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FLUCTUACIONES EMOCIONALES

FLUCTUACIÓN: Del latín fluctuatĭo, la fluctuación es el acto y las consecuencias de fluctuar. Este verbo hace
referencia a la oscilación (incrementar y reducir de manera alternada) o a vacilar. El concepto tiene distintas
aplicaciones de acuerdo al contexto.

 Humores que cambian, emociones a flor de piel, sensibilidad extrema ¿son


las hormonas?
¿Las oscilaciones anímicas, tan frecuentes en la mujer, son resultado de fluctuaciones en los niveles de "hormonas
femeninas"? ¿Cómo evoluciona el tema en las distintas etapas de la vida? ¿Qué puede aportar la ciencia y la
medicina? ¿Hay formas de prevenir? Dr. Salvador Guinjoa

A partir de la pubertad, la aparición de depresión clínica es prácticamente dos veces más frecuente en las mujeres
que en los hombres, llegando a más de un 20% a lo largo de la vida. Las mujeres reconocen habitualmente la
aparición de fluctuaciones anímicas a lo largo de la vida que, aunque no lleguen a configurar un problema médico, a
veces determinan dificultades en el trabajo, el estudio, y en las relaciones con otras personas (¡y hasta en la relación
consigo misma!).

Surge naturalmente la pregunta, ¿estas oscilaciones anímicas tan frecuentes en la mujer, son resultado de
fluctuaciones en los niveles de "hormonas femeninas", que ocurren tan predeciblemente en su vida? La aparición de
los ciclos menstruales y su repetición periódica, los embarazos y sus períodos post-parto, las fluctuaciones
inmediatamente previas a la menopausia, y los cambios de la postmenopausia son situaciones bien reconocidas por
las propias mujeres y que, intuitivamente, se señalan como asociadas a fluctuaciones anímicas, períodos de mayor
o menor sensibilidad emocional, de predispoción a los vínculos sociales y románticos, de cansancio o vitalidad
corporal y hasta cambios cognitivos que involucran a la atención, la memoria, y la sensación de "rapidez mental".

Es cierto que casi todas las situaciones de fluctuación hormonal mencionada se pueden asociar también a factores
psicológicos que pueden influir en el ánimo. ¿Quién puede dudar de la importancia de un embarazo, de la
finalización del mismo, de la terminación de la vida fértil de una mujer, para su estado emocional, con todo lo que
estos períodos implican? La llegada de un nuevo hijo, ¿no produce acaso una serie de desafíos a la mujer en su
identidad, ahora como madre de un nuevo ser que depende de ella estrechamente y requiere de sus cuidados como
de los de ninguna otra persona? ¿Qué nos dice el sentido común sobre el impacto que puede tener el retiro de los
períodos menstruales y con ello el fin de la edad reproductiva?

Parecieran verdades de Perogrullo que cada fase de la vida reproductiva se acompaña de estos y otros desafíos
identitarios, explícitos o simbólicos, que bien pueden acompañarse de fluctuaciones en el ánimo, la emocionalidad,
en qué tan bien se siente una mujer consigo misma. Ahora bien, ¿son estos factores psicológicos asociados a los
distintos momentos de la vida reproductiva de la mujer, las únicas explicaciones de los cambios anímicos asociados
a ellos? Es una experiencia común que los últimos días de cada ciclo son, para muchas mujeres, un momento
especialmente difícil emocionalmente, aun cuando no existan problemas de pareja, de familia, o de trabajo. Es difícil
conciliar momentos de tristeza profunda con la llegada de un nuevo hijo que, aunque desafiante para la autoestima
de la mujer en su nueva función de madre, fue recibido con esperanza y alegría.

Muchas mujeres se sienten bien preparadas para la menopausia, después de haber vivido una vida reproductiva
rica y generosa, y manteniéndose activas social, laboral, y sexualmente, y sin embargo desarrollan cambios
anímicos muy notables cuando llegan las primeras fluctuaciones en los ciclos que anuncian el retiro definitivo de los
ciclos menstruales. Hoy sabemos que estos cambios anímicos guardan una relación muy estrecha con los niveles
de hormonas sexuales femeninas, principalmente estrógeno y progesterona, pero también con los niveles de
Fluctuaciones emocionales

andrógenos (por ejemplo dehidroepiandrosterona), que en el caso de la mujer cambian marcadamente en distintos
momentos de su vida.

Cada momento de la vida reproductiva de la mujer tiene sus peculiaridades neuroendocrinológicas que imponen un
desafío (¡pero también una posibilidad de prevención!) al mantenimiento de un buen estado anímico.

Ciclos menstruales y Trastorno Disfórico Premenstrual

En contraste con lo que ocurre en varones, que tienen niveles más o menos estables de hormonas sexuales, la
secreción de estrógenos y progestágenos en la mujer es un fenómeno eminentemente cíclico. Existe un nivel
incremental de estrógenos durante la primera fase del ciclo, de aproximadamente 14 días, que culmina con un "pico"
hormonal seguido de inmediato por la ovulación, y luego el mantenimiento de niveles altos de progestágenos en la
segunda mitad del ciclo. Si no hubo fecundación e implantación del óvulo iniciando un embarazo, al final del ciclo
menstrual los niveles de ambos tipos de hormonas decaen, y el tejido uterino que se había desarrollado, listo para
acoger al embrión, se descama, acompañado de volúmenes variables de sangrado que es lo que la mujer observa
como menstruación. Muchas mujeres se quejan de síntomas físicos antes de la menstruación, pero hay un subgrupo
que informa humor deprimido, o labilidad emocional, mayor irritabilidad, y tensión.

Estos síntomas son la esencia diagnóstica de lo que se llama Trastorno Disfórico Premenstrual. Generalmente
aparecen en la última semana del ciclo, inmediatamente antes del período, y en algunas mujeres no se alivian con el
mismo sino que siguen unos días más. Las mujeres que tienen PMDD tienen menores niveles de estradiol
disponible en la sangre. Curiosamente, la suplementación con hormonas no alivia en forma consistente estos
síntomas, que sí suelen responder muy bien a antidepresivos "serotoninérgicos", lo que apunta a que los estrógenos
no tienen efecto directo sobre el ánimo sino que posiblemente afecten a sistemas de "mensajeros" cerebrales
(llamados "neurotransmisores") involucrados en la regulación del ánimo. Según cuál es la encuesta, de un 3 % a un
9 % de las mujeres experimentarán este síndrome en algún momento de sus vidas. A veces, el PMDD llama la
atención sobre formas leves y crónicas de depresión llamadas "distimia", o representan la exacerbación de un
trastorno depresivo subyacente. Estos cuadros no son los únicos factores de riesgo para PMDD. Otros factores
incluyen el cigarrillo, un menor nivel de educación, y un cuadro de ansiedad llamado "trastorno por estrés
postraumático", observado en algunas personas que estuvieron expuestas (no importa cuánto tiempo antes) a un
trauma severo, como un asalto o una violación.

Embarazo

El embarazo parecería ser una situación "protegida biológicamente" contra la tristeza, porque durante el mismo los
niveles de estrógenos y de progesterona suben como en ningún otro momento de la vida de una mujer. Y con ellos,
parece subir también la actividad serotoninérgica cerebral. De hecho, durante mucho tiempo se pensó que el
embarazo tenía un efecto protector sobre el ánimo. Hoy se sabe que para algunas mujeres no es así, y que hasta
puede representar un momento de riesgo. La frecuencia con la que la depresión aqueja a mujeres embarazadas es
de aproximadamente un 7 % en el primer trimestre y un 12 % en los dos siguientes. Sin embargo, para mujeres que
ya estuvieron deprimidas alguna vez, las chances durante el embarazo trepan al 40%, y en la mitad de casos, los
síntomas reaparecen en el primer trimestre.

Cuando esto pasa, el panorama se complica porque la decisión sobre si tratar o no tratar farmacológicamente el
cuadro puede ser difícil. Como médico, uno se torna como es lógico extremadamente cuidadoso e intenta evitar el
uso de antidepresivos, siguiendo el principio básico de la medicina: primum non nocere, dice el juramento
hipocrático. Si bien los antidepresivos usados generalmente no son teratogénicos, es muy difícil saber qué efectos a
largo plazo tengan sobre el desarrollo del niño por nacer. Sin embargo, estas precauciones deben contrastarse con
la decisión de no tratar. Médico y paciente deben saber que una depresión severa no tratada se asocia a
complicaciones obstétricas (aumento de cesáreas o partos vaginales en los que se usan instrumentos, y parto

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Fluctuaciones emocionales

prematuro) y puede afectar el desarrollo temprano del niño, por ejemplo en lo que hace a habilidades cognitivas
incluyendo adquisición del lenguaje incluso en mujeres que no fueron tratadas con antidepresivo. La severidad de la
depresión es un factor crucial a tomar en cuenta.

Postparto

El postparto inmediato es un momento de riesgo bien conocido para sufrir problemas no sólo de depresión, sino
también de otros problemas psiquiátricos. Si en los últimos momentos de cada ciclo menstrual la caída de los
niveles de hormonas se asocia a un riesgo aumentado de problemas anímicos, en el postparto inmediato las
hormonas se "caen de un abismo" porque como dijimos, en el embarazo los niveles de hormonas femeninas son
máximos. Y a pesar de que el tema está todavía rodeado de controversia, los cambios abruptos en niveles de
hormonas parecen ejercer un efecto fundamental en el aumento del riesgo de padecer depresión en este período.
Hasta un 18% de mujeres parecen tener un aumento de los síntomas depresivos en los primeros 6 meses después
del parto, pero la prevalencia de un episodio depresivo mayor va del 4 al 9%. Haber padecido depresión antes y
durante el embarazo, o tener una historia de PMDD, y hasta de haber tenido depresión relacionada con el uso de
anticonceptivos orales, son todos factores que aumentan las probabilidades de tener depresión postparto, como si
hubiera un grupo de mujeres con una sensibilidad especial a los ciclos hormonales, no sólo en menos, sino también
en más (como durante el embarazo).

Premenopausia, menopausia temprana, menopausia tardía: ¿da lo mismo para el humor y las
emociones?

El último momento de especial riesgo en la "vida hormonal" de una mujer es la menopausia. La pregunta surge
lógicamente: ¿Importa la "caída de hormonas"? Esto pondría a la mujer en un riesgo de duración indefinida luego
que los ciclos menstruales comienzan a espaciarse y luego desaparecen. ¿Importa la transición desde los ciclos
regulares hasta la ausencia completa de ciclos? La respuesta no es sencilla y es importante conocer cómo
ginecólogos y obstetras definen estos momentos, que son bastante distintos el uno del otro biológicamente. Como
habíamos visto en la figura, los distintos momentos en la vida reproductiva de la mujer culminan en cuatro fases
finales bastante complejas desde un punto de vista biológico, agrupada en dos que se llaman "transición a la
menopausia" y "postmenopausia", y que están divididas por la fecha del último ciclo menstrual en la vida de una
mujer. El impacto sobre el ánimo de estas subfases también es complejo: hoy sabemos que difieren mucho en lo
que respecta al riesgo de padecer depresión.

La transición menopáusica se caracteriza por una producción disminuida de estrógenos que determinan, al principio,
un cambio en la duración de los ciclos, que se tornan significativos cuando exceden los 7 días. La premenopausia
tardía es anunciada por el salteado de dos ciclos consecutivos y la prolongación de la amenorrea por 60 días al
menos. En esta fase comienzan los síntomas vasomotores que acompañan muchas veces el proceso durante los
primeros años luego del retiro definitivo de la menstruación. Luego de esta postmenopausia temprana, la situación
se estabiliza en niveles bajos de hormonas sexuales, incluyendo los andrógenos (es decir, de actividad parecida a
las que determinan los caracteres sexuales secundarios del varón, y que parecen ser responsables importantes de
la disminución del deseo sexual y la aparición de tristeza). No todas las fases son similares en lo que hace a la
probabilidad de sufrir problemas de depresión. El momento de mayor vulnerabilidad es la perimenopausia, es decir
el que va desde el alargamiento inicial de los ciclos, hasta aproximadamente el primer año después del último
período menstrual (ver la figura). Aunque la mayoría de las mujeres tiene una actitud positiva y de aceptación frente
a la menopausia, un 50% de mujeres experimenta tristeza y síntomas depresivos aislados que antes no había
tenido, y casi la cuarta parte padece un episodio depresivo mayor. Los síntomas vasomotores y la depresión previa
son factores de riesgo particularmente importantes, pero la depresión puede aparecer en muchas mujeres que
nunca la habían padecido en su vida. La perimenopausia tardía, es decir la más cercana a la última menstruación,
es con mucho el momento de máxima vulnerabilidad. Luego, en la menopausia tardía, el riesgo de depresión se

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estabiliza y se hace claramente mejor que en la transición perimenopáusica. Curiosamente, son los andrógenos en
disminución (especialmente DHEA, o dehidroepiandrosterona) los que mejor correlacionan con el aumento de
sintomatología depresiva, más que las "hormonas femeninas" aunque éstas también parecen jugar un papel.

¿Cuál es entonces el vínculo biológico entre las hormonas sexuales y los estados de ánimo? ¿Qué
implicancias tiene para el tratamiento y la prevención?

Las fases que vimos en la vida reproductiva de la mujer dan una propensión a sufrir el mismo tipo de sintomatología:
irritabilidad, labilidad de la emoción, cambios en el sueño, tristeza y sensación de menor rapidez mental. Como
muchos de estos momentos (la fase final del período menstrual, el postparto, la menopausia) tienen en común que
los niveles de "hormonas femeninas" bajan, algunos investigadores postularon que el responsable es el
"hipoestrogenismo" es decir, bajos niveles de estrógenos. Sin embargo, hay varias razones para pensar que este no
es el principal factor. Por ejemplo, el embarazo tiene altos niveles de estrógenos y es también un período de cierta
vulnerabilidad. Y además, la menopausia tardía, que es la que tiene mínimos niveles de estrógenos, no se
caracteriza por una vulnerabilidad especial, o al menos, mucho menor que la perimenopausia, que es donde todavía
hay bastantes estrógenos. Entonces, parecen ser los momentos de máxima fluctuación, más que el nivel absoluto
de estrógenos, lo que confiere vulnerabilidad especial en el estado anímico en la mujer. Más aun, algunos
investigadores observaron un efecto de "kindling" en lo que hace a depresión en la vida reproductiva de la mujer, es
decir, a medida que se acumulan síntomas o episodios depresivos, en cada fase futura la mujer queda más
vulnerable todavía a padecer un nuevo episodio. Y todos estos factores parecen expresarse a través de cambios
neuroquímicos en el sistema nervioso, porque aparte de las intervenciones psicológicas, los antidepresivos son tan
eficaces en la depresión asociada a las distintas fases de la vida reproductiva de la mujer como lo son en otros
momentos de la vida. Lo que sí es crítico es que médicos y pacientes tomen en cuenta las vicisitudes especiales en
la vida reproductiva de la mujer a la hora de decidir cuándo consultar y qué tratamiento usar.

Dr. Salvador Guinjoan, subjefe de psiquiatría del Fleni e investigador del Conicet
PÁGINA DE CONSULTA: http://www.entremujeres.com/vida-sana/psicologia/Humores-emociones-
hipersensibilidad-hormonas-menopausia_0_275972416.html

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