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CUENTOS

EL CABALLO Y EL ASNO (VALORES)


Un hombre tenía un caballo y un asno. Un
día que ambos iban camino a la ciudad, el
asno, sintiéndose cansado, le dijo al
caballo:
– Toma una parte de mi carga si te interesa
mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada
y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió
allí mismo.
Entonces el dueño echó toda la carga
encima del caballo, incluso la piel del asno.
Y el caballo, suspirando dijo:
– ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber
querido cargar con un ligero fardo ahora
tengo que cargar con todo, y hasta con la
piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para
ayudar a tu prójimo que honestamente te lo
pide, sin que lo notes en ese momento, en
realidad te estás perjudicando a ti mismo.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los
demás padres, estaremos encantados de recibirla.
FIN.

SARA Y LUCIA (SINCERIDAD)


Érase una vez dos niñas muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se conocían desde
que eran muy pequeñas y compartían siempre todo la una con la otra.
Un día Sara y Lucía salieron de compras. Sara se probó una camiseta y le pidió a
su amiga Lucía su opinión. Lucía, sin dudarlos dos veces, le dijo que no le gustaba
cómo le quedaba y le aconsejó
buscar otro modelo.
Entonces Sara se sintió ofendida y se
marchó llorando de la tienda, dejando
allí a su amiga. Lucía se quedó muy
triste y apenada por la reacción de su
amiga. No entendía su enfado ya que
ella sólo le había dicho la verdad.
Al llegar a casa, Sara le contó a su
madre lo sucedido y su madre le hizo
ver que su amiga sólo había sido
sincera con ella y no tenía que
molestarse por ello.
Sara reflexionó y se dio cuenta de
que su madre tenía razón.
Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que la perdonó de
inmediato con una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en
la sinceridad.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará
sentado.
FIN

SANTILIN (AMOR A LA NATURALEZA)


Santilin es un osito muy inteligente, bueno y respetuoso. Todos lo quieren mucho,
y sus amiguitos disfrutan jugando con él porque es muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito. Después de la
merienda se reúnen y emprenden una larga caminata charlando y saludando a las
mariposas que revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia
trata de enseñarles que pueden entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el
césped, sin destruir lo hermoso que la naturaleza nos regala.
 Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida
y enseguida invitó a jugar al puerco espín más pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando, advierte:
– Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
El puerco espín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron
afligidos, menos Santilin, que
estaba seguro de encontrar una
solución.
Pensó y pensó, hasta que,
risueño, dijo:
– Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de
su papá y llamó al puerco espín.
Le colocaron la gorra sobre el
lomo y, de esta forma tan
sencilla, taparon las púas para
que no los pinchara y así
pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que,
tomados de las manos,
formaron una gran ronda y
cantaron felices.
FIN

Uga la tortuga
- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta constantemente Uga, la tortuga.
Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi
nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
- ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del
bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como
amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino
hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis
compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el
trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes,
pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y
esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te
quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos;
por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien
que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo
misma pues cada día
conseguía lo poquito
que se proponía
porque era consciente
de que había hecho
todo lo posible por
lograrlo.
- He encontrado mi
felicidad: lo que
importa no es
marcarse grandes e
imposibles metas,
sino acabar todas las
pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN

El gigante bonachón
Sofía era una niña de apenas 9 años, llena de curiosidad pero muy tímida. Como no tenía
padres, vivía junto a otras niñas en un orfanato de Inglaterra. Le gustaba estar sola y no
tenía muchos amigos. Un día, o mejor dicho, una noche, algo le llamó la atención. Esa
noche Sofía no podía dormir, y se asomó a la ventana. Entonces le vio: era grande, muy
grande... era un ¡gigante!
Al principio Sofía tuvo miedo. Pensó que el gigante le haría daño. Pero el gigante le trató
desde el principio con dulzura. Resultó ser un gigante bonachón.
El gigante le llevó hasta el mundo en donde vivía. Le enseñó todos los secretos sobre
su país y su gente. Por ejemplo, le contó por qué los gigantes tienen esas orejas tan
grandes... ¿Quieres saberlo? Chsss.... pero es un secreto: Los gigantes pueden oír
gracias a sus enormes orejas... ¡todos los secretos de las personas! Sí, los gigantes oyen
sonidos que nadie puede escuchar. Escuchan los pensamientos y son capaces de oír a
los corazones hablar.
Los gigantes son capaces de volar, siempre que se toman Gasipum, una bebida
especial. Además, corren muy deprisa, gracias a sus larguísimas piernas.
El gigante bonachón no lee cuentos, sino sueños. Sus libros están escritos con sueños
que consiguen cazar al vuelo. Gracias a los sueños que lee el gigante Bonachón, Sofía
duerme tranquila y sin pesadillas, y por muy tontos que parezcan esos sueños, siempre
funcionan. De hecho, el gigante Bonachón narra los sueños sobre los libros, unos libros
mágicos. Cuando empieza a contarlos, ya no pueden parar.
Pero no penséis que todos los gigantes son así de buenos. En el país de los gigantes,
también hay malos. De hecho, uno de ellos quería hacer daño a Sofía y a todos los
niños del planeta. El gigante bonachón decidió hacerles frente, con ayuda de Sofía y de la
mismísima reina de Inglaterra. Todos juntos (incluidos los sueños atrapados por el gigante
bonachón) pudieron parar a los gigantes malos.
Desde entonces, y par
evitar nuevos
problemas, los
gigantes decidieron
esconderse en su
mundo. Pero yo sé
una cosa que muchos
no saben: de vez en
cuando, dejan entrar a
algún niño, para
contarles todos sus
secretos. Que
además, son muchos.

POEMAS

Los ratones
Juntáronse los ratones
para librarse del gato;
y después de largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel,
que andando el gato con él,
librarse mejor podrían.
 
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
 
¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?

El dentista en la selva
Por la mañana
El dentista de la selva
Trabajó intensamente
Con un feroche cliente.
Era el rey de la jungla,
Era un león imponente,
Con colmillos careados
Y que le faltaba un diente.

Por la tarde
Y dijo el doctor dentista
A su enfermera reciente:
-pon el cartel en la choza,
no recibo más pacientes,
ha venido un cocodrilo
que tiene más de cien dientes.

Abril

El chamariz en el chopo.

-¿Y qué más?


 
El chopo en el cielo azul.
- ¿Y qué más?
 
El cielo azul en el agua.
- ¿Y qué más?
 
El agua en la hojita nueva.
- ¿Y qué más?
 
La hojita nueva en la rosa.
- ¿Y qué más?
 
La rosa en mi corazón.
- ¿Y qué más? 
¡Mi corazón en el tuyo!
LEYENDAS
El Zorro y el camello
En esta leyenda corta proveniente de África, un zorro y un camello se hacen
amigos y deciden cruzar un río para comer los alimentos disponibles en la otra
orilla. Para ello, el zorro se sube a la espalda del camello, y este cruza
aprovechando su peso para resistir la corriente.

Una vez que llegan a la otra orilla, ambos animales se separan y el camello va a
comer a un campo de cebada, mientras que el zorro va a comer insectos. Pero el
zorro termina de comer antes, y satisfecho por sentirse saciado, empieza a cantar
a viva voz. Estos gritos llaman la atención de los campesinos que cuidan el campo
de cebada, los cuales van a examinar la zona y se encuentran al camello.
Cuando el zorro va en busca de su amigo, se lo encuentra tendido en el suelo,
dolorida por la paliza que le acaban de dar los campesinos. "¿Por qué has hecho
tanto ruido?", pregunta el camello. El zorro le responde que tiene la costumbre de
cantar tras comer insectos. "Ya veo. Pues si eso es todo, volvamos". Al cruzar el
río de vuelta, el camello empieza a bailar con medio cuerpo sumergido en el agua.
"¿Qué haces? ¡No
sé nadar!" dice el
zorro, aterrado. "Es
que tengo la
costumbre de bailar
tras comer cebada",
responde el
camello, mientras el
zorro cae al agua y
es arrastrado por la
corriente.

El hilo rojo
Cuenta una leyenda corta proveniente de China que hace muchos años, un
emperador pidió que fuese a su palacio una reputada bruja para que, mediante
sus poderes mágicos, le mostrase con qué mujer se debía casar. La bruja, gracias
a sus cualidades, era capaz de ver un larguísimo hilo rojo atado al meñique
del emperador, y cuyo otro extremo debería estar el meñique de aquella persona
predestinada a ser la futura esposa.
Así, la bruja y el emperador empezaron a rastrear el origen del hilo, hasta que
después de viajar durante varias semanas vieron que este llevaba a una
campesina pobre vestida con harapos y a cuyos brazos llevaba un bebé cubierto
de suciedad. Airado al verse a sí mismo víctima de una broma, el emperador
empujó a la campesina, cayéndole el bebé al suelo y dejando una herida en la
cabeza de este, y se volvió
a palacio tras ordenar el
arresto de la bruja.
Muchos años después, tras
ser aconsejado por el
consejo de sabios, el
emperador decidió casarse
con la hija de un
terrateniente del lugar; al
iniciarse la ceremonia de
boda y levantar el velo que
cubría el rostro de su futura
esposa, vio en su frente
una cicatriz que le
resultaba familiar.

El hombre lobo
El hombre lobo es probablemente una de las leyendas que más ha inspirado
cuentos y películas en Europa. Cuentan que a finales del siglo XIX, un hombre con
licantropía asesinó a 17 personas. La explicación que él mismo dio es que por las
noches, se transformaba inevitablemente en un lobo cuya necesidad insaciable
era asesinar. En otra versión, de origen guaraní, existe un humano de aspecto
desgarbado y olor desagradable que se transforma en lobo durante las noches de
luna llena, y se dedica a atacar granjas y buscar carroña.
CHISTES

Dos presos en la cárcel y uno le dice


al otro: - Oye, ¿y tú porqué estás
aquí? - Pues por lo mismo que tú.
¡¡¡Porque no me dejan salir!!!

Estaban dos tomates en una


nevera y uno de ellos dice: -
¡Ay! ¡¡Tengo mucho frío!! Y el
otro dice: ¡¡Leches!! ¡¡Un
tomate que habla!!
Había una vez un hombre tan pequeño que se
subió encima de una canica y dijo: ¡El mundo es
mío!

TRABALENGUAS

1. Si Sansón no sazona su salsa con


sal, le sale sosa;
le sale sosa su salsa a Sansón si la
sazona sin sal.
2. Te quiero porque me quieres,
¿quieres que te quiera más?
te quiero más que me quieres,
¿qué más quieres que te quiera?

3. Buscaba en el bosque Francisco


a un vasco bizco tan brusco,
que al verlo le dijo un chusco: –
¡qué vasco bizco tan brusco!
COPLAS
1. Naranja dulce,
Limón partido
Dame un abrazo
Que yo te pido.

2. Hipo, hipo
si no te vas te destripo.

3. El cielo es de cielo,
la nube es de tiza.
La cara del sapo
me da mucha risa.
La luna es de queso
y el sol es de sol.
La cara del sapo
me da mucha tos.
ADIVINANZAS

Es un gran señorón,
tiene verde sombrero
y pantalón marrón.

Respuesta Árbol

Con la tomate y con lechuga, que rica ensalada; puedo ser algo picante y a
muchos hago llorar.

Respuesta cebolla
Parecen las persianas de una ventana.

Respuesta Parpados

Canciones
1. Todos los patitos

Todos los patitos


se fueron a nadar
y el más pequeñito
se quiso quedar
su mamá enfadada
le quiso regañar
y el pobre patito
se puso a llorar 
Los patitos en el agua
meneaban la colita
y decían uno al otro
ay! que agua tan fresquita.

Los patitos en el agua


meneaban la colita
y decían uno al otro
ay! que agua tan fresquita.
2 Letra de la canción Cinco lobitos
Cinco lobitos
tiene la loba,
cinco lobitos,
detrás de la escoba.
Cinco lobitos,
cinco parió,
cinco críó,
y a los cinco,
a los cinco
tetita les dió.

Pulgar, pulgar,
se llama éste,
éste se llama índice
y sirve para señalar,
éste se llama corazón
y aquí se pone el dedal,
aquí se pone el anillo
y se llama anular
y este tan chiquitín
¡meñique, meñique!.

3 Que llueva
Que llueva, que llueva,
la vieja de la cueva,
los pajaritos cantan,
 las nubes se levantan,

¡Qué si!
¡qué no!
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales de la estación.
Que siga lloviendo
los pájaros corriendo
florezca la pradera
al sol de primavera 
¡Qué si!
¡qué no!
que caiga un chaparrón,
con azúcar y turrón,
que rompa los cristales de la estación.
FABULAS

El congreso de los ratones


Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa, pero
temiendo siempre los ataques de un enorme gato, los ratones no querían salir. Ya
fuera de día o de noche este terrible enemigo los tenía vigilados.
Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea
a petición del jefe de los ratones, que era el más viejo de todos.
El jefe de los ratones dijo a los presentes:
- Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No
podemos vivir así!
- ¡Pido la palabra! - Dijo un ratoncillo muy atento. Atemos un cascabel al gato, y
así sabremos en todo momento por dónde anda. El sonido nos pondrá en alerta y
podremos escapar a tiempo.
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes
aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo
avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.
- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión
importante: ¿Quién de todos le pondrá el cascabel al gato?
Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, muy callados,
porque no podían contestar a aquella pregunta. De pronto todos comenzaron a
sentir miedo. Y todos, absolutamente todos, corrieron de nuevo a sus cuevas,
hambrientos y tristes.
Moraleja: Es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo.
El lobo con piel de oveja

Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su


comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el
rebaño, despistando totalmente al pastor. 

Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un


encierro, quedando la puerta asegurada.

Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día


siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante. 

Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.


LA LECHERA
Había una vez una niña, hija de un granjero, que ayudaba a sus padres en
las tareas de casa y en el cuidado de los animales de la granja.
Una mañana, tras recoger la leche de las vacas, la madre de la niña se sintió mal
y no se encontraba bien para salir de casa. Entonces, pidió a su hija que llevara la
leche al mercado para venderla. La niña, muy responsable, le contestó muy
contenta que sí. Y más contenta se quedó cuando su madre le prometió que
todo el dinero que ella ganase con la venta de la leche, sería para ella.
La niña cogió el cántaro lleno de leche y salió de la granja en dirección al pueblo.
Por el camino, ella empezó a hacer planes futuros con lo que ganaría:
- Cuando yo venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos,
descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos.
Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo
más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el
mejor vestido para asistir a las fiestas.

Y seguía ensimismada en sus pensamientos:


- Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré
uno a uno.
Pero en ese momento la niña se despistó y no se dio cuenta de que había
una piedra en el medio del camino y acabó tropezando en la piedra y
cayendo en el suelo. El cántaro voló por el aire y se rompió derramando toda la
leche al suelo.

La niña, decepcionada y herida, se levantó y lamentó:


- ¡Qué desgracia! Ya no tengo nada que vender, no tendré huevos, ni pollitos,
ni vestido... eso me pasa por querer demasiado.
Y fue así como la niña, frustrada, se levantó, volvió a la granja y reflexionó sobre la
oportunidad que tuvo y que la derramó por el suelo.
Moraleja:
No seas ambiciosa de mejor y más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que
pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está seguro. 

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