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GUIÓN CHARLA CONGRESO NEUROCIRUGÍA

Buenas tardes a todos.


Antes de comenzar con nuestra exposición, me gustaría darle las
gracias a Antonio por haber contado con nosotros, a Olga por su
presentación y a todos los que habéis venido a estas horas.
Cuando Antonio me insistió en que debíamos contar esta historia,
decidimos ponernos en contacto con los otros protagonistas, los cuales
también nos animaron a hacerlo. Ellos no hablan nuestro idioma, por ese
motivo la charla está en inglés pero la exposición será en castellano.
Por tanto, con vuestro permiso, voy a proceder a su presentación,
que lleva por título “Asistencia Sanitaria Aérea”.
Por tanto, con su permiso, voy a proceder a su presentación.
El índice de contenidos está relacionado con el contexto de un viaje
realizado este pasado mayo:
1) Haré una breve reflexión sobre la aerolínea.
2) Después, veremos la primera parada, Vancouver.
3) Más adelante, el regreso vía Frankfurt.
4) Seguidamente, veremos cómo se entrelazan las vidas de
cuatro pasajeros, incluida también la de los miembros de la
tripulación, pilotos y pasajeros comprendidos entre las filas
36-42.
5) Cómo la situación obliga a realizar un cambio de destino.
6) Y finalmente, extraeremos algunas conclusiones relevantes
de esta historia.
Pues bien, comencemos con la reflexión sobre la aerolínea
Lufthansa.
El Boeing 747 400 de Lufthansa es un avión con una capacidad para
660 personas y consta de dos cubiertas: una superior y otra principal de
mayor capacidad. Y cada una de ellas tiene sus propias características. Aquí
me gustaría detenerme para exponer cuál ha sido mi intención sobre estas
primeras diapositivas. No es hablaros sobre la compañía aérea, sino sobre
mi primera clase como alumna de Enfermería, clase que he incorporado a
prácticamente todas las esferas de vida, y que ahora, trato de inculcar a los
alumnos de prácticas del Grado en Enfermería, la importancia de la
UBICACIÓN. Es decir, ¿dónde estamos?, ¿qué medios humanos y materiales

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están a nuestra disposición? Esto que parece irrelevante, resulta crucial en
cualquier escenario, y de ello depende que muchas veces demos una
asistencia sanitaria de calidad, o al menos, lo intentemos.
Esta historia tiene lugar en el contexto de un viaje realizado el
pasado mayo desde Málaga, via Frankfurt, hacia Vancouver. Allí pasamos
unos días, para tomar un crucero hacia Alaska. Posteriormente, regresamos
a Vancouver, para retomar nuestro vuelo de regreso.
Así, el 15 de Mayo tomamos nuevamente un vuelo para regresar a
casa, via Frankfurt.
En ese momento, desconocíamos que nuestras vidas se iban a
entrelazar con la de otros dos pasajeros.
El embarque se realizó a las 16:25 horas, de manera que a las 18:30
horas, esa era la imagen que podíamos apreciar desde nuestra ventanilla.
Una preciosa cadena montañosa.
Estamos sentados en la fila 38, y como era un vuelo de larga
duración, decidí salir a caminar. Cuando llegué a la zona de comidas, me
detuve. Frente a mí estaba una mujer con mal aspecto. Como yo, había
salido a caminar, pero comenzó a sentirse mal y se sentó en los asientos
destinados a la tripulación. Le pregunté, y me dijo que tenía náuseas y un
fuerte dolor de estómago. Estaba pálida y sudorosa. Entonces, me dirigí a la
azafata. Ella me dijo que era una situación habitual en los vuelos largos.
Decidí presentarme, indicándole mi profesión y mi número de asiento, por si
en algún momento necesitaban ayuda, regresando a mi asiento.
Estaba contándole a Antonio la situación, cuando la supervisora de
la tripulación reclamó nuestra presencia. Ella había empeorado en cuestión
de unos breves minutos.
Nos dirigimos entonces a la zona donde se encontraba, ubicada
entre los asientos 42 y 43. A continuación, les preguntamos acerca del
equipamiento médico disponible a bordo, y nuestra sorpresa fue que el
avión estaba extraordinariamente dotado: equipo de oxigenoterapia,
desfibrilador externo automático (DEA), CardioPad Pro -un
electrocardiograma portátil de 12 derivaciones-, tensiómetro manual,
pulsioxímetro, maletín de soporte vital avanzado, y por tener, tenían hasta
contenedores de objetos punzantes, y papeleras de reciclaje.
Por tanto, nos situamos en el área 42. Y allí, coordinados siempre
con algunos miembros de la tripulación, comenzó nuestra tarea. En primer
lugar, teníamos que redefinir los espacios, que como podéis apreciar ahora
se concretaban en tres áreas: medicación (preparación de fármacos,
soluciones intravenosas, ...), asistencial, muy restringida en espacio, y un

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área de comunicación, en un primer momento, con los pilotos, y más
adelante, tuvo otro cometido.
Teníamos que prever que dicho espacio estuviese próximo a zonas
de evacuación, con acceso restringido (ningún otro pasajero podría acceder
al mismo). Para ello, se colocaron unas cortinas, a fin de garantizar tanto la
intimidad de la persona como posibles interrupciones en la prestación de
cuidados.
Quiero resaltar aquí que esto no hubiese sido posible sin el papel
de un líder que, en este caso, fue Antonio. Él tiene una experiencia dilatada
en urgencias, estaba tranquilo y actúo con perspectiva, atribuyéndonos a
cada uno de nosotros un rol, una función. Por otra parte, la supervisora nos
asignó a cuatro miembros de la tripulación para que colaborasen con
nosotros, todo ello de una forma muy coordinada.
Lo primero que hicimos fue monitorizar constantes vitales. Y en
base a ello, canalizar vía venosa e iniciar oxigenoterapia. Y, a continuación,
con ayuda de una de las azafatas, pues la tablet estaba configurada en
alemán, realizamos un electrocardiograma de 12 derivaciones (éste facilita
una monitorización electrocardiográfica continua, que, en caso necesario, se
puede transferir via email o a través de un pen-drive, para tener información
objetiva del suceso, como así fue). Mantuvimos durante todo el vuelo tanto
el CardioPad Pro como el DEA, y ahora comprenderéis porqué. Con el fin de
que ella estuviese lo más confortable posible, colocamos almohadas para
que estuviese incorporada y una manta, porque tenía frío.
No me voy a detener más, porque el algoritmo de actuación será
explicado por Antonio.
Los síntomas prodrómicos que Denise refería eran: sensación de
disnea, náuseas, dolor epigástrico severo, malestar general y ansiedad por la
situación. Realizamos las mismas preguntas que solemos hacer en nuestro
ejercicio profesional: alergias, antecedentes médicos y quirúrgicos,
tratamiento farmacológico. Denise no tenía alergias, ni antecedentes
médicos ni quirúrgicos, y tampoco estaba tomando ningún tratamiento.
Solicitamos entonces su consentimiento verbal para actuar. Pero al mismo
tiempo, nos preguntábamos sobre posibles causas. Por ese motivo, le
volvimos a formular estas preguntas a su marido, y él nos contestó a la
tercera vez que únicamente estaba tomando un tratamiento hormonal para
la menopausia.

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Tras esta breve entrevista clínica, decidimos hacer una evaluación
siguiendo las premisas de la aproximación ABCDE, habitual en cualquier
curso de SVA.
Así, evaluamos entonces la ventilación y la necesidad de canalizar
una vía venosa.
La monitorización de las constantes vitales (FC, TA, Saturación de
O2, ECG y DEA), nos permitió identificar y tratar, teniendo en cuenta
también que se trataba de un vuelo de larga distancia y que estaba
sometida a tratamiento hormonal, el INFARTO AGUDO DE MIOCARDIO CON
ELEVACIÓN DEL ST. Esto es, tenía todos los síntomas de una trombosis
coronaria (el dolor había cambiado, ella lo describía como a punta de
cuchillo, continuaba con sensación disneica y, el dato más relevante y
objetivo, es que había una elevación del segmento ST).
Así, administramos 2 pufs sublinguales de nitroglicerina. Dado que
su saturación de oxígeno era del 92%, colocamos mascarilla de oxígeno a 3
lpm y en posición decúbito supino modificada (esto es, incorporada). Se
canalizó una vía venosa del número 16 en miembro superior izquierdo y se
administró 4 mg IV de ondansetron en bolo, 40 mg IV de Pantoprazol en 50
ml de SF y 10 mg IV de diazepam en 50 ml de SF.
A los 5 minutos, como el dolor persistía y su tensión arterial era de
160/90, se administró un tercer y último puf de nitroglicerina.
Como analgesia, se diluyeron 100 mg de Tramadol en 100 ml de SF.
Y como carecíamos de heparina o aspirina intravenosa, la fibrinólisis se
realizó con 500 mgr vía oral de aspirina. A su vez, dado su efecto
antiarrítmico, antiadrenérgico y vasodilatador coronario sistémico, se
administraron 300 mgr IV de amiodarona en 50 ml de SF.
Tras consultar diversas fuentes bibliográficas, expongo a
continuación cuál sería el algoritmo de actuación ante un paciente con dolor
precordial de menos de 12 horas de evolución desde el inicio de los
síntomas.
Lo primero que debemos realizar es monitorizar las constantes
vitales, evaluar al paciente clínicamente, realizar un ECG y confirmar que
estamos ante un infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST.
Ante tal situación, lo siguiente sería evaluar la proximidad de un
hospital con posibilidad de intervención coronaria percutánea (ICP). Si está
disponible, se realizará una ICP en menos de 90 minutos. Pero si no está
disponible, debemos evaluar otra alternativa terapéutica.
En nuestro caso, no estaba disponible, porque el entorno era
inusual (vuelo de larga distancia), no había un equipo médico cualificado, ni
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existían recursos disponibles para llevarlo a cabo. Además, la situación
clínica de la paciente requería realizar terapia fibrinolítica, la cual podía ser
exitosa o no. Si tuviésemos confirmación de su eficacia, se realizaría una ICP
en las próximas 3-24 horas. Pero en nuestro caso, al carecer de medios, no
teníamos certeza y, por lo tanto, debíamos valorar la necesidad de realizar
una ICP tan rápido como fuese posible. Ésta fue la razón por la que
desviamos el avión.
Dada la proximidad geográfica, decidimos, siempre en
comunicación con los pilotos, aterrizar en Islandia. Para ello, desde la zona
de comunicación, la azafata que había cumplimentado rigurosamente toda
la información que le facilitábamos sobre la evolución de Denise, contactó
con el servicio de emergencias del hospital más cercano al aeropuerto, a fin
de trasladarla.
Previo al aterrizaje, un nuevo problema se nos planteaba: había que
garantizar la seguridad de Denise, que carecía de cinturón de seguridad.
Entonces, a Montse se le ocurrió que los pasajeros entre las filas 36 y 42
donasen sus almohadas para forrar las paredes donde yacía Denise, y así
garantizar su seguridad. El aterrizaje se realizó con éxito, se dio el relevo
tanto en formato papel como en pen-drive al equipo de emergencias. Y en
ese momento, nos abrazamos y le dimos nuestros correos electrónicos para
conocer su evolución.
Posteriormente, supimos que Denise había sido trasladada en 20
minutos a un hospital situado a 46 Km del aeropuerto. Y desde allí fue
llevada a la unidad de cardiología intervencionista, implantándole un stent
coronario en 20 minutos. Permaneció hospitalizada durante 9 días y se
realizó seguimiento extrahospitalario durante 4 días.
Nosotros, como el resto de pasajeros, reanudamos nuestro vuelo a
Frankfurt, llegando con tan sólo 2 horas de retraso al aeropuerto de Málaga.
Por último, vamos a ver cuáles son las conclusiones que se derivan
de esta historia.
Para mí, Denise y Daniel son personas sencillamente ejemplares. Si
tuviese que describirlos empleando sustantivos, enumeraría los siguientes:
valentía, fuerza de voluntad, paciencia, prudencia, humildad, colaboración y,
sobre todo, actitud empática. Ella estaba preocupada por el resto de
pasajeros, en lugar de en sí misma (algo que tuvimos también que abordar
desde un punto de vista psicológico).
Aspectos a tener en cuenta fueron:
1. Un avión con un equipamiento médico excelente.
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2. Una tripulación de cabina extraordinariamente profesional,
liderada por Karin Reimers.
3. La posibilidad de proporcionar atención sanitaria y
medicación durante el vuelo, garantizó una estabilidad
hemodinámica. Asimismo, el hecho de que pudiese
comunicarme con ella en francés explicándole lo que estaba
sucediendo (sin poner etiquetas diagnósticas) fue de gran
ayuda. Ella sostiene que le proporcionó seguridad, confianza
y confort.
4. Pero, sin duda, una cosa era clara. Denise tenía que recibir
atención hospitalaria.
5. Por eso, es importante subrayar el papel de responsabilidad
y atención de los pilotos, los cuales aterrizaron en Islandia,
posibilitando un transfer médico rápido y eficaz.
6. Denise recibió cuidados de alto nivel en el Hospital
Universitario Nacional de Islandia.
7. La proximidad a la embajada francesa posibilitó agilizar el
regreso a su domicilio.
8. Daniel, su marido, destaca la ayuda, hospitalidad y
solidaridad que recibió de la población islandesa, de manera
que su vuelta a Marsella vía Frankfurt, se realizó con una
enfermera.
Por tanto, dos son las conclusiones que se pueden extraer de este
vivencia o ejemplo de vida:
1. La confluencia de factores positivos.
2. Y, la segunda, más importante, un trabajo en equipo
rigurosamente coordinado.
Por último, quiero dar las gracias a Denise y Daniel, por darme el
consentimiento para que los conozcáis.
Gracias por vuestra atención.

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