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1El 9 de abril de 1952, los habitantes de La Paz escuchan por la radio que los insurgentes del
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), dirigidos por Hernán Siles Suazo, con el apoyo
de los carabineros, han derrocado a la junta militar que se había instalado en el gobierno hacia
apenas un año, precisamente, con el fin de detener al candidato del MNR, que había ganado las
elecciones presidenciales. En efecto, Víctor Paz Estenssoro había obtenido 54.049 votos frente
a 52.940 del conjunto de la oposición tradicional, dispersa en varias tendencias rivales.

2¿Cómo se llegó a esa instancia? Desde la Guerra del Chaco contra el Paraguay (1932-1935), la
historia política boliviana que encamina al país hacia la Revolución de Abril de 1952 se puede
resumir, sencillamente, como la del nacimiento y, luego, consolidación de una contra-élite civil
y militar (intelectuales, maestros, empleados, oficiales jóvenes) que, a la larga, es capaz de
derrotar a la oligarquía minera —la de los llamados “los barones del estaño”—, que, por su
parte, contaba con el apoyo de los hacendados, los importadores y la mayoría de los oficiales
del ejército.

3A partir de 1936, los gobiernos favorables a una u otra de estas dos élites en pugna alternan:
socialista militar (1936-1939), de partida, conservador militar (1939-1943), luego, nacionalista
reformista militar-civil (1943-1946) y, finalmente, reaccionario civil-militar (1946-1952).

4Cada uno de estos gobiernos adopta políticas opuestas en lo que a los reglamentos y las
prerrogativas estatales, por un lado, y, por otro, en lo que al trato relativo a las organizaciones
sindicales se refiere. En el período reformista, se multiplican las prerrogativas y
reglamentaciones pro-estatales, debilitando desde arriba los poderes de la oligarquía, y se
fomentan y remuneran a las organizaciones sindicales, las que, a su vez, minan los poderes
patronales desde abajo. Así, los “barones del estaño” y sus epígonos se encuentran atenazados
entre los administradores del Estado y sus aliados obreros. A la inversa, durante los períodos
conservadores, la oligarquía tiende a reconquistar sus posiciones, alegando controles y
saneamientos estatales en nombre del liberalismo.

5Los nacionalistas del MNR se instalan finalmente en el poder porque fueron los únicos capaces
de conjuncionar la contra-élite civil y militar, por un lado, y, por otro, los obreros —
principalmente los mineros. Esta coalición es posible debido al descrédito que sufrió la principal
organización política de la postguerra con arraigo popular, el Partido de la Izquierda
Revolucionaria (PIR), marxista, porque colaboró con los gobiernos conservadores del “sexenio”
(1946-1952) y, también, gracias al acercamiento que se produce, por intermedio de los
sindicatos mineros, entre el Partido Obrero Revolucionario (POR), troskista, y el ala izquierda de
los nacionalistas. Esta alianza eclosiona entre el 9 y el 11 de abril, cuando el golpe de estado del
MNR parecía condenado al fracaso: entonces, el pueblo de las barriadas de La Paz y los mineros
de Oruro aúnan sus fuerzas con las del Movimiento para asegurarle un triunfo definitivo.
6El MNR se constituye entre 1936 y 1944. Su primer programa político se hace público en 1942.
Incorpora diversos núcleos: una logia de excombatientes de la Guerra del Chaco, la “Estrella de
Hierro,” conservadora (Víctor Andrade), un círculo de periodistas e intelectuales reunidos en
torno al periódico La Calle, harto virulentos en relación a los “barones del estaño,” y anti-
imperialistas (Augusto Céspedes, Carlos Montenegro); y, en fin, un conjunto de abogados,
profesores universitarios, altos funcionarios (Víctor Paz Estenssoro, Walter Guevara, Hernán
Siles Suazo). Este grupo inicial es notablemente homogéneo: todos sus miembros —o casi
todos— provienen de familias ya inmersas en la vida política y sólo 10 años separan a los
mayores (Céspedes: 37 años en 1941) de los más jóvenes (Monroy Block).

• 1 Hochschild, uno de los tres barones del estaño, era de origen judio-alemán. Antes del inicio
de la (...)

7Podemos echarle una mirada a la doctrina del MNR, resumiendo las Bases y principios del
MNR, publicados en junio de 1942 (cf. Anaya 1966). Los males de Bolivia son atribuidos a
enemigos extranjeros: los “barones del estaño” (los dos de origen boliviano se habrían, en cierta
forma, expatriado) y los judíos. Por eso, el partido busca el “consenso” entre los bolivianos para
eliminar los grandes monopolios y para que el comercio minorista quede exclusivamente “en
manos de los bolivianos”;1 por otra parte, demanda que se dé fin a la inmigración judía. La otra
cara de esta xenofobia es un nacionalismo teñido de indigenismo, en nombre del cual las
prerrogativas del Estado deben ser ampliadas para que éste se convierta en el principal artífice
de la construcción nacional; un Estado donde el agente privilegiado es el individuo de raza
indomestiza.

8A fines de 1944, el Movimiento tiene una primera ocasión de poner en práctica sus ideas
políticas cuando un grupo de jóvenes militares reformistas, conducidos por el Teniente
Gualberto Villarroel, toma el poder e incluye en su gabinete a varios miembros del MNR, entre
ellos, a Paz Estenssoro, nombrado ministro de Finanzas. Efectivamente, este gobierno dicta
medidas destinadas a reforzar el poder del Estado (aumento de impuestos en las exportaciones
mineras, obligación del depósito de divisas en el Banco Central, grandes proyectos lanzados por
medio de nuevas empresas del Estado...); por otro lado, también promueve una importante
legislación social y, finalmente, fomenta la expresión de las reivindicaciones populares: en junio
de 1944, surge la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) y, en marzo
de 1945, se organiza un primer Congreso Campesino, que culmina en la supresión del
“pongueaje,” o sea, el servicio personal gratuito campesino.

9Expulsados del poder en julio de 1946, como consecuencia de un golpe de estado, los
movimientistas se ven luego perseguidos y muchos de ellos se ven obligados a vivir en la
clandestinidad o en el exilio. Desde ya, acumulan y fermentan los beneficios del descontento
popular. Pese a su difícil posición, sus candidatos participan en todas las elecciones convocadas,
pero, cuando logran ganarlas, se las anula inmediatamente. No les queda otra salida que la
conspiración y, en efecto, entre 1946 y 1952, realizan una docena de intentos.

10Durante esta travesía por el desierto, abandonan sus posiciones profascistas y xenófobas, ya
muy atenuadas luego de su paso por el gobierno, y, en 1946, optan por una revolución nacional
no marxista, como la única capaz de crear las condiciones para una democracia boliviana.

11A partir de 1952, el MNR logra tres presidencias sucesivas y, en los tres casos, respetando las
normas constitucionales. Una serie excepcional, dicho sea de paso, en el problemático contexto
de la vida política boliviana. Pero, en 1964, un golpe de estado militar lo expulsa del poder. Es
necesario analizar, entonces, tanto las razones de su longevidad como las de su fracaso.

12Por razones de claridad en la exposición, centraré el análisis del arraigo del MNR en el período
gubernamental que va de 1952 a 1956 (primera presidencia de Paz Estenssoro), y, el de su caída,
siguiendo las dificultades políticas y sociales del período siguiente 1956-1964 (presidencia de
Siles Suazo, segunda y tercera presidencias de Paz Estenssoro).

El triunfo movimientista

13Los gobiernos de la prerrevolución representaban los limitados intereses de la denominada


“La Rosca”: “[T]res barones de, estaño y sus secuaces, no más de 524 latifundistas en la
agricultura; y algo así como 50 'grandes' capitalistas en la industria y el comercio” (COB 1954:
21). Una tarea que fue posible gracias al juego combinado de la limitación preestablecida del
número de electores (211.000 en 1951) y los periódicos golpes de estado.

14La revolución cambia radicalmente las reglas del juego. Desde ya, instituye el Voto Universal,
a partir del 21 de julio de 1952; pero también institucionaliza la presencia de los sectores obrero
y campesino, tanto en el gobierno como en el seno mismo del partido, y ejerce el control del
movimiento sindical.

15La inclusión de los sectores populares en las instancias políticas asegura, durante un tiempo,
un amplio reconocimiento del nuevo régimen y, en consecuencia, garantiza su continuidad.
Pero, también contiene los gérmenes de su futura pérdida. Por eso es fundamental examinar
con detalle la organización política y sindical.

16De partida, la movilización revolucionaria provoca una ola de sindicalización al mismo tiempo
que una reestructuración total de las organizaciones sindicales. El 17 de abril se funda la Central
Obrera Boliviana (COB). Impulsada por la FSTMB y dirigida por ella, la nueva Central arrasa con
la Confederación Sindical de Trabajadores de Bolivia (CSTB), influida por los marxistas del PIR,
integra a los sindicatos de los trabajadores ferroviarios, antes contestatarios, y, muy pronto,
absorbe al conjunto de las organizaciones sindicales del país. Central única, se transforma en
una verdadera tribuna popular, en la que los partidos políticos opuestos, más o menos
favorables al élan revolucionario, nacionalista y marxista, pueden debatir entre ellos.
17La preeminencia de los mineros en la Central se traduce en que el secretario ejecutivo de la
FSTMB, Juan Lechín, es nombrado también secretario ejecutivo de la COB. La fuerte
representación de los mineros en el I Congreso de la COB, en octubre de 1954, también revela
esta preeminencia: 60 delegados en un total de 310, o sea, un tercio de los delegados obreros.

18Bajo la presión de la FSTMB, respaldada por la COB, el gobierno decreta la Nacionalización de


las Minas de los tres “barones,” el 31 de octubre de 1952, en Catavi. Esta nacionalización se
acompaña de una otra medida que claramente simboliza el poder de los mineros: el “control
obrero,” con derecho a veto, entra en vigor el 16 de diciembre de 1953, en el seno de la
Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) que integra a las minas nacionalizadas. En virtud de
esta disposición, los sindicatos de los diversos distritos mineros, y la Federación a escala
nacional, eligen representantes para las diversas direcciones de la compañía, los que tienen
derecho a veto sobre las decisiones que estimen contrarias a los intereses de los mineros o de
la nación.

19Sin embargo, la más sorprendente estructuración sindical es la que se da en el campo, más


precisamente, entre los colonos de hacienda. Inmediatamente después de la revolución, las
huelgas y las tomas de tierras explotan en el valle de Cochabamba. Al principio, escapan al
control del MNR, pero una vez resuelto del problema de la nacionalización de las minas, y
cuando la ola de agitación llega a otras regiones, el Ministerio de Asuntos Campesinos, creado
el 12 de abril de 1952, decide tomar cartas en el asunto y emprende el proceso de sindicalización
campesina. Desde ya, la organización de los sindicatos campesinos le es confiada a un “estado
mayor” de empleados del ministerio, integrado, sobre todo, por antiguos mineros, los que
recorren el campo seleccionando cuadros e instalando oficialmente los respectivos sindicatos
locales. Se conforman las Federaciones Departamentales (La Paz, Cochabamba, desde el
segundo semestre de 1952) y la Confederación Nacional de Trabajadores Campesinos de Bolivia
(CNTCB) ve la luz el 15 de julio de 1953. De esta manera, no sólo la sindicalización campesina
gana terreno sino, también, los partidarios de una “revolución agraria” con apropiación tierras,
apoyados por los troskistas, desaparecen dentro de la ahora vastísima clientela del MNR.

20La ola de apoyos al MNR se ve aún más fortalecida cuando, el 2 de agosto de 1953, el nuevo
gobierno promulga el decreto de la Reforma Agraria. Este decreto permite la expropiación de
los latifundios (grandes propiedades explotadas extensa e intensamente) y la consolidación de
los derechos de propiedad para los pequeños y medianos productores, o las empresas agrícolas.
Desde ya, también se reconoce la propiedad comunitaria. Así, los colonos de las haciendas
pueden convertirse en los propietarios de las parcelas en las que habían trabajado y las
comunidades ven confirmados sus tradicionales derechos. Este reconocimiento los inclina a
conformarse con las instrucciones gubernamentales y a emprender los trámites que culminan
en la efectiva posesión de un título de propiedad. La Reforma Agraria calma, entonces, la
agitación en el campo o, mejor dicho, la canaliza,
21La gran habilidad del MNR consiste, entonces, en ligar todas las demandas de títulos con la
pertenencia sindical, logrando, así, que los sindicatos sean intermediarios obligatorios. De esta
manera y desde el Ministerio de Asuntos Campesinos, el MNR teje una red de pertenencia que,
progresivamente, abarca todo el campo.

22Mientras tanto, la CNTCB se ha integrado a la COB, como también el resto de los sindicatos
profesionales. En el primer Congreso de la COB, los campesinos cuentan con 50 delegados sobre
310; una débil proporción si se la compara con la de los mineros y se tiene en cuenta el número
de los representados, pero, de todas maneras, refleja la emergencia del sindicalismo campesino.

23La irradiación del sindicalismo también llega hasta las otras ramas del trabajo: los fabriles,
desde ya, pero también al conjunto de los asalariados y, notablemente, a los funcionarios. En
1956, el número de los sindicalizados en el conjunto de los sectores no agrícolas alcanza a
150.000 personas. Si a ello se le añade los 600.000 campesinos organizados en sindicatos entre
1952 y 1956, nos vemos ante cerca de la mitad de la población activa boliviana (García 1966).
Ahora bien, como es obvio que la COB se considera el apoyo mayoritario al gobierno —“somos
parte del gobierno y sólo conduciría a un suicidio político el abandonar sus ventajas”—, también
pretende ejercer un papel de vigilancia para “impedir que se hagan maniobras contra-
revolucionarias desde dentro o fuera de él y el debilitamiento, o fractura de la revolución”; de
ahí su “apoyo crítico o condicionado” a la política del MNR (COB 1954). Para controlar, canalizar,
sea, utilizar para provecho propio esta movilización sindical, el gobierno institucionaliza de dos
maneras la efervescente emergencia de las capas populares en la escena política. Por un lado,
crea nuevas instancias representativas o amplía las atribuciones de las ya existentes (Ministerio
de Asuntos Campesinos, Ministerio de Minas y Petróleo, Ministerio del Trabajo, Caja Nacional
de Seguridad Social, ...), y, por otro, confía cuatro ministerios a responsables de la COB: Juan
Lechín recibe a su cargo el Ministerio de Minas y Petróleos; Germán Butrón, secretario ejecutivo
de la Confederación de Trabajadores Fabriles de Bolivia (CSTFB), obtiene el Ministerio del
Trabajo; Angel Gómez, secretario ejecutivo de la Confederación Sindical de Trabajadores
Ferroviarios, Ramas Anexas y Transportes Aéreos de Bolivia (CSTFRATA) recibe el Ministerio de
Trabajos Públicos; y Ñuflo Chávez Ortiz, secretario ejecutivo de la CNTCB, es el ministro de
Asuntos Campesinos. Es a esta fusión —también: confusión— de los cargos directivos que se
denomina el “co-gobierno” MNR-COB.

24En la medida en que el MNR se vincula con sólo la cumbre del sindicalismo, existe una
amenaza de ruptura; por ello, el partido también intenta incorporar a los sindicalistas militantes
en este co-gobierno. Pero enfrenta una doble desventaja: su organización prerevolucionaria no
está hecha para recibir el flujo de los nuevos sindicalizados y, enfrascado en las tareas
gubernamentales, ha dejado que los sindicatos lo precedan en la tarea de incorporar a las capas
populares movilizadas. Cuando al fin aprueba sus nuevos estatutos en diciembre de 1954, la
COB ya había aprobado los suyos tres meses antes. La COB optó por una estructura centralizada
y por ramas, en la que las centrales obreras departamentales (COD) sólo juegan un papel
secundario. Ahora bien, esta arquitectura interna no le conviene en nada a un partido cuyo
objetivo es la incorporación militante, sobre todo, territorial. Finalmente, el MNR termina
adoptando una organización bastarda que recubre el territorio nacional, pero también engloba,
tal cual, a las confederaciones sindicales. El esquema circular elaborado por Christopher Mitchell
(1971: 99) ilustra bien esta imbricación.
GRAFICO 1. Diagrama de la Estructura del MNR (1952 -1956)

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Fuente: Mitchell 1971:99

25En el centro, “El jefe,” Víctor Paz Estenssoro. En torno a él, el Comité Político Nacional (CPN),
compuesto por diez miembros y un secretario ejecutivo. Luego, están los “Comandos” del
partido, que son de dos tipos: territorial y funcional. La organización territorial refleja la división
administrativa departamental del país: consta, pues, de nueve “comandos departamentales”, a
los que se subordinan los “comandos zonales” que constituyen las células de base. Hay ciertos
“comandos especiales” en algunas grandes poblaciones, principalmente los campamentos
mineros y los núcleos ferroviarios. En cuanto a los “comandos funcionales,” éstos corresponden
a cada rama importante del mundo del trabajo (fabriles, mineros, empleados ferroviarios...), los
comandos especiales nacionales coronan el conjunto de los comandos especiales locales.

26De acuerdo a los estatutos, los comandos departamentales y especiales dirigen y representan
a todos los comandos locales que pertenecen a su zona geográfica. En realidad, su radio de
acción no va más allá de la aglomeración en la que se implantan: mantienen fugaces contactos
con los sindicatos campesinos y no logran incorporar a las organizaciones obreras. En las minas,
los comandos especiales coexisten junto a los sindicatos y, en verdad, no los incluyen; su reclutas
provienen, sobre todo, del personal periférico y administrativo de la mina y, menos, de los
mineros propiamente dichos. El MNR se presenta, entonces, como una coalición de
organizaciones que permanecen relativamente independientes y mal integradas aunque
centralizadas; el partido en sí mismo sólo recluta en una fracción de las capas medias urbanas:
artesanos, empleados, funcionarios, sobre todo.

27La adhesión obrera es indirecta, o sectorial, según la conceptualización de Christopher


Mitchell quien define al sector como: “una organización social cuya membrecía es directa y
exclusiva, y única. En este tipo ideal, los individuos pertenecen directamente a un sector (de
acuerdo, generalmente, al lugar que éste ocupa en el orden económico), sólo a éste y también
pertenecen a él todos los situados de manera análoga. Muchos sectores tienen una dimensión
nacional (e.g. las federaciones fabriles nacionales) mientras otros serían únicamente
locales (e.g. los sindicatos campesinos)” (1971: 101). Si bien es cierto que los campesinos y los
obreros son los más representativos de una adhesión sectorial al partido, tampoco son los
únicos: según este criterio, los profesionales, universitarios, militares... y aún los comerciantes
importadores se adhieren al partido. En estos últimos casos, sin embargo, la organización
sectorial no siempre es un sindicato. Y, a menudo, sólo son fracciones, más o menos
representativas, del mundo del trabajo las que entran al partido. Por lo tanto, el MNR no divide
los sectores, al contrario, los acompaña (Mitchell 1971). Es tributario de su movilización, pero
tiene dificultades en movilizarlos para sus fines.

28Sin embargo, en esta época, para numerosos obreros y campesinos, las fronteras entre estos
dos tipos de organización no están del todo claras. Resultan aún más difíciles de discernir pues
tanto los líderes “sobre todo” sindicalistas como los cuadros “sobre todo” políticos están
interesados en mantener la confusión: los primeros para lograr el reconocimiento del gobierno
revolucionario y, los segundos, para acumular los beneficios de la adhesión para con
agrupaciones que, hasta entonces, eran específicamente populares. Y, en la medida que los
sindicalistas o los militantes del partido suscriben los ideales del nacionalismo revolucionario y
se reconocen en jefes comunes que, a la vez, son dirigentes sindicales, miembros de CPN y
ministros, los diversos pedazos del movimiento tienden a fundirse en un vasto bloque de apoyo
al gobierno.

• 2 Excepto una, la de 1878, de corta duración. La expresión “régimen de preponderancia


presidencial” p (...)

29“En el campo de la política,” escribía André Siegfried en 1934, “el Nuevo Mundo se ha
mostrado creador, ha inventado el presidente” (1934: 89). Bolivia no escapa a esa regla y las 14
Constituciones elaboradas entre 1825 y 1967 adoptan “regímenes de preponderancia
presidencial”.2

30Cuando Paz Estenssoro se convierte en presidente de la República, es, pues, heredero de esta
larga tradición, que no sólo asume sino también explícita al gobernar sin Congreso desde 1952
hasta 1956. En efecto, seguro de su legitimidad revolucionaria, decide prescindir del Congreso
elegido en 1949, en su mayoría hostil, por otra parte, al MNR.

31¿Quién es, pues, este hombre que la multitud paceña aclama cuando retorna del exilio? Nació
el 2 de octubre de 1907 en Tarija, en una familia de terratenientes, que ya cuenta entre sus
miembros a varios hombres políticos. Hizo estudios de derecho en La Paz y obtuvo el título de
Abogado.

32En 1929, fue nombrado Redactor en la Cámara de Diputados. Participa en la Guerra del Chaco,
en la artillería. Durante la presidencia del Coronel Toro (mayo de 1936-julio de 1937), ejerció
por un tiempo el cargo de oficial mayor en el Ministerio de Finanzas. Luego trabajó como
abogado en la Empresa Minera Patiño. Es elegido diputado por Tarija, durante la presidencia del
teniente coronel Germán Busch (julio de 1937- agosto de 1939) y es reelegido en 1940, en la
oposición al general Peñaranda. Es en esta época que se vincula con los miembros fundadores
del futuro MNR.

• 3 Cf. Patch 1964, Pando Monje 1969, Paz Estenssoro 1955.

33Desde entonces, Paz Estenssoro se destaca gracias a múltiples talentos: sus dones de
oratoria,3 sus capacidades de trabajo, su orden y método, sus conocimientos jurídicos y
financieros. Y sus amigos del MNR no cesan de promoverlo.

34A sus 36 años es nombrado ministro de Finanzas durante el gobierno de Villarroel “en un
gobierno de su elección o, mejor dicho, de su factura” (Patch 1964). Después del fin trágico de
Villarroel, el 21 de julio de 1946, Paz Estenssoro sale al exilio y se refugia en Buenos Aires. Más
adelante, como candidato en las elecciones presidenciales de 1949 encabeza el número de
sufragios, aunque se ve obligado a permanecer en la Argentina e imposibilitado, por lo tanto, de
realizar su campaña.

35Aunque no participó en las jornadas de abril, fue objeto, sin embargo, de una entusiasta
bienvenida popular. El exilio no sólo no le había perjudicado sino, como si lo cuidara en la
distancia, había más bien contribuido a convertirle en una figura mítica, una especie de mesías,
cuyos milagros aguardaba el pueblo.

36Sus amigos del MNR no cesan de contribuir a ese engrandecimiento: “Es necesario hacer de
él una figura de singular autoridad, le guste o no. El Movimiento debe tener un dirigente
indiscutible, por razones obvias. Además, si fuera inevitable realizar cambios en la política del
partido, es necesario tener un dirigente con suficiente prestigio para llevarlos a cabo. De esta
manera, bien, podríamos evitar una contrarrevolución,” declaró Guevara Arze, en 1953, ante
una periodista extranjera (Linke 1965: 42). Paz Estenssoro goza, entonces, de una situación
política altamente favorable: “Apoyo fanático por parte del pueblo, condiciones de arranque
inmejorables, poder real derivado de una esencia popular que sobrepasa cualquier entusiasmo,
simpatía continental, oposición interna casi nula en un comienzo; en fin, todas las circunstancias,
todas las condiciones, todos los requisitos que las multitudes le brindaron a este caudillo
engreído y mimado como ningún otro” (Pando Monje 1969: 219).

37Siguiendo a René Zavaleta Mercado, podemos afirmar que, a pesar de su organización


partidaria, el MNR se asemeja a una montonera: “la resurrección de un modo tradicional, de
una manera local de encarar la guerra. La montonera de los analfabetos bolivianos no puede ni
intenta organizarse como partido científico” (1967: 147); las muchedumbres movilizadas se
aglomeran detrás de aquél que se impone como “El Jefe.”

38En suma, la fuerza de Paz Estenssoro radica en su carisma de caudillo revolucionario: él


encarna y simboliza la revolución. Como, por otra parte, él corona el aparato ejecutivo del
gobierno-partido-COB con el consenso de las otras grandes figuras del MNR, él hace posible la
unidad y dominio de ese “demiurgo formidable de piel popular” (Zavaleta Mercado 1967) que
en ese entonces es el MNR. Mientras él sea presidente, es capaz de vencer con su sola presencia
a los peligros de una dislocación centrífuga y, con él, el futuro de la revolución puede
considerarse asegurado.

39Después de su humillación en abril, el ejército se desintegra espontáneamente. Los oficiales


huyen o se esconden y los soldados desertan en gran número. Varios regimientos son
desarmados y saqueados los cuarteles.

• 4 La logia militar Razón de Patria (RADEPA) fue fundada en 1935 por un grupo de oficiales
prisionero (...)

• 5 El MNR promueve un golpe de estado el 27 de agosto de 1949, que culmina en la creación de


juntas r (...)

40Pese a todo, el ejército subsiste y su destino queda en manos de los oficiales fieles al MNR,
los antiguos compañeros de Villarroel, miembros de la logia Razón de Patria,4 o los insurgentes
de la guerra civil de 1949,5 53 de ellos, que fueron puestos en reserva durante el sexenio, se
reintegran a partir del 19 de abril. Pero estos oficiales, al frente de un ejército derrotado y
desquiciado, se debaten ante un clima extraordinariamente hostil. Se encuentran atenazados
entre sus colegas vencidos por la revolución y los insurgentes de abril para quienes el ejército
sólo puede entenderse al servicio de la oligarquía. Al principio, la COB opina que el ejército sea
reemplazado por milicias sindicales, aunque finalmente admite a los militares siempre y cuando
reemplacen sus metralletas por útiles de producción (Camacho Peña 1971). El todavía joven y
ralo Partido Comunista afirma que el país no necesita de otra fuerza armada que la que surgió
en la insurrección del 9 de abril (“Manifiesto,” 27.12.1952). Por su parte, los troskistas del POR
intentan liquidar al ejército para armar al pueblo (Lucha Obrera 03.08.1952). Sin embargo, el ala
moderada del MNR, dirigida por Paz Estenssoro, opta por la conservación de un ejército
nacional, controlado por el partido. Así, el gobierno anuncia la reorganización del Colegio Militar
de La Paz, a partir del 17 de mayo de 1952, y al año siguiente, el 31 de mayo, en Santa Cruz, se
inaugura el Colegio Militar de Aviación “Germán Busch,” destinado a formar a los oficiales de la
fuerza área.

• 6 En los libros-testimonio de varios opositores al régimen de Paz Estenssoro, existe una


copiosa doc (...)

41Comprendiendo la necesidad de probar su fe en la revolución nacional y su compromiso ante


el gobierno, los nuevos jefes del ejército deciden depurarlo (cf. Malloy 1970): de entre los 26
oficiales promovidos a generales en 1949, sólo 2 permanecen después de 52 (Corbett 1972). Se
abre una prisión militar en La Paz y, luego, varios cuarteles clausurados se transforman en otros
tantos lugares de reclusión: Corocoro, Uncía, Catavi, Curahuara de Carangas.6
42El Alto Mando militar también decide cambiar la odiada imagen del “ejército asesino,”
reemplazándola con la de un ejército volcado hacia el desarrollo nacional (Cataldi 1952), presto
a hacerse cargo de actividades productivas y de formación técnica. Un decreto del 24 de julio de
1953 legaliza la existencia de estas nuevas fuerzas armadas de la revolución, encargadas de
contribuir al “bien de la población boliviana.”

43Efectivamente, durante algunos años, los militares consagran la mayor parte de su tiempo a
la tarea de abrir caminos, a realizar trabajos de desmonte en las zonas de colonización, a la
construcción de edificios públicos, pistas de aterrizaje, etcétera. Todas estas tareas civiles los
alejan de los centros urbanos. Fuera de su eventual utilidad para el desarrollo del país, es
evidente que todas estas actividades tienen por objetivo impedir que los oficiales sueñen con
nuevas aventuras golpistas y, sobre todo, tornarlas imposibles.

• 7 Cf. Barrero 1976, Alexander 1961; Revista Militar de 1953 a 1956, sobre todo, los No. 183 y
217-21 (...)

44Con este mismo fin, las Fuerzas Armadas operan en un estado de extrema pobreza: la parte
del presupuesto que les corresponde no cesa de disminuir hasta 1957. Así, no sólo no pueden
rearmarse sino, también, los militares se ven obligados a vivir en condiciones frugales y
precarias.7 Conservándolas y dándoles su lugar, entonces, el MNR logra controlar
completamente a la Fuerzas Armadas. ¿Logra, por lo tanto, cimentar una verdadera alianza ente
las Fuerzas Armadas y el partido? Aparentemente, un paso de gigante en esa dirección se logra
cuando los oficiales deciden ingresar al MNR. El 30 de junio de 1953, contando con la presencia
del presidente de la República se organiza una primera ceremonia para esas inscripciones, y, el
31 de octubre del mismo año, los nuevos militantes crean una célula militar. Pero, según el
general Gary Prado, muchos oficiales deciden entrar al MNR para asegurar su permanencia en
las Fuerzas Armadas (1984: 55) y lograr así un retiro asegurado, sin por ello suscribir la ideología
del nacionalismo revolucionario.

45Siempre con el fin de crear un cuerpo de oficiales fieles, se presta un especial cuidado al
reclutamiento de nuevos oficiales. Los cadetes del Colegio Militar Gualberto Villarroel,
inaugurado el 22 de setiembre de 1952, son admitidos en base a su pertenencia política y su
origen social. Las cuotas prescritas son las siguientes: “30% de hijos de obreros, 20% de hijos de
campesinos y 50% de miembros de la clase media,” militantes del MNR, por lo menos, durante
“seis años” (Alexander 1961: 158). Además, parte de ellos ingresan antes de haber finalizado sus
estudios secundarios. Obviamente, si se los quiere jóvenes, de extracción popular o de la misma
familia ideológica es para modelarlos más durablemente en el espíritu revolucionario y
convertirlos en fieles al partido. Sin embargo, inexplicablemente, el contenido de la formación
se dejó a la libre iniciativa de los militares y éste cambió muy poco en relación al del período
prerevolucionario.
46En suma, es por eso difícil de medir la real interpelación del MNR en el seno de esas Fuerzas
Armadas. Y, por ahí, parece que el éxito logrado por el MNR para anular las contraofensivas
militares se haya debido, sobre todo, más a la extrema debilidad en la que éstos se encontraban
que a un verdadero compromiso de las Fuerzas Armadas con la revolución y sus fines.

47Estas Fuerzas Armadas que, pese a todo, se las arreglan para sobrevivir y hasta cuentan con
un reconocimiento oficial, tienen dos fuerzas rivales a sus flancos: la policía y las milicias.

48La Escuela Nacional de Policía, creada en 1937, cuenta con un cuerpo de oficiales y de tropas
entrenadas y eficaces. Sin embargo, se halla bajo la tutela de los oficiales superiores del ejército
y sus tareas no están claramente definidas pues el ejército también realiza tareas policiales. Y,
los policías, mal pagados, se sienten como una especie de sub-militares. Existe una animosidad
entre los dos cuerpos, la que se transforma en abierta rivalidad (Roberts Barragán 1971). Si,
además, tenemos en cuenta que los oficiales de policía se distinguen de los militares por su más
humilde origen (Bedregal 1971), se comprende porqué la policía participó en el golpe de estado
de abril del 52.

49En consecuencia, el cuerpo de carabineros se ve favorecido por el gobierno revolucionario.


Aunque la policía no se libra de las purgas internas y los policías también realizan, como los
militares, tareas productivas (Dirección de Informaciones 1956), la policía es ahora
independiente —una Escuela Nacional de Carabineros forma a oficiales especializados en el
mantenimiento del orden—, su presupuesto es muy cercano al de las Fuerzas Armadas y sus
efectivos aumentan notablemente. Así, la policía se encuentra en una situación igual, si no
dominante, respecto a la de las Fuerzas Armadas.

50En el caso de la policía, hay que añadir la creación de la Oficina del Control Político, que
depende directamente de la presidencia y es la encargada de vigilar y castigar a los opositores
políticos, civiles o militares. Una vez que las primeras ofensivas contrarrevolucionarias
condujeron al gobierno hacia una posición capaz de acabar con los rebeldes, es el Control
Político el que se ocupa de llenar las prisiones y los campos de concentración.

• 8 Cf. United States Army Handbook for Bolivia (1963). En sus declaraciones a Ercilla, Lechín
dio la (...)

51Pero, la verdadera fuerza armada revolucionaria, la que en verdad surge de la revolución, son
las milicias populares. Nacen bajo el fuego de la batalla, obtienen sus primeras armas de la
policía, poco antes del enfrentamiento, y ganan las restantes en los combates. Luego, desarman
a ciertas unidades del ejército y hasta saquean varios cuarteles (López Murillo 1966). El gobierno
mismo arma a algunas de estas milicias, en la zona rural, sobre todo; otras se constituyen o
fortalecen adquiriendo sus armas en el mercado negro (Antezana Ergueta 1982: 91). Es así como
se crean 15 regimientos de milicias campesinas, 8 de mineros, 5 de ferroviarios y 3 de
fabriles (cf. López Murillo 1996 y Lechín 1955). En 1956, en el apogeo de su poder, las milicias
agrupan a entre 50.000 y 70.000 hombres; una masa impresionante ante unas Fuerzas Armadas
reducidas a 8.000 hombres.8

• 9 En junio de 1953, la COB crea un Comando Nacional de milicias y de comandos


departamentales, y el (...)

52Estas milicias andan lejos de conformar un conjunto articulado. Simplificando un poco, se las
puede clasificar en tres grupos: las milicias del partido que quedan bajo la tutela del presidente
de la República y rápidamente controladas por oficiales del ejército (el regimiento escolta Waldo
Ballivián y el regimiento José Félix Soria); las unidades dirigidas, sobre todo, por la COB, obreras
en su mayor parte,9 finalmente, las milicias campesinas, relativamente autónomas, marcadas,
sobre todo, por la personalidad política de sus dirigentes.

53Inicialmente, la emulación-competición entre la COB y el MNR se traduce, sobre todo, en una


especie de carrera armamentista, en la que las Fuerzas Armadas pagan, como se dice, “los platos
rotos” (López Murillo 1966: 54). Pero, después de la reorganización de las Fuerzas Armadas, esta
carrera se inclina cada vez más a favor de estas últimas, las que, por otra parte, se hallan
asociadas a las milicias campesinas, fieles, en su mayoría, al MNR en la lucha contra la subversión
contrarrevolucionaria. Progresivamente, las Fuerzas Armadas también logran infiltrarse en las
milicias de la COB y atenuar su potencial subversivo (Prado Salmón 1984: 54).

54Finalmente, la imagen que podemos retener es la de una pluralidad de milicias, fuertemente


armadas, poco coordinadas entre ellas, pero, en su conjunto, fieles al régimen y a su presidente.

55La estabilidad del gobierno de Paz Estenssoro obedece, pues, a este doble hecho: por un lado,
rige apoyado por un conjunto de grupos movilizados y armados de diversos orígenes (las Fuerzas
Armadas mismas, una vez expurgadas y controladas, la policía y, sobre todo, las milicias), y, por
otro lado, estos diversos grupos desconfían unos de otros y se neutralizan entre ellos, de donde
resulta una especie de equilibrio.

56A continuación, ocupémonos de la oposición al MNR, comenzando por el partido que agrupa
a los expoliados por el régimen: la Falange Socialista Boliviana (FSB). Fundada en Chile en 1936,
la Falange realiza su primer congreso en 1942. En dicha ocasión, elige a su jefe (Oscar Unzaga de
la Vega) y asume un programa prácticamente derivado del de su prima española. Se declara
enemiga del comunismo en todas sus formas, quiere ser un partido de combatientes y predica
la violencia para regenerar al país. Recluta, sobre todo, entre los colegiales y estudiantes; pero,
después de 1952, se integran a ella adherentes que tradicionalmente representaban a la
oligarquía —principalmente aquéllos del Partido de la Unión Republicana (PURS) y del Partido
Liberal, divididos y desprestigiados—: ex-latifundistas, grandes comerciantes, empresarios,
oficiales expulsados del ejército.

• 10 Para una descripción del intento de golpe de estado, cf. Canelas López (1983: 239-242) y
Frontaura (...)
57La primera tentativa de golpe de estado falangista se realiza en noviembre de 1953. En La Paz,
el intento aborta rápidamente. Pero, en Cochabamba, los insurgentes logran ocupar la
prefectura y la sede de la policía, tomando prisioneros a Lechín, uno de los principales dirigentes
del valle, y varios oficiales. Entonces, las milicias intervienen espontáneamente y derrotan a los
insurgentes. A continuación, en las grandes ciudades, se organizan desfiles de intimidación que
convocan a enormes multitudes.10

58Este episodio revela una situación política completamente nueva. Para triunfar en un golpe
de estado, no es suficiente tomar al enemigo por sorpresa, ocupar algunos lugares estratégicos
y apresar a algunos responsables, es también necesario tener la capacidad de enfrentar y vencer
al pueblo levantado en armas. Este primer intento preludia otras nueve conspiraciones más.
Todas ellas fracasan y, desde lejos, parecen otras tantas tentativas de suicidio. Pero, la
revolución no sólo se halla asediada desde fuera; también se encuentra amenazada desde
dentro. El MNR conjuga una variedad de puntos de vista opuestos, con los marxisantes
materialistas a la extrema izquierda y los nacionalistas cristianos a la derecha: una derecha
ideológicamente próxima a la Falange, varios de cuyos miembros fueron antes militantes
falangistas. También, cuando está claro que Paz Estenssoro, como el hábil político que es, decide
apoyarse en las masas movilizadas y, en consecuencia, concederles algunas de sus
reivindicaciones, moderando hasta los límites de lo posible los alcances de las reformas —en
verdad, cualquier otra salida hubiera sido suicida—, la derecha del partido se declara en abierta
sedición. Esta explota el 6 de enero de 1953, la conducen algunos ministros del gobierno, varios
prestigiosos militares (como los jefes del Estado Mayor del ejército y la fuerza área), oficiales de
policía, etcétera. Explícitamente, se propone detener “el avance comunista” —el plan
contempla el arresto de Lechín y de otros dirigentes de izquierda—, pero, algunos también
quisieran alejar a Paz Estenssoro de la presidencia. La traición de un oficial y la rápida respuesta
popular organizada por la izquierda del MNR hacen abortar el golpe de estado.

59Las dos tentativas golpistas de 1953 fortalecen, en consecuencia, a las tendencias de izquierda
en el seno del partido y del gobierno. También, inclinan a este último hacia una mayor severidad
y provocan nuevas depuraciones en el seno de las fuerzas armadas y la policía.

60Parodiando al Marx de La lucha de clases en Francia, se diría que el MNR se afirma en el poder
al crearse un enemigo, al permitir el surgimiento de una contrarrevolución; mejora su aparato
coercitivo y se alia con los mineros y campesinos —con esta (considerable) diferencia: en el caso
boliviano, la revolución es triunfante y los campesinos se inclinan hacia el “lado bueno.”

61En la lógica marxista, el movimiento social debía haber continuado hasta la toma total del
poder por parte de la clase obrera; pero, ya sabemos que los obreros junto a sus aliados
campesinos y empleados apoyan masivamente al partido, aunque poseen una organización
político-sindical propia, la Central Obrera Boliviana. Dicho en otras palabras, los otros partidos
de izquierda, marxisantes, se muestran incapaces de encauzar la movilización popular.
62Desde ya, es fácil comprender porqué el recientemente creado Partido Comunista, heredero
del PIR, constituido en su mayoría por jóvenes universitarios, tiene tan escasa audiencia: sus
antecesores se desprestigiaron mucho durante el “sexenio,” cuando gobernaron junto a la
Rosca.

63En cuanto al POR, mejor anclado en el mundo obrero, intenta convertir a la COB en un soviet
para así radicalizar la revolución, arrebatarle el poder al “Kerensky” Paz Estenssoro y confiarla a
un gobierno conformado por obreros y campesinos. Pero, es víctima del élan popular que apoya
al MNR: es el Movimiento el que ha tomado el poder y dictado las primeras grandes reformas,
y no el POR. Por otra parte, una vez en el poder, el MNR dispone del dinero y las armas, nervios
de la guerra, que le permiten reducir a la impotencia a los diversos bastiones poristas.

64Hay que añadir que varios cuadros poristas entran al MNR y que, luego, el POR se fracciona
en varios grupos. Si bien las corrientes de pensamiento troskistas continúan inspirando a ciertas
acciones obreras, han perdido toda capacidad de organizar al proletariado. Uno puede medir su
caída con esta simple cifra: en las elecciones presidenciales de 1956, el candidato del POR sólo
obtiene 2.529 votos sobre un total de 955.412 sufragios.

65A la larga, el MNR logra, pues, encauzar fácilmente a los sectores populares movilizados. En
su caso, prácticamente, no necesita recurrir a la fuerza y, en cambio, castiga duramente a los
representantes de la reacción.

66El MNR logra asentarse en el poder porque también responde a las diversas y apremiantes
demandas sociales y políticas y porque, por lo menos en un primer momento, sus arbitrajes
satisfacen a los diversos grupos movilizados. En efecto, las grandes reformas se suceden
rápidamente —Nacionalización de las Minas de los tres barones del estaño (31 de octubre de
1952), Sufragio Universal (21 de julio de 1952), Reforma Agraria (2 de agosto de 1953), Reforma
Educativa (21 de enero de 1955), Código de Seguridad Social (14 de diciembre de 1956)— y en
beneficio de los grupos sociales hasta ese entonces desfavorecidos; los campesinos,
principalmente, que de súbito acceden a un pedazo de tierra, al derecho al voto y a la educación.

67Además, el gobierno contenta a los sectores sociales movilizados al implementar una amplia
política redistributiva que se realiza, a la vez, por medio de los canales del partido y los
sindicatos. Se crean numerosos empleos. Así, por ejemplo, en las minas nacionalizadas, el
número de empleos aumenta de 28.973 en 1952 a 36.558 en 1956. Y la administración se abre
a numerosos postulantes, fieles al partido.

• 11 Decreto del 7 de febrero de 1944 que garantiza a los dirigentes sindicales en contra los
despidos (...)

68Muy pronto, el sindicalismo se parece a una gigantesca empresa de promoción social. De


acuerdo a una estadística del Ministerio del Trabajo, existen 5.100 sindicatos —no-
campesinos— que cuentan con un total de 150.000 miembros; de éstos, 5.100 son dirigentes, o
sea, 10 por sindicato (cf. García 1966), que se benefician, por supuesto, de las prerrogativas de
sus cargos: fuero sindical,11 acceso a los “cupos” de importación a precio reducido, gestión de
las pulperías en las minas, etcétera. Se puede juzgar mejor los beneficios anexos que pueden
sacar de sus actividades con la ayuda de un ejemplo: “Entre 1957 y 1958 [...], las liberaciones
aduaneras para varios sindicatos comprendían 6168 máquinas de coser, 700 receptores de radio
y 612 bicicletas; los sindicatos mineros de Siglo XX y Huanuni y el ferroviario de Uyuni disponían
del 42 % de las máquinas de coser y un solo sindicato — el minero de Catavi— obtenía la
totalidad de liberaciones aduaneras de bicicletas” (cf. García 1966). El conjunto de este proceso
de promoción social provoca la hipertrofia de la “burocracia” sindical y una “corrupción
cancerosa” (García 1966), pero, mientras no falten los recursos, el aparato y las tropas sindicales
apoyan el régimen.

69Los asalariados no son los únicos destinatarios de esta redistribución. Los comerciantes
importadores, organizados en un sector específico al interior del partido, también reciben su
tajada de los fondos públicos. Y los campesinos están lejos de ser los peor tratados: tienen
acceso a la propiedad, al poder local, incluidos ciertos pueblos de los que han expulsado a los
vecinos, y también a los célebres cupos (Heath 1959a). A la larga, esta práctica del “rociado”
beneficia a la mayoría de la población.

• 12 Los materiales relativos a las relaciones clientelares son abundantes; para un análisis
detallado (...)

70Una modalidad semejante regula esta redistribución de los recursos nacionales y las
relaciones que los dirigentes revolucionarios mantienen con sus tropas: la relación de clientela.
Las más importantes medidas revolucionarias son ciertamente universalistas por principio, pero
su aplicación es discrecional y el beneficio que puede gozar el público se encuentra limitado por
procedimientos semi-institucionalizados, en los que los clientes ceden su autonomía de acceso
a estos derechos a la intermediación de los patrones.12

71Pero, las relaciones clientelísticas impregnan —-también— la vida social y política boliviana
prerrevolucionaria y todavía son omnipresentes hasta nuestros días; sin embargo, el país ha
pasado por fases contrastadas de estabilidad relativa e inestabilidad. Más aún, a momentos, el
clientelismo parece frenar la inestabilidad política y, en otros, parece alimentarla.

72Para salir de ese dilema e intentar comprender el efecto contrastado del clientelismo en la
vida política, retomemos los análisis de Vincent Lemieux relativos a esta categoría particular del
clientelismo que es el patronato político (cf. Lemieux 1977). El autor destaca dos nociones
centrales: la noción de “conectidad” [connexité]—a la que liga la de autoridad— y la noción de
“cohesión.” Para entender la noción de “conectidad,” es conveniente proyectar en gráficos la
relación entre patrones y clientes.
GRAFICO 2. Connectidad y Autoridad
Aumentar Original (jpeg, 65k)

73En un gráfico, existe una conectidad fuerte cuando uno puede ir, de un punto hacia cualquier
otro en ambos sentidos; una conectidad semifuerte cuando se puede ir en un sólo sentido,
desde todo punto hacia cualquier otro; una conectidad casi-fuerte cuando desde un punto —y
desde sólo un sólo punto— se puede ir a todo par de otros puntos, y una a-conectidad cuando
un punto queda aislado. Pero, la fuerza de la conectidad expresa únicamente la densidad de las
relaciones; también nos interesa tener en cuenta la fuente de la conectidad. Para ello, Lemieux
utiliza la noción de autoridad. La autoridad está más o menos centrada de acuerdo al tipo de
gráficos. En el caso de conectidad fuerte, la autoridad está descentrada. En el caso de conectidad
semi-fuerte, se la considera semidescentrada. Y, está centrada en el caso de la conectidad casi-
fuerte porque, entonces, sólo hay un actor que puede inducir la acción de todo par de otros
actores. La a-conectidad corresponde a la ausencia de autoridad.

1. Según Vincent Lemieux, para que haya relación patronal es necesario que, entre dos
clientes potenciales (A y B) y un patrón (P), la relación establecida vincule ya sea a Ay Poa B
y P, sea a (A y P) y (B y P),es decir, que la relación sea disyuntiva. Ciertamente, así se pone
en reheve el carácter discrecional, informal, de la relación; el tratamiento preferencial al
cliente.
2. La relación patronal cambia el vínculo de poder entre dos personas. “Existe poder de A
ante B cuando A hace hacer a B una determinada acción, o, también, cuando no hace una
acción que B le demanda.” Partiendo de esta definición, Lemieux distingue 4 modelos de
relaciones de poder:
• las relaciones de co-potencia signadas por el valor positivo de los dos actores (=);
• las relaciones de suprapotencia o, a la inversa, de infrapotencia cuando uno de los dos
actores ejerce poder positivo o negativo ante el otro, quedando éste reducido al no-
poder (>,<);
• las relaciones de sobrepotencia o, a la inversa, de subpotencia, “cuando uno de los
actores ejerce generalmente el poder positivo o negativo ante el otro, ejerciendo éste,
en la ocasión, el poder positivo sin que generalmente logre imponer el poder
negativo” (>,<);
• las relaciones de co-impotencia, “signadas generalmente por el poder negativo, sin
más, de cada uno de los actores” (=).
• La relación de infrapotencia en la que se encuentra el candidato a la clientela se
transforma en relación de subpotencia a causa de aquélla. En otras palabras, el cliente
en situación de indigencia de poder adquiere una parcela del mismo gracias a la
relación de clientela.
3. La operación de clientela le sirve al patrón para transformar sus relaciones de poder con
sus rivales o, más exactamente, “gracias a los medios obtenidos del cliente, el patrón
intenta transformar su no-suprapotencia en relación a sus rivales en supra-potencia.”

74El conjunto de las condiciones del patronato se resume en la siguiente definición: “el
patronato es una operación que crea relaciones disyuntivas de patrón a cliente, por medio de la
cual el patrón transforma una relación de infrapotencia del cliente en una relación de
subpotencia en relación a sí, el patrón, quien, gracias a los medios obtenidos del cliente, intenta
transformar su no-suprapotencia en relación a rivales en supra-potencia.”

75En cuanto al concepto de cohesión social, que se refiere al equilibrio dentro de un conjunto
social, proviene de Ribeill (cf. Ribeill 1979: 192-202, sobre todo). Significa que, dentro del
conjunto, habrá tendencia a “la conjunción de 1, 2, 3,... n bloques, los que [...] serán o
individuales o bien coalicionados al interior de sí mismos por medio de relaciones cooperativas.”
A menor cantidad de bloques, tanto mayor la cohesión.

76Con estos instrumentos —que no dejan de ser difíciles de manejar—, tratemos de ver, a
continuación, cuáles son las transformaciones que se producen en torno a 1952.
GRAFICO 3. Clientismo y Estabilidad (1952 -1956)

Aumentar Original (jpeg, 100k)

77Sin duda alguna, la llegada del MNR al poder fortalece la conectidad y la autoridad: segmentos
sociales enteros, el campesinado sobre todo, se ven articulados con el centro por medio de las
redes clientelisticas. Se puede argüir que, antes, los colonos campesinos también se
encontraban vinculados con el centro, en el sentido que practicaban relaciones clientelares con
los hacendados, los que, a su vez, eran clientes de los gobernantes, salvo cuando ellos mismos
eran los gobernantes. Pero, el patrón hacendado no utilizaba al cliente colono en su juego
político; no lo precisaba porque éste último no podía votar. Podía, sin embargo, utilizarlo para
entablar batallas contra los hacendados o comuneros vecinos. También es evidente que el
hacendado debía parte de su poder a su contingente de colonos: cuantos más “poseía,” tanto
más fuerte era. Pero, estas observaciones operan, más bien, en contra de la conectidad, si se la
entiende a nivel nacional, y a favor de una autoridad descentrada. A la inversa, el MNR, que
fortalece el centro, simbolizado en la figura de Paz Estenssoro, que elimina los intermediarios
hacendados e instituye otros más dependientes —directamente designados, en la mayoría de
los casos—, instituye una autoridad centralizada.

78También garantiza una mayor cohesión, en la medida en que el país se encuentra dividido en
dos bloques enemigos y solamente dos: la montonera favorable al MNR, ampliamente
mayoritaria, clientelísticamente vinculada a la figura de Paz Estenssoro, por un lado, y, por el
otro, la oposición, minoritaria, es cierto, pero lo suficientemente activa como para motivar un
aumento de conectidad en los poseedores del poder.

79Recojamos, uno por uno, los argumentos de la demostración, no sin antes destacar que están
íntimamente ligados unos con otros. El gobierno del MNR se mantiene en el poder y refuerza
sus posiciones:

1. porque representa a la mayoría de la población del país y, particularmente, a las capas


populares movilizadas (obreros, empleados, campesinos...), y signa su entrada en la escena
política al crear nuevas instituciones encargadas de no descuidar sus reivindicaciones
específicas: sindicatos, comandos, milicias, en la base, y co-gobierno, en la cumbre;
2. porque, después de haber quebrado el aparato coercitivo de “La Rosca,” dispone de un
nuevo aparato coercitivo, fiel a su causa, compuesto, es cierto, pero en el que los diversos
miembros se neutralizan mutuamente;
3. porque logra eliminar todas las tendencias centrífugas en su seno gracias a un aparato
clientelista, que consiste en conjuncionar cada segmento social organizado con la figura
carismática del presidente Paz Estenssoro, por medio del partido;
4. porque responde a las diversas aspiraciones populares promoviendo ciertas reformas
fundamentales (Nacionalización de las Minas, Reforma Agraria, Voto Universal,...) y, más
ampliamente, porque abre a la sociedad boliviana y permite, por lo tanto, nuevos caminos
para la movilización social.

80Este equilibrio es, de todas maneras frágil, y el primer período presidencial también abriga,
en germen, las semillas de las divisiones que provocarán la caída del partido. Algunas, implícitas,
son fáciles de discernir en la demostración precedente: ¿cómo podrá la transición presidencial
tener éxito, teniendo en cuenta el particular esplendor de Paz Estenssoro y su lugar central en
el edificio clientelista? Ya realizadas las grandes reformas, ¿qué pasará si el gobierno no es capaz
de satisfacer las demandas de los sectores movilizados? ¿No tenderán, entonces, a fortalecer su
autonomía o, aún más, pasarse al campo de la oposición? Y, ¿cómo reaccionará el aparato
coercitivo?

El populismo en jaque

81El 17 de junio de 1956, Siles Suazo es elegido presidente de la República por un período de 4
años y obtiene el 82 % de los votos emitidos. En la misma ocasión, también se elige al primer
Congreso de la post-revolución. No incluye sino 5 diputados de oposición, todos falangistas, y el
Senado está íntegramente compuesto por movimientistas.

82Aparentemente, Siles Suazo se encuentra, por lo tanto, en excelentes condiciones para


ejercer su mandato. Pero, de hecho, su candidatura a la presidencia fue el resultado del
enfrentamiento entre dos tendencias claramente diferenciadas al interior del partido, la de
Guevara Arze, partidario declarado de una economía de mercado y la de Lechín, favorable a las
nacionalizaciones. El compromiso entre las dos corrientes consistió en designar a Siles Suazo,
más próximo a Guevara Arce, como candidato a la presidencia y a Chávez Ortiz, ex-militante
troskista, más próximo a Lechín, como candidato a la vicepresidencia. La posición de Siles Suazo
resulta aún más incómoda en la medida que Lechín y la COB lograron imponer una amplia
mayoría de los candidatos del partido en el Congreso y que, además, eran parte del núcleo de
la CPN.

83Además, el nuevo presidente hereda una delicada situación económica, signada por una
producción estancada, hasta decreciente, en el sector minero y por una inflación galopante. El
índice del costo de vida, asentado sobre una base de 100 en 1952 sube hasta 2.270 a fines de
1956, y el alza afecta, sobre todo, a los productos alimenticios y a la vestimenta.

84Generalmente, la inflación se la atribuye al deterioro de la industria minera (cf. Alexander


1961: 215): la producción disminuye y el precio del estaño baja, mientras los gastos sociales
crecen. En consecuencia, la COMIBOL debe prestarse más y más del Banco Central, el que, por
otra parte, es “la vaca lechera” de todas las instituciones estatales y, cada día que pasa, imprime
más dinero.

85La diferencia entre el cambio oficial y el del mercado negro es tal que fomenta todo tipo de
tráficos y, cada vez más, más personas abandonan los trabajos productivos para dedicarse a más
rentables aunque dudosas actividades (Zondag 1968: 85). Y una cáfila de parásitos se dedica a
la caza y pesca de la inflación: contrabandistas, traficantes de cupos, funcionarios corruptos.

86Para encontrarle un remedio a esta crisis económica, Paz Estenssoro se había dirigido al FMI
y al gobierno de los Estados Unidos. Este último subordina su ayuda a la aplicación de las
medidas dictadas por una comisión técnica, encabezada por un funcionario norteamericano,
Jackson Eder, las que se pusieron en marcha en la vigilia de la toma de posesión de Siles Suazo.
Su trabajo arranca con una serie de medidas económicas, decretadas el 15 de diciembre de
1956.

87Resumamos rápidamente las principales. El peso boliviano es ahora flotante (hasta entonces,
había un cambio oficial con tasas diferenciadas para ciertos productos de importación). Se busca
eliminar el desequilibrio en el presupuesto (reduciendo en un 40 % los gastos presupuestarios y
aumentando los impuestos) así como también los déficits de las agencias autónomas del Estado.
Se suprime el control de precios y todas las restricciones a la importación y exportación. El
crédito bancario se limita drásticamente. Se elimina el sistema de economato en las minas. En
compensación, se aumentan los salarios, pero permanecen congelados durante un año. Un
fondo de estabilización de 25 millones de dólares, otorgado por el FMI y los Estados Unidos,
sirve para financiar el conjunto del plan.

88Este plan, netamente liberal, ataca de frente a los parásitos del sector público y de la clase
política que se enriquecían gracias a la inflación, pero también afecta a los salarios, sobre todo
los mineros, que aunque se incrementan en un 50 % son insuficientes pues el costo de vida crece
brutalmente. Rápidamente, Siles Suazo se encuentra acosado por la terca oposición de los
sindicatos, apoyados por el ala izquierda del partido y encabezados por Lechín.

89Siles Suazo no sólo ha heredado una situación económica que le deja un muy estrecho margen
de maniobra sino también debe imponerse ante un partido y un país para los que la figura de
Paz Estenssoro es sin duda, ahora más que nunca, la figura dominante. Empresa tanto más
peligrosa en la medida que Siles, a pesar de las cualidades que se le reconocen: coraje, audacia
—¿no fue él acaso la principal figura de la lucha clandestina durante el “sexenio” y el jefe de la
insurrección de abril?— y honestidad, carece del carisma de “El Jefe.” Desde ya, el “maestro”
Lechín le gana en popularidad. Y el pensador, el ideólogo Guevara Arze, que supo ganarse la
buena voluntad de los norteamericanos, ¿no merece también él acceder a la suprema
magistratura? Si bien Paz Estenssoro toma el avión a Londres para representar al país, no
abandona, por ello, toda pretensión de influir en el destino del partido y el país. En consecuencia,
la presidencia de Siles marca el punto de partida de una guerra de jefes, cada vez más abierta y
hecha de traiciones en cadena.

90A Guevara Arze, a quién hemos visto dedicado al servicio del Jefe, éste le habría asegurado
que él sería el candidato del MNR para la presidencia en 1956. Engañado y decepcionado, las
emprende, a la vez, en contra de Paz Estenssoro y de la pareja Siles-Lechín, covunturalmente
aliados pese a sus diferencias ideológicas (Patch 1964). Luego, obligado de enfrentar a Lechín,
Siles convoca a Guevara Arze para que se haga cargo del Ministerio del Interior (agosto 1958-
febrero 1960). En este cargo, ideal para organizar las elecciones, Guevara Arze cree que al fin le
llegó la hora de acceder a la presidencia. Pero, Paz Estenssoro, cuya ascendencia subsiste en el
seno del MNR, intenta volver a candidatear. Le ofrece la vicepresidencia a Guevara Arze quien
la rechaza en virtud del acuerdo tácito de rotación entre los líderes históricos del partido,
acuerdo del que sólo él parece acordarse. Entonces, Paz Estenssoro se alia con Lechín y
fácilmente obtiene la mayoría en la Convención del partido de 1960. Guevara Arze se ve obligado
a fundar su propio partido y se presenta para la presidencia en contra de Paz Estenssoro.

• 13 A mediadios del 62, se multiplican las manifestaciones que apoyan a Lechín. Es entonces
que se des (...)

91Pero, la historia no acaba ahí. Parece que Paz Estenssoro obtuvo el apoyo de Lechín a cambio
de la promesa de que el “Maestro” sería el próximo candidato a la presidencia, en 1964. En todo
caso, Lechín está convencido de que ya le toca el turno. Pero, habiendo obtenido lo que quería,
Paz Estenssoro busca luego deshacerse de Lechín, atacándolo duramente.13 Y, en vísperas de
las elecciones de 1964, al “Maestro” no le queda otra opción que la de fundar su propio partido.

92Para su tercer mandato, Paz Estenssoro busca imponer a uno de sus fieles servidores, Federico
Fortún, secretario ejecutivo del CPN (1960 a 1964), como su compañero de fórmula. Los
militares deciden de otra forma y, en definitiva, es el dúo Paz-Barrientos el que se presenta a las
elecciones.

93Finalmente, una vez dada esta última postergación, los “tenientes” Siles, Guevara, Lechín y el
nuevo vicepresidente Barrientos aunan sus esfuerzos para derrocar a “El Jefe.”

94¿Cómo hace el presidente Siles para afirmarse en la dirección del Movimiento? Su táctica
consiste principalmente en colocar a sus más fieles seguidores en los puestos clave del aparato
del partido; de partida, a la cabeza de los comandos departamentales. Para hacerlo, recurre a
un texto de los estatutos, aprobados por el partido en 1954, que le otorga el derecho de nombrar
a “interventores” en reemplazo de los dirigentes elegidos. Es así que, sucesivamente, los
comandos departamentales de La Paz, Chuquisaca, Beni, Oruro, Cochabamba, luego Santa Cruz,
son, pues, intervenidos. Pero para que esta intervención sea duradera es también necesario que
modifique la composición interna del Comité Político Nacional (CPN), donde Lechín y Paz
Estenssoro tienen la mayoría. Con este fin, fomenta el surgimiento de corrientes al interior del
seno del partido. Y, es asegurando la presencia de estas corrientes en el seno del CPN, que logra
remodelarlo a su favor.

95Una primera corrientes “silista,” la “Acción de Defensa del MNR,” de tinte conservador, asocia
a miembros del partido que habían participado junto Siles en la Revolución del 52 —y que
después se rebelaron contra Paz en 1953— con otros prestigiosos militantes, mientras que una
segunda corriente, también silista, la “Izquierda Nacional del MNR,” agrupa a personalidades
que, previamente, ninguna había demostrado especial atracción por las ideas de izquierda
(Mitchell 1971: 183-184).

96Ante esta ofensiva, Lechín no puede permanecer quieto y, entonces, saca a relucir el “Sector
de Izquierda,” que incluye entre sus miembros a numerosos reconocidos militantes y a la
totalidad de los diputados pertenecientes a la COB.

97De acuerdo a la terminología propuesta por Christopher Mitchell, esta reorganización se


realiza por “faccionalismo,” o sea, “el dominio de la política interna de un partido por la coalición
de grupos de líderes con muy débiles raíces sociales o ninguna” (1971: 182). Las facciones no
representan a los intereses de los sectores sociales organizados en otras partes de la sociedad
sino a los de la facción en sí misma. Y los líderes cooperan entre ellos sólo “para lograr el peso
numérico que les permita lograr la ventaja coyuntural que les asegure puestos y empleos”

98La estrategia faccional consiste sea en apoyar al poderoso en ejercicio, para así obtener los
cargos, responsabilidades y honores deseados, o, si esto no es posible, pues este tipo de sinecura
es generalmente bastante escaso, sea buscando integrar una facción rival o, también, intentar
crear una otra junto a otros olvidados por el poder, vociferar con suficiente ardor como para
lograr ser escuchado, y así atrapar un cualquier empleo prestigioso o lucrativo, y después,
eventualmente, por medio del juego político y las alianzas, reencontrarse muy pronto en los
primeros planos de la vida política.

99Los jefes de facciones no se dedican sino de mala gana a la búsqueda de aliados sectoriales y,
si logran su apoyo, no se esfuerzan por cimentar esta alianza en una organización; esta base
miserable les repugna y no les gusta encontrarse vinculados con las masas en caso de conflictos
sociales. En breve, ante todo, sólo buscan la manera más rápida de acceder al prestigio y la
riqueza.

100El Sector de Izquierda se distingue de los demás en que éste no sólo es una facción, deriva
su fuerza del sector social obrero y también puede contar con algunas tropas campesinas, en la
región de Achacachi y, en cierto momento, en el Valle Alto de Cochabamba. Pero, en relación a
la nueva situación política provocada por Siles Suazo, la creación del Sector de Izquierda no es
más que un paliativo que permite a los lechinistas mantenerse como grupo de presión, en un
momento en el que el CPN ya no cumple sus funciones de control, que el sector obrero ya no se
halla representado en el gobierno y que los sindicatos, divididos, recurren a demostraciones de
fuerza, a menudo ineficaces, para hacerse escuchar. Y si bien los vínculos entre la facción
lechinista y el sindicalismo obrero son evidentes, no hay que confundir, sin embargo, la COB y el
Sector de Izquierda, los sindicatos y el partido. El Sector de Izquierda está en realidad constituido
por una especie de élite política, en la que los representantes obreros se encuentran
subrepresentados.

101A medida que se intensifica la faccionalización, que se acumulan las rivalidades y los rencores
internos, el partido pierde cada vez más su arraigo popular. La vida política tiende a convertirse,
cada vez más, en el affaire de un reducido grupo de profesionales.

102Es en torno a las elecciones presidenciales, sobre todo, que el faccionalismo revela su juego,
a tal punto que motiva las primeras escisiones en el Movimiento. En 1960, Walter Guevara Arce,
considerando que le había llegado el tumo de acceder a la presidencia, organiza su propia
facción desde el Ministerio del Interior: el MNR auténtico. Después, expulsado del partido,
funda el Partido del MNR Auténtico (PMNRA) con el que se presentará en las elecciones
presidenciales.

103La tercera candidatura de Paz Estenssoro a la presidencia provoca la ruptura definitiva entre
el MNR y es Lechín quien transforma el Sector de Izquierda en un partido independiente, el
Partido Revolucionario de la Izquierda Nacional (PRIN).

104Entre 1960 y 1964, el juego presidencial induce una serie de otras facciones: las que apoyan
a Paz Estenssoro (el Frente de la Unidad Nacionalista, el sector explícitamente
“pazestenssorista,” la “máquina” del CP dirigida por Fortún Sanjinés, el grupo de los jóvenes
ministros “técnicos,” el Sector “intransigente” de Chávez Ortiz) y las que se le oponen (el Sector
“socialista” favorable a Siles, el grupo de los “viejos militantes,”...).
105Es fácil imaginar que esta “faccionalización” del MNR no sólo le priva de un verdadero apoyo
popular sino, aún más, provoca el desencanto y la desmovilización de los militantes. Según un
informe de la época, “existe una gran confusión en las filas del MNR debido a la organización del
FUN (el Frente Unido Nacionalista de Fellman) y el sector Intransigente, en oposición a la
izquierda que cuenta con una organización bien organizada [...]. Los militantes del partido se
encuentran dispersos y confundidos [...]. Hay distritos en el país donde el reemplazo sistemático
de los miembros más antiguos alcanza extremos insospechados. Oruro y Potosí son dos casos
que tipifican el abandono en el que se encuentran los miembros que cuentan con toda una
tradición de lucha y una sólida fidelidad al partido” (Mitchell 1971: 212).

106Con el correr de los años, se cumplen cada vez menos dos de las condiciones de la estabilidad
de los gobiernos del MNR: la unidad de mando, con un jefe indiscutible, y un amplio apoyo
popular de base.

107Si bien la movilización de los primeros años de la postrevolución ha consolidado


considerablemente el poder de los sectores obrero y campesino, no es menos cierto que se llevó
a cabo de manera harto heterogénea: en el mundo obrero, los mineros son los mejor
organizados y, también, los mejor armados —y, entre los mineros, el enclave de Siglo XX-Catavi
asume el papel protagónico—, y, en el mundo campesino, sólo unos cuantos enclaves pueden
considerarse verdaderamente movilizados: el Alto Valle de Cochabamba y la región de
Achacachi en el Altiplano son los más conocidos. Los segmentos sociales están dominados por
líderes, a menudo carismáticos, caciques campesinos aquí, dirigentes mineros allá, caudillos
urbanos más allá, todos ellos articulados con el centro por medio de vínculos de clientela.
GRAFICO 4. El MNR y la Sociedad Boliviana en 1960

Aumentar Original (jpeg, 130k)


Fuente: Mitchell 1971: 199 .

108Entonces, las luchas entre facciones no pueden sino repercutir en cascada hasta la base
misma de las diversas instancias del partido y los sindicatos. Estas luchas degeneran en
enfrentamientos de clientelas y en batallas de campanario, de modo que el país se ve atrapado
en un ir y venir de elecciones fraudulentas y anuladas, de escaramuzas y de ataques armados,
de golpes y contragolpes, hasta de homicidios, por el control de los comandos del partido, de
los sindicatos y de las poblaciones. A menudo, las divisiones faccionales aprovechan de antiguas
querellas locales, contribuyendo, por supuesto, a revivirlas: problemas de límites en el campo,
antagonismos entre poblaciones, rivalidades familiares, etcétera.

109Antes de acabar en la caída del partido, las luchas entre facciones y el combate de los jefes
conducen a una especie de guerrilla civil, con sus momentos de fiebre y sus fases de reposo.
Dicho de otra manera, la decadencia del MNR pasa por una fase de segmentación del partido y,
en consecuencia, de segmentación del país, ahora dividido en enclaves más o menos autónomos
y más o menos rivales.

110Después de la promulgación del Plan de Estabilización Monetaria, Lechín, empujado por la


FSTMB, exige al gobierno la derogación de la ley. El presidente Siles rechaza este pedido.
Inmediatamente, los mineros de Siglo XX entran en huelga. Siles responde con una espectacular
huelga de hambre, mostrando así su determinación de no ceder ante esas presiones (Pardo Valle
1957: 143-144). Pero, sólo logra detener y retardar momentáneamente sus acciones
reivindicativa. Y, después del VIII Congreso de la FSTMB (Pulacayo, abril de 1957), el II Congreso
de la COB (junio de 1957), decide una huelga general para obtener una justa compensación
salarial ante las nuevas medidas económicas. En el Congreso de la COB, los mineros también
logran que un Comité Ejecutivo, opuesto al gobierno, dirija esta Central sindical. Pero esta
victoria, obtenida por pequeña mayoría, provoca la eliminación de la representación de diversas
federaciones obreras en la más alta instancia sindical: la de los obreros de la construcción, los
fabriles, los trabajadores petroleros, los transportistas... Además, las tendencias procomunistas
(PCB) deciden no enfrentar directamente al gobierno. En consecuencia, el Comité Ejecutivo de
la COB se ve obligado a suspender su declaración de huelga general.

• 14 El Bloque Reestructurador queda bajo la tutela del ministro del Interior, José Cuadros
Quiroga, qu (...)

111Aprovechando esta su ventaja, el presidente de, la República estimula una reestructuración


de la COB. Se conforma un “Bloque Reestructurado,” al que se plegan los sindicatos
progubernamentales y los controlados por el PCB.14 Lechín se encuentra de pronto en una
situación muy incómoda: aliado obligado de los troskistas, sólo puede contar con sus bases
mineras.

112A partir de principios de 1958, los partidarios de Siles se dedican a la toma de este último
bastión de la resistencia antigubernamental, creando un comité de reorganización de la propia
FSTMB. Es pues fácil de comprender que el LX Congreso de la FSTMB, realizado en Colquiri, haya
transcurrido bajo una atmósfera muy tensa. Los comandos especiales del MNR, arma en mano,
atacan a los delegados, quienes se ven obligados a retirarse a la mina de San José para continuar
con sus deliberaciones. Al final del Congreso, demandan la total abrogación del Plan Eder,
acusan de “antipopular” y “proimperialista” al gobierno de Siles, y declaran una guerra abierta
a las milicias movimientistas, en nombre de un sindicalismo “democrático y desburocratizado.”
Finalmente, se conciben como la punta de lanza de un movimiento revolucionario de clase.

113En esta coyuntura, la combinación de las escisiones faccionales y las medidas económicas en
vigencia obliga al sector más movilizado del mundo obrero a replegarse hacia sus posiciones
sectoriales de clase, en franca oposición a un gobierno ahora entendido como un simple
instrumento del imperialismo. Parece que se hubiera retornado a una situación comparable a la
de la prerrevolución: el “barón” estatal representa al enemigo de la clase obrera.

114A fines de 1959, la oposición radical gana las elecciones sindicales de Huanuni. Este hecho
posee un alto valor simbólico, en la medida en que Huanuni, importante centro minero muy
próximo a Siglo XX, no había hasta entonces escapado a la tutela gubernamental. En el momento
de la posesión de la nueva directiva sindical, el jefe del comando del MNR hiere con un disparo
de revólver a uno de los mineros presentes en la sala. Las autoridades recientemente elegidas
piden que el agresor sea, pues, arrestado y juzgado. Pocos días después, la inercia de las
autoridades lleva a los mineros a declarar una huelga por 24 horas. Este es el momento que el
líder “silista” de Huanuni, Celestino Gutiérrez, elige para convocar a una asamblea que decide
desconocer a la nueva directiva y reemplazarla por la de los derrotados (1.300 contra 700 votos);
y, luego, ataca la sede sindical, arma en mano. Al día siguiente, una manifestación de la oposición
radical es dispersada con ráfagas de metralla. Los mineros de Siglo XX acuden al socorro de los
opositores en Huanuni. Luego de tres horas de combate, que deja un saldo de 12 muertos y 32
heridos, la coalición de los sindicalistas de Siglo XX y Huanuni resulta vencedora. El cadáver de
Celestino Gutiérrez, muerto durante el combate, es colgado por las mujeres de Huanuni.

115Después de este enfrentamiento en la cumbre, retorna una relativa paz a las minas, debido,
sobre todo, a la proximidad de las elecciones presidenciales. La oposición lechinista realiza su
campaña en favor de Paz Estenssoro —Lechín es candidato a la vicepresidencia— y, por un
tiempo, los mineros y sus dirigentes tienen la esperanza de recuperar las ventajas económicas y
políticas, que disfrutaban entre 1952 y 1956.

116Pero, muy pronto, sus esperanzas se ven frustradas. Y uno no puede evitar quedarse
sorprendido ante el paralelismo existente, en la evolución de la situación política y social del
país, entre este segundo período de Paz Estenssoro y el de los cuatro años de mandato de Siles.

117En efecto, Paz Estenssoro se decide resueltamente por una economía liberal, a cuyo nombre
solicita la inversión de capitales nacionales y extranjeros, y la creciente ayuda de los Estados
Unidos. En las minas, en agosto de 1961, esta reorientación se traduce por la puesta en marcha
de un plan de reestructuración de COMIBOL, el denominado “Plan Triangular,” así llamado en
vista de su triple financiamiento: por el gobierno de los Estados Unidos, el de la Alemania Federal
y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El desembolso de 37.8 millones en tres
anualidades está destinado a la explotación de nuevos yacimientos, a la modernización de las
operaciones de preconcentración y concentración de minerales, a la renovación de
herramientas... a condición de que la COMIBOL reforme su administración, imponga una más
rigurosa disciplina de trabajo y despida la mano de obra excedentaria.

118La aplicación de este plan no puede sino suscitar la hostilidad de los mineros y desubicar a
Lechín. En 1963, el enfrentamiento ya es inevitable. En junio, el presidente de COMIBOL impone
un lock out en Siglo XX, para efectuar los despidos previstos por el Plan: en sólo la empresa de
Catavi se despide cerca de mil trabajadores. Después, en agosto, se prescinde del derecho a veto
del Control Obrero. En diciembre de 1963, luego del XII Congreso de la FSTMB en Colquiri,
reelecto secretario ejecutivo de la FSTMB, Lechín rompe con el MNR. Al finalizar el congreso, el
gobierno hace arrestar a dos dirigentes sindicales de Siglo XX. La FSTMB responde convocando a
la huelga y, en Siglo XX, los sindicalistas toman como rehenes a varios técnicos y a empleados de
la embajada de los Estados Unidos. Inmediatamente, el gobierno declara “zona militar” a las
minas y el complejo Siglo XX-Catavi es rodeado por la fuerza combinada del ejército y las milicias.
Finalmente, la FSTMB capitula para evitar el choque armado. Con los mineros derrotados, el
gobierno de Paz Estenssoro, imitando la actitud de Siles en 1957, se dedica a impulsar la
estructuración de una contra-organización sindical obrera, la Central Obrera de Unidad
Revolucionaria (COBUR), que pone en entredicho la legitimidad de la dirección de la COB, elegida
en el III Congreso, el de 1962. Orquestada desde el Ministerio del Trabajo, esta nueva Central
recibe dinero de la embajada de los Estados Unidos (Whitehead 1970), gracias al cual logra ganar
el apoyo de diversos sectores obreros (Ponce García 1968: 99-104).

• 15 Cf. Thorn (1971: 187). En lo que a las minas se refiere, cf. Canelas (1966: 93, 97).

• 16 En su discurso-informe, al fin de su mandato, Siles se queja que, en algunos momentos de


su presid (...)

119Los pocos datos estadísticos disponibles15 relativos a los ritmos de huelgas entre 1956 y
1964 permiten tener una visión más sintética de la amplitud de la protesta obrera y sus
movimientos de flujo y reflujo. El año 1958 es el año más agitado, todo el país se encuentra en
un estado de efervescencia; en 1959, los mineros son prácticamente los únicos que siguen en la
brega, y, en 1960, año de las elecciones, se da una especie de tregua generalizada.16 En 1961,
la agitación recomienza en las minas con motivo de la aplicación del Plan Triangular; alcanza su
cénit en 1963 y después, en 1964, el número de huelgas disminuye una vez más; la batalla
propiamente política es la preponderante.

120A la larga, la política económica liberal de los gobiernos del MNR, así como también las
querellas de facciones que estos gobiernos practican y fomentan, acaban enfrentándolos con
una fracción de la clase obrera, conducida por los mineros, mientras que apenas logran
mantener, con mucho esfuerzo y por períodos cada vez más cortos, una clientela en algunos
sectores de esta misma clase obrera. Si la ruptura entre el gobierno y la clase obrera no se hace
definitiva, si la clase obrera no logra finalmente una verdadera movilización de clase, todo esto
se debe, en gran medida, al ambiguo papel que juegan Lechín y sus partidarios. En efecto, ellos
oscilan permanentemente entre una posición de activa participación en el gobierno —
intentando restablecer el co-gobierno del primer período— y una lucha frontal (Lora 1979: 67).
Pero, esta facción lechinista, sometida al régimen de la “ducha escocesa,” es, en rigor, más
prisionera que conductora de sus bases mineras: continuamente, Lechín se ve obligado a
suscribir y hacer suyas sus reivindicaciones, a pesar de su ambición de ser parte del gobierno.
Dicho de otra manera, uno se encuentra ante una situación bastarda, en la cual,
progresivamente, ni el gobierno como tampoco la “burocracia” de la COB controlan realmente
sus fragmentadas tropas obreras, movilizadas, a veces, según esquemas de clase, otras, según
esquemas clientelistas y que hasta llegan a enfrentarse unas con otras.

121Las repercusiones de las luchas de facciones en el mundo campesino son, sin duda alguna,
mucho más difíciles de analizar, en la medida que ese mundo se movilizó de manera muy
desigual y con modalidades diferentes, de acuerdo a las regiones. Teniendo en cuenta que el
valle de Cochabamba fue el primero en sublevarse y organizarse después de la revolución, y,
también, que los sindicatos campesinos de este valle lograron hacerse dueños del conjunto del
mundo rural de este valle, incluidas las poblaciones, es lógico tomarlo como punto de referencia.
Esta perspectiva resulta más que justificada si tenemos en cuenta que aquí no se trata de
comprender los motivos de la movilización campesina sino de explicar la inestabilidad política;
es necesario, entonces, seleccionar los segmentos campesinos susceptibles de jugar un efectivo
rol político y dejar a un lado aquellos otros cuyo grado de organización y de movilización es muy
débil como para pretender ejercer ese papel.

122Se trata, entonces, del campesinado del valle de Cochabamba y, más precisamente, el del
Valle Alto controlado por el líder José Rojas, cuyo centro de operaciones estaba en el poblado
de Ucureña, el mismo en el que fue firmado y luego celebrado el decreto de la Reforma Agraria.
José Rojas es el secretario ejecutivo de la Federación Campesina de Cochabamba desde 1954,
ejerce una secretaría en la Confederación a partir de ese mismo año y el elegido diputado en
1956. La milicia de Ucureña que sirve bajo su inmediata dirección no cuenta con más de 500
hombres, pero, en un par de horas, puede convocar hasta 10.000 hombres armados
suplementarios. Es decir, un cuerpo de “tenientes” le colabora en toda esa su zona de influencia.

• 17 Según Zontag, el sector agrícola se beneficia con la reforma monetaria en la medida que
inmediatam (...)

• 18 Los cruceños no le perdonarán jamás a Siles el haberes enviado esta “horda sangrienta”.

123Cuando, como consecuencia de las medidas de la estabilización monetaria tomadas por


Siles, se produce una ruptura entre la COB y el Bloque Restaurador, los campesinos de Ucureña,
relativamente beneficiados por estas reformas,17 permanecen fieles al gobierno. Los sindicatos
y las milicias del valle son reorganizados en el marco de este nuevo bloque. Y, entre 1956 y 1959,
se convierte en uno de los más importantes instrumentos del orden gubernamental. Es así que,
en mayo de 1958, son enviados a Santa Cruz para sofocar una tentativa insurreccional de la
Falange, junto con el ejército.18
124Con el fin de sellar la nueva alianza campesino-gubernamental, en marzo de 1959, Siles
nombra a Rojas ministro de Asuntos Campesinos. Una de las primeras tareas del novel ministro
consiste en enviar sus tropas a intimidar a los mineros de Siglo XX y de otras minas cercanas a
Oruro, que se encontraban en huelga. En suma, la táctica de Siles —lograda, por otra parte—
consiste en apoyarse en los campesinos movilizados y transformarlos en gendarmes del
régimen.

125Pero, la proximidad de la justa electoral de 1960 complica y altera los vínculos que unen al
gobierno con los campesinos vallunos porque la lucha de las facciones en la cumbre reaviva las
rivalidades campesinas en la base. Estas fricciones acaban por convertirse en un sangriento
enfrentamiento, la llamada “Guerra del Valle,” entre los pueblos vecinos de Cliza y Ucureña.

126Jorge Dandler detalla así las varias razones que, conjugadas, oponen localmente a las dos
poblaciones (cf. Dandler 1984: 201-241):

1. Poco después de la revolución, el valle de Cochabamba se divide en dos distintos y


concurrentes dominios de influencia: el de José Rojas en el Valle Alto y el de Sinforoso
Rivas en el Valle Bajo. Desde el principio, Rojas no acaba de conquistar el apoyo de todos
los sindicatos de su zona: en 1953, se constituye en Cliza una organización rival, la Central
“2 de Agosto,” con Sinforoso Rivas a la cabeza.
2. Cliza es un pueblo tradicional, antigua capital de provincia, que sufre con la dinámica
competencia que le hace Ucureña, una ex-ranchería promovida al rango de Centro
Nacional de la Reforma Agraria.
3. Con el correr de los años, aumenta la oposición a Rojas, cuando ésta se incrementa con la
de los “piqueros,” o sea, de los pequeños propietarios de tierra locales que no se
beneficiaron con la Reforma Agraria. A mediados de 1959, casi la mitad de los sindicatos
asociados a la Central de Cliza están constituidas por piqueros, mientras que los de
Ucureña agrupan, sobre todo, a los excolonos de haciendas.
• 19 Paz Estenssoro deja su puesto de embajador en Londres para retornar a Bolivia en julio de
1959.

127Cuando Guevara —nativo de Cochabamba— empieza a promover su candidatura


presidencial a principios de 1959, obtiene el apoyo de la mayoría de las organizaciones sindicales
campesinas de Cochabamba. Pero, cuando ya es evidente que Paz Estenssoro intenta retornar
al gobierno,19 los sindicatos vallunos se dividen en dos campos rivales. José Rojas apoya a Paz
Estenssoro en tanto que su ex-“comandante” Miguel Veizaga apoya a Guevara Arze. Los
partidarios de Rojas controlan la Federación, pero Veizaga se parapeta en Cliza donde reorganiza
la Central “2 de Agosto,” en la que coordina toda la red de la oposición en el valle.

• 20 Cf. los testimonios novelados de Néstor Taboada Terán (1968).


128La tensión crece a medida que se acercan las elecciones presidenciales (junio de 1960). El
primer enfrentamiento armado sucede en octubre de 1959; tiene una duración de cuatro días y
provoca muertos en ambos campos. Después, entre Cliza y Ucureña, se abre una trinchera de
varios kilómetros y una franja de cien metros es declarada “tierra de nadie.” Los
enfrentamientos son extremamente violentos y los habitantes de la región viven bajo el
terror.20 Para poner fin a las hostilidades, en marzo de 1960, el gobierno declara “zona militar”
a las provincias de Jordán y Punata e instruye al ejército de restituir el orden en la zona; un
ejército cuyos jefes ostensiblemente se inclinan en favor de Paz Estenssoro.

129Pero, la historia de la “Guerra del Valle” no se acaba ahí y su prolongación nos permitirá
entender aun mejor los mecanismos del clientelismo existente entre las figuras nacionales del
MNR y los caciques campesinos.

130El Sector de Izquierda del MNR y los sindicatos obreros favorables a Lechín aprovechan la
campaña electoral de 1969 para recuperar sus fuerzas. En el valle, se da una reestructuración
político-sindical, la que permite la constitución de una base política favorable al nuevo
vicepresidente, todo lo que finalmente se formaliza en un pacto obrero-campesino, en 1961,
más conocido como el “Pacto del Morro” (cf. Dandler 1984: 201-204). Los aliados de Lechín
controlan la Federación Campesina de Cochabamba y Miguel Veizaga transita del campo de
Guevara, vencido, al de Lechín que ahora aparece como el vencedor. Y, en 1962, recomienza la
lucha entre Veizaga, cliceño ahora partidario de Lechín, y Rojas, ucureño favorable a Paz
Estenssoro. El ejército interviene una vez más. Y, poco a poco, el Sector de Izquierda pierde sus
apoyos y sus líderes.

131En julio de 1963, cuando se realizaban las primeras proclamaciones en favor del binomio
presidencial Paz Estenssoro-Barrientos, se organiza la “caza” de cliceños y se desmantelan sus
bastiones. Luego, el 6 de setiembre, las Fuerzas Armadas toman Cliza, declarada, una vez más,
“zona militar.”

132¿Qué rescatar de este relato? Ya he mencionado el engranaje que vincula las luchas sociales
con las querellas de facciones. También se puede medir cómo la clientela “oficial,” es decir,
aquélla que sigue al poderoso del momento, el presidente de la República notablemente, tiene
todas las chances de ganar la partida. También se observa la facilidad con la que los caciques-
clientes cambian de patrón, de acuerdo a las circunstancias políticas en curso y sin importarles
la ideología del susodicho patrón. También es cierto que no es nada fácil discernir las diferencias
ideológicas existentes entre los grandes jefes históricos del MNR : Paz Estenssoro, Siles Suazo y
Guevara Arze andan muy cerca unos de otros y Lechín tampoco anda muy lejos, pues siempre
se desmarca de los partidos inspirados en el marxismo, aunque algunas veces se alíe con ellos.

133Simplificada al extremo, esta versión de los hechos no explícita apropiadamente la existencia


de cohortes de líderes locales vinculados con los grandes caciques o con sus más próximos
comandantes, en conflicto unos con otros, en permanente búsqueda por integrarse en los
niveles superiores, mientras se benefician de los apoyos prestados. En suma, existen cadenas de
clientelas fluctuantes que llegan hasta el más pequeño caserío y que se activan en y durante las
agudas faces de la “Guerra del Valle” de Cochabamba.

134Si bien este valle es el escenario de los enfrentamientos más violentos y duraderos, no es el
único en ser víctima de las consecuencias dislocantes y fratricidas de la lucha entre facciones.
Combates de una magnitud comparable ocurren en la región de Achacachi y alrededor de las
minas de Siglo XX y Catavi.

135En Santa Cruz, una ciudad dominada por una oligarquía de carácter rural, la revolución
provoca el surgimiento de varios ejes conflictivos, cuyos polos se encuentran en permanente
oposición, más o menos aguda según las circunstancias, que se entrecruzan, combinan y
finalmente explican la extraordinaria crisis de autoridad que aflige a la ciudad durante el período
de los gobiernos del MNR. De 1952 a 1964,19 diferentes prefectos y otros 19 alcaldes se suceden
a la cabeza del gobierno del departamento y de la ciudad, respectivamente; algunas de estas
sucesiones suponen actos de violencia.

• 21 Para más detalles sobre los problemas cruceños, cf. Palmer (1979) y Whitehead (19.: 23-
46).

136¿Cuáles son, entonces, los ejes de este conflicto?21 En primer lugar, aquí como en el resto
del país, el MNR local se opone a la oligarquía tradicional; las grandes familias y lo que les resta
de clientela apoyan a la Falange Socialista Boliviana. En segundo lugar, hay que tener en cuenta
la oposición poder central vs. poder regional. El gobierno del MNR tiene proyectos para Santa
Cruz. Quiere hacer de la región un polo de desarrollo agrícola y, al mismo tiempo, el motor de
la colonización de las tierras vírgenes del Oriente boliviano. Con este fin, busca más conciliarse
con la oligarquía local que combatirla. De hecho, algunas familias colaboran con el gobierno.

137Evidentemente, esta estrategia gubernamental choca de frente ante un MNR local cuyas
bases militantes se reclutan, sobre todo, de las capas medias y populares, que, de lejos,
constituyen la mayoría. Al respecto, se logra a una especie de muy precario equilibrio por medio
de la nominación de prefectos y alcaldes: los primeros se escogen de entre las familias
tradicionales —salvo que sean militares, donde la mayoría son de origen colla— y los segundos
de entre los grupos de extracción social más modesta, representativos estos últimos de la
población movilizada a favor del partido (cf. Palmer 1979).

138Finalmente, la corriente favorable a la revolución se encuentra estructurada, como a nivel


nacional, en dos instancias asociadas/rivales: el partido y el sindicato. Ya en el lugar, la
competencia degenera rápidamente en oposición; una oposición que toma la forma de una
rivalidad entre familias. La familia Barbery Justiniano funda la Central Obrera Departamental
(COD) con los sindicatos de choferes, tipógrafos, trabajadores del petróleo, artesanos —en rigor,
la clase obrera propiamente dicha era por entonces ínfima en Santa Cruz— y crea la Federación
Departamental de Trabajadores Campesinos. Mientras tanto, los hermanos Sandóval Morón
organizan el aparato del partido, los comandos zonales, y se hacen cargo de la dirección del
Comando Departamental. Otras familias (Velarde, Roca, Julio) complican aún más las luchas
internas en el campo revolucionario.

139Veamos a continuación el famoso caso de las regalías del petróleo, tan importante que,
durante muchísimos años, no sólo afecta al destino económico de la región sino de todo el país.
El asunto arranca en octubre de 1957, cuando el juego entre las facciones, la batalla de los jefes
y los efectos de las medidas monetarias se conjugan para incrementar las tensiones políticas y
sociales existentes y minar la interpelación del MNR.

140De acuerdo a una ley previa a la revolución, reformulada multitud de veces, el 11% del
producto de los hidrocarburos corresponde al departamento productor a fin de promover
trabajos públicos. Evidentemente, ésta es una gran ventaja para Santa Cruz que produce casi la
totalidad de los hidrocarburos. Pero, el nuevo Código del Petróleo, promulgado por el MNR el
26 de agosto de 1955, sólo establece, sin mayores precisiones, la obligación que tiene el
concesionario de revertir al Estado un monto equivalente al 11% del producto bruto. La
vaguedad de esta formulación y las interpretaciones contradictorias que suscita sirven de
catalizador en el conflicto.

• 22 El CPSC contaba en aquel entonces con 46 organizaciones, entre ellas, la Cámara de


Industria y Com (...)

141El Comité Pro-Santa Cruz (CPSC) asume el liderazgo en el combate. Este Comité fue fundado
el 30 de octubre de 1950 (Ibáñez Franco 1978: 23-25) a iniciativa de la Federación Universitaria
Local (FUL) con el fin de contribuir a resolver los problemas urbanos de la ciudad de Santa Cruz,
la que, por aquel entonces, se encontraba muy rezagada. Su labor es discreta durante los
primeros años de gobierno del MNR. Pero, en 1957, siempre bajo la iniciativa de la FUL cruceña,
el Comité se revitaliza: se reformulan sus estatutos y se elige un nuevo presidente.22 En
realidad, es la Falange la que se esconde detrás de estas organizaciones; una Falange que
también incluye una fracción armada, La Unión Juvenil Cruceñista. La habilidad del CPSC
consisten en vincular los trabajos de urbanización que tanto necesita la ciudad con una urgente
reversión del famoso 11%. Por supuesto, no es necesario tener mucha imaginación para inventar
ese vínculo pues, en principio, para ese tipo de gastos estaban destinadas las regalías.

• 23 En la época colonial, el cabildo es el cuerpo de magistrados que se ocupan de la


administración de (...)

142Comienza una serie de negociaciones con el gobierno, las que poco después fracasan. El
presidente Siles recuerda a los cruceños que ellos ya han recibido mucho más que los otros
departamentos (en materia de distribución de agua potable, equipos para la construcción y
mantenimiento de caminos y ferrocarriles, en inversiones agro-industriales, etcétera) e insiste
en que concederles estas demandas daría origen a una reacción en cadena pues los otros
departamentos productores de riquezas exigirían condiciones análogas. A fines del mes de
octubre, el CPSC convoca a un cabildo abierto23 en la plaza principal de Santa Cruz. Ahí se decide
paralizar la ciudad por medio de una huelga general a partir del 1o de noviembre y apropiarse
de la maquinaria pesada de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos para efectuar con ellos
trabajos en las calles. El 1o de noviembre, los miembros de la Unión Juvenil toman por asalto las
oficinas de la municipalidad y las del Control Político. Muere uno de los asaltantes. El CPSC
cuenta con su primer mártir. Siles Suazo se traslada a Santa Cruz para intentar calmar los ánimos,
pero es vilipendiado por la muchedumbre. Acaba por concederle sus demandas al CPSC y Santa
Cruz obtiene que el 11% le sea otorgado por decreto, el que se dicta el 12 de diciembre de 1957.

143¿Cómo puede la Falange, por intermedio del CPSC, surgir de esta manera en los primeros
planos de la escena política cruceña? Sobre todo, debido a las disensiones internas del MNR. Las
medidas de la estabilización monetaria que oponen a los partidarios del presidente con los del
Sector de Izquierda del partido no sólo se traducen en la división de la COB y el marginamiento
de Lechín sino también en la renuncia del vicepresidente Ñuflo Chávez Ortiz, cruceño, cuyo
hermano es senador por el departamento de Santa Cruz. Es muy probable que el vicepresidente
cesante haya alertado al CPSC acerca del problema de las regalías: un comportamiento
paradojal, por decir lo menos, por parte de alguien que, en su calidad de presidente del Senado,
había dirigido las sesiones parlamentarias de 1956 en las que el Código del Petróleo (“Código
Davenport”) se había transformado en ley (Sandóval Morón s.f.: 141).

144De hecho, toda la izquierda del MNR, luego de su derrota en el seno de la COB (anulación de
la orden de huelga en julio, conformación del Bloque Restaurador), encuentra ahí un nuevo
caballo de batalla para debilitar el poder presidencial. También, la COD cruceña permanece
callada durante el conflicto y algunos de sus sindicatos —los camioneros y choferes de taxi,
sobre todo— apoyan abiertamente al CPSC.

145En cuanto a Sandóval Morón, mientras se anuda la crisis cruceña, a principios de octubre de
1957, es enviado a Nueva York como embajador ante las Naciones Unidas. ¿Implica esta
nominación-promoción una medida de Siles para intentar asentar, mal que bien, su dominio en
el partido? o ¿habrá que entenderla como un intento por calmar al CPSC? Sea como sea, por el
momento, el MNR cruceño se encuentra, a la vez, dividido y privado de uno de sus más
poderosos líderes.

146No hay que dejar de subrayar el hecho que todas las tendencias del MNR local andan
desubicadas. La crisis, más las medidas de la estabilización monetaria, han logrado sembrar el
descontento en grandes sectores sociales y, por otra parte, los pedidos para un mejoramiento
urbano son tan legítimos que el partido, en todas sus tendencias, no puede dejar de apoyarlos.
Aun Sandóval Morón es partidario de la entrega del 11% para el departamento (Sandóval Morón
s.f.: 147). Pero son los portavoces del CPSC los que cosechan todos los beneficios de la victoria.

147Una victoria aún más brillante pues se acompaña con el debilitamiento y alejamiento de
Sandóval Morón. Este, alarmado por el endurecimiento de la situación cruceña, retorna de su
dorado exilio neoyorquino en los primeros días de noviembre. El gobierno le retiene en La Paz
durante casi un mes, después decide ignorar las instrucciones del gobierno para poder recuperar
su poder en Santa Cruz. Llega a la capital oriental el 29 de noviembre pero es luego desalojado,
después de una semana de escaramuzas con las milicias de la Unión Juvenil.

148Su fracaso se debe al hecho que se enfrenta a la hostilidad conjugada del gobierno,
representado por el prefecto, del CPSC manipulado por la Falange y del Sector de Izquierda que
pacta con el Comité. A su partida, los hermanos Barbery y los hermanos Julio retoman la
dirección del comando departamental. Pero, Santa Cruz en manos de la Falange se convierte en
una especie de republiqueta de la Rosca.

149Fuera del empequeñecimiento de las bases que apoyan al MNR y al gobierno, que resulta de
todo este imbroglio, y el subsecuente crecimiento de Falange, para nuestro propósito, la lección
más importante que podemos sacar de este episodio cruceño es la relativa a la naturaleza de las
alianzas coyunturales que se producen en esta ocasión. La más sorprendente, una que podría
considerarse tan contra natura como la célebre entre la carpa y el conejo, es la que asocia al
CPSC, es decir, a la Falange, con el Sector de Izquierda, es decir, individualidades como Lechín,
Ayala Mercado (ex-troskista), Ñuflo y Omar Chávez Ortiz, etc. (cf. Ibáñez Blanco 1978: 41). Una
asociación que, en el fondo, muestra hasta qué punto la ideología pasa a segundo plano en las
luchas tácticas de cada facción en su afán por conservar o lograr la cuota de poder que, desde
su perspectiva, estima que le corresponde, tanto a nivel local como nacional.

150Finalmente, no olvidemos el carácter regionalista de la reconquista de los falangistas. Es


exaltando una bandera cruceñista, anticentralista, en un momento de crisis política y
económica, que la reacción se abre un camino y logra movilizar grandes segmentos de la
población. En esta compleja dialéctica del centro paceño y su periferia cruceña, el problema de
las regalías marca una importante etapa: Santa Cruz reagrupada en mayoría en torno a su
Comité toma consciencia de su fuerza; a partir de entonces, siempre habrá que tenerla en
cuenta. De hecho, hasta 1964, la vida cruceña continúa siendo agitada. Los falangistas tratan de
consolidar su dominio local y nacional. Sandoval Morón no se considera definitivamente
derrotado y los reagrupamientos que se suceden en el seno del MNR repercuten a nivel
local (cf. Whitehead 1973).

151En suma, a partir de 1957, hasta 1964, una verdadera guerrilla civil agita al país con episodios
agudos y fases de un relativo reposo. Los casos de enfrentamiento arriba descritos son harto
esquemáticos: en las regiones seleccionadas, numerosos líderes secundarios intervienen en
batallas cuyas peripecias no han sido mencionadas y que afectan hasta el más pequeño poblado
y al más mínimo sindicato. Además, también otros sectores, en muchas otras partes del
territorio, sufren las consecuencias de la “faccionalización.”

152A modo de conclusión provisoria, hay que insistir, en primer lugar, en el poder de dislocación
afín a la lucha de facciones. En esta incesante batalla por ganar posiciones —o por no
perderlas—, no hay organización que quede afuera. En efecto, la faccionalización puede
enfrentar a un sector contra otro (campesinos de Ucureña y del norte de Potosí contra los
mineros), oponer los sindicatos o comandos funcionales del partido a los comandos territoriales
(minas, Santa Cruz), provocar la alianza de un comando local o de una facción con un partido
enemigo (caso de las regalías en Santa Cruz), partir a un sector en dos (la COB opuesta al Bloque
Reestructurador, luego a la COBUR); aún el segmento minero, el mejor estructurado del sector
obrero, se divide por un momento en dos campos rivales.

153En segundo lugar, es claro que la faccionalización convierte en vedettes a los caciques, los
caudillos y los dirigentes sindicales locales. En esta coyuntura, en la que el centro no dispone de
otros medios para mantener el orden en el territorio que depositando su confianza—en mayor
o menor grado, de acuerdo a las circunstancias— en las milicias, el control que éstas ejercen
adquiere una considerable importancia estratégica y, al mismo tiempo, otorga a sus
comandantes un papel político de primer plano. Es por esta razón que se dan las constantes
luchas entre milicias opuestas o fracciones de milicias y que los caciques, desde el más pequeño
al más grande, aparecen así en vedette. Las renacientes Fuerzas Armadas reducen poco a poco
su influencia en las zonas más calientes sin jamás, de todas maneras, eliminarlas del todo.

• 24 Cf. Richard Bath (1970: 316 y 349). Bath estudia, sobre todo, el caso de la Universidad
Mayor de S (...)

154En estas condiciones, las tomas de posición políticas y las demandas sindicales se ven, pues,
muy a menudo, acompañadas por demostraciones de fuerza: huelgas, manifestaciones, bloqueo
de caminos, etcétera. Ese mismo uso de la fuerza signa las querellas intrasectoriales y ningún
arbitraje, ninguna norma de mediación jamás logra resolver los problemas de representación y
de sucesión de los responsables: es así, pues, que uno se encuentra tanto con combates
callejeros entre estudiantes24 como con batallas entre mineros o guerras campesinas. En suma,
para promover sus intereses o defender sus logros, todos están obligados a manifestarse ruidosa
si no violentamente: “[L]os campesinos, mineros, ferroviarios, petroleros, zafreros y los
empleados de todos los otros tipos de industria; a los que también se suman los estudiantes,
profesores, las amas de casa, grupos cívicos como en Comité Pro-Cochabamba, jugadores de
fútbol, y barrenderos; también se incluyen los médicos, abogados, dentistas y, en alguna
ocasión, los miembros del gabinete ministerial; finalmente, hay que añadir al propio presidente
cuando Siles se declara en una dramática huelga de hambre para defender las medidas del Plan
de Estabilización” (Bath 1970: 341). Dicho de otra manera, la demostración de fuerza es la
norma; y no la puede evitar nadie que desee ser escuchado.
155El problema de mantener la supremacía del centro sobre la periferia es, pues, constante. La
crisis de autoridad es profunda. Y los gobernantes no pueden dejar de lamentarla pues jamás
logran contar con los medios para realmente enfrentarla.

156A partir de la presidencia de Siles Zuazo, las Fuerzas Armadas se utilizan, nuevamente, para
mantener el orden en el país. El presidente recurre a ellas para enfrentar, uno por uno, al
conjunto de los grupos armados hostiles a su mandato o que engendran disturbios sociales: los
falangistas en Santa Cruz, en mayo de 1958 y, nuevamente, en julio de 1959; las milicias
campesinas en el valle de Cochabamba a partir de abril de 1960 (cf. Prado Salmón 1984: 85-99).
Paz Estenssoro continúa con esta tendencia pues, una vez más, utiliza al ejército en Santa Cruz,
en agosto de 1961 (contra Sandóval Morón), en el valle de Cochabamba, a partir de junio de
1963, y en las minas, en diciembre de 1963.

157El pujante retorno de las Fuerzas Armadas al primer plano de la escena política se traduce
en el hecho que, cada una a su turno, diferentes regiones son declaradas “zona militar” (valle
de Cochabamba en abril de 1960 y, otra vez, en setiembre de 1963; Santa Cruz en agosto de
1961; las minas en diciembre de 1963). Así, las autoridades militares reemplazan, por períodos
más o menos largos, a las autoridades civiles.

158Aunque, en un primer momento, las Fuerzas Armadas no se ven comprometidas en


enfrentamientos directos con las milicias obreras, queda claro que, de todas maneras, es para
contrarrestar el poder de estas milicias, sobre todo, que, poco a poco, se fortalecen y hasta
rearman.

• 25 En mayo de 1960, se nombran prefectos militares en cada uno de los departamentos. Cf. el
testimoni (...)

159A la luz del papel que juegan en el valle de Cochabamba, en 1960, Corbett muestra que las
Fuerzas Armadas no están todavía lo suficientemente fuertes como para desarmar a las milicias
campesinas —lo que harán después de haber conquistado el poder en 1964— y que deben
negociar para intentar mantener la paz entre las bandas rivales (Corbett 1972: 85-99). Una tarea
que apenas si pueden cumplir, tanto que acaban por apoyar a Paz Estenssoro en contra de
Guevara, a Rojas en contra de Veizaga, dicho de otra manera, ponen a disposición de una facción
el poder de organización de su sector.25 Dada la división faccional del partido, las Fuerzas
Armadas se ve, cada vez más, inextricablemente mezcladas con los enfrentamientos políticos
nacionales y, pronto, se encuentran también en posición de influir profunda y durablemente en
el juego político, hasta que, finalmente, imponen su dominio.

• 26 Es importante señalar que, de todas maneras, la ayuda militar norteamericana jamás había
realmente (...)
160Evidentemente, estas intervenciones sucesivas, todas, por otra parte, victoriosas, son
posibles no sólo porque el gobierno las solicita sino, más aún, porque, poco a poco, una vez
superadas las primeras horas de la postrevolución, los militares recuperan su poder de fuego,
gracias a la ayuda norteamericana, sobre todo. Esta empieza en 1956, bajo el manto de la ayuda
civil canalizada por USAID, pero es a partir de 1959 que su aumento es realmente
significativo.26 El nuevo armamento se destina, prioritariamente, a los regimientos encargados
de mantener el order. Además, cada una de las ofensivas militares destinadas a restablecer el
orden “revolucionario” amenazado, conlleva una modificación en la composición de las Fuerzas
Armadas y culmina en su fortalecimiento (cf. Prado Salmón 1984: Parte II, Cap. 1). El número de
cadetes se duplica, cada vez más oficiales salen al exterior para su perfeccionamiento, se
reinaugura el Colegio Militar y, finalmente, se crea una Escuela de Altos Estudios militares,
destinada a los oficiales de alto rango y a los civiles que ocupan cargos de responsabilidad.

• 27 Según James Wilkie (1981), entre 1957 y 1958, 22.8 % de las ayudas norteamericanas
fueron directam (...)

161A partir de 1960, Paz Estenssoro continúa la línea trazada por Siles hacia una restauración
progresiva de las prerrogativas de las Fuerzas Armadas, a las que, nuevamente, se les confía la
tarea de mantener el orden. Un capítulo especial de la nueva Ley Orgánica de las Fuerzas
Armadas, promulgada el 20 de diciembre de 1963, determina el marco de su eventual
intervención “policial.” Además, recuperan su lugar en el aparato de poder. A este respecto, la
creación del Consejo Supremo de Defensa Nacional, que instituye un lugar de permanente
diálogo entre las Fuerzas Armadas y el gobierno, simboliza bien el nuevo crédito del que gozan
los militares (Decreto 0741, 12.1961). Este Consejo se reúne por primera vez el 25 de mayo de
1962. Gracias a la ayuda de los Estados Unidos, las Fuerzas Armadas no cesan, también, de
incrementar su poder de fuego. La comparación del presupuesto militar boliviano con las sumas
que los Estados Unidos destinan a las Fuerzas Armadas bolivianas muestra que la contraparte
americana, todavía ínfima en 1958, 3.3 % del total, llega hasta el 34.9 % en 1964; algo
ciertamente considerable.27 Se quintuplica en el período 1961-1962; una progresión que
coincide perfectamente con el más espectacular incremento, de un año al otro, en los fondos
destinados al entrenamiento de tropas y oficiales extranjeros, del presupuesto norteamericano.

162El maná que beneficia a Bolivia no es, pues, sólo el resultado de una decisión del gobierno
de Paz Estenssoro, sino, más bien, consecuencia de la política exterior de los Estados Unidos, los
que, después del caso cubano, se orientan deliberadamente hacia un fortalecimiento de las
fuerzas armadas sudamericanas. Este es el punto de arranque del entrenamiento antiguerrilla
en la zona del Canal de Panamá: el primer curso de contra-insurreción, dictado en Fort Gulick
(Panamá), empieza en octubre de 1961 (Case 1970: 333-350). Y, a partir de mayo de 1962, un
grupo de “boinas verdes” dicta un curso de lucha antiguerrillera en el Colegio Militar de La Paz.
Al mismo tiempo, arranca la Acción Cívica, o sea, la ayuda de los militares en las tareas civiles
para el desarrollo en las zonas rurales, con el fin de modificar el rostro de las Fuerzas Armadas y
de aproximar a civiles y militares.

• 28 Cf. Corbett 1972. Fort Bragg es una escuela de guerra especializada en la propaganda, el
control d (...)

163Los oficiales bolivianos se benefician masivamente, entonces, de los programas de


entrenamiento norteamericanos. Según Robert P. Case, entre 1950 y 1960, reciben
entrenamiento 1.273 oficiales y suboficiales. Si la media en los años 50 es aproximadamente de
25 al año, la de los años 60 crece hasta 160 al año (86) (cf. Case 1970). A fines de 1963, Bolivia
cuenta con más diplomados de Fort Bragg (US Army Special Warfare School) que cualquier otro
país de América Latina.28

164Siempre en 1963, la mayoría de los oficiales recién egresados del Colegio Militar son
enviados a Panamá, al Jungle Warfare School. Poco después, esta práctica se vuelve sistemática:
cada año, en el marco de su formación, una promoción de cadetes realiza un stage en Panamá.
Finalmente, Brill destaca que, a principios de 1964, 20 de los 23 oficiales de más alto rango en
las Fuerzas Armadas bolivianas han realizado, por lo menos, un curso de entrenamiento en
Panamá o en los Estados Unidos (cf. Brill 1965).

• 29 Conviene tratar estas cifras con cautela. Según Brill (1965), tan sólo habían de 7.000 a 8.000
hom (...)

• 30 Cf la carta del general a los jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas, reproducida en
la Revista (...)

165El número de cadetes aumenta; también el total de las tropas: en 1963, el número de
militares alcanza a los 12.00029 y se crean nuevas unidades: regimientos motorizados,
paracaidistas, fuerzas navales y lacustres, grupos de combate aéreo... Según el general Ovando,
la reconstrucción de las Fuerzas Armadas se realiza a espaldas del Jefe del Estado y de los
generales fieles al MNR.30 El general también destaca el espíritu de reserva y sacrificio que
demuestran los oficiales dedicados a esta reconstrucción de las Fuerzas Armadas; a la luz de
todos estos datos, es evidente que esta empresa habría sido imposible sin la ayuda
norteamericana —sobre todo, en tan corto tiempo.

166Entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1962, el conjunto de las unidades del Altiplano y los
valles realiza grandes maniobras de entrenamiento (las primeras desde la época del gobierno
de Villarroel). Pocos días después, el 7 de agosto, en el aniversario de las Fuerzas Armadas, estas
tropas desfilan en La Paz, desplegando ante todos su extraordinario renacimiento.

167Con equipos nuevos, armas modernas, nuevas unidades, las Fuerzas Armadas se instalan
una vez más en el corazón de la vida política nacional. Y Paz Estenssoro juega al aprendiz de
mago, imponiéndole tareas relativas al mantenimiento del orden, tareas que, al mismo tiempo,
son partisanas, pues buscan fortalecer la posición de los aliados al presidente en el seno del
MNR, en detrimento de las otras facciones.

168En una primera lectura, el período 1956-1964 —con las incesantes y violentas luchas entre
facciones, la dispersión de los sectores, los cambios de patrones de los líderes intermediarios—
parece uno fuertemente marcado por la recrudescencia del clientelismo. Pero, esa perspectiva
es engañosa — en rigor: equivocada— aun si los enfrentamientos revelan o hacen aún más
visibles las tramas de las redes en conflicto.

169Para mejor apreciarlo, volvamos, una vez más, a la organización de la pirámide clientelista.
Esquemáticamente, ahí podemos distinguir tres distintos niveles, ligados unos con otros por
medio de las relaciones clientelísticas. El cliente de base está ligado personalmente a un líder
local intermediario, cliente éste, a su vez, de una de las figuras centrales del partido. Esta
distinción refleja perfectamente el ordenamiento de las facciones urbanas, las organizadas en
comandos departamentales y zonales. También vale, por lo menos en sus gruesos trazos, para
el sector campesino; con este matiz: en la base campesina, en general, el sindicato anula
prácticamente al partido y, por lo tanto, el intermediario se considera, sobre todo, un dirigente
sindical. Pero, en el caso de los obreros —los mineros, sobre todo—, la relación sindical de la
base con su representante es más horizontal que vertical, más “clasista” que meramente
clientelista.

170Cada nuevo presidente maniobra desde el centro, donde se ha instalado para que los líderes
intermediarios le brinden su apoyo; estos mismos intermediarios, con la fuerza que les otorga
su propia clientela, buscan sacar el mejor partido posible a cambio de sus servicios. Si
quisiéramos resumir en una sola palabra las maniobras de los intermediarios, se podría decir
que éstos practican la “táctica del entorno”: en efecto, su labor consiste en (de) limitar las
opciones disponibles tanto a sus clientes como a sus patrones, para así lograr convertirse en
intermediarios imprescindibles. Dicho de otra manera, no buscan representar ni tampoco
administrar sino convertirse en mediadores; es en esta bisagra en la que cosechan subsidios,
poderes y honores.

171En el caso de la figura más marcadamente clientelista, la de los comandos urbanos del
partido, la posición del mediador es insostenible si éste no recibe del centro la suficiente
cantidad de bienes para poder distribuirlos. Es cierto que también puede representar una
promesa de recursos pero, en ese caso, su situación es precaria pues, en permanente
competencia con otros mediadores, debe responder lo más pronto posible a las demandas de
cargos, prebendas, salarios, cuya promesa encarna; caso contrario, debe cederle el lugar a otro.
Por lo tanto, siempre busca encontrarse lo más cerca posible de una figura clave del gobierno o
lograr para sí mismo un cargo importante en el aparato del Estado, uno que le permita asumir
las responsabilidades de su liderazgo: presidencia de una entidad pública, municipalidad,
secretaría de Estado, ministerio... Su necesidad de contar con el más directo vínculo posible con
el centro es, por lo tanto, muy fuerte y es muy probable que cambie de bando si el presidente
cambia.

172El dirigente de un sector movilizado es menos dependiente del centro, en la medida que es,
sobre todo, una expresión de la base. Es obvio, sin embargo, que, cuanto más penetra en el
juego del clientelismo, tanto más necesita encontrase en directa relación con el centro, a fin de
poder redistribuir favores en la base. Pero, también puede optar por una táctica de oposición al
centro, amenazándolo, acosándolo, hasta obligarlo a ceder ante sus exigencias. De acuerdo a la
coyuntura política, Lechín y los dirigentes sindicales que le son fieles oscilan permantemente
entre esas dos conductas.

173La faccionalización del MNR y su posterior atomización son el resultado de estas complejas
tácticas, individuales o colectivas, en un contexto de relativa penuria y de combate entre los
jefes. En efecto, una red de clientes puede muy bien encontrarse sin recursos de un día para el
otro y completamente desvinculada del centro. Esto es lo que les ocurrió a las grandes redes de
los “lechinistas” (después de 1957), “guevaristas” (en 1959) y “silistas” (en 1960), que, entonces,
empiezan a desintegrarse. Numerosos líderes secundarios (intermediarios) las abandonan para
integrarse en la red oficial, mientras los opositores con convocatoria nacional se ven obligados
a organizar, con el resto de sus seguidores, partidos de oposición para enfrentar directamente
a la red ahora oficial. En cada una de estas reorganizaciones, el MNR pierde una parte de sus
tropas. Es en este sentido que podemos sostener la idea que no hay una recrudescencia del
clientelismo sino, al contrario, un debilitamiento o un reflujo del mismo.

174Por otra parte, el clientelismo no sólo ya no es favorable para la estabilidad gubernamental


sino, más aún, le resulta adversa. En efecto, la conectidad disminuye porque la red de clientes
del MNR se contrae debido a la creciente falta de los recursos necesarios para mantenerla y
debido a la desafección que resulta de la lucha entre facciones. Así, la batalla de los jefes
también implica una crisis de autoridad. Si, en 1960, Paz Estenssoro logra reconcentrar la
autoridad del MNR, diluida durante el gobierno de Siles —pues la relación entre Siles y Lechín
se traduce en una mútua incapacidad—, no es por mucho tiempo. Los últimos años de su
ejercicio, mantiene su autoridad en el partido gracias a las manipulaciones del secretario
ejecutivo del CPN y, en el país, recurriendo a la fuerza, utilizando a las renovadas Fuerzas
Armadas, por lo menos hasta que éstas deciden actuar por su propia cuenta. Además, la
cohesión también se debilita. No se trata de dos o tres clanes, bien estructurados y estables,
que se enfrentan unos con otros sino de clientelas fluctuantes y en perpetua descomposición o
recomposición, siguiendo el ritmo de las peripecias políticas: quien un día apoya a Guevara Arze
en Cochabamba, bien puede al día siguiente seguir a Lechín como sucedió con los campesinos
aliados con Veizaga; quien sigue a Siles, de pronto, puede encontrase apoyando a Paz
Estenssoro, como José Rojas en ese mismo valle. Por otra parte, el MNR observa prácticamente
impotente cómo su sector obrero, los mineros sobre todo, se movilizan cada vez más bajo
modalidades “clasistas,” horizontales, en la medida que se acrecienta la lucha entre facciones.
En estas condiciones, el vínculo clientelista del líder político con las tropas sindicales se hace
cada vez más difícil, conjetural y efímero. Sólo el “maestro” Lechín es capaz, por momentos, de
realizar esa hazaña. Su expulsión del partido marca el fin del apoyo del sector obrero al partido.

175En el fondo, el fracaso del MNR en su intento de instaurar cohesión y estabilidad por medio
de un sistema de patronazgo se debe a tres razones fundamentales, interdependientes unas de
otras. En primer lugar, el despilfarro de los recursos. No es que los recursos sean insuficientes;
su escasez proviene de la negligencia y la rapiña de una “nueva burguesía,” revanchista y ansiosa
por enriquecerse. Tampoco es necesario enfatizar las penurias —las que, por otra parte, no
afectan de la misma manera a todo el mundo— sino fijarse en el comportamiento de los
dirigentes, ávidos por acabar los bienes existentes, en cantidades limitadas, es cierto, pero de
fácil acceso y enteramente disponibles para todos los que se encuentran allí por donde esos
bienes circulan. Esto también explica las grandes desigualdades, las intermitencias, los azares de
la redistribución de las riquezas en las bases. Esta mala “costumbre” se instituye durante los
primeros años. Así, cuando Siles se ve obligado a reconstituir la situación económica, debe
enfrentar, al mismo tiempo, tanto la corrupción existente como las prerrogativas adquiridas por
los nuevos “burgueses de Estado” —incluidos los burócratas sindicales—, y, en consecuencia,
también multiplica el descontento.

176El fracaso del MNR se debe también al combate entre sus jefes. Ala larga, es atribuible a la
movilización sectorial. Los sindicatos obreros —sobre todo mineros— constituyen un poder
aparte, irreductible, movilizado por una base “clasista,” por principio igualitaria, pese a todos
los intentos por incorporarlos en el molde clientelista, para luego quebrarlos; para ello,
aprovechan esa misma táctica o recurren a la fuerza.
GRAFICO 5. Clientismo y Estabilidad (1956 -1960)

Aumentar Original (jpeg, 115k)

177El patronazgo político carece de la fuerza suficiente como para lograr “atomizar la sociedad”
y así “eliminar todas las otras relaciones transductivas (intermediarias entre gobernantes y
sujetos). Deja subsistir relaciones de tipo diferente, que pueden impedir la cohesión fuerte que
intenta” (Lemieux 1977: 212). Estas relaciones pueden generar coaliciones que, al combinar
coaliciones de patronazgo, provocan deficiencias de cohesión, que llevan hacia una gran
inestabilidad. Las Fuerzas Armadas es un claro ejemplo de un tipo de organización sectorial, de
dominación jerárquica, que, en rigor, no se deja encasillar por el clientelismo movimientista. En
las primeras épocas de la postrevolución, los oficiales juran al MNR, pues sólo así pueden
conservar sus cargos y hacer carrera. Pero no existe una verdadera transferencia de lealtad, del
ejército al partido. Poco a poco, las Fuerzas Armadas se consolidan, instituyen sus propias
normas, recuperan y luego incrementan su armamento hasta que, seguras de ya contar con una
red “cohesiva” y poderosa, y cuando el partido se encuentra en estado de descomposición
faccional, ocupan su lugar al frente del Estado.

178Progresivamente, dos tipos de relaciones opuestas entre ellas —o sea, la relación jerárquica
(atomizante) y la relación igualitaria (comunitaria)— reemplazan al clientelismo en la tarea de
articular los sectores; esos sectores que, muy pronto, ocuparán el centro de la escena política y
relegarán a un segundo plano a los políticos y a sus cada vez más dispersas clientelas.

179Al final de este proceso de desgaste que sufre el MNR, el retorno de los militares al poder
parece hasta inevitable en la medida que las Fuerzas Armadas constituyen la única fuerza cuyos
organización y poder abarcan el conjunto del país. Este retorno ocurre en dos tiempos. En primer
lugar, el general Barrientos maniobra para ser el candidato de Paz Estenssoro a la
vicepresidencia de la República en las elecciones generales de mayo de 1964. Luego, ya instalado
en el gobierno, organiza el golpe de estado del 4 de noviembre de 1964. Oficial de aviación, el
general es un antiguo simpatizante del MNR, como demostró ya en 1946 cuando defendió al
presidente Villarroel. Convertido ya en hombre de confianza del Jefe, se le delegan diversas
misiones que cumple con ahínco. Es a él a quién Paz Estenssoro envía a combatir contra Sandoval
Morón, el caudillo cruceño, en 1961. Luego, en 1963, se le encomienda la tarea de “pacificar” el
valle de Cochabamba, en Cliza y Ucureña, en el momento en el que la lucha entre los partidarios
de Juan Lechín y los fieles al Jefe es ya encarnizada (Camacho Peña 1971:343). Pero, su
verdadera carrera política empieza en febrero de 1960, cuando representa a la célula militar del
MNR en la VIII Convención Nacional del Partido. Pocos meses después, en junio del mismo año,
apenas designado comandante en jefe de la Fuerza Aérea, organiza una ceremonia de adhesión
al MNR para un grupo de oficiales de aviación, la que se realiza en presencia de los ministros de
Defensa y del Interior, y que, por su solemnidad, evoca aquéllas que se realizaron el 1953. Muy
pronto, ese entusiasmo activista le permite representar a las Fuerzas Armadas en el seno del
Comité Político Nacional (CPN). En cierta forma, se convierte en el portavoz de las Fuerzas
Armadas. No es sorprende, pues, que el 28 de agosto de 1963, la célula militar del MNR decida
apoyar su candidatura a la vicepresidencia (Prado Salmón 1984:131). Pero, es su labor en el valle
de Cochabamba la que, realmente, le permite adquirir la estatura de un político nacional. A
principios de 1964, luego de reducir a la impotencia a los opositores campesinos allegados a
Lechín, logra obtener la firma de un “Pacto de No-agresión” entre los pueblos rivales de Cliza y
Ucureña, dando así fin a cuatro años de sangrientos conflictos; un golpe maestro que lo corona
con el título de “Pacificador del Valle” (cf. Dandler 1984).

180No sólo se gana el apoyo de una fracción de los estados mayores sindicales, también
conquista a la gente del campo y logra constituir una verdadera clientela campesina. Lo que pasa
es que las Fuerzas Armadas no entran al valle con las manos vacías. Disponen de los fondos que,
a título de la Acción Cívica, proporcionan los Estados Unidos, desde 1961. Pensada como uno de
los frentes de la estrategia contrainsurreccional elaborada por el gran vecino del norte para
luchar contra las guerrillas comunistas, la Acción Cívica consiste en demostrar “a las poblaciones
indígenas que su gobierno y sus Fuerzas Armadas actúan en defensa del bienestar del ciudadano
común”, como dice Robert McNamara (citado en Meyer 1977), por medio de la construcción de
escuelas, postas sanitarias, pozos, etcétera. También gana adeptos en las ciudades como
testimonian las grandes manifestaciones a su favor previas a la Convención del MNR de 1964
(Prado Salmón 1984: 132). Una audiencia que, en parte, puede explicarse por la personalidad
del general. Joven (nació en 1915), buen orador, tiene presencia, un gran sentido del
espectáculo, gusta a las damas y no le faltan ni valor ni audacia. Detrás de Barrientes se perfila
una otra figura militar, más reservada, hasta enigmática, pero ciertamente no menos capital en
la génesis del golpe de estado de 1964. Se trata del general Ovando. Nombrado jefe del Estado
Mayor del ejército en 1956, luego comandante en jefe de la misma en 1960, Ovando es sin duda
el principal inspirador y el principal artífice de la reorganización y consolidación de las Fuerzas
Armadas: “Alrededor de su persona se había creado, desde hacían varios años atrás, una aureola
de prestigio por su capacidad personal y su sencillez, cualidades que habían despertado en todos
los componentes de la FFAA., una gran admiración hacia su persona [...] Su conocimiento de la
sicología miliatar hacía que todos los oficiales, particularmente los más jóvenes, viesen en él a
un verdadero conductor militar, y, a la vez, al amigo al que todos podían aproximarse para
hacerle conocer sus inquietudes y problemas” (Prado Salmón 1984: 130). Así, cuando en 1963
es nombrado comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, su promoción es reconocida
unánimemente. La conspiración no puede prescindir de él.

181Es entonces en cooperación que, desde 1963, los dos generales preparan a sus oficiales para
el retorno de las Fuerzas Armadas a los puestos de la vanguardia en la política nacional (Prado
Salmón 1984: 153-155). Según el general Gary Prado Salmón, “[e] artífice de todos estos
planteamientos era indudablemente el General Ovando, que acrecentaba así su influencia sobre
los oficiales. Barrientes era la punta de lanza utilizada para debilitar el poder del jefe del M.N.R.
Se explicaba al respecto, a los oficiales que con su actitud populista el general aviador estaba
erosionando las bases políticas que sustentaban al régimen, las que en el momento preciso
serían puestas al lado de las FF.AA.” (1984: 156-157).

182Barrientos es, entonces, la figura visible de la ofensiva militar y Ovando es su oculto artífice;
esta ofensiva permite a Barrientes contar con una clientela civil, por un lado, y, por otro,
fortalece aún más a importancia de Ovando en el seno de las Fuerzas Armadas. Aunque esta
dirección bicéfala engendrará más tarde una serie de tensiones entre estos dos hombres, por el
momento, favorece sin duda alguna a sus respectivos proyectos de derrocar a Paz Estenssoro y
de acabar con el MNR.

• 31 Cf., además del general Prado Salmón, Brill (1965), Mitchell (1971: Cap. V), Pando Monje
(1969: Ca (...)
183Sería ocioso el relatar las innumerables y diversas peripecias que, de enero a noviembre de
1964, culminan en la caída de Paz Estenssoro —y, por otra parte, varios autores han ya realizado
esa tarea.31 Luego de recordar brevemente las grandes etapas, me dedicaré, sobre todo, a
mostrar cómo los diversos procesos de descomposición del Movimiento, puestos en evidencia
en el resto de este capítulo, conducen finalmente al aislamiento de Paz Estenssoro y, entonces,
los conspiradores no necesitan sino tomar el poder como quien toma un fruto maduro.

184En enero de 1964, la convención del MNR designa a Federico Fortún, secretario ejecutivo
del CPN y fiel a Paz Estenssoro, como candidato a la vicepresidencia para las elecciones de mayo
y, al mismo tiempo, desestima la candidatura de Barrientos. Pero, en febrero, Barrientes es
víctima de un misterioso atentado. La leyenda dice que la bala que le estaba destinada rebotó
en una insignia alada de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que llevaba sobre el pecho; se
desvió y le produjo una sólo superficial herida. Trasladado a un hospital norteamericano de la
Zona del Canal en Panamá, se restableció rápidamente. “La insignia mágica” incrementa aún
más el carisma heroico del general aviador y a Paz Estenssoro, acosado por los militares y el
Bloque de Defensa del MNR dirigido por Siles, no le queda otro recurso que invitar a Barrientes
para que sea el candidato por el partido a la vicepresidencia en las próximas elecciones.

185Las elecciones se realizan en mayo y arrojan una arrolladora mayoría a favor del “duo” Paz
Estenssoro-Barrientos, más arrolladora que la esperada, pues la oposición, tanto de derecha
como de izquierda, decide no presentar ningún candidato y recurrir a la abstensión. De acuerdo
a la tradición, los dos elegidos entran en funciones el 6 de agosto, día de la Independencia de
Bolivia. Pronto, sus desacuerdos se hacen públicos y Barrientos se instala en Cochabamba,
donde se encuentran sus más seguros aliados.

186La insurrección explota el 3 de noviembre en La Paz, cuando la guarnición del Cuartel General
de Miraflores dizque toma prisionero al general Ovando. Inmediatamente, el general Barrientes
subleva a los civiles y militares de Cochabamba. En la noche del 3 al 4 de noviembre, las
principales guarniciones militares del país se pronuncian en favor de un gobierno militar. En La
Paz, la policía y las milicias controlan todavía la situación, pero Barrientos amenaza con lanzar
sus tropas al asalto. El 4, a las 9 y 30 de la mañana, “aconsejado” por Ovando, Paz Estenssoro
abandona el país. Como subraya apropiadamente Gary Prado Salmón: “La ciudadanía recibió
con alborozo la intervención de las FF.AA. Prueba de ello es el indudable apoyo que recibían
soldados y oficiales al desplegarse para controlar las ciudades. Y con excepción de Laikakota no
hubo resistencia en favor del gobierno del M.N.R.” (1984: 152).

187Cuando se observa la situación política reinante durante los meses previos al golpe de
estado, se nota que el “héroe” militar Barrientos ya tiene la suficiente confianza en sí mismo
como para atreverse a enfrentarse cara a cara con El Jefe en decadencia. Un caudillo ya está
listo para reemplazar al otro. Y, sin duda alguna, la existencia misma de una tan visible solución
política al reemplazo, precipita la caída de Paz Estenssoro. La oposición política sin distinción
alguna— con la excepción de algunos troskistas— se vuelca hacia su persona y le solicita la
intervención de las Fuerzas Armadas, por un lado, y, por otro, diversos sectores de la sociedad
se prestan a servirle como clientela o, simplemente, lo aclaman, como si fuera un salvador.

188Por su parte, Paz Estenssoro se encuentra cada vez más aislado, ante una oposición ya
transformada en una verdadera “bola de nieve,” que arrastra bajo el mismo impulso a
tránsfugas, expulsados y faccionales del MNR, a los partidos de derecha (la Falange, por
supuesto, el PSD y el Partido Liberal que despierta para esta ocasión) y a los partidos de izquierda
(estalinistas y troskistas).

189En lo que a las facciones movimientistas opuestas a Paz Estenssoro se refiere, éstas,
instigadas por Siles Zuazo, se encuentran momentáneamente agrupadas en el Bloque de
Defensa del MNR. Pero, esta unión no tiene ningún otro proyecto común que el de derrocar al
Jefe. Anuncia, pues, una nueva dispersión.

190Por el ángulo que se la vea, esta oposición, más convergente que verdaderamente
concertada, utiliza todos los medios, legales e ilegales, violentos o pacíficos, para lograr sus fines.
Todo lo que culmina en una especie de división del trabajo por “especialidad,” en la medida que,
uno tras de otro, los varios sectores en un principio agrupados en el MNR, se desgajan del
aparato del partido controlado por Paz Estenssoro, cada uno por su lado, y se alistan con sus
rivales. Lechín agrupa a los mineros, Barrientos a los campesinos, el PC a los fabriles, la Falange
a los estudiantes y maestros, Siles y Guevara el resto de las capas medias.

191Paz Estenssoro no dispone, por tanto, de ninguna base social de apoyo, excepto algunos
grupos de funcionarios y algunas fracciones del campesinado que, de todas maneras,
permanecen pasivas durante el golpe de estado. Pero, le quedan algunas fuerzas armadas: las
milicias, la policía y, notablemente, el poderoso Control Político, y, finalmente, el regimiento
escolta Waldo Ballivián, poderosamente armado, y comandado por oficiales directamente
nombrados desde la presidencia.

• 32 Cf. Prado Salmón (1984: 154), Brill (1965: 154), Almaraz (1969: 22).

192Y no hay que dejar de mencionar el contexto internacional bajo el cual se realiza este golpe
de estado. Los Estados Unidos se encuentran completamente comprometidos en Vietnam y,
bajo la presidencia de Johnson, el Pentágono y la CIA juegan un muy importante papel en la
definición de la política exterior. Su mayor preocupación es evitar que la guerrilla prospere en
América Latina. Sus emisarios que incitan a los militares a intervenir más y más activamente en
la vida política. Por lo tanto, las intenciones de ciertas agencias gubernamentales
norteamericanas coinciden con las ambiciones de los conspiradores locales que así ven
respaldadas sus acciones.32

• 33 A fines de octubre, las manifestaciones que ocurren en las cuidades y las minas, reprimidas
por la (...)
193La acción militar propiamente dicha se desata cuando las más ruidosas entre las oposiciones
político-sectoriales logran provocar, luego de una serie de manifiestaciones más o menos
concertadas entre ellas, un amago de guerra civil.33 Y la batalla se gana fácilmente porque —en
gran parte gracias a la habilidad maniobrera de Ovando— el aparato coercitivo gubernamental
ya está dislocado. Unicamente las milicias civiles resisten durante unas pocas horas, en La Paz.

NOTAS

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