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TEMA 4: ARTES FIGURATIVAS DEL IMPERIO ANTIGUO

1. LA CREACION DE UN CANON. PRIMEROS MODELOS DE ESTATUARIA EXENTA.

Se van a realizar en piedra, en bulto redondo, exentas y bajorrelieve.

Las esculturas exentas representan la esencia de los objetos, crean un canon ideal del cuerpo
humano representado de pie y que va a perdurar los tres milenios de la historia egipcia. Dicho
canon se aplicó a imágenes bidimensionales y tridimensionales manteniendo la proporción
entre las diversas partes del cuerpo humano.

Las estatuas individuales que se tallan durante este imperio son casi siempre masculinas, con
rasgos juveniles, se disponen de pie, sentados o con las piernas cruzadas. En las estatuas
femeninas se representan esbeltas y bellas, en la plenitud de su juventud, a una escala menor
de la real y abrazando al torso o pierna del varón, a veces apenas se diferencia de sus hijos que
también se representaban.

Las representaciones sedentes son de proporciones compactas y de carácter estático, al


englobarse dentro del espacio cubico definidos por la base y el asiento. En ocasiones se rompe
dicho estabismo con la colocación transversal de los brazos que se cruzaba sobre el pecho.

Las estatuas de pie en actitud de caminar parten de imágenes ejecutadas en relieve. En la


efigie masculina el eje vertical se prolonga desde el pilar dorsal hasta la pierna derecha, al
tiempo que la izquierda se alarga para dar un paso hacia adelante. Esta tensión entre el reposo
y movimiento se evidencia también en la expresión del rostro, disposición de los hombros y los
brazos, cuyas manos aparecen con los puños cerrados para evitar su posible rotura en la
eternidad de la imagen. Algunas tallan el puño cerrado pero perforado en su interior para
permitir la introducción de un cetro de madera.

Las figuras femeninas de pie adoptan la misma postura pero de menor tamaño y mucho más
restringido el movimiento, con los pies casi juntos.

La mayor parte de las esculturas del inicio del Imperio Antiguo están en piedra caliza y se
tallaron para ser pintadas, como es el caso de la estatuaria privada y dejando piedras duras
para las mejores obras de la estatuaria real , mucho más finas y difíciles de tallar. Todas ellas
tienden a ocultar la espalda del personaje mostrándose bien sea sentado, situado contra una
losa o soporte que se utilizaba para inscripciones jeroglíficas alusivas al personaje.
2. LA ESTATUARIA REAL Y PRIVADA
2.1. LA IMAGEN DEL FARAON

III Dinastia, Zoser. Destaca la Estatua sedente de tamaño natural en piedra caliza, destinadas a
no ser vista. Aparece el monarca, severo y majestuoso, con la cabeza encajada sobre los
hombros debido al peso del tocado de lienzo, que le cubre la gran peluca y la barba postiza. En
su rostro de han perdido los ojos de cristal de roca. Su torso está cubierto con la capa del
jubileo y tiene el brazo derecho plegado sobre el pecho con la mano cerrada. Se trata de una
escultura totalmente frontal, inmóvil y serena, que marca la pauta de los retratos de su tiempo
arcaico.

IV Dinastia, Kefren. La estatuaria faraónica atraviesa su mejor etapa, con un modelo idealizado
que mantiene un parecido con el personaje, al estar pensada como su sustituto. Las
composiciones pierden la pesadez de tiempos arcaicos. Ahora tienen una mayor ligereza y
naturalidad, con especial atención al rostro como medio de identificación del monarca junto
con las inscripciones jeroglíficas que aportan el nombre.

La estatua sedente de Kefren, deriva de la de Zoser. El monarca aparece sentado sobre un


trono sostenido por dos leones, tiene los brazos apoyados sobre los muslos en postura de
rígida simetría. Por detrás del tocado, formado por el nemes, aparece el dios Horus bajo la
forma de Halcon, protegiéndole la cabeza, divinidad de la cual Kefren es su encarnación.
Vestido con un faldellín corto y plisado adornado con la barba postiza, sutilmente sonriente.

Lo mismo que sucede con su Esfinge de su recinto funerario de tamaño colosal, como vigía de
su necrópolis. Su cuerpo con forma de león acostado y su cabeza, inspirada en la de este
monarca, constituyendo un impresionante retrato a gran escala del mismo.
IV Dinastia, Micerinos. Grupos escultóricos de gran calidad y belleza de tamaño no
monumental, con los nombre de diada y triada.

Diada de Micerinos, obra inacabada en la que aparece el faraón de pie junto a su reina
principal, ambas esculpidas en bulto redondo. La reina adopta la misma postura masculina,
ciñendo con sus brazos el tronco del faraón, consiguiendo la plena integración de ambos. Sus
rostros idealizados y distantes, parecen algo más humanizado y la maestría del tratamiento
anatómico evidencia el alto nivel de perfección alcanzada por los escultores de la IV Dinastía.

Las Triadas de Micerinos, el faraón en compañía de deidades, autorrelieve próximos al bulto


redondo, donde los personajes se funden con la losa sobre la que apoyan.

La Triada del Museo de El Cairo. El faraón con la corona del Alto Egipto, flanqueado por la
diosa Hathor a su derecha y por una divinidad local a su izquierda, quienes le agarran con sus
brazos en actitud protectora. El monarca porta la barba postiza y viste un faldellín `lisado que
muestra su cuerpo atlético. Hathor con el disco solar entre sus dos cuernos, tiene sus pies
separados, mientras que la otra diosa que porta el tótem distintivo de su provincia sobre la
cabeza, presenta los pies juntos.

La Triada del Museo de Boston. Participa la misma diosa, sentada en el centro de la


composición, flanqueada por el faraón, a quien agarra, y por la deidad de un nomo del Alto
Egipto. Intento de unión de una figura de pie y otra sentada, modelo a futuras
representaciones de la estatuaria privada de personajes emparejados.

V y VI Dinastias. La estatuaria real se mantiene sin grandes variantes, pese a los cambios
sociales. Se sigue manteniendo el empleo del pilar y la losa dorsal para sostener los cuerpos.
No obstante la estatuaria muestra innovaciones como estatuas colosales derivadas de la gran
Esfinge de Gizeh, y la forma de tallas los rostros con ceja y línea cosmética pintada del ojo, que
ahora se hacen en bajorrelieve.
2.2 LA ESCULTURA DE LA CORTE

Las imágenes de los principales personajes de la corte presentan estereotipadas las facciones
del rostro. No obstante, en algunas obras se atiende a individualizar al personaje
representado, especialmente en el ámbito de la estatuaria privada.

El principal material sigue siendo la piedra caliza, que se pinta con colores oscuros para la piel
del hombre y con tonos más suaves para la mujer. Se incorpora ahora la madera, es más
moldeable que la piedra y también admite aplicación policromada en su acabado.

En las representaciones masculinas el difunto está sentado en una silla con el torso desnudo,
cruzando un brazo sobre el tronco y apoyando el otro en el muslo con la mano abierta o
cerrada. Las extremidades inferiores finalizan en gruesos tobillos y grandes pies, mientras que
la cabeza grande con detallado peinado y se sustenta sobre un corto cuello. Las
representaciones femeninas son muy similares a las masculina, la anatomía se percibe bajo las
finas vestimentas con que estas se cubren, destacando joyas con las que se adornan.

III o IV Dinastia, imágenes sedentes de Rahotep y Nofret. Creada para su tumba de Medium,
se consideraba a Rahotep familiar del faraón Huni , mientras que otros opinan que es de
comienzos de la IV Dinastía, ya que se trataba del hijo de Snefru. Se trata de representaciones
cubicas en piedra caliza policromada con los colores convencionales. Rahotep viste con un
faldellín y su esposa con una ajustada túnica, ambos de color blanco. Sus rostros expresivos y
vivos gracias a los ojos de cristal de roca encajados en marcos metálicos. Nofre, acentuada por
la voluminosa peluca y con bellos detalles ornamentales, como la diadema y el collar. Ambas
imágenes con inscripciones jeroglíficas alusivas a los títulos y nombres de los personajes,
mostrando una evolución en el tipo de escritura que servirá de modelo a imágenes
posteriores.
V y VI Dinastia

De las necrópolis de Gizeh y Saqqara proceden una gran cantidad de estatuas de particulares
de la V y VI Dinastia, de notable calidad, con una gran naturalidad y humanidad mayor que en
las obras anteriores

Estatuas de Ranofer, esculpidas en piedra caliza y pintada. Muestran a este funcionario de alto
rango emergiendo de la gran losa que lo respalda, se le representa como un gran señor con
diferentes semblantes. En una con la cabeza desnuda y atuendo privado mientras que en la
otra aparece ataviado con peluca y vestimenta cortesana.

Una de las representaciones más populares de esta etapa es la del alto funcionario, ejerciendo
de la escritura. Se trata de imágenes prototípicas en las que aparece sentados con las piernas
cruzadas, sujetando con la mano izquierda la hoja de papiro y con la derecha el cálamo. Las
obras más destacadas son:

Escriba sentado, en el Louvre y Escriba sentado, en el Cairo .Este último provisto de peluca,
mientras que el del Louvre carece de ella, y ambos poseen brillantes ojos realizados en cristal
de roca y convencionalmente pintados de ocre y crema. Como novedad en ambas, el escultor
vacía lo más posible el espacio de piedra comprendido entre brazos y el tronco, aligerando
notablemente el volumen de la imagen.
En esta misma etapa se tallan esculturas en madera, más blandas que la piedra y posibilita
realizar por separado distintas partes de la figura, dando mayor libertad compositiva al
escultor. La mayoría de hallan recubiertas de yeso pintado y muestran al dueño de pie en
actitud de caminar, poseen unos ojos muy realistas encajados en marcos de cobre. Destaca:

El Alcalde del Pueblo, V Dinastía, se muestra al dignatario Kaaper, un alto funcionario de


mediana edad. Pese a su composición frontal, la imagen posee una gran libertad y realismo,
con rasgos concretos, mostrándole desprovisto de peluca y vestido con un sencillo y ancho
faldellín en su ambiente cotidiano. En contraposición, la tumba de Kaaper, ha producido otro
ejemplar también en madera cuyo aspecto y actitud es muy diferente. Se le representa
muchos más joven y delgado, con la peluca y el faldellín plisado de ambiente cortesano.

Además de estas estatuas, es frecuente encontrar imágenes colectivas en piedra caliza


policromada, auténticos retratos familiares, destacando:

El Enano de Seneb y su familia, VI Dinastía. En ella la mujer aparece sentada sobre un banco
corrido, con los pies juntos sobre el suelo y abrazando a su esposo, quien también está
sentado con sus cortos brazos plegados sobre el pecho y las piernas cruzadas con el fin de
disimular su anomalía física. Aparecen también sus hijos, desnudos y de pie sobre el pedestal,
ocupando el lugar donde deberían estar las cortas piernas de Seneb en un claro intento de
disimular su defecto.

Además de las mencionadas, se inicia la producción de multitud de pequeñas estatuillas


destinadas a ser depositadas en la tumba, con el fin de realizar diversas tareas cotidianas para
el difunto, conocidas como “sirvientes”.
3 .LAS IMÁGENES PARA LA ETERNIDAD. LOS RELIEVES DE LAS TUMBAS.

Las imágenes en relieve se convierten también en elementos fundamentales de los


monumentos arquitectónicos, existe una compleja interacción entre representación figurativa
y los soportes arquitectónicos. Las dimensiones, el tipo y la postura de las figuras, seguían unas
pautas previamente establecidas, con objeto de integrarlas en el edificio para el que habían
sido concebidas.

Se experimenta un notable desarrollo del relieve para decorar las paredes de los templos y
numerosas tumbas de los nobles y parientes del faraón próximos a las pirámides. De tal forma
que la función decorativa se apodera de la arquitectura reduciendo su función a la de mero
soporte. En el interior de todos estos edificios se ornamentan con diversas imágenes, talladas
en la roca viva en altorrelieve y otras en relieve muy plano, para no sobrecargar los
parámetros verticales y dificultar la visión de figuras e inscripciones jeroglíficas.

3.1. La evolución de la técnica.

Al igual que sucede con las imágenes exentas, los relieves son obras en las que interviene el
dibujante trazando el diseño, el grabador esculpiendo las imágenes y el pintor coloreándolas.
Dichos relieves evolucionan desde el Imperio Antiguo, alcanzando sus formas definitivas en la
V y VI Dinastías.

Desde el punto de vista técnico, para efectuar las figuras primero el pintor las dibuja sobre el
muro, perfilando sus contornos con tinta roja o negras en caso de correcciones,
posteriormente el escultor las tallaba en relieve, eliminando la parte de piedra que no formaba
parte de la imagen, mediante el cincel y martillo. Una vez los aprendices habían desbastado las
imágenes, el maestro escultor procedía a acabarlas mediante el pulido de su superficie,
dejando los relieves lisos para poder ser coloreados.

Los relieves planos decoraban ambientes interiores de los templos, mientras para que el
embellecimiento exterior expuesto a la luz sola, se creó una variante técnica, el huecorrelieve.
La superficie de la piedra que rodea la figura se deja sin excavar, rebajándose tan solo una
pequeña parte del fondo con objeto de acentuar el contorno de la imagen, de manera que
esta no sobresal del plano pétreo primitivo. De esta forma, el perfil de la figura,
profundamente recortado, arroja sobre el muro exterior una fuerte sombra al incidir en el
desde distintos puntos el sol a lo largo del día.
3.2. Escenas y temas: el poder real, la religión y la vida privada

La iconografía de todos estos relieves es muy variada, temas religiosos, tareas de gobierno,
relación con los dioses, todo con objetivo de consagrar para la eternidad su naturaleza divina.
Ejemplos como su coronación, expediciones a países extranjeros o campañas militares. Estas
últimas para reafirmar el poder y soberanía luchando ante elementos que producen el caos del
universo ya sean simbólicos animales o pueblos extranjeros a los que aniquila y somete. Estos
temas forman parte desde las primeras dinastías del repertorio regio, dejando constancia de la
capacidad que posee cada soberano, con independencia de la realidad histórica del suceso.

Las de carácter religioso, el monarca participa en diversas festividades, como la fiesta del Sed y
también en compañía de distintas divinidades presentándole ofrendas, identificándose con
ellas o bien los propios dioses reafirmando sus poderes.

Los temas esculpidos en las tumbas de particulares, se centra, en motivos alusivos a la vida
cotidiana del dueño, como en su oficio en vida o sus quehaceres, acreditando su elevada
posición social. El escultor suele representar al difunto en perspectiva jerárquica, con
vestimentas y objetos alusivos a su escala social. No suelen aparecer solos, casi siempre
acompañados por sus familiares y otras figuras que presentan donaciones y sacrificios. Todas
estas imágenes constituyeron un valioso documento que contribuye al conocimiento de la
sociedad egipcia del Imperio Antiguo.

3.3. Los modos de representar: convencionalismos compositivos del relieve pictórico

Los relieves de las dinastías III y IV

Las distintas composiciones presentan figuras que se diseñan conforme a un rígido canon de
proporciones y convencionalismos previamente establecidos a partir de la III Dinastía y que e
consolidan plenamente en la IV Dinastía. Entre las normas más frecuentes destaca el hecho de
que los personajes más importantes siempre se ejecutan de un tamaño mayor al del resto. Por
lo que respecta al cuerpo humano sobresale la colocación de la cabeza, de la pelvis y de las
piernas de perfil, mientras que los hombros, el tórax los ojos se colocan de frente.

Las representaciones masculinas y femeninas ofrecen ligeras diferencias, como mayor


tendencia a la acción en los hombres y mayor estatismo en las mujeres, así como la piel más
oscura en hombres y un tono más claro en mujeres.

En los relieves más destacados de la III Dinastía, destaca:

Relieves de la Tumba de Hesiré. Destacan dos de los once paneles, tallados en madera en
bajorrelieve. Se ve al cortesano Hesiré provisto de los atributos de su autoridad, en uno de
ellos sentado ante la mesa de ofrendas, con corta peluca rizada y envuelto en una capa,
llevando en su mano derecha los útiles de escriba y en la izquierda un fino bastón. En el otro
relieve está de pie, con la pierna izquierda adelantada, con una larga peluca y una falda corta
sujeta con cinturón. Reparte el peso sobre ambos pies, llevando en la mano izquierda una larga
vara junto con los útiles de escriba y en la derecha un cetro como símbolo de poder. La imagen
ofrece su perfil derecho con la línea de los hombros y el ojo de frente, mientras que el resto
del cuerpo aparece de perfil. El equilibrio de esta figura hizo que el canon de proporciones
fuera considerado el modelo clásico de las representaciones humanas de pie y en relieve del
Imperio Antiguo, perdurando este en etapas posteriores.
Los relieves pictóricos de las dinastías V a VI

Los relieves de estas dinastías ofrecen una mayor libertad compositiva, manteniéndose la
calidad artística y caracterizándose por su amplia variedad temática. En las obras regias
escenas de ritos de coronación y jubileo del faraón y otras con las ofrendas que le realizan sus
sacerdotes ante la mesa fúnebre. Destacan entre ellos: Paneles del Faraón Sahuré, en el
complejo funerario de Abu Si, aparece el monarca dedicado al deporte de cazar aves acuáticas
entre los pantanos, así como en escenas de guerra. Templo solar del faraón Neuserre,
muestra la influencia del culto al dios sol Ra.

En los abundantes relieves de las tumbas privadas de los cortesanos menfitas enterrados en
Gizeh, Saqqara y Meidum, aluden a la vida campestre. Aparecen hombres acompañando a su
rebaño, poniendo trampas a las aves, pescando, en la recolección y tejido del lino; también
aparecen otros personajes como portadores de ofrendas y otros que participan en escenas de
música y baile, estos últimos a finales de la V Dinastía.

En estas variadas escenas el difunto aparece siempre de mayor tamaño y se limita a observar
distanciado la acción, participando tan solo en deportes como la caza. Además es frecuente
encontrar composiciones alusivas al culto, con el cortejo fúnebre o la presencia del difunto
sentado ante la mesa de ofrendas, colmada con numerosos productos que le garantizaban si
subsistencia eterna.

Entre las abundantes mastabas destacaban los relieves de la rica Tumba de Ti, en Saqqara que
constituye el punto culminante del relieve de la V Dinastía. En ellas encontramos al dueño
provisto de todos los elementos que confirman su posición social. Igualmente sobresalen los
bajorrelieves de la Mastaba de la princesa Idut, con bellísimas escenas acuáticas. También los
de la Tumba de Ika, en cuyos paneles de su falsa puerta construida en madera, donde la
representación del difunto sigue el modelo de la tumba del cortesano Hesiré, de la III Dinastía.
4. LA PINTURA DEL IMPERIO ANTIGUO

La pintura formo partes de la decoración de diversas obras, incluso antes que la escultura. Las
primeras muestras en los vasos cerámicos fúnebres, de finales del neolítico. De hecho, la
decoración en relieve no habría podido esculpirse de no haber contado previamente con el
dibujante, quien trazaba con tinta el contorno de la composición. Estos dibujos los coloreaba
posteriormente el pintor con convencionales y simbólicos tonos alusivos a la esencia de los
seres y objetos, sin tener en cuenta el aspecto real. El color cubría los edificios, las esculturas,
los bajorrelieves y objetos de las artes decorativas.

La fragilidad de las obras pictóricas ha dificultado su conservación, de manera que son escasos
los restos de pintura mural de las primeras etapas del arte egipcio, salvando los hallados en la
cámara funerario de la Tumba 100 de Hieracompolis; donde aparecen escenas de lucha entre
hombres junto a barcas pintadas con colores planos.

Algunas tumbas de altos funcionarios, aparecen decoradas con imágenes pictóricas, ya que
eran mucho más económicas y fáciles de realizar que las imágenes en relieve. El diseño era una
serie de pautas compositivas, previamente codificadas durante más de tres mil años, las cuales
son similares a las del relieve.

Desde el punto de vista técnico, se disponía sobre un fondo plano, preparado con una capa de
enlucido de cal blanca sobre la que el pintor dibujaba la cuadricula donde las insertaba, con
pintura roja o negra en caso de corregir. Los colores eran de procedencia mineral,
mezclándolos con un aglutinante y agua, para formar una pintura al temple que se adhería
fácilmente al soporte elegido. Los colores se aplicaban mediante pinceles vegetales de
diferentes tamaños dependiendo del espacio a cubrir.

Los temas pictóricos coincidían en esencia con los plasmados en el relieve, de contenido
religioso, el faraón acompañado de divinidades, ritual fúnebre, etc. Las escenas de carácter
regio mostraban al monarca a mayor escala con carácter triunfal en enfrentamientos bélicos.
Temas destinados a proteger al país de los elementos desestabilizadores circundantes. En las
escenas de la vida cotidiana, pintaban al propietario en actitud convencional, en una escala
superior al resto y normalmente acompañado de su familia mientras cazaba o pescaba.

Todos estos temas se disponen en bandas horizontales superpuestas, separadas entre si


mediante una gruesa línea que se combinaba con inscripciones jeroglíficas; pudiendo aparecer
también un motivo esencial ubicado en un espacio de mayor tamaño y carente de registro
horizontales.

Encontramos el ejemplo de mayor calidad en las Ocas de Meidum; durante la IV Dinastía en


las mastabas de Meidum, pertenecientes a las paredes de la tumba del príncipe Nefer-Maat y
de su esposa Atet. En composición de simetría aparecen seis ocas en un campo, dos parecen
erguidas en el centro y dos aves en las esquinas que inclinan su cuello hacia el suelo para
recoger alimento con el pico. Dichas aves forman parte de una escena más compleja en la que
los hijos de Ate tiraban de una red en la que había pájaros acuáticos. Esta ejecutada al temple,
con una amplia gama de brillantes colores con finas y próximas pinceladas, que posibilitan la
gradación matizada de sus bellos plumajes, lo que la convierte en una obra maestra.
De esta misma tumba proceden dos fragmentos de pared ejecutados con una refinada técnica
de incrustación de los colores consistente primero en la talla en hueco relieve para
posteriormente rellenarla con pasta coloreada. Esta novedosa técnica tuvo el inconveniente de
que al secarse la pintura se desprendía los colores incrustados, razón por la que acabo
abandonándose hasta el Imperio Nuevo.

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