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Capítulo 1
Hernán Bermúdez, leyó su nombre en voz alta, una y otra vez en la etiqueta de su
mochila mientras caminaba. Hacía tantos meses que nadie lo llamaba por su
nombre completo, que al repetirlo en la silenciosa oscuridad del desierto, lo hacía
sonar como algún hechizo antiguo o una profecía indígena. Miró su reloj digital
con recelo, sintiéndose débil por caer en la tentación de usarlo, ya que no quería
tener el menor interés de saber en qué momento o lugar se encontraba. Estaba
perdido en un vasto desierto, caminando cerca de la ruta donde lo dejó el ultimo
camionero. Eran las tres cuarenta y seis de la madrugada, el brillo verde de su
reloj digital le recordó las madrugadas cuando dormía en su antigua casa,
mirando el cielo estrellado, preguntándose sobre el futuro, sobre realidades
alternas, sobre mundos en los que él podría ser más de lo que era.
_¡Hernán Bermúdez!_ repitió con una voz áspera y casi en un susurro. _Hernán
Bermúdez_ Estudiante de farmacología, hijo del difunto Walter Bermúdez;
hombre famoso por su habilidad con las mujeres y el deporte, conocido entre
vecinos por carismático y desorganizado, casado con de Gabriela Laenen, mujer
frágil, criada con valores retrógrados y de autoestima inexistente. Hernán no
quería sentir rencor hacia sus padres, pero no podía evitar sentir ese pequeño
peso en el fondo del pecho, ese estorbo desagradable, recordatorio de angustias
sufridas, como el latir de una fractura mal curada en días de humedad.
Caminó hasta que sus piernas temblaron, pero no se detuvo, el amanecer estaba
a pocas horas, continuó, pero el sol nunca apareció en el horizonte, ni a las seis,
ni a las siete de la mañana. Las nubes negras no permitían que el astro rey
proyectara existencia en el casi infinito desierto. Hernán se preguntó si aún
continuaba en Bolivia o había llegado a Paraguay, sacudió la idea de su cabeza,
no le tenía que importar el lugar, no tenía que tener el menor valor el destino o el
lugar, sino su alma, su paz y el avanzar. No se cuestionaba si viajaba o escapaba,
no quería que le importara, no quería cuestionar el porqué de lo que hacía,
trataba de dejar esa actitud en el pasado, quería ser como no podía, quería
dejarse libre, sin ataduras a la tierra o a las personas.
Cerca del medio día el hambre comenzó a ser una molestia, buscó en su mochila
y encontró un sándwich que había sido mojado por la lluvia del día anterior y en
el que creció un moho verdoso. Miró por unos momentos el pan cuestionándose
si comerlo o no, si tirar la parte mohosa y comer el resto. Pero antes de llegar a
una conclusión, sacudió su cabeza, tratando de perder la costumbre de pensar y
arrojó el pan lejos con un mayor esfuerzo del que era necesario, haciendo que
pierda el equilibrio. No se cayó, pero lo dejó jadeante, no entendía por qué se
esforzó tanto en arrojar lejos el sándwich en vez de dejarlo caer. Entonces miró el
horizonte y la luz de un relámpago le despertó nuevos recuerdos, nervios y una
calamitosa alegría. Tomó con firmeza las correas de su mochila apretándola
contra su espalda sudada apuró el paso.
El primer trueno sonó distante, como el golpe de algún dios primitivo sobre esas
tierras, sintió nervios, como si tuviera que comportarse con formalidad ante
autoridades extranjeras.
Una hora antes que la lluvia comenzara, había alcanzado a ver luces a la
distancia entre los montes, parecía haber un pueblo, trató de no perderlo de vista
entre el manto de agua y viento, pero desaparecía de la realidad como lo hacía
por momentos la ruta. Repentinamente el mundo se desvaneció, el sonido de las
gotas cayendo y el viento susurrante permanecía, pero el mundo dejó de ser, todo
era blanco, una infinita blancura. Levantó sus manos frente a su rostro pero no
había nada ahí, solo el infinito que duró unos eternos segundos hasta que
suavemente el mundo volvió a existir. Pero antes que pudiera celebrar, todos los
sonidos del mundo explotaron con un rugido descomunal que parecía venir de
pocos centímetros sobre su cabeza. Fue el trueno más poderoso e intenso que
jamás había escuchado, sus oídos se saturaron y su cuerpo tembló al son de la
música cósmica.
Vio un haz de luz que un camión proyectó a través de las gotas de lluvia, estiró el
brazo haciéndole seña para que se detuviera y como siempre sucedía, el
camionero se acercó. Abrió la puerta tan cerca cómo pudo del montón de bolsos
caminantes y Hernán miró el rostro del hombre, notando los típicos rasgos
indígenas de la zona, a su vez el camionero, quien se presentó como Carlos
García, le preguntó de dónde provenía, ya que su rostro pálido y delicado aunque
curtido por el sol de los últimos días, era del típico turista anglosajón. Con
timidez Hernán responde que proviene de Europa, aunque ninguno de sus
apellidos reflejen ello. Con intriga Hernán le pregunta si hay un pueblo próximo.
Soltando aire en una corta risa Carlos responde secamente que no, que el
próximo pueblo se encuentra a más de cien kilómetros más adelantes. Hernán no
entendía, vio luces de un pueblo no muy lejos de donde estaban, Carlos sonrío y
comentó que la lluvia o el sol debió haber afectado la cordura del joven gringo. El
comentario sobre su cordura le tocó una fibra sensible en Hernán, no por lo que
el hombre dijo, sino por las palabras que usó. Había un cierto orden de palabras
y entonaciones típicas de su padrastro, quien constantemente le acusaba de estar
desequilibrado, loco o enfermo de la cabeza por ser homosexual.
Pasando cerca de donde había visto la luces, Hernán decidió bajarse y a pesar de
la insistencia del camionero, ninguna palabra que le dijera podía hacerle cambiar
de parecer una vez que había tomado una decisión. Fuera del camión, bajo la
lluvia, se despidió secamente de Carlos y miró hacia las negras y oscuras
sombras entre los montes. Caminó hasta buscar el primer lugar donde protegerse
de la lluvia. Se sintió cómodo en una pequeña cueva formada por dos rocas
enormes y ahí mismo se sentó, se cambió de ropa por otra ligeramente más seca
y las dejó secar mientras intentaba dormir. Había algo en la lluvia que lo
tranquilizaba, lo arrullaba como una canción de cuna y después de unos pocos
minutos cayó en un profundo sueño.
Capitulo 2
Hernán trató de quejarse, de decirles que estaba bien, pero su voz se quebró, era
cierto que estaba mal de la garganta, con una voz rasposa y entre toses preguntó
quiénes eran y que querían. Después de hablar sintió nervios de haber sonado
agresivo o desagradecido a las personas que parecían preocupadas por él, pero
permaneció en silencio, esperando una respuesta.
La anciana de cabellos grises habló en su lengua con las otras personas, después
miró al joven febril y con un fuerte acento indígena le respondió que el debía
quitarse la ropa húmeda, que su campamento no estaba lejos, que uno de los
niños había salido a jugar en la lluvia y lo encontraron en la cueva quejándose en
sueños. Les pareció que estaba enfermo y necesitaba ayuda.
Vinieron unas mujeres para traerle una manta y ofrecerle una tienda en la que
dormir, él no quería aceptar la oferta, siempre le incomodaron las reuniones y la
gente demasiado solidaria, tenía demasiada experiencia como para confiar con
facilidad. Cuando trató de quejarse tuvo un ataque de tos tan intenso que lo dejó
sin aire y mareado.
Escuchó llegar más personas corriendo, pero por tener los ojos llenos de lágrimas
no pudo ver quiénes eran. Tosió incluso cuando lo tomaron en brazos y lo
llevaron hasta una fogata dentro de una tienda.
Despertó tosiendo, escupiendo una pesada flema pero sintiendo la tos más limpia
y clara, su garganta estaba más despejada. Vio la oscuridad a su alrededor, pero
luz se filtraba por el entretejido de la tela de la tienda, se dio cuenta que estaba
usando únicamente ropa interior y cubierto por una manta extraña con diseños
de rombos, triángulos y más figuras geométricas típicas en los indígenas de la
zona. Buscó en la penumbra su ropa para encontrarla doblada a pocos
centímetros de sus pies, se vistió rápidamente y salió con cuidado para
encontrarse con unas mujeres amamantando, vestidas con ropas artesanales,
sencilla, descolorida por el sol. Las saludó tan amable como pudo y al verlo una
de ellas se levantó con ojos bien abiertos y caminó rápido hasta una tienda
cercana, sin soltar a su bebé.
Hernán estaba nervioso, incómodo y asustado, a pesar de que las otras mujer
aún estaba amamantando lo miraban y le sonreía con amabilidad. De una tienda
salió la anciana que le había ofrecido ayuda. Hernán se inclinó tratando de
saludar respetuosamente, pero ella no lo permitió, lo tomó del hombro y le dijo
que ella no es quien para recibir tanta reverencia,
_ Soy simplemente una anciana, la más anciana de la tribu pero una anciana
nada más.
Amaru lo invitó a sentarse junto con las demás mujeres y comenzó a explicar su
curioso estilo de vida, como se instalaban por un año en un terreno cerca, pero
no demasiado, de algún pueblo para cultivar plantas que ellos orgullosamente
proclaman ser los únicos poseedores y para después venderlas junto con
artesanías.
Amaru Nadayanen caminó hacia las madres que amamantaban, se sentó e invitó
al muchacho a sentarse nuevamente pero sabía que él no aceptaría. Ella le dijo
con una voz serena y esta vez sin ese sonoro y musical acento.
_ Te entiendo, pero nada ganas escapando. La vida es corta, pero si uno escapa;
el camino se hace infinito y los momentos eternos.
Hernán escuchó palabras, escuchó sonidos, versos, silabas, pero detrás de ellos
no encontró nada más que lástima. Odiaba que las personas lo miren con
lástima, siempre creyó que no existe peor sentimiento que se puede sentir hacia
otra persona que la lástima, porque es como si lo consideraras inferior, un ser
incapaz de valerse, destinado al sufrimiento a mendigar piedad del mundo. No
pretendía mendigar nada a nadie nunca.
Amaru lo tomó del brazo y lo miró directamente a los ojos con las cejas arqueadas
y le pide que aún no se vaya, que trate de permanecer con ellos hasta la hora del
almuerzo.
Cerca del mediodía llegó un grupo de hombres de piel bien morena, con tatuajes
en la piel y espaldas castigadas por el sol. Los hombres llegaron en silencio
haciendo caso omiso a la presencia del joven anglosajón sentado entre las
mujeres. Toda la comunidad se sentó a comer en círculo bajo la sombra de una
roca y una tienda. Nadie hablaba mucho y Hernán no sabía si sentarse o no,
hasta que uno de los hombres hizo un espacio a su derecha a la vez que le ofrecía
un pedazo de pan, que aceptó y comió lentamente como los demás. La comida
era desabrida pero consistente. Uno de los hombres de larga cabellera negra y
bien trenzada lo miró discretamente mientras comían, Hernán lo notó y le dirigió
una mirada inquisidora.
_ Hay angustia en ti muchacho, comes con desgano pero con hambre. Tienes
prisa pero no te preocupa alimentarte ¿Acaso escapas de la policía? ¿Eres un
fugitivo?_ Dijo el hombre después de una pausa para masticar
_ ¡No!, no, no para nada señor, no escapo a ningún lado, solo viajo, siempre quise
viajar cuando terminaran mis estudios.
_ Sé diferenciar a alguien que viaja de alguien que escapa joven._ Respondió con
voz tranquila el hombre, sin apartar la vista del rojizo y quemado rostro del
muchacho.
Después de almorzar la gente fue a refugiarse del sol dentro de sus tiendas para
dormir, pero Hernán, quien no estaba acostumbrado a dormir siesta, pensó que
era el momento adecuado para irse. Entró en la tienda a buscar su mochila y
cuando salió, la anciana Amaru lo estaba esperando.
_ Espera joven, antes de que te vayas quiero ofrecerle algo, es un té. En nuestra
cultura no es costumbre aceptar forasteros a comer con nosotros, pero hay algo
en ti que nos dio a entender que necesitas ayuda o tal vez guía. Por eso te he
traído este té.
_ Muchas gracias y de verdad aprecio sus intenciones, pero no hace falta ningún
regalo, con el techo y la comida fue suficiente._ Respondió Hernán afable.
Amaru Nadayanen se aceró al joven y con una voz armónica, llena de paz y
preocupación a la vez dijo; _ Esto que te ofrezco no es un regalo, tampoco es un
té ordinario. Es mucho más, verás, la leyenda cuenta que había un rey que se
había enamorado de la diosa del mar. Él estaba casado, con hijos, pero aun así la
diosa cautivó su amor. Ella le dijo que solo podía estar con él si dejaba atrás
todo. Entonces el hombre abandonó a su mujer, a sus hijos y sus títulos, fue a
las orillas del acantilado y le preguntó a la diosa si podían estar juntos, pero la
diosa le dio uno de sus besos salados y le respondió que aún no, que seguía
siendo demasiado, que en ella él se ahogaría y moriría. Entonces el hombre
decidió ayunar y sentarse junto al mar, flotando boca arriba demostrando que
podía vivir. La diosa compasiva lo miró y le dijo que aún cargaba miedos y
pesares que lo unirían al fondo. El hombre le dijo que él no temía a su amada,
pero esa misma noche se desató una tormenta, el hombre se enfrentó a olas y
vientos que le asustaron y entró en pánico.
El hombre llegó a la orilla apenas con vida, con gran tristeza y angustia sabiendo
que no podría estar con su amada, comenzó a llorar lágrimas que se unieron al la
diosa que se compadeció. Al recordar que ella y él no eran más que el mismo ser
en diferentes cuerpos, la diosa pidió a su hija la tierra que la ayudara, que le
diera al hombre algo que les permitiera ser uno, que le permitiera estar con ella
superando todos sus pesares.
La diosa tierra vio a su madre angustiada, vio al hombre que había creado y
decidió darle algo. Mientras el hombre dormía en la orilla, a su alrededor
nacieron muchas flores, como las que nunca fueron vistas antes, flores que se
alimentan de agua salada, flores hermosas de cuatro pétalos blancos alargados,
rizados y con dos líneas negras en cada uno.
Al despertar el hombre se encontró rodeado de estas plantas y preguntó que eran,
la tierra contestó que le ayudarían a superar todos su pesares. Enseguida recogió
varias y se preparó un té. Nada cambió en él ese día, pero tanto él como su
amada estaban ansiosos por estar juntos. Al día siguiente el hombre se despertó
sintiendo hambre, con dolor en el cuerpo por la sacudidas del mar,
preguntándose por qué había cometido tantas tonterías. Despertó, recordándose
a sí mismo como alguien muy lejano e iluso, la diosa mar trató de hablarle, pero
él solo escuchaba olas y viento. Ella se dio cuenta que su amado ya no temía, ya
no sufría, pero tampoco la amaba y tampoco creía en ella. Tanta fue la tristeza de
la diosa que lloró y lloró. Sus lágrimas ascendieron al cielo, a las montañas,
convirtiéndose en ríos y arroyos. Ella se secó y el mar dejó de ser. Para cuando el
mar se había secado, el rey se había ido, había vuelto con su familia, tenido
nuevos hijos y había sido enterrado.
Hernán escuchó todo con paciencia y preguntó con amabilidad porqué le contaba
esa historia. Amaru Nadayanen tomó al muchacho del hombro y lo guió en
silencio hasta el borde de un acantilado de donde se podía ver el vasto desierto
siendo cocinado por el sol de mediodía.
_ Pues, veo calor, mucho calor, un enorme y árido desierto, ¿Qué tendría que ver?
_
_Te diré que ves, estás viendo el cadáver de alguien que murió de amor, estás
viendo lo que quedó de la diosa mar._ Respondió Amaru Nadayanen.
Entonces Hernán se dio cuenta que era verdad, todo ese enorme desierto alguna
vez fue un mar gigantesco que se secó. Al ver la expresión en el rostro del joven
Amaru metió la mano en su bolsa y de ella sacó varios pétalos alargados, como
en la historia.
Hernán acepta la pequeña bolsa con ambas manos y sin palabras que se vengan
a su boca, simplemente se inclinó en reverencia a la mujer, quien con una triste
sonrisa se aleja y regresa a su tienda.
Capítulo 3
Hernán caminó mirando varias veces hacia atrás, hasta encontrarse con la ruta y
proseguir por ella. El sol dejó de ser simplemente un calor, sino que se convirtió
en un dolor punzante en el cuero cabelludo, incluso a través de la gorra, era
como si tiraran su piel, como si clavaran millones de agujas en ella. Se cuestionó
su cordura, se enojó consigo mismo por no haber esperado otro momento, pensó
en la muerte, pensó en que por su culpa, por su idiotez, se había condenado a
morir cocinado a rayo de ese ardiente sol.
Caminó y caminó, hasta que sus ojos dejaron de guiarlo, su cuerpo tambaleaba,
sus brazos parecían querer desprenderse de su cuerpo y desplomarse con el peso
de toneladas en el suelo. Cuando finalmente pensó en dejarse caer y morir, algo
lo despertó de esa fantasía de paz eterna. Era el ruido de un camión, no muy
lejos detrás de él, hizo señas, hasta se paró en medio de la ruta para llamar su
atención y así lo consiguió. El camionero lo vio deshidratado, rojo y casi muerto
por el sol, preocupado, se apiadó del joven, le dio agua, la cual fue bebida con
desesperación. Después guió al chico al costado del camión donde tomó una
manguera y lo roció de agua de pies a cabeza. Jamás antes en su vida Hernán
había sentido algo tan placentero, la caricia dulce y fresca del agua en su piel
dolorida, el peso de su ropa húmeda abrazándolo, refrescándolo, fue algo mágico,
algo celestial. Pero poco pudo disfrutarlo antes de perder la conciencia.
_ Bueno Hernán, estuve esperando que despertaras para que me digas, quien en
su sano juicio camina en la ruta a las horas que tú lo hiciste, acaso ¿Tuviste un
accidente en el camino o que sucedió?_ Preguntó Eduardo con un ligero tono
penoso mientras trataba de leer las expresiones en el rostro de su huésped.
Hernán caviló unos segundos y finalmente abrió la boca, pero no tenía palabras
para explicar su decisión, no entendía qué lo poseyó para arriesgar su vida de esa
manera.
_ ¡Bueno!_ Dijo ella. _Será mejor que te traiga algo de ropa mientras la tuya se
seca.
Cuando salió a la sala de estar, se encontró con una humilde casa de ladrillos
pintada de blanco, aunque en algunas zonas la pintura parecía estar cayéndose y
en otras se notaba claramente que se hicieron reparaciones. La casa era
estéticamente atractiva, la habitación constaba de varios muebles, pero ninguno
ostentoso o demasiado grande. La pareja estaba sentada en una pequeña mesa
redonda de mantel blanco, hablando, tomando un té y mirando la televisión
silenciada. Cuando se percataron de la presencia del visitante ambos lo
saludaron y movieron una silla para que se sentara, con un poco de torpeza
Hernán se sentó junto a la pareja, titubeó unos segundos antes de hablar.
_ ¡Tonterías! No hace falta que nos pagues con nada gringuíto ¿Qué clase de
cristianos seriamos si dejáramos morir a un hombre al sol?
_ No creo que sea lo mejor chico, tu ropa aún no está seca, yo diría que sería lo
mejor que esperes hasta mañana, puedes dormir en el cuarto que estabas, era de
nuestro hijo antes de que se marchara a la universidad. Al decir esas últimas
palabras se notó un tono, un nudo de angustia en su voz.
_Lamento mucho escuchar eso._ Hernán se sintió incomodo, no sabía bien cómo
reaccionar, les preguntó sobre qué carrera estudió su hijo en la universidad y
sintió un frío bajar por su pecho cuando ambos respondieron en coro que
estudiaba farmacología. No entendía porque se sintió así, porque ese frío ese
vacío en el pecho se sentía como un augurio.
_ Poco más que un dos meses._ Respondió extrañado por la manera en que esta
mujer lo hacia sentir cómodo. Siguieron conversando hasta bien entrada la
madrugada y se retiraron un par de horas antes del amanecer.
Capítulo 4
Caminó hasta la plaza principal del pueblo y se sentó, mirando la fuente de agua
cristalina y las palomas bañándose. Tomó algo del pan que tenía guardado en la
mochila y se las dio de comer, las miraba con los ojos perdidos en una distancia,
pasó un tiempo infinitivo, cuando una sombra apareció espantando las palomas.
Cuando levanto la mirada se encontró con una chica vestida en un atuendo
veraniego, aunque gótico, compuesto de sandalias altas, una pollera negra, un
top ligero y negro dejando al descubierto un pálido y plano vientre. Ella levaba
una sombrilla negra sobre sus cabellos despeinados, los que enmarcaban su
pálido rostro, con ojos delineados en un diseño simple con un pequeño espiral
que bajaba del ojo derecho hasta su delicado pómulo. Él la mira y se sorprende
ante un personaje tan poco común con respecto al lugar.
_ ¿Qué haces aquí tan solo? Te vas a insolar._ Dijo ella con una voz juvenil
aunque solemne.
_ ¿Qué consigues?
Ella se sentó junto a él y entre los dos formaban una pintura contrastante con el
colorido y rojizo paisaje de la zona. Ella vestida de negro, el con los cabellos
enmarañados pantalones negros y camiseta gris compartía el look
monocromático. Ambos miraron a las palomas revolotear por un momento en
silencio. Después de unos segundos ella se puso de pie bruscamente.
Hernán la miró con los ojos bien abiertos, sorprendido pero un tanto intimidado
aceptó la oferta. Caminaron hasta una cafetería muy elegante, prolija y
doméstica. Sentados en la mesa externa, él se miró en el reflejo de la ventana y le
costó reconocerse; su cabello estaba enmarañado, sus ojos tenían oscuras ojeras
y su piel estaba despelechada por las quemaduras del sol.
_Sí lo noto, es un lindo acento. Dime bonito, ¿tienes algún plan para ésta noche?
_ Bueno, la verdad que tenía pensado irme del pueblo y seguir mi camino al sur._
_ Yo creo que la pasarías bien, además hay muchos chicos como tú, es un
ambiente muy abierto de mente y culturalmente variado._ Respondió ella
mientras bebía su café con cuidado de no estropear su labial.
_ Digo, no quiero ofenderte ni hacer falsas afirmaciones, pero ¿Eres gay verdad?
tengo una especie de sexto sentido para detectar esas cosas, siempre que veo un
chico que me gusta por lo general es gay.
_ Bueno, supongo que no pierdo nada con pasar una noche más aquí._
Respondió el con una sonrisa de labios apretados.
Después de pagar se pusieron de pie y caminaron hasta donde ella vivía, era una
casa antigua, muy grande, donde había una gran puerta verde. Ella abrió sin
llave y lo invitó a pasar por un largo pasillo lleno de pinturas en las paredes, las
pinturas eran con estilos de grafittis y a su vez habían varios carteles pegados
que hablaban sobre clases de música con muchos instrumentos diferentes, junto
con otros que eran sobre conciertos pasados y clases de jardinera, carpintería,
artesanías de todos tipos y hasta orfebrería. Bernadette le explicó que ella lleva
viviendo cuatro años en ese edificio, que consiste en una comunidad solidaria no
lucrativa en la que se ganan la vida cada uno trabajando, pero a la vez pagan los
gastos como una comunidad.
Hernán estaba impresionado, había escuchado de gente que vivía de esa manera,
pero jamás se imaginó que conocería a alguien con un estilo de vida así en la
época moderna.
_Hernán, él es Roberto, es como el padre de todos los que vivimos aquí, aunque
es menor que yo, “no preguntes mi edad”. Su familia era dueña de la casa y
pensaban venderla, porque no podían reformarla y el decidió convertirla en un
hogar para los refugiados de la realidad como yo. La familia creció y creció, somos
ya quince personas que vivimos aquí, pero siempre hay gente que va y vienen
como tú.
Hernán se fascinó, impresionado tanto por las dimensiones del edificio como las
de su dueño.
Hernán sintió una aguda angustia, culpa, sumada a la vergüenza y las punzadas
de dolor. Se recostó en posición fetal abrazando la almohada mientras trataba de
ahogar su llanto. Cuando recuperó su compostura salió de la habitación, vio a la
gente aún alegre festejando, completamente ajena a lo que estaba sufriendo. Miró
a su alrededor y vio en un círculo de personas a Emanuel entre risas con otros
compañeros y otra punzada de dolor junto con una oleada de vergüenza y
angustia se apoderó de él.
Hernán miró ese rostro pálido, esa hermosa mujer con su delineado perfecto,
labios negros sonrientes y se sintió traicionado, una víctima de una trama. Lleno
de rabia y algo ebrio, la empujó sin entender que estaba haciendo. Ella tropezó y
cayó de espalda en el suelo frente a todo el mundo, quienes hicieron un silencio
mirando a Hernán con rabia. Un par de hombres lo empujaron y le gritaron, él
asustado trato de ver a través de las lágrimas y salió corriendo del patio haciendo
una pequeña pausa para tomar su mochila. Lo que le dio tiempo a una chica
ebria furiosa por lo que él había hecho, de arrojarle la cerveza de su vaso.
Capítulo 5
El hambre se hizo sentir y revisando su mochila, encontró algo de dinero que aún
tenía y la pequeña bolsa con la flores que la anciana Amaru le había obsequiado.
Decidió que no perdía nada con probarlas, así que fue a un pequeño hostal y
reservó una habitación, pidió para prepararse un té y en vez de aceptar los
diferentes paquetes que le ofrecieron, simplemente coloco a hervir una de las
flores. Enseguida notó que la flor teñía el agua de un tono marrón verdoso.
Habiendo servido el té en una tasa elegante de porcelana, se preguntó si podría
ser peligroso, si quizás tenía una reacción alérgica o hasta se podía intoxicar.
Pero poco le preocupó la idea de morir, se sentó cerca del balcón y sobró un
pequeño trago del amargo té. Sentía la amargura del té bajar por garganta pero
no sintió ningún efecto más que relajación y el cansancio en sus hombros. Se
acostó en la cama y por primera vez en muchos años pudo dormir plácidamente.
Sus angustias no le pesaban más en los hombros, veía los recuerdos de sus
tragedias como historias contadas por el amigo de un vecino. Tomó su mochila,
fue al encargado del hostal, le preguntó cómo llegar a la capital, le dijeron que
quedaba a más de diez horas de viaje en dirección al este. Sin perder tiempo, pero
tampoco apresurándose, Hernán caminó hasta una estación de servicio donde
había varios camioneros sentados en un pequeño bar conversando entre ellos. Se
acercó a los camioneros y comenzó a conversar con ellos, invitó a todos un
cigarrillos que fueron bien recibidos. Poco después preguntó a los hombres si
alguno viajaba a la capital, dos responden que sí, los miró por un segundo y les
preguntó si alguno de ellos le hace falta un copiloto. Ellos se miraron entre si un
instante y dijeron que claro, que puede acompañarlos. Uno de ellos dijo que
piensa pasar la noche en el pueblo, pero el otro afirmó que planea dormir una
siesta en la tarde y viajar por la noche para evitar el calor.
_ Estaba con mis amigos de viaje y me separé de ellos para ir a una fiesta,
metieron algo en mi bebida, lo siguiente que recuerdo fue despertar atado en una
cama y.....no quiero dar detalles de eso. Pero los hombres tomaron todo mi dinero
y dijeron que pedirían rescate por mí. Pase cuatro días encerrado y convencí a
uno de los guardias de beber hasta que se durmió y aproveché para escapar
tomando mi mochila en el proceso. Aún está mi pasaporte, se lo mostró al
embajador quien en silencio lo revisó y una vez analizado por una luz especial lo
devolvió prometiendo ayuda. Pasó la noche en un hotel pagado por el embajador
y al próximo día a primera hora fue visitado por policías preguntando por su
testimonio el cual fue completamente inventado.
Trabajaron con entusiasmo todo el día, unos encargados de analizar las pocas
flores mientras que otros interrogaban a Hernán para averiguar cómo fue que
descubrió las plantas y como debían ser cultivadas. El joven no se traicionó a sí
mismo, sabía la exacta cantidad de información que dar sin comprometer a la
tribu ni a sí mismo. Sus ex compañeros lo notaron diferente, confiado, fuerte,
más carismático y misterioso.
_ Tal vez tengas razón, pero no voy a arriesgarme, si mis planes se dan como
quiero, no debería perder tiempo ni jugar a los dados con los resultados.
_ Jajá ¿Genuinamente cree que su droga lograra hacernos ricos?_ Dijo el químico
entre risas.
La luz del amanecer encontró a Hernán dormido sobre una montaña de papeles y
libros como era costumbre cuando era estudiante. Se despertó cansado y
contracturado pero nada que no superara después de estirarse. Se sirvió un café
de una de las máquinas instantáneas y caminó hasta el laboratorio, no había
nadie, pero las maquinas estaban aún funcionando. Revisó los resultados y llegó
a la conclusión de que los componentes de la planta eran difíciles de recrear pero
no imposibles. Pasaron varios días mientras que el señor Hernán Bermúdez hacía
llamadas y contratos para producir su nuevo proyecto, le resultó difícil pero
consiguió el apoyo de varios inversionistas interesados. También el apoyo de
varios estudiantes interesados en ganarse fama y fortuna con lo que parecía ser
un gran proyecto y con un líder tan carismático e interesante como lo estaba
siendo él.
Capítulo 6
Se dejó caer en la tina, se quitó la ropa haciéndola una pila junto a la pared, dejó
que el agua de la ducha lo tranquilizara. Recapitulaba todo lo que había pasado
en su vida hasta el momento, entendió que no podría hacer nada sin ayuda,
todos sus proyectos parecían imposibles, parecían demasiado complicados. Se
sentía incapaz de llevar a cabo las titánicas tareas que se había proyectado,
entendió que hasta que la droga no esté sintetizada necesitaba seguir la
corriente, actuar como estaba actuando para que todo siga su curso. Pensó en
uno de los estudiantes a quien recordaba siempre servicial durante la semana en
la que se unió al proyecto, entendió que el chico lo admiraba y tenía tanto
potencial como él cuando comenzó a estudiar.
Pasaron dos meses en los que el señor Bermúdez prácticamente era un ermitaño
y únicamente tenía contacto con su asistente Francis, la gente comenzaba a
sospechar de las secuelas emocionales del secuestro, también comenzaron
rumores de consumo de sustancias y demás. Pero mientras los rumores
circulaban en contra o en favor, los resultados de laboratorio parecían cada vez
más prometedores y los inversionistas parecían cada vez más interesados.
Cuando Francis llegó con la noticia de que la droga había tenido sus primeros
resultados positivos en animales Hernán se exaltó, se vistió, se afeitó y arregló su
cabello. Habiéndose preparado lo suficiente, Hernán actuó su papel a la
perfección en el laboratorio, los rumores le habían conferido una reputación de
ser alguien rudo y autoritario. Fingiendo seguridad y disimulando su pánico,
insistió a los laboratoristas de que le dieran una muestra de la droga para el
investigar por sí mismo, presionados por la reputación de su jefe los
laboratoristas aceptaron. Sin perder tiempo Hernán se dirigió a su habitación
junto con Francis intimidado y nervioso.
_ ¿Dime niño cuales fueron las peores consecuencias que ocurrieron en
animales?_ Preguntó Hernán
_ El último caso mortal que tenemos registrado era en el versión S57 y la que
tomamos de laboratorio es la S87, quiere decir que ya probamos y descartamos
treinta versiones anteriores sin mayores contratiempos salvo que no cumplían los
específicos requisitos que usted exigió y la agencia gubernamental exige.
_ Harás lo que te diga o encontraré a quien lo haga._ Respondió con voz firme
tratando de disimular el pánico y el nudo que había en su garganta.
Francis apresuró a preparar todo para que su jefe pudiera suministrarse la dosis
correcta probada por el laboratorio. El muchacho preocupado por la salud de su
jefe trató de disuadirlo, pero las respuestas recibidas eran secas y escasas.
Cuando Francis llegó, encontró a su jefe recostado contra la pared cabeza gacha
murmurando palabras inentendibles y un delgado hilo de saliva colgaba de sus
labios. Corrió a su auxilio limpiándole el rostro, las lágrimas que corrían en sus
mejillas y enseguida se concentró en buscar el equipo para medir la presión y el
ritmo cardíaco. Llamó al hospital, les contó haberlo encontrado inconsciente, no
dijo nada de la droga, según los médicos todo parecía normal.
Capítulo 7
_Si señor, así es._ Respondió el joven, impresionado por el gran cambio que tuvo
el rostro de su jefe con solo una variedad de expresiones. Como con el ceño
fruncido parecía alguien mucho mayor e intimidante, pero simplemente con una
sonrisa, su edad se reducía y hasta su altura parecía reducirse.
_ S... Señor ¿Está usted seguro? aún no sabemos qué clase de efectos puede la
droga tener en usted, además...
Hernán miró al muchacho primero con ojos pesados y casi volviendo a fruncir el
ceño, pero cuando parecía a punto de enojarse, sonrió ampliamente, con
amabilidad pone su mano en el hombro y le tranquilizó.
_ Chico, tu ten fe, yo sé lo que hago, este proyecto tendrá éxito y si te mantienes
fiel, tendrás tu merecido. ¿Te quedó claro?
_ Debo agradecerte con algo para comer, antes de ir por nuestras labores.
Caminaron con paso apresurado hasta el café, Hernán pidió uno negro en cambio
Francis pidió un latte. Junto con el café pidieron las famosas donas del local, las
cuales comieron con gran placer.
Al pedir la cuenta Hernán pagó y dejó una generosa propina al mesero quien se
alegró bastante.
Mientras se levantaban para marcharse la curiosidad pudo más que los modales
y forzaron al muchacho a preguntar.
_ Porqué se lo pedí con las palabras adecuadas y con modales muchacho, los
modales lo son todo, la gente siempre estará dispuesta a ayudarte si lo pides de
la manera adecuada, además le prometí devolverle el dinero antes de fin de mes.
Pasaron unos minutos y Francis había terminado de anotar todo lo que le fue
pedido y comenzaba a aburrirse divagaba pensando en los créditos que
necesitaría para aprobar, en el tiempo que dedicaba al proyecto y el tiempo que
necesitaba para las demás materias. Comenzó a hacer pequeños esquemas de
tiempo y organizar sus horarios mientras esperaba. Recordaba algunas tareas
pendientes, poco había de su vida que no fuera la universidad, a pesar de ser
alguien sociable, no socializaba mucho últimamente ya que se focalizaba en los
estudios. Seguía perdido en sus recuerdos y ensoñaciones cuando su jefe
apareció frente a él, con una gran y blanca sonrisa en su rostro.
_ ¿Tuvo éxito señor? Preguntó mientras despertaba a la realidad.
_ Por supuesto muchacho, como te dije es todo cuestión de tener fe y las palabras
correctas. Creo que así es como la magia y brujerías funcionan. Pero ahora
corramos que quiero pasar por un par de tiendas antes de almorzar.
Llegaron a una elegante tienda donde alquilaban autos y en ella entran. Después
de conversar unas cuantas palabras y halagos con el encargado, alquilan un
lujoso auto deportivo. Todo fue pagado por una tarjeta de crédito nueva. El auto
rugió y Francis sintió que el poder del motor le daba escalofríos. Hernán se
recostó en el asiento estiró sus pies dejo caer su cabeza a medida que el motor
rugía y el auto aceleraba rumbo a ningún lado.
Al pasar de unos minutos de manejar por placer, Hernán recordó una tienda
frente a la cual siempre caminaba y aunque estuviera con prisa bajaba la
velocidad para ver en ella esos elegantes trajes, esos uniformes de éxito,
armaduras de guerra postmoderna. Entraron a la tienda y pasaron un
extraordinario tiempo eligiendo y probándose trajes, camisas y corbatas, con la
entusiasta ayuda de una vendedora auténticamente simpática. Al marcharse
ambos habían comprado trajes, tres muy elegantes para Hernán, uno gris claro
informal, otro azul oscuro para oficina y un tercero negro y más sobrio. Mientras
que Francis compró por su parte uno informal de color vainilla claro, con líneas
blancas y otro de color azul formal igual al de su jefe.
Respiró hondo el humo suave que llenado sus pulmones y soltó lentamente
mientras lo miraba bailar con las lineas de luz, como una carretera fantasmal que
salía de su boca y se disipaba en el aire. La habitación se transformó gracias al
humo del cigarro, en un refugio, un lugar casi místico. La conversación fluía con
calma, dirigida principalmente por Hernán quien relataba sus proyectos infinitos
y a la vez indagaba en la vida de su asistente con la más perfecta calidez.
_ Francis, hay algo importante que tenemos que hablar, tu sabes como yo que
este proyecto tendrá mucho éxito y como en toda la historia, alguien buscará
aprovecharse y hasta sabotearlos. Quiero saber que serás fuerte, capaz de
superar lo que nos intenten hacer y lo que tendremos que hacer._ Dijo al
recostarse cómodamente en su sillón con los ojos entrecerrados, las piernas
cruzadas, mirando al brillo del cigarrillo en sus dedos y agregando con voz severa
pero calmada.
_ Sabes, una vez leí una frase que decía que el cigarrillo es el ejemplo perfecto de
un placer. Es exquisito y lo deja a uno siempre insatisfecho_ Dijo Francis
mirando el humo.
Capítulo 8
Con un simple gesto del Sr. Bermúdez la habitación se silenció y con una voz
calma preguntó al público.
Todos se miraron en silencio por unos segundos antes que una de las voces
sonara fuerte y ronca con un gran, “si”, que fue seguido por todos.
Todos los hombres lo miraban hablar, su voz resonaba mucho más grave y firme
de lo que solía escucharse. Al terminar su discurso abrió un portafolio y
caminando alrededor de la mesa nuevamente entregaba uno a uno documentos
para que sean firmados por cada uno de los miembros. Todos sintieron un
extraño hormigueo en la espalda cuando sentían la presencia de Hernán tras
ellos. Se miraron entre sí, sin decir ninguna palabra hasta que vieron a Hernán
sentarse y hablar nuevamente.
_ Señor Lacart, amigo August, ahora que lo recuerdo no fue hace mucho que le
pedí prestado a usted algo de dinero, también recuerdo habérselo devuelto con
intereses ¿No es así?
_ Pues es usted muy amable señor, pero ¿No será demasiado? ¿Está tan seguro
de la prosperidad de la empresa?_
_ Que bien que lo dice, porque señores, tengo un plan ofrecerles. Seguramente
recuerdan la oferta multimillonaria que se nos ofreció, pues tengo intenciones de
rechazarla._ Al terminar esas palabras, un suspiro de asombro recorrió la
habitación, como si alguien hubiera consumido todo el aire. Todos palidecieron y
comenzaron a protestar. Las protestas continuaron mientras Hernán escuchaba
atentamente a todos, mirando con sus grandes ojos de delgados párpados y
largas pestañas a todos detenidamente.
_ Queridos míos, tranquilícense que no soy tonto, sé el valor que esa oferta tiene,
posiblemente más de lo que harían en toda su vida incluso colectivamente. Pero
el problema es que esto los ciega al simple hecho de que ésta es nuestra primera
oferta, piénsenlo, no hemos comenzado oficialmente la publicidad para el
producto. Imagínense lo que la competencia podría ofrecernos. Imaginen esas
enormes empresas peleando por el derecho al mejor tratamiento de prácticamente
todos los padecimientos psicológicos existentes.
Capítulo 9
Todas las drogas competidoras estaban a su vez bajo escrutinio por rumores en
Internet, sobre efectos secundarios ocultos por los autoridades, corrupción y más
problemas.
Francis se mantuvo fiel a pesar de ver como el propio señor Lacart fue humillado
frente a todos y despedido por intentar convencer al señor Bermúdez de aceptar
una oferta de una farmacéutica Inglesa.
_ Pero señor, yo como usted funde esta compañía, fue con mis primeras
inversiones que usted logró todo lo que logró._ Reclamó August.H.Lacart tratando
que su voz suene firme y que el nudo de su garganta se disipe, pero eso no
engaño a Bermúdez, se había vuelto experto en detectar el estado de humor de
las personas, pero no inmutó ante la angustia de su compañero.
_ Señor Lacart, no negaré que usted fue de gran ayuda en nuestros principios y
se bien que su inversión fue esencial para fundar el imperio que hoy tenemos.
Pero me temo que usted ha demostrado que igual que los cimientos de este
edificio, debe quedarse abajo. No hay lugar en la cima, ni en el futuro de esta
empresa para un hombre como usted. Recuerde que no soy ningún mal
agradecido, recibirá un muy generoso pago de despido
Francis preguntó porqué tanta severidad con alguien que en su época fue tan
amable. La respuesta que recibió fue simple, tan clara que le quedó grabado para
siempre.
_ Tenemos que dar un ejemplo, las personas son frágiles y las masas solo
acumulan esas debilidades, las justifica y hasta glorifican. Como te dije querido
amigo, a la gente no le gustan los exitosos. No hay nada más placentero para el
mediocre Romántico que la caída de un ídolo, de un superior, la naturaleza del
mediocre es rebajar a todos a su nivel, algo así como una rara concepción de
justicia
La empresa creció hasta ser una de las más grandes del mundo y Hernán
Bermúdez una de las figuras públicas más populares de la historia, se descubrió
su talento como actor al igual que su astucia como inversionista en diferentes
tecnologías y bienes raíces. Al cabo de cinco años Hernán Bermúdez, fue
conocido en el mundo como uno de los hombres más exitosos e influyentes de la
historia.
_ Porqué esto es el futuro, si yo no tomara Soma ¿Cómo crees que sería todo? tu
eres la única persona que me vio sin Soma y sabes bien que no habríamos
logrado nada ella. Por eso mismo necesito que tú impongas a mi nombre esta
nueva regla en la empresa y que anotes a todo los que protesten en contra.
_ Pero señor ¿Por qué darle Soma a sus empleados? tenemos decenas de miles
sería una pérdida de billones de euros.
_ Lo sé, pagaré las pérdidas de mi bolsillo, pero quiero que entiendas que el
cambio que Soma trajo al mundo no es pequeño, ahora todas las personas con
intenciones de progresar empezaron a consumirla.
_ Si, lo sé muy bien, es una gran inversión para sus vidas y pagan muy bien por
ello.
_ Bueno, quiero que entiendas que esto es el futuro del mundo, la competencia va
a aumentar y una persona que no consuma no tendrá oportunidad contra su
igual con Soma_
_ Entiendo señor, pero es muy arriesgado ¿Seguro que quiere hacer esto?_
Hernán era la única persona en el mundo que llamaba a Francis Ford por su
primer nombre aún, lo que en si se había vuelto un testimonio de su influencia y
cercanía ya que Francis tenía un peso dentro de la empresa que lo empujó a
tomar un rol cada vez más estructurado y formal.
Capítulo 10
Pero la verdad era que Hernán Bermúdez tenía planes en mente, veía un futuro
exitoso, no solo para él sino para la humanidad. Se imaginaba un mundo donde
la sociedad estaba adaptada genéticamente a su rol, donde cada persona tenia su
lugar y función que cumplir para máximo rendimiento y disfrute. La droga que
creó aumentó el progreso de todas las personas en todas las disciplinas, en la ley
y ciencias, a la vez que medicina y educación.
_ Enserio_ Agregó más calmado, tomando la bebida_ No es como que quiera creer
o saber, simplemente, no se. Quiero sentirme validado como persona ante tus
ojos. Lo sé, no tienes que decir nada, te conozco, es la marca de alguien inseguro
el necesitar validaciones externas para reconocer mi valor. Pero tú no eres
cualquier persona, yo te amé y tal vez te amo aún, no lo sé. Solo sé que necesito
que me digas que fui alguien en tu vida, que dejé una marca.
_ No hace falta que digas nada, está bien, creo que abusé al venir tan temprano y
sin avisar. Mejor regreso a casa, necesito dormir, estoy errático, noches enteras
sin dormir, me estoy avergonzando a mi mismo.
_ Tus ojos siempre fueron un misterio ¿Lo sabes? ¿Con tu mirada tan poderosa,
que ves cuando miras tus ojos en un espejo?
Pasó el resto del día enfocado en libros y televisión, evitaría a toda costa contacto
con el mundo exterior hasta poder comprender lo que le estaba sucediendo, no
era un persona ignorante de las emociones, pero el procesar correctamente lo que
pasaba en él, era un misterio, la psicología no era uno de sus fuertes.
Capítulo 11
Una semana más tarde y Hernán se había dejado crecer la barba y el cabello. Los
noticieros y conspiracionistas de Internet sospechaban de algún raro efecto
secundario del Soma o la decadencia de una celebridad como había sido muy
común en el pasado. El incremento en las especulaciones de las noticias le dio a
Hernán acceso a los foros de conspiracionistas antisistema que criticaban el
nuevo mundo que él había creado. Lo acusaban de inhumanidad, tratos con el
diablo y ser el mismo anticristo. Esto no era algo extraño para cualquier persona
que lograra tanto como el. Aunque notó que en los debates, aquellos de mente
más fría y sensata concordaban que el mundo que ahora existía carecía de las
crisis ideológicas tan comunes en la antigüedad. Pseudofilósofos argumentaban
que la naturaleza humana necesita conflictos emocionales, no sólo intelectuales
para progresar. “La evolución podría ser intelectual y artificial, pero a costa del
arte”.
_A costa del arte._ Pensó Hernán. _Todas las generaciones critican a los nuevos
artistas, la patética creencia de volverse obsoletos les genera el rechazo, la
naturaleza de los mediocres. Warhol bien dijo que la mejor forma de arte, es ser
bueno en los negocios, el arte populista era una idea tan hermosa.
Pero aún así, había algo incómodo en sus argumentos, Hernán se sentía un
hipócrita, manipulándose a si mismo como lo hacía con el resto del mundo. Se
miró en el reflejo de un espejo y odió ver la mediocridad del hombre común en su
mirada. Arrojó uno de sus zapatos explotando su imagen en mil pedazos y
caminó descalzo sobre los cristales frustrado de no poder sentir dolor, el cristal
era de un material que al romperse tomaba formas esféricas incapaces de herir.
Pasó una noche sin poder dormir, mirando con demasiada tentación sus frasco
de Soma, jugando con una pastilla entre sus dedos. Vio en la televisión como
ahora se estaba convirtiendo costumbre las inyecciones de Soma para niños.
Apretando la pastilla entre su índice y pulgar pensaba. Tomó su campera e hizo
un bolso, pidió a su casa que llamara a su piloto para encontrarlo en su jet
privado.
Por su barba ahora enmarañada y cabello largo junto con su ropa deportiva era
difícil identificarlo en la ciudad. A pesar de haber carteles con su foto a diestra y
siniestra usando ropas elegantes y formales.
Llagó a la casona, que no parecía haber cambiado mucho a diferencia del resto de
la ciudad que había progresado y sido reconstruida a imagen del nuevo mundo
bajo Soma. Había una multitud de personas haciendo fila para entrar, Hernán no
se atrevía a ser reconocido, por lo que se puso la capucha y se sentó en la vereda
esperando la hora de cierre. La noche avanzó y después llegó la madrugada,
había risas, música y luces provenientes de la casa. Siendo el único faro de
movimiento en el resto de la tímida ciudad. Cerca de las tres de la mañana
Bernadette salió por las puertas, vestida con un vestido victoriano, negro y punk
junto con su peinado deliberadamente despeinado.
_ Oh por dios, señor Bermúdez, es un honor, oh por dios, Hernán que hermoso
tenerte aquí.
_ Si, lo que necesites._ Dijo con una voz alegre y abrió paso entre la multitud para
entrar al local. Dentro todo parecía discretamente diferente, como si cada pintura
estuviera resaltada.
_ Como verá, el negocio prospera, gracias al Soma nos volvimos más eficaces, el
estilo en el que basamos esta comunidad es el mejor producto que pudimos
haber imaginado. La gente le encanta la fantasía de rebeldía y caos._ Dijo
Bernadette cuando se sentaron en su oficina sirviéndole un trago.
_ Entonces ¿Están tomando Soma aquí también?_ Preguntó Hernán
_Me alega escuchar eso, porque te necesito sin Soma, necesito tu asistencia para
explicarme algo que siento y no puedo poner en palabras.
_ Y ¿Cómo hago para entenderlas? No hay sentido, ni instinto que las explique.
_ Solo dime._
_ ¡Oh, Dios!, lo decía en broma, quise sonar como una empresaria, nunca esperé
que funcionara, no se que hacer ahora.
Capítulo 12
La semana transcurrió, Hernán hizo varias manualidades y unas cuantas
pinturas, todas firmadas con pseudónimos. El proceso era evidente, las primeras
comenzaron completamente representativas, imitando estilos de otros artistas, no
era muy bueno en eso, por lo que siguió con surrealismo, después cubismo y
desenlazó en impresionismo y terminó con imágenes abstractas. En sus pinturas
había una predominancia de colores rojos, negros y blancos, eran evidentemente
pincelados agresivos y de emociones primitivas.
La habitación de Hernán era tan modesta como se podía ser, la cama era
pequeña, los muebles minimista y las ropas baratas. Bernadette pasaba todos los
días una o dos horas con Hernán, tomando té, hablando sobre lo que pasaba en
el mundo y analizando las pinturas de Hernán lo mejor posible.
_ Francis es un gran amigo, sin el no sería nadie, a veces creo que lo secuestré de
su vida para adherirlo a la mía.
_Así como el más poderoso de los dioses, el dios Abrahamanico decidió crear su
archienemigo y opositor, o el más poderoso de los emperadores se obsesiona con
la futilidad de la existencia los limites de sus logros, la naturaleza humana es la
constante insatisfacción. Esa constante insatisfacción es el motor que llevó a toda
grandeza que hayamos conseguido. El muchacho, ídolo, Hernán Bermúdez logró
tanto como se puede lograr a expensas de satisfacer la incomodidad humana por
mejorar.
_ Muchacho, reconozco que lo que dices es verdad, pero créanlo o no, una victoria
con trampas no es una victoria verdadera. Nosotros penalizamos a los deportistas
por consumir Soma como lo hacemos por consumir cualquier otra droga, porque
el fin de los deportes es explorar y extender los potenciales de la humanidad. La
droga es una buena asistencia, pero, en el fondo seremos siempre iguales, la
determinación para llegar más lejos y lograr más queda secundada.
_ ¿Cree entonces como los cristianos que vinimos al mundo a sufrir?_ Preguntó
un reportero tratando de ridiculizar al hombre
_ Yo creo que no vinimos al mundo para ningún motivo, somos hijos no deseados,
o como me gusta decir; “colados a la fiesta”. Pero si he de buscar un propósito,
sería el vivir y cambiar, como es el proceso de existencia de todo en el universo. Si
he de sufrir hay que hacerlo con intensidad, usar esa fuerza, esa energía para
cambiar.
Nadie puede disfrutar y apreciar más una puesta de sol que alguien que vivió
encerrado por años.
El arte_ Continuó el filosofo_ El arte, era nuestra reacción ante la forma en como
el sufrimiento nos hacía maravillarnos y apreciar el mundo. Pero ahora ya no hay
más que mercadotécnica de la satisfacción, convirtió a gigantes como el mismo
Hernán Bermúdez, en mediocres a mi mismo nivel, solo que con mejores drogas.
Tengo la teoría, por la que podrían quemarme en la hoguera al decirla, pero creo
que el héroe más grande de nuestra generación y discutiblemente de la historia,
no es más que un niño mediocre con suerte.
_Es lo que más me molesta, tiene demasiada razón… yo, yo, necesito irme.
Ignorando las quejas de Bernadette tomó sus cosas y llamó a un taxi, quince
minutos más tarde estaba en camino al aeropuerto. Llamó al piloto más cercano
a través de una app y lo contrató para llevarlo en su jet a casa. El piloto nunca
preguntó por su nombre en todo el viaje, solo estuvo sentado distraído
entretenido con algún juego mientras la nave se pilotaba sola. En el viaje Hernán
pensó en como se aseguró de arruinar la vida de Emanuel y su padrastro, en
todas formas posibles, simplemente porque en el momento lo consideraba
correcto. Dudó de haber hecho lo correcto, dudó de haber alguna vez en su vida
haber tomado una decisión correcta o de haber tomado una verdadera decisión y
no ser títere de un destino predeterminado.
_ ¿Que puedo hacer para tomar control de mi mundo?_ Se preguntó mirando las
nubes oscuras a su alrededor_ Ya lo tengo todo, la religión ya es una vela
moribunda, los gobiernos son títeres y los negocios dependen de FarmacHer. El
valor de las monedas dependen en su parte más esencial de mi empresa ya que la
moneda internacional más usada dejó de ser el dolar Americano para ser el
crédito de FarmacHer. Podría asegurarme de que mi imperio caiga, podría hacer
un plan y poner a cargo a personas inestables o partidarias. Pero eso ya no es
práctico, con Soma no hay quien caiga en irracionalidades como esas, la junta
directiva y Francis nunca me dejaría tomar semejante decisiones. Creé un
monstruo de realidad y no hay forma de matarlo.
Hernán Bermúdez dudó si el mundo que creó era algo inevitable y él solo una
herramienta de la divinidad o genuinamente tomó el control de su destino. Junto
a las nubes la píldora naranja se veía brillante, plástica y prometedora…