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Williams. Obstetricia, 24e

CAPÍTULO 11: Líquido amniótico

INTRODUCCIÓN
El líquido amniótico tiene varias funciones durante el embarazo. Crea un espacio físico para el movimiento fetal, necesario para el desarrollo
musculoesquelético normal. Permite que el feto degluta, lo cual es indispensable para el desarrollo del tubo digestivo, y hace posible la respiración
fetal, esencial para el desarrollo pulmonar. El líquido amniótico previene la compresión del cordón umbilical y protege al feto contra traumatismos.
Tiene incluso propiedades bacteriostáticas. Las alteraciones en el volumen del líquido amniótico pueden ser reflejo de un problema en la producción
o la circulación del líquido, como sucede en presencia de una anomalía fetal o placentaria subyacente. Estos extremos en el volumen se acompañan de
mayor riesgo de resultado adverso del embarazo.

VOLUMEN NORMAL DEL LÍQUIDO AMNIÓTICO


El volumen del líquido amniótico aumenta desde cerca de los 30 ml a las 10 semanas hasta 200 ml hacia las 16 semanas y alcanza 800 ml a mitad del
tercer trimestre (Brace, 1989; Magann, 1997). Cerca del 98% de este líquido es agua. Un feto de término contiene aproximadamente 2 800 ml de agua y
la placenta 400 ml más, por lo que al término el útero contiene casi 4 L de agua (Modena, 2004). El volumen insuficiente de líquido se denomina
oligohidramnios, mientras que el volumen excesivo se conoce como hidramnios o polihidramnios.

Fisiología

En etapas tempranas del embarazo, la cavidad amniótica está llena de un líquido de composición similar a la del líquido extracelular. Durante la
primera mitad del embarazo hay transferencia de agua y otras moléculas pequeñas a través del amnios (flujo transmembranoso), mediante los vasos
fetales en la superficie placentaria (flujo intramembranoso) y a través de la piel fetal. La producción fetal de orina comienza entre las ocho y 11
semanas, pero no se convierte en un componente sustancial del líquido amniótico sino hasta el segundo trimestre. Esta última observación explica
por qué los fetos con anomalías renales letales no manifiestan oligohidramnios grave hasta después de las 18 semanas. El transporte de agua a través
de la piel fetal continúa hasta que se produce la queratinización entre las 22 y 25 semanas. Ésta es la razón por la cual los lactantes con premadurez
extrema pueden perder cantidades significativas de líquido por la piel.

A medida que avanza la gestación, cuatro vías adquieren un papel sustancial en la regulación del volumen del líquido amniótico (cuadro 11­1).
Primero, la micción fetal es la fuente principal de líquido amniótico en la segunda mitad del embarazo. Al término de la gestación, la producción de
orina fetal puede ser mayor de 1 L al día, por lo que el volumen completo de líquido amniótico se recircula todos los días. La osmolalidad urinaria fetal
es mucho menor (orina hipotónica) que el plasma materno y fetal, y semejante a la del líquido amniótico. La osmolalidad del plasma materno y fetal se
aproxima a 280 mosm/ml, en tanto que la del líquido amniótico se acerca a 260 mosm/L. Esta hipotonicidad de la orina fetal, y por tanto la del líquido
amniótico, explica la significativa transferencia intramembranosa de líquido a través y hacia los vasos fetales de la superficie placentaria, y por tanto
hacia el feto. Tal transferencia llega a 400 ml diarios y es un segundo regulador del volumen del líquido (Mann, 1996). En presencia de deshidratación
materna, el aumento consecuente de la osmolalidad materna favorece la transferencia de líquido del feto a la madre y luego del compartimiento de
líquido amniótico al feto (Moore, 2010).

CUADRO 11­1.

Regulación del volumen de líquido amniótico en el embarazo avanzado

Vía Efecto en el volumen Volumen diario aproximado (ml)

Micción fetal Producción 1 000

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Deglución fetal 2:14 P Your IP is 179.6.38.35 Reabsorción 750
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Secreción de líquido pulmonar fetal Producción 350

Flujo intramembranoso a través de los vasos fetales en la superficie placentaria Reabsorción 400
amniótico, explica la significativa transferencia intramembranosa de líquido a través y hacia los vasos fetales de la superficie placentaria, Access
y por Provided
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hacia el feto. Tal transferencia llega a 400 ml diarios y es un segundo regulador del volumen del líquido (Mann, 1996). En presencia de deshidratación
materna, el aumento consecuente de la osmolalidad materna favorece la transferencia de líquido del feto a la madre y luego del compartimiento de
líquido amniótico al feto (Moore, 2010).

CUADRO 11­1.

Regulación del volumen de líquido amniótico en el embarazo avanzado

Vía Efecto en el volumen Volumen diario aproximado (ml)

Micción fetal Producción 1 000

Deglución fetal Reabsorción 750

Secreción de líquido pulmonar fetal Producción 350

Flujo intramembranoso a través de los vasos fetales en la superficie placentaria Reabsorción 400

Flujo transmembranoso a través de la membrana amniótica Reabsorción Mínimo

Adaptado a partir de Magann, 2011; Modena, 2004; Moore, 2010.

Un tercer mecanismo importante de regulación del líquido amniótico es el aparato respiratorio. Se producen casi 350 ml de líquido pulmonar cada día
en el embarazo avanzado y la mitad de éste se deglute de inmediato. Por último, la deglución fetal es el principal mecanismo de absorción del líquido,
con un promedio de 500 a 1 000 ml al día (Mann, 1996). La deglución alterada, secundaria a algún trastorno en el sistema nervioso central o a
obstrucción del tubo digestivo, puede causar polihidramnios de un volumen impresionante. Las otras vías (el flujo transmembranoso y el flujo a través
de la piel fetal) representan una proporción mucho menor del transporte de líquido en la segunda mitad del embarazo.

Medición

En términos prácticos, el volumen real de líquido amniótico rara vez se mide fuera de contextos de investigación. Una vez establecido esto, los
métodos de medición directa y dilución de pigmento para cuantificar el líquido han contribuido a comprender la fisiología normal. Estas mediciones
se han usado para validar las técnicas ecográficas de valoración del líquido. El método de dilución de pigmento incluye la inyección de una pequeña
cantidad de un pigmento, como aminohipurato, en la cavidad amniótica bajo guía ecográfica. Luego se obtiene una muestra de líquido amniótico para
cuantificar la concentración del pigmento y así calcular el volumen del líquido en el que se diluyó.

Brace y Wolf (1989) revisaron 12 estudios realizados en la década de 1960, en los que se valoró el volumen de líquido amniótico con estas técnicas.
Aunque este volumen se incrementa durante la gestación, encontraron que el valor medio no cambia de manera significativa entre las 22 y las 39
semanas y se mantiene en cerca de 750 ml. Se registró una variación considerable en cada semana de gestación, sobre todo a la mitad del tercer
trimestre. En ese periodo, el 5° percentil era de 300 ml y el 95° percentil se aproximaba a 2 000 ml. En contraste, Magann et al. (1997) usaron mediciones
por dilución de pigmento y encontraron que el volumen de líquido amniótico continúa en aumento conforme avanza la gestación. De manera
específica, el volumen promedio se aproximaba a 400 ml entre las 22 y 30 semanas, para duplicarse después hasta una media de 800 ml. El volumen
permanecía en este nivel hasta las 40 semanas y disminuía en cerca del 8% por cada semana después de esa edad. Los dos reportes diferían en la
metodología de regresión usada y, a pesar de conclusiones distintas, en ambos se identificó un intervalo normal amplio en cada semana de gestación,
en particular en el tercer trimestre. Esta variación normal también se identificó con métodos ecográficos semicuantitativos, que se describen a
continuación.

Valoración ecográfica

La valoración del volumen del líquido amniótico es un componente de cada ecografía estándar realizada en el segundo o tercer trimestre (cap. 10, pág.
199). Por lo general se efectúa una valoración semicuantitativa del volumen mediante la medición de un solo saco o del índice del líquido amniótico
(AFI, amnionic fluid index) (Phelan, 1987). También se considera aceptable un cálculo cualitativo o subjetivo del volumen del líquido amniótico cuando
lo realiza un examinador experimentado (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2011; American Institute of Ultrasound in Medicine,
2013). Sin embargo, una limitación de la determinación subjetiva es que no posibilita la valoración longitudinal de tendencias en la cantidad o
adecuación del volumen de líquido.
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Saco individual
CAPÍTULO más profundo
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También se lo denomina saco vertical máximo. El transductor ecográfico se mantiene perpendicular al piso y paralelo al eje longitudinal de la paciente
embarazada. En el plano sagital se identifica el saco vertical de líquido más grande. El saco de líquido puede contener partes fetales o asas del cordón
199). Por lo general se efectúa una valoración semicuantitativa del volumen mediante la medición de un solo saco o del índice del líquido amniótico
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(AFI, amnionic fluid index) (Phelan, 1987). También se considera aceptable un cálculo cualitativo o subjetivo del volumen del líquido amniótico cuando
lo realiza un examinador experimentado (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2011; American Institute of Ultrasound in Medicine,
2013). Sin embargo, una limitación de la determinación subjetiva es que no posibilita la valoración longitudinal de tendencias en la cantidad o
adecuación del volumen de líquido.

Saco individual más profundo

También se lo denomina saco vertical máximo. El transductor ecográfico se mantiene perpendicular al piso y paralelo al eje longitudinal de la paciente
embarazada. En el plano sagital se identifica el saco vertical de líquido más grande. El saco de líquido puede contener partes fetales o asas del cordón
umbilical, pero éstas no se incluyen en la medición.

El intervalo normal para el saco individual más profundo usado con mayor frecuencia es de 2 a 8 cm y los valores superiores e inferiores indican
polihidramnios y oligohidramnios, respectivamente. Estos límites se basan en datos de Chamberlain et al. (1984) y corresponden a los percentiles 3° y
97°. Este grupo también informó mayores tasas de mortalidad perinatal entre los lactantes sin alteraciones si el saco individual más profundo era
menor al intervalo normal. El perfil biofísico fetal también emplea un límite de 2 cm para el saco vertical individual más profundo para indicar que el
volumen del líquido amniótico es normal (American College of Obstetricians and Gynecologists, 2012). Esto se revisa con más detalle en el capítulo 17
(pág. 341).

Otros umbrales menos comunes para determinar si el volumen de líquido amniótico es normal es la medición de un solo saco en los planos vertical y
transversal. El volumen adecuado de líquido se define como un saco de 2 × 1 cm, un saco de 2 × 2 cm o uno que mida al menos 15 cm2 (Gramellini,
2004; Magann, 2000; Manning, 1990, 1993).

Cuando se valoran embarazos gemelares y otras gestaciones múltiples, se determina un saco individual más profundo de líquido amniótico en cada
saco gestacional, de nueva cuenta con un intervalo normal de 2 a 8 cm (Hernandez, 2012; Society for Maternal­Fetal Medicine, 2013).

Índice del líquido amniótico

Phelan et al. (1987) describieron este parámetro hace más de 25 años y aún es uno de los métodos más comunes para cuantificar el volumen del
líquido amniótico. Al igual que en la medición del saco del líquido individual más profundo, el transductor ecográfico se coloca perpendicular al piso y
paralelo al eje longitudinal de la paciente embarazada. El útero se divide en cuatro cuadrantes iguales: cuadrantes superior e inferior, derecho e
izquierdo, respectivamente. El AFI es la suma del saco individual más profundo de cada cuadrante. Un saco de líquido puede contener partes fetales o
asas de cordón umbilical, pero éstas no se incluyen en la medición. Por lo regular se usa Doppler a color para verificar que no se incluya cordón
umbilical en la medición. Esta técnica puede mejorar la consistencia y reducir la variación para un mismo examinador (Callen, 2008; Hill, 2003). Sin
embargo, hay informes de que el uso de Doppler a color suministra resultados menores del AFI, lo cual puede derivar en el diagnóstico de
oligohidramnios (Magann, 2001).

La variabilidad en un mismo examinador del AFI se aproxima a 1 cm y la variabilidad entre examinadores es casi de 2 cm. Existen variaciones más
grandes cuando los volúmenes de líquido son mayores al intervalo normal (Moore, 1990; Rutherford, 1987b). Un lineamiento útil es que el AFI es
alrededor del triple del saco individual más profundo del líquido encontrado (Hill, 2003).

AFI normal. La determinación del AFI normal, es decir, los límites para definir el oligohidramnios y el polihidramnios, puede basarse en un umbral
numérico estático o un intervalo de referencia porcentual específico para la edad gestacional.

El intervalo normal para el AFI más común es 5 a 24 cm; los valores superiores e inferiores a éste indican polihidramnios y oligohidramnios,
respectivamente. Rutherford et al. (1987a) informaron el aumento del riesgo de resultados adversos del embarazo con índices fuera de este intervalo.
Moore y Cayle (1990) publicaron curvas normales para los valores de AFI basados en una valoración transversal de casi 800 embarazos no
complicados. Como se muestra en la figura 11­1, se encontró que el AFI medio se halla entre los 12 y 15 cm de las 16 a las 40 semanas. Otros
investigadores han publicado nomogramas con valores medios similares (Hinh, 2005; Machado, 2007).

FIGURA 11­1.

Índice del líquido amniótico (AFI) según los nomogramas específicos para la edad gestacional y valores límite. Las curvas azules representan los
percentiles 2.5°, 50° y 97.5°, según el nomograma de Moore (1990). Las curvas de color rojo y marrón representan los valores del percentil 50° para el
AFI según Machado (2007) y Hinh y Ladinsky (2005), respectivamente. Las barras sombreadas azul claro y amarillo indican los valores umbral
empleados para definir el polihidramnios y el oligohidramnios, respectivamente.

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Índice del líquido amniótico (AFI) según los nomogramas específicos para la edad gestacional y valores límite. Las curvas azules representan los
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percentiles 2.5°, 50° y 97.5°, según el nomograma de Moore (1990). Las curvas de color rojo y marrón representan los valores del percentil 50° para el
AFI según Machado (2007) y Hinh y Ladinsky (2005), respectivamente. Las barras sombreadas azul claro y amarillo indican los valores umbral
empleados para definir el polihidramnios y el oligohidramnios, respectivamente.

En el nomograma de Moore (1990), un umbral de 5 cm resulta <2.5° percentil durante el segundo y tercer trimestres. Un valor de 25 cm es >95°
percentil, pero no siempre >97.5° percentil, de acuerdo con la edad gestacional. Si se usan otros nomogramas publicados, un valor de 25 cm es >97.5°
percentil (Hinh, 2005; Machado, 2007). Por ahora no hay consenso acerca de que el nomograma de AFI mejore la predicción de resultado adverso en
comparación con el uso de un umbral numérico solo, y ambos se consideran aceptables.

POLIHIDRAMNIOS
El polihidramnios es el exceso anormal de volumen amniótico y complica 1 a 2% de los embarazos (Biggio, 1999; Dashe, 2000; Magann, 2007; Pri­Paz,
2012). También llamado algunas veces hidramnios, el polihidramnios puede sospecharse cuando el tamaño del útero rebasa la edad gestacional
calculada. Es probable que el útero se perciba tenso, con dificultad para palpar las partes fetales pequeñas o auscultar los tonos cardiacos fetales. En
la figura 11­2 se muestra un ejemplo extremo.

FIGURA 11­2.

Polihidramnios grave: se midieron 5 500 ml de líquido amniótico en el parto.

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la figura 11­2 se muestra un ejemplo extremo.
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FIGURA 11­2.

Polihidramnios grave: se midieron 5 500 ml de líquido amniótico en el parto.

El polihidramnios puede clasificarse en relación con el grado. Esta clasificación se ha empleado sobre todo en estudios de investigación para
estratificar los riesgos. Diversos grupos han considerado el polihidramnios como leve si el AFI es de 25 a 29.9 cm; moderado si es de 30 a 34.9 cm, y
grave si es de 35 cm o mayor (Dashe, 2002; Lazebnik, 1999; Pri­Paz, 2012). El polihidramnios leve es el más frecuente y representa cerca de dos tercios
de los casos. El polihidramnios es moderado en casi 20% de los casos y es grave en cerca del 15%. Si se utiliza el saco individual más profundo del
líquido amniótico, el criterio para el polihidramnios leve es de 8 a 9.9 cm, para el moderado de 10 a 11.9 cm y para el grave ≥12 cm. La figura 11­3
muestra la imagen ecográfica de un polihidramnios grave. Estas definiciones se ajustan a la regla general de que el AFI se aproxima al triple del saco
del líquido individual más profundo medido (Hill, 2003). En general, es mucho más probable que el polihidramnios grave tenga una causa subyacente
y consecuencias para el embarazo que el polihidramnios leve, que a menudo es idiopático y benigno.

FIGURA 11­3.

Ecograma de polihidramnios grave a las 35 semanas en un embarazo complicado por estenosis del acueducto fetal. Este saco de líquido amniótico
mide >15 cm y el índice de líquido amniótico resultó de casi 50 cm.

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FIGURA 11­3. Access Provided by:

Ecograma de polihidramnios grave a las 35 semanas en un embarazo complicado por estenosis del acueducto fetal. Este saco de líquido amniótico
mide >15 cm y el índice de líquido amniótico resultó de casi 50 cm.

Etiología

Las causas subyacentes del polihidramnios incluyen anomalías fetales congénitas en cerca del 15% de los casos y diabetes en 15 a 20% (cuadro 11­2).
La infección congénita y la aloinmunización eritrocítica son causas menos frecuentes. Las infecciones que pueden acompañarse de polihidramnios
incluyen citomegalovirus, toxoplasmosis, sífilis y parvovirus (caps. 64 y 65). El polihidramnios es con frecuencia un componente de la hidropesía fetal,
y varias de las causas mencionadas (algunas anomalías, infecciones y aloinmunización) pueden ocasionar hidropesía del feto y la placenta. La
fisiopatología subyacente en tales casos es compleja, pero muchas veces se relaciona con un estado de gasto cardiaco alto. La anemia fetal grave es el
ejemplo típico. Como el origen del polihidramnios es tan variado, el tratamiento también es diverso y en la mayoría de los casos se ajusta a la
enfermedad subyacente. Estas causas se describen con más detalle en el capítulo 15 (pág. 315) y en otros capítulos que tratan temas específicos.

CUADRO 11­2.

Polihidramnios: prevalencia y causas relacionadas (valores en porcentajes)

Golan (1993) n = Many (1995) n = Biggio (1999) n = Dashe (2002) n = Pri­Paz (2012) n =
149 275 370 672 655

Prevalencia 1 1 1 1 2

Índice de líquido — 72 — 66 64
amniótico 20 22 21
Leve, 25 a 29.9 cm 8 12 15
Moderado, 30 a 34.9 cm
Grave >35 cm

Etiología 65 69 72 82 52
Idiopática 19 15a 8 11a 38a
Anomalía fetala 15 18 20 7 18
Diabetes

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la gravedad del polihidramnios y la probabilidad de un lactante anormal.
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Diabetes mellitus
y varias de las causas mencionadas (algunas anomalías, infecciones y aloinmunización) pueden ocasionar hidropesía del feto y la placenta. La Provided by:
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fisiopatología subyacente en tales casos es compleja, pero muchas veces se relaciona con un estado de gasto cardiaco alto. La anemia fetal grave es el
ejemplo típico. Como el origen del polihidramnios es tan variado, el tratamiento también es diverso y en la mayoría de los casos se ajusta a la
enfermedad subyacente. Estas causas se describen con más detalle en el capítulo 15 (pág. 315) y en otros capítulos que tratan temas específicos.

CUADRO 11­2.

Polihidramnios: prevalencia y causas relacionadas (valores en porcentajes)

Golan (1993) n = Many (1995) n = Biggio (1999) n = Dashe (2002) n = Pri­Paz (2012) n =
149 275 370 672 655

Prevalencia 1 1 1 1 2

Índice de líquido — 72 — 66 64
amniótico 20 22 21
Leve, 25 a 29.9 cm 8 12 15
Moderado, 30 a 34.9 cm
Grave >35 cm

Etiología 65 69 72 82 52
Idiopática 19 15a 8 11a 38a
Anomalía fetala 15 18 20 7 18
Diabetes

a Se identificó una correlación significativa entre la gravedad del polihidramnios y la probabilidad de un lactante anormal.

Diabetes mellitus

La concentración de glucosa en el líquido amniótico es más elevada en las mujeres diabéticas que en las sanas y es probable que el índice del líquido
amniótico se relacione con la concentración de glucosa en el líquido (Dashe, 2000; Spellacy, 1973; Weiss, 1985). Estos hallazgos sustentan la hipótesis
de que la hiperglucemia materna produce hiperglucemia fetal, con la diuresis osmótica fetal consecuente hacia el compartimiento amniótico.

Anomalías congénitas

Es posible encontrar varias alteraciones en presencia de polihidramnios y algunas tienen una relación más característica con éste que otras. Debido a
esta relación, la identificación de polihidramnios es indicación para solicitar una ecografía enfocada. En el capítulo 10 (pág. 200) se presentan las
imágenes ecográficas de muchos de los trastornos descritos a continuación.

Las afecciones graves del sistema nervioso central, como anencefalia, hidroanencefalia u holoprosencefalia, pueden causar polihidramnios porque
afectan la deglución fetal. Los trastornos neuromusculares fetales, como la distrofia miotónica, también se acompañan de un exceso de líquido
amniótico. La obstrucción de la parte proximal del tubo digestivo, como la atresia esofágica o duodenal, se acompaña a menudo de polihidramnios.
Otras causas obstructivas incluyen hendiduras, micrognatia, secuencia de obstrucción congénita de la vía respiratoria superior y tumoraciones en el
cuello del feto. Las anomalías graves en el tórax fetal, como la hernia diafragmática, malformación quística adenomatoide y el secuestro pulmonar,
pueden acompañarse de polihidramnios por el desplazamiento mediastínico y el compromiso de la deglución, en ocasiones también con hidropesía.
Una alteración renal fetal frecuente, la obstrucción de la unión ureteropélvica, causa algunas veces polihidramnios paradójico. Y aunque son raros, los
tumores como el teratoma sacrococcígeo, el nefroma mesoblástico fetal y los corioangiomas placentarios grandes se acompañan con frecuencia de
un exceso de líquido amniótico.

El grado de polihidramnios se vincula con la probabilidad de alteraciones en el lactante (Many, 1995; Pri­Paz, 2012). Por ejemplo, en el Parkland
Hospital, la prevalencia de un lactante anormal fue cercana al 8% en el polihidramnios leve, de 12% con el moderado y >30% si el polihidramnios era
grave (Dashe, 2002). Si no se detecta alguna anomalía en la ecografía enfocada, la probabilidad de un problema mayor identificado al nacer fue de 1 a
2% si el polihidramnios era leve o moderado, pero era >10% si era grave. Dorleijn et al. (2009) también notificaron un riesgo más alto de trastornos
detectados en el primer año de edad luego de polihidramnios aparentemente idiopático. El riesgo de anomalías es muy alto cuando el polihidramnios
se acompaña de restricción del crecimiento fetal (Lazebnik, 1999). Si se encuentra un trastorno fetal concurrente con el polihidramnios, debe
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considerarse la2022­4­13 2:14 PyaYour
amniocentesis, IPriesgo
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de aneuploidía es muy elevado (Dashe, 2002; Pri­Paz, 2012).
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Aunque las alteraciones en el volumen de líquido amniótico se relacionen con malformaciones fetales, casi nunca ocurre lo contrario. En el Spanish
Collaborative Study of Congenital Malformations, que incluyó a más de 27 000 lactantes con anomalías, sólo 4% se había complicado con
polihidramnios y 3% más con oligohidramnios (Martinez­Frias, 1999).
El grado de polihidramnios se vincula con la probabilidad de alteraciones en el lactante (Many, 1995; Pri­Paz, 2012). Por ejemplo, en el Parkland
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Hospital, la prevalencia de un lactante anormal fue cercana al 8% en el polihidramnios leve, de 12% con el moderado y >30% si el polihidramnios era
grave (Dashe, 2002). Si no se detecta alguna anomalía en la ecografía enfocada, la probabilidad de un problema mayor identificado al nacer fue de 1 a
2% si el polihidramnios era leve o moderado, pero era >10% si era grave. Dorleijn et al. (2009) también notificaron un riesgo más alto de trastornos
detectados en el primer año de edad luego de polihidramnios aparentemente idiopático. El riesgo de anomalías es muy alto cuando el polihidramnios
se acompaña de restricción del crecimiento fetal (Lazebnik, 1999). Si se encuentra un trastorno fetal concurrente con el polihidramnios, debe
considerarse la amniocentesis, ya que el riesgo de aneuploidía es muy elevado (Dashe, 2002; Pri­Paz, 2012).

Aunque las alteraciones en el volumen de líquido amniótico se relacionen con malformaciones fetales, casi nunca ocurre lo contrario. En el Spanish
Collaborative Study of Congenital Malformations, que incluyó a más de 27 000 lactantes con anomalías, sólo 4% se había complicado con
polihidramnios y 3% más con oligohidramnios (Martinez­Frias, 1999).

Embarazo múltiple

Por lo general, en los embarazos múltiples el polihidramnios se define como un saco de líquido amniótico individual más profundo de 8 cm o más.
Puede describirse además como moderado si dicho saco mide por lo menos 10 cm y grave si mide al menos 12 cm. En los embarazos monocoriónicos,
el polihidramnios de un saco y el oligohidramnios del otro son criterios diagnósticos para el síndrome de transfusión entre gemelos, que se describe
en el capítulo 45 (pág. 904). En una revisión de casi 2 000 embarazos gemelares, Hernandez et al. (2012) identificaron polihidramnios en el 18% de los
embarazos, monocoriónicos y bicoriónicos. Como en los fetos únicos, el polihidramnios grave tiene una relación más notoria con las anomalías
fetales. En ausencia de alguna alteración, los riesgos del embarazo casi nunca aumentan en comparación con los gemelos que tienen un volumen
normal de líquido amniótico.

Polihidramnios idiopático

Cuando no existe una causa evidente de polihidramnios, se considera idiopático. Como se muestra en el cuadro 11­2, esto ocurre hasta en el 70% de
los casos (Golan, 1993; Many, 1995; Panting­Kemp, 1999). Se ha informado que los embarazos con polihidramnios idiopático tienen probabilidad al
menos dos veces mayor de que el peso al nacer del lactante sea >4 000 g (Lazebnik, 1999; Magann, 2010; Maymon, 1998). Una razón para esto es que
los lactantes más grandes tienen mayor gasto urinario debido a su volumen de distribución más alto, y la orina fetal es el principal contribuyente al
volumen del líquido amniótico. Lo más frecuente es que el polihidramnios idiopático leve sea un hallazgo benigno y los resultados del embarazo casi
siempre son buenos.

Complicaciones

A menos que el polihidramnios sea grave o se desarrolle con rapidez, es infrecuente que haya síntomas maternos. En el polihidramnios crónico, el
líquido se acumula de manera gradual y la mujer tolera la distensión abdominal excesiva con relativamente poca molestia. Sin embargo, el
polihidramnios agudo tiende a desarrollarse en una etapa más temprana del embarazo. Puede causar trabajo de parto prematuro antes de las 28
semanas o síntomas que se vuelven tan debilitantes que exigen intervención.

Los síntomas son producidos por la presión ejercida dentro del útero demasiado distendido y en los órganos adyacentes. Cuando la distensión es
excesiva, la madre puede experimentar disnea y ortopnea a tal grado que sólo respira con comodidad cuando se halla en posición vertical (fig. 11­2).
Es posible el edema como consecuencia de la compresión marcada del sistema venoso por el útero crecido y tiende a ser más pronunciado en las
extremidades inferiores, vulva y pared abdominal. En casos raros hay oliguria porque el útero obstruye los uréteres (cap. 53, pág. 1064). Las
complicaciones como éstas casi siempre se observan en el polihidramnios grave con una causa subyacente específica.

Las complicaciones maternas del polihidramnios incluyen desprendimiento placentario, disfunción uterina y hemorragia puerperal. Por fortuna, el
desprendimiento de la placenta es infrecuente; puede ser efecto de la descompresión rápida del útero demasiado distendido después de la rotura de
membranas o la reducción terapéutica del líquido amniótico. En caso de rotura prematura de membranas, el desprendimiento placentario ocurre en
ocasiones días o semanas después de esto. La disfunción uterina por distensión excesiva puede provocar atonía puerperal y, por consiguiente,
hemorragia.

Resultados del embarazo

Algunos resultados publicados en presencia de polihidramnios incluyen tasa elevada de cesárea, mayor incidencia de peso al nacer >4 000 g y, el más
importante, tasa elevada de mortalidad perinatal. La tasa de parto por cesárea aumenta cerca de tres veces cuando el polihidramnios ya se había
detectado, y la tasa de mortalidad perinatal se eleva casi cuatro veces (Biggio, 1999; Hill, 1987; Maymon, 1998). Pri­Paz et al. (2012) encontraron que los
embarazos con polihidramnios grave tenían un riesgo particular, pero no informaron muertes perinatales en el polihidramnios idiopático.

En apariencia, el riesgo se incrementa cuando el crecimiento fetal está retrasado en presencia de polihidramnios. Erez et al. (2005) informaron que
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vínculo reconocido con la trisomía 18 (Sickler, 1997).
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Si se considera que la distensión uterina por el exceso de líquido puede hacer que el tamaño del útero se aproxime al del embarazo de término, el
Algunos resultados publicados en presencia de polihidramnios incluyen tasa elevada de cesárea, mayor incidencia de peso al nacer >4 000 g y, el más
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importante, tasa elevada de mortalidad perinatal. La tasa de parto por cesárea aumenta cerca de tres veces cuando el polihidramnios ya se había
detectado, y la tasa de mortalidad perinatal se eleva casi cuatro veces (Biggio, 1999; Hill, 1987; Maymon, 1998). Pri­Paz et al. (2012) encontraron que los
embarazos con polihidramnios grave tenían un riesgo particular, pero no informaron muertes perinatales en el polihidramnios idiopático.

En apariencia, el riesgo se incrementa cuando el crecimiento fetal está retrasado en presencia de polihidramnios. Erez et al. (2005) informaron que
esta combinación tenía una relación independiente con un aumento de 20 veces en la tasa de mortalidad perinatal. La combinación también tiene un
vínculo reconocido con la trisomía 18 (Sickler, 1997).

Si se considera que la distensión uterina por el exceso de líquido puede hacer que el tamaño del útero se aproxime al del embarazo de término, el
parto prematuro es una preocupación lógica. Resulta sorprendente que, por lo general, los estudios de polihidramnios idiopático no encuentren un
nexo con el parto prematuro (Magann, 2010; Many, 1995; Panting­Kemp, 1999). Por el contrario, el polihidramnios grave y el concurrente con
alteraciones fetales identificadas se relacionan con parto prematuro (Many, 1995; Pri­Paz, 2012).

Tratamiento

Como se indicó antes, las causas del polihidramnios son variadas y en la mayoría de los casos el tratamiento se enfoca en la causa subyacente. En
ocasiones, el polihidramnios grave induce el trabajo de parto prematuro o compromete la respiración materna. En tales situaciones es necesaria la
amniocentesis de gran volumen, denominada reducción amniótica. La técnica para la inserción de la aguja es la misma que para la amniocentesis,
descrita en el capítulo 14 (pág. 297). Sin embargo, se conecta un recipiente evacuado o una jeringa grande con la aguja mediante manguera estéril
para venoclisis con una válvula de paso. Por lo general, se extraen con lentitud 1 000 a 1 500 ml de líquido durante alrededor de 30 min, según sean la
gravedad del polihidramnios y la edad gestacional. El objetivo es llevar el volumen de líquido amniótico hasta la parte superior del intervalo normal
(pág. 232). El polihidramnios lo bastante grave para exigir la reducción amniótica casi siempre tiene una causa identificable y es probable que se
requieran procedimientos repetidos subsiguientes, con frecuencia hasta de una o dos veces por semana. Un dato importante es que la reducción
amniótica casi siempre se practica en el embarazo avanzado y supone los riesgos adicionales de rotura de membranas, inducción o exacerbación del
trabajo de parto prematuro y desprendimiento placentario.

OLIGOHIDRAMNIOS
El oligohidramnios es la reducción anormal del volumen del líquido amniótico. Complica casi 1 a 2% de los embarazos (Casey, 2000; Petrozella, 2011).
A diferencia del polihidramnios, que a menudo es leve y posee un pronóstico benigno en ausencia de una causa identificable, el oligohidramnios es
causa de preocupación. Cuando no se reconoce un saco mensurable de líquido amniótico, puede emplearse el término anhidramnios.

El diagnóstico ecográfico del oligohidramnios casi siempre se basa en un AFI ≤5 cm o en el saco individual más profundo del líquido amniótico ≤2 cm
(American College of Obstetricians and Gynecologists, 2012). El diagnóstico también puede basarse en un AFI <5° o 2.5° percentil, determinado en un
nomograma específico para la edad gestacional. Otra opción es basar el diagnóstico en la valoración subjetiva del volumen insuficiente de líquido
amniótico. En el nomograma de Moore, un umbral de 5 cm es <2.5° percentil durante el segundo y tercer trimestres completos (fig. 11­1). Cuando se
examinan embarazos gemelares para determinar si existe síndrome de transfusión entre gemelos, un saco individual más profundo ≤2 cm permite
definir el oligohidramnios (Society of Maternal­Fetal Medicine, 2013).

En general, no existe un criterio particular que se considere mejor a los demás. Sin embargo, como se explicó antes, el uso del AFI en lugar de la
medición del saco de líquido individual más profundo hace posible identificar más embarazos con oligohidramnios, aunque sin evidencia de mejoría
en el resultado del embarazo (Nabhan, 2010).

Etiología

Los embarazos complicados por oligohidramnios incluyen aquellos en los que el volumen de líquido amniótico se redujo de manera drástica desde el
principio del segundo trimestre y aquellos en los que el volumen era normal hasta cerca del término, incluso al llegar al término. El pronóstico
depende mucho de la causa subyacente y es variable. Siempre que se diagnostique oligohidramnios, éste se convierte en un elemento importante a
considerar en las decisiones terapéuticas.

Oligohidramnios de inicio temprano

Cuando el volumen del líquido amniótico desciende a cifras anormales a partir del segundo trimestre temprano, puede ser consecuencia de una
alteración fetal que impide la micción normal; también puede representar una alteración placentaria lo bastante grave para afectar la perfusión. En
cualquier caso, el pronóstico es malo. La rotura de las membranas fetales en el segundo trimestre puede ocasionar oligohidramnios y esta
complicación debe descartarse. Lo más frecuente es que la rotura de membranas se manifieste con fuga de líquido, sangrado vaginal o contracciones
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embarazo

Cuando el volumen del líquido amniótico disminuye hasta cifras anormales a finales del segundo trimestre o en el tercer trimestre, es más probable
Oligohidramnios de inicio temprano
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Cuando el volumen del líquido amniótico desciende a cifras anormales a partir del segundo trimestre temprano, puede ser consecuencia de una
alteración fetal que impide la micción normal; también puede representar una alteración placentaria lo bastante grave para afectar la perfusión. En
cualquier caso, el pronóstico es malo. La rotura de las membranas fetales en el segundo trimestre puede ocasionar oligohidramnios y esta
complicación debe descartarse. Lo más frecuente es que la rotura de membranas se manifieste con fuga de líquido, sangrado vaginal o contracciones
uterinas. En el oligohidramnios temprano debe ofrecerse ecografía enfocada para reconocer trastornos fetales.

Oligohidramnios en la segunda mitad del embarazo

Cuando el volumen del líquido amniótico disminuye hasta cifras anormales a finales del segundo trimestre o en el tercer trimestre, es más probable
que se relacione con restricción del crecimiento fetal, algún problema placentario o una complicación materna, como preeclampsia o enfermedad
vascular (cuadro 11­3). En tales casos, muchas veces se presupone que la causa es la insuficiencia uteroplacentaria, que puede afectar el crecimiento
uterino y reducir el gasto urinario fetal. La exposición a algunos fármacos también se ha relacionado con oligohidramnios, como se explica más
adelante. El estudio del oligohidramnios en el tercer trimestre casi siempre incluye valoración en busca de rotura de membrana y ecografía para
valorar el crecimiento. Puede solicitarse un estudio Doppler de la arteria umbilical si se confirma la restricción del crecimiento (cap. 10, pág. 219).

CUADRO 11­3.

Resultados del embarazo en mujeres con diagnóstico de oligohidramnios entre las 24 y 34 semanas

Factor A F I ≤ 5 cm (n = 166) AFI 8 a 24 cm (n = 28 185) Valor p

Malformación mayor 42 (25) 634 (2) <0.001

Óbito 8 (5) 133 (<1) <0.001

Edad gestacional al nacera 35.1 ± 3.3 39.2 ± 2.0 <0.001

Parto prematuro espontáneoa 49 (42) 1 698 (6) <0.001

Parto prematuro indicadoa 23 (20) 405 (2) <0.001

Parto por cesárea por estado fetal preocupantea 10 (9) 1 083 (4) <0.001

Peso al nacer <10° percentila 61 (53) 3 388 (12) <0.001

<3° percentila 43 (37) 1 130 (4) <0.001

Muerte neonatala 1 (1) 24 (<1) <0.001b

a Análisis realizado después de excluir a los lactantes con anomalías.

b Esta diferencia ya no fue significativa después de ajustar para la edad gestacional al momento del parto.

Los datos se expresan como No. (%) y media ± desviación estándar.

Datos derivados de Petrozella, 2011.

El oligohidramnios es frecuente en los embarazos de postérmino, como se explica en el capítulo 43 (pág. 865). Magann et al. (1997) descubrieron que
el volumen de líquido amniótico decrece en cerca de 8% por semana después de las 40 semanas. En los embarazos postérmino, el oligohidramnios se
relaciona con patrones preocupantes de la frecuencia cardiaca fetal y resultados adversos del embarazo (Leveno, 1984).

Anomalías congénitas

Alrededor de la semana 18, los riñones fetales son los principales contribuyentes del volumen del líquido amniótico. Entre los casos con alteraciones
fetales, la mayoría de los que tienen oligohidramnios grave desde etapas tempranas del embarazo es secundaria a trastornos genitourinarios. Las
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3% de los recién nacidos con anomalías congénitas se identifica oligohidramnios en la ecografía prenatal (Martinez­Frias, 1999).
relaciona con patrones preocupantes de la frecuencia cardiaca fetal y resultados adversos del embarazo (Leveno, 1984). Access Provided by:

Anomalías congénitas

Alrededor de la semana 18, los riñones fetales son los principales contribuyentes del volumen del líquido amniótico. Entre los casos con alteraciones
fetales, la mayoría de los que tienen oligohidramnios grave desde etapas tempranas del embarazo es secundaria a trastornos genitourinarios. Las
anomalías en otros sistemas orgánicos, aneuploidía y otros síndromes genéticos tienen también la capacidad de causar oligohidramnios en forma
indirecta, ya sea por descompensación fetal, restricción del crecimiento fetal o alguna alteración placentaria concomitante. En general, en cerca del
3% de los recién nacidos con anomalías congénitas se identifica oligohidramnios en la ecografía prenatal (Martinez­Frias, 1999).

Algunos padecimientos renales que impiden la formación de orina fetal incluyen agenesia renal bilateral, displasia renal multiquística, agenesia renal
unilateral con displasia renal multiquística contralateral y la forma infantil de la enfermedad renal poliquística autosómica recesiva. Las alteraciones
urinarias también pueden ocasionar oligohidramnios por obstrucción de la salida vesical fetal. Los ejemplos incluyen válvulas uretrales posteriores,
atresia o estenosis uretrales o el síndrome de hipoperistalsis intestinal con microcolon y megavejiga. Las anomalías genitourinarias fetales complejas,
como la persistencia cloacal y la sirenomelia también representan la falta de líquido amniótico. Estos trastornos renales también se describen e
ilustran en el capítulo 10 (pág. 216).

Si existe agenesia renal bilateral, no se produce orina y el anhidramnios consecuente provoca contracturas de las extremidades, compresión distintiva
de la cara y muerte por hipoplasia pulmonar (fig. 11­4). Cuando esta combinación de alteraciones es efecto de la agenesia renal, se conoce como
síndrome de Potter, en honor de la Dra. Edith Potter, quien lo describió en 1946. Cuando este conjunto de alteraciones se debe a otra causa de
oligohidramnios, casi siempre se denomina secuencia de Potter.

FIGURA 11­4.

Se muestran pulmones de tamaño normal (arriba) en comparación con pulmones hipoplásicos (abajo) de fetos con la misma edad gestacional.
(Tomada con autorización a partir de Newbould, 1994.)

Si no hay líquido amniótico visible después de la mitad del segundo trimestre a causa de una alteración genitourinaria, el pronóstico es muy malo, a
menos que sea posible el tratamiento fetal. Los fetos con obstrucción de la salida vesical pueden ser prospectos para la colocación de una derivación
vesicoamniótica (cap. 16, pág. 330).

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El oligohidramnios se ha relacionado con la exposición a fármacos que bloquean el sistema renina­angiotensina e incluyen los inhibidores de la
enzima convertidora de angiotensina (ACE, angiotensin­converting enzyme) y antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal antiinflammatory
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Si no hay líquido amniótico visible después de la mitad del segundo trimestre a causa de una alteración genitourinaria, el pronóstico es muy malo, a
menos que sea posible el tratamiento fetal. Los fetos con obstrucción de la salida vesical pueden ser prospectos para la colocación de una derivación
vesicoamniótica (cap. 16, pág. 330).

Fármacos

El oligohidramnios se ha relacionado con la exposición a fármacos que bloquean el sistema renina­angiotensina e incluyen los inhibidores de la
enzima convertidora de angiotensina (ACE, angiotensin­converting enzyme) y antiinflamatorios no esteroideos (NSAID, nonsteroidal antiinflammatory
drugs). Cuando se consumen en el segundo o tercer trimestre, los inhibidores de la ACE y los bloqueadores del receptor para angiotensina pueden
causar hipotensión fetal, hipoperfusión renal e isquemia renal, con insuficiencia renal anúrica subsiguiente (Guron, 2000; Pryde, 1993). Estos
resultados adversos parecen ser más prevalentes después de la exposición a bloqueadores del receptor para angiotensina, pero ambos tipos de
fármacos están contraindicados en el embarazo (Bullo, 2012). Los NSAID se relacionan con constricción del conducto arterioso fetal y menor
producción de orina fetal. En los recién nacidos, su empleo puede producir insuficiencia renal aguda y crónica (Fanos, 2011). Todos estos fármacos
también se tratan en el capítulo 12 (pág. 247).

Resultados del embarazo

El oligohidramnios se acompaña de un mayor riesgo de resultados adversos del embarazo. Casey et al. (2000) encontraron que un AFI ≤5 cm
complicaba el 2% de los embarazos que se examinan con ecografía en el Parkland Hospital después de las 34 semanas. Los recién nacidos de
embarazos con oligohidramnios tuvieron mayor probabilidad de malformaciones que aquellos que habían tenido AFI >5 cm. Incluso en ausencia de
malformaciones se observaron tasas más altas de óbito, restricción del crecimiento, patrón preocupante de la frecuencia cardiaca y síndrome por
aspiración de meconio. Petrozella et al. (2011) también informaron que un AFI ≤5 cm identificado entre las 24 y 34 semanas implicaba un mayor riesgo
de óbito, parto prematuro espontáneo o por indicación médica, alteraciones en el patrón de frecuencia cardiaca fetal y restricción del crecimiento
(cuadro 11­3). En un metaanálisis de 18 estudios que incluyeron más de 10 000 embarazos, Chauhan et al. (1999) reconocieron que las mujeres con
oligohidramnios tenían un riesgo dos veces más alto de parto por cesárea a causa de sufrimiento fetal y un riesgo cinco veces mayor de una
calificación Apgar <7 a los 5 min, en comparación con gestaciones que tenían AFI normal.

Como se indicó antes, hay evidencia de que si el oligohidramnios se define por un AFI ≤5 cm, y no por un solo saco más profundo ≤2 cm, más
embarazos se clasificarían con oligohidramnios. Sin embargo, este aumento de la frecuencia diagnóstica no se relaciona con una mejoría de los
resultados del embarazo. Nabhan y Abdelmoula (2008) revisaron cinco estudios controlados aleatorizados que incluyeron más de 3 200 embarazos y
en los que los resultados se compararon con base en la definición que se usara. Los estudios incluyeron embarazos de alto y bajo riesgos. No hubo
diferencia en las tasas de parto por cesárea, ingreso a la unidad de cuidados intensivos neonatales, pH <7.1 en la arteria umbilical o calificación Apgar
<7 a los 5 min. Sin embargo, con los criterios de AFI, se diagnosticó el doble de embarazos con oligohidramnios, junto con una duplicación de la tasa
de inducción del trabajo de parto y un incremento del 50% en la tasa de parto por cesárea a causa de sufrimiento fetal.

Hipoplasia pulmonar

Cuando se identifica el volumen deficiente de líquido amniótico antes de la mitad del segundo trimestre, sobre todo antes de las 20 a 22 semanas, la
hipoplasia pulmonar es una preocupación significativa. La causa subyacente es un factor sustancial para el pronóstico de estos embarazos. El
oligohidramnios grave secundario a una alteración renal casi siempre posee un pronóstico letal (fig. 11­4). Si un hematoma o desprendimiento
crónico placentario son lo bastante graves para ocasionar oligohidramnios, la secuencia desprendimiento crónico­oligohidramnios causa a menudo
restricción del crecimiento (cap. 41, pág. 794). El pronóstico para este conjunto de manifestaciones también es malo. El oligohidramnios provocado
por la rotura de membranas en el segundo trimestre se revisa en el capítulo 42 (pág. 848).

Tratamiento

Como en el polihidramnios, el tratamiento se dirige a la causa subyacente, cuando es posible. Es esencial una valoración inicial en busca de trastornos
fetales y alteraciones del crecimiento. En un embarazo complicado por oligohidramnios y restricción del crecimiento fetal, la vigilancia estrecha es
importante por la morbilidad y mortalidad relacionadas. En muchos casos, la evidencia de compromiso fetal o materno tiene más relevancia que las
complicaciones de un parto prematuro. No obstante, en el oligohidramnios detectado antes de las 36 semanas en presencia de anatomía y
crecimiento fetales normales puede optarse por una conducta expectante, además de incrementar la vigilancia fetal.

La infusión amniótica, como se explica en el capítulo 24 (pág. 494), puede usarse durante el parto en caso de desaceleraciones variables de la
frecuencia cardiaca fetal. No se considera tratamiento para el oligohidramnios per se, aunque se presupone que las desaceleraciones son resultado
de la compresión del cordón umbilical debidas a la falta de líquido amniótico. La infusión amniótica no es el estándar de atención para el
oligohidramnios por otras causas y en general no se recomienda.
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Oligohidramnios
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El término AFI limítrofe u oligohidramnios limítrofe es un poco controversial. Por lo general se refiere a los AFI entre 5 y 8 cm (Baron, 1995; Magann,
crecimiento fetales normales puede optarse por una conducta expectante, además de incrementar la vigilancia fetal. Access Provided by:

La infusión amniótica, como se explica en el capítulo 24 (pág. 494), puede usarse durante el parto en caso de desaceleraciones variables de la
frecuencia cardiaca fetal. No se considera tratamiento para el oligohidramnios per se, aunque se presupone que las desaceleraciones son resultado
de la compresión del cordón umbilical debidas a la falta de líquido amniótico. La infusión amniótica no es el estándar de atención para el
oligohidramnios por otras causas y en general no se recomienda.

Oligohidramnios limítrofe

El término AFI limítrofe u oligohidramnios limítrofe es un poco controversial. Por lo general se refiere a los AFI entre 5 y 8 cm (Baron, 1995; Magann,
2011; Petrozella, 2011). Hasta mediados del tercer trimestre, un valor de 8 cm en el AFI es <5° percentil del nomograma de Moore (fig. 11­1). Petrozella
et al. (2011) encontraron que los embarazos de 24 a 34 semanas con AFI entre 5 y 8 cm no tenían mayor probabilidad que aquéllos con AFI >8 cm de
complicarse por hipertensión materna, óbito o muerte neonatal. Sin embargo, se encontraron tasas más altas de parto prematuro, parto por cesárea
debido a un patrón preocupante de la frecuencia cardiaca fetal y restricción del crecimiento fetal. Los resultados de los estudios que valoran los
resultados de embarazos con AFI limítrofe han sido variables. Una revisión reciente de Magann et al. (2011) concluye que no hay evidencia suficiente
para apoyar las pruebas fetales o el parto en estas circunstancias.

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