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INTRODUCCIÓN
El artículo 190 del CP regula la figura de la apropiación ilícita, la cual requiere de una serie de
elementos que permitan englobar el injusto penal en todo su ámbito. Así pues, el delito de
apropiación ilícita se configura cuando el agente, en su provecho o de un tercero, se apropia
indebidamente de un bien mueble, una suma de dinero o un valor que ha recibido en
depósito, comisión, administración u otro título semejante que produzca obligación de
entregar, devolver, o hacer un uso determinado. Es decir, se trata de una ilegítima atribución
de dominio.
Señala en la doctrina nacional Ramiro Salinas Siccha que: “El agente en forma ilegal, ilícita o
indebida coloca dentro de su patrimonio un bien mueble que sabe perfectamente le pertenece
a otro, quien por título lícito le confió por un tiempo determinado”. Por su parte, Rafael
Simons Vallejo, señala que en la apropiación ilícita el agente realiza: “[un] acto por medio del
cual se produce una disposición de la cosa como propia siempre que ello implicase,
simultáneamente, un incumplimiento definitivo de las obligaciones impuestas legalmente, de
entregar o devolver esta cosa.”
Tenemos por otro lado, la problemática del bien jurídico penalmente protegido por la norma
penal, de donde se puede observar que existe poco consenso en la doctrina y la jurisprudencia.
Así pues, en la doctrina española, que tiene una regulación muy similar a la nuestra,
consideran que el bien jurídico protegido es la propiedad. En el Perú señala Salinas Siccha
sobre el bien jurídico que: “Es lugar común en la doctrina aceptar que el bien jurídico que se
protege es el patrimonio y más precisamente el derecho de propiedad regulado en el artículo
923 del Código Civil, donde se le define como el poder jurídico que permite usar, disfrutar,
disponer y reivindicar un bien. Con la apropiación se lesiona este derecho evitando que el
propietario pueda usar, disfrutar o disponer de sus bienes, dinero o valores”.
Asimismo, tenemos a Iván Meini Méndez que señala: “Este delito exige que el sujeto activo se
apropie de bienes muebles, sumas de dinero o valores por un título que obligue a entregar,
devolver o hacer un uso determinado”. En ese sentido, se puede observar que se utiliza de
forma indistinta como bien jurídico protegido el patrimonio y la propiedad, sin embargo,
consideramos se debe realizar una diferencia sobre ello a fin de establecer de forma nítida el
espacio que enmarca el patrimonio y la propiedad dentro del delito de apropiación ilícita.
Una vez establecido el bien jurídico, analizaremos los elementos constitutivos el delito de
apropiación ilícita. Al respecto, siguiendo a Nuria Pastor Muñoz, señalamos como elementos
constitutivos de delito los siguientes:
a) El autor posee legítimamente el dinero, los efectos, los valores o las cosas muebles;
b) El título en virtud del cual posee el autor es un título que produce la obligación de devolver
o entregar los bienes, de tal modo que no legitima al poseedor para actuar como su
propietario;
d) La conducta típica consiste en apropiarse, distraer o negar haber recibido los bienes.
Debemos señalar que la expresión apropiarse, debe entenderse como el ejercicio de los actos
de disposición sobre el bien mueble, actuando como propietario. En ese sentido, no se
requiere que el agente incorpore el bien a su patrimonio, sino que actúe sobre el bien con
posibilidades de disponer. Así pues, lo relevante no es la disminución del patrimonio del sujeto
pasivo, sino la ausencia de disposición sobre el bien.
Además, señala la doctrina dominante, para la configuración del tipo penal se requiere que el
sujeto activo haya actuado desde el inicio con el ánimo de apropiarse del bien mueble dejado
en posesión mediante título que establezca su devolución. La doctrina mayoritaria entiende
este ánimo como la intención de apropiarse de la cosa, y por ende excluir a los demás de la
disposición del bien mueble. Por otro lado, señalan Alfonso Serrano Gómez y Alfonso Serrano
Maíllo que el animus rem sibi habendi se caracteriza por dos elementos:
Por otro lado, en lo que respecta a la consumación del delito de apropiación ilícita, esta se
configura cuando el agente realiza actos de disposición, yendo más allá de las facultades
recibidas en el título de entrega del bien; es decir el sujeto realiza actividades sobre el bien
como si fuese dueño.
Ahora bien, teniendo el marco antes señalado, debemos manifestar que dicha concepción da
cabida a que el delito sea comprendido como un delito de mera actividad, mediante el cual se
configura el delito de apropiación ilícita con los actos de disposición que el agente realiza no
enmarcados en el título de entrega del bien mueble, es decir actúa como si fuese dueño del
bien. En ese sentido, señala Javier Sánchez-Vera Gómez-Trelles, haciendo referencia al delito
de apropiación ilícita: “Los delitos contra la propiedad se conforman para su consumación y
terminación definitivas con una reducción de la posibilidad de disponer, de tal manera que
cuando el sujeto que posee la cosa la ofrece a un tercero ya está actuando como si fuera
dueño o, lo que es lo mismo, ya ha consumado y terminado el delito de apropiación indebida,
con la obligada consecuencia de que el tercero no podrá ser ya partícipe en dicho delito
consumado y terminado”.
Cabe señalar que algunos autores, como Francisco Muñoz Conde, establecen que, con el acto
de disposición del agente, se produce el perjuicio que la apropiación produce en el titular del
derecho a exigir la entrega o devolución de la cosa. Asimismo, señalan T. Vives Antón y J.
González Cussac que: “El perjuicio típico consiste en la pérdida, por parte del dueño, del valor
económico de la cosa y tiene, como necesaria contrapartida, el enriquecimiento del autor por
la incorporación a su patrimonio de ese valor”.
8.1. Es claro que cuando una persona entrega a otra un bien mueble con un encargo
específico, y este último queda en calidad de depositario (en custodia legítima del bien), lo
expolia y lo agrega a su dominio patrimonial, la víctima o sujeto pasivo resulta siendo quien
entregó la cosa.
8.6. No hay por tanto en el asunto sub júdice, ni vacío legal ni posibilidad de aplicación del
tipo de hurto, en cuyo caso extraordinario, tampoco cabría – como lo señala el Ministerio
Público en el presen- te proceso penal– una absolución; ocurre que el tipo de apropiación
indebida o ilícita, comprende como agraviado, en principio,
2) al acreedor insatisfecho, en cuyo nombre el sujeto activo no recibe el bien, en los casos de
recibo de pago total o parcial, situación que la doctrina jurisprudencial de la Corte Suprema
de Justicia del Perú ha adoptado”.
Por ello, lo que básicamente se lesiona es la extralimitación del agente sobre el marco de
actuación que se establece mediante título que produce la obligación de entregar, devolver o
hacer un uso determinado.
“8.2. Cuando la cosa mueble se entrega en pago al autorizado de facto o formalmente (con
conocimiento del acreedor conforme a las reglas del Código Civil), el que paga se desliga del
bien entregado y este se incorpora a la esfera del patrimonio del antes acreedor, en cuyo
nombre el agente cobrador o recaudador lo recibió”.
Ahora bien, resulta interesante la forma como el acreedor autoriza al agente cobrador o
recaudador a realizar dicha actividad, pues la Casación materia de análisis señala que la
autorización puede ser “de facto o formalmente”; en ese sentido, el acreedor no necesaria-
mente tendrá que establecer un criterio formal para que pueda cobrar, y menos aún un
criterio formal para que los deudores puedan cancelar su deuda.
Al respecto, existe una figura penal para la legitimación del cobro –y por ende de asunción de
deberes del agente– sin autorización formal: dominio social típico (dominio normativo).
Mediante este podrá ser autor aquel agente cobrador o recaudador, sea de hecho o derecho,
que se encuentre en la capacidad de poder afectar el bien jurídico protegido (propiedad) y que
además cuente con la aprobación del acreedor para ejercer dicha actividad.
Quiere decir, para que sea imputable el hecho delictivo al agente cobrador no basta con el
dominio normativo –posibilidad real de afectar el bien y aceptación del acreedor de que asuma
el cargo de cobrador (receptor del bien) o recaudador–; sino que además se necesita la
asunción de la posición de garante sobre el bienestar de la propiedad que deberá ser remitido
al acreedor. En palabras de Gracia Martín, el acceso al dominio social típico y la asunción de la
posición de garante en el fundamento constituyen el criterio material de imputación.
Para esta posición lo importante, a la hora de imputar el delito, es saber quién se encontraba
en una relación material con la posibilidad de afectar al bien. En ese sentido, como se señaló
supra, si bien el delito de apropiación ilícita es un delito especial, no quiere decir que ello sea
el criterio material de imputación, sino una forma de establecer los sujetos idóneos para la
realización del delito. Solo las personas que se encuentren en una relación directa (material)
con la disposición del bien mueble que haya sido cedida por el acreedor (normativo) podrá
cometer el delito y ser considerado autor del delito de apropiación ilícita, el cual mayormente
resulta ser el agente receptor o recaudador formal para el caso materia de análisis.
Así, señala Luis Gracia Martín que el fundamento material de los elementos de la autoría de los
delitos especiales radica en el ejercicio de una función específica determinante de la
constitución de una estrecha y peculiar relación entre el sujeto competente para su ejercicio y
el o los bienes jurídicos involucrados de un modo esencial en el ejercicio de aquella función.
Con lo expresado, se puede concluir que la Casación posibilita que el sujeto activo adquiera la
posesión del bien mueble como agente cobrador o recaudador, cuando el acreedor autorice
dicha función mediante la transmisión formal o material (dominio normativo), con la
obligación de entregar o hacer un uso determinado sobre el bien mueble, para su posterior
entrega o devolución. Así pues, para el caso concreto, no resulta atribuible al deudor las
actividades que sobre el bien realice el sujeto activo (recaudador), pues el deudor cuenta con
la aprobación del acreedor para realizar el pago al agente cobrador o recaudador.
“8.3. Es preciso distinguir entre el cajero que opera en la sede o domicilio del acreedor, del
recaudador que cobra en el domicilio del deudor o recibe en su propio y particular domicilio
el bien en pago total o parcial del crédito.
8.4 En los dos últimos casos, no es factible asumir que el recaudador sustrae los bienes
recibidos para apropiárselos – lo que es característico del hurto –, sino que, simplemente
decide quedárselos para sí, incumpliendo el deber de entrega al propietario, cuya confianza
defrauda.
Conforme se aprecia, considera la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia que
se configurara el delito de apropiación ilícita cuando el agente cobrador o recaudador realiza
dicha actividad en el domicilio del deudor o recibe en su propio y particular domicilio el bien en
pago; sin embargo, si el cajero que opera en el domicilio del acreedor se apropia del bien
mueble cometería el delito de hurto.
Señala que en el primer caso el agente cobrador decide quedarse el bien mueble entregado
por el deudor, incumpliendo el deber de entrega al propietario. Se aprecia que este criterio
sería elemento especial para establecer cuándo nos encontramos ante un delito de hurto y
cuándo ante un delito de apropiación ilícita, en lo referente a los hechos materia de análisis de
la casación. Sin embargo, se observa que no existe mayor fundamento para diferenciar de
forma material cuándo nos encontramos ante uno u otro delito, es decir si el agente resulta
responsable o no por el ámbito de organización que se ha establecido sobre el bien mueble a
través del título (formal o material) –ámbito normativo que delimita el desarrollo de las
actividades y deberes del agente.
Cabe señalar que para establecer cuándo nos encontramos ante un hurto o una apropiación
ilícita se deben tener en cuenta variables como la posesión del bien mueble, el periodo de
tiempo cedido, la capacidad de disponibilidad del bien, entre otros. En ese sentido, señala
Nuria Pastor Muñoz, que: “Con base en el criterio de que para que exista un delito de
apropiación indebida la posesión ha de tener lugar en virtud de un título jurídico, puede
llegarse a la conclusión de que concurre este delito en los casos en que el empleado se
apodera de objetos ‘que están a su disposición’ para cumplir con su trabajo y, en cambio,
hurto, cuando se apoderan de objetos ‘que se encuentra’ en el lugar de trabajo”.
Ejemplos:
Por otro lado, no encontramos conexión alguna con el tema de análisis lo señalado en el punto
8.5 de la casación penal, pues allí se establece que, “si una persona se apropia de un bien
mueble que no cuenta con propietario cierto, con mayor razón se debe sancionar por el
delito de apropiación a quien se apropia de bien cierto”.