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El capítulo IV del libro Tratado general de los sacramentos de Ramón Arnau se titula “Lutero

y Trento en la crisis sacramental del siglo XVI” y trata sobre el impacto de la Reforma
protestante y el Concilio de Trento en la teología y la práctica de los sacramentos. El autor
divide el capítulo en cuatro secciones:
La primera parte expone la doctrina sacramental de Lutero, que se basa en su concepción de
la justificación por la fe y la sola Scriptura. Lutero reduce el número de sacramentos a dos: el
bautismo y la eucaristía, y rechaza la eficacia ex opere operato, la transubstanciación, el
sacrificio eucarístico, el sacerdocio ministerial y la potestad de las llaves. Lutero afirma que
los sacramentos son signos externos de la promesa de Dios y medios de la fe, que dependen
de la palabra de Cristo y de la recepción digna por parte del creyente.
La segunda parte presenta las reacciones de otros reformadores, como Zwinglio, Calvino y
los anabaptistas, que difieren de Lutero en algunos aspectos, como el modo de presencia de
Cristo en la eucaristía, el bautismo de los niños, la relación entre los sacramentos y la Iglesia,
y el valor de los ritos y las ceremonias. El autor señala que todos ellos coinciden en negar el
carácter sacramental de la confirmación, la penitencia, la unción de los enfermos, el orden y
el matrimonio.
La tercera sección describe la respuesta de la Iglesia católica al desafío protestante, que se
concreta en el Concilio de Trento, que se celebra entre 1545 y 1563. El autor explica que el
concilio define la doctrina católica sobre los sacramentos en general y sobre cada uno de ellos
en particular, reafirmando su número, su institución divina, su eficacia objetiva, su necesidad
para la salvación, su administración por parte de los ministros ordenados y su adecuación a la
Escritura y a la Tradición. El concilio también establece normas disciplinares y pastorales
para evitar los abusos y fomentar la devoción de los fieles.
La cuarta sección analiza la repercusión del concilio en la teología posterior, que se
caracteriza por un desarrollo dogmático, una sistematización escolástica y una orientación
apologética. El autor menciona algunos autores representativos, como Melchor Cano,
Domingo de Soto, Francisco Suárez, Roberto Belarmino y Luis de Molina, que elaboran
tratados de sacramentos siguiendo el método de la Summa Theologiae de Santo Tomás de
Aquino. El autor también indica algunas corrientes renovadoras, como la escuela de
Salamanca, el tomismo moderado y la teología positiva, que intentan superar las limitaciones
de la escolástica y dialogar con las fuentes bíblicas, patrísticas y litúrgicas.

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