Está en la página 1de 4

TEMA VIII

LOS SOCRÁTICOS MENORES

A.- LOS DISCÍPULOS DE SÓCRATES

En la Apología Platón pone en boca de Sócrates una profecía, que en tiempos de Platón era ya
una realidad:

A ustedes que me han condenado a muerte quiero predeciros lo que os sucederá, porque me veo
en aquellos momentos cuando la muerte se aproxima en que los hombres son capaces de
profetizar el porvenir. Os lo anuncio, vosotros que me hacéis morir: vuestro castigo no tardará
cuando yo haya muerto y será ¡por Zeus! más cruel que el que me imponéis. En deshaceros de
mí sólo habéis intentado descargaros del importuno peso de dar cuenta de vuestra vida, pero os
sucederá todo lo contrario; yo os lo predigo. Se levantará contra vosotros y os reprenderá un
gran número de personas que han estado contenidas por mi presencia, aunque vosotros no lo
apercibáis; pero, después de mi muerte, serán tanto más importunos y difíciles de contener,
cuanto que son más jóvenes, y más os irritaréis vosotros, porque si creéis que basta matar a uno
para impedir que otros os echen en cara que vivís mal, os engañáis. Esta manera de libertarse
de sus censores no es decente ni posible. La que es a la vez muy decente y muy fácil es no cerrar
la boca a los hombres, sino hacerse mejor. Lo dicho basta para los que me han condenado y los
entrego a sus propios remordimientos. HP, p. 94.

En efecto, estas palabras de Sócrates se hicieron realidad en la continuación de su obra por parte
de los discípulos del filósofo, sometiendo a examen la vida de los hombres y refutando las
opiniones falsas.

Los discípulos de Sócrates fueron numerosos e intrépidos, y mediante sus doctrinas lograron
subvertir todos los esquemas de la tradición moral a la que se habían aferrado los acusadores de
Sócrates. Más aún, ningún filósofo, antes o después de Sócrates, tuvo la fortuna de tener tantos
discípulos directos y con tanta riqueza y variedad de orientaciones, como fueron aquellos que se
formaron gracias a su magisterio.

Diógenes Laercio señala como los más representativos e ilustres a los siguientes: Jenofonte,
Esquines, Antístenes, Aristipo, Euclides, Fedón y, el más grande de todos, Platón. Salvo
Jenofonte y Esquines, que no se dedicaron propiamente a la filosofía, los cinco restantes fueron
otros tantos fundadores de escuelas filosóficas.

El sentido y el alcance de cada una de estas escuelas fue muy diverso y también fueron muy
diversas las conclusiones a las que llegaron. Sin embargo, cada uno de estos fundadores de
escuelas se sintió auténtico heredero de Sócrates o, incluso, el único auténtico.

1
B.- LOS SOCRÁTICOS MENORES

A estos pensadores socráticos con justa razón se les ha llamado «menores» por los resultados
que obtuvieron y, comparados con Platón, su importancia es menor.

Se les puede clasificar de «semisocráticos», porque su pensamiento oscila entre el socratismo y


las otras escuelas sin lograr una nueva síntesis.

Se les puede clasificar de «socráticos unilaterales», porque exaltan un único aspecto de la


doctrina o de la figura de su maestro, en perjuicio de los demás aspectos, por lo tanto,
deformándolo.

También se afirma que estos socráticos «son ya helenistas»: porque de alguna manera son
precursores de las escuelas helenísticas: estoicismo, epicureísmo y escepticismo.

Platón, por su parte estará a otro nivel de estos socráticos. Con la llamada segunda navegación,
es decir, con el descubrimiento de lo suprasensible, colocado en la base de las intuiciones
socráticas, las elevará, las ensanchará, las enriquecerá, llevándolas a un resultado cuyo alcance
filosófico e histórico es del todo excepcional.

C.- BREVE EXPLICACIÓN DE LOS SOCRÁTICO MENORES

1.- ANTISTENES Y LOS COMIENZOS DEL CINISMO

Fue la figura de mayor relevancia. Vivió entre los siglos V y IV a. C. Fue hijo de padre ateniense
y de madre tracia. Primeramente frecuentó a los sofistas y no se convirtió en discípulo de
Sócrates hasta haber llegado a una edad avanzada. Sólo nos han llegado unos cuantos fragmentos
de las numerosas obras que se le atribuyen.

Antístenes puso de relieve en particular las extraordinarias capacidades práctico-morales de


Sócrates: la capacidad de bastarse a sí mismo, la capacidad de autodominio, la fuerza de su
ánimo, la capacidad de soportar fatigas, y limitó al mínimo indispensable los aspectos
doctrinales, oponiéndose encarnizadamente a los desarrollos lógico-metafísicos que Platón
habían implantado en el socratismo.

La capacidad de bastarse a sí mismos, fue llevada por Antístenes hasta límites extremos y el ideal
de la autarquía se convirtió en finalidad esencial de su filosofar.

También fue radicalizado el autodominio socrático, es decir, la capacidad de dominar los


placeres y los dolores. El placer, que para Sócrates no era ni un bien ni un mal, se convierte para
Antístenes en un mal que hay que evitar siempre y en toda circunstancia, como dicen sus
célebres máximas: Quisiera antes enloquecer que experimentar un placer. Si pudiera tener a mi
alcance a Afrodita, la asaetearía.

2
Antístenes combatió además contra muchas de las ilusiones creadas por la sociedad, que no
sirven más que para quitar la libertad y reforzar la esclavitud y llegó incluso a sostener que la
carencia de gloria y de fama es un bien.

El sabio no debe vivir según las leyes de la ciudad sino según la ley de la virtud y ha de caer en
la cuenta de que los dioses son numerosos por ley de la ciudad, pero que por naturaleza hay un
solo Dios.

Es evidente que la ética de Antístenes comporta un esfuerzo continuado y un asiduo trabajo para
el ser humano: trabajo para combatir el placer y los impulsos, trabajo para alejarse de las
comodidades y de las riquezas, trabajo para renunciar a la fama, trabajo para oponerse a las leyes
de la ciudad. Precisamente el trabajo fue considerado como un bien y estrechamente
emparentado con la virtud.

Por último, Antístenes modificó el mensaje socrático en sentido antipolítico e individualista.


Llegó a sostener que su mensaje no sólo era válido para una elite, sino que también se dirigía a
los malvados. Y a aquellos que le reprochaban tal cosa les decía: También los médicos están con
los enfermos, sin que por ello se les contagie la fiebre.

Antístenes fundó su escuela en el gimnasio de Cinosarges («perro ágil»). Quizás de aquí surgió
el nombre de la escuela. Otras fuentes refieren que a Antístenes se le llamaba «perro puro».
Diógenes de Sinope, a quien el cinismo debe su máximo florecimiento, era apodado «Diógenes
el perro». Sobre este tema volveremos más adelante y ofreceremos nuevas indicaciones sobre la
naturaleza y el significado del cinismo.

2.- ARISTIPO Y LA ESCUELA CIRENAICA

Aristipo nació en Cirene, ciudad fundada por colonos griegos en la costa de África, y vivió en los
últimos decenios del siglo V y la primera mitad del siglo IV a. C. Viajó a Atenas para frecuentar
a Sócrates. Sin embargo, la vida asenderada y rica que había llevado en Cirene y las costumbres
contraídas antes de encontrarse con Sócrates condicionaron su aceptación del mensaje socrático.

En primer lugar, permaneció fija en él la convicción de que el bienestar físico era el bien
supremo, hasta el punto que llegó a considerar que el placer era el primer motor de la vida.
Sócrates no había condenado el placer como si fuese un mal (como hizo Antístenes), pero no lo
consideró un bien en sí: únicamente el bien y la virtud eran bienes, y también podía serlo el
placer, pero sólo en el caso en que se integrara en una vida regida por el conocimiento. Aristipo,
en cambio, afirmó que el placer siempre es un bien, provenga de donde provenga. Aristipo, fue
un hedonista en sentido estricto, en un claro contraste con el mensaje socrático.

3
El hedonismo radical es propio de los cirenaicos. La felicidad para ellos reside en el placer que
se obtiene y se disfruta en el instante. Más tarde, el placer es explicado como una especie de
movimiento leve, mientras que el dolor es un movimiento violento. La carencia de placer o dolor
constituye el éxtasis, «semejante a la situación del que duerme» y, por tanto, ni placentero ni
doloroso. El placer físico, al igual que el dolor físico, es superior al psíquico, y esto hace que los
malvados sean castigados con dolores físicos.

Los cirenaicos sostienen, sin embargo, que el hombre debe dominar los placeres y no dejarse
dominar por ellos.

En los cirenaicos sólo hay de socrático el principio del autodominio que se transforma en
autodominio en el placer. El placer no es deshonesto, sino el convertirse en víctima suya; el
satisfacer las pasiones no es malo, sino el dejarse llevar por ellas cuando uno las está
satisfaciendo; el gozo no es condenable, sino el exceso que se dé en él.

Es preciso señalar otro elemento: la actitud de ruptura que asumió Aristipo con relación al ethos
de la polis. De acuerdo con la concepción tradicional, en la sociedad hay unos que mandan y
otros son mandados y, por consiguiente, el razonamiento educativo se planteaba como si no
existiese otra posibilidad que la de formar personas aptas para mandar o para obedecer. Por lo
contrario, Aristipo proclama la existencia de una tercera opción: la de no encerrarse para nada en
una ciudad, ser forastero en todas partes y vivir en consecuencia.

Las afirmaciones en sentido cosmopolita de los cirenaicos se integran plenamente en estas


premisas que, resultan más negativas que positivas, porque la ruptura con los esquemas de la
polis se produce por motivos de egoísmo y de utilitarismo hedonista: una participación en la vida
pública no permite gozar de la vida con plenitud.

D. EUCLIDES Y LA ESCUELA MEGARICA

Euclides nació en Megara, donde fundó una escuela que recibe el nombre de la ciudad. Euclides
se situó entre el socratismo y el eleatismo. La escuela megárica concedió un amplio interés a la
erística y a la dialéctica. Posteriormente estudiaremos esta escuela en el contexto de la filosofía
helenística.

E. FEDON Y LA ESCUELA DE ELIS

Es el menos original de los socráticos menores, su reflexión se centró más en las cuestiones de la
ética y fundó una escuela filosófica en Elis, su ciudad natal, la cual tuvo escasa duración y pronto
se transformó en otra cosa.

También podría gustarte