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Miriam C. Bessone
Máster en Didácticas Específicas UNL; Profesora en la Universidad
Nacional del Litoral.
mbessoneyarqscolaborativas@yahoo.com.ar
Introducción
La consolidación de la cultura de la memoria hacia finales del siglo XX tuvo claras incidencias en las
tendencias de rescate y recuperación de la historicidad de los entornos construidos. En este contexto
Leonardo Benévolo (1985) plantea la preocupación, aún vigente para las ciudades latinoamericanas,
acerca de la conservación material de la arquitectura histórica en la ciudad contemporánea. Roberto
Fernández (2008) retoma esas ideas desde la noción de prácticas retrospectivas para referirse a las
diversas aproximaciones proyectuales a las preexistencias materiales, indicando que es posible
reconocer la convivencia de criterios de conservación científica, al modo de la restauración filológica,
con otros de experimentación hipotética, alejándose en general de las puestas en valor con los
denominados falsos históricos.
Atendiendo a la necesaria convivencia de las preexistencias con los nuevos requerimientos de uso, se
ha abierto un campo de estudio e intervención proyectual específico escasamente sistematizado, al
que desde la perspectiva de Fernández se reconoce como proyecto retrospectivo. El mismo puede
entenderse como un campo de actuación particular dentro de las disciplinas proyectuales, en el que
el peso de la memoria y de los valores culturales, pone en práctica procedimientos científicos para
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abordar la reescritura de elementos de una determinada preexistencia genealógica, produciendo un
retorno a lo mismo, o una experimentación en pos de un nuevo discurso a través de referencias,
alusiones, citas que se reconocen como externalidad.
La presentación abordará las categorías teóricas y un primer mapa conceptual argumentado desde
un panorama de casos, a modo de una cartografía primaria de “prácticas diferenciales”, que busca
develar los procesos de ideación que se generan en la tensión entre los modos de construir, habitar y
pensar de época y los actuales.
El proyecto de investigación
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Proyecto CAI+D 2016 “Prácticas retrospectivas en las ciudades argentinas. Un mapa de las lógicas proyectuales”, Directora: María
Laura Tarchini, SCyT UNL.
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preexistencias y la contemporaneidad, y que adoptan características particulares en relación a
posibles vinculaciones entre las condiciones culturales, las formaciones discursivas y productivas.
Para la selección de casos se adopta la escala edilicia del proyecto, la dimensión de lo público, el
contexto urbano y la geografía del centro de la Argentina: Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Buenos
Aires. Desde tales variables se seleccionó un primer universo de estudio referido a obras
patrimoniales intervenidas y un conjunto de obras de referencia nacionales e internacionales, con el
propósito de argumentar críticamente posiciones analíticas y propositivas a partir de indicadores
tales como: textos de literatura especializada, trayectorias profesionales y la producción
arquitectónica en tres momentos -original, proyecto y obra realizada-, interpelada desde la
articulación entre forma, materia y uso, en relación a los contextos urbanos, de producción y gestión,
y a través de la delimitación de conceptos básicos, complementarios y referenciales. Para el estudio
del original, se utilizan como herramientas la investigación documental -planos, relatos escritos,
fotografías de época-; para el estudio de los procesos de ideación y proyecto de intervención se
recurre a entrevistas y análisis que confrontan sistemas de ideas y producción; mientras que para el
reconocimiento de la obra realizada se acude a la experiencia directa del edificio a partir de una
aproximación fenoménica.
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Las prácticas retrospectivas: marco teórico
En el año 1980 Leonardo Benévolo2 planteaba la preocupación, aún vigente para las ciudades
argentinas, acerca de la conservación material de la arquitectura histórica en el contexto
contemporáneo. En función de ello reflexiona sobre la necesaria conservación de los oficios
tradicionales que sirvieron para construir los bienes materiales heredados, poniendo en discusión las
vinculaciones que se establecen entre conservación, objetos tradicionales, artesanía e industria,
precisando la especificidad que adquiere la disciplina de la conservación a lo largo del siglo XX.
En relación a ello, tres cuestiones quedan claramente definidas. En primer lugar, la heterogeneidad
de los objetos patrimoniales y la amplitud de su alcance, que llega a considerar al ambiente. En
segundo lugar, el vínculo vital que el patrimonio establece con la sociedad y, que en plano de las
prácticas, implica la reinserción de usos de la edilicia histórica en la dinámica urbana, entendido a
partir del concepto de conservación integral3. En tercer lugar, que las prácticas de intervención
deben ajustarse a la particularidad de cada caso y como tales refieren a diferentes técnicas
retrospectivas: restauración, restablecimiento, reestructuración, reconstrucción y manutención.
Por restauración entiende a aquellas acciones que se ejecutan para consolidar un objeto y eliminar
las modificaciones incompatibles, para lo cual deben introducirse modificaciones compatibles con la
estructura original, asegurando un uso igual o similar al antiguo. El restablecimiento es definido
como aquellas obras destinadas únicamente a consolidar un objeto, a fin de garantizar su
perdurabilidad. La reestructuración como una serie de acciones que llevan a transformar a un
producto, conservando algunas de sus partes, sustituyendo o agregando otras, a fin de permitir
nuevos usos. La reconstrucción como acción que alcanza a aquellos edificios que se han perdido y se
desea sustituirlos con una réplica o un gesto simbólico, sean individuales o referidos a un tipo
recurrente que adquiere valor en relación al conjunto del que forma parte. Finalmente, la
manutención, entendida como actividad general y continua, que trasciende a las operaciones
singulares y extraordinarias antes definidas, y que tiene como alcance, el cuidado diario que el
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Ponencia “Los agentes de la conservación”, presentada en el marco del Simposio del Consejo de Europa realizado en Fulda, 1980.
Texto publicado en Benévolo, L.: La città e l’architetto. Bari: Ed. Laterza, 1984, luego traducido al español y editado por Paidós.
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La noción de conservación integral es definida en la Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico, Declaración de Amsterdam,
Consejo de Europa, 1975.
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hombre debe hacer de su ambiente de vida, para lo cual dispone de tres tipos de intervenciones
materiales: mantenimiento ordinario, mantenimiento extraordinario y obras nuevas. Tal como puede
verificarse, en todos los casos, las aproximaciones a la conservación del patrimonio están mediadas
por requerimientos de uso y fuertemente atravesadas por la dimensión técnica y material.
Roberto Fernández (2008) retoma las ideas de Benévolo y desarrolla la noción de “prácticas
retrospectivas”4, para referir a las diversas aproximaciones proyectuales que tienen lugar sobre las
preexistencias materiales.
En relación a ello alude a las prácticas de conservación y restauración, en las cuales reconoce
criterios científicos validados por innumerables estudios y definiciones conceptuales de
procedimientos y técnicas que alcanzaron estatus dogmático. Y por otro lado, conceptualiza la
noción de reciclaje o prácticas retrospectivas, reconociendo una modalidad de actuación sustentada
en criterios de experimentación hipotética, que se aleja en general de las puestas en valor desde los
denominados “falsos históricos”, sobre todo en aquellos casos de patrimonio débil, antropológico o
cultural, en donde los proyectistas imbuidos de un diálogo con las preexistencias realizan
operaciones de integración a discursos actuales.
En Argentina las prácticas patrimoniales han adquirido en las últimas décadas una dimensión antes
desconocida, en el sentido que las actuales actitudes y acciones desarrolladas sobre el patrimonio no
formaban parte de los intereses e intervenciones habituales. El proceso de instauración de la
temática se inició con la acción de unos pocos arquitectos, que en su origen tenían una visión
generalmente monumental del patrimonio y con una fuerte presencia de la historia de la
arquitectura como lugar central desde el cual activar las acciones de restauración (Gnemmi, 2004),
cuestiones que aún hoy tienen repercusión en algunas prácticas y reflexiones.
La cultura material europea sustentada en el valor patrimonial de los objetos con criterios históricos
y estéticos fue determinante de las prácticas de intervención que se difundieron y pretendieron
adoptar de manera generalizada. El patrimonio construido de las ciudades argentinas se caracteriza
4
Según Fernández los prefijos latinos pro y re aluden respectivamente al futuro y al pasado. Los presentes de la arquitectura de las
ciudades dependen de acciones prospectivas -los proyectos- y retrospécticas -la casi infinita saga de prácticas precedidas del
prefijo re: restauración, refuncionalización, rehabilitación, etc-.
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por ser débil, mitológico, anti-objetualista (Fernández, 2008), condición que requiere de un especial
abordaje respecto a la larga tradición europea, atendiendo las particularidades técnicas y culturales
de la producción arquitectónica. Tal valoración de la cultura técnica, requiere de una indagación
histórica centrada en los materiales y sistemas constructivos, entendida ésta como un campo de
estudio que viabilice la generación de categorías teóricas útiles para analizar, conceptualizar y
proyectar las prácticas retrospectivas.
Si bien la tensión entre la historia y la memoria (Chartier, 2007), entre aquello que se evoca y el
documento u objeto concreto, la distancia entre lo que se define y/o teoriza y lo que efectivamente
se materializa, han sido constantes en las prácticas de gestión del patrimonio, desde la perspectiva
planteada se pretende avanzar sobre una problemática resuelta prevalentemente en el plano teórico
y valorativo formal, entendiendo a la intervención en el patrimonio construido como práctica
constitutiva de la más general cultura arquitectónica. Es precisamente dentro de este campo donde
se sitúa la indagación, ya que si bien se reconocen aportes de diversos autores existe un vacío
respecto a los procesos de ideación y producción de la forma material y de la cultura técnica que la
posibilita.
En la década del 1980 se reconocen como pioneras y controversiales las experiencias realizadas por
el arquitecto Miguel Ángel Roca en Córdoba, con intervenciones de refuncionalización sustentadas
en principios irreductibles de materia, estructura y luz, como aquellas realizadas para los Centros
Culturales de Alta Córdoba, San Vicente, General Paz y el Paseo de las Artes en barrio Güemes y
posteriormente la adecuación de la Facultad de Derecho en el corazón de la manzana jesuítica5. Con
otra aproximación proyectual, sostenida en operaciones de forma y color, debe considerarse el
proyecto del Centro Cultural Recoleta6 realizada por arquitecto Clorindo Testa junto a Luis Benedit y
Jacques Bedel en la ciudad de Buenos Aires, realizado sobre preexistencias que datan de principios
del siglo XVIII.
Desde esas primeras obras a la actualidad numerosas intervenciones se han realizado en el tiempo
dando cuenta de diferentes tipos de valoraciones y operaciones proyectuales. A través de casos
5
Centro Cultural Alta Córdoba, año de proyecto 1975-80, ejecución 1980-1983; Centro Cultural Mercado San Vicente, año de
proyecto 1975-80, ejecución 1981-1984; Centro Cultural General Paz, año de proyecto 1975-80, ejecución 1980-1983; Centro
Cultural Paseo de las Artes, año de proyecto 1975-79, ejecución 1980-81; Facultad de Derecho, 1º etapa: año de proyecto 1992-
90, ejecución 1992-95; 2º etapa: año de proyecto 1998-99, ejecución año 2000.
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El proyecto es del año 1979 y la obra se ejecuta entre 1990 y 1993.
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relevantes es posible agrupar las prácticas más frecuentes en tres grandes grupos. Uno en donde se
sitúan los edificios patrimoniales que teniendo un alto y consensuado reconocimiento, son objeto de
intervenciones de restauración y conservación, prevaleciendo intervenciones mínimas de tipo
técnico y material. Otro segundo, cuantitativamente representativo de la praxis profesional, que
refiere a aquellas arquitecturas con historicidad pero con una carga simbólica no tan definida como
en los casos anteriores, por lo que las intervenciones se tensan y discurren en un amplio abanico de
posturas proyectuales, prevalentemente sustentadas en la variable de usos, tales como los reciclajes,
las reconversiones, las refuncionalizaciones, las remodelaciones, los completamientos, las puestas en
valor. Y un tercer grupo, de edificios o predios que adquieren valor por su vínculo y pertenencia a
áreas urbanas de valor patrimonial, en donde las intervenciones se caracterizan por las relaciones de
diálogo o contraposición entre el tejido preexistente y la arquitectura contemporánea.
En todos los casos, cualquiera sea el tipo de práctica retrospectiva, es posible también identificar tres
criterios generales que definen las decisiones y resultantes proyectuales: uno purista7, preocupado
por la historicidad de la forma material; otro vedetista8 en donde prevalecen intereses estéticos o
escenográficos; y otro integracionista9 que, sobre la base de decisiones críticamente tomadas,
respeta la densidad histórica pero con cierta preocupación por la resultante formal.
La extensión conceptual en la valoración de las preexistencias (Choay, 2007) ha sido acompañada por
prácticas de intervención cada vez más conscientes de los alcances y especificidades disciplinares
implicadas en el patrimonio.
Para realizar un primer mapeo de las lógicas proyectuales desplegadas en el tiempo y en los
diferentes tipos de patrimonio construido, se reconocen conceptos básicos, complementarios y
referenciales vinculados a la forma material.
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Estas prácticas podrían considerarse deudoras de teorías como la de John Ruskin vinculadas al movimiento no restauración. Ver:
RUSKIN, J. Las siete lámparas de la arquitectura. Valencia: Prometeo, 1987 (1º edición en español)
8
Estas intervenciones se asientan en las teorías de restauración interpretativa acuñadas por Eugene Viollet Le Duc. Son frecuentes
en el patrimonio más difuso, con proyectos de ripristino de fachada y pérdidas de situaciones interiores y materialidad original.
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Esta posición se sustenta en las teorías de la restauración italiana, que comienza con Camilo Boito y es completada con Cesare
Brandi, entre otros.
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Como conceptos básicos se identifican: los procesos de ideación y producción material; el significado,
en tanto sistema de comunicación y expresión; los tipos de uso en relación al programa funcional de
la forma.
Y como conceptos referenciales, una selección de lógicas que pueden reconocerse dentro de los
procesos proyectuales modernos y posmodernos: contextualista, tecnológica, formalista
comunicacional, tipológica, fenomenológica y sustentable, que emergen a partir de una primera
identificación de características comunes de intervenciones en edificios de valor patrimonial.
1. Conceptos básicos
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Karl Bötticher elabora el término tectónica en su texto “La tectónica de los helenos” (1843), que luego es retomado por
Gottfried Semper en su ensayo “Los cuatro elementos de la Arquitectura” (1854). En ambos escritos el término tectónica indica
una cualidad estructural y material además de una poética de la construcción.
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Desde tales procesos de ideación y producción es posible identificar un primer agrupamiento de
lógicas que se sustentan en dos operaciones: adición y sustracción. Las mismas proponen diferentes
tipos de vinculación con el sitio, los materiales, la estructura y la envolvente, presentes desde los
orígenes de la construcción, al momento en que la arquitectura adopta un estatus epistemológico y
posible de reconocer como práctica diferencial hasta la actualidad.
Figura 02. Lo tectónico y lo estereotómico en los procesos de ideación y producción material de la arquitectura. Fuente:
Elaboración propia
1.2. Significado
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Bötticher, concede importancia conceptual de los diversos elementos constructivos, como garantes de terminación material y
como elementos simbólicos. En esta dirección entendió a la arquitectura como edificación que trasciende el mero fin pragmático y
asume valores de significación simbólica.
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Lo escenográfico refiere a aquellos procesos proyectuales que se explican desde discursos predicados
sobre la superficie, el volumen o el plano; lo representativo a actitudes sustentadas en la
interpretación de los aspectos técnicos o históricos de la forma en tanto procesos culturales
materiales o inmateriales; mientras que lo simbólico hace referencia a analogías presentes desde el
significado original.
En tanto sistema de clasificación el “tipo” hace referencia a los distintos modos de materialización de
los usos, como eslabón de una cadena tipológica que otorga valor dentro de los procesos de ideación
en tanto posibilidad de reconocimiento y determinación de los programas funcionales.
A partir de ese concepto es posible reconocer dentro del proyecto los usos en relación a la forma
describiendo y fijando unidades del mundo material claras y distintas basadas en el reconocimiento
de la cualidad de la habitabilidad.
2. Conceptos complementarios
El valor de estas herramientas es que posibilita reconocer las maneras en la que el retroproyecto se
vincula al proyecto original, a partir de una serie de aspectos que pueden ser revisados,
transformados o ampliados.
En los casos analizados se han puesto a prueba para el análisis conceptos de la forma, en sus
aspectos técnicos y expresivos, que posibilitan reconocer el dialogo entre sintaxis formales, sistemas
de proporcionalidad, materiales y el vínculo con el contexto en el proceso proyectual.
3. Conceptos referenciales
Como referencia para delinear el mapa propuesto se realiza una selección de las lógicas reconocidas
por Roberto Fernández (2015). Para tal tarea se analizó un numeroso grupo de edificios intervenidos
a escala global y local. A partir de tal observación se deducen un número limitado de lógicas que se
considera necesario validar en relación a las prácticas proyectuales retrospectivas.
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Semper, en su texto “Teoría de la belleza formal” (1856) otorga a la materialidad categoría estética abordando los estudios
históricos a partir del reconocimiento de cuatro fases a las que le concede importancia simbólica: el sito, el trabajo con la tierra, el
armazón con la cubierta y la membrana envolvente.
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3.1. Lógica contextualista
El proyecto se vincula con una configuración de contexto o con cualidades externas que son propias
de la cultura local y el ambiente preexistente (Fernández, 2015). En relación a las prácticas
retrospectivas, esta lógica recupera una dimensión patrimonial ampliada, particularmente tendiendo
a producir ciertas continuidades de forma y materialidad en relación a un tejido urbano que puede
no tener excepcionales características pero que es depositario de memoria y reserva de una
identidad local. La intervención modera el impacto mediante conductas conscientes de las
condiciones y cualidades del contexto, colaborando a preservarlo o ponerlo en valor a partir de
explorar y trabajar con materiales del pasado y fusionarlos en el proyecto de lo nuevo.
Los proyectos concebidos desde esta postura dan supremacía e importancia a la dimensión
tecnológica. Están vinculados al uso y/o exacerbación de las innovaciones, o bien a la capacidad de
operar creativamente potenciando las cualidades materiales y formas productivas disponibles. En
todos los casos puede verificarse una suerte de exploración del potencial tecnológico, sus
posibilidades retóricas y el impacto que puede producir en los imaginarios sociales.
Este aparato instrumental de proyectación implica una capacidad analítica por definir, precisar y
clasificar unidades formales del mundo material para su reinterpretación y utilización como sistema
referencial. En relación al retroproyecto es una postura que basándose en similitudes busca afrontar
el problema de las relaciones entre el proyecto presente y el material histórico del pasado.
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interpretación de lo real como sistema de estímulos perceptivos implica proyectar controlando la
entidad material pero con el interés centrado en la percepción subjetiva, el evento y espectáculo que
de ella se deriva.
1. Lógica contextualista. Foro Cultural de la Universidad Nacional del Litoral (Santa Fe, 2002-2007)
El edificio del Foro Cultural de la UNL es producto de un Concurso Provincial de Anteproyecto, cuyo
equipo ganador estuvo integrado por los arquitectos Ramiro Piva y Luis Pessoni. Las bases del
concurso definían un doble desafío: por una parte resolver los ámbitos contenedores de una serie de
nuevas funciones relacionadas con la cultura, que se caracterizan por la variedad de su demanda y
por la otra, que dicha intervención debía realizarse junto a un edificio de valor patrimonial, inclusive
operando sobre él a fin de articularlo con la intervención.
El retroproyecto realiza operaciones sustentadas en una lógica proyectual preocupada por el diálogo
con la preexistencia y el contexto, haciendo que la ampliación se integre a partir de un silencioso
contacto con el centenario edificio de la Biblioteca Cosmopolita.
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En la resolución material se adopta un planteo de estructura independiente y envolventes, que
permite trabajar sobre lo inmaterial y el vacío en contraposición a la opacidad y gravides de la masa
muraria del edificio histórico.
-Significado: representativo
El planteo adoptado permite resolver eficazmente la relación con el edificio existente, respetando su
tipología y composición. Las principales funciones solicitadas por el programa se resuelven en planta
baja, facilitando el ingreso y circulación. La tensión diagonal introducida hacia el fondo del lote
permite generar una fachada urbana interior y desde el hall comprender la totalidad el edificio, sus
componentes, relaciones y criterios espaciales.
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2. Lógica tecnológica. Centro Cultural Kirchner (Buenos Aires, 2006-2015)13
El Centro Cultural Kirchner, alojado en el edificio que fuera anteriormente sede del Correo y
Telégrafos de Buenos Aires, es producto de un concurso internacional ganado por los arquitectos
Enrique Bares, Federico Bares, Nicolás Bares, Florencia Schnack, Daniel Becker y Claudio Ferrari. Las
bases del concurso pretendían una obra de impacto nacional con un claro sesgo de inclusión social
pero de magnitud comparable a los grandes proyectos de la centralidad.
Cada nuevo espacio es representado a través de una alegoría tecnológica y resoluciones que alternan
recorridos entre el edificio original y las nuevas formas sin producir contactos directos entre ellas. En
el edificio restaurado los espacios se presentan a partir de referencias simbólicas: la gran sala del
Correo Central con sus muebles originales, el salón Evita, el salón Néstor Kirchner, entre otros.
Desde el reconocimiento tipológico se realiza una operación de llenado del vacío de las áreas que se
consideran funcionales y se mantiene la estructura tipológica de las partes nobles con intervenciones
mínimas.
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Fue inaugurado en dos etapas: en 2010 la restauración de las partes nobles y en 2015 la totalidad del edificio.
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Figura 03. Centro Cultural Kirchner. Fuente: http://www.estudiobares.com
El proyecto se desarrolla sobre lo que fuera el complejo harinero Molino Franchino, de fines del siglo
XIX. Fue diseñado desde la Unidad de Proyectos Especiales del Ministerio de Obras Públicas y
Vivienda del Gobierno de Santa Fe. Por su emplazamiento, se constituye en una pieza diferencial que
protagoniza el paisaje urbano del área pericentral de Santa Fe.
El proyecto presenta dos etapas bien diferenciadas. La primera, involucra la recuperación del edificio
existente ubicado sobre el sector este del complejo y sus espacios abiertos. Con recursos
arquitectónicos contemporáneos se generan espacios para usos lúdicos, y entre los cuerpos edilicios
se diseña una calle interior, que asume un rol protagónico por su condición de gran espacio público y
por la presencia de las “bóvedas cáscara” desarrolladas en la década del 1940 por el arquitecto
Amancio Williams, que en su adaptación ponen en valor un objeto arquitectónico emblemático que
significó uno de los puntos más altos de la cultura arquitectónica argentina. Una segunda etapa,
recientemente inaugurada, interviene sobre el edificio principal del molino harinero, acondicionando
la nave industrial para emprendimientos de base cultural y creativa: hacia el interior la estructura
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material de hierro y ladrillo se expresa sin mediaciones y hacia el exterior, en la fachada oeste, se
adiciona una envolvente metálica.
El retroproyecto es una metáfora que espera ser habitado para decir su texto, cambiando la
sustancia inicial, “Molino Harinero”, para transformarla en otra cosa, “Fabrica Cultural”
El programa funcional es flexible y se presenta como una oferta cultural para la investigación,
construcción y realización de diseños múltiples.
El edificio se ubica dentro de la zona portuaria de la ciudad de Santa Fe, un área que a partir de la
obsolescencia de las infraestructuras ferro-portuarias, se ha convertido en el sector de mayor
crecimiento y desarrollo de la ciudad. La intervención se realiza recuperando el antiguo Molino
Marconetti, construcción de principios de la década de 1920 y clara muestra de la arquitectura
industrial de la época.
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manera equilibrada, poniendo en valor el edificio original y alojando los nuevos usos programáticos
destinados a la actividad académica de las escuelas que componen el Liceo Municipal. A largo plazo
los lineamientos apuntan a consolidar el edificio y su área circundante en un Centro Metropolitano
de Arte, cuyo programa general consiste en la construcción de un auditorio para dos mil
espectadores, un nuevo edificio destinado a talleres complementarios y una plaza.
El proyecto parte de asumir la tipológica y la métrica estructural del edificio, planteando una
sucesión de espacios flexibles que se superponen y avanzan sobre el espacio de la nave central según
el requerimiento de superficie de cada área. Se generan bandejas con dobles, triples y cuádruples
alturas que potencian la espacialidad existente a partir de identificar tres sectores: la nave central, un
sector intermedio intervenido con anterioridad y los silos de almacenaje de granos.
-Significado: representativo
El proyecto, cuyo programa funcional responde a las necesidades del Liceo Municipal, respeta la
matriz original; dispone en la altura de la nave los usos destinados a aulas, alojando una escuela por
nivel: escuela de estética infantil en el primer piso, de música en el segundo, de artes visuales en el
tercero y de danzas en el cuarto. En el espacio intermedio se desarrollan los núcleos de circulación
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vertical, escaleras, sanitarios y halles que actúan como patios en altura que dominan el paisaje
ribereño, y en el sector de silos, a partir del entrepisado, en correspondencia con los niveles
existentes, se ubican los módulos funcionales de las distintas escuelas.
Figura 05. Liceo Municipal ciudad de Santa Fe. Fuente: Foto Federico Cairoli en www.santafeciudad.gov.ar
Resultados
A partir del análisis efectuado, parcialmente presentado en esta ponencia, puede afirmarse que en
las prácticas retrospectivas que se realizan sobre el patrimonio construido, las lógicas proyectuales
no se verifican de manera pura, sino en todo caso, hay predominio de una por sobre las otras,
estando siempre presente una suerte de coexistencia de intencionalidades.
La clasificación de las intervenciones a partir de las lógicas proyectuales por lo tanto se presenta
como una herramienta de tipo analítica e interpretativa de las acciones que se llevan a cabo en las
preexistencias de valor patrimonial. Un mapa cognitivo del presente proyectual en el patrimonio que
busca establecer una plataforma para la comprensión de un campo de actuación escasamente
sistematizado que, como tal, necesita de andamiajes teóricos y conceptuales para situar reflexiones
críticas y operativas a las prácticas de intervención.
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Referencias
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