. Se trata del tipo de democracia preferido no solo por
los demócratas de la Antigua Grecia, sino también para muchos pensadores modernos
como Rousseau.
Democracia líquida
La Democracia Líquida es una clase de democracia directa en la que cada ciudadano tiene la
posibilidad de votar cada decisión del parlamento y realizar propuestas, pero puede ceder su voto a
un representante para aquellas decisiones en las que prefiere no participar.
Aplicación práctica
Desde la Segunda Guerra Mundial, la democracia ha ganado amplia aceptación. Este mapa muestra
la auto-identificación oficial hecha por gobiernos del mundo en relación a la democracia, en marzo
de 2008. Muestra el estatus de iure de la democracia en el mundo. Gobiernos que se identifican
como democráticos Gobiernos que no se identifican como democráticos: Arabia
Saudita, Afganistán, Brunéi, Fiyi, Emiratos Árabes Unidos, Omán y Ciudad del Vaticano.
En la práctica, existen muchas variantes del concepto de democracia, algunas de ellas llevadas a la
realidad y otras solo hipotéticas. En la actualidad los mecanismos de democracia más extendidos
son los de la democracia representativa; de hecho, se trata del sistema de gobierno más utilizado
en el mundo. Algunos países como Suiza o Estados Unidos cuentan con algunos mecanismos
propios de la democracia directa. La democracia deliberativa es otro tipo de democracia que pone
el énfasis en el proceso de deliberación o debate, y no tanto en las votaciones. El concepto
de democracia participativa propone la creación de formas democráticas directas para atenuar el
carácter puramente representativo (audiencias públicas, recursos administrativos, ombudsman). El
concepto de democracia social propone el reconocimiento de las organizaciones de la sociedad
civil como sujetos políticos (consejos económicos y sociales, diálogo social).15
Estas diferenciaciones no se presentan en forma pura, sino que los sistemas democráticos suelen
tener componentes de unas y otras formas de democracia. Las democracias modernas tienden a
establecer un complejo sistema de mecanismos de control de los cargos públicos. Una de las
manifestaciones de estos controles horizontales es la figura del proceso de destitución o «juicio
político», al que pueden ser sometidos tanto los presidentes como los jueces, por parte de
los parlamentos, de acuerdo con ciertas constituciones, como la de Argentina, Brasil o Estados
Unidos. Otras agencias más modernas orientadas al mismo fin son el defensor del
pueblo u ombudsman, las sindicaturas de empresas públicas, los organismos de auditoría, las
oficinas de ética pública, etc.16
Finalmente, cabe señalar que existe una corriente crecientemente relevante en el mundo
anglosajón que propugna combinaciones de las instituciones actuales con aplicaciones
democráticas del sorteo. Entre los autores más relevantes de esta corriente puede citarse a John
Burnheim, Ernest Callenbach, A. Barnett y Peter Carty, Barbara Goodwin o, en el ámbito
francés, Yves Sintomer. Los autores consagrados que han dedicado más espacio a este tipo de
propuestas son Robert A. Dahl y Benjamin Barber. En el mundo hispanohablante la recepción aún
es muy reducida, si bien autores como Juan Ramón Capella han planteado la posibilidad de acudir
al sorteo como herramienta democratizadora.17
Componentes de la democracia
En la democracia moderna juega un rol decisivo la llamada regla de la mayoría, es decir el derecho
de la mayoría a que se adopte su posición cuando existen diversas propuestas. Ello ha llevado a que
sea un lugar común de la cultura popular asimilar democracia con decisión mayoritaria. Las
elecciones son el instrumento en el que se aplica la regla de mayoría; haciendo así de la democracia
el ejercicio más eficiente, eficaz y transparente, donde se aplica la igualdad y la oportunidad de
justicia, práctica originada en los siglos XVIII y XIX; cuando la mujer se hace partícipe del derecho al
voto. Además, la democracia contemporánea, no se mantiene paralela al régimen absolutista y al
monopolio del poder.
Sin embargo muchos sistemas democráticos no utilizan la regla de la mayoría o la restringen
mediante sistemas de elección rotativos, al azar, derecho a veto (mayorías especiales), etc. 18 De
hecho, en determinadas circunstancias, la regla de la mayoría puede volverse antidemocrática
cuando afecta derechos fundamentales de las minorías, de los individuos o vulnera los principios
fundamentales de la vida del Estado, cuestiones que conoceremos como la esfera de lo
indecidible.19
Las democracias reales suelen ser complejos mecanismos articulados, con múltiples reglas de
participación en los procesos de deliberación, toma de decisiones, en los que el poder se
divide constitucionalmente o estatutariamente, en múltiples funciones y ámbitos territoriales, y se
establecen variedad de sistemas de control, contrapesos y limitaciones, que llevan a la
conformación de distintos tipos de mayorías, a la preservación de ámbitos básicos para las minorías
y a garantizar los derechos humanos de los individuos y grupos sociales. Existe también una
diferencia fundamental entre el concepto de democracia y democratización. El concepto de
democracia esta conectado a la capacidad de la clase política de responder a las necesidades de la
población. En cambio, el concepto de democratización tiene que ver con la capacidad de una
sociedad de adaptarse al proceso de homogeneización cultural, legal y política que tuvo lugar luego
del fin de la Guerra Fría.20
Por esto es que debemos analizar cuales son los principios esenciales de la democracia.
Principios democráticos
La democracia debe entenderse como un sistema político entre las diferentes posibilidades que han
existido para configurar los Estados a lo largo de la historia. Esto es, la democracia es una de las
formas políticas en las que puede organizarse la convivencia social, 21 pues así como una sociedad
puede establecerse como una democracia, también puede hacerlo como una Aristocracia o en una
Autocracia. La democracia conlleva la posibilidad de que existan medios de participación por parte
de la ciudadanía, de que existan diferencias entre los participantes de dicho proceso y de que se
expresen opiniones contrapuestas.22 De este modo, se afirma que la democracia repudia la
posibilidad de que una sola persona se abrogue el poder por propio y exclusivo arbitrio, 23
abriéndose el escaño del poder a una pluralidad de personas así como a la crítica y oposición por
parte de los propios miembros de la sociedad.
De lo expuesto, podemos inferir ciertos principios sin los cuales no es posible afirmar que existe
una democracia, veamos.
La igualdad
La democracia reconoce la posibilidad de que cualquier persona pueda participar en el ejercicio del
poder político dentro de un determinado Estado. Por esto, es necesario reconocer la existencia de
igualdad entre los ciudadanos, ya que, sin ella, no existirían los medios necesarios para que la
participación y la oposición se desarrollen libremente. A la luz de esto, se abre la puerta a dos
paradigmas que condicionan el desarrollo de la democracia por lo que respecta a la igualdad: 24
El de la redistribución, por lo que respecta a la igualdad de derechos que todo individuo tiene
uno frente al otro y ante el Estado para participar en los procesos democráticos.
El del reconocimiento, por lo que respecta al hecho de que no todos los participantes del
proceso democrático nos encontramos en circunstancias fácticas igualitarias, por ello nuestras
opiniones serán diferenciadas entre sí.
De esto obtenemos los ideales de igualdad y de libertad, puesto que, por un lado, tenemos la
posibilidad de que una sociedad sea plural y con diversas necesidades e ideales sobre lo que es lo
justo y, por otro lado, se tiene que los miembros de la sociedad –aun cuando no tuvieren entre sí
cuestiones en común– participen en la entidad política que ostenta el poder en igualdad de
circunstancias.
Es ahí que se observa la esencia de la democracia:
El que primero se reconozcan las divergencias entre la propia sociedad, lo cual es natural al
desarrollarse una vida en libertad;
Luego, que sea factible que las divergencias sociales sean expresadas libremente;
Asimismo, la posibilidad de que, no solo esas divergencias sean expresadas, sino que también
se creen los mecanismos para que dichas diferencias lleguen al ente político que ostenta el
poder y desde ahí crear condiciones propias para la vida social, y
Todo lo anterior en igualdad de circunstancias y sin dejar a individuo alguno fuera de esos
medios de acceso a la entidad política que organiza la vida en sociedad.
Es evidente que, partiendo del supuesto de que todos los individuos que participamos en la toma
de decisiones políticas somos iguales –por lo que respecta a nuestro Derecho a participar–, nace el
concepto de la democracia. Esto es, de la afirmación de que cualquier ciudadano tiene posibilidad
de participar en la entidad política que ostentará el poder, obtenemos que el principal rasgo de la
democracia, mismo que consiste en que la voluntad política proviene de quienes se encuentran
gobernados por el mismo.25Es esta la trascendencia del principio de igualdad, porque, sin ella, no
será posible generar que los individuos se sientan con la responsabilidad de participar en la toma
de decisiones dentro del ente político que ostenta el poder. De algún modo, sin la sensación de
igualdad, los individuos no se sentirán miembros de una misma colectividad, por lo que su
sensación de responsabilidad se disminuirá, afectándose la esencia del Estado democrático.
La limitación del poder
Debe garantizar dicha posibilidad de acceso; es decir, los individuos debemos gozar de una serie de
condiciones que propicien nuestra participación en la entidad política que ostenta el poder, mismas
que solo pueden desarrollarse cuando existen los precursores democráticos ya mencionados.
Se ha afirmado que la Democracia, para el efecto de garantizar las condiciones mínimas para la
participación ciudadana, impone al poder público límites en su ejercicio, mismos que serán
tendientes a salvaguardar los intereses y derechos de los individuos, y, además, determina las
funciones del propio poder y así lo divide; 19 hecho ello, se crean instituciones como
el Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y se les asigna a cada rama una función específica del poder, así
como competencias y supuestos para su ejercicio. De algún modo, en un Estado democrático se
busca el límite del poder como garantía para que los ciudadanos participen en la política nacional,
límites que se pueden identificar como dos tipos:
Del Estado frente al individuo, mismo que se garantiza mediante los derechos fundamentales
que la Constitución establezca a favor del gobernado;
De las propias instituciones del Estado entre ellas, el cual se garantiza mediante la división del
poder y el establecimiento de competencias entre estas.
De los individuos entre sí mismos, lo cual se logra mediante la inclusión y reglamentación de los
denominados derechos sociales.
De acuerdo con esto, la Constitución de un Estado democrático contará con límites del poder tanto
público como privado frente a los individuos y ante las propias instituciones que conforman al
Estado; de ese modo se evita, por un lado, que se prive a los individuos de las condiciones
necesarias para que desarrollen su vida y estén en condiciones para participar en la entidad política
nacional, mientras que, por otro lado, se impide que el poder se encuentre concentrado en una
sola persona o institución como sucede en los Estados autocráticos.
Al limitarse el poder, se garantiza que no existirán abusos en el ejercicio del mismo. De acuerdo con
esto, los individuos podrán gozar de condiciones propias para el libre ejercicio de sus derechos
individuales. Además, también se impide que el poder político se concentre en una sola institución
o persona, lo cual resultaría pernicioso al no tener esta sola persona una visión global de las
necesidades sociales y, por otro lado, podría ejercer sin limitación alguna su poder, inclusive sobre
cualquier derecho individual.
La esfera de lo indecidible
La Constitución de un Estado democrático reconoce la posibilidad de que la totalidad de los
miembros de la sociedad participen en la decisión de cómo habrá de configurarse el nuevo ente
político. Esto deriva por la injerencia de los factores reales del poder en la toma de decisiones en el
origen de la vida del Estado. 26 De algún modo, las decisiones tomadas por los factores reales del
poder al haber decidido el rumbo que el Estado emprendería son los principios que regirán su
desarrollo sociopolítico.
A estas se le denominan las decisiones políticas fundamentales, pues la totalidad de los poderes
fácticos que rigen en un determinado lugar y momento erigirán los principios superiores que
caracterizarán al sistema político-jurídico de su comunidad. 27 Por ejemplo, en un dereterminado
Estado democrático podrá decidirse que el desarrollo económico se centre en la creación de
empresas productivas del Estado, mientras que en otro Estado podría optarse por un desarrollo
liberal de tales cuestiones. Tales ideales serán conocidos como las decisiones políticas
fundamentales y, como veremos, formarán parte de la esfera de lo indecidible.
Como se ha visto en otros apartados, una democracia se fundamenta en diversos principios, tales
como el de la división del poder, la igualdad o el respeto a los derechos fundamentales. Así, estos
mismos principios democráticos no pueden ser desconocidos por persona o institución alguna,
incluyéndose a las mayorías.
Así es, hay ciertos principios del Estado Democrático que no pueden ser reducidos por la actuación
de las propias instituciones que se han constituido a la luz de la Democracia y, además, tampoco
pueden ser olvidados por las mayorías democráticas aun cuando estas lo hubieren determinado así
mediante los procesos y mecanismos que se hubieren establecido en la Constitución. De acuerdo
con este postulado es que se constituye una "esfera de lo indecidible", 19 mismas que contienen
decisiones políticas y jurídicas fundamentales que no pueden ser objeto de limitación alguna por
parte de una mayoría.
A razón de esto, es que es factible hacer una diferenciación entre la democracia formal y la
material. Por un lado, se puede considerar que una decisión democrática tomada por una mayoría
es formalmente válida si la misma es tomada conforme al procedimiento que un Estado
democrático estableció en su Constitución; pero, por otro lado, ello no es suficiente para considerar
que dicha decisión también es materialmente válida, pues esto depende de que su contenido sea
acorde con los principios fundamentales adoptados en la Constitución por la totalidad de los
miembros de la sociedad.
Los actos de las mayorías, aun cuando hubieren sido creados conforme a la normatividad formal de
la Democracia, pueden ser inválidos por transgredir aquello que hemos llamado la esfera de los
indecidible: la Democracia sustancial también conocida como material. Las normas y actos de
autoridad no deben ajustarse únicamente a los procedimientos democráticos, sino que también
deben contener criterios mínimos a la luz de conceptos esenciales del Estado.25
Este principio constitucional busca impedir el problema democrático conocido como "tiranía de las
mayorías" y que más adelante es desarrollado.
El control del poder
Por último, se reconoce que un Estado democrático no puede subsistir si no existen herramientas
que garanticen la regularidad de los actos de autoridad con la esencia del Estado.28
De acuerdo con esto, el control de la constitucionalidad de los actos se torna en un eje de la eficacia
constitucional, reforzando el carácter de obligatorio de la propia Constitución y las decisiones
políticas fundamentales que fueron tomadas ahí y dotando de equilibrio a los derechos
fundamentales y las estructuras institucionales determinadas por el acuerdo constitucional.
Entonces, los medios de control de la constitucionalidad se identifican como los recursos jurídicos
diseñados para verificar la correspondencia entre los actos emitidos por quienes detentan el poder
y la Constitución, anulándolas cuando aquellas quebranten los principios constitucionales, 29 de esta
forma también se desprende la naturaleza correctiva de los medios de control, por lo que
destruyen actos ya emitidos. Es con motivo de esta característica por virtud de la cual podemos
afirmar que los derechos y principios contenidos en la Constitución -el cual resulta ser el pacto
político por excelencia de una democracia- adquieren la naturaleza de norma jurídica,
específicamente de una regla, que puede ser oponible frente a todos aquellos actos que la reten,
adquiriendo firmeza inquebrantable al invalidar todos aquellos actos que transgredan su esencia.
Ante esto, se hacen exigibles los principios fundamentales adoptados en un Estado democrático.
Clases de democracias
No es factible considerar que todas las democracias son iguales. La creación de un Estado
democrático deriva de la decisión del pueblo, por lo que la forma en que esta se regulará
dependerá de los intereses de quienes resulten ser los factores reales del poder del momento y
lugar en el que se ha decidido por el régimen democrático. 26 En razón de ello, hemos visto a lo largo
de la historia política moderna la creación de diversas clases de modelos democráticos como los
que a continuación se enuncian.
La democracia liberal
Artículo principal: Democracia liberal
En muchos casos la palabra «democracia» se utiliza como sinónimo de democracia liberal. Suele
entenderse por democracia liberal un tipo genérico de Estado surgido de la Independencia de
Estados Unidos de 1776 y luego más o menos generalizado en las repúblicas y monarquías
constitucionales que emergieron de los procesos de emancipación o revolucionarios contra
las grandes monarquías absolutas y establecieron sistemas de gobierno en los que la población
puede votar y ser votada, al mismo tiempo que el derecho de propiedad es preservado.1530
Así, aunque estrictamente el término «democracia» solo se refiere a un sistema de gobierno en que
el pueblo ostenta la soberanía, el concepto de «democracia liberal» supone un sistema con las
siguientes características:[cita requerida]
Una constitución que limita los diversos poderes y controla el funcionamiento formal del
gobierno, y constituye de esta manera un Estado de derecho.
División de poderes.
El derecho a votar y ser votado en las elecciones para una amplia mayoría de la población
(sufragio universal).
Protección del derecho de propiedad y existencia de importantes grupos privados de poder en
la actividad económica. Se ha sostenido [¿quién?] que esta es la característica esencial de la
democracia liberal.15
Existencia de varios partidos políticos (no es de partido único).
Libertad de expresión.
Libertad de prensa, así como acceso a fuentes de información alternativa a las propias del
gobierno que garanticen el derecho a la información de los ciudadanos.
Libertad de asociación.
Vigencia de los derechos humanos, que incluya un marco institucional de protección a las
minorías.
A partir de lo anterior algunos estudiosos [¿quién?] han sugerido la siguiente definición de democracia
liberal: la regla de la mayoría con derechos para las minorías.[cita requerida]
Al respecto, este tipo de democracia tiene algunas particularidades que la distinguen de otras
formas de democracia, entre ellas la libre confrontación de ideas. En palabras de Pío Moa:
() El liberalismo permite exponer todas las ideas, pero la confrontación entre ellas ha de
facilitar precisamente, la superación de las falsas o destructivas y la reafirmación de las
mejor fundadas, en un proceso sin fin. Por eso la confrontación es indispensable, y un buen
modo de evitar choques físicos.()31
La socialdemocracia
Artículo principal: Socialdemocracia
La socialdemocracia es una versión de la democracia en la que se recurre a la regulación estatal
y a la creación de programas y organizaciones patrocinados por el Estado, para atenuar o
eliminar las desigualdades e injusticias sociales que, según consideran sus defensores, existirían
en la economía libre y el capitalismo. La socialdemocracia se apoya básicamente en el sufragio
universal, la noción de justicia social y un tipo de Estado denominado Estado de Bienestar.3233
La socialdemocracia surgió a finales del siglo XIX a partir del movimiento socialista, como una
propuesta alternativa, pacífica y más moderada, a la forma revolucionaria de toma del poder y
de imposición de una dictadura del proletariado, que sostenía una parte del
movimiento socialista, dando origen a un debate alrededor de los términos de «reforma» y
«revolución».33
En general se ha presentado como ejemplo real de socialdemocracia al sistema de gobierno
que predomina en los países escandinavos, el llamado modelo nórdico de bienestar.34
La democracia como sistema de relaciones horizontales
El término «democracia» también se utiliza ampliamente no solo para designar una forma de
organización política, sino una forma de convivencia y organización social, con relaciones más
igualitarias entre sus miembros. En este sentido es habitual el uso del término
«democratización», como por ejemplo la democratización de las relaciones familiares, de las
relaciones laborales, de la empresa, de la universidad, de la escuela, de la cultura, etc., tales
ejercicios están orientados básicamente al ámbito de la participación ciudadana, cuyos
principales mecanismos utilizados para tales efectos son elecciones a través de voto popular,
asambleas, propuestas de proyectos y todos aquellos en que se canaliza la voluntad de cambios
o aprobaciones con participación directa de los distintos grupos sociales.[cita requerida]
Democracia en las monarquías constitucionales
Dos casos especiales para la idea de democracia son las monarquías constitucionales y
las democracias populares que caracterizan al socialismo real.
La monarquía constitucional es una forma de gobierno que caracteriza a varios países
de Europa (Gran Bretaña, España, Países Bajos, etc.), América (Canadá, Jamaica, etc.),
y Asia (Japón, Malasia, etc.).
Las monarquías constitucionales varían bastante de país a país. En el Reino Unido las normas
constitucionales actuales le conceden ciertos poderes formales al rey y los nobles (designación
del primer ministro, designación de gobernantes en las dependencias de la Corona, veto
suspensivo, tribunal de última instancia, etc.), además de los poderes informales derivados de
sus posiciones.35
Existe una tendencia general a la reducción progresiva del poder de los reyes y nobles en las
monarquías constitucionales que se ha ido acentuando desde el siglo XX. Si bien, por tratarse de
monarquías, en estos países existe una notable desigualdad ante la ley y de hecho de los reyes
y demás nobles frente al resto de la población, la severa restricción de sus facultades de
gobierno y judiciales ha llevado a que su participación en la mayoría de los actos de gobierno
sea excepcional y sumamente controlada por otros poderes del Estado. Ello ha dado origen al
expresivo dicho popular de que los reyes «reinan pero no gobiernan» para referirse a la débil
influencia legal que los reyes y eventualmente los nobles tienen en los actos de gobierno
cotidianos.
En el Reino de España el Rey promulga las leyes, convoca y disuelve las Cortes Generales,
convoca referéndum, propone y cesa al Presidente, ejerce el derecho de gracia (indulto y
conmutación de penas), declara la guerra, hace la paz, etc. En el ejercicio de todas sus
funciones, el Rey actúa como mediador, árbitro o moderador, pero sin asumir la
responsabilidad de sus actos que han de ser refrendados por el poder ejecutivo o legislativo, 36
lo que lo convierte en una figura representativa del estado pero sin poder político. El rey
también goza de inviolabilidad y al igual que otros muchos jefes de estado republicanos, no
puede ser juzgado por crimen alguno.37
Los opositores a las monarquías constitucionales sostienen que no son democráticas, y que un
sistema de gobierno en la que los ciudadanos no son todos iguales ante la ley, a la vez que no
se puede elegir al jefe de Estado y otros funcionarios estatales, no puede
denominarse democracia, si bien en España la monarquía no es constitucional sino
parlamentaria. Los defensores, en cambio, defienden que no tiene que ser democrático; se
carga de ideologías. Es mejor que el jefe de Estado sea una persona imparcial, que alguien
cargado de ideologías; y que, como su cargo es vitalicio, no va a cometer actos con fines
electoralistas.38
Democracia popular
Modelo de representatividad basado en la experiencia de la Comuna de París y en la
superación en el grado de representatividad de la Democracia liberal. Esta Democracia directa
parte desde los puestos de trabajo cotidiano, donde se eligen representantes en cada fábrica,
taller, granja u oficina, con mandato revocable en cualquier momento. Estos delegados se
constituyen en una Asamblea local (soviets) y luego mandaban su representante a la Asamblea
Nacional de Delegados del Pueblo.
Se le niega el voto y el poder político, al 10% de la población que abarca a empresarios,
banqueros y terratenientes, que ya poseen el poder económico. [cita requerida] Por eso se dice que es
Democracia obrera o dictadura del proletariado, ya que se aplica el poder político contra el
poder económico instituido.
Este nuevo Estado debe ser instaurado por la insurrección de las masas, guiadas por un partido
único o frente pluripartidista si fuese posible, con una línea partidaria que apunte a barrer con
las instituciones del Estado burgués y la legalidad que asegura el poder económico de la
minoría. La élite revolucionaria consciente tiene el objetivo de instruir a la sociedad en las
formas de auto gobernarse, insta a elegir sus delegados en los puestos de trabajo, comités de
fábricas, granjas y talleres, mediante el cual se aprenderá a administrar la economía,
transformándose en una ciudadanía cotidiana y un poder permanente.
Se discute sobre la viabilidad de la eliminación de las condiciones de la existencia burguesa,
supuesto para el paso de la sociedad enajenada a la comunista. 39 Esto significa que a medida
que se avance en la socialización del poder político y del poder económico se producirá la
«extinción del Estado» pasando a ser solo una estructura administrativa bajo control de todos
los ciudadanos. Este «no Estado» es el considerado como la etapa final del socialismo:
el comunismo.40
Democracia en el socialismo real
Los países con sistemas políticos inspirados en el comunismo marxista conocidos como
«socialismo real» como Cuba poseen sistemas de gobierno que suelen utilizar la denominación
de «democracias populares». Las llamadas «democracias populares» se caracterizan por estar
organizadas sobre la base de un sistema de partido político único o hegemónico, íntimamente
vinculado al Estado, en el que según sus promotores puede participar toda la población y
dentro del cual debe organizarse la representación de las diferentes posiciones políticas, o al
menos de la mayor parte de las mismas permitidas por el Estado. 41 Por otra parte en las
llamadas «democracias populares» actuales la libertad de expresión y de prensa están
restringidas y controladas por el Estado.15
Según sus defensores, la «democracia popular» es el único tipo de democracia en la cual se
puede garantizar la igualdad económica, social y cultural de los ciudadanos, ya que los poderes
económicos privados no puede influir en el sistema de representación.
Algunos marxistas opinan también que las actuales «democracias populares» no son
verdaderas democracias socialistas y que constituyen una deformación de los principios
originales del marxismo. En el caso concreto de China, sostienen que ha desarrollado una
economía orientada al capitalismo, pero se vale de su título de “República Democrática
Popular” para poder contar con mano de obra barata, mediante la explotación de los
trabajadores chinos, hasta niveles de vida calificados como infrahumanos, tal como pasa en
muchas democracias capitalistas.
Democracia y derechos humanos
Por derechos humanos y de los ciudadanos se entiende el conjunto de derechos civiles,
políticos y sociales que están en la base de la democracia moderna. Estos alcanzan su plena
afirmación en el siglo XX.
1. Un mayor nivel de renta favorece mayores niveles educativos, lo cual crea un público
más articulado, mejor informado y mejor preparado para la organización.
2. Un mayor nivel de desarrollo favorece un mayor grado de especialización ocupacional,
esto produce primero el favorecimiento del sector secundario frente al primario y
del terciario respecto al secundario.
La afirmación de que el desarrollo económico conduce a la aparición de democracias ha
merecido también algunas críticas,50 que sostienen que se trataría de una relación espuria. Más
que conducir directamente a la democracia, el desarrollo económico habría producido
transformaciones en la estructura de clases de la sociedad capitalista, que posibilitaron una
progresiva estabilización democrática en el mundo en los últimos 150 años, pero el desarrollo
económico no condujo a la democracia en otros períodos previos de la historia. Asimismo,
incluso en el siglo XX, algunas regiones como América Latina experimentaron retrocesos de la
democracia en medio de procesos de modernización y expansión económica.515253
Un importante economista, Amartya Sen, ha señalado que ninguna democracia ha sufrido
nunca una gran hambruna, incluidas democracias que no han sido muy prósperas
históricamente, como India, que tuvo su última gran hambruna en 1943 (y que algunos
relacionan con los efectos de la Primera Guerra Mundial), y que sin embargo tuvo muchas otras
en el siglo XIX, todas bajo la dominación británica.[cita requerida]
Democracia económica
El término democracia económica se utiliza en economía y sociología para designar a aquellas
organizaciones o estructuras productivas cuya estructura decisional se basa en el voto unitario
(una persona = un voto, o regla democrática), contrariamente a lo que se produce empresas
privadas típicas de carácter capitalista, donde impera el voto plural ponderado por la
participación en el capital (una acción = un voto). El ejemplo típico de empresa democrática es
la cooperativa, uno de cuyos principios cooperativos es precisamente el principio democrático
de decisión. El ejemplo de democratización de la economía aplicado a mayor escala fueron los
consejos de trabajadores y consumidores instituidos en la Unión Soviética.
Este es un intento de medición de la democracia llamada Polity IV data series. Este mapa
muestra los datos presentados en el informe de Polity IV data series en 2003. Los países más
claros tienen una puntuación perfecta de 10, mientras que los países más oscuros (Arabia
Saudita y Catar) son considerados los países menos democráticos, de puntuación -10.
Para BID, la democracia es un requisito esencial para que el Estado pueda:
Estabilizar la economía con altos niveles de crecimiento económico y empleo, y haber una
inflación moderada.
Mitigar los equilibrios verticales y horizontales.
Ser eficientes en la asignación de recursos y suministro de servicios.
Controlar las acciones depredadoras de los sectores públicos y privados mediante la
preservación del orden público, el control abusos y arbitrariedades, y la prevención de la
corrupción. Estas funciones son vitales para fomentar un crecimiento sostenible y reducir
la pobreza.
Desvirtuaciones
La democracia es una forma de gobierno en el que la toma de decisiones queda legitimada por
una base racional.54 Una crítica común es la debilidad que muestra ante influencias
desequilibradas en la toma de decisiones (conocidas como «democracias autoritarias», ya que
autoridad es el poder legitimado) enmascaradas bajo esta legitimación, generando otras
estructuras tales como:55