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EFEMÉRIDES Nº 34 - 17 de febrero de 2023

Por España y por el rey, Gálvez en America. Cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau. Fuente: http://www.fdmagazine.es/FD10/fd10.html#p=40

ESPAÑA Y LA INDEPENDENCIA
DE ESTADOS UNIDOS
JOSÉ MARÍA MARCO y librecambista Saavedra, ha- Parlamento inglés por quienes fiscal sobre las colonias. Así
bía arrancado en abril de 1775. no se resignaban a ser consi- es como se dispararon el des-
Francisco de Saavedra y San- Venía de mucho antes: del derados ciudadanos de segunda contento y la rebelión política
gronis (1746-1810), militar, éxito, en las colonias inglesas, categoría. y militar que llevaron a la Pro-
político y hacendista, nacido de las ideas revolucionarias La chispa que prendió todo clamación de Independencia el
en una familia de comerciantes surgidas en Gran Bretaña con aquel cúmulo de frustraciones 4 de julio de 1776. La prospe-
sevillanos, escribió en su diario la revolución de mediados del y expectativas la proporciona- ridad de las Trece Colonias era
en 1780, cuando Carlos III lo siglo XVII; de la afirmación de ron, como es bien sabido, las indudable, pero no tanta como
envió a América: “Lo que no una identidad propia afianzada consecuencias de la Guerra para tomarle la delantera a la
se está pensando actualmente, en sistemas de autogobierno de Siete Años, que enfrentó muy rica metrópoli. Por eso,
lo que debería ocupar toda la originales y en una prosperi- a Gran Bretaña con Francia y el Congreso continental se de-
atención de la política, es la dad cada vez más acentuada; España, unidas contra la am- cidió a pedir ayuda a España
gran agitación que la revolu- de las oleadas de fervor reli- bición hegemónica de la gran y a Francia. De hecho, los re-
ción americana va a producir gioso recordadas con el nom- potencia marítima. La guerra la beldes vivieron meses angus-
en la raza humana”. bre de “Great Awakenings”, y, ganó Gran Bretaña, pero a un tiosos. Francia se comprome-
La revolución norteameri- por fin, en el descontento ante coste tal que la Corona se vio tió pronto con ellos, movida
cana, como la llama el ilustrado la falta de representación en el obligada a aumentar la presión por el afán de revancha y la
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afinidad de algunos sectores conseguido la retirada de las de América a buen recaudo en esfuerzo militar y logístico, el
de la sociedad francesa ante la tropas inglesas de La Habana los puertos españoles, la Coro- sitio largo, que duró de 1779 a
propuesta democrática nortea- y de Manila. Francia le cedió el na se sintió lo bastante fuerte 1783 no logró bloquear el acce-
mericana, que cristalizaba de inmenso territorio de Luisiana, como para unirse abiertamen- so a Gibraltar desde el mar, que
forma concreta, e inédita, los que le daba, al menos en teoría, te a Francia (no, por lo menos era, como se había demostrado
ideales de la Ilustración. Espa- el control sobre la cuenca del formalmente, a Estados Unidos) en los dos asedios anteriores, la
ña lo hizo más discretamente, Misisipi. Para sacar adelante en su rebelión contra Gran Bre- clave para recuperar la plaza.
aunque algunos españoles, su proyecto de resarcimiento, taña. El nuevo pacto se plasmó Los asaltantes tampoco consi-
como Francisco de Saavedra, la Corona española emprendió, en el Tratado de Aranjuez. Uno guieron anular las potentes y
parecen haberse dado cuenta nada más terminar la guerra en de los escenarios del enfrenta- novedosas tácticas de defensa
de la dimensión, de orden an- 1763, un ambicioso plan que le miento, de naturaleza global, se puestas en marcha por los bri-
tropológico, de lo que estaba llevaría a recuperar el dominio desarrollaría lejos de Norteamé- tánicos. No se logró, por tanto,
poniéndose en marcha en Nor- marítimo. Fue un enorme es- rica. Aquello obligaba a Gran la rendición del Peñón ni su de-
teamérica, ese nacimiento del fuerzo de renovación liderado Bretaña a dividir sus fuerzas, volución a la soberanía espa-
hombre democrático que iba a por Jerónimo Grimaldi (1709- lo que fue aprovechado por la ñola. Aun así, sirvió para dis-
cambiar para siempre la civili- 1789) y un equipo de ilustrados renovada Armada Combinada, traer unas fuerzas que, de otro
zación occidental y, a partir de reformistas que aprovecharon unión de las armadas española y modo, se habrían concentrado
ahí, la “raza humana”. el impulso para emprender una francesa promovida por los pac- en territorio norteamericano.
Otros, menos visionarios, política de modernización sin tos de Familia entre las dos ra- También se preparó una ofen-
pero no menos atentos a la rupturas de la economía y la mas borbónicas, para asediar el siva para recuperar Jamaica de
circunstancia, vieron en la re- sociedad española, continua- puerto de Mahón y tomar la isla la piratería inglesa, algo que
belión de las Trece Colonias, ción de las reformas empren- de Menorca, en manos británi- muy probablemente se habría
como los franceses, la oportu- didas bajo Felipe V y Fernando cas desde 1713. También hubo conseguido, aunque la firma
nidad de resarcirse de los males VI por, entre otros, el marqués un nuevo intento, frustrado otra del Tratado de Paris interrum-
que la Guerra de Siete Años ha- de la Ensenada. vez, de invadir Gran Bretaña. pió la campaña de la armada

ESPAÑA ENTRA
bía traído a España. La Corona, Españoles y franceses pu- hispanofrancesa.
efectivamente había perdido en sieron cerco a la plaza de Gi- La segunda parte de este

EN LA GUERRA.
ella el control de la navegación braltar, ganada por los británi- gran enfrentamiento se desa-
del Misisipi y la Florida. A cos, en un gesto característico rrolló, como es natural, en te-
cambio del dominio de esta úl- Cuando llegó el momento, el 21 de piratería, durante la Gue- rritorio americano, allí donde
tima, la Corona española había de junio de 1779, con el tesoro rra de Sucesión. A pesar del los rebeldes luchaban contra un
imperio del que querían dejar
de ser los súbditos. Francisco
Saavedra no era el único que se
percataba de la dimensión de lo
que estaba ocurriendo allí. El
conde de Aranda (1719-1790),
por entonces embajador en Pa-
rís (desde 1773), comprendió
bien lo que estaba a punto de
ver la luz: “La España, va a
quedar mano a mano con otra
potencia sola en todo lo que es
tierra firme de la América sep-
tentrional… ¿Y qué potencia?
Una estable y territorial que ya
ha invocado el nombre patricio
de América con dos millones y
medio de habitantes descen-
dientes de europeos, que según
las reglas que toman para su
propagación, duplicará sus vi-
vientes cada 25 ó 30 años, y en
50 ó 60 puede llegar a ocho ó
diez millones de ellos, mayor-
mente que de Europa misma
continuará la emigración, por
el atractivo que ofrecerán las
leyes de aquel nuevo dominio”.
Habiéndose percatado del
reto histórico al que se enfren-
Pedro Pablo Abarca de Bolea, X Conde de Aranda. Ramón Bayeu (1769). Museo de Huesca. taba España, Aranda mismo
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recibió a Franklin, destacado destacan algunos de los prota-


como embajador de las Trece gonistas de estos años de inten-
Colonias en su residencia pa- sas relaciones hispano-nortea-
risina, la tarde noche del 29 de mericanas. De los más famosos
diciembre de 1776. Los dos es- es Diego de Gardoqui (1735-
taban interesados en conocerse 1790), nacido en una próspera
y la conversación, difícil por- familia de comerciantes bilbaí-
que Franklin y sus acompañan- nos con una bien establecida
tes no sabían francés ni español red comercial por todo el At-
y Aranda, no muy amante de lántico norte. Educado en In-
Gran Bretaña, desconocía el glaterra y buen conocedor de
inglés, fue uno de los momen- las costumbres y la mentalidad
tos de arranque de una relación anglosajona, Gardoqui se con-
llamada a ser fructífera. Nego- virtió en uno de los elementos
ciaban cara a cara dos grandes fundamentales para llevar a las
de la Ilustración, protagonistas costas norteamericanas, de for-
de una misma historia desde ma disimulada, dinero (los rea-
perspectivas muy distintas: les de a ocho conocidos como
por una parte, el prototipo del “spanish dollars”, modelo del
burgués, el nuevo self-made futuro dólar norteamericano)
man, representante acabado y material necesario para la
del hombre natural nacido con guerra. Gardoqui llegó a ser el
la revolución democrática nor- primer embajador de España
teamericana (se recordará que George Washington. Joseph Perovani (1796). Real Academia de ante el Gobierno de Estados
Franklin tiró su peluca al Canal Bellas Artes de San Fernando. Unidos y, desde su mansión en
de la Mancha, desde el barco de la Corona española. John de las maniobras hispano-nor- Manhattan, tejió lazos consis-
que lo llevaba de Inglaterra a Jay, enviado por el Congre- teamericanas-, sí discretamen- tentes con la sociedad política
la costa francesa); de otra, la so continental para lograr el te. Así es como se puso en y empresarial norteamericana,
quintaesencia de la aristocracia apoyo de la Corona española marcha una operación de gran entre ellos uno de amistad y
europea y representante, ade- indispensable para el éxito del envergadura en la que jugaron respeto con Washington, que
más, de la Monarquía Católica levantamiento, se vio detenido un especial papel las redes co- le honró en diversas ocasio-
española. Como detalle, es des- en Burgos y luego, aunque ins- merciales que los armadores y nes. Cuando Gardoqui regresó
tacable resaltar que, después, talado en Madrid, nunca logró comerciantes españoles habían a España en 1790, le sustituyó
Franklin fue nombrado aca- el reconocimiento oficial por venido tejiendo en ambos lados interinamente José de Jáudenes
démico correspondiente de la parte del Gobierno español. del Atlántico desde hacía varias y Nebot (1764-1813), un va-
Real Academia de la Historia. Habría significado el recono- décadas, favorecidos por la po- lenciano que había sido su asis-
Seguro del éxito de los in- cimiento de la nueva nación, lítica de paz, por las reformas tente y que negoció el Tratado
surrectos, Aranda quería que algo que los gobernantes espa- de los Gobiernos de la Coro- de San Lorenzo entre Estados
la Corona interviniera pron- ñoles pensaban que no se po- na y por el mismo impulso de Unidos y España. De su ambi-
to para consolidar la amistad dían permitir. Jay, que tampoco emprendimiento y progreso ca- ción y de su gusto quedan los
hispano-norteamericana en el contó con un apoyo demasiado racterístico de la Ilustración, in- dos retratos que Gilbert Stuart,
momento de máxima debilidad generoso de sus compatriotas, cluida la importante Ilustración pintor oficial de la Revolución
de los rebeldes. En Madrid, el no guardaría un buen recuerdo española. La Corona española norteamericana, hizo de él y
Gobierno fue más prudente. El de su estancia en Madrid. suministró lo más necesario: de su esposa Matilda Stough-

LA AYUDA ES-
responsable de la política espa- dinero y crédito, en primer lu- ton (1778-1822), con la que se
ñola, el conde de Floridablanca gar, pero también armas, mu- casó en la antigua iglesia ca-

PAÑOLA Y SUS
(1728-1808), de hecho, advir- niciones, pólvora, pertrechos y tólica de San Pedro en Nueva
tió al embajador en Paris un ropa -mantas, zapatos, medias, York, construida con dinero

PROTAGONIS-
año después de aquella primera calcetines, casacas y calzones- español. Fue Jáudenes el que
entrevista: “Es necesaria gran imprescindibles para los invier- envió a España, como obsequio

TAS.
sagacidad para no alucinarnos nos de la costa este de Nortea- a Godoy, el retrato de Washing-
ni ponernos al borde del preci- mérica. Fue, como corresponde ton por Joseph Perovani que se
picio de una guerra inmatura, Aun así, ni la Corona ni sus a la Ilustración española y al ca- conserva en la Real Academia
de la cual cualquier golpe fatal ministros, en particular Flo- rácter de quienes la diseñaron, de San Fernando.
debe recaer sobre la España, ridablanca -no muy amigo de la organizaron y la llevaron a Complementaria a la figura
que es la que más tiene que Aranda, como es bien sabido-, cabo, una ayuda práctica, con- de Gardoqui es la de Juan de
perder en sus circunstancias habían abandonado la ayuda a creta, ajena a cualquier grandi- Miralles (1713-1780), alican-
actuales”. Evidentemente, los rebeldes. Pero, en vez de locuencia ideológica. tino, afincado en La Habana
Floridablanca se precavía ante hacerlo abiertamente, el apoyo Es en ese contexto, que y que hizo fortuna con el co-
los efectos que la sublevación se canalizó, ya que no de forma combina una economía globa- mercio de esclavos. No por eso
norteamericana pudiera tener clandestina -porque la Corona lizada con un espíritu empre- Miralles, casado con una rica
en los territorios americanos inglesa estaba bien enterada sarial y cosmopolita, donde heredera cubana, resultó menos
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decisivo para canalizar la ayuda No es el único español en una mentalidad propiamente billón con interés simple (Me-
española a los norteamericanos. sentir una auténtica fascinación norteamericana. morias recobradas).

ESPAÑA EN
Habiendo inaugurado una ruta por aquella sociedad nueva. El recuerdo de la ayuda
comercial entre La Habana y Ahí está Jorge (o George) Fa- española quedó oscurecido

NORTEAMÉRICA:
Charleston, conocía bien las co- rragut (1755-1817), mallorquín por los acuerdos posteriores
lonias y como tal fue encargado que se fue a Estados Unidos en entre Estados Unidos y Gran

BERNARDO DE
de recabar información hacién- 1776 y, haciendo suya la cau- Bretaña, los pleitos territoria-
dose pasar por un comerciante sa patriota norteamericana, se les entre España y la nueva

GÁLVEZ.
cubano. Luego fue nombrado alistó como voluntario en la nación, la escasa popularidad
comisionado real ante el Con- Armada insurgente y también de la Monarquía católica en la
greso Continental, se estableció llegó a ser elogiado por Was- opinión pública norteamerica- La ayuda no acabó ahí, ni en la
en Filadelfia y, con una simpa- hington por su valentía y su na -con el colofón de la Gue- generalización de la guerra por
tía arrolladora y no dudando en vivo ingenio. El sevillano An- rra hispano-norteamericana de todo el Atlántico y el Medite-
gastar parte de su fortuna perso- drés Almonaster (1725-1798) 1898- y los malos recuerdos rráneo. Las reformas llevadas a
nal, logró, a pesar de no tener el es otro hispano norteamerica- que se trajo Jay de su estan- cabo en la España de ultramar
estatuto diplomático oficial de no, llegado a Nueva Orleans cia en España. Y, sin embargo, permitieron un afianzamiento
ministro, establecer excelentes con el mariscal Alejandro ahí está la ayuda en materiales político que a su vez hizo po-
relaciones con los insurgentes. O’Reilly, que trabajó luego indispensables y en metálico, sible una nueva actitud ante el
Miralles llegó a ser amigo per- bajo el mandato del gobernador que la profesora Reyes Calde- conflicto anglo-norteamerica-
sonal de George Washington, al de Luisiana Luis de Unzuaga rón cifró, solo en el año 1777, no. Desde su territorio, los es-
que admiraba hasta el punto de (1717-1793), otro gran funcio- en 2.489.906 reales, el 5,9% pañoles consiguieron controlar
encargar once retratos del jefe nario, de origen malagueño, de los ingresos ordinarios de el curso del Misisipi gracias
de los insurgentes para regalar- emparentado con Gardoqui. la Corona, una suma extraor- a la flota del barón de Caron-
los en España y en Cuba. Was- Almonaster consiguió una gran dinaria. José María Lancho delet (1748-1806), militar de
hington, por su parte, le honró fortuna con el comercio de es- Rodríguez evaluó la deuda origen francés, gobernador de
con una amistad afectuosa, muy clavos y de bienes inmuebles, (impagada, y que no va a ser Luisiana bajo la Corona de Es-
lejos de la convención de las y dedicó una parte importante reclamada, como es natural) paña. Fue un éxito clave para
relaciones oficiales. De hecho, de esta a la renovación de la de Estados Unidos con Espa- los insurrectos y la Luisiana,
cuando Miralles cayó enfermo, ciudad de Nueva Orleans tras ña asciende a tres billones de donde los representantes de la
Washington llegó a alojarle en las catástrofes y el incendio de dólares aplicando un interés Corona practicaron una políti-
la casa que él mismo ocupaba 1788, entre otras muchas obras compuesto pactado del cinco ca generosa y liberal de acogi-
en Morristown. de altruismo características de por ciento, o de más de medio da de inmigrantes. Se trataba de
convertir el territorio en freno
para la expansión de Estados
Unidos hacia las antiguas pose-
siones españolas en el Suroeste.
Entre quienes se instalaron por
entonces en Luisiana en busca
de oportunidades, bajo la segu-
ridad que ofrecía España, estu-
vo Andrew Jackson, el padre
del populismo norteamericano,
que juró fidelidad al monarca
español el 15 de julio de 1789.
Es cierto que los problemas de
delimitación de fronteras, en
Florida, arrancarían casi de in-
mediato, pero ese es otro capí-
tulo de la historia.
A las intervenciones en el
río y en el bajo Misisipi, Espa-
ña añadió otras muchas, como
la toma de posesión de la ori-
lla oriental por Baltasar de
Villiers en noviembre de 1780
y las sucesivas derrotas britá-
nicas en Jefferson City, actual
capital del estado de Misuri, en
mayo de 1780; la incursión de
castigo y toma del fuerte Saint
The Spanish General Bernardo de Gálvez (1746-1786), hero of Pensacola’s Battle. Mariano Salvador Joseph en Niles, actual estado
Maella (1783-1784). Colección particular. de Míchigan, en febrero de
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1781, y la victoria en el fuerte y luego abiertamente, a partir En la etapa final de la gue- apoyo y fuerzas de dos estados
Carlos III del Arkansas Port, de 1781. Llegó así la campaña rra, fue Francisco de Saavedra, tan poderosos como España y
que controlaba la confluencia de la cuenca sur del Misisipi, al que ya conocemos, el que, Francia para conseguir su in-
del río Arkansas, en abril de en la que Gálvez encabezó una como Comisionado Regio de dependencia. Llegará un día
1783. El resultado de estas ac- marcha que dio a España el España, alcanzó un acuerdo en que crezca y se torne gi-
tuaciones fue la derrota total de control del territorio. Después, con los jefes de las tropas fran- gante y aún coloso temible en
Gran Bretaña por España en el Gálvez encabezó la toma de cesas para proporcionar la ayu- aquellas regiones”. Como es
Misisipi. El gran río quedaba Moble (o Mobila), una plaza da en dinero (más de 500.000 bien sabido, el apoyo de Fran-
bajo dominio español en ambas estratégica para la defensa de pesos en plata, reunidos en La cia a los norteamericanos dejó
orillas desde su desembocadu- Nueva Orleans y para el paso Habana en muy poco tiempo, endeudada a la Corona france-
ra en el golfo de México hasta de las tropas para la Florida. Y dado el interés de los comer- sa, lo que estuvo en el origen
más allá de San Luis, en Mi- por fin lanzó el asalto a Pen- ciantes cubanos en introducirse de la revolución que se lleva-
suri. El control de un territorio sacola (antiguamente Panza- en el ya más que prometedor ría todo un mundo por delante.
estratégico se añadía al que Es- cola), en la que el gobernador mercado norteamericano) y en España, más prudente, sorteó
paña ejercía sobre el golfo de hizo gala de sus dotes de lide- tropas, con la organización de mejor las consecuencias del
México, impidiendo la llegada razgo al lanzarse al asalto de una flotilla. La ayuda resultó enfrentamiento. Aunque Esta-
de tropas británicas por mar. la fortificación en solitario, so- trascendental para la victoria dos Unidos no reconoció nunca
Bernardo de Gálvez (1746- bre su bergantín Galveztown, de Yorktown, la batalla decisi- oficialmente la deuda adquirida
1786) es una de las pocas fi- lo que daría lugar al famoso va y final de la Guerra de Inde- con los españoles, España ha-
guras de esta historia que ha lema “Yo solo”. La toma de pendencia. bía recuperado el control del
conseguido sobrevivir al ol- Pensacola resultó crucial para Se llega así al Tratado de Caribe y la Florida. Se había
vido. Nacido en una familia el control del territorio del sur Versalles, firmado entre España estabilizado en la Luisiana y
de grandes servidores de la de los futuros Estados Unidos. y Gran Bretaña y complemen- toda la margen izquierda del
Corona, especializados en los Inmediatamente, Gálvez enca- tario al de París, entre Gran Misisipi. Aunque no lo logró
asuntos americanos, se había bezó el asalto que acabó con el Bretaña y Estados Unidos, el con Gibraltar, sí que recupe-
curtido en un regimiento fran- control inglés de las Bahamas 3 de septiembre de 1783. Las ró la soberanía de Menorca y
cés en Europa y en los turbu- y, de no ser por la rendición potencias europeas reconocían algunos territorios americanos
lentos territorios fronterizos inglesa, probablemente habría el nacimiento de la nueva na- de gran relevancia. Reciente-
del norte del Virreinato de la acabado también con el de ción, el fruto más acabado de mente, se ha ido desvelando y
Nueva España, donde llegó Jamaica. Gálvez terminó sus la Ilustración. Aranda, con su difundiendo, con exposiciones,
a conocer, y a respetar, a sus días, prematuramente, como habitual lucidez, vio corrobo- estudios y conmemoraciones,
adversarios apaches. Nombra- virrey de la Nueva España: rado su diagnóstico de 1776 este momento crucial de la
do gobernador de Luisiana en uno de los gobernantes más y escribió otro que también larga y relevante contribución
1777, puso en marcha la políti- respetados y queridos de toda se cumpliría: “Esta república española a la identidad nortea-
ca de atracción de inmigración la historia de la España ame- federal nació pigmea, por así mericana.
que ya conocemos, en una lí- ricana. decirlo, y ha necesitado del
nea de conducta característica-
mente ilustrada, fuertemente

BIBLIOGRAFÍA
influenciada por Francia, como
era inevitable en una sociedad
como aquella, francesa hasta
hacía poco tiempo, y también Reyes Calderón, “Ayuda fi- USA, Museu Valencià d’Etnolo- the Age of Independence,
teñida ya de cierta conciencia nanciera española al proce- gia, 2014. 1763-1848 / Legado: Espa-
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Misisipi a los norteamericanos,

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