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La red ejecutiva
Si nuestras acciones fueran determinadas únicamente por asociaciones estímulo-respuesta, no
tendríamos la capacidad de elegir qué acción llevar a cabo en una situación determinada. La atención
ejecutiva nos permite tener control endógeno sobre nuestras acciones, coordinándolas y
organizándolas con una finalidad e intención.
El lóbulo frontal es una de las áreas cerebrales más importantes para la función ejecutiva, y estudios
han demostrado que lesiones en esta área pueden afectar la planificación y coordinación de
habilidades. Pacientes con desórdenes mentales también muestran deterioro en el control voluntario
sobre el comportamiento y pueden presentar trastornos de perseverancia y distracción.
Los estudios de imágenes cerebrales han permitido identificar las áreas cerebrales involucradas en la
función ejecutiva, como las áreas frontales mediales y las áreas prefrontales dorsolaterales.
La resolución de conflictos
La tarea Stroop es un ejemplo clásico de conflicto atencional, donde los sujetos deben nombrar el
color de la tinta en la que está impresa una palabra. Se observa que en la condición incongruente,
donde el significado de la palabra y el color de la tinta son diferentes, hay un aumento en el tiempo de
respuesta y en los errores, mientras que en la condición congruente, donde son iguales, hay una
disminución en el tiempo de respuesta y en los errores (efecto de interferencia Stroop).
Los estudios de neuroimagen han identificado la activación de la parte dorsal del córtex cingular
anterior en situaciones de conflicto, tanto en la condición incongruente como en la congruente.
Algunos investigadores postulan que los procesos selectivos atencionales están involucrados en la
resolución del conflicto en ambas condiciones. Además, el córtex cingular anterior también se activa
en otras tareas que requieren resolución de conflictos o control inhibitorio, como la tarea de
generación de usos y la tarea go/no-go.
Se ha propuesto que la función principal del córtex cingular anterior podría ser la regulación del
conflicto en lugar de su resolución directa. Según esta hipótesis, esta área evaluaría las condiciones
en las que es más probable que ocurran errores o conflictos y transmitiría esta información a áreas
prefrontales laterales encargadas de la resolución del conflicto.
Control emocional
La detección de un error no solo brinda información sobre la adecuación de nuestras habilidades
cognitivas, sino que también provoca una reacción emocional. La conciencia de cometer errores
puede generar sentimientos negativos. El valor emocional que asignamos a la retroalimentación
puede provocar un cambio automático en nuestro criterio de respuesta, incluso sin información
cognitiva adicional. Por ejemplo, una señal emocionalmente significativa, como una cara triste, puede
retrasar nuestras respuestas, aunque sepamos que la señal no proporciona información sobre
nuestro desempeño.
El córtex cingular anterior, como parte del sistema límbico, participa en los procesos emocionales y en
el control de las emociones. Se ha observado que la activación del córtex cingular anterior se
correlaciona con la experiencia subjetiva de dolor. Además, se ha encontrado que su activación está
relacionada con la aflicción emocional causada por el dolor, más que con la intensidad del estímulo
sensorial.
Ademas también se activa cuando prestamos atención a nuestras experiencias emocionales. En
estudios de neuroimagen, se ha observado que cuando se les pide a los sujetos que expresen las
emociones que les provoca una escena visual, se produce una activación en el córtex cingular
anterior.
Organización de los procesos ante el cambio de tarea
El paradigma de cambio de tarea, es donde los sujetos realizan diferentes tareas secuencialmente.
Se ha observado que el tiempo de respuesta es mayor cuando se cambia de tarea en comparación
con cuando se repite la misma tarea consecutivamente.
Se plantea que este costo en la respuesta al cambio de tarea puede ser atribuido a la reconfiguración
de los procesos cognitivos necesarios para realizar la nueva tarea. Ademas, se ha encontrado que el
aumento del intervalo temporal entre tareas puede reducir el costo, ya que proporciona más tiempo
para la reconfiguración. Sin embargo, incluso cuando se informa a los sujetos con anticipación sobre
el cambio de tarea, todavía persiste un costo residual en la respuesta.
Se proponen dos posibles explicaciones para este costo residual. Una hipótesis sugiere la existencia
de un componente de preparación endógena, que implica mantener activa la información sobre la
tarea actual y prepararse para el cambio. Se cree que esta preparación endógena se facilita con el
tiempo, lo que ayuda en el cambio de tarea y reduce el costo asociado.
La segunda hipótesis se refiere a un componente de naturaleza exógena, que implica que los
procesos necesarios para la nueva tarea no se ensamblan completamente hasta que un estímulo
externo desencadena su activación.
Los estudios neuroanatómicos respaldan la existencia de estos dos componentes en el cambio de
tarea, con la parte inferior del córtex prefrontal lateral relacionada con la preparación endógena y la
parte superior del córtex prefrontal involucrada en el ajuste exógeno.
Los dos mecanismos cognitivos que contribuyen al costo en el cambio de tarea son la inhibición de la
tarea anterior y la recuperación de información de la memoria a largo plazo relacionada con
estrategias para la nueva tarea. La inhibición de la tarea anterior se ha demostrado
experimentalmente, mientras que la recuperación de la información de la memoria a largo plazo se ha
asociado con mayores costos cuando se requiere una mayor demanda de recuperación episódica en
comparación con la recuperación semántica.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
El concepto de atención ha evolucionado desde teorías iniciales que la consideraban como una
estructura de filtrado perceptivo, hasta enfoques más actuales que la definen como un sistema de
control de la actividad mental. Se ha logrado este avance gracias a los estudios cognitivos y el uso de
técnicas de neuroimagen para identificar las áreas cerebrales activadas durante las tareas
atencionales.
El sistema atencional se compone de redes neurales que cumplen diferentes funciones. Las dos
redes más investigadas son la red de orientación (posterior) y la red ejecutiva (anterior). La red de
orientación incluye el lóbulo parietal, el colículo superior y el núcleo pulvinar del tálamo, y está
involucrada en el desenganche, movimiento y enganche de la atención espacial. Por otro lado, la red
ejecutiva controla el procesamiento en situaciones que requieren un control consciente de la acción, y
se ha identificado la participación de áreas frontales mediales y prefrontales dorsolaterales.