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MANEJO DEL DOLOR ABDOMINAL EN CANINOS

MVZ DIPL CERT José Ramón Fermín Contreras


Asesor técnico en animales de compañía PiSA Agropecuaria

El dolor abdominal en caninos es bastante frecuente,


generalmente derivado de algún proceso patológico que
involucre estructuras abdominales. Es un dolor de tipo
visceral, aquel que se presenta en estructuras o
parénquima interno, tanto de la cavidad torácica como
abdominal.

El dolor en animal al igual que en el ser humano, es una


sensación subjetiva, que cada individuo puede
experimentarla de manera diferente. Una definición del dolor muy aceptable es: una experiencia
única, altamente subjetiva, multidimensional, compuesta por dos fenómenos diferentes: una
parte sensitiva y otra afectiva o emocional.

Cualquiera que sea la definición que se le dé al dolor, es importante que siempre se tratar a todo
paciente que experimenta dolor. El dolor de tipo visceral representa un dolor difícil de entender y
manejar por el propio sistema nervioso central (SNC) del animal, hay que recordar que el SNC
tiene la capacidad de producir sustancias endógenas que regulan y controlan los procesos
dolorosos, sin embargo la baja cantidad de nociceptores encontrados en las estructuras y órganos
internos, deriva en una trasmisión de información poco clara para el cerebro, por ello, el dolor de
tipo visceral puede desencadenar otros tipos de dolor, como el dolor referido e irradiado; dolor
que pocas veces se puede considerar o tomar en cuenta en los animales, debido a la dificultad en
su evaluación, pero que sin duda alguna provocan un dolor difícil de soportar.

Las afeccionas gastrointestinales que se presentan comúnmente en caninos, son capaces de


producir en algún momento de la enfermedad dolor de tipo visceral “en cavidad abdominal”, que
puede ser agudo o crónico; entre las más comunes se encuentran la gastritis, enteritis infecciosas
o no infecciosas, gastroenteritis infecciosas, procesos inflamatorios intestinales crónicos,
inflamación del parénquima de ciertos órganos como se presenta en la hepatitis, colitis,
pancreatitis, entre otras. Normalmente el tratamientos para todas estas afecciones pocas veces
contempla el uso de analgésicos como parte fundamental del tratamiento (a excepción de la
pancreatitis), cuando debería de ser la terapia de soporte que se debe de instaurar lo antes
posible.

El dolor es capaz de producir alteraciones fisiológicas en el paciente tan graves, que pueden
complicar el cuadro de la enfermedad, e incluso es sabido que el proceso doloroso puede retrasar
los tiempos de recuperación en estos pacientes.
Un ejemplo muy claro de una afección abdominal en la que se instaura un tratamiento del dolor,
es en la pancreatitis, una afección aguda provocada por la inflamación del páncreas y el
tratamiento se basa en una terapia de soporte en el que el manejo analgésico es crucial y puede
marcar la diferencia entre la recuperación o la muerte del paciente. Sin embargo el tratamiento
no debería de ser diferente en un paciente que experimenta una gastroenteritis bacteriana o viral,
o en afecciones inflamatorias intestinales, incluso en pacientes que fueron sometidos a técnicas
quirúrgicas que involucraron la manipulación de tejido intraabdominal, en las que el tratamiento
del dolor pasa a ser segundo plano o en muchas ocasiones nunca es instaurado.

Tratamiento del dolor abdominal

El éxito en el manejo del dolor abdominal, no se basa en el uso de un solo fármaco, ya que se trata
de un dolor muy complejo, que requiere una terapia complementaria, lo que se conoce como
manejo multimodal o polimodal del dolor. En esta terapéutica, se contempla el uso de varios
grupos farmacológicos, unos con efecto exclusivamente analgésico o antiinflamatorio, y otros
coadyuvantes que regulan o modulan alguno de los procesos de la ruta nociceptiva, (ruta por la
cual se produce el dolor).

Los AINEs son los fármacos mayormente utilizados en el tratamiento del dolor abdominal, sobre
todo aquellos que producen analgesia visceral como lo son: Flunixin de Meglumina (Napzin®),
Dipirona, también conocido como Metamisol sódico (Alnex®) y Meloxicam (Melocaxyl®). Los
cuales actúan mediante la inhibición de ciclooxigenasa que evitan el metabolismo de
prostaglandinas, leucotrienos y tromboxanos; en el caso de dipirona la cual perteneciente al grupo
de las pirazolonas, también se le atribuyen sus efectos analgésicos viscerales, gracias a que
produce relajación y reducción de la actividad del músculo liso gastrointestinal.

Otro grupo de fármacos muy importante en el tratamiento del dolor de tipo visceral son los
opioides, sin duda alguna parte esencial y angular en la terapia del dolor abdominal, es importante
recordar que existen diferentes tipos de opioides, opioides agonistas putos, agonistas parciales,
agonistas/antagonistas y antagonistas, los cuales se elegirán de acuerdo al grado de dolor que
experimenta el paciente, ya que algunos de ellos tienen un efecto analgésico más potente que
otros. Además el uso de opioides también está ligado al tipo de tratamiento que esté recibiendo el
paciente, si es tratamiento intrahospitalario o ambulatorio, dentro de los fármacos opioides más
usados en medicina veterinaria de manera intrahospitalaria se encuentra la morfina y fentanilo, y
de manera ambulatoria buprenorfina.
Existe un opioide sintético ampliamente utilizado en los pacientes veterinarios, el cual puede ser
usado tanto en manejo intrahospitalario como de manera ambulatoria, tramadol (Pisadol®), es un
análogo sintético de la codeína con un efecto analgésico muy potente, y que hoy en día es el
analgésico tipo opioide de mayor uso en los pacientes veterinarios.

El mecanismo de acción de los opioides está relacionado con la capacidad de estimular ciertos
receptores ubicados en el cerebro y medula espinal, asimismo, este último tiene una acción dual y
basa parte de sus efectos analgésicos mediante la recaptación de noradrenalina y serotonina, lo
que impide la trasmisión de los impulsos dolorosos hacia la medula espinal.

Los anestésicos locales, son otro de los grupos farmacológicos que pueden ser empleados en el
manejo del dolo abdominal, este grupo basa su mecanismo de acción mediante el bloqueo de los
canales de Na+ centrales y periféricos, lo que bloquea la conducción de impulsos nerviosos
sensitivos del receptor nociceptivo hasta la corteza cerebral, esto cuando se aplica de manera
local. Existen técnicas de administración de anestésicos locales dentro de la cavidad abdominal, ya
sea por inyección directa o colocación de sondas fenestradas, lo que permite un manejo adecuado
del dolor abdominal, que puede tener una duración de 4 a 6 horas de acuerdo al fármaco
utilizado; los más frecuentes son lidocaína (Pisacaina® Vet) y bupivacaina.

La lidocaína es el único anestésico local, que puede ser aplicado de manera sistémica por vía
intravenosa, siempre mediante una técnica de infusión continua, esto obliga a que el manejo solo
puede realizarse de manera intrahospitalaria. El mecanismo de acción de lidocaína sistémica está
basado en la interacción con neuronas del hasta dorsal, con receptores muscarínicos,
dopaminérgicos y nicotínicos, sobre todo cuando se utilizan dosis bajas pero mantenidas.
Lidocaína también reduce la respuesta neural del dolor mediante el bloqueo e inhibición de la
conducción nerviosa en las fibras mielinizadas y no mielinizadas. En particular lidocaína ha
mostrado suprimir la sensibilidad a nivel de la médula espinal e inhibe las neuronas
visceromotoras, por lo cual es ideal para el manejo del dolor visceral.

Otro grupo que puede tener efectos de analgesia viscerales, son los agonistas α2 adrenérgicos, los
cuales tiene efectos como sedantes, tranquilizantes y relajantes musculares, sin embargo dentro
de sus atribuciones se encuentra la analgesia de tipo visceral, sobre todo en dosis bajas, ya que
tiene acción sobre receptores colinérgicos, serotoninérgicos, histamínicos y opiáceos.
Normalmente este tipo de fármacos se utilizaran dentro del manejo intrahospitalario, los más
comunes son Xilacina (Procin®) y dexmedetomidina la cual se utiliza en infusiones continuas.

El manejo del dolor abdominal en perros es una acción que debe de ser implementada como
prioritaria, en todos los pacientes que experimenten dolor visceral, es necesario que ese dolor sea
correctamente evaluado, de esta manera se podrá clasificar y la elección farmacológica será más
fácil. Todo paciente en el que se instaure una terapia analgésica, debe de recibir una
monitorización constante del dolor, con ello se garantizará la adición o el retiro de fármacos al
tratamiento actual del paciente.
Si por desconocimiento o poca habilidad para la detección del dolor, se toma la decisión de aplazar
o evitar una terapia analgésica, esta acción deberá replantearse, ya que siempre será preferible
iniciar un tratamiento analgésico en un paciente en el que se sospecha de dolor, aun y cuando no
se tenga la claridad de la gravedad del mismo.

DESCRIPCIÓN MEDICA/COMERCIAL DEL PRODUCTO.


Pisadol®, es un producto elaborado a base de clorhidrato de tramadol, un fármaco tipo opioide
análogo sintético de la codeína. El cual se indica en el tratamiento del dolor agudo y crónico, de
tipo somático y visceral, de intensidad ligera a moderada; incluso indicado como parte del
tratamiento complementario en el manejo del dolor neuropático. También es ampliamente
utilizado durante la premedicación anestésica para producir analgesia y reducir los requerimientos
de otros fármacos anestésicos.

Pisadol® cuenta con dos presentaciones comerciales, una en suspensión inyectable de 50 mg y


otra en solución oral de 100 mg, ambas pensadas y diseñadas para un control del dolor tanto
intrahospitalario como ambulatorio “en casa”. Su eficacia analgésica es compara con la analgesia
producida por los opioides puros como la morfina, en menor proporción. Pisadol® puede
administrarse por periodos prolongados sin tener efectos secundarios indeseados.

Las dosis recomendadas tanto en perros como gatos va desde los 2 a los 5 mg/kg cada 6, 8 o 12
horas, de acuerdo al grado y severidad del dolor. Se recomienda no superar los 10 mg/kg por
animal en 24 horas, por lo que si se utiliza el intervalo de cada 8 horas la dosis máxima permitida
será de 3 mg/kg y si se utiliza el intervalo de cada 6 horas la dosis máxima permitida será de 2.5
mg/kg.

Beneficios
• Dos presentaciones que garantizan una adecuada dosificación, oral e inyectable.
• Analgésico eficaz para el control del dolor moderado a severo en perros y gatos.
• Puede administrarse por tiempos prolongados, sin los riesgos adversos que provocan los
AINEs.
• Puede usarse en conjunto con antiinflamatorios no esteroides y/o protocolos anestésicos para
un manejo multimodal del dolor.

Presentaciones
Caja con frasco ámpula de 50 ml. Solución inyectable de 50 mg/ml.
Caja con frasco gotero de 10 ml. Suspensión oral de 100 mg/ml.

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