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Alimentación complementaria

Etapas en la alimentación infantil


En la alimentación infantil se pueden distinguir diferentes etapas, que merecen una
consideración especial:
1. Período inicial: Lactancia Materna Exclusiva
2. Período de transición:

Alimentación Complementaria Oportuna


3. Período de Incorporación a las Pautas Familiares
La determinación de las etapas se basa en las necesidades nutricionales del niño, en su
capacidad de ingestión, digestión y absorción, en el metabolismo y la capacidad de
eliminación renal; sumado esto al desarrollo psicomotor del niño.
1. Período inicial:
Lactancia Materna Exclusiva (0 a 6 meses de vida)
Durante esta etapa el niño/a es capaz de succionar y deglutir, pero todavía no ha
desarrollado la capacidad de digerir ciertas proteínas o de soportar cargas osmolares
excesivas a nivel renal.
La leche humana es el mejor alimento y la mejor fuente de nutrición para el lactante,
especialmente durante los primeros 6 meses de vida. Se recomienda, además, que se
extienda hasta los 2 años de vida o más, con la adecuada complementación de otros
alimentos.
El hecho de que la leche materna sea el alimento de elección en esta etapa se relaciona con
su composición bioquímica, tanto en el aspecto cualitativo como cuantitativo, así como en
relación con sus componentes peptídicos, inmunológicos y celulares. Esta capacidad
funcional le confiere a la leche de mujer la condición de alimento específico para su especie,
ideal para cubrir todas las necesidades en los primeros meses de la vida.
La revalorización actual de la lactancia materna se ha centrado en las diferencias
insuperables entre la leche de madre y la leche de vaca o fórmulas, tanto en los aspectos
nutricionales, como en las características inmunológicas de protección de las infecciones,
y su contenido en factores específicos de crecimiento y de protección respecto de ciertas
patologías crónicas, como por ejemplo la hipercolesterolemia y la obesidad.
Además, es importante recordar que:
“La lactancia es un proceso vital mediante el cual la madre provee un tejido
vivo, que opera en un amplio espectro de intercambios –no sólo
nutricionales–, en respuesta a las demandas nutricionales, inmunológicas y
emocionales específicas del recién nacido.”
En esta etapa deben destacarse los siguientes contenidos educativos, para
incluirlos en la consulta y ponerlos al alcance de la familia:

 Importancia de la lactancia materna exclusiva en los primeros meses


de la vida (es decir, que el único alimento que recibe el bebé sea la
leche de su mamá.
 Propiedades de la leche humana.
 Acompañamiento y sostén en el inicio y durante de la lactancia.
 Aspectos prácticos y aspectos clínicos de la lactancia.
 Duración de la lactancia.
 Riesgo de la introducción temprana de otros alimentos.

2. Período de transición: Alimentación Complementaria Oportuna (6 a 12 meses)


Durante esta etapa, tanto la maduración digestiva como la maduración renal van
progresando; avanza también la maduración neurológica. El niño/a adquiere la capacidad
de digerir y absorber otros alimentos y es capaz de excretar cargas osmolares sin pérdidas
excesivas de agua.
En este período el niño duplica el peso del nacimiento, pierde el reflejo de protrusión y se
sienta solo; desarrolla capacidades y movimientos de coordinación para reconocer una
cuchara y prensarla con sus labios; puede deglutir alimentos sólidos y ya es capaz de
comenzar a diferenciar las variedades de sabores, texturas y colores de los alimentos.
A partir de estos cambios, se puede comenzar en forma gradual la introducción de otros
alimentos diferentes de la leche. Es el momento de iniciar la alimentación complementaria
oportuna.
Actualmente se prefiere el término “oportuna” –en lugar de referirse a “destete” o
“ablactación” utilizados en el pasado y que no son sinónimos– a raíz de la revalorización de
la lactancia materna y de la necesidad de complementarla con otros alimentos para cubrir
los requerimientos nutricionales alrededor del sexto mes de edad. El término “oportuna”
hace referencia al momento óptimo para la introducción de alimentos complementarios.
Con relación a los conocimientos y actitudes de los miembros del equipo de salud respecto
a la alimentación adecuada en el primer año de vida, diversos estudios realizados en nuestro
país destacan que la mayoría de los pediatras y médicos de familia encuestados poseen un
nivel adecuado de información o conocimiento respecto de la edad de inicio de la
alimentación complementaria oportuna, y de los criterios que deben tenerse en cuenta
para su indicación.
Sin embargo, se observan importantes errores en cuanto al tipo, textura y consistencia de
los alimentos recomendados, que habitualmente se traducen en una baja densidad calórica.
Por todo ello, se hace necesario un esfuerzo grande de unificación y consenso de criterios,
elaboración de normas y capacitación en este tema. Teniéndolo en cuenta, se incluye en
este documento un capítulo más detallado en relación con esta etapa y con el modo de
abordar la consejería nutricional apropiada en cada situación.
Los contenidos educativos de esta etapa deben responder a los siguientes interrogantes:
¿Cuándo incorporar alimentación complementaria?¿Qué deben aportar los alimentos?
¿Cómo implementar la alimentación?
El “cómo” tiene relación con el orden, la exposición, la frecuencia, la viscosidad, la variedad,
la higiene y los nutrientes, todo ello traducido en recomendaciones prácticas para los
padres y acompañado de pautas acerca de cómo satisfacer, por medio de las comidas, las
necesidades biológicas y sociales de sus hijos.
En este punto se debe destacar que, por lo general, los primeros alimentos que recibe el
niño están determinados por pautas culturales, mitos y creencias muy arraigados en la
población, así como por cuestiones de accesibilidad.
En nuestro país, donde la mayoría de los cuidadores de niños consultan al equipo de salud
con frecuencia durante el primer año de vida, a los factores antes
citados deben agregarse los conocimientos y prejuicios propios del
equipo de salud, elementos ambos que merecen ser trabajados en
conjunto.
3. Período de incorporación a las pautas familiares
(12 meses en adelante -edad preescolar-)
Esta etapa comienza alrededor del primer año de vida del niño y se
prolonga hasta los 6-8 años de edad. A partir de este momento,
puede afirmarse que los mecanismos fisiológicos han alcanzado prácticamente la
maduración y la eficiencia de un adulto. En consecuencia, si en este período se establecen
hábitos alimentarios saludables, éstos pueden persistir a lo largo de toda la vida.

La nutrición, pues, especialmente durante los primeros años, constituye una inversión a
largo plazo sobre la salud y la calidad de vida de todas las personas.
Un número importante de padres refiere problemas con la alimentación de sus hijos. Se
estima que en un 25-30% de las consultas pediátricas se plantean dificultades en este
sentido.
Por eso, todo el equipo de salud debe estar informado, a fin de poder contener y dar
información y consejos a estos padres, evitando que el problema se agrave con el tiempo.
Los contenidos a transmitir a padres y cuidadores son las pautas para la alimentación
correcta y saludable de los niños y niñas en edad preescolar.

Alimentación complementaria Oportuna


Este es el período de transición hacia la alimentación familiar. Abarca aproximadamente
desde los 6 hasta los 12 meses de vida. Se lo denomina alimentación complementaria. Este
término surge de la revalorización de la lactancia materna como alimento ideal para el
inicio y los primeros meses de la vida, así como de la necesidad de no reemplazarla sino
complementar su aporte, sumado a los de otros alimentos, a fin de cubrir los
requerimientos nutricionales que se presentan a partir de los 6 meses de edad. Se agrega
la calificación de oportuna en alusión al momento óptimo para la introducción de los
alimentos.
La alimentación complementaria del niño debe estar orientada, tal como lo indica su
nombre, no solamente a complementar la leche materna adecuada y oportunamente con
todos los nutrientes que el niño necesita, sino también a lograr el desarrollo normal de la
conducta alimentaria desde su más temprano inicio. Lograr una correcta alimentación
complementaria exige responder, a lo largo de su implementación, tres interrogantes
primordiales:
¿Cuándo incorporar los alimentos complementarios?
¿Qué deben aportar los alimentos?
¿Cómo implementar la alimentación?
¿Cuándo incorporar los alimentos complementarios?
A cierta edad se hace necesario complementar la alimentación láctea con diversas
finalidades, entre las que se destacan:
1. Aportar la energía, proteínas y demás nutrientes que ya no se cubren sólo con la leche.
2. Estimular el desarrollo psicosensorial del niño.
3. Crear patrones de horarios y hábitos alimentarios.

4. Ayudar al desarrollo fisiológico de las estructuras de la cavidad orofaríngea y de los


procesos masticatorios.
5. Promover la conducta exploratoria del niño.
6. Estimular el desarrollo psicoemocional del niño e integrarlo a la vida familiar.
La decisión acerca de cuándo iniciar la alimentación complementaria depende tanto de la
edad cronológica del niño o niña, como de los signos que demuestren un desarrollo
adecuado. Se debe tener en cuenta en cada caso la situación nutricional de la niña o niño,
el tipo de alimentos disponibles y su accesibilidad económica, las condiciones sanitarias en
que son preparados y ofrecidos, y la historia familiar de enfermedades alérgicas.

La capacidad digestiva durante el primer año de vida depende de la eficiencia con que
madura el aparato digestivo, tanto en los aspectos motores como enzimáticos. Entre los
primeros debemos recordar que el cardias adquiere su tonicidad normal cerca de los tres
meses, por lo que puede esperarse cierto grado de reflujo hasta esta edad. El reflejo
gastrocólico suele estar presente y se puede manifestar más intensamente en los niños
amamantados.
Alrededor de los 6 meses empieza la erupción dentaria, que indica mayor madurez
funcional: progresan el uso de la musculatura masticatoria y la percepción sensorio-espacial
de la lengua y los labios; la función deglutoria pasa de ser instintiva y refleja a ser una
deglución somática; el reflejo de extrusión se extingue progresivamente y se desarrolla la
discriminación de nuevas texturas, sabores, olores, colores, temperaturas y consistencias
en los distintos alimentos. A partir de todos estos cambios, el niño puede manifestar
preferencias o rechazos, lo cual debe ser considerado relevante, en especial frente a la
incorporación progresiva de alimentos no lácteos y, de esta forma, evitar que el niño o la
niña rechace los alimentos nuevos.
¿Qué deben aportar los alimentos?
Los alimentos complementarios son definidos por la Organización Mundial de la Salud como
“cualquier alimento sólido o líquido con aporte de nutrientes, incorporado en el momento
de la alimentación complementaria, diferente a la leche materna”.
Desde el punto de vista nutricional, la alimentación complementaria tiene la finalidad de
asegurar una ingesta energético-proteica y de micronutrientes acorde con los
requerimientos propios de la edad.
La proporción de calorías y nutrientes que deben aportar estos alimentos surge de
establecer la diferencia entre los totales de energía recomendados para cada edad y la
estimación de lo que el niño recibe por medio de la leche materna.

Guías Alimentarias para la Población Infantil


Consideraciones para los equipos de salud
Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación
Bases fisiológicas para la alimentación

Dra. Juliana Medina


Médica Pediatra. M. N. 119.203 M.P. 114.612
Cardióloga Infantil, HOSPITAL DE PEDIATRÍA “Prof. Dr. JUAN P. GARRAHAN”. “HOSPITAL
BRITANICO de Buenos Aires”.

Los distintos sistemas que intervienen en la nutrición (sistema digestivo, neurológico, renal,
inmunológico) comienzan a desarrollarse tanto estructural como funcionalmente en el periodo
fetal, pero no completan su maduración sino hasta los primeros años de vida. Es importante para
nosotros conocer esa evolución para forjar recomendaciones con evidencia, sobre la introducción
de diferentes alimentos según la edad y momento biológico de cada uno de nuestros pacientes.

FUNCIÓN GASTROINTESTINAL

- Deglución

Aparecen entre la semana 12 a 14 de vida intrauterina se encuentra desarrollado


anatómicamente el esófago. Para entonces, en su pared se evidencian plexos nerviosos que
dan indicio de actividad peristáltica presente. La deglución juega un rol en al regulación del
volumen del líquido amniótico durante la gestación, regulando así su volumen y aprovechando
sus proteínas (0,6 g/l) y glucosa como fuente de nutrientes. De todos modos las ondas
peristálticas no están completamente coordinadas y secuenciadas. El patrón motor maduro se
logra en los primeros días de vida, y tardará más en alcanzarse en el recién nacido prematuro.
La presión del esfínter esofágico inferior es inadecuada al nacer, elevándose hasta alcanzar la
del adulto hacia la 6 semana de edad postnatal.

- Succión

La conducta de succión se desarrolla temprano, pudiendo encontrarse fetos que muestran el


reflejo de succión para la semana 24 de gestación. Para la semana 28 los bebés pre término
pueden coordinar el ciclo succión/deglución/respiración aunque no eficazmente como un
bebé de término, mostrando un patrón desorganizado. Para la semana 32 ellos pueden
succionar en salvas repetidas de más de 10 succiones llegando a un máximo de 30 o más, pero
claramente aún carecen de buena coordinación

- Masticación

La fuerza y la eficacia con la que la mandíbula corta y tritura los alimentos madura también
con la edad, completándose hacia la adolescencia. Para su correcta evolución es fundamental
ir modificando la consistencia de los alimentos a medida que aumenta la capacidad
masticatoria.

- Evacuación gástrica y motilidad intestinal


La capacidad gástrica va aumentando conforme a la edad del niño. Así, en el recién nacido es
de alrededor de 20-30 ml y incrementándose hasta 250ml (aprox.) hacia el año de vida.

La aceptación del contenido gástrico por parte del duodeno (quien regula su propio llenado)
depende de múltiples factores, como ser: diámetro pilórico, tamaño de las partículas,
osmolaridad, pH, cantidad de grasas y tipo de proteínas de los alimentos. Por ejemplo: las
fórmulas lácteas con predominio de caseínas (mayor coágulo) o los alimentos sólidos
(partículas mayores de 1 mm), pueden retrasar el vaciamiento del estómago
considerablemente si se los compara con la leche materna.

Durante el ayuno predomina en todo el intestino un programa motor propulsivo y cíclico


(complejo motor migrante). La llegada de nutrientes al duodeno modifica a través de
diferentes señales neuroquímicas este patrón peristáltico, y lo transforma en uno continuo. El
inicio de la alimentación complementaria favorece la maduración de estas señales
(particularmente gastrina, motilina y colecistoquinina) responsables del modelo digestivo
postprandial.

A partir de la 5ª semana de gestación el intestino se elonga más de mil veces hasta el


nacimiento, y al llegar ese momento casi llega a los 3 metros de longitud. En ese mismo
período, su superficie se extiende cerca de 100.000 veces. A partir del cuarto mes de vida fetal
pueden observarse vellosidades desarrolladas, con presencia de células caliciformes,
enteroendócrinas y enzimas hidrolíticas en el ribete del enterocito.

El tiempo total de tránsito intestinal puede variar francamente de un recién nacido a otro.

DESARROLLO DE LOS MECANISMOS DE ABSORCIÓN

- Proteínas

La secreción de pepsinógeno y ácido clorhídrico, presentes al nacer tanto en nacidos a término


como en los prematuros, va aumentando paralelamente hasta alcanzar al cuarto mes una
producción secretoria comparable con la del adulto en función del peso corporal.

Por lo tanto podemos decir, que la digestión proteica comienza en el estómago a través de la
pepsina y continúa en el duodeno por la acción de la tripsina y quimiotripsina, ambas
presentes en cantidades adecuadas a partir de las 26 semanas gestacionales. La hidrólisis final
es llevada a cabo por las peptidasas del ribete en cepillo del enterocito, detectables allí antes
de las 22 semanas.

La absorción de los aminoácidos se produce eficientemente desde etapas tempranas de la


gesta a través de transportadores específicos de membrana.

No parece haber problemas para la introducción de proteínas en el momento del inicio de la


alimentación complementaria desde el punto de vista digestivo ya que la función pancreática
en niños bien nutridos alcanza casi un completo desarrollo al 6º mes de vida.

- Lípidos
El coeficiente de absorción de grasa va aumentando desde la etapa fetal hasta los primeros
años de la vida, en la medida en que maduran las secreciones de enzimas y biliar.

La digestión enzimática es llevada a cabo por las lipasas lingual, pancreática y de la leche
materna (en los niños alimentados a pecho). La lipasa lingual, detectada a partir de las 25
semanas, inicia la hidrólisis de triacilglicéridos en el estómago a pH óptimo de 4 a 5,5. Del
mismo modo lo hace la lipasa de la leche de madre, presente tanto en la de recién nacido a
término como en la del recién nacido prematuro y a lo largo de toda la lactancia. Una vez en
duodeno la lipasa pancreática completa la hidrólisis. Esta enzima, apreciable ya a las 23
semanas de vida intrauterina con el 5% de la actividad en adultos, progresa en su secreción
alcanzando niveles considerables a las 34-36 semanas.

Al momento del nacimiento duplica su concentración, y, en el recién nacido prematuro, es


capaz de quintuplicarse en pocos días. Al año de vida puede ser 20 veces mayor (con lo que se
logra finalmente una absorción similar a la del adulto)

A medida que el niño madura va alcanzando mejores coeficientes de absorción. Así un recién
nacido prematuro de 32-34 semanas logra asimilar el 65-75% de los lípidos que ingiriere y el
recién nacido a término alrededor del 85%, con variaciones según la leche con que se
alimentan. Ya a los 6 meses de edad, con una absorción alrededor 90%, se encuentra en
condiciones de tolerar las variaciones del contenido lipídico de los alimentos
complementarios. En los primeros años de vida alcanzará la eficacia del adulto (> 95 %).

- Hidratos de carbono

Conocer el modo en que evolucionan las distintas enzimas responsables de su absorción, nos
ayuda a comprender la manera en la que se incorporan a la dieta del niño los diferentes
sacáridos.

Un recién nacido alimentado a pecho recibe fundamentalmente lactosa (90%) como fuente de
hidratos de carbono (HdC). Esta disacaridasa, presente normalmente en el ribete del
enterocito, es casi indetectable antes de la semana 24 y adquiere su concentración máxima
entre las 36 y 38 semanas gestacionales. En el recién nacido a término la actividad lactásica es
alta, varias veces más que lo será unos meses más tarde, al inicio de la alimentación
complementaria. En los recién nacidos prematuros, si bien tienen la actividad de lactasa es
menor, son capaces de tolerar una moderada ingesta de lactosa. Las alfa-glucosidasas y otras
disacaridasas son activas en recién nacidos muy prematuros, por lo que toleran
adecuadamente la ingesta de polímeros de glucosa y otros disacáridos (como los que
contienen en mayor proporción las fórmulas para recién nacidos prematuros).

Al introducir los alimentos complementarios a la dieta del bebé, se incorporan una serie de
sacáridos más complejos como almidones y amilopectinas, que requieren una hidrólisis más
compleja. La amilasa salival tiene un bajo nivel al nacer. A los 3 meses de edad llega a un tercio
del valor del adulto. Actúa en estómago o duodeno a pH superiores a 4. La amilasa pancreática
está prácticamente ausente hasta los 4 meses de edad postnatal, detectándose en duodeno
en el 2º semestre de la vida, por lo cual la digestión amilolítica puede ser lenta. En esta etapa
entonces las amilasa salival y de leche materna, y la glucoamilasa se encargan de la hidrólisis
de polisacáridos hasta que la amilasa pancreática alcanza niveles óptimos. Así, durante el 1º
año de vida puede observarse en ocasiones, elevación del hidrógeno espirado como reflejo de
la fermentación bacteriana colónica de los HdC no absorbidos.

FUNCION RENAL

La inmadurez renal durante los primeros meses de edad puede tener implicancia sobre la
alimentación del lactante, por lo que es importante conocer sus limitaciones.

El filtrado glomerular del recién nacido es de alrededor del 25 % del valor del adulto. A los 2 -
3 meses se duplica y al año triplica su velocidad de filtración. Los mecanismos de secreción y
absorción tubular funcionan a un nivel inferior que el observado en adultos. La limitante
fisiológica de mayor importancia es la escasa capacidad para concentrar la orina. Los niños
menores de 6 meses suelen concentrarla por debajo de 600 - 700 mOsm/kg. Podría
presentarse diuresis osmótica elevada si se expone al niño a una ingesta elevada de sal,
produciendo deshidratación hipertónica, debido a que se pierde más agua que sodio.

De todos modos, en condiciones basales y si la dieta es apropiada, el lactante es capaz de


mantener su medio interno estabilizado.

FUNCIÓN NEUROLÓGICA

La magnitud de la adquisición de las pautas madurativas en el primer año de vida es


extraordinaria. Veamos algunos puntos del desarrollo neuropsíquico que pueden tener injerencia
en la alimentación complementaria.

En los primeros meses de la vida los reflejos de búsqueda, succión, deglución y protrusión de la
lengua facilitan la lactancia. Luego estos movimientos se tornan más voluntarios.

Es probable, que haya un rango en el cual los lactantes alcancen habilidades motoras necesarias
para hacer frente de manera segura a los alimentos sólidos.

Las habilidades requeridas para que un bebe acepte y trague los alimentos con seguridad de una
cuchara con puré, suele aparecer durante el periodo de los 6 meses, es allí donde el reflejo de
protrusión comienza a desaparecer (el niño responderá empujando la cuchara hacia afuera hasta
que este reflejo haya desaparecido); mientras que las habilidades requeridas para manejar
alimentos gruesos (semisólidos) o autoalimentarse ( “baby led weaning o alimentación dirigida por
los bebes”) aparecerá más cercano al año.

Al 6º mes es capaz de mantenerse un tiempo sentado con ayuda y de pasar un objeto de una
mano a otra. Luego de los 7 meses de edad, lleva objetos a su boca y los chupa, por lo cual podría
intentarse ofrecer alimentos que puedan ser manipulados por él (“finger foods”). Mordisquea y a
través de movimientos laterales de la lengua es capaz de colocar la comida cerca de los dientes e
intentar una masticación que todavía no es efectiva. Durante el segundo semestre evoluciona
notablemente la pinza digital. A partir de los 9 meses, la mayoría de los bebés son capaces de
alimentarse a sí mismos, beber de una taza usando las dos manos y comer alimentos familiares
con algunas adaptaciones (cortadas en trozos picados y comidas de una cuchara, o como comida
para los dedos). Hay algunas pruebas que sugieren que puede haber una ventana crítica para la
introducción de alimentos sólidos grumosos y que la falta de introducción de estos alimentos en
aproximadamente 9 a 10 meses de edad se asocia con un mayor riesgo de dificultades de
alimentación y reducción del consumo de importantes grupos de alimentos tales como frutas y
verduras más adelante.

A partir de los 12 meses de vida, la aparición de movimientos masticatorios y rotatorios de la


mandíbula, permite la trituración de alimentos más sólidos como carnes y algunas frutas y
verduras. Ya en el segundo año de vida, aprende a utilizar algunos cubiertos por sí solo.

FUNCIÓN NEUROLÓGICA

0-6 meses Búsqueda succión deglución

Reflejo de protrusión de 1/3 medio de la lengua

6-7 meses Aumento fuerza de succión

Aparición de movimientos laterales

Desaparece reflejo de protrusión de la lengua

Lleva objetos a su boca

7-12 meses Chupa cucharita con los labios

Mordisquea

Movimientos laterales de la lengua y empuja comida hacia los dientes

Buen control muscular

12-24 Movimientos masticatorios rotatorios, estabilidad de mandíbula, aprende a


meses utilizar cubiertos
ALIMENTOS ESFÉRICOS

Los niños menores de 5 años son los más propensos a sufrir obstrucciones en las vías
respiratorias, estas pueden provocarse por trozos de alimentos u otros objetos pequeños. De
manera tal que es importante que se eviten ciertos alimentos que podrían predisponer al niño, a
presentar episodios de aspiración.

Estos son:

• Maní, nueces y otras frutas secas.

• Semillas de girasol.

• Salchichas.

• Trozos de carne.

• Caramelos duros.

• Uvas, gajos de mandarina.

• Pochocho (palomitas de maíz, popcorn).

• Zanahoria cruda.

• Trozos de manzana.

• Trozos de quesos.

NEOFOBIA

Se llama neofobia, al rechazo inicial a todos los alimentos nuevos o desconocidos. Texturas y
sabores influyen en la neofobia, por eso es común que los niños rechazan los nuevos alimentos
durante la etapa de alimentación complementaria.

La neofobia tiene dos períodos críticos. Primero, el primer año, fundamentalmente a los seis
meses, y segundo, alrededor del tercer año de vida. Los tres años de vida, coinciden con la etapa
de rebeldía y desarrollo del yo.

Los estudios han demostrado que los lactantes pueden necesitar ser expuestos a las frutas y a las
verduras muchas veces, desde 6 hasta 35 exposiciones, para que adquieran el gusto por ellas.

Ofrecer a los lactantes una variedad de verduras, en vez de ofrecerles la misma verdura una y otra
vez, ha demostrado que aumenta la aceptación de más verduras y conduce a cantidades mayores
de verdura consumida. Es importante tener en cuenta que los niños todavía pueden adquirir el
gusto, incluso si están expuestos a ellas en edades más avanzadas.

Algunas publicaciones norteamericanas cuando hablan de niños con alimentación selectiva, los
llaman “Picky eaters”, sólo consumen aquellos alimentos que les gustan

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