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Reper To Rio Poetic o Luis Edgardo Ramirez
Reper To Rio Poetic o Luis Edgardo Ramirez
REPERTORIO
POETICO
DE
L I B R E R I A PINANGO
AVENIDA DRDANETA - ESQUINA DE VEROES
EDIFICIO iAMERICA» - 5.0 PISO, OFICINA 512
TELEFONO 83 80 89
CARACAS
PROEMIO
EL VERSO
En el sentido corriente, verso es todo conjunto solidario de palabras
sujetas a ritmo, medida y frecuentemente rima. El ritmo puede ser
métrico o interno. El ritmo métrico, llamado también acento rítmico
obligado, da unidad al verso y recae en vocales determinadas según
la cantidad de sílabas que tenga el verso. Tenemos así que el
decasílabo, el endecasílabo, el dodecasílabo, el alejandrino (o de
catorce sílabas), tienen su respectivo ritmo. Es algo muy parecido a
los compases musicales.
LA MEDIDA
Consiste en la cantidad de sílabas métricas que tiene el verso; sílabas
métricas, no gramaticales, pues para medir el verso se tienen en
cuenta algunas modalidades de pronunciación por las cuales se ligan
en una sola emisión de voz dos o más sílabas gramaticales; también
tenemos que si el verso termina en una palabra llana, se cuentan
todas sus sílabas; si termina en palabra esdrújula, se cuenta una
sílaba menos, y si termina en palabra aguda, se cuenta una sílaba
más. Aclarando esto con ejemplos, tenemos que nuestro Himno
Nacional, formado por un Coro con cuatro versos y tres estrofas de
ocho versos cada una, posee un metro hexasílabo; son, pues, para
cada verso seis sílabas métricas distribuidas así:
1 2 3 4 5 6
1 2 3 4 5,6
quel / yu / go / lan / zó
1 2 3 4 5 6 7 8
... que / cuan / do / pin / tas / tus / san / tos
no / tea / cuer / das / de / tu / pue / blo;
que / cuan / do / pin / tas / tus / vír / genes
pin / tas / an / ge / li / tos / be / líos
Hay versos de dos, tres, cuatro, etc., hasta catorce y más sílabas;
según el número de sílabas, se denominan bisílabos, trisílabos, etc.
Los versos de dos o de tres sílabas y aun los de cuatro, generalmente
se prestan para acompañar a otros versos de mayor extensión, por lo
cual se llaman versos o pies quebrados, y no pueden ir muchos de
ellos seguidamente. Cuando tal cosa sucede, el ritmo indica que
dichos versos forman grupos de mayor número de sílabas. Los
cuadrisílabos seguidos forman con su ritmo una especie de sinfonía,
como se observa en el famoso Nocturno (III) de fosé Asunción Silva
(v. este REPERTORIO).
Una noche,
una noche - toda llena - de murmullos, - de perfumes - y de músi - ca
una noche, [de alas;
en que ardían - en la sombra - nupcial y húmeda - las luciérna - gas
[fantásticas...
Entre los de doce sílabas, los hay con dos partes de seis cada uno:
Recibe el nombre de cesura el intervalo que hay entre esas dos parles
de un mismo verso: cada una de dichas partes lleva el nombre de
hemistiquio. La pausa divide versos; la cesura es el intervalo entre dos
hemistiquios.
PAREADOS
Los pareados o dísticos son versos que van por parejas y que,
generalmente, riman uno con otro. En este REPERTORIO tenemos el
Poema de la culpa, un ejemplo de versos pareados, que empieza así:
TERCETOS
RIMA
La rima consiste en la igualdad o semejanza en el sonido de dos o
más palabras, desde la última vocal acentuada. La rima es perfecta o
consonante si desde la vocal acentuada todas las letras prosódicas
son iguales. Ejemplos: luces y cruces, haces y naces. La mayor parte
de los refranes castellanos busca el recurso de la rima para ser
recordados con facilidad:
CUARTETOS
CUARTETA Y REDONDILLA
PRÓSPERO INFANTE
(Mate y tabaco)
QUINTETO Y QUINTILLA
El quinteto es una estrofa de cinco versos de arte mayor, con rima al
arbitrio del poeta, con dos modos principales: riman entre sí los
a a a a
versos 3° y 4. , y el 2. con el 5. , o también 1." con 3." y 5. , y el 2."
con el 4.":
ESPRONCEDA
SEXTINA Y SEXTILLA
OCTAVA Y OCTAVILLA
DÉCIMA O ESPINELA
a
a
Consta de diez versos octosílabos, que riman así: 1. con 4." y 5. ; 2."
a a a
con 3. ; 6." con 7." y 10. , y el 8." con el 9. . De esta estrofa, tan llena
de ritmo y gracia, hay ejemplos abundantes en
nuestros poetas llaneros, cuando glosan coplas populares del Llano
venezolano. Véanse en este REPERTORIO los poemas Rosalinda y
otros de Ernesto Luis Rodríguez; Palabreo en la muerte de Andrés
Eloy Blanco y De la Pascua a San Fernando, de Víctor Vera Morales.
Este último poema empieza así:
De la Pascua a San
Fernando, de Guasdualito
al Yagual, la copla es un
rezongar
en curiara navegando.
Sánchez Olivo cantando
en bongo de la porfía,
busca la canta perdía
entre las cuerdas del viento,
y el Arauca es un lamento
que llora en la lejanía...
SONETO
SILVA
ROMANCE
M. A. OSORIO JIMÉNEZ
CONCEPTOS
FRANCISCO AYALA
I GRACIAS !
LA RAMERA
Humanidad pigmea,
tú que proclamas la verdad y el Cristo
mintiendo caridad en cada idea;
tú que, de orgullo el corazón beodo,
por mirar a la altura,
te olvidas de que marchas sobre lodo;
tú que, diciendo hermano,
escupes al gitano y al mendigo
porque son un mendigo y un gitano.
Allí está esa mujer que gime y sufre
con el dolor inmenso con que gimen
los que cruzan sin fe por la existencia.
¡Escúpela también!¡anda!... ¡No importa
que tú hayas sido quien la hundió en el crimen,
que tú hayas sido quien mató su creencia!
VISION
ERNESTO R. AHUMADA
MADRE
LAMBERTO ALARCON
MADRE:
flor
de dolor,
lirio angustiado
en la cruz del amor crucificado
como el sagrado
cuerpo del Señor.
Madre:
son
de canción,
céfiro blando...,
tu nombre celestial me está cantando
en un claro rincón
del corazón.
Madre:
sabor
de amor:
dime qué tienen
tus blancas manos pálidas
que pueden suavizar mis asperezas,
y en el dulce fervor de las plegarias
son bálsamo de todas mis tristezas...
Madre:
fulgor
de amor,
rayo divino,
tú le das a mi afán de peregrino
la luz que alumbra el lóbrego camino
por donde llevo a cuestas mi dolor...
Madre:
luz y alegría...,
¡oh santa madre mía!,
con tus labios piadosos
secas mi llanto de melancolía...
No sé qué tienen tus benditos labios
que borran desagravios cuando besas,
y me enseñan más ciencia que los sabios
si una oración por el que sufre rezas...
El lirio puro de mi charca inmunda,
que ha hecho blanca mi noche tenebrosa,
madre, madre, tú has sido.
Y cuando yo por otros he sufrido,
lo has sufrido por mí, madre piadosa.
Y cuando viste que mi incierto paso
vacilaba en la senda de mi vida,
se levantó la línea de tu brazo
señalándome el bien, ¡madre querida!...
Madre:
fulgor
y rayo,
amor
y luz...,
bálsamo claro de mi triste infancia,
caricia en mi doliente juventud...
Madre: sé lluvia en mi desierto..., escancia,
en el afán voraz de mi inquietud,
la dulce esencia, la palabra de oro
que alumbrará mi noche con tu
luz, y anegará mi vida en la
fragancia de tu alma
luminosamente azul...
VIDA
De caracola y rocío
y estulticia y agua lenta
se formó su piel,
violenta, con el aluvión
del río.
No podrán pensar que es mío
su Dios del Bien y del Mal,
si al rescoldo de un fanal,
como digo, de agua lenta,
se formó su piel, violenta,
de légamo y pedernal.
RESPUESTAS DE MADRE-CIELO
INSOMNIO
Es de noche; pasa
rezongando el viento
que duebla los sauces
cuasi contra el suelo.
En el fondo oscuro
de mi rancho viejo,
tirao sobre el catre
de lecho de tientos,
aguaito las horas
que han de traerme el sueño,
y las horas pasan,
y ni yo me duermo
ni duerme en la costa
del bañao el tero,
que a ocasiones grita
no sé qué lamento
que el chajá repite
dende aya muy
lejos..
………………………………………………..
¡Pucha que son largas
las noches de
invierno! A través del
turbio cristal del
recuerdo van mis
años mozos pasando
muy lentos.
Y dispués que gozo
si a vivirlos güelvo,
pensando en los de aura
no sé lo que siento...
I
Noviyos sin guampas,
yeguas sin cencerro,
potros que se doman a juerza e'cabresto;
bretes que mataron los lujos camperos;
gauchos que no saben de vincha y culero;
patrones que en auto van a los rodeos...
Y viendo en tropiya
venir mis recuerdos,
le hice unas caricias, y dende esa tarde
pa los dos alcanzan mi pan y mi techo.
Mientras tomo mate,
se echa cerca el juego,
y cuando al dormirse siento que soyoza
como si el pasado le golviese al sueño,
se enrieda en la trenza
de mis pensamientos
este tiento suave, de tanto sobarlo:
«Mujeres y perras..., tuinas son lo mesmo.»
LA GÜEYA
Hoy de madrugada
yegué a mis taperas
y oservé en el pasto, mojao p'el sereno,
yo no sé qué güeyas...
Dentré y a mi china
la encontré dispierta...
Pulpero, eche caña, que tengo la boca
lo mesmo que yesca...
Yo tengo, pulpero,
pa que usté lo sepa,
la moza más linda que han visto los ojos
en tuita la tierra.
VERDADES AMARGAS
Anónimo
A SOLAS
¡Amor arrepentido!...
¡Ave que quieres regresar al nido
a través de la escarcha y la neblina!...
Amor que vienes aterido y yerto...
¡Donde fuiste feliz ya todo ha muerto!...
DISTANCIA
OJOS de mi amada
untados de dulzura inmarcesible,
¡ojos luminosos...!
Espejos de tu alma inmaculada.
Una sola mirada
me contagia la luz de tus entrañas.
Si me miras siempre,
colocaré mi amor en tus pupilas
y tu voz en mi esperanza.
¡Mírame!... ¡Mírame! Largamente...
¡Quiero que tus ojos se graben en mi vida
y me sigan mirando más allá de la muerte...
! Ojos infinitos...
Ojos de añoranza que trazan mi destino...,
abiertos cual la aurora me trazan el camino,
con su rocío florido... fertilizan mi amor.
Ojos que parecen sonrisas de los niños...
Como rayos de luna,
como mis pensamientos.
Yo los veré cerrados cuando vele tu sueño.
Y soñaré contigo el despertar del tiempo.
Cuando mires ansiosa el trigal que madura,
comprenderás entonces mi esperanza añorada.
Tendré tus negros ojos, que serán mis estrellas,
y ya tendré tus manos.
Y tú tendrás mi vida millonaria de ensueños.
¡Y tu grácil presencia
con mi dicha alcanzada
sumergida en mi alma...!
AMOR FUGAZ
Y en el playón solitario
donde el cantar se me abisma,
no me atrevo ni a soñar
el cielo de tus pupilas.
La que le arrulló el
mutismo y fue aljibe en su
desierto. Tan cerquita ayer,
Maruja, y hoy tu cariño tan
lejos.
La que a los rotos de su alma
zurció una gasa de afecto,
y a su pantalón raído
el aliivo del remiendo.
El cañaveral tremola
como regando un secreto:
«Maruja jugó el cariño»,
dice el capacho del viento.
El canoero se clava
la ponzoña del recuerdo.
Maruja, Maruja, «¡uja!»,
se mofa lejano el eco.
Ninguno que mire el Caipe
diría que está creciendo:
son afluentes del río
los ojos del canoero.
—Acompáñame, compadre,
al paso de Peñón Negro,
para que cuente mañana
qué rumbo cogen los muertos.
El viejo Braulio se
asoma arrebujado en el
sueño y mira en la
empalizada el bulto del
canoero.
La palanca de araguato
afíncasela en el pecho
y un golpe de agua salpica
y ondula en la orilla trémulo.
Yo vi el espanto abismao
cuando el medanal crucé,
y al pasarle por un lao
pa la remonta miré,
y como solo me
hallé
me acordé de Juan Parao,
«el del caballo jerrao
con el casquillo al revés»...
Yo canto lo que soñé
con el sol de los venaos.
Clavelito colorado
que de la mata cayó
todo lleno de rocío,
¡ cómo te cogiera yo!
La madrugada se ahoga
en los esteros del hato;
el alba, toro araguato,
viene sin pica ni soga.
Humitos ponen en boga
sueños de café colado.
Le echa cuentos al ganado
ñénguere madrugador,
y canta el ordeñador:
«Clavelito colorado.»
GUARIQUEÑITA
LA REINA INDIA
La presiento
pendiente sobre mi vida.
Yo la diré: mi reina.
Mi reina india.
Entonces,
floreceré en ofrendas.
En la siesta implacable,
salado de sudor,
yo lanzaré mi lanza vibradora,
mi lanza aérea y larga.
Es fiero el tigre
de hermosa piel.
Y pondré la piel ante sus pies pequeños.
Otra vez,
asaltaré la guarida del artífice,
se crisparán mis dedos en su garganta seca.
El tendrá cerámicas,
y vasos,
y joyas labradas,
y yo las pondré ante sus pies pequeños.
Encontraré:
las piedras sagradas
de colores jaspeados
que hay más allá de las montañas.
Las cosas raras. Las cosas bellas.
Las cosas que atraen a las mujeres.
Las cosas bellas. Las cosas raras.
Y sobre todo,
¡cómo floreceré yo en cantos,
vibrantes de rica armonía,
sentado ante sus pies pequeños!
Ella, en cambio,
me dará todo su amor.
Su amor terso y suave,
como el vientre de una paloma herida.
Suave y dulce,
como una palabra de consuelo.
Dulce y sensual,
como el sol del trópico.
Sensual y bello,
como una frente blanca.
Ella, en cambio,
me dará todo su amor.
Y yo la llamaré
mi Reina India.
PARÁBOLA DE LA MADRE
Al alba,
cuando la luz dorada apenas ilumina,
una criatura aún endeble y vacilante,
la sombra que acaricia sus pies
es larga inmensamente.
EL ROSAL
I
EL ENTONCES
II
EL RUEGO
III
EL OLVIDO
POSESIÓN DE LA TIERRA
Una batalla,
un golpe duro contra mí mismo,
unas sílabas desgarradas
bajo la noche cruzada de relámpagos.
De mi memoria salen rostros
lluviosos,
peces de luto, barcos ciegos,
suburbios junto al mar,
calles con una luz al fondo
y estatuas de ceniza.
NO SOY YO SOLO
Pero no soy
yo solo
quien inclina la frente
bajo el peso de sus propias imágenes.
8i
No soy yo solamente
quien calla
junto a la vida.
Tú también
en tus hombros, donde se abren
y cierran
los labios de la luna,
sostienes la arquitectura del silencio,
las nubes
de la pasión, el lento cielo
del olvido.
No soy yo solo
el ávido, el alucinado.
CRIATURA NOCTURNA
Abandono mi sepultura
y corro calle abajo de mí mismo como un loco triste
perseguido por atroces guardianes.
Yo pulso mi corazón
para que cante tu
gracia. Tú naciste en
Altagracia, donde
zumba el galerón.
Has puesto en cada
bordón de tus arpas
sabaneras todas las jaulas
caseras con que trina tu
sonrisa cuando te roba la
brisa
tu risa cascabelera.
JUNTO AL MAR
Entre tanto,
la ventana del mar es infinita;
y en su ojiva de amor, de enredadera,
de gótico gemir, de vino antiguo,
está cantando la mujer primera.
EL MAR
LA CARRETA
TU, MI SONETO
ENSUEÑO
AMOR
Te llevo en mi pensamiento
y en cada verso que digo,
despierto sueño contigo;
dormido cerca te siento;
chismoso me dice el viento
que aunque lejana te pierdas,
siempre mis besos recuerdas
que no te sienta perdida,
que en el cuatro de mi vida
TUS CABELLOS SON LAS CUERDAS...
ACTO
De la casa en hombros
lleváronla al templo,
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.
Al dar de las ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos;
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron
y el santo recinto
quedóse desierto.
De un reloj se oía
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba...
que pensé un momento
«¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!;
De la alta campana
la lengua de hierro
le dio, volteando,
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila,
formando el cortejo.
La piqueta al hombro,
el sepulturero,
cantando entre dientes
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba;
reinaba el silencio;
perdido en las sombras,
medité un momento:
«¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!...»
En las largas
noches del helado
invierno, cuando
las maderas crujir
hace el viento y
azota los vidrios el
fuerte aguacero, de
la pobre niña
a solas me acuerdo.
Ni un suspiro a mi cuidado
contestando a mi suspiro;
fuiste de duro zafiro
siendo de vidrio
quebrado. Ni un rosal
viejo y gastado mereci de
tus antojos; sólo me diste
despojos
de tu zarzal y tu roca,
que me sangraron la boca
y me cegaron los ojos.
Ni una mirada
siquiera, ni una
palabra sencilla, ni
siquiera la semilla de
una sonrisa ligera.
Cuando yo te daba entera
mi flor de luna y de lodo,
tú... pagabas a tu modo,
y así, mientras mi hidalguía
te daba cuanto tenía,
tú me lo negabas todo.
¿Qué te di? ¡Nada!... ¡Nada!
Mi beso recién comprado
y, en la fragua del costado,
una hoguera desbocada.
Te di mi huerta cercada
llena de rosas y lirios,
te di la voz y los cirios
de mis noches en desvela,
y un corazón sin cancela
roto de tantos martirios.
Te di mi risa y mi canto,
te di mi templo y mis ritos,
mi boca llena de gritos,
mis ojos llenos de llanto;
te di tanto..., ¡tanto, tanto!,
que darte más no podía,
y cuando ya no había nada
en casa que pidieras,
yo, para que no dijeras,
te di la casa vacía.
Pero... ¿para qué te digo
cosas que no han de
llegarte? Caña frágil que se
parte,
no entiende de mi buen
trigo, y ya ves: ni te maldigo.
¿Para qué? Desde aquel día
tu bajeza y mi hidalguía
se definen de este modo:
tú me lo negaste todo,
yo te di cuanto tenía.
Ni rencores ni perdón;
no me grites..., no me llores;
lo nuestro ya se acabó.
SONETO ENAMORADO
ESTAR ENAMORADO
Y ahora me pregunto:
¿Por qué razón estoy yo aquí? ¿Qué fuerza pudo
más que tu amor, que me llevaba
a la dulce anonimía de tu puerta?
¡Oh miserable vara que nos mides!
¡El Renombre, la Gloria..., pobre cosa pequeña!
¡Cuando dejé mi casa para buscar la Gloria,
cómo olvidé la gloria que me dejaba en ella!
LA VACA BLANCA
Y me dejó un pequeño
así de grande y como flor de harina,
con unos ojos como para un sueño
y el laberinto de su lengua china.
Y la nodriza y todo
cuanto del llano tuve, se me quedó en el llano...
La vaca me miraba..., me miraba de un modo,
que yo sentí la angustia de tenderle la mano...
LA RENUNCIA
He renunciado a ti serenamente,
como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;
como el que ve partir grandes navios
con rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amores bríos
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;
como el marino que renuncia al puerto,
y el buque errante que renuncia al faro,
y como el ciego junto al libro abierto,
y el niño pobre ante el juguete caro.
Te vi flotar en la bruma
que tu blancura aureola,
como un boceto de espuma
sobre un pedestal de ola.
Y tu mano pasionaria
aquella noche huyó en
vano, porque mi mano
corsaria fue gavilán de tu
mano.
No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo sólo sé que te vas,
yo sólo sé que me quedo.
encontrarás al acaso
estas coplas del camino,
como en el fondo de un vaso
roto una mancha de vino.
Al oído de la nieta,
tu voz de abuela hablará:
«Son los versos de un poeta
que no sé si existe ya...»
EN la esquina de Miracielos
agoniza la tradición.
Por la esquina de
Miracielos, en sus Miércoles
de Dolor, el Nazareno de
San Pablo
pasaba siempre en procesión.
Un aguacero de plegarias
asordó la Puerta Mayor,
y el Nazareno de San Pablo
salió otra vez en procesión.
En el azul del empedrado
regaba flores el fervor;
banderolas en las paredes,
candilejas en el balcón,
el canelón y el miriñaque,
el garrasí y el quitasol;
un predominio de morado,
de incienso y de genuflexión.
«¡Oh Señor Dios de los Ejércitos,
la peste aléjanos, Señor!>
En la esquina de
Miracielos hubo una breve
oscilación; los portadores
de las andas se
detuvieron; monseñor el
arzobispo alzó los ojos
hacia la cruz; la cruz de Dios,
al pasar bajo el limonero,
entre sus gajos se enredó.
Sobre la frente del Mesías
hubo un rebote de verdor,
y entre sus rizos tembló el oro
amarillo de la sazón.
—Desengáñese, comadre,
que no hay angelitos negros.
Pintor de santos de alcoba,
pintor sin tierra en el pecho,
que cuando pintas tus santos
no te acuerdas de tu pueblo;
que cuando pintas tus vírgenes
pintas angelitos bellos,
pero nunca te acordaste
de pintar un ángel negro.
EL REGRESO A LA MADRE
De Chachopo a Apartadero,
camina Luz Caraballo,
con violetitas de mayo,
con carneritos de enero;
inviernos de ventisquero,
farallón de los veranos
con fríos cordilleranos,
con riscos y ajetreos,
se te van poniendo feos
los deditos de tus manos.
La cumbre te circunscribe
al solo aliento del nombre;
lo que te queda del hombre
que quién sabe dónde vive;
cinco años que no te escribe,
diez años que no le ves,
y entre golpes y traspiés,
persiguiendo tus ovejos,
se te van poniendo viejos
los deditos de tus pies.
y la guitarra la enjaza;
eso, si usted tiene raza,
dígale a Juan Pablo Páez.
Y si no hay en el castillo
guitarra pal prisionero,
échele un fiao al ranchero
de una vela de a cuartillo;
que el copetico amarillo
le prenda Juan Pablo Páez,
y si en el patio le cae
la caldereta marina,
póngale la mano asina
y usted mismo me la trae.
PALABREO DE LA RECLUTA
o ha llorado el panadero
o el que come está llorando.
La verdad es la verdad;
los ricos le dan al pobre
por la Caridad del Cobre
su cobre de caridad.
Pero lo tuyo es bondad
de lo grande y lo sincero.
Lo tuyo no es el ventero
que no sabe, al dar el vino,
si se ha muerto el campesino
O HA LLORADO O EL PANADERO.
CLASE
—Amar y querer se
igualan cuando se ponen
parejos el que quiere y el
que ama.
—Querer no es lo que tú
sientes, querer no es lo que tú
piensas; tu querer de agua
tranquila
ni bulle ni arrastra piedras.
es tener el corazón
entre las manos guardado,
y si Ella pasa, sentir
que se nos abren las manos;
es haber amanecido
sin habernos explicado
cómo sin haber dormido
pudimos haber soñado.
Y en el querer lo
estupendo, y en el amar lo
profundo,
es que algo le toque al mundo
de lo que estamos queriendo.
LA QUE NO VUELVE
LA HILANDERA
.
CANTO DE LOS HIJOS EN MARCHA
Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas
negras; que no vengan todos a pasar la
noche rumiando pesares, mientras tú me
lloras; que no esté la sala con los cuatro
cirios
y yo en una urna, mirando hacia arriba;
que no estén las mesas llenas de
remedios,
que no esté el pañuelo cubriéndome el rostro,
que no venga el mozo con la tarjetera,
ni cuelguen las flores de los candelabros,
ni estén mis hermanas llorando en la sala,
ni estés tú sentada, con tu ropa nueva.
Madre, si me matan,
que no venga el hombre de las sillas negras.
Lléname la casa
de flores regadas como en una selva.
Déjame en tu cuarto, cerca de tu cama;
con mis cuatro hermanas, hagamos consejo;
tenme de la mano, tenme de los labios,
como aquella noche de mi padre muerto,
y al cabo, dormidos iremos quedando,
uno con su muerte y otros con su sueño.
Madre, si me matan,
que no venga el coche para los entierros,
con sus dos caballos gordos y pesados,
como de levita, como del Gobierno.
Que si traen caballos, traigan dos potrillos
finos de cabeza, delgados de remos,
que vayan saltando con claros relinchos,
como si apostaran cuál llega primero.
Que parezca, madre,
que voy a salirme de la caja negra
y a saltar al lomo del mejor caballo
y a volver al fuego.
Madre, si me matan,
que no venga el coche para los entierros.
Madre, si me matan
y muero en los bosques o en mitad del llano,
pide a los soldados que te den tu muerto,
que los labradores y las labradoras
y tú y mis hermanas, derramando flores
hasta un pueblo manso se lleven mi cuerpo,
que con unos juncos hagan angarillas,
que pongan mastranto y hojas y cayenas
y que así me lleven hasta un cementerio
con cerca de alambres y enredaderas.
Madre, si me matan,
ábreme la herida, ciérrame los ojos
y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo
y esa pobre mano por la que me matan,
pónmela en la herida por la que me muero.
Llora en un pañuelo que no tenga encajes;
ponme tu pañuelo
bajo la cabeza, triste todavía
por la despedida del último sueño,
bajo la cabeza como casa sola,
densa de un perfume de inquilino muerto.
EL VIOLIN DE Y A N K O
DOLIENTE ROSAL
ANGUSTIA DE TENERTE
POEMA DE LA CULPA
CARTA A USTED
SE DEJA DE QUERER
POEMA DE LA ESPERA
NO ERA AMOR
EL PEQUEÑO DOLOR
M i dolor es pequeño,
pero aun así bendigo este dolor,
que es como no soñar después de un sueño,
Es la paz voluptuosa
de contemplar los ojos de la mujer amada,
y ver morir las tardes o cortar una rosa,
y sonreír después, sin decir nada...
A ti te es necesario
gritar por las aceras: «¡Esta mujer es mía!»,
con el gesto arrogante de un corsario
que se escapó de una litografía.
A ella le dices:
«Me gustas», simplemente,
con la jactancia de los aprendices
COMO EL MAR
LA MUJER
EL FUEGO
SIN PALABRAS
Un cementerio de pueblo,
perdido en un pedregal,
con unas poquitas cruces
y unas matas de radal.
Va oscureciendo. Un paisano,
ante la tumba olvidada
del hijo, viene a rezar.
Se santigua por dos veces,
y luego así le hablará:
No he sabido perdonar;
pero se las di en el pecho
y no en el medio 'e la espalda,
como a usted le dieron ellos.
SILBANDO
ELLA le pedía
con honda tristeza:
—No silbes, Lisandro.
¿No ves que silbando me apenas?...
Si tienes un silbo entre dientes
que en vez de tonada
parece un llorare,
parece una queja.
Mañana cumpliremos
quince años de vida en esta casa.
¡Qué horror, hermana, cómo envejecemosl...
¡Y cómo pasa el tiempo, cómo pasa!...
Llegamos niños y ya somos hombres;
hemos visto pasar muchos inviernos,
y tenemos tristezas. Nuestros nombres
no dicen ya diminutivos tiernos,
ingenuos, maternales; ya no hay esa
infantil alegría
de cuando éramos todos a la mesa.
¿Te acuerdas, hermana?...
Gravemente,
la voz querida comenzaba...
¡Siga!...
— ¡Bueno!...
LA ESTRELLA REMOTA
Quererte. A ti solamente.
Quererte, anhelarte, esperarte.
¡Soñar con el aura fragante
de tus sederías...!
¡Concentrar el alma que vagaba errante,
en torno de tus elegancias y tus alegrías!
Quererte. ¡A ti solamente,
con desvío absoluto
de todo lo que hay en el mundo!
¡Quererte
con cariño inmenso, con amor profundo!
TENIA RASON
CATECISMO GAUCHO
—Y... yo sé de la patria
que cuando hay invasores
que quieren rastrojiarte sus derechos...,
¡se les arranca el corasón del pecho
p' atarugar la jeta 'e sus cañones!
PASENSIA
NO LO HAGAS GALOPIAR
CEPOS Y CORAZONES
ANATOMÍA LÍRICA
FERNANDO R. CESTEROS
RECODO DE DESPEDIDA
SUBLIME CONFESIÓN
Y ahora
que recobro el aliento,
cuando vuelven a mi
nostalgias de futuros luminosos,
cuando he bebido
la angustia que transpiran los caminos,
cuando he sabido desbordar
la sangre
y estoy ansioso de volver al huerto.
TARJETA DE NAVIDAD
Por ahora
se hace necesario
buscar el rastro de todas las figuras
que trasciendan su fe de torpe aliento.
SENCILLAMENTE HOMBRE
Simplemente he querido
conjugar un enjambre de estaciones
en mí, frente a mí, con mi costado,
ávido a la ilusión de lo que vivo,
con la frente rellena en remolinos,
con los brazos
partiendo de los hombros,
y las manos crispadas, no ya manos:
puños,
erguidos,
levantados,
altivos en el surco de su mundo,
viriles en sus torpes bofetadas.
Un hombre, sólo un hombre,
con virtudes, con gritos,
con errores,
con desmayos, con goces, con orgullos,
vivencias, maldiciones.
EL PADRE
F. COPPEE
LA NACENCIA
Venía clareando;
s'oían a lo lejos
las risotás de los pastores
y el dolondón de los cencerros.
Besé a la madre y le quité mi hijo,
salí con él corriendo,
y en un regacho d'agua clara
le lavé tó su cuerpo.
Me sentí más honrao,
más cristiano y más güeno
bautizando a mi hijo como el cura
bautiza a los muchachos en el pueblo.
Tié que ser campusino,
tié que ser de los nuestros,
que por algo nació baj'una encina
del caminito nuevo.
Francisco salió:
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verle se lanzó feroz
contra él. Francisco, con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: «¡Paz, hermano
lobo!» El animal
contempló al varón de tosco sayal,
dejó su aire arisco,
cerró sus abiertas fauces agresivas
y dijo: «¡Está bien, hermano Francisco!»
Salía a la calle,
iba por el mente, descendía al valle,
entraba a las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo
desapareció, tornó a la montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
SONATINA
CARTA DE RECOMENDACIÓN
Zurcirá desgarrones
en la túnica de los serafines,
y traerá las esponjas y jabones
a la hora de bañar los querubines.
EL POEMA NEGRO
AQUELLA NOCHE
Sentándose en el lecho,
rodó por sus espaldas, desgreñada,
de sus negros cabellos la cascada;
en tanto que su pecho
hinchábase cual onda alborecente
y sus manos temblaban castamente.
Y el instante llegó.
Su mente en el pudor ya no pensó...
Lentamente en las sábanas se hunde...
La estancia en las tinieblas se refunde...
Siente ella el cuerpo acariciado y
preso... Febril resuena la explosión de
un beso... Un cuerpo con el otro se
comprime...
La besa él, con pasión le nombra...
Ella le abraza y con ternura gime;
hasta que raudamente entre la sombra
—cual eco virginal, ardiente y vivo—
se pierde un grito corto y convulsivo...
NOSOTROS
TU ERES EL AMOR
Tú eres el amor.
Naciste en mi vida como una flor.
Una flor de mi tierra. Y tu perfume perfuma
toda mi vida, y atrae mis pensamientos,
como si fuesen insectos violentos
en torno de la gran flor...
Tú eres el amor.
Maduraste en mi vida,
toda pura, y sabrosa, y colorida
como un fruto de mi tierra. Y tu sabor
es todo el gusto de mi vida, el deseo
de mis labios:
tú del beso tienes la forma y el calor...
Tú eres el amor.
Siembras en mi vida tu simiente:
¡y mira cuan fecunda es mi tierra! ¡Siente
cómo renaces en mis versos cada día!
¡Cómo abre, a tu sombra fresca y suave,
cada día una nueva flor!
¡Porque tú eres el amor!
Voluntariosos, quisieron
a una voz incorporarse,
y tanto pesa la muerta
que se quedan vacilantes.
Del guatacaro rugoso
se retorcía el mecate,
y un silbo de ánima en pena
llena de sombras el aire.
«Que la enterremos parece
decínolos Pancha Duarte»,
dueño de su voz robusta
grita Segundo Canache.
La enterraron en silencio,
todos con el gesto grave,
al pie de unos taguapires
que daban fondo al paisaje.
Y crecen piedras y flores.
Nace la cruz de apamate.
La campesina, en silencio,
con las manos sobre el
llanto:
«Pero si el Anima Sola
dice el cura que es el diablo...»
El indiecito suspira
alzando a veces los brazos.
Sus ojos de media luna
parecen dos surcos blancos.
Como una araña, la fiebre
tiende sus peludos tallos,
y el pecho del niño se hunde
bajo piedras de cansancio.
En el altar se atropellan
moscas, recuerdos y santos.
En la estampa derruida,
San Rafael, rey descalzo,
derrite un pez en la bruma
que le sube de las manos.
Y el Anima Sola es
sombra. El Anima Sola es
pájaro, mariposa, letanía,
desvelo, rumor y bálsamo.
Vive en las casas en piernas.
Vigila siempre los ranchos.
La han visto en el
paloapique y sobre la Cruz
de Mayo.
Pero nadie dice cómo
tiene la voz y los brazos,
porque el Anima es un eco:
tal vez la forma de un salmo
que eleva el pecho en angustia
hacia el calor de lo alto.
LA HIGUERA
En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Por eso,
cada vez que yo paso a su lado
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
«Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto.»
Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
RELIQUIA
EN la calle silenciosa
resonaron mis pisadas;
al llegar frente a la reja
sentí abrirse la ventana...
RAFAEL DE LEÓN(español)
Te quiero de madrugada,
cuando la noche y el trigo
hablan de amor a la sombra
morena de los olivos;
te quiero al atardecer,
cuando se callan los niños
y las mocitas esperan
en los balcones dormidos;
te quiero siempre: mañana,
tarde, noche... ¡Por los siglos
de los siglos! ¡Amén! Te
querré constante y sumiso,
y cuando ya me haya muerto,
antes que llegue tu olvido,
por la savia de un ciprés
subiré delgado y lírico,
hecho solamente voz
para decirte en un grito:
¡Te quiero! ¡Te quiero muerto
igual que te quise vivo!
El primero, indiferencia,
sonrisa que va y que viene
y que se adentra en la carne
como una rosa de nieve.
El segundo, de traición;
mi espalda ya lo presiente,
dejando sin primavera
un árbol de venas verdes.
Registro de tu novela,
página de tu diario,
escudo de tu cancela
y cuenta de tu rosario.
RAFAELDELEÓN(español)
Y de pronto, no sé cómo,
sin una razón precisa,
mi voz amarga y cansada
se fue quedando dormida.
Y cayó sobre mi alma
una lluvia dulce y fina,
que se fue cristalizando
en nieve delgada y fría.
Y ya no pregunté más,
corazón, si me querías.
Hubiera salido a ti
en lo dulce y en lo vivo,
en lo abierto de la risa
y en lo claro del instinto;
y a mí, tal vez, que
saliese en lo triste y en lo
lírico
y en esta torpe manera
de verlo todo distinto.
Yo te escuchaba lejano,
entre mis versos perdido;
pero sentí por mi espalda
subir un escalofrío,
y repetí como un eco:
«¡Cuando tengamos un hijo!...»
En tu cómoda de cedro
nuestro ajuar se quedó frío,
entre alhucema y manzana,
entre romero y membrillo.
¡Qué pálidos los encajes!
¡Qué sin gracia los vestidos!
¡Qué sin olor los pañuelos
y qué sin sangre el cariño!
Juramentos y palabras
están secos y marchitos
en un antiguo almanaque
sin sábados ni domingos.
TOITO TE LO CONSIENTO
RAFAEL DE LEÓN(español)
«Toíto te lo consiento,
menos faltarle a mi mare,
que una madre no se encuentra
y a ti te encontré en la calle.»
No vayas a figurarte
que esto va con intención;
tú sabes que por ti tengo
grabao en el corazón
el querer más puro y firme
que ningún hombre sintiera
por la que Dios, uno y trino,
le entregó por compañera.
Pero es bonita la copla
y entra bien por soleares:
«Toíto te lo consiento,
menos faltarle a mi mare.»
Y me enterao casualmente
de que la faltaste ayer.
Y nadie me lo ha contao,
nadie; pero yo lo sé.
Que tengo entre dos amores
mi cariño repartió;
si encuentro el uno llorando,
es que el otro lo ha ofendió;
y mira, nunca me quejo
de tus caprichos constantes:
«A la mare de mi alma
la quiero desde la cuna.
Por Dios, no me la avasalles,
que mare no hay más que
una, y a ti te encontré en la
calle.»
PROFECÍA
RAFAEL DE LEÓN(español)
ME lo contaron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hace un mes,
y me quedé tan tranquilo...
Otro cualquiera, en mi caso,
se hubiera echao a llorar;
yo, cruzándome de brazos,
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro
ni enredarme en maldiciones,
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Que te has casao? ¡Buena suerte!
Vive cien años contenta,
y a la hora de la muerte
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los
altares mi nombre se te
borró, por la gloria de mi
mare que no te guardo
rencor. Porque sin ser tu
marío, ni tu novio, ni tu
amante,
soy el que más te ha querío;
con eso tengo bastante.
Y haciendo un poco de historia,
nos volveremos atrás,
para recordar la gloria
de mis días de chaval.
«Quítate de la esquina,
chiquillo loco,
que mi mare no quiere
ni yo tampoco.»
Y mientras tú cantabas,
yo, inocente, me pensé
que nos casaba la nana
como a marío y mujer.
¡Pamplinas! Figuraciones
que se inventan los chavales;
después la vía se impone:
tanto tienes, tanto vales.
Por eso yo, al enterarme
que llevas un mes casa,
no dije que iba a matarme,
sino que me daba igual.
Mas como es rico tu dueño,
te vendo esta profecía:
Tú, cada noche, entre sueños,
soñarás que me querías
y recordarás la tarde
que tu boca me besó.
Y te llamarás ¡cobarde!,
como te lo llamo yo,
y verás, sueña que sueña,
que me morí siendo chico.
Y se llevó una cigüeña
«mi corazón en el pico».
Pensarás: No es cierto
nada. Yo sé que lo estoy
soñando. Pero allá en la
madrugada te despertarás
llorando
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querío;
con eso tengo bastante.
Por lo demás, to se orvía.
Verás como Dios te envía
un hijo como una estrella.
Avísame de seguida;
me servirá de alegría
cantarle la nana aquella:
«Quítate de la esquina,
chiquillo loco,
que mi mare no quiere
ni yo tampoco.»
ESTE VIVIR
MI RUEGO
ASI TE AMO
FLORA DELMIS(venezolana)
FLORA DELMIS(venezolana)
Í Madre!
Es un hondo vacío
mi alma sin tu calor.
¡Oh madre mía!,
está lleno de frío,
y al ver las rojas flores
entre esta algarabía
de los que tienen su madre viva,
a tu espíritu clamo
y sé que desde arriba
oirás y sabrás cómo te llamo;
que sigo la enseñanza que dejaste
en mi senda,
y hoy, como única ofrenda,
te dejo la blanca flor
de mi dolor,
regada con mi llanto,
donde reposan,
madre, tus cerrados labios
que se abrieron en besos...,
tu voz que me cantó el arrullo...,
tus brazos, mi protección, mi cuna,
toda tú, madrecita.
¡Oh mi madre bendita,
amada cual ninguna!
CANCIÓN DE NOCHE
AMOR TOTAL
Se enloqueció la pasión
cuando la luna brillaba;
la carne se te rasgaba,
y el alma se hizo emoción;
se desbordó el corazón,
y en un sollozo bendito
la selva se volvió grito
y se enrojeció de aurora;
floreció tu vientre ahora
con el lucero infinito.
DESEOS
JOAQUÍN DICENTA(español)
Luchamos, a no dudar,
como lo saben hacer
aquel que quiere salvar
la vida de una mujer
y el que la quiere matar.
BORIS ELKIN(argentino)
MI CHALA
TESTAMENTO
ESENSILLA nomas...
¿Pa qué me vas a tráir el curandero,
si el lazo que me tiene atao al mundo
ya se me va cortando, tiento a tiento?
Y sé que a lo mejor, cuando la noche
tienda su poncho negro,
ya habré estirao las patas
y habré pegao el último resuello.
Mejor es que vengas junto a mi catre
pa aprovechar el tiempo
y escuchar de los labios de tu tata,
que ya se va muriendo,
las palabras sencillas, pero güeñas,
que te quiere dejar por testamento.
Todita mi riqueza:
el rancho, mi caballo, los dos perros...
y otras cositas más que valen poco,
pa vos, m'hijo, las dejo.
Pero ¡eso sí, te pido
que les guardes muchísimo rispeto!
Que nunca las paredes de este rancho
te sirvan pa ocultar algo mal hecho.
No quiero que el caballo en un «descuido»,
en una de esas noches que no vemos,
se venga paletiando algún novillo
a lo mejor... ajeno.
N1 quiero que Cuzquito y el «Cuatrojo»
se te pongan mañeros
y se pasen al campo 'e los vecinos
a degollar ovejas y terneros
que al final... es mejor «aprovecharlos»,
ya que los animalitos están muertos...
O mejor dicho, pa'no andar con güeltas:
siga la güella que dejó este viejo
que llegó a los setenta
sin pisar más caminos que los «rettos».
¡Ah! ¡No me traigas el cura!
Y cuando muera, tampoco me lleves al cementerio.
Más bien, cava una zanja
en un rincón cualquiera del potrero,
y en lugar de esas flores
que ponen en las tumbas los puebleros,
deja que nazca el pasto, la gramilla...,
que es útil, por lo menos.
O mejor entuavía, planta un sauce
pa que sus raíces chupen de mi cuerpo,
pa que mi carne se transforme en sombra
que a lo mejor precisa algún viajero,
pa que mis brazos—que serán las ramas—
le empresten una horqueta a los horneros
y hagan un nido tibio
pa cuando venga un temporal de invierno;
pa que en el tronco
—cuando el tronco sea grande, fuerte y grueso—
escribas a cuchillo estas palabras:
«¡El camino mejor es el derecho!»
EL OVERO
EL COBARDE
BORIS ELKIN(argentino)
No la insultes, muchacho.
¿Te crés, porque es ramera,
que ya tenes derecho a pisotiarla
y decirle de todo pa ofenderla?
¡Estás equivocao! Ella merece
igual rispeto que tu madre mesma,
porque nació mujer; igual que todas.
Y si es mala..., también pudo ser buena.
¿Que aura la vida le torció su rumbo
haciéndole agarrar por mala güeya,
y anda vendiendo besos y caricias
como quien vende alcohol, tabaco o yerba?
Quién sabe si la culpa 'e su desgracia
no se debe a nosotros más que a ella,
que validos de astucias y de engaños
deshojamos la flor de su inocencia...
Y dispués..., cuando está bien palenqueada,
la echamos a la calle puerta ajuera
pa que le ponga sus caronas sucias
el primero que venga...
Y ya ves cómo aquello que bien pudo
ser fuente de agua dulce, limpia y fresca,
aura es triste charquito de aguas turbias
que revolvieron las pezuñas nuestras...
Pero que a veces, cuando un sol de enero
parece que nos tuesta
y andamos afiebraos por el camino
con la garganta seca,
nos vamos al charquito de agua sucia,
doblamos las rodillas junto a ella;
y tomando por boca y por narices
la encontramos tan linda al agua esa
qu'es mejor olvidar qu'es agua turbia
pa hacerle esta pregunta a la concencia:
«¿Por qué somos lo mesmo que los cerdos,
que antes de tomar el agua la ensucean?»
DE CARNE SOMOS
¿Echala a m'hija
porque viene a llenarnos de vergüenza
tráindonos de regalo ese nietito
sin que naides supiera?
¡Vaya un pecao más grande!
¿Que la gente ha de ráirse de nosotros?
¡Pacencia!
Y al final, ¿qué cara...ncho saben ellos
pa venir a meterse en casa ajena?
Mi hija es mi hija,
y su tata no la echa puerta ajuera
porque compriende bien que esa disgracia
le puede suceder a las más güeña.
Las leyes de la vida están escritas
dende que vino al mundo Adán y Eva,
y es al ñudo que el hombre escriba otras
pa marcar el camino 'e la decencia.
Tuitos somos de carne
y nos corre igual sangre por las venas. Y...
—perdonándome la comparancia—
también nos parecemos a las bestias...
¿Ellas? Se juntan como Dios manda.
¿Nosotros? Po'el civil o por la Iglesia...
Pero puestos a mirar las cosas
no se alcanza a notar la diferencia,
ya que al final del cuento nos risulta
que se han juntao... un macho... y una hembra
¿Qué culpa tuvo m'hija
si no pudo peliar contra esa juerza?
Pa mejor, comenzaron sus amores
cuando dentro a puntear la
primavera
—que jue pal tiempo que cortó el cabestro
el malacara pa seguir las yeguas—.
Cuando el toro rompió los alambraos
y al trotecito se nos jue la perra...
……………………………………………………
¿Échala a m'hija
porque viene a llenarnos de vergüenza
tráindonos ese nieto de regalo
sin que naides supiera?
¡Vaya un pecao más grande
lo de cumplir con lo que Dios ordena
y criar el hijo
en vez de malparir sin que la vean!
GUAPEANDO
BORIS ELKIN(argentino)
NUESTRA HORA
E. FERNANDEZ
MI MADRE
RETO
Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me haces llorar; pero un día
yo también te haré llorar.
¿O piensas en la hojosa
enredadera bajo la cual un tiempo
te veía peinar tu ensortijada
cabellera,
al abrirse los párpados del día?
EL DIAGNOSTICO
JULIOFLOREZ(colombiano)
i granado verde
se volvió de oro!
Claros campaneros,
suenan los badajos,
en cien campanitas
de coral, los pájaros
¡Se volvió sonoro mi granado verde!...
¡Te mandó su canto!...
MILAGRO DE AMOR
AQUEL DÍA
AMOR mío:
Si la muerte algún día nos separa,
nada tendrás de mí: ni un juramento,
ni un beso, ni una lágrima.
Tu corazón y el mío
se abrazan con las alas...
ORACIÓN
SEPARACIÓN
CACHIMBA
CASTIGO
ESCARMIENTO
HEMBRA
HOMBRADA
VICHANDO
OREIANO
LA CASADA INFIEL
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
PASADO
FINAL
CARTA
TRISTEZA
CELOS
TERNURA
EXPLICACIONES
La tormenta ya preparada
pronto quedará disipada
cuando tu cuerpo trémulo hacia mi cuerpo acuda...
Ven, ven pronto a mis brazos,
¡Así, toda desnuda!
RECONCILIACIÓN
EN EL BOSQUE
Te daré el abanico
de las auroras,
te mostraré los frutos
que dan los altos árboles
para que seas amiga de las aves.
TUSOJOS
A UNA BELDAD
QUERER
EL DESPERTAR
TIEMPOS LEJANOS
A I……….
NOSTALGIA
DESTINO
I
iMUJERCITA encantada,
que sabes seducir con la mirada
y tienes en los labios
mayor sabiduría que los sabios...
¡Quién fuera en el silencio de tu alcoba
el lecho de caboa
que soporta—sin ruidos ni sorpresas—
esas cuatro arrobitas que tú pesas!
¡Quién fuera el crucifijo que te cuida
y te bendice cuando estás dormida!
La tela de la sábana
(blanca como la carne de guanábana)
que te cobija con cariño santo
y que, como tu cuerpo, huele tanto;
la enagua que colocas en la silla.
llena de olor de flor de manzanilla;
la cinta que desatas del cabello,
la medalla que cuelga de tu cuello,
y las botitas de charol, botitas
que conocen tus pasos y tus citas
y que nunca traición podrán hacerte
porque no saben sino obedecerte.
II
Quiero vivir contigo en una santa
paz campesina, en donde todo
canta de alegría y de amor... En los
trigales sacuden los turpiales
la seda de sus alas. Una fuente
junto al viejo jardín pasa sonriente.
El sol riega su rubia lluvia de oro
sobre el oro del trigo. Hay un
tesoro de púrpura real en el rosal
Y por la tarde el cielo es un cristal
azul. En la mañana
todo tiene perfumes de romero.
El viento, que es anciano y lleva cana
la cabellera, trae del sendero
vecino
el balar del cordero
campesino,
envuelto en un sabor de limonero
florido. Y el sol cubre
con un leve color de leche vieja
la ya escurrida ubre
de una oveja
recién ordeñada,
que juega en la majada
con su cria: un cabrito
de paso menudito,
inseguro
y sutil,
que tiene olor de níspero maduro
y cuya piel es de color de dril
oscuro.
III
I
LE cortaré las manos, para ejemplar castigo,
a quien desde hoy dé alguna limosna a algún mendigo,
para acabar con esa costumbre inveterada
de andar tanto haraposo por mi ciudad sagrada.»
II
Con el niño a la espalda y buscando agua pura,
hasta un frío pozo de honda linfa oscura
llegó, y a él asomándose para beber ansiosa,
sintió que al frío pozo rodó su carga hermosa.
I
YA viene el vals azul... ¿Por qué palpitas,
miedoso corazón, y no meditas
en la luz, en el ritmo y en las cosas?
Mira las azucenas primorosas,
las esquivas violetas exquisitas,
la carne blanca de las margaritas
y la carne rosada de las rosas.
II
(En un florero de cristal se esponja
un ramo de azucenas blandamente,
como la cabellera de una monja
que se peina a la orilla de una fuente.)
III
El arco traza su flexible huella
sobre las cuerdas frágiles, cual una
enamorada cinta de la luna
en las rubias guedejas de una estrella.
Y la armonía vaga
que entre la caja del violín se apaga
con el dolor de un monte solitario
llena las almas de febril delirio,
como la perezosa luz de un cirio
en la quietud solemne de un santuario.
IV
¡Amor, amor!... Para tu beso puro
es lo mismo la rosa que la espina.
¡Amor: mujer divina,
corona de laurel, trigal maduro!
V
Así cantó el violín... Varió sus galas
el clavel en los huertos
encendidos.
Sacudieron la seda de sus alas
las aves en los nidos.
¡Y rociaron esencias exquisitas
en el aire, en el alma y en las cosas,
la carne blanca de las margaritas
y la carne rosada de las rosas!
EL ELOGIO DE LA IGNORANCIA
I
EL viejo leñador de mis montañas,
que no aprendió a leer y no sabía
escribir, profesaba muy extrañas
ideas de odio a la sabiduría.
Y era bueno: jamás de su conciencia
rayos saltaron hacia extraño pecho;
todo el caudal de su serrana ciencia
fue dar razón para tener derecho.
Cuando asomaba el sol en la colina
y cantaban las aves y cantaba
la brisa su romanza campesina,
aquel leñador rústico se armaba
de su hacha de trabajo y por la senda
llena de sol y llena de frescura,
atravesaba la tranquila hacienda,
hasta internarse entre la selva oscura.
Era su solo empeño, ¡oh dulce empeño!,
cumplir con su tarea antes que todo
para tener contento siempre al dueño
y ganar su sustento de buen modo.
Y decía: «Si hubiese en una escuela
aprendido la ciencia y sus arcanos,
¿quién os daría de comer, abuela,
hijos, esposa, padre, madre, hermanos?
¡Oh bendecida y próspera ignorancia
de los labriegos, que en su ensueño breve
sólo ansian, como premio a su constancia,
vara y media de tierra suave y leve,
llena de placidez y de fragancia,
para cuando la muerte se los lleve!...
Por vos la gloria ignoran, humo vano;
por vos el lujo esquivan, vano empeño,
y en el esfuerzo de su propia mano
cifran su galardón, ¡divino sueño!
Saben que el agua hacia el abismo rueda,
porque es su ley rodar; que vuela el ave,
por sus alas; que huele la reseda,
porque perfuma; que la brisa es suave,
porque no es huracán, y que el sol brilla
porque alumbra; que amamos y sentimos,
porque vivimos, y que la semilla,
porque es semilla, da frutos óptimos.
Comprenden que ser malo es ser contrario
a ser bueno, y que por ser muy bueno,
tuvo Jesús suplicios y calvario,
pidió agua pura, ¡y se le dio veneno!
II
Divino olor de tierra removida,
de helecho virgen y limón maduro;
pomposa enredadera florecida,
que asciende como araña por el muro
y es columpio de alondras; naranjero
de oropomas olientes y lozanas;
rayo de sol que todas las mañanas
es un alfange de oro en el sendero;
fleco de luna que en los saucedales,
bajo la noche quieta adormecidos,
pone sedas de luz sobre los nidos
frágiles de los líricos turpiales...
Si el corazón que os ama con constancia
vive y muere en perenne noche oscura,
venid a mí, suavísima ignorancia,
que en cambio de alma quiero tu fragancia,
¡oh flor, y en vez de carne, piedra dura!
III
Asno sencillo de peluda veste,
que va todas las tardes al poblado
regocijando su vivir agreste
con ser humilde siempre y resignado:
buey que su cuello dobla bajo el yugo
y a la voz del gañán dobla sus bríos;
ciervo a quien nunca el cazador verdugo
hizo peñas saltar ni cruzar ríos;
gato de matemática y frailuna
quietud, que junto al fuego filosofa;
perro viejo y mañoso, que se mofa
todas las noches de la blanca luna;
cigarra eterna, que en la rama amiga,
ebria de sol y de verano eterno,
enseña aún a la incansable hormiga
que nada le valió ser su enemiga
ni guardar provisión para el invierno...
Quiero de esa ignorancia hacer mi honrosa
ilusión, y que en ella se consuma
mi ser y aprenda a ser como la rosa,
¡ que perfuma y no sabe que perfuma!
IV
Humo del viejo hogar, gris cabellera
que el viento riza y por el cielo extiende;
fragancia de la verde sementera,
que al sol—como himno de oblación—asciende;
alas de la dorada mariposa,
que humedecidas por sutil rocío,
robando sus colores a la rosa,
alzan el vuelo por el éter frío;
dulce oración de campesinos labios
que a ignorado confín levanta el
vuelo, acaso más allá de lo que el
cielo, espacio o aire azul llaman los
sabios... Humo, fragancia y alas y
oraciones, todo lo que del suelo se
levanta (¡hechas aroma, líricas
canciones; hechos canción, aromas de
la planta!), poned en este lírico recodo
de mi ser vuestra esencia redentora:
¡sabio vivir de quien lo ignora todo
y se siente feliz porque lo ignora!
V
¡Oh bendecida y próspera ignorancia,
que no conoce el mal de la existencia
y crece entre el frescor y la fragancia
de la montaña virgen, dulce ciencia!
Ignorancia de rústicos nacida
de la misma ignorancia, y más querida
cuanto más de la luz el brillo borre;
porque si el agua corre porque corre
y el cielo es muy azul por ser hermoso,
¿para qué averiguar, sabios mentidos,
si vale más un rey que un haraposo
y más los tronos de oro que los nidos?
Si polvo somos y hacia el polvo iremos,
si se ama al que ama y por su amor daremos
toda la vida, ¿a qué mentidos sabios,
querer saber, en líricos antojos,
por qué cuando se ven se aman los ojos
y, al juntarse después, se aman los labios?
LA SERENATA DE SCHUBERT
OTRA SOLEDAD
PRESENCIA
Yo sé el destino tuyo,
yo sé hasta dónde sube tu espíritu de humo
y hasta dónde desciende tu cuerpo de ceniza.
Yo sé cómo es tu vida,
yo también me
consumo
llevando el encendido metal de las pasiones,
quemándome en el llanto que arde en los velorios
y en la fiebre que danza en los salones.
Yo también me he sentido
humillado por besos de mujeres oscuras
y he regado mi pobre vanidad en los sitios
donde los gestos tienen suavidades de pluma.
Yo también me he sentido ardiendo en los carmines
de unos labios sutiles.
Hermano cigarrillo, aquí estamos de nuevo
registrando los amplios rincones de la noche,
y mientras paseamos nuestras divagaciones,
te consume la torpe avidez de mi boca
y me fuma el continuo transcurso de las horas.
Tú vas en los ascensos del humo piruetero,
yo asciendo en las brumosas columnas de mi verso
Amigo inseparable,
tú y yo somos un par de vanidades
vertiginosamente consumidas;
nuestra vida es vivirnos acabando
en una leve muerte de cenizas,
en una vida azul desintegrados.
Tú y yo somos iguales;
somos dos buceadores de la tierra mezquina,
somos dos ilusorios vagabundos del aire.
MATE Y TABACO
— ¡A mí no me faltó brío
para enamorar la Gloria!
— ¡Ayjuna!..., no me da envidia
los halagos de tu suerte.
Yo también sembré la muerte
de igual manera en la lidia.
Busqué siempre en el combate
contra los bravos de España,
en el fulgor de la hazaña,
el gusto amargo del mate.
—¿Y yo?... Que el mundo lo diga,
que de ello tiene una idea:
mascaba en cada pelea
tabaco de mi vejiga.
Me le encaro a la pereza,
y en lo que asoma el lucero,
le abro la puerta al chiquero,
cantándole a la dehesa.
Al golverme de la brega,
cuelgo al garabato el jico
y cojo mi guitarrico,
que, dócil, su voz me entrega.
Entonces cuento a la gente
algunas de mis hazañas,
o el amor que mis entrañas
sienten, alegre o doliente.
¡Caramba!... Si me acaricia
la mala suerte sañúa,
como la paja pelúa
me retoña la malicia.
ROMANCE DE LA BOHEMIA
MUJER DESNUDA
MATERIA DE AMOR
Es la torre de lucha
con la distancia y con el tiempo, con esas cosas sin sentido
que recordar ahora no debo.
PRIMAVERA
EL CORAZÓN ROTO
Comenzaba
a florecer, por donde yo pasaba,
nueva y gentil, la primavera mía;
sueños de paz y cantos de alegría,
la luz del sol en mi rincón entraba.
Entre las rosas tú te apareciste,
como siempre, reidora e inconstante,
salvando redes y tendiendo lazos...
NADA
LO QUE YO QUIERO
Lo que yo quiero
es encontrarte una noche
que la luna haya hecho bella
con motivo de su luz...
Una noche toda adornada
con un reguero inmenso de estrellas,
¡bellas... como tú!...
¡Noche incitadora al deseo del amor!...
Quiero que al encontrarnos
me mires fijamente;
quiero que me acaricien
primero tus ojos, toda tu mente...
Quiero que pienses mucho en mí...,
¡que te olvides de todo!...
Quiero darme cuenta
de que estás nerviosa,
¡como deseando algo...
que no debes hacer!...
Queriendo llegar a mí,
aunque nerviosa, temblando de emoción...,
de amor loca, suspirando ansiosa...
Quiero tomarte las manos,
atraerte a mí..., muy junto a mí...,
juntar tu pecho con mi pecho,
para, así, de tu corazón sentir los latidos:
que uno a uno vayan diciendo de tus ansias...,
tus anhelos... y tus deseos de besos y placer...
Quiero, después de sentir
todo tu cuerpo junto al mío,
mirarte la boca como pidiéndotela...,
¡suplicarte un beso... y otro... y otro!...,
y sentir los tuyos otorgados
en mi dulce silencio...
Quiero saciarme de tu boca,
de tus besos..., de tu aliento...,
¡morderte con locura los labios,
quedándote grabada con mis ansias para siempre,
con mis besos..., que más que con mi boca,
he de darte con el alma!...
Quiero besarte los ojos,
besarte al oído como nadie te ha besado...,
¡besarte en el cuello...
con un beso tan fuerte,
que sea el recuerdo de nuestro encuentro sagrado!.
¡besarte mucho... con besos que no has imaginado!
Quiero, cuando ya tu boca,
tus ojos y tu cuello me parezcan poco
para apagar esta sed furiosa de besos,
¡rasgarte el vestido...
y besarte las rosas que guarda tu pecho!...
Y ebrio de sensualismo,
en tus brazos sentirme niño...
Quiero verte enloquecida...,
gimiendo de goce..., adolorida...;
pero, con frases de ternura,
pidiéndome besos..., que te bese más..., »
¡que te bese... toda..., toda!...,
¡que te dé mi vida!...
Y quiero, cuando al fin te vea así,
como tanto te deseaba,
esbelta ante mí, como te vio Natura,
convertir esto que llamamos amor
en pasión ardiente..., en maravillosa ternura...
¡Y entonces los dos..., frente a frente...,
cometer una locura!...
Por la escala
de mis desolaciones,
subió hasta el paroxismo de la angustia
el más grande dolor de mis dolores.
EL DOLOR DE VIVIR
La poesía es un destino.
VICENTE ALEIXANDER.
AÑORANZAS
LLUVIA
VERSOS DE LA AUSENCIA
VIBRACIÓN
Esplendencia sonrosada
en tu mórbida blancura.
Alegría en llamarada
que te quema la ternura.
Y en el ritmo vehemente
que imprime tu caminar,
hay un calor indolente
que no se quiere apagar...
PRISIÓN DE TUS OJOS Y REMANSO DE TU VOZ
LA CARTA
SED
BUENAS noches...
—Buenas noches...
¿Solicita usted mi casa?
—No, perdóneme... Al azar
por el camino pasaba,
y es tanta la sed que tengo,
que al mirar por su ventana
el hilo tenue de luz
que hasta el camino llegaba,
para mi cansancio y sed
fue su luz una llamada...
¡Si fuera usted tan amable!...
—¿Descansar quiere?
— ¡Quiero agua!
Gentil ofrecióme asiento
sin decir una palabra,
y se perdió su figura
por una puerta entornada,
cubierta por un visillo
en el fondo de la
estancia. Los deseos me
indujeron a preparar la
celada...
Aventura pueblerina
que pensé ver coronada
si lograba introducirme
—no sospechoso—en la casa.
Muchas noches, en la sombra,
desde el camino miraba
con ansiedades de fiebre
aquella figura blanca
de mujer, que, extrañamente,
—no sé por qué—me hechizaba.
¡El vaso con agua fresca
me ofreció con tanta gracia!
¡Eran tan puros sus ojos
y tan dulce su mirada!
¡Tan cerca de mí se vino;
había tanta confianza
en el gesto con que el brazo
blanco y mórbido
alargaba..., que se me apagó
la sed antes de beberme el
agua!
PEDAZOS DE UN EXISTIR
Se le ha enfrentado a gigantes
de raigambre colosal,
que alargaban verdes sables
y agredían la oscuridad.
De acostarse en la sabana
a ver las nubes pasar
y en la cruz de los zamuros
recados a Dios mandar.
Y cuando la madrugada
se lave en el manantial
salir a escuchar el canto
de la vida al despertar.
ESTAMPA LLANERA
EVOCACIÓN
Cuando la pavita
que en los matorrales
dejaba recados de mala fortuna
me puso en el pecho
los celos cobardes,
yo solté la brida
y las dos espuelas
a mi muía bruna
le hundí en los i jares.
En el rancho e paja ella me esperaba.
Pero yo, que sentí arde mi sangre
con candela de amores muy grandes,
la celaba del viento y del agua.
Corrí desbocao,
llevando más rabia quiún toro,
más ponzoña que una macagua.
Y pensé en el otro...,
y entonces cogí su garganta,
y apreté con tal fuerza
y tal rabia
que la sangre en sus pechos e piedra
floreció como lirio e sabana.
Afuera, la luna,
mientras me alejaba,
pa no veme las manos con sangre,
se tapó la cara.
Entre los rastrojos, los perros en celo
aullaban..., aullaban..., aullaban...
ROMANCE DEL NIÑO PORDIOSERO
En tu fragancia deliro
con la nostalgia que sola
va derramando la ola
en la playa del suspiro.
Recuerdo la vida y miro
el tiempo de la inocencia
—frágil bosque de la ausencia
—, savia del árbol perdido,
recuerdo de lo vivido
sangrando con tu presencia.
Yo contigo en el amar,
contigo en el padecer
y contigo en el querer,
contigo por cielo y mar.
Corazón a despertar,
vena del cielo convida.
Y contigo por la vida
en el lecho de los huertos,
anclaré bajo los puertos
donde la muerte te olvida.
Hospital de mi vivir,
en el querer se desliza.
Lluvia de amor tu sonrisa,
borra el ansia de morir.
Cómo poder existir
y hacerle cunas al vuelo,
si perteneces al cielo,
si tienes tan tuyo el canto,
mientras me dejas el llanto
en los puertos del pañuelo.
LLOVÍA torrencialmente,
y en la estancia del Horcón,
como adornando el fogón,
estaba toda la gente.
Dijo un viejo de repente:
«Les voy a contar un
cuento. Aura que el agua y
el viento traín a la memoria
mía cosas que naide sabía
y que yo diré al momento.
No se asusten si mi cuento
les recuerda en este día
algo que ya no podía
ocultar mi sentimiento.
Vuelquen todos un momento
la memoria en el pasao,
que allí verán retratao,
con tuitos sus pormenores,
una tragedia de amores
que el silencio ha sepultao.
Alcancenmén un amargo
pa que suavise mi pecho,
que voy a dentrar derecho
al asunto, porque es largo;
haré juerza, sin embargo,
pa llegar hasta el final,
y si atiende cada cual
con espíritu sereno,
verán cómo un hombre güeno
llegó a hacerse criminal.
A la una de la mañana
del otro día justamente,
llegó el hombre de repente
convertido en fiera humana;
de un golpe echó la ventana
contra el suelo en mil pedazos,
y avanzando a grandes pasos,
ciego de rabia y dolor,
vio que su único amor
descansaba en otros brazos.
En la estancia se sabía
que la ingrata lo engañaba,
pero a él naide le contaba
la disgracia en que vivía;
por eso la Polecía
no hizo caso mayormente,
pues dijeron: «La inocente
se jue con su gavilán...,
y en cambio, los dos están
descansando eternamente.»
— ¡Ahijuna!—gritó un paisano—,
si es así lo que habla el viejo,
¡ése era un macho, canejo!
¡Yo le besaría la mano!...
—Yo soy—le gritó el anciano—.
¡Venga, m'hijo, bésame!...
Yo fui, m'hijo, el que maté
a tu madre disgraciada,
porque en la cama abrazada
con otro hombre la encontré.
EL SECRETO
ELEGÍA CREPUSCULAR
POEMA
SOLO
MILAGROSAMENTE
MUSICA TRISTE
MOMENTO OPTIMISTA
VAS A VENIR
ARCILLA
ESTA PRINCESITA
PRESENCIA
ORLANDO MATERAN ALFONZO (venezolano)
HUELLA PRESENTE
I
DESDE que tengo tu amor
soy una vaga sombra de otra sombra.
Desde que tengo tu voz entre mis voces
soy una débil llama de tus ecos.
II
Sé de ti por el aire tímido de la mañana,
por el agua fresca del riachuelo,
por el silencio nocturno que cruza por el campo.
III
¿Ves?
—Encadenados vamos, el uno al otro.
—Caída entre nosotros esta flor de música inoída,
no hay tiempo para oír otras voces profundas.
IV
Miro caer la lluvia. Y pienso en ti.
Adivino tu voz jugando a esconderse entre la niebla
(Por senda de fatigada bruma
anda el recuerdo en esta hora,
como un niño perdido entre las cosas amables
de un presentido día familiar.)
VI
En ti se hace verdad la melodía.
La clara melodía de la rosa.
A LAS MADRES
TERNURA
VOLUNTAD
TE ADORO
MENTIRA
SIEMPRE.
NOCTURNO
NOCTURNO
EL TINAJERO
TINAJERO,
tienes un corazón armonioso.
El agua,
que aprendió a cantar en la montaña,
se metió como un pájaro
en tu jaula.
El agua arisca, que aprendió a cantar
como los pájaros,
que corrió por la quebrada,
que se pintó de cielo,
no olvidó su cantar
entre tu jaula.
Tinajero,
no tuviste corazón
hasta que el agua se metió en tu jaula.
Eras sordo y adusto
como un viejo,
y hasta daba miedo contemplar tus rejas;
hoy tienes voz y frescura de mujer,
sabes cantar con voz clara
el ritmo de tu corazón
de piedra bárbara.
Tinajero,
esta noche has cantado tanto,
que la tinaja se colmó de agua
y se ha dado a cantar alegremente.
NOTAS
LA ESPERA
DE TU ESENCIA
¡Madre!...
La savia de tu vida fundióse en mi estructura;
el golpe de tu sangre me llena el corazón;
mi voz copió tus ecos; mi nombre, tu cadencia;
¡tu angustia vive intacta en mi honda vibración!...
De tu vida a mi muerte..., ¡qué larga la distancia!...
De tu muerte a mi vida..., ¡qué corta transición!...
De todo tu silencio..., ¡qué mundo de palabras!...
De tu palabra muerta..., ¡qué callado fervor!...
¿En dónde está tu esencia de brisa peregrina?
¿En qué secreto lirio tu mano se fundió?
¿En qué rosal palpita la flor de tus temores?
¿En qué callado arroyo se encuentra tu rumor?
La noche, que se aleja con paso de lucero,
te envuelve entre sus sombras, enreda tu emoción,
se enrosca en tu silencio, te mira tan inerte,
¡que llora en mil estrellas su pena y su dolor!...
¡Madre!
Ausente de mi vida, presente en cada sueño,
como una campanada en pleno corazón;
uniéndote a mi nombre, ceñida a mi tristeza,
¡mi grito y tu silencio se elevan hacia Dios!...
PENA
TU SABRAS
UN DOLOR
EL CRISTO DE MI CABECERA
RUBEN C. NAVARRO
BAÑISTA
Se le esponja el camisón,
y el mozo que la ha floreado
salta: —¡Permiso, cuñado,
que es conmigo la cuestión!
Luego se ajusta el calzón,
la engarza por la cintura
y con tanta donosura
se le mueve y la maneja
que la negra lo festeja
con una nueva figura.
Yo la he visto en Guayabal
y también en San Fernando.
Yo vengo el Llano cruzando
de paso para El Yagual,
y aunque decirlo esté mal
por parecer pretensión,
desde Guáchara al Cajón,
de Cazorla a Palo Santo,
¡no hay negra que baile tanto
como mi negra Asunción!
RETABLILLO DE NAVIDAD
DE SU esposo en compañía,
soñolienta y fatigada,
por ver si les dan posada
toca en las puertas María.
El le dice: —Esposa mía,
ten calma, vamos a ver...
Nos abrirán al saber
que te encuentras en
estado y un lecho busca
prestado tu niño para
nacer.
A la casa de un pastor
van por fin José y María;
sólo piden hostería
para que nazca el Señor.
Pero hay allí tanto amor
por los buenos peregrinos,
que la pastora sus linos
abandona en el telar
y al punto les va a buscar
cuajadas, panes y vino.
POEMA 12
POEMA 15
POEMA 20
FAREWELL
Yo no lo quiero, amada.
Para que nada nos amarre,
que no nos una nada.
AQUÍ TE AMO...
AQUÍ te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.
Se desciñe la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.
HE IDO MARCANDO...
CUERPO DE MUJER
LA CANCIÓN DESESPERADA
PERSEVERANCIA
CABECITA esquiva,
cabecita loca,
eres roca viva...;
pero en esa roca
plantaré un jardín
de suave fragancia.
¡Si la tierra es poca,
mucha es la constancia;
mi perseverancia logrará su fin!...
GRATIA PLENA
ALTAFLOR
EL VIENTO DE LA TARDE
Yo buscaré un escorpión
de uña retorcida y negra
y dejaré que en mi pecho
toda su ponzoña vierta.
TUS PIES
EL BESO
AMOR Y NAVIDAD
TODA DESEADA
NIÑO CAMPESINO
Yo descendí la cuesta
desbandando mi palomar de angustias
por los niños poetas,
por los niños pintores,
por los niños artistas
que nacen en las chozas de mi tierra
y se quedan mirando los barrancos
para toda la vida.
GLOSA
POEMA DE TU VOZ
LA ANTIGUA PLEGARIA
LA noche es un crisol
donde se funde el día.
Devoradora del tiempo,
encubridora de epílogos.
Sus fauces de neón
aprisionan pensamientos
y surgen de sus entrañas
siniestras sombras,
fantasmagóricas, enigmáticas.
En el seno pletórico
de leche y amor
la sublime canción
adormece al niño.
El jazz excita
y la carne enciende sus faroles.
Noche de resonancias,
de expectantes constelaciones. «,
La luna suelta sus cabellos.
Noche de presagios
y destruidos mitos.
Los ídolos de arcilla
sucumben devorados por los pájaros,
insaciables
engendros de la sombra.
El insomnio de cobre
suelta sus metales
y el corazón en vigilia
es la exacta balanza del olvido.
La noche se va de bruces
por los bajos del estero.
El corazón de un lucero
su amor le remite en luces.
Como el palmar, tú balbuces
canción de lejano acento,
y oscura risa del viento
—a través de tus orgullos—
pone a silbar sus cocuyos
sobre el llano amarillento.
El corazón se desflora
en la pena que lo muerde:
su esperanza, enantes verde,
ni un retoño la decora.
Mas su tristeza no llora
tu ausencia de los caneyes:
sus mieles de matajeyes
da a la noche que se abisma,
al ver que no eres la misma
que lo abrevó en sus
jagüeyes,
ÁMBITO
CREPÚSCULO
MARIA LEONZA
Yo no sé nada de historias.
Yo, que tan alba te quiero,
sólo sé que desde el fondo
menos claro de los tiempos,
después de la Inmaculada,
eres la gracia del pueblo:
la que perfuma sus noches,
la que madura sus huertos,
la que afina las guitarras
y enluna los limoneros,
la que humedece los labios
cuando los mira sedientos,
la que da fuerza a los hombres,
la que da espigas al suelo
y dulzura a las mujeres
en la fragancia del seno
para que chupen los niños
tu cariñito materno.
NAUFRAGIO
ESCUELA de la aceituna,
baile de los ruiseñores,
agua por entre las flores,
caracol de miel con luna.
Como esa postal ninguna
del amor jamás tendré,
porque juro, bajo fe:
Cuando uno está enamorado,
sueña el perfil del costado,
DUELE LA PLANTA DEL PIE.
MATERNIDAD
Si mi mano te toca,
tu voz, con la vergüenza, se romperá en tu boca
lo mismo que una copa.
REVELACIÓN
ROMANCE DE NAVIDAD
Se extendían en la brisa
los corales de los gallos.
—Esta noche es Nochebuena
—las madres velan cantando.
En las afueras la sombra
tiembla en un limbo dorado.
San Nicolás y el Niño
rompen la flor de un naranjo
y surge un jardín de nieblas
que les envuelve los pasos.
FLOR
I
FLOR se llamaba: flor era ella,
flor de los valles en una palma,
flor de los cielos en una estrella,
flor de mi vida, flor de mi alma.
II
¡Alli está! Blanca, blanca,
como la nieve virgen que el potente
viento del Norte de la cumbre arranca;
como el lirio que troncha mano impía
orilla de la fuente
que en reflejar su albura se enfreía.
¡Nada! Ni la
esperanza ni la fe del
creyente en la ribera
nueva,
en el divino puerto
donde la barca que las almas lleva
habrá de anclar un día;
ni el bálsamo clemente
de la grave, inmortal filosofía;
ni tú misma, doliente
inspiración, divina Poesía,
que esta arpa de las lágrimas me entregas
para entonar el salmo de mi duelo...
Tú misma, no, rio llegas
a calmar mi dolor...
¡Abrase el cielo!
¡Desgájese la gloria en rayos de oro
sobre mi frente..., y desdeñosa, altiva,
de su mal sin consuelo
al celestial tesoro
el alma mía cerrará su puerta;
que ni aquí ni allá arriba,
en la región abierta
de la infinita bóveda estrellada,
nada hay más grande, nada
más grande que el amor de mi hija viva,
¡más grande que el dolor de mi hija muerta!
REÍR LLORANDO
ADULTERA
SIN SOBRE
AUSENCIA
Me deslumhraba tu encanto;
al mirarnos, nuestro ser
era un astro, un fuego santo.
¡Qué triste es mirarse tanto
para no volverse a ver!
Y vi cómo te alejabas,
y cómo, ingrata, dejabas
un alma donde hubo dos...
Si era verdad que me amabas,
¿por qué me dijiste adiós?
LA BORDADORA
Al umbral de su aposento
y en la vieja mecedora
que ocupara muchas noches
sin dormir, hora tras hora,
en espera
del muchacho calavera
despegado del hogar,
debe estar mi madre ahora,
trabajando con sus manos,
con sus manos de señora
que no saben trabajar.
Y el esposo
que también a libre aspira,
y también sufre la cárcel
por soñar esa mentira.
Borda en tela que es más blanca que las rosas del jardín.
y a medida que la aguja forma pétalos de flores,
va bordando la memoria su tejido de dolores,
y sus ojos, empañados por el llanto, miran como
de sombrío tinte plomo
la blancura inmaculada de la tela de satín.
A hurtadillas seca el
llanto, que pudiera ver su
cuita mi hermanita,
la mayor:
mi hermanita, que es su encanto
y una ayuda en su labor.
LUNA DE MIEL
EN LA BAHIA
AMOR
Te vi,
te amé,
callé,
sufrí.
Lloré,
sentí,
morí,
recé.
Con fe,
dolor,
se fue.
Por fin,
amor,
carmín.
BESOS
MORENA
SONETO EN ROJO
SEMBRADORA DE AMOR
EN TU AUSENCIA
TU AMOR
ROSALINDA
ERNESTO LUIS RODRÍGUEZ (venezolano)
Yo jugué mi araguaney,
mi cobija y mi sombrero;
perdí todo mi dinero
—me quedé sin un centavo—,
y para sacarme el clavo
con los nervios amargados,
en la ley de un par de dados
se la jugué a un indio bravo.
PANCHO VALENTIA
En la sola pulpería
donde se cuela el camino,
la angustia de Luis Padrino
tuvo retozos de hombría.
Se fue tras de Valentía
con su potro y con su pena.
«Me llevaron la más buena>,
dijo rabiando el jinete,
y en el filo del machete
parpadeó la luna llena.
EL BOCHE
ECHANDO COCOS
Es un decir en la aldea
que al coco de Juan Palomo
no le lastiman el lomo
ni se le gana pelea.
¡Que se quiten esa idea!
Yo nunca a nadie provoco;
pero aunque me gusta poco
decir lo que ya presiento,
van a saber los del cuento
cómo se quiebra ese coco.
Se llena la pulpería,
el silencio gime ausente,
y en los ojos de la gente
pega saltos la alegría.
Como un reto a mi osadía,
Palomo frunce la cara;
su voz me revienta clara
cuando a servir lo provoco:
«¡Si eso no parece un coco,
sino una pobre tapara!»
LA VENADITA
LA COLEADA
Cintura de cuatro
nuevo sonando de son
a son, al pie del arpa
sacude
la canta y el camisón;
anima el contrapunteo,
apura el trago de ron,
y todo el patio llanero
le suena bajo el talón,
igual a como se
escucha la pólvora en
el cañón, el látigo sobre
el cuero, el cedro en el
ventarrón
y el dale-que-dale a pulso
la mano sobre el pilón.
LA NIÑA MUDA
EL SUEÑO DE LA DONCELLA
VOZ DE RESPUESTA
Maldonado de Castilla,
capitán de hombres de hierro,
fundó una histórica villa
entre el verdor de unos cerros.
Y la ciudad centenaria,
contemplando los luceros,
tiene alegre sus guitarras
cantando cantos sierreros;
tiene sus calles contentas,
con flores de cordillera,
porque ochenta
lustros unen: Historia, Fiesta
y Leyenda.
EL MASTRANTO
Tu perfume es fantasía
que al llano extenso y soleado
brindó el cogollo quebrado
al viento que lo mecía.
Viajó al potrero el ganado.
El sol reseca la zona.
Duro casco te ocasiona
con su marcha muerte atroz.
Y estrujado en tierra, aromas
a la brisa y a la coz.
Al llegar la Independencia,
sobre el llano dilatado
siguió aromando tu esencia
al rancho pobre y soleado.
¡Mastranto de mi querencia!
El eco de un alzamiento
corazón de madre enluta.
Se fue el hijo al regimiento.
También el llanto al recluta
libró tu fragancia, al viento.
Al cruzar la inmensidad,
hoy siembro optimista aliento
de borrar la adversidad
a tu perfume sediento.
Hace formal juramento
mi voluntad decidida
para cambiar tu destino.
¡Sabana ancha y tendida,
un buen ejemplo es camino,
y abrir camino es dar vida!
EL MILAGRO DE LA PERLA
CONGOJA
AZUL
PIEDAD
MIRÁNDONOS
CIELO Y MAR
GOTA DE LLANTO
JAVIER SANTACRUZ
LAS ABANDONADAS
NOCTURNO
NOCTURNOS
I
POETA, ¡di paso
los furtivos besos!...
¡La sombra!... ¡Los recuerdos!... La luna no vertía
allí ni un solo rayo... Temblabas, y eras mía.
Temblabas, y eras mía bajo el follaje espeso;
una errante luciérnaga alumbró nuestro beso,
al contacto furtivo de tus labios de seda...
La selva negra y mística fue cámara sombría;
en aquel sitio el musgo tiene olor de reseda...
Filtró luz por las ramas cual si llegara el día;
entre las nieblas pálidas la luna aparecía...
Poeta, ¡di paso
los íntimos besos!...
¡Ah, de las noches dulces me acuerdo todavía!
En severo retrete, do la tapicería
amortiguaba el ruido con sus hilos espesos,
desnuda tú en mis brazos, fueron míos tus besos;
tu cuerpo de veinte años entre la roja seda,
tus cabellos dorados y tu melancolía,
tus frescuras de niña y tu olor de
reseda... Apenas alumbraba la lámpara
sombría los desteñidos hilos de la
tapicería...
Poeta, ¡di paso
el último
beso!...
¡Ah, de la noche trágica me acuerdo todavía!...
¡El ataúd heráldico en el salón yacía;
mi oído, fatigado por vigilias y
excesos,
sintió como a distancia los monótonos rezos!...
Tú, mustia, yerta y pálida entre la negra seda...
La llama de los cirios temblaba y se movía;
perfumaba la atmósfera un olor de reseda;
un crucifijo pálido los brazos extendía,
¡y estaba helada y cárdena tu boca, que fue mía!...
II
A veces, cuando en alta noche tranquila,
sobre las teclas vuela tu mano blanca,
como una mariposa sobre una lila,
v al teclado sonoro notas arranca,
cruzando del espacio la negra sombra,
filtran por la ventana rayos de luna,
que trazan luces largas sobre la alfombra;
y en alas de las notas, a otros lugares
vuelan mis pensamientos, cruzan los
mares, y en gótico castillo, donde en las
piedras, musgosas por los siglos, crecen las
hiedras, puestos de codos ambos en la
ventana, miramos en las sombras morir el
día
y subir de los valles la noche umbría;
soy tu paje rubio, mi castellana,
y cuando en los espacios la noche cierra,
el fuego de tu estancia los muebles dora,
y los dos nos miramos y sonreímos,
¡mientras que el viento afuera suspira y llora!
………………………………………………………………..
¡Cómo tendéis las alas, ensueños vanos,
cuando sobre las teclas vuelan sus manos!...
III
Una noche,
una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de música de
alas-;
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas
fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura
caminabas;
y la luna llena,
Por los cielos azulosos, infinitos y profundos, esparcía su luz blanca
y tu sombra,
fina y lánguida,
y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una,
y eran una,
y eran una sola sombra larga,
y era una sola sombra larga...
Esta noche,
solo; el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma por el tiempo, por la tumba y la distancia
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza;
mudo y solo,
por la senda caminaba...
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida,
y el chirrido de las ranas...
Sentí frío. Era el frío que tenían en tu alcoba
tus mejillas, y tus sienes, y tus manos adoradas,
entre las blancuras niveas
de las mortuorias sábanas.
Era el frío del sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada.
Y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa
solitaria; y tu sombra, esbelta
y ágil, fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos, de perfumes y de música de
alas
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh las sombras enlazadas!...
¡Oh las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las
almas!..
¡Oh las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de
lágrimas!
IV
Oh dulce niña pálida, que como un montón de oro
¿e tu inocencia candida conservas el tesoro;
a quien los más audaces, en locos devaneos,
jamás se han acercado con carnales deseos,
tú que al adivinar dejas inocencias extrañas
en tus ojos, velados por sedosas pestañas,
y en cuyos dulces labios—abiertos sólo al rezo—
jamás se habrá posado ni la sombra de un beso!...
Dime quedo, en secreto, al oído, muy paso,
con esa voz que tiene suavidades de raso,
si entrevieras en sueño a aquel con quien te sueñas
tras las horas de baile rápidas y risueñas,
y sintieras sus labios anidarse en tu boca
y recorrer tu cuerpo en su lascivia loca,
besar todos sus pliegues, de tibio aroma llenos,
y las rígidas puntas rosadas de tus senos;
si en los locos, ardientes y profundos abrazos,
agonizar soñaras de placer en sus brazos
por aquel de quien eres todas las alegrías,
¡oh dulce niña pálida!... Di, ¿te despertarías?...
SONETO VI
SONETO VII
SONETO X
¿DE DONDE?
SUAVIDAD
GRITO
Yo no sé qué hacer;
me lastima el amor;
y de un modo tan vivo, de un modo tan duro,
que tengo las manos callosas de ahogar el dolor.
Nombrándote
mi pena se achica, mi dolor amengua;
de tanto repetirlo noche y día
lo siento escrito en la lengua.
TRANSITO EN LLAMAS
AMAZONA LLANERA
LA GRACIA EXCESIVA
Ya el cántaro se rompe
de tanta gracia que vertiste en él.
En el hueco de angustia de mi
pecho, el rumor y el olor de tus
macetas aún méceme con brisas de
cariño
el vano corazón de las congojas.
EL RUEGO
A MI MADRE
APOLÍNEA
HELIOTROPO-ROMANZA
ELOGIO DE TU PIE
ILUSIÓN
ELOCUENCIA
I
FLAMEA la tarde como una bandera:
como la bandera de la primavera.
II
Por las avenidas largas del paseo
camino sin prisa, tedio ni deseo.
III
Esa misma tarde, fuerza es que recuerdes,
cai en el abismo de tus ojos verdes.
IV
A tus ojos debo todo lo que he sido:
antes de mirarlos, yo no había nacido.
I
ESTA sombra de amor que me confiere
la gracia de saberme comprendido
y esta luz inefable que me hiere
tan sólo son moradas del olvido.
II
¡Qué hermoso cielo azul y conmovido,
cual cantarína el alma nemorosa,
balbuciendo de gozo bendecido
en la ternura del amor, saudosa!
PATIO AL MAR
ESTE ES MI CORAZÓN
INOCENCIA
SANTOS LUZARDO
SEMBRADORA de cantares,
musa de las romerías,
caminando lejanías
vas olvidando pesares.
Mensajera de palmares
a lomo de la Catira,
pon la copla que suspira
en guitarra guariqueña,
en la región apureña
«si pasas por Altamira».
Cabestrero en la fe mía,
crucé sólito el Apure;
no hay palanca que perdure
si está la tierra en sequía.
Pero sigo en la porfía
al pie del arpa cantando;
el capacho rezongando
en tono grave y señero,
le dice el viento
pampero
«que aquí le estoy esperando».
REQUIEM
Le di cuatro puñaladas
en medio del corazón. Lo vi caer a mis pies
y no sentí la emoción
que se siente cuando muere
algo que fue una ilusión.
¡Ayer maté a tu cariño
con el puñal del
olvido...!
OY a enterrar tu recuerdo
con tu nombre y con tu amor!...
MARIELA ROMERO
Cuando camina se
empina sobre su sombra
delgada y el sonido de su
paso
es como brisa quebrada.
Tiene los pies diminutos
como caracoles de agua.
¡EDUVIGIS, Gumersinda,
Críspula... o como te llames,
mujer del nombre infeliz
que te puso el almanaque;
india color de la tierra
que se ha chupado tu
sangre, siempre callada y
humilde, concubina, bestia,
madre, tres veces te nombro
santa, y al comenzar a
cantarte barro el polvo que
tú pisas con la pluma del
romance!
Como esta tierra infinita
que apenas muda el paisaje
en sierra, en costa y en llano,
eres una en todas partes
—que si acaso cambia el nombre,
la vida no hay quien la cambie—,
y así te reconocemos,
llámente como te llamen,
por tus muchachitos sucios,
tu fogón que siempre arde
y esos ojos de agua turbia
apagados y distantes,
que, como tanto esperaron...,
hoy ya no esperan a nadie...
La gracia de otras mujeres
nunca rió en tu semblante,
ni siquiera cuando el hombre
te trajo al rancho una tarde
entre caricias violentas
y varoniles alardes.
Bajo su mano callosa
quieta y muda te
quedaste, como un animal
sumiso que tiene al amo
delante.
Y así has vivido en silencio,
pequeña sombra incansable,
entre gritos y trabajos,
sierva de machos brutales,
con tu rosario de hijos,
con tu cruz de enfermedades,
en la noria del trajín
que a tu muerte ha de pararse.
¡Flor de anónimo heroísmo,
concubina injerta en madre,
con el pecho acribillado
por más agudos puñales
que espinas tiene el cardón
en la supliciada carne!
¡Todo el dolor de esta tierra
en el corazón te cabe,
porque es dolor maternal,
dulce, atroz pena
entrañable, y eres tú como la
tierra cuando sufres, cuando
pares, cuando te inmolas sin
quejas por dar a todos tu
sangre
en la cruz del diario afán
que clavan manos culpables!
Eduvigis, Gumersinda,
Críspula... o como te llames,
hembra menuda y cetrina
de mis anchas soledades,
perdida en el triste olvido
de algún rancho miserable;
la de las manos nudosas,
la de los pechos exangües,
la de los diez muchachitos
desnudos y muertos de hambre,
hasta tu cocina humosa
tengo que ir a buscarte
para decirte a ti sola,
con clara voz de romance:
cuando tu vida sin premio
calladamente se apague
y tu hombre con dos peones
al cementerio distante
se lleven en una hamaca
tu magra y sufrida carne,
y el mayor de los muchachos
vaya detrás sollozante...,
entonces.— ¡quizá entonces!—,
felicidad inefable,
con una luz de otro mundo,
te florecerá el semblante,
porque verás unos hijos alegres
y saludables labrando su propia tierra,
la que abonaron sus padres
con sudor de brazo esclavo,
con angustias y con sangre.
Porque verás unos ranchos
con jardincillos delante
que dirán cómo es de buena
la vida que adentro hacen,
y habrá paz sobre los campos
y alegría en los hogares
limpios, en donde los niños
serán niños, que en las tardes
volverán de sus escuelas
cantando cantos rurales
y que tendrán sus juguetes,
como los de las ciudades.
Y habrá familias felices
en torno a mesa abundante,
donde el humo de la sopa
ascenderá en espirales,
como en el cromo hogareño
de un viejo pintor de Flandes.
¡Y ésta será tu cosecha,
sembradora, mártir, madre,
que te entregaste a tu gente
con fe que no tuvo nadie,
que te fundiste en el surco
de tu vida incomparable
como la mejor semilla
que en el conuco enterraste,
para que espigas de dicha
reventaran en el aire!
Eduvigis, Gumersinda,
Críspula... o como te llames
—que si acaso cambia el nombre,
la vida no hay quien la cambie—,
mujer que andas a esta hora
librando el mejor combate
al lado de tu hombre rudo,
junto a los hijos con hambre,
yo te saludo en el símbolo,
el más puro y perdurable,
de Venezuela, en el día
de su más glorioso trance.
Tú redimirás la tierra con valor
y fe indomables
y estarás en la cosecha
y en el pan que el hombre parte
con mano que lo ha sembrado,
con rostro apacible y grave.
¡Y una oración inaudita
será tu nombre de «Madre»
en las bocas de esos hijos
que ya nunca tendrán hambre!
SI TU TE ME QUEDARAS CIEGA
Sí tú te me quedaras ciega,
¡qué solícito amor sería yo a tus pies!...
Si tus ojos se me quedaran inmóviles
en el tránsito dócil de nuestro beso,
¡qué fiesta de caricias ciudadosas
para la última imagen!...
¡Qué amanecer de voces candidas
en la primera noche de tus ojos perdidos!.
Recién nacida, entre mis brazos
serías mi pequeña discípula.
Amanecida frente a todas las cosas,
desnuda de ignorancias, como los niños,
ensayarías tu andar por la casa
con mi voz a tu lado, mimándote el peligra
Mi nueva voz domesticada y buena,
voz de cada rincón vigilante,
voz que cada cosa tendría que aprender
para que tú pudieras verla.
Si tú te me quedaras ciega,
i qué casa hermosa te construiría mi
voz!... Almohaditas blandas de sombras*
cortinas leves en punto de brisa,
Jardín de rosas que supieran decir sus colores
y un balcón de aire, alto,
para que aprendieras
a exclamar sin amargura
que la tarde está bella.
¡Sí, las cosas serían ciegas
ese día en que tú me confiaras tus ojos!...
Y aquel total olvido de colores cansados,
como si desecharas cintas ya desteñidas,
y aquel bordar sin tregua
silencios y silencios,
blancos, rosas, azules
—tus silencios risueños—
como una madre joven en la que todavía
quiere seguir soñando
ternuras inocentes
la novia.
Sumisión de tu gracia a mis ojos.
Entrega temblorosa
de todo lo que en ti fuera naciendo.
Plenitud
de no saber qué hacer con tanta dicha.
¡Qué espejo fiel de tu más simple gesto,
qué vida de juguete entre tus manos buenas
sería yo para ti
si algún día te me quedaras ciega!...
TU
Y me oigo vivir
y me veo vivir, cuando te siento.
Tenía urgencia de ti
y por eso has
nacido.
Tal vez yo te he inventado:
¡eres tan mía, tan perfecta!
Y así andas,
ceñida de guirnaldas y
aromas, con la edad en las
manos como un ramo de
rosas.
Tú,
cantando en la brisa
con voz de niño y pájaro.
Tú,
maternal y tímida, con regazo de corza.
Tú,
sin más que la rosa.
Y escuche yo en la sombra
tu corazón sin prisa midiendo nuestro tiempo.
GLOSA DEL AMOR VEDADO
GLOSA PASTORIL
EN SOLEDAD Y EN VELA
En soledad
y en vela.
Soledad encendida que al espacio se entrega,
cercada por las olas, batida por los vientos.
Vela dura y tenaz, de sol a estrella.
Soledad alta y pura como bandera al aire.
ENSUEÑOS Y NOSTALGIAS
EL FORASTERO
La gente me ve pasar
y me dice: Forastero...
Sólo escuchan mis oídos
porque mi alma está lejos.
Está mirando esos mundos
que no ven los que son
ciegos, aunque se llenen de
luz
y tengan los ojos bellos.
BORDONEANDO
Si la muerte traicionera
me acogota a su palenque,
hágame con dos rebenques
la cruz pa mi cabecera.
Si muero en mi madriguera
mirando los horizontes,
no quiero cruces ni aprontes,
ni encargos para el eterno.
¡Tal vez pasando el invierno
me dé sus flores el monte!
Yo no tengo gorgoritos
ni nunca los precisé.
Toda la vida canté
como acogotando un grito.
Pa versiar, yo necesito
cancha libre y atención.
Corro de un solo tirón
montao en mis sentimientos.
Lo que me falta de aliento
me suebra del corazón.
ZAMBA
i ZAMBA!
En la palabra blanca de los pañuelos
se esconde la esperanza
del criollo que te baila.
¡Zamba!
Naciste en los albores de la argentinidad
y fuiste el san,to y seña para la libertad.
Hermana de la cueca que en la tierra chilena
sentó su señorío.
Hermana de la inquieta y amada marinera
que quedó en el Perú.
¡Zamba!
Golpeándose los tacos
te bailan rioj anos.
Alegre bate palmas
el gaucho calchaquí.
¡Pero no morirás!
Porque eres alma y sueño,
Música de la tierra.
LA GUITARRA
Su madera no es madera:
es una selva incendiada.
Crisol de todos los
cantos. Dolor de todas las
ramas. Para volar en la
noche usa dos manos
por alas. Vuela la música,
lejos bajo las estrellas
altas.
Y siempre nace y renace
del fondo de la guitarra.