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LA NUEVA MENTALIDAD
La nueva mentalidad de Mijaíl Gorbachov, tras asumir el cargo de Secretario
General del PCUS en 1985, tenía como objetivo principal revitalizar la economía
soviética que se encontraba en una profunda crisis y estancamiento. Esto marcó un
cambio significativo en la política exterior y económica de la Unión Soviética. El
crecimiento económico se había estancado desde la década de 1970, y la
gerontocracia dominaba la política interna.
Gorbachov buscaba rescatar las ideas originales de Lenin para establecer un
socialismo renovado y democrático. Su política de perestroika, que tenía
antecedentes en el gobierno de Andropov, pretendía reformar la economía y
liberarla de la esfera militar. Gorbachov intentó revitalizar el marxismo-leninismo
eliminando las distorsiones y errores que habían afectado al sistema. Sin embargo,
sus esfuerzos llevaron a la pérdida de confianza en esta doctrina.
En la política exterior, Gorbachov adoptó una nueva mentalidad que se basaba en
tres pilares: la interdependencia global, la primacía de los intereses universales
sobre los intereses nacionales y la desideologización de las relaciones
internacionales. Abogó por la construcción de una Casa Común Europea y
reconoció la interconexión e interdependencia de los países europeos.
La Unión Soviética también buscó negociar con actores regionales clave y participó
en cumbres bilaterales con Estados Unidos para aliviar las tensiones y demostrar
su disposición a compromisos mutuos basados en la igualdad y la desideologización
de las relaciones internacionales. Estos cambios marcaron un giro significativo en
la política exterior y económica de la Unión Soviética durante el liderazgo de
Gorbachov.
En 1988, la Unión Soviética emprendió una importante iniciativa de desarme,
reduciendo unilateralmente sus fuerzas militares en 500,000 hombres y 10,000
tanques en los dos años siguientes. A pesar de estas reducciones significativas,
Mikhail Gorbachev, líder soviético, esperaba una respuesta colaborativa de
Occidente que no se materializó como él había anticipado.
A pesar de sus esfuerzos, Gorbachev no logró el apoyo necesario de Occidente
para respaldar sus reformas. Sin embargo, en 1996, durante el mandato de Boris
Yeltsin, Rusia finalmente obtuvo el reconocimiento y apoyo de Occidente,
Política Mundial II
LA ERA PUTIN
El texto describe la situación de Rusia en la época posterior a la presidencia de
Boris Yeltsin y la llegada al poder de Vladimir Putin. Cuando Yeltsin dejó la
presidencia, entregó un país empobrecido, militarmente debilitado, con conflictos
étnicos en aumento y aislado en la arena internacional. La nación enfrentaba
problemas económicos, políticos y sociales típicos de un país en vías de desarrollo,
como la corrupción, la influencia de estructuras mafiosas en la política y la
economía, la disminución de indicadores socioeconómicos y el colapso del sistema
de seguridad social. La desigualdad era pronunciada, con una gran brecha entre los
más ricos y los más pobres.
Putin asumió el cargo de presidente en 2000 y trajo consigo una nueva ideología
nacionalista que buscaba unir a la sociedad rusa en torno a conceptos como el
patriotismo, la grandeza de Rusia, el estatismo y la solidaridad social. A diferencia
de Yeltsin, Putin conectó más con la sociedad rusa, reconociendo su deseo de un
Estado fuerte y un mayor control estatal en la economía. A lo largo de su mandato,
Putin consolidó una sociedad más cohesionada y estable, impulsó el crecimiento
económico y manejó la política exterior de Rusia con pragmatismo.
A pesar de las preocupaciones sobre el autoritarismo de Putin y la centralización del
poder, el gobierno ruso ganó apoyo popular debido a su capacidad para restaurar
la estabilidad y el orden en el país. La economía creció, se redujo la deuda externa
y se fortaleció el rublo, en parte gracias al aumento de los precios del petróleo y
otras materias primas. Sin embargo, también hubo un discurso más directo y, a
veces, agresivo hacia Occidente, especialmente hacia Estados Unidos.
El sistema político ruso se caracteriza por una mezcla compleja de elementos
democráticos, oligárquicos y semiautoritarios. Aunque persisten preguntas sobre si
Rusia avanzará hacia una democracia plena o mantendrá un sistema de gobierno
más autoritario, Putin sigue siendo una figura dominante en la política rusa, con
posibilidades de mantenerse en el poder. La estabilidad, el orden y la disciplina que
ha impuesto en Rusia han ganado apoyo tanto de la élite política y militar como de
la población, lo que plantea desafíos para la evolución futura del país. El texto
sugiere que Occidente debería aceptar la realidad política rusa y dejar de presionar
al gobierno de Putin.
Política Mundial II
Conclusión
Durante este período, Rusia experimentó cambios significativos en su mentalidad
política y en sus relaciones con el mundo. Gorbachov buscó reformar tanto la
economía como la política, pero sus esfuerzos no lograron el apoyo necesario, lo
que eventualmente llevó a la desintegración de la Unión Soviética.
En última instancia, la historia reciente de Rusia ha estado marcada por una serie
de transformaciones políticas y económicas, y el país continúa enfrentando desafíos
en su búsqueda de una identidad y un sistema político estables. Putin ha jugado un
papel central en esta evolución, y su legado seguirá siendo objeto de debate en los
años venideros.