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Soriano Valdéz Fidel Ernesto

Inscrito en la materia Lenguaje, Sentido y Acción Social


Grupo 9151
Correo: ernesto@ernestosoriano.com.mx

Vigencia del estructuralismo y del giro del lenguaje en la perspectiva actual

de la realidad humana

Después del estructuralismo y su inserción en el giro lingüistico, surgieron diversas

tradiciones tendientes a tratar el lenguaje más en un tono de aplicación pragmática

que en función a su estructura interna y capacidad de crear realidades del sujeto y

de la sociedad; pero aún persiste esa sombra o fantasma acerca del modo en que

se relaciona el sujeto con el objeto de una manera no identitaria sino de mediación

simbólica, dado que no puede excluirse el carácter simbólico mismo del ser

humano por obedecer a una estructura psíquica que lo diferencía de los demás

entes vivos.

Es necesario estudiar este tema para resignificar el estructuralismo y el

consecuente giro lingüistico, a luz de la realidad humana psicológica -en sus

vertientes individual y colectiva- y metapsicológica -como lo hace el psicoanálisis-,

y considerarla de vigencia actual; no sólo como tradiciones estrechamente

vinculadas que existieron desde inicios de siglo XX, sino como un modo de ver y

plantear la existencia humana, a título de un instrumento atemporal, del que

pueden derivar otras perspectivas, tradiciones o aproximaciones complementarias

cuyo objeto sea el lenguaje, en función de su aplicación utilitaria más que de su

explicación filosófica y particularmante epistemológica.

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Parafraseando a Guillermo Federico Hegel, la mejor manera de evaluar algo es

tomando distancia con respecto a ello y que mejor modo de hacerlo sino a través

del revisionismo histórico, en donde tenemos la oportunidad analizar la historicidad

sincrónica del construccionismo y el giro del lenguaje en función de lo que permitió

descubrir en el psiquismo humano y que nos convoca aquí para reconsiderar su

importancia y vigencia. Así, vista la historia, bajo un lente sincrónico y no en su

devenir lineal, podemos comprender que el construccionismo y el giro lingüistico

son modos de entender el lenguaje, pero más allá de ello, constituyen una

tradición epistemológica para explicar nuestro aparato psíquico y, en sí, para ver

el mundo desde una manera peculiar y diferente a otras ópticas.

En esa guisa de razonamiento, podemos afirmar al día de hoy con mediana

certeza, que, desde la óptima de la psicología psicodinámica, particularmente el

psicoanálisis como enfoque metapsicológico, nuestro aparato psíquico está

compuesto por un registro imaginario, uno simbólico y otro real en términos de lo

que expone Jacques Lacan (1953), mismos que se ilustran en una topología para

fines gnoseológicos, pero que en realidad constituyen al aparato psíquico del

humano en una representación gráfica que no puede ser más clara que la del

nudo borromeo. Siendo cada registro una manera de representar el mundo y

representarse el sujeto en función del lenguaje como eje rector, en donde el factor

del inconsciente como aporte de la teoría freudiana permea en diferentes

porcentajes a cada registro, para constituirse en un estructura que comparte

componentes (signos) con el lenguaje, así definidos por lingüistas y


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estructuralistas como fueron los pioneros Claude Levi-Strauss (1964) y Ferdinand

de Saussure (2008), en esa llamada genialidad lacaniaca de invertir el significado

por el significante en la prelación sasureana original y dar paso a la definción del

deseo vinculado a la pulsión.

Si consideramos que aún contra todas las críticas que ha recibido el psicoanálisis

después de Freud y Lacan y las degradaciones teóricas que le fueron propias a

partir de las diversas psicologías psicodinámicas venideras (verbi gracia el

humanismo), no debemos dejar de reconocer que la mediación simbólica,

herencia -entre otros- de Guiilermo Federico Hegel (1807) en ese apartado de la

“Ciencia de la experiencia de la consciencia”, nos deja claro que el conocimiento

de “la cosa” no es directo ni identitario sino simbólico, mediado y no

necesariamente orientado al producto final sino a sus procesos, de conformidad al

modo en que el ser humano es, en esa explicación psicoanálítica resultante de

estos postulados y de todo lo que fue el romanticismo alemán del Siglo XIX, y que

nos conduce a un sujeto (en términos técnicamente definidos por Néstor

Braunstein en su obra “El deseo: un concepto lacaniano”,1990) que es sostenido y

determinado por el lenguaje…lenguaje del Otro/otro.

Es así que el giro lingüistico además de constructivista es situacional, relativo y

dinámico, compartiendo así las herramientas con las que se conduce el

psiconalisis en una relación histórica de sincronicidad y correspondencia, que

necesarimente nos lleva a la confesión de que el lenguaje crea y decreta, pero no

por ello es perfecto.


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Al retar los postulados del cogito ergo sum de Descartes, constituye un intento por

aproximarnos a la cosa, al conocimiento, a la verdad y al ejercicio de comunicar -

desde luego-, remitiéndonos de manera casi automática al concepto técnico

lacanianio de la “semblanza”, refiriéndose Néstor Braunstein a él -en su obra “El

goce: un concepto lacaniano” (1990)- en términos que sintetizan la incompletitud

del lenguaje del siguiente modo:

Vivimos en un mundo de mentiras, de ficciones. Lacan dirá que todo

discurso es del semblante y tiene como función representar y

enmascarar la verdad de la que deriva. Por ello, el conocimiento es

imposible y sólo queda el saber que es un fantasma (p. 81).

Así, mediante la maravilla que es la sincronicidad, el resultado es justificación de

la resignificación del origen, como en la especie los registros lacanianos marcados

por el inconsciente estructurado en forma de lenguaje es el pretexto para mirar de

nuevo al giro del lenguaje y al construccionismo que les inherente, por tratarse de

algo que comunica a lo humano con lo social, a lo humano con el lenguaje y a lo

humano con el conocimiento, incluso a lo humano con lo humano mismo. La

limitación del lenguaje deja de manifiesto su naturaleza pero al mismo tiempo su

necesidad simbólica: “El semblante de la articulación discursiva inventa un mundo

que no es sino flor de retórica, juego mentiroso de metáforas y metonimias, de

procesos primarios y secundarios” (Braunstein, 1990, p.105).

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Si hay una marca indeleble del constructivismo del lenguaje es precisamente en la

explicación metapsicológica del sujeto ($). Ello es claro a partir de la siguiente cita

de Lacan (S XX, 1973), cuando nos dice:

¿Cómo volver, si no es por un discurso especial, a una

realidad prediscursiva? Es allí donde está el sueño, el sueño

fundador de toda linea de conocimiento. Pero allí también que

debe considerarse como mítico. No hay ninguna realidad

prediscursiva. Cada realidad se funda y se define por un

discurso (1973)

Esa precariedad del humano mismo, traslúcida en el lenguaje, es lo que nos lleva

a esa danza de metáforas y metonimias en un afán de comunicarnos y al mismo

tiempo de crear realidades, primero como personas constituidas por un

inconsciente que Freud clamó como indivual, pero que Carl Gustav Jung le

concede dimensiones colectivas, lo que necesariamente nos lleva a que ese

lenguaje es -entonces también- social…de acción social, con un sentido

subyacente, marcado por el fantasma del significante como traducción más visible

del deseo.

Así, ejemplos de la incompletitud del lenguaje y ambigüedad del mismo para

cumplir misiones que arbitrariamente se le han fijado en términos absolutos,

tenemos a la metáfora, que nos permite “comprender un aspecto de un concepto

en términos de otro… (y que) necesariamente ha de ocultar otros aspectos del


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concepto en cuestión” (Lakoff & Jhonson, 2009 p. 44) y a la metonimia, que “…

nos permite utilizar una entidad por otra” (ob cit. p. 74), pero que ello da cuenta de

que el lenguaje describe y construye en función a una intención que le otorga

direccionalidad conforme a lo que es significativo por y para el sujeto.

Toda este tendido teórico que precede, nos alcanza con suficiencia para entender

que la visión constructivista del lenguaje y el giro lingüistico en particular, no puede

-ni debe- ser entendido como una “tradición” académica que simplemente pasó y

que fue trascendida por aproximaciones del lenguaje más orientadas al

pragmatismo y al uso de las palabras, que a su significación en la realidad de la

persona o bien en la relación sujeto-objeto, pasando de largo por esas viscitudes

que indefectiblemente nos llevarían a un escenario más complejo que ese simple

uso de las palabras.

Sin embargo, el objeto de este trabajo es llamar nuestra atención acerca de la

ineludible necesidad de considerar al lenguaje bajo consideraciones desde luego

lingüisticas en su sentido más plano y respetuoso del término, pero que

necesariamente se vincula con la epistemología y la naturaleza psíquica del sujeto

que (aunque no se quiera voltear a ver) tiene -siempre- una relación magnética

con el objeto, bajo paramétros gnoseológicos inevitables, porque es precisamente

el ser simbólico- humano- quien accede al objeto, que termina por ser entendido

también de ese modo, y en el que el lenguaje, al estructurar al sujeto y modos en

que conoce y se relaciona con el mundo, no sólo puede entenderse bajo la

estrechez del instrumentalismo sino como como poderosa herramienta-estructura


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que le da sentido a nuestra existencia… de hecho, creo que, la justifica en los

términos que creemos entenderla.

A título de conclusiones, podríamos afirmar con mediana certeza, que el

estructuralismo y sus inserciones en el giro lingüistico del siglo XX necesariamente

nos remiten a un historicismo sincrónico y no necesariamente lineal, que nos

permite valorarlo más allá de una tradición dedicada al estudio del lenguaje. En

esa sincronicidad, vemos la fuerte influencia del romanticismo alemán capitaneado

por las nociones nietzcheanas, heidegerianas y hegelianas que impactaron en

múltiples disciplinas del mundo, entre ellas la epistemología y concretamente la

psicología en sus bordes y marginalidades, que fueron más allá de ella, dando

como resultado el psicoanálisis de Freud, cuya segunda tópica (1923-1925) da

cuenta de un inconsciente que permea a tres componentes del aparato psíquico

como son el Yo, el Super Yo y Ello, que años más tarde Jacques Lacan

resignificaría en tres registros a saber: El imaginario, el Simbólico y el de lo Real,

en donde se deja de manifesto -entre una tonelada de nociones- la esencial

característica simbólica del ser humano y el vínculo casi indisoluble entre el

lenguaje y el insconsciente, concebido éste con base a signos sasurianos que le

otorgan una estructura …de lenguaje. Así, filosofía, epistemología, psicología,

psicoanálisis, lingüística y weltanschauung se funden en el movimiento

estructuralista que más adelante Richard Rorty incorpora para su Giro Lingüístico

(1990) y que a la distancia propia de la academia pareciera una forma de

aproximarnos al lenguaje como descriptivo y constructor de mundos y realidades,

cuando más bien podría pensarse -también- que sigue vigente porque sus
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cimientos e implicaciones, -a juicio de quien aquí escribe- no han podido

superarse por tradiciones que vinieron después, por el simple hecho de que no

abordaron las profundidades de la relación sujeto-objeto, pues las evadieron para

enfocarse en el acotamiento de las palabras que son lenguaje y así nada más: sin

implicar la realidad interior del ser humano en esa estructuración en forma de

signos y lenguaje que lo hacen diferente a otros animales.

También en mi concepto, la característica simbólica de quien articula el habla y de

lo que el habla es, en sí, tampoco podría eludir o sustituir al estructuralismo y al

giro del lenguaje que, además de una propuesta, constituye una cosmovisión, una

auténtica weltanschauung.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Braunstein, Néstor A. (1990) El goce: un concepto lacaniano. Siglo XXI Editores, México (2009)

Freud, S. (1992). Obras Comnpletas. Sigmund Freud. Volumen 19 (1923-1925) El y el ello y otras
obras. Amorrortu editores, Buenos Aires.

Hegel, F. (1807). Fenomenología del espíritu. Fondo de Cultura Económica. México, (1971)

Lacan, J. (1953) Lo simbólico, lo imaginario y lo real. En: De los nombres del padre. Ed. Paidós.
Buenos Aires, 2007.

Lacan, J. (1973) Seminario XX, p. 33

Lakoff, G. & Johnson, Mark. (2009). Metdforas de la vida cotidiana. Madrid, Catedra / colección
teorema

Levi-Strauss, C. (1964). El pensamiento salvaje. México, D.F., Fondo de Cultura Económica.

De Saussure, F. (2008). Curso de lingüística general. Buenos Aires, Argentina. Losada

Rorty, R. (1990). El giro linguistico. Barcelona, Paidos Ibérica.

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