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Posconceptualismo, espacios
alternativos y crítica
Según Karl Marx, una sociedad pasa de ser feudal a ser capitalista y termina
siendo socialista; la Unión Soviética decidió brincarse la etapa capitalista. Hay
historiadores que consideran que no es necesario pasar por todas las fases. Se
dice que una sociedad pasa por la modernidad y después llega a la neomodernidad
y termina siendo posmoderna. En terrenos del arte podemos hacer una analo-
gía con el pasar por los movimientos de los “ismos” (modernidad), por los mo-
vimientos tipo “neos” (neomodernidad) y por los movimientos denominados
“post” (posmodernidad). El cuestionamiento es entonces si México ha ingresa- UN TOSTÓN DE ARTE MEXICANO 1950-2000
teoría que nos llega de fuera debe ser valorada de acuerdo con nuestro paisaje
nacional.
Ante esta opinión, como frente a toda generalización que es peligrosa por tota-
litaria, siempre habrá una excepción o varias que confirmen o debiliten la regla.
Un espacio pionero, fundado desde finales de los años ochenta, fue el Salón des
UN TOSTÓN DE ARTE MEXICANO 1950-2000
Aztecas, impulsado por Aldo Flores y apoyado por Eloy Tarcisio. Galería ex–
zapatería era muy solicitada por los artistas jóvenes, muchos de ellos estudian-
tes de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda. En una
ocasión se hizo un maratón de exposiciones individuales, con una inauguración
cada noche.
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José Luis Barrios, “Los descentramientos del arte contemporáneo: de los espacios alternativos a las
nuevas capitales (Monterrey, Guadalajara, Oaxaca, Puebla y Tijuana); Issa Ma. Benítez Dueñas (coor-
dinadora), “Hacia otra historia del arte en México”, Disolvencias (1960-2000), México, Arte e imagen,
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En los años noventa Aldo Flores convocó a dos actos independientes de impor-
tancia que fueron la toma del edificio Balmori, en la colonia Roma, y la del
edificio Rul, en el centro histórico de la ciudad de México. Otro lugar de artistas
fue La Quiñonera, en la que había talleres y en las inauguraciones se presenta-
ban performances y música de jóvenes intérpretes y compositores.
vez de por su calidad artística, de forma que el gobierno estatal prefirió solicitar
un mural para el Centro Cultural Jaime Sabines al técnicamente limitado pintor
Juan Gallo y no al reconocido muralista Carlos Jurado, oriundo de San Cristóbal
de las Casas. En la turística ciudad de Oaxaca, el M A C O es un espacio en el que
se presentan obras de compatriotas y extranjeros; en sus salas principales se
muestran trabajos cuidadosamente seleccionados, dando preferencia a
oaxaqueños o residentes en Oaxaca, en tanto que en la sala alternativa se han
llegado a presentar piezas realizadas por mofleros y en un “debraye” de Fernan-
do Solana, entonces director, se pretendió hacerlas pasar por arte conceptual.
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fenómenos artísticos.
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Amores perros, México, 2000. Dirección: Alejandro González Iñárritu. Guión: Guillermo Arriaga.
Duración: 153 minutos. 64
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setenta, tales como Héctor Aguilar Camín, Manuel Aguilar Mora, Roger Bartra,
José Joaquín Blanco, Arnaldo Córdova, Lorenzo Meyer, José Emilio Pacheco,
Carlos Monsiváis, Carlos Pereyra, Guillermo Sheridan y Rolando Cordera. Tam-
bién de los setenta alzan el vuelo las letras de Francisco Reyes Palma. A partir
de la década de 1980, con diversos enfoques, ejercen la crítica de arte Edgardo
Ganado Kim, Joe Springer, Karen Cordero Reiman, Carlos-Blas Galindo,
Cuauhtémoc Medina, José Luis Barrios y Humberto Chávez Mayol, et al. Entre
los teóricos en México es digno de mención el peruano Juan Acha.
Resumo algunas propuestas que Robert Valerio plantea como alternativa ante
la gravedad y las posibles consecuencias del “déficit” crítico en el ámbito nacio-
nal: 1. Hacer a un lado “dudosos ordenamientos”, rico patrimonio y demás
misterios; dedicar más tiempo a mirar los cuadros y más espacio a describir lo
visto y sentido. 2. Desconfiar –sin descartar nada de antemano– de discursos
desarrollados en el ámbito estatal o nacional; valerse de algunos de los muchos
enfoques disponibles en el mundo, sin dejarse limitar por ninguno. 3. No discu-
tir el arte como si no tuviera vínculos con el resto del país y del mundo. 4.
Privilegiar lo poco estudiado: la relación entre el arte y el mercado, la opinión
del público, la influencia de una idea construida desde el exterior. 5. No impo-
nerse ninguna restricción en cuanto a la escritura. Permitirse la fantasía, la
banalidad, la erudición y la ironía. No es lo mismo solemnidad que seriedad. 6.
Multiplicar los enfoques sin perder de vista la obra.3
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Robert Valerio, Atardecer en la maquiladora de utopías, op. cit. 65