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Donald W.

Winnicott (1896-1971) – Desarrollo emocional primitivo

Desarrollo Emocional Primitivo


La teoría del desarrollo emocional primitivo de Winnicott ocupa el cuerpo central de su pensamiento. En ella
destaca la importancia del mundo externo o medio ambiente en la crianza del niño (“el bebé no existe”), y
del carácter evolutivo del individuo: de la dependencia absoluta, a la dependencia relativa y la tendencia a la
independencia, que nunca es completa.
“Cuando el bebé se encuentra con un ambiente facilitador suficientemente bueno” comienzan prontamente
tres procesos que permitirán los logros de la integración, la personalización y la realización. Estos tres
procesos guardan relación con las funciones de sostén, manipuleo y presentación del objeto, que el medio
deberá proveer.
Como diría Winnicott: “Parece posible poner lado a lado esos tres fenómenos del desarrollo del yo con tres
aspectos del cuidado del infante y el niño:
- La integración forma pareja con el sostén.
- La personalización forma pareja con la manipulación.
- Las relaciones objetales forman pareja con la presentación objetal

Respecto a la Relación con la madre Respecto al Yo del Sujeto


Dependencia absoluta Integración
Dependencia relativa Personalización
Tendiendo a la independencia Realización

RESPECTO A LA RELACIÓN CON LA MADRE


Dependencia absoluta

Primera etapa del comienzo de la vida. En la teoría del desarrollo emocional temprano de Winnicott
corresponde a la etapa que denomina de la dependencia absoluta y se extiende desde el nacimiento
hasta los seis primeros meses de vida del infans. Esta etapa es de dependencia absoluta (o casi
absoluta), por cuanto que el bebé depende totalmente del cuidado materno, esto es, del ambiente
facilitador: de la provisión física y emocional de la madre. En esta etapa - de estado de ser primario: de
no integración del yo - predomina en el bebé la ilusión de omnipotencia, de que él crea el mundo que le
es presentado por la madre.

Dependencia relativa

Etapa del desarrollo emocional temprano que sigue a la de la dependencia absoluta y abarca
aproximadamente desde los seis meses hasta los dos años. En esta etapa, las fallas graduales de la
adaptación activa de la madre al presentar el mundo a su bebé, facilitan su adaptación a la realidad y al
reconocimiento diferenciado de la realidad interna y la realidad externa. El paso de la dependencia
absoluta a la dependencia relativa se caracteriza por la integración (del yo), la personalización y la
realización (la relación con la realidad exterior). Al transformarse el objeto subjetivo en un objeto
objetivamente percibido, los objetos se perciben como exteriores al self y el bebé toma conciencia de su
dependencia.

Tendiendo a la independencia

La naturaleza humana, en esencia, es dependiente. La independencia implica el logro de la madurez en


el individuo, de un grado de autonomía saludable pero relativa, puesto que es un estado que nunca se
alcanza totalmente. La independencia total no existe, y de existir no sería saludable. En el proceso del
desarrollo emocional humano supone el paso de la etapa de l a d e p e n d e n c i a absoluta a l a d e l a
d e p e n d e n c i a relativa, y d e e s t a a l a independencia. Este “viaje a l a independencia”, como lo
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describe Winnicott, implica la asunción de un medio ambiente interiorizado: la capacidad del niño de
cuidar de sí mismo, y de su mantenimiento en la vida adulta. La independencia (relativa) se alcanza
cuando se adquiere la capacidad de integración adecuada o el proceso de maduración suficiente como
para prescindir del cuidado ajeno.
Una vez que estas cosas han quedado establecidas, como ocurre en la salud, el niño puede
gradualmente enfrentar el mundo y sus complejidades, pues en él ve cada vez más lo que ya está
presente en su propio self. Se identifica con la sociedad en círculos crecientes de la vida social, pues la
sociedad local es una muestra del mundo personal del self tanto como una muestra de los fenómenos
verdaderamente externos.

RESPECTO AL YO DEL SUJETO


Al nacer, el bebé es una persona en potencia. Este potencial tiende a desarrollarse, tanto en crecimiento
físico como en la parte psíquica. Las tendencias heredadas se hallan en ambos aspectos, y de parte de la
psique incluyen las que llevan a la integración. El propio ser del bebé comienza cuando comienza su yo, y
esta primera organización, que trae por resultado la continuidad de existir, es el fundamento de la identidad.
"Resulta útil pensar que la integración surge de elementos motores y sensoriales, es decir, de la materia
básica del narcisismo primario. Ésta adquiriría una tendencia hacia un sentido existencial."
Al comienzo, el bebé no puede separarse del ambiente, no percibe la diferencia entre lo que es yo y lo que
es no-yo.
Si el ambiente es bueno, la continuidad de la línea de la vida origina una totalidad, que comienza cuando el
bebé alcanza una condición unitaria. Ésta le permite el "yo soy”, el estado de integración que surge
gradualmente en el momento de la dependencia absoluta. Al principio no existe la vivencia de un self propio
integrado.
Aquello que D. W. Winnicott llama globalmente "procesos de integración” se halla en realidad configurado
por tres mecanismos que se articulan y superponen entre sí: la integración, la personalización y la relación
con los objetos.

I. LA INTEGRACIÓN

Integración - No integración
Winnicott introduce el par integración/no integración para describir el proceso que determina un
movimiento dialéctico que estimula el desarrollo emocional, activa la creatividad y promueve el gesto
espontáneo del individuo. El desarrollo emocional temprano bascula de un estado de no integración
a otro de integración del yo, de la inmadurez a la madurez. Son dos estados interdependientes uno
de otro, en modo alguno antagónicos, salvo en ciertas situaciones y en función de un determinado
contexto.

Integrarse significa la reunión de los componentes psíquicos y somáticos de las experiencias


emocionales. Gradualmente esto incluye la orientación espacial y la noción del tiempo.
El ambiente podrá ser reconocido como externo y a la vez permanente, independientemente de la
omnipotencia del niño.
Aquí, el sostenimiento materno (holding) es el que provee las condiciones para la integración. Sostener
significa cuidar al bebé de la irrupción de situaciones externas traumáticas, y también cubrir sus necesidades
y contener la irrupción pulsional. Así, el yo inmaduro se fortalece transitoriamente gracias al soporte
materno, que permite tanto la integración gradual como el retorno sin riesgo a situaciones de no integración.
Cabe aquí aclarar la articulación del concepto de integración con el de desintegración, por una parte, y el de
no integración por la otra.
La desintegración corresponde a un mecanismo de defensa muy primitivo, organizado por el bebé ante un
fracaso masivo del sostenimiento. Implica la producción activa del caos por el psiquismo infantil, como un
intento de controlar la angustia inconcebible provocada por la ausencia de auxilio del yo materno.
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La no integración corresponde a un estado normal del bebé, que puede permitirse permanecer relajado en
tanto la madre se hace cargo de la función de sostén. La integración no es necesaria en forma permanente.
Si el ambiente es confiable, la integración psíquica normal conservará la capacidad de regresar a estados de
no integración. Éstos serán precursores de la capacidad del adulto para relajarse y disfrutar de la soledad,
experiencia que provee las condiciones para la creatividad.
Es importante aclarar que el yo materno no funciona como una prótesis en la función de holding, sino que
provee el marco contenedor para que el yo débil ejercite las experiencias instintivas. Sólo de este ejercicio
totalmente personal surgirá una integración verdadera y autónoma.
Esto mismo lo observamos en el tratamiento de pacientes graves, en relación con el encuadre terapéutico.
No se trata de proveerle al paciente aquello que le faltó en su entorno temprano, sino de instaurar las
condiciones de confianza y sostén que le permitan organizar los límites de su propio yo.

II. LA PERSONALIZACIÓN

PERSONALIZACIÓN
Proceso de integración psicosomática (unidad psique-soma) del niño en el que la psique habita en el
soma. La personalización, que sigue al de integración del yo, acontece en virtud de un adecuado
manejo (handling) en el cuidado infantil. A esta interrelación del soma y la psique, Winnicott la
describe como “el alojamiento o la residencia de la psique en el soma”. La piel ejerce de membrana
limitante real del cuerpo y metafórica de la psique. La personalización es el contrapunto de la
despersonalización. El término lo introduce para desmarcarse del trastorno de despersonalización
descrito en la literatura psiquiátrica.

El proceso siguiente a la integración es la personalización. Este término, en el contexto de la obra de


D. W. Winnicott, significa integración psicosomática o, en palabras del autor, "que la psique habite el soma".
De este modo el niño tiene un adentro y un afuera, y también un esquema corporal.
Las funciones de incorporar y expulsar adquieren sentido, y se reconoce una realidad psíquica propia.
D. W. Winnicott relaciona la personalización con otro aspecto de la provisión ambiental: el handling,
traducido por los términos “manipulación" o "asistencia corporal". "Sin una manipulación activa y adaptativa
satisfactoria, es muy probable que realizar la tarea desde adentro resulte difícil o, de hecho, imposible para
que quede instaurado como es debido este desarrollo de una interrelación psicosomática”
Una manipulación adaptativa supone que la persona que cuida al niño es capaz de tratarlo junto con su
cuerpo, dando por sentado que ambos forman una unidad (no como un muñeco, sino como una persona).
El logro de la personalización dará como resultado una buena coordinación psicomotora, disminuyendo el
riesgo de las enfermedades psicosomáticas, y a la vez será fuente de una relación con los objetos, donde
cuerpo y objetos se hallen presentes y no disociados.

III. LA REALIZACIÓN O LA CAPACIDAD PARA RELACIONARSE CON LOS OBJETOS

REALIZACIÓN
Última etapa de los procesos de maduración tempranos: la realización o la capacidad para
relacionarse con los objetos. En la etapa de la dependencia absoluta, la realización tiene lugar cuando
se produce la exterioridad, la relación con la realidad exterior. Dentro de las funciones maternas la
presentación objetal consiste en hacer real el impulso creativo del niño, forjar su realización. Este
proceso surge tras la integración (del yo) y la personalización (unidad psique-soma), y se establece en
la presentación objetal, que es la que determina las relaciones interpersonales.

La última etapa de los procesos de maduración tempranos es la capacidad para relacionarse con los objetos.
Aquí la función del entorno se hace importante en cuanto a la forma de presentar los objetos. Ya hemos
visto, en relación con el fenómeno de ilusión y los objetos transicionales, la capacidad materna para ofrecer
objetos que el niño pueda crear y a la vez descubrir.
En este sentido, la función materna no se reduciría a satisfacer al bebé, sino que implicaría la posibilidad de
que éste "descubra al objeto y se las arregle con él". El niño experimenta desde la omnipotencia primaria,
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libre de intrusiones y, por lo tanto, sin necesidad de reaccionar a ellas, y así vive la experiencia de crear los
objetos que luego podrá amar.
La noción de omnipotencia primaria no corresponde a la idea de alucinación sino al concepto de creación, en
que fantasía y realidad se corresponden. Es la madre, con su adaptación casi perfecta, la que proporciona al
bebé la oportunidad de vivir una "breve experiencia de omnipotencia". La desadaptación gradual lo hará
ingresar al principio de realidad.
En esencia, no podemos hablar de evolución gradual. La posibilidad de funcionar por momentos de acuerdo
con el principio de realidad, conservando otros de omnipotencia, permite la instauración de una relación
adecuada con la realidad, preservando tanto el principio del placer como la capacidad de ilusión.

Sintetizando, recordemos que tres son las funciones que adquiere el yo infantil, y cada una de ellas forma un
par con un aspecto de la provisión ambiental. La integración se produce gracias al holding, la personalización
por obra del handling, y la capacidad de relacionarse con objetos se desarrolla gracias a la aptitud materna
para la presentación de objetos.

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