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CHISTES

Papá, ¿qué se siente tener un hijo tan guapo? - No sé hijo, pregúntale a tu abuelo...

Había una vez un hombre tan pequeño que se subió encima de una canica y dijo: - ¡El mundo es
mío!

La maestra:
- Jaimito, si en esta mano tengo 8 naranjas y en esta otra 6 naranjas ¿Qué tengo?
- Unas manos enormes, señorita.

Esto son dos mosquitos que van en una moto y el de atrás le dice al de delante:
- ¡Oye, para, que se me ha metido una mosca en el ojo...!

- ¿Sabes que mi hermano anda en bicicleta desde los cuatro años?


- Mmm, ya debe estar lejos.

- Luisito, ¿qué es la A?, pregunta la profesora


- Una vocal, profesora
- ¿Y la K?
- Una consonante que no se puede repetir

- Pedrito, ¿qué planeta va después de Marte?


- Miércoles

- ¿Cuál es el pez que huele mucho?


- El Peztoso!!!

- Profesora, ¿qué quiere decir 'why'?


- ¿Por qué?
- Por saberlo

Adivinanzas fáciles y divertidas para los más pequeños


de casa
1. Tengo agujas pero no sé coser, tengo números pero no sé leer, las horas te doy,
¿Sabes quién soy?
Respuesta: El reloj.
2. Blanca por dentro, verde por fuera. Si no sabes, espera. ¿Qué es?
Respuesta: La pera.
3. Antes huevecito, después capullito y más tarde volaré como un pajarito. ¿Sabes
quién soy?
Respuesta: La mariposa.
4. Soy bonito por delante y algo feo por detrás, me transformo a cada instante ya que
imito a los demás. ¿Sabes quién soy?
Respuesta: El espejo.
5. Oro parece, plata no es. Abran las cortinas y verán lo que es.
Respuesta: El plátano.
6. Sal al campo por las noches si me quieres conocer, soy señor de grandes ojos, cara
seria y gran saber. ¿Quién soy?
Respuesta: El búho.
7. Cabeza de hierro, cuerpo de madera, si te piso un dedo, ¡menudo grito pegas! ¿Qué
es?
Respuesta: El martillo.
5 fábulas con moraleja explicadas
Las fábulas con moraleja son relatos que enseñan valores por
medio de narraciones sencillas. Normalmente, estas narraciones
son protagonizadas por animales, cuyos comportamientos
representan las actitudes que debemos evitar o imitar. Hemos
elegido 10 fábulas cortas con moraleja, ideales para enseñar a los
niños (y recordar a los adultos), la importancia de ser gentiles,
honestos, trabajadores, astutos, pacientes y con dominio propio.
1. La zorra y la cigüeña

Cuenta la historia que una zorra invitó a una cigüeña a comer en su casa, pero cuando esta llegó,
se encontró con que la zorra había servido sopa en platos hondos. De ese modo, se aseguraba que
la cigüeña no pudiera comer.
La cigüeña se entristeció, pero no dijo nada. A la primera oportunidad, convidó a la zorra a su casa.
Esta vez, le sirvió jigote en un recipiente de cuello largo y estrecho, en el que la zorra no podía
meter su hocico. La zorra no pudo más que resignarse, mientras la cigüeña decía:
—Amiga, me hiciste pasar hambre deliberadamente cuando me invitaste a tu casa, y hoy has sido
tratada de la misma manera en que me trataste.
Moraleja
Trata a los demás como deseas que te traten a ti, y si no lo haces, luego no te quejes de las
consecuencias.
2. Tío tigre y Tío conejo
En una mañana cálida, Tío Conejo recolectaba zanahorias para preparar su comida preferida,
cuando escuchó por cerca de él un gran rugido que lo asustó. Era Tío Tigre, que estaba buscando
algo para cazar. Tío Tigre era un felino grande y fuerte, que atemorizaba a los animales pequeñitos
del monte, pero no al astuto Tío Conejo, conocido en todas partes por su ingenio.
Al ver a Tío Conejo, Tío Tigre exclamó:
—¡Te encontré, Tío Conejo! No podrás escapar de mí esta vez, y serás mi almuerzo del día.
Pero Tío Conejo no estaba dispuesto a dejarse comer, así que comenzó a pensar en una solución.
Miró alrededor y divisó en la cima de una colina unas grandes rocas, y tuvo una idea. Entonces, le
dijo a Tío Tigre:
—Yo soy una presa pequeña y con poca carne. ¿Para qué conformarte conmigo cuando puedes
obtener un banquete mayor y más suculento, siendo tú tan grande y fuerte? Verás, en la colina
hay un rebaño de vacas. Puedo subir hasta allá rápidamente y lanzarte una novilla para ti.
Tío Tigre alzó la mirada y, como la luz del sol le daba directo en los ojos, solo pudo divisar la
sombra de unos bultos a lo lejos. Confiado en las palabras de Tío Conejo, a quien tomaba por débil
y cobarde, aceptó la oferta.
Ni corto ni perezoso, Tío Conejo subió a la colina y arrastró una de las pesadas rocas hasta el borde
del precipicio, y desde allí gritó a Tío Tigre:
—¡Tío Tigre, abre los brazos para que agarres a la novilla!
Entonces el gran y feroz Tío Tigre abrió sus brazos, y la roca le cayó encima, dejándole un enorme
chichón en su cabezota que le impidió cazar por varios días. Y una vez mñas, a Tío Conejo lo salvó
su astucia y no la fuerza bruta.
Moraleja
Más vale la astucia que la fuerza.

3. El lobo con piel de oveja


Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió
entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la
puerta asegurada.
Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo
creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.
Moraleja
Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.
4. La zorra y el león
Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la
astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiéndo que estaba
enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba
inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes animales, cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se
presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le
iba con su salud.
- Mal -contestó el león, invitándole amablemente a entrar.
- Claro que hubiera entrado --le dijo la zorra-- si no viera que todas las huellas entran, pero no hay
ninguna que llegara a salir.
Moraleja
Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.
5. La rana y la gallina
Desde su charco, una parlera rana
oyó cacarear a una gallina.
«¡Vaya! -le dijo-; no creyera, hermana,
que fueras tan incómoda vecina.
Y con toda esa bulla, ¿qué hay de nuevo?»
«Nada, sino anunciar que pongo un huevo».
«¿Un huevo sólo? ¡Y alborotas tanto!»
«Un huevo sólo, sí, señora mía.
¿Te espantas de eso, cuando no me espanto
de oírte cómo graznas noche y día?
Yo, porque sirvo de algo, lo publico;
tú, que de nada sirves, calla el pico».
Moraleja
Al que hace hago se le puede perdonar que lo pregone; el que nada hace, debe callar.
6. El viejo, el niño y el burro

Un viejo y un niño viajaban de pueblo en pueblo en compañía de un burrito de carga. Cuando


pasaban por el primero de los pueblo, comenzaron a escucharse los rumores de las voces de la
gente que decían:
—¡Vaya par de tontos! Tienen un burro y andan a pie por el camino.
Al oírlos, el viejo se sintió mal, y decidió prestar atención a tales palabras. Entonces, subió al niño
al borrico y continuaron el trayecto.
Al llegar al siguiente pueblo, el niño llamó la atención de un campesino que los habitantes.
Señalando a los viajantes, un campesino comentó:
—¡Qué niño tan desconsiderado! Siendo joven y con energía, permite que el viejo camine y se
fatigue.
El viejo y el niño se quedaron pensando, así que decidieron cambiar de lugar. Mientras el niño
caminaba y el viejo iba montando el burro, llegaron al tercer pueblo. Allí, la gente empezó a
murmurar:
—¡Vaya viejo maltratador, perezoso y egoísta! Lleva al pobre niño caminando incansablemente
bajo el sol.
Entonces el viejo y el niño decidieron montar juntos al animal y así llegaron al cuarto pueblo.
Estando allí, un hombre se les acercó y les dijo:
—¿Es suyo ese burrito?
—Sí — respondió el viejo.
—Pues no parece, a juzgar por la forma en que lo sobrecargan y lo agotan. Deberían ser ustedes
quienes cargaran con la pobre criatura.
El viejo y el niño se sentaron a pensar y se les ocurrió atar las patas del burro, ensartar un palo
entre ellas y montarlo sobre sus hombros para llevar al burro.
La gente se quedó sorprendida al ver semejante tontería, así que siguieron al viejo y al niño.
Cuando llegaron al puente más cercano, las voces de la multitud comenzaron a molestar al burro
que, haciendo uso de su fuerza, luchó y luchó con las cuerdas hasta soltarse y, sin quererlo, cayó
por el puente abajo hasta caer en el río. El burro se sobrepuso, nadó, salió del río y huyó por los
caminos del campo.
Solo entonces el viejo entendió que, por querer dar gusto a todos, actuó sin sentido común y
perdió su bien más preciado.
Moraleja
Por más que intentes agradar a todos, nunca lo lograrás.

1. El callejón del beso


Cuenta la leyenda que Carmen era una joven hermosa y cariñosa que vivía con su intransigente
padre. Carlos era un apuesto galán humilde dedicado a cumplir con su trabajo.
Un día, por casualidad, Carmen y Carlos se conocieron y entre ellos surgió un lazo indestructible.
Desde entonces, el joven se situaba bajo el balcón de la casa de Carmen, quien le respondía
siempre con una sonrisa. Así pasaron semanas hasta que, más tarde, iniciaron una conversación.
Pasó el tiempo y los jóvenes planeaban un futuro juntos. Cuando menos lo esperaban, el padre de
la joven se enteró de sus encuentros. Entonces, amenazó a su hija con recluirse en un convento. A
pesar de esto, Carmen y Carlos decidieron continuar con la relación en secreto.
Carlos alquiló una habitación situada frente a la casa de su amada, donde podría hablar con ella de
balcón a balcón. Un día, el padre de la joven les pilló besándose desde el balcón y, lleno de furia,
clavó una daga a su hija y le quitó la vida. Desde entonces se conoce este lugar como Callejón del
Beso.
2. La Llorona
Dice la leyenda que hace muchos años aparecía en Xochimilco la figura de una mujer vestida de
blanco, la cual cruzaba las calles de la ciudad mientras lamentaba: ¡Ay, mis hijos!
Los habitantes de la ciudad decían que se trataba de una pobre mujer que había sufrido por un
hombre que la había abandonado. Entonces decidió ahogar a sus hijos en un río y, arrepentida,
intentó quitarse ella la vida. Pronto fue apodada como la Llorona.
Dicen que, a día de hoy, el espectro sigue apareciendo por las noches y recorre la ciudad con su
vestimenta blanca. Aún hoy se puede oír su desgarrador lamento.

3. Sac Nicté
Dice la leyenda qeu Sac-Nicté era una antigua princesa cuando Mayapán, Uxmal y Chichén Itzá
conviven como las grandes urbes de la cultura maya. Era una época en la que sus reyes habían
hecho un pacto de paz y no existían los ejércitos. Cuando Canek tuvo 3 veces 7 años se convirtió
en rey de Chichén Itzá y vió por primera vez a la princesa Sac Nicté teniendo ella apenas 3 veces 5
años. Desde ese momento, ambos supieron que sus vidas estarían destinadas a estar juntos por la
eternidad. En cambio, Sac-Nicté había sido destinada por su padre, rey de Mayapán, para ser
esposa de Ulil, un sub heredero del reino de Uxmal.
Faltando solo 37 días para la boda, un mensajero de Mayapán citó al príncipe Canek para invitarlo
a la boda, a lo que respondió que no faltaría. Esa misma noche un enano viejo visitó a Canek y le
susurró: “la flor blanca te espera entre las hojas verdes”, ¿vas a dejar que otro la arranque? Justo
después, el enano desapareció.
En Uxmal todo se preparaba para la boda, la ciudad entera había sido decorada para la gran
ocasión. Justo cuando Sac-Nicté estaba a punto de contraer matrimonio, Canek apareció con sus
guerreros y se llevó a la princesa frente a la mirada de todos, dejando al príncipe Ulil plantado.
Este hecho terminó con la paz y Uxmal y Mayapán se unieron en guerra en contra de Chichén Itzá.
Antes de que la guerra estallara, los habitantes del Chichén Itzá partieron una noche con la luz de
la luna para salvar su ciudad. Cuando llegaron los enemigos de Uxmal y Mayapán se encontraron
la ciudad de Chichén Itzá vacía, la cual decidieron incendiar. Desde entonces la ciudad quedó
abandonada hasta nuestros días.

CANTOS GUATEMALTECOS
1. LUNA DE MIEL EN RIO DULCE
EN GUATEMALA TIERRA LINDA TIERRA HERMOSA
ME ENAMORÉ
DE UNA MUCHACHA SUGESTIVA Y CAPRICHOSA
QUE VI PASAR

CON SUS OJAZOS CUAL LUCEROS ENCENDIDOS


ME CAUTIVÓ
Y CON UN BESO DE SU BOCA PRIMOROSA
ME FASCINÓ
POR NUESTRO AMOR
PERDIMOS LA RAZÓN
Y LUEGO NOS CASAMOS CON SINCERA DEVOCIÓN
Y AL DECIDIR NUESTRA LUNA DE MIEL
PENSAMOS QUE PASARLA EN RIO DULCE
ERA MEJOR

Y A RIO DULCE CON MI AMOR EN BARCA FUIMOS


SURCANDO EL MAR
Y EN ESE MÍSTICO RINCÓN SOLO TUVIMOS
FELICIDAD.

2. COBÁN
EN COBÁN YO DISFRUTÉ
DEL ENCANTO DE SU SUELO
LAS BELLEZAS QUE ADMIRÉ
MOTIVARON ESTA CANCIÓN.

EN COBÁN ME QUEDARÉ
DISFRUTANDO DEL PAISAJE
Y DEL CLIMA ENCANTADOR
DE COBÁN CIUDAD IMPERIAL.

//ADMIRANDO SU VERDOR
SE DIVISA EL ENCANTO DE LA ORQUÍDEA
MONJA BLANCA PRIMOROSA
QUE EN SU SUELO FLORECIÓ
QUE ES LA FLOR NACIONAL//

DONDE EL QUETZAL Y LA MONJA BLANCA


TIENEN SU NIDO ES EN COBÁN
BELLA TIERRA DONDE LA PAZ
Y EL AMOR EN PAREJA SIEMPRE VA

DONDE EL QUETZAL Y LA MONJA BLANCA


TIENEN SU NIDO ES EN COBÁN
Y YO CANTO ESTÁ EMOCIONADO ESTA CANCIÓN
QUE DEDICO CON AMOR Y ADMIRACIÓN
PARA COBÁN.

3. LUNA DE XELAJÚ

LUNA GARDENIA DE PLATA


QUE EN MI SERENATA TE VUELVES CANCIÓN
TÚ QUE VISTES CANTANDO
ME VES HOY LLORANDO MI DESILUSIÓN

CALLES BAÑADAS DE LUNA QUE FUERON LA CUNA


DE MI JUVENTUD
VENGO A CANTARLE A MI AMADA
A MI LUNA PLATEADA, LUNA DE MI XELAJÚ

LUNA DE XELAJÚ
QUE SUPISTE ALUMBRAR
EN MIS NOCHES DE PENA POR UNA MORENA
DE DULCE MIRAR

LUNA DE XELAJÚ
ME DISTE INSPIRACIÓN
LA CANCIÓN QUE TE CANTO
REGALA CON LLANTO DE MI CORAZÓN

EN MI VIDA NO HABRÁ
MAS CARIÑO QUE TU MI AMOR
PORQUE NO ERES INGRATA
MI LUNA DE PLATA
LUNA DE XELAJÚ
LUNA QUE ME ALUMBRÓ
EN MIS NOCHES DE AMOR
HOY CONSUELAS LA PENA
POR UNA MORENA QUE ME ABANDONÓ

LUNA QUE ME ALUMBRÓ EN MIS NOCHES DE AMOR


HOY CONSUELAS LA PENA
POR UNA MORENA QUE ME ABANDONÓ.

CANCIONES INFANTILES.
Estrellita donde estás
me pregunto qué serás,
en el cielo y en el mar
un diamante de verdad.
Estrellita dónde estás
me pregunto qué serás.
Cuando el sol se ha ido ya
cuando nada brilla más
tu nos nuestras tu brillar
brillas, brillas sin parar.
Estrellita dónde estás
me pregunto qué serás.
Estrellita dónde estás
me pregunto qué serás,
en el cielo y en el mar
un diamante de verdad.
Estrellita dónde estás
me pregunto qué serás.

1. Cucú, cantaba la rana


Cucú, cucú, cantaba la rana,
Cucú, cucú, debajo del agua.

Cucú, cucú, pasó un marinero


Cucú, cucú, llevando romero.

Cucú, cucú, pasó una criada


Cucú, cucú, llevando ensalada.

Cucú, cucú, pasó un caballero,


Cucú, cucú, con capa y sombrero.

Cucú, cucú, pasó una señora,


Cucú, cucú, llevando unas moras.
Cucú, cucú, le pedí un poquito,
Cucú, cucú, no me quiso dar,
Cucú, cucú, me puse a llorar.

2. Yo tenía 10 perritos
Yo tenía diez perritos,
yo tenía diez perritos.

Uno se perdió en la nieve.


Nada más me quedan nueve.

De los nueve que quedaban (bis)


uno se comió un bizcocho.
Nada más me quedan ocho.

De los ocho que quedaban (bis)


uno se subió a un cohete.
Nada más me quedan siete.

De los siete que quedaban (bis)


uno se tragó un ciempiés.
Nada más me quedan seis.

De los seis que quedaban (bis)


uno se mató de un brinco.
Nada más me quedan cinco.

De los cinco que quedaban (bis)


uno se perdió en un teatro.
Nada más me quedan cuatro.

De los cuatro que quedaban (bis)


uno se lo llevó Andrés.
Nada más me quedan tres.

De los tres que me quedaban (bis)


uno se murió de tos.
Nada más me quedan dos.

De los dos que me quedaban (bis)


uno se lo llevó Bruno.
Nada más me queda uno.

De ese uno que quedaba


Lo mató una bicicleta
y quedó el pobre aplastado debajo de la baqueta.

Aquí se acaba la historia


de los perros que perdí
y si usted no lo ha entendido
se la vuelvo a repetir.

3. La vaca lechera
Tengo una vaca lechera
No es una vaca cualquiera
Me da leche merengada
¡Ay que vaca tan salada!
Tolón tolón, tolón tolón.
Un cencerro le compraron
y a mi vaca le ha gustado
se pasea por el prado
mata mosca con su rabo
Tolón tolón, tolón tolón.

Que felices viviremos


Cuando vengas a mi lado
Con sus quesos, con tus besos,
Los tres juntos, ¡que ilusión!

Tengo una vaca lechera


No es una vaca cualquiera
Me da leche merengada
¡Ay que vaca tan salada!
Tolón tolón, tolón tolón.

4. Que llueva, que llueva


Que llueva, que llueva
La Virgen de la Cueva
Que llueva, que llueva
La Virgen de la Cueva
Los pajaritos cantan,
Las luna se levanta.

Que llueva, que llueva


La Virgen de la Cueva
Que llueva, que llueva
La Virgen de la Cueva
Los pajaritos cantan,
Las luna se levanta.

¡Que sí, que no,


que caiga un chaparrón!
¡Que sí, que no,
le canta el labrador! (bis)

5. La cucaracha
La cucaracha, la cucaracha
ya no puede caminar
porque no tiene, porque le faltan
las dos patitas de atrás.

Una vez la cucaracha


se metió en un hormiguero
y las picaras hormigas
las patitas le comieron.

Pobrecita cucaracha
anda renga y afligida
caminando a paso lento
escondiéndose de día.

La cucaracha, la cucaracha
ya no puede caminar
porque no tiene, porque le faltan
las dos patitas de atrás.
La señora cucaracha
se ha comprado una bombacha
toda llena de botones
y adornada con hilachas.

Que bombacha mamarracha


le dijeron los ratones
pero a doña cucaracha
no le importan opiniones.

La cucaracha, la cucaracha
ya no puede caminar
porque no tiene, porque le faltan
las dos patitas de atrás.

Cuentos infantiles
1. El niño y los clavos
Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día, su padre le dio una bolsa con clavos y le
dijo que cada vez que perdiera la calma, clavase un clavo en la cerca del patio de la casa. El
primer día, el niño clavó 37 clavos. Al día siguiente, menos, y así el resto de los días. Él
pequeño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter que
tener que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la
calma ni una sola vez y fue alegre a contárselo a su padre. ¡Había conseguido, finalmente,
controlar su mal temperamento! Su padre, muy contento y satisfecho, le sugirió entonces
que por cada día que controlase su carácter, sacase un clavo de la cerca. Los días pasaron y
cuando el niño terminó de sacar todos los clavos fue a decírselo a su padre.

Entonces el padre llevó a su hijo de la mano hasta la cerca y le dijo:

– “Has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en todos los
agujeros que quedaron. Jamás será la misma. Lo que quiero decir es que cuando dices o
haces cosas con mal genio, enfado y mal carácter dejas una cicatriz, como estos agujeros en
la cerca. Ya no importa que pidas perdón. La herida siempre estará allí. Y una herida física
es igual que una herida verbal. Los amigos, así como los padres y toda la familia, son
verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te
escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para
recibirte”.

Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el
niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se
ha acabado.

2. El papel y la tinta
Había una hoja de papel sobre una mesa, junto a otras hojas iguales a ella, cuando una
pluma, bañada en negrísima tinta, la manchó completa y la llenó de palabras.

– “¿No podrías haberme ahorrado esta humillación?”, dijo enojada la hoja de papel a la
tinta. “Tu negro infernal me ha arruinado para siempre”.

– “No te he ensuciado”, repuso la tinta. “Te he vestido de palabras. Desde ahora ya no eres
una hoja de papel sino un mensaje. Custodias el pensamiento del hombre. Te has
convertido en algo precioso”.

En ese momento, alguien que estaba ordenando el despacho, vio aquellas hojas esparcidas y
las juntó para arrojarlas al fuego. Sin embargo, reparó en la hoja “sucia” de tinta y la
devolvió a su lugar porque llevaba, bien visible, el mensaje de la palabra. Luego, arrojó el
resto al fuego.
3. Uga, la tortuga
¡Caramba, todo me sale mal!, se lamentaba constantemente Uga, la tortuga. Y no era para
menos: siempre llegaba tarde, era la última en terminar sus tareas, casi nunca ganaba
premios por su rapidez y, para colmo era una dormilona. ¡Esto tiene que cambiar!, se
propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco
esfuerzo. Y optó por no hacer nada, ni siquiera tareas tan sencillas como amontonar las
hojitas secas caídas de los árboles en otoño o quitar las piedrecitas del camino a la charca.

– “¿Para qué preocuparme en hacerlo si luego mis compañeros lo terminarán más rápido?
Mejor me dedico a jugar y a descansar”.

– “No es una gran idea”, dijo una hormiguita. “Lo que verdaderamente cuenta no es hacer
el trabajo en tiempo récord, lo importante es hacerlo lo mejor que sepas, pues siempre te
quedarás con la satisfacción de haberlo conseguido. No todos los trabajos necesitan de
obreros rápidos. Hay labores que requieren más tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas, nunca
sabrás lo que eres capaz de hacer y siempre te quedarás con la duda de qué hubiera
sucedido si lo hubieras intentado alguna vez. Es mejor intentarlo y no conseguirlo, que no
hacerlo y vivir siempre con la espina clavada. La constancia y la perseverancia son buenas
aliadas para conseguir lo que nos proponemos, por eso te aconsejo que lo intentes. Podrías
sorprenderte de lo que eres capaz”.

– “¡Hormiguita, tienes razón! Esas palabras son lo que necesitaba: alguien que me ayudara
a comprender el valor del esfuerzo, prometo que lo intentaré.»

Así, Uga, la tortuga, empezó a esforzarse en sus quehaceres. Se sentía feliz consigo misma
pues cada día lograba lo que se proponía, aunque fuera poco, ya que era consciente de que
había hecho todo lo posible por conseguirlo.

– “He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse metas grandes e imposibles,


sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a objetivos mayores”.

5 ejemplos de rima:
1. A LA UNA
rima tradicional
A la una, sale la Luna.
A las dos, suena el reloj.
A las tres, bajito es.
A las cuatro, doy un salto.
A las cinco, doy un brinco.
A la seis, no me ves.
A las siete, anda, vete.
A las ocho, ten bizcocho.
A las nueve, toma nieve.
Y a las diez, otra vez.
2. DOS Y DOS
canción tradicional
Dos y dos son cuatro
cuatro y dos son seis
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis.
3. CABALLITO BLANCO
canción tradicional
Caballito blanco,
llévame de aquí.
Llévame a mi pueblo
donde yo nací.
4. A LA RUEDA, RUEDA
rima tradicional
A la rueda, rueda,
de pan y canela,
vístete pronto
y ve a la escuela.
5. ¿QUÉ TE PASA?
rima tradicional
¿Qué te pasa, calabaza?
Nada, nada, limonada.
POEMAS
Volcán del agua
Sobre la gran muralla americana
altivo torreón, vecino al cielo,
su cúspide levanta soberana,
a do jamas osó llevar su vuelo
la reina de las aves atrevida
que en la cuna de Júpiter anida.
Gigante es Almolonga entre los montes,
fuerte, soberbio, grande entre los grandes
¡Cuál domina millares de horizontes!
¡Cómo huella la cumbre de los Andes!
¡Cómo mira a su falda avasalladas,
de cien montes las cimas encumbradas!
Cuando animado el pensador profundo
de la sublime inspiración divina
quiere ver a sus pies el ancho mundo
y al vértice elevado se encamina,
¡cómo va sus ideas ensalzando
al par que va subiendo y va mirando!
Allá en su patria misma el fiero rayo
oye bronco tronar bajo su planta:
y el sol que el monte hiere de soslayo
y la nube que lenta se levanta,
y su sombra contempla, que distinta
cual espectro en la atmósfera se pinta.
Verde, risueña, alegre, la campaña
que mil arroyos cruzan argentinos
divisa, y la ciudad y la cabaña,
y el cerro con sus bosques y sus pinos,
el lago de cristal, la fértil vega
y el río transparente que la riega.
Mira a un lado el Océano poderoso
cuyas ondas azules va lamiendo
la inmóvil planta al terrenal coloso.
Al Izalco, por otro mira ardiendo,
y allá en una comarca más distante
el Momotombo mira fulminante.
Y sin saciar su vista ni su mente
por estrecho sendero y escarpado
baja de la montaña lentamente
el sabio a sus ideas entregado;
tal virtud, tal poder, tal fuerza encierra
¡aquel gran monumento de la tierra!
Se vuelve y ve de la montaña erguida
en la cintura atlética azulada
cándida zona en derredor ceñida,
y la sublime cúpula adornada
de suspendida nubecilla leve
deshecha y pura y blanca como nieve.
Y el filósofo en éxtasis admira
las obras portentosas de natura
y quiere comprenderlas y suspira
al ver su presunción y su locura;
y su saber y su razón humilla
ante el autor de tanta maravilla.
Luego exclama el filósofo admirado:
Suicidio
Llegó en fin a este presido
inserta en El Semanario
(periódico literario)
la contienda del suicidio.
Para matar el fastidio,
por no decir otra cosa,
saco mi Musa quejosa
de vivir arrinconada,
cómo quién saca su espada
para ver si está roñosa.
A todos hablar prometo
sin ofender a ninguno,
que a todos, uno por uno,
los estimo y los respeto.
A decidir no me meto
quién es quién tiene razón;
sólo diré mi opinión
con modestia o sin modestia
que suele causar molestia
afectar moderación.
Muchos siglos van corridos
desde que hay suicidados
amantes menospreciados
y jugadores perdidos.
Tantos sabios distinguidos
han tratado del esplín
y del suicidio, que al fin
disputar está demás.
sobre si es nefas o fas
(que yo también sé Latín)
Tengo por mal argumento
para quitar la vida
el citar algún suicida
de valor o de talento.
Por uno se encuentra ciento
de la más ilustre fama
que terminaron su drama
enfermos, asesinados,
borrachos, apaleados
en la horca y en la cama.
Lector, si fuera a exponerte
tantos ejemplos diversos
llegaría haciendo versos
a la hora de mi muerte.
Citaré algunos y advierte
que no quiero fastidiarte;
va leyendo hasta cansarte,
y así que estés muy cansado
descansa, lector amado,
no vayas a suicidarte.
Cuento
Una vieja soltera se moría
y sin cesar pedía
al confesor que estába cerca de ella
la palma y la corona de doncella;
y su afán era tanto
que era capaz de impacientar a un santo,
aunque no lo mostrase el padre cura,
hombre muy ponderable de dulzura.
Una de tantas veces, sin embargo,
que estába repitiendole el encargo
nuestra virgen anciana
por centésima vez en la mañana,
aburrido el pastor de aquella tema
a la vieja le dijo con gran flema:
«Mire, Tía Pascuala, que la cosa
es algo peligrosa,
pues si su doncellez no es verdadera,
y la van a enterrar de ésta manera
cubierta con insignias virginales,
el menor de sus males
será ir al infierno en cuerpo y alma
tan sólo por la culpa de la palma;
mírese bien en ello, madre mía,
y no le salga cara su porfía.’
«El Señor, le responde, me és testigo
que no reza conmigo
éso que usted acaba de decirme.
¡Si por algo no temo yo el morirme…!
Ello…en fin…es del todo…indiferente,
Pero…mejor será…porque la gente
no vea…vanidad en mi persona,
que me entierren sin palma ni corona’.
Yo pienso en ti
Yo pienso en ti, tú vives en mi mente
sola, fija, sin tregua, a toda hora,
aunque tal vez el rostro indiferente
no deje reflejar sobre mi frente
la llama que en silencio me devora.
En mi lobrega y yerta fantasía
brilla tu imagen apacible y pura,
como el rayo de luz que el sol envía
a traves de una boveda sombria
al roto mármol de una sepultura.
Callado, inerte, en estupor profundo,
mi corazón se embarga y se enajena
y allá en su centro vibra moribundo
cuando entre el vano estrépito del mundo
la melodía de tu nombre suena.
Sin lucha, sin afán y sin lamento,
sin agitarme en ciego frenesí,
sin proferir un solo, un leve acento,
las largas horas de la noche cuento
¡y pienso en ti!
HISTORIAS.
Ejemplos de historias cortas
1. Los tres cerditos
En el bosque vivían tres cerditos que decidieron construir una casa cada uno, para
protegerse de un lobo que rondaba por allí. Uno de los cerditos hizo su casa de
paja; otro, de madera y otro, con ladrillos.
Un día el primer cerdito vio que se acercaba el lobo y entró corriendo en su casa
de paja. El lobo sopló, la derribó y el cerdito se fue corriendo a la casa de madera,
donde vivía su amigo.
El lobo fue hasta la casa de madera, pero esta vez sopló más fuerte y también la
derribó. Los dos cerditos salieron corriendo a la casa de ladrillos de su otro amigo.
El lobo también fue hasta la puerta de esta casa, pero cuando sopló, no la pudo
derribar. Los tres cerditos estaban muy contentos.
Este es un cuento popular que busca transmitir una moraleja: cuando una persona
se esfuerza mucho, obtiene mejores resultados.

1. El adivino
En una plaza pública había un señor que decía ser adivino y la gente le consultaba
sobre lo que ocurriría en el futuro. Pero un día un vecino del adivino se le acercó y
le dijo que unos ladrones habían entrado en su casa y que le habían robado todo.
El adivino, desesperado, salió corriendo, pero un hombre lo frenó y le preguntó: “Si
eres adivino, ¿cómo no sabías que te iban a robar?”. El adivino no supo qué
contestarle.
Esta es una fábula de Esopo, un griego que vivió entre 600 a. C. y 564 a. C., y, por
lo tanto, contiene una moraleja: nadie puede realmente conocer el futuro.

1. Pedro y el lobo
Pedro era un pastor que siempre llevaba sus ovejas al campo. Un día, estaba muy
aburrido y decidió hacer una broma: empezó a gritar que venía un lobo pero, en
verdad, no había ninguno.
La gente de la aldea salió corriendo a ayudar a Pedro, pero cuando llegaron solo
vieron a Pedro riéndose a los gritos. Los aldeanos le dijeron que no podía mentir
con ese tipo de cosas y que no era bueno hacer ese tipo de bromas.
Al otro día, Pedro repitió la broma y los aldeanos volvieron a retarlo. Pasaron los
días y Pedro seguía llevando sus ovejas a pastar. Un día estaba en el campo y vio
que se acercaba un lobo, entonces, Pedro comenzó a gritar pidiendo ayuda.
Esta vez, los aldeanos no le creyeron. Entonces, el lobo atacó a algunas de sus
ovejas y Pedro salió corriendo. Desde ese día, Pedro no volvió a decir mentiras.
Esta fábula se le atribuye a Esopo, pero no se sabe con certeza si él es el autor.
Como todas las fábulas, busca transmitir una moraleja: no está bien mentirle y
burlar a la gente.

1. La gallina de los huevos de oro


En una granja vivía una pareja que tenía varias gallinas. Un día la mujer entró al
gallinero y vio que una gallina no había puesto un huevo común, sino que había
puesto un huevo de oro.
Los días pasaban y la gallina ponía un huevo de oro por día. El hombre decidió
que tenían que matar y abrir la gallina, porque creía que adentro tenía oro. La
mujer accedió.
Pero cuando la abrieron, se dieron cuenta de que era una gallina como cualquier
otra.
Esta fábula también contiene una moraleja: no hay que ser ambicioso.

1. El viejo, el niño y el burro


Un día un niño y su abuelo salieron de paseo por el monte y llevaron un burro. El
niño iba montando el burro y el abuelo iba caminando. Cuando llegaron a un
pueblo, los habitantes del lugar comenzaron a criticarlos, porque no podían creer
que el niño fuera encima del burro y el anciano tuviera que ir caminando.
Entonces, el niño y el abuelo decidieron que el anciano iría montando el burro.
Llegaron a otro pueblo y los habitantes de este lugar comenzaron a criticarlos,
porque no podían creer que el niño tuviera que caminar tanto. Entonces,
decidieron que los dos irían montando el burro.
Pero llegaron a otro pueblo y los habitantes de este lugar comenzaron a criticarlos,
porque creían que el animal estaba llevando demasiado peso. Entonces, el niño y
el abuelo decidieron que los dos irían caminando.
Finalmente, llegaron a otro pueblo, y los habitantes del lugar se rieron de ellos
porque ninguno iba montando el burro.
Este cuento tradicional tiene una moraleja: no hay que escuchar las críticas y las
burlas de los demás

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