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El conflicto que Moreno registra con optimista enfoque -conflic- Porque el problema central que explica la sustancia de gran
to que está muy lejos de poder explicarse por la antinomia de parte de los conflictos del período fue la cuestión de la legi-
porteños y provincianos- estaba ya en germen, y por momentos timidad del nuevo poder a erigir. Esto es, el de cómo reem-
explícita, en el seno del Cabildo abierto del 22 de Mayo de 1810,
cuando los hombres de Buenos Aires vieron cuestionada la
legitimidad de su iniciativa por no haber consultado previamente
a los demás Cabildos del territorio, y se encontraron obligados 5 Archivo General de la Nación, Acuerdos del Extinguido Cabildo de
Buenos Aires, Serie IV, Libros LXV, LXVI y LXVII,
a excusar su procedimiento por razones de urgencia.5 El cues-
Buenos Aires, 1927, pág. 122 y sigts.
tionamiento de la iniciativa porteña en el Cabildo del 22 de Mayo
estuvo casi sin excepciones en boca de los partidarios de la per- 6 Escribía Levene: "...en los orígenes nuestro federalismo consistió en la
manencia del Virrey en el cargo. Esto es, en boca del partido lucha de los Cabildos entre sí, para conquistar una situación de igualdad
español. Pero, en cuanto respondía a una doctrina política política con el fin de resolver problemas económicos y sociales del
ampliamente predominante, común a tradiciones jusnaturalis- lugar". Al mismo tiempo se daba el conflicto entre Buenos Aires y las
tas, tanto de raíz escolástica como modernas, el criterio del provincias, de manera que "ambas fuerzas en pugna -la de los Cabildos
entre sí y la de Buenos Aires con las Provincias- deben ser contempla
necesario consentimiento de los pueblos soberanos, reivindica-
das para ta visión integral de este problema de los orígenes del federal-
do por la mayoría de ellos, se impuso y la Primera Junta de go- ismo político ar gentino". Ricardo Levene, Las Provincias Unidas del Sud
bierno debió acoger en su seno a los apoderados de las princi- en 1811 (Consecuencias inmediatas de la Revolución de Mayo), Buenos
pales ciudades, transformándose en la llamada Junta Grande. Aires, 1940, pág. 9.
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plazar la legitimidad de la monarquía castellana por otra
soberanía igualmente legítima, que pudiera garantizar el El Antiguo Derecho de los "Pueblos" Frente a la Ciudades, provin-
orden social. De tal manera, la primera observación que Tradición Borbónica cias, Estados:
debemos efectuar sobre el período 1810-1820 es que en él Orígenes de la
ocupa lugar central el complejo entrelazamiento de dos Nación Argentina
grandes conflictos: el que opone, como ya señalamos, a los Apenas conocidas en la América hispana las derivaciones de (1800-1846)
"pueblos" del territorio del ex Virreinato con la antigua "ca- los sucesos de Bayona, esto es, el proceso de constitución en
pital del reino", Buenos Aires -conflicto entre las tendencias España de juntas locales y provinciales, y la posterior forma-
autonómicas y las centralizadoras. Y el que contrapone las ción de la Junta Central, comenzaron las deliberaciones sobre José Carlos
formas antiguas y modernas de representación. la suerte que podrían correr las posesiones americanas de la Chiaramonte
monarquía acéfala y sobre la posibilidad de emular la reacción
El primero de ellos tiene por base la doctrina de la retrover- de los pueblos de la península constituyendo también en el
sión de la soberanía enunciada desde los primeros momentos Nuevo Mundo órganos de gobierno propio. La decisión de
del movimiento de mayo de 1810 como fundamento dé la ini- reconocer a las Indias el carácter de parte de la monarquía y
ciativa de suplantar la autoridad del Virrey por la de una no de colonias estimuló fuertemente, por el apoyo legal que
Junta. En el Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 fue implicaba, la pretensión de formar gobiernos locales, leales a
argüida por la mayoría de los que apoyaban la constitución de la corona de Castilla pero independientes de los nuevos
un nuevo gobierno, aparentemente sin mayores diferencias. órganos de poder peninsulares.8
En cambio, una discrepancia de fondo fue protagonizada por
el fiscal Villota al impugnar el derecho que se arrogaba el Ante la resistencia de los españoles peninsulares a tolerar la
Cabildo de Buenos Aires para organizar un gobierno para intromisión criolla en la formación de los principales órganos
todo el territorio del Virreinato. Pues, por la misma naturaleza del poder en las posesiones americanas, la tradición política
de la doctrina invocada, la soberanía era atribuida a todos y contractualista, ampliamente difundida en el pensamiento
cada uno de los pueblos que la habrían cedido al monarca.
Juan José Paso admitió la legitimidad del argumento pero jus-
tificó la iniciativa por razones de urgencia, por la necesidad de
poner a Buenos Aires al cubierto de los riesgos emanados del 7 Cf. también Germán J. Bidart Campos, Historia política y constitu-
poderío francés y de la debilidad de la península.7 cional argentina, Buenos Aires, Ediar, Tomo 1, 1976, pág. 31. Asimismo,
Ricardo Zorraquín Becú, "La doctrina jurídica de la Revolución de
Mayo", Revista del Instituto de Historia del Derecho, N° 11, Facultad de
Sin embargo, y al amparo del ejemplo de la constitución de
Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Buenos
Juntas de gobierno en los "pueblos" de la península, el argu- Aires, 1960, pág. 68.
mento reaparecería como fundamento de las tendencias
autonomistas de la región. Frente a él, aunque la justificación 8 "...el sistema de la libertad, el régimen jurídico y legal que estructura-
de la decisión del Cabildo de Buenos Aires para constituir ba la sociedad política, ya estaba adelantado en lo fundamental por la
gobierno fue fundada en razones circunstanciales, el proceso real orden del 22 de enero de 1809. Ella declaró suprimida la colonia y
la reconoció como parte de la nación española. Más, sin limitarse a una
político posterior mostraría que se trataba de la expresión de
mera declaración, confirió la correspondiente representación política,
una tendencia más profunda, tendencia que a través de diver- dictó reglas, impartió órdenes para su aplicación y estaba consumán-
sas mutaciones concluiría con aflorar en los textos constitu- dose el respectivo proceso electoral cuando estalló la insurrección."
cionales centralizadores de 1819 y 1826. Julio V. González, ob. cit., I; pág. 10.
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político del siglo XVIII, vino en auxilio de los independentistas aislada de textos como éste puede mover a confusión respec-
(entendiendo la independencia no como absoluta, de la coro- to del contenido histórico-polítiço del concepto de pueblo. Por Ciudades, provin-
na, sino relativa a los órganos de poder metropolitanos). La una parte, si bien el lenguaje dé Saavedra y de otros de los cias, Estados:
doctrina invocada desde México hasta Buenos Aires fue que el participantes en el cabildo abierto sugiere un uso del concep- Orígenes de la
pueblo "reasumía" el poder, o la soberanía, doctrina que deri- to acorde con el proceso abierto por las revoluciones norteam- Nación Argentina
vaba de la variante más antigua del contractualismo, la del ericana y francesa, ese pueblo era concebido por muchos (1800-1846)
pacto de sujeción, originariamente enraizada en la Escolástica otros en su conformación política de antiguo régimen, cuyos
pero renovada tanto por la Neoescolástica del siglo XVI como componentes no eran los ciudadanos, esto es individuos
por la tradición iusnaturalista,9 y asimismo presente en la abstractamente considerados y jurídicamente iguales ;sino el José Carlos
Enciclopedia francesa.10 conjunto de los vecinos -condición jurídico-política que expre- Chiaramonte
sa una concepción según status de esa calidad y que implica
Pero por más antiguas y "tradicionales" que pudiesen ser las un contexto de desigualdad jurídica-, más las corporaciones
fórmulas invocadas, lo cierto es que mientras la soberanía "civiles, eclesiásticas y militares", según expresión frecuente
originaria del pueblo y su traspaso al príncipe no eran, para los
protagonistas de los sucesos de la Independencia, más que la
ficción jurídica con que legitimaban su actuar -y no un hecho
real del pasado americano-, la constitución de las nuevas 9 Aunque se suele restringir el concepto de iusnaturalismo a la comente
iniciada en Hobbes, lo utilizamos aquí para manifestaciones anteriores,
autoridades emanadas directamente de ese pueblo era, en
en las que si bien convive con herencias medievales, pueden consider-
cambio, un concreto acto de ejercicio de la soberanía que tuvo arse variantes históricas de una concepción similar. Así Norberto Bobbio,
más sabor a segunda mitad del siglo XVIII que a los lejanos en El problema del positivismo jurídico -Buenos Aires, Eudeha, 1965-
tiempos de la elaboración escolástica de aquella doctrina. admite "tres formas de jusnaturalismo", mientras que posteriormente, en
Estudios de Historia de la Filosofía, De Hobbes a Gramsci, Madrid,
Por otra parte, la comentada cuestión de vocabulario político Debate, 1985, limita ese concepto, por una parte (Cap. I, "El modelo ius-
naturalista"), a lo que va de Hobbes en adelante hasta la aparición del
implícita en el uso del concepto de pueblo, puede ya regis-
historicismo, mientras que, por otra (Cap. 11, "Hobbes y el iusnaturalis-
trarse en los primeros intentos de formular la legitimidad que mo"), vuelve a mencionar la existencia de más de un íusnaturalismo, en
se necesitaba atribuir al nuevo gobierno a instaurarse en este caso dos: uno clásico y medieval y otro moderno.
Buenos Aires. En la fundamentación jurídica del cambio políti-
co expuesta en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 aflo- 10 Es insostenible la tendencia a reducir este tipo de contractualismo a
ra ya esta cuestión central para lo que examinamos. Se trata la influencia del teólogo español del siglo XVI, Francisco Suárez. Véase
al respecto Tulio Halperín Donghi, Tradición política española e ideología
del concepto de la naturaleza histórico-política del sujeto de la
revolucionaria de Mayo, Buenos Aires, Eudeba, 1961 y Ricardo
soberanía que trasuntan los votos de muchos de los partici- Zorraquín Becú, "Lá doctrina jurídica de la Revolución de Mayo", Revista
pantes. De esos votos, el más conocido, así como el más del Instituto de Historia del Derecho, N° 11, Facultad de Derecho y
apoyado en el cabildo del 22, es el del prestigioso líder militar Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires,
de la resistencia a las invasiones inglesas, Comelio Saavedra, 1960. La doctrina del pacto de sujeción estaba ampliamente difundida
quien sostuvo que "consultando la salud del Pueblo" debía entre diversas tendencias del pensamiento contemporáneo a la
Independencia iberoamericana y se encuentra expuesta por Diderot en
cesar el Virrey y ser reemplazado por él "Cabildo de ésta cap-
un artículo de la Enciclopedia: D Diderot y J. Le Rond d'Alembert, La
ital", hasta tanto se formase una "corporación o Junta" para Enciclopedia.... ob. cit., art. "Autoridad política".
ejercer el mando. Y agregó que no debía quedar duda "de que
el Pueblo es el que confiere la autoridad, o mando".11 La cita 11 A.G.N., Acuerdos..., ob. cit., pág. 128.
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en la época. Es cierto que también la palabra ciudadano "En la parte que le corresponde:" Es en este punto donde surge
existía en el vocabulario político del Antiguo Régimen, desmi- de inmediato el grave problema ya señalado, núcleo de un con- Ciudades, provin-
da por consiguiente en términos corporativos y como referida flicto que anticipa los de las primeras etapas de vida indepen- cias, Estados:
a la condición privilegiada de la ciudad, que hemos comenta- diente: la dificultad de conciliar esa soberanía reasumida en los Orígenes de la
do más arriba: "CIUDADANO -se lee en la primera edición del límites de la ciudad de Bueno Aires con la pretensión de susti- Nación Argentina
Diccionario de la Real Academia Española-: El vecino de una tuir la autoridad de todo el Virreinato. Conflicto entonces entre (1800-1846)
Ciudad, que goza de sus privilegios, y está obligado a sus quienes invocaban sin más al pueblo de Buenos Aires, en
cargas ...".12 Pero en los años que nos ocupan su resonancia cuanto sujeto de la soberanía y protagonista de los sucesos del
estará fuertemente impregnada por el uso francés reciente. momento, y los muchos que no dejaron de expresar su inquie- José Carlos
tud por consultar al resto de los pueblos del Virreinato. Resto Chiaramonte
En cuanto a la calidad de vecino, ella era aún acentuada con que fue generalmente considerado como un conjunto de pue-
restricciones, como la que se lee en el oficio que el Cabildo ele- blos codepositarios de la reasumida soberanía.
vara al Virrey para solicitar la realización del cabildo abierto:
Esta dificultad es percibida de inmediato en el seno del mismo
"...para evitar los desastres de una convulsión Popular, desea cabildo del 22 de mayo, tal como se observa en las no pocas
[el Cabildo] obtener de V E. un permiso franco para convocar intervenciones en que se recuerda la conveniencia, o la
por medio de esquelas la principal y más sana parte de este obligación, según los casos, de consultar la opinión de los
Vecindario, y que en un Congreso público exprese la voluntad demás pueblos o provincias del Virreinato y más aún, tal como
del Pueblo..."13 se expresó en la citada alocución inaugural del Ayuntamiento:
Asimismo, es necesario no olvidar que todas las invocaciones "Tened por cierto que no podréis por ahora subsistir sin la
a la voluntad del pueblo por parte de los participantes del cabil- unión con las Provincias interiores del Reyno, y que vuestras
do abierto -fuesen en clave moderna o tradicional- se refieren deliberaciones serán frustradas si no nacen de la Ley, o del
siempre al pueblo de la ciudad de Buenos Aires; tal como lo consentimiento general de todos aquellos Pueblos."
hacen explícito muchos de ellos, y tal como lo hizo el mismo
Cabildo al dirigirse al "Fiel y generoso pueblo de Buenos Aires" Es de notar que los votos que incluyen alguna referencia a la
en la alocución inicial del cabildo abierto; así como Saavedra lo necesidad de consultar la voluntad de los otros pueblos rio-
hizo de manera implícita al aludir al "Cabildo de esta capital". Si platenses pertenecen, casi sin excepción, a partidarios de la
bien, entonces, muchos de los votos se refieren a la soberanía continuidad del Virrey en el mando. Sirva de ejemplo uno de
del Pueblo sin referencia a Buenos Aires -tal como el muy cita-
do de Antonio Sáenz, "ha llegado el caso de reasumir el
Pueblo su originaria autoridad y derechos"-, cosa que estaba
naturalmente sobreentendida, otros hacen sí explícito que es el 12 Real Academia Española, Diccionario de la lengua castellana...
pueblo de Buenos Aires el que reasume la soberanía: (1729), ob. cit.
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"La entidad provincia adquiere poco a poco importancia y
El Problema de la Escisión de la Soberanía desde una situación de hecho, con un simple gobernador, se Ciudades, provin-
transforma en un estado institucionalmente organizado: cias, Estados:
Artigas, en 1813, fue el primero que se propuso instaurar un Orígenes de la
En la investigación del proceso de la Independencia, las régimen provincial y hasta se proyectó una constitución..." Nación Argentina
dimensiones reales de los nuevos sujetos de la soberanía, los (1800-1846)
"pueblos" que la reasumían, según el significativo plural pre- Pero luego, en vez de historiar el Estado provincial, sustituye
dominante en esos años, no han recibido la consideración esa historia por la del caudillo. Algunos autores, escribe, al
que merecen o han sido minimizadas, como señalábamos al estudiar la época de Rosas con criterio apasionado... José Carlos
comienzo, bajo el tema de la importancia de lo "municipal" en Chiaramonte
los orígenes de la Independencia; o, para una etapa posterior, "...se han olvidado de estimar en toda su profundidad el
desaparecen bajo la visión de la historia del período como una nuevo factor. predominante que aparece, en 'el escenario
historia de caudillos. Esto se ve estimulado, en el caso rio- político del país con el nombre de caudillo.[…] ... El caudillo
platense, por la dificultad de ahondar en el significado que se convertirá en el conductor, en la personificación de los sen-
implica el proceso de institucionalización con pretensiones timientos de las masas del campo y de una parte de las ciu-
estatales por parte de las llamadas provincias, en la medida en dades ..."17
que ese ahondamiento lleva a enfrentarse con el carácter
soberano independiente de las mismas, rasgo rechazado por Este cambio de perspectiva no es privativo de la hístoriografía
la ya comentada adopción de supuestos incompatibles. rioplatense. Se observa en la historiografía de otros países
hispanoamericanos, y aún en trabajos que toman nota de la
Lo que ocurre es, entonces, la sustitución de lo que debería emergencia de las soberanías locales pero que luego, posi-
ser una historia de prácticas políticas autonómicas y los con- blemente condicionados por la escasez de adecuada informa-
siguientes conflictos políticos y luchas armadas inherentes a ción histórica relativa a un período en que el interés se con-
esa naturaleza de las partes, por la tradicional historia de centró desde antiguo en las vicisitudes de las guerras de
caudillos, lugar común de la historiografía latinoamericanista, independencia y de las llamadas guerras civiles; abandonan
por más que ella sea renovada por el recurso a recientes esa perspectiva. En todos los casos, el problema clave del
avances metodológicos que favorecen un mejor tratamiento federalismo padece la comentada reducción, de manera tal
del papel de lo individual en la historia. Lo que apuntamos, es que entre otras cuestiones, la de la unidad o divisibilidad de
obvio, no significa negar el lugar de los llamados caudillos en la soberanía, que está también en sus fundamentos y que
la historia de los países iberoamericanos, sino advertir qué se resulta indispensable para su cabal comprensión, desaparece
la ha deformado dé tal modo, al amparo de su innegable totalmente.
atracción dramática, que en lugar de ubicarse a los caudillos
en el escenario dé la evolución de las formas autonómicas de
las ex colonias iberoamericanas, desde las ciudades a las
17 Ravignani, Emilio, "El Congreso nacional de 1824-1827, La
tentativas de organización de provincias-Estados, se reem-
Convención nacional ele 1828-1829, Inconstitución y régimen de pactos",
plaza esa historia por la más atractiva de los conflictos en Academia Nacional de la Historia, Historia de la Nación Argentina,.
caudillescos. Emilio Ravignani, por ejemplo, no había dejado Vol. VII, Desde el Congreso General Constituyente de 1824 hasta Rosas,
de percibir la aparición del Estado provincial: Primera sección, Buenos Aires, 3a. edición, s/f., págs. 11 y 27.
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"El principio sobre el que descansan todas las confedera-
Para una adecuada percepción del nexo por demás significa- ciones es el fraccionamiento de la soberanía. Los legisladores Ciudades, provin-
tivo entre el problema de la soberanía y la visión del federa- hacen poco sensible ese fraccionamiento; llegan aún a ocul- cias, Estados:
lismo, es necesario, como hemos ya explicado, advertir que la tarlo por algún tiempo a las miradas; pero no podrían hacer Orígenes de la
historiografía latinoamericanista ha confundido la noción de que no existiese. Ahora bien, una soberanía fraccionada será Nación Argentina
federalismo con las de autonomismo y confederación, apoya- siempre más débil que una soberanía completa." (1800-1846)
da en el uso de época que, hasta bien entrado el siglo XIX,
englobaba en la común denominación de federalismo cosas Anteriormente había repetido el viejo argumento de que
tan distintas como las confederaciones y el Estado federal.18 José Carlos
De tal manera, es imprescindible observar que luego del "...se ha visto constantemente suceder una de estas dos Chiaramonte
comienzo de los movimientos independentistas, la mayor cosas: el más poderoso de los pueblos unidos, tomando en su
parte de las tendencias denominadas habitualmente fe-
derales, fueron en realidad simplemente autonomistas o, en
todo caso, confederales. Y el punto es decisivo si se advierte 18 Sobre esta distinción, véase nuestro ya citado trabajo "El federalismo
que en el Derecho Político las confederaciones, a diferencia argentino en la primera mitad del siglo XIX". Un análisis del nexo entre el
del Estado federal, son asociaciones de Estados indepen- federalismo y el problema de la soberanía puede encontrarse en R. Carré
de Malberg, Teoría General del Estado, México, F.C.E., 1948, cap. II, § 2,
dientes y soberanos.
págs. 96 y sigts.
En el clásico tema de las diversas formas de gobierno, casi 19 Véase las referencias a los casos de Suiza, Holanda y los Estados
infaltable en los textos de los autores de asuntos políticos, el Unidos de Norteamérica, en el "Apéndice" a su traducción de Genovesi:
federalismo era examinado como una variante del gobierno Antonio Genovesi, ob. cit., Tomo Tercero, pág. 343 y sigts. Respecto de
republicano, con rasgos a veces democráticos y otras aris- Suiza: "Cada uno de los trece Cantones se puede considerar como una
República soberana y todos ellos como un Cuerpo confederado y unido
tocráticos, o ambos a la vez. Montesquieu había dado una
para su defensa. La simplicidad del Cuerpo Helvético es admirable...",
visión no negativa del mismo, y autores de menor relieve
pág. 343.
como Victorián de Villava reflejaban una actitud más bien
favorable hacia el federalismo. 19 Sin embargo, el juicio pre- 20 La doctrina política tradicional basada en la Escolástica parte del con-
dominante a comienzos del siglo XIX sobre el federalismo le cepto aristotélico de la sociabilidad natural del hombre y del origen tam-
era adverso. Los conceptos vertidos en la literatura política bién natural de la Comunidad política, mientras que el criterio de la arti-
ficialidad del poder es el rasgo esencial que distingue a la teoría moder-
respecto de las debilidades de las confederaciones estaban
na del Estado. Una consecuencia de la diferencia entre las doctrinas
vinculados a la crítica de' la tradición escolástica que admitía
tradicional y moderna sobre el origen y naturaleza del poder, es que para
una soberanía compartida entre Rey y Reino?20 En la literatu- la primera existe un dualismo en la concepción de la soberanía, una
ra política de los siglos XVIII y comienzos del XIX se criticaba soberanía radical y otra derivada, criterio rechazado por la teoría moder-
a las confederaciones por la escisión de la soberanía que na del Estado (Hobbes, Kant, Rousseau, entre otros). Pero mientras en
está en sus fundamentos y que daría cuenta de sus debili- Suárez o Victoria, una vez transferido el poder al príncipe la Comunidad
dades. Este criterio lo observaremos también, algo más tarde, carece enteramente de él mientras no lo recobre -por razones de excep-
ción- en Mariana y otros autores "el poder seguiría conjuntamente en
en Tocqueville, por ejemplo, que se ocupará repetidas veces
ambos", de manera de configurarse así una soberanía compartida.
del riesgo de anarquía que llevan consigo las confedera- Véase Joaquín Varela Suanzes-Carpegna, La teoría del Estado en los
ciones, apoyado en el viejo principio de la necesidad de no orígenes del constitucionalismo hispánico (Las Cortes de Cádiz), Madrid,
dividir la soberanía: Centro de Estudios Constitucionales, 1983, págs. 63 y sigts.
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mano los derechos de la autoridad federal, dominó a todos los la Ilustración, conocido en el Río de la Plata en su traducción
demás en su nombre..." al castellano, donde influyó en un personaje como Juan Ciudades, provin-
Manuel de Rosas. En su obra, Real dé Curbán se ocupa de la cias, Estados:
...o se cayó en la anarquía. Mientras que por no haber cono- confederación como una forma de "gobierno compuesto" esto Orígenes de la
cido esta nueva forma de federalismo que es el Estado fede- es, una unión de estados que conservan su soberanía parti- Nación Argentina
ral norteamericano todas las confederaciones han terminado cular pero que se ligan por alguna forma de lazo.23 Este lazo, (1800-1846)
en la guerra civil o en la inoperancia.21 señalaba, puede ser de dos naturalezas. Una, cuando dos
estados distintos, sin incorporarse uno a otro; se unen bajo un
Por su parte, los autores de El Federalista -que citando a mismo monarca, aunque la soberanía sea ejercida por autori- José Carlos
Montesquieu, definían lá confederación como "una reunión de dades distintas; como; por ejemplo, Gran Bretaña e Irlanda, o Chiaramonte
sociedades" o como "la asociación de dos o más Estados en Polonia y el Ducado de Lituania. La otra es propia de "Ia
uno solo"-, sostenían, empero, a diferencia de aquél y respon- segunda especie de gobiernos compuestos", esto es, la de
diendo al condicionamiento de los objetivos políticos que
perseguían en esos años, un juicio adverso a las confedera- "...los estados, que queriendo conservarse en la libertad de
ciones, fundado también en el rechazo a la partición de la gobernarse cada uno por sus propias leyes, y no considerán-
soberanía. dose en un estado de fuerza competente para ponerse a