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(10207220201092424786) Educando Con Amor PDF
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Repensando la disciplina
en positivo
Concello de Cangas
Educando con amor. Repensando la disciplina en positivo.
Todas ellas tuvieron lugar las escuelas de familias, programa que se lleva
desarrollando en el Concello de Cangas desde 1997 y en el que pretendo crear un
espacio donde compartir experiencias, donde hablar de temas relacionados con el
bienestar familiar. Un espacio donde poder comunicarnos de manera relajada, donde
puedes aportar tu experiencia educando y donde puedes enriquecerte con las
experiencias que aporta el grupo. Un lugar donde te escuchan, donde hacer una
parada para respirar, pensar, revisarte… y crecer como persona.
No existe un manual sobre educar, por eso uno de los objetivos de estas escuelas
sería la “elaboración” de ese manual que cada quien adaptará a sus circunstancias
utilizando las herramientas que, tras una búsqueda, cada persona va descubriendo.
Esta guía es un pequeño revoltallo de ideas.
Para no recargar el texto, sin querer desligarme del uso de un lenguaje inclusivo, en
algunos ejemplos utilizaré niño o niña o padre o madre de manera aleatoria. En
muchos casos, como la mayoría de las personas que asisten a la escuela de familias
son mujeres, utilizaré solo el femenino.
Para ir calentando. Un montón de preguntas en torno a...
¿Cuál es mi filosofía disciplinaria?
¿Cuento con una filosofía disciplinaria? ¿En qué grado tengo un propósito y soy
coherente cuando no me gusta el comportamiento de mis hijos e hijas?
¿Lo que estoy haciendo funciona? ¿Mi planteamiento me permite enseñarles las
lecciones que quiero que interioricen, en lo relativo tanto a la conducta inmediata como
al modo en que crecen y se desarrollan como personas? ¿Necesito abordar las
conductas cada vez menos, o debo imponer disciplina sobre las mismas conductas
una y otra vez?
¿Me siento bien con lo que estoy haciendo? ¿Mi planteamiento disciplinario me ayuda
a disfrutar más de la relación con mi familia? ¿Reflexiono habitualmente sobre
momentos disciplinarios y me siento satisfecha con mi modo de desenvolverme? ¿Me
pregunto a menudo si hay un modo mejor?
¿Se sienten bien mis hijos e hijas al respecto? La disciplina difícilmente va a ser santo
de su devoción, pero ¿entienden mi enfoque y notan mi afecto? ¿Estoy comunicando y
moldeando respeto de una manera que les permita sentirse a gusto?
¿Me siento bien con los mensajes que transmito? ¿A veces les enseño lecciones que
no quiero que interioricen (por ejemplo, que obedecerme es más importante que
aprender a tomar buenas decisiones sobre hacer lo correcto, que el poder y el control
son los mejores medios para conseguir que la gente haga lo que queremos, o que yo
solo quiero estar cerca de ellos si son agradables)?
¿Mi enfoque ha hecho que alguna vez mis niños o niñas se hayan disculpado de una
forma sincera? Aunque esto no suceda de manera habitual, ¿al menos mi
planteamiento mantiene esta puerta abierta?
¿Me permite esto asumir responsabilidades y pedir perdón por mis propias acciones?
¿Hasta qué punto soy sincera con ellos y ellas respecto al hecho de que cometo
errores? ¿Estoy dispuesta a ser para ellos un modelo de conducta que reconoce sus
errores?
Recuerda: la verdad es que has hecho todo lo que podías. Si hubieras podido hacerlo
mejor, lo habrías hecho
Principios básicos a tener en cuenta
A veces necesitamos aguardar a que estén listos o listas para aprender. Si los
infantes se encuentran alterados o descontrolados, es el peor momento para intentar
enseñarles nada. De hecho, estas emociones intensas evidencian que nos necesitan.
Nuestra primera tarea es ayudarles a tranquilizarse para que recuperen el control y
sepan dominarse.
Si queremos ayudarles a estar preparados para aprender, hay que conectar con
las criaturas. Antes de redirigir su conducta, hay que conectar y consolar. Si las
calmamos cuando se hacen alguna herida física, también hemos de ayudarlas cuando
están emocionalmente trastornadas. Y lo haremos validando sus sentimientos y
dándoles muchísima empatía enriquecedora. Antes de enseñar, hemos de conectar.
La disciplina positiva como modelo educativo. Una pequeña aproximación.
La crianza es una hazaña que muy a menudo papás y mamás no están muy seguros
cómo abordar. No existe una fórmula milagrosa que nos sirva para educar de forma
perfecta e infalible, puesto que la naturaleza humana es imperfecta y siempre se
cometerán algunos fallos sin querer, pero por fortuna sí existen diversos métodos y
corrientes educativas que buscan formas más amables de criar.
• No-violenta.
. Asegúrate de que las normas son pocas y claras. Para que sea capaz de
recordarlas, es importante que sean sencillas, sin incluir muchas variantes. De ese
modo, su recuerdo le vendrá a la mente de manera espontánea cuando se exponga a
una situación que le puede llevar a comportarse de un modo inadecuado.
. Asegúrate de que entiende el porqué de las normas Para que no sean percibidas
como imposiciones unilaterales, hay que explicarle su razón de ser. Así, se crea un
espacio de debate y de negociación que le ayuda a aprender.
. Haz que las normas sean consistentes. De otro modo, dejarán de ser tenidas en
cuenta. Si esas reglas no existen en la práctica, en pocos días tampoco existirán en la
teoría y tanto tú como tu hijo o hija las olvidaréis.
7. Sugiere una alternativa. Acompaña al límite y hace que parezca más positivo.
10. Maneja las emociones. Evita que las emociones se salgan de control. Si estás
muy enfadado/a, piensa, respira y luego corrige.
Ahora, compara y decide. ¿Que crees que es mejor para su desarrollo?
El hecho de que tus hijos e hijas pierdan privilegios lo vivirán como castigos o no
dependiendo de varios factores:
Sobra decir que los límites son necesarios. Los infantes se sienten seguros cuando
saben a qué atenerse y hasta donde pueden llegar. Les transmiten seguridad. Pero
esto solo es así cuando somos coherentes y los hacemos valer. Si es mayor de cuatro
años, lo ideal es que pueda ser partícipe en la búsqueda de soluciones a su mala
conducta, con ánimo de que se sienta responsable de sus actos. A menos edad, y
ante algo peligroso, es necesario intervenir. Cuando son muy pequeños es mejor
distraer, redirigir la conducta (“salta mejor aquí”) o directamente retirar al menor del
peligro. Pero cuando son más grandes…
Es un castigo: “Cómo tardes más en la ducha te quedas sin ver los dibujos animados
antes de la cena”.
Es una consecuencia lógica: “Si el tiempo de la ducha se alarga, no vas a poder ver
los dibujos animados antes de la cena. Ya sabes que las nueve son la hora límite para
ir a la cama”.
. La intención: Con el castigo, quieres que tu hijo o hija PAGUE las consecuencias de
no hacer caso. En la segunda opción, tu hijo o hija APRENDE que sus acciones tienen
consecuencias.
Los niños y niñas hacen las cosas mejor cuando se sienten mejor. No tiene sentido
pensar que para que un niño se porte mejor primero hemos de hacer que con el
castigo se sienta peor.
Adéntrate en su mundo. Pregúntate qué hay detrás de esa conducta que no te gusta.
Céntrate en los resultados a largo plazo. Con el castigo no aprende más habilidades,
aprende que el que tiene más poder puede doblegar a los demás.
Trabaja para mejorar, no para alcanzar la perfección. En lugar de castigar por los
errores es mejor centrarse en los pequeños avances.
Trata a las criaturas con dignidad y respeto. De ese modo se sentirán mejor y se
comportarán mejor. Te escuchan si primero tú les escuchas. Si escuchas aprenderán
a escuchar.
Menos es más. Cuanto menos se hable más eficaz se es. Hay que dejar que las
acciones hablen más alto que las palabras.
Utiliza señales no verbales. El uso de señales no verbales (p. ej.: un vaso bocabajo
en la mesa indicaría que hay que lavarse las manos antes de comer), sobre todo si
participan los niños en su elección, puede aumentar la motivación para realizar las
tareas cotidianas.
Di: ”Cuando……, entonces”. Es más eficaz decir: “Tan pronto como acabes los
deberes verás la TV”, que “Si acabas los deberes, verás la TV”.
Avisa con antelación. Cuando todavía esté haciendo la actividad que le toque hacer
en ese momento, es conveniente avisarle con antelación, indicándole y recordándole
qué es lo que viene después para que no le pille por sorpresa.
Enseña consecuencias lógicas. Para que una consecuencia lógica no sea un castigo
deben cumplirse las 3 R: Las consecuencias lógicas deben ser Relativas (deben estar
relacionadas con el comportamiento), Respetuosas (deben aplicarse sin cólera, fuerza
ni humillación) y Razonables (deben parecer razonables al adulto y al niño)
Formula preguntas del tipo “qué” y “cómo”. Por ejemplo. ¿Qué ha ocurrido?, ¿Cómo
te sientes con lo que ha pasado?, ¿Qué has aprendido con esto?, ¿Cómo puedes
utilizarlo para la próxima vez?
Formula preguntas de curiosidad. Hacer preguntas para que el niño observe sus
propios sentimientos.
Los errores constituyen excelentes oportunidades para aprender. Hay que ver el error
o el mal comportamiento como una manera de aprender para la próxima vez.
No hagas cosas que puedan hacer solos/as. Así les ayudarás a ser más capaces.
Hablar sobre las propias emociones y sentimientos es un buen ejemplo para los
niños y niñas. Una fórmula adecuada sería: “Me siento___________ cuando________,
porque__________, y me gustaría___________”.
Enseña las diferencias entre lo que sienten y lo que hacen. Hay que dejar que
expresen sus sentimientos (esos son reales y no debemos negarlos), aunque
desaprobemos su conducta (esta sí se puede evitar o corregir). Por ejemplo, ante un
ataque de celos entendemos los sentimientos, pero evitamos que tu hijo pegue a
su hermanita.
Abrázale. Esto puede por sí solo cambiar tanto tu actitud como la suya.
Dedícale tiempo. Dedicar todos los días unos minutos extra hace que se sientan
aceptados e importantes y les permite compartir experiencias y sentimientos.
¿Por qué ha actuado así? Si entendemos esto, podemos responder con más eficacia...
y compasión.
¿Qué lección quiero enseñar en este momento? También en este caso el objetivo de
la disciplina es corregir una conducta. Queremos impartir una lección: sobre el
autocontrol, la importancia de compartir, la actuación responsable o lo que sea.
Recuerda que la disciplina no es de talla única. Lo que vale para una persona no vale
para otra.
También el aislamiento. ¿No es mejor buscar una zona de calma? con juguetes,
cuentos o algún peluche favorito, que visita cuando necesita tiempo y espacio para
sosegarse. Se trata de una autorregulación interna, una habilidad esencial de la
función ejecutiva. (¡También es una buena idea para ti! Quizás un poco de chocolate,
revistas, música, vino tinto...) No tiene nada que ver con castigos ni con que él o ella
paguen por sus errores, sino con ofrecer una opción y un sitio que le ayuden a
autorregularse o regularse a la baja, lo cual supone disminuir la sobrecarga emocional.
Luego:
Flexibilidad de respuesta.
Según sea la infracción que cometa, acaso haga falta dedicar un momento a
tranquilizarte.
. Baja la música tiburón. Nos vuelve reactivos en vez de receptivos. Libérate del
ruido de fondo provocado por experiencias pasadas y miedos futuros.
. Buscar el porqué: En vez de centrarse solo en la conducta, ver qué hay detrás de
las acciones: «¿Por qué mi actúa así? ¿Qué está comunicando?»
1.Transmitir consuelo: Si te colocas por debajo del nivel de sus ojos, lo/la tocas
ligeramente, asientes con la cabeza o le diriges una mirada empática, a menudo
desactivas enseguida una situación tensa.
Por lo general, la validación es muy sencilla. Lo más importante es identificar sin más
el sentimiento en cuestión: “Esto te ha puesto muy triste, ¿verdad?”, o “Ya veo que te
sientes excluida”, o incluso el más común “Estás enfadado”. Identificar la emoción es
una respuesta muy potente cuando la criatura está disgustada, pues comporta dos
grandes ventajas. Primero, ayudarle a sentirse comprendida tranquiliza su sistema
nervioso autónomo y contribuye a aliviar sus sentimientos fuertes, para que así pueda
empezar a controlar sus deseos de reaccionar y arremeter contra todo. Segundo, le
proporciona un vocabulario emocional y una inteligencia emocional, para así poder
reconocer y nombrar lo que está sintiendo; esto le ayudará a comprender sus
emociones y comenzar a recuperar el control de sí misma de modo que así se
produzca la redirección.
4.Refleja lo que oyes: Tan pronto como hayas escuchado, refleja lo que has oído,
que sepan que les has prestado atención. Esto permite de nuevo transmitir consuelo, y
el ciclo se repite.
3. Redirige. Estrategias de redirección sin lágrimas
Piensa. ¿Está preparado/a? ¿Lo estoy yo? En medio de momentos frustrantes como
estos, lo más conveniente es hacer una pausa. De lo contrario, tu estado mental
reactivo podría empujarte a chillar o al menos a sermonear sobre las cosas que un
niño o niña de cuatro años (o de doce) no debe hacer.
Hay que hacer una pausa. Solo esto. Respira. Procura no reaccionar, castigar o reñir
llevado por el enfado
En cuanto hayan sentido la conexión con nosotras, estarán más preparadas para
aprender, por lo que podremos redirigirlos con eficacia y hablar con ellas acerca de su
conducta. ¿Qué esperamos conseguir cuando redirigimos y fijamos límites? Queremos
que las criaturas adquieran percepción de sí mismas, empatía hacia las otras
personas y capacidad para solventar las cosas tras haber cometido un error.
Imponer disciplina se reduce a una simple frase: conectar y redirigir. Nuestra primera
respuesta debe ser siempre ofrecer conexión tranquilizadora; a continuación podemos
redirigir conductas. Incluso cuando decimos “no” al comportamiento de las criaturas,
siempre hemos de decir “sí” a sus emociones y a su manera de experimentar las
cosas.
1.No existe ninguna varita mágica. En ocasiones, lo mejor que podemos hacer es
comunicar nuestro amor, estar disponibles cuando nos quieran cerca, y hablar de la
situación en cuanto estén preparados/as para ello. Plegaria de la Serenidad: «Dios,
concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para
cambiar aquellas que puedo, y sabiduría para reconocer la diferencia.»
2.Tus hijos e hijas se benefician incluso cuando lo echas todo a perder. Eres
humano. Te ven modelar el modo de pedir disculpas y hacer las cosas bien.
Experimentan que, aunque en un momento determinado haya conflicto y discusión,
luego puede haber arreglo y las cosas vuelven a funcionar. Esto les ayuda a sentirse
seguros/as y a no tener miedo en relaciones futuras; aprenden a confiar en que, tras el
conflicto, vendrán la calma y la conexión, incluso a darlo por sentado. Además,
aprenden que sus acciones afectan a las emociones y el comportamiento de otras
personas. Por último, ven que no eres perfecta, por lo que tampoco esperarán ser
perfectas. Ofrecer a nuestros hijos e hijas un modelo que les permita ser amables
consigo mismas y con las demás personas
3.Siempre puedes reconectar. Las rupturas sin reparación dejan a los progenitores y
a los hijos e hijas con la sensación de estar desconectados. Si reparamos y
reconectamos lo antes posible, y de una manera sincera y afectuosa, enviamos el
mensaje de que la relación importa más que la causa del conflicto
Y además... para dominar las situaciones diarias unas recetas para cefaleas
paterno-filiales
2. Aprende a “leer” sus conductas y enséñales a que también lo hagan. Ignora las
conductas inadecuadas no destructivas que tratan de atraer tu atención. Ayúdale a
comprender sus sentimientos pero señálale los límites.
3.Como lo hago?
. Transmite consuelo.
Estrategias
Alentar versus Elogiar. No es necesario criticar lo que se hace mal para ayudar
(más bien contraproducente). Pregunta. Una vez escuchaste podeis concretar ideas
juntos.
La Rueda de las Opciones. Técnica que nos permite ANTES del enfado
REFLEXIONAR sobre cómo podemos calmarnos, para una vez enfadados podamos
tener OPCIÓNES para volver a la calma.
Tiempo Fuera Positivo. Está diseñado para hacer sentir mejor y no peor. No como
castigo.
• Identificar el problema.
• Lluvia de ideas. SIN juzgarlas.
• Evaluar e Elegir.
• Acción. Implementar la solución.
• Seguimiento. ¿Fue la mejor solución? ¿funcionó? ¿que aprendimos? etc.
La “Formula yo Siento”. Ayuda a hablar de cómo nos sentimos sin hacer sentir
mal a las otras personas y nos permite además hablar de nuestras necesidades.
4. HABLAMOS DEMASIADO
9. NO REPARAMOS
El cerebro del niño explicado a los padres. Alvaro Bilbao. Ed. Plataforma Actual.