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La nutrición, pues, especialmente durante los primeros años, constituye una inversión a
largo plazo sobre la salud y la calidad de vida de todas las personas.
Un número importante de padres refiere problemas con la alimentación de sus hijos. Se
estima que en un 25-30% de las consultas pediátricas se plantean dificultades en este
sentido.
Por eso, todo el equipo de salud debe estar informado, a fin de poder contener y dar
información y consejos a estos padres, evitando que el problema se agrave con el tiempo.
Los contenidos a transmitir a padres y cuidadores son las pautas para la alimentación
correcta y saludable de los niños y niñas en edad preescolar.
La capacidad digestiva durante el primer año de vida depende de la eficiencia con que
madura el aparato digestivo, tanto en los aspectos motores como enzimáticos. Entre los
primeros debemos recordar que el cardias adquiere su tonicidad normal cerca de los tres
meses, por lo que puede esperarse cierto grado de reflujo hasta esta edad. El reflejo
gastrocólico suele estar presente y se puede manifestar más intensamente en los niños
amamantados.
Alrededor de los 6 meses empieza la erupción dentaria, que indica mayor madurez
funcional: progresan el uso de la musculatura masticatoria y la percepción sensorio-espacial
de la lengua y los labios; la función deglutoria pasa de ser instintiva y refleja a ser una
deglución somática; el reflejo de extrusión se extingue progresivamente y se desarrolla la
discriminación de nuevas texturas, sabores, olores, colores, temperaturas y consistencias
en los distintos alimentos. A partir de todos estos cambios, el niño puede manifestar
preferencias o rechazos, lo cual debe ser considerado relevante, en especial frente a la
incorporación progresiva de alimentos no lácteos y, de esta forma, evitar que el niño o la
niña rechace los alimentos nuevos.
¿Qué deben aportar los alimentos?
Los alimentos complementarios son definidos por la Organización Mundial de la Salud como
“cualquier alimento sólido o líquido con aporte de nutrientes, incorporado en el momento
de la alimentación complementaria, diferente a la leche materna”.
Desde el punto de vista nutricional, la alimentación complementaria tiene la finalidad de
asegurar una ingesta energético-proteica y de micronutrientes acorde con los
requerimientos propios de la edad.
La proporción de calorías y nutrientes que deben aportar estos alimentos surge de
establecer la diferencia entre los totales de energía recomendados para cada edad y la
estimación de lo que el niño recibe por medio de la leche materna.
Los distintos sistemas que intervienen en la nutrición (sistema digestivo, neurológico, renal,
inmunológico) comienzan a desarrollarse tanto estructural como funcionalmente en el periodo
fetal, pero no completan su maduración sino hasta los primeros años de vida. Es importante para
nosotros conocer esa evolución para forjar recomendaciones con evidencia, sobre la introducción
de diferentes alimentos según la edad y momento biológico de cada uno de nuestros pacientes.
FUNCIÓN GASTROINTESTINAL
- Deglución
- Succión
- Masticación
La fuerza y la eficacia con la que la mandíbula corta y tritura los alimentos madura también
con la edad, completándose hacia la adolescencia. Para su correcta evolución es fundamental
ir modificando la consistencia de los alimentos a medida que aumenta la capacidad
masticatoria.
La aceptación del contenido gástrico por parte del duodeno (quien regula su propio llenado)
depende de múltiples factores, como ser: diámetro pilórico, tamaño de las partículas,
osmolaridad, pH, cantidad de grasas y tipo de proteínas de los alimentos. Por ejemplo: las
fórmulas lácteas con predominio de caseínas (mayor coágulo) o los alimentos sólidos
(partículas mayores de 1 mm), pueden retrasar el vaciamiento del estómago
considerablemente si se los compara con la leche materna.
El tiempo total de tránsito intestinal puede variar francamente de un recién nacido a otro.
- Proteínas
Por lo tanto podemos decir, que la digestión proteica comienza en el estómago a través de la
pepsina y continúa en el duodeno por la acción de la tripsina y quimiotripsina, ambas
presentes en cantidades adecuadas a partir de las 26 semanas gestacionales. La hidrólisis final
es llevada a cabo por las peptidasas del ribete en cepillo del enterocito, detectables allí antes
de las 22 semanas.
- Lípidos
El coeficiente de absorción de grasa va aumentando desde la etapa fetal hasta los primeros
años de la vida, en la medida en que maduran las secreciones de enzimas y biliar.
La digestión enzimática es llevada a cabo por las lipasas lingual, pancreática y de la leche
materna (en los niños alimentados a pecho). La lipasa lingual, detectada a partir de las 25
semanas, inicia la hidrólisis de triacilglicéridos en el estómago a pH óptimo de 4 a 5,5. Del
mismo modo lo hace la lipasa de la leche de madre, presente tanto en la de recién nacido a
término como en la del recién nacido prematuro y a lo largo de toda la lactancia. Una vez en
duodeno la lipasa pancreática completa la hidrólisis. Esta enzima, apreciable ya a las 23
semanas de vida intrauterina con el 5% de la actividad en adultos, progresa en su secreción
alcanzando niveles considerables a las 34-36 semanas.
A medida que el niño madura va alcanzando mejores coeficientes de absorción. Así un recién
nacido prematuro de 32-34 semanas logra asimilar el 65-75% de los lípidos que ingiriere y el
recién nacido a término alrededor del 85%, con variaciones según la leche con que se
alimentan. Ya a los 6 meses de edad, con una absorción alrededor 90%, se encuentra en
condiciones de tolerar las variaciones del contenido lipídico de los alimentos
complementarios. En los primeros años de vida alcanzará la eficacia del adulto (> 95 %).
- Hidratos de carbono
Conocer el modo en que evolucionan las distintas enzimas responsables de su absorción, nos
ayuda a comprender la manera en la que se incorporan a la dieta del niño los diferentes
sacáridos.
Un recién nacido alimentado a pecho recibe fundamentalmente lactosa (90%) como fuente de
hidratos de carbono (HdC). Esta disacaridasa, presente normalmente en el ribete del
enterocito, es casi indetectable antes de la semana 24 y adquiere su concentración máxima
entre las 36 y 38 semanas gestacionales. En el recién nacido a término la actividad lactásica es
alta, varias veces más que lo será unos meses más tarde, al inicio de la alimentación
complementaria. En los recién nacidos prematuros, si bien tienen la actividad de lactasa es
menor, son capaces de tolerar una moderada ingesta de lactosa. Las alfa-glucosidasas y otras
disacaridasas son activas en recién nacidos muy prematuros, por lo que toleran
adecuadamente la ingesta de polímeros de glucosa y otros disacáridos (como los que
contienen en mayor proporción las fórmulas para recién nacidos prematuros).
Al introducir los alimentos complementarios a la dieta del bebé, se incorporan una serie de
sacáridos más complejos como almidones y amilopectinas, que requieren una hidrólisis más
compleja. La amilasa salival tiene un bajo nivel al nacer. A los 3 meses de edad llega a un tercio
del valor del adulto. Actúa en estómago o duodeno a pH superiores a 4. La amilasa pancreática
está prácticamente ausente hasta los 4 meses de edad postnatal, detectándose en duodeno
en el 2º semestre de la vida, por lo cual la digestión amilolítica puede ser lenta. En esta etapa
entonces las amilasa salival y de leche materna, y la glucoamilasa se encargan de la hidrólisis
de polisacáridos hasta que la amilasa pancreática alcanza niveles óptimos. Así, durante el 1º
año de vida puede observarse en ocasiones, elevación del hidrógeno espirado como reflejo de
la fermentación bacteriana colónica de los HdC no absorbidos.
FUNCION RENAL
La inmadurez renal durante los primeros meses de edad puede tener implicancia sobre la
alimentación del lactante, por lo que es importante conocer sus limitaciones.
El filtrado glomerular del recién nacido es de alrededor del 25 % del valor del adulto. A los 2 -
3 meses se duplica y al año triplica su velocidad de filtración. Los mecanismos de secreción y
absorción tubular funcionan a un nivel inferior que el observado en adultos. La limitante
fisiológica de mayor importancia es la escasa capacidad para concentrar la orina. Los niños
menores de 6 meses suelen concentrarla por debajo de 600 - 700 mOsm/kg. Podría
presentarse diuresis osmótica elevada si se expone al niño a una ingesta elevada de sal,
produciendo deshidratación hipertónica, debido a que se pierde más agua que sodio.
FUNCIÓN NEUROLÓGICA
En los primeros meses de la vida los reflejos de búsqueda, succión, deglución y protrusión de la
lengua facilitan la lactancia. Luego estos movimientos se tornan más voluntarios.
Es probable, que haya un rango en el cual los lactantes alcancen habilidades motoras necesarias
para hacer frente de manera segura a los alimentos sólidos.
Las habilidades requeridas para que un bebe acepte y trague los alimentos con seguridad de una
cuchara con puré, suele aparecer durante el periodo de los 6 meses, es allí donde el reflejo de
protrusión comienza a desaparecer (el niño responderá empujando la cuchara hacia afuera hasta
que este reflejo haya desaparecido); mientras que las habilidades requeridas para manejar
alimentos gruesos (semisólidos) o autoalimentarse ( “baby led weaning o alimentación dirigida por
los bebes”) aparecerá más cercano al año.
Al 6º mes es capaz de mantenerse un tiempo sentado con ayuda y de pasar un objeto de una
mano a otra. Luego de los 7 meses de edad, lleva objetos a su boca y los chupa, por lo cual podría
intentarse ofrecer alimentos que puedan ser manipulados por él (“finger foods”). Mordisquea y a
través de movimientos laterales de la lengua es capaz de colocar la comida cerca de los dientes e
intentar una masticación que todavía no es efectiva. Durante el segundo semestre evoluciona
notablemente la pinza digital. A partir de los 9 meses, la mayoría de los bebés son capaces de
alimentarse a sí mismos, beber de una taza usando las dos manos y comer alimentos familiares
con algunas adaptaciones (cortadas en trozos picados y comidas de una cuchara, o como comida
para los dedos). Hay algunas pruebas que sugieren que puede haber una ventana crítica para la
introducción de alimentos sólidos grumosos y que la falta de introducción de estos alimentos en
aproximadamente 9 a 10 meses de edad se asocia con un mayor riesgo de dificultades de
alimentación y reducción del consumo de importantes grupos de alimentos tales como frutas y
verduras más adelante.
FUNCIÓN NEUROLÓGICA
Mordisquea
Los niños menores de 5 años son los más propensos a sufrir obstrucciones en las vías
respiratorias, estas pueden provocarse por trozos de alimentos u otros objetos pequeños. De
manera tal que es importante que se eviten ciertos alimentos que podrían predisponer al niño, a
presentar episodios de aspiración.
Estos son:
• Semillas de girasol.
• Salchichas.
• Trozos de carne.
• Caramelos duros.
• Zanahoria cruda.
• Trozos de manzana.
• Trozos de quesos.
NEOFOBIA
Se llama neofobia, al rechazo inicial a todos los alimentos nuevos o desconocidos. Texturas y
sabores influyen en la neofobia, por eso es común que los niños rechazan los nuevos alimentos
durante la etapa de alimentación complementaria.
La neofobia tiene dos períodos críticos. Primero, el primer año, fundamentalmente a los seis
meses, y segundo, alrededor del tercer año de vida. Los tres años de vida, coinciden con la etapa
de rebeldía y desarrollo del yo.
Los estudios han demostrado que los lactantes pueden necesitar ser expuestos a las frutas y a las
verduras muchas veces, desde 6 hasta 35 exposiciones, para que adquieran el gusto por ellas.
Ofrecer a los lactantes una variedad de verduras, en vez de ofrecerles la misma verdura una y otra
vez, ha demostrado que aumenta la aceptación de más verduras y conduce a cantidades mayores
de verdura consumida. Es importante tener en cuenta que los niños todavía pueden adquirir el
gusto, incluso si están expuestos a ellas en edades más avanzadas.
Algunas publicaciones norteamericanas cuando hablan de niños con alimentación selectiva, los
llaman “Picky eaters”, sólo consumen aquellos alimentos que les gustan