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John Henry Newman promovió la Universidad Católica de Irlanda (1852–

1858) y fue su primer Rector (1854–1858). Su interés fue responder a la


pregunta ¿cómo formar la inteligencia de jóvenes laicos con el fin de
fortalecer su estructura mental y proporcionarles una visión amplia de la
realidad? Su respuesta fue: el saber ha de ser el fin de la universidad,
con la promoción del conocimiento de las humanidades, por el gusto de
aprender, además de la preparación profesional correspondiente a la
disciplina a ejercer. De esta manera Newman logra aunar la educación
tradicional con aquella que busca su impacto práctico.

El objeto del artículo es mostrar la trascendencia, por medio de la vida y


obra de John Henry Newman, que conlleva una adecuada formación
intelectual humanista y el impacto que alcanza una persona culta, en su
contexto y en las siguientes generaciones.

Newman entiende por universidad el lugar de enseñanza de


un conocimien- to que debe ser universal, cuyo objeto es la
educación intelectual, no concibe la universidad como
investigación meramente, ni como enseñanza religiosa
única- mente, sino como institución encargada de difundir y
extender el conocimiento universal.

El fin de la universidad, afirma Newman, es la promoción del saber, de la cultura. Por ello,
él afirma que la educación es una palabra más elevada. Implica una acción que afecta a
nuestra naturaleza intelectual y a la formación del carácter. Es algo individual y
permanente.

Cual es el objetivo del discurso 5 de newman


(1) El objetivo del Discurso Quinto de Newman es preguntarse si la enseñanza
universitaria es útil. (1) Dado que las ciencias tienen objetos y métodos
diferentes, es importante estudiarlas por separado y no establecer relaciones entre
ellas.
La Universidad no es una institución eclesiástica, sino una «institución
humanista». Su tarea no consiste en hacer católicos y religiosos a los
hombres, sino en mostrar que la verdadera cultura formativa y los
preceptos ético-religiosos son elementos armónicos de una misma
concepción de la vida. El hombre de ciencia que rechaza la religión sólo lo
hace en cuanto en su condición de tal se detiene con demasiada rapidez,
por lo cual no es un buen hombre de ciencia. El católico que respeta la
ciencia es puramente un católico integral, ya que ninguna fe religiosa
puede ir contra la verdad (los resultados de la ciencia son parte de la
misma).

A pesar del tiempo transcurrido desde que John Henry Newman recibió el encargo de
organizar y dirigir una nueva universidad en Dublín (1851), la impronta que dejó su escrito
titulado Idea of a University se deja notar todavía, especialmente en los círculos católicos,
pero también en todos aquellos ámbitos en que se intenta reflexionar a fondo sobre la
naturaleza de la universidad y de la vida universitaria. La lectura de una obra que puede con
toda razón ser considerada un clásico ha de aportar a la reflexión actual sobre la misión de la
universidad puntos iluminadores que, salvando las diferencias de circunstancias, sirvan como
mínimo de ocasión para caer en la cuenta a veces en obviedades que a menudo son pasadas
por alto, a veces en sutilezas que si no van acompañadas de la necesaria ponderación no
serían más que pedanterías.

En primer lugar, Newman rechaza una concepción falsamente elitista de la universidad


en la que simplemente se tratara de reproducir un modelo de ‘gentleman’ británico
característico: líderes arrogantes que con aires de superioridad se dedicaran a ocupar
los resortes del poder político, económico e ideológico. Por el contrario, la misión de la
universidad, el objetivo ‘número uno’, es hacer un bien a los estudiantes formándoles de
modo completo y capacitándoles para desempeñar sus tareas en la sociedad de la
mejor manera posible. ¿Acaso no se olvida a menudo en el mundo universitario actual
esta perspectiva?

En segundo lugar, la universidad como tal, no simplemente la universidad católica, tiene


como fin la cultura intelectual: educar la inteligencia y acostumbrarla a razonar bien en
las distintas materias, a alcanzar la verdad y saberla comprender; no tiene como fin la
educación moral ni la producción mecánica ni un oficio determinado. “The first step in
intellectual training is to impress upon a boy's mind the idea of science, method, order,
principle, and system; of rule and exception, of richness and harmony” [1]. Así que aquel
carácter completo de la formación del estudiante, señalado en el primer punto, no
consiste en una acción sustitutiva de los ámbitos adecuados para la formación moral ni
en una especie de formación profesional aderezada con algo de cultura superior. Es
evidente que en el mundo universitario actual la habilitación para el ejercicio profesional
desempeña un papel central en la configuración de los planes de estudio, mientras que
queda relegada al olvido la educación de la inteligencia, que es mucho más que la
adquisición de conocimientos teóricos y habilidades prácticas. Un trasfondo de
escepticismo impregna a menudo, como sabemos, el mundo académico
contemporáneo.
John Henry Newman promovio la Universidad Catolica de Irlanda (1852–1858) y fue su primer
Rector (1854–1858). Su interes fue responder a la pregunta >como formar la inteligencia de
jovenes laicos con el fin de fortalecer su estructura mental y proporcionarles una vision amplia de
la realidad? Su respuesta fue: el saber ha de ser el fin de la universidad, con la promocion del
conocimiento de las humanidades, por el gusto de aprender, ademas de la preparacion
profesional correspondiente a la disciplina a ejercer. De esta manera Newman logra aunar la
educacion tradicional con aquella que busca su impacto practico.

}
Ortega atribuye a la Universidad la tarea de huma- nizar
o vitalizar a la ciencia para evitar así que se llegue el día en
que el hombre asustado de la incompatibilidad de su vida
con la ciencia se desinterese de ella.

Ortega propone una nueva forma de entender el uso de la razón para comprender la
vida y la historia del ser humano. La historicidad de la vida y del pensamiento es la
clave filosófica de su doctrina. El pensamiento emana de la vida misma, es una función
vital.
l primero se resume en su famosa sentencia: «yo soy yo y mi circunstancia y, si no la
salvo a ella, no me salvo yo» (Meditaciones del Quijote, 1914).
Las etapas de pensmiento
La del objetivismo, la del perspectivismo y la del raciovitalismo, por este orden.

Cual es la experiencia de la universidad


Te convertirás en un profesional del área que más te gusta

La preparación en la universidad será importante para que te conviertas en un


profesionista en el área que más te destacas, para tener un futuro laboral prometedor.
Su propuesta para la universidad parte de considerar aquellos que fueron los pilares
vertebrales de su filosofía. A saber:

a. Que la cuestión visceral de todo el problema viene prefigurado por el lugar y


el tiempo en que se acierte a colocar su debate. Ello significa que antes de hablar de
reforma o corrección de lo dado y vigente en la universidad, es preciso haber
alcanzado cierto estado o grado de evolución en el pensamiento que se articula en
torno a ella.

b. Ahora bien, si para Ortega el hombre medio representaba el área donde se movía
la realidad de la universidad, entonces, es su vida y los modos que ella asume lo que
se vuelve trascendental para la historia institucional

c. Precisamente porque la vida es necesidad de sostenerse en un medio que es la


cultura de su tiempo vital, el hombre no tiene otra salida más que tratar de averiguar
qué significa esa situación, pues al interpretarla proyecta así su futuro, afirma su
porvenir. He aquí lo que la universidad, como existencia colectiva, debía enfrentar: ver
lo que había sido, entender su presente y, esencialmente, fundar su derecho a
pervivir.

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