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conciencia, hay que llorar hasta que termina la necesidad de hacerlo. Entonces esta combinación de
las lagrimas y el yo salvaje impide el acercamiento del ser perverso que busca nuestra perdición.
Como nuestro elemento paternal no está maduro no puede conservar su poder y accede a la petición
de cortar nuestra capacidad psíquica de retener y ayudar a si mismo y a los demás. Una vez que
perdemos nuestras manos podemos emprender el camino hacia la selva subterránea. El elemento de
la mutilación como iniciación tiene gran importancia, debemos cortar las manos del ego para poder
recuperar nuestra función salvaje, alejarnos de las cosas a las que nos aferramos para no crecer. En
este ascenso una parte de nosotros se siente atraída, pero al mismo tiempo experimentamos
repulsión e incluso queremos evitarlo, tenemos que pasar por esta amputación con la promesa de
que alguien nos ayudará.
Para poder ascender tenemos que desarmarnos, no podemos seguir siendo lo que habíamos sido
hasta entonces, tenemos que perder las cosas en las que creemos y las razones por las que lo
hacemos, con la mutilación de las manos se subraya la importancia del resto del cuerpo psíquico.
En este momento vemos que lo que sea que estuviéramos haciendo en la vida, los planes del ego se
nos escapan. Nuestro destino empieza a gobernar nuestra vida, y la vida tal y como la conocíamos
llega a su fin. Es un periodo en el que todo lo que valoramos pierde su ritmo. Si entendemos esta
fase de iniciación como un paso hacia atrás, hacia lo profundo de la mujer salvaje. Si nos damos
cuenta de que hemos perdido el contacto, la manera habitual de ver el mundo, seguimos siendo
poderosos gracias a la pureza de nuestra alma, lo que provoca la retirada de lo que deseaba
destruirnos.
La iniciación es el proceso mediante el cual abandonamos nuestra natural inclinación a permanecer
inconscientes y tomamos la decisión de que por mucho que nos cueste buscaremos la unción
consciente con la mente más profunda, con el yo salvaje. En esta fase solemos sentirnos
desesperados y al mismo tiempo inflexiblemente decididos a emprender este viaje al interior, y es
por lo que se pasa en todos los cambios en nuestra vida. Así pues, bajamos a un terreno desconocido
sintiéndonos vulnerables. Los aspectos colectivos y el ego de la psique ya no tienen poder, ya no
gobiernan nuestra vida. La mejor manera de descender es con una actitud de me importan muy poco
las cosas del mundo. Aunque en medio del no saber, hay un algo que nos acompaña. Estamos en un
vagabundeo en el que no sabemos que será de nosotros, se nos ofrece el alimento del árbol de la
vida, el cuerpo de la madre salvaje.
En este descenso nos encontramos con el rey que es una sagaz criatura del mundo de la psique
subterránea, encargado de vigilar el crecimiento del alma. Cuando vagamos sin rumbo, hay otro ser
aguardando a que llamemos para anunciar nuestra llegada al mundo subterráneo. Para poder
descubrir los antiguos caminos que conducen al inconsciente, nos vemos obligados a menudo a
luchar contra el demonio disfrazado de mandatos culturales, familiares que devalúan el alma.
En el cuento aparecen varios personajes como son la doncella que simboliza la sincera psique
dormida, el espíritu vestido de blanco que es el guía , el hortelano que su función es la regeneración,
tiene que sembrar y cosechar constantemente nueva energía para poder sustituir la vieja y gastada,
el rey que interviene en el mecanismo del proceso vital de la psique: el debilitamiento, la muerte y
el regreso de la conciencia, el mago que simboliza la magia directa del poder de la mujer, la reina
madre que simboliza la fecundidad, la inmensa capacidad para ver los trucos del depredador y de
atemperar las maldiciones y el demonio que representa al depredador natural de la psique. Es el
after-alma que atormenta a la mujer hasta obligarla a efectuar un descenso. En el vergel del mundo
subterráneo se van a producir la unión de poderosas partes de la psique que forman una conjunctio,
Yulisa García Mora
estos momentos ya estamos casi en la recta final. En el transcurso de la tarea de iniciación la psique
dice que es demasiado. No puedo ni quiero tolerarlo". Y entonces la psique, gracias a su experiencia
espiritual en este proceso de iniciación en la resistencia, empieza a actuar con más astucia.
En el descenso hay varios lugares de iniciación, uno detrás de otro y todos con sus lecciones y
consuelos correspondientes.
Después de todos los falsos mensajes que se han recibido en la psique incluso en el exilio, estamos
protegidas por una cierta sabiduría superior, rica y nutritiva soledad nacida de nuestra relación con
la vieja madre salvaje. Si nos quedamos en nuestro lugar preferido de la psique, el proceso de
individuación se reduce a un lento y pesado avance. Algún día tenemos que abandonar las sagradas
fuerzas que habitan en nuestra psique para que pueda producirse la siguiente fase del proceso.
La iniciación femenina es un arquetipo y, aunque un arquetipo presenta muchas variaciones, el
núcleo es siempre el mismo. La vida de la mujer se divide en fases de siete años cada una. Cada
periodo de siete años representa una serie de experiencia y enseñanzas. Estas fases pueden
considerarse como fase de desarrollo espiritual que no tienen por qué corresponder a la edad
cronológica, aunque a veces coincidan. Cada uno tiene sus ritos y sus tareas y de nosotros depende
cumplirlos. Cada edad representa un cambio de actitud, un cambio de tareas y un cambio de
actitudes. En muchas mujeres, la primera mitad de estas fases de la sabiduría femenina va
claramente desde el cuerpo real de las comprensiones infantiles instintivas a la sabiduría corporal de
la madre profunda. Pero en la segunda mitad de las fases, el cuerpo se convierte casi por entero en
un dispositivo de percepción interior y las mujeres adquieren una creciente sagacidad. A medida
que la mujer va transitando por todos estos ciclos, sus capas de defensa, protección y densidad se
vuelven cada vez más finas hasta que se empieza a transparentar el alma.
Por consiguiente, en la fase del aprendizaje se produce otro milagro, las manos comienzan a crecer.
Comenzamos con una comprensión concreta pero no absoluta de las cosas, para después pasar a
poseer una comprensión más práctica y profunda de lo no concreto, de lo metafórico. Cuando
adquirimos un profundo conocimiento instintivo de todas las cosas que hemos venido aprendiendo a
lo largo de la vida, recuperamos la plena feminidad. En este momento de la vida es fácil rechazar
incluso las cosas más encantadoras.
Una de las características más sorprendentes es el hecho de que el que está pasando por este proceso
sigue haciendo todo lo que habitualmente hacia en su vida exterior. Al llegar a ese punto, suele
abatirse en dos direcciones contrarias, pues de pronto experimenta el impulso de vadear la selva
pero tiene que seguir viviendo tambien su vida de arriba. Durante este periodo es mejor permanecer
en el mundo que abandonarlo, pues la tensión es más beneficiosa y da lugar a una valiosa vida
profundamente distinta que no se podría conseguir de ninguna otra manera. Pasamos por este ciclo
una vez cada siete años, la primera vez débilmente, una ver por lo menos con gran esfuerzo y más
tarde de una manera mas bien renovadora. Una vez superado el ciclo podemos elegir cualquieras de
las tareas o todas ellas para renovar nuestra vida en cualquier momento y por cualquier motivo.
Cuando ascendemos desde el mundo subterráneo tras haber llevado a cabo alguna de nuestras
tareas, puede que por fuera no se note ningún cambio, aunque por dentro hayamos adquirido un
carácter inmensa y femeninamente salvaje.
Yulisa García Mora