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Evolución de la figura humana en la

escultura
Venus paleolíticas

Las Venus paleolíticas son estatuillas con el cuerpo redondo, y los dos centenares si se
incluyen representaciones parietales. Estas esculturas tienen tamaños modestos, hasta
diminutos, oscilando entre los 4 y los 25 centímetros.

El primer descubrimiento fue la Venus de Brassempouy, en 1893, por Édouard Piette.


Cuatro años más tarde, Salomón Reinach daba a conocer las estatuillas de esteatita de
las cuevas de Grimaldi. En 1908 fue exhumada la famosísima Venus de Willendorf, en
un campo de loess del valle del Danubio, en Austria. Esta escultura, que se ha
convertido en un icono, anunciaba el dominio de las culturas femeninas que se
extendían desde los Pirineos franceses hasta las llanuras siberianas del lago Baikal.
Fueron bautizadas con el nombre de Venus al extenderse la noción de que constituían
un ideal de belleza prehistórico, y, aunque la idea ha sido rechazada, la denominación
de Venus persiste.

Venus de Tan-Tan:

La llamada Venus de Tan-Tan es una posible figura antropomorfa, de unos seis


centímetros de alto, cuyo soporte es un guijarro de cuarcita. Éste tiene varias hendiduras
que le confieren su característica morfología: algunas de ellas son naturales y otras, al
parecer, artificiales; además, conserva restos de ocre. Dado que fue hallada en una
excavación arqueológica, en un contexto propio del Paleolítico Inferior, ha sido datada,
aunque con muchas dudas, en torno a los 200 000-300 000 años de antigüedad (algunos
científicos retrasan esta cronía hasta los 400 000 años); es, en cualquier caso,
contemporánea de Homo heidelbergensis.

La supuesta figura fue descubierta en 1999 en un sedimento fluvial del río Draa, cerca
de la localidad de Tan-Tan (al norte de Tarfaya, Marruecos).
Sin embargo, desde el principio la pieza ha suscitado la controversia, ya que, para
algunos arqueólogos no es más que un objeto natural casualmente antropomorfo, se
sostiene que estamos ante un guijarro de morfología fortuita y accidental, producto de la
erosión; aunque reconoce las marcas de percusiones que tiene la pieza, para él se deben
a que pudo haber sido utilizada como yunque y, aunque, efectivamente, tiene restos de
una sustancia grasienta con algo de ocre, es posible que ésta hubiese sido usada como
conservante en las pieles de animales (hecho común en la Prehistoria); niega, por tanto,
que el ser humano haya potenciado deliberadamente la forma humana en este
«pedrusco». Por su parte, muchos estudiosos se han apresurado a aceptar la veracidad
del descubrimiento, aun reconociendo que el origen de la roca es natural, opina que
algún “artista” prehistórico profundizó conscientemente sus rasgos, para hacerlos más
humanos, por medio de incisiones y percusiones intencionales; además de pintarla de
color ocre.

Venus de Lespugue:

Estatuilla de marfil de mamut, mide, después de la reconstrucción, 147 milímetros de


alto, 60 milímetros de ancho y 36 milímetros de grosor. En la forma general se puede
inscribir en un rombo o losange, con el vientre, las nalgas y los senos
desmesuradamente desarrollados, una cabeza pequeña y desdibujada, y unos pies apenas
esbozados y puntiagudos.

La cabeza ovoide sin detalles, sobre todo, en el rostro, es muy común en este tipo de
figurillas. Pero sí que lleva pequeñas incisiones paralelas y alargadas que han sido
interpretadas como una representación estilizada del pelo. Los senos y las nalgas forman
una especie de esfera o círculo central. Llama la atención que, en la parte trasera,
cubriendo parcialmente las nalgas, hay una serie de estrías paralelas y verticales cuya
interpretación ha sido muy discutida. Quizá sea alguna representación esquemática de
alguna prenda de vestir: una especie de faldilla. Según la opinión de la investigadora
Elizabeth Wayland Barber, experta en la historia del tejido, es, posiblemente, el ejemplo
más antiguo de la historia de un lienzo trenzado.

La Venus de Willendorf:

Es una estatuilla antropomorfa femenina de entre 20 000 y 22 000 años a.C. Fue hallada
en un yacimiento paleolítico cerca de Willendorf (Austria), a la orilla del Danubio, en
1908 por el arqueólogo austriaco Josef Szombathy.
Es la más conocida de las Venus paleolíticas. Éstas son figuras de mujeres de rostro
impreciso y con una fuerte exageración de las partes del cuerpo relacionadas con la
maternidad (vientre abultado, enormes senos y piernas obesas). La figura de esta mujer
desnuda, de unos 11,1 centímetros de alto, 5,7 de ancho y 4,5 de espesor con 15
centímetros de circunferencia, fue tallada en piedra caliza oolítica, que no es propia de
la región, y tintada con ocre rojo.

El conjunto respeta la ley de frontalidad aunque la cabeza parece «mirar» ligeramente


hacia el seno mamario derecho.

Parece ser una representación convencional, no realista, ya que su abdomen, vulva,


nalgas y mamas son extremadamente voluminosos (en las nalgas: esteatopigia), de
donde muchos estudios han deducido una fuerte relación con el concepto de la
fertilidad. Los brazos, muy delgados y casi imperceptibles, se doblan sobre los senos.
No tiene una cara visible, estando su cabeza cubierta de lo que pueden ser trenzas, un
tipo de peinado o una capucha, e inclinada hacia adelante.

El abdomen posee un notorio hueco que representa el ombligo. El abultado pubis se


expande sobre unos gruesos muslos.

Aunque las piernas son anatómicamente muy acertadas las rodillas están juntas y los
pies que no han sido representados (o se han perdido) estarían separados, por lo que la
escultura termina a la altura de los tobillos.

Egipto
La escultura en el Antiguo Egipto se practicaba desde el periodo Predinástico con
admirable perfección en estatuaria y bajorrelieves, conservándose millares de objetos de
una y otra clase labrados en madera, marfil, en bronce (a veces dorado y con
incrustaciones de oro y plata), en barro cocido y, sobre todo, en piedra que para las
estatuas suele ser de gran dureza. Ya en las obras prehistóricas comienzan a insinuarse
las características propias del arte egipcio. Los bajorrelieves forman bandas paralelas y
los personajes más importantes adquieren mayor tamaño. Durante la época menfita se
desarrolla la estatuaria en relación con la arquitectura funeraria. Las estatuas dobles del
difunto, que aseguraban su supervivencia, debían lograr un gran parecido. Para dar
mayor veracidad las pintaban y esmaltaban los ojos.

Sus características varían según el rango: el faraón, por ejemplo, adoptaba una actitud
ritual hierática y solemne; muchos más libres y realista son las estatuas de particulares
realizadas en madera o en piedra caliza pintada. La estatuaria del Imperio Nuevo creció
con la arquitectura, que emprendió monumentales templos. Aparecen esfinges y estatuas
colosales de carácter frontal (apreciables solo de frente) y simétrico, que se antepone a
los pilones. Otra novedad son las estatuas- bloques, figuras en cuclillas envueltas en un
manto y sosteniendo alguna divinidad u objeto oculto.

Tríada de Micerino:

Está considerada uno de los más notables conjuntos escultóricos de la dinastía IV y del
periodo menfita. Está datada a mediados del tercer milenio a. C. Corresponde al grupo
formado por el faraón Micerino. Al lado derecho se encuentra la diosa Hathor, con
cuernos y el disco solar sobre su cabeza, y al lado izquierdo la del nomo de Cinópolis,
portando su emblema.

Características generales:
Material: Roca de diorita.
Altura: 92'5 cm.
Hieratismo, es decir, la rigidez con la que aparecen los personajes y la representación
recta de la línea de los hombros y de las caderas. Las figuras acompañantes sujetan
familiarmente a Micerino, por el brazo, poniendo en ello una nota de ternura frente a la
firmeza que domina toda la composición.

Ley de frontalidad: que consiste en representar el conjunto para ser contemplado de


frente, preferentemente. En este caso es un grupo en altorrelieve, no siendo figuras de
bulto redondo.

Canon: las figuras están bien proporcionadas mostrando gran armonía entre sus partes,
siendo el canon de la figura de 18 puños. Distribuidos de la siguiente manera: dos para
el rostro, diez desde los hombros hasta la altura de las rodillas y los seis restantes para
piernas y pies.

La indumentaria es de gran sencillez, puesto que el faraón sólo está tocado con la
corona Blanca real, porta barba postiza y un sencillo faldellín, o falda egipcia real. Las
otras dos figuras visten un ajustada túnica casi transparente. El pie izquierdo adelantado,
en las figuras de Hator y Micerino, que pasa así a un primer plano.
La escultura egipcia se realizaba en diversos materiales de diferentes durezas y texturas,
con acabados pulidos y generalmente coloreados.

Este conjunto está esculpido en pizarra. Sorprenden la perfección, el refinamiento y el


detalle que conforman las fracciones del rostro, lo que hace suponer que debieron tener
notable parecido con la realidad, pues en esta época, la IV dinastía, los ritos funerarios
exigían la representación de los rasgos físicos lo más fielmente posible

Grecia

La escultura de la Antigua Grecia alcanzó el ideal de la belleza artística hasta donde


pudo llegar por sí solo el ingenio humano. Aunque Grecia floreció en todas las Bellas
Artes, ninguna le distingue tanto como la escultura.
Cultivó el arte de la Antigua Grecia todos los géneros de escultura, adoptando con
predilección el mármol y el bronce como material escultórico y tomando como asuntos
principales los mitológicos y los guerreros a los cuales añadió en su última época el
retrato de personajes históricos.

Período de formación
En el primer período después de los rudimentarios ídolos de madera llamados xoanon,
planos por delante y por detrás y redondeados en los bordes, descubiertos en Delos
(atribuidos al mítico Dédalo) y después de las primeras estatuas de mármol de tosco
labrado y a modo de columnas, va recorriendo el arte un camino de progreso que
empieza en las escuelas jónico-asiáticas de Samos y Quíos (islas de Asia Menor) y sigue
en la dórica Sición (Peloponeso) a principios del siglo VI. Las jónicas se distinguen por
cierta elegancia y simetría en el plegado de los paños como es de ver en las diferentes
Ártemis (o Dianas primitivas) que son obras principales de dichas escuelas. La dórica,
por la robustez y el aspecto varonil de sus figuras y unas y otras por los reflejos de la
tradición asiática en que debieron inspirarse, imitando modelos de procedencia oriental,
traídos por el comercio. No obstante, en la escuela dórica se hace menos visible el
influjo asiático y se revela ya por el espíritu de independencia sobre todo, en la talla de
sus Apolos desnudos y de aspecto varonil. En los relieves de este periodo se advierte
por lo general la misma técnica de los asirios arriba mencionada.

Xoanon de Artemisa de Éfeso:

Es una escultura de madera con carácter votivo que se realizaba en la época arcaica de
la Antigua Grecia y estaba vinculada a los templos.
Los griegos clásicos asociaban tales objetos de culto, ya sea anicónicamente o en efigie,
con el legendario Dédalo. De este tipo de imágenes de culto, ninguna ha llegado a
nuestros días, excepto cuando su imagen fue copiada en piedra o mármol. Este tipo de
esculturas tenía forma humana y se adaptaba a la forma cilíndrica del tronco del árbol
en el que se tallaba. Podían estar formadas por una estructura interior recubierta de
placas metálicas.

Periodo arcaico:

El segundo período se caracteriza por la independencia que el arte griego, ya formado,


va realizando respecto de imitaciones orientales y por el tipo atlético dado a sus estatuas
que en su gran parte representan a los vencedores en los juegos olímpicos aunque se
llamen Apolos. En la escultura griega arcaica se mantienen aún los rasgos hieráticos y
rígidos con composiciones geométricas y cerradas respetando la ley de frontalidad. Se
creó un convencionalismo formal de la figura tendente a su geometrización con los
brazos rectos y pegados al cuerpo (a excepción de las mujeres con brazos en posición
oferente), la anatomía muscular marcada de forma esquemática y un pelo largo y recto
con corte rectangular que enmarca unos ojos almendrados y una orejas en forma de
voluta que recordarían al orden jónico arquitectónico. Las vestimentas de las mujeres
eran policromadas y con motivos geométricos.

Dama de Auxerre:
Dama de Auxerre, también conocida como Korai de Auxerre. Escultura griega realizada
en piedra, de pequeño tamaño (65 cm de altura), perteneciente al conocido como
periodo arcaico. Se encuentra en el Museo del Louvre, en París.
La obra data del siglo VII a. C., cuando Grecia estaba saliendo de la que se ha venido en
llamar Edad Oscura. Una de las hipótesis de atribución es que representa a Perséfone.
Fue hallada en 1907 por un empleado del Museo del Louvre en un pequeño museo de la
ciudad de Auxerre, desconociéndose cómo había llegado a ese lugar.

Período clásico:

El tercer período señala el apogeo de la escultura, se vence la rigidez del anterior


periodo dando a las figuras delicadeza y gracia el primero y expresión de movimiento el
segundo. Entrado ya el siglo IV a. C., la escultura toma un carácter realista que
degenera en sensualismo al buscar el sentimiento, la gracia y la delicadeza en vez de la
grandiosidad y elevación que distinguía a los anteriores. De esta época y son varios
Faunos, Afroditas, Dionisos y Apolos sin las formas atléticas de tradición dórica.

Venus de Cnido:
La escultura representa a la diosa griega del amor (principalmente en su acepción del
amor erótico), la belleza y la fertilidad femenina de Afrodita, prestándose a realizar, o
tras haberlo efectuado, el baño ritual de las Eleusiadas. Tal escultura estaba destinada a
exornar el naos de un pequeño templo de dos aberturas a lo largo de un mismo eje, o
quizá para ubicarse en un templete monóptero en la ciudad helénica de Cnido.
La desnudez en la Afrodita Cnidia es un buscado y logrado elemento de erotismo: la
seducción ha sido acentuada merced a la tersura que se ha obtenido en el fino labrado
del mármol que constituye a la estatua. Tersura realzada por las curvilíneas y suaves
(mórbidas) formas, grácilmente femeninas del cuerpo. Formas que se "mueven" con un
perfil sinuoso (en "S&quot . La representación toma, en efecto, a Afrodita cuando presta
al baño, deja caer casi lánguidamente sus vestiduras sobre una hidria (gran ánfora para
agua) que está a su costado. La vestidura y el ánfora, pese a la impresión opuesta
sugerida, cumplen la función de fuerte soporte estructural, de manera que así el cuerpo
puede "rotar" ligera y levemente hacia adelante y hacia la izquierda, casi en un gesto de,
instintivo aunque despreocupado, pudor. Como si la diosa hubiese sido sorprendida en
tal pose por un extraño. Por ello, "lleva" su mano diestra delicadamente a cubrir
incompletamente el pubis. La obra original desapareció durante un incendio ocurrido
durante la rebelión de Niká en Constantinopla, ciudad a la que la había hecho
transportar el emperador Teodosio. A pesar de ello, se mantienen numerosas copias.

Período helenístico

Entre sus contribuciones originales a la tradición griega de la escultura se encuentran el


desarrollo de nuevas técnicas, el perfeccionamiento de la representación de la anatomía
y de la expresión emocional humana, y un cambio en los objetivos e interpretaciones del
arte, abandonándose el genérico por el específico. Eso se tradujo en el abandono del
idealismo clásico de carácter ético y pedagógico en busca de una enfatización de los
aspectos humanos cotidianos y del encaminamiento de la producción para fines
puramente estéticos y, ocasionalmente, propagandísticos. La atención dada al hombre y
a su vida interior, sus emociones, sus problemas y sus anhelos comunes, resultó en un
estilo realista que tendía a reforzar el drama, el prosaico y el movimiento, y con él
aparecieron los primeros retratos individualizados y verosímiles del arte occidental. Al
mismo tiempo, ocurrió una gran ampliación de la temática, con la inclusión de
representaciones de la vejez y de la infancia, de deidades menores no olímpicos y de
personajes secundarios de la mitología griega, y de figuras del pueblo en sus actividades
diarias.
Venus de Milo:

Es una de las estatuas más representativas del período helenístico de la escultura griega,
y una de las más famosas esculturas de la antigua Grecia. Fue creada en algún momento
entre los años 130 y 100 a. C., y se cree que representa a Afrodita, diosa del amor y la
belleza; mide, aproximadamente, 211 cm de alto.

La escultura fue hecha en mármol blanco, en varios bloques cuyas uniones no son
visibles, en un tamaño ligeramente superior al natural; se desconoce su autor.
La Venus de Milo es una escultura tridimensional, ya que además de tener volumen
puede ser vista desde diferentes perspectivas. La pierna derecha sostiene el cuerpo
dejando libre de esta manera a la pierna izquierda del peso del cuerpo, lo que da una
mayor sensación de profundidad. La ruptura de la frontalidad, se produce también
debido a la colocación de su brazo izquierdo, aunque ya perdido, se cruza ligeramente
con la silueta, situando ésta hacia la izquierda. Además, la musculatura reflejada en el
hombro izquierdo también sugiere que el brazo estaba alzado. Por último, el rostro es
situado hacia la izquierda, lo que rompe aún más la frontalidad de la obra. El cuerpo
gira en forma de S.

En cuanto a la luz, sus contrastes son muy destacados, ya que en el cuerpo predomina la
claridad, en los pechos predomina la obscuridad debido al interés del escultor por
resaltarlos, ya que éstos representan el culto a la fertilidad y al amor. Debido a que la
luz predomina en la obra, hay una mayor sensación de tranquilidad y serenidad. El
movimiento predomina en esta obra, lo que hace que aumente la sensación de realismo,
hay otros elementos claves en la escultura, como el drapeado, la prenda que cubre la
parte inferior de la escultura está realizado con todo detalle, sin embargo, algunas
curvas que hay en ella son muy exageradas. La pose relajada de Venus, destaca los
rasgos de la belleza formal que se requiere representar y además muestra una anatomía
relajada y sensual, factores fundamentales para las representaciones de las venus que
constituían los cánones de belleza en la época.

Roma

La escultura de Roma, se desarrolló en toda la zona de influencia romana, con su foco


central en la metrópolis, entre los siglos VI a. C. y V. En origen derivó de la escultura
griega, principalmente a través de la herencia de la escultura etrusca, y luego
directamente, por contacto con las colonias de la Magna Grecia y la propia Grecia,
durante el periodo helenístico. La tradición griega siguió siendo una referencia
constante durante todo el curso del arte escultórico en Roma, pero contradiciendo una
creencia antigua y extendida de que los romanos eran sólo meros copistas, ahora se
reconoce que no sólo fueron capaces de asimilar y desarrollar sus fuentes con maestría,
sino también aportar una contribución original e importante a esta tradición, visible
especialmente en el retrato, género que consiguió un gran prestigio y que dejó ejemplos
singulares de gran técnica y de alta expresividad, y en la escultura decorativa de los
grandes monumentos públicos, donde se desarrolló un estilo narrativo de gran fuerza y
carácter típicamente romano.
En el caso de la estatuaria cuando representaban los retratos del emperador en estado
deificado, especialmente en períodos en que la descripción realista estaba en vigor con
más fuerza, se observa de inmediato una incongruencia entre la forma de representación
del cuerpo y la cabeza. Mientras que la cabeza se mostraba a menudo con todos los
signos del envejecimiento, los cuerpos estaban representados de acuerdo con los
antiguos cánones de la escultura clásica griega, idealizados con una eterna juventud y
fuerza. Estas obras extrañas, a los ojos modernos, acostumbrados a disfrutar de una
estatua como un todo homogéneo, resultan comprensibles cuando se recuerda los
convenios que regían el arte del retrato, y cuando sabemos que las estatuas eran para los
romanos una especie de simulacro simbólico y no una realidad. Así, se ha sugerido que
en realidad se trataba de un acuerdo entre dos partes diferentes, una para representar el
cuerpo en términos simbólicos y otra para la representación descriptiva de la cabeza con
el fin de poder identificar claramente al personaje, con un rechazo de la interpretación
literal del conjunto. Las mismas convenciones parecían regir la estatuaria privada a la
hora de representar el genius del sujeto, y en este caso pertenecía al grupo de los
monumentos funerarios. Con el mismo propósito se hacía a menudo simplemente
sustituyendo la cabeza de una célebre estatua de un dios por la de un patricio romano o
del emperador, pero parece no haber existido ninguna dificultad para los romanos en la
diferenciación clara entre las estatuas de culto y estatuas simbólicas, entre una estatua
de un dios y una estatua de una persona como un dios. Tampoco se dudaba en
simplemente quitar la cabeza de una estatua de cualquier otra persona y reemplazarla
por otra.

Augusto de Prima Porta:


Es una estatua de César Augusto que fue descubierta el 20 de abril de 1863 en la Villa
ad Gallinas Albas o Villa de Livia, su esposa, cerca de la Prima Porta, en Roma. Se trata
de una copia en mármol de un modelo en bronce anterior de 2,04 m. Hoy se exhibe en el
Braccio Nuovo de los Museos Vaticanos. Acoge la forma de contrapposto de esa
escultura, creando diagonales entre los miembros tensos y los relajados, es un rasgo
típico de la escultura clásica. Se trata de una figura de bulto redondo, tallada en mármol,
y que aún conserva restos de dorado, púrpura, azul, y otros colores con los que fue
policromada. La estatua está claramente inspirada en el Doríforo de Policleto, aunque
con algunas modificaciones que recuerdan cierto
retrato romano de época republicana conocido como El Orador. Sin embargo, a pesar de
la influencia republicana, el estilo de este retrato está más cerca del idealismo
helenizante, que del realismo republicano. Pese a la exactitud con que se describen las
facciones del emperador (con la mirada sombría y su característico flequillo), su rostro
tranquilo y distante ha sido idealizado. odas estos refinamientos estilísticos y símbolos
herméticos revelan una clara inspiración griega del retrato oficial, que los emperadores
romanos convirtieron en instrumento de propaganda gubernamental, cuya función
política era muy evidente: se trataba de mostrar al pueblo romano que el emperador era
un ser excepcional, equiparable a los antiguos héroes mitológicos, e incluso digno de
ascender a la divinidad del Olimpo.

Bizantino

El estilo bizantino en escultura debe considerarse como una derivación y degeneración


del romano, bajo la influencia asiática. Le caracterizan, en general, cierto
amaneramiento, uniformidad y rigidez o falta de naturalidad en las figuras junto con la
gravedad la cual suele consistir en esmaltes, en imitaciones de piedras y sartas de perlas,
en trazos geométricos y en follaje estilizado o desprovisto de naturalidad. Cultivó el arte
bizantino muy poco la estatuaria pero abundó en mosaicos y en relieves sobre marfil,
plata y bronce y no abandonó del todo el uso de camafeos y entalles en piedras finas. En
los relieves, como en las pinturas y mosaicos se presentan las figuras mirando de frente.
Es característico de arte bizantino el espacio sumamente reducido, resaltando las
figuras, quietas con sus gestos mecánicos.
La figura humana fue vedada debido a que parte de la iglesia de oriente se opuso a
cualquier representación de personajes sagrados. Las imágenes religiosas solo se
aceptaban sino se representaban como un personaje tangible. Al acabar con las
imágenes religiosas de bulto y prohibir el culto de las mismas, la escultura perdió
importancia y quedó reducida a las artes menores del marfil, el esmalte, el bronce y el
oro, materiales en los que se trabaja el bajo relieve con gran maestría.
Las obras de más importancia de la escultura bizantina son las obras de pequeño tamaño
como lo son los dípticos y las cajas, talladas en diversos materiales entre ellos el marfil;
que fue utilizado para la realización de objetos de lujo y de uso religioso, encargados
por las élites de Constantinopla se traía de lugares como Egipto y la India.
Los Dipticos y Tripticos realizados en marfil en el Periodo del Arte Bizantino
representan muy bien la maestría que estos artesanos alcanzaron, donde la preocupación
por el detalle y un acabado perfecto son elementos que destacan. En muchas de estas
esculturas se observa la influencia de los modelos romanos que tomaron como
inspiración pero agregándole el toque bizantino característico con expresiones serias y
lacónicas en las figuras. El estatismo conque se representan estas figuras acentúa la
solemnidad del mensaje.

Románico
La escultura románica, se inserta en general, dentro de las metas artísticas del
movimiento del arte románico, incluida la comunicación entre la Iglesia católica y entre
los fieles, lo que es el reino de Dios en la tierra y el templo. Así, la escultura tuvo una
estrecha relación con la arquitectura, insertándose como un elemento complementario, y
se dedicó principalmente a la enseñanza de las escenas bíblicas con relieves de piedra
que fueran comprensibles para los creyentes laicos. Esta actividad se desarrolló entre el
siglo XI y el XII, en correspondencia con las diferentes partes de Europa, del siglo XII o
la primera mitad del XIII. Precisando más el carácter de la escultura románica, decimos
que se constituye por la imitación de modelos bizantinos o romanos de estilo decadente
pero realizada con mano latina y frecuentemente bajo la influencia del gusto persa o del
árabe. Se caracteriza, además, por cierta rigidez de formas, falta de expresión adecuada
(a veces, exagerada) en las figuras, olvido del canon escultórico en la forma humana,
forzada simetría. Dinámica de imitación de modelos, una serie de leyes o normas
generales que se encuentran con frecuencia en las obras románicas. Destaca entre ellas
la Ley de Adaptación al Marco que subordina el desarrollo escultórico al espacio
arquitectónico cedido a tal fin. El resultado serán escenas en las que los personajes se
adaptan a ese espacio, a veces contrayéndose o estirándose, sin tener en cuenta otras
consideraciones más naturalistas. Otra norma general es la isocefalia que encontramos
en algunos grupos de figuras situadas todas con la cabeza a la misma altura. Las
esculturas románicas tenían una función narrativa, inscriptas dentro de un formato
horizontal. Con una idea de adoctrinar solamente sin poner énfasis en la representación
del fondo.Con interpretar la idea era suficiente. Las imágenes se colocan unas junto a
otra sin correlaciones que tienden a crear un espacio tridimensional.

Gotico

La escultura gótica nació estrechamente vinculada a la arquitectura, como se observa en


la decoración de las grandes catedrales y otros edificios religiosos, pero con el tiempo
fue ganando independencia. Durante una primera etapa se cultivó un estilo austero,
estilizado, de proporciones alargadas y con una apariencia general hierática, que quería
transmitir espiritualidad, alejándose de la anatomía real de un cuerpo. Pero pronto
evolucionó hacia un naturalismo más grande, hacia el realismo, a partir de una
absorción progresiva de influencias clásicas y una observación más profunda de la
naturaleza. A pesar de tratarse de forma independiente, la escultura gótica, incluso en
sus etapas finales, continuó estando integrada a la decoración arquitectónica.
La verticalidad típica del gótico se manifiesta en la forma alargada de las figuras. Las
sensaciones de alargamiento queda reforzada mediante la rigidez de la postura y la
disposición del ropaje que cae en pliegues paralelos. Las cabezas son un poco mas
“movidas”, dirigidas a la derecha o izquierda, cuyas dimensiones representan los
cánones estéticos de la época (1/6 de la altura del tronco) y cuya expresión serena
subraya la santidad del personaje. Inclinadas hacia delante o hacia atrás; los rasgos de
los rostros son característicos, de manera que el fiel pueda reconocer con facilidad al
personaje representado. Las imágenes femeninas tienen proporciones mas alargadas y se
realizadas según un ritmo curvilíneo. Los brazos muy unidos al cuerpo, las líneas de la
ropa rígidas y paralelas, ligeras y poco profundas, como acanaladuras de una columna.

Renacimiento

L a escultura en el Renacimiento tomó como base y modelo las obras de la antigüedad


clásica y su mitología, con una nueva visión del pensamiento humanista y de la función
de la escultura en el arte. Como en la escultura griega, se buscó la representación
naturalista del cuerpo humano desnudo con una técnica muy perfeccionada, gracias al
estudio meticuloso de la anatomía humana. El cuerpo humano representó la Belleza
absoluta, cuya correspondencia matemática entre las partes se encontraba bien definida,
y el contrapposto fue utilizado constantemente desde Donatello a Miguel Ángel. En esta
época es cuando se dio prácticamente la liberación de la escultura del marco
arquitectónico, los relieves se realizaron con las reglas de la perspectiva y se mostraban
a los personajes con expresiones de dramatismo que llevaban a la sensación de gran
terribilità en los sentimientos expuestos en las esculturas de Miguel Ángel, como en el
rostro de su David.

David de Donatello:
El David es una escultura de bronce de 158 cm de altura, obra del escultor italiano
Donatello. La obra fue realizada en torno a 1440. Es una obra representativa del
quattrocento italiano y tiene un aire inequívocamente clásico debido a su desnudez y a
su composición claramente praxiteliana. Por eso, aunque se trata de un tema bíblico, en
este adolescente frágil y audaz se reconoce inmediatamente a un héroe de la Antigüedad
clásica. La actitud que presenta el cuerpo, apoyándose sobre la pierna derecha, es una
influencia clara del estilo de Praxíteles,
que se conoce en el mundo del arte como la "curva praxiteliana" o contrapposto, y que
contribuye a romper la ley de la frontalidad proporcionando un movimiento más
armónico al cuerpo. Consiste en representar la figura con una pierna ligeramente
flexionada, innovación que se atribuye al escultor Policleto. La composición está
enmarcada por una elipse con el recorrido que va desde la cabeza al brazo derecho, de
éste a las piernas, después al otro brazo y acaba nuevamente en la cabeza. La obra tiene
una altura de 158 cm, con las proporciones del cuerpo perfectas y con un eje vertical
que guarda un perfecto equilibrio. El Renacimiento adoptó los elementos básicos que
había descrito Vitruvio, que sostenía que la proporción de la forma humana había de
servir de paradigma para las proporciones de las creaciones del hombre. Ya que la
naturaleza ha diseñado al cuerpo humano de manera que sus miembros están
debidamente proporcionados a la figura en su conjunto; parece que los antiguos tenían
una buena razón para su regla, que dice que en los edificios perfectos los diferentes
miembros deben guardar relaciones simétricas exactas con el esquema general en su
conjunto.

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