Está en la página 1de 5

Qué es esa cosa llamada ciencia: la interferencia de teorías a partir de los hechos, la

inducción
hemos considerado la idea de que lo característico del conocimiento científico es que se
deriva a partir de los hechos. el conocimiento científico se construye estableciendo primero
los hechos y edificando después la teoría que se ajusta a ellos.
La ló gica es la preservació n de la verdad. Lo ú nico que la ló gica puede ofrecer a este respecto
es que, las premisas sí son verdaderas, la conclusió n debe ser verdadera. La ló gica só lo puede
revelar qué se sigue de los enunciados que tenemos a nuestro alcance Si estamos seguros de
que nuestras premisas son verdaderas, entonces todo lo que se derive ló gicamente de ellas
será también verdadero.
La situació n es completamente distinta cuando se trata de los enunciados observacionales que
constituyen los hechos que sirven de prueba a las leyes científicas generales. Estos hechos
observables o resultados experimentales son afirmaciones especificas acerca de un estado de
cosas en un tiempo particular. Son lo que los filó sofos llaman enunciados singulares e
incluyen declaraciones
razonamientos inductivos que los diferencia de los deductivos es que, al pasar de enunciados
acerca de algunos acontecimientos de un tipo particular a enunciados acerca de los
acontecimientos, todos van má s allá de lo que está contenido en las premisas. leyes científicas
generales van invariablemente má s allá de la cantidad finita de la evidencia observable que
puede soportarlas, y ésta es la razó n por la cual no pueden nunca ser probadas en el sentido
de ser deducidas ló gicamente de dicha evidencia. Un buen razonamiento inductivo no saca
conclusiones precipitadas. Cada razonamiento inductivo involucra la llamada a un
conocimiento previo, que requiere un razonamiento inductivo que lo justifique, que a su vez
implica una llamada a otro conocimiento previo, y así sucesivamente en una cadena sin fin. El
requisito de que todo conocimiento se justifique por inducció n se convierte en algo que no
puede cumplirse.
la cual el conocimiento científico se deriva de los hechos observables por algú n tipo de
inferencia inductiva. Esta postura se denomina inductivismo e inductivistas. el conocimiento
científico del mundo inobservable no puede establecerse por el tipo de razonamiento
inductivo que hemos discutido, lo cual pone a los inductivistas en la incó moda posició n de
rechazar gran parte de la ciencia contemporá nea, basados en que implica ir má s allá de lo que
se puede justificar mediante generalizació n inductiva de lo observable
El problema de la inducció n. El problema surge para todo el que subscriba la opinió n de que el
conocimiento científico, en todos sus aspectos, deba ser justificado bien apelando a la ló gica
(deductiva), bien derivá ndolo de la experiencia. Para decirlo de una manera no técnica,
cualquier evidencia observacional constará de un nú mero finito de enunciados
observacionales, mientras que una ley general hace afirmaciones acerca de un nú mero infinito
de casos posibles.
Las leyes y teorías que constituyen el conocimiento científico se derivan por inducció n a partir
de una base de hechos suministrada por la observació n y la experimentació n. Para un
inductivista, la fuente de la verdad no es la ló gica, sino la experiencia.
Una brevísima introducción a la filosofía de la ciencia: Realismo y antirrealismo
El realismo sostiene que el mundo físico existe con independencia del pensamiento y la
percepció n humanos. El idealismo niega esto y postula que el mundo físico es, en cierta forma,
dependiente de la actividad consciente de los seres humanos. Aunque el tradicional conflicto
realismo/idealismo pertenece al á rea de la filosofía llamada metafísica, en realidad no tienen
nada que ver con la ciencia. Los realistas afirman que el propó sito de la ciencia es
proporcionar una descripció n verdadera del mundo. Ellos consideran que el objetivo de la
ciencia es proporcionar una descripció n verdadera de una parte del mundo, la parte
"observable.
Hay otras ciencias que abordan el lado no observable de la realidad. La física es el ejemplo
obvio: los físicos elaboran teorías sobre los á tomos, los electrones, los quarks, los leptones y
otras partículas extrañ as, ninguna de las cuales puede observarse en el á mbito normal del
mundo. Entidades de este tipo rebasan el alcance de los poderes de observació n de los seres
humanos
Podemos ver entonces por qué el antirrealismo en ocasiones es llamado "instrumentalismo",
pues concibe a las teorías científicas como instrumentos para ayudarnos a predecir
fenó menos observables, má s que como intentos de describir la naturaleza subyacente de la
realidad. Los realistas consideran que debemos interpretar todas las teorías científicas como
intentos de describir la realidad, mientras que los antirrealistas piensan que esta
interpretació n es inapropiada para las teorías que hablan de entidades y procesos no
observables. Sería interesante descubrir los puntos de vista de los científicos sobre el debate
realismo/antirrealismo, aunque el problema a fin de cuentas es filosó fico.
Buena parte de la motivació n del antirrealismo se basa en la creencia de que no podemos
conocer la parte inobservable de la realidad porque está má s allá de la comprensió n humana.
En esta perspectiva, los límites del conocimiento científico son establecidos por nuestros
poderes de observació n. De este modo, la ciencia nos puede brindar conocimientos sobre
fó siles, á rboles y cristales de azú car, pero no sobre á tomos, electrones y quarks, porque estos
ú ltimos no son observables.
El hecho de que los á tomos no sean observables no es razó n para interpretar la teoría ató mica
como cualquier otra cosa que un intento de describir la realidad, intento muy exitoso, por
cierto.
El segundo tipo de antirrealismo acepta que hablar de entidades no observables debe tomarse
en su justo valor si una teoría dice que los electrones está n negativamente cargados, es cierta
si los electrones existen y está n negativamente cargados, pero falsa si no es así. Sin embargo,
los antirrealistas dicen que nunca lo sabremos. De esta manera, la actitud correcta hacia las
afirmaciones de los científicos sobre la realidad no observable es de total agnosticismo. Son
verdaderas o falsas, pero somos incapaces de saber cuá les son unas u otras. El antirrealismo
má s moderno es de este segundo tipo.
Desde este punto de vista, ser antirrealista es casi como creer en los milagros. Y como es
mejor no creer en los milagros si se dispone de una alternativa no milagrosa, debemos ser
realistas y no lo contrario. Con este argumento no se pretende probar que el
realismo está en lo correcto y que el antirrealismo está equivocado. Má s bien se trata de un
argumento acerca de las posibilidades; una inferencia a partir de la mejor explicació n. El
fenó meno por explicar es el hecho de que muchas teorías que postulan entidades
inobservables disfrutan de un gran éxito empírico. La mejor explicació n de este hecho, dicen
quienes defienden el argumento de los "no milagros", es que las teorías son verdaderas; las
entidades en cuestió n existen en la realidad y se comportan justo como dicen las teorías. A
menos que aceptemos esta explicació n, el éxito empírico de nuestras teorías será un misterio
inexplicable.
Una vez que pongamos la debida atenció n a la historia de la ciencia, afirman los antirrealistas,
veremos que la inferencia que deriva del éxito empírico la verdad teó rica es muy frá gil. Así, la
actitud racional hacia la teoría ató mica es de agnosticismo: puede ser verdad, puede no serlo-
Simple mente no sabemos, dicen los antirrealistas.

Las desventuras del conocimiento: Los enunciados científicos


Habla de los enunciados de primer nivel o enunciados empíricos básicos. Un enunciado
empírico bá sico se caracteriza por dos condiciones. La primera es que, ademá s del
vocabulario ló gico, todos los términos que se emplean son empíricos, sin importar que
provengan del lenguaje ordinario, del lenguaje científico presupuesto o sean términos
específicos de la teoría que se está analizando. En una palabra, el enunciado debe hablar
exclusivamente de la base empírica epistemoló gica. Si se desea discutir acerca de alguna base
empírica metodoló gica, en estos enunciados pueden figurar términos teó ricos del lenguaje
ordinario o de las teorías presupuestas, a condició n de que nombre entidades de tal base. La
segunda condició n es que sean singulares o muestrales, con lo cual se quiere decir que se
habla de una sola entidad o de un conjunto finito y accesible de ellas. Esto ultimo es que los
estadísticos suelen denominar una muestra, es decir, una colecció n de entidades o individuos
cuyo numero es solo suficientemente pequeñ o como para que la observació n pueda acceder a
cada uno de ellos. Serian entonces enunciados empíricos bá sicos; “esta flor es azul”.
Conviene señ alar finalmente que las llamadas “combinaciones proposicionales de enunciados
bá sicos” son también enunciados empíricos bá sicos. Los enunciados empíricos bá sicos tienen
la ventaja de que, mediante observaciones oportunas, puede dirimirse por sí o por no el
problema de su verdad o falsedad.
Las leyes científicas tienen que ser expresadas mediante enunciados generales, no singulares,
generalizaciones que abarcan una cantidad de casos que van má s allá de muestras y, por
supuesto, mucho má s allá de la singularidad de cada caso por separado. Como veremos
enseguida, el caso de las generalizaciones no permite una decidibilidad efectiva en el mismo
sentido que los enunciados empíricos bá sicos.
Las generalizaciones empíricas también se caracterizan por dos condiciones. Al igual que
en el caso de los enunciados empíricos bá sicos, el vocabulario de estos enunciados de segundo
nivel es ló gico y empírico, y por tanto el discurso atañ e exclusivamente a la base empírica. No
aparecen en ellos entidades inobservables, de cará cter teó rico. Pero la segunda condició n
establece la diferencia con los enunciados de primer nivel; ya no se trata ahora de
afirmaciones singulares, sino de afirmaciones generales que establecen regularidades,
uniformidades, en conjuntos tan amplios que no son directamente accesibles, como si lo eran
las muestras. Se habla acerca de conjuntos de entidades que, por su extensió n, no se pueden
agotar mediante observaciones singulares. En una palabra, se trata de enunciados empíricos
generales.
Por supuesto, la aceptació n de tales enunciados por la comunidad científica implica que
previamente han sido sometidos con éxito a determinadas pruebas o verificaciones.
Corresponde aquí hacer una aclaració n en cuanto al uso de la palabra “ley”. Hay dos
acepciones principales de ella: la ontológica que se refiere a las cosas o entidades, y la
lingüística, vinculada a los enunciados o expresiones que utiliza el científico. En primer
sentido una ley (o ley natural) indica una regularidad presente en la realidad misma.
Ontoló gico se refiere a lo que sucede con las cosas mismas, y lingü ístico, por el contrario, “ley”
designa un enunciado que expresa, o pretende expresar, alguna regularidad natural. Podría
decirse que una ley en sentido lingü ístico es la expresió n de una ley en sentido ontoló gico.
La propuesta de hipó tesis y teorías puede responder tanto al propó sito de expresar leyes
naturales (de características “mas necesarias”) como generalizaciones accidentales y, por
tanto, nos permitiremos utilizar la palabra “ley” en sentido amplio, es decir, como sinó nimo de
generalizació n o regularidad.

Los enunciados generales obligan a reconocer toda una població n o un género, sin excepció n.
Pero cuando se habla de leyes, tradicionalmente se presupone que se trata de
generalizaciones universales, enunciados que afirman algo para cada uno de los miembros
de un conjunto o una població n sin excepció n alguna.
Parece muy fá cil probar, cuando cabe, la falsedad de enunciados o leyes universales: basta
mostrar un contraejemplo, o sea, encontrar un caso particular entre aquellos que abarca el
enunciado, para el cual la propiedad afirmada con cará cter general no se cumple.
Los filó sofos de la ciencia hablan de “enunciados legaliformes” para referirse a aquellos que
tienen la forma de enunciados universales y cumplen ciertos requisitos adicionales para que,
llegado el caso, puedan ser considerados leyes.
Las generalizaciones existenciales son de un cará cter aparentemente má s modesto que los
enunciados universales, pues en lugar de afirmar que una propiedad o característica se
cumple para todos los miembros de un conjunto o de una població n, lo hacen acerca de
algunos de ellos (sin excluir la posibilidad de que se cumpla para todos), este tipo de
enunciados parecen tener un cará cter má s circunstancial y anecdó tico, y estar má s pró ximos a
los enunciados empíricos bá sicos que a los enunciados universales.
Los enunciados existenciales al igual que los enunciados empíricos bá sicos, son poco
interesantes desde el punto de vista científico, por cuanto lo que parece tener má s interés son
las regularidades universales. Aristó teles pensaba que todos los enunciados de una disciplina
científica deben ser enunciados universales, pues solo ellos expresarían autenticas
regularidades. Los enunciados singulares o los existenciales no serían genuinamente
enunciados científicos, sino enunciados anecdó ticos, que expresan informaciones locales.
Una tercera clase de enunciados generales de segundo nivel, que llamaremos mixtos,
introduce complicaciones metodoló gicas aun mayores. Hemos visto que los enunciados
universales son difíciles o imposibles de verificar y los existenciales son difíciles o imposibles
de refutar, pero los enunciados mixtos son a la vez difíciles o imposibles de verificar y refutar.
Se tratad de enunciados que tienen un aspecto universal pero ademá s otro existencial. Resulta
difícil de verificar, porque para hacerlo habría que recorrer la població n constituida por todos
los cuerpos físicos. Por consiguiente parecen destinados al fracaso los intentos de verificar o
de refutar este enunciado mixto. Por ejemplo, el principio de biogénesis de Pasteur que afirma
que todo ser vivo proviene de otro ser vivo, y también tiene la forma mixta.
Un cuarto tipo de enunciado general lo constituyen los enunciados estadísticos o
probabilísticos donde se adscribe a una població n, que puede ser infinita o bien finita pero
no accesible, una proporció n estadística. Esta en algunos casos se puede expresar por medio
de porcentajes, peor en otros ú nicamente mediante nú meros probabilísticos.
En realidad, las hipó tesis de este tipo no se pueden verificar, sino tan solo ponderar
probabilísticamente. Esta es una primera dificultad. La segunda se refiere a la cuestió n de si
revisten o no el cará cter de leyes.
La prevenció n contra las leyes estadísticas fue manifiesta en muchos científicos. Einstein, que
debió utilizarlas en algunas de sus teorías, creía que las leyes ultimas y fundamentales de la
ciencia, los principios subyacentes que darían cuenta del comportamiento global de la
realidad, no podían ser leyes estadísticas.
Los enunciados que vamos a llamar enunciados de tercer nivel o teóricos cumplen la
condició n de contener al menos un término teó rico. Pueden ser singulares o generales. Como
se comprende, para reconocerlos es necesario previamente haber hecho ya la distinció n entre
términos teó ricos y términos empíricos. En química se afirma, por ejemplo, que el salto de un
electró n de un á tomo desde una orbita externa hasta otra má s interna produce un destello
luminoso. Este es un enunciado teó rico, porque “á tomo”, “electró n” y “orbita” forman parte
del vocabulario teó rico.
Los enunciados teó ricos puros son aquellos en los que, ademá s de los términos ló gicos, solo
aparecen términos. No hay en ellos términos empíricos y por tanto parecería que cuando se
los utiliza se está hablando en un nivel puramente abstracto. Como se comprende, si se
dispusiera de una teoría constituida ú nicamente por enunciados teó ricos puros, no sería
posible deducir de ellos nada que se aplicara a la experiencia o a la prá ctica, y no podríamos
realizar explicaciones ni predicciones sobre lo que acontece en la base empírica. Esta teoría
no podría ser sometida a control y sería una suerte de cuento de hadas.

También podría gustarte