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El proceso de gestión de la calidad es una parte integral de cada organización y se centra en una
mejor productividad, una mejor calidad y un menor coste de producción. Pero dentro de la gestión
de calidad, un buen liderazgo es esencial con el fin de mejorar la calidad en toda la organización,
como la fuerza encargada de establecer objetivos y ayudar a los empleados para implementar
estos objetivos.
Sin un liderazgo sólido, el proceso de control de calidad probablemente sería mucho menos
efectivo. Una organización puede tener el mejor empleado, pero se necesita liderazgo interno
para llevar la gestión de calidad a un nivel que colocará a la empresa en la mejor posición posible
para tener éxito.
Los verdaderos líderes son capaces de liderar de una manera activa en la implementación y el
seguimiento de las acciones, en lugar de simplemente dar órdenes sin dar ejemplo.
La gestión de calidad no puede existir en un vacío, por lo que es importante que los líderes de la
organización estén al tanto de los cambios en el entorno externo y puedan adaptarse a ellos. Esto
puede incluir cambios en la economía, la tecnología, los cambios regulatorios, entre otros. Al
comprender estas fluctuaciones y adaptarse a ellas, la organización puede mejorar su eficiencia,
eficacia y adaptabilidad.
La gestión de calidad no solo se trata de la organización en sí, sino de todas las partes interesadas
(Stakeholders). Cada grupo de partes interesadas tiene sus propias necesidades y expectativas que
deben ser consideradas. Esto incluye a los clientes, propietarios, proveedores, empleados,
comunidades locales y el público en general. Al entender y satisfacer estas necesidades, la
organización puede mejorar su reputación y su éxito en el largo plazo.
Una visión clara es esencial para la planificación y el éxito a largo plazo de la organización. Esta
visión debe ser compartida por todos los empleados y debe ser clara y precisa. Al establecer una
visión clara, la organización puede centrarse en sus objetivos y trabajar en conjunto para lograrlos.
5- Establecer valores comunes y modelos éticos en toda la organización
Los valores y la ética son fundamentales para la gestión de calidad. Los líderes deben ser modelos
a seguir y establecer valores comunes para que todos los empleados puedan trabajar juntos de
manera efectiva. Al infundir estos valores y ética en toda la organización, se puede establecer una
cultura corporativa positiva y fomentar el compromiso y la lealtad de los empleados. Además, los
valores y la ética también son importantes para mantener una buena reputación de la
organización y construir relaciones duraderas con las partes interesadas.
Una buena empresa depende de un liderazgo efectivo para desarrollar la confianza en entornos
internos y externos, sin la necesidad de utilizar el miedo como un factor motivador.
6. Equipar a los empleados con los recursos necesarios y la libertad para luchar por el deber y
la responsabilidad
Toda la organización puede participar para mejorar la calidad en todos los ámbitos mediante una
gama bien desarrollada de estrategias que incluyan a todos los niveles y recursos que equipen a
los empleados para alcanzar los objetivos.
La capacidad de inspirar y motivar al personal en todos los niveles permite que los mismos
participen activamente y que aporten en iniciativas de gestión de la calidad.
La comunicación es esencial para que todos los niveles (dentro de la organización) trabajen juntos
para implementar estrategias de mejora, y como líder, el papel es fomentar la comunicación
abierta de todos los empleados.
A través del establecimiento de objetivos, los líderes pueden fomentar el crecimiento, así como el
desarrollo constante en toda la organización, mejorando continuamente los estándares de las
metas dentro de cada uno de los departamentos.
Los objetivos de calidad pueden variar dependiendo del tipo de organización, el sector en el
que opera y los requisitos y expectativas de las partes interesadas. Algunos ejemplos de objetivos
de calidad incluyen:
Reducir los costes de producción mientras se mantiene o mejora la calidad del producto o servicio.
Aumentar la satisfacción del cliente mediante la mejora de la calidad del producto o servicio, la
reducción de tiempos de espera o la mejora en el servicio al cliente.
Cumplir con los requisitos y estándares de calidad, seguridad y medio ambiente aplicables a la
industria o sector.
Este es un nuevo requerimiento en ISO 9001- 2015. La organización debe considerar las cuestiones
internas y externas que pueden impactar a sus objetivos estratégicos y a la planificación del SGC2.
El contexto de la organización (capítulo 4.1 de la ISO 9001:2015) son todos aquellos factores
internos o externos que afectan la organización, ya sea de manera positiva o negativa.
Hecho el análisis del contexto de la organización, ya tenemos una entrada para gestionar el riesgo.
Volviendo al contexto, para lograr determinar cuáles son los efectos de las cuestiones internas o
externas, hay numerosos análisis que evalúan una serie de características para dimensionarlo.
Matriz DOFA, cinco fuerzas de Porter, cadena de valor y Pestel son solo algunos de ellos. El análisis
que se haga, debe ir enfocado al producto o servicio.
Igualmente estos temas deben ser monitoreados. La frecuencia podrá variar de acuerdo al tipo de
organización, de acuerdo a los riesgos que la rodeen. Por ejemplo las organizaciones que importan
materia prima para sus procesos deben de estar preparadas para las fluctuaciones que pueda
sufrir el dolar. Cada evento que arremeta, requiere ser analizado. De hecho, antes de que pueda
suceder, debería haber sido previsto, pues de ésto se trata el pensamiento basado en riesgos.
Es importante que los factores que se detecten en el monitoreo y análisis sean discutidos por
expertos en el tema, pues no se trata (como pasa en muchas empresas) de colocar un analista de
riesgos y que sea él quien se ‘eche al hombro todo el tema de riesgos en la empresa.