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El dominio de las cosas § 66
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§ 67 Álvaro Zegarra Mulánovich
- 104 -
El dominio de las cosas § 68
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§ 68 Álvaro Zegarra Mulánovich
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El dominio de las cosas § 70
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§ 70 Álvaro Zegarra Mulánovich
frente a los demás. Los beneficios y cargas del bien se reparten entre
los titulares en proporción a sus cuotas, que se presumen iguales si
no se prueba lo contrario. En la copropiedad no se puede determinar
la parte material que a cada uno corresponde en el bien, pues enton-
ces serían propiedades distintas. Como la ley favorece la propiedad
individual, siempre se puede hacer la partición del bien (dividirlo en
tantas propiedades individuales como copropietarios hay) a pedido de
cualquier copropietario, o de sus acreedores. La disposición del bien
debe acordarse unánimemente entre los copropietarios, mientras que
para la mera administración basta la mayoría.
La medianería es un caso de copropiedad con indivisión forzosa.
Son bienes medianeros las paredes, cercos o zanjas comunes situa-
das entre dos predios para dividirlos. Tales elementos divisorios
se presumen comunes (y por tanto medianeros) salvo prueba en
contrario. La medianería es estable, a diferencia de la copropiedad
ordinaria.
En la propiedad horizontal un inmueble o conjunto de inmuebles per-
tenece a varios copropietarios, de forma tal que cada uno es propietario
exclusivo de ciertas partes del bien, o de ciertos bienes del conjunto,
pero otras partes pertenecen en común a todos (zonas comunes). Las
zonas de propiedad exclusiva pertenecen a sus dueños como propiedad
pura y simple, pero las cuotas ideales sobre las zonas comunes son
partes integrantes e inseparables de aquéllas. Hay, por tanto, indivisión
forzosa. Se someten a este régimen los edificios de departamentos u
oficinas y también las casas quinta.
Por la multipropiedad los titulares gozan de un derecho de copropie-
dad afectado al disfrute periódico y exclusivo de cada uno de ellos, no
por partes materiales, sino por periodos de tiempo. El modo concreto
de ejercer los derechos de exclusiva de cada copropietario se regula
en un contrato que deben acordar los titulares. El plazo máximo de la
multipropiedad es de treinta años, durante los cuales no procede la
partición. Luego la copropiedad se vuelve ordinaria, pudiendo reno-
varse la multipropiedad mediante un nuevo contrato.
La superficie permite poseer temporalmente un edificio sobre o bajo
la superficie de un predio en propiedad separada del suelo. El plazo
máximo del derecho de superficie es de noventainueve años. Al cabo
del plazo, el propietario del suelo adquiere lo construido, reembolsando
al superficiario su valor, salvo pacto distinto.
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El dominio de las cosas § 72
II. LA POSESIÓN
71. Nociones generales.
La posesión es el ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes
a la propiedad. Se reconoce por el comportamiento objetivo del sujeto
sobre la cosa: por el hecho o la posibilidad efectiva de contacto físico
con ella a voluntad, y por el hecho o la posibilidad efectiva de defen-
derla. Quien tenga un bien en esa forma es poseedor. En ello no entra
la intención, que es algo subjetivo. Al menos no el animus dominii, o
intención concreta de poseer como propietario, sino en todo caso el
animus possidendi, o intención abstracta que tiene todo poseedor, y
que se manifiesta por sí mismo en el modo de actuar sobre la cosa. De
este modo, todo el que ejerce poder sobre la cosa en nombre propio
es poseedor, independientemente de que reconozca o no a otro como
propietario.
Según esto no es poseedor quien conserva la posesión en nombre
de otro y en cumplimiento de órdenes e instrucciones suyas. Éste recibe
el nombre de servidor de la posesión, como el guardián de un predio, el
chofer o el depositario del bien. Sólo pueden actuar en defensa de la
posesión de su principal.
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§ 73 Álvaro Zegarra Mulánovich
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El dominio de las cosas § 75
75. Mejoras.
Las mejoras son las inversiones realizadas en el bien de modo
que, si las efectuó un poseedor inmediato o un poseedor ilegítimo,
generan para el poseedor mediato o el propietario la obligación de
reembolsarlas.
Las mejoras pueden ser necesarias, útiles, y de recreo. Son necesa-
rias las mejoras dirigidas a impedir la destrucción o deterioro del bien
(reforzar una pared ruinosa, reforzar los cimientos socavados por una
inundación o reparar las cañerías de un inmueble, por ejemplo). Son
útiles las que, sin ser necesarias, aumentan el valor y la renta del bien
(una nueva habitación, instalación de luz, etc.). Son de recreo las que,
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§ 76 Álvaro Zegarra Mulánovich
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El dominio de las cosas § 79
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§ 80 Álvaro Zegarra Mulánovich
80. Servidumbre.
La servidumbre es un gravamen sobre un predio, llamado por eso
sirviente, a favor de otro, llamado dominante. La peculiaridad de la ser-
vidumbre es que se atribuye a un titular (si no se atribuyese a alguien
no sería derecho) por mediación de dos predios, los cuales en cierto
sentido quedan relacionados entre sí. Es un derecho inseparable del
predio dominante y del sirviente, cualquiera sea su propietario.
La servidumbre es además perpetua, salvo disposición diferente;
e indivisible, de modo que cada poseedor del predio sirviente la debe
toda entera a cada poseedor del dominante. Si el predio dominante
se divide, la servidumbre subsiste a favor de los predios resultantes
que la necesiten. Los predios involucrados pueden ser del mismo o de
diferentes dueños, y no necesariamente tienen que ser contiguos.
Las servidumbres pueden ser:
1) Aparentes o no aparentes: según su uso deje una huella sensi-
ble en el predio sirviente (por ejemplo, la senda que deja marcada la
servidumbre de paso), o no (como la servidumbre de vista). Sólo las
servidumbres aparentes pueden adquirirse por prescripción, porque
sólo en ellas hay publicidad de la posesión.
2) Positivas o negativas: según permitan al poseedor del predio
dominante ejercer ciertos actos en el sirviente o impidan al dueño de
éste ciertas actividades en su propio predio.
3) Continuas o discontinuas, según se ejerzan continuamente, sin
necesidad de un hecho actual del hombre (acueducto, por ejemplo) o
no (la servidumbre de paso).
4) Legales o voluntarias, según su título sea la ley (como la servi-
dumbre de paso a favor de predios enclavados lejos de las vías públicas)
o un negocio jurídico. También habría que añadir que las servidumbres
aparentes se pueden adquirir por usucapión, según lo previsto para la
adquisición de inmuebles.
El propietario o poseedor del predio dominante no puede aumen-
tar el gravamen por hecho propio, ni el propietario del predio sirviente
puede dificultar el uso de la servidumbre unilateralmente.
La extinción de la servidumbre se produce por pacto expreso de
los propietarios y por el no uso durante cinco años. Las servidumbres
legales se extinguen además si dejan de ser necesarias, y las relativas
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El dominio de las cosas § 82
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§ 83 Álvaro Zegarra Mulánovich
83. Hipoteca.
La hipoteca es una garantía real que se constituye sólo sobre bienes
inmuebles. Por lo tanto, la hipoteca es accesoria, indivisible y especial,
pero inmobiliaria, a diferencia de la prenda.
Como la hipoteca se constituye por su inscripción en el Registro
Público, no es posible constituir derecho real de hipoteca sobre inmue-
bles no inscritos, aunque sí celebrar un contrato con el mismo contenido,
pero de eficacia meramente personal (en ese sentido, con poco valor
de garantía). De todos modos, el contrato de hipoteca (el título para la
constitución del derecho real) debe celebrarse en todos los casos por
Escritura Pública, bajo sanción de nulidad.
La hipoteca da al acreedor hipotecario el derecho de vender el
bien, generalmente sólo en vía judicial, si su crédito no es satisfecho a
su vencimiento. En la hipoteca está prohibido el pacto comisorio, que
es nulo.
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El dominio de las cosas
registro, sino por la entrega del bien al acreedor, pese a ser inmobiliaria,
la anticresis se parece más a la antigua prenda que a la hipoteca.
La retención es la garantía real más elemental, pues sólo confiere la
facultad de no devolver el bien de propiedad del deudor que se halle por
justa causa en posesión del acreedor, mientras el crédito que asegura no
sea cancelado o suficientemente garantizado de otra manera, y siempre que
haya conexión entre el bien que se retiene y el crédito. Por ejemplo, quien
recibe un bien para repararlo a título oneroso puede retenerlo mientras
no se le pague su retribución. La retención no da derecho de vender el
bien y hacerse cobro con el precio, para lo cual sería necesario iniciar una
cobranza judicial y embargar el bien retenido.
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