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La noche oscura del Alma

Casi todas las personas experimentamos, alguna vez, un período en que la vida deja de tener
sentido o se vuelve un infierno. Este lapso puede tener origen en un acontecimiento externo
como una muerte, la pérdida de un trabajo, el fin de un amor, una enfermedad o cualquier
otro hecho inesperado que nos deja sin certezas.

Para otros, el inicio de este tiempo empieza por una crisis interna, pero es igual de
desesperante. Todo está bien en el afuera, pero ya no podemos disfrutarlo ni ser felices. Las
personas a nuestro alrededor empiezan a parecer extraños, nos alejamos de los amigos, no
nos sentimos parte, preferimos la soledad. Dejamos de disfrutar lo de siempre. Creemos que la
vida tiene que ser algo más y sufrimos. Nos preguntamos qué estamos haciendo mal o que
hicimos para merecer esto. Lloramos, nos enojamos, y si podemos, seguimos nuestras rutinas
cargando el peso de la tristeza en nuestras espaldas, con el tanque de reserva energético que
nos sostiene apenas, y vamos caminando como fantasmas, como muertos en vida, quizás.

No tenemos más opción que recorrer este camino incierto que nos propone o nos impone el
alma. Se precipita ante nosotros un nuevo destino que, sepámoslo o no, nos ofrece ir a una
vida más plena, más coherente y honesta con quien somos en verdad y por mucho tiempo
hemos negado. Al final del recorrido, nos damos cuenta de qué muertos en vida estábamos
antes y que el sin sentido era aquello que quedó en el pasado.

Este proceso por el cual pasamos muchos de nosotros se llama "la noche oscura del alma".
Está descripto en cuentos, películas, escrituras sagradas de todas las religiones y por supuesto,
explicado en el lenguaje de esta época por psicólogos, maestros y otros sabios como Thomas
Moore, teólogo y psicoterapeuta, de renombre mundial.

“Una noche oscura del alma es oscura porque no tenemos garantías de que lo que está
ocurriendo tenga sentido y en última instancia sea beneficioso. El ser despojado de nuestro
mundo tal cual lo conocíamos significa tener la oportunidad de emprender una nueva vida
distinta. No podemos renovarla si no salimos de los esquemas vigentes", afirma en su libro.

Es un cuadro difícil de contar, no se puede explicar lo que se siente.

Nos sentimos incapaces, nuestras certezas desaparecen, las herramientas que teníamos ya


no funcionan y nos sentimos desnudos y vulnerables frente al mundo.

En este estado buscamos desesperados dónde hacer pie, pero estos intentos nos frustran aún
más porque es tiempo de ir hacia adentro, de dejarse desintegrar y cuanto más nos
resistimos, con más fuerza nos enfrenta la vida al cambio. ¿Duele? Sí, pero este dolor es otra
ratificación de que, aunque estamos sintiéndonos mal, lo estamos haciendo bien.

El mismo Jung lo afirmó siempre: “No existe una toma de conciencia sin dolor. La gente hará
cualquier cosa, no importa lo absurdo que sea, para evitar enfrentarse a su propia alma” . De
igual forma lo dice también Joseph Campbell: “La cueva oscura donde temes entrar es donde
está tu tesoro”.

La salida es hacia adentro.


Muchos lo viven como castigo, pero en realidad es una bendición. Es la oportunidad de crear
una vida mejor. Saber que estamos atravesando una parte de nuestro camino del héroe, que
muchos otros también han transitado y que termina bien, puede cambiar la manera en que
hagamos este descenso hacia la verdad de nosotros mismos. Es un tiempo y tiene fin. No
estaremos así para siempre.

"Es precisamente porque nos resistimos a la oscuridad en nosotros mismos que nos perdemos
de lo más profundo de la belleza, el brillo, la creatividad y la alegría que se encuentran en
nuestra esencia", explica Moore.
La oscuridad no es lo malo en nosotros, es aquello que aún no está iluminado, las otras partes
que nos constituyen y que no podíamos ver. Siempre han estado ahí pulsando por emerger y
por ayudarnos a sentirnos más completos. Ahora es el momento.

Por eso se dice que es un momento de emergencia espiritual, en sus dos acepciones: tanto
emergencia como algo urgente que hay que tomar en consideración, como emergencia en el
sentido de que ahora emerge el espíritu de uno, desde las sombras oscuras, a la luz de la
divinidad.

Algunos de los síntomas


 Apatía: la vida en general se queda sin sentido. No encontramos placer en nada. No
podemos disfrutar ni de lo cotidiano ni de los logros más esperados. ¿Volveremos a
sentir alegría alguna vez?
 Soledad: a pesar de estar rodeado de personas que siempre nos quisieron y sabemos
incondicionales, el sentimiento de soledad y de estar solo en la batalla, es inevitable. El
proceso es tan profundo que a veces ni siquiera se puede contar con palabras.
 Negación del presente: surge una necesidad imperiosa de volver al pasado, en un
tiempo y espacio en el que supuestamente estábamos mejor.
 Necesidad de huida: intentos desesperados para salir de estas emociones.
 Desconcierto: no se sabe qué camino seguir.
 Desesperanza: imposibilidad de ver el futuro como algo mejor.

El regreso
“Regresar a la vida normal después de una noche oscura del alma, muchas veces no es tan
sencillo como uno imagina. Uno ha cambiado. La gente se pregunta por qué ha ocurrido.
Tendrá que renovar viejas amistades y tendrá que reconstruir hábitos y comportamientos. Las
personas son conservadoras y no les gusta que sus amigos cambien”, explica Thomas Moore.

En su libro sugiere cómo explicarle a los demás el cambio: “Vivo una experiencia muy
poderosa. Me siento distinto. Tal vez sea como un extraño. No quiero distanciarme de ustedes,
pero ya no soy el mismo. Estas simples palabras son más potentes que cualquier disculpa,
evasiva o explicación a medias”.

Moore dice que uno no completa su transformación hasta que al fin regresa a las
relaciones. Que esto suceda debe dar una señal a los otros de que la "noche oscura" terminó y
que la persona ha regresado. “Diferente, pero está de nuevo, otra vez”.

No hay nada que podamos hacer para evitarlo, cuando este tiempo se nos impone, solo
adentrarnos con valentía y con fe en el proceso de transformación. Es el fin de una identidad.
Es la posibilidad de una nueva vida.

¿Y si alguien que nos importa, que amamos y que quisiéramos ayudar está atravesando este
tiempo? Uno tiene que descender solo, vacío y vulnerable. No hay curitas, ni cotillón que
podamos proveer. No seremos andamios cuando la estructura del otro se desmorona. Si como
dicen el I Ching: "Es tiempo de atravesar las grandes aguas”, ese nado es individual. Nosotros
podemos desearle fuerza y valentía y esperarlo del otro lado de la orilla.

Podemos ser un faro en la noche tormentosa, un pilar de certeza y calma, de sosiego. En


donde el alma que emerge de esta oscuridad, pueda encontrar consuelo. Aceptar que está en
un proceso, pero al mismo tiempo, darle la certeza de que es un proceso que tiene fin, y que
uno sale del mismo, renovado.

El nuevo Yo emergente
Quizás la única recomendación que realmente valga la pena, es instarle al alma que pasó por la
noche oscura, es que no olvide la luz, cuando todo vuelva a la normalidad. Que no olvide que
tiene un alma que quiere ser desenvuelta, que la ampliación del estado de conciencia no se
puede detener, adormecido, después de tanto sufrimiento. Que debe buscar un camino, pues
al salir de la terrible noche oscura, todos tienen la certeza interior de que están preparados
para buscar y encontrar un camino de desenvolvimiento interior. Es imperativo. Es urgente.

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