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Lucha por el

dominio
mundial
Rosario la lbme
Solo fue un
sueño
J~lioGil Pecharromdn
La espada y la
ciencia
Soba Abbozcd-Haggar
Doscientos
años nos
contemplan
el Ángel Elvira

En julio de 1798, Napoleón Bonaparte desembarcó en Egipto al


frente de un ejército que, el 21 de julio, a la vista de las
Pirámides, destrozaba a los mamelucos y entraba en El Cairo. La
expedición se convirtió pronto en un stiplicio para Napoleón: su
flota fue batida en Abukir y su ejército, en un intento de
alcanzar la India, frenado en San Juan de Acre, viéndose
obligado a regresar a Egipto. Hace dos siglos, el 23 de agosto
de 1799, se embarcó en secreto hacia Francia, dejando a su
ejército al mando de Kléber. La expedición napoleónica a Egipto
constituye una extraordinaria aventura militar y, sobre todo,
científica y culhiral: Europa redescubrió Egipto y aquel Egipto
medieval contempló atónito el avance científico europeo
- DOSSIER

Lucha por el
dominio mundial
Para terminar con el progresivo dominio comercial inglés,
Francia proyectó invadir las Islas, pero Napoleón no quiso
arriesgar su prestigio en una empresa demasiado azarosa.
Prefirió el ataque a los htexeses b_riWcospor su
retaguardia: Egipto
Rosario de la Torre del Río
Profeswa de Historia Contemporánea
Universidad Complutense de Madrid

D
ETRAS DE LA EXPEDIC16N A EGIPTO
que, en 1798. protagonizó Napoleón
Bonaparte, se encontraba la dificultad
que tenía Francia para imponer su vo-
luntad a Inglaterra. Fracasadas las negociaciones
directas con Londres para que aceptase los plan-
teamientos franceses, el Directorio volvió, una vez
más. a considerar la idea de una invasión de las 1s-
las a través del canal de la Mancha. Pero el gene-
ral Bonaparte, comandante en jefe del ejército que
debía realizar el asalto, prefirió no sacrificar su po-
pularidad en una empresa tan incierta. Con la in-
vasión descartada, y sin que diesen resultado ni la
subversión revolucionaria ni las acciones contra el
comercio británico, se fue abriendo paso la mucho
más atractiva idea de socavar la decisión y la capa-
cidad británicas apoderándose de Egipto y amena-
zando la ruta de la India.

Las viejas raíces de un antagonismo


El enfrentamiento de Francia e Inglaterra no era
nuevo; hundía sus raíces en la historia del sistema
europeo de Estados. Francia se había enfrentado
con éxito a la hegemonía de la Casa de Austria.
Frente a las pretensiones de los Habsburgo de res-
taurar un poder que habían ligado a la causa de la
Contrarreforma, Francia había opuesto la teoría del
equilibrio europeo y sus alianzas con las potencias
protestantes. Pero, aunque logró erigir un siglo de
hegemonía sobre las ruinas del Imperio espaiiol, el
conflicto favoreció el desarrollo del poder de otros
Estados europeos. En 1715, Francia mantenía sus
fronteras, pero lo hacía en una Europa en que otros
Estados -Inglaterra y Rusia, en particular- habían
progresado considerablemente.
En el siglo XVIII, los objetivos y los medios de la
política internacional no eran muy distintos de los
que habían predominado en los siglos precedentes. Izquierda. Napoleón La evolución de las relaciones exteriores de las
Aunque una línea de pensamiento profundamente acomieaux,dei grandes potencias tenía que ver también con la cre-
ilustrado rechazase la guerra y proclamase las ven- sig~oxor@or ciente importancia de los intereses económicos y
tajas del arbitraje y del respeto al derecho de gen- inpres, M- de de los imperialismos coloniales en el juego interna-
tes, la diplomacia seguía siendo el instrumento de h deueja). cional. Inglaterra defendía con ahínco el manteni-
una política esencialmente agresiva: preparaba la Arriba. Batallade las miento del equilibrio de poder en el continente eu-
guerra y permitía a los dirigentes negociar la paz ~iiamiaes(col ropeo, en la confianza de que era el mejor medio
con el mayor beneficio posible. part., m). Abajo, para mantener su supremacía comercial. Su deter-
La razón de Estado lo excusaba todo y, en la lu- g e n d ~ o r e a ojefe
, minación a la hora de afianzar su dominio sobre los
cha sin piedad por la hegemonía, el único límite delo~@~tos mares, asegurar la explotación del Imperio colonial
era el interés nacional. La principal diferencia con francesesdei~orte hispano y apoderarse de Canada y de la India tenía
los siglos anteriores residía en el hecho de que el (M.M E . ~añs). ese sentido. Pero la determinación de Inglaterra tu-
dominio del continente europeo ya vo que hacer frente a serias dificultades proceden-
no se lo disputaban únicamente la tes de las reacciones de Francia y Espaiia -dos im-
Casa de Austria y Francia, sino cua- portantes potencias marítimas-, de la inestabilidad
tro o cinco grandes Monarquías que y debilidad de las alianzas europeas y de la revuel-
se equilibraban entre sí. Aunque la ta de alguna de sus colonias.
existencia de varios Estados podero- Las Guerras de Sucesión de Polonia (1733-
sos no permitiese a ninguno de ellos 1738) y de Austria (1740-17481, la Guerra de los
aspirar a dominar a los demás, nin- Siete Años (1756-1763) y la Guerra de Indepen-
guno había renunciado por ello a ex- dencia de los Estados Unidos (1775-1783) trasto-
tender su poder. Solamente admití- caron alianzas y fueron alterando el equilibrio de
an que todo crecimiento de su pro- poder en Europa, en America y en Asia. Así, el con-
pia potencia debía ir acompañado de flicto de Inglaterra con las otras potencias maríti-
un crecimiento equivalente de la po- mas, que atraviesa todo el siglo XVIII, transformó el
tencia de sus vecinos. El equilibrio sistema de Estados fortaleciendo la multipolaridad
de poder de los grandes se asentaba del poder europeo y la hegemonía británica. Por
así en un engrasado sistema de re- esas mismas fechas, los fabricantes y comerciantes
parto del que eran víctimas los más franceses eran especialmente conscientes de que
dbbiles. Inglaterra marcaba, en su beneficio, los limites de
un juego económico que conducía a la eliminación M a , eneadadel fronteras de la nueva Francia en los Pirineos, los
pura y dura de la competencia francesa. ej&dtofran&en mares, el Rin y los Alpes.
n&~fn(~~tampude Frente a una Francia que extendía sus fronteras,
La política de conquistas de la spinal COL m, la Europa continental se mostró profundamente sa-
Revolución Madrid). Abajo, cudida por el doble conflicto al que tenía que ha-
No existe continuidad entre la política exterior w i ~ i a m ~ l t t ( p o r cer frente: el conflicto exteriorque planteaba Fran-
de la Francia del Antiguo Regimen y la que realizó wiuinmaoue, cia como Estado expansivo, y el conflicto interior
la Revolucibn. Aunque la Asamblea Constituyente NntlonalPortrnlt que planteaba su contagiosa revolución social y po-
herede viejas tradiciones pacifistas, en el otoño de M e r y , bndres). lítica. Para Inglaterra las cosas eran más sencillas:
1792, cuando la Revolución sienta su existencia se trataba de preservar su seguridad nacional; una
amenazada, la Asamblea Legislativa desencadena- seguridad que desde hacía mucho tiempo sus diri-
, rla la Cruzada contra los Reyes. La posterior ane- gentes consideraban estrechamente ligada al man-
1 xión de BBlgica y de la orilla izquierda del Rin no tenimiento del equilibrio entre las potencias conti-
I obedeció a las viejas recomendaciones de Riche- nentales. La guerra que los girondinos, el grupo de
lieu sino a la doctrina de las fronteras naturales, La Fayette y la Corte desencadenaron el 20 de abril
una doctrina completamente nueva que respondía de 1792 contra "los reyes de Bohemia y Hungría'
a las necesidades de expansión de unas asambleas tendría un efecto multiplicador que no se detendrá
revolucionarias que, discípulas de Rousseau, tuvie- hasta 1815.
ron en cuenta los datos de la naturaleza y fijaron la La guerra contra austriacos y prusianos no fue,
".. - . ~- -

IIIT8..
~ ~~ ~ ~

Williarn Pitt
110 del que había se~iadalas bases del Irn- Jorge m. A pvtlr de 1789, apoyó económica-
peno Brftanco, m 6 W i l h Pitl elJm mente a los enemigos de la Pmda revoluciona-
en 1759 y, hu eshidiat ea Cambridge, una ria en el continente. FQ . 1793 enmbaó la d-
ida y &te airrern poOtica le U d m d6a de monarquias para edmüam a Pmcia y
alos 24 años. al ouesto de mtmer mioism. en 1799 ofeaniz6 una smmda lina cm el mlsmo
fl4*%~~peñó & t e ~ m ~ i b e ~ t thestP e h.~&enao un apoyo"& los"1~01udon~os
-75tEEIh obra de gobierno íue mpüa y dedsiw: fnoceses a los iodependentistas de Irlanda,
6nmteMdelosefeciosdelaGuerrade a p M melmente el levantamiento de 1797-8y
-nI n o I t e a m momzac6n
~ de ptopuso, en 1800, una Ley de Unión con la isla
l a d e u d a ~ c a y ~ d n € a m i e n t o d e l a s ~ diealnegadva del Rey a conceder iguaidad de dere-
BS1PdO, aperiwa del comercio brit$iim al libre rhos a los mapritdos cai6lim idandees hizo
cambio, meforade l a d W 6 n de lapobls66nir- que Pitl dhitie3e de su cargo. Volvió al desempe-
landesq cona01 por el Gobierno del conwcio ño del mismo en 18046, en plenas Guerras Na-
con ks colonias adpaw, oordem6n de la vida pleániw,y organid unatercera coaüd6n con-
políü*! obligada por el proceso de demenda de m Lbnaparte. Murió en 1806.
-
DOSSIER

en principio, demasiado peligrosa para Francia. Ca-


talina II de Rusia aprovechó la confusión para de-
~n1796NapoIsón cms@dó el mando de
sencadenar el proceso que llevaría -mas tarde al
segundo reparto de Polonia; la diplomacia europea
un--,elde1t*amel
estuvo más pendiente de Varsovia que del Rin. Pe-
ro la conquista francesa de Bélgica y la ejecución
q u e ~ t i i l e s é x i t 0 6 ~ q u e
de Luis XVI coaligaron a todas las grandes poten-
cias europeas contra la República Francesa. De
desvióla~delapo*avterlor
manera muy especial, esta ocupación de Bélgica y
la apertura del Escalda a los barcos franceses pro-
desplegada por Pranda dede 1792
vocaron una gran conmoción en Inglaterra.
Uno de los axiomas de la política exterior brita-
nica consideraba intolerable el establecimiento de
una gran potencia en Amberes y Ostende. Por si es-
to fuera poco. los franceses estaban preparando la
ocupación de Holanda y el control de Amsterdam,
la primera plaza bancaria del continente. La cre-
ciente influencia política de la Francia revoluciona-
ria ponía en riesgo intereses comerciales e indus-
triales que el Gobierno de Londres consideró que
debía defender con energía.
La Primera Coalición no fue capaz de ahogar la
revolución en Francia. El brutal esfuerzo del Comi-
té de Salvación Pública, los éxitos del nuevo Ejér-
cito nacional, junto con la decisión de austriacos,
prusianos y rusos de concentrarse en el definitivo
reparto de Polonia, favorecieron los éxitos de la
Francia revolucionaria y facilitaron la firma, en
1795, de una serie de tratados de paz que retira-
ron de la contienda a prusianos, holandeses y es-
pañoles.
Los tratados de 1795 rompieron la coalición eu-
ropea, pero no pusieron fin a la guerra; ni Austria ni
Inglaterra aceptaron las conquistas francesas en el
Rin. El Gobierno del Directorio, sin recursos para
hacer la guerra de otra manera, dejó que sus ejér-
citos vivieran a costa de los territorios que ocupa-
ban y aceptó que el botín de guerra remediase el
incontrolable déficit de la República. Esta decisión
permitiría que los generales disefiasen su propia
política y que el poder militar terminase suplantan-
do al civil.

Bonaparte desvía la política exterior


francesa
En 1796, el Directorio diseñó un vasto plan con-
tra Austria; los dos ejércitos mejor equipados, al
mando de los generales Jourdan y Moreau, debían
marchar directamente hacia Viena para imponer los
cambios en el Rin; un tercero y peor equipado, al
mando del general Scherer, debía atraer hacia el
Norte de Italia a una parte de las tropas austriacas.
Pero este proyecto naufragó estrepitosamente. El
joven general Bonaparte obtuvo, gracias al apoyo de
Barras, el puesto de Scherer, y el ejército de Italia Ia Tiinidad transformando la realidad de todo el Norte de Italia.
avanzó de éxito en éxito, gracias al genio militar de RepubUcnol Austria estaba ante el dilema de elegir entre
su comandante en jefe, mientras los dos ejércitos aUrar,Rewbel y continuar una guerra incierta o aceptar la pérdida
principales de la campaña no lograban sus objeti- la liévelü&e- de Bélgica y Lombardía, a cambio de las sustan-
vos. De manera casi inmediata, el ejército victorio- Leplurr- vuicedora ciosas compensaciones que le ofrecía Bonaparte a
so dejó de ser un instrumento de la política exterior m el golpe & costa de la destrucción de la República de Venecia.
del Directorio. Mientras realizaba masivos envíos de Estado del 18 Y optó por lo segundo. El general, instalado cerca
obras de arte y de dinero a París, Bonaparte, si- FmctiQr -4-9-1797- de Milan, dominaba la situación mientras, en París,
guiendo una política estrictamente personal, fue (B. Nadonai, París). el golpe de Estado de Fructidor rompía las nego-
ciaciones entre el Directorio y el Gobierno británico
para establecer un acuerdo general que pusiera fin
a la guerra. El tratado de paz con Austria firmado
en Campoformio (17.10.1797) sancionó la nueva
situación creada por las victorias de Bonaparte y
llevó la frontera de Francia hasta las islas Jónicas,
en mitad del Mediterráneo. Con ello, en 1797, Na-
poleón Bonaparte desviaba la política exterior de
Francia inaugurada en 1792.
Ya no se trataba de sobrepasar las fronteras na-
turales para garantizar su conse~ación,sino de una
política personal, independiente de la del Directo-
rio; una política que finalmente no tendría nada
que ver ni con la voluntad popular ni con las tradi-
ciones de la nación; una política que no se dejaba
encerrar en límites precisos, que no seguía ningún
esquema definido y que se explica en último lugar
por la imaginación pujante de su autor, por su exas-
perada necesidad de gloria y por el inagotable di-
namismo de su temperamento.
En Campoformio, Francia había firmado la paz
con las potencias continentales, pero continuaba la
guerra con Inglaterra, la potencia insular contra la
que no podía enviar fácilmente un ejército, la m e
derna Cartago, cuya vida econdmica dependía del
comercio, la exportación y el crédito, contra la que
venía desarrollando una guerra económica, un blo-
queo continentalque no había logrado su claudica-
ción.
El Directorio pensó en imponerse con un desem-
barco de tropas francesas en las costas británicas y
nombró al general Bonaparte comandante en jefe
del Ejército de Inglaterra. Después de una breve
inspección de las costas. Bonaparte renunció a la
invasión y propuso al Gobierno la conquista de

Arriba, Napoleón, Egipto, territorio vasallo del Imperio Otomano y, a


ven& en iüvoii su juicio, llave de la ruta británica a la India. La
dl4deepaode idea pudo serle sugertda por Charles Maurice de Ta-
1797(detalle, por B. Ileyrand, ministro de Asuntos Exteriores del Direc-
pm- torio desde 1897, que la apoyó con entusiasmo,
Museo de Vasanes). posiblemente para neutralizar el mucho más peli-
Abajo, Pnbb 1de groso proyecto de un ataque directo a las islas Bri-
RlMla @ostal de tánicas.
comle~= de siglo,
m L part. Dladrid>. El sentido de la expedición a Egipto
La historiografía se pregunta todavía si la expe-
dición de Bonaparte a Egipto buscaba realmente
amenazar a los británicos en la lndia y si constitu-
yó una verdadera amenaza para su poder en Asia.
Los autores que consideran que la expedición ame-
nazó genuinamente a la lndia británica argumentan
que los franceses pudieron haber avanzado sobre la
lndia desde Egipto, y que éste pudo convertirse en
la base de un posterior dominio francés del mundo
árabe, lo que hubiese amenazado las rutas de la In-
dia, a pesar del dominio británico de los mares.
Aunque para los historiadores sea siempre com-
plicado debatir sobre lo que pudo ser y no fue. el
planteamiento es discutible, aunque parezca corro-
borarlo el hecho de que los británicos extremasen
su control sobre la India, lo que podría significar
que se tomaron muy en serio la amenaza. Sin em-
-
DOSSIER

bargo, Arthur Wellesley, comandante en jefe del


ejército británico en la zona. siempre consideró que
la posición francesa en Egipto era demasiado débil
e insegura como para poner en peligro el poder bri-
tánico en la India o Dara servir de base oara otras
conquistas. Otra c o i es que aprovecha& la expe- Puís). Ccntm, la
dición para fortalecer su posición. =-w de
En cualquier caso, otros propósitos fueron igual- a sus mldndos en la
mente importantes. El Directorio deseaba ver al po- mtauadelns
deroM e incontrolable Bonaparte lejos de Francia y Pkaukks*
el ambicioso general, que deseaba romper su exas- ~ I a ~ o s
perante inactividad, esperaba que el Gobierno del mlltUIlpInnInn
Directorio se agotase en su ausencia. Además, la <me* internacional y moral interna. El Levante -y espe-
expedición tenia un gran atractivo para un hombre ed- cialmente Egipto- era un área de tradicional in-
con el sentido del destino y con la ambición de laapikdóna fluencia comercial francesa, en la que todavla no
emular a los héroes de la AntigOedad que tenla Na- WW).
a j o j qla habían penetrado los británicos, y estaba fácilmen-
poleón. Establecidas las primeras piedras de su BraPUndeh.8 te conectada con Francia a travbs del Mediterráneo.
personal camino hacia Oriente en las islas Jónicas -<gnbPQ Talleyrand pudo haber esperado que Francia se ex-
y en la Albania veneciana, ahora le esperaba el an- aputlrdeiin pandiera por alll sin chocar directamente con In-
tiguo, misterioso y vulnerable Egipto. ciudrode glaterra, evitando as( acciones mucho mas peligro-
Talleyrand afiadió objetivos a la empresa y argu- hunueafu sas en Europa. Sin embargo, conviene no fiarse de-
mentó que Egipto podía reemplazar las colonias tbu@wd& masiado de los planteamientos excesivamente ra-
perdidas por Francia en terminos de beneficios co- .btlu*1899. cionalista~.Posiblemente, la expedición fue sobre
loniales, desarrollo marftimo y comercial. prestigio todo el impulso agresivo de un Gobierno dBbil y di-
vidido -más por razones in-
ternas que exterior* reali-
zado sin cálculos serios sobre
sus posibilidades y probables
resultados. I n e famiLia aristocráticaque le destinó a la vi-
daeclesiástica.nació en 1754. G m sibari-
calizadón revolucionaria de Robesplm, viden-
do en in&nern v Estados Unidos. En 1797. con

La Segunda Coalición
el fortalecimiento del
Y La expedición a Egipto y el
mperio Británico
rado y parodario de una rnonarquia consüincin- Consulado y del Impeao. Dimiti6 de su cargo en
enfrentamiento directo con el nal, apoyó los principios de la Rmlnción. P d - 1807 y pasó a convertirse en c a k de la oposi-
Imperio Otomano se afiadió a dente de la Asamblea Constiiuyente, en 1790 dón al Emperador. Contdbnyó a la restauradón
la política europea de propa- aprobó la nacionalizaciónde los bienes de laigle- borbónlca de 1814 y fue ministro de Luis
ganda revolucionaria y ane- sia y su somaimiento al Enado, lo que le valió la q m t 6 muy hábilmente a Francia en el Con-
xiones que las viejas Monar- excomnnlónpapa1 y decidió su s c o h h i ó n . p o d e V m y apoyó laRevolud60de 1830 que
quías no estaban dispuestas
a tolerar. Inglaterra no per-
manecería mucho tiempo so-
la frente al Directorio. En
efecto, poco después de que,
el 1 de agosto de 1798, la
flota del almirante británico Horatio Nelson destru- sición exterior estabilizada, desde la
yese la flota expedicionaria francesa en la bahía de que actuaría con energía Bonaparte,
Abukir, junto a Alejandría, cortando las comunica- convertido en Primer Cónsul tras
ciones del cuerpo expedicionario con su base y blo- abandonar a su suerte al ejército de
queando así en Egipto al general Bonaparte y al Egipto.
mejor ejército francés. la Casa de Austria, sin en- Pero si, en el continente europeo, el
trar oficialmente en guerra, dejó que tropas rusas Gobierno del Directorio pareció capaz
atravesasen sus territorios para combatir a Francia. de neutralizar los efectos contrapro-
Pablo 1, zar de Rusia desde 1796, muy hostil a ducentes de la expedición a Egipto,
la Revolución y muy preocupado por la ocupación no ocurrió lo mismo ni en India ni en
francesa de las islas Jónicas, consideró intolerable los espacios de las grandes rutas ma-
la conquista de Malta realizada por el ejército ex- rítimas. El comandante en jefe de las
pedicionario de Bonaparte y favoreció una estrecha tropas de la Compañia Británica de
alianza con el Gobierno británico de Pitt, el canci- las Indias Orientales, Arthur Welles-
ller austriaco Thugut, los Borbones de Nápoles y el ley, apoyado por su hermano Richard,
Gobierno del sultán otomano. m.Talleyrand, gobernador general. y por Henry Dundas, presiden-
El frente militar se extendió desde Holanda al aihzadelapoiítlen te de la Junta de Control de Londres, aprovechó el
Sur de Italia; las tropas del Directorio encajaron -francesa hipotético peligro de la acción francesa sobre Egip-
importantes fracasos y se vieron obligadas a reple- mirame-- to para desencadenar una poderosa campana con-
garse. Pero las serias diferencias diplomáticas y & s i @ ~ . ~ o , tra los dos únicos Estados indios que. tras el co-
militares entre rusos y austriacos facilitarían poco M I I X U W ~ , lapso del Imperio Mogol, podrían haber articulado
después la recuperación de las posiciones perdi- +& la resistencia local contra la formidable expansión
das por Francia. Así, en el otono de 1799, el Di- w-U de la Compafila: el Mysore de Tipu Sultán y la Con-
rectorio haría frente a su crisis interna con una po- federación Maratha.

1 Las victorias de Welleslev. si bien no terminaron


definitivamente con todo lóque podía oponerse al
control de India, establecieron la hegemonía britá-
nica de manera amplia y y embarca-
ron a Inglaterra en el Gran Juego de Asia, un de-
rroche de energías para mantener la seguridad de
las tierras y de las rutas de la lndia frente a cual-

C
en la India, donde quier competidor, una política que competía con el
Gran Juego de América y que estaba a punto de
~eaedeyim~la eclipsarlo.
Mientras los ingleses aprovechaban para apode-
El rarse de la mayor parte de las colonias francesas y
holandesas, en Egipto, el ejército expedicionario
francés, desmoralizado por el abandono de su pri-
mer comandante en jefe y el asesinato de su susti-
tuto, capitulaba, en el verano de 1801, ante un
Juesod- u ejbrcito británico desembarcado en Abukir, entre
otras cosas, paro conseguar su repatriación.
terial necesario para una rdpida campaña militar. A
Tras la la gloria de Alejandro, Na- bordo se encontraba tambien un grupo de 175 in-
genieros y cientlficos -o sabios, como se les deno-
poleón acometió la expedición a minaba popularmente como el geólogo Dolomieu,
el químico Cornte, el naturalista Saint-Hilaire o los
Egipto, en la que su genio militar medicos Larrey y Desgenettes, cargados de libros?
de instrumental científico, a quienes Bonaparte ha-
dominó las batallas campales, pero bla encomendado la tarea de estudiar y civiliIar las
tierras que conquistaran sus tropas.
Nelson -dueño del Mediterránem- A media matiana, con Napolebn y su sequito ins-
talados en el Orient, el buque insignia del almiran-
le aisló en Oriente te Francois-Paul Brueys dlAigalliers, la flota se hizo
a la vela, rumbo a Levante. Comenzaba así una ex-
Julio Gil Pechanomdn ~ a p o k ó nen k traña aventura. con la que el Directorio aspiraba a
Pmfecor de Historia Contempofinea Barallrdelns poner contra las cuerdas a su rival, la Gran Breta-
UNED, Madrid -(enbnQ Tia. y a dar un largo trabajo al inquieto Bonaparte,
UsiebxQL lejos de los círculos de la política parisina.

E
L 1 9 DE MAYO DE 1798, UNA GRAN coíecciónpiutlciilpr,
flota, integrada por 1 3 buques de línea y RUY,). El ratón y el gato
mhs de trescientas fragatas. corbetas y El destino del ejercito de Napolebn era un se-
navíos de transporte de todo tipo, aguar- creto bien guardado. En París se especulaba con
daba en el puerto de Tolón, en el Sur de Francia, la que la flota se dirigla a Sicilia, posesión de los Bor-
llegada del dominador de Italia, Napoleón Bona- bones napolitanos, aliados de Inglaterra. Más tarde,
parte. Con 81 partían a la conquista de Egipto los los peribdicos informaron de que el destino era Ir-
mas famosos generales del Ejercito francés: Kleber, landa, e incluso dieron la noticia de que el desem-
Berthier. Lannes, Murat, Desaix, Dugua o Reyner. barco habla tenido exito. El espionaje brithnico es-
Encabezaban un ejército de 32.300 hombres, ve- taba desconcertado y, en Londres, el Almirantazgo
teranos seleccionados, bien surtidos de municio- carecía de noticias fidedignas. Estas comenzaron a
nes. artilleria, caballos. viveres y todo tipo de rna- llegar a partir del 9 de junio. Ese día, los franceses
"
1 115 23. 8. 1799. Bonaoarte

asesina a Klkber

tomaron Malta, gobernada por los caballeros de la conquistaría Oriente al frente de sus tropas, exten-
Orden de San Juan, prácticamente sin resistencia. derla por el mundo musulmán las conquistas civili-
Tras descansar de una semana, la expedición se hi- zadoras de la Revolución y emularía la gloria de
zo nuevamente a la mar, rumbo a Egipto. Alejandro Magno llegando hasta la India.
Hasta ese momento, la Escuadra británica del
Mediterráneo, fondeada en Gibraltar, había visto su El Egipto mameluco
actividad paralizada por todo tipo de rumores y, La situaci6n que encontraron los franceses no se
más tarde, por una violenta tormenta que dispersó diferenciaba mucho de la que habían hallado los
sus barcos. Pero la noticia de la ocupaci6n de Mal- conquistadores turcos tres siglos antes. Egipto era
ta permitió al almirante Horatio Nelson localizar al gobernado por la aristocracia mameluca, en norn-
enemigo y partir inmediatamente rumbo al Este. bre del sultán de Constantinopla. Los mamelucos,
Navegando a gran velocidad, la escuadra británi- en su mayoría guerreros de origen caucásico que
ca rebas6 a la francesa durante la noche a la altu- habían llegado a Egipto como esclavos, se habían
ra de Creta. Cuando amaneci6, las dos formaciones hecho con el poder en fecha tan lejana como 1250
ya estaban fuera del alcance de la vista. Conscien- y, pese a la dominación otomana, conservaban in-
te de lo vital que resultaba la ruta de la India, Nel- tacto su control sobre la masa de artesanos y cam-
son estaba convencido de que el destino de Bona- pesinos pobres. El país estaba dividido en 24 pro-
parte era Egipto, ~iero,al no hallar a los franceses vincias, gobernadas por beyes mamelucos, nueve
en Alejandría, supuso que se diriglan hacia otros de los cuales integraban el Consejo de Gobierno o
puntos de importancia estrategica. Durante sema- Diwan, formalmente subordinado al gobernador tur-
nas, la escuadra británica recorrió el Mediterráneo, co (pachá) de El Cairo. Cuando lleg6 Napoleón, el
tocando en posibles objetivos del desembarco, des- autentico poder era ejercido por dos emires mame-
de Siracusa hasta Morea. lucos: Ibrahim, máximo responsable político, y Mu-
Mientras tanto, la fuerza expedicionaria francesa rad, comandante en jefe del Ejercito y encargado
completaba su viaje. El 27 de junio, avistó la cos- de organizar las peregrinaciones a La Meca.
ta egipcia en Marabli, cerca de Alejandría. Napo- La egipcia era una sociedad etnicamente com-
león veía cercano el comienzo de su gran sueno: pleja, que se desenvolvía bajo un orden social de
62
corte medieval. En lo alto de
-DOSSIER

la pirámide se encontraban
los mamelucos, quizás unos
doce mil en esta Bpoca, orga-
nizados en casas o clanes.
Obligados a consenrar su nú-
mero para mantener su fuer-
za, seguían importando cada
afio centenares de jóvenes es-
clavos del Cáucaso y el mar
Negro, que recibían una cui-
dadosa formación militar y
servían lealmente a sus patro-
nos. Un cierto número de tur-
cos, encabezados por el pa-
chá otomano, residía en El
Cairo. ocupándose de la admi-
nistración y de las finanzas.
La mayor parte de la pobla-
ción, unos dos millones de
personas. era de árabes se-
dentarios, musulmanes, que

--
vivían en las ciudades o en las
tierras húmedas del Delta y
del valle del Nilo. Los coptos,
la población nativa de religión
cristiana, suponían aproxima-
damente el diez por ciento del total. En el desierto. tos que demandaba Constantinopla. Esta mantenía
a ambos lados del río, había algunas tribus nóma- -sqltln una guarnición militar en El Cairo, directamente
das, que vivlan del pastoreo, el pillaje y la organi- Napoieón, L dependiente del Gran Visir, y una flota en la rada de
zación de las caravanas que permitlan el comercio ePbiillcrln Abukir, cerca de Alejandría, una de las principales
entre los centros urbanos del Nilo y los mercados anmmekaaanl bases navales otomanas en el Mediterráneo. Por su
del mar Rojo y el Sudán. mejor del mondo Sl parte, los mamelucos disponían de su propio ejBr-
Pese al ~nterésque siempre habían mostrado los pidian- cito, mandado por Murad Bey y establecido funda-
sultanes turcos por controlar una de las provincias sometida a la mentalmente en la capital y en el Bajo Egipto.
más ricas de su Imperio, a finales del siglo XVlll d i a d p h europen";
Egipto escapaba paulatinamente a su control, y los noaamudabmza El señor del Nilo
notables mamelucos se negaban a pagar los tribu- de a>mprodm El desembarco francés se realizó, sin apenas re-
sistencia, en las proximidades de los tres principa-
les puertos: Alejandría, Damietta y Rosetta. Las tm
pas se extendieron con rapidez por la costa. Sólo
dos dlas despuBs, Alejandría caía en su poder sin
lucha. Napoleón, consciente del peligro de que
apareciera en cualquier momento la escuadra de
Nelson, pretendía una ocupación rápida del país,
aue le otorgara una base territorial v de suminis-
t'ros. El ejercito se dividió en dos c&rpos; uno, al
mando de KIBber, se encargarla de ocupar el Delta
y de brindar protección a la escuadra, fondeada en
Abukir. El grueso de las fuerzas, al mando directo

Los mamelucos eran guerreros &


origen caucásico liegad~sa Egipto
como esclavos; se habían alzaclo con el
poder en el siglo XJii y, pese a ser
feuáatarios & Turquía, tehm el poder
efectivo y controlaban el país
de Bonaparte. avanzaría en dirección a s y a aceptar la modernización que traían los
El Cairo. inceses en la punta de sus bayonetas.
La marcha, estorbada por el calor y Instalado en su lujoso palacio, el general corso
las escaramuzas con los pequefios con- alizaba prácticas de estadista. Se esforzaba por-
tingentes mamelucos que les flaquea- convencer a los egipcios de que el final del odiado
ban, fue dura, y los franceses sufrieron regimen de los mamelucos les abría las puertas del
numerosas bajas en su avance hacia el autogobierno y de la modernización, bajo el patro-
interior. Lejos de las fronteras patrias, en cinio de Francia. Las tropas fueron aleccionadas
cuya defensa llevaban afios combatien- para que no entraran en las mezquitas y el pillaje
do, los soldados republicanos no enten- fue duramente castigado. Los sabios franceses
dían su presencia en el remoto Oriente crearon el Instituto de Egipto. con el propósito de
africano, ni la misión civilizadora que se procurar 'el progreso y la propagación de las Luces'
disponían a acometer los sabios que les y el estudio de 'los fundamentos naturales, econó-
acompaiiaban. Pero su progresión era micos e históricos' del país. Se introdujo el sistema
firme y los beyes mamelucos decidieron metrico decimal y una reforma monetaria inspirada
enfrentane abiertamente al invasor an- en el modelo francés. El primer periódico local en
tes de aue lleeara a la ca~ital. lengua arabe, El COMOde Egipto, fue fundado pa-
El 2i de iÜlio. a la viSta de las Pirá- ra transmitir la buena nueva revolucionaria...
mides, las iropas de Napoleón fueron Pero la población contemplaba a los extranjeros
atacadas por la caballería ligera mame- como infieles que venían a destruir sus tradiciones
luca, al mando de Murad Bey. Fue una religiosas y sociales. En torno a ellos se produjo el
batalla entre un ejercito medieval -que vacío social, que se iría trasformando en franca
se enfrentaba por primera vez a una gue- hostilidad. El contingente expedicionario dejó de
rra moderna- y los veteranos que Ileva- ser el ejército de liberación que pretendía para con-
ban afios imponiendo sus tácticas y su vertirse en la fuerza de ocupación de un país con-
disciplina en los escenarios europeos. quistado y hostil. También la elite mameluca, lejos
Los franceses formaron en cuadros y de- de agradecer el fin del dominio turco, dio la espal-
sataron un nutrido fuego de caiión y de da a los invasores, si bien algunos guerreros se alis-
fusilería que segó las oleadas de jinetes, taron como mercenarios en el ejercito francbs, y
armados con lanzas y espadas. más tarde conformarían un exótico cuerpo de la
Tras la victoria, Bonaparte arengó a Guardia Imperial napoleónica.
sus tropas, pronunciando la famosa fra-
se: 'Soldados, desde lo alto de estas Pi- Desastre naval
rámides, cuarenta siglos de Historia os I m Mientras Bonaparte consolidaba su dominio so-
contemplan'. El día 25 de julio entró bre Egipto, la flota británica del Mediterráneo por-
triunfalmente en El Cairo. msmaal fiaba en su búsqueda. Hasta entrado el mes de ju-
En los días siguientes, los generales de la Repú- lauik~hnrles lio no le llegaron a Nelson noticias de que el ene-
blica completaron la conquista del país. Manou to- De- ajo, migo había desembarcado en Alejandría. El almi-
m6 el puerto de Rosetta y Desaix persiguió a las de- nhnlnuite ~ebon. rante partió en su búsqueda. Sabía que sin su es-
rrotadas tropas de Murad Bey, obligándolas a refu- ras cuadra, el ejército expedicionario perdería todo
giarse en el Alto Egipto, desde donde seguirían apestadbsde~ar~ contacto con la metrópoli y que ello comportaría el
constituyendo una amenaza. Por su parte, Kléber (htobej. cms, fracaso de la estrategia oriental de Francia. El 1de
concluyó rápidamente la ocupación del Delta. En -aeiroi~lr, agosto, la escuadra británica descubrió a la france-
un mes, Napoleón se había aduefiado de Egipto. pañs). Napoleón, sa en la bahía de Abukir. Nelson resolvió atacar de
Los franceses se aplicaron a desarrollar el mo- maeaaoporsus inmediatoy, aprovechando el deficiente plan de ba-
delo de protectorado que tan buenos resultados les soldadosaifermos; talla del almirante Brueys. se lanzó sobre ella. lo-
daba en Italia y los países renanos. Al entrar en Ale- p r i m ~M~ ,sc k~ grando colocarla entre dos fuegos y destruirla casi
jandría, Napoleón había lanzado una proclama al ~a~ por completo. Napoleón estaba aislado.
pueblo, mostrándose respetuoso con el Islam y ani- y, UI &d.ae kS Pese al rudo golpe que supuso para su ejército el
rnándole a sacudirse la tutela de turcos y mamelu- abmdm16. desastre de Abukir, Bonaparte no varió sus planes.
"No tenemos flota -escribió- pues bien, ihay que
morir aquí o hacerse grandes como los antiguos!
La áerrota.deAbukir no desmoralizó a Este acontecimiento nos obliga a hacer grandes co-
sas. Y las haremos'. Las tropas de tierra, unos trein-
Napoleón, que mantuvo abierta su ta mil hombres, estaban casi intactas, y aún no ha-
bía surgido en Egipto una resistencia que merecie-
esperanza en alcanzar la India, se tal nombre. Por tanto, podía continuar con su
plan, e invadir Palestina y Siria a fin de cerrar to-
suponiendo que los turcos no podrían dos los accesos por tierra al mar Rojo. Si todo salía
bien, podría dirigirse luego a la India, a donde con-
oponerle resistencia alguna en su fiaba en llegar a finales del invierno de 1800. En
ningún momento consideró que los turcos pudieran
avance por el Próximo Oriente oponer más que una débil resistencia a su avance.
64
-
DOSSIER

El 9 de febrero de 1799. Napoleón se puso en


La peste de Jaffa camino al frente de un contingente de 13.000
hombres. El cruce del desértico Sinaí, sin agua ni
uandoN+ysuejeidlo~aJ~diIdemy~o&l~,p caminos, fue un calvario de sed para la tropa, pero

C ~ n l g o M w c ~ s o ~ d e p e s i e m l a ~ ~ d e ~ d o n d e e Jlas
enfmdadera&Iádlooiuagioaaaisadeb~qm~m
i npenalidades quedaron olvidadas al desembocar
en la llanura costera. El-Arish y Gaza fueron ocu-
siisios&iad~ne~.BL~ent~dela~sddpdosyd~bnipm&idlmnsepadas sin dificultad. En cambio, la guarnición oto-
mana l de
i Jaffa
~ ~opuso una enconada resistencia. por
días-parwaronvn-
.
m d e e g p t o a l ~ d e l a ~ ~ g i ~
. -&hnopa<pie-la lo que la ciudad fue tomada por la fuerza y someti-
propggad6adelbroteiriáecdoao.700*IrPa~xhacinnmnebel da a un concienzudo saqueo. Tras ello, Haifa, en la
c o a v e n t o d e l o s P a d r e s d e ~ ~ ~ 1 S P n L i q m h i e ~ d o e n ~ . Y n o u - ruta hacia el Norte, abrió sus puertas a los france-
biaamás.Abuido&porbmoej*iypotel~~W,ipte ses. El camino hacia Damasco, y luego hacia Bag-
tenieronelcontsgio,sólohiemn~porbmédkasy~ dad y la India, parecía expedito.
franceies, bajo el mando del dodoa qnhm negrhrm rotuoba-
mentequeaqueüohieraiapeste.BL~Napoieónharlsi$ralasrmfet- Fracaso ante San Juan de Acre
mos pun m-a. Tal he d poder perJursipo de las que mdePbnna las Quedaba por superar un último obst&culo: la vie-
~asqnes61oxW6lareJidaddehpesteplsPdoevnas~. ja fortaleza cruzada de San Juan de Acre (Akko),
Sin embvgo, el general tenh bien ELarp la siinaci6u r&d6 & roe&aa sus defendida por una guarnición turca, con apoyo de
m9s a los apm&imabmente7M) @dosque le am@abm -crmiallems, la flota brithnica. Iniciado el 18 de marzo, el ase-
criadosysoldad0~-y,aiandodecidl6quepwpodaa~~suRcor- dio se prolongó durante 62 dias, pese a lo deterio-
n o a l p & d e l N i l o , ~ 6 n b P Í a u i i a s 3 0 s d d P d o s ~ ~ ~ a c v g o & rado de las fortificaciones. Los defensores eran re-
~ ~ a q u i e n o n l e o 6 l e s n d m i n i s a s e ~ : N o ~ d l s p n ~ n gularmente ~ abastecidos de víveres y municiones
nenar a los enfemas", mtestó el médico. kpdehn, @mtwbabIe, s@dó por los buques brithnicos. En el campamento fran-
adelante con su plui: ponersemmMha pan cmxmrsilejérdlo. , cbs, por el contrario, pronto comenzaron las esca-
C u a o d o , e l 1 7 d e ~ , N e p o l e B n e n ~ a B @ i m p o r B i b ~ ~ - seces, mientras se extendía una epidemia de peste
t a d e h ~ ~ c ~ p x h a b i a n u , m a d o m ~ ~ m u g ~ , exontraída aw, por los soldados en Jaff* que se cobró
informaaluabaroen sucróni*~p u e d o s d e a i n r e n r e o n p o r d o & ~ numerosas vidas. Asustados por los progresos de la
cuanto p& de ia Gran Siria: hombres, nnhnales y objw -debklb a esto enfermedad y escasos de provisiones, los franceses
noxpermiti6ese~oelsacdfidodelos~enla~c(el~~
m.- &istían 6ónlees tajantes de dpmindnrc d p k r oiso faqedw
sodeco~~brotedeenfmedaadepooer~ainrenreonelbPrdoola
falledondexdeclvmydeavisarráp~dmnndo~céspor~o
decbayjd-bara, e l e l ~ i c a r g a d o d e l b p n l o , o d e I ~ s o m d e ~ -
das multas o de condena a laügam en caso de idraYónIISe amenazó gai ía
pena&mueaeaIaspGulresquexmubde<zrateaieadoaunniiembn,
delafamiliacoa~~de~yaios~w~de~st~rsisa-
m a las autoridades a t e s de 24 horas arando enwdman uww ws&wdw
sos. A los posaderos y comerciantes se les obligaba a mmirhicPlallegdO de
cualquier f o m a la dudad antes de 24kms, hdJiW& süs dPtos&?pm-
&61
J. A-A.
el 2 1 de mayo, Bonaparte dio la orden de levantar ~~ zado. carente de dinero y suministros. aislado de
el campamento. Siguió casi un mes de penosa mar- W== el sus bases metropolitanas y rodeado de fuerzas
cha hacia el Sur, marcada por el calor y la sed, las súbhontornodc hostiles. A finales de enero de 1800, el general
bajas causadas por la peste y las partidas de mero- Napo%bnaPrnoda, Kléber consideró cumplido el plazo dado por Bo-
deadores árabes. Finalmente, el 1 4 de junio, la co- dcjnndoasii naparte para enviarle ayuda y solicitó al mando del
lumna, reducida en un tercio de sus efectivos, hizo ~-mpsipto. ejército anglo-turco de Siria la firma de un armis-
su entrada en El Cairo. ticio, que se concluyó en El-Arish, el día 24. El
acuerdo preveía la evacuación de las tropas a Fran-
Adios al sueño oriental cia, pero el Gobierno británico se negó a admitir la
La aventura siria había costado a los franceses la condiciones y Kléber rechazó la rendición que se
pérdida de unas cinco mil vidas y de gran parte de le exigía.
las municiones que habían traido de Europa. Hu- A lo largo de la primavera, la situación de las tro-
millado ante la población egipcia y sin esperanzas pas francesas se volvió cada vez más precaria. La
de recibir suministros, Napoleón tuvo que pasar a población de El Cairo se sublevó y expul56 a la
la defensiva y renunciar a su suefio de llevar la gue- guarnición. En el Sur, las incursiones de los ma-
rra hasta la India. melucos se hacían cada vez más audaces. Sin em-
Pero los ingleses no le dieron mucho tiempo pa- bargo, Kléber pudo derrotar el 20 de marzo en He-
ra meditar en& desgracias. En ju- liópolis a un ejército otomano que
lio desembarcaron en Alejandría un intentaba reconquistar Egipto, y lue-
cuerpo de ejército con unos go recuperó El Cairo, donde los fran-
18.000 hombres. Napoleón les sa- ceses desataron una dura represión.
lió al paso y el 25 de julio les batió Después de ello, los restos del cuer-
en la batalla que él quiso denomi- po expedicionario se encerraron en
nar de Abukir, quizá para disimular Alejandría y en El Cairo, dispuestos
el desastre naval del afio anterior. a una última resistencia. A media-
Era, sin embargo, una victoria pírri- dos de julio de 1800, Kléber fue
ca: su ejército se desgastaba sin asesinado por un sicario otomano.
poder reponer sus pérdidas, mien- Le sucedió el general Menou -con-
tras que loc turcos podían levantar vertido al Islam y casado con una
nuevos ejércitos con apoyo inglés y egipcib quien intentó aplacar los
desembarcarlos cuando y donde ánimos de la población poniendo fin
quisieran, al amparo de la flota bri- a las acciones represivas. Menou
tánica. Sabía, por lo tanto, que a la pretendía convertir Egipto en un Es-
larga sería derrotado. tado nacional en el que, bajo el pro-
En el interior del país, la tarea tectorado de la Francia revoluciona-
de revisión de los títulos de propie ria, los notables locales administra-
dad, encomendada al Diwan a fin ran el país sin depender de turcos y
de aumentar los innresos
" fiscales. de mamelucos. Pero el olan se anto-
provocaba una resistencia encona- jaba quimérico, y bastante tenían a
da entre los agricultores, mientras estas alturas sus tropas con defen-
mamelucos y turcos amenazaban der sus asediadas posiciones. El 2 1
las líneas de comunicación entre de marzo de 1801, un ejército britá-
las guarniciones francesas. En Eu- nico, mandado por el general Aber-
ropa surgla amenazadora la Segunda Coalición, en- crombie, desembarcó en Abukir, y derrotó a los
cabezada por Austria y Rusia, que traía el peligro franceses en aquella estrecha lengua de tierra. Si-
de una nueva invasión de Francia. tiado en Alejandría, Manou tuvo que capitular el 30
En Egipto ya nada podía hacer Bonaparte, pero de agosto.
en Francia le aguardaba el mando militar y un fu- Pese a su fracaso militar, la expedición a Egip-
turo político aún por decidir. Cansado de su aven- to produjo algunos resultados positivos. Entre los
tura oriental, no quiso esperar mas. A mediados de elementos mejor preparados de la población, la
agosto nombró a Kléber comandante en jefe y le ocupación francesa y las reformas administrativas
autorizó a capitular si no recibía refuerzos antes de y políticas que introdujo supusieron una sacudida
mayo de 1800, o si la peste seguía causando bajas moral, que les movió a adoptar ideales nacionalis-
alarmantes entre los soldados. Luego, el día 23, tas y a rechazar el despótico gobierno de los ma-
zarpó en secreto hacia Francia a bordo de la fraga- melucos y del sultán otomano. Poco después, el
ta Muimn, en compafiía de sus mejores generales. albanés Mehemet Alí asumiría el cargo de pacha y
Burlando la vigilancia británica en el mar, el 9 de colocaría a Egipto en vías de sacudirse la tutela
octubre, pisaron tierra francesa. Justo un mes des- turca y el dominio de la vieja clase feudal. Por otra
pub, el 1 8 de Brumario del afio VIII, Napoleón dio parte, la actividad científica de los sabios france-
un golpe de Estado que puso fin al Directorio y le ses y de su Instituto de Egipto, proporcionarla a
convirtió a él en Primer Cónsul, virtual dictador de Occidente un enriquecedor encuentro con el mile-
Francia. nario mundo egipcio, que marcaría el inicio de la
En Egipto había quedado un ejército desmorali- Egiptología.
66
-
DOSSIER

La espada y la ciencia
Napoleón trató de
atraerse a la población
árabe mostrando su
respeto al Islam, los
beneficios económicos
y el brillo de la cultura
~
francesa, pero reprimió
con ferocidad todo
apoyo a los mamelucos
y las protestas contra su
presencia en Egipto
Soha Abboud-Haggar
Arabisid. Universidad de Salamanca

E
N EL NOMBRE DE ALLAH TODO PODE-
roso, el Onico.. Nosotros, los franceses,
defensores de la libertad y la igualdad, y
nuestro gran General, Jefe de nuestros
ejércitos, Napoleón Bonaparte, hacemos saber a to-
dos los egipcios que los mamelucos siempre humi-
llaron a los comerciantes franceses y se aprovecha-
ron de ellos y que ya ha llegado la hora de la ven-
ganza.. . Éstos mismos os maltrataron a vosotros,
destruyeron vuestro maravilloso y único país y os
sumieron en la pobreza y la ignorancia.. No creáis
que vinimos para aniquilar vuestra religión... al
contrario; somos musulmanes como vosotros; he-
mos luchado contra el Papa de Roma, que azuzaba
a los cristianos contra los musulmanes. Somos fie-
les amigos del sultán otomano y enemigos de sus
enemigos, enemigos de los mamelucos que creye- nal de los hechos, Abd al-Rahman al-Gabarti
...
ron poseer vuestro país Dichosos serán los que de (1753-1825).El mensaje resume las líneas gene-
vosotros se acerquen a nosotros porque prospera- rales de la actuacidn de las fuerzas francesas ante
rán; dichosos serán, también, los que se quedarán la poblacidn egipcia: presentarse como amigos, co-
en sus casas, sin ánimo de intewenir; ahora bien, mo correligionarios incluso, para no despertar te-
desgraciados serán los que colaborarán con los ma- mor o recelos espirituales; halagar al pueblo llano
melucos porque perecerán como ellos ...'. de origen egipcio y amenazar a quienes se uniesen
Esta proclama, dictada por los mandos franceses o ayudasen a los mamelucos. De hecho, la cr6nica
en Alejandria y. traducida al árabe por algunos de de al-Gabarti, Historia de los Maravillosos Monu-
los rehenes magrebles liberados en Malta, fue leída mentos que se extraen de las Biografías y los Ana-
en la plaza principal de Bulaq en El Cairo, dos días les, muestra continuamente estas dos facetas, des-
antes de la llegada de Napoledn, y en las plazas de preocupándose de los motivos que habían promovi-
otros muchos pueblos por donde iban a cruzar los do la expedición francesa y sus objetivos en Egip-
franceses, tal como se tjesprende de la crónica del to. Los franceses se instalan en El Cairo.
historiador egipcio, contemporáneo y testigo peno- Los jefes de la expedición militar se fueron ins-
67
Los ingenieros franceses cambiaron la
fisonomía de la ciudad en las riberas del
Nilo y sus islotes: hicieron obras en el
Nilómetro y en la isla de al-Rawda; tira-
ron casas y alguna que otra mezquita,
redujeron un montículo, desecaron su-
perficies pantanosas y plantaron árbo-
les; restauraron un puente antiguo, edi-
ficaron otro nuevo, y abrieron amplios
caminos como el que enlazó la plaza de
al-Azbakiyya con el barrio de Bulaq
(Avenida 23 de Julio, una de las arterias
más importantes de El Cairo actual). La
crónica de al-Gabarti precisa que los
obreros estaban bien pagados y no so-
metidos a azofra gratuita y forzosa, que

l volvían a sus casas a mediodía y que se


les proporcionaron mhquinas que les fa-
cilitaban el trabajo.
Los invasores participaron, con la asis-
tencia personal de Napoleón, en las fies-
tas egipcias -como la del Nilo, el 18 de
agosto- y en las de carácter religioso. Al-
Gabarti cuenta que, en el mes de rama-
dan, los franceses organizaron fastuosos
banquetes -4 iftar cuando el toque de
cañón anunciaba el rompimiento del
ayuno y nuevos ágapes de madrugada; el
suhur, antes de reanudad* a los que
invitaron a las personalidades civiles y
religiosas del entorno y 'tomaron parte y
actuaron a la manera indígena en un
Sorprendente intento de acercamiento al
pueblo', termina la crónica. Se les vio
tambibn en la procesión, que anualmen-
te recorría las calles de la ciudad, para
honrar y acompañar el pafio que recu-
briría la Piedra Negra de la Kaaba, que
se fabricaba y bordaba generalmente en
los talleres de la ciudadela de El Cairo,
costeado por un noble mameluco.
Esto aparte de las solemnidades france-
talando en los palacios de los ricos emires y mer- Ardba.cl23de sas -como la Fiesta de la Revolución, del 21 de
caderes mamelucos expulsados, huidos o muertos; aemm de 1798, septiembre- celebradas a bombo y platillo y a las
Napoleón ocupó el de Muhammad Bey al-Alfi en el Napo*an &r6 cl que se invitó a todas las autoridades locales y la
elegante barrio de al-Azbakiyya, a orillas del lago admmadodel gente de a pie. Cuenta la crónica que Napoleón
del mismo nombre, que acababa de ser construido Rofaa,m- quiso ataviar a sus invitados con las bandas trico-
y amueblado con sumo lujo, pareciendo -observa losnotpbks lores, a lo que se negaron; 5610 accedieron a colo-
irónicamente al-Gabarti- como si su dueño lo pre- nmdmama (danlle carse la escarapela revolucionaria, que se arranca-
parara para el general. Otros palacetes colindantes deuapbadodeln ron nada más salir de la tribuna del general.
fueron ocupados por los jefes y oficiales. mientras
se acuarteló a la tropa cerca de la orilla del Nilo. París). Eemha, In Impuestos y motines
Los soldados se mezclaron con la población: fnmosn~ngade Menos populares fueron algunos decretos fran-
iban a los mercados donde compraban pan, carne, Bonapyteenurinde ceses. que se aplicaban por medio de los dos con-
...
pollo, huevos, azúcar, tabaco etcbtera y pagaban ksmedPllns sejos de notables o diwan formados por los ocu-
, más incluso de que lo que pedían los vendedores, .m
- pantes: el primer diwan, de carácter consultivo, es-
en una estudiada política para hacerse populares. Abajo,ks b o p taba compuesto por siete destacadas personalida-
Eso estimuló la producción agrícola y artesanal del frnnausreprimm des egipcias, quienes debatían y aconsejaban sobre
pueblo. Los ocupantes no tardaron en emitir una lwmotlllesdem los asuntos relacionados con la marcha de la vida
serie de ordenanzas municipales de tipo europeo: Cllrodel21de ciudadana -robos, pillajes, intercesiones por cauti-
obligación de alumbrar carreteras, zocos, tiendas e, ocmbrede1798 vos- y que además, formaba parte del entorno con
incluso, las fachadas de las casas; barrer, regar y @orcimaesM.de el que Napoleón gustaba organizar conversaciones
limpiar las calles. VemIIes). de tipo religioso y político.
68
-
DOSSIER

El segundo diwan tenia competencias judiciales;


Bonaparte en la Piramide compuesto por seis cristianos coptos y otros tantos
comerciantes musulmanes bajo la dirección de un
l 12de agosio de 1799,Napole6n h e recibido en el interior de la Gran copto que hacia de enlace, examinaba los asuntos

E W d e de Keops por altos dipalados musuimans, eon los que


mantwo esia co-6n:
Bonnpnrte: Dios es grande p sus obras, maravillosps. Éstl es una gran
relativos al comercio, las herencias y las demandas
judiciales. Estos consejos recibieron órdenes fran-
cesas de índole fiscal que suscitaron la ira popular
obra hwuana 4Qné se p r o p e l que mandó conun& esta phW&? porque constituian una clara infracción a las leyes
S o b Bm mi pulamo reg @do, cuyo nombre se aee que era Ke- pi s islámicas en materia de herencias y
aps.Qaiso~queI~~vlnienmapertnrbarelreposo&sus nueva e insoportable carga impositivi
cdms. ra la gran mayoria de los habitantes,
Booapaile:Ciro~~rmiesehizo~aiaire~psragise
su cuenm wMex a los elementos.iNo maue b h melorl
1 que malamente se las arreglaba pa-
ra subsistir.

1
~ o l (U-):
k Gioriaa~os,a qkntoda @&a es Aislado en Egipto, el ejército
debids. francés se veía obligado a vivir
BompYte:Giorlr a& N&bsymPs Dios que-, Mahoma sobre el terreno; por eso contro-
essu~rof&yyoso~sulmIgB. 16 el sistema de herencias, exi-
Ibnhim: QuelosBnpelesdelndcloria~elpohwde giendo una fuerte contribución
biCBminoytecubrrmcansysi~.BImnaielncohamereddo sobre ellas. También se implantó
morir. el registro de las propiedades y las
tierras, para poder imponer sobre
Wk. llas tributos proporcionales al-Gabarti
i,,.,,,na que "ocho francos para la categoria
cab4ilosdeEgipto.
Bonnpnrte:Co~~tesoros,eltrnbsiio~laaml.daddelosm~~~, I ás alta, seis para la media y tres para el bajo",
., ,de terminaban en las arcas del mando francés.
ndfmhas-fspedhIhnbMaai Séptimo delo &&, smsentdos m 10 a jbsenes
y ~ ~ d e n e $ o s o i a s , ~ a ~ m m b m ~ e ~ i a b a , a v s mercados,
m ofrecerána los Perdaderosrmisslnauiest&k, gisepoed4o desear...
II ra-
Además, estaban las cargas impuestas "a los
las tiendas, los cafés, los baños, las al-
mazaras...' Especial relevancia tuvo el caso del po-
I pular mercado de Amir al-Guyus, en el que se obli-
gó a los comerciantes mantener los candiles en-
cendidos a pesar del mal tiempo, multándoles si
aparición de un fenómeno social característico en
tiempos de crisis: la división entre la población
cristiana y la musulmana. Algunos coptos y griegos
se sintieron arropados por los franceses y vieron en
ellos el medio de medrar, dominar y en ocasiones
humillar a los musulmanes. La crónica de al-Ga-
barti expone esta situación y les acusa de espiar a
sus conciudadanos y conspirar contra ellos.
El descontento popular se penonific6 en Solay-
man al-Halabi, joven musulman de Alepo. quen se
convirtió en el prototipo del heroe que se enfrenta
al invasor al asesinar, el 1 4 de junio de 1800, al je-
fe de las fuerzas francesas tras la partida de Napo-
león, Jean-Baptiste Klbber, mientras paseaba por
los jardines de su residencia, en el barrio de al-Az-
bakiya, junto con su ingeniero-jefe.

La labor científica
En la memoria colectiva y en la historia de la
cultura apenas ha quedado nada de esa confronta-
cidn entre invasores e invadidos. El gran recuerdo
es la trascendencia de la misi6n científica francesa
que acompañaba al ejército de Napoleón. En el ba-
rrio de al-Nasiriyya (actual al-Munira), situado al
pie de la colina de Tall al-Aqrab q u e habían forti-
ficad* reservaron una de las calles y sus casas pa-
ra uso de los científicos que formaban parte de la
expedición napolebnica.
.AS[, en la vieja casa del emir mameluco Hasan
Kasif Garkas, dispusieron una gran biblioteca que
dirigía un archivero con el que colaboraban algunos
ayudantes, cuyo cometido era proporcionar los li-
los deiaban aoaearse. Ariádase a esto la subida de bros a "los estudiantes aue alll acudlan todos los
preciÓs provobaia por el bloqueo británico del co-
mercio en el Mediterráneo y lo que signific6 de fal-
ta de abastecimiento en los mercados y cierre de
comercios y de talleres artesanales... Estas medi-
das y sus consecuencias provocaron la Insurrección
de El Cairo, el 10 de octubre de 1798, durante la
cual los cairotas, cegados por la ira, mataron, sa-
quearon y pillaron y, para reducirlos, los soldados
franceses abrieron fuego contra la multitud congre-
gada junto a la mezquita del al-Azhar.
Muchos otros asuntos suscitaron el rechazo de
los egipcios frente al invasor e hicieron fracasar la
política de acercamiento que los franceses se ha-
bían planteado en los primeros días. Los soldados
napoleónicos iban de casa en casa y de tienda en
tienda, revolviéndolo todo, en busca de armamento
escondido, o de mamelucos huidos, refugiados en-
tre la poblaci6n, llevándose lo que se les antojaba
y molestando a las mujeres.
Las ejecuciones de egipcios acusados de cola-
boracionismo con los mamelucos fueron muy fre-
cuentes: los mataban en la Ciudadela y arrojaban
sus cuerpos desde lo alto de la muralla, paseaban
sus cabezas por toda la ciudad o se les ahogaba en
...
el Nilo Otra fuente de conflictos fue la discor-
dancia de ciertas costumbres francesas con la
mentalidad indígena, como sucedía con la bebida o
con las aficiones hípicas a lomo de burro, que sus-
citaban la ira de los musulmanes.
La presencia francesa en suelo egipcio motiv6 la
-
DOSSIER

días, dos horas antes del mediodía; éstos se senta- Vlennt Daion ...
go dibujaba al hombre como si fuera a hablar'; a
ban en el patio contiguo a la biblioteca, en cómo- expiica a sus su lado, otros compafleros suyos dibujaban y clasi-
das sillas dispuestas paralelamente a una pizarra Y- ficaban animales e insectos, aves y peces y, cuan-
ancha y alargada", según cuenta al-Gabarti. tnncesesla do alguno les era desconocido Ves ponían enteros
Entraba allí todo el que quisiera, desde los sol- nnmralurdesus en tarros con agua fabricada que mantenía el cuer-
dados rasos franceses hasta el egipcio que deseara tlabajardaitfflcQs. po inmutable'.
simplemente observar. A los nativos se les acogía En pIimsarmlno, En la casa de Dhu 1-Fuqqar Katkhuda -noble
con especial amabilidad, especialmente cuando aemndo,dswnl mameluc* trabajaban los ingenieros que fabrica-
mostraban curiosidad y deseos de hacer preguntas. -m ban pequefios instrumentos de precisión y, en una
Les mostraban todo tipo de libros impresos e ilus- del Voyage dari ia esquina, se había instalado la vivienda del 'médico
trados sobre cualquier materia: geografla regional, -80 Bt la Hairts Roya, donde tenía sus ungoentos, sus pastas y sus
flora, fauna, historia de los antiguos e historia de &@re, 1iSoZ). divenas botellitas', según apunta al-Gabarti; mien-
los profetas, con sus dichos y sus milagros. tras que en el palacete de Hasan Kashif Garkas
El propio al-Gabarti estuvo al11 varias veces y, (una de cuyas casas se utilizaba como biblioteca,
entre los muchos libros que pudo contemplar, según se ha visto) se afanaban los químicos y los
quedd admirado por una historia ilustrada del médicos. Y relata el historiador que lo que más le
Muhammad, que retrataba al Profeta, a los califas había sorprendido era la mezcla de llquidos que ha-
ortodoxos y a los grandes imames, mostraba Iámi- clan los que allí trabajaban; así vio cómo se des-
nas con los lugares Santos de La Meca y Medina prendía un humo de colores y se quedaban en el
y maravillosas mezquitas -como las de Constanti- fondo piedrecitas amarillas, azules o rojas, y cómo
nopla- asi como raros manuscritos árabes. Vio algunas de estas mezclas estallaban al acercarles
también ilustraciones de las Pirámides y de la to- ...
una llama Y estaban, además, los carpinterosque
pografía de los desiertos del Alto Egipto y se vio hacían los carros, las hélices y las máquinas, as1
especialmente sorprendido por los libros de gra- como los herreros que trabajaban en grandes naves
mática de otros idiomas, que Ves facilitaban la la- que montaron ellos mismos, en cuyo techo pusie-
bor de traducción de cualquier idioma al suyo pro- ron -como dice al-Gabarti- 'grandes aspiradores de
pio en poco tiempon. aire que ventilaban con un ligero movimiento'.
Al lado de la biblioteca habían dispuesto un ob- As1 trabajaban los franceses en El Cairo, donde
servatorio astronómico que llamaba la atencidn de recogían, preparaban y examinaban lo que se con-
los visitantes locales: estaba equipado con 'máqui- vertirla en un importante legado para la cultura uni-
nas compuestas de pequefias piezas que, cuando venal. Con estas actividades sorprendieron a los
se montaban, ocupaban mucho espacio y que, una egipcios, que abrieron los ojos a una civilización
vez recogidas, se metlan en pequefios estuches". Y desconocida que les llenaba de admiración.
en el mismo recinto trabajaban los dibujantes; 'Eri- (Las traducciones del drabe pertenecen a la autora).
71
Doscientos
reunir -y a traer a Francia- una importante colec-
ción de antigüedades, y que sólo concluyeron al es-
tallar la Revolución. Entonces, sus preciadas escul-
turas fueron confiscadas -el famoso fragmento de
friso del Partenón con unas jóvenes portadoras de
peplos sigue siendo hoy una de las joyas del Lou-

anos nos v r e y él tuvo que replantearse su vida. En 1793


partió para San Petersburgo, decidido a ponerse al
servicio de Rusia, y sólo en 1802 aceptó regresar a
Francia, cuando Napoleón prometió devolverle par-
te de sus bienes. Ya no era un hombre rico, pero po-

contemplan
día permitirse un tranquilo retiro.
El otro residente era Thomas Bruce, VI1 conde de
Elgin. Ostentaba el título de embajador ingles ante
la Sublime Puerta, y su presencia en lugar tan re-
moto era fruto de los azares polfticos del momento.
Desde su llegada a Constantinopla, se había pro-
Hace dos siglos, Napoleón regresó puesto emular y aun superar a Choiseul-Gouffieren
sus afanes de coleccionista y, en el verano de
a Europa porque nada le retenía 1801, había logrado, por fin, el preciado firman de
Selim III que le permitiría estudiar el Partenón y,
ya en Egipto; sin embargo, pocos según decía el propio texto, extraer alguna piedra
que llevase inscripciones y figuras. Como es bien
1 días después fue hallada la Pdedra sabido, Lord Elgin aplicó todo su equipo a labor tan
notable, y unos meses después comenzó la larga
Rosetta, quizás el más interesante serie de envíos de esculturas y relieves a su resi-
dencia londinense.
fruto & aquella expedición Volvía Elgin a Inglaterra, pasando por Francia, en
mayo de 1803, cuando ocurrió un hecho inespera-
do: ambas potencias decidieron denunciar la Paz
Miguel Angel Elvira de Amiens, firmada en el ano anterior, y Napoleón
Profesor de Arte Clásico
Universidad Complutense, Madrid

'E
N LOS PIRINEOS CENTRALES SE A
halla Bar&ges, una pequeña ciu-
dad balnearia a los pies del ne-
vado circo y de la cascadade
Gavarnie. Desde que un hijo de Luis XIV
curara allí sus dolencias, su fama no hi-
zo más que crecer entre nobles y bur-
gueses, que allí acudían a curar sus ma-

/ -
les y a olvidar los problemas de la Corte.
Ajenas a los cambios de gobierno y a las
revoluciones, las aguas termales mantenían
su prestigio generación tras generación, y mu-
7
chos años más tarde, en otoño de 1803, en un
momento en que los preparativos bBlicos concen-
traban las energías de toda Europa, ocurrió que M- ordenó detener a cuantos ingleses se hallasen en
coincidieron en sus tranquilos salones y piscinas fondidn-honor territorio francBs. Aunque empezaron pronto los in-
dos personajes, ambos obligados, por distintas cir- aevivant Denon. tercambios de prisioneros, Inglaterra no podía can-
cunstancias de sus azarosas vidas, a un descanso porm jear a ningún personaje tan importante como Lord
por otra parte bien merecido. ewpo-011 Elgin, y Bste decidió solicitar permiso para retirarse
El de más edad era el ciudadano Choiseul-Gouf- tmbgo~sobrc a Bar&geshasta que se solucionase su situación: no
fier, antiguo conde Marie-Gabriel-Auguste-Florent ~~@pto,mei volvería a su país hasta 1806.
de Choiseul-Gouffier. Su vida de brillante militar y m-,,~h~todel No sabemos si los dos personajes llegaron a
diplomático le había llevado a obtener, en 1784, el 's&o"hcésyrn mantener una larga conversación. Parece que, co-
puesto de embajador de Luis XVI en Constantinopla d -, ios mo buenos diplomáticos de dos potencias enfren-
y esta privilegiada atalaya le habla permitido culti- mbmsde tadas, se mostraron distantes en sus relaciones, pe-
var su pasión por Grecia y -como BI mismo diría- el M-p. ro habrían podido compartir muchas ideas y actitu-
placer de recorrer aquella ilustre y bella región con des comunes en el campo de la Arqueología. Am-
un Homero y un Herddoto en la mano. bos representaban una misma mentalidad -la del
Fueron sus años mas felices, que le incitaron a diplomático coleccionista que viaja a su destino
72
tica de la excavación, como su colega José Nicolás
de Azara, quien, tras ser embajador espaiíol en Ro-
ma, arqueólogo en Tívoli y coleccionista de retratos
griegos, ahora, ya viejo, representaba a Carlos IV en
Parls. Finalmente, y a pesar de su vida de diplo-
máticos, no eran simples viajeros, como el conde
de Volney, autor de un famoso Viaje a Siria y Egip-
to (1787) que. en años anteriores, había hecho so-
fiar a todos con los encantos de Oriente.
Ellos dos. Elgin y Choiseul-Gouffier, pertenecían
a una tradición distinta, que habla visto en las mi-
siones oficiales -y las suyas lo eran- una ocasión
de estudiar, con el apoyo de verdaderos especialis-
tas, los países que recorrían y ante cuyos Gobiernos
se hallaban acreditados. Era una fórmula varias ve-
ces ensayada por distintos Estados europeos y que
habla dado lugar, a lo largo del siglo XVIII, a una va-
riante de gran interés: la expedicidn científica, en-
viada directamente por los monarcas y desvincula-
da de las funciones diplomáticas.

Viajeros, arqueólogos y científicos


Dado que el aspecto que aquí interesa -y que
hubiera interesado a Elgin y Choiseul-Gouffier en
su hipotética conversación- es la historia de la Ar-
queología. bien se puede prescindir de viajes tan
audaces como los de James Cook o Alejandro Ma-
laspina, pues en ellos apenas contó el estudio de
antigüedades. Si realmente nuestros personajes
meditaron acerca de la ~rimeraexpedición científi-
co-arqueoldgica, es que coincidiesen sus
recuerdos en una importante misión, cuyos resulta-
dos fueron publicados con todo lujo editorial en
1717 bajo el título de Relation d'un voyage au Le-
vant fait par ordre du Roi.
En realidad, el viaje, dirigido por Joseph Pitton
de Tournefort, había tenido lugar en 1700 y habla
centrado sus intereses en el mar Egeo y sus costas,
y en el hablan tomado parte un médico, un botáni-

oriental con un equipo de artistas y ayudantes-, y -, be-


en ese sentido eran herederos de prestigiosos per- en una &del
sonajes como el marqués de Nointel, que hizo di- VakdelosBeyes,
bujar el Partenón poco antes de que lo destruyesen en Tebas CdibuJode
las bombas venecianas de Morosini. aeaoute,gnbado
Obviamente, no eran eruditos o teóricos, como por CoJJfbert).
Ennio Quirino Visconti, verdadero sucesor de Winc- Abajo, los dentlticos
kelmann, que había abandonado sus tareas de con- fnacncses~
servador de las colecciones pontificias para servir a d o b e h de
la República Francesa, y que acababa de ser reci- c l e o en ~
bido por Napoleón en el Louvre. Tampoco eran sim- Wpadrín,b40 de
ples coleccionistas, como el ya anciano Charles direcddn de Denon
Townley, que moriría en 1805 dejando sus nume- (grabdosnmbosde
rosos mármoles romanos al Museo Británico. Ni h aesrrlptla de
mezclaban las aficiones coleccionistas con la prác- rbgvm).
por ellos, Elgin y Choiseul-Gouffier podían calibrar,
mejor que cualquier pmfano, la originalidad de la
gran expedición napoleónica a Egipto. Por primera
vez se habían reunido nada menos que 167 cientf-
ficos y tecnicos; por primera vez aparecían vincula-
dos a un ejercito en una campana de conquista; por
primera vez se creaba una institución estable en el
pafs investigado -el lnstituf dlÉgypte- para servir
de base a los estudiosos.

El genio de Vivant Denon


La Campana de Egipto, desde el punto de vista
aqueol6gic0, tuvo dos fases bien dtferenciadas. La
primera, presidida por la audaz figura de Vivant
Denon, muestra la aventura de la conquista, las
vibrantes anecdotas del ejercito en su avance Nilo
coy un dibujante, como símbolo de un espir~ruen- arriba y el estudio rápido de 10s monumentos fa-
ciclopédico que, pese a toda, concedía un puesto raónicos bajo el fuego de las emboscadas. El ba-
de honor a las ruinas antiguas. rón Dominique Vivant Denon, un sabio ingenioso
Mhs impresionante por su audacia fue, ya en con una larga vida polltica a las espaldas -había
1761, la expedición que envió a Arabia el rey Fe- sido gentilhombre de Luis XV y diplomatrw en San
derico V de Dinamarca. Su preparacidn fue tan es- Petersburgo y en Nápoles bajo Luis XVI- era ya un
merada que el profesor Michaelis, director de la hombre maduro cuando logró la amistad de Josep
Real Sociedad Científica de GOttingen, publicó un hine de Beauharnais y, a travk de ella, la simpa-
Recueil de questions proposées d une soclét6 de tla y el aprecio de Napole6n. W o le valió diversos
savants qui par ordre de Sa Majesté Danoise font le cargos arqueológicos y, a los cincuenta aaos de
voyage de /%rabie (trad. francesa de 1763). En el,
ademds de las nonas que dio el Rey al equipo de
sabios. se exnlica cómo fueron designados los dis-
tintos miembros de la expedición -Ün filólogo, un
ftsiw, un ingeniero, un médico y un pintor- y se
plantean los campos y cuestiones que deben estu-
diar los viajeros con el fin de hacer, para el avance
de las ciencias y de las letras, cuantos descubri-
mientos sean posibles.
Asombra comprobar el grado de unidad que ya
entonces tenia la ciencia europea, cuando se indi-
ca que los expedicionarios intentarán responder a
las preguntas de Michaelis y a las remitidas por la
Academia de Inscripciones y Bellas Lefras de Parls;
preguntas que incluyen desde andlisis de enferme-
dades y medicinas hasta detalles históricos sobre
reyes antiguos. La Arqueología se circunscribe a
problemas epigráficos y a la situación de monu-
mentos Eitiles para el estudio de la Biblia y la Geo-
grafla antigua.
Ante preparacion tan rigurosa, casi es secunda-
rio el hecho de que, a la postre, la expedición se
convirtiese en una hecatombe. Los viaieros reco-
rrieron el Nilo, el Sinal y la costa occidental de Ara-
bia hacia el Sur, pero en 1763 murieron el filólogo
y el físico. Los supewivientes visitaron el Yemen y,
abandonando el viaje previsto a Basora, decidieron
embarcame para Bombay. Alll acabamn sus días el
mbdico y el artista, quedando solo el ingeniero,
Carsten Niebuhr, el cual, después de pasar un ano
en la India, inició un trabajoso viaje de retorno por
Persia, Mesopotamia y Anatolia. Llegó por fin a Ca-
penhague en 1767. y los relatos de su periplo
-6eschreibung von Arabien y Reisebeschreibung
nach Arabien- tuvieron, como cabe esperar, un éxi-
to Internacional inmediato..
A la vista de estos precedentes bien conacidos
74
-
DOSSIER

y pedirle consejo y ayuda antes de dirigirse a su


destino en Constantinopla.
-- Llegado a París, Vivant Denon se vio honrado con
udaban loszapdom fruiege~bajo el sol egipcio de agosto, cuyo rigor el pu&to de director del Museo Central y publicó,

S apeaasrtemperabalaWsndeleercanomar.Cavabanhineherasenaqud
verano de 1799 junto a la lntlguafoaaleza medieval de Rachid o Ros&%
que por entonces se IlsmntM. PORJulia, m pmisi6n de un hhoto-
en 1802, su Voyage dans la Basse et la Haute
k p t e , verdadero libro de recuerdos, con múltiples
grabados sobre croquis del mismo autor, que caus6
sensación por la vivacidad de sus descripciones.
mano protegido por la Bota brkhica De pmnto, el piw de uno de los solda-
dos topó eon una dura losa y tntó de contomearla para extneda.. mientras Para algunos, constituye el punto de partida de la
maniobnba para vencer la mistenda de aquella gran pledra obseruó Egiptología moderna; para nosotros, en cambio,
que eonteniainsaipdone...Dicelaleyendaque d 6 huyendo eomo es acaso el dltimo y más brillante de los re-
alma que Ilm d Diablo, pero parece dudoso que así onirrien:ha- que alimentaron, durante
büuados a la prerencia coníhua de los &de la expedld6n na- sías occidentales sobre un
pole6niq los soldados estabgn diüzadospor la historia, el
te y las antlgOedPdes y nuesm soldado se dio cuenta que aquella
piedra le iba a librar, ai menos por un nto, del pesado pico. El único recuerdo
Dio pnae al jefe del deshamoto, Dbwtpoul, que vio la piedray
orh6~lauraaddado.oribqued6alhMeMyla
Ilmplaronunpbeo~nqweraunap~rnlosadebasaltone-
l Desde ese punto de vista, el verdadero co-
mienzo de los estudios científicos sobre
Egipto es el grandioso corpus que fue-
go & 114x72 mtimeím,totalmente cubierta de M p c i o - ron confeccionando los científi-
nes que, a simple vista, estabgn ordenadas en Ira grandes cos franceses desde su estable-
p h f o s de signos difemtes. Dhtponl se deb16 sentir cimiento en El Cairo hasta su
feliz al wrimnica~d halbga al oficial que didgla las repatriación en 1801. Durante
fodicpdmes, Bouchard Bsle oiden6 que la exItaje- más de dos arios, con la tran-
mnii~eotey~6qneunodeIos~ quilidad que da el dominio y la
gtPba escdto en @lego... pacificación del territorio, múl-
Un general~ I e 6 1 d e se
o e n q 6 de W ese tiples dibujantes y eruditos re-
iragmemo y qwlosutm páaafos decían lo corrieron el Nilo y procedieron
mismo...portadto,~piedraeraelinshumen~o que a trazar dibujos, a levantar pla-
podnp senir pata desdfrar lbs fercgüficos @os. No había posibüldad de nos y a sugerir reconstrucciones ideales de templos
hacer nada entonces,pues era imposible mtar la piedra a Francia pero orde- y pirámides.
n6 que se sacaran wpíasmy predsas. Dos años después los haunceses cm- Múltiples edificios antiguos, que serían destrui-
dían a los ingleser y enúe el botúi de guerra dejaron en sus manos la PIsdm dos luego bajo el gobierno de Mehmet Alí (1805-
Ros&, que temh6 el Mum W c o...pero a Pmcia Uegamn las co- 18491, pudieron ser rescatados entonces del olvi-
pías y los ndados p d un h&, Champonion, quien logmfa dedrada do: ¿quién conocería, de otro modo, el templo de
yponerlasbssesparaelw~odmlentodelaescritunijercgüfica Amenofis III en Elefantina. el templo de Contrala-
topolis (hoy El-Hilla, junto a Esna), el templo de
Montu en Armant, el templo de Anteópolis (al sur
de Asyut), el construido por Alejandro Magno en
edad, la dirección científica de esta expedición a c h n m p o d ~ Hermópolis Magna (Ashmunein), las magníficas co-
Egipto. mayorimpuisoráe lumnata~corintias de Antinoópolis o tantos otros
Vivant Denon tuvo el honor de acompañar a las i n ~ p m i o g h p m monumentos menores? A falta de la Ptedra Roset-
tropas francesas hasta Asuán, y sin duda estuvo sus apmtacbne~en ta, entregada a los ingleses como botín de guerra,
presente en el momento de tallar la famosa ins- ddesdhmientode al menos pudieron los franceses copiar sus textos
cripción que adorna el templo de Filae: "En el ario ios je@íüm~ en tres magníficas ilustraciones, y, si no son mu-
6 de la República, el día 13 del mes de messidor, (bustoendjardín chas las esculturas y piezas arqueológicas que re-
un ejército francés mandado por Bonaparte desem- del~oseoE@pdo presentaron, la razón se halla en la propia rapidez
barcó en Alelandría. Tras haber perseguido el e]&- deEieiro). de su trabajo, que les impidió proceder a compras
cito durante veinte días a los mamelucos huidos de y a excavaciones.
las Pirámides, Desaix. al mando de la Primera Divi- La famosa Description de l ' k p t e , fruto de esta
sión, los ha rechazado más allá de las cataratas,
donde ha llegado el día 13 del mes de ventose del
año 7... ARO de J.C.: 1799.~Después, vuelto a EI Múltiples eáificios antiguos -que
Cairo, nuestro sabio figuró entre los escogidos por
Napoleón para regresar con 61a Francia. serían destruidos bajo el Gobierno de
NO deja' de ser-una curiosa coincidencia que, en
agosto de 1799, se cruzasen en las aguas del Me- Mehmet no han pasado al 0hrido
diterráneo occidental dos barcos: en uno de ellos
volvía Napoleón con su séquito, tras abandonar a porque nos quedan 10s dibujos y 10s
sus tropas en Egipto al mando del general Kléber;
en el otro, Lord Elain se dirigía hacia Palermo para estudios de 10s científicos ~ I ~ % I I c de
~s~s
entrevistarse con el colecc6nista sir William-~a-
milton. embajador británico en la Corte de Nápoles, la expedición nap01e6nica
aficionado a Egipto que no había logrado ser admi-
tido entre los sabios de la famosa expedición-, ha-
bía recibido todo tipo de apoyos por parte del ma-
temático Joseph Fourier q u i e n sí formó parte del
lnstitut d'tgypte y ya había estudiado Griego, La-
tín y Hebreo. Obviamente. se llamaba Jean-
Francois Champollion, y ya había pronunciado su
famosa frase: "¡Leeré, leer6 los jeroglíficos cuando
sea mayor!"

grandiosa hazaria colectiva. fue publicada en una Arriba, dmtlticos


edición memorable, cuyos veinte volúmenes -nue- ~ ~ m l d e n d
ve de texto y once de láminas fueron saliendo de ~&uniestotui
las prensas parisinas entre 1809 y 1822. Todo ~hsal&Bnmr*sn
Egipto aparece ante nuestros ojos, desde el antiguo a Menas. Derecha,
hasta la artesanía del momento, sin olvidar vistas daonidbn e
pintorescas, ectudios etnolbgicos. flora, fauna y ge-
ología. Sin duda nos resultan a menudo arbitrarias km#=C=-h
muchas cronologías de edificios o muchas adscrip- asplain&iuia
ciones a dioses o faraones que nada tuvieron que momia (dibujos &
ver en ciertos casos. pero no hemos de olvidar que J-BrpapQs
la única guía de los estudiosos seguía siendo, como porWlllemln,&h
en los siglos anteriores, la literatura grecolatina. DsS*tlai de
De los grandes resultados científicos obtenidos L'WPt*.
por Napoleón en Egipto, lo único que Lord Elgin y
el ciudadano Choiseul-Gouffier pudieron conocer,
durante su estancia en Barbges, fue el libro de Vi-
vant Denon. Y lo que sin duda no llegaron a sospe-
char fue que en Grenoble, al otro extremo de Fran-
cia. un nino de doce anos acababa de escribir y pu-
blicar una curiosa Histoire des chiens célebres. El
nino, protegido por su hermano primogbnito -un

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