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«La Prueba del amor»

Texto: 1 Juan 2:7-11

1 Juan 2:7–11 – «Amados, no les escribo un mandamiento nuevo, sino un


mandamiento antiguo, que han tenido desde el principio. El mandamiento
antiguo es la palabra que han oído. Por otra parte, les escribo un mandamiento
nuevo, el cual es verdadero en El y en ustedes, porque las tinieblas van
pasando, y la Luz verdadera (Jesucristo) ya está alumbrando. El que dice que
está en la Luz y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. El que ama a su
hermano, permanece en la Luz y no hay causa de tropiezo en él. Pero el que
aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe adónde
va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.»
En la sección de 1 Juan 2:3-11 vemos pruebas que indican si la fe de un
profesante es verdadera o no.  La primera prueba es la prueba de la
obediencia (vv. 3-6).  Dicho de manera simple: “El cristiano verdadero obedece
la Palabra de Dios”.  La segunda prueba en nuestro texto de hoy es la prueba
del amor a los hermanos.  Ambas pruebas están diseñadas para examinar
nuestras propias vidas y determinar si realmente estamos en la luz de Cristo, si
verdaderamente somos hijos de Dios.   El propósito de Juan no es atemorizar a
los verdaderos creyentes, sino darles seguridad, certeza y fortaleza en la fe.

Amar a nuestros hermanos siguiendo el ejemplo de Cristo es un mandamiento


de Dios.  Pero no solo es un deber, sino parte de nuestra nueva naturaleza
porque el Señor Jesús vive ahora en nosotros.  El cristiano verdadero ama a
sus hermanos.  Al examinar nuestra vida, ¿cuál es el diagnóstico en cuanto a
la presencia y practica del amor fraternal?  Lo importante no es lo que
sintamos, sino el veredicto que Dios en su Palabra: ¿Qué dice en las Escrituras
al respecto de la condición espiritual de aquellos que aman a sus hermanos y
de aquellos que no los aman?

En este texto crucial, Juan presenta dos verdades esenciales acerca del
mandamiento de amarse unos a otros:

1. Amar a los hermanos es un mandamiento antiguo y nuevo (vv. 7-8)


1. En primer lugar, es parte esencial del evangelio eterno de Dios enseñado por
Jesucristo: por eso es antiguo (v. 7)
2. Pero no solo es antiguo, sino que también es nuevo porque es activo,
verdadero y triunfante en la vida de Cristo y de sus discípulos (v. 8)

2. Amar a los hermanos es una prueba de nuestra fe (vv. 9-11). En estos


versículos, Juan presenta a dos tipos de hombres:
1. El que no ama a su hermano (vv. 9, 11): Profesa ser cristiano, pero aborrece a
su hermano y por lo tanto todavía está en tinieblas.
2. El que ama a su hermano (v. 10): es un hombre que tiene comunión verdadera
con Dios y también con sus hermanos.

¡Estos son versículos desafiantes!  ¡No hay matices!  Juan habla de amor y de
odio, no de algún punto intermedio.  El amor cristiano es sacrificado, humilde,
no piensa en sí mismo, sino en los demás; al mismo tiempo no se goza de la
injusticia, sino de la verdad y por eso confronta el pecado, es firme.  Ese es el
amor de Cristo que debemos modelar y que es la marca de verdadero discípulo
del Señor.

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