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Primera etapa del comienzo de la vida. En la teoría del desarrollo emocional temprano de Winnicott
corresponde a la etapa que denomina de la dependencia absoluta y se extiende desde el nacimiento
hasta los seis primeros meses de vida del infans. Esta etapa es de dependencia absoluta (o casi
absoluta), por cuanto que el bebé depende totalmente del cuidado materno, esto es, del ambiente
facilitador: de la provisión física y emocional de la madre. En esta etapa - de estado de ser primario: de
no integración del yo - predomina en el bebé la ilusión de omnipotencia, de que él crea el mundo que le
es presentado por la madre.
Dependencia relativa
Etapa del desarrollo emocional temprano que sigue a la de la dependencia absoluta y abarca
aproximadamente desde los seis meses hasta los dos años. En esta etapa, las fallas graduales de la
adaptación activa de la madre al presentar el mundo a su bebé, facilitan su adaptación a la realidad y al
reconocimiento diferenciado de la realidad interna y la realidad externa. El paso de la dependencia
absoluta a la dependencia relativa se caracteriza por la integración (del yo), la personalización y la
realización (la relación con la realidad exterior). Al transformarse el objeto subjetivo en un objeto
objetivamente percibido, los objetos se perciben como exteriores al self y el bebé toma conciencia de su
dependencia.
Tendiendo a la independencia
describe Winnicott, implica la asunción de un medio ambiente interiorizado: la capacidad del niño de
cuidar de sí mismo, y de su mantenimiento en la vida adulta. La independencia (relativa) se alcanza
cuando se adquiere la capacidad de integración adecuada o el proceso de maduración suficiente como
para prescindir del cuidado ajeno.
Una vez que estas cosas han quedado establecidas, como ocurre en la salud, el niño puede
gradualmente enfrentar el mundo y sus complejidades, pues en él ve cada vez más lo que ya está
presente en su propio self. Se identifica con la sociedad en círculos crecientes de la vida social, pues la
sociedad local es una muestra del mundo personal del self tanto como una muestra de los fenómenos
verdaderamente externos.
I. LA INTEGRACIÓN
Integración - No integración
Winnicott introduce el par integración/no integración para describir el proceso que determina un
movimiento dialéctico que estimula el desarrollo emocional, activa la creatividad y promueve el gesto
espontáneo del individuo. El desarrollo emocional temprano bascula de un estado de no integración
a otro de integración del yo, de la inmadurez a la madurez. Son dos estados interdependientes uno
de otro, en modo alguno antagónicos, salvo en ciertas situaciones y en función de un determinado
contexto.
La no integración corresponde a un estado normal del bebé, que puede permitirse permanecer relajado en
tanto la madre se hace cargo de la función de sostén. La integración no es necesaria en forma permanente.
Si el ambiente es confiable, la integración psíquica normal conservará la capacidad de regresar a estados de
no integración. Éstos serán precursores de la capacidad del adulto para relajarse y disfrutar de la soledad,
experiencia que provee las condiciones para la creatividad.
Es importante aclarar que el yo materno no funciona como una prótesis en la función de holding, sino que
provee el marco contenedor para que el yo débil ejercite las experiencias instintivas. Sólo de este ejercicio
totalmente personal surgirá una integración verdadera y autónoma.
Esto mismo lo observamos en el tratamiento de pacientes graves, en relación con el encuadre terapéutico.
No se trata de proveerle al paciente aquello que le faltó en su entorno temprano, sino de instaurar las
condiciones de confianza y sostén que le permitan organizar los límites de su propio yo.
II. LA PERSONALIZACIÓN
PERSONALIZACIÓN
Proceso de integración psicosomática (unidad psique-soma) del niño en el que la psique habita en el
soma. La personalización, que sigue al de integración del yo, acontece en virtud de un adecuado
manejo (handling) en el cuidado infantil. A esta interrelación del soma y la psique, Winnicott la
describe como “el alojamiento o la residencia de la psique en el soma”. La piel ejerce de membrana
limitante real del cuerpo y metafórica de la psique. La personalización es el contrapunto de la
despersonalización. El término lo introduce para desmarcarse del trastorno de despersonalización
descrito en la literatura psiquiátrica.
REALIZACIÓN
Última etapa de los procesos de maduración tempranos: la realización o la capacidad para
relacionarse con los objetos. En la etapa de la dependencia absoluta, la realización tiene lugar cuando
se produce la exterioridad, la relación con la realidad exterior. Dentro de las funciones maternas la
presentación objetal consiste en hacer real el impulso creativo del niño, forjar su realización. Este
proceso surge tras la integración (del yo) y la personalización (unidad psique-soma), y se establece en
la presentación objetal, que es la que determina las relaciones interpersonales.
La última etapa de los procesos de maduración tempranos es la capacidad para relacionarse con los objetos.
Aquí la función del entorno se hace importante en cuanto a la forma de presentar los objetos. Ya hemos
visto, en relación con el fenómeno de ilusión y los objetos transicionales, la capacidad materna para ofrecer
objetos que el niño pueda crear y a la vez descubrir.
En este sentido, la función materna no se reduciría a satisfacer al bebé, sino que implicaría la posibilidad de
que éste "descubra al objeto y se las arregle con él". El niño experimenta desde la omnipotencia primaria,
Donald W. Winnicott (1896-1971) – Desarrollo emocional primitivo
libre de intrusiones y, por lo tanto, sin necesidad de reaccionar a ellas, y así vive la experiencia de crear los
objetos que luego podrá amar.
La noción de omnipotencia primaria no corresponde a la idea de alucinación sino al concepto de creación, en
que fantasía y realidad se corresponden. Es la madre, con su adaptación casi perfecta, la que proporciona al
bebé la oportunidad de vivir una "breve experiencia de omnipotencia". La desadaptación gradual lo hará
ingresar al principio de realidad.
En esencia, no podemos hablar de evolución gradual. La posibilidad de funcionar por momentos de acuerdo
con el principio de realidad, conservando otros de omnipotencia, permite la instauración de una relación
adecuada con la realidad, preservando tanto el principio del placer como la capacidad de ilusión.
Sintetizando, recordemos que tres son las funciones que adquiere el yo infantil, y cada una de ellas forma un
par con un aspecto de la provisión ambiental. La integración se produce gracias al holding, la personalización
por obra del handling, y la capacidad de relacionarse con objetos se desarrolla gracias a la aptitud materna
para la presentación de objetos.