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arteLATINO

amerICaNo tatiana flores

DESDEelsIgloXXI

n las últimas décadas, la globalización ha tenido un impacto sustan-


cial sobre el arte, afectando no sólo al mercado y a las manifestacio-
nes creativas actuales, sino también al sistema expositivo, al ámbito
académico y a las prácticas museísticas. El apogeo de la economía
global ha resultado en una descentralización del arte —ya no son únicamente
las ciudades que dominaron la estética del siglo xx, tales como París y Nueva
York, las que determinan las corrientes principales—. Ahora vivimos una épo-
ca de pluralidad artística que admite múltiples capitales y formas de pensar,
y donde lo local se reconoce y celebra lejos de sus centros de producción,
dejando atrás las anteriores acusaciones de retraso e imitación que abrumaban
al arte creado fuera del eje hegemónico Estados Unidos-Europa Occidental.
Artistas asiáticos, latinoamericanos y africanos, así como los provenientes de
Europa del Este y del Medio Oriente, han ganado merecidos reconocimientos
y oportunidades en el campo internacional de una magnitud nunca antes vis-
ta. No obstante, la condición actual está lejos de ser una utopía. Hal Foster ad-
vierte que “la posición pluralista sirve justamente [a] los intereses de la ideo-
logía del ‘mercado libre’”,1 y Pamela Lee hace notar que el mundo del arte
(art world) busca hacernos olvidar las raíces colonialistas de la globalización.2
Por lo general, la era presente ha beneiciado al arte latinoamericano.
Desde la década de 1990, coincidiendo con el aniversario de los quinientos
1 citado por Pamela M. Lee, Forgetting the Art World, años del primer viaje de Cristóbal Colón, el interés por la producción cultural
cambridge: mit Press, 2012, p. 4. traducción de la autora.
de la región se ha multiplicado exponencialmente. Esto se evidencia particu-
2 Pamela M. Lee, op. cit., p. 5. larmente en los Estados Unidos y Europa, donde el arte latinoamericano ha ga-

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3 Manuel Maples Arce, Actual No. 1 (ciudad de México, nado prominencia en las universidades, instituciones culturales y colecciones
hoja volante, 1921), punto x.
privadas. El arte de la región ha pasado de ser objeto de atención local a tópico
4 Véase international center for the Arts of the Ameri- de fascinación internacional. Pero así como debemos tomar en cuenta las críti-
cas at the Museum of Fine Arts, Houston, Documents of
20th-Century Latin American and Latino Art, 2012 (http://
cas a la globalización en torno al arte contemporáneo en general, también de-
icaadocs.mfah.org/icaadocs/), y Héctor olea y Melina bemos estar conscientes de las presiones que el momento actual ejerce sobre la
Kervandjian (eds.), “resisting categories: Latin Ameri-
can and/or Latino?”, en Mari carmen ramírez y Héctor
noción del arte latinoamericano. La globalización borra fronteras tradicionales
olea (eds.), Critical Documents of 20th-Century Latin —creando, quizá, “la unidad psicológica del siglo”, como lo postuló el poeta
American and Latino Art, vol. 1, Houston: the Museum of
Fine Arts, Houston, international center for the Arts of
estridentista Manuel Maples Arce en 19213— y al hacerlo reta también a las
the Americas, 2012. denominaciones regionalistas. En el afán por establecer vínculos transnacio-
5 Véase Juan Acha, “Latin American Art today Does and
nales con cualquier lugar del mundo, ¿qué relevancia tiene categorizar como
Does not exist as a Distinct expression” (plática dictada latinoamericano al arte actual? Y ¿cómo hace la globalización del arte que
en Austin, texas, en 1975), en olea y Kervandjian (eds.),
Resisting Categories, pp. 742-744, y Gerardo Mosquera,
cambien nuestras expectativas en relación con el arte latinoamericano del siglo
“Del arte latinamericano al arte desde América Latina”, pasado? ¿Reconocemos aún esta entidad denominada América Latina y, por
Art Nexus, núm. 48 (abril de 2003), en olea y Kervand-
jian (eds.), Resisting Categories, pp. 1123-1132.
consecuencia, su arte como objeto deinible? Ante una exposición como El
verbo es conjugar, estas preguntas toman cierta urgencia y, de hecho, muchas
de las aproximaciones anteriores han coincidido con exposiciones similares.
Para intentar contestarlas, haré un recorrido por la historiografía del arte lati-
noamericano, tomando en cuenta ocasiones importantes y textos claves donde
se ha desarrollado o debatido esta cuestión más productivamente.
El 2012 marcó un avance importante para el campo artístico latinoa-
mericano, gracias al lanzamiento del archivo digital Documentos del Arte
Latinoamericano y Latino del Siglo xx y la publicación del primer libro de la
serie Documentos críticos del arte latinoamericano y latino del siglo XX, ambos
editados por el Centro Internacional de las Artes de las Américas (Interna-
tional Center for the Arts of the Americas, icaa) del Museum of Fine Arts,
Houston.4 Fundado en el 2001, el icaa organizó equipos de investigadores en
todo el hemisferio para crear una valiosa e incomparable base de datos que se
ofrece a cualquier usuario de forma gratuita. El archivo recopila más de diez
mil documentos que consisten en fuentes primarias que van desde las cartas
de Colón hasta las intervenciones más recientes en la crítica de arte, pasando
por textos ilosóicos de pensadores como Simón Bolívar y José Vasconcelos.
Los volúmenes reúnen textos escogidos bajo diversos temas. El primero, ti-
tulado Resistiendo categorías: latinoamericano y/o latino, trata de los debates
en torno a cómo categorizar y describir al arte latinoamericano, así como
los orígenes de la designación del territorio que reconocemos como América
Latina. Este volumen demuestra que el clasiicar Latinoamérica sigue siendo
un tema de contención e incluye una sección que plantea la pregunta, “¿Per-
tenece Brasil a América Latina?”, además de otros textos que reconocen la
experiencia latina en los Estados Unidos como merecedora de su propia codi-
icación (“latino” a diferencia de “latinoamericano”), e intervenciones críticas
de Juan Acha y Gerardo Mosquera que cuestionan igualmente la idea de un
arte latinoamericano.5 Con su impresionante número de textos, tanto la base
de datos como los volúmenes publicados en forma de libro serán valiosos para
cualquier estudiante de América Latina, junto con sus artes. Por el momento,
su impacto sobre el campo del arte de la región aún está por verse.
El proyecto del icaa es la culminación de un periodo intenso de in-
vestigación, exposición y promoción de la producción artística de América
Latina que comenzó hace dos décadas a partir del quincentenario del “des-
cubrimiento” y toda su programación conmemorativa. El arte latinoameri-

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Diego Rivera • Acueducto, 1918 • Óleo sobre tela • 54.3 x 64.8 cm • Colección Pérez Simón, México
cano visto como entidad no ha dejado de tener visibilidad desde entonces,
debido en gran parte al trabajo incansable de curadores, críticos, coleccio-
nistas, académicos, galeristas, investigadores, instituciones y ilántropos, sin
dejar de mencionar, por supuesto, a los artistas plásticos cuya obra inspira y
motiva. Entre las exposiciones parteaguas, se pueden mencionar Art in Latin
America. The Modern Era (Londres, 1989), su catálogo aún se asigna como
texto fundamental en los cursos de arte latinoamericano, America, Bride of
the Sun (Amberes, 1992) y Latin American Artists of the Twentieth Century
(Nueva York, 1993). Más recientemente, Inverted Utopias: Avant-Garde Art
in Latin America (Houston, 2004), así como otros proyectos de la curadora
Mari Carmen Ramírez (directora fundadora del icaa) que impresionan por su
alcance, ambición y erudición. A pesar de la gran cantidad de intervenciones
recientes en el campo expositivo, las nuevas iniciativas académicas, el cada
vez mayor número de publicaciones, la expansión del mercado y la aparición
de nuevos coleccionistas, la deinición del arte latinoamericano no se ha tra-
tado de forma sistemática. Es sólo en los últimos dos o tres años que este tema
ha resurgido. Anteriormente, las discusiones tendían a coincidir con grandes

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muestras —por ejemplo, la exposición de la colección latinoamericana del
Museum of Modern Art (Nueva York, 1943), la Bienal de São Paulo (1976) y
Alejandro Xul Solar • Paraíso, 1922 • Acuarela, gouache y tinta sobre papel montado

Art of the Fantastic (Indianápolis, 1987)—, simposios (Nueva York, 1945; Aus-
tin, Texas, 1975 y São Paulo, 1978), y con alguno que otro artículo esporádico.
En la actualidad, además del proyecto del icaa, se destacan la conferencia
Entre la teoría y la práctica: Reconsiderando el arte latinoamericano en el siglo
XXI (Los Ángeles y Lima, 2011), coorganizada por el Getty Research Institute

y el Museum of Latin American Art (MoLAA) de Long Beach, California; la


exposición Crisis, América Latina: Arte y confrontación, curada por Gerardo
en cartulina • 21 x 12 cm • Colección Pérez Simón, México

Mosquera (Ciudad de México, 2011), y el número reciente de la revista Art in


America (septiembre del 2012) dedicado al arte latinoamericano. Queda claro
que ha llegado el momento de retomar el tema.
La designación “América Latina” data de mediados del siglo xix y le
fue impuesta a la región debido a las aspiraciones imperialistas de Francia
durante el gobierno de Napoleón iii.6 Textos que pretenden establecer una
identidad regional emergen en esta época, y, de hecho, según Héctor Olea,
Mari Carmen Ramírez y Tomás Ybarra-Frausto, “desde inales del siglo xix ha
habido un continuo y consistente —aunque también altamente problemático
y hasta contencioso— esfuerzo de pensar sobre el arte latinoamericano en tér-
minos trasnacionales y continentales”.7 Añaden los autores que este impulso
de representar América Latina se relaciona a su “deseo por la identidad, o sea,
la autonomía genuina y la diferenciación legítima del dominio hegemónico”.8
Por consecuencia, se puede argumentar que “arte latinoamericano” se reiere
intrínsecamente al arte moderno que se origina en el periodo posindependen-
cia y que nace de un ímpetu descolonizador.
Entre los textos decimonónicos más importantes está “Nuestra Améri-
ca” de José Martí que, si bien no emplea la terminología “América Latina”,
intenta fomentar una identidad americana distinta y opuesta a la estadouni-
dense y a la europea, argumentando que “ni el libro europeo, ni el libro yan-
qui, daban la clave del enigma hispanoamericano”.9 Según Martí, “El mestizo
autóctono ha vencido al criollo exótico”, cambiando las condiciones del de-
bate al añadir: “No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la
falsa erudición y la naturaleza”.10 Para el escritor cubano “el hombre natural
es bueno” pero la tiranía ha dejado abandonada a la naturaleza. La solución
reside en “conocer el país y gobernarlo conforme al conocimiento”, un cono-
cimiento íntimo de la tierra, su historia y su gente.11 Una de las contribuciones
más notables de Martí es que le asigna a los nuevos gobernantes americanos
6 Véase Héctor olea, Mari carmen ramírez y tomás
un rol artístico: “Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador”.12
ybarra-Frausto, “resisting categories”, en olea y Ker- Más adelante, extiende el llamado a la creación a toda la juventud: “Los jó-
vandjian (eds.), Resisting Categories, p. 42 y charles
(carlos) calvo, “Latin America”, en olea y Kervandjian
venes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa,
(eds.), Resisting Categories, pp. 107-119. y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se imita demasiado,
7 olea, ramírez e ybarra-Frausto, “resisting catego-
y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de esta generación”.13 En
ries”, p. 44. este texto crucial, la acción política se une a la acción creadora, ofreciendo
8 ibídem.
un modelo para el arte latinoamericano como una actividad esencialmente
política, que fomenta la unidad regional, busca deinir lo autóctono, se opone
9 José Martí, “nuestra América”, en La Revista Ilustrada
(nueva york, 1 de enero de 1891), p. 4, en icaa, “Docu-
a la opresión y al racismo y se compromete con la lucha social.
ments of 20th-century Latin American and Latino Art”, Este modelo de arte engagé se reconoce en la obra de artistas lati-
2012 (http://icaadocs.mfah.org/icaadocs/).
noamericanos a lo largo del siglo xx y hasta la actualidad. Lo ubicamos en
10 Martí, “nuestra América”, p. 2. los murales de Diego Rivera y sus contemporáneos; los óleos de Tarsila do

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11 Martí, op. cit., p. 3. Amaral, Antonio Berni y Joaquín Torres-García; los grabados de innumerables
12 Martí, ibídem, p. 2.
artistas gráicos mexicanos, puertorriqueños, brasileños, peruanos, cubanos,
argentinos y demás; en los performances de Antonieta Sosa, Guillermo Gó-
13 Martí, ibídem, p. 4.
mez Peña, Tania Bruguera y Regina José Galindo, y en las intervenciones
14 Édouard Duval-carrié en conversación con Jerry Phi- artísticas de Alfredo Jaar, Allora y Calzadilla, Doris Salcedo, Pepón Osorio y
logene, Museo del Barrio, nueva york, 14 de noviembre
del 2012.
Minerva Cuevas, por nombrar tan sólo a una fracción de creadores con obra
de compromiso social. El reconocido artista haitiano Édouard Duval-Carrié
reiteró esta visión en una presentación reciente al decir que “el pintar es un
acto político”, reiriéndose a la tradición de la pintura naíf haitiana, que en
muchas ocasiones carece de contenido abiertamente ideológico.14 Las ten-
dencias sociales abundan en el arte del momento presente, pero para cierta
faceta del arte latinoamericano, no se trata de una moda pasajera sino su
entera razón de ser.

Emilio Baz Viaud • Retrato de Silvia, 1943 • Acuarela y bolígrafo sobre papel • 97.1 x 64.1 cm • Colección Pérez Simón, México

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15 David Alfaro siqueiros, “tres llamamientos de orien- No obstante la evidente dirección hacia lo social de los artistas oriundos
tación actual a los pintores y escultores de la nueva
generación americana”, en Vida Americana (Barcelona,
de países latinoamericanos, es menos común encontrar llamados a la acción o
mayo de 1921). consultado el 17 de noviembre del 2012 acercamientos encaminados a la autodeinición regional comparables al im-
en http://archivosiqueiros.blogspot.com/2012/05/siquei-
ros-maniiesto-barcelona.html
portante texto de Martí. Los más conocidos datan de la primera mitad del siglo
xx e incluyen celebrados ensayos, como “Tres llamamientos de orientación
16 Martí casanovas, “Arte nuevo”, en Revista de Avance
(La Habana, junio de 1927), p. 158, en icaa, “Documents
actual a los pintores y escultores de la nueva generación americana” de David
of 20th-century Latin American and Latino Art”, 2012 Alfaro Siqueiros (1921), “Arte nuevo” de Martí Casanovas (1927), “Maniiesto
(http://icaadocs.mfah.org/icaadocs/).
antropófago” de Oswald de Andrade (1928) y “El hombre americano y el arte
17 Joaquín torres García, “Lección 132. el hombre ameri- de América” de Joaquín Torres-García (1941). Aun cuando presentan diversos
cano y el arte de América”, en Universalismo constructi-
vo, vol. 2 (Madrid: Alianza editorial, 1984), p. 728, en icaa,
puntos de vista, estos textos ofrecen direcciones (para no decir prescripciones)
“Documents of 20th-century Latin American and Latino a los artistas de América Latina. Siqueiros propone, “acerquémonos por nues-
Art”, 2012 (http://icaadocs.mfah.org/icaadocs/).
tra parte a las obras de los antiguos pobladores de nuestros valles, los pintores
18 oswald de Andrade, “Maniiesto antropófago”, Revis- y escultores indios (mayas, aztecas, incas, etcétera), nuestra proximidad clima-
ta de Antropofagia (são Paulo, mayo de 1928), p. 3, en
icaa, “Documents of 20th-century Latin American and
tológica con ellos nos dará la asimilación del vigor constructivo de sus obras,
Latino Art”, 2012 (http://icaadocs.mfah.org/icaadocs/). en las que existe un claro conocimiento elemental de la naturaleza, que nos
19 Jacqueline Barnitz, “the Question of Latin American
puede servir de punto de partida”.15 Casanovas también ofrece el mundo in-
Art: Does it exist?”, en olea y Kervandjian (eds.), Resis- dígena como fuente de inspiración: “En nuestras repúblicas, en cambio, en la
ting Categories, p. 663.
América indolatina, hay un fondo virgen todavía, de inagotable facundia, que
es la realidad esencial de la ascendencia aborigen, común a todas, unánime
que airma en toda la amplitud del Continente el mismo espíritu, la misma
realidad, el mismo sentimiento de humanidad y de cultura, el mismo anhelo
de universalidad”.16 Torres-García, otro gran admirador de la cultura autócto-
na, plantea un rechazo a las manifestaciones artísticas europeas:

¿Cómo debemos escribir? Eso debemos descubrirlo. ¿Cómo debemos pin-


tar? Eso hay que encontrarlo. Y ya no más precedentes, ya no más trabas a
la creación y a la expresión. Por esto, que nada nos asuste. Lo único que
debe asustarnos será el caer en lo que se aprendió; en el remedo, en el

Juan Soriano • Vaquitas pastando, 1965 • Óleo sobre tela • 61 x 41.5 cm • Colección
plagio, voluntario o involuntario, en el prejuicio europeo, quiero decir en
ese cómodo apoyo de lo venerado y consagrado; y si alguna vez lo hemos
sometido a crítica, ha sido por pura petulancia y sin poder oponerle nada,
pues hasta el presente nada poseemos.17

En el “Maniiesto antropófago”—de los textos antes mencionados el


más experimental— Oswald pone en práctica una actitud similar. La pregun-
ta fundamental para él es “Tupi or not tupi” y la contesta en lo airmativo, ce-
lebrando la cultura autóctona de Brasil: “Hijos del sol, madre de los vivientes.
Encontrados y amados ferozmente, con toda la hipocresía de la nostalgia por
los emigrados, por los traicados y por los turistas”.18
Por contraste, en la segunda mitad del siglo xx encontramos más tex-
tos que problematizan la cuestión del arte latinoamericano en comparación
con los que la airman, especialmente los que expresan las opiniones de los
mismos artistas. Jacqueline Barnitz señala que en un panel que tuvo lugar
en Nueva York, en 1966, titulado ¿Existe un arte latinoamericano?, la res-
Pérez Simón, México

puesta de los artistas argentinos Ernesto Deira y Marcelo Bonevardi fue un


rotundo “no”. La historiadora del arte cita la respuesta de Deira: “No existe
América Latina como concepto; hay veinte países distintos […] Si América
Latina no existe como concepto, ¿cómo se le puede pedir algo característico
a su arte?”.19 Hace poco, el curador Carlos Basualdo airmó que “no tiene

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20 carlos Basualdo, en “identity Paradox”, Art in Ameri- sentido hablar del ‘arte latinoamericano’ hoy en día a no ser que de alguna
ca, vol. 100, núm. 8 (septiembre del 2012), p. 90.
forma lo estés tratando de vender”.20 El punto de Basualdo es particularmente
21 http://www.pintaart.com/newyork/index.php?s=info& relevante en relación con el mercado del arte, que pareciera ser uno de los
ss=statement. consultado el 17 de noviembre del 2012.
pocos espacios donde se acepta la terminología sin cuestionamiento alguno.
22 carlos Basualdo, en “identity Paradox”, p. 90. Las subastadoras Sotheby’s, Christies’ y más recientemente Phillips de Pury
le dedican dos subastas por año al arte latinoamericano, y la feria latinoame-
ricana de arte Pinta, celebró su sexta edición en Nueva York y su segunda en
Londres en el 2012. Sotheby’s y Christie’s venden obra de la época colonial
hasta la contemporánea, pero su enfoque principal ha sido cuadros igurati-
vos, sobre todo de la primera mitad del siglo xx. En Phillips de Pury y Pinta
se promueve mayormente la abstracción de la posguerra y el arte contempo-
ráneo, dos áreas que la crítica ha cuestionado en torno a la categorización del
arte latinoamericano. Sin embargo, el texto de presentación de Pinta promete
que la feria mostrará “obras de calidad de museo representativas del arte abs-
tracto, concreto, neo-concreto, cinético y conceptual, al igual que de otros
movimientos contemporáneos de arte”; así, deja de lado las obras igurativas
de la primera mitad del siglo xx de tendencia social, surrealista o fantástica
con el in de romper con los estereotipos, promover corrientes más internacio-
nalistas y fomentar un nuevo tipo de coleccionismo.21
En efecto, la crítica alrededor de la producción latinoamericana con
frecuencia separa la primera mitad del siglo xx de la segunda. Basualdo, por
ejemplo, erróneamente señala que “desde las primeras décadas del siglo xx
hasta los noventas […] habían escuela regionales claramente deinidas en
conversación o con Europa o Estados Unidos, pero sólo ocasionalmente entre
ellas mismas”; empero, con la llegada de la globalización esas circunstancias
cambian.22 Es más acertado reconocer que desde el surgimiento de las van-
guardias, en la década de 1920, ha habido un diálogo fecundo intrarregional
que aún está por investigarse a profundidad. Gracias a una nueva generación
de historiadores del arte, cada vez más se contrarrestarán los efectos de la
marginalización del arte latinoamericano —perpetuada por el discurso hege-
mónico durante décadas— con nuevos estudios y descubrimientos que mo-
diicarán la comprensión, no sólo de la región, sino de la trayectoria del arte
moderno en general.
La exposición El verbo es conjugar es un buen punto de partida. A tra-
vés de resonancias formales y temáticas podemos apreciar las bases comparti-
das en el arte de México, Argentina, Uruguay, Cuba, Perú, Brasil y Chile. Este
recorrido desde los años veinte hasta los noventa nos enseña a desconiar de
las narrativas que enfatizan la ruptura y dejan de un lado la continuidad. En la
selección de obras que integra paisajes, desnudos, bodegones y abstracciones,
nos percatamos de otras vertientes del arte latinoamericano que se relacionan
a la experimentación formal, a la búsqueda de lo absoluto y a las diversas apro-
ximaciones a la belleza. Esta exposición demuestra que aún quedan muchas
historias por contar.

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