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AETERNI PATRIS
Introducción
El Hijo Unigénito del Eterno Padre, que apareció sobre la tierra para traer
al humano linaje la salvació n y la luz de la divina sabiduría hizo
ciertamente un grande y admirable beneficio al mundo cuando, habiendo
de subir nuevamente a los cielos, mandó a los apó stoles que «fuesen a
enseñ ar a todas las gentes» (Mt 28,19), y dejó a la Iglesia por É l fundad
por comú n y suprema maestra de los pueblos. (EP 1)
A la Iglesia de Cristo por sus mandatos le fue confiada la verdad, la Iglesia
que en los apó stoles contempló el rostro de quien es “el camino la verdad
y la vida”, imaginemos la grandeza de convivir y estar frente
contemplando el rostro de Quien es la Verdad, a ese Logos encarnado,
contemplar a “La Respuesta” a todo lo que el hombre en sus facultades
busca. Y má s aú n recibir el mandato de pregonar su misterio tal cual se
manifestó y enseñ ar el rostro que mostró a todas las naciones.
La grandeza de la Iglesia es inmensa, ahora quienes son benditos porque
vienen en nombre del Señ or pueden dar respuesta a la interrogante que
Pilato en su humanidad preguntaba; “Quid est veritas”, hay una verdad, es
una persona, quien le da el sentido a todas las cosas.
Desarrollo
Nos encontramos con que suelen ser engañ adas las mentes de los fieles
cristianos y es corrompida la sinceridad de la fe en los hombres los
supremos pastores de la Iglesia siempre juzgaron ser también propio de
su misió n promover con todas sus fuerzas las ciencias que merecen tal
nombre, y a la vez proveer con singular vigilancia que las ciencias
humanas se enseñ asen en todas partes segú n la regla de la fe cató lica, y en
especial la filosofía, de la cual sin duda depende en gran parte la recta
enseñ anza de las demá s ciencias.
La iglesia cató lica desde sus orígenes se preocupó y se esmeró por dar
respuestas a las disciplinas humanas, y conducirlas hacía el bien, es decir,
nunca paganizar la ciencia, má s bien darle luces con la revelació n para
acercar al hombre que en sus facultades intelectuales busca el sentido de
Juan Jesú s Amaya Cisneros
E. STEIN. Ser finito y ser eterno, Fondo de cultura econó mica, México 1996,
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