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LA ÚLTIMA DROGA

Capítulo 1

Hernán Bermúdez, leyó su nombre en voz alta, una y otra vez en la etiqueta de su
mochila mientras caminaba. Hacía tantos meses que nadie lo llamaba por su
nombre completo, que al repetirlo en la silenciosa oscuridad del desierto, lo hacía
sonar como algún hechizo antiguo o una profecía indígena. Miró su reloj digital
con recelo, sintiéndose débil por caer en la tentación de usarlo, ya que no quería
tener el menor interés de saber en qué momento o lugar se encontraba. Estaba
perdido en un vasto desierto, caminando cerca de la ruta donde lo dejó el ultimo
camionero. Eran las tres cuarenta y seis de la madrugada, el brillo verde de su
reloj digital le recordó las madrugadas cuando dormía en su antigua casa,
mirando el cielo estrellado, preguntándose sobre el futuro, sobre realidades
alternas, sobre mundos en los que él podría ser más de lo que era.

Caminó y caminó siguiendo la ruta, silenciosa, oscura y mágica. Su oído se


agudizó, sentía el sonido de los pequeños granos de arena bajo sus botas, el frío
viento nocturno susurrarle al oído y el canto lejano de pequeñas aves nocturnas
llamarse. Sintió paz, una paz nostálgica al ver las estrellas entre las oscuras
nubes que presagiaban tormentas, una sonrisa filosa apareció en su rostro,
tirando su piel reseca por el viento salado y recordó que había pasado mucho
tiempo sin sonreír. Recordó la tristeza y la soledad que lo empujó a recorrer esa
oscura ruta, recordó la angustia pesada en la garganta y en la boca del estómago
al sentirse solo en el mundo. Pero esa soledad no había cambiado, miró a su
alrededor sin detener el paso y se dio cuenta que era el único ser humano a
cientos de kilómetros a la redonda. Aun así sonreía, en paz con las estrellas y las
nubes que hacían que el horizonte se difumine en una negrura intensa. Recordó
la misma oscuridad en su cuarto de estudiante, cuando trataba de dormir bajo el
estrés de los exámenes, con el peso de su futuro y las expectativas de un mundo
que estaba diseñado para explotarlo. Sacudió su cabeza, había estando
escapando de eso, de ese mundo, de quien fue y de quien estaba destinado a ser.
Se enfocó en las líneas de la ruta, en el viento que lo empujaba hacia atrás, en el
peso de su mochila, en el dolor de sus pies, en la piel erizada de sus brazos que le
recordaban lo frágil y mortal que era a pesar de perderse en ese mundo de
estrellas y magia.

_¡Hernán Bermúdez!_ repitió con una voz áspera y casi en un susurro. _Hernán
Bermúdez_ Estudiante de farmacología, hijo del difunto Walter Bermúdez;
hombre famoso por su habilidad con las mujeres y el deporte, conocido entre
vecinos por carismático y desorganizado, casado con de Gabriela Laenen, mujer
frágil, criada con valores retrógrados y de autoestima inexistente. Hernán no
quería sentir rencor hacia sus padres, pero no podía evitar sentir ese pequeño
peso en el fondo del pecho, ese estorbo desagradable, recordatorio de angustias
sufridas, como el latir de una fractura mal curada en días de humedad.

Caminó hasta que sus piernas temblaron, pero no se detuvo, el amanecer estaba
a pocas horas, continuó, pero el sol nunca apareció en el horizonte, ni a las seis,
ni a las siete de la mañana. Las nubes negras no permitían que el astro rey
proyectara existencia en el casi infinito desierto. Hernán se preguntó si aún
continuaba en Bolivia o había llegado a Paraguay, sacudió la idea de su cabeza,
no le tenía que importar el lugar, no tenía que tener el menor valor el destino o el
lugar, sino su alma, su paz y el avanzar. No se cuestionaba si viajaba o escapaba,
no quería que le importara, no quería cuestionar el porqué de lo que hacía,
trataba de dejar esa actitud en el pasado, quería ser como no podía, quería
dejarse libre, sin ataduras a la tierra o a las personas.

Cerca del medio día el hambre comenzó a ser una molestia, buscó en su mochila
y encontró un sándwich que había sido mojado por la lluvia del día anterior y en
el que creció un moho verdoso. Miró por unos momentos el pan cuestionándose
si comerlo o no, si tirar la parte mohosa y comer el resto. Pero antes de llegar a
una conclusión, sacudió su cabeza, tratando de perder la costumbre de pensar y
arrojó el pan lejos con un mayor esfuerzo del que era necesario, haciendo que
pierda el equilibrio. No se cayó, pero lo dejó jadeante, no entendía por qué se
esforzó tanto en arrojar lejos el sándwich en vez de dejarlo caer. Entonces miró el
horizonte y la luz de un relámpago le despertó nuevos recuerdos, nervios y una
calamitosa alegría. Tomó con firmeza las correas de su mochila apretándola
contra su espalda sudada apuró el paso.

El primer trueno sonó distante, como el golpe de algún dios primitivo sobre esas
tierras, sintió nervios, como si tuviera que comportarse con formalidad ante
autoridades extranjeras.

Una hora antes que la lluvia comenzara, había alcanzado a ver luces a la
distancia entre los montes, parecía haber un pueblo, trató de no perderlo de vista
entre el manto de agua y viento, pero desaparecía de la realidad como lo hacía
por momentos la ruta. Repentinamente el mundo se desvaneció, el sonido de las
gotas cayendo y el viento susurrante permanecía, pero el mundo dejó de ser, todo
era blanco, una infinita blancura. Levantó sus manos frente a su rostro pero no
había nada ahí, solo el infinito que duró unos eternos segundos hasta que
suavemente el mundo volvió a existir. Pero antes que pudiera celebrar, todos los
sonidos del mundo explotaron con un rugido descomunal que parecía venir de
pocos centímetros sobre su cabeza. Fue el trueno más poderoso e intenso que
jamás había escuchado, sus oídos se saturaron y su cuerpo tembló al son de la
música cósmica.

Vio un haz de luz que un camión proyectó a través de las gotas de lluvia, estiró el
brazo haciéndole seña para que se detuviera y como siempre sucedía, el
camionero se acercó. Abrió la puerta tan cerca cómo pudo del montón de bolsos
caminantes y Hernán miró el rostro del hombre, notando los típicos rasgos
indígenas de la zona, a su vez el camionero, quien se presentó como Carlos
García, le preguntó de dónde provenía, ya que su rostro pálido y delicado aunque
curtido por el sol de los últimos días, era del típico turista anglosajón. Con
timidez Hernán responde que proviene de Europa, aunque ninguno de sus
apellidos reflejen ello. Con intriga Hernán le pregunta si hay un pueblo próximo.
Soltando aire en una corta risa Carlos responde secamente que no, que el
próximo pueblo se encuentra a más de cien kilómetros más adelantes. Hernán no
entendía, vio luces de un pueblo no muy lejos de donde estaban, Carlos sonrío y
comentó que la lluvia o el sol debió haber afectado la cordura del joven gringo. El
comentario sobre su cordura le tocó una fibra sensible en Hernán, no por lo que
el hombre dijo, sino por las palabras que usó. Había un cierto orden de palabras
y entonaciones típicas de su padrastro, quien constantemente le acusaba de estar
desequilibrado, loco o enfermo de la cabeza por ser homosexual.

Haciendo caso omiso al humor del camionero Carlos, Hernán preguntó


nuevamente si no había posibilidad de que existiera un pueblo cerca, que él
estaba seguro de haber visto luces entre los montes. Carlos se acarició el mentón
bien afeitado y pensó. Después de unos segundos suelta un suspiro de cansancio
y sin quitar la vista de la carretera responde que hay una posibilidad de que lo
que Hernán haya visto, fuera una tribu indígena que suele recorrer las montañas
y los pueblos de la zona.

Pasando cerca de donde había visto la luces, Hernán decidió bajarse y a pesar de
la insistencia del camionero, ninguna palabra que le dijera podía hacerle cambiar
de parecer una vez que había tomado una decisión. Fuera del camión, bajo la
lluvia, se despidió secamente de Carlos y miró hacia las negras y oscuras
sombras entre los montes. Caminó hasta buscar el primer lugar donde protegerse
de la lluvia. Se sintió cómodo en una pequeña cueva formada por dos rocas
enormes y ahí mismo se sentó, se cambió de ropa por otra ligeramente más seca
y las dejó secar mientras intentaba dormir. Había algo en la lluvia que lo
tranquilizaba, lo arrullaba como una canción de cuna y después de unos pocos
minutos cayó en un profundo sueño.

Caminaba un hombre pequeño por un terreno blanco y su sombra del hombre se


proyectaba hasta el infinito, tan oscura que formaba un cráter en el suelo. El hombrecillo
giró y miró hacia el cráter detrás de sí y en él vio las estrellas, se sentó dejando colgar sus
pies al vacío, mirando hacia abajo. Pudo ver las típicas constelaciones que siempre miraba,
pero poco a poco ellas cambiaron tomando forma de personas, de recuerdos y una la llevó
a un momento especial. Estaba sentado en la casa de sus amigos charlando y riendo,
entre ellos vio a Agustín, ese muchacho que siempre le gustó y que siempre le hacía sentir
cómodo. Este le guiñó un ojo y antes de darse cuenta se encontraban a solas.
Conversando en la cima de un montaña tomados de la mano, escuchando música
psicodélica a medida que el sol se convertía en un arcoíris de colores cálidos que surcaban
el horizonte y las nubes pasaban de un dorado brillante a un violeta intenso. Cuando
sintió la caricia de los dedos suaves, su cuerpo se erizó y antes de poder decir palabra
alguna fue silenciado por un beso intenso y pasional. Sentía el calor del cuerpo desnudo
de Agustín y la suavidad sedosa de la cama en la que estaban, pero al mirar hacía la
ventana notó un rayo de luz intenso encandilador que se movía de un lado al otro y poco a
poco lo arrancó a la realidad, a la realidad en la que Agustín lo golpeó, en la realidad
donde nada bueno pasaba.

Capitulo 2

Despertó y vio varias antorchas a su alrededor, una mujer indígena arrodillada


cerca de él con una antorcha en la mano tratando de despertarlo con delicadeza.
Asustado se incorporó con los ojos bien abiertos y se arrastró torpemente hasta
toparse contra la dura pared de piedra. La mujer indígena junto con otras
personas mayores y un par de niños miraban con recelo al joven asustado. Una
de las mujeres se acomodó una de sus trenzas y le habla al joven en un acento
muy marcado, preguntándole si se encontraba bien, si algo le había pasado o qué
lo había traído a una zona tan aislada del mundo.
Hernán se presentó en un tono tan formal como pudo dada la situación, les
explicó que no había motivo que lo llevara ahí, simplemente el deseo de avanzar y
de recorrer. La anciana lo miró, colocó su palma callosas sobre la delicada frente
de Hernán y apretó sus labios con una expresión de preocupación. Él se sintió
incómodo, movió la cabeza pero la mujer lo sujetó con firmeza y le dijo que estaba
teniendo fiebre.

Hernán trató de quejarse, de decirles que estaba bien, pero su voz se quebró, era
cierto que estaba mal de la garganta, con una voz rasposa y entre toses preguntó
quiénes eran y que querían. Después de hablar sintió nervios de haber sonado
agresivo o desagradecido a las personas que parecían preocupadas por él, pero
permaneció en silencio, esperando una respuesta.

La anciana de cabellos grises habló en su lengua con las otras personas, después
miró al joven febril y con un fuerte acento indígena le respondió que el debía
quitarse la ropa húmeda, que su campamento no estaba lejos, que uno de los
niños había salido a jugar en la lluvia y lo encontraron en la cueva quejándose en
sueños. Les pareció que estaba enfermo y necesitaba ayuda.

Vinieron unas mujeres para traerle una manta y ofrecerle una tienda en la que
dormir, él no quería aceptar la oferta, siempre le incomodaron las reuniones y la
gente demasiado solidaria, tenía demasiada experiencia como para confiar con
facilidad. Cuando trató de quejarse tuvo un ataque de tos tan intenso que lo dejó
sin aire y mareado.

Escuchó llegar más personas corriendo, pero por tener los ojos llenos de lágrimas
no pudo ver quiénes eran. Tosió incluso cuando lo tomaron en brazos y lo
llevaron hasta una fogata dentro de una tienda.

Le dieron de beber una bebida caliente y agridulce que le quemó la garganta al


bajar, no entendía porque la tomó tan fácilmente, sin cuestionar.

Se encontró nuevamente en la cima de la montaña, Agustín estaba a su lado, al


girar la cabeza vio el océano, hermoso y brillante como miles de chispas ante la luz
del amanecer, lo veía desde arriba mientras volaba, se dio cuenta que el era el
océano, una infinidad con alguna que otra nube proyectando sobras como pilares
sobre el manto celeste. Después el océano se elevó, tomó rostro, un rostro familiar
y se abalanzó contra él como una tormenta brutal con truenos y gritos y dolor. Lo
sacudían las olas y el viento frío lo cortaba como cuchillas, el agua y las olas lo
aprisionaron como lo hicieron las sábanas al luchaba por escapar, pero el aire
abandonaba sus pulmones.

Despertó tosiendo, escupiendo una pesada flema pero sintiendo la tos más limpia
y clara, su garganta estaba más despejada. Vio la oscuridad a su alrededor, pero
luz se filtraba por el entretejido de la tela de la tienda, se dio cuenta que estaba
usando únicamente ropa interior y cubierto por una manta extraña con diseños
de rombos, triángulos y más figuras geométricas típicas en los indígenas de la
zona. Buscó en la penumbra su ropa para encontrarla doblada a pocos
centímetros de sus pies, se vistió rápidamente y salió con cuidado para
encontrarse con unas mujeres amamantando, vestidas con ropas artesanales,
sencilla, descolorida por el sol. Las saludó tan amable como pudo y al verlo una
de ellas se levantó con ojos bien abiertos y caminó rápido hasta una tienda
cercana, sin soltar a su bebé.
Hernán estaba nervioso, incómodo y asustado, a pesar de que las otras mujer
aún estaba amamantando lo miraban y le sonreía con amabilidad. De una tienda
salió la anciana que le había ofrecido ayuda. Hernán se inclinó tratando de
saludar respetuosamente, pero ella no lo permitió, lo tomó del hombro y le dijo
que ella no es quien para recibir tanta reverencia,

_ Soy simplemente una anciana, la más anciana de la tribu pero una anciana
nada más.

El joven tartamudeó y agradeció por la ayuda, preguntó quiénes eran y a quien


debería dirigir su gratitud.

La anciana se presentó como Amaru Nadayanen; la más anciana de una tribu


más antigua que los Incas. Habló con gran orgullo de su linaje y de su familia,
después de un tiempo explicando la historia de cómo su tribu fue exiliada de sus
tierras y adaptados a una vida nómada, finalmente los nombró como los
Guaratuche.

Amaru lo invitó a sentarse junto con las demás mujeres y comenzó a explicar su
curioso estilo de vida, como se instalaban por un año en un terreno cerca, pero
no demasiado, de algún pueblo para cultivar plantas que ellos orgullosamente
proclaman ser los únicos poseedores y para después venderlas junto con
artesanías.

Hernán silenciosamente escuchó a la mujer y cuando después de unos cuantos


minutos ella le da tiempo para contestar, él nuevamente agradece la ayuda y
preguntó cómo llegar a al pueblo más cercano. Amaru expresó preocupación,
muy marcada por su piel arrugada y curtida al sol. Le preguntó al joven si se
estaba sintiendo incómodo, si algo malo le había pasado, no era tonta, ella había
vivido y viajado mucho y sabia reconocer la angustia en la mirada de cualquiera.

Al escuchar las palabras de la anciana, Hernán enseguida evitó la mirada. La


mujer sujetó al joven de la barbilla con dos dedos y lo miró profundamente dentro
de la pupila. El trató de apartar la mirada pero eran atraídos a los de la anciana,
se perdían como en una ilusión óptica, creyó ver que el iris se movía, que
cambiaba de color, hasta que creaba diseños como esos curiosos mándalas de los
budistas. Hernán parpadeó, sus ojos lloraron y la anciana lo soltó.

Amaru Nadayanen caminó hacia las madres que amamantaban, se sentó e invitó
al muchacho a sentarse nuevamente pero sabía que él no aceptaría. Ella le dijo
con una voz serena y esta vez sin ese sonoro y musical acento.

_ Te entiendo, pero nada ganas escapando. La vida es corta, pero si uno escapa;
el camino se hace infinito y los momentos eternos.

Hernán no entendió las palabras de la anciana, el sólo quería descansar...algo en


la anciana había cambiado, él se dio cuenta, el acento y la forma en como lo
miraba.

Se sentó cerca de la Amaru y miró fugazmente a las otras mujeres quienes


parecían tranquilas y relajadas. Preguntó en una voz poco más que un susurro,
que había querido decir, por qué lo sujeto de esa manera.
_ Mucho se aprende con los años, más se aprende con el silencio y la atención._
Respondió Amaru.

_ No entiendo._ Repuso Hernán.

_ Escucho en tu voz y tu silencio joven, veo en tu andar y en tus ojos. Estás


huyendo de algo dentro de ti. Vi tu angustia y la comparto, aprendí a sentir lo
que otros, a estar donde otros, a ser otros. En eso se basa mi puesto, mi
profesión y mi vida.

Hernán escuchó en silencio a la anciana, tratando de comprenderla. Amaru


continuó hablando sobre su religión, de cómo todos los seres según ellos son el
mismo espíritu, que el hombre no es más que un pez, un ave, un lagarto o una
planta. Que nada diferencia un ser vivo de una roca o la arena, que todo es uno y
que la vida consiste en momentos y fracciones, caras de un cristal.

Hernán escuchó palabras, escuchó sonidos, versos, silabas, pero detrás de ellos
no encontró nada más que lástima. Odiaba que las personas lo miren con
lástima, siempre creyó que no existe peor sentimiento que se puede sentir hacia
otra persona que la lástima, porque es como si lo consideraras inferior, un ser
incapaz de valerse, destinado al sufrimiento a mendigar piedad del mundo. No
pretendía mendigar nada a nadie nunca.

Sintiéndose ofendido, esperó a que la mujer terminara su discurso solo para


preguntar cómo llegar al próximo pueblo.

Amaru lo tomó del brazo y lo miró directamente a los ojos con las cejas arqueadas
y le pide que aún no se vaya, que trate de permanecer con ellos hasta la hora del
almuerzo.

Hernán quiso rechazar la oferta, pero el hambre lo convenció de aceptarla. Esperó


en silencio, la anciana se concentró en hacer un puré y las demás personas
ayudaban o cocían redes, artesanías y cantaban canciones a sus infantes.

Cerca del mediodía llegó un grupo de hombres de piel bien morena, con tatuajes
en la piel y espaldas castigadas por el sol. Los hombres llegaron en silencio
haciendo caso omiso a la presencia del joven anglosajón sentado entre las
mujeres. Toda la comunidad se sentó a comer en círculo bajo la sombra de una
roca y una tienda. Nadie hablaba mucho y Hernán no sabía si sentarse o no,
hasta que uno de los hombres hizo un espacio a su derecha a la vez que le ofrecía
un pedazo de pan, que aceptó y comió lentamente como los demás. La comida
era desabrida pero consistente. Uno de los hombres de larga cabellera negra y
bien trenzada lo miró discretamente mientras comían, Hernán lo notó y le dirigió
una mirada inquisidora.

_ Hay angustia en ti muchacho, comes con desgano pero con hambre. Tienes
prisa pero no te preocupa alimentarte ¿Acaso escapas de la policía? ¿Eres un
fugitivo?_ Dijo el hombre después de una pausa para masticar

_ ¡No!, no, no para nada señor, no escapo a ningún lado, solo viajo, siempre quise
viajar cuando terminaran mis estudios.
_ Sé diferenciar a alguien que viaja de alguien que escapa joven._ Respondió con
voz tranquila el hombre, sin apartar la vista del rojizo y quemado rostro del
muchacho.

Hernán enderezó su columna bruscamente y con el ceño fruncido explicó.

_ ¡Que no estoy escapando! ¿Por qué insisten tanto en ello?

El hombre de piel morena no reaccionó de manera alguna ante el enojo de su


huésped, simplemente apartó la mirada del joven y se enfocó en comer.

Después de almorzar la gente fue a refugiarse del sol dentro de sus tiendas para
dormir, pero Hernán, quien no estaba acostumbrado a dormir siesta, pensó que
era el momento adecuado para irse. Entró en la tienda a buscar su mochila y
cuando salió, la anciana Amaru lo estaba esperando.

_ Espera joven, antes de que te vayas quiero ofrecerle algo, es un té. En nuestra
cultura no es costumbre aceptar forasteros a comer con nosotros, pero hay algo
en ti que nos dio a entender que necesitas ayuda o tal vez guía. Por eso te he
traído este té.

_ Muchas gracias y de verdad aprecio sus intenciones, pero no hace falta ningún
regalo, con el techo y la comida fue suficiente._ Respondió Hernán afable.

Amaru Nadayanen se aceró al joven y con una voz armónica, llena de paz y
preocupación a la vez dijo; _ Esto que te ofrezco no es un regalo, tampoco es un
té ordinario. Es mucho más, verás, la leyenda cuenta que había un rey que se
había enamorado de la diosa del mar. Él estaba casado, con hijos, pero aun así la
diosa cautivó su amor. Ella le dijo que solo podía estar con él si dejaba atrás
todo. Entonces el hombre abandonó a su mujer, a sus hijos y sus títulos, fue a
las orillas del acantilado y le preguntó a la diosa si podían estar juntos, pero la
diosa le dio uno de sus besos salados y le respondió que aún no, que seguía
siendo demasiado, que en ella él se ahogaría y moriría. Entonces el hombre
decidió ayunar y sentarse junto al mar, flotando boca arriba demostrando que
podía vivir. La diosa compasiva lo miró y le dijo que aún cargaba miedos y
pesares que lo unirían al fondo. El hombre le dijo que él no temía a su amada,
pero esa misma noche se desató una tormenta, el hombre se enfrentó a olas y
vientos que le asustaron y entró en pánico.

El hombre llegó a la orilla apenas con vida, con gran tristeza y angustia sabiendo
que no podría estar con su amada, comenzó a llorar lágrimas que se unieron al la
diosa que se compadeció. Al recordar que ella y él no eran más que el mismo ser
en diferentes cuerpos, la diosa pidió a su hija la tierra que la ayudara, que le
diera al hombre algo que les permitiera ser uno, que le permitiera estar con ella
superando todos sus pesares.

La diosa tierra vio a su madre angustiada, vio al hombre que había creado y
decidió darle algo. Mientras el hombre dormía en la orilla, a su alrededor
nacieron muchas flores, como las que nunca fueron vistas antes, flores que se
alimentan de agua salada, flores hermosas de cuatro pétalos blancos alargados,
rizados y con dos líneas negras en cada uno.
Al despertar el hombre se encontró rodeado de estas plantas y preguntó que eran,
la tierra contestó que le ayudarían a superar todos su pesares. Enseguida recogió
varias y se preparó un té. Nada cambió en él ese día, pero tanto él como su
amada estaban ansiosos por estar juntos. Al día siguiente el hombre se despertó
sintiendo hambre, con dolor en el cuerpo por la sacudidas del mar,
preguntándose por qué había cometido tantas tonterías. Despertó, recordándose
a sí mismo como alguien muy lejano e iluso, la diosa mar trató de hablarle, pero
él solo escuchaba olas y viento. Ella se dio cuenta que su amado ya no temía, ya
no sufría, pero tampoco la amaba y tampoco creía en ella. Tanta fue la tristeza de
la diosa que lloró y lloró. Sus lágrimas ascendieron al cielo, a las montañas,
convirtiéndose en ríos y arroyos. Ella se secó y el mar dejó de ser. Para cuando el
mar se había secado, el rey se había ido, había vuelto con su familia, tenido
nuevos hijos y había sido enterrado.

Hernán escuchó todo con paciencia y preguntó con amabilidad porqué le contaba
esa historia. Amaru Nadayanen tomó al muchacho del hombro y lo guió en
silencio hasta el borde de un acantilado de donde se podía ver el vasto desierto
siendo cocinado por el sol de mediodía.

_ ¿Qué es lo que ves?_ Preguntó ella con tranquilidad.

_ Pues, veo calor, mucho calor, un enorme y árido desierto, ¿Qué tendría que ver?
_

_Te diré que ves, estás viendo el cadáver de alguien que murió de amor, estás
viendo lo que quedó de la diosa mar._ Respondió Amaru Nadayanen.

Entonces Hernán se dio cuenta que era verdad, todo ese enorme desierto alguna
vez fue un mar gigantesco que se secó. Al ver la expresión en el rostro del joven
Amaru metió la mano en su bolsa y de ella sacó varios pétalos alargados, como
en la historia.

_ Nosotros los Guaratuche somos descendientes del rey de la historia y solo


nosotros poseemos semillas de la planta de la diosa tierra. Diferentes imperios
intentaron poseerla, pero nuestro pueblo siempre las protegió, nunca permitimos
que fuera usada para la guerra.

Hernán permaneció en silencio sin saber que responder.

_ Muchacho, no sé qué angustia te acosa, qué dolor te impulsa, pero si de verdad,


quieres escapar de él, te ofrezco esta pequeña bolsa para que te prepares el té.

Hernán acepta la pequeña bolsa con ambas manos y sin palabras que se vengan
a su boca, simplemente se inclinó en reverencia a la mujer, quien con una triste
sonrisa se aleja y regresa a su tienda.

Capítulo 3

Hernán caminó mirando varias veces hacia atrás, hasta encontrarse con la ruta y
proseguir por ella. El sol dejó de ser simplemente un calor, sino que se convirtió
en un dolor punzante en el cuero cabelludo, incluso a través de la gorra, era
como si tiraran su piel, como si clavaran millones de agujas en ella. Se cuestionó
su cordura, se enojó consigo mismo por no haber esperado otro momento, pensó
en la muerte, pensó en que por su culpa, por su idiotez, se había condenado a
morir cocinado a rayo de ese ardiente sol.

Caminó y caminó, hasta que sus ojos dejaron de guiarlo, su cuerpo tambaleaba,
sus brazos parecían querer desprenderse de su cuerpo y desplomarse con el peso
de toneladas en el suelo. Cuando finalmente pensó en dejarse caer y morir, algo
lo despertó de esa fantasía de paz eterna. Era el ruido de un camión, no muy
lejos detrás de él, hizo señas, hasta se paró en medio de la ruta para llamar su
atención y así lo consiguió. El camionero lo vio deshidratado, rojo y casi muerto
por el sol, preocupado, se apiadó del joven, le dio agua, la cual fue bebida con
desesperación. Después guió al chico al costado del camión donde tomó una
manguera y lo roció de agua de pies a cabeza. Jamás antes en su vida Hernán
había sentido algo tan placentero, la caricia dulce y fresca del agua en su piel
dolorida, el peso de su ropa húmeda abrazándolo, refrescándolo, fue algo mágico,
algo celestial. Pero poco pudo disfrutarlo antes de perder la conciencia.

Hernán Bermúdez estudiante graduado de farmacología y actualmente


trotamundos de profesión, se despertó desorientado y mareado en una casa
extraña. Preocupado trató de ponerse de pie, juntar sus cosas y marcharse. Pero
cuando se incorporó, el mundo entero se sacudió en un suave movimiento
girando, trató de sujetarse de algo pero no lo consiguió, en cambio tiró algo
pesado que se escuchó rebotar en un suelo de madera. El ruido llamó la atención
de Eduardo Benedetti y su mujer quienes estaban en un cuarto continuo
charlando y cocinando. Caminaron al cuarto donde se encontraba su joven y
agotado huésped, recostado contra la pared tratando de mantener la compostura,
se apresuraron a auxiliarlo para que no se caiga.

_ Soy Eduardo y esta hermosa dama aquí presenta es mi mujer, Roxana.

_ Un, un gusto conocerlos, me llamo... me llamo Hernán.

_ Bueno Hernán, estuve esperando que despertaras para que me digas, quien en
su sano juicio camina en la ruta a las horas que tú lo hiciste, acaso ¿Tuviste un
accidente en el camino o que sucedió?_ Preguntó Eduardo con un ligero tono
penoso mientras trataba de leer las expresiones en el rostro de su huésped.

Hernán caviló unos segundos y finalmente abrió la boca, pero no tenía palabras
para explicar su decisión, no entendía qué lo poseyó para arriesgar su vida de esa
manera.

Al ver el mar de sentimientos que recorrió el rostro de su huésped Roxana no


quiso presionarlo.

_ ¡Bueno!_ Dijo ella. _Será mejor que te traiga algo de ropa mientras la tuya se
seca.

Roxana enseguida salió del cuarto y antes de que su marido se incorporara y se


marchara del cuarto ella regresó con un conjunto de ropa bien doblado y
planchado. Ambos se miraron por unos instantes, se dieron un beso y después
siguieron caminos diferentes. La mujer dejó la ropa a los pies de la cama y
apresurada salió de la habitación, no sin antes hacer un gesto de cortesía a su
huésped.
Hernán se vistió con la humilde pero elegante vestimenta que le dieron y notó que
le quedaban un tanto pequeñas, pero no le extraño ya que debían pertenecer a
Eduardo, quien era unos veinte centímetros más bajo que él.

Cuando salió a la sala de estar, se encontró con una humilde casa de ladrillos
pintada de blanco, aunque en algunas zonas la pintura parecía estar cayéndose y
en otras se notaba claramente que se hicieron reparaciones. La casa era
estéticamente atractiva, la habitación constaba de varios muebles, pero ninguno
ostentoso o demasiado grande. La pareja estaba sentada en una pequeña mesa
redonda de mantel blanco, hablando, tomando un té y mirando la televisión
silenciada. Cuando se percataron de la presencia del visitante ambos lo
saludaron y movieron una silla para que se sentara, con un poco de torpeza
Hernán se sentó junto a la pareja, titubeó unos segundos antes de hablar.

_ Muchas gracias por...por el agua... por traerme a su casa y por la


ropa...pero...pero no tengo con qué pagarles.

_ ¡Tonterías! No hace falta que nos pagues con nada gringuíto ¿Qué clase de
cristianos seriamos si dejáramos morir a un hombre al sol?

_ Muchas gracias señor, pero no quiero infortunados más, me marcharé esta


noche.

_ No creo que sea lo mejor chico, tu ropa aún no está seca, yo diría que sería lo
mejor que esperes hasta mañana, puedes dormir en el cuarto que estabas, era de
nuestro hijo antes de que se marchara a la universidad. Al decir esas últimas
palabras se notó un tono, un nudo de angustia en su voz.

La conversación continuó lentamente, hablando sobre Hernán, sobre lo que


ocurría en la tele hasta que finalmente dijeron lo que parecían estar ocultando.

_ Nuestro hijo, sufrió un accidente de tránsito mientras estaba en la capital hace


un año y ahora está coma._ Explico la mujer tomando la mano de su marido.

_Lamento mucho escuchar eso._ Hernán se sintió incomodo, no sabía bien cómo
reaccionar, les preguntó sobre qué carrera estudió su hijo en la universidad y
sintió un frío bajar por su pecho cuando ambos respondieron en coro que
estudiaba farmacología. No entendía porque se sintió así, porque ese frío ese
vacío en el pecho se sentía como un augurio.

La conversación continuó con temas más superficiales, incluso mientras cenaban


la conversaciones se concentraba principalmente en la vida universitaria de
Hernán, de la cual la pareja parecía estar bastante interesada y en lo difícil pero
satisfactorio que era vivir en una zona tan aislada y hostil como en la que
estaban. Terminaron la cena agradable y se retiraron a sus habitaciones.

En la cama Hernán se movía de un lado buscando dormirse, pero el sueño le


eludía. Salió al fondo, a tomar un poco de aire y allí se encontró con Roxana,
convertida en una silueta en la oscuridad, apenas más que un espectro
humeante a la luz de la luna. Se acercó con cuidado y la saludó, ella parecía
sorprendida y trató de esconder su cigarro.
_ Por un momento pensé que eras Eduardo, a él no le gusta que fume, pero desde
lo de nuestro hijo, simplemente lo necesito.

_ Entiendo...¿Me convidas con uno?

_ Ah, sí claro toma... ¿No le dirás a Eduardo no?

_ No. claro que no. No te preocupes.

Aliviada lo miró y le preguntó que lo tenía despierto, él le dedica una extraña


mueca y encoje los hombres. Ella dio un paso atrás para admirar el semblante
del chico.

_¿Qué te trae a un lugar como este?_ Preguntó ella.

Miró avergonzado el suelo por unos instantes y finalmente contestó.

_ La verdad es que tuve una crisis de nervios durante mi último periodo de


exámenes, cuando terminé las clases y me gradué no quise seguir...seguir en ese
mundo, tampoco quería regresar a mi casa, entones tomé los ahorros que obtuve
de mi beca y me pague un viaje de avión a Cuba y desde ahí a México y desde
entonces he viajado.

_ Woha eso es un recorrido impresionante para hacerlo a solo. Dime: ¿Hace


cuánto que estás viajando?

_ Poco más que un dos meses._ Respondió extrañado por la manera en que esta
mujer lo hacia sentir cómodo. Siguieron conversando hasta bien entrada la
madrugada y se retiraron un par de horas antes del amanecer.

Al despertarse Hernán notó que ambos anfitriones estaban en la cocina


preparando el desayuno y bailando al rimo de una salsa muy alegre de una
pequeña radio. Se recostó en el marco de la puerta de su habitación admirando
esa particular y alegre escena, tosió para marcar presencia a lo que la pareja
reacciono con un par de alegres sonrisas, habían preparado un desayuno ligero y
continuaron interrogando a su huésped con la misma cortesía de siempre.
Después de desayunar, la pareja le ofrecieron al joven quedarse a pasar la tarde,
pero él declino la oferta agradeciendo todo lo que ya hicieron por él. Tomó su
mochila, su ropa y salió por la puerta saludando en con una sonrisa que se
esfumó al darles la espalda y sintió que ellos hicieron lo mismo.

Capítulo 4

Caminó hasta la plaza principal del pueblo y se sentó, mirando la fuente de agua
cristalina y las palomas bañándose. Tomó algo del pan que tenía guardado en la
mochila y se las dio de comer, las miraba con los ojos perdidos en una distancia,
pasó un tiempo infinitivo, cuando una sombra apareció espantando las palomas.
Cuando levanto la mirada se encontró con una chica vestida en un atuendo
veraniego, aunque gótico, compuesto de sandalias altas, una pollera negra, un
top ligero y negro dejando al descubierto un pálido y plano vientre. Ella levaba
una sombrilla negra sobre sus cabellos despeinados, los que enmarcaban su
pálido rostro, con ojos delineados en un diseño simple con un pequeño espiral
que bajaba del ojo derecho hasta su delicado pómulo. Él la mira y se sorprende
ante un personaje tan poco común con respecto al lugar.

_ ¿Qué haces aquí tan solo? Te vas a insolar._ Dijo ella con una voz juvenil
aunque solemne.

_ Alimentando las palomas._ Respondió él.

_ ¿Sabes que consigues alimentando palomas?_ Preguntó ella en tono burlón

_ ¿Qué consigues?

_ ¡Já! Palomas gordas jaja, arruiné el chiste, discúlpame.

Ella se sentó junto a él y entre los dos formaban una pintura contrastante con el
colorido y rojizo paisaje de la zona. Ella vestida de negro, el con los cabellos
enmarañados pantalones negros y camiseta gris compartía el look
monocromático. Ambos miraron a las palomas revolotear por un momento en
silencio. Después de unos segundos ella se puso de pie bruscamente.

_ ¡Bueno, ya me aburrí! Vamos, te invito un café y me cuentas un poco quien


eres.

Hernán la miró con los ojos bien abiertos, sorprendido pero un tanto intimidado
aceptó la oferta. Caminaron hasta una cafetería muy elegante, prolija y
doméstica. Sentados en la mesa externa, él se miró en el reflejo de la ventana y le
costó reconocerse; su cabello estaba enmarañado, sus ojos tenían oscuras ojeras
y su piel estaba despelechada por las quemaduras del sol.

_ Me llamo Bernadette, o al menos así me bautizaron aquí. ¿Y tú?, ¿Cómo te


llamas?_ Preguntó jocosa y alegre.

_ Yo me llamo, Hernán, soy del viejo continente

_Sí lo noto, es un lindo acento. Dime bonito, ¿tienes algún plan para ésta noche?

_ Bueno, la verdad que tenía pensado irme del pueblo y seguir mi camino al sur._

_ Es una lástima, porque te noté solo y parecías una persona interesante. Me


gustaría invitarte a un concierto que hay esta noche.

_ No estoy seguro, agradezco pero no estoy en esa onda creo_

_ Yo creo que la pasarías bien, además hay muchos chicos como tú, es un
ambiente muy abierto de mente y culturalmente variado._ Respondió ella
mientras bebía su café con cuidado de no estropear su labial.

Él bajó su mirada al reflejo de su café avergonzado y preguntó. _¿Chicos como


yo? ¿A qué te refieres con eso?

_ Digo, no quiero ofenderte ni hacer falsas afirmaciones, pero ¿Eres gay verdad?
tengo una especie de sexto sentido para detectar esas cosas, siempre que veo un
chico que me gusta por lo general es gay.

_ Bueno, si la verdad lo soy ¿Es muy obvio?


_ No, la verdad no lo es, eres muy discreto en comparación con muchos de mis
amigos, apuesto que te caerían bien, son gente muy bohemia y artística.

_ Bueno, supongo que no pierdo nada con pasar una noche más aquí._
Respondió el con una sonrisa de labios apretados.

Después de pagar se pusieron de pie y caminaron hasta donde ella vivía, era una
casa antigua, muy grande, donde había una gran puerta verde. Ella abrió sin
llave y lo invitó a pasar por un largo pasillo lleno de pinturas en las paredes, las
pinturas eran con estilos de grafittis y a su vez habían varios carteles pegados
que hablaban sobre clases de música con muchos instrumentos diferentes, junto
con otros que eran sobre conciertos pasados y clases de jardinera, carpintería,
artesanías de todos tipos y hasta orfebrería. Bernadette le explicó que ella lleva
viviendo cuatro años en ese edificio, que consiste en una comunidad solidaria no
lucrativa en la que se ganan la vida cada uno trabajando, pero a la vez pagan los
gastos como una comunidad.

Hernán estaba impresionado, había escuchado de gente que vivía de esa manera,
pero jamás se imaginó que conocería a alguien con un estilo de vida así en la
época moderna.

Llegó a un patio interior hermosamente decorado con candelabros de bronce,


atrapasueños y demás adornos de materiales reciclados. También vio un hermoso
jardín del lado derecho del patio, un bar circular con techo de paja en el centro y
varias sillas y sillones alrededor de unas cuatro o cinco fogatas apagadas.
Mientras Hernán admiraba los hermosos murales de todos estilos. También le
impresionó el tamaño del edificio mismo, que no hacía juego con el resto del
pueblo. Bernadette entró en una de las puertas del patio para enseguida salir
acompañada con un gran hombre robusto y barbón, que usaba un delantal y
grandes guantes desgastados y sucios. Ella con tono alegre presenta a ambos.

_ Él es Hernán, lo conocí en los caminos de la vida alimentando palomas, perdido


en el mundo como nosotros._ Le dijo Bernadette al hombre.

_Hernán, él es Roberto, es como el padre de todos los que vivimos aquí, aunque
es menor que yo, “no preguntes mi edad”. Su familia era dueña de la casa y
pensaban venderla, porque no podían reformarla y el decidió convertirla en un
hogar para los refugiados de la realidad como yo. La familia creció y creció, somos
ya quince personas que vivimos aquí, pero siempre hay gente que va y vienen
como tú.

Hernán se fascinó, impresionado tanto por las dimensiones del edificio como las
de su dueño.

Bernadette continuó presentándole nuevas personas que parecían interesantes y


pintorescas, cada una con sus peculiaridades que contaban la historia de sus
vidas. Le mostró sus pinturas y las de sus estudiantes, ella era una magistral
pintora.

A medida que la gente llegaba y los equipos de música se ubicaban, Hernán se


sentía más cómodo y comprometido en ayudar. La música empezó a sonar y el
patio se llenó de risas y alcohol. Eran canciones de metal y rock pesado, muy
diferentes a lo que se solía escuchar en esas zonas, eran canciones que uno podía
identificar frustraciones. Por primera vez en años se sintió lo suficientemente
cómodo como para tomar alcohol. Mientras la noche avanzaba y la fiesta
continuaba, Hernán se enteró de muchas historias de vida y los conflictos que
tiene la comunidad de la casona, con los prejuicios de la sociedad que asumía
que vivían un estilo de vida excesivo. Bernadette nunca se alejaba mucho de su
nuevo amigo, se sentía responsable de él, ya que parecía muy tímido y callado.

Pero en un momento vio que Hernán se enganchó en una conversación con un


muy atractivo chico que parecía igual de ebrio que él, entonces se alejó y comenzó
a conversar con sus otros amigos, El muchacho era Emanuel, que al igual que él
había escapado de su casa y vivía viajando. El nuevo muchacho era alguien muy
abierto con respecto a su vida, su sexualidad y sus interés en Hernán.

Continuaron bebiendo y el chico lo invitó a una habitación, ambos entraron y


continuaron su charla ahí, pero cuando el muchacho intentó hacer un
movimiento para quitarle la ropa a Hernán, éste se sintió incómodo y trató de
marcharse, pero tropezó por su estado de ebriedad. Emanuel pareció
mágicamente recuperarse de su estado de ebriedad y con unos movimientos muy
bruscos, pero precisos, lo arrojó sobre la cama. Hernán trataba de rechazarlo y
hasta empujarlo lejos, pero a pesar de sus esfuerzos Emanuel se colocó sobre su
espalda inmovilizándolo a la vez que manoseándolo y bajando sus pantalones.
Hernán trato de luchar, hasta de gritar, pero recuerdos de su padrastro asaltaron
su mente y en vez de poder concretar palabras, vomito fue lo que subió por su
garganta. Hizo un esfuerzo por tragar, sentía el dolor cuando Emanuel lo
embestía con brusquedad mientras emitía rugidos agresivos. Minutos de dolor
pasaron antes de entender completamente que estaba sucediendo. Todo terminó
y Emanuel abandonó la habitación.

Hernán sintió una aguda angustia, culpa, sumada a la vergüenza y las punzadas
de dolor. Se recostó en posición fetal abrazando la almohada mientras trataba de
ahogar su llanto. Cuando recuperó su compostura salió de la habitación, vio a la
gente aún alegre festejando, completamente ajena a lo que estaba sufriendo. Miró
a su alrededor y vio en un círculo de personas a Emanuel entre risas con otros
compañeros y otra punzada de dolor junto con una oleada de vergüenza y
angustia se apoderó de él.

_ ¿Estarán hablando de mí?_Pensó_ ¿Se estarán burlando?

Mientras estaba absorto en sus pensamientos Bernadette, con una sonrisa, lo


abrazó a lo que él reaccionó nervioso, ella alegre y a la vez ebria le pregunta cómo
pasó, si disfrutó la noche y como estuvo Emanuel.

Hernán miró ese rostro pálido, esa hermosa mujer con su delineado perfecto,
labios negros sonrientes y se sintió traicionado, una víctima de una trama. Lleno
de rabia y algo ebrio, la empujó sin entender que estaba haciendo. Ella tropezó y
cayó de espalda en el suelo frente a todo el mundo, quienes hicieron un silencio
mirando a Hernán con rabia. Un par de hombres lo empujaron y le gritaron, él
asustado trato de ver a través de las lágrimas y salió corriendo del patio haciendo
una pequeña pausa para tomar su mochila. Lo que le dio tiempo a una chica
ebria furiosa por lo que él había hecho, de arrojarle la cerveza de su vaso.

Cuando llegó a la calle respiró hondo en una queja de angustia y nuevamente


lágrimas corrieron su rostro, volteó a la gran puerta verde y sintió todo el odio y
desprecio que le tenían ahí dentro. Comenzó a correr hacia la fuente y antes de
perder de vista la casa, vio que Bernadette salió y gritó su nombre. Continuó
corriendo hasta llegar a la fuente de las palomas, recuperó el aire y se perdió
mirando su reflejo en las negras aguas. No supo cuánto tiempo estuvo ahí, en
trance, pero no se despertó hasta escuchar a alguien gritar su nombre
nuevamente. Volteó y a la distancia, del otro lado de la calle vio a Bernadette
saludando tratando de llamar su atención, ella gritaba preguntando si él estaba
bien y que había pasado. Asustado el escapó de ella, corrió hasta encontrar la
ruta por la que llegó al pueblo y continuó caminando por ella, sin pensar, solo
recordando en oleadas todas las angustias que sufrió en su vida.

Capítulo 5

La ruta cobró vida a medida que el sol aparecía en el horizonte y la sombra de un


pequeño hombre caminando en el medio de la nada nació nuevamente. Su
mundo entero consistía en poner un pie delante del otro, dejar atrás el dolor y
simplemente avanzar. Todo fue monótono, su angustia no parecía acallarse, las
burlas, insultos y gritos seguían zumbando en sus oídos como mosquitos que no
dan cuartel. Cuando alguien al fin lo levantó, no conversó, no dijo más que dos
palabras y su mirada estaba perdida en la distancia. Se bajó en un par de
pueblos más adelante, se sentó en una nueva plaza y se dedicó nuevamente a
mirar las palomas y llorar en silencio tratando de ocultar su rostro del mundo.

El hambre se hizo sentir y revisando su mochila, encontró algo de dinero que aún
tenía y la pequeña bolsa con la flores que la anciana Amaru le había obsequiado.
Decidió que no perdía nada con probarlas, así que fue a un pequeño hostal y
reservó una habitación, pidió para prepararse un té y en vez de aceptar los
diferentes paquetes que le ofrecieron, simplemente coloco a hervir una de las
flores. Enseguida notó que la flor teñía el agua de un tono marrón verdoso.
Habiendo servido el té en una tasa elegante de porcelana, se preguntó si podría
ser peligroso, si quizás tenía una reacción alérgica o hasta se podía intoxicar.
Pero poco le preocupó la idea de morir, se sentó cerca del balcón y sobró un
pequeño trago del amargo té. Sentía la amargura del té bajar por garganta pero
no sintió ningún efecto más que relajación y el cansancio en sus hombros. Se
acostó en la cama y por primera vez en muchos años pudo dormir plácidamente.

Hernán Bermúdez se despertó al día siguiente con una completa claridad de


mente, con un entendimiento preciso de lo que debía hacer con su vida. Debía
regresar a su patria, conseguir una beca para trabajar en algún proyecto y así
hacerse millonario, no tardó en entender que ese proyecto debía relacionarse con
la flor que consumió la noche anterior, veía sus angustia como recuerdos lejanos,
entendió que todo lo que le sucedió en la vida no eran más desniveles, el mundo
es injusto y a él le tocó desgracias como a todas las personas.

Sus angustias no le pesaban más en los hombros, veía los recuerdos de sus
tragedias como historias contadas por el amigo de un vecino. Tomó su mochila,
fue al encargado del hostal, le preguntó cómo llegar a la capital, le dijeron que
quedaba a más de diez horas de viaje en dirección al este. Sin perder tiempo, pero
tampoco apresurándose, Hernán caminó hasta una estación de servicio donde
había varios camioneros sentados en un pequeño bar conversando entre ellos. Se
acercó a los camioneros y comenzó a conversar con ellos, invitó a todos un
cigarrillos que fueron bien recibidos. Poco después preguntó a los hombres si
alguno viajaba a la capital, dos responden que sí, los miró por un segundo y les
preguntó si alguno de ellos le hace falta un copiloto. Ellos se miraron entre si un
instante y dijeron que claro, que puede acompañarlos. Uno de ellos dijo que
piensa pasar la noche en el pueblo, pero el otro afirmó que planea dormir una
siesta en la tarde y viajar por la noche para evitar el calor.

Hernán pasó la tarde meditando mientras el camionero durmió la siesta, meditó


sobre que clase de componente y químicos podría tener la flor para causarle tal
efecto, pensaba la manera de sintetizarla y como comercializarla. La tarde pasó y
todo su plan estaba establecido, tenía planes para las más inesperadas
contingencias. El camionero despertó y Hernán lo ayudó en las preparaciones.
Una hora antes de que oscureciera se marcharon, durante todo el trayecto
tuvieron conversaciones superficiales y frívolas.

Al llegar la capital, ya estaba oscureciendo nuevamente. Así que reservó una


estadía en un hostal en la zona centro y antes de dormir recalentó algo del té
sobrante que había guardado en un termo y se fue a dormir. Durmió sin soñar,
despertó relajado y decidido. Sabía que no tenía suficiente dinero para pagarse
un avión de regreso, de hecho había gastado sus últimos ahorros en la
habitación. Entonces antes de irse tomó su ropa más sucia y gastada, la rompió
un poco, caminó hasta la recepcionista del hostal, preguntó por un mapa de la
ciudad y camino hasta la embajada de su país. Llegando a ella fingió agitación.
Los guardias lo detuvieron y él les pido hablar con el embajador a lo que ellos se
rehusaron, les afirmó haber sido un turista que fue asaltado y secuestrado pero
logró escapar. Los guardias vieron en su acento que él era compatriota y lo
guiaron hasta el embajador, a quien le contó la misma historia.

_ Estaba con mis amigos de viaje y me separé de ellos para ir a una fiesta,
metieron algo en mi bebida, lo siguiente que recuerdo fue despertar atado en una
cama y.....no quiero dar detalles de eso. Pero los hombres tomaron todo mi dinero
y dijeron que pedirían rescate por mí. Pase cuatro días encerrado y convencí a
uno de los guardias de beber hasta que se durmió y aproveché para escapar
tomando mi mochila en el proceso. Aún está mi pasaporte, se lo mostró al
embajador quien en silencio lo revisó y una vez analizado por una luz especial lo
devolvió prometiendo ayuda. Pasó la noche en un hotel pagado por el embajador
y al próximo día a primera hora fue visitado por policías preguntando por su
testimonio el cual fue completamente inventado.

Hernán pidió hacer llamadas en las que comunicaba a ex compañeros de clase y


profesores sobre la posibilidad de un gran negocio y proyecto importante. Pasó
toda la tarde haciendo llamada, escribiendo números, ecuaciones y posibles
técnicas para procesar la flor. Antes del amanecer lo despertaron para guiarlo al
aeropuerto, tomó el avión y desde ahí continuó planeando su futuro y su
negocios. El viaje tomó unas ocho horas, al llegar, un par de compañeros de clase
lo estaban esperando, les contó la misma historia que al embajador pero también
les contó que se encontró con los Guaratuche y les explicó las propiedades de la
droga que debían ir a analizar.

Hernán sabía que el efecto de la droga en su cuerpo no duraría mucho, ignoraba


cuanto específicamente duraría, pero sabía que debía aprovechar cada minuto,
por lo que sin perder tiempo viajó a la universidad y presentó a sus compañeros
el contenido de su bolsa de cuero. En ella encontraron unas cuatro flores resecas
un poco de tierra y a sorpresa de todos, dentro de una de las flores había un
pequeño fruto de forma ojival con unas cuatro pequeñas semillas negras
perfectamente esféricas.

Todos se contuvieron el aliento mientras el botánico encargado las estudiaba a


través del microscopio. El resultado fue positivo, la semilla era desconocida en
cualquier registro además aún estaba viva y podía germinar.

Trabajaron con entusiasmo todo el día, unos encargados de analizar las pocas
flores mientras que otros interrogaban a Hernán para averiguar cómo fue que
descubrió las plantas y como debían ser cultivadas. El joven no se traicionó a sí
mismo, sabía la exacta cantidad de información que dar sin comprometer a la
tribu ni a sí mismo. Sus ex compañeros lo notaron diferente, confiado, fuerte,
más carismático y misterioso.

Para cuando ya estaba bien entrada la noche todos los miembros de la


investigación se habían marchado, pero unos pocos continuaron trabajando.
Mientras intentaban descifrar los químicos y combinaciones de las que estaba
compuesta la flor, uno de los químicos notó la ausencia del hombre por el que se
había formado tanto alboroto. Lo buscó por los cuartos de la universidad y lo
encontró en un escritorio de la biblioteca junto con varios libros de leyes, le
extrañó mucho y le pregunto qué hacía. Hernán con su voz confiada y tranquila
respondió que necesitaba redactar documentos legales para la producción de la
droga que estaban investigando.

_ ¿No deberíamos terminar los análisis e investigación primero antes de


preocuparnos por problemas legales?

_ Tal vez tengas razón, pero no voy a arriesgarme, si mis planes se dan como
quiero, no debería perder tiempo ni jugar a los dados con los resultados.

_ Y dime ¿cuáles precisamente serían su plan señor?

_ El mismo que todas las noches, tratar de conquistar el mundo.

_ Jajá ¿Genuinamente cree que su droga lograra hacernos ricos?_ Dijo el químico
entre risas.

_A mi sí, al menos._ Respondió con humor.

La luz del amanecer encontró a Hernán dormido sobre una montaña de papeles y
libros como era costumbre cuando era estudiante. Se despertó cansado y
contracturado pero nada que no superara después de estirarse. Se sirvió un café
de una de las máquinas instantáneas y caminó hasta el laboratorio, no había
nadie, pero las maquinas estaban aún funcionando. Revisó los resultados y llegó
a la conclusión de que los componentes de la planta eran difíciles de recrear pero
no imposibles. Pasaron varios días mientras que el señor Hernán Bermúdez hacía
llamadas y contratos para producir su nuevo proyecto, le resultó difícil pero
consiguió el apoyo de varios inversionistas interesados. También el apoyo de
varios estudiantes interesados en ganarse fama y fortuna con lo que parecía ser
un gran proyecto y con un líder tan carismático e interesante como lo estaba
siendo él.

Capítulo 6

Hernán se despertó al décimo día de su estadía en la universidad sintiéndose


cansado, angustiado y agotado por todo lo que estuvo viviendo. Se miró en el
espejo y vio a alguien diferente, tenía el cabello corto y arreglado, tenía un rostro
más avejentado y una barba bien recortada. Estaba perdido, no entendía que
había pasado, porqué cambió tanto, se preocupó por su cordura, sintió un mareo
tal que cayó sentado en el piso del baño. Sintió frío en su pecho, nervios que le
hacían hormiguear en sus manos y alteraba su respirar.

Se dejó caer en la tina, se quitó la ropa haciéndola una pila junto a la pared, dejó
que el agua de la ducha lo tranquilizara. Recapitulaba todo lo que había pasado
en su vida hasta el momento, entendió que no podría hacer nada sin ayuda,
todos sus proyectos parecían imposibles, parecían demasiado complicados. Se
sentía incapaz de llevar a cabo las titánicas tareas que se había proyectado,
entendió que hasta que la droga no esté sintetizada necesitaba seguir la
corriente, actuar como estaba actuando para que todo siga su curso. Pensó en
uno de los estudiantes a quien recordaba siempre servicial durante la semana en
la que se unió al proyecto, entendió que el chico lo admiraba y tenía tanto
potencial como él cuando comenzó a estudiar.

Terminó de bañarse, eligió su ropa más formal y llamó al muchacho para


reunirse con él en la universidad. Se encontraron en la biblioteca y ahí le explicó
a Francis Ford quien un joven recién saliendo de la adolescencia, aún sin barba,
que lo planeaba contratar como asistente personal y representante público, ya
que planeaba mantenerse alejado del ojo público por un tiempo hasta que el
proyecto haya avanzado más. Francis entendió aunque un poco confundido se
dedicó exclusivamente a enviar los mensajes que el señor Bermúdez le entregaba,
a la vez que transmitir las órdenes en el laboratorio.

Pasaron dos meses en los que el señor Bermúdez prácticamente era un ermitaño
y únicamente tenía contacto con su asistente Francis, la gente comenzaba a
sospechar de las secuelas emocionales del secuestro, también comenzaron
rumores de consumo de sustancias y demás. Pero mientras los rumores
circulaban en contra o en favor, los resultados de laboratorio parecían cada vez
más prometedores y los inversionistas parecían cada vez más interesados.

Cuando Francis llegó con la noticia de que la droga había tenido sus primeros
resultados positivos en animales Hernán se exaltó, se vistió, se afeitó y arregló su
cabello. Habiéndose preparado lo suficiente, Hernán actuó su papel a la
perfección en el laboratorio, los rumores le habían conferido una reputación de
ser alguien rudo y autoritario. Fingiendo seguridad y disimulando su pánico,
insistió a los laboratoristas de que le dieran una muestra de la droga para el
investigar por sí mismo, presionados por la reputación de su jefe los
laboratoristas aceptaron. Sin perder tiempo Hernán se dirigió a su habitación
junto con Francis intimidado y nervioso.
_ ¿Dime niño cuales fueron las peores consecuencias que ocurrieron en
animales?_ Preguntó Hernán

_ Bueno señor, en el peor de los casos, en las ratas y ovejas desarrollaron


tumores cerebrales, ya que la idea de la droga; es que desactive o bloquee el
sistema límbico del cerebro pero continúa generando canceres.

_ ¿Qué tanto hemos avanzado desde esos casos?

_ El último caso mortal que tenemos registrado era en el versión S57 y la que
tomamos de laboratorio es la S87, quiere decir que ya probamos y descartamos
treinta versiones anteriores sin mayores contratiempos salvo que no cumplían los
específicos requisitos que usted exigió y la agencia gubernamental exige.

_ Entiendo, ahora quiero que me ayudes a inyectarme esto.

_ P...Pero señor el producto no está terminado aún.

_ Harás lo que te diga o encontraré a quien lo haga._ Respondió con voz firme
tratando de disimular el pánico y el nudo que había en su garganta.

Francis apresuró a preparar todo para que su jefe pudiera suministrarse la dosis
correcta probada por el laboratorio. El muchacho preocupado por la salud de su
jefe trató de disuadirlo, pero las respuestas recibidas eran secas y escasas.

Finalmente le inyectó en el brazo mientras estaba recostado contra su cama.


Ambos se quedaron en silencio esperando algún síntoma de rechazo.

Mientras Hernán trataba de tranquilizar sus nervios respirando profundamente


envió a Francis, por un equipo de primeros auxilios en caso de emergencia y
también porque necesitaba respirar en paz y soledad.

Mientras Francis marchaba Hernán lo observó en silencio, el chico lo trataba


como si fuera alguien mucho mayor de lo que era en realidad.

_¿Tanto me ha afectado en mi forma de actuar la droga?_ Se preguntó_ ¿Sigo


siendo la misma persona?_

Un escalofrío recorrió su cuerpo, sintió como si algún tipo de muerte le estaba


ocurriendo. Lentamente se sentía adormecer, empezando por los dedos de los
pies y las manos, se miraba las manos esperando de algún modo ver el
hormigueo ocurrir, perdió toda percepción de su entorno, su mundo entero se
convirtió en ese cuadro compuesto por sus manos, su dedos, y los surcos de las
huellas digitales. Seguía mirando a medida que perdía la vista periférica y poco a
poco esos diseños en sus dedos parecían bailar como gotas de aguas en un
líquido rosa.

Cuando Francis llegó, encontró a su jefe recostado contra la pared cabeza gacha
murmurando palabras inentendibles y un delgado hilo de saliva colgaba de sus
labios. Corrió a su auxilio limpiándole el rostro, las lágrimas que corrían en sus
mejillas y enseguida se concentró en buscar el equipo para medir la presión y el
ritmo cardíaco. Llamó al hospital, les contó haberlo encontrado inconsciente, no
dijo nada de la droga, según los médicos todo parecía normal.
Capítulo 7

Al despertarse, Hernán se sentía mejor, se estiró y miró que en el sillón junto a la


camilla estaba el atractivo y joven muchacho durmiendo serenamente. Le
acomoda uno de los risos que cubrían su rostro y lo admira en silencio por un
momento, era un chico hermoso sin duda, no se había tomado el tiempo de
admirarlo con anterioridad. Enseguida caminó unos pasos hasta el baño y frente
al espejo se admira detenidamente, sus ojos, sus cejas, las pequeñas arrugas en
sus ojos y unos delicados labios.

Francis Ford despertó y al ver la cama vacía se levanta abruptamente de su


sillón. Antes de salir corriendo encuentra a su jefe, quien lo recibe con una
amigable sonrisa mostrando sus grandes y perlados dientes blancos.

_Qué bien que despertaste, justo te iba a pedir un poco de ayuda si no te


molesta. Recuerdo haber leído en el informe de tus estudios que estuviste
interesado en el mundo de la moda y hasta hiciste un curso de estilista ¿No es
así?

_Si señor, así es._ Respondió el joven, impresionado por el gran cambio que tuvo
el rostro de su jefe con solo una variedad de expresiones. Como con el ceño
fruncido parecía alguien mucho mayor e intimidante, pero simplemente con una
sonrisa, su edad se reducía y hasta su altura parecía reducirse.

_Bueno, me parece que necesito nueva ropa, si no te molesta acompañame al


banco. Pediré un préstamo.

_ S... Señor ¿Está usted seguro? aún no sabemos qué clase de efectos puede la
droga tener en usted, además...

_ ¿Además qué muchacho?

_ No quiero ofenderle a usted o su proyecto, pero no sé qué tan prudente sea


pedir préstamos cuando aún no sabemos si el proyecto tendrá resultado.

Hernán miró al muchacho primero con ojos pesados y casi volviendo a fruncir el
ceño, pero cuando parecía a punto de enojarse, sonrió ampliamente, con
amabilidad pone su mano en el hombro y le tranquilizó.

_ Chico, tu ten fe, yo sé lo que hago, este proyecto tendrá éxito y si te mantienes
fiel, tendrás tu merecido. ¿Te quedó claro?

_ Sí señor_ Dijo el muchacho bajando la mirada a sus pies.

Hernán lo abofeteo suavemente en la mejilla mientras sonreía para animarlo.

_ Debo agradecerte con algo para comer, antes de ir por nuestras labores.

Ambos fueron a la universidad donde se encontraron con uno de los profesores


quien Hernán había llamado para formar el proyecto, al verlo Hernán sonrieron
ampliamente y lo saludaron, estirando los brazos para abrazarlo. El profesor se
llamaba August.H.Lacart, era un inglés que trataba de disimularlo lo más
posible, tanto por su fingido acento o su vestimenta. Después de un amistoso
abrazo desconcertante tanto para Francis como para el propio Lacart, Hernán
comenzó a hablar con él. Unos segundos de conversación en voz baja y concluyó
con Lacart metiendo su mano en su elegante chaleco color bourbon y sacando
una chequera de la cual tomó un cheque ya escrito que lo guardó en el bolsillo de
la camisa de Hernán. Se despidieron con un firme apretón de mano y el señor
Bermúdez regresó junto con su asistente

_ Vamos muchacho, se dé un café con excelentes donas no muy lejos de aquí.

Caminaron con paso apresurado hasta el café, Hernán pidió uno negro en cambio
Francis pidió un latte. Junto con el café pidieron las famosas donas del local, las
cuales comieron con gran placer.

Al pedir la cuenta Hernán pagó y dejó una generosa propina al mesero quien se
alegró bastante.

Mientras se levantaban para marcharse la curiosidad pudo más que los modales
y forzaron al muchacho a preguntar.

_ Señor ¿Por qué el señor Lacart le dio dinero?

_ Porqué se lo pedí con las palabras adecuadas y con modales muchacho, los
modales lo son todo, la gente siempre estará dispuesta a ayudarte si lo pides de
la manera adecuada, además le prometí devolverle el dinero antes de fin de mes.

_ Pero señor ¿Cómo sabe usted que le darán el préstamo?

_ No lo sé Francis_ Dijo mientras miraba fijamente a los ojos claros del


muchacho_ Pero como te dije antes, la fe es todo.

Se sonrojó por la mirada y por el tono en como su jefe pronunció su nombre.


Ambos se sonrieron mutuamente y guiado por el Señor Bermúdez, Francis
caminó una distancia considerable de la ciudad hasta encontrar el banco que su
jefe tanto buscaba.

Entraron en blanco, tomaron numero y esperaron pacientemente a ser llamados


para el préstamo, mientras lo hacían Hernán conversaba elocuente y alegremente
con su asistente sobre los proyectos a futuro del nuevo fármaco, de las
publicidades y las estrategias de venta. La campana sonó y ellos fueron llamados.
Por recomendación de su jefe Francis se quedó esperando anotando toda la
información y planes de los que habían conversado, mientras que él se encargaba
de conseguir el préstamo.

Pasaron unos minutos y Francis había terminado de anotar todo lo que le fue
pedido y comenzaba a aburrirse divagaba pensando en los créditos que
necesitaría para aprobar, en el tiempo que dedicaba al proyecto y el tiempo que
necesitaba para las demás materias. Comenzó a hacer pequeños esquemas de
tiempo y organizar sus horarios mientras esperaba. Recordaba algunas tareas
pendientes, poco había de su vida que no fuera la universidad, a pesar de ser
alguien sociable, no socializaba mucho últimamente ya que se focalizaba en los
estudios. Seguía perdido en sus recuerdos y ensoñaciones cuando su jefe
apareció frente a él, con una gran y blanca sonrisa en su rostro.
_ ¿Tuvo éxito señor? Preguntó mientras despertaba a la realidad.

_ Por supuesto muchacho, como te dije es todo cuestión de tener fe y las palabras
correctas. Creo que así es como la magia y brujerías funcionan. Pero ahora
corramos que quiero pasar por un par de tiendas antes de almorzar.

Hernán se dirigió a la puerta y a la luces de la calle. Mientras caminaba


conversaba sin mirar a otra dirección que no fuera adelante, tenía un brillo
peculiar en los ojos, algo que nunca antes había tenido, entusiasmo y control.

Francis miraba a su jefe con admiración, el recuerdo de la habitación y la droga,


parecía un sueño distante en vez que una realidad.

Llegaron a una elegante tienda donde alquilaban autos y en ella entran. Después
de conversar unas cuantas palabras y halagos con el encargado, alquilan un
lujoso auto deportivo. Todo fue pagado por una tarjeta de crédito nueva. El auto
rugió y Francis sintió que el poder del motor le daba escalofríos. Hernán se
recostó en el asiento estiró sus pies dejo caer su cabeza a medida que el motor
rugía y el auto aceleraba rumbo a ningún lado.

Al pasar de unos minutos de manejar por placer, Hernán recordó una tienda
frente a la cual siempre caminaba y aunque estuviera con prisa bajaba la
velocidad para ver en ella esos elegantes trajes, esos uniformes de éxito,
armaduras de guerra postmoderna. Entraron a la tienda y pasaron un
extraordinario tiempo eligiendo y probándose trajes, camisas y corbatas, con la
entusiasta ayuda de una vendedora auténticamente simpática. Al marcharse
ambos habían comprado trajes, tres muy elegantes para Hernán, uno gris claro
informal, otro azul oscuro para oficina y un tercero negro y más sobrio. Mientras
que Francis compró por su parte uno informal de color vainilla claro, con líneas
blancas y otro de color azul formal igual al de su jefe.

Mientras se dirigía a pagar, Hernán pidió hablar con el gerente y encargado.


Conversó en privado unos minutos y terminó consiguiendo un descuento de un
cuarenta porciento en todas las compras sumado a una posibilidad de nuevos
inversionistas a la droga, siempre y cuando apareciera usando trajes de esa
compañía en las publicidades de la nueva droga.

Almorzaron tarde y esa noche cenaron tarde también, cuando volvieron a la


habitación en la que Hernán se estaba quedando, el rostro de Francis formó una
pequeña y casi imperceptible expresión similar a la angustia y asco, mientras que
el rostro de su jefe parecía labrado en piedra. Juntos ordenaron el cuarto, lo
dejaron inmaculado, escondiendo toda evidencia de lo que alguna vez fue o pudo
ser. Con el cuarto limpio y el pasado olvidado, Hernán dio un gran aplauso que
retumbó en la habitación, como un conjuro cambió el ambiente y el estado de
humor de su compañero al que invitó a festejar un poco más. Dejaron las
compras, se dirigieron a la universidad hasta la pequeña oficina en la que
trabajaban, movieron el escritorio y llevaron un diván a escondidas. Francis se
sentía como un niño cometiendo travesuras, mirando la ya oscura universidad
por miedo de que alguien lo reprenda, entre risas traviesas se sentaron en la
oficina, Hernán tomo un cigarrillo y se lo ofreció.

_ Muchas gracias señor, pero no, yo no fumo._ Dijo cortésmente Francis


_ La vida es corta y los placeres muchos_ Respondió mientras se ponía el
cigarrillo en los labios y encendía.

Respiró hondo el humo suave que llenado sus pulmones y soltó lentamente
mientras lo miraba bailar con las lineas de luz, como una carretera fantasmal que
salía de su boca y se disipaba en el aire. La habitación se transformó gracias al
humo del cigarro, en un refugio, un lugar casi místico. La conversación fluía con
calma, dirigida principalmente por Hernán quien relataba sus proyectos infinitos
y a la vez indagaba en la vida de su asistente con la más perfecta calidez.

Después de una hora Francis finalmente aceptó el cigarrillo y mientras Hernán


se inclinaba a encender el cigarrillo lo miró a los ojos con seriedad.

_ Francis, hay algo importante que tenemos que hablar, tu sabes como yo que
este proyecto tendrá mucho éxito y como en toda la historia, alguien buscará
aprovecharse y hasta sabotearlos. Quiero saber que serás fuerte, capaz de
superar lo que nos intenten hacer y lo que tendremos que hacer._ Dijo al
recostarse cómodamente en su sillón con los ojos entrecerrados, las piernas
cruzadas, mirando al brillo del cigarrillo en sus dedos y agregando con voz severa
pero calmada.

_No quiero asustarte, pero muchos trataran de hundirnos, a la gente no le gustan


los exitosos, la naturaleza del mediocre es rebajar a todos a su nivel, algo así
como una rara concepción de justicia e igualdad._

Fumó la última pitada y apagó el cigarrillo en la taza donde estuvieron dejando


las cenizas hasta el momento. Se pusieron de pie dispuestos a marcharse cada
uno a su hogar para continuar trabajando.

_ Sabes, una vez leí una frase que decía que el cigarrillo es el ejemplo perfecto de
un placer. Es exquisito y lo deja a uno siempre insatisfecho_ Dijo Francis
mirando el humo.

_Oscar Wilde, un gran hombre y colega adelantado a su tiempo, de todas formas,


espero que no se te haga costumbre el fumar o si no me sentiré culpable._
Responde Hernán._ El hombre es un animal de costumbre querido amigo y no
hay nada que se haga costumbre más rápido que el placer. Ambos se rieron ante
ese comentario y se despidieron. Esa fue la última conversación no relacionada
con trabajo que tuvieron durante meses.

Capítulo 8

El proyecto avanzó y se estancaba para avanzar nuevamente, todo el mundo


estaba fascinado por la actitud y carisma de su líder que conseguía inversionistas
de todos puntos del mundo, profesores y alumnos hacían fila para participar en
el proyecto y en el negocio. Había pilas de papeles de currículos con solicitudes
de pasantías. El dinero entraba constante, parecía ser bien manejado y el
laboratorio creció establemente. Los equipos crecían por lo que hubo un segundo
laboratorio que fue abierto en otra universidad para probar diferentes teorías
teoría de Hernán.
Cuando el proyecto llegaba a su primer año, todos presentían que estaban por
concluir, los resultados en animales eran perfectos y estaban haciendo todo el
trabajo legal para tratar con humanos, pero el Sr. Bermúdez sorprendió a todo el
mundo revelando abiertamente que estuvo aplicando el producto en sí mismo
durante meses declarando que después de periódicas visitas médicas y
tomografías no desarrolló ningún efecto secundario. Muchos se espantaron al
considerarlo un imprudente, pero la abrumadora mayoría del público lo
consideró una acción de compromiso y valentía. La noticia se espació por todos
los medios, en revistas, en Internet, llegó a aparecer en programas de entrevistas
en los cuales, por su personalidad carismática y alegre se ganó al público.

En cuestión de dos meses su rostro estaba en portadas de revista haciendo


publicidades tanto de su propio proyecto como aquellas que prometió a los
inversionistas. En uno de los programas más populares del país apareció
despampanante, hilarante, fascinante al mantenerse siempre profesional y
misterioso a la vez que se notaba seguridad en sí mismo sin dejar de ser humilde.

Ya que su imagen se hizo tan publica en el país, la empresa farmacéutica más


grande del mundo les ofreció un trato multimillonario por la droga que habían
creado.

Hernán llamó a una conferencia a todos los empleados, estudiantes y profesores.


Con un dialogo lúgubre los prepara para lo peor, genera suspenso y hasta miedo
en todos. Para finalmente informar a todos en un grito y con la mayor sonrisa el
trato que se les ofreció. El atronador aullido de felicidad y vitoreo de los presentes
fue aterrador, un regreso a un estado primitivo, como si la naturaleza racional de
estos hombre de ciencia y negocio se derritiera. La gente saltaba festejaba, se
besaba hasta se golpeaban con felicidad.

Con un simple gesto del Sr. Bermúdez la habitación se silenció y con una voz
calma preguntó al público.

_ Entonces, ¿acepto la oferta o no?_

Todos se miraron en silencio por unos segundos antes que una de las voces
sonara fuerte y ronca con un gran, “si”, que fue seguido por todos.

Con una cruda sonrisa Hernán asiente y abandona el podio en el que se


encontraba. La fiesta continuo, todos incluso Francis festejaba a gritos entre la
multitud, todo era alegría y algarabía.

Al día siguiente Hernán llama a Francis y a otros importantes inversionistas y


jefes de proyecto. Todos estaban sentados en una larga mesa gris, con una gran
ventana conversando entre ellos cuando Hernán se puso de pie y todo el mundo
se silenció. Con paso firme y resonante caminó alrededor de la sala, como un
depredador asechando, los miró a todos fijamente, con una mirada fría y
metálica. Toda la alegría se borró de los rostros, la severidad del joven jefe era
acentuada por su robusta y bien cuidada barba, la cual junto con un par de
pequeñas cicatrices en la parte superior del ojo derecho y mejilla le hacía parecer
mayor. Cuando dio una vuelta completa se puso de pie detrás de su silla con
ambas manos firmes sujetando el respaldo.
_ Gente, mis estimados compañeros, mis queridos empleados. Los reuní hoy aquí
para darles un anuncio. Estuve unos meses trabajando con varios abogados
mientras el proyecto se desarrollaba, todo para asegurar nuestro producto, tanto
por derechos de autor y propiedad. Ya que los derechos del producto no pueden ir
a un individuo privado... bueno, en realidad puede, pero es más complicado y
menos eficiente. Me tomé la libertad de llenar unos formularios y hoy tengo el
agrado de informarles que he fundado nuestra propia empresa farmacéutica. El
nombre será FarmacHer, si me perdonan el narcisismo. La empresa está
establecida conmigo como presidente y obviamente ustedes serias el comité al
mando de todo. Si les parece bien._

Todos los hombres lo miraban hablar, su voz resonaba mucho más grave y firme
de lo que solía escucharse. Al terminar su discurso abrió un portafolio y
caminando alrededor de la mesa nuevamente entregaba uno a uno documentos
para que sean firmados por cada uno de los miembros. Todos sintieron un
extraño hormigueo en la espalda cuando sentían la presencia de Hernán tras
ellos. Se miraron entre sí, sin decir ninguna palabra hasta que vieron a Hernán
sentarse y hablar nuevamente.

_ ¿Y bien?, ¿Planean leer, debatir o decir algo?

Con algo de calidez miró a los ojos al señor Lacart.

_ Señor Lacart, amigo August, ahora que lo recuerdo no fue hace mucho que le
pedí prestado a usted algo de dinero, también recuerdo habérselo devuelto con
intereses ¿No es así?

_ Sí, así es._ Responde con firmeza Lacart.

_ Bueno ¿Qué le parece como pago por su amabilidad en un momento de


necesidad el título y sueldo que le he otorgado?

_ Pues es usted muy amable señor, pero ¿No será demasiado? ¿Está tan seguro
de la prosperidad de la empresa?_

_ Que bien que lo dice, porque señores, tengo un plan ofrecerles. Seguramente
recuerdan la oferta multimillonaria que se nos ofreció, pues tengo intenciones de
rechazarla._ Al terminar esas palabras, un suspiro de asombro recorrió la
habitación, como si alguien hubiera consumido todo el aire. Todos palidecieron y
comenzaron a protestar. Las protestas continuaron mientras Hernán escuchaba
atentamente a todos, mirando con sus grandes ojos de delgados párpados y
largas pestañas a todos detenidamente.

Cuando las protestas se calmaron, Hernán se puso de pie y empezó a caminar


alrededor de la mesa, generando un ambiente de intensa incertidumbre.
Caminaba como eligiendo su víctima, se aceró a una de las largas cortinas de la
ventana y dejó entrar algo de luz.

_ Queridos míos, tranquilícense que no soy tonto, sé el valor que esa oferta tiene,
posiblemente más de lo que harían en toda su vida incluso colectivamente. Pero
el problema es que esto los ciega al simple hecho de que ésta es nuestra primera
oferta, piénsenlo, no hemos comenzado oficialmente la publicidad para el
producto. Imagínense lo que la competencia podría ofrecernos. Imaginen esas
enormes empresas peleando por el derecho al mejor tratamiento de prácticamente
todos los padecimientos psicológicos existentes.

Toda la sala hizo silencio y agacharon cabeza sintiéndose avergonzados de no


haber pensado eso anteriormente. El resto de la reunión continuó aburrida y
burocráticamente. Al terminar todos se retiraron, pero Hernán permaneció solo
en silencio mirando el vacío unos minutos antes de que su fiel asistente le
preguntara por su bienestar, éste sonrió y amablemente confiesa que estaba
pensando sobre el futuro del negocio y los problemas legales que tienen que
enfrentar.

_ Francis, necesito que me traigas ésta lista de libros de leyes y al estudiante de


leyes, que tenga peor carácter de la universidad para mañana.

_ Lo haré señor ¿Algo más?

_ Sí, acompáñame a tomar algo y después a un cibercafé.

Condujeron a un local y pasaron hasta el anochecer buscando información sobre


las mayores farmacéuticas del mundo, a la vez que perfiles profesionales de
ciertas personas particulares.

Mientras Francis estaba leyendo atentamente la información de una de las


empresas farmacéuticas más importantes de Europa, vio con su vista periférica
que su jefe se puso de pie y marchó hacia un muchacho encapuchado, lo tomó
firmemente del brazo y caminaron fuera del café por la puerta trasera. Francis se
preocupó y los siguió silenciosamente. Los escuchó discutir en voz baja y a
hablar de manera agresiva sobre seguridad electrónica y hackers. Pero cuando
escuchó que ambos se movían, Francis regresó a su computadora, su jefe
continuó como si nada hubiera pasado y él obviamente no mencionó el asunto.

Capítulo 9

Después de un mes, la publicidad se había dispersado por el mundo entero, los


videos y pruebas de laboratorios positivas se convirtieron en tendencia viral en
Internet y las noticias. Todo el mundo hablaba de la nueva droga, el supremo
antidepresivo, el mejor tratamiento para los trastornos y tan viral como la noticia
de la misma droga, se hizo viral la batalla campal que estaban teniendo las
diferentes empresas por los derechos de producción y distribución.

Todas las drogas competidoras estaban a su vez bajo escrutinio por rumores en
Internet, sobre efectos secundarios ocultos por los autoridades, corrupción y más
problemas.

Se supo de muchos misterios rodeando al proyecto de FarmacHer, saboteadores,


espías, hasta amenazas misteriosas. Durante estos meses la fama de Hernán
creció de manera descomunal, se convirtió en una pieza esencial en el juego de
los negocios, su carácter carismático y severo le consiguió el respeto, la
admiración y amistad de las mayores celebridades de mundo.

Su humor y facilidad con las palabras le consiguió invitaciones a diferentes


programas populares alrededor el mundo, desde Alemania a Estados Unidos
pasando por Corea del Sur en dónde era particularmente popular por haber
participado en un show de baile. Pero todo su carisma desaparecía cuando de
negocios se trataba, era despiadado y cruel. Nunca dudo en despedir a aquellas
personas que consideraba una amenaza o demasiado débil para enfrentar el peso
social que implicaba proteger una mina de oro.

Francis se mantuvo fiel a pesar de ver como el propio señor Lacart fue humillado
frente a todos y despedido por intentar convencer al señor Bermúdez de aceptar
una oferta de una farmacéutica Inglesa.

_ Pero señor, yo como usted funde esta compañía, fue con mis primeras
inversiones que usted logró todo lo que logró._ Reclamó August.H.Lacart tratando
que su voz suene firme y que el nudo de su garganta se disipe, pero eso no
engaño a Bermúdez, se había vuelto experto en detectar el estado de humor de
las personas, pero no inmutó ante la angustia de su compañero.

_ Señor Lacart, no negaré que usted fue de gran ayuda en nuestros principios y
se bien que su inversión fue esencial para fundar el imperio que hoy tenemos.
Pero me temo que usted ha demostrado que igual que los cimientos de este
edificio, debe quedarse abajo. No hay lugar en la cima, ni en el futuro de esta
empresa para un hombre como usted. Recuerde que no soy ningún mal
agradecido, recibirá un muy generoso pago de despido

Después de su discurso se marchó de la oficina dejando al pobre hombre


llorando por la perdida de lo que bien sabía, era un futuro económico seguro para
generaciones de su familia.

Francis preguntó porqué tanta severidad con alguien que en su época fue tan
amable. La respuesta que recibió fue simple, tan clara que le quedó grabado para
siempre.

_ Tenemos que dar un ejemplo, las personas son frágiles y las masas solo
acumulan esas debilidades, las justifica y hasta glorifican. Como te dije querido
amigo, a la gente no le gustan los exitosos. No hay nada más placentero para el
mediocre Romántico que la caída de un ídolo, de un superior, la naturaleza del
mediocre es rebajar a todos a su nivel, algo así como una rara concepción de
justicia

Los miembros fundadores de la empresa y los antiguos estudiantes fueron


llamados nuevamente a una reunión una semana después del despido de Lacart.
Les propuso a todos aceptar un contrato de una empresa China, quienes no sólo
ofrecieron más de un diez por ciento que el resto de las empresas, sino que ellos
solo querían comprar algunos derechos temporales de distribución de la droga.
Además de que gracias a ellos consiguieron un pase libre de venta en Asia, la
Unión Europea, al igual que Norte América y el Pacífico.

Todos se miraron en completa confusión y desconcierto. Pero después de una


larga deliberación y leer los documentos una y otra vez, aceptaron la decisión de
su jefe.

La empresa creció hasta ser una de las más grandes del mundo y Hernán
Bermúdez una de las figuras públicas más populares de la historia, se descubrió
su talento como actor al igual que su astucia como inversionista en diferentes
tecnologías y bienes raíces. Al cabo de cinco años Hernán Bermúdez, fue
conocido en el mundo como uno de los hombres más exitosos e influyentes de la
historia.

Una mañana de Septiembre Hernán despertó en su Yate privado en las costas


francesas, caminó fuera de la cabina recién aún con sueño de su siesta, dejando
que la hermosa luz del mediterráneo ilumine su ahora esculpido y bronceado
cuerpo. Bien afeitado y algo despeinado se encontró en la cubierta con un grupo
de muchachos y muchachas muy atractivas conversando amigablemente. Todos
saludaron amablemente a su anfitrión a medida que él avanzaba y se sentaba
junto a su novio; un atractivo muchacho italiano, de cuerpo escultural, rostro
cuadrado y delicado. Toda la escena en el Yate podría pertenecer a una pintura
renacentista sobre la antigua Grecia, todas las figuras, tanto hombres como
mujeres en el pináculo de sus vidas y capacidades.

Muchos eran modelos o jóvenes artistas, músicos y en especial bailarines. A


Hernán le gustaba rodearse de belleza y según él no había mayor belleza que la
naturaleza humana. Al anochecer fueron a la costa, cenaron con Francis y un par
de ejecutivos, quienes le presentaron proyectos, problemáticas a los que el Sr.
Bermúdez respondió con soluciones claras y definitivas. Hernán era ahora una
persona meditadora, en la mesa se tomaba su tiempo para observar en silencio
las conductas y tonos de voz de cada uno de sus ejecutivos, para entender la
gravedad de lo que le informaban, a la vez que controlaba que no escondieran
nada. Entre sus empleados se esparció la creencia de que Bermúdez había
adquirido poderes para leer el pensamiento en Sudamérica y a medida que su
leyenda creció su pasado se mistificó. Nadie sabía porqué, en ningún lado
parecían conocer sobre Bermúdez en los años previos a su regreso de
Sudamérica. La reunión terminó con un brindis para felicitarse, ya que médicos a
lo largo del mundo estaban dando conferencias positivas sobre el uso de la nueva
versión de la droga bautizada “Soma” en tratamiento exitoso con pacientes
depresivos, con ansiedad, psicosis y hasta esquizofrenia. A la vez que se
popularizó el uso de Soma para enfrentar el estrés y lograr suprema
concentración en los estudios y negocios.

Después de despedirse, Bermúdez llamó a su asistente aparte y le entrega un


documento en la mano, le explica que era un proyecto para que los empleados de
su empresa puedan tener Soma de manera gratuita.

_ Señor porque no proponérselo al resto ¿Porqué a mí? _

_ Porqué esto es el futuro, si yo no tomara Soma ¿Cómo crees que sería todo? tu
eres la única persona que me vio sin Soma y sabes bien que no habríamos
logrado nada ella. Por eso mismo necesito que tú impongas a mi nombre esta
nueva regla en la empresa y que anotes a todo los que protesten en contra.

_ Pero señor ¿Por qué darle Soma a sus empleados? tenemos decenas de miles
sería una pérdida de billones de euros.

_ Lo sé, pagaré las pérdidas de mi bolsillo, pero quiero que entiendas que el
cambio que Soma trajo al mundo no es pequeño, ahora todas las personas con
intenciones de progresar empezaron a consumirla.
_ Si, lo sé muy bien, es una gran inversión para sus vidas y pagan muy bien por
ello.

_ Bueno, quiero que entiendas que esto es el futuro del mundo, la competencia va
a aumentar y una persona que no consuma no tendrá oportunidad contra su
igual con Soma_

_ Entiendo señor, pero es muy arriesgado ¿Seguro que quiere hacer esto?_

_ Muy seguro Francis, tú mantente firme y deja que yo me encargue de la prensa

Hernán era la única persona en el mundo que llamaba a Francis Ford por su
primer nombre aún, lo que en si se había vuelto un testimonio de su influencia y
cercanía ya que Francis tenía un peso dentro de la empresa que lo empujó a
tomar un rol cada vez más estructurado y formal.

Capítulo 10

Al siguiente mes, el mundo estaba loco nuevamente por el gran filántropo


multimillonario que invirtió entre otras caridades, cinco billones de euros para
permitir a sus empleados acceso a Soma de por vida. En más de una entrevista él
habló de que era por el bien de sus empleados, para que no tengan que perder
sus empleos contra otros. Además aumentó la eficiencia de la empresa y se
ramificó en otros negocios. Bermúdez se convirtió en un icono de la cultura
popular, un modelo a seguir, tanto la empresa como su presidente. Hubo muchos
protestantes y personas con ideas opuestas, naturistas, pero la empresa supo
manejarlos, invirtiendo en refugios naturales, ofreciendo versiones de Soma con
extractos de cannabis lo que se popularizaron en la juventud mundial como una
sana droga recreativa.

Al paso de diez años la empresa FarmacHer solamente creció, se convirtió la más


grandes del mundo, monopolizó la industria farmacéutica a la vez que consiguió
un peso increíble en la cultura, los uniformes y el lógo de la empresa eran
comprados por el público como un sinónimo de progreso y unidad en la
humanidad.

Gracias a los avances en tecnología y bioquímica, lograron un milagro de tiempos


modernos, convirtieron el virus del SIDA en la cura del cáncer. Al modificar
genéticamente el ADN del virus, lo reprogramaron para que ataque a las
proteínas responsables del cáncer. Bermúdez fue un nombre que se inmortalizó
en los libros de historia. El hambre fue erradicado por la invención
multimillonaria de la empresa en territorios africanos, sudamericanos y asiáticos
en los cuales contrataron locales y cultivaron de acuerdo al clima y ecosistema.

Pero algo pasaba en la vida de Hernán Bermúdez, algo había cambiado, su


actitud siempre alegre desapareció, sus parejas lo sentían frío y distante, por lo
que las relaciones no duraban. Sentían como si Hernán los mirará como objetos y
no personas, aunque actuaba siempre amoroso. Quienes eran más cercanos
como Francis, notaron que su mirada siempre alegre y observadora, ahora
parecía distante y ausente, como si viera al mundo desde muy lejos. Su conducta
era normal, nada de lo que hacía lo delataba, tampoco su tono de voz, entre
acción y acción permanecían iguales. Sus claros ojos no cambiaban no importaba
que hiciera o dijera, sea cruel, o hermoso, viendo algo que ama o que odia,
entretenido o aburrido, su mirada era constante. Francis solía fantasear,
preguntándose qué pasaba por la mente de su jefe, creía que un hombre que
logró todo, que superó todo, debería sentirse feliz, pero quizás detrás de esa
conducta en el fondo Hernán se sentía vacío, sin propósito ni curiosidad, como
un dios que vivió y logró todo lo que se puede lograr.

Pero la verdad era que Hernán Bermúdez tenía planes en mente, veía un futuro
exitoso, no solo para él sino para la humanidad. Se imaginaba un mundo donde
la sociedad estaba adaptada genéticamente a su rol, donde cada persona tenia su
lugar y función que cumplir para máximo rendimiento y disfrute. La droga que
creó aumentó el progreso de todas las personas en todas las disciplinas, en la ley
y ciencias, a la vez que medicina y educación.

Todo había avanzado exponencialmente gracias a su influencia, esa era la huella


que dejaba en el mundo y aun así algo le incomodaba, algo se sentía
extrañamente incompleto y nunca comprendió que era. Tenía un sentimiento
desagradable y desconocido. Gracias al Soma él no sentía nada que no
controlara, no había emoción que no pudiera suprimir a voluntad, excepto ésta.
Su curiosidad aumentó tanto como su incomodidad, se convirtió en lo único
constante en su mente, sin importar sus romances o proyectos pasajeros.
Después de pensar y meditar un tiempo, tomó una decisión, dejar de tomar su
versión personalizada de Soma, para que así las emociones lo invadan e
intoxiquen y entre el caos encontrar el significado de esa sensación.

En la mañana de un lunes, dejó de tomar sus pastillas diarias y sabía que si


continuaba por tres días de esa forma el efecto desaparecería. Tenía todo
preparado, arregló tener al menos dos semanas de vacaciones para así no sumar
confusiones innecesarias a su experimento, pero nada lo podía verdaderamente
preparar para la tarea que se propuso.

En el tercer día de abstinencia, al igual que los anteriores, se despertó en su


apartamento inteligente que automáticamente abrió todas las ventanas y
comenzó a preparar el desayuno. Para cuando Hernán terminó de lavarse y
vestirse, se dedicó a sus ejercicios en su gimnasio personal. Comenzó con la
bicicleta estática para entrar en calor, a medida que el pedaleaba y comenzaba a
sudar, algo dentro de él despertaba, una sensación fría en el pecho, trató de
continuar esforzándose aún más para que el cansancio la opacara, pero no pudo,
esa sensación incomoda era inamovible. Cambió de maquina a las pesas de
pecho, a medida que las pesas aumentaban, las venas en los brazos y la frente se
remarcaban y su expresión siempre pasiva y alegre se corrompía en una mueca
retorcida. Con el ceño fruncido y la boca en un gruñido, arrojó las pesas lejos de
él y continuó con la prensa de piernas mientras le pedía a su habitación que le
mostrara las noticias en alguna de las pantallas. La casa respondió mostrándole
un mundo muy diferente al que él conocía de joven, muchos gobiernos de países
pequeños como Finlandia, Uruguay, Filipinas, cambiaron sus políticas
capitalistas a una versión moderna del comunismo, con un apoyo económico
constante por simplemente ser ciudadano y con las necesidades básicas
satisfechas por medio de tecnología ecológicas no patentadas. Hernán sonrío con
satisfacción. Por otro lado las protestas religiosas y de otros grupos
fundamentalistas desaparecieron ante gran cantidad de progresos socio_políticos
en el mundo, los índices de crímenes en general habían bajado en un treinta por
ciento a nivel mundial y en un noventa porciento en el primer mundo.
Incluyendo eso a un mundo donde la pobreza se redujo y el índice de
participación ciudadana en política había aumentado radicalmente. La gente
comenzaba a abandonar la idea tradicional de tener hijos de manera natural para
tenerlos in vitro y en un útero artificial, para evitar toda posible enfermedad
genética.

Mientras ejercitaba la espalda en una de las máquinas, la habitación le informó


que tenia visitas, le extrañó. Había coordinado todo con el fin específico de no
recibir visitas en dos semanas. Bajando de la máquina, le pidió al apartamento
que le mostrara quien había llegado. La trágica imagen de su último ex novio
apareció en pantalla, estaba despeinado, ojeroso y desarreglado, como si hubiera
pasado toda la noche sin dormir. Hernán pensó que posiblemente estuviera
teniendo una crisis, no se sentía cómodo a la idea de hacerlo pasar, pero si no lo
hacia las consecuencias serian peores.

Estaba estirando cuando su ex apareció en la habitación, al ver a Hernán casi


presumiendo su torneado cuerpo, apartó la mirada y se sentó en uno de los
bancos que había en el bar/cocina.

Hernán se incorporó y le invitó a tomar un licuado natural energético. Con un


nudo en la garganta su ex aceptó y la licuadora comenzó a funcionar. Le
preguntó a su ex a que se debía la visita y este solamente le devolvió una mirada
agresiva antes de bajarla y confesar que lo extrañaba. Hernán caminó hacia el
atractivo joven y trató de consolarlo acariciándole sus cabellos.

_ ¡No me toques! _ dijo furioso golpeando la mano lejos de sí _¡No me acaricies


como un pobre animalito! Solo quiero que por una sola vez, me mires y me trates
como una persona. No soy tonto, se que lo que te interesó fue mi apariencia,
“amor estético” lo llamaste ¡Pero por dios! ¿No hay nada más que veas en mi?. No
te estoy pidiéndote que me ames, se que eso es imposible, solos quiero creer que
soy algo más en tus ojos que otra cosa linda de tu colección.

Hernán discretamente deja caer el contenido de dos píldoras de Soma en el


licuado de su ex.

_ Enserio_ Agregó más calmado, tomando la bebida_ No es como que quiera creer
o saber, simplemente, no se. Quiero sentirme validado como persona ante tus
ojos. Lo sé, no tienes que decir nada, te conozco, es la marca de alguien inseguro
el necesitar validaciones externas para reconocer mi valor. Pero tú no eres
cualquier persona, yo te amé y tal vez te amo aún, no lo sé. Solo sé que necesito
que me digas que fui alguien en tu vida, que dejé una marca.

_ Cariño, lo fuiste e hiciste._ Respondió Hernán_ Siempre te vi como una persona,


como alguien magistral, eres alguien asombroso, tu forma de ver el mundo es
única, es poética y artística. Pero por desgracia no es compatible conmigo y lo
sabes. No hay futuro posible entre tu y yo somos demasiado iguales y demasiado
diferentes.

_ ¡Já! el típico discurso para cortar un un novio molesto. Arrancado directamente


del manual.
_ No lo veas así...

_ No hace falta que digas nada, está bien, creo que abusé al venir tan temprano y
sin avisar. Mejor regreso a casa, necesito dormir, estoy errático, noches enteras
sin dormir, me estoy avergonzando a mi mismo.

Terminada la bebida el muchacho griego se levanta y marcha hacia la puerta,


pero en el momento antes de cruzar la puerta miró a los ojos de Hernán.

_ Tus ojos siempre fueron un misterio ¿Lo sabes? ¿Con tu mirada tan poderosa,
que ves cuando miras tus ojos en un espejo?

Dejando sus palabras flotando en el aire, el muchacho se marchó cabeza gacha.


Hernán cerró la puerta y miró la habitación, moderna inmaculada, bien
iluminada, con una pared de cristal que ofrecía una magistral vista al mar. La
percibió vacía, caminó hacia la barra, apoyó su peso en sus codos sin poder
concretar un pensamiento. Las emociones estaban regresando y él estaba
tratando de procesarlo.

Pasó el resto del día enfocado en libros y televisión, evitaría a toda costa contacto
con el mundo exterior hasta poder comprender lo que le estaba sucediendo, no
era un persona ignorante de las emociones, pero el procesar correctamente lo que
pasaba en él, era un misterio, la psicología no era uno de sus fuertes.

Después del primer y segundo día el aburrimiento lo abrumaba. La incomodidad


y angustia era una constante, la teoría de una crisis existencialista era la
predominante para explicar su situación, la naturaleza humana buscando
sentido a su existencia y propósito. Leyó cuanto pudo de Heiddeger, Hegel, Lacan,
Camus y Kirkegaard, pero todos parecían presuntuosos, poco pragmáticos y
hasta patéticos. No se identificaba con nadie, ni siquiera con Camus quien se
aproximaba de mejor manera a su situación. Sísifo y su trabajo eterno se podrían
ir a cagar, él era Hernán Bermúdez, no solo subo la roca por la montaña, sino
que convirtió la montaña en una llanura y la roca en un vehículo.

Capítulo 11

Al tercer día se sintió ridículo al estar encerrado, el malestar permanecía y como


había aprendido, nada cambia a menos que tomes acción. Por lo que tomó su
auto deportivo y salió a pasear por la ciudad. La multitudes de personas que
encontró en el centro lo saturaron de estímulos, la mera presencia de los edificios
a su alrededor le despertaron claustrofobia. Siguió recorriendo sin atreverse a
bajar, mirando a las personas desde su ventana polarizada, como en un safári de
humanidad. Pero era un safári mediocre, no reconoció variedad, todos se movían
y comportaban igual, los colores y vestimentas eran variados, tanto como se
podría, pero detrás de cada uno Hernán pudo reconocer los mismos impulsos, los
mismos motivos y la misma esencia.

Después de un par de horas de recorrer la ciudad, bajó a la playa hermosa y


colorida a la luz del atardecer, que tan valioso lo recordaba y ante la cual el se
presentaba solitario, los rayos del sol se perdían en la eternidad sin nubes a su
alrededor sobre las que brillar. Caminó por la rambla con las manos en los
bolsillos de su innecesariamente tecnológica campera, vio a los conductores
costear la playa en sus autos autónomos sin voltear hacia la luz. Hernán caminó
en la arena y no vio a su alrededor más que las marcas de olas o maquinas
limpiadoras.

_¿Porqué ya nadie viene a la playa? ¿Desde cuando no vengo a la playa a mirar el


atardecer?_ Se preguntó viendo la última pizca de oro desaparecer en el límite del
mundo. Despertó en él una angustia ancestral, algo trascendental a su
existencia, una oleada de emoción que invadió su cuerpo como electricidad y
explotó en un llanto hermoso, pesado y triste. Hernán Bermúdez lloró por
primera vez en décadas y era un placer incalculable, era algo que no pudo
comprender, simplemente saturó su capacidad de expresión. No pudo explicarse
o interpretar que estaba sucediendo.

Caminando de regreso a su auto se preguntó si sus problemas no eran algo


neurológico. Desde su auto reservó una tomografía, una hora más tarde tenía los
resultados en los que no se encontró nada fuera de los parámetros normales,
pero se le recomendó regresar a tomar Soma. Hernán pago extra para que sea
todo anónimo con doctor virtual.

Una semana más tarde y Hernán se había dejado crecer la barba y el cabello. Los
noticieros y conspiracionistas de Internet sospechaban de algún raro efecto
secundario del Soma o la decadencia de una celebridad como había sido muy
común en el pasado. El incremento en las especulaciones de las noticias le dio a
Hernán acceso a los foros de conspiracionistas antisistema que criticaban el
nuevo mundo que él había creado. Lo acusaban de inhumanidad, tratos con el
diablo y ser el mismo anticristo. Esto no era algo extraño para cualquier persona
que lograra tanto como el. Aunque notó que en los debates, aquellos de mente
más fría y sensata concordaban que el mundo que ahora existía carecía de las
crisis ideológicas tan comunes en la antigüedad. Pseudofilósofos argumentaban
que la naturaleza humana necesita conflictos emocionales, no sólo intelectuales
para progresar. “La evolución podría ser intelectual y artificial, pero a costa del
arte”.

_A costa del arte._ Pensó Hernán. _Todas las generaciones critican a los nuevos
artistas, la patética creencia de volverse obsoletos les genera el rechazo, la
naturaleza de los mediocres. Warhol bien dijo que la mejor forma de arte, es ser
bueno en los negocios, el arte populista era una idea tan hermosa.

Pero aún así, había algo incómodo en sus argumentos, Hernán se sentía un
hipócrita, manipulándose a si mismo como lo hacía con el resto del mundo. Se
miró en el reflejo de un espejo y odió ver la mediocridad del hombre común en su
mirada. Arrojó uno de sus zapatos explotando su imagen en mil pedazos y
caminó descalzo sobre los cristales frustrado de no poder sentir dolor, el cristal
era de un material que al romperse tomaba formas esféricas incapaces de herir.

Caminando descalzo por la cansa, las ventanas abiertas de sus búsquedas en


Internet lo seguían pasando de pared a pared y en ella vio la imagen de lugares,
refugios artístico antisistema, músicos en torno a fogatas, con bailes de gente
pintada y varillas de fuego. Entre fotos reconoció instantáneamente un rostro, la
muchacha gótica con el mismo espiral bajo su ojo.
_ Bernadette puede ayudarme, ella a pesar de todo es alguien capaz de entender
lo que siento, quién mejor que un artista para entender sentimientos._ Pero un
pánico nació desde su estomago, el recuerdo de Emanuel trepó como garras
punzantes por su espalda.

Pasó una noche sin poder dormir, mirando con demasiada tentación sus frasco
de Soma, jugando con una pastilla entre sus dedos. Vio en la televisión como
ahora se estaba convirtiendo costumbre las inyecciones de Soma para niños.
Apretando la pastilla entre su índice y pulgar pensaba. Tomó su campera e hizo
un bolso, pidió a su casa que llamara a su piloto para encontrarlo en su jet
privado.

Partieron al mediodía directo al nuevo continente y Bernadette. El piloto era un


empleado con experiencia bajo las ordenes de Hernán, por lo que se mantuvo
profesional y distante al igual que los dos de sobrecargo.

Después de aterrizar Hernán desapareció de la vista de todos sus empleados,


nadie lo vio durante el viaje al local de Bernadette, la multitud de fans y
periodistas que lo esperaban en el aeropuerto se vieron sumamente
decepcionados.

Por su barba ahora enmarañada y cabello largo junto con su ropa deportiva era
difícil identificarlo en la ciudad. A pesar de haber carteles con su foto a diestra y
siniestra usando ropas elegantes y formales.

Llagó a la casona, que no parecía haber cambiado mucho a diferencia del resto de
la ciudad que había progresado y sido reconstruida a imagen del nuevo mundo
bajo Soma. Había una multitud de personas haciendo fila para entrar, Hernán no
se atrevía a ser reconocido, por lo que se puso la capucha y se sentó en la vereda
esperando la hora de cierre. La noche avanzó y después llegó la madrugada,
había risas, música y luces provenientes de la casa. Siendo el único faro de
movimiento en el resto de la tímida ciudad. Cerca de las tres de la mañana
Bernadette salió por las puertas, vestida con un vestido victoriano, negro y punk
junto con su peinado deliberadamente despeinado.

Hernán se puso de pie y trató de presentarse, pero Bernadette se asustó y estuvo


a punto de llamar a los guardias para protegerla. Hasta que vio los ojos ocultos
entre la cabellera.

_ Oh por dios, señor Bermúdez, es un honor, oh por dios, Hernán que hermoso
tenerte aquí.

_ Por favor no hagas un escándalo, necesito tu ayuda._ Respondió él poniendo un


dedo en los negros labios de la muchacha.

_ Si, lo que necesites._ Dijo con una voz alegre y abrió paso entre la multitud para
entrar al local. Dentro todo parecía discretamente diferente, como si cada pintura
estuviera resaltada.

_ Como verá, el negocio prospera, gracias al Soma nos volvimos más eficaces, el
estilo en el que basamos esta comunidad es el mejor producto que pudimos
haber imaginado. La gente le encanta la fantasía de rebeldía y caos._ Dijo
Bernadette cuando se sentaron en su oficina sirviéndole un trago.
_ Entonces ¿Están tomando Soma aquí también?_ Preguntó Hernán

_ Bueno_ Respondió ella desestimando el tono de alarma de Hernán_ yo tomé la


versión natural con cannabis por un tiempo, pero decidí que prefiero ser una
tonta defectuosa. Pero Roberto comenzó a tomarla hace un par de años, ahora
simplemente es el amo de los negocios, capitalizó nuestros pasatiempos. Ahora
ganamos muchísimo simplemente por hacer lo que hemos hecho desde siempre.
Cada mes aumentamos nuestros ingresos, de hecho hay dos otros locales de
nuestra pequeña compañía en la capital, en otras grandes ciudades y con canales
de Internet para realidad Virtual.

_Me alega escuchar eso, porque te necesito sin Soma, necesito tu asistencia para
explicarme algo que siento y no puedo poner en palabras.

_Pues, señor hay emociones que no pueden ponerse en palabras.

_ Y ¿Cómo hago para entenderlas? No hay sentido, ni instinto que las explique.

_ Si no puedes explicarlas o describirlas, tal vez podrías expresarlas. Tenemos un


taller de pintura, danza, orfebrería, música y todo lo que puedas imaginar.

Hernán se recostó contra el sillón y frotó sus ojos cansados.

_ No tengo idea que hacer, tengo el mundo en la palma de mi mano y no


encuentro el sentido de seguir intentando nada.

_ ¿Necesitas Soma verde?, todavía me queda un poco pued…

_ ¡No!_ Interrumpió Hernán incorporándose _No, quiero ninguna droga, quiero


resolver esto de una vez, ya lo intenté todo ¿Cuánto ganas por semana?

_ ¿A qué viene la pregunta?_ Dijo Bernadette moviéndose en su asiento


encendiendo un cigarrillo.

_ Solo dime._

_ Cerca de quince mil créditos FarmacHer._

_ Estoy dispuesto a pagarte veinte-mil por semana si me permites quedarme sin


que nadie se entere._

_ Hazlo treinta y trato hecho_

_ Como quieras_ Responde Hernán recostándose a un lado para usar su celular y


hacer la transferencia bancaria.

_ ¡Oh, Dios!, lo decía en broma, quise sonar como una empresaria, nunca esperé
que funcionara, no se que hacer ahora.

_ Bueno lo lograste, sólo dame tu número de cuenta y te transmitiré el primer


pago.

Capítulo 12
La semana transcurrió, Hernán hizo varias manualidades y unas cuantas
pinturas, todas firmadas con pseudónimos. El proceso era evidente, las primeras
comenzaron completamente representativas, imitando estilos de otros artistas, no
era muy bueno en eso, por lo que siguió con surrealismo, después cubismo y
desenlazó en impresionismo y terminó con imágenes abstractas. En sus pinturas
había una predominancia de colores rojos, negros y blancos, eran evidentemente
pincelados agresivos y de emociones primitivas.

_ Definitivamente es un sentimiento poderoso y dañino, no soy ninguna psicóloga


pero debe tener que ver con la pulsión de muerte. O algo que ver con tu padre
diría Freud._ Comentó Bernadette tratando de poner un poco de humor a la
situación.

La habitación de Hernán era tan modesta como se podía ser, la cama era
pequeña, los muebles minimista y las ropas baratas. Bernadette pasaba todos los
días una o dos horas con Hernán, tomando té, hablando sobre lo que pasaba en
el mundo y analizando las pinturas de Hernán lo mejor posible.

_ El mundo está loco por tu desaparición Hernán, hay teorías de que te


secuestraron o que estás muerto, también hay quienes dicen que te fuiste a vivir
a una estación espacial.

_ No me interesa el mundo, además dejé un mensaje a mi asistente de que no me


molestaran y justificaran mi ausencia

_ Si, he visto al señor Ford orador de FarmacHer, diciendo que estás de


vacaciones y no hay necesidad de preocupación. Pero a la gente le encanta las
conspiraciones.

_ Francis es un gran amigo, sin el no sería nadie, a veces creo que lo secuestré de
su vida para adherirlo a la mía.

_ Parece una persona fascinante, me encantan sus entrevistas, siempre tan


carismático y gracioso. Hablando de gente fascinante, mañana vienen a dar una
conferencia un filósofo contemporáneo, un viejo gordo y barbón con cara de troll
deprimido, pero con excelentes ideas sobre la naturaleza humana y la sociedad.

Después de un poco de dudas, Bernadette lo convenció de ir a la charla. El lugar


estaba repleto, algunas personas protestaban la presencia del filósofo, diciendo
que sus ideas son demasiado extremas. El viejo estaba sentado en un sillón junto
al fuego, con un micrófono inalámbrico, divagando con varias ideas complejas en
un fuerte acento de Europa oriental, distrayendo a todos con un tic nervioso de
rascarse la nariz. Al verlo Hernán pensó en lo patético de las personas que no
intentan mejorarse, el sabía que con Soma todos los tics nerviosos
desaparecerían, no sólo eso, sino que era evidente podría adelgazar y
concentrarse mejor. Hernán escondido dentro de la multitud se encontraba en un
ensueño, fue devuelto a la realidad cuando el viejo mencionó su nombre.

_Así como el más poderoso de los dioses, el dios Abrahamanico decidió crear su
archienemigo y opositor, o el más poderoso de los emperadores se obsesiona con
la futilidad de la existencia los limites de sus logros, la naturaleza humana es la
constante insatisfacción. Esa constante insatisfacción es el motor que llevó a toda
grandeza que hayamos conseguido. El muchacho, ídolo, Hernán Bermúdez logró
tanto como se puede lograr a expensas de satisfacer la incomodidad humana por
mejorar.

Los Guaratuche sabían el peligro de la droga, su cultura vivió años escapando de


la civilización para ser traicionados por su generosidad y que sus sacrificios
fueran en vano. Hablé con los pocos que quedan de ellos y confesaron que en
varias leyendas se cuenta las consecuencias de la droga.

_ Con todo respeto señor_ Interrumpió Hernán poniéndose de pie incapaz de


mantenerse callado._ Eso que dijo es un montón de mierda, gracias al Soma la
sociedad a progresado más que nunca, la desigualdad económica, las muertes
por accidentes de transito, violencia y enfermedades todo a disminuido
drásticamente ¿Qué más podría querer la humanidad?

_ Muchacho, reconozco que lo que dices es verdad, pero créanlo o no, una victoria
con trampas no es una victoria verdadera. Nosotros penalizamos a los deportistas
por consumir Soma como lo hacemos por consumir cualquier otra droga, porque
el fin de los deportes es explorar y extender los potenciales de la humanidad. La
droga es una buena asistencia, pero, en el fondo seremos siempre iguales, la
determinación para llegar más lejos y lograr más queda secundada.

_ En esa lógica toda herramienta es negativa_ Responde Hernán irritado_ Eso es


cinismo puro.

_ El hombre en la sociedad está encadenado, pero es un animal doméstico, en la


naturaleza moriría por mano propia, reconozco esa dualidad. Pero el proceso del
hombre dentro de su sociedad, los conflictos que nacen de adaptarse el uno al
otro, del uno al sistema y al mundo; eso es la fuente de la belleza, las virtudes y
el arte. El arte que según muchos es el propósito del existir del hombre, no tiene
propósito sin dolor y bien uno puede decir que el arte puede hablar del placer y la
paz, esas ideas sólo existen gracias a su contraparte. El Soma y FarmacHer
crearon un mundo sin contrastes ni colores. Es el precio por nuestro húbris
supongo, es vivir sin arte. Vivimos cómodos, satisfechos y pragmáticos. Toda
condición humana se convirtió en un problema corregible o enfermedad
medicable.

_ ¿Cree entonces como los cristianos que vinimos al mundo a sufrir?_ Preguntó
un reportero tratando de ridiculizar al hombre

_ Yo creo que no vinimos al mundo para ningún motivo, somos hijos no deseados,
o como me gusta decir; “colados a la fiesta”. Pero si he de buscar un propósito,
sería el vivir y cambiar, como es el proceso de existencia de todo en el universo. Si
he de sufrir hay que hacerlo con intensidad, usar esa fuerza, esa energía para
cambiar.

Nadie puede disfrutar y apreciar más una puesta de sol que alguien que vivió
encerrado por años.

El arte_ Continuó el filosofo_ El arte, era nuestra reacción ante la forma en como
el sufrimiento nos hacía maravillarnos y apreciar el mundo. Pero ahora ya no hay
más que mercadotécnica de la satisfacción, convirtió a gigantes como el mismo
Hernán Bermúdez, en mediocres a mi mismo nivel, solo que con mejores drogas.
Tengo la teoría, por la que podrían quemarme en la hoguera al decirla, pero creo
que el héroe más grande de nuestra generación y discutiblemente de la historia,
no es más que un niño mediocre con suerte.

Hernán irritado se encapuchó y empujó su camino a la habitación. Bernadette lo


siguió preocupada.

_ No tomes nada de lo que dijo personal, él no te conoce, se basa en tu fama y


nada más. Nunca te vio siendo humano como yo.

_Es lo que más me molesta, tiene demasiada razón… yo, yo, necesito irme.

Ignorando las quejas de Bernadette tomó sus cosas y llamó a un taxi, quince
minutos más tarde estaba en camino al aeropuerto. Llamó al piloto más cercano
a través de una app y lo contrató para llevarlo en su jet a casa. El piloto nunca
preguntó por su nombre en todo el viaje, solo estuvo sentado distraído
entretenido con algún juego mientras la nave se pilotaba sola. En el viaje Hernán
pensó en como se aseguró de arruinar la vida de Emanuel y su padrastro, en
todas formas posibles, simplemente porque en el momento lo consideraba
correcto. Dudó de haber hecho lo correcto, dudó de haber alguna vez en su vida
haber tomado una decisión correcta o de haber tomado una verdadera decisión y
no ser títere de un destino predeterminado.

_ ¿Que puedo hacer para tomar control de mi mundo?_ Se preguntó mirando las
nubes oscuras a su alrededor_ Ya lo tengo todo, la religión ya es una vela
moribunda, los gobiernos son títeres y los negocios dependen de FarmacHer. El
valor de las monedas dependen en su parte más esencial de mi empresa ya que la
moneda internacional más usada dejó de ser el dolar Americano para ser el
crédito de FarmacHer. Podría asegurarme de que mi imperio caiga, podría hacer
un plan y poner a cargo a personas inestables o partidarias. Pero eso ya no es
práctico, con Soma no hay quien caiga en irracionalidades como esas, la junta
directiva y Francis nunca me dejaría tomar semejante decisiones. Creé un
monstruo de realidad y no hay forma de matarlo.

Sobrevolando su madre-patria Hernán solicitó al piloto desviarse y después de


una hora estaba bajando en el aeropuerto del que partió originalmente a la
universidad. Rentó un auto y condujo hasta la casa de su infancia, el barrio
estaba prácticamente abandonado. Sus padres se habían mudado al chalet que
les compró para quedar bien con la prensa y evitar que su madre intente exigir
más. Dejó el auto deportivo de lujo en la calle, completamente disonante con la
zona, caminó por el lado de la casa, hasta el fondo donde había ruinas de una
casona muy antigua, de la cual la casa actual era una mera exención. Caminó
por los escombros como solía hacer hace muchos años, miró los dibujos en tiza y
carbón que hizo durante su infancia y adolescencia. Se recostó en la pared bajo
un dibujo de cráneo con las palabras “memento mori” nostálgicamente mirando
al cielo por la falta de techo.

Cuando adolescente, en sus momentos más triste, escapaba diariamente de su


casa para pasar las noches ahí, lejos del mundo, lejos de quienes le decía
mariquita y de las manos de su padrastro.

Esa casona sin techo fue su verdadero hogar, su refugio.


Acostado, rodeado de tantos recuerdos crueles, amargos como pacíficos y
hermosos. Miraba las nubes de lluvia, con su tono verdoso, retrasando el
amanecer, pudo ver las gotas de llovizna ser balanceadas por el viento y caer.
Metió su mano en el bolsillo y de ella tomó un frasco con sus píldoras
personificadas de Soma, levantó una en el aire. Recordó su vida nuevamente,
como una serie de eventos de los que él era unicamente un testigo, se sintió como
el rey de la historia de Amaru, empujado por mareas. Se sintió como el producto
de una serie de dominós que culminaron en la situación actual. La idea del
destino, de los dioses, pasaron por su mente. Nunca se sintió en control de su
vida hasta que tomó Soma, pero no podía admitir si el Soma le daba el control o
la ilusión del mismo.

Hernán Bermúdez dudó si el mundo que creó era algo inevitable y él solo una
herramienta de la divinidad o genuinamente tomó el control de su destino. Junto
a las nubes la píldora naranja se veía brillante, plástica y prometedora…

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