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Dentro de los diferentes componentes de una dieta saludable, el agua ocupa un lugar
destacado debido a su importancia biológica. El agua es esencial para el funcionamiento
adecuado del cuerpo humano, ya que está involucrada en numerosas funciones metabólicas y
fisiológicas, como la regulación de la temperatura corporal, la eliminación de desechos y la
lubricación de las articulaciones, la digestión, la absorción de nutrientes y la eliminación de
toxinas (Benton, 2011).
En el caso de los adultos mayores, existe una preocupación particular en relación con la
influencia del agua en la nutrición. Especialmente debido a cambios fisiológicos relacionados
con la edad que afectan la regulación del equilibrio hídrico en el organismo. La falta de
ingesta adecuada de agua puede llevar a una disminución en la hidratación de los tejidos
musculares, lo que puede aumentar la sensibilidad y el dolor muscular en esta población.
Además, Se ha observado que los adultos mayores tienen una mayor susceptibilidad a la
deshidratación y una disminución en la sensación de sed (Sawka et al., 2005; Kenney et al.,
2014).
Esta falta de ingesta adecuada de agua puede afectar negativamente la digestión de los
alimentos, la absorción de nutrientes y la eliminación de desechos, además de favorecer la
aparición de lesiones musculares o dolor muscular, lo que a su vez puede conducir a
problemas como la desnutrición, la deshidratación y el estreñimiento en los adultos mayores
(Wakimoto). et al., 2008; Gandy et al., 2016).
Sin embargo, a pesar de su importancia, existe una falta de investigación específica sobre
la influencia del agua en la nutrición de los adultos mayores. Aunque se ha demostrado que la
deshidratación puede tener efectos negativos en la salud de las personas mayores, como la
disminución de la función cognitiva y el aumento del riesgo de enfermedades crónicas, aún es
desconocido para la mayor parte de la población cómo el agua influye en la nutrición y que es
un pilar fundamental de ella.
Por lo tanto, este proyecto de investigación tiene como objetivo abordar esta brecha de
conocimiento y examinar la influencia del agua en la nutrición de los adultos mayores. Se
buscará evaluar la ingesta de agua en relación con la ingesta de nutrientes clave, como
vitaminas, minerales y fibra, así como su impacto en el estado de hidratación y en la salud
general de los adultos mayores.
Al comprender mejor la relación entre el agua y la nutrición en los adultos mayores, se
podrán desarrollar estrategias más efectivas para promover una adecuada ingesta de agua y
mejorar la calidad de vida de esta población. Además, los hallazgos de este estudio podrían
tener implicaciones importantes para el desarrollo de políticas y programas de salud
destinados a la prevención y el manejo de enfermedades relacionadas con la nutrición en los
adultos mayores.
Por ello, la finalidad de esta investigación es mejorar la calidad de vida de los adultos
mayores de la comunidad, siendo la hidratación un aspecto fundamental para esta población,
teniendo un impacto directo sobre la salud y el bienestar general. A medida que envejecemos,
el cuerpo tiende a deshidratarse con mayor facilidad, a esto le sumamos los malos hábitos y la
poca atención que le brinda la población en general al consumo de agua, generando así
problemas graves de salud como, disminución de la función cognitiva, problemas renales,
diabetes y problemas cardiovasculares.
El agua representa el guaral del trompo alimenticio. Sin agua no hay vida, sin guaral el
trompo pierde su función (que es bailar), de nada sirve llevar una alimentación saludable si no
tomamos la cantidad correcta de agua. El agua nos aporta minerales como calcio, Flúor,
magnesio, potasio y sodio.
Frank Suarez nos explica en su libro El poder del metabolismo 2008 “El agua está
compuesta por dos moléculas de hidrogeno y una de oxígeno, el átomo de oxigeno es 8 veces
más grandes que los átomos de hidrogeno. En otras palabras, cuando tomamos agua, lo que
principalmente ingerimos es oxígeno. Ese oxigeno es el que provee las habilidades de respirar
a las células de nuestro cuerpo y así restaurar el metabolismo.”
El cuerpo humano está compuesto entre un 60% a 70% de agua, el cerebro de un
70%, la piel un 72%, la sangre un 80%, los pulmones un 80%, el hígado un 75%, los
huesos un 22%, los músculos un 75% y las células de un 80/100% de agua.