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Monopolio

Presentado por: Lic. Rosa Isela Orozco Hernández


¿Qué es un monopolio?
Un monopolio se trata de una situación de privilegio legal en el cual existe
un productor o agente económico (monopolista) que posee un gran poder de
mercado y es el único en una industria dada que posee
un producto, bien, recurso o servicio determinado y diferenciado. También se debe
de saber que el monopolio tiene fines lucrativos.
Para que exista un monopolio, es necesario que en dicho mercado no
existan productos sustitutivos, es decir, no existe ningún otro bien económico que
pueda reemplazar el producto determinado y, por lo tanto, es la única posibilidad
que tiene el consumidor de comprar. Suele definirse también como mercado en el
que solo hay un vendedor, pero dicha definición se correspondería más con el
concepto de monopolio puro.
El monopolista controla la cantidad de producción y el precio, aunque no de
manera simultánea, dado que la elección de la producción o del precio determina
la posición que se tiene respecto al otro; el monopolio podría determinar en primer
lugar la tasa de producción que maximiza sus ganancias para luego determinar,
mediante el uso de la curva de demanda, el precio máximo que puede cobrarse
para vender dicha producción.
Capitalismo Monopólico de Europa y
América.
El capitalismo monopólico de los países mas desarrollados no tardó en traspasar
sus fronteras. Los gobiernos de los Estados en que imperaba este régimen de
producción se entregaron a los intereses de los emporios nacionales y participaron
con gran empeño en la lucha por el nuevo reparto del mundo.

Ante la creciente necesidad de mayores mercados y nuevas fuentes de materias


primas, no dudaron en emprender una carrera armamentista para asegurarse por
cualquier vía la adquisición de nuevos territorios.
En esos años, específicamente Inglaterra, Francia, Rusia, Alemania, Bélgica,
Holanda y Portugal se apropiaron de extensas porciones de África, Asia y Oceanía.
En un primer momento, invadieron de forma abrumadora con sus productos y sus
capitales de inversión a las naciones menos favorecidas, convirtiéndolas en
dependendientes económicos suyos; influyeron notablemente en su política interna
con la finalidad de obtener concesiones y privilegios frente a otras potencias
extranjeras. La población sometida también fue usada como proveedora de mano de
obra barata, y a la vez, en consumidores de sus manufacturas.
El control que establecieron fue tan rígido que no solo prohibieron el comercio de
sus posesiones con otros países, sino que limitaron el desarrollo industrial de los
mismos.

El capitalismo monopólico está estructurado a partir de un sistema financiero o


bancario que controla los siguientes aspectos:

1.- Las riendas de la economía.

2.- Las políticas monetarias.

3.- La emisión y control de los títulos de valor (como acciones de


compañías).

4.- La producción industrial.

5.- La intermediación de productos agrícolas.

6.- El comercio en general.

7.- La política exterior.


Expansionismo Norteamericano
La política expansionista de los Estados Unidos, sostenida por todos los sectores
sociales y promovida por el grupo gobernante, se sustentó en la convicción de que
era la nación mas grande de la tierra y que Dios les había asignado la tarea de
dominar toda América, para ampliar el área de libertades y llevar los valores
republicanos a pueblos menos afortunados. Esta misión divina, expresada como
el Destino Manifiesto, implicó actitudes discriminatorias contra las tribus indias,
vistas y tratadas como salvajes que merecían ser arrojados de sus tierras y
confinados en reservaciones. A la América hispánica, por su parte, se le concibió
como un conjunto de pueblos miserables, atrasados e ignorantes, incapaces de
gobernarse por si mismos, que debían ser dominados o despojados de las riquezas
que poseían; así, las guerras de conquista y apropiación de territorios efectuadas
por la nación estadounidense tuvieron su legitimación ideológica.

¿Qué es La doctrina del Destino manifiesto?


(En inglés, Manifest Destiny) es una frase e idea que expresa la creencia en que
los Estados Unidos de América (EE. UU.) está destinado a expandirse desde las
costas del Atlántico al Pacífico, también usado por los partidarios, o para justificar,
otras adquisiciones territoriales.
En el plano de la competencia económica capitalista, con el fin de controlar los
mercados de las naciones hispanoamericanas recién independizadas e impedir la
presencia y acción del capital comercial inglés y europeo, el presidente James
Monroe (1817-1825) promovió que el Congreso estadounidense reconociera la
independencia de estos países y estableciera relaciones diplomáticas con ellos (mayo
de 1822); posteriormente, presentó ante esa instancia una declaración que contenía
los siguientes puntos:

• El continente americano no estaba sujeto a nuevos intentos


colonialistas de las potencias europeas.

• Los Estados Unidos considerarían un ataque a sus intereses,


cualquier intento de interferencia de las potencias europeas
para extender su dominio o influencia en América.

• Los Estados Unidos no intervendrían en las colonias


europeas existentes en esos momentos en América, ni en
los asuntos internos de las potencias europeas, ni en los
conflictos que se dieran entre ellas.
Manifestaciones Monopolísticas de
Inglaterra y Francia.
Se refiere a las practicas políticas y económicas que llevaron a la concentración
del poder económico y comercial en manos de empresas o grupos de empresas
dentro de estas naciones durante los siglos XIII, XIX y XX.

Inglaterra: Durante la revolución industrial y el periodo imperialista, experimento


varias manifestaciones monopólicas como:
1.-Dominio en la revolución industrial durante esta Inglaterra se convirtió en el líder
mundial de la producción industrial y manufacturera. Grandes empresas y fabricas
a menudo muy controladas por familias adineradas, dominaron sectores clave
como la industria textil y la minería.
2.-Imperio Británico fue una manifestación monopólica en si mismo, ya que
Inglaterra controlaba varias regiones del mundo, incluidas colonias en América,
Asia, África y Oceanía. Esto le dio acceso a recursos naturales y mercados
globales.
3.-Compañía británica de las Indias Orientales: Esta poderosa entidad controlaba
el comercio británico en Asia y tenia el monopolio en gran parte del comercio con
India y China durante el siglo XVIII y parte del siglo XIX.

Francia: También experimento manifestaciones monopólicas durante su historia


contemporánea como:
1.-Bancos y Finanzas. Durante el siglo XIX, Francia desarrollo una poderosa
industria bancaria y financiera. Grandes bancos como Credit Mobiliert y el Societe
Generalt tenían una influencia significativa en la economía y política francesa.
2.-Colonización y Comercio. Francia tenia un imperio colonial extenso, con colonias
de África, Asia y el Pacifico. Las empresas coloniales francesas, como la
Compañía de Senegal controlaban el comercio y la explotación de recursos en
estas regiones.
3.-Monopolios Industriales. Al igual que Inglaterra, Francia tenia poderosas
empresas industriales que operaba en sectores como la metalurgia, la química y la
construcción naval.
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
La Primera Guerra Mundial, también llamada la Gran Guerra​ fue un conflicto militar
de carácter mundial, aunque centrado en Europa, que empezó el 28 de julio de 1914
y finalizó el 11 de noviembre de 1918, cuando Alemania aceptó las condiciones
del armisticio.

La Primera Guerra Mundial fue uno de los conflictos más letales de la historia, un
enfrentamiento que se extendió por tierra, mar y aire y que abarcó prácticamente la
totalidad del Viejo Continente. De hecho, sus efectos fueron devastadores. En tan
solo cuatro años, desde el 28 de julio de 1914 al 11 de noviembre de 1918, la guerra
dejó tras de sí más de 10 millones de militares muertos y más de 6 millones de
víctimas civiles. En aquella contienda perdería la vida el 60% de los combatientes,
pero a esta tremenda cifra hay que añadir también un gran número de desaparecidos
y aquellos que resultaron heridos o mutilados.

En aquel devastador conflicto se vieron involucradas un gran número de


potencias militares e industriales, que se dividieron en dos grandes alianzas.
Por un lado estaba la llamada Triple Alianza, formada por el Imperio alemán y el
Imperio austrohúngaro y el reino de Italia, que no obstante se acabaría uniendo al
bando contrario tras el inicio de las hostilidades. Por otro lado se encontraba la
conocida como Triple Entente, que estaba compuesta por el Reino Unido, Francia y
el Imperio ruso. Ambas alianzas sufrirían cambios sustanciales, y no fueron pocas las
naciones que se acabarían uniendo a las filas de uno u otro bando según avanzaba
la guerra: por ejemplo, Japón y Estados Unidos se unieron a la Triple Entente,
mientras que Imperio Otomano y Bulgaria lo hicieron a la Triple Alianza. España, por
su parte, mantuvo su posición de neutralidad durante toda la Primera Guerra
Mundial.

Causas que desencaderon la Primera Mundial Guerra


La rivalidad económico-colonial que en aquella época existía entre las grandes
potencias, así como las reivindicaciones nacionalistas por parte de Alemania fueron
los detonantes de la contienda.

Por otro lado otra seria el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de
la corona austro-húngara, y de su esposa, la archiduquesa Sofía, en Sarajevo el 28
de junio de 1914, dio inicio a las hostilidades, que comenzaron en agosto de 1914, y
continuaron en varios frentes durante los cuatro años siguientes.
Una razón hay que buscarla en la rivalidad económico-colonial que en aquella época
existía entre las grandes potencias, así como en las reivindicaciones nacionalistas
por parte de Alemania, la cual consideraba que debía ejercer un papel aún más
hegemónico a nivel mundial debido a su elevado desarrollo industrial. En aquellos
momentos, Europa era el centro económico, político y cultural del mundo.

Sin embargo, el Viejo Continente parecía no compartir los mismos objetivos. Francia,
Gran Bretaña y Alemania competían entre ellas por ser líderes industriales en Europa
a pesar de la incuestionable ventaja alemana. Por su parte, Rusia, los imperios
austrohúngaro y otomano y las pequeñas naciones balcánicas habían empezado a
modernizarse a pesar de que la mayoría de su población aún vivía de la agricultura.

Así, la principal causa del estallido de la Primera Guerra Mundial debería buscarse
tanto en la necesidad de hegemonía política y económica de las principales
potencias industriales, Francia e Inglaterra por un lado y Alemania por otro, como
en la exaltación nacionalista en los diferentes conflictos territoriales. La
unificación de Alemania en el año 1871 la había convertido en una gran potencia
que amenazaba de manera directa los intereses económicos tanto de Francia
como del Reino Unido. Alemania se hallaba en plena búsqueda de nuevos
mercados y pretendía ampliar su imperio colonial, todo lo cual ya había
provocado tensiones, puesto que el reparto que habían diseñado Francia y Gran
Bretaña distaba mucho de las pretensiones que tenía Alemania en aquellos
momentos.
Tanto Francia como el Reino Unido eran dueños de amplias posesiones por todo el
mundo, e incluso algunas naciones más pequeñas y no tan ricas como Bélgica y
Portugal dominaban zonas mucho más extensas que sus propios estados nacionales.
Por su parte, el Imperio austrohúngaro carecía de colonias mientras que Alemania
únicamente pudo conseguir, tras muchas presiones, Togo, Camerún, el desierto de
Namibia y la actual Tanzania, cuatro territorios africanos sin apenas riquezas y con
escasas oportunidades económicas.

Asimismo, en el ámbito político, la paulatina penetración de idearios nacionalistas en


buena parte de Europa contribuyó a la creación de un clima prebélico. Las proclamas
nacionalistas incidían en la unión sin reservas de toda la ciudadania contra la
amenaza de un supuesto enemigo exterior, lo que provocó un incremento de las
desigualdades sociales, un aumento en las discrepancias políticas y, lo que era
inevitable, culpabilizar a los países vecinos de los propios problemas económicos.
Todo aquel caldo de cultivo tuvo su cúlmen en las escuelas y en el ejército: Los actos
patrióticos se multiplicaron, e incluso la prensa puso su grano de arena para
descalificar a los supuestos enemigos de la nación.

El entusiasmo inicial de todas las partes respecto a una victoria rápida y decisiva se
desvaneció cuando la guerra se empantanó en un punto muerto de costosas batallas
y guerra de trincheras, particularmente en el frente occidental.
El sistema de trincheras y fortificaciones en el oeste se extendió en su punto máximo
a 475 millas (764 km), aproximadamente desde el Mar del Norte hasta la frontera
suiza, y definieron la guerra para la mayoría de los combatientes norteamericanos y
de Europa Occidental. La vasta extensión del frente oriental impedía una guerra de
trincheras a gran escala, pero la escala del conflicto era equivalente a la del frente
occidental. También hubo intensos combates en el norte de Italia, en los Balcanes y
en la Turquía otomana. Los combates tuvieron lugar en el mar y, por primera vez, en
el aire.
En abril de 1917, se produjo un cambio decisivo en las hostilidades cuando la política
de guerra submarina irrestricta de Alemania sacó a Estados Unidos del aislacionismo
y lo llevó al centro del conflicto. Las nuevas tropas y el nuevo material de la Fuerza
Expedicionaria Estadounidense (American Expeditionary Force, AEF) bajo el mando
del General John J. Pershing, junto con el bloqueo en constante aumento de los
puertos alemanes, a la larga ayudaron a cambiar el equilibrio del esfuerzo bélico a
favor de la Entente.
El 24 y 25 de octubre de 1917, las fuerzas bolcheviques (izquierda socialista) al mando
de Vladimir Lenin tomaron los principales edificios del Gobierno y asaltaron el Palacio
de Invierno y luego la sede del nuevo Gobierno en la capital de Rusia, Petrogrado
(actual San Petersburgo). La "Gran Revolución Socialista de Octubre", el primer golpe
marxista exitoso de la historia, desalojó al ineficaz Gobierno Provisional y finalmente
estableció una República Socialista Soviética bajo la dirección de Lenin.
Las radicales reformas sociales, políticas, económicas y agrarias del nuevo Estado
soviético en los años de la posguerra inquietarían a los gobiernos democráticos
occidentales que, temían tanto la expansión del comunismo por toda Europa, que
estuvieron dispuestos a transigir o sosegar a regímenes de derecha (incluyendo a la
Alemania nazi de Adolf Hitler) en las décadas de 1920 y 1930.

Pero el efecto inmediato de la Revolución Rusa en el escenario europeo fue una


brutal y prolongada guerra civil en tierras rusas (1917-1922) y la decisión de los
líderes bolcheviques de hacer las paces por separado con la Alemania del Kaiser.
Cuando las negociaciones fracasaron totalmente debido a las exigencias alemanas,
el ejército alemán lanzó una ofensiva general en el frente oriental, que produjo el
Tratado de Paz de Brest-Litovsk el 6 de marzo de 1918.

Pasando por un lado los éxitos que había tenido Alemania, los ejércitos de la Entente
repelieron al ejército alemán en el río Marne. En los meses del verano y el otoño de
1918, avanzaron sostenidamente contra las líneas alemanas en el frente occidental a
lo que se le conoce como: ("Ofensiva de los cien días").

Las Potencias Centrales comenzaron a rendirse, comenzando con Bulgaria y el


Imperio Otomano, en septiembre y octubre, respectivamente. El 3 de noviembre, las
fuerzas austrohúngaras firmaron una tregua cerca de Padua, Italia.
En Alemania, el amotinamiento de marinos de la armada en Kiel desencadenó una
amplia revuelta en las ciudades costeras alemanas, y en las principales áreas
municipales de Hannover, Frankfurt del Meno y Múnich. Consejos de trabajadores y
soldados, basados en el modelo soviético, iniciaron la llamada "Revolución
alemana"; El sólido Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), bajo la dirigencia
de Friedrich Ebert, veía a los consejos recientemente establecidos como un
elemento desestabilizador, y abogaba, en su lugar, por las demandas de la opinión
pública alemana de una reforma parlamentaria y paz.

El 9 de noviembre de 1918, en medio del descontento generalizado y tras haber sido


abandonado por los comandantes del ejército alemán, el emperador (káiser)
Guillermo II abdicó el trono alemán. Ese mismo día, el delegado del SPD Philipp
Scheidemann proclamó la República de Alemania, con un gobierno provisional
dirigido por Friedrich Ebert. Dos días más tarde, representantes alemanes, dirigidos
por Matthias Erzberger del partido Centro Católico (Zentrum), se reunieron en un
vagón en el Bosque de Compiègne con una delegación de las potencias victoriosas
de la Entente al mando del Mariscal de Campo francés Ferdinand Foch, comandante
general de las fuerzas de la Entente, y aceptaron los términos del armisticio.
Siendo Alemania quien perdió la Primera Guerra Mundial, y en el Tratado de
Versalles de 1919, las potencias vencedoras (Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia y los otros estados aliados) impusieron a la derrotada Alemania
disposiciones punitivas para su territorio, milicia y economía. Y finalmente la Triple
Entente compuesta por Reino Unido, Francia e Imperio Ruso salió victoriosa al
imponerse a la Triple Alianza compuesta por imperios alemán y austro-húngaro.
Fue entonces que a las 11 de la mañana del 11 de noviembre (11/11) de 1918
cesaron los combates en el frente occidental. La "Gran Guerra", como la llamaron
sus contemporáneos, había llegado a su fin, pero la enorme repercusión del conflicto
en las esferas política, económica, social e internacional resonaría durante las
décadas siguientes.
Las enormes pérdidas a ambos lados del conflicto, en parte, fueron el resultado de la
introducción de nuevas armas, como la ametralladora y el gas, así como el hecho de
que los jefes militares no adaptaron sus tácticas a la naturaleza crecientemente
mecanizada de la guerra. La política de desgaste, particularmente en el frente
occidental, les costó la vida a cientos de miles de soldados. El 1 de julio de 1916, la
fecha en que se produjo la mayor pérdida de vidas en un solo día, en Somme sólo el
ejército británico sufrió más de 57.000 bajas. Alemania y Rusia registraron la mayor
cantidad de muertes de militares: aproximadamente 1.773.700 y 1.700.000,
respectivamente. Francia perdió el 16% de sus fuerzas movilizadas, la tasa de
mortalidad más alta en relación con las tropas desplegadas.

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