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Tricomoniasis Bovina

Publicado
3 años atrás
en
25/06/2019
(8.541 vistas)
Por
Perulactea

La tricomoniasis es una enfermedad bovina venérea ocasionada por el


protozoario Tritrichomonas foetus, cuya distribución es mundial y que
ocasiona abortos en la vaca, sobre todo en el primer tercio
de gestación de la vaca, piometra e infertilidad en bovinos. La
transmisión ocurre durante el coito, generalmente de los toros que se
consideran portadores asintomáticos, hacia las hembras.
El diagnóstico se realiza por la identificación del agente a partir de un raspado
prepucial. El tratamiento en machos es difícil, por lo cual muchas veces es mejor
eliminar a los toros positivos, mientras que en las hembras, en las cuales es una
infección temporal, dejar pasar tres celos es suficiente para que se elimine al
agente infeccioso. La vacunación provee una protección limitada a las hembras

Agente etiológico de la Tricomoniasis bovina


Tritrichomonas foetus, es un protozoario alargado que mide de 8 a 18 µm de
largo y de 4 a 9 µm de ancho. Tiene forma de pera y presenta cuatro flagelos (tres
anteriores y uno posterior), además a lo largo del cuerpo tiene una membrana
doble o membrana ondulante, llamada hidrogenosoma, que le permite vivir en
condiciones de microaerobiosis y anaerobiosis.
El parásito se reproduce por fisión binaria longitudinal, no tiene reproducción
sexual y no sobrevive mucho tiempo fuera del huésped. Es sensible a la
desecación y a la luz ultravioleta.

Ciclo epidemiológico de la Tricomoniasis bovina

Fuente de infección y transmisión


La enfermedad se transmite principalmente por el coito, y en la gran mayoría de
las ocasiones el macho infecta a la hembra, ya que a partir de los 4 años de edad,
el protozoario se aloja en los pliegues o criptas peneanas, que son unas
estructuras cavernosas formadas en la mucosa prepucial, principalmente a nivel
del fórnix y alrededor del glande.

En este sitio el parásito puede cohabitar con una bacteria conocida como
Campylobacter fetus subespecie venerealis. Al momento de la cópula, la
estimulación y la erección del pene favorecen que se abran las criptas peneanas y
salgan las tricomonas, que son introducidas a la hembra durante la penetración.
La fertilización se lleva a cabo a pesar de la presencia de estos parásitos.

Ocasionalmente la transmisión puede ocurrir por la inseminación artificial, cuando


el semen contiene tricomonas, ya que el protozoario es capaz de permanecer
viable en el semen congelado, o cuando el material empleado está contaminado e
incluso por usar el mismo guante al examinar a varias vacas por vía vaginal.

Sin embargo, la práctica de la inseminación artificial ha reducido el riesgo de


transmisión de este protozoario y de otras enfermedades venéreas, sobre todo si
la inseminación se hace con semen certificado. No se conoce a ciencia cierta
cómo se da la transmisión entre machos, pero se sabe que toros vírgenes pueden
contagiarse si le dan servicio a una hembra positiva.

Patogenia de la Tricomonosis bovina


En la hembra después del coito, el protozoario invade la vagina, útero y oviductos,
provocando inflamación y atrayendo linfocitos y macrófagos. T. foetus se adhiere y
entra al soma de las células epiteliales del tracto reproductor con su flagelo
posterior, con la adhesina Tf 190 (citotóxica) y con lecitinas, que son reconocidas
por los receptores glicoproteícos de la membrana celular del hospedador El T.
foetus evade al sistema inmune por medio de enzimas (cisteína proteinasa y
fibronectinas) que lisan el epitelio celular y degradan a las inmunoglobulinas IgG1
e IgG2 al igual que al C3 (componente del complemento) produciendo una
inflamación severa en la vagina y el endometrio de la vaca y provocando el aborto.
Útero de vaca Jersey con metritis por Trichomonas
Inmunidad a la Tricomoniasis bovina
La inmunidad humoral tiene pobre respuesta contra la T. foetus debido a su
mecanismo de invasión. En estudios in vitro se ha observado que los anticuerpos
IgA generalmente inmovilizan y aglutinan al parásito pero no lo aniquilan; los
anticuerpos IgG evitan la adherencia del protozoario a la superficie de la mucosa
además de activar el complemento para que T. foetus sea fagocitado por los
monocitos y macrófagos .

En infecciones naturales esta respuesta inmune es tardía por lo que las pérdidas
reproductivas no pueden prevenirse. Por otro lado, en hembras la inmunidad
celular es adecuada en la respuesta local (en genitales, útero y secreciones
vaginales) debido al aumento en la producción de IgA e IgG (IgG1 e IgG2), entre
la quinta a la sexta semana pos-infección.

En algunos casos, la T. foetus puede llegar a sobrevivir en el tracto genital de 90 a


190 días postinfección, razón por la que una hembra podría convertirse en una
portadora. Si la hembra logra combatir la infección, las lesiones se ven
disminuidas considerablemente, pero en un 10% de las hembras puede haber
lesiones de tipo crónico en el oviducto que generarán infertilidad en los servicios
futuros.

En otras palabras, depende del estado fisiológico del bovino y la capacidad de su


sistema inmune al producir IGg2 resistente a la degradación enzimática, que
pueda combatir la tricomoniasis de una manera exitosa. Sin embargo, esto no
evita que pueda haber una reinfección en gestaciones subsecuentes dado que la
inmunidad se considera de corta duración.
Con respecto al macho, dada la ubicación de las tricomonas en los pliegues o
criptas peneanas, es muy difícil que se estimule una respuesta inmune con la
subsecuente formación de inmunoglobulinas, razón por la que pueden persistir
infectados de por vida y por la que las vacunas no ofrecen buenos resultados.

Síntomas de la Tricomoniasis bovina


En la hembra, uno de los primeros signos que se observa es el aborto, seguido
por vaginitis, piometra, descargas uterinas y endometritis, que pueden conducir a
una infertilidad de diferente duración. Causa muerte embrionaria e incluso abortos
hasta el séptimo mes de gestación.

Muchas de las pérdidas embrionarias se dan alrededor de 17 días después de la


concepción. El protozoario se puede encontrar en los fluidos genitales hasta los
100 a 200 días post infección. En una gestación, si la vaca es infectada antes del
segundo mes de gestación es muy posible que el becerro llegue a término. En tal
caso la infección persistirá de seis a nueve semanas post parto.

Ocasionalmente, en una vaca infectada que ya presenta una endometritis


considerable, sobre todo entre la semana séptima a décima de gestación, el
parásito puede causar un daño considerable al trofoblasto provocando la muerte
del embrión y su posterior resorción.

En el feto se puede encontrar bronconeumonía piogranulomatosa y enteritis


necrótica, llegando a encontrarse ingestión e inhalación de meconio.
Microscópicamente se ven macrófagos y células gigantes. El macho infectado con
T. foetus es un portador asintomático, que no muestra afección de la calidad del
semen ni la libido.

El protozoario se localiza en las criptas peneanas en la cavidad prepucial,


específicamente en la superficie no queratinizada del epitelio escamoso
estratificado del glande del pene y prepucio proximal, en el área del fórnix y
también al final de la uretra, aunque no provoca lesiones severas.

Al inicio de la infección, microscópicamente se puede encontrar un incremento en


los neutrófilos justo por debajo de la capa no queratinizada del epitelio del glande
y el prepucio, seguido de un infiltrado de linfocitos y células plasmáticas formando
nódulos linfoides. Puede haber una degranulación de mastocitos entre las
semanas sexta y novena.

Síntomas en toro Tricomoniasis


Los toros son completamente asintomáticos y su fertilidad no se ve afectada; por
el contrario, las vacas muestran todo tipo de sintomatología

 Piómetra (acumulo de pus en el útero) postservicio: secreción vaginal


purulenta.
 Mortalidad embrionaria: vacas repetidoras.
 Disminución de la tasa de natalidad hasta un 50%
 Incremento en el intervalo entre partos.
 Nacimiento de crías débiles.

Efectos reproductivos ocasionados por la infección


Si se detecta cualquiera de estos problemas, pero particularmente la evidencia de
infecciones uterinas post servicio (“piómetras postcoital”), se debe llamar
inmediatamente al médico veterinario para que realice las pruebas necesarias
para diagnosticar esta enfermedad.

Se puede tratar de detectar el parasito en las secreciones vaginales (pus), en las


secreciones prepuciales o en los fetos abortados. Sin embargo, las pruebas
diagnosticadas a menudo son insuficientes para demostrar la infección. Es decir
que si la muestra sale positiva, el toro es muy posiblemente positivo (alta
especificidad), pero si la prueba sale negativa (baja sensibilidad) puede que el toro
sea negativo, pero también puede ser que el parasito no se haya obtenido con el
procedimiento a que el tratamiento de la muestra haya sido inadecuado.

La técnica del lavado prepucial sea ido reemplazado por la técnica del raspado
prepucial para la recolección de esmegma (moco prepucial), la cual se puede
realizar con un catéter para lavados uterinos o con un raspador que generalmente
es de cobre o plástico. Este tipo de muestra es de mejor calidad ya que el
esmegma se recoge e inmediatamente es transferido al medio de cultivo
adecuado para T. Foetus, la muestra no debe ser refrigerada o congelada. Los
medios se pueden solicitar en el laboratorio clínico donde se va a analizar la
muestra. Con este sistema se gana un 20% de sensibilidad en la detección del
parasito. Se han descrito otros métodos moleculares, tales como PCR, los cuales
se han usado en las campañas de erradicación de esta entidad en algunos
estados de Norte América, su aplicabilidad todavía es limitada en nuestro país.

Métodos de tomas de muestras para el diagnóstico de Tricomoniasis y


Camplilobacteriosis
Independiente de la técnica que se utilice para colectar el esmegma prepucial, los
métodos diagnosticados requieren que el parásito este viable; por consiguiente, es
crucial el manejo de la muestra para obtener un resultado confiable. Para
incrementar las posibilidades de obtener el parásito en el esmegma prepucial, es
mejor dejar dos semanas de descanso sexual después de la temporada de monta
del toro.

Diagnóstico de la Tricomoniasis bovina


El diagnóstico se basa en la historia y los signos clínicos, así como en la
identificación del agente, que se hace a partir de fluidos placentarios, contenido
abomasal del feto, lavados uterinos, exudado de endometritis o moco vaginal. Son
sospechosos hatos con historia de abortos tempranos, vacas que repiten calor y
están sucias, gestaciones tardías, baja tasa de preñez, prolongado intervalo entre
partos y ciclos estrales irregulares.

En hatos sospechosos la prueba más confiable es el cultivo a partir de un lavado


vaginal o de un raspado prepucial. Los sementales que vayan a ser probados
deben tener un descanso sexual de por lo menos 10 días. Para el examen es
necesaria una muestra de esmegma, que puede tomarse por diferentes métodos a
partir del prepucio.

Uno de ellos consiste en realizar un lavado con masaje prepucial enérgico,


introduciendo 200 ml de solución de fosfato buferada (PBS), poniendo especial
atención en la zona del fórnix. Otro método consiste en hacer un raspado
prepucial, para lo cual se pueden utilizar pipetas de inseminación artificial de
Cassou o un raspador torneado, ya sea de plástico o de bronce, siendo este último
la mejor opción.

Para este método conviene exteriorizar el pene para alcanzar mejor la zona del
fórnix con el raspador, lo cual se facilita con un bloqueo del nervio pudendo o bien
con el uso de un tranquilizante. Una vez que se tiene la muestra esta debe llegar
al laboratorio de diagnóstico en menos de cuatro horas.

De otra forma habrá que introducirla en un medio de transporte o a un medio de


cultivo. El éxito de la prueba depende del método utilizado, de la higiene al tomar
la muestra y de la cantidad de tricomonoasis que se encuentren (mayor
concentración de T. foetus de los 12 a los 70 días postinfección), por lo que en
ocasiones es recomendable repetir la prueba.

En Norteamérica y Europa existe una nueva prueba llamada InPouch System TF,
que consta de una bolsa de plástico especial con dos cámaras, una inferior que
contiene 3 ml de un medio de cultivo y otra cámara superior en donde se coloca la
muestra a temperatura ambiente (20 a 25 °C).

Después de dos o tres días la bolsa se revisa al microscopio a 10, 20 ó 40


aumentos y en caso de ser positiva se observa la motilidad, la membrana
ondulante y otras características de la estructura del protozoario; comúnmente las
tricomonas se localizan en la parte inferior y las esquinas de la cámara.

Este método asegura la higiene del cultivo, pero su costo es elevado. La


sensibilidad de este procedimiento se calcula del entre 80 y el 90% debido a los
errores que puede haber al tomar la muestra o a las condiciones del envío.
También puede usarse la técnica de reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
que es altamente sensible y es específica ya que no es necesario que el
protozoario esté vivo para detectarlo.

Además esta prueba permite conocer el número de T. foetus por mililitro de fluido
prepucial y verificar que efectivamente se trate de T. foetus y no de otro tipo de
protozoarios, que no se pueden distinguir con la observación al microscopio. La
prueba de PCR es importante para confirmar el diagnóstico debido a que hay otras
subespecies de tricomonas que pueden dar un falso positivo en la prueba de
cultivo.

Diagnóstico diferencial de la Tricomoniasis bovina


Deben considerarse todas las enfermedades que provocan una baja en la
reproducción de hasta el 50% (abortos e infertilidad). Agentes etiológicos como
Histophilus somni, Ureaplasma diversum, y Leptospirasp., (por mencionar
algunos) causan signos similares. La campilobacteriosis es una enfermedad
venérea del ganado, antes conocida como vibriosis, que representa el principal
agente con el que hay que realizar el diagnóstico diferencial.
Esta enfermedad es ocasionada por Campylobacter fetus subespecie venerealis,
una bacteria gram negativa, muy móvil, con un solo flagelo y que se puede
observar con el microscopio de campo obscuro, que ocasiona también infertilidad,
muerte embrionaria y aborto. Campylobacter fetus también habita en las criptas
peneanas, por lo que se presenta en donde hay monta natural.

Aunque puede sobrevivir a la congelación no se disemina por semen congelado ya


que durante su procesamiento se agregan antibióticos que evitan la contaminación
del semen. El diagnóstico de este agente se hace por cultivo en medios de
transporte como Caryblair, Amies, Weybridge y Clark‘s.

Tratamiento de la Tricomoniasis
El tratamiento en las hembras consiste en lavados uterinos con estreptomicina
diluida en solución salina fisiológica, o bien dar un descanso sexual por 2 ó 3
ciclos estrales, ó 90 días, tiempo en el cual la mayoría de las vacas eliminan
naturalmente al parásito.

En los machos el tratamiento convencional se basa en la utilización de derivados


de la acriflavina o tripaflavina preparados con una base oleosa, y administrados
localmente, dando durante 10 minutos un masaje enérgico sobre la zona
prepucial, para favorecer la apertura de las criptas peneanas. La manipulación del
pene se facilita con un bloqueo al nervio pudendo o con la administración de un
tranquilizante.

Este procedimiento debe acompañarse de la administración local de metronidazol


o dimetridazol, a una dosis de 10 mg por kilo de peso vivo, durante 10 días.
Estudios recientes in vitro muestran una buena actividad tricomonicida del
mebendazol (derivado de los bencimidazoles), y también se puede usar el
ipronidazol, para lo cual se recomienda un tratamiento previo de las vacas con
30,000 UI de penicilina por kilo de peso, durante dos días, para disminuir la
población de micrococos que pueden destruir el anillo del ipronidazol.

Después de 30 días y antes de poner a trabajar al toro se debe volver a


muestrear para constatar que está libre. En caso contrario se puede volver a
intentar el tratamiento repitiendo todo el procedimiento. Se dejan pasar otros 30
días y se hace la valoración. Si vuelve a salir positivo se recomienda su desecho.

Además de representar un gasto considerable, algunos de estos fármacos son


capaces de generar resistencia y otro pueden ser cancerígenos, estando prohibido
su uso en Norteamérica, por lo que algunos médicos no recomiendan tratar a los
animales.

Prevención y control Tricomoniasis


Para evitar la diseminación de la tricomoniasis en un hato es necesario muestrear
en forma periódica a los sementales, siendo recomendable tratar o desechar a los
animales positivos. También puede implementarse la inseminación artificial en las
vacas utilizando semen congelado certificado libre de patógenos.

En el caso de adquirir animales nuevos es recomendable que sean vírgenes para


evitar que se introduzca esta infección al hato, debiendo considerarse que los
machos menores de tres años no son portadores. Existen vacunas comerciales
hechas con células enteras de T. foetus inactivada, para su uso en machos y en
hembras, sin embargo, únicamente funcionan en las hembras, teniendo una
acción limitada.

De hecho, no evitan la enfermedad, solo mejoran el estado inmunológico


estimulando la formación de anticuerpos IgG del bovino, de manera que los signos
duren menos y en el mejor de los casos se pueda evitar la cervicitis, endometritis y
placentitis o que éstas sean de presentación más leve.

Prevención de la tricomoniasis
Vacunación. Existen vacunas en el mercado para ayudar en el control de la
enfermedad. La vacuna no previene la infección en las vacas, pero el curso de la
enfermedad es menor y se recuperan rápidamente evitando un daño irreversible
en el útero.
Utilizar toros negativos. La mejor forma de asegurarse de la negatividad de los
toros es que estos sean vírgenes. La probabilidad de que un toro virgen se
contamina es muy baja, pero es posible, sobre todo si ya ha alcanzado su
madurez sexual. Por consiguiente, se debe solicitar la certificación de un
veterinario que haya realizado las tres pruebas semanales anteriormente
mencionadas. Si los machos se compran antes de alcanzar su madurez sexual, no
es necesario realizar la prueba.
No prestar toros para ser utilizados en otras fincas. Esta es posiblemente
la forma más común de trasmisión en ganaderías de leche de nuestro medio,
donde se tiene un toro repasador que se presta entre fincas aledañas.
Hacer mantenimiento a las cercas perimetrales, para evitar que el “toro del
vecino” detecte una vaca en celo, rompa la cerca y genere un desastre
económico, sin que se sepa inicialmente la razón. En estos casos, una adecuada
asesoría permite diagnosticar el problema para poder asi tratar de encontrar el
toro infectado.
Implementar la inseminación artificial y la compra de novillas. Aunque
menos probable, la compra de vacas paridas representaría un riesgo. En caso de
comprar animales paridos, idealmente deberían estar preñadas o certificada como
aptas reproductivamente por el médico veterinario.
Realizar con periodicidad los cheques reproductivos en el hato, así el
médico veterinario podrá detectar el problema prontamente e implementar
medidas de control. Si las evaluaciones reproductivas se hacen muy espaciadas
(mayor a tres meses), las infecciones uterinas en las vacas llevaran mucho
tiempo, el daño uterino será irreversible y el impacto será gravísimo en términos
de reproducción y por consiguiente en términos de producción de leche y carne.
Control
 Si la enfermedad llega a la ganadería, el primer trabajo debe ser la
eliminación de los toros para monta.
 Las vacas generalmente eliminan la infección en unos cuatro meses, pero
ya se mencionó que algunas vacas pueden persistir como portadoras.
 Lo ideal es eliminar el sistema de monta natural e implementar un programa
de inseminación hasta que se considere que la infección se ha eliminado (mínimo
cuatro meses, pero para estar seguros sería mejor esperar un año para introducir
nuevamente toros). Adicionalmente, las vacas que no preñen en un periodo
determinado de tiempo (4-5 meses) o que persistan con la infección uterina deben ser
eliminadas.
 No existe una terapia adecuada contra esta enfermedad.
 En toros la infección por T. Foetus es crónica e intratable.
Ganancias obtenidas con la prevención
Se presenta una reducción del intervalo entre partos con el consecuente
incremento en la tasa de natalidad. También hay una disminución de la tasa de
descarte y se mantienen los parámetros reproductivos dentro de los rangos
normales para la explotación. Indiscutiblemente, implementar medidas de control
de esta enfermedad mejora las condiciones de manejo en la finca. Se debe utilizar
un método eficiente de manejo y análisis de registros para determinar parámetros
y así mejorar el manejo de toros entre los lotes de vacas.

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