Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En virtud de las precitadas normas, los MASC que existen tipificados en la actualidad son
tres, a saber: i). La conciliación; ii). El arbitraje y; iii). La amigable composición. La
importancia de cada uno de ellos radica en los requisitos que se deben cumplir a efectos de
acudir a los mismos y en los efectos que cada uno de ellos genera para sus partícipes. Ahora
bien, para efectos del presente escrito se analizará la conciliación y el arbitraje a partir de su
definición, características, efectos y particularidades.
Para resumir lo hasta aquí expuesto, es menester traer a colación lo preceptuado por la Corte
Constitucional, la cual señaló que la conciliación es “(...) un procedimiento por el cual un
número determinado de individuos, trabados entre sí por causa de una controversia jurídica,
se reúnen para componerla con la intervención de un tercero neutral - el conciliador ‑ quién,
además de proponer fórmulas de acuerdo, da fe de la decisión de arreglo e imparte su
aprobación. El convenio al que se llega como resultado del acuerdo es obligatorio y
definitivo para las partes que concilian” (sentencia C-222 de 2013, M.P. María Victoria
Calle).
En este orden de ideas, la obligatoriedad del acta de conciliación se explica a partir de los
efectos que ésta tiene, es decir, el tránsito a cosa juzgada y el mérito ejecutivo (Artículo 66 de
la Ley 446 de 1998). En otras palabras, el acuerdo conciliatorio es de carácter inmutable,
1
En adelante “MASC”.
Presentado por: Valentina Gómez Ocampo
vinculante y definitivo2 y lo que allí se plasme es ejecutable o exigible incluso por vía
judicial.
Por otra parte, es preciso resaltar que la legislación colombiana ha implementado dos tipos de
conciliación, la judicial y la extrajudicial, las cuales se diferencian a partir del momento en
que se llevan a cabo y del escenario que las antecede. En tal sentido, la conciliación judicial
se desarrolla en el marco de un proceso judicial y el tercero facilitador es el juez del mismo,
mientras que, la conciliación extrajudicial se realiza previo a involucrarse las partes en un
proceso judicial y el tercero facilitador ya no será el juez sino una persona avalada para tal
fin.
Por último, la Ley 640 de 2001 previó que la conciliación puede ser en derecho o en equidad
dependiendo ante quien se realiza, es decir, sí la misma se realiza a través de un centro de
conciliación o ante autoridades con funciones conciliatorias se considera que la misma es en
derecho, mientras que, sí aquella se realiza ante los conciliadores en equidad3 pues será en
equidad.
Por otro lado, el arbitraje se puede definir como aquel MASC a través del cual las partes
inmersas en un conflicto difieren a terceros denominados “árbitros” la solución del mismo a
efectos de relevar a la justicia ordinaria. A diferencia de lo que sucede en la conciliación, el
tercero denominado “árbitro” sí va a tomar decisiones, es decir, su labor no se va a limitar a
señalar fórmulas de arreglo sino a resolver de manera directa el conflicto mediante un laudo
que es vinculante para las partes.
Para que se pueda hacer uso de este mecanismo es indispensable la existencia de una cláusula
compromisoria o de un pacto arbitral. En torno a la primera, esto es la cláusula
compromisoria, es importante mencionar que aquella hace referencia a aquel acuerdo entre
las partes contenido en un contrato o en su adición, en el que se prevé que en el evento de que
se presenten diferencias, éstas serán sometidas a un tribunal de arbitramento y no a la justicia
ordinaria.
2
Sobre el particular es importante realizar una aclaración toda vez que, pese a que uno de los
efectos del acta de conciliación es su carácter definitivo, la Corte Constitucional ha señalado que
dicho carácter no es absoluto en razón que, contra las mismas procede la acción de tutela sí han
ocurrido vías de hecho (Sentencia C-1195 de 2001, M.P. Manuel José Cepeda y Marco Gerardo
Monroy).
3
La conciliación en equidad se puede definir como aquel “(...) modelo de administración de justicia
comunitaria que durante más de dos décadas ha permitido que las comunidades rurales y urbanas -a
través de una autoridad comunitaria reconocida y nombrada como conciliador/a en equidad-
gestionen sus conflictos con base en estructuras normativas locales” (Ministerio de Justicia, s.f., p. 1).
Presentado por: Valentina Gómez Ocampo
Ahora bien, en torno a sus características, la Corte Constitucional mediante sentencia C-538
de 2016 M.P. Luis Ernesto Vargas, dispusó que: “Las características esenciales del arbitraje,
(…) son la voluntariedad, la temporalidad, la excepcionalidad y su naturaleza procesal. (i)
La voluntariedad se basa en reconocer que la activación de la justicia arbitral en cada caso
concreto es una variable dependiente del acuerdo previo, libre y voluntario de las partes de
someter a los árbitros la solución del caso. (...) (ii) La temporalidad significa que la
actividad jurisdiccional encomendada a los árbitros es de carácter transitorio y está
circunscrita a la decisión del caso sometido por la partes a estos. Por ende, en modo alguno
desplaza de forma permanente la función estatal de adjudicación. (iii) La excepcionalidad
radica en el carácter limitado de los asuntos que pueden ser sometidos a la justicia arbitral”.
Respecto de sus efectos, es menester resaltar que el laudo arbitral goza de los mismos efectos
del acta de conciliación toda vez que hace tránsito a cosa juzgada y a mérito ejecutivo como
sí se tratase de una verdadera sentencia judicial, efectos que ya fueron previamente
explicados.
Finalmente, el artículo 116 de la Constitución Política plantea la posibilidad que tienen los
árbitros de fallar bien sea en derecho o en equidad. En este sentido, la regla general para que
los árbitros puedan fallar en equidad es que expresamente se les haya otorgado dicha facultad
en el correspondiente pacto arbitral o cláusula compromisoria, pues de lo contrario se
entiende que su facultad es fallar en derecho (Cardenas, 2003, p. 7 y 8). De igual manera, es
importante precisar que dicha regla general no es aplicable para los contratos estatales en
razón a que la Ley 80 de 1993 no autoriza el arbitraje en equidad sino que sólo prevé el
arbitraje en derecho y el arbitraje técnico.
Aunado a lo anterior, en concordancia con los artículos 115 y 122 del Decreto 1818 de 1998
cuando el arbitraje sea en derecho el árbitro obligatoriamente debe ser un abogado inscrito y
las partes deberán comparecer al proceso por medio de abogado inscrito salvo que se trate de
asuntos expresamente exceptuados por la ley. Por el contrario, cuando el arbitraje sea en
equidad no es necesario que los árbitros sean abogados así como tampoco es necesario que
las partes comparezcan mediante apoderado judicial.
A modo de conclusión es de relevancia acotar que tanto la conciliación como el arbitraje son
mecanismos que buscan un mismo objetivo general y es el no agotar las instancias
jurisdiccionales ordinarias. Sin embargo, la conciliación se caracteriza por ser un mecanismo
cuyo fundamento es el diálogo entre las partes y la no intromisión de un tercero a efectos de
Presentado por: Valentina Gómez Ocampo
adoptar una decisión, mientras que en el arbitraje el diálogo entre las partes pasa a un
segundo plano y quién será la figura central es el “árbitro” quién se encargará de dirimir el
conflicto de manera directa y atendiendo a las circunstancias fácticas y probatorias del caso,
salvo sí se trata del arbitraje en equidad.
Bibliografía: