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To cite this article: Mónica Quijano Velasco (2015) El bandido como alegoría fallida de la
identidad nacional: El�luto�humano de José Revueltas, Bulletin of Spanish Studies, 92:7,
1145-1160, DOI: 10.1080/14753820.2015.1041333
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1 Eric J. Hobsbawm, Bandidos, trad. Mª Dolores Folch, Joaquim Sempere & Jordi
Beltrán, 4ª ed. (Barcelona: Editorial Crítica, 2001).
6 Juan Pablo Dabove, Nightmares of the Lettered City: Banditry and Literature in Latin
America 1816–1929 (Pittsburgh: Univ. of Pittsburgh Press, 2007).
7 Dabove, Nightmares of the Lettered City, 3–4. El autor toma la imagen de ‘fuerzas
demoníacas’ de John Beverley, Del Lazarillo al sandinismo: estudios sobre la función
ideológica de la literatura española e hispanoamericana (Minneapolis: Prisma Institute in
cooperation with the Institute for the Study of Ideologies, 1987), a quien cita en su libro para
indicar cómo el bandido se convierte en la ‘alteridad’ del Estado, en aquel que no se considera
‘ciudadano’.
8 Dabove, Nightmares of the Lettered City, 6.
9 Dabove, Nightmares of the Lettered City, 34.
10 Ángel Rama, La ciudad letrada, intro. de Mario Vargas Llosa, pról. de Hugo Achugar
(Hanover: Ediciones del Norte, 1984). La noción postulada por Rama hace referencia a la
ciudad simbólica que representan los intelectuales—los letrados—que poseían el monopolio del
uso de la escritura en América Latina: ‘Rama resalta la función ordenadora y homogeneizante
de la escritura en el proceso de formación social y político de Latinoamérica al plantear el papel
del intelectual como funcionario y servidor del poder central’ (Adela Franco Pineda, ‘Los
aportes de Ángel Rama a los estudios del modernismo hispanoamericano’, Revista de Crítica
Literaria Latinaomericana, 26:51 [2000], 53–66 [p. 59]).
11 Dabove, Nightmares of the Lettered City, 39.
12 Dabove, Nightmares of the Lettered City, 285.
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más popular del bandido social. Esta surge a partir de la segunda mitad del
siglo XIX y representa una crítica (de orientación variable) a los proyectos
modernizadores o a la incapacidad del Estado de mantener el orden social.
Aquí, el tropo del bandido es utilizado como instrumento crítico, como una
figura de mediación a través de la cual el escritor establece una polémica
(siempre al interior de la ciudad letrada) para proponer una posición política
alternativa.13 Tal es el caso de Astucia: el jefe de los Hermanos de la Hoja o
los Charros contrabandistas de la Rama (1865–1866) de Luis G. Iclán (1816–
1875), o el personaje de Juan Robreño de Los bandidos de Río Frío (1889–
1891) de Manuel Payno (1810–1894).
Finalmente, Dabove propone una tercera vertiente del tropo del bandido
que se gesta con su representación a partir de la novela de la Revolución, una
en la que se mezcla la imagen de bandido social y aquella del criminal.14 En
esta estrategia de representación, el bandido se presenta como el ‘hermano
taimado y como origen suprimido’ de la identidad nacional.15 Me detendré un
momento para describir esta estrategia ya que se relaciona directamente con
la representación del bandido en El luto humano. Dabove plantea en su
análisis que la Revolución de 1910 se volvió una ‘narrativa fundacional’ del
estado mexicano, porque los gobiernos postrevolucionarios propiciaron un
relato sobre ésta como vía para interpretar el pasado reciente y para
proyectarse hacia el futuro. Esta narrativa se articuló a partir de
celebraciones públicas, pinturas murales, monumentos, libros de historia,
discursos políticos y novelas. Todas estas manifestaciones fueron tejiendo
una visión unívoca y teleológica de la Revolución a partir de una serie de
protagonistas bien delimitados y coherentes: ‘el pueblo’ (los buenos), ‘la
reacción’ (los malos), ‘la patria’ (el bien alcanzado). Esta reducción
explicativa de los acontecimientos hizo de la Revolución la culminación de
un largo proceso de emancipación que tuvo su origen en las guerras de
independencia. Al apropiarse de esta saga, el Estado posrevolucionario se
proyectó a sí mismo como el producto directo de la hazaña revolucionaria.
Pero al mismo tiempo, se presentó como un producto que logró trascender el
acontecimiento mediante la transformación de la violencia en un consenso
institucionalizado. Así, la violencia rural revolucionaria se convirtió en el
‘mito de origen’ del Estado, pero al mismo tiempo fue lo que éste tuvo que
negar como presente.16
Esta representación del bandido revolucionario como origen violento y
necesario de la nación que debía ser suprimido después, es la que subyace en
el bandido rural de la novela Los de abajo (1915–1916) de Mariano Azuela
(1873–1952), Demetrio, el personaje principal, es el jefe de un grupo local de
bandidos que se convierte en revolucionario. Éste tiene todas las
características del bandido social descritas por Hobsbawm. Inclusive, con el
paso del tiempo y a partir de la institucionalización crítica de la novela,
Demetrio se erigió como el prototipo del héroe mexicano. Sin embargo, al
final de la novela muere asesinado en manos de los carrancistas. Esto hace
que en la novela, según Dabove, el bandidaje se convierta en la metáfora de
una violencia política legítima (la que obliga a Demetrio a convertirse en
revolucionario), aunque ciega. Al carecer de un canal de control, ésta debe ser
suprimida por el Estado (tal como sucede en la novela), lo cual sugiere la
desaparición de la violencia popular y su reemplazo como mandato y símbolo
de un tiempo mítico que sirve para legitimar al estado nacional
postrevolucionario.17 Pero hay otra cuestión que es importante destacar de
la interpretación de Los de abajo, pues ésta se encuentra en la base de
representación que Revueltas hace del bandido en su novela. El propio
Dabove analiza cómo su lectura institucionalizada por el nacionalismo
posrevolucionario, vio en el personaje de Demetrio y de su banda a un
grupo carente de conciencia de clase.18 Es así como se leyó el siguiente
pasaje, en el que Luis Cervantes, un periodista citadino que va a buscar
fortuna con los revolucionarios, dialoga con Demetiro, el jefe de la banda:
16 Dabove, Nightmares of the Lettered City, 242. El autor indica además que la expresión
‘Revolución institucionalizada’ (que podemos encontrar incluso en el nombre del partido
postrevolucionario que ocupó ininterrumpidamente el poder en México desde la Revolución
hasta el año 2000, el PRI—Partido Revolucionario Institucional), no es, desde este punto de
vista, una contradicción sino el producto de un proceso dialéctico en donde el Estado se
presenta a sí mismo como la síntesis del mismo.
17 Dabove, Nightmares of the Lettered City, 243.
18 Como ejemplo, cito las líneas a través de las cuales José Luis Martínez describe al
personaje: ‘El personaje central de la novela es un general revolucionario, Demetrio Macías,
síntesis del desconcierto de la época y del ardor ciego que en la lucha pusieron nuestros
hombres’ (José Luis Martínez, Literatura mexicana del siglo XX. 1910–1949 [México D.F.:
Antigua Librería Robredo, 1949], 42).
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19 Mariano Azuela, Los de abajo, ed. Jorge Ruffinelli (Nanterre: Archivos, 1996), 19.
20 Nombre que se da al periodo histórico comprendido de febrero de 1913 a julio de 1914
en el que el general Victoriano Huerta, después de traicionar al entonces presidente Francisco
I. Madero, se mantuvo en el poder. Este hecho propició la alianza del resto de los grupos
políticos importantes del momento, que devendría en la lucha y triunfo sobre Huerta bajo el
comando de Villa, Zapata, Carranza y Obregón.
21 Dabove, Nightmares of the Lettered City, 252–53. El autor propone en su análisis otra
forma de interpretar la resistencia de Demetrio a nombrar su lucha. En ésta, su silencio es un
acto que va más allá de algo que está enteramente construido y racionalizado y por lo tanto se
opone y resiste al discurso del estado. A esta forma, eminentemente política, la denomina
nómada (siguiendo las propuestas de Deleuze y Guattari), una forma que excedería los
discursos impuestos por el discurso nacional y sus formas de soberanía y que por lo tanto,
puede leerse, no como un acto prepolítico, sino como un acto político de resistencia subalterna.
22 José Revueltas fue un narrador, dramaturgo, ensayista, guionista y activista político
mexicano nacido en Durango en 1914. Integrante de una familia artística mexicana que incluyó
a sus hermanos Silvestre, Fermín y Rosaura Revueltas, se caracterizó por su gran compromiso
político, que lo llevó a ser encarcelado en cuatro ocasiones. Perteneció al Partido Comunista
Mexicano (del cuál sería expulsado en 1943). Su obra literaria aborda problemas sociales y la
condición humana desde la perspectiva particular del autor. Su carrera literaria se inicia en
1941 con Los muros del agua, seguido de El luto humano (1943) (Premio Nacional de
Literatura), Dios en la tierra (1944), Los días terrenales (1949) y El apando (1969) entre otras.
Murió en la Ciudad de México en abril de 1976. Cf. Diccionario de escritores mexicanos, siglo
XX: desde las generaciones del Ateneo y novelistas de la Revolución hasta nuestros días, dir.
Aurora M. Ocampo, 9 vols (México D.F.: Univ. Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Literarios 1988–2007), VIII (2004), 139–60.
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23 Para un análisis detallado de los planos temporales de la novela, véase Edith Negrín,
Entre la paradoja y la dialéctica: una lectura de la narrativa de José Revueltas (México D.F.:
UNAM/El Colegio de México, 1995), 47–54.
24 Negrín, Entre la paradoja y la dialéctica, 48–49.
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mexicanidad y del fracaso del mestizaje,25 situándolos dentro del linaje de los
ensayos sobre la condición del ser del mexicano inaugurados por Samuel
Ramos en El perfil del hombre y la cultura en México (1934). Si bien esta
interpretación es correcta, yo quisiera focalizar mi atención en la
representación del bandido encarnado en Adán, no bajo la perspectiva de
una reflexión existencial sobre la mexicanidad—la cual ya ha sido tratada
por la crítica como mencioné anteriormente—, sino desde el plano de una
simbolización alegórica sobre lo ocurrido con el Estado mexicano después de
la Revolución de 1910.
Bajo esta perspectiva, la figura de Adán proviene de aquellas
representaciones del bandido-guerrillero de las novelas de la Revolución,
ejemplificadas por Demetrio Macías el bandido-revolucionario de Los de
abajo. Como se señaló anteriormente, siguiendo la interpretación de Dabove,
éste simboliza la violencia que dio origen al Estado moderno mexicano
postrevolucionario, la cual era necesario superar (y por lo tanto suprimir).
Esto hizo que la violencia revolucionaria fuera el ‘origen’ no dicho que
sustentaba al orden nacional.
En sus ensayos el propio Revueltas, sitúa el origen de la nación mexicana
en la Revolución de 1910 la cual ‘transforma a fondo las relaciones feudales
de propiedad de la tierra y con esto crea las condiciones económicas para la
integración de la nacionalidad mexicana, después de cerca de cuatro siglos
que comenzó a gestarse con la aparición del mestizo’.26 En este sentido,
la Revolución se convierte, para el autor, en el acontecimiento fundacional de
la nacionalidad y del estado mexicano. Al situar los acontecimientos de la
novela en la década de 1930, El luto humano establece un cuestionamiento de
los derroteros tomados por el orden nacional una vez terminado el conflicto
armado. Es bajo esta perspectiva que puede ser analizada la carga simbólica
del personaje de Adán y su representación como un bandido guerrillero
criminal, alejado por completo de los parámetros del bandido social descrito
por Hobsbawm.
El primer movimiento que hay que considerar en el análisis mítico-
simbólico del personaje de Adán—el cual encarna el polo negativo de la
Revolución—, es su relación con otro personaje, Natividad, el activista
agrario, quien simboliza el lado positivo de la misma, su posibilidad de
25 Cf. Claudia Montoya, ‘El luto humano, una visión mitificada del mexicano y de su
historia’, Hispanófila, 152 (2008), 67–85 y Roger Bartra, La jaula de la melancolía (México
D.F.: Grijalbo, 2003), 44. Por su parte, Negrín, en Entre la paradoja y la dialéctica y Elba
Margarita Sánchez Rolón, en ‘La negatividad dominante: relación mítica entre Adán y la
serpiente en El luto humano de José Revueltas’, Escritos. Revista del Centro de Ciencias del
Lenguaje (2000), 141–62, además de interpretarlo dentro de la perspectiva histórico-ontológica
de las reflexiones sobre la mexicanidad, lo sitúan en una interpretación más general sobre el
ser humano.
26 José Revueltas, Ensayos sobre México, pról., recopilación & notas de Andrea
Revueltas & Philippe Cheron (México D.F.: Ediciones Era, 1985), 151.
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cómo usarla. Este hecho tiene una carga simbólica importante, pues la
máquina tiene dos connotaciones: por un lado, hace referencia a la
modernidad y por otro, al dominio de la letra, y a través de ésta, de la ley.
Natividad en ese sentido, representa a aquel que proveniente de la lucha
armada es capaz de responder a los retos de la modernidad y utilizar la ley en
beneficio del pueblo. A diferencia del bandido-social-guerrillero encarnado
por Demetrio Macías en Los de abajo, Natividad entiende, por un lado, el
sentido de la insurrección y, por otro, no utiliza la violencia como mecanismo
de oposición al régimen. Pero al mismo tiempo, se contrapone a los
intelectuales advenedizos con Luis Cervantes, pues a éste, Natividad forma
parte orgánica de aquellos que luchan en las filas de la Revolución:
Natividad era un hijo de las masas; en ellas nutría su poderosa fe. Las
masas repartían el pan de la historia y de ese pan alimentábase
Natividad, ¿Cómo iba a morir nunca? Cual en los antiguos ritos
egipcios, un alimento un pan de cada día, dábanle las masas al muerto
vivo. Un pan secreto y nuevo, nutricio, inmoral, inmortalizador. (180)
A través de esta enumeración, se vincula a Adán con los animales que apelan a
referentes ‘mito-históricos’, del origen de la nación. Las características
resaltadas en el fragmento citado son la religiosidad, la barbarie, el misterio
y la crueldad. Sólo que al atribuirlas a los animales precolombinos, el narrador
vincula estos atributos una ‘herencia indígena’ principalmente relacionada
con la cultura azteca, que es considerada como bárbara y cruel. La explicación
que se da entonces de la violencia que atraviesa al personaje en particular y
que se proyecta hacia aquellos hombres que lucharon a su lado en la
Revolución, se plantea como un código inscrito casi genéticamente
proveniente del pasado precolombino que pasa de generación en generación y
se reproduce cíclicamente en los diversos períodos violentos que atraviesan la
historia de la nación:
44 Octavio Paz, ‘Crítica de la pirámide’, en su Posdata, 3ª ed. (México D.F.: Siglo XXI,
1999 [1a ed. 1970]), 287–318.
45 García de la Sienra, ‘La resurrección de los ídolos’, 77.
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