Está en la página 1de 2

Doctrina Brézhnev:

La Doctrina Brézhnev, conocida también como la "Doctrina de la Soberanía Limitada", fue


una política impulsada por el líder soviético Leónidas Brézhnev en 1968. Esta doctrina
afirmaba que la Unión Soviética tenía el derecho y la responsabilidad de intervenir en los
asuntos internos de otros estados socialistas si consideraba que el comunismo estaba en
peligro en esos países. Esto se utilizó como justificación para la invasión de Checoslovaquia
en 1968, cuando las autoridades checas buscaron implementar reformas políticas más
liberales, lo que generó preocupación en Moscú.

El Pacto de Varsovia, establecido en 1955, fue una respuesta directa a la formación de la


OTAN por parte de los países occidentales. Este tratado de defensa colectiva comprometía
a los países socialistas del Bloque del Este, liderados por la Unión Soviética, a brindarse
apoyo militar mutuo en caso de un ataque de la OTAN o de cualquier país no miembro del
Pacto. Este pacto reforzó la influencia soviética en Europa del Este durante la Guerra Fría y
contribuyó a la polarización de Europa.

El Comecon, también conocido como el Consejo para la Asistencia Económica Mutua, fue
una organización económica fundada en 1949 por la Unión Soviética y otros países
socialistas de Europa del Este. Su objetivo principal era promover la cooperación económica
entre sus miembros, fomentando el comercio y la planificación económica centralizada. A
través del Comecon, la Unión Soviética buscaba consolidar su influencia económica en la
región y promover el socialismo en el ámbito económico.

El sistema político totalitario es un tipo de gobierno en el cual el estado ejerce un control


absoluto sobre todos los aspectos de la vida de sus ciudadanos. Esto incluye la regulación
de la política, la economía, la cultura, la educación y la vida cotidiana. En tales sistemas, se
utilizan métodos de coerción, censura y vigilancia extrema para mantener el poder y
suprimir cualquier forma de oposición.

La economía de estado implica que el gobierno tiene un papel predominante en la gestión y


control de la economía nacional. En la Unión Soviética, esto se tradujo en la propiedad
estatal de la mayoría de las empresas y la planificación centralizada de la producción y la
distribución de recursos. Aunque este enfoque tenía como objetivo garantizar la igualdad y
la justicia social, a menudo resultaba en ineficiencia económica y falta de innovación.

Después de la desintegración de la Unión Soviética en 1991, se formaron 15 países


independientes en Eurasia. Estos países buscaron establecer sus propias identidades
nacionales, sistemas políticos y económicos, lo que llevó a una diversidad de caminos en su
desarrollo. Rusia, como sucesora de la Unión Soviética, mantuvo un papel destacado en la
escena internacional, mientras que otras naciones como Ucrania, Kazajistán y Bielorrusia
experimentaron desafíos en la transición hacia la independencia y la construcción de sus
propias instituciones estatales.

El proceso de desintegración de la Unión Soviética en 1991 marcó un hito histórico


en la Guerra Fría y tuvo repercusiones significativas a nivel global. La caída del
imperio comunista dio lugar a una nueva era geopolítica en la que el mundo se
encontraba unipolar, con Estados Unidos como la única superpotencia. Esto tuvo un
profundo impacto en las dinámicas de poder internacionales y en la forma en que se
abordaron los asuntos globales. Además, la independencia de los países surgidos
de la disolución de la Unión Soviética abrió las puertas a la construcción de
democracias y economías de mercado en la región, aunque también generó
desafíos económicos, políticos y sociales que persisten hasta hoy. Este periodo de
transformación y ajuste, conocido como la "Transición Post-Soviética", continúa
influyendo en la política y la economía de Eurasia y en las relaciones internacionales
en el siglo XXI.

También podría gustarte