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Hace casi un año se hacía realidad algo inimaginable en esta parte del litoral de la Argentina,

el distanciamiento obligatorio congeló el tiempo y el espacio de nuestro marzo tropical.


A la casa de pasillo que alquilo en Santa Fe llegaba mi compañera Flor para pasar unos días antes de
seguir viaje a una residencia artística que, como otros pequeños y grandes planes de encuentro físico,
quedaron (largamente) suspendidos.
Las únicas reuniones posibles a partir de ahí fueron entre los dos o cada cual con unx mismx.
Así fue que empezó el juego: si vos hacés una canción, yo hago un dibujo. Y apareció el tiempo (que
siempre había estado y estará disponible) para la escucha interna.
Con el ejercicio detenido de las meditaciones musicales que me propuse, comencé a darme cuenta de
que no era solamente yo el que estaba cantando. El mundo de los instrumentos electrónicos se había
abierto como un río de colores imposibles y de las navegaciones repetidas en los modos antiguos,
comenzaron a emerger algunas presencias.

A través de la ventana se podía ver algo �lotando sobre el jardín, era como un manto brillante que al
mirarlo llevaba a lugares cercanos, casi conocidos, pero hechos de una energía indecible.

Hubo días muy parecidos por fuera aunque adentro todo se sentía muy distinto.
La calle se mostraba más aséptica que nunca, sin calor humano.
Es raro pero las pocas veces que salíamos se sentía también mucho más silvestre que antes, como si
hubiera sido apropiada por nuevos pájaros.
Quienes sí venían seguido a nuestra casa eran Juanele, J.M. Inchauspe, Kiwi y Beatriz Vallejos.
Flor me decía que podía ver muy claro lo que contaban y que se trataba de los mismos lugares y seres
que yo estaba conociendo, así que tomó algunas de las imágenes poéticas de estas visitas y las
estampó como postales para ciertas piezas que hice. Incluso algunas mostraban caminos por sendas
ocultas que jamás hubiese encontrado por mi cuenta.
Flor y lxs Poetas saben que jamás me hubiera animado a todo esto si no fuera su amor,
les voy a estar eternamente agradecido.

Cuando no hay lugar a dónde ir,


cuando llame la necesidad de abrir espacio adentro y no sepamos por dónde empezar,
nos digo:
siempre, siempre hay mucho más mundo por dentro y fuera de la materia.

Ojalá estos sonidos sean como un eco atrás de los oídos, que nos hagan recordar.

Pablo Ignacio Ferreira

Un manto de luz sobre el jardín / Febrero 2021

https://repelentediscos.bandcamp.com/album/un-manto-de-luz-sobre-el-jard-n
YUKI Su cara era pálida

como pintada en Japón


ONNA
y perfumaba los sauces

y el viento a su alrededor

1 invierno
invierno
con ellos hacia

hilos de pensamientos

amables unían un mundo disuelto

2
ay!
bella primavera
LA
COMPASIÓN
DE LAS PEQUEÑAS
FLORES AMARILLAS
LA ORILLA
QUE SE ABISMA

3
en medio del otoño

4
el primer frio

LIBERTAD,

DINASTIA
DEL AIRE
5
los árboles sin hojas LA
NOCHE
ME TRAJO
UN
RECUERDO

6
todo �lorece
de vuelta EL REINO
DE LA CONCIENCIA
7 la última helada

LA PAZ

Huye Canta Selva

Huye Canta Selva

Huye Canta Selva

fin!

música: pablo ignacio ferreira

ensamble y masterización: gabriel alejandro vaschetto

dibujos y edición: �lor meyer

gracias!

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