Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2
Podríamos decir, de manera apresurada, que toda esta teoría desmitifica los ideales nobles que refieren a
la educación como un “mecanismo” de movilidad o ascenso social. Aquí incluso podríamos decir que refiere
a un DETERMINISMO “CULTURAL” – “SOCIAL”.
(Nota de apunte: La escuela, según lo mencionado, es el espacio de construcción de
arbitrio cultural que supone la reproducción del capital cultural entre las clases. En ese
proceso de establecimiento o reconocimiento de un “capital cultural dominante” se
rechaza o no valoriza aquello que se corresponda y se mantenga al margen de la escuela.
La escuela así invalida un determinado capital cultural y potencia aquellos que se
conectan con el que ofrece la escuela.)
(Nota de apunte: Todo lo mencionado, como bien se ha aludido respecto a la
“trayectoria”, trae una serie de consecuencias en especial respecto a los trabajos en los
cuales se insertan en condiciones desiguales. Tal como se puede entrever el capital
cultural es una cualidad de clase, entonces, habrá hijos de clase alta con mejores
condiciones de apropiación y de potenciación de su capital. En última instancia la escuela
potencia y crea la distancia intelectual entre quienes pueden acceder o no a ciertos bienes
culturales de forma que en lugar de brindar una formación o guía, termina ahondando en
el distanciamiento)
Vinculado a lo expuesto, el análisis de los autores se relaciona a dos cuestiones: las
funciones de reproducción y de legitimación entre sí y con la autonomía relativa de
la escuela.3 De ello se refleja sé cómo la escuela resguarda la reproducción de las
estructuras sociales como de las culturas dominantes a las que consagra como legítimas,
haciéndolas aceptar de esta manera sin apremios. Pero esto no significa, como
evidenciamos antes y como los mismos autores se han preocupado en aclararlo, que la
escuela tenga la función de reproducir el orden social sino sólo que contribuye a
esto de manera específica. La acción pedagógica de imposición de significaciones
(consideradas como legitimas) es la que los autores denominan «violencia simbólica».
(Nota de apunto: Respecto a la violencia simbólica, se habla de un proceso marcado por
la imposición que no requiere de negociación ni discusión, lo que también implica la
reproducción y naturalización de un determinado capital cultural)
(Nota de apunte: En virtud de todo lo mencionado, todas las instituciones reproducen las
condiciones culturales que están en el origen de la vida de los sujetos y hasta la
naturaliza, por ello es que se la concibe como la expresión de una teoría de la
reproducción)
En el marco de esta introducción se subrayan tres puntos significativos para los análisis
que también entre nosotros se desarrollan en el campo cultural.
- El acento puesto por Bourdieu y Passeron en la «primera educación» que no
permite acceder a la idea del hombre como «página blanca» al que la escuela
impone el propio arbitrio cultural y mucho menos llegar a un concepto de
responsabilidad individual reductivo y mistificatorio, como el de la más tradicional
sociología de la educación norteamericana, en cuanto encubre las funciones
sociales ya sea de la escuela como de los otros agentes de socialización
precedentes, contemporáneos o sucesivos a la escuela.
3
La legitimización implica la autonomía relativa de la escuela para disimular las relaciones de
fuerza que determinan la acción; sin tal disimulo, las funciones específicamente sociales de la
escuela serían evidentes y esto tendría como, consecuencia el impedir que la escuela
pudiera llevar a efecto su cumplimiento.
- En segundo lugar el haber puesto en una cadena lógica y coherente
relaciones sociales, escuela y cultura poniendo en claro los mecanismos a
través de los cuales actúan los condicionamientos sociales y su interiorización por
parte de ambos sujetos de la relación pedagógica (los docentes y tos alumnos). En
particular en un momento en el que la mitología sobre «escuela paralela» de los
medios de comunicación de masas es moneda corriente (tanto como para
determinar masivas inversiones en el sector de las «maquinitas») adquiere
particular relieve haber mostrado cómo la relación con la escuela condiciona las
sucesivas relaciones con las instancias culturales sea en lo que concierne a la
oportunidad de acceso como al nivel de decodificación.
- Finalmente, no puede dejar de revelarse que en el momento en el que arrecian en
el campo cultural y en el campo escolar las teorías semiológicas y cibernéticas que
empujan a la pedagogía y a la psicología al terreno descarnado de las formas,
Bourdieu y Passeron ofrecen un ejemplo de uso sociológico de los conceptos y
adquisiciones de la teoría de la información. Las nociones de informaciones,
códigos, redundancia, emisor, receptor están inmersas en un contexto social y de
éste reciben su significado." Los contenidos de la comunicación cultural y los
sujetos de esta comunicación forman parte de esta manera, de pleno derecho,
del análisis.
Texto: Bourdieu, P. & Passeron, J. C. (1996). La reproducción. Elementos para una teoría
del sistema de enseñanza. - Fundamentos de una teoría de la violencia simbólica.
Pierre Bourdieu
(Nota personal: ADVERTENCIA, lo que se expondrá de forma continua es un desglose
teórico de la introducción consignada más arriba, por ello puede resultar redundante,
profundiza en la explicación de formas más esquematizada. Por ello tener presente el
esquema de Bourdieu para entender los ítems colocados y comprender la lógica de la
exposición que hacen los autores)
El grupo de poder (aparentemente de cualquier sociedad) ejerce ese
poder imponiendo significados mediante una arbitrariedad cultural forzada por una
violencia simbólica de tal modo que oculta la relación de poder que es su base.
Esto implicó una violencia doble: la imposición y el ocultamiento. Esta es una de
las bases importantes para la producción del “hábito”, el principio generador,
instalado duradero, de las improvisaciones reguladas que proporciona las
disposiciones para las acciones que finalmente reproducen las estructuras y
relaciones de poder originales que constituyen la base de la violencia simbólica
original.
0. Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo poder que logra imponer
significaciones e imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza en que
se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a
esas relaciones de fuerza.
- De la doble arbitrariedad de la acción pedagógica:
Toda acción pedagógica (AP) es objetivamente una violencia simbólica en
tanto que imposición, por un poder arbitrario, de una arbitrariedad cultural.
(Escolio/ Nota que se pone a un texto para explicarlo: Recordar que no hay una
única AP, ni esta se restringe a lo escolar exclusivamente.)
(Nota: Las proposiciones que realizan en cada ítem no solo se complementan sino que se
definen a partir de que suelen referirse a la formación social como un sistema de
relaciones de fuerza y de significados entre grupos o clases) (Considero que es
importante tener en cuenta esto)
La AP es objetivamente una violencia simbólica en tres sentidos sintetizados
a continuación:
4
La fuerza simbólica de una instancia pedagógica se define por su peso en la estructura de las relaciones de
fuerza y de las relaciones simbólicas (las cuales expresan esas relaciones de fuerza que se instauran en las
instancias en las que se ejerce violencia simbólica; esta estructura expresa las relaciones de fuerza. Por la
mediación de este efecto de dominación de la AP dominante, las diferentes AP que se ejercen en los
diferentes grupos colaboran en diferente grados a la dominación de las clases dominantes)
5
Arbitrarias cuando revelan su necesidad en el momento en que se las refiere a las condiciones sociales de
su aparición y de su perpetuación. (Abarcando que las condiciones sociales de producción y de reproducción
con todas las reestructuraciones y reinterpretaciones correlativas o necesarias para su persuasión en
condiciones sociales transformadas.)
relaciones de fuerza colocan en posición
dominante aquella que expresa los intereses
y objetivos de las clases dominantes.
La AP cuyo poder arbitrario de imponer una
arbitrariedad cultural contribuye a reproducir
la arbitrariedad cultural que inculca, a
Tercer El grado objetivo de arbitrariedad del reproducir las relaciones de fuerza que
Sentido poder de imposición de una AP es más fundamentan su poder de imposición
elevado si es igual de elevado el grado de arbitrario. En una formación social
arbitrariedad de la cultura impuesta. 6 determinada, las diferentes AP, nunca
pueden ser definidas fuera de su
pertenencia a un sistema de AP sometidas
al efecto de dominación de la AP
dominante, tienden así a reproducir el
sistema de arbitrariedades culturales
característico de esta formación social, o
sea, la dominación de la arbitrariedad
cultural dominante, contribuyendo de esta
forma a la reproducción de las relaciones
de fuerza que colocan a la arbitrariedad
cultural en posición dominante. 7
6
No hay AP que no inculque significados no deducibles de un principio universal; puesto que la autoridad es
parte integrante de toda pedagogía, puede inculcar los significados más universales.
7
Importante que al definir al sistema de educación no se disocie la reproducción cultural de su función de
reproducción social, es decir, ignorar el efecto propio de las relaciones simbólicas en la reproducción de las
relaciones de fuerza.
verdad objetiva de violencia y destruir de esta forma el fundamento de la AUP del agente
sería autodestructivo.)
- (2.1.1) En tanto poder arbitrario de imposición que, por el solo hecho de ser
ignorado como tal, se halla objetivamente reconocido como autoridad legítima, la
AUP, poder de violencia simbólica que se manifiesta bajo la forma de un derecho
de imposición legitima, refuerza el poder arbitrario que la fundamenta y que
ella disimula.
(Escolio: La AP implica la AUP, es decir que tiene curso legal. En este sentido el
reconocimiento de la AUP nunca se puede reducir a una aceptación consciente sería
ingenuo. Así pues decir que unos agentes reconocen la legitimidad de una instancia
pedagógica significa decir únicamente que el impedir que estos comprendan el
fundamento de la relación de fuerzas en que están objetivamente situados forma parte de
la definición completa de estas relaciones de fuerzas.) (Escolio: El reconocimiento de la
legitimidad de una dominación constituye siempre una fuerza que viene a reforzar la
relación de fuerza establecida porque, impidiendo la aprensión de las relaciones de fuerza
como tales, tiende a impedir que los grupos o clases dominantes adquieran toda la fuerza
que podría darle la toma de conciencia de su fuerza)
- (2.1.2.2) Por el hecho de que toda AP en ejercicio dispone de una AUP, los
emisores pedagógicos aparecen automáticamente como dignos de transmitir
lo que transmiten y, por tanto, quedan autorizados para imponer su
recepción y para controlar su inculcación mediante sanciones socialmente
aprobadas.
(Escolio: El concepto de AUP está desprovisto de todo contenido normativo. El concepto
permite evitar la ilusión pre sociológica que consiste en acreditar la persona del emisor
por la competencia técnica o la autoridad personal que, de hecho, se le confiere
automáticamente a todo emisor pedagógico por la posición, garantizada tradicional
o institucionalmente, que ocupa en una relación de comunicación pedagógica.
Puesto que una emisión que se realiza en una relación de comunicación pedagógica
transmite siempre, la afirmación del valor de la AP, la AUP que garantiza la
comunicación tiende siempre a excluir la cuestión del rendimiento informático de la
comunicación)
- (2.3) Toda instancia (agente o institución) que ejerce una AP solo dispone de
la AUP en calidad de mandataria de los grupos o clases cuya arbitrariedad
cultural impone según un modo de imposición definido por esta arbitrariedad, o
sea, en calidad de detentadora por delegación del derecho de violencia simbólica.
(Escolio: Hablar de delegación no implica suponer que existen una convención explicita o
un contrato entre un grupo o clase y una instancia pedagógica. Hablar de una delegación
de autoridad es denominar solamente las condiciones sociales del ejercicio de una AP,
ósea, la proximidad cultural entre la arbitrariedad cultural impuesta por esta AP y la
arbitrariedad cultural de los grupos o clases que la sufren. En este sentido, toda acción de
violencia simbólica que logra imponerse supone objetivamente una delegación de
autoridad.)
Del trabajo pedagógico
(Nota personal: ACLARACIÓN, en este apartado va a variar en estructuración ya que no
se subdividirá en ítems sino que presentará un único texto con el fin de articular las ideas
claves que se consideren relevantes de cada ítem y escolio)
Como imposición arbitraria de una arbitrariedad cultural que presupone la AUP, ósea, una
delegación de autoridad que implica que la instancia pedagógica reproduzca los principios
de la arbitrariedad que un grupo el presente como dignos de ser reproducidos. La acción
pedagógica implica trabajo pedagógico como trabajo de inculcación con una cierta
duración suficiente para producir un habitus como producto de la interiorización de
los principios de una arbitrariedad cultural capaz de perpetuarse una vez terminada
la AP 8(Nota: Premisa clave y básica) También otra cuestión clave a destacar en el marco
de lo mencionado es que el TP tiende a reproducir las condiciones sociales de
producción de esta arbitrariedad cultural es decir, las estructuras objetivas de las que
es producto, por medio del habitus como principio generador de prácticas reproductoras
de las estructuras objetivas. 9 Bajo el mismo rasgo es que se mide la productividad del
TP, es decir, respecto del grado en que el habitus que produce es “duradero”, capaz de
engendrar más duraderamente las practicas conformes a los principios de la arbitrariedad
inculcada. (Se mide por el grado en el habitus que produce es transferible, o sea, capaz
de engendrar practicas conformes a los principios de la arbitrariedad inculcada. Otra
característica es que ese habitus fuera exhaustivo, o sea, reproduce más completamente
en las prácticas que engendran los principios de la misma arbitrariedad)
La delegación (Nota: respecto a la autoridad pedagógica y la legitimidad otorgada a
aquello que transmite y que se considera digno de ser transmitido) que fundamenta una
AP delimita el contenido, duración de inculcación 10 que definen el grado de realización
del TP que se considera necesario y suficiente para producir de forma completa el habitus
(es decir, el grado de competencia legitima) respecto de aquella forma completa ambas
clases, dominantes y dominados, reconocen a un tipo de “hombre cultivado”.
Como trabajo prolongado de inculcación que produce un habitus duradero y
transferible, o sea, inculcado al conjunto de destinatarios legítimos un sistema de
esquemas de percepción, de pensamiento, de apreciación y de acción, el TP
contribuye a producir y a reproducir la integración intelectual y la integración moral
del grupo o la clase en cuyo nombre se ejerce. Siguiendo la misma lógica, en tanto
trabajo prolongado el TP permite al grupo o clase que delega a la AP su autoridad,
producir y reproducir su integración intelectual y moral sin recurrir a la represión
externa y, en particular, a la coerción física.
(Escolio: El TP en la medida en que asegura la perpetuación de los efectos de la violencia
simbólica, tiende a producir una disposición permanente a suministrar en toda situación la
respuesta adecuada a los estímulos simbólicos que emanan de las instancias investidas
de la AUP que ha hecho posible el TP productor del habitus)
El TP que necesita la AUP como condición previa para su ejercicio tiene por efecto
confirmar y consagrar la AUP, es decir, la legitimidad de la AP y de la arbitrariedad que
inculca, enmascarando mediante el éxito de la inculcación de la arbitrariedad, la
arbitrariedad de la inculcación y de la cultura inculcada. Como trabajo prolongado
produce cada vez más el desconocimiento de la doble arbitrariedad de la AP, o sea,
el reconocimiento de la AUP de la instancia pedagógica y de la legitimidad de su
8
Como trabajo prolongado de inculcación que produce una formación duradera, productores de prácticas
conforme a los principios de la arbitrariedad cultural de los grupos que delegan a la AP la AUP para su
instauración. La duración prolongada con el propósito de formar un habitus duradero, la AP se diferencia de
las acciones de violencia simbólica discontinua y extraordinaria. Respecto del tiempo prolongado es que
mediante el habitus se producen prácticas conformes a la arbitrariedad que se ha impuesto.
9
Asimismo la productividad de toda TP se mide por el grado en que produce su efecto de reproducción
10
Esa delegación delimita además del contenido, los métodos de inculcación.
producto, el TP produce indisociablemente la legitimidad del producto y la necesidad
legitima de este como producto legitimo a producir el consumidor legítimo. 11
(Escolio: Tener presente que solo el TP puede romper el círculo que se cae cuando se
olvida que la necesidad cultural es una necesidad cultivada, o sea, cuando se disocia de
sus condiciones sociales de producción)
Bajo la misma lógica de lo mencionado, en lo propende más al desconocimiento de la
doble arbitrariedad de la AP, el TP tiende más a la ocultación cuanto más realizada
esté la verdad objetiva del habitus como interiorización de los principios de una
arbitrariedad cultural, que está tanto más realizada de acuerdo a la inculcación. En ese
marco también produce el desconocimiento de las limitaciones éticas o
intelectuales que son correlativas a la interiorización de esta limitación. Este último
significa que el TP que produce el habitus como sistema de esquemas de pensamiento,
de percepción, de apreciación y de acción, produce un desconocimiento de las
limitaciones que implica este sistema, de manera que la eficacia de la programación ética
y lógica que produce se ve redoblada por el desconocimiento que está en función del
grado de realización del TP.
En una formación social determinada el TP por el que se realiza la AP dominante
tiene siempre la función de mantener el orden, o sea, de reproducir la estructura de
las relaciones de fuerza entre los grupos o clases, en tanto que tiende, ya sea por la
inculcación o por la exclusión, a imponer a los miembros de los grupos o clases
dominadas el reconocimiento de la legitimidad de la cultura dominante y a hacerles
interiorizar, en medida variable, disciplinas y censuras que cuando adquieren forma de
autodisciplina y autocensura sirven mejor a los intereses, materiales o simbólicos, de
los grupos o clases dominantes.
En tanto el TP es un proceso irreversible que produce en el tiempo necesario para
la inculcación una disposición irreversible, ósea, una disposición que solo puede ser
reprimida o transformada por un proceso irreversible que produzca a su vez un proceso
irreversible. La AP primaria que se realiza en un TP sin antecedentes produce un
hábito primario característico de un grupo o clase, que está en el origen de la
constitución ulterior de cualquier otro habitus.
El grado de productividad específica de cualquier TP que no sea el TP primario (ej.
secundario) está en función de la distancia que separa el habitus que tiende a inculcar
del habitus inculcado por los TP anteriores y, en último término, por el TP PRIMARIO. (O
sea, la arbitrariedad cultural originaria) Respecto de esto, hay que hacer una
aproximación. El éxito de toda educación escolar, y en general de todo TP
secundario depende fundamentalmente de la educación primera que la ha
precedido. Por medio del conjunto de enseñanzas vinculadas a la conducta, la
adquisición de la lengua materna, etc. se generan disposiciones que predisponen de
forma desigual al dominio simbólico de las operaciones implicadas en una demostración
matemática o la interpretación de una obra de arte.
Un modo de inculcación determinado se caracteriza por la posición que ocupa entre:
11
Se puede comprender que el TP produce al mismo tiempo el producto legitimo como tal, o sea, como
objeto digno de ser consumido material o simbólicamente (venerado, adorado, respetado)
- El modo de inculcación dirigido a realizar la sustitución completa de un habitus por
otro. (conversión)
- El modo de inculcación dirigida a confirmar pura y simplemente el habitus primario.
(mantenimiento o reforzamiento)
El grado de productividad de un TP secundario se mide, desde este punto de vista, por el
grado en que el sistema de medios necesarios para la realización del TP está
objetivamente organizado en función de la distancia existente entre el habitus que aspira
a inculcar y el habitus producido por los TP anteriores.
El grado de tradicionalismo de un modo de inculcación se mide por el grado en que
objetivamente ha sido organizado con referencia a un público limitado de destinatario
legítimos o sea por el grado en que el éxito del trabajo pedagógico secundario presupone
que lo destinatario esté dotado del habitus adecuado.
En el Marco de reconocimiento de destinatario legítimo, la productividad diferencia del
trabajo pedagógico dominante segundo grupo a clases sobre los que se ejerce tiende a
estar en función de la distancia entre la habitus inculcado por el trabajo pedagógico
primario en los diferentes grupos a place y habitus inculcado por el trabajo que
dominante.
Un modo de inculcación determinado, o sea, sistema de medio por lo que se produce la
interiorización de una arbitrariedad cultural se caracteriza por dos aspectos.
12
La tendencia a la autoreproducción se realiza del modo más completo en un SE cuya pedagogía quede
implícita, o sea, en un SE cuyos agentes encargados de la inculcación solo posean principios pedagógicos en
estado práctico, por el hecho de haberlos adquirido inconscientemente por la frecuentación prolongada de
maestros que solo los dominaban en estado practico... decretando la perpetuidad de la rutina.
Dado que plantea explícitamente la cuestión de su propia legitimidad por el hecho de
declararse como institución propiamente pedagógica al constituir la AP como tal, es decir,
como acción específica expresamente ejercida y sufrida como tal (acción escolar), todo
SE debe producir y reproducir, por los medios propios de la institución, las
condiciones institucionales del reconocimiento de la violencia simbólica que ejerce,
ósea, del reconocimiento de su legitimidad como institución pedagógica. En ese
sentido en tanto que dota a todos sus agentes de una AUP delegada, o sea, autoridad
escolar (AUE) el SE se produce y reproduce las condiciones necesarias tanto para el
ejercicio de una AP institucionalizada como para la realización de su función
externa de reproducción, puesto que la “legitimidad de institución” dispensa a los
agentes de la institución de conquistar y confirmar continuamente su AUP.
En una formación social determinada, el SE dominante puede constituir el TP dominante
como TE sin que ni aquellos que lo ejercen ni aquellos que lo sufren dejen de ignorar su
dependencia respecto a las relaciones de fuerza que constituyen la formación social en la
que se ejerce porque:
Fue Whorf, a través de sus análisis de las formas de expresión y de los marcos
significantes de coherencia que organizan la percepción, alertó sobre el efecto selectivo
que ejerce la cultura (que actúa a través de la organización de las relaciones sociales)
tanto a nivel de la estructuración de la gramática como al nivel de la significación que
asume esta estructura la cual es, de por sí, un elemento importante en la organización del
conocimiento.
La teoría marxista afirma, además que el acceso a los sistemas simbólicos, el control, la
orientación y el cambio de tales sistemas están gobernados por las relaciones de poder
que se inscriben en la estructura de clases. No es solo el capital, en el sentido
estrictamente económico, el que está sometido a la apropiación, manipulación y
explotación, sino también el capital cultural, entendido como el conjunto de sistemas
simbólicos que permiten al hombre extender y cambiar los límites de su experiencia.
En efecto, el rol se define como una actividad de codificación compleja que controla la
creación y organización de significados específicos así como las condiciones para su
transmisión y recepción.
Los sistemas de reglas lingüísticas específicas son parte integrante del sistema cultural.
Pero se ha sostenido que el sistema de reglas lingüístico con-figura de diferentes
maneras el sistema cultural.
Esta es una tesis sociológica, puesto que la forma del habla se considera como una
consecuencia de la forma de relación social o, para enunciarlo de manera más general,
como una cualidad de la estructura social.
Sapir, Malinowsky, Firth, Vygotsky y Luna han señalado desde puntos de vista diferentes
que entre más estrecha sea la identificación entre los hablantes mayor será el conjunto de
intereses compartidos y será más probable que el habla tome una forma particular. Así, la
forma de las relaciones sociales actúa selectivamente sobre los significados transmitidos
mediante el habla. En estas relaciones la intención de la persona participante puede darse
por supuesta, pues el habla se despliega sobre un fondo de presuposiciones comunes, de
una historia común, y de intereses comunes. Como resultado, hay menos necesidad de
explicitar o de elaborar los significados; no es muy necesario explicitar a través de
selecciones sintácticas la estructura lógica de la comunicación. Además, si el hablante
desea individualizar su comunicación, recurrirá sin duda a diversos procedimientos
expresivos que acompañen su habla. En estas condiciones, es probable que el habla
tenga un carácter fuertemente metafórico. El hablante prestará más atención a la manera
como una cosa se dice, o al momento en que se dice; el silencio tiene un gran rol
expresivo.
A menudo, el habla no puede ser comprendida si se hace abstracción del contexto, y éste
no puede ser descifrado por aquellos que no comparten la historia de las relaciones entre
los sujetos. Los presupuestos tácitos sobre los cuales reposa la relación social entre los
sujetos están limitados al círculo de hablantes y son inaccesibles para los extraños.