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NIA ANTIGUA HISPANIA ANTI

UA HISPANIA ANTIGUA
Del Atlántico
al Tirreno. HISPA
NIA ANTIGUA HISPANIA ANTI
Puertos hispanos e itálicos

UA HISPANIA ANTIGUA HISPA


Editores
Juan M. Campos Carrasco
Javier Bermejo Meléndez

NIA ANTIGUA HISPANIA ANTI


UA HISPANIA ANTIGUA HISPA
NIA ANTIGUA HISPANIA ANTI
«L´ERMA» di BRETSCHNEIDER
Del Atlántico al Tirreno.
Puertos hispanos e itálicos

Juan M. Campos Carrasco


Javier Bermejo Meléndez
Editores
Edición del volumen:
Juan M. Campos
Javier Bermejo

Diseño y maquetación:
Ángel Gómez Rodríguez

Proyecto HAR2017-89154-P
Del Atlántico al Tirreno (2ª fase).
Los Puertos Atlánticos Béticos y Lusitanos
y su relación comercial con Ostia Antica

Del Atlántico al Tirreno.


Puertos hispanos e itálicos
(Hispania Antigua, Serie Arqueológica, 12)

Copyright 2017 c <L’ERMA> di BRETSCHNEIDER


Via Cassiodoro, 19-00193 ROMA
http//www.lerma.it

Tutti diritti riservati. É vietatala riproduzionedi tetsi


E illustrazioni senza il permesso scritto dell’Etidore
Todos los capítulos de la presente monografía constituyen una contribución al proyecto del Plan Nacional de
I+D+i “Del Atlántico al Tirreno (2ª fase). Los Puertos Atlánticos Béticos y Lusitanos y su relación comercial
con Ostia Antica” (HAR2017-89154-P)
Ilustración de la cubierta: Mosaico de las islas, Ammaedara. Institut national du Patrimoine Tunisie.
Foto: Según Remi Benali

Del Atlántico al Tirreno. Puertos hispanos e itálicos / Juan M. Campos Carrasco, Javier Bermejo Meléndez.
Huelva : Universidad de Huelva, 2021
688 p. ; 24 cm. (Hispania Antigua. Serie Arqueológica ; 12)
ISBN volume cartaceo: 978-88-913-2130-5
ISBN volume digitale: 978-88-913-2133-6
1. España – Comercio – Roma – Historia. – 2. Portugal – Comercio – Roma – Historia. – 3. Puertos – España
– Historia – 0218.A.J.C.-0414 (Período romano). – 4. Puertos – Portugal – Historia – 0218.A.J.C.-0414
(Período romano). – 5. España – Restos arqueológicos romanos. – 6. Portugal – Restos arqueológicos
romanos. – 7. Arqueología urbana. – I, Campos Carrasco, Juan Manuel. – II, Bermejo Meléndez, Javier. –
III, Universidad de Huelva. – IV, Título. – V, Serie
339.1
904
Índice
Del Atlántico al Tirreno. Puertos hispanos e itálicos

11 - Juan M. Ruiz Acevedo y Manuel De Paz Sánchez: El Estrecho de Gibraltar


en Ptolomeo y Marciano de Heraclea

49 - Julián González Fernández: El sistema fiscal aduanero en la Bética. ¿Un


portorivm ripae Provinciae Baeticae?

77 - Luz Neira Jiménez: Representaciones de infraestructuras portuarias en los


mosaicos romanos

111 - Alberto Bermejo Meléndez y Javier Bermejo Meléndez: Phari et


Luminaria: sistemas de señalización marítima atlántico-mediterráneos

139 - Francisco Marfil vázquez y Javier Bermejo Meléndez: Horrea y


almacenamiento en los puertos romanos atlántico-mediterráneos

181 - Lucía Fernández Sutilo: Difusión de arquetipos monumentales en necrópolis


portuarias del Mediterráneo y el Atlántico entre el cambio de era y el siglo III d. C.

217 - Nuria de la O. Vidal Teruel: Continuidad del comercio de largo alcance


durante la Antigüedad Tardía en el arco atlántico peninsular. Evidencias a través
del registro cerámico de mesa de procedencia africana y oriental

249 - Elena Moreno Pulido y Alicia Arévalo González: La moneda como


reflejo del movimiento de personas y mercancías en las ciudades portuarias de
Myrtilis, Balsa y Ossonoba y sus territoria

331 - Alicia Ruiz Gutierrez: Puertos y ciudades portuarias de Cantabria en época


romana

357 - João Pedro Bernardes: As conexões marítimas da cidade romana de Balsa

375 - Alejandro Candón, Gabriel Gómez, Francisco Ruiz, Joaquín Rodríguez


Vidal, João Pedro Bernardes, Celso Candeias, Maria João Valente, Eufrasia
Roselló-Izquierdo, José María Cañas, Arturo Morales, Luis Miguel Cáceres,
Paula Gómez y Fernando Muñiz: Geoarqueología y paleobiología de Balsa:
concheros y explotación de recursos marinos en la Lusitania meridional romana

405 - Virgilio Lopes: A cidade portuária de Mértola entre o mundo romano e


Antiguidade Tardia. Novos dados arqueológicos
427 - Clara Toscano Pérez: El puerto protohistórico de Onoba: corazón en la
configuración de la ciudad portuaria

463 - Desiderio Vaquerizo Gil: Córdoba, puerto fluvial: el río Betis como vía de
comunicación, civilización y comercio en época romana

511 - Enrique León Pastor: La fachada meridional de Córdoba: de puerto fluvial a


escenario de poder

527 - Felipe Cerezo Andreo y Rocío Morón González: El tráfico marítimo de


lingotes de cobre en la Bahía de Cádiz. Novedades del pecio Arapal (s. I d.C)

555 - María Soledad Gómez Muñoz: El sistema de señalización náutica utilizado


en época romana en la Bahía de Cádiz. Una aproximación interdisciplinar

583 - Javier Bermejo Meléndez, Juan M. Campos C arrasco, Renato Sebastiani,


Lucía Fernández Sutilo, Alberto Bermejo Meléndez, Francisco Marfil
Vázquez, Cristian D’Ammassa, Elisa Baena Tortosa, Estrella Domínguez
Toscano, Nuria E. Rodríguez Martín y Luis J. Sánchez Hernando: Los
puertos imperiales de Roma: investigaciones geoarqueológicas en el muelle
este-oeste de Portus

611 - Fernando Muñiz, Zain Belaústegui, Paula Gómez, Joaquín Rodríguez,


Javier Bermejo, Juan M. Campos, Francisco Ruiz, Luis Cáceres, Carlos
Marín, Gabriel Gómez, Antonio Toscano, María Luz González-Regalado,
Manuel Abad, Tatiana Izquierdo: El rol de la zonación icnológica-ecológica
en el muelle de la Linterna de Portus

635 Carlos Marín, Gabriel Gómez, Francisco Ruiz, Joaquín Rodríguez Vidal,
Paula Gómez, Juan Manuel Campos, Renato Sebastiani, Javier Bermejo,
Fernando Muñiz, María Luz González-Regalado, Manuel Abad, Tatiana
Izquierdo: Paleobiología del muelle de la Linterna (Portus, Roma)

655 - Cristian D’Ammasa: Portus Romae, fortuna e declino. Brevi note sto­riche,
archeologiche e topografiche

681 - Datos de autores


EL ESTRECHO DE GIBRALTAR EN PTOLOMEO
Y MARCIANO DE HERACLEA

Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Resumen

Ptolomeo de Alejandría, último de los grandes geógrafos de la Antigüedad, enmarcó en su Geografía


el Estrecho de Heracles con una retícula de coordenadas de latitud y longitud. Marciano de Heraclea
convirtió en estadios los grados y minutos ptolemaicos y elaboró el recorrido de las costas del Estrecho
inserto en su Periplo del Mar Exterior. El objetivo de este trabajo es presentar la imagen del Estrecho
transmitida por ambos geógrafos y su contribución al conocimiento de la geografía física y urbana de
un espacio singular en la geografía mítica, física y descriptiva de la ecúmene y al esclarecimiento de
ciertas dudas puntuales como los límites y dimensiones del Estrecho o la identificación de algunas
ciudades y accidentes geográficos.

Palabras claves: Ptolomeo, Marciano, Estrecho, Geografía

Abstract

Ptolemy of Alexandria, the last of the great geographers of antiquity, framed the Strait of Heracles with
a grid of latitude and longitude coordinates in his Geography. Marcian of Heraclea converted the Pto-
lemaic degrees and minutes into stadiums and elaborated the route of the coasts of the Strait included in
his Periplus of the Outer Sea. The goal of this paper is to present the image of the Strait which both geo-
graphers transmitted, their contribution to the knowledge of physical and urban geography of a singular
space in the mythical, physical and descriptive geography and to solve certain specific doubts such as
the limits and dimensions of the Strait or the identification of some cities and geographical features.

Keywords: Ptolomeo, Marciano, Strait, Geography

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El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Introducción: Visión de la ecúmene en la Antigüedad.

La ecúmene, la tierra habitada, constituida por tres continentes, Europa, Libia y Asia, está toda ella
rodeada a manera de una gran isla alargada, en forma de clámide o de honda, y bañada alrededor por
las aguas del Océano, un Océano que circunda los continentes y penetra en ellos por varios de sus lados
de manera que forma cuatro grandes mares interiores. Por la entrada occidental se adentra el Océano o
Mar Exterior y, corriendo entre Europa y Libia, separa estos dos continentes. La boca por donde entran
las aguas oceánicas es un Estrecho angosto que recibe el nombre de las míticas Columnas erigidas por
Heracles como confín de sus hazañas.

Así es como la geografía grecolatina dibuja la ecúmene, así es como ya la imaginó Homero, el “pri-
mero de los geógrafos” en opinión de Estrabón, cuando defendía la insularidad de la Tierra habitada y
describía en sus versos de la Ilíada el escudo de Aquiles en el que el río Océano estaba situado alrede-
dor del borde.1

Así es como los geógrafos jonios dibujaron la ecúmene de forma circular, según Heródoto (4.36), y
esbozaron sus continentes configurados por el mar externo y los mares internos, por donde iniciaron
sus recorridos periegéticos (Str. 1,1,1; 1,1,11; Agathem. 1,1).

Esta es la tierra habitada en la que Dicearco, Eratóstenes o Hiparco, aun discrepando entre ellos, traza-
ron los primeros meridianos y paralelos para situar sus tierras y mares y medir sus dimensiones.

Esta es la ecúmene que recorrieron Polibio, Posidonio, Artemidoro y tantos otros y de la que nos deja-
ron sus detalladas exposiciones (Fig. 1).

Esta es la que Estrabón, Mela, Plinio o Dionisio de Alejandría, entre otros, nos describieron promenorizada-
mente, compilando y transmitiendo los logros de navegantes, filósofos, historiadores y geógrafos anteriores.

Esta, finalmente, es la ecúmene, en cuyos confines occidentales se abre el Estrecho que hoy llamamos
de Gibraltar, un espacio geográfico que adquirió en la literatura grecolatina en todos sus géneros un
significado especial y sobretodo en la literatura geográfica, como pone de manifiesto uno de sus más
insignes representantes, Estrabón:

“Afirmamos (…) que nuestra tierra habitada (ἡ καθ’ ἡμᾶς οἰκουμένη γῆ), rodeada por el mar,
contiene en sí misma muchos golfos desde el Mar Exterior a lo largo del Océano, cuatro de
ellos muy grandes… Al cuarto, (…) lo conforma el mar que llamamos Interior y Nuestro, que
toma comienzo desde el ocaso y el Estrecho junto a las Columnas de Heracles (τοῦ κατὰ τὰς
Ἡρακλείους στήλας πορθμοῦ)” (Str. 2,5,18)

1 Il. 18,607-608; Il. 14,245-246; Od. 11,639; Od. 12,1; Cfr. Str. 1,1,7.

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Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Fig. 1. La ecúmene de Posidonio (Bertius 1628).

La imagen transmitida por Estrabón es similar a la que pocos años después proyecta en su Choro-
graphia Pomponio Mela (1,5s; 1,8). Y no dista mucho de Estrabón y de Mela la imagen que a su vez
propone Plinio en la Naturalis Historia (2,242; 3,3s); y lo que estos y otros autores expresaron en sus
escritos geográficos, Dionisio de Alejandría, llamado ‘El Periegeta’ por el título de su obra, Περιέγησις
τῆς οἰκουμένης, nos lo transmitió de forma poética (Dion.Per. 1-73) (Fig. 2).

Todos estos testimonios exponen detalladamente las costas del Mar Interior, fruto de la invasión de las
aguas oceánicas en el interior de la tierra por una estrecha entrada situada entre las costas meridionales
de la Bética y las septentrionales de la Mauritania, angosto paso al que los griegos denominaron con el
sustantivo πορθμός y sinónimos como πόρος, στόμα, στένος, … , y los latinos fretum, y que especifican
con adyacentes relacionados con Heracles o con la cercana ciudad de Gades.

Dos accidentes geográficos de este Estrecho, el Peñón de Gibraltar y el Djebel Musa, los célebres
montes Calpe y Abila, las míticas Columnas de Heracles, simbolizan los límites de los extremos occi-
dentales de la ecúmene y el lugar por excelencia de comunicación entre dos mares y dos continentes.2
Y mucho después de que hubiera sido creada una visión poética (y mítica) de los extremos occidentales

2 Cfr. Mela 1,6; 1,25ss; Plin. 3,3s; Ael. Ar. Oratio Aegyptiaca, 36,91.

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El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Fig. 2. La ecúmene de Dionisio de Alejandría (Bunbury 1879, vol.2, 490).

y de que fuera plasmada una imagen próxima a la realidad por parte de la geografía científica y des-
criptiva, Ptolomeo, el último de los grandes geógrafos griegos, deudor de todos los que le precedieron,
especialmente de Marino de Tiro, perfiló la ecúmene con una visión netamente científica y en ella,
mediante coordenadas de latitud y longitud, enmarcó el Estrecho y las ciudades, puertos, ríos, promon-
torios o pueblos situados en sus dos orillas.

Y, después de Ptolomeo, Marciano de Heraclea, ya en el siglo IV d.C., tomando prestado los datos de
aquél y los de Protágoras, trazó el periplo literario de las costas que conforman el Estrecho de Heracles.

2. El Estrecho de Gibraltar en la Geografía de Ptolomeo.

Tras un largo periodo de predominio de geografía descriptiva, a principios del siglo II d.C. y dentro
de la denominada ‘renovación matemática’ (Pédech 1976, 178), resurge de nuevo una obra geográfica
de concepción científica realizada por Marino de Tiro en la que a los conocimientos matemáticos de
sus predecesores (cfr. Ptol. 1,6) sumó la documentación cartográfica de la administración romana y los
nuevos descubrimientos geográficos que habían permitido ensanchar los conocimientos de la ecúmene
(Pédech 1976, 179s; Tsiolis 1997, 63; Aujac 1993, 15s; Santana 2015).

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Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

No se nos ha conservado la obra de Marino, pero sí sabemos que Ptolomeo se basó en ella, revisándola
y ampliándola, para redactar su Geografía, en la que, como novedad respecto a la geografía descriptiva
de época imperial, proporciona las coordenadas de longitud y latitud de numerosos lugares del entorno
del Estrecho al que denomina ὁ Ἡράκλειος πορθμός (“El Estrecho de Heracles”) (Ptol. 2,4,3 y 4,1,1).

Ptolomeo inicia su recorrido geográfico por Europa, cuyo límite sur, con Libia, viene determinado por
el Estrecho de Heracles.3

En la geografía antigua anterior a Marino de Tiro y a Ptolomeo, las Columnas de Heracles y el Estrecho
ocuparon un lugar preeminente en la configuración de la ecúmene por ser considerados los espacios
o lugares de referencia del extremo occidental. Con Marino y con Ptolomeo, sin embargo, ese papel
lo asumen las Islas Afortunadas, al mismo tiempo que el referente del extremo occidental de Iberia lo
desempeña el Cabo Sagrado. De este modo las Columnas y el Estrecho ahora han sido relegados a una
posición intermedia en su función de referente de la geografía occidental (Ptol. 1,12,10).

Las fuentes de documentación para establecer dichas coordenadas, además de las observaciones as-
tronómicas, en el caso de espacios litorales como es el que nos atañe, procedían primordialmente de
periplos o escritos similares que proporcionasen datos de distancias (Knapp 1993, 105).

El desarrollo expositivo en Ptolomeo de Hispania y el Estrecho, aparece en el capítulo cuarto del libro
segundo:

Ptol. 2,4,5-6:
5. Pertenecientes a los túrdulos:
El Puerto de Menestheo 6º 36º 20’
El promontorio donde comienza el Estrecho
y donde está el templo de Hera 5º 45’ 36º 5’
La desembocadura del río Baelo 6º 10’ 36º 10’
La ciudad de Baelo 6º 15’ 36º 5’
6. Pertenecientes a los bástulos denominados púnicos:
Menralia 6º 30’ 36º 5’
Transducta 6º 50’ 36º 5’
La ciudad de Barbesola 7º 15’ 36º 10’
Carteia 7º 30’ 36º 10’
El monte Calpe y la Columna del Mar Interior 7º 30’ 36º 15’
7. En el mar Ibérico la desembocadura del río Barbesula 7º 40 36º 20’

Se completa la información del litoral suroccidental con la posición de la isla adyacente a la Bética
donde está situada la ciudad de Gadira:

3 Ptol. 2,1,5: “(…) en primer lugar pondremos Europa, separándola también nosotros de Libia por el Estrecho de Heracles”

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El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Ptol. 2,4,13:
“Y en el Mar Exterior hay una isla situada junto a la Hispania Bética
y en ella la ciudad de Gadira cuya posición es 5º 10’ 36º 10’

Por su parte la orilla sur del Estrecho figura al comienzo del libro cuarto dedicado a Libia:

Ptol. 4,1.1ss:
“1. El costado occidental de la Mauritania Tingitana está delimitado por la parte del Mar Exterior
que denominamos Océano Occidental, que va desde el Estrecho de Heracles hasta las montañas
del Atlas Mayor con la descripción que sigue:
2. El promontorio Cotes 6º 35º 55’
La boca del río Zilil 6º 35º 40’
La boca del río Lixo 6º 20’ 35º 15’
(…)
3. El costado septentrional está delimitado por el Estrecho, en el que a continuación del promon-
torio citado [sc. Cotes] se encuentran:
Tingis Caesarea 6º 30’ 35º 55’
La boca de río Ualo 7º 35º 50’
La ciudad de Exilissa 7º 30’ 35º 55’
El monte Heptadelphoi 7º 40’ 35º 50’
Y por el Mar Ibérico con la descripción que sigue:
la columna de Abila 7º 50’ 35º 40’

La reconstrucciones realizadas a partir de los datos de posición aportados por Ptolomeo (Gómez Fraile
1997, 243; Gómez Fraile 2005; Urueña 2011, Albadalejo 2019) (Fig. 3) o los numerosos mapas publi-
cados por ejemplo por Mercator (Fig. 4) en ocasiones chocan con la realidad geográfica en el momento
en que se procede a situar los lugares citados de acuerdo con coordenadas que pueden estar erradas bien
cuando fueron establecidas, bien por error de transmisión manuscrita. Es el propio Ptolomeo (2,1,2)
quien nos previene a la hora de hacer uso de las coordenadas geográficas, pues, aunque algunas, aque-
llas que sitúan los lugares más conocidos o
frecuentados, son ciertamente fiables, otras
muchas son fruto de cálculos aproximativos
y relativos, sobre todo las que se refieren a
lugares poco frecuentados (Ruiz Acevedo
2010, 369).4

Con todo, la imagen resultante después de


Fig. 3. El Estrecho de Ptolomeo (Albadalejo 2019). llevar a papel los lugares citados a una y otra

4 Sobre la fiabilidad de los datos y sobre el método de hallar coordenadas basado en la combinación de observaciones astronómicas (τὸ
μετεωροσκοπικόν) y mediciones terrestres (τὸ γεωμετρικόν) de los distintos lugares cfr. Ptol. 1,2,2 y Haushalter 2019, 133ss.

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Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Fig. 4. El Estrecho de Ptolomeo (Mercator 1584).

banda del Estrecho dan una idea aproximada de la imagen que en la Antigüedad pudo haber del Estre-
cho Heracleo.

Ptolomeo es el primer autor que con toda claridad define los límites del Estrecho y los señala desde
el promontorio de Hera hasta Calpe, en la orilla norte, y desde el promontorio Cotes hasta los montes
Heptadelphoi y la columna Abila en la orilla sur (uide apartado 4.3). Entre estos puntos extremos sitúa
el conjunto de ciudades y accidentes geográficos más completo de la geografía antigua, de manera que
a partir de Ptolomeo y con el complemento de autores como Estrabón, Plinio, Mela y los itinerarios
es posible identificar la mayor parte de los lugares de la geografía del Estrecho, aun cuando queden
algunas dudas al respecto5, como queda reflejado en la Fig. 5 y en la tabla siguiente:

Ptolomeo Estrabón Mela Plinio It. Ant./ Rav. Reducción


Gadira Gadira Gades Gades Gadis /Caditana Cádiz
Promontorio y Isla de
Pr. Iunonis Pr. Iunonis Cabo de Trafalgar
templo de Hera Hera?
Besippone /
Baesippo Baesippo Baesippo ¿Vejer-Barbate?
Bepsipon
Portus Baesippo Barbate
¿Río Barbate o Arroyo
Baelo (río) Baelo (río)
de las Villas?

5 Para Barbesula, Baesippo y el río Baelo uide apartado 4.4. Para Exilissa=Lissa (Ksar Seguir?) uide Bridoux 2008, 394.

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El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Belone Claudia /
Baelo Baelo Bello Baelo Bolonia
Belone
Menralia Mellaria Mellaria Mellaria Melaria / Melaria Tarifa
Tingente-
Transducta Iulia Ioza Iulia Traducta? Tra(ns)ducta / Algeciras
ra?
Portus Albus / Puerto de Traducta
/ Cetraria Getares
El Rocadillo,
Carteia Carteia Carteia Carteia Carteia / Carteia
San Roque
Calpe Calpe Calpe Calpe Calpe Peñón de Gibraltar
Barbariana / Sabe-
Barbesola Barbesula Barbesula Guadiaro
sola; Bardesola
Barbesola (río) Barbesula (río) Río Guadiaro
Cotes (promon- Ampelusia, Ampelusia, (pr.);
Cotes (pr.) Cabo Espartel
torio) (pr.) Cottae
Tingis Caesarea Tingis Tingi Tingi Tingi / Tingi Tánger
Ualo (río) Uad el Kazar?
Ksar Seguir (Alcazar-
Exilissa Lissa
seguer)
Promontorium ¿Djebel Musa o Punta
Elephas
Album? Leona?
Heptadel- Septem
Heptadelphoi Septem Frates
phoi (mo- Frates Septem Frates Sierra Bullones
(monte) (mtes.)
numento) (mtes.)
¿Djebel Mousa o
Abyle Abile Abila Abila Abile
Monte Hacho?

Hay una amplia coincidencia entre los autores que figuran en la tabla, pero Ptolomeo aporta algunas
novedades de cierta importancia. Quizás la más señalada a la hora de interpretar la geografía urbana
del Estrecho sea la cita de Transducta tras Calpe y Carteia, pues precisa y ubica la información de
Estrabón sobre Iulia Ioza, concuerda con la Cosmografía de Ravena y con los datos numismáticos y
arqueológicos y aclara las dudas generadas por la información de Plinio sobre Traducta Iulia y de Mela
sobre Tingentera (uide apartado 4.5).

Ptolomeo, recoge los nombres de las ciudades y de accidentes geográficos significativos del Estrecho,
como cabos, montes o desembocaduras de ríos, y aporta también la adscripción étnica de los respec-
tivos litorales; es más, divide su exposición, en el caso de la orilla norte, en sectores de acuerdo con
su pertenencia a diferentes pueblos. De esta manera la costa suroccidental de la Bética está ocupada
por los turdetanos desde la desembocadura del río Ana, pero, centrándonos en las áreas del Estrecho
propiamente dicho, el templo de Hera y el río y ciudad de Baelo corresponden a los túrdulos y desde
Mellaria a Calpe a los bástulos- púnicos (Fig. 6), datos que confirman la información de Agripa sobre
la presencia de túrdulos y bástulos en la costa atlántica (cfr. Plin. 3,8 y Mela 3,3).

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Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Fig. 5. El Estrecho de Ptolomeo.

Fig. 6. La Bética de Ptolomeo (Flórez Tomo IX, 372).

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El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

3. El Estrecho de Gibraltar en Marciano de Heraclea.

Después de la magna obra geográfica de Ptolomeo se suceden otras de menor envergadura y fundamen-
talmente de divulgación, como la Periégesis de Dionisio de Alejandría (III d.C.-IV d.C.), composición
poética a partir de Eratóstenes o Posidonio (Aujac 1993, 15; Antonelli 1998, 16). Protágoras (siglo III
d.C), escribió una Geometría de la ecúmene (Pédech 1976, 194; De Hoz 2010, 143), una periégesis por
los tres continentes en la que incluía un repertorio de distancias a partir de los grados establecidos por
Ptolomeo. Este mismo método utilizó Marciano de Heraclea, autor a quien se sitúa entre el siglo III
d.C. y el V (Pédech 1976, 195; Pastor Muñoz 1978, 82; González Ponce 1995, 72).

Escribió Marciano dos epítomes, uno de la Geografía de Artemidoro (GGM I, 574ss) y otro sobre el
periplo del Mar Interior de Menipo de Pérgamo (GGM I, 563ss). Pero la obra que más nos interesa de
este autor es el Periplo del Mar Exterior6, un recorrido literario por las costas del Océano, en el que
convierte en estadios las diferencias de grados y minutos entre los puntos costeros nombrados, todo
ello basado principalmente en Protágoras y Ptolomeo.

De la primera de las obras citadas, nada nos ha llegado en relación con el Estrecho y del Epítome de
Menipo sólo sabemos que llegaba hasta las Columnas de Heracles y Gadira y luego pasaba a la orilla
opuesta, a la costa de Libia, pero no se nos ha conservado nada sobre la descripción que hizo del entor-
no de las Columnas y de Gadira, ni del paso de un lado al otro del Estrecho.

Fig. 7. El sur de Iberia y el Estrecho de Heracles (Müller 1855, GGM III, 801).

6 Marciani Heracleensis ex Ponto periplus Maris Exteri Orientalis et Occidentalis atque maximarum in eo insularum (GGM I, 515ss.)

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Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Es en la tercera de sus obras, el Periplo del Mar Exterior, donde se encuentra abundante información
sobre el Océano Occidental y sobre el Estrecho. En el Proemio, inserta algunos datos de interés, como
la medida de anchura del Estrecho, ochenta estadios, y que el Estrecho de Heracles (ὁ Ἡράκλειος
πορθμός) es la única comunicación del Mar Interior con el Océano, por la ‘entrada’ situada junto a las
Columnas de Heracles (ὁ εἴσπλους κατὰ τὰς Ἡρακλέους στήλας):

Marc. Peripl. 1,3


“[El Océano] occidental, fluyendo [hasta Nuestro Mar], se extiende desde el llamado Mar Atlán-
tico y avanza en una gran extensión al interior de la tierra (…). La entrada muy angosta junto a
las llamadas Columnas de Heracles o Estrecho de Heracles tiene ochenta estadios, (…)”

El Estrecho, único camino por el que es posible la comunicacion entre el Océano y el Mar Interior, es
al mismo tiempo el referente geográfico para la separación de Europa y Libia:

Marc. Peripl. 1,4


“A Europa la separa de Libia la boca del Oceáno que está junto a Gadira, la que llaman Estrecho
de Heracles, a través del cual dijimos anteriormente que el Océano fluye hacia nuestro mar (…)”

La identidad entre Columnas y Estrecho es muy clara (Peripl. 1,3), pero al mismo tiempo en Marcia-
no aflora una vinculación espacial del Estrecho con la isla de Gadira tanto a la hora de establecer los
límites de Europa y Libia (Peripl. 1,4) como en las referencias generales de la ecúmene (Peripl. 1,5s);
adquiere Gadira un protagonismo que apenas había tenido en otros autores griegos, pero que sí queda
reflejado también en Plinio (3,2).

La relación geográfica ‘Estrecho-Gadira’, pese a ser dos espacios diferenciados, se ha convertido en


una unidad geográfica utilizada como hito de referencia conjunto en el establecimiento de la distancia
total del periplo del Mar Nuestro por la orilla norte, al igual que Tingi lo es para la orilla sur. Es más,
incluso cuando la dimensión total de la ecúmene es calculada desde el río Ganges, en el extremo orien-
tal, hasta el Promontorio Sagrado, el extremo occidental de Iberia, inserta también la posición de este
y su distancia respecto a Gadira y las Columnas.

Tras el libro primero, dedicado al recorrido por las costas del Océano Oriental (Peripl. 1.9ss), en el libro
segundo expone el periplo del Océano Occidental desde el Estrecho de Heracles hacia el norte y hacia el sur:

Marc. Peripl. 2,3:


“Así pues, comenzaremos el periplo del Mar Exterior a partir del Estrecho de Heracles. Este
Estrecho separa ambas tierras firmes, Iberia, a la que también llaman Hispania, que comienza
la parte de Europa, y Libia situada frente a ésta. Así pues, para el que franquea el Estrecho de
Heracles y avanza hacia el Océano, a la derecha le queda la Bética, región de Hispania, y a la
izquierda están las denominadas Mauritanias de Libia. (...). A quien atraviesa el Estrecho de
Heracles y pasa el Templo de Hera (éste está situado a la derecha del que sale del Estrecho) lo

21
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

recibe el Océano, que se extiende junto a ambas tierras firmes, Iberia y Libia, y que se proyecta
hacia occidente con una magnitud inmensa e ignota”7

Marciano resalta de nuevo la función separadora del Estrecho entre las tierras firmes de la Península
Ibérica y de África y, al mismo tiempo, la vía de acceso hacia la inmensidad oceánica a la que califica
de μέγεθος ἀπέραντον καὶ ἂγνωστον.

Como en Ptolomeo, también en Marciano el límite geográfico occidental del Estrecho es el promon-
torio de Hera, el lugar donde se encuentra un templo dedicado a la diosa que le da nombre. Y más allá
de este templo, de este promontorio, fin del Estrecho, se encuentra la isla de Gadira, lo que le da pie
a Marciano a insertar la discusión sobre si las Columnas de Heracles (uide apartado 4.1) están en esta
isla, como afirma Artemidoro, o en Calpe, lugar este último por donde comienza propiamente el peri-
plo particular de la Bética, cuyo término sitúa en el río Ana:

Marc. Peripl. 2,4:


“La primera isla que se encuentra situada a la derecha es Gadira, donde se ha estable-
cido que están las Columnas de Heracles. Unos afirman que las Columnas de Heracles
están junto al monte Calpe, que se encuentra en la parte interior del Estrecho de Hera-
cles. Otros, sin embargo, como el geógrafo Artemidoro, junto a la isla de Gadira; pero
no hay impedimento ninguno para realizar el periplo de Iberia a partir del monte Cal-
pe, al que la mayoría considera como las Columnas de Heracles. (…)

Incluye también una descripción general de los límites de la Bética, en los que el lado sur de la pro-
vincia está delimitado por el Océano en dos tramos aparentemente diferenciados, el bañado por el Mar
Exterior, que iría desde el Ana al Promontorio de Hera, y el Estrecho, desde este promontorio a Calpe,
y además por el litoral al interior de Calpe que baña el Mar Ibérico:

Marc. Peripl. 2,8:


“La Hispania Bética está limitada (…) al Sur a lo largo del Mar Exterior y del Estrecho de Hera-
cles por el Océano Occidental, y a lo largo del Mar Interior por el Mar Ibérico. Todo el contorno
en su conjunto es de esta forma, pero el periplo por partes es de la manera siguiente”

Marc. Peripl. 2,9:


“Desde el monte y columna de Calpe, que está en el principio del Mar Interior, para quien
navega hacia el Estrecho y el Océano y tiene a su derecha la tierra firme de Iberia, la distan-
cia hasta Carteia es de 50 estadios. Allí habita el pueblo de los bástulos denominados poenos.
Desde Carteia hasta Barbesula 100 estadios. Desde Barbesula hasta Transducta no más de 200
estadios ni menos de 145 por la hipotenusa8. Desde Transducta hasta Menralia no más de 115

7 Cfr. además Peripl. 2,1s.


8 Cfr. Marc. Peripl. 2,5, donde explica el método tomado por Protágoras de expresar las distancias con una cifra máxima y otra mínima para
evitar los errores que, según él, han cometido quienes han navegado por estas aguas al realizar los cómputos.

22
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

(155?), ni menos de 123. Desde Menralia hasta la ciudad de Belo no más de 140, ni menos de
100. Allí comienza el pueblo de los túrdulos. Desde la ciudad de Belo hasta la desembocadura
del río Belo no más de 75, ni menos de 50 estadios. Desde la desembocadura del río Belo hasta
el promontorio en el que está el Estrecho y el templo de Hera, 200 ó 150 estadios (en adelante
sólo figuran los estadios y el primer número mostrará el máximo, el siguiente el mínimo, (…).
A partir del promontorio en el que está el Estrecho y el templo de Hera, a quien navega en el
Océano con rumbo norte y deja igualmente a la derecha la tierra firme y a la izquierda el Océano
Occidental, le recibe el Puerto de Menesteo, hasta el cual hay entre 225 y 160 estadios. Por esta
zona está en el Mar Exterior la isla de Gadira, en la que se encuentra también la ciudad homó-
nima de Gadira. Desde el promontorio donde está el Estrecho hasta la isla de Gadira hay entre
270 y 240 estadios. Allí (sc. río Ana) termina la parte de la Hispania Bética que se extiende a lo
largo de los dos mares que se encuentran en torno al Estrecho de Heracles, el Mar Nuestro y el
Exterior, o sea el Océano”9

Y al igual que cumplió su propósito de recorrer el litoral oceánico de Iberia, prometió también en el
proemio del libro segundo realizar el periplo de la Libia occidental, pero de esta descripción nada ha
quedado, salvo algunas referencias que hacen alusión a citas de Marciano sobre la Mauritania Tingi-
tana y la propia Tingi:

Marc. Peripl. 2,47ss. (Steb. Biz.):


“Las Mauritanias son dos: una la Tingitana, otra la Cesariense, como dice Marciano en su Peri-
plo. Tingis, ciudad de Maurusia. El gentilicio debía decirse Tingites, como se dice Menphites y
Zelites; pero Marciano dice Mauritania Tingitana; así pues, el gentilicio es Tingitanus y el feme-
nino Tingitana. Pero hay desde Tingis 80 estadios”

En varios temas coincide la información de Marciano con la de Potolomeo, como es lógico, dado que el
primero sigue estrechamente al segundo: por ejemplo el templo de Hera límite del Estrecho o los datos
étnicos y los accidentes geográficos y ciudades citadas; pero al tratarse no de un listado, sino de una
secuencia lineal, proporciona la posición relativa de cada uno de los lugares, con lo que complementa,
ratifica o, en su caso, rectifica, las posiciones de las coordenadas ptolemaicas. Ratifica igualmente la
posición de Transducta. No obstante persiste el problema de la situación de Barbesula situada errónea-
mente entre Carteia y Transducta, cuando por otros testimonios (Mela 2,94; Plinio 3,7s) sabemos que
estuvo situada en la costa mediterránea, fuera del Estrecho, a orillas del río homónimo que sí está bien
situado (uide apartado 4.4).

La descripción del tramo norte de la orilla del Estrecho la conservamos completa y responde al de-
talle que ya conocíamos por Ptolomeo, con el añadido de las distancias entre lugares. No es así, sin
embargo, para la orilla sur, pues sólo se han conservado el planteamiento de Marciano de realizar
el periplo por el litoral líbico (Marc. Peripl. 2,46) y algunas referencias indirectas sueltas que poco

9 Cfr. como complemento de esta información Peripl. 2,10s.; 2,18.

23
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

aportan. Con todo sería posible la reconstrucción de lo que diría, a falta de las distancias, tomando
los datos de Ptolomeo, o lo que es lo mismo, el mapa de Ptolomeo y el de Marciano serían práctica-
mente iguales.

4. Aspectos destacables en Ptolomeo y Marciano.

La información aportada por Ptolomeo y Marciano sobre el Estrecho responde, en líneas generales, al
conocimiento generado a lo largo de siglos en materia geográfica, fundamentalmente por la geografía
matématica y la geografía descriptiva de los siglos III-I a.C., y de acuerdo con los avances alcanzados
por las exploraciones atlánticas y el comercio marítimo. Todo este conocimiento, transmitido por Poli-
bio, Estrabón, Mela, Plinio, etc., tiene lagunas que en parte fueron subsanadas por las aportaciones de
Ptolomeo, refrendadas por Marciano.

4.1. Las Columnas y El Estrecho de Heracles: dos conceptos geográficos distintos.

La expresión “Columnas de Heracles” tiene fundamentalmente un significado ‘estático’, es un punto


de referencia, mientras que “Estrecho de Heracles” tiene un significado dinámico, extenso, un lugar de
paso, de comunicación. Así aparece en Estrabón en numerosos parágrafos en los que se distingue con
total claridad tal diferencia en el empleo de ambas expresiones.10

Para Ptolomeo el “Estrecho Heracleo” tiene un significado netamente ‘extenso’, bien para indicar la
función delimitadora entre Europa y Libia (Ptol. 2,1,5), bien para establecer una parte del límite sur de
la Bética11 o el límite del norte de la Mauritania Tingitana, desde el promontorio de Cotes hasta el mon-
te Heptadelphoi y la Columna Abila12. Las columnas Abila y Calpe, sin embargo, tienen una función
de límite puntual (Ptol. 2,4,5s). No obstante el Estrecho en ocasiones asume también un valor de hito
global para indicar el punto de referencia geográfica.13

La diferencia conceptual en Marciano entre las Columnas y el Estrecho queda patente desde los primeros
parágrafos del Periplo del Mar Exterior. Así en el proemio (Peripl. 1,1) aparecen las Columnas en calidad
de hito puntual del Mar Interior y el Estrecho como espacio por donde penetra el Océano en dicho Mar.14

Así pues, hay un contraste evidente entre las Columnas de Heracles, lugar de llegada, de límite pun-
tual, y el Estrecho de Heracles, lugar de tránsito, de paso, sea de una orilla a otra, sea del Mar Interior

10 Cfr. Str. 3,2,5 a título de ejemplo de uso diferenciado de πορθμός y στήλαι: “(…) la navegación hasta las Columnas (μέχρι τῶν Στηλῶν), a
excepción de alguna dificultad en la zona del Estrecho (περὶ τὸν πορθμὸν δυσκολία) y la travesía del Mar Nuestro son buenas, (…)”
11 Ptol. 2,4,3: “El lado (πλευρὰ) sur de la Bética por la parte del Mar Exterior y del Estrecho de Heracles (τὸν Ἡράκλειον πορθμόν) limita
(περιορίζεται) con el Océano, (…)”
12 Ptol. 4,1,3: “El lado septentrional está delimitado (ὁρίζεται) por el Estrecho (…)”
13 Ptol. 4,1,1: El lado occidental de la Mauritania Tingitana está delimitado por la parte del Mar Exterior (…), que va desde el Estrecho de
Heracles hasta las montañas del Atlas Mayor (…)
14 Marc. Peripl. 1,1: “(…) el periplo del mar que se extiende al interior de las Columnas de Heracles (τῆς μὲν ἐντὸς τῶν Ἡρακλείων στῆλων
κειμένης θαλάσσης) y que conforma por su parte occidental el océano que rodea la tierra penetrando por el Estrecho de Heracles (κατὰ τὸν
καλούμενον Ἡράκλειον πορθμὸν τὴν ἐισροὴν) (…)”; cfr. también Marc. Peripl. 2,2; 2,4.; 2,8; 2,9; 2,18.

24
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

al Exterior a través de la boca y entrada angosta que comunica uno y otro mar y por donde fluyen las
corrientes marinas (Peripl. 1,3).

Dicha entrada o acceso (εἴσπλους)15, considerado como boca (στόμα) y definido como ‘angostísimo’,
está “junto a las llamadas Columnas de Heracles y junto al Estrecho”. Tradicionalmente en la literatura
griega precedente venía siendo llamado “El Estrecho que está junto a las Columnas” (cfr. Str. 1,3,17;
2,5,18; 2,5,25; …).

El Estrecho de Heracles (πορθμός Ἡράκλειος), considerado boca del Océano (στόμα τοῦ ὠκεανοῦ), es
el espacio geográfico por donde fluye el Océano hacia el interior (διʼ οὗ τὴν εἰσροήν τὸν ὠκεανὸν)16,
lo que refuerza el concepto dinámico y extenso del Estrecho que permite que el Mar Nuestro se una al
Océano occidental (συνάντουσα), la ‘comunión’ de ambos mares, el tránsito de uno a otro.

Ahora bien, el Estrecho (y las Columnas), espacios geográficos diferentes a Gadira, aparecen también
vinculados a ella, en relación espacial con ella, al encontrarse la ‘boca del Océano’ “junto a Gadira”
(κατὰ Γάδειρα), que en cierta manera se ha convertido en sustituta de las Columnas como referente
principal de los confines occidentales de la ecúmene. En la geografía científica, en Eratóstenes y otros,
las Columnas fueron el punto de referencia del extremo occidental para el trazado del paralelo de Ro-
das. El desplazamiento de considerar el Cabo Sagrado como punto extremo de Europa y las Islas Afor-
tunadas como punto extremo de la ecúmene implica que las Columnas, que asumían tradicionalmente
dicho papel, ahora sean un punto intermedio más en el trazado del paralelo y Gadira o el conjunto Ga-
dira-Columnas-Estrecho el punto de referencia espacial para otros lugares geográficos (Marci. Peripl.
1,5; Epit. Men. 1,6).

No obstante, pese a tomar los espacios geográficos de Gadira y el Estrecho como un todo conjunto
cuando se trata de cuestiones generales de la geografía ecuménica, esta unidad interpretativa se deshace
completamente en el momento en que cambia la escala para iniciar la descripción y desarrollo del pe-
riplo. De este modo, en el libro segundo del Periplo del Mar Exterior, Marciano presenta dos motivos
geográficos perfectamente diferenciados, pese a su relación espacial.

Uno es el “Estrecho de Heracles”, desde donde comienza el periplo general por el Mar Exterior (Peripl
2,1; 2,3), espacio que sirve de separación de las tierras europeas y líbicas, de la Bética y Mauritania,
y que se extiende interpuesto entre ambos continentes, a la vez que es vía de acceso hacia el Océano.
Y este espacio en el tramo costero de la orilla norte va desde el monte Calpe hasta el promontorio que
alberga el Templo de Hera (uide apartado 4.3). El otro motivo geográfico es el monte Calpe que para
Marciano (Peripl. 2,4) se identifica con una de las Columnas de Heracles y se encuentra en la parte
interior del Estrecho de Heracles, forma parte de él y en él comienza la travesía por el Estrecho.

15 Cfr. εἰσπλέω: ‘navegar hacia…’.


16 Marc. Peripl. 1,4. Cfr. εἰσροή, ‘acción de fluir’, sinónimo de εἴσροος: ‘flujo’, ambos de εἰσ-ρέω: ‘fluir’.

25
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Más allá de las Columnas y del Estrecho, en el océano y navegando con rumbo norte, se encuentra la
isla de Gadira (Marc. Peripl. 2,4; 2,9), un tercer espacio geográfico en liza, desvinculado claramente
del Estrecho de Heracles, pese a que en el libro primero venían presentados Estrecho y Gadira como
un conjunto geográfico.

Para Marciano, pese a recoger la discusión sobre la identidad de las Columnas17, los tres espacios de
la geografía extremo occidental, las Columnas, el Estrecho y Gadira, son diferentes; las Columnas un
hito concreto, límite puntual; el Estrecho un espacio extenso, de comunicación entre los continentes
europeo y líbico y entre el Mar Interior y el Exterior y un canal de tránsito y límite que se extiende, en
la orilla norte, desde la columna de Calpe al Templo de Hera. Y, una vez sobrepasado este templo, ya
en pleno Océano y fuera del Estrecho, la isla de Gadira.

4.2. Las denominaciones del Estrecho.

Diodoro Sículo (4,18,2-5), como otros tantos autores de la Antigüedad, nos ha transmitido la leyenda
de la presencia de Heracles en los confines occidentales, de sus hazañas relacionadas con los extremos
de África y Europa y de su intervención en la configuración geográfica de los espacios de unión entre
las aguas del Océano Exterior y del Mar Interior. Diodoro no hace otra cosa que recoger una larga tra-
dición que vinculaba a Heracles con los confines de la tierra habitada.

Esta relación de Heracles con occidente, con los confines del Océano, con las tierras extremas de la
ecúmene, es la que dio lugar a que los poetas griegos (y los geógrafos) bautizaran las columnas con-
memorativas con una denominación vinculada al héroe que las levantó, las “Columnas de Heracles”,
nombre que a partir de entonces sustituyó y desplazó otros recibidos con anterioridad y relacionados
con otras sagas mitológicas: Columnas de Cronos, de Briareo o incluso de Atlas.18

Testimonio seguro de la asignación a las Columnas del nombre de Heracles está atestiguado en Pín-
daro, quien a principios del siglo V a.C. en un tono poético elevado presenta a nuestro ‘héroe-dios’
erigiendo las Columnas que habían de señalar los límites infranqueables para el hombre (Nemea 3,21:
κιόνων Ἡρακλέος). El vocablo usado por Píndaro es κίων ‘columna’, ‘pilar’, mientras que en otras
ocasiones utiliza el sinónimo στάλα (forma dórica por στήλη) (Olympia 3,44: Ἡρακλέος σταλᾶν). Es
muy posible que las Columnas pudieran también haber recibido el nombre a partir de Gadira, pues
Estrabón (3,5,5s.) refiere que Píndaro las llama también “Puertas de Gadir” (πύλας Γαδειρίδας).

Heródoto, en pleno siglo V a.C., usa el nombre de Heracles como referente mítico (Hdt. 4,8: ἔξω
Ἡρακλέων στηλέων), geográfico o histórico (Hdt. 1,202).19

17 Ya Estrabón se hizo eco de esta discusión (Str. 3,5,5). Cfr. Porfirio, De abstinentia, 1,25 y Plin. 2,242 para las columnas en Gades: (…)
Herculis columnas Gadibus sacratas.
18 Cfr. López Pardo 2000, 33; López Pardo 2004; Dominguez Monedero 2003, 33; Antonelli 1997, 65-72; Rouillard 2001, 504s.
19 Cfr. también Hdt. 3,215; 2,33; 4,151; 4,181; 4,196; 4,42; 8,132.

26
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Y esta denominación ( Ἡρακλέαι στήλαι) es la que va a seguir utilizándose a lo largo de los siglos V a.C
y IV a.C. en numerosos autores con diferentes cometidos: como trofeo (τρόπαιον), recuerdo (μνημεῖον)
o límite (ὅρους) (Isócrates20) o símbolo de encuentro y de tránsito entre las aguas oceánicas y las me-
diterráneas o punto de referencia para la configuración cartográfica de la ecúmene.21

Con todo, hemos de esperar al siglo III a.C. y siguientes para encontrar citados con claridad los dos
motivos geográficos, las Columnas (Ἡρακλείων στηλῶν) y el Estrecho que está junto a las Columnas
(ἐπ’ ἁυτοῦ τοῦ κατὰ τὰς στήλας πόρου) (Timeo, apud Diod. Sic. 5,20,1s.; FGH 566 F 164).

Similares usos y términos se observan, entre otros, en Polibio22, Diodoro Sículo23 o Estrabón24 . El
léxico empleado es muy variado: στήλα, στόμα, στένος, πόρος, ἔκρυσις, εἴσροος o πορθμός, cuyo
equivalente latino es fretum, forma usada por Salustio25 y particularmente por Mela26 y por Plinio.27

Mela, que distingue las Columnae Herculis, Calpe y Abila (1,27; 2,95) del Estrecho propiamente di-
cho, a este en el cierre de su Chorographia lo llama Fretum nostrum (3.107).

Plinio igualmente utiliza por un lado Columnae Herculis, aludiendo a Abila y Calpe, y por otro, para
referirse al Estrecho, Gaditanum fretum, con un adjetivo derivado de Gades, la ciudad más importante
a orillas del Océano (Plin. 3,3ss; 3,74; …).

Los autores griegos utilizan con pocas excepciones28 una denominación relacionada con la saga de
Heracles, mientras que Plinio, se decanta por vincular el nombre del Estrecho con Gades.29

Este predominio en la literatura griega del uso de una denominación vinculada a la saga de Heracles es
el que continúa en Ptolomeo y Marciano de Heraclea.

Ptolomeo emplea para el Estrecho la expresión ὁ Ἡράκλειος πορθμός (Ptol. 2,1,3; 2,4,3; 4.,4,1), que
en su versión latina sería Heracleum fretum. Las Columnas de Heracles, sin embargo, son citadas por
separado, una en la descripción del litoral sur del Estrecho (Ἄβυλη στήλη) (Ptol. 4,1,3), otra en la orilla
contraria (Κάλπη ὅρος καὶ στηλη) (Ptol. 2,4,3).

20 5,112 (Filipo): “Después de haber realizado estas proezas, erigió las llamadas Columnas de Heracles (στῆλας Ἡρακλέους), trofeo de los
bárbaros y también recuerdo (μνημεῖον) de su valor ante los peligros y lindes (ὅρους) del territorio heleno”.
21 Cfr. Antímaco de Colofón (Ant. Col.: στῆ]λαι καὶ τέρμονες Ἡρακλῆος en ΤΗΑ ΙΙ 51b); Platón (Tim. 20d: ἀπὸ τῶν Ἡρακλέιων στηλῶν);
Aristóteles (Meteor. 362b,20; 350a,36; 354b,22; De caelo 298a: περὶ τὰς Ἡρακλείας στήλας).
22 Plb. 2,1,5ss; 3,3,1ss; 3,37,1ss; 3,39; 34,9,4ss.
23 Diod. Sic. 4,18,2ss; 5,20.
24 Str. 1,3,4ss; 1,3,13; 2,5,19; 3,1,7.
25 Sall. Iug. 17,4: fretum nostri maris et Oceani; Iug. 18,9.
26 Mela 1,7: “(…) La zona estrecha y entrada de acceso nosotros la llamamos Fretum, los griegos Porthmos”.
27 Plin. 3,74: “(…) Porthmos por los griegos, fretum Gaditanum por nosotros”.
28 Cfr. Píndaro (en Str. 3,5,5s.: πύλας Γαδειρίδας) o Plutarco (Sert. 8,1ss.: τόν Γαδειραῖον πορθμόν).
29 Cfr. también Lucio Ampelio, Fretum Gaditanum para el Estrecho, sinum gaditanum, tal vez para el golfo, y Columnae Herculis para
Abyla y Calpe (Liber Memorialis 6,2; 7,2s.).

27
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Marciano de Heraclea, por su parte, a lo largo de su Periplo del Mar Exterior30, usa las expresiones
‘Columnas de Heracles’ (Ἡρακλείαι στήλαι) y ‘Estrecho de Heracles’ (Ἡράκλειος πορθμός).

4.3. Las dimensiones y límites del Estrecho.

Las citas referidas al Estrecho, como hemos visto, son abundantes. Pero no será hasta la geografía des-
criptiva cuando encontremos algunos textos en los que se den datos sobre sus dimensiones y sus límites.
Estrabón transmite que la extensión (μῆκος) del Estrecho, es decir, su longitud, es de 120 estadios y
su anchura (πλάτος) mínima de sesenta estadios a la altura de un accidente geográfico denominado
Ἐλέφας, el ‘Elefante’ (Str. 17,3,6).

Datos similares aporta en otro pasaje (Str. 2,5,19), con la salvedad de que amplía de sesenta a setenta
las millas de una orilla a otra.31

La parte más angosta del Estrecho es la que va desde Tarifa a la zona de Punta Cires en Marruecos,
entre Alcazarseguer y la Isla de Perejil. Es aproximadamente en esta zona o algo al este, en el Djbel
Musa o en Punta Leona, donde haya que situar Ἐλέφας, topónimo no recogido por ningún otro autor;
el nombre puede proceder del parecido con la silueta del Djebel Mousa (Tissot 1877, 28s) o por la pre-
sencia en los alrededores de estos montes de elefantes según atestigua Plinio (5,17s).32

El estadio utilizado por Estrabón es la octava parte de la milla romana de 1.480 m (= 185 m) (Str. 7,7,4).
En ese caso, las dimensiones del Estrecho serían de entre 11.100 m y 12.950 m de anchura por 22.200
m de longitud. Tal anchura es algo inferior a la real estimada en alrededor de 15 km entre Tarifa y Punta
Cires. Los 22 km de longitud supondrían que para Estrabón el Estrecho no iría de Calpe al Promonto-
rio de Hera, sino hasta Mellaria (Fig. 8).

Plinio baraja una longitud de 15 millas (=120 estadios), coincidente con Estrabón, y una latitud entre Me-
llaria y el promontorium Album de 5 millas (=40 estadios y unos 7.400 m), bastante inferior a la estableci-
da por Estrabón (60 ó 70 estadios) y a las 7 millas (= 56 estadios, unos 10.360 m) aportadas como anchura
mínima por Tito Livio y Cornelio Nepote, quienes también dan una anchura máxima de 10 millas, que
equivalen a 14.800 m, distancia próxima a la considerada como anchura mínima (Plin. 3,3).33

Para ambos autores el Estrecho se extendía desde Calpe a Mellaria en la orilla norte y desde Abila tal
vez al promontorium Album en la sur (Fig. 9). Esta concepción limitada de la longitud del Estrecho pa-
rece igualmente reflejada en el parágrafo en el que Plinio describe la orilla norte, donde sitúa el fretum
ex Atlantico mari entre Mellaria y Carteia (Plin. 3,7).

30 Marc. Peripl. 1,1; 2,2; 2,4; 2,8s; 2,18.


31 Cfr. también en el Pseudo-Escimno figura la longitud de 120 estadios (Ps. Esc. 139-145, THA IIB, 81a).
32 Cfr. también Str. 17,3,6.
33 En otro pasaje Plinio (5,2) da una distancia entre Baelo y Tingi de 30 millas (240 estadios; c. 44 km), cifra algo superior a la real de unos
34 km entre la Ensenada de Bolonia y Tánger. El Itinerario Marítimo (495, 5s.) estima el trayecto de Baelo a Tingi en 120 estadios, equivalente
a 15 millas.

28
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Fig. 8. El Estrecho de Estrabón.

No obstante, otro texto de Plinio (4,119) parece contradecir este hecho. La razón de esta discrepancia
tal vez estribe en el uso de una fuente distinta, similar a la de Mela y Ptolomeo.

Mela, natural de la zona del Estrecho, da el dato concreto de anchura, cifrada en unas 10 millas (Mela
1,5)34, distancia que se aproxima a la anchura mínima real, unos 14.800 m; sin embargo, no aporta ex-
presamente la longitud del Estrecho; pero en la descripción pormenorizada que realiza lo prolonga desde
Calpe hasta el Promontorium Iunonis (el cabo de Trafalgar), fin de la costa del Estrecho (oram freti), por
lo que respecta a la orilla norte, y desde Ampelusia a Abila en la orilla sur (Mela 2,96; 3,105ss; 1,24).

Los testimonios de Mela dibujan un Estrecho extenso que se prolonga desde los límites occidentales
(Ampelusia y el Promontorio de Juno) hasta los orientales en las Columnas de Hércules, Abila y Calpe.

Ahora bien, es Ptolomeo el primer autor que expresa claramente la delimitación del Estrecho. En la
descripción que realiza del litoral de la Bética sitúa el límite del Estrecho con el Mar Exterior, en “el
promontorio donde comienza el Estrecho y donde está el templo de Hera” (Τὸ ἀκρωτήριον, ἀφ’ οὗ ὁ
πορθμὸς, εν ῷ Ναὸς Ἥρας) (Ptol. 2,4,5), y el límite entre el Estrecho y el Mar Interior en el monte
y Columna de Calpe (Κάλπη ὃρος καὶ στήλη) (Ptol. 2,4,6). Entre un extremo y otro se hallan el río y
la ciudad de Βαίλων, Μενραλία, Τρανσδούκτα y Καρτεΐα, y fuera de estos límites, en el Mar Exterior,

34 Cfr. también Agatem. Geographiae informatio 20.

29
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Fig. 9. El Estrecho de Plinio.

la isla y la ciudad de Gadira. De la misma forma, en la orilla sur el promontorio de Cotes, actual
Cabo de Espartel, inicia el tramo del Estrecho que termina en la columna de Abila. Entre un lugar y
otro se sitúan Τίγγις Καισάρεια, la desembocadura del río Οὐάλων, la ciudad de Ἐξίλισσα y el monte
denominado Ἑπτάδελφοι (‘Heptadelphoi’ o ‘Siete Hermanos’) (Ptol. 4,1,1s) (Figs. 5 y 10).

Si las posiciones que proporciona Ptolomeo de cada uno de estos puntos limítrofes fueran absoluta-
mente precisas, lo que no es seguro35, tendríamos una descripción corográfica y un dibujo cartográfico
inequívocos del Estrecho. No obstante, es factible, como se ha hecho por parte de muchos estudiosos
de la geografía antigua (Fig. 10), situar en una cuadrícula el trazado aproximado del Estrecho ptole-
maico y a partir de las diferencias en las coordenadas de longitud y latitud calcular las dimensiones
aproximadas del mismo.

El geómetra Protágoras (c. 200 d.C.) intentó establecer las distancias entre los diferentes accidentes
geográficos y ciudades a partir de las coordenadas de Ptolomeo y luego Marciano siguió sus pasos36.
La confluencia de los datos de Ptolomeo y los de Marciano podrían acercarnos al cálculo de extensión
y anchura del Estrecho.

35 Cfr. las reflexiones al respecto incluidas supra en el apartado dedicado al Estrecho en Ptolomeo.
36 Cfr. supra Marc. (Peripl. 1,1; 2,2; 2,5). Vide Pédech 1976, 194s; González Ponce 2002, 570.

30
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Fig. 10. El Estrecho de Ptolomeo (Urueña 2011).

La extensión del Estrecho de Ptolomeo se puede hallar, pues, mediante la conversión de la diferencia
de grados de los puntos que ejercen de límites occidental y oriental en estadios37:

Extremos Extremos
diferencia estadios millas Km distancia real
occidentales orientales
Prom. de Hera Calpe
1º 45’ 700 87’5 129’5 c. 65 km
5º 45’ 7º 30’
Pr. de Cotes Abila
1º 50’ 733 91’5 135,5 c. 60 km
6º 00’ 7º 50’

La anchura vendría dada por las diferencias de las latitudes entre algunos de los puntos de la orilla norte
y la orilla sur:

Coord. Coord. diferencia Estadios Millas Km


Pr. de Hera 36º 5’ Pr. de Cotes 35º 55’ 10’ 83,33 10,4 15’5
Baelo 36º 5’ Tingi 35º 55’ 10’ 83,33 10,4 15’5
Mellaria 36º 5’ Tingi 35º 55’ 10’ 83,33 10,4 15’5
Transducta 36º 5’ Ualo, río 35º 50’ 15’ 125 10,4 15’5
Carteia 36º 10’ Exilissa 35º 55’ 15’ 125 15,6 23
Carteia 36º 10’ Heptadelphoi 35º 50’ 20’ 166,66 20,8 30,4
Calpe 36º 15’ Abila 35º 40’ 30’ 200,00 25 37

37 La situación del Estrecho en el paralelo de Rodas permite establecer el valor de 400 estadios para el grado de longitud de Ptolomeo en
esta zona, mientras que la equivalencia de los grados de latitud está en 500 estadios; para la metodología de conversión de grados en estadios
cfr. Gómez Fraile 2005 y Urueña 2014.

31
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Por el dibujo resultante de la conversión de los datos, Ptolomeo parece concebir el Estrecho como un
canal excesivamente prolongado (700 estadios por la orilla norte, unos 130 kilómetros, y 733 estadios
por la orilla sur38); y además de largo, angosto, 83’33 estadios, unos 15,5 km, a lo largo de gran parte de
su extensión con un ensanchamiento en la parte oriental, 125 estadios entre Transducta y el rio Ualo, y
sobretodo en la zona de contacto con el Mar Interior que llega a una anchura de 166,66 estadios (unos
30 km) entre Carteia y Heptadelphoi o de 200 estadios entre Calpe y Abila (Fig. 11).

En estas dos líneas paralelas las ciudades y accidentes geográficos quedan dispuestos a una y otra
banda del Estrecho y enfrentados de manera errónea a como cabría esperar de las reducciones es-
tablecidas. El método general para la asignación de coordenadas en Ptolomeo consistía en la com-
binación de datos de observaciones astronómicas de algunos puntos con las medidas de distancias
entre ellos. Casi con total seguridad Ptolomeo tuvo a la vista información más o menos fiable de las
posiciones de enclaves bien conocidos autópticamente como Gadira, Carteia y Calpe en la orilla
norte y tal vez también de Tingi y de Abila en la orilla sur, todos ellos situados en el entorno del pa-
ralelo de Rodas, es decir, en el paralelo 36º; la presencia constatada de geógrafos como Artemidoro
y Posidonio, entre otros, en esta zona del Estrecho y en Gadira, permitieron con ciertas garantías a
Ptolomeo conocer sus posiciones de latitud a través de la observación astronómica. Las distancias
establecidas bien por los periplos marítimos o por las vías de comunicación terreste facilitaron así-
mismo los cálculos de posición relativa del resto de los lugares. Bastaba tener las coordenadas de
Calpe o Carteia, por ejemplo, y a partir de la posición relativa y de la distancia con las cercanas
Traducta o Mellaria, o con Abila, convertir estos datos en grados y minutos. Ahora bien, también
sería suficiente un error en cualquiera de los datos, sean los astronómicos, sean los geométricos, para
que la realidad geográfica quedara deformada. En este sentido, el error de situación de la ciudad de
Barbesula (no así el de la posición de la desembocadura del río de mismo nombre) que Ptolomeo co-
loca entre Carteia y Traducta, y la combinación de distancias entre las tres ciudades son suficientes

Fig. 11. El Estrecho de Ptolomeo.

38 En ambos casos la medida real es de unos 60 km.

32
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Fig. 12. El Estrecho de Marciano.

motivos para condicionar la posición de Transducta respecto a Carteia, ciudad que queda excesiva-
mente lejana. Este error inicial puede estar detrás de la visión excesivamente alargada del Estrecho
y pudo condicionar también las posiciones relativas del resto de lugares citados en la orilla norte al
provocar el desplazamiento a poniente de todos ellos, dado que están casi todos en la misma latitud,
en una disposición lineal en una franja de 5’ al norte del paralelo 36º. Por lo que respecta a la orilla
sur la situación es similar, pues casi todos los puntos citados se encuentran en la misma franja (35º
55’), 5’ al sur del paralelo 36º, lo que da lugar a una visión de dos orillas completamente paralelas.
Cualquier otro error en la anchura del Estrecho o en las distancias entre algunos puntos está detrás de
la disposición distorsionada de unos lugares frente a otros. Valga, por ejemplo, la posición de Tingi
al sureste de Baelo y frente a Mellaria, cuando realmente está situada al suroeste de ambas ciudades
béticas, o la posición no enfrentada de Abila respecto a Calpe e incluso a cierta distancia al sureste
de los montes Heptadelphoi, cuando estos últimos lugares están muy próximos entre sí y realmente
frente a Calpe y Carteia.

Dos errores de este tipo (desplazamiento hacia poniente de parte de la orilla norte y desplazamiento
hacia levante de la orilla sur) pueden estar detrás de la distorsión de la visión del Estrecho en Ptolomeo
respecto a las posiciones reales de los distintos lugares del mismo y de la imagen de un canal alargado
y angosto por el que corre el paralelo de Rodas (36º) equidistante de los lugares de la banda norte (36º
5’ y 36º 10’) y de la banda sur (35º 55’ y 35º 50’), con la sóla excepción precisamente de las dos Co-
lumnas de Heracles, Calpe (36 15’) y Abila (35º 45’).39

Similar distorsión se observa también en Ptolomeo respecto a los datos de distancias viarias que cono-
cemos por el Itinerario Antonino (It. Ant. 406ss), pues las cifras que proporciona Ptolomeo están muy
alejadas de las del Itinerario (30 millas desde Calpe a Besippone) y de las reales (96 km en línea recta,
122 km por la ruta marítima o por carretera).

39 Cfr. la comparación que realiza Ptolomeo (7,5,3) del Estrecho de Heracles con la figura de un istmo: “De los mares rodeados por la tierra
habitada, el Mar Nuestro (…) desagua en el Océano únicamente a través del Estrecho de Heracles, como si el estrecho marino fuera el istmo
de una península”.

33
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Evidentemente, y soslayando de alguna manera los errores de Ptolomeo y de los manuscitos en la trans-
misión de los datos, es una imagen del Estrecho lejana a la definición precisa de la cartografía moderna,
pero que puede encajar en una visión simplificada y condicionada por numerosos inconvenientes.

Imagen similar es la que nos transmite Marciano del Estrecho con una entrada angosta de ochenta
estadios (Peripl. 1,3), algo superior a la estipulada por Estrabón (60-70 estadios), el doble de la
de Plinio (5 millas), idéntica a la de Mela (10 millas) y a la de Agatemero y no muy alejada de las
diferencias barajadas por Ptolomeo (83,33 estadios) a lo largo de una buena parte del recorrido
del Estrecho y de la anchura actual circunscrita a la parte más angosta. Respecto a la longitud no
dice nada Marciano y sólo sería posible hacerse una idea a partir de las distancias que estipula
entre puntos geográficos de la orilla norte, aun cuando el hecho de que baraje una doble cantidad
de estadios, los posibles errores de la transmisión manuscrita y el error de inserción de Barbesula
en el interior del Estrecho pueden desfigurar los cálculos de longitud del Estrecho, tal como se ha
visto en Ptolomeo.

A la vista de los datos aportados por diferentes autores sobre las dimensiones y los límites del Estrecho
el resultado es que coexisten en la literatura geográfica grecolatina dos visiones distintas: una la de un
Estrecho de dimensiones reducidas, cuyos límites serían Calpe y Mellaria en la orilla norte y Abila y tal
vez el promontorium Album en la orilla sur, visión que parecen reflejar Estrabón y Plinio. La otra visión
es la de un Estrecho de mayor longitud, expresada por Mela y por Ptolomeo (y Marciano) en la que los
límites occidentales serían los promontorios de Hera-Juno y de Cotes-Ampelusia y los orientales en las
propias Columnas de Heracles, Abila y Calpe.

4.4. Barbesula, Baesippo y el río Baelo.

En el conjunto de la información aportada por Ptolomeo sobre el Estrecho y por otros autores, pese a
las muchas coincidencias, existen también ciertas disonancias. Entre otras cabe destacar la posición
de la ciudad de Barbesula según las coordenadas asignadas por parte de Ptolomeo, de manera que la
ciudad queda alejada del río homónimo y dentro de las aguas del Estrecho, en clara oposición a la in-
formación del resto de autores (menos Marciano que sigue en todo a Ptolomeo) que sitúan esta ciudad
fuera del Estrecho en aguas del Mare Nostrum. Mela (2,94) nombra Barbesula como última ciudad de
la costa bética mediterránea, a levante de Calpe. Idéntica situación aporta Plinio (3,8), quien la cita en
el litoral interior y junto a un río homónimo.

En los itinerarios no aparace ninguna mansio con este nombre, pero podría estar oculto en la forma
Barbariana del Itinerarium Antoninum (406,2), mansio anterior a Calpe, o en Bamaliana o, quizás
mejor, en las formas Sabesola/Bardesola, citadas en la Cosmografía de Ravena (305,8; 344,2s) en la
vía litoral que llega hasta el Estrecho.40

40 Cfr. Roldán Hervás 1975, 57 y 221; Sillières (1990, 357s) considera que, según la distancia a Carteia, se encontraría en la desembocadura
del Guadiaro. Para explicaciones sobre las distintas formas en los itinerarios uide Tovar (1974) y Correa (2016, 232).

34
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Todas estas citas coinciden en situar Barbesula en las inmediaciones de Carteia y de Calpe, pero
claramente fuera del Estrecho y en el litoral mediterráneo. Y así lo hace también Ptolomeo (2,4,7),
pero refiriéndose al río Barbesola41 y a 10’ (66,66 estadios =8,33 millas) al este de Calpe. No sitúa sin
embargo la ciudad en este mismo lugar, junto al río que le da nombre, sino más a poniente, dentro del
Estrecho y a 15’ (100 estadios ó 12,5 millass) al oeste de Carteia, entre ésta y Transducta (Ptol. 2,4,6)
y por tanto en el corazón de la bahía de Algeciras.

A la vista de la mayoría de los testimonios que sitúan la ciudad de Barbesula en el litoral mediterráneo,
reducida en Torre Guadiaro (San Roque, CA) y orillas del río Guadiaro (Rodríguez Oliva 1978; Jimé-
nez-Camino 2010; Jiménez-Camino 2012), no cabe otra explicación que una confusión de Ptolomeo en
la asignación de las coordenadas de la ciudad, error en el que incurre también Marciano (Peripl. 2,9)
y por tanto sería oportuno dejar de considerarla ciudad del Estrecho y llevarla junto al río Barbesula
como ya en su día hiciera Müller (1883, 111).

Por lo que respecta a Baesippo, ciudad que sí está en el Estrecho (Mela 2,96; Plin. 3,7; 3,15; It. Ant. 407,1ss.;
Rav. 306,1), llama la atención que no sea citada por Ptolomeo en el mismo lugar, sino que, a tenor de las
coordenadas, la lleva lejos de la costa entre las numerosas ciudades turdetanas del interior (Ptol. 2.4.10). Con
estos datos, en principio se podría pensar en dos ciudades homónimas distintas, una la del litoral situada por
Mela, Plinio y los itinerarios cerca de Baelo, y otra una ciudad turdetana del interior, la de Ptolomeo.

Plinio (3,7) cita en la costa el portus Baesippo, entre Baelo y el promontorium Iunonis, datos que llevan
este puerto al río Barbate. El propio Plinio (3,15) cita también una ciudad homónima en la lista alfabé-
tica de ciudades del conuentus gaditanus, doble cita de una misma ciudad en dos parágrafos distintos,
uno de índole geográfica (las ciudades del litoral), otro de índole administrativa (la pertenencia a un
convento jurídico) no infrecuente en Plinio42; pero tampoco sería descartable la existencia de Baesippo,
oppidum estipendiario algo al interior del litoral, y un puerto del mismo nombre, puerto de dicha ciudad
o fruto de un traslado habitacional43. Así ha sido planteada la localización por un lado del oppidum de
Baesippo en el interior, en Vejer (Tovar 1974, 66; Chaves et alii 1998; Moreno Pulido 2009, 144; Aré-
valo González 2016; Ferrer Albelda, E. y Cantillo Duarte, J. J. (coords.) 2017, 55ss) o en el Peñón del
Aljibe, en la Sierra de Retín (García Jiménez 2010) y por otro del portus Baesippo en la desembocadura
del citado río, con restos de un poblado de pescadores y factoría de salazones (Bueno Serrano 2003;
ídem 2012; Bueno Serrano-Blanco 2007).

Ptolomeo se aparta de estas informaciones, pues sitúa Baesippo algo más lejos (Ptol. 2,4,10), mientras
que en la costa entre Baelo y el Promontorio de Hera, aproximadamente donde el portus Baesippo,
coloca la desembocadura del río Baelo.44

41 Ptol. 2,4,7: Ἐν δὲ τῷ Ἰβηρικῷ πελάγει Βαρβησόλα ποταμοῦ ἐκβολαί.


42 Para dobletes toponímicos por razones de homonimia o por repetición de Plinio cfr. Ruiz Acevedo-De Paz Sánchez 2018, 57.
43 Cfr. una propuesta semejante para una Bailo prerromana en la Silla del Papa y una Baelo romana por traslado a la Ensenada de Bolonia
(Moret et alii 2014).
44 Estrabón (3,1,8), que no nombra Baesippo, recoge también la existencia de la ciudad y del río Baelo.

35
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Se podría entonces pensar que este río Baelo de Ptolomeo, situado a cierta distancia de la ciudad del
mismo nombre, no fuera el pequeño riachuelo que corre a los pies del yacimiento de Bolonia, hoy
conocido como Arroyo de las Villas (Alonso Villalobos et alii 2003, 70) y difícilmente candidato para
ser citado en la geografía antigua, sino el río Barbate, un río de mayor consideración, con un estuario
amplio y bien conocido por sus cualidades portuarias.

De esta manera en un espacio geográfico reducido entre el Cabo de Trafalgar y Mellaria y en dos en-
senadas gemelas, la de Bolonia y la de Barbate, se encontraban por un lado la ciudad de Baelo, dotada
de un puerto importante para el tráfico comercial en el Estrecho45, y el río Baelo, y por otro el puerto de
Baesippo, en el río Barbate, y la ciudad de Baesippo, río arriba.

El primer componente de los topónimos Baesippo y Baelo y del hidrónimo Baelo tienen el mismo ori-
gen etimológico e incluso significados idénticos46. Es de suponer, en todo caso, que el río y la ciudad de
Baelo deberían estar en las mismas coordenadas y no desplazado hacia el lugar de otro río donde se sitúa
el puerto de Baesippo. Por ello no sería absurdo pensar que Ptolomeo hubiera confundido el nombre del
río de Baesippo, que pudiera haber tenido un hidrónimo con el componente bai-, con el de Baelo, ciudad
cercana y con la misma composición etimológica radical, y que la ciudad de Baesippo, algo al norte de la
posición portuaria, sea en la Sierra de Retín, sea en Vejer, a cuyos pies pasa el río Barbate, al no estar pro-
piamente en la misma costa y al pertenecer a una etnia, la de los turdetanos, diferente a la de los túrdulos
que habitaban el tramo costero desde el Portus Menesthei a Baelo, fuera citada en un listado diferente, de
manera similar, aunque por razones diferentes, a la doble cita de Plinio de una Baesippo costera y otra en
un listado administrativo. Con todo, la posición lejana de la Baesippo de Ptolomeo puede ser fruto tam-
bién de un error de transmisión manuscrita de las coordenadas como cree Müller (1883, 126).

4.5. Las dificultades interpretativas en la Traducta Iulia de Plinio y en la


ignota Tingentera, patria de Mela.

Además de los problemas apuntados en el apartado 4.4. respecto a Barbesula, Baesippo y el río Baelo
en Ptolomeo, alguno más asoma en el panorama de la geografía del Estrecho: dos ciudades citadas
por Plinio y por Mela han planteado dificultades interpretativas, en las que la información aportada
por Ptolomeo tal vez pueda contribuir al esclarecimiento de los confusos datos relativos a una parte
del Estrecho, la bahía de Algeciras, concretamente en la discusión sobre el sobrenombre Traducta Iu-
lia asignado por Plinio a la importante ciudad mauritana de Tingi al otro lado del Estrecho y sobre la
existencia de una ciudad de nombre Tingentera, considerada tradicionalmente como la patria de Mela.

45 Cfr. Str. 3,1,8; para el puerto de Baelo cfr. Bernal Casasola et alii 2017.
46 *bai- es una raíz común a un buen número de topónimos e hidrónimos hispanos (entre otros Baesippo/Baisippo/Baicipo; Baelo/Bailo;
Baetis/Baitis; Baeturia, Baesuri, etc) y muy frecuente en la Turdetania (Villar 2000, 239ss). Baesippo lleva esta raíz acompañada de un se-
gundo compuesto también característico del mundo turdetano para nombres de ciudades (García Alonso 2003, 73). La posible interpretación
de -ippo como ‘ciudad’ lleva a proponer para Baesippo un significado cercano a “Villa del Río”, si se acepta el significado de *bai- como ‘río’
(Silgo Gauche 2013, 75) y que con esta raíz estarían emparentados vocablos vascos como ibai (‘río’), o ibar (‘ribera’). El caso es que Baelo
significaría lo mismo, “Villa del Río”, pues está formada con otro sufijo, -(i)lo(n), también abundante en nombres de ciudades hispanas, de
significado similar y en uso aún en época romana. Estrabón nos recuerda que la ciudad de Pompelon significa lo mismo que Pompeiopolis (Str.
3,4,10).

36
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

Plinio, en los parágrafos del libro quinto de su Naturalis Historia dedicados a la Mauretania occiden-
tal, la primera ciudad que nombra es Tingi, que al ser convertida en colonia por el emperador Claudio,
según nuestro autor, recibió el cognomen de Traducta Iulia:

Plin. 5,2:
“(…)Tingi, fundada en otro tiempo por Anteo, llamada Traducta Iulia después por el emperador
Claudio, cuando la hizo colonia. Dista de Baelo, ciudad de la Bética, treinta mil pasos por la ruta
más corta. A veinticinco mil pasos de ella en la costa del Océano está la colonia de Augusto Iulia
Constantia Zulil, arrebatada al poder de los reyes y obligada a someterse a la jurisdicción de la
Bética (…)”

Plinio aporta esta información en un contexto redactado con datos de origen e índole muy diversa,
desde narraciones legendarias y fantásticas (Anteo, Hércules, el Jardín de las Hespérides, las montañas
de Atlas, etc.) a cuestiones netamente geográficas y político-administrativas, como las actuaciones de
Augusto y Claudio en el norte de África.

En el mismo párrafo en el que asigna a Tingi el sobrenombre Traducta Iulia inserta un excurso sobre
la distancia entre Tingi y Baelo, cognominada Claudia (It. Ant. 407,3) por la intervención de este em-
perador, y entre Tingi y Zulil, colonia de Augusto con el sobrenombre de Iulia Constantia y adscrita a
la jurisdicción de la Bética. Añade a continuación la distancia desde esta última hasta Lixus, colonia de
Claudio, y una larga digresión dedicada a cuestiones legendarias, para volver luego a otras ciudades de
la provincia entre las que cita otras dos colonias de Augusto, Babba Iulia Campestris y Banasa Valentia
(Plin. 5,5).

A la hora de redactar estos párrafos no sería extraño el cruce de datos de las actuaciones de ambos
emperadores y en ambas orillas: fundaciones de Augusto de finales del siglo I a.C., de Claudio de me-
diados del I d.C., a uno y otro lado del Estrecho, ciudades pertenecientes a la Bética de la orilla norte
y ciudades de África pero adscritas a la Bética e incluso cognomina similares (Traducta Iulia, Tingi
Iulia, Iulia Zulil, …).

Sabemos por Estrabón que dos de las ciudades mauritanas citadas por Plinio, Tingi y Zulil, participaron
en una de las actuaciones de Augusto: la fundación de una ciudad en la orilla norte del Estrecho de
Hercules con el nombre de Iulia Ioza47; habitantes de ambas ciudades formaron parte de los contingen-
tes trasladados de un lado a otro del Estrecho, actuación similar a la que se refiere Mela (2,96)48, que
ratifica el traslado y especifica los orígenes étnicos de estos contingentes, pero que no deja claro ni el
nombre de la nueva fundación, ni el lugar del nuevo asentamiento, pues el párrafo es algo confuso y ha
sido objeto de múltiples discusiones.

47 Str. 3,1,8: “También Zelis era limítrofe de Tingis, pero los romanos la trasladaron a la orilla de enfrente, llevando incluso algunos Tingi-
tanos. Enviaron también a sus propios colonos y llamaron a la ciudad Iulia Ioza”.
48 Vide infra.

37
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Parece pues que no está muy clara ni la información de Plinio sobre Traducta Iulia (la Iulia Ioza estra-
boniana), ni la de Mela sobre el destino concreto de los colonos transvecti, salvo que hubo de ser un
lugar de la bahía de Algeciras.

Todo este maremágnum informativo del área del Estrecho pudo propiciar que Plinio cometiera un
error. En esta amalgama temporal y espacial, en este conjunto caótico geográfico-administrativo,
en el que ciudades mauritanas pertenecen a la jurisdicción de otra provincia, la Bética, y una
ciudad de la Bética ha sido fundada con gente de ascendencia púnico-mauritana, las interferen-
cias informativas pudieron condicionar la redacción pliniana, de manera que el apelativo de una
fundación augustea del siglo I a.C. en la bahía de Algeciras, Traducta Iulia, diera un salto crono-
lógico y espacial y fuera adjudicado a una intervención de Claudio del siglo I d.C. en otro espacio
geográfico.

Las excavaciones realizadas en los últimos años en Algeciras han permitido documentar la existencia
de una importante ciudad portuaria49, que ha sido identificada con la Traducta de otras fuentes litera-
rias y la Traducta Iulia de Plinio sin ningún género de dudas gracias a los hallazgos numismáticos y el
análisis de las monedas con la leyenda IVL.TRAD. (Arévalo González 2016; Bravo Jiménez 2017).

En efecto, Ptolomeo (2,4,6) cita una ciudad denominada Transducta situada entre Carteia y Mellaria,
con lo cual tenemos confirmado en las fuentes una denominación coincidente con el cognomen plinia-
no y su localización aproximada. La Cosmografía de Ravena (Rav. 305,12; 344,6) sitúa con precisión
el lugar ocupado por esta Transducta, entre Carteia y Cetraria50; el Itinerario Antonino (407,1) nombra
Portus Albus, posiblemente el nombre de la mansio en el puerto de Traducta.

Así pues, el concurso de la arqueología, la numismática, Ptolomeo y la Cosmografía de Ravena ha


permitido confirmar que la asignación del sobrenombre Traducta Iulia a Tingi es un flagrante error de
Plinio provocado por la amalgama de fuentes utilizadas y/o el cruce de apuntes o notas de trabajo sobre
las actuaciones de Augusto y Claudio en el área del Estrecho51, que la ciudad denominada Traducta
Iulia es la misma a la que hace referencia la precisa información de Estrabón y el confuso párrafo de
Mela y que hay que situarla sin lugar a dudas en la Bahía de Algeciras, exactamente en el solar de la
actual Algeciras (Sedeño 1988; Gómez de Avellaneda 1999; Bravo Jiménez 2003; Lara Medina 2010;
Jiménez Camino et alii 2019).

Desestimada la ecuación Tingi = Traducta Iulia, por ser un error de Plinio, los elementos que carac-
terizan a Traducta Iulia, de acuerdo con los testimonios recogidos, una ciudad fundada en época de
Augusto en la bahía de Algeciras mediante el traslado de contingentes púnico-mauritanos a la orilla
norte del Estrecho, coinciden en buena medida con la información que aporta Mela en el parágrafo de

49 Cfr. Bernal Casasola-Jiménez Camino (eds) 2018 que aporta los últimos logros y recoge además la bibliografía previa.
50 Roldán Hervás 1975, 227; Sillières 1990, 353s.
51 Cfr. una puesta al día en Torres González 2018.

38
Juan M. Ruiz Acevedo / Manuel de Paz Sánchez

su Chorographia donde figura una ciudad de nombre Tingentera y han propiciado una nueva ecuación:
Tingentera = Traducta Iulia.

Llama la atención, sin embargo, que ni Ptolomeo ni ninguna de las otras fuentes literarias grecolatinas
que describen detallada y profusamente el área y las ciudades del Estrecho, ni los hallazgos epigráficos
y numismáticos de la zona hablen de la existencia de una ciudad de nombre Tingentera, solo conocida
por Mela (Sedeño 1989). El parágrafo en el que está incluida la cita de tal topónimo es aquel en el que
Mela llega al Estrecho y se adentra en la actual Bahía de Algeciras, un enclave geográfico y portuario
de primer orden en la navegación, el comercio y el complicado paso del Estrecho. Las palabras de
Mela, de acuerdo con la lectura aceptada por la mayoría de los editores y estudiosos más recientes
como Parroni (1984), son las siguientes:

Mela 2,96:
et sinus ultra est in eoque Carteia, ut quidam putant aliquando Tartesos, et quam transvecti ex
Africa Phoenices habitant atque unde nos sumus Tingentera. tum Mellaria et Belo et Baesippo
usque ad Iunonis promunturium oram freti occupat.52

Las lecturas e interpretaciones hechas de estas líneas por parte de editores de Mela y la de otros es-
tudiosos de su obra53, han sido diversas y contradictorias. En el centro de las discusiones ha estado la
geografía urbana de ambas orillas del Gaditanum fretum y más concretamente la identificación, locali-
zación y denominación de la patria chica de Mela.

La unanimidad en torno a los orígenes hispanos de Mela es general y se basa exclusivamente en las
palabras del propio Mela, pues se acepta como buena la lectura de este párrafo, que Casaubon (1587,
49) calificaba de locus depravatissimus, “pasaje corruptísimo”, y que Tzschucke (1806, vol. II, 455)
definía como locus omnium maxime controversus et a librariis et virisque doctis mire iactatus y con-
sideraba que la cuestión de la patria de Mela había promovido un debate bastante grave y confuso
(Tzschucke 1807, vol I, cap.II p.VI).

Los manuscritos, derivados de un solo archetipo de la segunda mitad del siglo IX, el manuscrito Vat.
Lat. 4929 (Parroni 1984, 55; 95), tras atque unde nos sumus leen cingenteratum, tingenteratum y otras
expresiones semejantes.

La Editio princeps54 lee cingente ratum, secuencia que ha sido objeto de enmiendas por los sucesivos edi-
tores, entre otros Hermolao Bárbaro, quien propuso leer cingente freto (Bárbaro 1493; Oliver 1536, 155ss).

52 “Y más allá hay un golfo y en él está Carteya, la antigua Tarteso, como algunos creen, en la que habitan fenicios que llegaron por mar
desde África, y Tingentera, de donde nosotros somos” (Bejarano 1987). Mantenemos esta traducción de manera provisional, de acuerdo con
las opiniones más generalizadas, dadas las controversias y disputas en torno a la interpretación de este parágrafo y las dudas que tenemos al
respecto.
53 Cfr. la revisión de algunos de los muchos puntos de vista en Sedeño 1989.
54 Pomponii Melae cosmographiae liber, Milán 1471, 73.

39
El estrecho de Gibraltar en Ptolomeo y marciano de Heraclea

Posteriormente fueron propuestas nuevas lecturas, como eliminar cingenteratum o leer Tingentera. tum
(Vinet 1572), o sustituirla por ex gente ea, propuesta de Pedro Chacón seguida por Francisco Sánchez
el Brocense (1574).

A las sucesivas ediciones del texto o propuestas de lecturas no tardan en sumárseles traducciones como
la de Tribaldos (1642, 55)55 o la de González de Salas (1644).56

A ambos siguen otros eruditos españoles como el Padre Flórez (1753, 40ss.) o Cortés y López (1835,
39ss). Este último, con el objetivo de “aclarar los pasages estragados por los copiantes” y la disputa
de la patria de Mela entre Mellaria y Carteia, se decide por proponer que en el Tingenteratum de los
códices está la T- inicial de la Traducta Iulia de las monedas, de manera que lee “(…) Atque unde
nos sumus T(ransducta). Ingressis fretum Mellaria et (…)”, y que tal ciudad está en Algeciras. La
traducción que hace a partir de sus correcciones es: “(…) y la ciudad que habitan los fenicios o penos
trasladados de Africa y me dio a mi el ser, T. A los que entran en el Estrecho se les presenta ocupando
su costa Mellaria (…)”.57

Son muchas, fuera y dentro de nuestras fronteras, las ediciones y en algún caso traducciones que secundan
las propuestas vistas o que plantean otras nuevas a partir de leer el nombre de Tingi con algún epíteto, ad-
yacente o cognomen, conjeturando, en ocasiones, la existencia de dos Tingi, una la Tingi mauritana y otra
en la orilla norte: Tingi altera, Tingi Cetraria, Tingi Cesarea, Tingi Hiera, Tinge Ibera, Tingi Caetaria, …58

Todas estas lecturas responden a diferentes modelos interpretativos, muchos de los cuales no encuen-
tran refrendo ni en otros autores grecolatinos, ni en los testimonios epigráficos y numismáticos; pese a
ello o tal vez por esta razón, se mantiene en líneas generales una de las lecturas primeras y más acep-
tadas en las ediciones de Mela: Tingentera. No obstante, hay razones que permiten poner en duda
la existencia de una ciudad de nombre Tingentera e incluso plantear la búsqueda de un modelo inter-
pretativo que sea avalado por la sintaxis y el método narrativo de Mela y que cuadre con el contexto
histórico y geográfico del Estrecho.

El conjunto de datos que proporcionan las fuentes literarias y el concurso de los estudios arqueológicos
y numismáticos vienen a dar por sentado que existió una ciudad fundada por Augusto en la Bahía de
Algeciras, de nombre Traducta Iulia, que dado el bilingüismo de sus habitantes se llamó también Iulia
Ioza, que en su fundación participaron, además de colonos romanos, contingentes procedentes de Zulil
y Tingi, ciudades de la Mauritania.

Mela, de acuerdo con la lectura mayoritaria, sitúa en la bahía de Algeciras dos ciudades, Carteia y
Tingentera (con este nombre o con cualquiera de los otros propuestos: Tingi altera, etc.). Coinciden

55 “(…) Después está Mellaria cercada por el mar [cingente freto], de donde yo soy natural (…)”.
56 : “Carteia (…) habitada de Phenices que pasaron de África, y de allí soi io natural, i de aquella gente [ex gente ea] (…)”.
57 Cortés y López 1835, 43s, 49 y 58 (nota 3): “esta T es la abreviatura de Transducta, que es Algeciras, patria de Mela”.
58 Tzschucke (1806, vol. I, 65), hace un balance general de todas las versiones, enmiendas, propuestas, etc., y repasa asimismo los múltiples
lugares defendidos como patria de Mela (Carteia, Mellaria, Baelo, Tarifa, Algeciras,…).

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estos datos básicamente con lo que conocemos por Ptolomeo, por los itinerarios y por los testimonios
arqueológicos. El paralelismo es evidente y es lógico establecer la ecuación Traducta Iulia = Tingen-
tera, con un único inconveniente, la condición de hápax de Tingentera o de sus lecturas alternativas.

Mela, además de esta información geográfica, introduce dos excursos relativos al sinus, la identifica-
ción de Carteia con Tarteso y el traslado poblacional de púnicos desde África a dicha ensenada, dato
que refrenda el desplazamiento fundacional de Estrabón; en este mismo excurso Mela inserta también
la escueta información de su origen (unde nos sumus).

Como quiera que el nombre de Tingentera no aparece en ningún otro documento, salvo en Mela,
y los datos sobre Traducta Iulia coinciden con la información de Mela, una de las soluciones
propuestas ha sido considerar que Tingentera era el nombre primero de la ciudad y que al ser re-
fundada recibió el nuevo nombre de Traducta Iulia. Pero en los muchos estudios dedicado a Mela,
la cuestión de la patria de Mela ha oscilado en medio de las diferentes lectura (cingente freto, ex
gente ea, Tingentera, Tingi altera, Tingi contraria, etc. ) y fundamentalmente en función de la
interpretación sintáctica que se haya hecho, de manera que la patria de Mela pudiera haber sido
Carteia, o Melaria, o Tingentera y cualquiera de sus variantes toponímicas, o incluso una ciudad
no nombrada.

Manteniendo la lectura más próxima a los manuscritos y al consenso mayoritario, Tingentera, tal vez
una forma corrupta, y partiendo de la información transmitida por la Arqueología, la Numismática y los
textos, cabría tal vez hacer alguna otra interpretación en la estructura oracional del texto.

Sintácticamente es factible que la conjunción ‘et’ coordine Carteia y el nombre elidido de una ciudad
antecedente de quam (o que la oración de quam esté sustantivada) y que la conjunción ‘atque’ no
coordine las oraciones de quam y unde, sino dos circunstanciales, ex Africa atque unde nos sumus, Tin-
gentera, que indican la procedencia del traslado y que complementan transuecti, participio concertado
con phoenices. La oración de unde, de acuerdo con numerosos ejemplos del propio Mela precisa como
consecuente el nombre de una ciudad59, como en su día argumentó Kapp en su edición de la Chorogra-
phia (Kapp 1781, praefatio).

Mela indicaría, pues, la existencia de dos ciudades en la bahía algecireña y la procedencia de los par-
tícipes en la fundación de la segunda de ellas, colonos trasladados desde África y desde Tingentera,
consecuente de unde y patria del propio Mela. La traducción del texto en esta propuesta alternativa
sería:

“Carteia, Tarteso en opinión de algunos, y la (ciudad) que habitan púnicos trasladados desde
África y desde donde yo soy, Tingentera”

59 Cfr. Mela 2,93: Sequens Ilicitanus Allonem habet et Lucentiam et unde ei nomen est Ilicem; 2,114: (…) , atque unde Carpathio mari
cognomen est Carpathos.

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En este supuesto Mela, que pasaría a ser púnico-mauritano, pudo haber tenido información oral del
proceso de traslado de compatriotas suyos a la otra orilla, a la ensenada de Carteia, pero pudo ignorar
el destino concreto del acto fundacional por no haber sido barajado por las fuentes escritas que él usó
para redactar la Chorographia.60

Queda no obstante el problema del topónimo Tingentera, es decir, del supuesto nombre de una de las
ciudades mauritanas que aportaron los contigentes trasladados. Por Estrabón sabemos que una de ellas
fue Tingi. Ptolomeo transmite que esta ciudad tuvo el sobrenombre Caesarea. La mayoría de los estu-
diosos de Mela consideran que en la lectura Tingentera está encerrada de alguna manera la secuencia
‘tingi’61. ¿Sería muy descabellado suponer que Mela recogiera en su escrito original que el desplaza-
miento a la orilla norte del Estrecho para la fundación de una nueva ciudad se produjera con púnicos
procedentes de África y concretamente con compatriotas suyos, habitantes de Tingi Caesarea, nombre
que los copistas transmitieron de manera corrupta en la forma Tingentera y consecuentemente habría
que proponer que la patria de Mela fuera la Tingi Caesarea de Ptolomeo, capital de la Mauretania
Tingitana, y pensar en un Mela no hispano, sino compratriota de una parte de los enviados a Traducta
Iulia, un Mela tingitano?.

Agradecimientos

Este trabajo se adscribe a los siguientes proyectos: a) “Del Atlántico al Tirreno, los puertos hispa-
nos y su relación comercial con Ostia Antica. DEATLANTIR IIª Fase (HAR2017-89154-P), Plan
Nacional de I+D+I,; b) “Ciudades romanas de la Bética. Corpus Vrbium Baeticarum III. Conuentus
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60 Posible razón por la que no aparece el nombre de esta ciudad tampoco en Plinio y de que Estrabón la recoja indirectamente cuando habla
de la Mauritania, tal vez de alguna fuente administratica romana contemporánea.
61 Cfr. Correa 2016, 468, s.u. Tingentera: “Parece relacionado con Tingis (Tánger, Narruecos) con un sufijo o segundo miembro [-entera]
que carece de paralelo”.

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