Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Lección 17
Ramón Cortés Fernández, Sonia Lluesma Vila, Agustín Castillo Alallón, Paula Jiménez
Valero.
Comienza a abrirse paso una conciencia histórica a finales del siglo XVIII, se hace
presente la importancia de un saber como la historia. Los europeos (ilustrados) tenían
la clara conciencia que había un inmenso progreso por delante que acometer si las
sociedades se dejaban guiar por el conocimiento y el saber. En ese sentido, un ideal
del progreso no puede nacer más que en un tiempo que acepta la linealidad del propio
tiempo y admite que el futuro está abierto y podemos darle forma.
La ilustración transforma esa idea de providencia divina a una historia que hacemos
nosotros, los hombre y mujeres y por lo tanto puede ir hacia mejor, siempre que las
sociedades se dejen guiar por la razón.
La ilustración se opondrá a las ideas decadentistas de la historia, que lo bueno
siempre quedó atrás: “Cualquier tiempo pasado fue mejor”. La revolución francesa
supuso para la ilustración que las sociedades podían caminar por sí solas con valores
más libres en los gobiernos. Esta idea que los ilustrados promovieron en ensayos y
disertaciones sobre el ser humano y su progreso se profundizan y se visibilizan en el
siglo XIX. Los ilustrados de este siglo tienen un compromiso claro como Hegel y Marx.
La idea de que somos lo que somos como resultado de la histórica que nos ha hecho,
es decir, cobrar conciencia de la historicidad, está en conflicto con el positivismo.
En conclusión, la actitud positivista que entiende el conocimiento como algo que busca
lo universal y necesario frente a la actitud historicista en lo que respecta a los hombres
y mujeres a lo largo de la historia va concretando y transformándose como resultado
del devenir histórico. Esta actitud se confía en la naturaleza humana ilustrada y llevar a
cabo una ciencia de la naturaleza humana a lo largo de la historia que entra en
conflicto en el siglo XIX, porque los historiadores exponen que las cosas no vuelven a
pasar dos veces de la misma manera.
La conciencia histórica del siglo XIX comprende que si realmente lo que nos interesa
en la ciencia histórica es descubrir lo que somos los seres humanos, esa
reconstrucción nunca podrá ser cerrada.