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Uga la tortuga
- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta constantemente Uga, la tortuga.
Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi
nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
- ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del
bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como
amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino
hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis
compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el
trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes,
pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y
esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te
quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos;
por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien
que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo
misma pues cada día
conseguía lo poquito
que se proponía
porque era consciente
de que había hecho
todo lo posible por
lograrlo.
- He encontrado mi
felicidad: lo que
importa no es
marcarse grandes e
imposibles metas,
sino acabar todas las
pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN
El gigante bonachón
Sofía era una niña de apenas 9 años, llena de curiosidad pero muy tímida. Como no tenía
padres, vivía junto a otras niñas en un orfanato de Inglaterra. Le gustaba estar sola y no
tenía muchos amigos. Un día, o mejor dicho, una noche, algo le llamó la atención. Esa
noche Sofía no podía dormir, y se asomó a la ventana. Entonces le vio: era grande, muy
grande... era un ¡gigante!
Al principio Sofía tuvo miedo. Pensó que el gigante le haría daño. Pero el gigante le trató
desde el principio con dulzura. Resultó ser un gigante bonachón.
El gigante le llevó hasta el mundo en donde vivía. Le enseñó todos los secretos sobre
su país y su gente. Por ejemplo, le contó por qué los gigantes tienen esas orejas tan
grandes... ¿Quieres saberlo? Chsss.... pero es un secreto: Los gigantes pueden oír
gracias a sus enormes orejas... ¡todos los secretos de las personas! Sí, los gigantes oyen
sonidos que nadie puede escuchar. Escuchan los pensamientos y son capaces de oír a
los corazones hablar.
Los gigantes son capaces de volar, siempre que se toman Gasipum, una bebida
especial. Además, corren muy deprisa, gracias a sus larguísimas piernas.
El gigante bonachón no lee cuentos, sino sueños. Sus libros están escritos con sueños
que consiguen cazar al vuelo. Gracias a los sueños que lee el gigante Bonachón, Sofía
duerme tranquila y sin pesadillas, y por muy tontos que parezcan esos sueños, siempre
funcionan. De hecho, el gigante Bonachón narra los sueños sobre los libros, unos libros
mágicos. Cuando empieza a contarlos, ya no pueden parar.
Pero no penséis que todos los gigantes son así de buenos. En el país de los gigantes,
también hay malos. De hecho, uno de ellos quería hacer daño a Sofía y a todos los
niños del planeta. El gigante bonachón decidió hacerles frente, con ayuda de Sofía y de la
mismísima reina de Inglaterra. Todos juntos (incluidos los sueños atrapados por el gigante
bonachón) pudieron parar a los gigantes malos.
Desde entonces, y par
evitar nuevos
problemas, los
gigantes decidieron
esconderse en su
mundo. Pero yo sé
una cosa que muchos
no saben: de vez en
cuando, dejan entrar a
algún niño, para
contarles todos sus
secretos. Que
además, son muchos.
POEMAS
Los ratones
Juntáronse los ratones
para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?
El dentista en la selva
Por la mañana
El dentista de la selva
Trabajó intensamente
Con un feroche cliente.
Era el rey de la jungla,
Era un león imponente,
Con colmillos careados
Y que le faltaba un diente.
Por la tarde
Y dijo el doctor dentista
A su enfermera reciente:
-pon el cartel en la choza,
no recibo más pacientes,
ha venido un cocodrilo
que tiene más de cien dientes.
Abril
El chamariz en el chopo.
Una vez que llegan a la otra orilla, ambos animales se separan y el camello va a
comer a un campo de cebada, mientras que el zorro va a comer insectos. Pero el
zorro termina de comer antes, y satisfecho por sentirse saciado, empieza a cantar
a viva voz. Estos gritos llaman la atención de los campesinos que cuidan el campo
de cebada, los cuales van a examinar la zona y se encuentran al camello.
Cuando el zorro va en busca de su amigo, se lo encuentra tendido en el suelo,
dolorida por la paliza que le acaban de dar los campesinos. "¿Por qué has hecho
tanto ruido?", pregunta el camello. El zorro le responde que tiene la costumbre de
cantar tras comer insectos. "Ya veo. Pues si eso es todo, volvamos". Al cruzar el
río de vuelta, el camello empieza a bailar con medio cuerpo sumergido en el agua.
"¿Qué haces? ¡No
sé nadar!" dice el
zorro, aterrado. "Es
que tengo la
costumbre de bailar
tras comer cebada",
responde el
camello, mientras el
zorro cae al agua y
es arrastrado por la
corriente.
El hilo rojo
Cuenta una leyenda corta proveniente de China que hace muchos años, un
emperador pidió que fuese a su palacio una reputada bruja para que, mediante
sus poderes mágicos, le mostrase con qué mujer se debía casar. La bruja, gracias
a sus cualidades, era capaz de ver un larguísimo hilo rojo atado al meñique
del emperador, y cuyo otro extremo debería estar el meñique de aquella persona
predestinada a ser la futura esposa.
Así, la bruja y el emperador empezaron a rastrear el origen del hilo, hasta que
después de viajar durante varias semanas vieron que este llevaba a una
campesina pobre vestida con harapos y a cuyos brazos llevaba un bebé cubierto
de suciedad. Airado al verse a sí mismo víctima de una broma, el emperador
empujó a la campesina, cayéndole el bebé al suelo y dejando una herida en la
cabeza de este, y se volvió
a palacio tras ordenar el
arresto de la bruja.
Muchos años después, tras
ser aconsejado por el
consejo de sabios, el
emperador decidió casarse
con la hija de un
terrateniente del lugar; al
iniciarse la ceremonia de
boda y levantar el velo que
cubría el rostro de su futura
esposa, vio en su frente
una cicatriz que le
resultaba familiar.
El hombre lobo
El hombre lobo es probablemente una de las leyendas que más ha inspirado
cuentos y películas en Europa. Cuentan que a finales del siglo XIX, un hombre con
licantropía asesinó a 17 personas. La explicación que él mismo dio es que por las
noches, se transformaba inevitablemente en un lobo cuya necesidad insaciable
era asesinar. En otra versión, de origen guaraní, existe un humano de aspecto
desgarbado y olor desagradable que se transforma en lobo durante las noches de
luna llena, y se dedica a atacar granjas y buscar carroña.
CHISTES
TRABALENGUAS
2. Hipo, hipo
si no te vas te destripo.
3. El cielo es de cielo,
la nube es de tiza.
La cara del sapo
me da mucha risa.
La luna es de queso
y el sol es de sol.
La cara del sapo
me da mucha tos.
ADIVINANZAS
Es un gran señorón,
tiene verde sombrero
y pantalón marrón.
Respuesta Árbol
Con la tomate y con lechuga, que rica ensalada; puedo ser algo picante y a
muchos hago llorar.
Respuesta cebolla
Parecen las persianas de una ventana.
Respuesta Parpados
Canciones
1. Todos los patitos
Pulgar, pulgar,
se llama éste,
éste se llama índice
y sirve para señalar,
éste se llama corazón
y aquí se pone el dedal,
aquí se pone el anillo
y se llama anular
y este tan chiquitín
¡meñique, meñique!.
3 Que llueva
Que llueva, que llueva,
la vieja de la cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan,
¡Qué si!
¡qué no!
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales de la estación.
Que siga lloviendo
los pájaros corriendo
florezca la pradera
al sol de primavera
¡Qué si!
¡qué no!
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales de la estación.
FABULAS