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BIOÉTICA

TEMA 1 HISTORIA Y NATURALEZA DE LA BIOÉTICA


El término es sin duda nuevo en sentido reciente. No es fácil encontrarlo en la
producción moral o en la literatura médica antes de los años ’60. La Bioética nace en los
EUA, principalmente por obra del oncólogo V.R. Potter, quien acuñó el término y
designó un significado preciso. En su intención la Bioética debía ser una nueva
disciplina que combinará el conocimiento biológico con el conocimiento de los valores
humanos. La raíz bio representa el conocimiento biológico y aquella ética indica la
referencia necesaria a los valores humanos y morales. La unión de dos saberes diversos,
representada bajo la imagen del puente, es la mejor garantía de que la humanidad se
empeñará por la sobrevivencia del entero ecosistema, seriamente amenazado por el
progreso técnico. Junto a Potter debe ser recordado otro estudioso: el ostétrico A.
Hellegers, fundador del “Kennedy Institute of Ethics”. A él se le atribuyen diversos
méritos: estructuró la Bioética como disciplina académica y la introdujo en el mundo
universitario, político y de los mass-media. Sobre todo, asignó a la Bioética una
específica metodología interdisciplinar, haciéndola capaz de sintetizar los
conocimientos médicos y aquellos éticos. Muy pronto la concepción hellegeriana de
Bioética se convirtió en la más notable y mayormente desarrollada por los estudiosos.
Entre los elementos que favorecieron el crecimiento de la nueva disciplina, requerimos
considerar ante todo la necesidad de establecer, en el ámbito de las ciencias biomédicas,
nuevas reglas éticas en sustitución del juramento hipocrático, retenido como ya
obsoleto; el nacimiento de toda una nueva problemática moral ligada a las modernas
tecnologías (procreación artificial, ingeniería genética, reanimación, trasplantes, etc.);
las repercusiones desestabilizantes en la relación médico-paciente causadas por la
tecnificación de la profesión médica; la necesidad de contener los gastos sanitarios y de
aprovechar lo mejor posible los recursos disponibles, etc.

La Bioética, sin embargo, todavía no ha alcanzado una identidad universalmente


reconocida. Por cuanto respecta a su estatuto científico, puede ser considerada como la
parte de la ética que trata de las cuestiones morales recogidas de las intervenciones
sobre la vida humana, en particular el uso de las biotecnologías. Esta definición
delimita bien el campo de estudio (el objeto material: toda acción que interesa a la vida
del hombre entre la concepción y la muerte) y la específica perspectiva científica (el
objeto formal: el contenido ético).

TEMA 2 PRINCIPIOS BASILARES DE LA BIOÉTICA


1. Centralidad de la persona humana
a) Centro de la ética:
- Centro subjetivo: sujeto humano que actúa
- Centro objetivo: acciones sobre las personas
b) Visión ontológica de la persona:
- "Naturae rationalis individua substantia" (Boecio)
- Antes de actuar como persona, el ser persona ("agere sequitur esse")
c) Dignidad de la persona:
- Intrínseca (no por reconocimiento externo)
- Absoluta (no relativa a condiciones o estatus)

2. Unitotalidad de la persona humana


a) No al dualismo (espíritu-cuerpo)
- Engaño actual (disponibilidad del cuerpo; es la libertad que cuenta; vida biográfica /
vida
biológica...)
b) Concepción "dual" = unidad-totalidad
- Único ser, compuesto de espíritu / cuerpo
c) Consecuencias:
- No tengo un cuerpo, sino soy mi cuerpo
- Dignidad de la persona = dignidad del cuerpo
- Respeto también de los valores espirituales de la persona

3. La vida, valor fundamental


a) La vida es el ser del viviente (Aristóteles)
b) Fundamento de todos los valores humanos:
- Salud, libertad, sociabilidad, etc.
c) No valor supremo: ideales, fe... lícita ofrenda de sí
d) No valor absoluto, pero sí deber absoluto de respetarla

4. Libertad - responsabilidad
a) Importancia libertad y autonomía
b) Pero no libertad vacía (libertad de...)
- Libertad = característica de la voluntad
- Voluntad: adhesión a valores (contenido)
- Responsabilidad de la adhesión (bien / mal)
c) Dos caras de la misma moneda:
- No responsabilidad sin libertad
- No libertad sin responsabilidad
d) Respeto de la libertad:
- Del paciente
- Del médico

5. Principio de totalidad
a) La persona como totalidad:
- Las partes en función del todo
b) Lícitud de intervenciones que sacrifican una parte por el todo (“principio
terapéutico”)
c) Aplicación:
- Totalidad corpórea
- Totalidad psico-somática
- Mutilación, transplante, etc.
d) Falsa aplicación:
- Individuo en relación a la sociedad
6. Solidaridad – subsidiariedad

a) Solidaridad:
- El individuo se realiza por la apertura al otro (Yo / Tú)
- Sociabilidad natural y radical
- Interdependencia - corresponsabilidad
b) Subsidiariedad:
- "Subsidium": dar ayuda
- Instancia superior a instancia inferior:
• Apoyo
• Coordinación
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• Sustitución solamente si no puede por sí sola.

7. Los principios de la bioética principialista o anglosajona (Autonomía, Justicia,


Beneficencia)
a) Válidos, pero insuficientes.
b) Necesaria fundamentación:
- En la persona (antropología)
- Entorno al verdadero bien de la persona
* De lo contrario:
- Riesgo de pasividad y automatismo moral
- Se cae en el contractualismo: valen por consenso
c) Necesaria jerarquía interna:
- Beneficencia: vida, salud
- Autonomía (no para deficientes mentales...)
- Justicia: pero en función de valores objetivos (vida...)

TEMA 3 TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ARTIFICIAL

Clasificación de las técnicas: existe diversidad técnica pero también moral; elemento
común de todas es la intervención sobre los gametos (espermatozoide / óvulo) para
procurar la fecundación. Como criterio de clasificación se determina sobre cuál gameto
intervenir, y esto comporta una incidencia moral.
Técnicas más utilizadas: FIVET (fecundación en vitro y transferencia del embrión al
útero); GIFT (transferencia de los gametos al interior de las trompas de falopio); ICSI
(inyección del esperma en el citoplasma del óvulo para fecundarlo y luego obtener el
embrión que será transferido al útero).

Criterios de juicio ético para las técnicas de reproducción asistida:

1. Respeto del derecho a la vida del embrión.


2. La presencia del acto conyugal como condición para una procreación digna de la
persona
humana (respeto de la dignidad humana en el modo de procrear).
3. Respeto de la integridad psicosocial del recién nacido (contexto propiamente
matrimonial).
4. Respeto del valor del matrimonio y de la familia.

Valoración ética de la FIVET:

La fecundación en vitro no respeta sino altera la naturaleza original típicamente


humana, personal e interpersonal, de la transmisión de la vida en el acto conyugal
(contra el segundo criterio). Este es el argumento central que toma el dato objetivo
sobre el cual se funda la posición moral de la Iglesia; pues la intervención en sí misma
es una acción sustitutiva del acto conyugal (Cf. Donum Vitae, 4). Téngase en cuenta,
también, que con mucha frecuencia se acude a gametos donados (contra el tercer
criterio) y con no menos frecuencia se causa el fenómeno de los embriones
supranumerarios (contra el primer criterio).

Valoración ética de la GIFT:


Sobre esta técnica reciente la Donum Vitae no habla explícitamente, pero contiene
criterios de juicio (tres primeros de los citados arriba) para una valoración moral de la
técnica. Ahora bien, en cuanto técnica de fecundación intra corpórea, no comporta la
posibilidad de una manipulación del embrión humano; sin embargo, es necesario
verificar la presencia del riesgo de una abortividad escondida o incontrolada. En fuerza
del necesario contexto propiamente conyugal, no es aceptable moralmente la GIFT
heteróloga. El problema actual en discusión es, si ésta integra o sustituye el acto
conyugal. Quizás sería integrativa como complemento de dicho acto; pero, en términos
generales, el problema es definir con gran precisión los confines que separan una
medicalización indebida de una intervención médica legítima y deberosa al servicio de
la procreación humana.

Valoración ética de la Inseminación Artificial: Por ser de fecundación intra corpórea


excluye la manipulación de embriones humanos. Si se acude a la inseminación artificial
heteróloga, viene violado el derecho exclusivo para los esposos de convertirse padre y
madre el uno a través del otro. Puede y debe ser integrativa, no sustitutiva; como
complemento del acto conyugal. Pío XII, le llamó: “ I. A. impropiamente dicha ”, pues
el primer acto es legítimamente de los esposos, y aquél segundo pertenece al médico
como ayuda técnica al primero (Cf. Donum Vitae, II, 6).

TEMA 4 MANIPULACIÓN GENÉTICA

La expresión “manipulación genética” es un tanto ambigua y debe ser objeto de un


verdadero discernimiento moral; porque, de una parte, esconde tentativos aventurados
con tendencia a promover una especie de super-hombre y, de otra parte, tentativos
positivos dirigidos a la corrección de anomalías, como algunas enfermedades
hereditarias, no se diga de las aplicaciones benéficas en los campos de la biología
animal y vegetal útiles para la producción alimenticia.
Ante todo, el progreso de las biotecnologías debe ser guiado por la convicción que el
hombre no es “sólo” material biológico y que la verdad sobre sí mismo no le es
proporcionada por la ciencia; incluso si biológicamente él fuese “explicado”
completamente, permanecerán siempre abiertas las grandes preguntas sobre el sentido
de su existencia y de su propio origen. Además, de la afirmación de la dignidad del
hombre, surgen también algunas responsabilidades éticas precisas; porque modificar el
genoma humano no significa intervenir sobre simple material biológico, sino que
significa intervenir sobre aquél cosmos que es el hombre, conjunto de dimensiones
físicas, espirituales y relacionales.

Otro dato a considerar es, que la investigación no es un hecho de por sí neutro. Es un


actuar ya bueno o malo en partida, porque viene especificado por los medios escogidos
y siempre está cargado de consecuencias. En este sentido la investigación científica
tiene y debe tener un límite.

TEMA 5 ABORTO Y ESTATUTO DEL EMBRIÓN HUMANO

1. Naturaleza del aborto y juicio moral


Desde el punto de vista médico, por aborto se entiende la interrupción del embarazo
antes que el feto sea viable (el feto está en grado de sobrevivir fuera del seno materno
luego de la 28ª semana). Desde un punto de vista moral, aborto es el homicidio
intencional del feto en el seno materno. El concepto ético es por tanto más restrictivo:
excluye tanto los abortos espontáneos, de naturaleza patológica, como aquellos
provocados involuntariamente (praeter intentionem). Para el juicio ético resulta decisiva
la moralidad objetiva (finis operis): la acción abortiva se caracteriza porque mira a la
destrucción del feto, sea como fin, sea como medio para alcanzar otro propósito.

a. Aspectos particulares
Distinción entre aborto directo e indirecto. En el primero hay una voluntad homicida;
en el segundo, una voluntad resuelta a favor de la vida y, contemporáneamente,
resignada a una consecuencia que no puede evitar.

El aborto terapéutico. Todas las formas de aborto terapéutico, en cuanto pretenden la


interrupción del embarazo como medio para curar a la madre, recaen en la condena del
aborto directo. El feto, cuya vida está en peligro en la medida que lo está aquélla de la
madre, no puede ser comparado a un agresor injusto. En todo caso “el agresor” es la
condición patológica que pone en peligro tanto la vida de la madre como aquélla del
niño.

Embarazos ectópicos. Son aquellos que ocurren cuando el zigoto anida fuera de la
mucosa uterina (trompas de falopio –la más frecuente–, cavidad abdominal o más
raramente en el ovario). La falta de un ambiente adecuado para el desarrollo normal del
embarazo destina a la muerte del embrión. Con frecuencia viene expulsado
espontáneamente, otras veces pone en serio riesgo la vida de la madre; por tanto, este
riesgo requiere y justifica una intervención quirúrgica bajo todas las condiciones
esenciales que definen el principio del doble efecto. Actualmente es la única praxis
lícita reconocida por la Teología moral católica, aunque el Magisterio no se ha
pronunciado sobre este argumento. En el futuro se prospecta como posible alternativa,
pero no todavía viable, una intervención que mira al reposicionamiento del embrión en
su ambiente natural.
Reducción embrionaria. Consiste en la anulación selectiva de los embriones que
exceden el número considerado óptimo en la práctica de la FIVET. Esta praxis entra
claramente en la categoría de aborto voluntario, y es por tanto gravemente inmoral.

2. Estatuto del embrión humano (cuestión legal)


La conclusión deducida de los datos hoy disponibles por la biología (novedad, unidad e
individualidad, autonomía y continuidad), es que el embrión desde la fecundación es un
individuo humano que inicia su ciclo vital. Si se reconoce al embrión humano como
individuo humano, portador de la cualidad y dignidad propia de la persona humana, se
debe consecuentemente reconocer la obligación de su protección jurídica.

El primer principio de aplicarse al embrión humano es aquél que respecta al derecho


fundamental de cada hombre a la vida y a la integridad física y genética. Un segundo
principio, que debe inspirar una legislación sobre nuestra materia, es el principio de la
familia: se debe reconocer y ratificar para el concebido o para aquél que se pretenda
concebir, el derecho de venir a la existencia en el contexto de un vínculo auténtico de
familia. En fin, no se trata tanto de configurar un derecho especial, cuanto de adecuar el
derecho común a un caso particular. Por tanto, análogamente a esto que vale para el
hombre ya nacido, deberán ser ratificados ante todo el derecho del hombre que está por
nacer a la vida y a la salud; además, la prohibición penalmente cualificada de cada
intervención sobre el embrión, que no sea cumplida a beneficio complexivo del mismo.
Como aquélla del hombre ya nacido, la vida del embrión humano debe ser reconocida
inviolable y no instrumentalizable para algún fin externo: la investigación experimental,
científica o médica, la suministración de células o tejidos con fines farmacológicos o de
transplante, la producción (clonaje) de otros seres humanos.

TEMA 6 TRANSPLANTE DE ÓRGANOS

El recurso terapéutico al transplante de órganos suscita una cuestión particular, desde el


momento que hay intervenciones que comportan un beneficio para el receptor y,
contemporáneamente, un daño para el donador (transplante homólogo entre dos
personas). Ahora bien, ¿es lícito causar una mutilación a una persona para salvar o
mejorar las condiciones de vida de otra? ¿Cómo se puede justificar éticamente una
intervención de este tipo? Ciertamente, tanto el principio de doble efecto como el
principio de totalidad son excluidos debido a que el explante es querido directamente
como medio para obtener un resultado terapéutico a beneficio de otro individuo. Dado
el caso, parece razonable apelar al principio de solidaridad (basilar en la DSI), teniendo
cuenta de la sustancial diferencia entre bienes personales y bienes materiales. De hecho
quien goza de óptima salud puede hacerse solidario con quien es más débil y enfermo,
hasta el punto de mostrarse disponible a donar una parte de sí –del propio cuerpo- si
fuera necesario para salvar la vida o mejorar la salud del prójimo. Obviamente,
condición previa indispensable es que tal gesto no comporte ni un peligro ni una seria
mutilación para el donador, como -por ejemplo- se puede verificar en el transplante de
riñón. Consecuentemente, la extracción en ningún caso puede configurarse ni como un
acto de expropiación ni como una transacción comercial, sino solamente como un acto
de donación, libre y gratuita, y, por tanto, una expresión de la virtud de la caridad: otro
motivo sería éticamente injustificable.

a) Datos particulares

-Utilización de tejidos fetales para transplantes, no es moralmente aceptable porque


comporta el aborto voluntario o la extracción de los tejidos ex-vivo para obtenerlos en
buenas condiciones.
-Niños anencefálicos como donadores de órganos, una cosa es que –a causa de la
congénita falta de encéfalo– no puedan sobrevivir sino por breve tiempo, y otra que
sean tratados médicamente en función de su utilidad para un transplante. Su dignidad de
persona humana no lo permite.
-Transplante de encéfalo y de gónadas, son inmorales porque no traen ningún beneficio
para la persona; al contrario, comprometen una mutación en la identidad del receptor.
-Extracción de órganos de un cadáver, no comporta particulares reservas éticas; sólo se
deben verificar tres condiciones: a) diagnosis cierta de muerte total, b) respeto debido a
los despojos humanos, c) consentimiento previo del sujeto.
-Quien se ve obligado a ceder un órgano por imperativos económicos, casi siempre
merita la comprensión debida a quien está inmerso en condiciones de grave injusticia.

b) Clasificación
Transplante, órganos o tejidos de un donador.
- Autoplástico: del mismo organismo (principio de totalidad).
- Homoplástico (homólogo): de la misma especie.
- Heterólogo: de otra especie (el donador es un animal).
Implante, órganos o tejidos muertos o artificiales.
Explante, puede ser ex-vivo o ex-mortuo.

c) Certeza del estado de muerte


La definición metafísica de muerte –separación de los coprincipios alma y cuerpo–
pone en luz su realidad sustancial, su significado preciso sea a nivel ontológico que a
nivel moral. No ayuda, sin embargo, a establecer el momento en que la persona se
convierte en cadáver. Desde un punto de vista físico, la muerte consiste en la cesación
de la vida, y porque vivir no es otra cosa que la actividad propia de un organismo
viviente en cuanto tal, la muerte se manifiesta biológicamente, en primer lugar, en la
pérdida de la capacidad de obrar como un todo. Morir no comporta la inmediata
cancelación de todos los signos vitales65; todavía implica la extinción en brevísimo
termino de las funciones vitales fundamentales (respiración, nutrición, estado de
conciencia, etc.), a menos que no sean ayudadas tecnológicamente mediante la
prolongación artificial de la vida.

Ahora bien, cuando se trata de determinar si una persona es cadáver no se pueden


admitir aproximaciones ni simples probabilidades, sino una certeza absoluta y objetiva.
Por siglos se uso como criterio de muerte el bloqueo cardíaco y respiratorio,
últimamente se ha visto la necesidad de otro tipo de diagnóstico que fuese integrativo y
total.

Actualmente existe un diagnóstico conocido con la expresión muerte encefálica,


fundado en la cercioración de signos neurológicos. Lamentablemente, dicha expresión
viene usada por muchos en modo impropio. La única acepción correcta es aquélla de
método para el diagnóstico precoz del deceso avenido en base a los signos indicativos
de la total destrucción del cerebro. Ayuda a individuar hechos evidentes y cerciorables
bajo la ausencia de signos de vida organizada (dado que el encéfalo es absolutamente
necesario para mantener la unidad orgánica), indica también el cese irreversible de todas
las funciones del encéfalo.

Los diversos protocolos para el diagnóstico de la muerte encefálica, tienen los


siguientes elementos comunes: coma profundo, ausencia de respiración espontánea,
dilatación pupilar, ausencia de reflejos dependientes del tronco, electroencefalograma
plano, etc., controlados más veces en un cierto arco de tiempo.

En fin, con el diagnóstico de la muerte encefálica discernimos –no identificamos– la


muerte de la persona; pues, la muerte humana no es sólo la muerte encefálica (la muerte
de la persona, es más). Si esto indicase la certeza de la muerte tendríamos un
reduccionismo biológico, y la persona no es solamente cuerpo. Contrariamente, si
prescindimos de los datos empíricos proporcionados por el diagnóstico de la muerte
encefálica tendríamos un reduccionismo espiritualista. Se impone, pues, una posición
que tenga cuenta de los datos empíricos y de aquellos filosóficos.

TEMA 7 EUTANASIA Y SUICIDIO ASISTIDO

a) Historia del término eutanasia

- Etimológicamente: EUTANATOS - (buena muerte). Suetonio, poeta griego, la usa en


su Vita dei Cesari, en el sentido de “muerte serena, sin sufrimiento, rápida” (no
homicidio ni ayuda médica). Francis Bacon (1561-1626), introduce el término en el
mundo moderno con su sentido etimológico antiguo, pues lamenta la actitud de los
médicos. La acción del médico no significa EUTANATOS en Bacon sino “un pasaje
bueno y fácil”.

- Introducción del significado asistencial: hasta el s. XIX expresaba una cualidad en el


proceso de muerte; desde entonces también significó las acciones para ayudar a una
buena muerte (intervención en el morir - eutanasia médica).

- Introducción del significado homicida: proceso lógico (para procurar una buena
muerte, procurar la muerte). A fines del s. XIX se incluye también procurar
voluntariamente la muerte. A inicios del s. XX se verifica el uso creciente de
“homicidios por piedad”. Con el Nazismo asistimos a la cruel eliminación de las vidas
no dignas de ser vividas. Luego tenemos la así llamada “eutanasia lenitiva”, que
favorecía la buena muerte con el control del dolor.
- Significado actual: procurar la muerte con la finalidad de evitar el sufrimiento.

Por eutanasia se entiende una acción u omisión que, por su propia naturaleza, o en las
intenciones, procura la muerte, con el fin de eliminar todo dolor y sufrimiento (Iura et
bona, 1980). No tiene mucha relevancia la distinción entre eutanasia activa (procurada
activamente) y pasiva (por omisión). En cambio, si es importante distinguir entre
aquella voluntaria (sobre pedido), novoluntaria (no pedida expresamente, sino supuesta:
enfermo en estado de coma) e involuntaria (sin el consentimiento del interesado o
contra su expresa voluntad).

El suicidio médicamente asistido es una forma de eutanasia voluntaria practicada en el


ámbito hospitalario, que atribuye un rol activo solamente al enfermo: el médico se
limita a proporcionar la droga letal y las indicaciones para su uso; finalmente,
constata la muerte y redacta el respectivo certificado de fallecimiento. Y así, el paciente
cumple su último acto.

Los partidarios de la eutanasia y el suicidio asistido argumentan sobre la base de la


lógica de la compasión o de la exigencia de respetar la voluntad del interesado. A su
juicio, en algunas circunstancias particulares la muerte representa un bien para la
persona, mientras continuar a vivir constituye un mal. En tales casos, la caridad podría
justificar y/o exigir la eutanasia. La mayor parte de los sostenedores de la eutanasia en
el plano filosófico concuerda con esta definición: “es la eutanasia involuntaria –matar
personas que no quieren morir- aquélla moralmente odiosa”.

Este razonamiento hace palanca sobre el drama del dolor; pero, su piedad cancela el
dolor sólo porque cancela al hombre, y lo hace sin la mínima posibilidad de rectificar,
sin más posibilidad de tornar atrás. El objeto del acto es eutanásico, no eliminar el
dolor; matar a alguien no es un acto médico. Procurar la muerte indica el acto
eutanásico. Así pues, el fin es bueno pero el medio es intrínsecamente malo.

Ahora bien, el hecho de que la voluntad suicida nazca en un ambiente de dolor atroz,
hace dudar su eventual racionabilidad, como ha sido demostrado tantas veces. La
petición de morir está estrechamente ligada a un estado depresivo, y se ha verificado
que éste desaparece cuando es tratado en modo adecuado. Dar amor y atención al que
quiere morir es hacerle renunciar, una persona amada no pretendería morir por
eutanasia.

La condena de la Iglesia contra la muerte dulce ha sido subrayada por la encíclica


Evangelium vitae que confirma, como enseñanza definitiva e irreformable, su intrínseca
ilicitud: “la eutanasia es una grave violación de la ley de Dios, en cuanto homicidio
deliberado moralmente inaceptable de una persona humana” (EV, 65). La pena de
muerte no es eutanasia. (Cf. CEC, 2266).
TEMA 8 ENSAÑAMIENTO TERAPÉUTICO

La eutanasia es una rebelión contra la muerte, en el sentido que, no pudiéndola evitar, se


le pretende abreviar, reducirla a nada. Con el ensañamiento terapéutico, en cambio, se
refuta morir, insistiendo sobre el mantenimiento de la vida a toda costa; al precio, sin
embargo, de inútiles sufrimientos. La intervención médica se convierte ensañamiento
terapéutico si se recurre a medios demasiado gravosos para el enfermo o
desproporcionados por los modestos resultados que se obtienen (en fondo se reducen a
prolongar indefinidamente la agonía). La Iglesia enseña que, cuando la muerte se
preanuncia inminente e inevitable, se puede en conciencia renunciar a tratamientos que
procurarían solamente una prolongación precaria y penosa de la vida, aún interrumpir
las curaciones normales debidas al enfermo en similares casos. De hecho, la renuncia a
medios extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia;
expresa más bien, la aceptación de la condición humana ante la muerte. En todo caso,
una decisión al respecto no puede ser tomada lícitamente sin el consentimiento del
paciente; si éste ya está en estado de inconciencia, se necesita pedir a los parientes la
interpretación de su voluntad.

TEMA 9 PENA DE MUERTE


Cambio en el numeral del catecismo
2267. “Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad
legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la
gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del
bien común.

Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde
ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido
una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado.
En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la
necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la
posibilidad de redimirse definitivamente.

Por tanto, la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es
inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona», y se
compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”1.

1
Luis F. Card. Ladaria, S.I. / Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la
Fe /Desde el Vaticano, el 1° de agosto de 2018, Memoria de San Alfonso María de
Ligorio.
Argumentación al cambio. El Catecismo de la Iglesia Católica contiene las verdades
que todo católico debería creer, siempre que quiera ser coherente con la fe que dice
profesar. Esto significa que, si bien antes quedaba un resquicio que permitía justificar en
algún caso extremo la pena capital, la doctrina católica nos enseña que ya no es así. Este
cambio, muy en la línea del Papa Francisco y de la sensibilidad más generalizada hacia
los derechos humanos, puede presentar –entre otras– dos dificultades de asimilación.
Una que podríamos denominar “visceral” o “emotiva” y otra más bien crítica.

La primera postura frente a la pena de muerte. Hay algunos crímenes horrendos en


la sociedad que invitan a elegir la pena capital como única medida justa para reparar el
desorden cometido en el seno de la comunidad, ya sea por la malicia del crimen o por su
difusión exponencial. Ejemplos podríamos dar bastantes: violadores de menores
reincidentes, feminicidio, bandas de secuestradores o de narcotraficantes asesinos y
torturadores. La reacción emotiva de la sociedad reclama la eliminación de tales
elementos, ya sea por la fealdad del crimen o por la sensación de impotencia para
impedir su rápida difusión.

La objeción crítica va por el lado de cuestionar el poder que tiene el Papa para cambiar
una doctrina, acusándolo quizá de oportunismo. De hecho, algún sector más radical
dentro del catolicismo podría ver en este cambio una ruptura con cierta “tradición”,
porque, ¿cómo la Iglesia que promovió las Cruzadas y la Inquisición, ahora se opone a
la ejecución de asesinos seriales?

El cambio.
Ahora bien, en realidad, el presente cambio representa un interesante ejemplo de lo que
en teología se conoce como “desarrollo homogéneo del dogma”. Es decir, el depósito
de la fe que dejó Jesucristo y custodia la Iglesia está completo desde la muerte del
último de los apóstoles, testigo de esa revelación. Pero ese depósito y esa fe alumbran
con luces nuevas a situaciones y contextos distintos, al tiempo que la Iglesia va
profundizando, a través de su vida, de la teología y de la experiencia de los santos, en el
contenido, las implicaciones y consecuencias de esas verdades reveladas.
La carta a los obispos que sirve para hacer público este cambio cita un texto que explica
los motivos: “Con el curso de la historia y el desarrollo de la civilización, la Iglesia ha
afinado también las propias posiciones morales con respecto a la pena de muerte y a la
guerra (…). Lo que está debajo (…) es siempre la misma noción antropológica de base:
la dignidad fundamental del hombre creado a imagen de Dios”.

La imagen de Dios, fundamento de la dignidad humana, que misteriosamente no la


pierde ni el más abyecto criminal, justifica este cambio de postura, así como el progreso
social y penitenciario, que permite a la sociedad protegerse de estos criminales. Incluso
debería, aunque no es frecuente que suceda, encauzar su reinserción social o por lo
menos fomentar su corrección. El empeño por defender la vida hasta este extremo es,
sin duda, un avance en cuanto a sensibilidad por los derechos humanos y el
reconocimiento de la dignidad de la persona. Al mismo tiempo, supone un desafío para
mejorar y hacer eficaz el sistema judicial y penitenciario, lo cual no es función de la
Iglesia. Así, resulta patente que queda aún mucho por hacer en este rubro.

TEMA 10 EL HOMBRE Y EL AMBIENTE

El término ambiente –del latín ambio, andar alrededor- tiene un sentido de movimiento
más amplio que aquél meramente geográfico y físico; indica más bien un contexto vital,
un lugar que interactúa con las personas en una profunda continuidad, un lugar que no
puede ser tan sólo un marco, sino que participa en la historia que se hace y se desarrolla.
El ambiente, pues, es un medio o centro, indica que el hombre está inmerso como en
una condición vital de la propia identidad y de la propia historia, y por tanto se nutre de
ello. El ambiente, por otra parte, es inseparablemente natural e histórico; no se trata de
dos ambientes extraños entre sí (biológico el primero, cultural el segundo), sino del
único concreto ambiente humano, en el cual se puede y se debe reconocer también la
continuidad del misterio de la vida. Y es de esto precisamente que debe tratar la ética
ambiental, evitando de arrancar y descontextualizar el aspecto biológico. En aquélla
profunda unidad, visible sólo antropológicamente, el ambiente se muestra como el
contexto del actuar humano, aquél tejido que permite al hombre de diseñar y actuar la
trama de la propia vida (Cf. Centessimus Annus, 37).

TEMA 11: CRIOCONSERVACIÓN DE INDIVIDUOS HUMANOS: TÉCNICA Y


VALORACIÓN ÉTICA Y MORAL

El origen de esta palabra viene del griego kryos cuyo significado es frío. La
criogenización consiste en la congelación a muy baja temperatura de materiales
biológicos con el fin de revitalizarlos en el futuro. En resumen, congelar bajo unas
determinadas condiciones de temperatura un cuerpo humano para reanimarlo
más adelante, conservándolo durante ese tiempo.

Técnica. El proceso de criogenización es bastante complejo. Se ha de iniciar antes de


cumplirse un par de minutos desde el fallecimiento de la persona. Solo se puede
proceder una vez que el corazón del paciente ha dejado de latir, pero antes de que se
declare la muerte cerebral. Después se retira la sangre del cuerpo del paciente para ser
reemplazada por un fluido crioprotector. Esta sustancia tiene el objetivo de impedir la
formación de cristales de hielo en el interior del cuerpo. Cuando este líquido entra en
circulación se pasa a la fase de enfriado. Y, por último, se sumerge el cuerpo en
una cámara criogénica a una temperatura que ronda los 200 grados bajo cero.

Situación actual. En el momento actual hay en Estados Unidos alrededor de 250


individuos criogenizados y más de 100 en lista de espera para poder hacerlo cuando
llegue el momento. En Clinton Township, en el estado de Michigan, está el “Instituto
Criogénico” que se dedica a la criogenización humana. En este momento en él existen
83 humanos congelados. Pero también diversas mascotas entre ellas 20 gatos, 15 perros,
tres loros y un hámster. El director de dicho Instituto, Robert Etingger, ya de 89 años,
criogenizó en 1982 a su madre, en 1987 a su primera mujer y en el año 2000 a la
segunda. Uno de los problemas éticos que plantea la criogenización es que si en realidad
pudieran resucitarse estos cuerpos dentro de un periodo largo de tiempo se encontrarían
posiblemente en un ambiente humano desconocido para ellos, es decir, no conocerían a
nadie. No es este el caso de Etingger que podría encontrarse con su madre y sus dos
mujeres, aunque esto último no sé si sería más un problema que una ayuda.

Aspectos técnicos. El principal problema que se plantea en la criogenización de seres


humanos es que no existe una evidencia experimental previa que pueda garantizar de
alguna forma el éxito de esta práctica. Para poder iniciar experiencias biomédicas en
humanos se exige primero realizar exhaustivas experiencias preclínicas en animales,
que al menos garanticen que la técnica que se quiere implementar no va a tener
consecuencias negativas para los individuos humanos en los que se piensa utilizar.

Para poder aplicar una nueva técnica experimental es necesario tener la seguridad
razonable de que no pueden existir efectos secundarios negativos en los individuos en
que la utilicen. Para apoyar el uso de esta técnica en ocasiones se ha argüido que se han
realizado experiencias previas con algunos invertebrados, y al parecer también con
algún pequeño mamífero, en los que se ha conseguido la recuperación del cuerpo del
animal criogenizado. Habría que demostrar, cosa no fácil por el tiempo que ello
demoraría, el éxito de la recuperación de mamíferos superiores tras la criogenización y
especialmente de primates no humanos. Hasta que esto no esté comprobado, es una
aventura no basada en la evidencia experimental, utilizar estas técnicas en humanos,
especialmente, si se tiene en cuenta que hasta ahora no se han podido vitrificar órganos
completos, aunque se están realizando experiencias en ese sentido, y sobre todo
recuperar su funcionalidad una vez descongelados.

En ocasiones se refiere la posibilidad de recuperar ovocitos vitrificados, y que el éxito


de esta práctica se podría extrapolar a cuerpos humanos completos. Creo que no hay
fundamento científico para establecer esta comparación. El ovocito es una célula y el
cuerpo humano tiene miles de millones de células, de más de 200 tipos diferentes.
Cuando se descongela un ovocito vitrificado se está haciendo al ritmo biológico de una
sola célula, pero ¿cómo se puede asegurar que en la criogenización de un cuerpo
completo los ritmos biológicos de cada una de las estirpes celulares van a ser similares?
Y, sobre todo, ¿cómo podría asegurarse que en caso de “resucitación” de ese cuerpo los
distintos ritmos biológicos de recuperación celular podrían llevarse a cabo
armónicamente para que la recuperación de la totalidad del cuerpo fuera factible?

Adicionalmente a las anteriores dificultades se conoce que los organismos complejos


son incapaces de sobrevivir a la vitrificación, pues en teoría para lograrlo habría que
evitar la formación de cristales que se producen en el momento inicial del proceso, y
para ello habría que disponer de un crioprotector adecuado, que pudiera entrar en las
células rápidamente, que no fuera tóxico y que se pudiera eliminar con facilidad al final
del proceso, cosa de la que en este momento no se dispone.

Aspectos éticos. Con toda seguridad los dos escenarios en los que esta práctica puede
llevarse a cabo, son, o bien que el individuo esté en proceso de muerte, pero todavía
vivo, o que ya esté muerto, es decir que estén actuando sobre un cadáver. En el primer
caso, si el sujeto está aún vivo, dado que en lo que mi información alcanza, no existe
doctrina magisterial de la Iglesia Católica explícita sobre esta práctica, creo que se le
podrían aplicar los criterios que se han utilizado para valorar moralmente la congelación
de embriones humanos, pues desde un punto de vista moral no hay ninguna diferencia
en cómo debe ser tratado un embrión humano temprano y un individuo adulto. Cuando
se trate de un cadáver. En este sentido, no parece que haya ningún inconveniente para la
criogenización si se trata al cadáver con el respeto que los restos humanos merecen. Sin
embargo, desde el punto de vista moral puede haber una dificultad insalvable en
relación con la animación del cadáver crioconservado, en el hipotético caso de que
pudiera retornar a la vida biológica. Esa animación “temporal” no es fácilmente
compatible con la resurrección escatológica de los cuerpos.

En síntesis

1. Desde un punto de vista médico nos parece que existen indudables dificultades para
la criogenización humana dado que no existen estudios previos que garanticen la no
existencia de efectos secundarios negativos y sobre todo la objetiva posibilidad de
retornar a la vida al individuo criogenizado.
2. Desde un punto de vista moral, en caso de individuos criogenizados antes de morir,
es decir en proceso de muerte, estimamos que someterlos a un estado de
criogenización es un acto incompatible con la dignidad humana de esos individuos.
3. En caso de cadáveres criogenizados después de morir, es decir, después de la
separación del cuerpo y el alma, pensamos que puede existir un grave problema,
teológicamente no resuelto, en cuanto a la nueva animación de ese cuerpo, en caso de
que se consiguiera su rehabilitación.

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