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Yulisa García Mora

Cap. 14. La selva subterránea: la iniciación en la selva subterránea.


Casi todas las mujeres optan por cerrar un trato desventajoso que nos llena de pérdida y tristeza
pero necesario para nuestra iniciación salvaje. Necesitamos pasar por una profunda traición de lo
joven femenino, de lo inocente, nadie puede conservar eternamente la inocencia, para poder
prosperar debemos enfrentarnos con el hecho de que muchas veces las cosas no son lo que parecen.
En la selva subterránea la perdida de la inocencia se considera un rito de paso que nos permite ver
las cosas con más claridad.
Debemos comenzar con la elaboración, para que así todas las cosas que hemos aprendido, anhelado
y sentido se puedan clasificar, desmenuzarlas para posteriormente poder utilizar estas ideas para
cumplir nuestras tareas. Lamentablemente muchas veces no elaboramos las situaciones por las que
pasamos y entonces no hay aprendizaje. Dejamos la vida creativa.
Cuando una mujer abandona los instintos que le indican los momentos adecuados para decir que si
o que no, se encuentra en situaciones que le prometerán todo, pero al final, sólo le causarán dolor. Y
así vamos por la vida dejando nuestros sueños, profesiones por situaciones que consideramos que
nos llevarán a una vida mucho más satisfactoria, pero no siempre es así, y es aquí cuando dejamos
entrar al demonio del cuento, nuestra luz lo llama, una luz de la que no nos damos cuenta.
El manzano del cuento nos habla sobre la madurez del yo, si nuestro conocimiento del
comportamiento de nuestra alma es inmaduro, no podemos recibir alimento de él, la maduración
lleva tiempo, necesitamos pasar por pruebas para afianzar nuestras raíces. Estamos ante un árbol
que simboliza la naturaleza libre y salvaje pero no comprendemos su valor, nuestra psique no ve las
inmensas posibilidades de la naturaleza femenina.
Tenemos que pasar por la capacidad de proporcionar energía a nuestras propias ideas,
desarrollarlas, poner a nuestro alcance nuestros sueños. Pero muchas veces no queremos
esforzarnos y nos vamos por lo fácil, pero una transformación sin esfuerzo no es posible. Si nos
negamos a desarrollar nuestras tareas no hay esfuerzo psíquico y nos marchitamos, perdemos el
control de nuestras vidas. Es muy frecuente preferir librarse de la tarea de cortar la leña y vivir una
existencia más fácil, entonces hacemos un pacto que siempre incluye el yo te doy esto, pero tú me
darás aquello, siempre es así, desperdiciamos nuestro potencial, pero es aquí por donde empieza
todo el mundo, no todo está perdido, solo hay que despertar, hacer el dolor consciente para poder
hacer algo con él, para aprender y fortalecernos.
En el desmembramiento es donde nos damos cuenta de lo que nos han hecho, que hemos cedido a la
voluntad del depredador. Quedamos petrificadas al darnos cuenta de lo que pasó, pero ahora vemos
lo que sucede cuando no lo hacen, y entramos en un periodo en el que no tenemos clara conciencia
de que nosotros somos el sacrificio, no sabemos que pasará y si realmente llegará a ocurrir.
Entonces en este tiempo lo que tenemos que haces es fortalecernos, sacar provecho a nuestros
recursos, aprender de nuestro sufrimiento, salir de él, ver que significa y como superarlo.
Este periodo está caracterizado porque no sabemos que queremos, nos cuesta concentrarnos, nos
pone nerviosas, pero solo el tiempo nos llevará al borde de que tenemos que saltar. Debemos prestar
atención a nuestros sueños, imágenes, a las personas que nos han precedido, que nos servirán para
consolidar esta fase del proceso. Tenemos que regresar al lugar de la que sabe. Entonces rodearnos
de la protección de la madre salvaje nos permite hacer un descenso psicológico sin apartarnos del
camino. Cuando la psique llora inconscientemente no podemos oírla, solo experimentamos
impotencia. Las lagrimas sirven para remendar los desgarros de la psique. Las lagrimas nos otorgan
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conciencia, hay que llorar hasta que termina la necesidad de hacerlo. Entonces esta combinación de
las lagrimas y el yo salvaje impide el acercamiento del ser perverso que busca nuestra perdición.
Como nuestro elemento paternal no está maduro no puede conservar su poder y accede a la petición
de cortar nuestra capacidad psíquica de retener y ayudar a si mismo y a los demás. Una vez que
perdemos nuestras manos podemos emprender el camino hacia la selva subterránea. El elemento de
la mutilación como iniciación tiene gran importancia, debemos cortar las manos del ego para poder
recuperar nuestra función salvaje, alejarnos de las cosas a las que nos aferramos para no crecer. En
este ascenso una parte de nosotros se siente atraída, pero al mismo tiempo experimentamos
repulsión e incluso queremos evitarlo, tenemos que pasar por esta amputación con la promesa de
que alguien nos ayudará.
Para poder ascender tenemos que desarmarnos, no podemos seguir siendo lo que habíamos sido
hasta entonces, tenemos que perder las cosas en las que creemos y las razones por las que lo
hacemos, con la mutilación de las manos se subraya la importancia del resto del cuerpo psíquico.
En este momento vemos que lo que sea que estuviéramos haciendo en la vida, los planes del ego se
nos escapan. Nuestro destino empieza a gobernar nuestra vida, y la vida tal y como la conocíamos
llega a su fin. Es un periodo en el que todo lo que valoramos pierde su ritmo. Si entendemos esta
fase de iniciación como un paso hacia atrás, hacia lo profundo de la mujer salvaje. Si nos damos
cuenta de que hemos perdido el contacto, la manera habitual de ver el mundo, seguimos siendo
poderosos gracias a la pureza de nuestra alma, lo que provoca la retirada de lo que deseaba
destruirnos.
La iniciación es el proceso mediante el cual abandonamos nuestra natural inclinación a permanecer
inconscientes y tomamos la decisión de que por mucho que nos cueste buscaremos la unción
consciente con la mente más profunda, con el yo salvaje. En esta fase solemos sentirnos
desesperados y al mismo tiempo inflexiblemente decididos a emprender este viaje al interior, y es
por lo que se pasa en todos los cambios en nuestra vida. Así pues, bajamos a un terreno desconocido
sintiéndonos vulnerables. Los aspectos colectivos y el ego de la psique ya no tienen poder, ya no
gobiernan nuestra vida. La mejor manera de descender es con una actitud de me importan muy poco
las cosas del mundo. Aunque en medio del no saber, hay un algo que nos acompaña. Estamos en un
vagabundeo en el que no sabemos que será de nosotros, se nos ofrece el alimento del árbol de la
vida, el cuerpo de la madre salvaje.
En este descenso nos encontramos con el rey que es una sagaz criatura del mundo de la psique
subterránea, encargado de vigilar el crecimiento del alma. Cuando vagamos sin rumbo, hay otro ser
aguardando a que llamemos para anunciar nuestra llegada al mundo subterráneo. Para poder
descubrir los antiguos caminos que conducen al inconsciente, nos vemos obligados a menudo a
luchar contra el demonio disfrazado de mandatos culturales, familiares que devalúan el alma.
En el cuento aparecen varios personajes como son la doncella que simboliza la sincera psique
dormida, el espíritu vestido de blanco que es el guía , el hortelano que su función es la regeneración,
tiene que sembrar y cosechar constantemente nueva energía para poder sustituir la vieja y gastada,
el rey que interviene en el mecanismo del proceso vital de la psique: el debilitamiento, la muerte y
el regreso de la conciencia, el mago que simboliza la magia directa del poder de la mujer, la reina
madre que simboliza la fecundidad, la inmensa capacidad para ver los trucos del depredador y de
atemperar las maldiciones y el demonio que representa al depredador natural de la psique. Es el
after-alma que atormenta a la mujer hasta obligarla a efectuar un descenso. En el vergel del mundo
subterráneo se van a producir la unión de poderosas partes de la psique que forman una conjunctio,
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produciendo la activación de procesos intrapsíquicos. La conjunctio no es algo que se pueda ir a


buscar, es algo que ocurre como consecuencia de un intenso esfuerzo. Si estamos en el vergel y
podemos identificar la presencia de estos aspectos psíquicos, ya no hay vuelta atrás, tenemos que
seguir adelante. Estamos aquí en una fase de descenso y al mismo tiempo en una sombra de
nuestro antiguo yo, todo esto con la finalidad de abrir el camino que conduce al verdadero yo
salvaje.
Estando en este mundo podemos llegar a pensar que lo mejor es apartarse del mundo exterior, de las
obligaciones que tenemos, pero este no es el mejor camino. Se trata de un periodo extremadamente
importante en el que lo del mundo exterior tiene que desempeñar el papel que le corresponde
creando tensión y equilibrio que nos ayude a alcanzar un final positivo, por eso vagamos sin rumbo
preguntándonos a cuál mundo pertenecemos, respondiendo que a ambos.
En el cuento la doncella se alimenta de las peras, esta es una imagen primordial de los ciclos de
florecimiento, de desarrollo y maduración, a partir de este instante inicia un cronómetro que suena
cuando llega el momento de que muera una cosa, solo la encontraremos sumergiéndonos en los
misterios de las cosas. Comer la pera significa alimentar nuestra profunda hambre de ser creativas.
La sabiduría que adquirimos se manifiesta a partir de que avanzamos.
Es un momento extraño, un momento paradójico, pues estarnos sobre la tierra y, al mismo tiempo,
debajo de ella. Vagamos sin rumbo, pero somos amadas, ahora la psique alcanzó un grado mayor de
conciencia, se da el matrimonio con el rey. Al llegar a esta fase la mujer adquiere la destreza
necesaria para hacer el viaje; su sumisión a él es total, ha recuperado el sentido de la orientación y
también la destreza manual,
Cuando experimentamos una disminución de la cercanía de apoyo, podemos tener la certeza de que
esta a punto de empezar un periodo de prueba. Al llegar a esta fase estamos llenas de nuestro yo. A
causa de este estallido de nueva vida, la existencia de la mujer sufre un nuevo tropiezo cerca del
borde y la mujer vuelve a lanzarse al abismo. A partir de la unión de la psique dormida y el regreso
a la conciencia surge un momento espiritual que equivale a convertirse en uno mismo, es una forma
de cuidar nuestro yo. entonces entramos en una fase donde lo que antes era valioso ya no lo es, y
llegan a ser sustituidos por nuevos anhelos y experiencias. Ahora la satisfacción esta en nuestra
realidad interior. Lo que ansiamos no nos lo dará nadie más que nosotros. Ahora que tenemos
nuestro yo nos enfrentamos a otro reto, establecer la comunicación entre los componentes de la
nueva psique, pero aun no contamos con la fuerza necesaria para enfrentarnos a la fuerza
destructora. El demonio representa la irritación de la psique que nos hace dudar, cambia el
mensaje, nos impide la reconexión de la mujer con la profunda sabiduría de la naturaleza instintiva,
nos cambia el mensaje por letales que nos rompen el corazón, causan vergüenza y nos impiden
emprender la acción adecuada, pero este depredador no solo se encuentra aquí sino tambien en
muchos aspectos de la cultura. Al excavar en la naturaleza salvaje instintiva aprenderemos a buscar
al depredador en lugar de intentar alejarlo, si actuamos con astucia podemos enfrentarnos con él. Es
nuestra tarea psíquica personal recibimos a diario mensajes tergiversados como soy cobarde, soy
valiente, soy lista, debería de darme vergüenza.
Nos encontramos ante el complejo de ideas de la psique de las que el ego no es consciente, lo cual
permite que consigan imponernos a su dominio. Este cuento nos ofrece una valiosa clave: si crees
que has perdido tu misión, s te sientes confusa, busca al demonio, si no lo ves ten por cierto que está
actuando, y por encima de todo mantente despierta en la tarea a realizar. Hace falta una fe muy
grande para seguir adelante en tales circunstancias, pero tenemos que hacerlo y lo hacemos. En
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estos momentos ya estamos casi en la recta final. En el transcurso de la tarea de iniciación la psique
dice que es demasiado. No puedo ni quiero tolerarlo". Y entonces la psique, gracias a su experiencia
espiritual en este proceso de iniciación en la resistencia, empieza a actuar con más astucia.
En el descenso hay varios lugares de iniciación, uno detrás de otro y todos con sus lecciones y
consuelos correspondientes.
Después de todos los falsos mensajes que se han recibido en la psique incluso en el exilio, estamos
protegidas por una cierta sabiduría superior, rica y nutritiva soledad nacida de nuestra relación con
la vieja madre salvaje. Si nos quedamos en nuestro lugar preferido de la psique, el proceso de
individuación se reduce a un lento y pesado avance. Algún día tenemos que abandonar las sagradas
fuerzas que habitan en nuestra psique para que pueda producirse la siguiente fase del proceso.
La iniciación femenina es un arquetipo y, aunque un arquetipo presenta muchas variaciones, el
núcleo es siempre el mismo. La vida de la mujer se divide en fases de siete años cada una. Cada
periodo de siete años representa una serie de experiencia y enseñanzas. Estas fases pueden
considerarse como fase de desarrollo espiritual que no tienen por qué corresponder a la edad
cronológica, aunque a veces coincidan. Cada uno tiene sus ritos y sus tareas y de nosotros depende
cumplirlos. Cada edad representa un cambio de actitud, un cambio de tareas y un cambio de
actitudes. En muchas mujeres, la primera mitad de estas fases de la sabiduría femenina va
claramente desde el cuerpo real de las comprensiones infantiles instintivas a la sabiduría corporal de
la madre profunda. Pero en la segunda mitad de las fases, el cuerpo se convierte casi por entero en
un dispositivo de percepción interior y las mujeres adquieren una creciente sagacidad. A medida
que la mujer va transitando por todos estos ciclos, sus capas de defensa, protección y densidad se
vuelven cada vez más finas hasta que se empieza a transparentar el alma.
Por consiguiente, en la fase del aprendizaje se produce otro milagro, las manos comienzan a crecer.
Comenzamos con una comprensión concreta pero no absoluta de las cosas, para después pasar a
poseer una comprensión más práctica y profunda de lo no concreto, de lo metafórico. Cuando
adquirimos un profundo conocimiento instintivo de todas las cosas que hemos venido aprendiendo a
lo largo de la vida, recuperamos la plena feminidad. En este momento de la vida es fácil rechazar
incluso las cosas más encantadoras.
Una de las características más sorprendentes es el hecho de que el que está pasando por este proceso
sigue haciendo todo lo que habitualmente hacia en su vida exterior. Al llegar a ese punto, suele
abatirse en dos direcciones contrarias, pues de pronto experimenta el impulso de vadear la selva
pero tiene que seguir viviendo tambien su vida de arriba. Durante este periodo es mejor permanecer
en el mundo que abandonarlo, pues la tensión es más beneficiosa y da lugar a una valiosa vida
profundamente distinta que no se podría conseguir de ninguna otra manera. Pasamos por este ciclo
una vez cada siete años, la primera vez débilmente, una ver por lo menos con gran esfuerzo y más
tarde de una manera mas bien renovadora. Una vez superado el ciclo podemos elegir cualquieras de
las tareas o todas ellas para renovar nuestra vida en cualquier momento y por cualquier motivo.
Cuando ascendemos desde el mundo subterráneo tras haber llevado a cabo alguna de nuestras
tareas, puede que por fuera no se note ningún cambio, aunque por dentro hayamos adquirido un
carácter inmensa y femeninamente salvaje.
Yulisa García Mora

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