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Sevillano Calero, F. Rojos.

La representación del enemigo en la


guerra civil. Alianza Editorial. Madrid. 2007.
Juan Andrés Hernández García
Historia Reciente de España
12/04/2023
Francisco Sevillano Calero, quien es doctor en Historia, profesor y especialista en
Historia Contemporánea en la Universidad de Alicante, concretamente en el periodo
franquista, centra sus obras en el tratado del enfoque sobre los conflictos y la represión
en el franquismo, ya sean físicas o psicológicas, como es el caso del presente título:
Rojos, donde trata como la guerra se desarrolla, no en el frente como se está
acostumbrando, sino más bien en el estudio de la propaganda de guerra, reproducidas en
periódicos, radios y libros.

Iniciando la obra, Francisco Sevillano, da un corto contexto histórico de la España


Contemporánea y porqué llega a producirse el levantamiento, junto con el siguiente
inicio de la guerra. Siguiendo con esta guía, inicia con lo que sería el tema principal, en
su primer capítulo: “La distinción del enemigo”, donde explica las distinciones
categóricas del “amigo” y “enemigo”, estableciendo así la interpretación de la imagen
del ”rojo” como enemigo de la “Buena España”, condicionando el discurso
propagandístico de la guerra.

En el capítulo segundo, “El terror rojo”, nos pone desde la perspectiva de los rebeldes.
Mientras la guerra está activa, observan a su paso los horrores que los seguidores del
marxismo dejan a su huida, aunque esta idea cuenta con alguna alteración, ya que se
contabilizaba toda muerte a causa del enemigo. Esto para el mayor uso propagandístico
contra la represión republicana, llegando a traducirse artículos publicados en España,
para enviarlos a Lisboa o Londres y así advertir de que quien está liderando estos
ataques contra los pilares básicos de la España tradicional es el brazo soviético,
influyendo en la mente de la ciudadanía para aumentar la masa de antiespañolas.

El capítulo tercero “Madrid, capital roja”, se enfoca en el periodista del ABC de


Madrid, Juan Deportista, quien escribe “los rojillos”, obra que muestra al mundo los
horrores del enemigo rojo español desde un joven falangista llamado José Félix,
formalizando una llamada a una nueva Santa Cruzada para su limpieza.

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En ella, ve como el ideario marxista no es más que un cuento utópico, descritos de una
forma clasista y diferenciando a los abanderados que toman las calles al desfile de la
Internacional. Este desfile, la venganza roja, como él la nombra, cuenta como los
trabajadores toman la ley por su cuenta. No pasaría mucho tiempo hasta iniciar una caza
arbitraria, donde ya no solo se tomaban falangistas, sacerdotes o militares, sino
burgueses pacíficos e incluso obreros no sindicados, entrando en acción las conocidas
como Checas.

El protagonista del cuarto capítulo, “Patología del Marxismo” es Antonio Vallejo-


Nájera, también conocido como el “Mengele español”. Se trataba de un médico y
psiquiatra encargado de estudiar durante la guerra civil la mente del enemigo,
influenciado por la Alemania nazi, donde pudo atender al trabajo psiquiátrico sobre la
raza suprema.

Iniciada la guerra civil, centró su trabajo en la búsqueda de la supremacía racial


franquista, un programa de higiene y regeneración de la raza, para acabar con las hordas
marxistas. En sus textos encontramos referencias a lo que él se refiere como la nueva
raza hispánica.

Tras darse a conocer a Franco, se le colocó a la cabeza de un gabinete de


investigaciones psicológicas en campos de concentración de prisioneros de guerra,
utilizado como un recurso al que sacar a la prensa para mostrar la inferioridad marxista
y como este estaba condicionado psicológicamente por ello. En sus investigaciones
acaba demostrando que los rojos eran degenerados proclives a la delincuencia marxista,
de sus propias palabras, “imbéciles sociales” que no razonaban del porqué de sus
idearios marxistas y antirreligiosos.

En el quinto capítulo “Retratos de la mujer: rojas y azules”, la mujer española del


momento entra en el marco del estudio, donde para tiempos de la guerra, ya
encontramos la revista de la sección femenina, dirigida por Falange, en una visión de
como la mujer debía de ser, comportarse y considerarse para ser una española ejemplar.

El humor entra en escena, refiriéndose a como las milicianas republicanas pierden su


feminidad, considerándolas marimachos, e incluso donde sus hombres lo que realmente
buscan es una mujer verdaderamente española, ya que en su bando solo encontraban
mecánicas, fundidoras o guerrilleras, una burla más hacia el enemigo rojo. Un ejemplo
de sus objetivos fue la ridiculización de la figura política de La Pasionaria, Dolores

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Ibárruri, donde se contaba que en realidad era un hombre disfrazado de mujer para
utilizarlo como símbolo de la propaganda republicana.

Este humor que se utiliza para la desvalorización moral del enemigo es claramente
identificado en el capítulo sexto “Humorismo del enemigo” y séptimo “El humor que
fluye de la radio”.

Esto girará en torno de la búsqueda de la ridiculización del bando republicano, en


publicaciones dirigidas por Miguel Mihara en La Trinchera o La Ametralladora.
También vemos historietas creadas sobre este mismo asunto, contadas en radio, como la
del “miliciano Remigio para la guerra es un prodigio”, un ejemplo de como la cultura
de la propaganda es utilizada para ridiculizar los movimientos republicanos, donde
contaba su día a día en el frente, mostrando la poca seriedad de sus fuerzas para el
carácter bélico, siendo representados como sucios, analfabetos y amancebados.

Otro ejemplo de esta parodia son las transmisiones de “aquí es la emisora de la flota
republicana”, donde daban discursos ilusorios de los líderes republicanos, como Largo
Caballero, Manuel Azaña o Indalecio Prieto, caracterizándolos como cobardes que
mandan a morir a sus iguales sabiendo de su derrota. Con esto, vemos que toda
representación de un republicano ya sea miliciano o político, es de un sujeto analfabeto,
envidioso y en rasgos generales como el esperado “enemigo rojo” que es.

Su octavo y último capítulo, “La estigmatización del enemigo”, se centra en la


representación del enemigo como un sujeto vencido al que había que redimir, ya no solo
había que tomar la parte geográfica de España, también había que tomar los corazones
de la patria. Aunque una de las tareas del nuevo régimen era reparar las heridas de la
guerra, el hueco entre vencidos y vencedores seguía creciente, distanciando a la
ciudadanía. A partir del 1 de abril de 1939, se llevó a cabo la cultura de la victoria, una
distinción y exclusión de los vencidos.

Como nos ha orientado, se puede tener claro que la propaganda puede desarrollarse
como un arma más dentro de un conflicto armado, no únicamente para exaltar las
emociones de las tropas aliadas o alentar movimientos de masas como lo fue la
propaganda nazi, sino también para la desvalorización del enemigo y mermar su moral.

Aunque en este caso conocemos la actividad de uno de los dos bandos, sabemos que en
el lado republicano se llevó a cabo de igual manera, siendo la propaganda como

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procesador de la realidad, donde los valores e ideas propagadas por el discurso político
enlazados en la construcción imaginaria del enemigo conformado por estereotipos,
crean esa desvalorización de su contrario.

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