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b) Sociales y de inclusión
Asegurar una transformación real y efectiva para la erradicación de la situación de pobreza,
exclusión y desigualdad estructural que persisten en el país e impactan en el ejercicio y disfrute de
los derechos humanos, sobre todo en los grupos en situación en riesgo es fundamental. La crisis
del COVID-19 acrecentó las limitaciones en la prestación de servicios afecta en primera instancia
a las mujeres, adolescentes y jóvenes que tienen mayores dificultades para acceder a servicios de
salud sexual y reproductiva incluidos los métodos anticonceptivos, así como la atención del parto
y las complicaciones obstétricas y de los recién nacidos lo que podría conducir al incremento de la
mortalidad materna y neonatal. Otros grupos afectados son las personas con enfermedades
crónicas no transmisibles y las personas que conviven con el Virus de Inmunodeficiencia Humana
(VIH +), quienes no disponen de los medicamentos necesarios y corren el riesgo de presentar
complicaciones. La falta de acceso al agua potable, al saneamiento y el hacinamiento presiona la
situación de salud. La población que habita en zonas rurales, los grupos indígenas y afrohondureños se
enfrentan a mayores dificultades para acceder a los servicios de salud. Los
homicidios y las denuncias por violencia basada en género se han incrementado en el año 2020
Honduras un país que siempre ha sido vulnerable en cuestión de la economía y ahora más que
nunca con la pandemia de la COVID-19 y los daños que causaron las tormentas ETA I IOTA, que
azotaron a Centroamérica, a consecuencia de ello el país perdió en turismo más de 1,300.00
millones de $ y unos 100mil empleos. Las pérdidas se dieron más en el sector turismo sabiendo
que este es muy sensible que con mucha facilidad una tormenta trastoca los planes de un turista
para poder hacer turismo. El 2020 es un año para la historia, pero en términos negativos perdidas
de 7mllones en lempiras y 300 millones de dólares, de ingresos solo en semana santa.
lo cual, está vinculado a la falta de empleo y el confinamiento originado por la crisis sanitaria del
COVID-19 que afecta a la población en general y a las mujeres, niñas y niños, adolescentes y
jóvenes pobres en particular. La violencia ha sido un factor importante que provoca la migración
interna y hacia otros países, el país presenta una alta movilidad de migrantes interna y externa,
que han requerido de atención humanitaria y protección.219 La situación de los derechos
humanos en Honduras es compleja, en particular la de las mujeres, niñas, niños y adolescentes,
lesbianas, gay, bisexuales, transexuales, intersexuales (LGBTI), personas defensoras de derechos
humanos y operadoras de justicia; personas privadas de libertad; pueblos indígenas,
afrodescendientes, desplazados internos, personas con discapacidad; así como migrantes,
solicitantes de asilo, y otras personas en el contexto de la movilidad humana. La existencia de
asuntos estructurales como la pobreza, desigualdad y discriminación, la corrupción, la debilidad
institucional y la situación de impunidad continúan afectando el ejercicio de los derechos
humanos. A pesar de los esfuerzos que se han venido realizando por el Estado de Honduras, se
observa con preocupación los grandes desafíos que todavía existen para garantizar la protección y
el ejercicio de sus derechos humanos y, por lo tanto, la necesidad de que el Estado redoble sus
esfuerzos para 1) fortalecer el Estado de Derecho y la rendición de cuentas; 2) ampliar el espacio
democrático y la protección de los y las defensores y defensoras de derechos humanos; 3)
proteger a las mujeres y personas LGBTI frente a la violencia de género; 4) garantizar el acceso y
disfrute de los derechos socio-económicos, culturales y ambientales; 5) adoptar medidas de
prevención y control necesarias para atender especialmente los casos de COVID-19 en los centros
penitenciarios del país y seguir redoblando esfuerzos para reducir la población penitenciaria.220